Revista Del Museo Nacional Tomo XXXIX
Revista Del Museo Nacional Tomo XXXIX
Revista Del Museo Nacional Tomo XXXIX
I
, / I~./
REVISTA
flMVfEO
NACIONAL
DIRECTOR FUNDADOR: LUIS E. VALCÁRCEL
TOMO XXXIX
LIMA - PERU
19 73 ·
.\
I
.¡
Ir
14. A'Ilguste Dreyfus yel monopolio del guano, por Heraclio Bonilla 315
'i
'i.
'"
LA DEFENSA. DEL PATRIMONIO CULTURAL
y LA INVESTIGACION
. les de los siglos XVI Y XVII ~'evitalizan cJ'Ítioamente no !Sólo las perspec-
. tivas tempomJes y espaciales que el ao'que610'go -encaró fU tl1Uvés de mani-
festaciones rusladas y sin el cabal esdrurecimiento de la acción del hom-
hre 'Soro·e 11a ma'ÚGl'ia, 'SllO'que también permiten reconsh'uir, 'a unque sea
,esquemáticamente, el intrincado oonjunto de l'eladones que configU!l"al'on el
modeLO' del PGl'Ú prelrispánico, Palte del v:aJ:oa' que Ireprrese:nII:a01estos do-
cumentos de trámite buroorático -civil 'O l·eligioso-, e inclusO' de oaQ'ácter
PATRIMONIO CULTURAL E INVESTIGACION 9
AUGUSTO CARDICH
EL CERRO HUARGO (fotos 1 y 2), que aloja la cueva con el .contenido sedi-
mentológico que ha sido motivo del presente estudio, se encuentra en la
provincia de Dos de Mayo, del departamento de Huánuco, Perú, a los 9°
51'30" de lahtud sur y 76°48' de longitud oeste de Greenwich. Se ubica
en pleno territorio alto andino, estando la cueva principal a 4,050 m. sobre
el nivel del mar. Conforma el cerro Huargo una de las montañas que cir-
cunda la cuenca donde se halla la planicie de Huánuco Pampa. En un sec-
tor de esta planicie, de un llano perfecto, de aproximadamente 4,000 hec-
táreas, se encuentran las ruinas de las importantes edificaciones del centro
incaico de Huánuco Viejo, a 3,650 m. de altitud y a 7 km. al norte de
Huargo. Asimismo, a 14 km. al norte de este paraje, al fondo de una que-
brada y aproximadamente a 700 m. de desnivel con respeoto a la cueva
de Huargo se halla la pequeña ciudad de La Unión, capital de la prOvL'1-
cia de Dos de Mayo. Cabe señalar, también, como otro punto de referen-
cia, el poblado en formación llamado Segcha, situado cerca a las bases
septentrional~s de la montaña de Huargo, ocupando los inicios de la pla-
nicie da Huánuco Pampa en la desembocadura de una quebrada.
El cerro Huargo presenta en su parte alta un aflotramiento ,de calizas
en forma de cresta que se extiende en dirección SE-NW, el mismo que
decrece y desaparece entrando a la quebrada de Segcha. Estas rocas cal-
cáreas de la parte prominente de la montaña, forman un acantilado de
moderada elevación con cara al NE, conteniendo una serie de frentes ~o
cosos y algunas cavernas, entre estas últimas, en primer lugar la Cueva N9
1, llamada por los lugareños cOmo Huacuamachay, que es la más grande
yen cuyo piso se han realizado los trabajos 'excavatorios que iIlformamos,
y dos cuevas menores, apenas unos abrigos, hacia el SW, que son las llama-
das Jardínmachay y Carmenmachay, que hemos denominado cuevas 2 y
3, respectivamente.
Como las cuevas se han formado en calizas, se advierten algunas típi-
cas formaciones travertínicas. La posición de la caverna 1, arriba, casi en
12 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
/ ' \ \ \
obli
:...
I '"::r:::s
'"
'O
1
I
...'"
¡:;:
<l)
II '"
;>
\,
u
.El
<l)
'O
!
I o
.8:...
\ u
\.
II N
I 8
-,"
....¡
16 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
tante seca y sólo hay pocos sectores, todos fuera de las cuadrículas, hume-
decidos parcialmente por gota.s que descienden en forma escasa de algu-
nas estalactitas. El color es un marrón grisáceo de tono cla!'o, acentuado
por la sequedad. Fundamentalmente está formado por sustancias pulveru-
lentas, de estmctura suelta, a las que se agregan algunos pequeños bloques
desprendidos y gravas. Es la capa más rica en materiales organógenos,
predominando el humus y un relativamente alto contenido de cutina. Esta
riqueza deviene en gran parte del guano de ovejas pues, según referencias,
en algunas temporadas de los últimos años se encierran durante las noches
hasta majadas de 500 animales.
Capa 2. Es una capa con un espesor de 0.06 m. en su mayor pade.
Más húmeda que la capa anteriormente descrita, condición que acentúa
su color marrón oscuro. La estructura es pulverulenta. Es también notoria
su riqueza en materiales organógenos y en restos o huellas de ocupación
humana. Se hallaron:
17 fragmentos de cerámica utilitaria, distribuidos en los siguientes ti-
pos (ver capítulo con la descripción de los tipos cerámicos): 4 fragmen-
tos tipos 1; 3 fragmentos tipo 5; y 10 fragmentos tipo 6;
7 fragmentos de huesos de animales y 1 fragmento de cornamenta de
cérvido, determinables (ver Lista de Material, en el informe paleontológi-
co de los Drs. Pascual y Odreman Rivas);
7 fragmentos óseos, desechos de alimentación, no determinables.
Capa 3. Esta unidad estratigráfica que ocupa todo el plano y que se
puede seguir aun fuera de las dos cuadrículas trabajadas, es también de
escaso espesor (all'ededor de 0.05 a 0.08 m.), con una ligera humedad que
aviva su tonalidad gris ceniza, resaltando en ella la presencia de algunas
lentes más oscuras. Es medianamente rica en humus, y es la capa con ma-
. yor contenido de cutina, también de yeso, aunque sólo posee un índice me-
diano en calcita. Los materiales arqueológicos recuperados son:
18 fragmentos de cerámica utilitaria (3 fragmentos tipo 2, 3 tipo 4, 5
tipo 6 y 7 tipo 8);
5 fragmentos de huesos, desperdicios de alimentación, no determina-
bles sistemáticamente, empero que sugieren corresponder a cérvidos.
