Mapa Misiones Sudamérica
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Resumen
Este artículo analiza un conjunto de padrones de indios de las reducciones jesuíticas Palabras claves
del Paraguay y el Río de la Plata correspondientes a los siglos XVII y XVIII. Esta padrón;
serie de listas nominales en formato estandarizado fue elaborada periódicamente con indios guaraníes;
motivo de la inspección española para la recaudación tributaria. El artículo tiene por cacicazgo;
misiones jesuíticas
objetivo comprender mejor, a partir de estos documentos, la estructura interna y la
función social de los cacicazgos existentes en las reducciones jesuíticas. La clasifica-
ción meticulosa de los datos registrados en cada padrón y la comparación con otra
documentación desde el punto de vista antropológico son aspectos metodológicos
fundamentales de este artículo.
Abstract
This article focuses on an analysis of a set of census records of the Jesuit reductions Key words
of Paraguay and the Rio de la Plata, during the 17th and 18th centuries. A series of Census;
lists of names in a standardized format was periodically produced, on the occasion Guaraní Indians;
of the inspection of the royal Spanish authority for the purpose of collecting tribute. cacicazgo;
Jesuit Missions
The objective of the article is to better understand in the light of these censuses, the
internal structure and social function of the “cacicazgo” of the Jesuit reductions. A
meticulous classification of numerous data recorded in each census, and a comparison
of this data with other documents from the frame of reference of anthropology, are
the main methodological aspects of this article.
Introducción
Los documentos históricos examinados por los académicos son abundantes y tratan
de diversos aspectos de las actividades misioneras practicadas por los padres de la
Compañía de Jesús durante aproximadamente 150 años, desde 1609 hasta 1767, en
alrededor de 30 establecimientos misionales ubicados en la inmensa “Cuenca del Río
de la Plata”, una de las cuencas hidrográficas más grandes del mundo.
Aunque existieron varias instituciones dentro de las reducciones en función del pro-
pósito de los jesuitas, ya fuera político (el cabildo), militar (la milicia) o religioso (la
congregación), el cacicazgo tuvo la característica distintiva de organizar a la pobla-
ción guaraní en sus bases. Aquí residía su diferencia con las otras instituciones, pues
agrupaba un número mayor de indígenas. Se trató de una organización originaria
de la cultura aborigen dirigida por un líder político que los jesuitas aprovecharon en
su favor; y el poder de su jefe, el cacique, tuvo continuidad a lo largo de la historia
de sus actividades misioneras. Un pueblo misionero estaba conformado por varios
cacicazgos y cada cacicazgo estaba compuesto de numerosas familias indígenas. En
base a los cacicazgos se organizaban diversas actividades diarias y espirituales.
Uno de los precedentes más importantes en los estudios de los padrones tomados
en consideración en la estructura del cacicazgo guaraní es la obra de Branislava
Susnik (Susnik, 1996: 107-172). Su libro más destacado en este tema se titula
Los trece pueblos guaraníes de las misiones (1767-1803) (1966), analiza los padrones
elaborados en 13 reducciones jesuíticas correspondientes a la gobernación del
Paraguay. El estudio revela el cambio cronológico de numerosos datos de solteros,
casados, viudos y niños, distribuidos por sexo, así como de fugitivos registrados
y exentos de tributos de todos los cacicazgos pertenecientes a cada reducción. La
mayor parte de los padrones analizados por Susnik fue conservada en el Archivo
Nacional de Asunción, básicamente redactados en 1796, y algunos de 1735 depo-
sitados en el Archivo General de la Nación de Buenos Aires. Otros archivos de
los países rioplatenses y España guardan una gran cantidad de padrones redac-
tados en el siglo anterior, pero Susnik no amplió mucho su enfoque analítico a
ese corpus más abarcativo.
Asimismo, Carmen Martínez Martín enfocó su mirada analítica en los padrones ela-
borados en el año de 1772, primera serie elaborada después de la expulsión de los
jesuitas, pero no amplió su perspectiva a padrones redactados en otros períodos
(Martínez Martín, 2003: 25-50).
Aldo Trento. El paraíso en el Paraguay: reducciones jesuíticas. (Cruz del Chaco: Editorial
Parroquia San Rafael, 2007) 18.
Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Reducciones.PNG
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Fuente: Barbara Ganson. The Guaraní under Spanish Rule in the Río de la Plata. (Stanford:
Stanford University Press, 2003) 42.
La definición general del término “padrón” en algunos diccionarios españoles nos sirve
como preámbulo para profundizar nuestra argumentación más adelante. Por ejemplo,
el Tesoro de la lengua castellana o española (1611) definió este vocablo como “la nomina
donde escriben a cada uno, poniendo en ella los nombres de sus padres” (Covarrubias
Horozco, 1611: 573). Asimismo, el Diccionario de Autoridades elaborado entre los años
de 1726 y 1739, bajo la dinastía borbónica de España, nos da la siguiente definición:
La nómina o lista que se hace en las ciudades, villas y lugares, para saber por sus
nombres el número de vecinos contribuyentes, para los tributos y pechos reales.2 2. Diccionario de Autoridades, Tomo
V, 1737. Obtenido el 11 de mayo de
2016. En: http://web.frl.es/DA.html
La definición de la palabra padrón en el siglo XVII refería a una simple lista nominal.
Con el transcurso del tiempo la misma palabra adquirió un sentido de registro civil
y gravamen económico.
La consulta de los padrones, sin embargo, desde un punto de vista más amplio, nos
permite entender la gran variedad del significado del mismo término en cada cir-
cunstancia. En algunos casos, el padrón indica una lista nominal que exclusivamente
contenía a las elites sociales y sus lazos de parentescos con una comunidad (Millán
Sevilla, 1981). Asimismo, el mismo vocablo tiene vínculo no sólo con los nombres de
personas, sino con los derechos inmobiliarios (Maza Solano, 1953-1961). Entretanto,
los padrones ligados con el campo de la religión tratan únicamente de los fieles devo-
tos existentes en el marco de la administración parroquial (Carrillo Cázaares, 1996).
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A pesar de que los padrones se elaboraban por diferentes objetivos en varias condi-
ciones sociales y culturales, este artículo dirige su visión analítica mayormente a los
padrones de indios guaraníes redactados por los padres de la Compañía de Jesús,
con ocasión de la visita de los burócratas españoles bajo la orientación de la Corona
española, con motivo de la recaudación tributaria.
