Resumen Histeria Comunicación Preliminar

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Resumen histeria comunicación preliminar

(Psicoanálisis):

En el caso de la histeria «traumática» es evidente que fue el acci-


dente el que provocó el síndrome; y si en unos ataques his- téricos
se infiere, de las exteriorizaciones de los enfermos que en cada
ataque ellos alucinan siempre el mismo proceso que provocó al
primero, también en este caso es patente el nexo causal. Más
oscuro es el estado de cosas respecto de otros fenómenos.

Ahora bien, nuestras experiencias nos han mostrado que

los síntomas más diferentes, tenidos por operaciones espon-


táneas, por así decir idiopáticas, de la histeria mantienen con el
trauma ocasionador un nexo tan estricto como aquc- lias oíros
fenómenos más trasparentes en este sentido.

La desproporción entre los años que dura el síntoma histérico y su


ocasionamiento único es la misma que estamos habituados a ver
de una manera re- gular en la neurosis traumática; con harta
frecuencia son sucesos de la infancia los que han producido para
todos los años subsiguientes un fenómeno patológico más o
menos grave.

El nexo suele ser tan claro que es bien visible cómo el suceso
ocasionador produjo justamente este fenómeno y no otro

Tales observaciones parecen demostrarnos la analogía pa- tógena


entre la histeria corriente y la neurosis traumática, y justificar una
extensión del concepto de «histeria traumáti- ca».

En el caso de la neurosis traumática, la causa eficiente de la


enfermedad no es la ínfima lesión corporal; lo es, en cambio, el
afecto de horror, el trauma psíquico. Análoga- mente, nuestras
pesquisas averiguaron para muchos síntomas histéricos, si no para
los más, unas ocasiones que es preciso designar «traumas
psíquicos».

No es raro que en la histeria corriente hallemos, en lugar de un


gran trauma, varios traumas parciales, unas ocasiones agrupadas
que sólo en su sumación pudieron exteriorizar efecto traumático y
forman una trama en la medida en que constituyen los capí- tulos
de una historia de padecimiento

En otros casos, en cambio, son circunstancias al parecer


indiferentes en sí mis- mas las que por su conjugación con el
suceso de genuina eficacia, o con un momento temporal,
particularmente sen- sible, han adquirido la dignidad de traumas,
que de otro modo no les correspondería, pero que conservan
desde en- tonces.

Sin embargo, el nexo causal del trauma psíquico ocasio- nador


con el fenómeno histérico no es tal que el trauma,

En el caso de la neurosis traumática, la causa eficiente de la


enfermedad no es la ínfima lesión corporal; lo es, en cambio, el
afecto de horror, el trauma psíquico.

En calidad de tal obrará toda vivencia que suscite los afectos


penosos del horror, la angus- tia, la vergüenza, el dolor psíquico;
y, desde luego, de la sensibilidad de la persona afectada (así como
de otra con- dición, que mencionaremos más adelante) dependerá
que la vivencia se haga valer como trauma.

Antes bien, debemos aseverar que el trauma psíquico, o bien el


recuerdo de él, obra al modo de un cuerpo extraño que aún mucho
tiempo después de su intrusión tiene que ser considerado como de
eficacia presente; y vemos la prueba de ello en un fenómeno en
grado sumo asombroso que, a la vez, confiere a nuestro hallazgo
un significativo interés práctico.

los síntomas histéricos singulares desaparecían enseguida y sin


retornar cuando se conseguía despertar con plena luminosidad el
recuerdo del proceso ocasionador, con- vocando al mismo
tiempo el afecto acompañante, y cuando luego el enfermo
describía ese proceso de la manera más de- tallada posible y
expresaba en palabras el afecto.

Un recordar no acompañado de afecto es casi siempre totalmente


inefi- caz

el decurso del proceso psíquico originario tiene que ser repetido


con la mayor vividez posible

Aquí surge la sospecha de que pudiera tratarse de una sugestión


involuntaria; el enfermo esperaba ser librado de su padecer
mediante aquel procedimiento, y esa expectativa, no el declarar
como tal, sería el factor eficiente.

el histé- rico padece por la mayor parte de reminiscencias.''

A primera vista parece asombroso que vivencias hace tiem- po


trascurridas puedan producir efectos tan intensos, que ios
recuerdos de ellas no sucumban al desgaste en que vemos

Por «reacción» entendemos aquí toda la serie de reflejos


voluntarios e involuntarios en que, según lo sabemos por
experiencia, se descargan los afectos: desde el llanto hasta la
venganza.

Si esta reacción se produce en la escala suficiente, desaparece


buena parte del afecto; nuestra lengua testimonia este hecho de
observación cotidiana me- diante las expresiones «sich austoben»
{«desfogarse»), «sich ausweinen» («desahogarse llorando»}, Si
la reacción es sofocada, el afecto permanece conectado con el
recuerdo.