Capa 4. Esta entidad estratigráfica también muestra su presencia en
todo el plano, con una clara continuidad, a pesar del escaso espesor (unos
0.03 a 0.05 m.). Este hecho resalta por el tono muy oscuro, como efecto
del alto contenido de sustancias organógenas y de carbón. Presenta un ele-
vado tenor de humus, mediano de cutina y muy bajo de calcita química y
aún menor de calcita elástica, lo que estaría indicando un descenso de la
humedad y un repunte de las condiciones térmicas. Aparece vidrio volcá-
nico como signo de actividad volcánica, pero en escasa cantidad. Los res-
tos arqueológicos levantados, muy reducidos en número, ante todo debido
al exiguo volumen de la capa son éstos:
FOTOS
1. Vista panorámica del cerro Huargo con
indicación del sitio de la caverna.
2. Vista de la entrada de la caverna de
Huargo .
3. Fragmento de vasija Huargo, de la capa
datada en 1.610 a . C. •
4. Costilla de Scelidotherium con huella de
trabajo humano y desgaste de utiliza-
ción.
5. Detalle del ejemplar anterior mostrando
las finas hendiduras provocadas por el
uso humano.
6. Parte terminal de una punta de huéso ,
con huellas del trabajo humano (longi-
tud de la pieza 3 cms. )
Lám. 4. Perfil de la parte de la base y
cuerpo de la cerámica de Huargo .
FOTO 1
FOTO .2
e A
CAPAS EDAD
C 14
1
2~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
-1.510 :!: 230
a de C.
6
,o
o~
í1.510;!: 700
a de C.
b
+ + + + + + ;. + + +
+ + + + ? + + + + + + ..¡. + + + + + ..¡. + + + .;. + + ..... ... + + +
9 :: :C) + + + + + + + + - : .: + + + + + + + + +
.¡. + + + + + + + ... + Q
... .;. + ;. +
+ .... + + .;.
+ + + + .....
+ + YJ+ + + + + + + + ;. .... + + + + +~+ + + .... + + ...
+ +~/+ ++++++++
v v v v v
v v
10
v
100
Cm.
lo
Lám. 5. Arte rupestre de la caverna de Huargo, a. Pintura A, en negro, el pun-
teado indica las manchas en rojo sobrepuestas. b . Pintura B, en negro,
en punteado la pintura en rojo. C. Pintura en rojo.
20 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
base a una ligera tonalidad un tanto más clara de la misma, aunque se tie-
ne que indicar que la separación no es tajante con las capas lindantes, pre-
valeciendo sobre todo un criterio métrico. Su espesor es de 0.30 m. Su
contenido en humus es el más bajo del perfil y en cuanto a colofanita es
ligeramente superior al promedio. El contenido de calcita indicaría un cli-
ma medianamente húmedo y cOn bajas temperaturas, aunque sensiblemen-
te más atemperadas que en la fase climática de la capa anterior. No
hay huellas evidentes de la presencia humana. Se encontraron :
41 fragmentos óseos y un molar, de los cuales han sido determinados
8 huesos y el molar. Se distinguieron restos de representantes de Equus
(Amerhippus), Scelidotherium y Lama (ver Lista del Material, del infor-
me paleontológico).
Capa 10. Parece ser la capa no consolidada más profunda de la cue-
va, debajo se extienden grandes superficies pétreas, que sospechamos sea
el piso rocoso de la misma cueva. Posee un espesor promedio de 0.30 m.
Hay un escaso contenido de humus y el porcentaje de colofanita señala
un nivel sensiblemente más bajo que el promedio. El tenOr de calcita tanto
química corno elástica de la muestra de esta capa estaría indicando una
fase climática de gran humedad y frío, que posiblemente corresponda al
estadio de mayor avance glaciario de la Ultima Glaciación. Si esta atin-
gencia resultara correcta, esta capa indicaría el avance glacial Agrapa (fase
climática Janca 2) . N o hemos encontrado evidencias ni indicios de pre-
sencia humana en este nivel de la cueva.
TIPO 2
Pasta. Método de manufactura: pastillaje (?)
Antiplástico: gran cantidad de plagioclasas. Bajo porcentaje de cuarzo. Granos
finos. Tiestos molidos.
Textura: porfiroide homogénea.
Color: ladrillo claro. En las partes mal cocidas gris (sobre la cara externa)
Fractura: irregular.
Cocción: pasta incompleta oxidada.
Superficie. Color: externa más clara que la interna. Ladrillo amarillento.
Tratamiento: no se percibe.
Forma. Espesor de paredes: 0.40 cm .
Decomción. No se puede determinar.
TIPO 3
Pasta. Método de manufactura: no se pudo determinar.
Antiplástico: grandes granos de cuarzo. Ties tos molidos. Partículas de color rojo
brillante no identificadas.
Textura: porfiroide heterogénea.
Fractura: irregular.
Color: variaciones del gris, rojizo, pardo.
Cocción: pasta incompleta oxidada.
Supelficie. Color: externa es más oscura que la interna.
externa: .gris-rojizo.
interna : gris-pardo.
Tratamiento:
externa: alisada.
interna: no se puede determinar por la erosión.
Forma. Borde: hacia afuera, diámetro: 16 cm.
labio: wdondeado.
Espesor de las paredes: 0.90 cm.
TIPO 4
Pasta. Método de manufactura: pastillaje. Bien amasada.
Antiplástico: feldespasto y cuarzo.
Textura: porfiroide homogénea.
Fractura: irregular.
Color: ladrillo.
Cocción: oxidante.
Supelficie. Color: externa: marrón.
interna: ladrillo claro.
Tratamiento: externa: alisada y luego espatulada.
interna: alisada.
Forma. Espesor de las paredes: 0.80 cm.
TIPO 5
Pasta. Método de manufactura: pastillaje. Excelente, muy bien trabajada.
Laminaciones paralelas a las caras.
Antiplástico: feldespato y cuarzo.
Textura: porfiroide heterogénea.
Fractura: irregular.
Color: ladrillo.
Cocción: oxidante.
Superficie. Color: externa: marrón oscuro.
interna: beige.