Desde la etapa inicial de sus actividades misioneras, los jesuitas mismos habían con-
cedido importancia a la catalogación de minuciosos datos de cada indio guaraní, para
facilitar la conversión al catolicismo. El Padre Provincial Diego de Torres Bollo, res-
ponsable de todas las actividades jesuíticas bajo la jurisdicción denominada “Provincia
Jesuítica del Paraguay”, mandó una instrucción fechada en 1610 a todos los misioneros
dedicados al trabajo pastoral en cada reducción. El número 14 de esta instrucción trata
de la manera de clasificación de los integrantes de cada pueblo misionero:
14. Tengan libros del Bautismo y Casamientos: y á su tiempo sienten todos los de
confesión aparte, y hagan su señal cada año que se confiesan: y en el mismo libro
pueden hacer catálogo general de toda la gente por sus parcialidades, caciques,
marido, mujer é hijos: todo lo cual dirá el licenciado Melgarejo cómo se hace: y bo-
rrarán siempre los que murieren: y harán una señal en los ausentes: y amonestarán
los que no se ausenten lejos sin licencia del Padre que es Superior (Hernández, 1913:
583-584; Lozano, 1754-1755: 137).
Vale la pena prestar mucha atención a la frase “catálogo general de toda la gente”
insertado en el libro de bautismo y casamientos de los guaraníes y al hecho de que
Torres Bollo dijera que un español llamado “el licenciado Melgarejo” enseñaría el
modo de confeccionar este catálogo.
Según Rafael Eladio Velázquez, el tal Melgarejo fue el clérigo Rodrigo Ortiz Melga-
rejo, “el primer sacerdote paraguayo, y en 1595 desempeñaba ya las elevadas
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funciones de Provisor y Vicario General”.4 Este personaje tenía fuerte vínculo de 4. Velázquez (1985). Véase el
capítulo IV de este libro: For-
parentesco con una de las familias instaladas durante la conquista paraguaya antes mación del clero paraguayo.
de la llegada de los jesuitas. Por lo tanto, Ortiz Melgarejo tendría ciertos conocimien-
tos sobre indios guaraníes a través de diversas experiencias directas e indirectas que
había acumulado por el transcurso del tiempo.
Salvo esta instrucción de Torres Bollo redactada en el comienzo del siglo XVII, se
han conservado muy pocas normas jesuíticas relativas a la manera de confeccionar
los padrones. Pero afortunadamente nos queda un documento fragmentario suma-
mente interesante, probablemente elaborado a partir del año de 1743.5 El título de 5. Este documento se remite a la
“Cédula Grande”, decreto real
este documento es “Advertencias sobre el empadronamiento de los indios”, dirigidas promulgado en el mismo año con el
a todo el establecimiento de las 30 comunidades guaraníticas existentes en aquel fin de garantizar diversos privilegios
que favorecían a la administración
tiempo. Según Arnaldo Bruxel (1909-85), el autor de esta advertencia fue el Padre de las misiones jesuítico-guaraníes
bajo el auspicio del rey español. Para
Superior Bernardo Nussdorffer (Storni, 1980: 210) (superiorato en 1734-38 y en 1747- la Cédula Grande, véase: Magnus
52).6 Veamos la parte introductoria de esta advertencia como sigue: Mörner. “The Cedula Grande of 1743”,
Jahrbuch für Geschichte Lateiname-
rikas, Vol. 4, No. 1 (1967: 489-505).
Primeramente en cada padrón y tienen prevenido el padrón hecho por mi orden 6. “Advertencias sobre el empadro-
el año pasado luego que supimos que se había de empadronar, el cual darán los namiento de los indios”, Colección
de Pedro de Angelis en el Instituto
Padres curas, están apuntados en el todos los indios casados según sus caciques Anchietano de Pesquisas (IAP). La
signatura de este documento es
con sus nombres, edad, indias, muchachos, muchachas, a la edad de los indios y I-29.5.10. Bruxel fue un padre jesuita
muchachos […], y sabrá fijamente la edad de cada uno. Como las indias y muchachas comprometido con la duplicación y
catalogación de la colección de Pedro
no pagan tributo, no es menester en ellas edad ninguna. En los indios y muchachos de Angelis, cuyo original se guarda
sí; pues ellos sólo son tributarios si tienen edad. en la Biblioteca Nacional en Río de
Janeiro, Brasil. Hemos consultado la
versión redactada de “Advertencias”
por el mismo Bruxel en el Instituto
La referencia a la recaudación tributaria nos señala claramente que este padrón Anchietano de Pesquisas (IAP), perte-
mencionado por el Padre Nussdorffer es el mismo confeccionado con ocasión de la neciente a la Universidad de Vale do
Rio dos Sinos, comúnmente conocida
visita española realizada en ciertos períodos de presencia jesuítica, incluso después por la abreviatura de “UNISINOS”,
de su expulsión. También, la instrucción de anotar los datos de indios guaraníes por situada en São Leopoldo, una ciudad
universitaria en el Estado de Río
el apartado de cacique es el carácter típico del padrón elaborado con motivo de la Grande do Sul de Brasil. Respecto a
los trabajos de Bruxel, véase: Bruxel
cobranza de tributos y la diferencia notable con numerosos catálogos analizados (1957: 14-66); Rabuske (1984: 181-197).
por Maeder. Asimismo, ningún padrón existente menciona las edades de mujeres
y niñas, ya que cualquier persona del sexo femenino era exenta de tributo para las
cajas reales.
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En cuanto a las edades de los hombres, los jesuitas debían cotejar estos datos numéricos
con la fecha de nacimiento de cada uno de los registrados en el libro de bautismo, para
saber si los contenidos del padrón corresponden a lo que dicen los registros bautismales.
Para una mejor compresión de la estructura de cada padrón guaraní, merece la pena
prestar atención a la siguiente frase de esta Advertencia:
Cuando escriben algún cacique, citan todo el cacicato con todas sus familias, y vean
si se hallan más o menos vasallos en tan [sic. i.e., ¿tal?] cacique, algunos estarán en
las estancias que no pueden dejar, cuyo nombre el Corregidor y Secretario y Curas
saben y ya están en el padrón hecho, no obstante, pregunten si lo juzgan necesario,
para certificarse que no se les esconde ningunos reservados.
Siguiendo esta frase, podemos concluir lo siguiente: los jesuitas se obligaban a regis-
trar a los indios que pertenecían a cierto cacicazgo, agrupándolos con el nombre de
cacique. También, la anotación del número exacto de tributarios y reservados era la
mayor preocupación entre los padres de la Compañía, ya que incluso el corregidor y
el secretario, encargados guaraníes de la institución política llamada “cabildo” dentro
de espacio misional, tenían que saber los nombres de los guaraníes que se dedicaban
al trabajo agrícola en las inmensas estancias establecidas en sitios lejanos a los pueblos
misioneros, para matricular a todos los habitantes sin omisión.
En el mismo papel que hace el escribano [sinónimo del secretario guaraní] a los
que están reservados de pagar tributo, es menester de poner al margen alguna
señal v. gr.,7 reservado para poder después hacer al último [del padrón] el cómpu- 7. Abreviatura de “Verbi gratia”,
una locución latina cuyo sentido
to cuantos reservados de tributo hay, y cuantos tributarios hay en cada pueblo. español es “por ejemplo”.