La reacción del dañado frente al trauma sólo tiene en verdad un


efecto plenamente «catártico» si es una reacción adecuada, como
la venganza. .Pero el ser humano encuentra en el lenguaje un
sustituto de la acción; con su auxilio el afecto puede ser
«abreaccíonado» casi de igual modo.'
Su recuerdo, aunque no se lo abreaccione, entra en el gran
complejo de la asociación, se inserta junto a otras vivencias cjue
acaso lo contradicen, es rectificado por otras represen- taciones.
Por ejemplo, tras un accidente, al recuerdo del peligro y a la
repetición (debilitada) del terror se acopla el recuerdo de lo que
luego sobrevino, el rescate, la con- ciencia de la actual seguridad.
El recuerdo de una afrenta es rectificado poniendo en su sitio los
hechos, ponderando

La propia dignidad, etc. Así, por medio de unas operaciones


asociativas, el hombre normal consigue hacer desaparecer el
afecto concomitante.

los cnicnnos n<,) disponen de estos recuerdos como disponen del


resto de sti vida. /\1 contrario, estas vivencias están
coniplclainenlc ausentes cíe la memoria Je los enjer- nios en su
estado psicjiíieo bahitna!. o están ahí presentes sólo (le una
manera en extremo sumaria.

Un trauma en sí eficiente sobreviene en un estado de afecto grave


y paralizante, o de conciencia alterada.

Ahora bien, ambos grupos de condiciones tienen en co- mún que


los traumas psíquicos no tramitados por vía de reacción no lo son
tampoco mediante procesamiento asocia- tivo

En el primer grupo es el designio del enfermo el que quiere


olvidar las vivencias penosas y excluirlas en lo posi- ble de la
asociación; en el segundo, ese procesamiento aso- ciativo no se
produce por falta de un vasto enlace asociativo entre el estado de
conciencia normal y el patológico en que se generaron acjuellas
representaciones. Enseguida tendremos ocasión de considerar con
más detalle estas constelaciones.

Cabe decir, pues, que las representaciones devenidas pa- tógenas


se conservan tan frescas y con tanto vigor afectivo porque les es
denegado el desgaste normal por abreacción y por reproducción
en estados de asociación desinhibida.
a desta- car el hecho de que el recuerdo del trauma psíquico
eficien- te no se halla, en la memoria normal del enfermo, sino en
la memoria del hipnotizado.

No sabemos decir nada nuevo acerca del fundamento de los


estados hipnoides predisponentes. Nos inclinamos a creer que se
desarrollan a menudo desde los «sueños diurnos», tan frecuentes
también en personas sanas, y a los que tanta ocasión ofrecen, por
ejemplo, las labores manuales de la mujer.

Nuestras experiencias no aportan nada

nuevo sobre esto; en cambio, echan luz sobre la contradic- ción


entre la tesis «La histeria es una psicosis» y el hecho de que entre
los histéricos uno encuentra a los seres huma- nos de más claro
intelecto, voluntad más vigorosa, mayor carácter y espíritu crítico.

Como es sabido, poseemos una descripción esquemática, dada por


Charcot, del «gran» ataque histérico, que en la secuencia de un
ataque completo permite discernir cuatro fases: 1) la epileptoide;
2) la de los grandes movimientos; 3) la de las attitudes
passionnelles (la fase alucinatoria), y 4) la del delirio terminal

Por otra parte, los recuerdos que afloran en los ataques histéricos,
o que pueden ser evocados en medio de ellos, se corresponden en
sus restantes aspectos con las ocasiones que dilucidamos como los
fundamentos de síntomas histéricos permanentes.

La trayectoria típica de una histeria grave es, como sabe- mos, la


siguiente: primero se forma en estados hipnoides un contenido de
representación que luego, cuando ha tomado el suficiente
incremento, se apodera, durante un período de «histeria aguda»;
de la inervación corporal y de la existencia del enfermo, crea
síntomas permanentes y ataques, y luego sana, salvo algunos
restos. Si la persona normal consigue cobrar de nuevo el
gobierno, lo que ha sobrevivido de aquel contenido de
representación hipnoide retorna en ataques his- téricos y de
tiempo en tiempo devuelve a la persona a esos estados', que a su
vez son influibles y receptivos para even- tuales traumas. Luego
es frecuente que se establezca una suerte^de equilibrio entre los
grupos psíquicos que se en- cuentran reunidos en la misma
persona; ataques y vida normal se suceden los unos a la otra, sin
influirse entre sí. El ataque sobreviene entonces de manera
espontánea, como a nosotros mismos suelen acudimos los
recuerdos. Pero tam- bién puede ser provocado, al modo 6n que
los recuerdos despiertan siguiendo las leyes de la asociación. La
provoca- ción del ataque se produce por la estimulación de una
zona

Histereogena^* o por una vivencia nueva que hace resonar a la


vivencia patógena en virtud de su semejanza con ella. Esperamos
poder mostrar que no hay una diferencia esencial entre esas dos
condiciones tan diversas en apariencia, pues en ambas es tocado
un recuerdo hiperestésico.

En otros casos, aquel equilibrio es muy lábil, y el ataque aparece


como una exteriorización del resto de conciencia hip- noide todas
las veces que la persona normal se agota y pierde capacidad de
operación. Tampoco cabe desechar que en tales casos el atacjue
pueda desvestirse de su significado originario y retornar como una
reacción motriz carente de contenido.

Quede como tarea para una ulterior indagación averiguar las


condiciones que deciden si una individualidad histérica ha de
exteriorizarse en ataques, en síntomas permanentes o en una
mezcla de ambos.''

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