LA CAVERNA DE HUARGO 23
TIPO 8
Pasta. Antiplástico: alto porcentaje de cuarzo. Tiestos molidos. Baja proporción de
biotita.
Color : ante, núcleo gnsaceo.
Cocción : pasta oxidada.
Textura: porfiroide homogénea.
Fractura: irregular.
Superficie. Color: externa: marrón claro.
interna: idem.
Tratamiento: pintado y pulido.
Forma. Borde: evertido.
Base: ligeramente redondeada.
Diámetro: 12 cm.
Labio: redondeado.
Espesor de las paredes : 0.40-1.00 cm.
Decoración. Líneas rojo oscuro o marrones sobre fondo ante. Dichas líneas de aproxi-
madamente 3 mm. se hallan irregularmente distribuidas, pero más o menos pa-
ralelas entre sí y perpendiculares a la base. Dichas líneas están localizadas en
el cuerpo. La parte inferior del cuerpo se torna rojiza, que es el color de la
base. (Ver foto 3 y lám. 4).
REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
Pinturas rupestres
Hemos hallado muestras de pintura. rupestre en el sitio. En efecto
en esta cueva 1, o Huacuamachay, existen en sus paredes tales 'repr'esenta-
ciones, y hemos señalado en el plano de la cueva (Lám. 1) los lugares
donde aparecen, debiendo indicar que, seguramente, varios otros motivos
han sido borrados o cubiertos por la cutícula de carbonato de calcio que
ha ido cubriendo gran parte de las paredes.
' Provisionalmente podemos separar estas representaciones en tres gru-
pos:
1. Pinturas seminaturalistas de animales realizadas con pintura negra. Son
dibujos en perfil como las pinturas A (Lám. 5a.) y B (Lám. 5b.), con
el color en relleno. El dibujo A posiblemente represente un cérvido, y
habrían sido borradas parte de las ramificaciones de la cornamenta. Cerca
a la parte de la cabeza aparece un agregado en rojo oscuro, posterior, pues
ha sido pintado ' encima. El otro dibujo, el B, representa otro animal que
no parece ser ciervo ni tampoco llama o guanaco, a primera vista, ante
todo por la fomia de la cabeza. Sobre esta pintura en negro, también se
advierte una sobreposición muy difusa y borrosa de otra pintura, es-ta vez
en rojo oscuro, de forma no determinable. Entre los dibujos A Y B hay
una distancia de 1.23 m.; la pintura A está a 1.70 m. del piso y la B a 1.40
m. Este tipo de representación parece ser, en el sitio, el más antiguo.
2. Pintura's no figurativas. Estas están realizadas en rojo. El motivo que
señalamos COn la letra C es una pintura relativamente grande, algo más
que las anteriores. Es de color rojo oscuro, presentándose sola en la parte
más interna de la caverna, y el motivo aparece un tanto borroso y se nos
hace simbolista; aunque de lejos parece una representación de cóndor con
el pico de perfil mirando al norte, y con el cuerpo de frente, tal vez con
las alas semiabiertas, pero esto es sólo un remedo muy lejano. Tal vez
sea más correcto decir que se trata de un dibujo no figurativo. Se halIan
va.rias otras pinturas en rojo pero borrosas, muy cubiertas por el carbonato.
Se puede considerar como una variante de este grupo unos pequeños
dibujos, también en rojo, como el que ilustramos (Lám. 5c), que parece
modelar una figura humana cubierta por una especie de pollera estando
borrada la parte de la cabeza.
Para datar estas pinturas habría un principio de orientación en base a
la edad radiocarbónica de 1,610 años a. C. de la capa 5, por cuanto
en la capa inmediatamente debajo de la aludida capa datada, o sea en
la capa 6 se halló, COmo se dijo arriba, una porción de pintura roja en
polvo, que no es imposible que sea la sobran.te de la usada para rea-
l~zar dichos dibujos. De donde estos dibujos en rojo serían algo más an-
tiguos que la edad radiocarb6nica de 1,6110 a. C. .
y en base a la sobreposición de estas pinturas rojas sobre los motivos
en negr~, poden~os decir que estos últimos ,son anteriores, pero no sabría-
mos deCIr en cuanto tiempo.
LA CAVERNA DE HUARGO 25
Las pinturas en rojo estarían relacionadas con las pinturas rupestres del
mismo color de la cueva Diablomachay, <:ueva que está situada en la zo-
na, aproximadamente a unos 10 km. al NE de Huargo.
3. Otro tipo de representación rupestre está constituido por unas pinturas
en amarillo. Son muy escasas. Son esquemáticas y no figurativas. Su con-
servaClOn es mejor que la de los dibujos en negro. Se pueden estimar
~siempre provisionalmente- como más tardías que las pinturas en negro.
Consideraciones finales
1. La ubicación de la caverna en un sitio prominente, cerca a la cum-
bre de una montaña, pero a la vez lejos de los núcleos glaciarios, le ha-
bría evitado soportar, como se dijo, la acción de los agentes geomórficos
más poderosos. Sólo algunos desprendimientos habrían constituido los he-
chos naturales más contundentes. De donde la historia sedimentológica de
'la cueva comprendería una serie de hechos menores y continuados en un
lapso relativamente amplio, el que sobrepasaría el tiempo dentro del cual
transcurre la presencia humana en este sub continente.
2. Empezando con las capas más antiguas (lO, 9, 8 Y 7) del perfil
excavado, es decir ' COn los acontecimientos más remotos que registran los
sedimentos del piso, proseguiremos a continuación con la consideración de
las capas superiores o más recientes. Algunas conclusiones se pueden ir
señalando, por ejemplo, en cuanto a las condiciones climáticas de la zona,
teniendo en cuenta que éstas repercuten en las características de los sedi-
mentos espélicos (Schmid 1958; Cardich 1964; Teruggi y Ch. de Cetran-
golo 1964; Teruggi, Andreis y Gallino 1970), como sucedería con el conte-
nido de calcita, y en ,especial con la relación de calcita química y calcita
elástica. Aunque con mayor exigencia crítica, cabe apuntar al respecto que,
dada la complejidad de faotores que inciden en la mayor o menor forma-
ción de estos compuestos, es necesario reforzar estas conclusiones mediante
otros indicios. A la vez,en el caso presente, las dos únicas dataciones por
'e l método del radiocarbono que poseemos para el perfil están ubicadas a
distancias muy pronunciadas en el tiempo, que no permiten interpolar va-
riaciones elimáticas más afinadas para períodos cortos, sino sólo tentativa-
mente. En base al fechado de restos óseos de la capa 8 (11,510 ± 700
años a. C. ), y tomando en cuenta las características que señala de frío y
humedad intensos para la capa 10, podemos orientarnos para asignar esta
capa 10 al período de avance glaciario más intenso de la Ultima Glacia-
ClOn, que de acuerdo a las sistematizaciones levantadas en Lauricocha
(Cardich 1964, 1971) correspondería al avanoe Agrapa (fase climática
Janca 2). Prosiguiendo con las deducciones a partir de estos estudios se-
dimentológicos de las diversas capas del perfil, tenemos que habría dismi-
nuido la humedad del clima perteneciente a la capa 9, igualmente de
la éapa 8, y durante este último período habría la indicación de un ligero
2ó REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
lada por el desgaste del uso humano luego de ser partida en un extremo.