Respecto a los reservados del tributo, el Padre jesuita Superior Nusdorffer nos dejó
7 categorías: (1) el cacique, (2) el primogénito del cacique, (3) los que todavía no
cumplen 18 años, (4) los que ya cumplen 50 años, (5) los enfermos y discapacitados,
(6) los indios convertidos que no pasan de los 20 años, y (7) algunos profesionales
dedicados principalmente a la alcaldía del cabildo indígena, la sacristanía de la
ceremonia religiosa y los trabajos de la banda musical, aunque en este caso existía
el límite de candidatos hasta el número de 12. Como un ejemplo, Nusdorffer trató
del resultado del cómputo hecho en el pueblo de Yapeyú, fechado el 2 de noviem-
bre de 1745:
Esta Advertencia del Padre Superior de Nusdorffer elaborada a mediados del siglo XVIII
sería un fruto de la costumbre practicada en todos los pueblos misioneros desde el
siglo anterior, con ocasión de la redacción de todo padrón guaraní. El formato de todos
los padrones hechos durante los siglos XVII-XVIII tiene muchos caracteres similares
mencionados en la Advertencia de Nusdorffer. Siguiendo la instrucción mandada por
el encargado de rango superior de un jesuita, los misioneros continuaban elaborando
los padrones durante toda la historia de las misiones guaraníticas, y en tiempos de la
visita española, se actualizaba el contenido del padrón para cobrar tributo.
Como hemos argumentado, la mayor parte de los padrones se conserva en los archivos
nacionales en España y en los países del Cono Sur, pero originalmente ¿en qué sitio
se depositaban estos documentos? Algunos padrones redactados en ciertos períodos
tienen las versiones duplicadas, ya que los redactores producían un original y algunas
copias, guardándolas en distintas instituciones. El objetivo principal del padrón guaraní
era recaudar tributos para la Corona española, razón por la cual se redactaban padro-
nes que eran enviados a la metrópoli. Por esto actualmente podemos consultar estos
documentos de algunos períodos específicos en el Archivo General de Indias en Sevilla.
Una de las características más notables de los padrones es la manera de mencionar los
datos personales de cada guaraní. Como hemos señalado, se registraban los guaraníes
no sólo tomando por unidad a cada familia nuclear sino también a cada cacicazgo,
donde las familias eran incluidas. Por lo tanto, una mirada analítica de los padrones
a partir de los cacicazgos resulta central.
Los antropólogos han aclarado que la organización social autóctona de los guaraníes
correspondía a la familia extensa formada por una maloca, vivienda plurifamiliar
construida en distintos tamaños, en madera y con techo de paja. Generalmente, el
jefe de una comunidad guaraní dirigía una maloca. Las dimensiones de una maloca
eran muy variadas dependiendo de la cantidad de sus habitantes (Necker, 1990: 27;
Roulet, 1992: 166).
Esta estructura de las viviendas de los guaraníes sobreviviría al menos unas décadas
después de la fundación de las primeras reducciones jesuíticas. La Carta Anua de los
años 1626-1627 señala la similitud que tenían las estructuras físicas de las casas de los
guaraníes. Cada casa era “una gran pieza donde vive el cacique con toda su parciali-
dad, o vasallos que suelen ser veinte, treinta, cuarenta, y a veces más de cien familias;
según la calidad del cacique”. Estas casas no tenían “otra división, o apartamiento,
que unos pilares que corren por medio de edificio a trechos, y sirven de sustentar
la cumbre, y de señalar el término de la vivienda de cada familia, que es el espacio
que hay entre uno y otro pilar, una de esta banda, y otra de aquella” (Leonhardt y
Ravignani, 1929: 362-363).
En adelante nos interesa analizar algunos padrones, en base a una metodología ad hoc
en proceso de desarrollo, presentando algunos resultados preliminares. El método con-
siste en la catalogación de los apellidos de los guaraníes que integraban los cacicazgos
de un pueblo para luego procurar identificar sus nombres en padrones de diferentes
períodos, comparando sus datos. Veamos el caso del pueblo de Concepción y otros
casos complementarios. Concepción fue fundado en 1620 y nos quedan los padrones
relativos a este pueblo elaborados en los años de 1654, 1677, 1735, 1772 y 1801.
15 Maracaca, Miguel Chaucu, Miguel Curuma, Aniceto Euruma, Egidio Cariyu, Ignacio
(63 almas, 17 familias) (117 almas, 34 familias) (234 almas, 50 familias) (115 almas, 30 familias) (44 almas, 17 familias)
16 Acoy, Chea, Arapo, Francisco Arapo, Tiribe, Vicente
Pablo Pedro (270 almas, 63 familias) Juan (37 almas, 12 familias)
(39 almas, 11 familias) (104 almas, 27 familias) (111 almas, 34 familias)
17 Aracuyu, Po (dirigido Zattu, Cariyu, Cariyu, Joseph Baybe, Ignacio
por Yrague, Miguel) Juan Juan (138 almas, 34 familias) (30 almas, 10 familias)
(68 almas, 19 familias) (54 almas, 14 familias) (260 almas, 53 familias)
18 Zatu, Guarachay, Martin Tiribe, Esteban Tiribe, Vicente Tandecu Miri, Juan
Alonso (102 almas, 30 familias) (197 almas, 41 familias) (128 almas, 30 familias) (23 almas, 9 familias)
(28 almas, 9 familias)
19 Guarachay, Lorenzo Taparay, Joseph Mbaybe, Ignacio Baibe, Eduardo Arayu,
(54 almas, 17 familias) (350 almas, 95 familias) (199 almas, 45 familias) (110 almas, 27 familias) Anuto
(13 almas, 4 familias)
20 Taparay, Antonio Ñerenda, Xptoval Tandecu, Paulino Tandecu, Carlos Guaracica, Ysabel
(171 almas, 44 familias, ) (108 almas, 30 familias) (127 almas, 24 familias) (66 almas, 18 familias) (51 almas, 18 familias)
21 Ñeranda, Phelipe Chepotta, Joaquin Arayu, Ignacio Arayu, Canuto Marura, Benito
(62 almas, 15 familias) (148 almas, 40 familias) (60 almas, 13 familias) (24 almas, 5 familias) (25 almas, 10 familias)
22 Chepota, Joseph Guerabaiu, Francisco Quaracica, Remigio Cuararica, Remigio Tandecu Guasu, Miguel
