Apuntes Sobre La Obra de Rafael Moneo - Antón Capitel
Apuntes Sobre La Obra de Rafael Moneo - Antón Capitel
Apuntes Sobre La Obra de Rafael Moneo - Antón Capitel
J osé R afael Mo n eo Vallés nac10 en T udela (Navarra), en 1937, y estudió arquitectura en la Escuela de
Madrid, titulándose en 1961. Pertenece a una generación m adrileñ a (la de Higueras, Mangada, Peña,
Ferrán , Fullaondo, H ernández G il, ...) que recibió ya en la Escuela la influencia - y hasta la enseñanza - de
los modernos, o que, al menos, era ya fruto .de la admiración hacia sus obras y hacia la ap ertura europea
q ue representaban. L a apo rtación de esta generació n consistirá, sin embargo, en avanzar un paso m ás,
haciendo triunfa r definiti vam ente la revisión orgánica que se oponía a l estilo internacion a l, tema que se
iniciaría con las obras de Fernández Alba, y llegando a ser resp onsables, en g ran medida, de la actitud que,
como O íza en Torres Blancas, tomarán algunos de los mayores.
Pero en el naufragio que, al apurarse los sesenta , sufrirá la llamada Escuela de Madrid , -cuya dura y
diversa Cruzada en pos de la verdadera m odernidad les h abría conducido al menos hasta la misma crisis que
al resto de la cultura occidenta l- Rafael Moneo y algunos de su generación representarán la actitud m ás
p rudente de la Escuela m adril eña, capaz de preservar lo necesario p ara enfrentarse con una nueva ópti'ca
ante los difíciles años setenta.
Para explicar alg unas' ideas en torno la o bra de Moneo (en torno al atadij o de cosas que salvaría de aquel
naufragio y que le convertiría, al explicar a m ayores y p equeños lo que está ocurriendo, en el líder
arq uitectónico españo l de la década que transform ó el pensamiento moderno) se escriben estas no tas.
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ARQUITECTURA
Rafael Moneo tiene en sus años de cuyo m100 protagonizan ya los miem- po de Albini, Gardella, Quaroni, Ridol-
escuela dos referencias voluntarias y pri- bros de esta generación, esto es, la de fi, Samoná, los B. B. P. R ., Scarpa, Mo-
meras. Una, la de D. Leopoldo Torres Higueras, Moneo y Fullaondo. Es la ver- retti. Y es como si Moneo, con su proyec-
Ba lbás, que tan ta importancia dejaría sión exacerbada, tardo-orgánica, que se to del Obradoiro, qui siera unirse a ellos,
en a lg unos, y del que h abrí~ querido inspira en el Utzon de Sidney, en Ru- abandonando las exacerbaciones utzo-
heredar no sólo la afición a la cultura dolph , en Saarinem, y que entiende el nianas y asumiendo la carga histórica de
histórica sino el interés por la profundi- cambio de la arquitectura, aspirando a Ita li a, la nación de la Arquitectura.
dad crítica, y hasta incluso una cierta su moderna perfección, en el sentido de Tal vez fue aquella Roma - en aque-
personalidad, acaso cultivada en secreto, las últimas obras de Wright, de la nueva lla Italia de las arquitecturas- donde
de hombre moderado y culto, ecléctico, p ermi sividad co rbuseriana, de todo tomó fundamento la ecléctica y culta
brillan te analista de lo contemporáneo y aquello que confía en llevar a la discipli- vi sión de Moneo, abundando en su ya
estudioso de lo viejo. Otra, de muy dis- na a términos a bsolutos de espacio y ecléctica educación española. Lo cierto
tinto cariz, la de D. Francisco Sáenz de forma, llegando a ser tan grande la cer- es que huirá de un estilo personal, de
Oíza, su maestro más público y directo, canía con respecto al arte moderno que un a idea de arq uitectura propia (en
de quien ta l vez habrá aprendido más no se distinguirían bien los perfiles ar- cuanto a esto, se limitará a un cierto
para la profesión, y a quien tan poco quitectónicos. Torres Blancas, el proyec- toque, sofisticado y duro), para entender
recordará tanto en el talan te personal to para la Feria de Muestras en Gijón, la discip lina como el reflexivo empleo
como en la obra. de Alba y Feduchi, y los aparta mentos de recursos diversos, buscando, en vez de
Desp u és de h a ber tenido la oport u - en Lanzarote de Higuéras son testimonio la arquitectura propia de su tiempo, la
nidad de colaborar en T o rres Blancas, de esta tercera versión. El inicio de la arquitectura más propia de cada ocasión.