Se pueden observar, aparte de un desga9te o semipulido, hendiduras finas
o rayas producidas posiblemente por piezas líticas con las que habría sido
retocada, y que de ninguna manera son huellas de dientes de animales
carnívoros o de roedOres. Estas condiciones de artificialidad en los reto-
ques que le asignamos concuerdan con las condiciones que señala Semenov
(1964, p. 12) en su conocido trabajo. El uso del implemento de costilla
habría ~ido múltiple, como ha sido por lo general el uso de los artefactos
paleoliticos, y entre estos usos podemos identificar, tal vez, que haya ser-
vido también para la obtención de tubérculos o raíces tuberosas comesti-
bles, muy abundantes justamente en los sectores altos de las punas. Este
vendría a ser un caso parecido a las piezas halladas en Eliseevich, un ya-
cimiento del Viejo Mundo, que son costillas de mamuth afiladas en un
extremo luego de partirlas diagonalmente (Semenov, op. cit., p . 176); b)
La otra pieza es una punta, hecha del extremo de un hueso largo. El tra-
bajo de modelado con retoques visibles y evidentes se puede observar cla-
ramente (foto 6) . Estos vestigios culturales serían, sin embargo, sólo indi-
cios de la presencia del hombre en la zona para aquel nivel del tiempo
(11,510 años . a. C. ), pues nos falta conocer los principales elementos de
su industria. No hay, pues, rasgos suficientes para hacer correlaciones con
otros hallazgos, aunque, y sólo provisionalmente, se puede vincular con el
complejo Ayacucho un antiguo nive'l precerámico determinado por Mac-
Neish a unos 500 km. al SE de Huargo, aunque no sea más que por pre-
sentar la misma edad, la asociación con fauna extinguida y, ante todo, por
el uso de toscos artefactos de hueso señalados también para el complejo
Ayacucho (MacNeish 1970, p. 34; 1971, p . 46).
7. La huellas de la presencia humana en la cueva son mucho más
abundantes en las capas superiores (6, 5, 4, 3, 2 Y 1). En efecto, sobre el
sedimento ocre claro de la capa 7 se asienta, nítidamente separada, una
capa muy oscura, resultado de la permanencia de los grupos humanos que
la adoptaron cOmo vivienda. Corresponde, al menos desde la capa 5 inclu-
sive, para arriba, a los niveles culturales que usarOn la cerámica. Como
se dijo, en la capa 6 aparte de algunos huesos calcinados, escasas lascas y
la porción de pintura roja, así como el color muy oscuro del sedimento
como restos de vivienda, no se han encontrado otras h1,1ellas, al menos de
alfarería. Tal vez sea ya una capa precerámica y en ese caso correspon-
dería al complejo Lmricocha, probablemente a Lauricocha III, cuya pre-
sencia en la zOna está demostrada en la cueva Diablomachay, de acuerdo
a los hallazgos y conclusiones de Ravines (1969).
8. La tradición alfarera en la zona, en esta cuenca de Huánuco Pam-
pa y aledaños, es por lo visto muy vieja. La capa 5, que contiene cerámi-
ca, está fechada por el método radio carbono en 1,610 años a. C. Creemos
que hay niveles algo más antiguos en la zona, nosotros hemos hecho ha-
llazgos en varios reparos en sectores altos, como en Puncurín, igualmente
28 REVISTA DEL MUSEO i'lACIONAL - TOMO XXXIX
BIBLIOGRAFIA
CARDICH, Augusto
1964 Lauricocha. Fundamentos para una prehistoria de los Andes Centmles. Studia
Praehistorica IIl. Cenb'O Argentino de Estudios Prehistóricos. Buenos Aires.
1971 "Hacia una interpretación de la prehistoria de Sudamérica". Anales de Ar-
queología y Etnología, Tomo XXIV-X.XV, Universidad Nacional de Cuyo,
págs. 5-32. Mendoza.
MACNEISH, Richard Sockton, Antoinette NELKEN-TERNER y Angel GARCIA COOK
1970 Second Annual Report of the Ayacucho Archaeological-Botanical Profect. Ro-
bert S. Peabody Foundation for Archaeology, Andover, Massachusetts.
MACNEISH, Richard S.
1971 "Early man in the Andes". Scientific American. Vol. 224, No. 4, abril. New
York.
RAVINES, Rogger
1969 "El abrigo de Diablomachay: un yacimientu temprano en Huánuco Viejo".
Mesa Redonda de Ciencias Prehistóricas y Ant1·opológicas. Pontificia Univer-
sidad Católica del Perú. Instituto Riva Agüero, tomo 29 Lima.
SCHMID, Elisabeth
1958 "Hohlenforschung und Sedimentanalyse". Ein Beitmg zw' Datiemng des Al-
pinen Palaolithilwms. Schriften des Institutes für Ur-und Frühgeschichte
der Schweiz. Basilea.
SEMENOV, S. A.
1964 Prehistoric Technology. Londres.
TERUGGI, Mario E. y Zulema CH. de CETRANGOLO
1964 Estudio sedimento lógico de los depÓSitos de la caverna L-2 de L aurico-
chao Studia Praehistorica Ill. Centro Argentino de Estudios Prehistóricos.
Buenos Aires.