(123 almas, 33 familias) (115 almas, 35 familias) (302 almas, 61 familias) (184 almas, 49 familias) (56 almas, 21 familias)
23 Maranguari, Thomas Acatta, Miguel Marura, Christoval Marura, Ventura Yarare, Joaquin
(35 almas, 9 familias) (192 almas, 48 familias) (318 almas, 62 familias) (140 almas, 36 familias) (47 almas, 53 familias)
24 Acatu, Caira, Antonio Tandecu, Pantaleon Tandecu, Cornelio Poti,
Diego (82 almas, 20 familias) (278 almas, 64 familias) (153 almas, 40 familias) Juan
(98 almas, 25 almas) (79 almas 26 familias)
25 Cayra, Antonio Aguara, Pedro Ybarare, Pedro Ybarabe, Ignacio
(46 almas, 12 familias) (158 almas, 44 familias) (142 almas, 28 familias) (44 almas, 9 familias)
26 Mbiri, Mbaeco, Pablo Mbarica, Juan Barica,
Pedro (103 almas, 23 familias) (410 almas, 86 familias) Maria
(59 almas, 13 familias) (249 almas, 58 familias)
27 Tayeyu, Alonso Guaiupy, Alonso Vera, Bera,
(108 almas, 29 familias) (141 almas, 39 familias) Juan Ignacio
(121 almas, 21 familias) (51 almas, 18 familias)
28 Guayupi, Alonso Yzapy, Poti, ausencia del Poti, Christoval
(55 almas, 15 familias) Benito cacique (169 almas, 41 familias)
(115 almas, 30 familias) (262 almas, 53 familias)
29 Tapiro, Joseph Curama, Andres
(29 almas, 7 familias) (138 almas, 36 familias)
30 Arete, Hizo,
Alonso Pascual
(52 almas, 13 familias) (122 almas, 42 familias)
31 Ndacheti, Luis Quarasipucu, Simon
(104 almas, 27 familias) (268 almas, 69 familias)
32 Curuma, Andres Mbaibe, Matheo
(173 almas, 37 familias) (241 almas, 64 familias)
33 Caguari, Pedro Mbaracaia, Santiago
(56 almas, 13 familias) (199 almas, 51 familias)
34 Mbaybe, Marcos Acanguipe, Roque
(153 almas, 35 familias) (157 almas, 44 familias)
35 Quarasica, Ygnacio Tandecu, Gabriel
(101 almas, 22 familias) (165 almas, 40 familias)
36 Tandecu, Phelipe Mbarica, Thomas
(68 almas, 21 familias) (232 almas, 66 familias)
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Los padrones de indios guaraníes de las misiones jesuíticas (1656-1801)...
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Nota: El número dentro del paréntesis indica la cantidad de familias con del mismo
apellido. La aparición del apellido sólo indica la existencia de una familia dentro de
un cacicazgo. El número ordinal de cada cacicazgo es el original en los padrones de
Concepción.
Fuente: Padrón del año 1657, AGN, Sala IX 18-7-7.
Fuente: Padrón del año 1657, AGN, Sala IX 18-7-7; Padrón del año 1677, AGN, Sala IX 18-8-8;
Padrón del año 1735, AGN, Sala IX 18-8-3; Padrón del año 1772, AGN, Sala IX 18-8-6; Padrón
del año 1801, AGN, Sala IX 18-2-6.
Se percibe obviamente que estos 2 cacicazgos CP01 y CP27 perduraron durante casi
150 años, es decir, todo el período de presencia de los jesuitas e incluso el posterior a
su expulsión, ocurrida en 1767-68. El caso de CP03, sin embargo, es diferente. Sobre
este cacicazgo, tenemos los registros de 1657 y de 1677, años en los que los caciques
son respectivamente Pablo Acoy y Miguel Charucu. Como no podemos rastrear los
cacicazgos estructurados por similares apellidos en los padrones redactados pos-
teriormente, asumimos que este cacicazgo CP03 se extinguió a partir de 1735, en el
pueblo de Concepción.
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Cabe destacar que algunos cacicazgos inexistentes en el siglo XVII empezaron a regis-
trarse a partir de 1735. Los cacicazgos CP44-53 son el caso. Trataremos este asunto
más profundamente más adelante.
Fuente: Padrón del año 1657, AGN, Sala IX 18-7-7; Padrón del año 1677, AGN, Sala IX 18-8-8;
Padrón del año 1735, AGN, Sala IX 18-8-3; Padrón del año 1772, AGN, Sala IX 18-8-6; Padrón
del año 1801, AGN, Sala IX 18-2-6.
Mbarigui Guarey
Mbayucu Guarepy (2)
Mbocipa Maauguy
Mboro Mamguay
Yaguaray Mangari (3)
Yragua Mauingui
Mbaiucu
Mbaripa
Moropeca (8)
Ñandaqua
Ñandarecu
Payaguary
Yarigua (3)
Yary (2)
Ybaresay
Yrague (2)
A continuación, veamos los resultados del análisis de los padrones. Nuestra inves-
tigación permitió identificar una gran variedad en el número de los miembros de
un cacicazgo. En 1657, la gran mayoría de los cacicazgos estuvo compuesta por un
máximo de 175 guaraníes. A partir de entonces, los cacicazgos siguieron aumentando
sus miembros hasta llegar a 300, 400 o 500 integrantes. No obstante, a partir de 1735,
la mayor parte de los gráficos muestra una notable disminución en el número de
miembros que se mantiene continua hacia fines del siglo XVIII.
Nota: Los años indican los períodos de confección de cada padrón. Se incluyen los caci-
cazgos exclusivamente aparecidos en 4 o 5 períodos. Fuente: Padrón del año 1657, AGN,
Sala IX 18-7-7; Padrón del año 1677, AGN, Sala IX 18-8-8; Padrón del año 1735, AGN, Sala IX
18-8-3; Padrón del año 1772, AGN, Sala IX 18-8-6; Padrón del año 1801, AGN, Sala IX 18-2-6.
CP39 Zatu Alonso Zattu, Juan Satu, Policarpo Satu, Francisco Satu, Hilario
CP40 Añamgaba, Juan Añamgaba Añangaba, Vicente Añangaba, Ignacio
CP41 Arapo, Francisco Arapo, Juan Arapo, Mariano
CP42 Arayu, Ignacio Arayu, Canuto Arayu, Anuto
CP43 Areyu, Marcos Areyu, Marcos Areyu, Marcos
CP44 Caypu, Miguel Caypu, Miguel Caypu, Anastasia
CP45 Ndonge, Ignacio Donge, Francisco Donge, Pedro
CP46 Quiguay, Hernando Guicuay, Antonio Guicuay, Ignacio
CP47 Saguaca, Santiago Aguaca, Mathias Saguaca, Clara
CP48 Tandecu, Paulino Tandecu, Carlos Tandecu Miri, Juan
CP49 Tandi, Ignacio Tandi, Lorenza
CP50 Tiribe, Esteban Tiribe, Vicente Tiribe, Vicente
CP51 Vera, Juan Bera, Ignacio
CP52 Ybarare, Pedro Ybarabe, Ignacio Ybarare, Joaquin
CP53 Ybareza, Marcos Ybarera, Luis Ybareza, Teodocio
Nota: Los cacicazgos marcados con negritas indican los traslados a San Luis. Los cacicazgos
escritos en letras itálicas señalan los oriundos de otro sitio.