tendrá también la suerte de trabajar en misma puede fijarse en el Premio Nacio- La fábrica de Zaragoza (1965-67), de in-
el estudio de Utzon, acabada la carrera, nal de Arquitectura de 1961, de Higueras · fluencia espacialista y aa lti ana, las Es-
y en una aventura no exenta de peripe- y Moneo. Este último está, pues, con cuelas en Tudela (1966-69), de matiz tra-
cia, ( 1) cuando se estudia el proyecto frecuencia en manifestacio nes de este ca- dicional y urbano, o la ampliación de la
que Saarimen hizo vencer, y no por ca- riz, aunque nunca de un modo compro- Plaza de Toros de Pamplona (1966-67),
sualidad, en 1957: el Teatro de la Opera metido o total. El Centro de Restaura- equilibrado collage estructuralista yaca-
de Sidney. Pero a pesar de estas colabo- ción en la Universitaria, s ucesor d_e aquel démico, señalan experiencias contempo-
raciones juveniles su obra personal, ini- Premio Nacional, se continuará, sin Mo- ráneas y ya bien distintas, y aunque in-
ciada a lgunos a ños después, será más neo, por Higueras y Miró. Su falta de cluyen ingredientes muy diversos, no se-
cautelosa: es como si la fig ura de D. finali zación es como el símbolo de la ·vía rá hasta la casa Gómez Acebo en la Mo-
L eopoldo, moderado, culto y crítico, muerta con la que habría topado el tar- raleja cuando se entienda decididamente
contrapesara aquella otra, m ás exaltada, do-organicismo, del que Moneo, después la obra como ecléctico equilibrio de cues-
de D. Francisco Oíza. de haber participado con intensidad: se tiones arquitectónicas diferentes, e inclu-
Cuando los miembros de la genera- apresurará a distanciarse. so dispares, que conviv_en ordenadamen-
ció n de Moneo se oponen a l Estilo In- Más representativo será, pues, su co- te en ella.
ternacional lo hacen, principalmente, mienzo si lo interpretamos desde el pro- En esta casa de diseño complicado,
por tres vías. Una de ellas será el estricto yecto que le va le el Premio de Roma, un matizado; en ella se hace patente el mé-
seguimiento aaltiano, ensayado a veces, edificio para la Plaza del Obradoiro, en todo de puesta en juego de elementos
aunque poco impo rtante. Otra, mucho Santiago de Compostela , ejercicio italia- dispares. Pertenece, desde un punto de
rQás básica, se constituyó mediante los nizante con referencias a la obra de Lu - vista, a una idea de casa pregnante, vo -
valores de la arq uitectura histórica y de dovico Quaroni, que parecía mostrar luntariamente emparentada con la ima-
la tradición popular transformados ha- cuanto Moneo conocía ya la cultura de gen de templo y filtrada por la utiliza-
cia una el.ave moderna y orgánica, esto la que aspiraba empaparse. Irá a San ción tradicional y popular del leng uaje
es, donde interviene el eco de las arqui- Pietro in Montorio en buena compañía: clásico. Casas en pabellón con ideas pa-
tecturas o de las ideas de arquitectos co- Dionisia l;lernández Gil, su compañero recidas las tantearon también en aque-
mo Aa lto, Wrigth y el Utzon' más mode- de pen sión en Arquitectura, el escultor llos años Luis Peña (recuérdese la casa
rado, que ya refieren a ta les modelos. Francisco López y los pintores Isabel Imano lena, en Motrico) o Higueras, y
Esta versión la iniciaría Fernández Alba, Quinta nilla y Agustín de Celis. Ita lia anuncian y se anticipan a la fuerza q ue
persona a lgo mayor (2), siendo significa- está en un momento en que alcanza su la idea de pabellón pregnante, derivado
ti vas las contribuciones de Higueras y plena madurez una magnífica genera- de las reglas tradicionales, tendrá en los
del propio Moneo. La tercera es una vía ción de arquitectos: es el fru ctífero tiem- disciplinares años setenta.