TERUGGI, M. E.; R. R. ANDREIS y L. A. GALLINO
1970 "Los sedimentos de la cueva de Lauricocha (Perú)". Revista de la Aso-
elación Ceol. Argentina. Tomo XXV, N9 4. Buenos Aires.
TROLL, Carl
1958 Las culttll"as superiores andinas y el medio geográfico. (Traducción de
Carlos Nicholson). Publicación del Instituto de Geografía. Facultad de Le-
tras. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima.
WEBERBAUER, Augusto
1945 El mundo vegetal de los Andes peruanos. Estación Experimental Agrícola
de La Malina. Lima.
30 REViSTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
APENDICE 1
AL LABORATDRIO BVA Arsenal de Viena, Austria, nos llegaron dos series de mues-
tras arqueológicas de Sudamérica. Una de la cueva Los Toldos (provincia de
Santa Cruz) de la Patagonia Argentina, y otra de la cueva Huargo, del depar-
tamento de Huánuco, Perú. Ambas series de muestras fueron extraídas por el
arqueólogo Ing. Augusto Cardich, Profesor Titular de la Facultad de Ciencias
Naturales y Museo de la Universidad de la Plata, Argentina.
Aquí informamos sobre la serie obtenida en Huargo, Perú, yacimiento si-
tuado a los 9°51'30" de latitud sur y 76°48' de longitud oeste de Greenwich.
De acuerdo a las especificaciones sobre el origen de las muestras, condiciones
d('> hallazgo, planos de los trabajos, etc. enviados por el arqueólogo aludido,
podemos señalar: que la caverna está situada en la parte superior de una mon-
taña de los Andes peruanos, aproximadamente a 4,000 metros de altitud. En
una de las dos cuadrículas excavadas, avanzaron hasta un nivel rocoso que
presumiblemente es el piso último de la cueva, a 'una profundidad de 1.60 m.
de la superficie del sedimento. Dentro de este perfil se separaron 10 capas
naturales, numeradas de 1 a 10 desde la capa superficial hasta la capa más
profunda. Nos enviaron varias muestras de las capas vinculadas a la presencia
humana prehistórica, de las cuales, y de acuerdo a un contenido favorable para
la realización del análisis del C 14, realizamos las pruebas en muestras de las
capas 5 y 8.
La muestra N? 5 corresponde a la capa 5, situada de 0.20 m. a 0.35 m.
de profundidad. La muestra está constituida por carbón vegetal.
La muestra N? 8, corresponde a la capa 8, ubicada a una profundidad que
va de 0.70 m. a 1.00 m. aproximadamente. La muestra está constituida por
huesos de animales.
El método de labora torio empleado es el de síntesis del benzol. Se utili-
zaron para la medición dos scintilatores, un "Packard" modelo 3320 y otro "In-
tertechnique". Previamente se hizo el preparado correspondiente a las mues-
tras. Se midieron luego en dichos scintilatores, en el primero se midieron du-
rante 1,000 minutos y en el segundo durante 1,800 minutos, midiéndose cada
prueba dos veces en cada scintilator. El standard fue el común de 1950.
Los datos de la edad son los siguientes:
Capa 5 (carbón vegetal) 3.560 ± 230 años del presente o sea
1.610 ± 230 años a.C.
Capa 8 (huesos de animales) 13,460 ± 700 años a. del presente o sea 11,510 a.C.
APENDICE 2
N o
3
-- \.bMINA I
Lt..M IN t. TI
LAMiNA i
LAMINA II
A. Cervidae
fragmento de cornamenta.
B. Lama sp.
porción de cuerpo mandibular izquier-
do P4- m3'
C. Lama sp.
porción de paladar con alvéolo de
D p1, Dp 3_Dp 4 Y M1 completos.
D. Felis (Puma) sp .
extremidad proximal de cúbito con
gran parte de la diáfisis.
E. Felis (Puma) sp.
extremidad proximal de radio con
gran parte de la diáfisis.
F. Lama sp.
gran porción distal de húmero.
G. Lama sp.
fragmento de maxilar derecho con
M2_M3
LA CAVERNA DE HUARGO 33
Por otro lado, no es improbable de que hayan existido, por lo menos hacia
fines del Pleistoceno, especies ya extinguidas, como son los casos de Lama
oweni y Lama angustimaxilla de Argentina y Bolivia, y aun de géneros como
es el caso de Eulamaops paralle/us del Pleistoceno superior de Argentina.
De todas maneras, el registro de camélidos en el Pleistoceno de los países
andinos del norte señala sólo la presencia de especies de l género Palaeolama,
que vivió allí hasta su parte más reciente. Ni el género Lama ni Vicugna han
sido incuestionablemente registrados en capas pleistocénicas de esos países.
Los primeros restos de alguna especie del género Lama y probablemente Vicug-
na aparecen especialmente en cuevas de las alturas andinas; tal es el caso
de los hallazgos de supuestos restos de llama y vicuña en Casa del Diablo,
cerca de Tirapata a 3819 mts., mencio'nados por Nordenskii::ild (1908).
La ausencia de Lama y Vicugna hasta épocas geológicamente recientes en
estas regiones andinas es llamativa, sobre todo si tenemos en cuenta que su
presencia ha sido determinada en todo el Pleistoceno de la región austral de
América del Sur, aparentemente en biótopos muy distintos. Este problema
merece ser investigado más profundamente por las implicancias que su expli-
cación puede tener en las cuestiones de evolución ambiental y cultural.
Tomaremos cada una de las especies vivientes tratando sintéticamente lo
que se conoce de su distribución actual y de su pasado geológico, indicando
sus relaciones con otras especies aliadas.
Lama glama. Esta especie, según Cabrera y Yepes (1940), actualmente
vive desde el departamento de Huánuco hacia el sur; hasta fines del siglo XVII .
o comienzos del XVIII llegaba hasta Ecuador, pero según TroIl (1958: 28) en
Ecuador, "todavía existen llamas en los páramos encima de Riobamba ... " Se-
gún Cabrera (1961: 321) "En estado salvaje, la llama está extinguida hace si-
glos, tal vez desde la época prehispánica ... " Según diversos autores estuvo
representada durante el Pleistoceno en Bolivia y en la región pampeana de Ar-
gentina. Si aceptamos con López Aranguren (1930: 40) y Cabrera (1931: 115,
1961: 320) que "Auchenia ensenadensis" Ameghino, 1889 es sinónimo de La-
ma glama forzoso es admitir la presencia de esta especie por lo menos des-
de el Pleistoceno medio (Edad Ensenadense; v. Pascual et. al, 1965) del terri-
torio argentino. Su presencia en el Pleistoceno superior de Argentina ha sido
señalada por López Aranguren (op. cit.) y Cabrera (1931).