Fuente: Padrón del año 1657, AGN, Sala IX 18-7-7; Padrón del año 1677, AGN, Sala IX 18-8-8;
Padrón del año 1735, AGN, Sala IX 18-8-3; Padrón del año 1772, AGN, Sala IX 18-8-6; Padrón
del año 1801, AGN, Sala IX 18-2-6.
Fuente: Padrón del año 1735, AGN, Sala IX 18-8-3 y 18-8-4; Padrón del año 1772, AGN, Sala
IX 18-8-5 y 18-8-6; Padrón del año 1801, AGN, Sala IX 18-2-6.
Aunque originalmente las milicias guaraníes sólo cumplían una función de auto-
defensa, los jesuitas estuvieron de acuerdo con la petición de la Corona de que los
guaraníes desempeñaran un papel crecientemente importante en el sistema defen-
sivo del territorio español ultramarino. En 1680, el Gobernador español del Río de
la Plata ordenó a los jesuitas que movilizasen casi 3.000 soldados guaraníes para
ocupar la Colonia del Sacramento, un acuartelamiento militar y centro de comercio
ilícito construido en secreto por los portugueses. En la segunda mitad del siglo XVII,
la Corona española ya había comenzado a utilizar la fuerza militar de los guaraníes
para la defensa de su territorio de ultramar.
El título de “Don” era el símbolo nobiliario otorgado por los Gobernadores españoles,
apoderados en el territorio ultramarino de la Corona española, para garantizar el alto
rango social de los autóctonos del continente americano. Generalmente, los indios
pertenecientes al rango superior en la sociedad precolombina, se convalidaron como
“caciques” y como ser digno de poseedor de “Don”.
militares para responder al ataque de los bandeirantes y los indios rebeldes. Existen
14 certificaciones del nombramiento en el archivo nacional de Buenos Aires arriba
mencionado. 13 guaraníes designados como oficiales fueron caciques con el título de
Don.15 Podríamos decir que hasta mediados del siglo XVII, los puestos castrenses se 15. Documentos Varios: gobierno,
hacienda, particulares, etc., 1571-1633,
otorgaban a los caciques guaraníes con Don, pero a partir de la segunda mitad del Tomo 1, AGN Sala IX 47-7-2; Docu-
mismo siglo, numerosos guaraníes no pertenecientes a las familias privilegiadas, mentos Varios: gobierno, hacienda,
particulares, etc., 1634-1647, Tomo
comenzaron a ocupar diversos rangos militares, lo que indica la exclusión paulatina 2, AGN Sala IX 47-7-3; Documentos
Varios: gobierno, hacienda, particula-
de los caciques dentro de altos rangos castrenses. res, etc., 1654-1657, Tomo 4, AGN Sala
IX 47-7-5; Salinas (2006: 267-276).
Ahora bien, ¿este tipo de exclusión correspondería a la caída del poder de los caci-
ques en las reducciones jesuíticas? Para responder a esta cuestión, conviene volver al
resultado obtenido del análisis comparativo entre los padrones y las certificaciones.
En primer lugar, vamos a tener un elemento que consideramos significativo del for-
mato del padrón, el orden en el que aparecen registrados los cacicazgos. ¿Este orden
tenía relevancia o significaba algo específico o era una matriculación aleatoria?
Nuestra investigación nos permite sugerir que el orden de los cacicazgos empadro-
nados tenía un sentido muy importante. Esto es sugerido por un conjunto de indi-
cios. El primero de ellos es el del ya mencionado cacicazgo Ñeenguirú. Este
cacicazgo fue primeramente dirigido por un líder político bautizado con el nombre
de “Nicolás”, el cacique más destacado y relevante de la historia de las misiones
jesuíticas en el Río de la Plata. Prestó una gran contribución para la fundación del
pueblo de Concepción en 1620 y desplegó una actividad notable en diversas batallas
contra los portugueses y los indios rebeldes. Su fallecimiento fue uno de los suce-
sos más memorables relatado en las Cartas Anuas de los años 1641-43. El Padre
Provincial de la Provincia Jesuítica del Paraguay expresó sus más sinceras condo-
lencias por la muerte de Nicolás Ñeenguirú en la parte introductoria de la epístola
oficial para su Prepósito General en Roma (Maeder, 1996: 139-140). Como hemos
argumentado, tenemos 5 padrones existentes de Concepción fechados en 1657, 1677,
1735, 1772 y 1801 y en cada ocasión se matriculó el cacicazgo Ñeenguirú como el
número 1 o casa núm 1.16 Esto muestra una firme y consistente presencia de este 16. Padrón de Concepción, 1657 (AGN
Sala IX 18-7-7); Padrón de Concepción,
cacicazgo en el pueblo de Concepción durante casi 150 años. 1677 (AGN Sala IX 18-8-8); Padrón
de Concepción, 1735 (AGN Sala IX
18-8-3); Padrón de Concepción, 1772
El segundo indicio es el registro de los indios recién incorporados en el sistema (AGN Sala IX 18-8-6) y Padrón de Con-
cepción, 1801 (AGN Sala IX 18-2-6).
reduccional y referidos en las últimas páginas de cada padrón. Las notas fragmenta-
rias mencionadas en el margen de algunos padrones también merecen mucha aten-
ción. Por ejemplo, en el padrón de Loreto fechado en 1676 se matricularon 90
cacicazgos. El número 90 correspondía al registro de un jefe indígena llamado “Cail
Guea, cacique casado según sus ritos”. Algunos de los miembros pertenecientes a este
cacicazgo se empadronaron con su nombre y el adjetivo “infiel”: “Puli infiel, Parabi
infiel, Cliclo india gentil”, lo que indica que estos indios todavía no habían recibido
un nombre de bautismo.17 Por su parte, el padrón de Santo Tomé fechado en 1677 17. Padrón de Loreto, 1676
(AGN Sala IX 18-7-8).
mencionaba 50 cacicazgos y en el número 48 aparecía el registro de un cacicazgo
dirigido por “Don Cristóbal Pattagui”. A éste se adjuntaba la siguiente explicación
como índice: “Otro cacique de indios infieles que se redujeron a este pueblo y se
bautizaron en el [pueblo]”, lo que significaba que este Cristóbal Pattagui era el jefe
de un cacicazgo formado por vasallos infieles.18 18. Padrón de Santo Tomé,
1677 (AGN Sala IX 18-8-1).
Los registros de los cacicazgos constituidos por los “infieles” en las últimas páginas de
los padrones representarían la categoría social inferior dentro del espacio misional,
ya que los misioneros consideraban que los indios denominados “infieles” todavía
no eran calificados como cristianos maduros. Esta inferioridad desde el punto de
vista misionero podía visualizarse ubicándolos últimos en el orden numérico del
padrón. Por el contrario, el caso del cacicazgo Ñeenguirú expresaba la situación
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opuesta, colocado siempre sin excepción en el primer lugar de la lista en todos los
padrones existente de Concepción. En otras palabras, el padrón reflejaba el prestigio
social de cada cacicazgo guaraní el cual ocupaba un lugar jerarquizado en la política
reduccional de los jesuitas.