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ARQUITECTURA
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to ria o crítica, pero no representaba una para enfrentarse a las nuevas cuestiones de las torturadas posiciones, tipológicas
postura reconocida colectivament~ más de los años setenta y que es, ta l vez, una y plásticas, y de las fracturas urbanas
allá de lo que tuviera de común con la transformació n pública de su fig ura mas que un moderno hubiera intentado para
llamada Escuela de Madrid. En pocos que un a verdadera conversión de su huir de la planta profunda, de los patios
años, sin embargo, llegará a convertirse carrera. En cualquier caso, ambas cosas interiores y de la forma urbana del volu-
en un líder arquitectónico de influencia se producen , a mi juicio, de forma noto- men . La p lanta, con los tipos en profun·
en toda España. Primero en Barcelona, ria, con la Casa al borde del río en San didad y las variantes de esqu ina y de
a cuya Escuela deberá incorporarse como Sebastián (1969-73), si bien esta obra tar- semi-esquina, se sitúa en las a ntípodas
Catedrático en 197 1, y donde desarrolla. dó en tener influencia, siendo valorada del edificio Girasol (3), para entender-
rá un gran esfuerzo docente, y enseguida con cierto retraso. nos, aceptando la organización en man-
en Madrid, donde a l eco de Barcelona se En la casa de San Sebastián era preci- zana y lo que ésta ofrece para cua lificar,
añadirá el peso del valor que se dará a so edificar media manza na. Moneo y s us como forma, la ciudad. El exterior ~lude
sus o bras. compañeros (Javier Marquet, J avier Un- a la serie interna y a sus singularidades
Hay así una tra n sform¡ición de Mo· zurunzaga y Luis Zu laica) emprenden el al do blar, mientras, en él, los voladizos
neo, conducida por la madurez del es- caso con una lógica directa, como el curvos, aunque aprovechen a ún expe-
fuerzo docente, que le lleva a hacer girar en sanche indica y sin dudar de sus con - riencias p lásticas del organicismo, son
los presupuestos de la Escuela de Madrid diciones residenciales; esto es, mu y lejos miradores en rotonda, y todo el tra ta-
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miento del volumen emparenta la casa expresión de algunas de sus aspiraciones. edificio adquirirá un matiz contrario al
con no bles arquitecturas anteriores. Fue Así, un ho mbre de la Escuela de Madrid de la arquitectura de los sesenta , erradi-
Fullaondo, en el número que dedicó a es visto como el su perador, en la prácti- cando la obsesión en torno al lenguaje
Moneo, quien citaba, a propósito de esta ca, de las viejas ideas - en las que la moderno, con su servidumbre respecto
casa, a Otto Wagner. A pesar de su inte- gente j oven ya no creía-, situándose en de las artes plásticas, y procla mando el
rés, como ya dije, la obra no fue muy un plano de competencia internacion al predominio de la composición y la figu-
conocida o estimada ~n su momento, al constituir una respuesta atractiva ante ra tividad más propiamente arquitectóni-
siendo valorada más tarde, generalmente los debates de entonces. cas. Las cultas citas aspirarán a conver-
por gente más joven. El edificio adquiere así variadas con- tirse en instrumentos de una rica y re-
En 1970 proyecta (con Estanislao de notaciones: ser culto y, al tiempo, profe- flexiva disciplina, y el edificio, con ello,
la Cuadra-Salcedo) la plaza de los Fue- sional, lejos de la arquitectura dibujada; será visto como una atractiva demostra-
ros de Pamplona, y en 1972 gana el con- dar respuesta al problema urbano de su ción del éxito alcanzado por la arquitec-
curso de proyectos para una plaza en enclave en un ecléctico aprovechamien- tura cuando ésta utiliza con aciertos sus
Eibar, te ma pendiente aún de realiza- to de- ideas que entonces interesan, y propios recursos; y cuando tal cosa se
ción. hacerlo en un modo madrileño, esto es, ejecuta con acertada profesionalidad.