La correlación de los sedimentos mamalíferos de Tarija (Bolivia) con aque-
llos del Pleistoceno de Argentina ha sido discutida y es muy dudosa; sin em-
bargo y a pesar de la presencia de algunos taxa no característicos, el conjunto
faunístico total conocido hasta el momento es correlacionable con aquél del
Pleistoceno superior de Argentina. Si así fuera y si de acuerdo con López
Aranguren (op. cit.) y Cabrera (1931) Palaeolama crequi Boule, "Auchenia inter-
media" Gervais y "Auchenia castelnaudi" Gervais son sinónimos de Lama gla-
ma esta especie habría estado presente también en Bolivia durante el Pleisto-
ceno superior.
Fuera de estas citas en ninguna otra parte de Sud américa se .le ha men-
cionado como presente al estado fósil.
Lama guanicoe. En su actual distribución septentrional esta especie está
confinada a la cordillera y a las grandes alturas; sin embargo el límite exacto
es impreciso. Según Cabrera y Yepes (1940) " ... se encuentra en toda la
cordillera, desde el extremo norte del Perú hasta lo más meridional del conti-
nente ..." Sin embargo el primero de estos autores (Cabrera, 1961) rectifica
tal límite reduciendo su distribución hasta la zona montañosa del sur del Perú
LA CAVERNA DE HUARGO 35
BIBLIOGRAFIA
BRANCO, W.
1883 Ueber eine fossile Saugethier-Fauna von Punin bei Riobamba in Ecuador.
11. Beschrei bung der Fauna. Palaeont. Abh., Bd. 1, 2, pp. 57-204; 19-116
du tiré a pal't, tabl. I-XII. Berlin.
CABRERA, A.
1931 "Sobre los camélidos fósiles y actuales de la América austral". Revista del
Museo de La Plata. XXXIII; Buenos Aires. Págs. 89-117.
1957 "Catálogo de los mamíferos de América del Sur" Parto 1 (Metatl~eria-Un
guiculata-Carnivora). Rev. Mus. Al'g. Nac. Invest. Cs. Nat. , Cs. Zoológicas,
IV (1), págs. 1-307.
1961 "Catálogo de los mamíferos de América del Sur" Parto 11 (Sirenia-Perisso-
dactyla-Artiodactyla-Rodentia-Cetacea). Rev. Mus. Arg. Ciencias Nat. "Ber-
nardino Rivadavia" e Inst. Nac . Invest. Cs. Nat., Cs. Zoológicas. IV (2),
págs. 309-732.
CABRERA, A. Y J. YEPES
1940 Mamífúos sudamericanos: vida, costumbres y descripción. Hist. Nat. Ediar.
Buenos Aires.
CATTOI, N. V.
1962 "Un nuevo "Xenarthra" del Terciario de Patagonia" Rev. Mus. Arg. Cien-
cias Nat. "Bemardino Rivadavia" e Inst. Nac. Invest. Cs. Nat., Cs. Zoológi-
cas, VIII (11), págs. 123-134.
1966 "Edentata, en Paleontografía Bonaerense". Fase. IV. Vertebrata .. Como 111-
vest. Científicas Prov. de Buenos Aires. La Plata.
CHURCHER, C. S.
1965 "Camelid material of the genus Palaeolama Gervais from the Talara Tar-
Seeps, Perú. With a description of a new subgenus". Astylolama. Prac. Zool.
Soco London. Vol. 145, Part 2, pp. 161-205.
GAZIN, C. L.
.¡ 1957 "Exploration for the remain~ of giÍmt ground sloths in Panama". Smiths .
Rep. for 1956, pp. 341-354, 8 pI. Washington.
HEHSHKOVITZ, P.
1958 "A geographic classification of neo tropical mammals". Fieldiana: Zoology,
Vol. 36 (6), pp. 581-620.
HOFFSTETTER, H.
1950 "Algunas observaciones sobre los caballos fósiles de América del Sur". Ame-
1'hippus gen. nov. Bol. Inf. Ciento Nat., 3 (26-27): 426-454; Quito.
1952 "Les mammiferes PIéis tocen es de la République de I'Equateur". Mémoires d?
la Soco Ceol. France (Nouvelle serie), XXXI (1-4). Mémoire NQ 66, p. 1-
391. París.
1958 Xenarthra, en Traité de Paléontologie, sous la direction de J. Piveteau, VI
(2); 612. Paris.
1970 "Evolución de comunidades, cambios faunísticos e integraciones biocenóticas
de los vertebrados del Cenozoico de América del Sur". Actas IV Congreso
Latinoamericano de Zoología, Vol. 11. Colombia: 931-954; Ecuador: 955-
969; Perú: 971-990. Caracas.
LOPEZ ARANGUREN, D. J.
1930 "Camélidos fósiles argentinos". Anal. SOCo Ciento Argentina, CIX: 8-56. Bue-
nos Aires.
•
LA CAVERNA DE HUARGO 39
NORDENSKIOLD, E.
1908 "E in fundort für saugethier-fossilien in Perú" Arkiv. Zool., Uppsala & Stock-
holm, Bd. 4, NQ 11, 22 pp.
ORTEGA, E.
1967 "Descripción de los restos de un Scelidotheriinae (Edentata, Mylodontidae)
de Edad Huayqueriense. Algunas consideraciones en tomo a la filo genia de
los Scelidotheriinae". Ameghiniana, V (3); 109-120. Buenos Aires .
1970 "Evolución de comunidades, cambios faunísticos e integraciones biocenóticas
de los vertebrados del Cenozoico de Bolivia". Actas IV Congreso Latino-
americano de Zoología. Vol. 11: 985-990. Caracas.
PASCUAL, R. et. al.
1965 "Las edades del Cenozoico mamalífero de la Argentina, con especial aten-
ción a aquéllas del territorio bonaerense". Como Invest. Científicas Prov. de
Buenos Aires. La Plata.
STEINMANN, G.
1930 Geología del Perú. Carl Winters Universitats buchhadlung. Heidelberg.
TROLL, C.