El tercer indicio, más persuasivo, refiere a la función social de los barrios dentro del
espacio misional. El Archivo General de la Nación de Buenos Aires posee una lista
de los caciques guaraníes existentes en el pueblo de Loreto fechada en 1657.19 Este 19. Certificación firmada del P.
Pedro Comental, cura del pueblo de
fue un documento preparado por los jesuitas después de la petición del Gobernador Nuestra Señora de Loreto, por la que
del Paraguay Juan Blázquez de Valverde con motivo de la inspección preliminar a su se hace manifiesto al Gobernador
del Paraguay Don Juan Blázquez de
visita. En el documento se registraron llamativamente los nombres de caciques por Valverde, de que todos los indios
del pueblo de su cargo que son
la unidad de los barrios a los que pertenecían. Siguiendo el orden mencionado en verdaderos caciques y descendientes
esta lista, Loreto tenían los 4 barrios siguientes: (1) barrio de los [pueblos] del Pirapó, de tales, en el pueblo de la Encar-
nación de Itapúa a 3 de septiembre
(2) barrio de los pueblos de los Ángeles, (3) barrio de los del pueblo de la Encarnación, de 1657 (AGN Sala IX 6-9-3).
y (4) barrio de los del pueblo de San Xavier. La palabra “Pirapó” de (1) indicaba el
nombre completo de “Nuestra Señora de Loreto del Pirapó”. Teniendo en cuenta la
forma de escritura de (2), (3) y (4), el pronombre de “los” de (1) significaba “pueblos”
y en este caso, todas las palabras “pueblo” indican “cacicazgo”. Originalmente, el
nombre de cada barrio correspondía al del ex-pueblo misionero del que provenían
en la región de Guayrá durante la década de 1620, de donde habían sido evacuados
con motivo de las invasiones bandeirantes. Esa región correspondía aproximadamen-
te al presente Estado de Paraná de Brasil. El nombre entero de “Los Ángeles” refería
a la reducción jesuítica llamada “Los Siete Arcángeles”, fundada en 1629. Asimismo,
la palabra “Encarnación” correspondía a la “Encarnación de Nuatynguay” (1625) y
San Xavier a “San Xavier del Yupabay y Ybyty (1622)”. Todos estos pueblos habían
sido destruidos por los ataques portugueses y en 1631, el padre jesuita Antonio Ruiz
de Montoya había realizado un “éxodo” legendario con los sobrevivientes hacia la
dirección meridional donde se estableció el pueblo de Loreto, en la región llamada
Paraná (actual provincia de Misiones de la República Argentina). Como se infiere del
documento citado, en el nuevo Loreto, los refugiados guaraníes se agruparon no sólo
por unidad de cacicazgo, sino también por unidad de barrio con el mismo nombre
del ex-pueblo destruido por los bandeirantes, probablemente para mantener y suce-
der su memoria colectiva a la próxima generación.
En la lista de Loreto de 1657 existe una nota indicando que el “barrio de los [pueblos]
del Pirapó” es “parte principal” del pueblo de Loreto. Para otros barrios con dife-
rentes nombres no se indica la misma cosa. Este indicio nos permite sugerir que los
cacicazgos concernientes al barrio de Pirapó tenían un rango superior a los otros, y
que esta diferencia fue una invención artificial delineada por la política de reducción
de los jesuitas.
Cuadro 10. Lista de los nombres de los caciques y los barrios del padrón de
Loreto del año 1657
Nº Nombre de caciques Nombre de barrios Notas
1 Bartolomé Pana Los Ángeles Capitán, Corregidor
2 Marcos Tacu Loreto
3 Pablo Yacareaty Loreto
4 Juan Yaguay s/d
5 Juan Caypu Loreto
6 Hernando Maracana Loreto
7 Pablo Uruñaro Los Ángeles del Yruguazu
8 Thomas Taguato s/d
9 Simon Ararica s/d
10 Lorenzo Guasu Loreto
11 Esteban Martin s/d
12 Cristóbal Casares Loreto
13 Juan Antonio Bargas s/d
14 Antonio Ñandabu Loreto
15 Lorenzo Guiyu Loreto
16 Francisco Benites s/d
17 Agustín Tarima Loreto
18 Franciaco Ñaguari s/d
19 Domingo Mendoza Loreto
20 Pablo Abayero Loreto
21 Joseph Aye Loreto
22 Mauricio Guasu s/d
23 Pablo Guiri Loreto
24 Francisco Ytamimby Loreto
25 Francisco Teyupa Los Ángeles
26 Pascual Pindo s/d
27 Thomas Aroy s/d Capitán
Capitán, Teniente de
28 Francisco Ruis Loreto
Corregidor
29 Cristóbal Guabayru Loreto
30 Marcos Peres Loreto
31 Felipe Xavier s/d
32 Domingo Maendi Los Ángeles
33 Pedro Ygasapa s/d
34 Rodrigo Ytacuru Los Ángeles
35 Juan Guyrayu Los Ángeles
36 Juan Ytapanda Los Ángeles
37 Rodrigo Morombay s/d
38 Marcos Guaycho Los Ángeles
39 Rodrigo Piray Los Ángeles
40 Simon Cabure Los Ángeles
41 Bernabé Caaysa s/d
42 Francisco Tayao s/d
43 Rodrigo Piray Los Ángeles
44 Nicolás Ruis Moroata Encarnación
45 Alonso Mboguya s/d
46 Ignacio Mbaero s/d
47 Joseph Ariapu S. Xavier
Nota: El número ordinal de cada cacicazgo es el original en el padrón de Loreto. s/d como
abreviatura de “sin datos” corresponde a los casos donde no se ha podido determinar las
relaciones entre el barrio y el cacique o su cacicazgo.
Fuente: Padrón de Loreto, 1676, AGN Sala IX 18-7-8; Lista de los caciques, 1657, AGN Sala IX 6-9-3.
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Las relaciones entre los cacicazgos y los barrios son claramente notables en los padro-
nes referentes a otros pueblos misioneros, redactados en el mismo tiempo de la
visita del Gobernador del Paraguay Blázquez de Valverde durante 1656-57. El pueblo
llamado San Ignacio Miní, originalmente fundado en 1610 en la región del Guayrá,
también sufrió una fuerte invasión portuguesa. Al igual que los refugiados de Loreto,
los residentes de San Ignacio Miní decidieron emigrar al sur donde reconstruyeron
un nuevo pueblo con el mismo nombre en 1631.