Será en 1973 cu ando proyecte, junto insertándose en la rica tradición metro- Pero en los mismos años en que Mo-
con Ramón Bescós, la obra que causará politana local, cuajada de eclécticos ele- neo, junto con Ramón Bescós, construye
en Madrid, y en toda España, verdadero mentos cosmopolitas. Referencias a Loos el Bankinter, realiza también otros traba-
impacto: el edificio de la ampliación de y al diseño de los treinta en los interio- jos con los que se puede apreciar como
la sede del Bankinter en Madrid (197376), res; a Sullivan en los relieves; a Aaltó en reacciona ante los nuevos problemas.. Y
construido tras el palacete originario en la planimetría, sobre todo de la planta con ellos, y con Bankinter incluido, po-
el Paseo de la Castellana, esquina a Mar- ba1a; a Cabrero y a Rossi, en la metafísi- dremos observar una curiosa paradoja.
qués de Riscal. ca composición y en la urbana monu- Pues, si es en los setenta cuando la arqui-
Cu_a ndo -ponga mos hacia 1975- el mentalidad; a Venturi, en el contradicto- tectura empieza a entenderse como disci-
edificio tiene algo avanzada su construc- rio modo en que el volumen, en vez de plina dotada de sus p ropios recursos me-
ción, nuevos modos de ver la arquitectu- descansar, se fractura para dar lugar a la diante la historia ¿no deberían de ha ber
ra, que han ido madurando desde el entrada;- a Luigi Moretti, en la atrevida sido vistas las obras anteriores de Moneo
. principio de la década, generan una nue- forma en que el romo ángulo agudo del -aquéllas tales como la casa Gómez
va sensibilidad capaz de ver en la a mplia- edificio se inserta en la visión desde Mar- Acebo, por ejemplo, y las viviendas en
ción del Bankinter algo de Jo que se qués de Riscal, tan similar a la de su San Sebastián- como obras verdadera-
estaba buscando. Las nuevas generacio- edificio milanés; a los arquitectos madri- mente disciplinares, pioneras; incluso en
nes que, al en señ ar o ap render en la leños del último tercio del XIX -al Jo que tienen de tradicionales, de atentas
Escuela; han debido de partir del punto autor del propio palacete, Alvarez Ca- a los problemas tipológicos, de respetuo-
cero al que el final de los sesenta_ las pra- en el cuidadoso tratamiento de sas con los principios de composición y
había condenado, ven en Bankinter la materiales y detalles... Con todo ello el con los valores urbanos y paisajísticos
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En la página anterior, fachada ,fr,t Co11rn.w dr la Diputación de H uesca y del Concurso del Colegio de agentes de Bolsa d~ M adrid. En esta página primer
premio del Concurso de Lacua, en Vitoria, con M. Solá-Morales. '
derivados del modo clásico? ¿No es la La libertad, y hasta permisividad, figu- comprometida con una actitud tipológi-
casa de la .Moraleja, a pesar de su eclec- rativa y tipológica del Bankinter es evi- ca, a pesar de que los patios -cubier-
ticismo, más clásica y disciplinar que dente, así como llega a un extremo la tos- aludan en cierto modo a l tipo
las de Grassi? ¿No era la media manzana abstracción en el concurso para la Sede claustral. El edificio se concibe, m ás
en San Sebastián una brillante anticipa- de Agentes de Bolsa de Madrid (1973), bien, utilizando una variante de la com-
ción de las réflexiones sobre tipo y ciu- que una fachada terragniana esconde posición por elementos, por piezas, si-
dad que se harán ha bituales en escuelas una planta escasamente tipológica en el tuándose así en la línea moderna que lo
y publicaciones durante los años seten- concurso para la Diputación de Huesca habría heredado de Beaux-Arts, y ma te·
ta? ¿No serían poco estimadas en su mo- (1974), o que una plataforma capaz de rializándose en un volumen fuertemente
mento porque eran, precisamente, an- generar un volumen neo-racionalista en - abstracto, plásticamente moderno y que
ticipadoras? vuelve un espacio aaltiano en el concur- ap arece, sin embargo, conducido hacia
Y yo dirííl que, por el contrario, en so para la Sede de Altos Hornos en Ma- el cumplimiento de una misión urbana,
los trabajos de Moneo de los años seten- drid (1974). En el edificio de viviendas típicamente no moderna. Esto es, la com·
ta, incluido-el Bankinter, hay una aten- en el Paseo de la Habana, también en posición elemental no impondría su for-
ción a los temas que empiezan a preocu- Madrid, ( 197 l · 79) hay incluso una rei- ma a la ciudad, como ocurrió general-
par entonces -a los problemas de rela- vindicación del edificio moderno, abier- mente con este método, sino que lo que
ción entre programa .Y forma urbana, to y exento, aunque rea lizado finahnen- se desea para esta última quedará im-
sobre todo- que huye, sin embargo, de te con una apariencia externa que alude puesto, mediante la composició n, a la
una consideración estrictamente discipli- a un tratamiento más disciplinar, com- arquitectura.