1958 Las culturas superiores andinas y el medio geográfico . (TraducCión de Car-
los Nicholson). Publicación del Instituto de Geografía, Facultad de Letras,
Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima.
URQUIOLA de DE CARLI, M. J. y S. ARAMAYO
1967 "Descripción del cráneo y mandíbula de un nuevo ejemplar de Scelidothe-
rium sp." Ameghiniana V (2): 65-90. Buenos Aires.
· o
40 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
APENDICE 3
o 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
3
4
5
7
8' ~~"'l-~=:r-LT-
/1 :::,.~ ~ __
J-I~" . . . . . . . . . . . . .
J_ .~L~:::::::"L::::::a .. . . . . . . . . .
r ___
. . .. . . .. V1 x x x x I -
. . . . . . .. . . . . p;¡ ........ I
- - 11
9
10
-- 1" r
00;. wo;. 20 o¡. 30 o;. 40 % 50 o;. 60 o;. 70 o;. 80 "lo 90 % 100 o/,
Muestra
3
4
5
7
8
9
o 10 20 30 40 50 Ofa
Fig. L Porcentaje de carbonato de calcio (,l ínea entera: carbonato total; línea
cortada: carbonato químico).
PROCESOS PEDOGENETICOS
En el examen microscópico de las muestras 5 a 10 se observaron micro-
estructuras que indican la existencia de procesos formadores de (palw) suelos.
Las muestras mencionadas están constituidas, desde el punto de vista eda-
fogénico, por una mezela de granos esqueletarios (elastos de tamaño limo y
arena), plasma (materiales arcillosos) y huecos, que en conjunto configuran la
matriz-S (véase Teruggi y Andreis, 1971).
En general, esa matriz-S presenta una fábrica asépica, caracterizada por
plasma no orientado (laminillas de montmorillonita no orientadas), a la vez
que pueden reconocerse varias secciones transversales de pedotúbulos peque-
ños parcialmente rellenados de esqueletanes. Estos pedotúbulos son perforacio-
nes producidas por vermes y se observa n en prop0rciones discretas en las
muestras examinadas. Algunos granos esqueletarios, en las muestras 5 y 7,
exhiben incipientes cutanes de montmorillonita (argillanes).
Por otra parte, es común la presencia de abundantes cristalarias, repre-
sentadas por cristales cuedrales individuales de calcita que reemplazan el plas-
ma y algunos granos esqueletarios; y un buen desarrollo de nódulos de ses-
quióxidos de hierro, de forma elipsoidal a esférica, cuyo tamaño oscila entre
120 y 360 micrones de diámetro.
Con la excepción de las cristalarias y los nódulos mencionados preceden-
temente, cuyo origen puede ser tanto sedimentario como pedo lógico, las demás
unidades reconocidas en· las muestras son diagnósticas de procesos pedogéni-
cos, en especial los cutanes y la matriz-S, tal como lo reconocieran Teruggi y
Andreis (1971).
MUESTRA 3 4 5 7 8 9 10
Humus 12 6 10 3 4 2 3
MATERIALES Cutina 7 9 4 5
ORGANOGENOS Colofanitn 2 4 1 2 4 3 2
Espículas 2
Yeso 4 10
MATERIALES QUIMICOS
Calcita química 20 13 10 10 18 8, 13 20
Calcita elástica 8 14 5 12 8 14 18 26
Cuarzo 30 23 20 22 26 33 31 21
Cuarzo policrist. 3 x x 4 5
Ortoclasa x 2
MATERIALES Nicroclillo 3
DETRITICOS Plagioclasa x 2 10
Litoclastos 5 8 4 G 4 10 l'j 4
Vidrio volcánico 3 10
Matriz 12 8 40 24 34 21 15 15
Minerales pesados X 2 2 x x
CONCLUSIONES
La composición de los sedimentos y las variaciones observadas en la co-
lumna estratigráfica estudiada, permiten extraer algunas conclusiones en lo ati-
nente a las características del ambiente de sedimentación y su relación con
el clima imperante.
1. La caverna de Huargo se ha rellenado por la introducción natural de
abundantes materiales detríticos desde el exterior.
2. Escasa participación de gramíneas (pastos, cañas) desde el horizonte 5
hasta el más superior, al parecer producida por el hombre.
3. Brusca aparición de vidrio volcánico en niveles 4 y 5, señalando la exis-
tencia de lluvias de cenizas a causa de erupciones cercanas.
4. Es llamativa l~ simultánea aparición de autina (y espículas) y de las
trizas de vidrio volcánico, junto con el notable aumento en la proporción de
coprolitos.
5. Entre los minerales autóctonos, la calcita es un componente importante
de los sedimentos.
6. En relación con el contenido de carbonatos, la relación entre carbonatos
clásticos (caídos del techo y de las paredes de la caverna) y químicos (autí-
LA CAVERNA DE HUARGO 47
genos, por precipitación directa en los sedimentos) permite extraer algunas con-
clusiones climáticas (véase Teruggi y Cetrangolo, . 1963, Y Teruggi, et.al.
1970). Su significado debe, no obstante, ser examinado cautelosamente dado
los factores que influyen en la relación clima-sedimentación espélica (Andrieux,
1969).
En general, la presencia de carbonatos químicos y clásticos en cantidades
similares (fig. 1), sugiere condiciones de clima frío y húmedo. Se advierte una
progresiva pérdi,da de la humedad hacia los horizontes super:iores, dada la dis-
minución de los porcentajes de carbonato. El nivel 4 marcaría un episodio tran-
sitorio de descenso de humedad y aumento poco significativo en la temperatura.
BIBLIOGRAFIA
ANDRIEUX, C.
1969 "Etude du climat de la grotte de Sainte-Catherine en Ariege selon le cycle
1967". Ann. Spéléologie, t. 24, fas c. 1, 19-74.
ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
1961 Integración económica y social del Pel'Ú Central. Apéndice l. Departamento
de Asuntos Económicos y Sociales. Unión Panamericana. Washington, 73
págs.
STEINMANN, G.
1930 Geología del Perú. Cad Winters, Heidelberg, Alemania. 448 págs.
TERUGGI, M. E. Y R. R. ANDREIS
1971 "Micro-estructuras pedológicas: características, distribución en sedimentitas ar-
gentinas y posible aplicación en sedimentología". Rev. Asoc. Geol. Arg. t.