Pese a algunas excepciones como las encontradas en el caso de Loreto, el análisis com-
parativo entre el padrón y la lista de nombres de caciques con su barrio correspondiente
nos señala el mismo indicio. San Ignacio Miní en el año 1657 constó de 28 cacicazgos. Los
cacicazgos mayoritarios numerados 1-11, 14-17 y 26 pertenecían al barrio de San Ignacio
Mini. Otros minoritarios, núm. 12, 18-19 y de núm. 13, 20-25 y 27-28, concernían al barrio
de San José del Tucuti y de San Xavier respectivamente. Los cacicazgos del barrio de San
Ignacio Miní aparecen en las primeras partes del padrón y los pertenecientes a los demás
barrios se mencionan en las partes posteriores. Los dos nombres de San José del Tucuti y
San Xavier eran los de los ex-pueblos misioneros destruidos por los portugueses.
Cuadro 11. Lista de los nombres de los caciques y los barrios del padrón de San
Ignacio Miní del año 1657
Nº Nombre de caciques Nombre de barrios Notas
1 José Amandusu San Ignacio Miní Capitán y corregidor
2 Pedro Ybangi San Ignacio Miní
Otro guaraní con el mismo nombre
3 Andrés Guasu San Ignacio Miní
y apellido
Otro guaraní con el mismo nombre
4 Andrés Guasu San Ignacio Miní
y apellido
5 Rodrigo Yeoy (o Ycoy) San Ignacio Miní
6 Luis Tatague San Ignacio Miní
7 Mateo Arupa San Ignacio Miní
8 Juan Araca San Ignacio Miní
9 Francisco Yaguariya San Ignacio Miní
10 Juan Tomás Cumba San Ignacio Miní Heredero del capitán D. Juan Cumba
11 Juan Guaracay San Ignacio Miní
12 Lorenzo Mboaca San José del Tucuti
13 Matías Auripa San Xavier
14 Diego Atiguasu San Ignacio Miní
15 Esteban Aguareu San Ignacio Miní
Otro guaraní con el mismo nombre
16 Andrés Tamay San Ignacio Miní
y apellido
Otro guaraní con el mismo nombre
17 Andrés Tamay San Ignacio Miní
y apellido
18 Antonio Mbay (o Boy) San José del Tucuti
19 Diego Abaquita San José del Tucuti
20 Alonso Guarasay (o Guiracay) San Xavier
21 Domingo Mbacayu (o Bocayu) San Xavier
22 Francisco Mbey San Xavier
23 Diego Guaramba San Xavier
24 Antonio Yaguapo San Xavier
25 Pedro Arira San Xavier
26 Bartolomé Nbiroua (o Biroba San Ignacio Miní
27 Diego Guatati (o Guatapi) San Xavier
28 Tomas Ytacuru (o Itacuru) San Xavier
Nota: El número ordinal de cada cacicazgo es el original en el padrón de San Ignacio Miní.
Fuente: Padrón del año 1657, AGI Charcas 120 (Micro 1255); Lista de los caciques, 1657,
AGI Charcas 119.
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Merece la pena prestar mucha atención también al caso del pueblo de Itapúa. Este
pueblo había sido fundado en 1615 primeramente en el sitio donde actualmente se
sitúa la ciudad de Posadas (capital de la provincia de Misiones, Argentina) . Dicho
pueblo no tuvo ninguna experiencia de incursión portuguesa, pero recibió a los refu-
giados guaraníes oriundos de otros pueblos destrozados. El padrón de Itapúa de
1657 también refleja una jerarquía entre los cacicazgos que lo componen en base a
la distribución por barrios. Los números del 1 al 34 y el 38 señalan los cacicazgos
relativos al barrio principal de Itapúa. Otros cacicazgos oriundos de diferentes sitios
formaban los 2 barrios secundarios de Acaray y Santa Teresa.
Cuadro 12. Lista de los nombres de los caciques y los barrios del padrón de
Itapúa del año 1657
Nº Nombre de caciques Nombre de barrios Notas
1 Mateo Taymboaye Itapúa Capitán y corregidor
Maestre de campo, otro guaraní
2 Antonio Arambare Itapúa
con el mismo nombre y apellido
Maestre de campo, otro guaraní
3 Antonio Arambare Itapúa
con el mismo nombre y apellido
4 Andrés Cundigua Itapúa
5 Francisco Cie Itapúa
6 Anton (Antonio) Curayu Itapúa
7 Martín Yapuguasu Itapúa
8 Pedro Mbacapi Itapúa
9 Mateo Diriyu (o Ndiriyu) Itapúa
10 Diego Tambape Itapúa
11 Diego Aracuy Itapúa
12 Francisco Guarumbaye Itapúa
13 Juan Mbaru Tabacambi Itapúa
14 Juan Tapia Itapúa
15 Luis Tere Beracuye Itapúa
16 Diego Curegui Itapúa
17 Juan Arami (o Tiram) Itapúa
Luis Taguamboype (o Luis
18 Itapúa
Teugui (?) Mboipe)
19 Alonso Aracio (Arario) Itapúa
20 Alonso Quarasi Itapúa
21 Antonio Quaraci Itapúa
22 Marcos Guacuma Itapúa
23 Francisco Arani Itapúa
24 Alonso Arasay (o Araçay) Itapúa
25 Diego Tariupa Itapúa
26 Tomás Arecayu Itapúa
27 Juan Guayuricari Itapúa
28 Diego Chapoti Itapúa
29 Roque Yero Itapúa
30 Nicolás Arambayu Itapúa
31 Andrés Arapiye Itapúa
32 Hernando Ticopa Mboyraci Itapúa
33 Simon Bere (o Vere) Itapúa
34 Mateo Mbyroby Itapúa
35 Alonso Tayao Acaray
36 Diego Cumba Acaray
37 Claudio Cuy (o Zuy) Acaray
38 Andrés Guarira (o Guaripa) Itapúa
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Tenemos otro resultado de análisis sobre el pueblo de Corpus, y nos revela algo peculiar.
La fundación de este pueblo había sido en 1622, pero según el estudio de Ernesto J. A.
Maeder, por lo menos 2 veces, en 1647 y en 1701, se había trasladado a un sitio diferente
y también había dado amparo a población perseguida de otros pueblos misioneros. En el
padrón de Corpus de 1657, los cacicazgos relativos al barrio de Acaray (núms. 7-11) estaban
situados en un lugar intermedio de la lista, entre los concernientes al barrio de Corpus
(núms. 1-3, 5-6 y 13-17.). Se desconoce la razón de esta inserción, pero probablemente
respondió a alguna circunstancia especial. Asimismo, es interesante que los expulsados
del ex-pueblo de Acaray se dividieran en dos partes, quedándose una en Itapúa y estable-
ciéndose otra en Corpus, agrupándose en ambos casos con el mismo nombre del barrio.