nar, de una atadura tipológica, por ejem- positivo. Cosas tampoco muy lejan as podrían
plo, planteando la arquitectura como un En el Ayuntamiento de Logroño decirse del proyecto de Lacua, en Vito·
ejercicio de libertad reflexiva que tiene ocurre algo no lejano: en cua nto al tra- ria, con Manuel Solá-Morales (1977),
como método el collage de partes y ope- tamiento del exterior se acude al magis- donde la preocupación por la forma de
ra~iones diversas, obligadas, a pesar de terio de T erragni y hasta al de Asplund, la ciudad y por su orden geométrico se
todo, a constituir· una unidad. Unidad y y todas las composiciones del plano; in- lleva a cabo mediante la agrupación de
adecuación de recursos que parecerían cluso en la piedra de Salamanca que las viviendas en hilera; esto es, mediante un
lograrse sólo en la reflexión de la arqui- materializa, están tratadas al modo clasi- tipo, la línea, absolutamente impropio
tectura entendida como acumulación de cista, de la misma forma que son de de Jo tradicional, y se diría, con exagera-
instrumentos, métodos y ejemplos. igua l tradición los distintos pórticos que ción , que hasta anti-disciplinar, cuanto
Así, frente a las obras más disciplina- el edificio abre a la plaza: Pero en lo que una línea, para la composición tipo-
res y tipológicas del fina l de la década planimétrico, en como se diseña esta pla- lógica, sería algo sin principio ni fin, y,
anterior,. las de los setenta serán más za resolviendo el problema urbano que por tanto, sólo parte posible de una Ji·
libres, más abstra,ttas; sin la fidelidad a planteaba, el edificio utiliza un_a permi- gura , en cuya constitución completa se
ideas tradiciona les que hizo a las anterio- siva geometría triang ular, elocuente en . for_m aría el tipo. La preocupación urba-
res más "arquitectónicas", más clásicas. los p icos que el volumen enseña, y poco na impone soluciones de remate a unas
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ARQUITECTURA
r
hileras formadas por viviendas de tradi-
ció n moderna (y participadoras del inte-
rés poco localista, y, así, anti.-setenta,
por la vivienda nórdica), a l tiempo que
las densifica dando más carácter arqui-
tectónico a los distintos espacios exterio-
res . Ca racteri zac ió n deliberadamente
conducida hacia un espacio a lgo plásti-
co y nada rossiano.
Moneo tendrá, p ues, preocupacio nes
muy propias de los setenta, la condiéión
urbana de la arquitectura, el entendi-
miento de ésta como composición y, así,
r
r
la explotación de sus propios recursos.
Todo conducirá, en general, hacia o tra
arquitectura, hacia otro panorama de la
escuela madrileña. Pero ta mbién a ban-
donará deliberadamente ideas absoluta-
mente interiores a la cultura de los seten-
ta, incluso las que había practicado con
éxito a nterio rmente. Destaca entre ellas
el tema del tipo, siempre evadido inclu-
so con exageración, y, en sentido más
general, la idea de la di~ciplin;J si ésta se
entiende como , conjunto de normas y
ataduras, como conjunto de "verdades".