Cuadro 13. Lista de los nombres de los caciques y los barrios del padrón de
Corpus del año 1657
Nº Nombre de cacique Nombre de barrios Notas
Corregidor y capitán de este
1 Antonio Paragua Corpus
pueblo [de Corpus]
2 Diego Peruyu Corpus
3 Bartolomé Guiraya Corpus
4 Martín Guyrapoty Acaray
5 Juan Tori Corpus
6 Luis Arayra Corpus
Otro guaraní con el mismo nombre
7 Gabriel Bie Acaray
y apellido
8 Matías Yaguarendi Acaray Capitán
9 Felipe Yacare Acaray
Otro guaraní con el mismo nombre
10 Gabriel Bie Acaray
y apellido
11 Esteban Guara Acaray
12 Francisco Chabe Loreto
13 Pablo Tupayu Corpus
14 Pedro Mandaguy Corpus
15 Francisco Tamapa Corpus
16 Andrés Guararay (o Quararay) Corpus
17 Nicolás Bayroba Corpus
Nota: El número ordinal de cada cacicazgo es el original en el padrón de Corpus.
Fuente: Padrón del año 1657, AGN Sala IX 18-7-7; Lista de los caciques, 1657, AGI Charcas 119.
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Podemos sintetizar los puntos comunes de los 4 ejemplos considerados del mismo
año de 1657. Debido a los ataques bandeirantes, se produjeron migraciones que lle-
varon a la creación de nuevos pueblos o al asilo de población migrante en pueblos
preexistentes. En los pueblos receptores se construyeron varias zonas constituyentes
de casas y cada zona se denominó “barrio”. Básicamente los barrios tenían algunos
nombres cristianos o algunos relativos al topónimo autóctono y se categorizaban por
lo menos en dos partes. Una era la “principal” que conservaba el mismo nombre del
pueblo misionero existente aún después del asalto portugués. En el padrón respectivo,
los cacicazgos pertenecientes a ese barrio se matriculaban en las primeras páginas,
mientras que las otras eran “secundarias”. El padrón constaba de varios cacicazgos
originarios de distintos pueblos arruinados durante las décadas 1620 y 1630 y muchas
veces estos “cacicazgos secundarios” se registraban después de haber mencionado
otros relativos al barrio principal.
Fuente: Padrón del año 1677, AGN Sala IX 18-8-1; Lista de los oficiales militares de guaraníes,
Tomo 12, AGN Sala IX 47-7-13; Tomo 13, AGN Sala IX 47-7-14; Tomo 14, AGN Sala IX 47-7-15.
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Conclusión
El padrón, a simple vista una lista nominal, tiene gran potencialidad para entender
la estructura interna establecida en cada una de las reducciones jesuíticas. Permite
reconstruir la composición de los cacicazgos como instituciones medulares de la
organización reduccional. Los jesuitas, como administradores temporales y religio-
sos, atribuían gran valor al cacicazgo, originalmente una organización autóctona de
núcleos sociales entre los guaraníes, al que luego añadieron otros papeles y funciones
bajo el sistema misional. Hemos visualizado este dinamismo ocurrido en el nivel de
los cacicazgos, a través del análisis de los padrones desde el punto de vista antropo-
lógico y comparativo, teniendo en cuenta otros documentos que enlistan nombres y
apellidos de los guaraníes.
Los abundantes padrones elaborados por los jesuitas en presencia de los visitadores
españoles, y actualmente guardados en diversos archivos nacionales y públicos en
los distintos países sudamericanos y España nos han permitido realizar un estudio
cronológico-secuencial de los cacicazgos guaraníes a lo largo de casi 150 años.
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Del análisis de los padrones también se extrae la conclusión de que existió una
relación equilibrada entre tres factores: militares guaraníes, cacicazgos y barrios, lo
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que permite comprender mejor la continuidad y el ocaso del poder de los caciques
guaraníes. Durante las primeras décadas del siglo XVII, los jesuitas establecieron
las instituciones castrenses indígenas, cuyos cimientos estuvieron basados en varias
tácticas e instrucciones practicadas en la España del siglo XVI, con el fin de la auto-
defensa contra la invasión portuguesa, y en este tiempo, los caciques guaraníes, titu-
lares de Don, posteriormente autorizados como hidalgos pertenecientes a la clase
aristocrática de la metrópoli, ocuparon la mayoría de los cargos militares dentro de
la institución, ya que habían dirigido a sus subordinados como líderes políticos y
castrenses. Sin embargo, a partir de 1680 los oficios militares instalados en las milicias
indígenas comenzaron a ser ocupados por guaraníes que no pertenecían a la “familia
aristocrática” del Don.
¿Esta notable diferencia representaría la caída del poder de los caciques dentro de
la organización militar de las reducciones jesuíticas? El análisis comparativo de los
padrones elaborados en 1677 y las certificaciones otorgadas por el Gobernador espa-
ñol para elogiar las hazañas militares de los soldados guaraníes con ocasión de la
ocupación de la Colonia del Sacramento de 1680 nos ha indicado que es una conclu-
sión apresurada. En los padrones, los oficiales militares se matriculaban no sólo en
la primera mitad del padrón, sino en la segunda mitad. Como ya hemos argumenta-
do, los cacicazgos pertenecientes al barrio principal se registraban primeramente, y
luego seguían otros concernientes al barrio secundario. La distribución de los altos
mandos castrenses en distintas páginas del padrón significaría un modo de elegir
equitativamente a los candidatos para ocupar los oficios militares. Algunos oficiales
provenían del cacicazgo relativo al barrio principal, y otros se enraizaron en el caci-
cazgo vinculado con el otro barrio. En el primer caso, aunque los caciques se hubieran
obligado a dejar los cargos militares, habrían mantenido su presencia por el éxito de
haber proporcionado a los personajes importantes en la institución castrense. En el
segundo caso, la selección de estas figuras militarmente prestigiosas desde los caci-
cazgos oriundos del barrio secundario habría sido una política de los jesuitas para
equilibrar el poder de los caciques pertenecientes a diferentes niveles de barrios.
Una mirada a simple vista de los padrones nos hace suponer que son materiales difí-
ciles de tratar, debido a la gran cantidad de datos minuciosos personales que aportan,
pero su análisis, centrado en la figura de los cacicazgos, y la comparación con otros
documentos elaborados en distintas ocasiones tiene una fuerte potencialidad para
acercarnos con más profundidad a la estructura interna de los pueblos misioneros de
los jesuitas. La cantidad de los padrones de indios guaraníes es abundante, y nuestra
investigación contribuye a abrir una nueva perspectiva en la discusión que plantean
los estudios de las misiones jesuítico-guaraníes, indagando en profundidad sobre la
dinámica indígena.
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## Bibliografía
Manuscritos
Documentos publicados
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gobernador don Jacinto de Lariz el año de 1647”, (1870). Revista del Archivo Ge-
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Vol. 2. Barcelona: Gustavo Gili, 514-614.
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