Tendrá, a mi parecer, una noción de la
.disciplina más rica y difícil: aquella que
la ve como a bundante filón de instru-
mentos y recursos que la historia acumu-
la y que, en cada caso, deberán ser re-
flexivamente elegidos, sa biamente com-
binados y h ábilmente alterados para ob-
tener una calidad arquitectónica que no
excluye otras respuestas posibles, pues
en todo caso es un pro blema que impli- rada y acorde con el Banco, refleje lo Naciona l de Arte Romano, en Mérida,
ca a la sensibilidad y a la libertad del que algunos entenderían como el "espí- en forma de volumen casi ciego, cuyo
artesano. En ta l disciplina no se admiten ritu de la época"). Para un ecléctico el interior encierra un gran espacio basili-
cadenas ni se excluyen actitudes, aunque espíritu de la época es algo muy difuso cal y seriado, iluminado por las cu bier-
sí juicios de calidad y de oportunidad. y, cuando menos, plural. Lo claro es el tas. Ofrecemos a nuestros lectores a lg u-
Es la posición propia de un ecléctico: sentido de la oportunidad y de la adecua- na imagen de esta nueva obra, que esta -
aquél que concede a l lugar, al tema, y ción, y la calidad en el oficio. Ya que, a rá en marcha durante bastante tiempo, y
hasta a la ocasió n, la voz cantante, po- juicio de.Moneo, convenía acabar el Ban- emplazamos a su autor para ofrecer su
niendo a su servicio, no ya el estilo de su co -esto es, acabarlo le p areció lo más proyecto y la realización en las páginas
au tor, sino toda la arquitectura que éste racional, lo que a un profano inteligen- de ARQUITECTURA. No a otra cosa
pudiera dominar. te que tenga la fortuna de desconocer el le compromete este número.
Algo extremo de este tipo ocurre en "espíritu de la ép oca" le con vencería-
su proyecto para la ampliación del Ban- le correspondía hacerlo bien, tan cuida- Antón Capitel
co de España en Madrid (1979-80). El dosamente como si se hubiera caído; co-
aná lisis de cada problema particular es mo cuando D. Luis Menéndez Pida)
ta n importante, tan poderoso, que pue- -arquitecto conservador, que fue, d~l
de llegar a o rdenar, incluso, unas muy Ba nco- procedió a reconstruir, pacien- (1) Contado en público por el mismo
desciplinadas cadenas. Tal es el caso del te y amorosamente, la lacerada Catedral Moneo: fue a ver a Utzon a su estudio
Banco, donde la pequeñez de la actua- de Oviedo. Lo importante en ambos ca- para que le admitiera como ayudante.
ción pedida - casi un parche-, la con- sos era hacerlo con un mundo ajeno, no L e admitió ya que había llegado hasta
dición de unidad inalcanzada, y la carac- propio; anacrónico, pero real: existente. allí, y luego estuvieron bastante conten-
terística de tratarse de una o bra ya am- El "espíritu de la época" debía quedar tos con él porque, debido a la exhausti-
pliada miméticamente con e l original, de lado, o, si se quiere, cambiar, ser más va y difícil geometría descriptiva de la
aconsejaron el estudio de un remate tam- dúctil. Naturalmente, la dirección del Escuela de Madrid, era la única persona
bién mimético, aunque en ning ún modo Banco eligió sin dudar dos de las solu- del estudio capaz. de trazar los encuentros
. inmediato. Y, ya decidido raciona lmen- ciones miméticas, la de Moreno Barberá entre super/ icies esféricas que exigía el
te, el esfuerzo es tá en la calidad del par- y la de Moneo, y aunque se inclinó al desarrollo del proyecto de la ópera de
ch e, no en justificar una actitud, aburri- principio por la de Moreno Barbará, aca- Sidney.
do y típico vicio de los debates sobre bó eligiendo la de Mo neo. Pues su "re- (2) Un antecedente de esta actitud era
arquitectura (y llevado, en este caso, a flexión disciplinar" h a bía resultado m ás también gran parte de la obra de José
defender un edificio, el de Lorite, que, barata. Luis Fernández. del Amo.
en sí mismo, a todas luces es tan digno Hoy, acercado de nuevo, por Ja ' oca- (3) Curiosamente, en cuanto a la si-
para existir siempre como adecuado pa- sión , a las soluciones más tradiciona les tuación de los ascensores, las plantas del
ra ser sustituido por a lgo mejor; o a - incluso d esde el punto de vista ma te- Giraso l y del edif icio de San Sebastián
añorar una solución que, siendo mode-. rial y figurativo- con struye el Museo coinciden bastante.
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ARQUITECTU RA
Página anterior, prop uesta de fin alización del Banco de España. En esta página, dos vistas de la obra del Museo Nacional de Arte Romano, en Mérida .
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