XXVI. NQ 4, págs. 491-502.
TERUGGI, M. E.; R. R. ANDREIS y L. A. GALLINO
1970 "Los sedimentos de la cueva de Lauricocha (Perú)" Rev. Asoc. Geol. Al'g.
t. XXV, NQ 4, págs. 475-488.
TERUGGI, M. E. Y Z. CH. de CETRANGOLO
1964 "Estudio sedimentológico de los depósitos de la caverna L-2 de Laurico-
cha". Apéndice en Cardich, A, Studia Praehistorica IIl, págs. 163-171.
Homenaje a Reíss y Stübel
Estratigrafía
Después de haber limpiado la escasa basura que cubría la supel<ficie
removida, de donde se recogieron algunos -fragmentos de cerámica y tex-
tiles" se inició propiamente con el estrato N9 2 la excavación, hasta al-
canzar el piso natural
Estrato N9 2. Espesor de la capa, entre 50 y 87 cm. Suelo de tex,t ura
arenosa-Usa, de color gris oscurO, compuesto de arena, tierra y ceniza ve-
getal predominando la última en gran poroentaje. Además, unas pocas
conchas y fragmentos vegetales. Estructura harinosa. Entre los 6 y 85 cm.
se observó una gran acumulación de piedras de forma il"l'egular, formando
un lecho que se inclinaba hacia el sur y cubría uniformemente el estrato.
EsfJrato N9 3. Espesor entre 50 y 18 cm., siendo más potente en el
norte que en el sur. A la profundidad de 1.30 m. desde el nivel de base,
hay un cambio insensible. discernible sólo por la presencia de un poco más
de arena, que le da un color apenas más claro, aunque la tex;tura y es-
tructura del estrato es aparentemente idéntica al anterior. Hacia el inte-
riOr se observó una mayor acumulación de restos vegetales y conchas ma-
rinas. En esta banda se reconocieron, igualmente, pequeñas acumulaciones
de arcilla de más o menos 6 a 5 cm. de espesor y numerosos restos ve-
getales.
Estrato N9 4. Espesor de la capa, entre 25 y 30 cm. Este estrato es
una capa de arena estéril de transporte eólico, de color claro, donde no
se encontró la menor evidencia de ocupación cultural.
Estrato N9 5. Su espesar varía entre 35 y 50 cm. Textuí'a lisa y es-
tructura granular de consistencia media, formada por arena y tierra, que
le dan un color marrón oscuro. Agregados de ceniza y carbón ocasionan
pequeñas manohas, distinguibles solamente en el perfil expuesto. Los ele-
mentos culturales recuperados aquí son muy simples y limitados a unos
especímenes de origen vegetal. E:q.tre los moluscos >predominan los cara-
coles de 'la especie Thais choco lata.
Estrato N9 6. Su espesor varía entr-e 14 y 75 cm., inclinándose fuerte-
mente haqia el sur. Textura arenosa pero con estructura de terrón, que
hace de ella una capa más o menos dura:. Difiere. de la capa anterior por
su color bruno más oscuro y su abundante contenido de restos orgánicos.
El material básico de este -estrato es tierra con poca D;lezcla de arena.
Se observan en el corte" igualmente, pequeñas manchas horizontales de
E
o
q- -
:".
w
::z
«
ct:
«
u D
.
, , ' ,w
. ...
• • ' ,'
2:
O::
<{
E 2
O)
o >-
o- -
N
;;
, , /
/
/'
/ / "
. . ' ',:
/ • • 0• . •
l ' ~. ~ . : .
o
¿
-<l:.
E
ce o ., /
0-
--r ,--'
u , '
/. ' .
, l /, .
I •
. i. / /
/ . ,
./
;' ;,'
/ .
/ .'
, j . / /
I
E
o b o C>
ll'l C> ll'l C>
o' ..,.¡
54 REVlSTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
,....;
56 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
Resto~ alimenticios
El material vegetal fue entregado para ,su análisis al Dr. Octavio Ve-
larde; desgraciadamente, su inesperada desaparición nos privó conocer los
resultados.
Identificaciones preliminares, a base de nuestras observaciones y anota-
ciones de campo, señalan la presencia de Thais choco lata como la concha
más común que forma la mayor parte de las acumulaciones. Otra espe-
cie de mdlusco presente en la basura precerámica es la Fisurella peru-
vianna.
La mayoría d~ los restos vegetales corresponden a: juncos . (SCVlp'US
. I
1'iparius Pres!.), lúcuma, (LucH1na obovata HBK), guayaba (Psidium gua-
yaba Raddi), caña brava (Gynerium sagittatum), Tillandsia straminea, gra-
ma salada (Distichlis spícata?) y otros materia1es no identificables (palitos).
Las grandes acumulaciones de ceniza están formadas principalmente
por restos quemados de Tillandsias.
Entierro
La excavación del estrato 6, dio cama resultado el descubrimiento de
un entierro a una profundidad de 2.15 m. desde la superficie. El esque-
leto se encontró en muy mal estado de conservación, figurando entre los
restos recuperados únicamente el cráneo fragmentado, un húmero sin la
epífisis inferior, dos radios, un cúbito y la mandíbula. La disposición de
los huesos y el ajuar sugieren que el cuerpo estuvo colocado originalmente
en decúbito prono, en postura semi-flexionada con la cabeza orientada al
. este.
Una estera de totora amarrada en un extremo, formando una especie de
cartucho, cubría al muerto. La fosa estuvo rellenada con arena y la tumba
marcada por medio de cinco piedras, dos de las cuales servían de soporte
a la cabeza. Una soga muy delgada amarraba al cuerpo y, al parecer, un
tejido entrelazado cubría parte de la cintura. El cabello lo tenía trenzado
en forma de pequeñas soguillas.
... ,
\
, ,..-
, I
I I
I f
, --
I
I
f
I --
I f
I f
I I
I I
I '_ _
I
~---------~-----------------------------
r----~-
~-~--------------- - -
, ,
r'" - - ,
r - - - - - - ",
-¡ .... ----,
I
---, .-
•
-
,
- -~,
1- • • 1 ~
I I
_JL ___ J
f
I
L _ _ _ _ _ -'
- - - ___1
I
L
1 1
_ _ _ -1 '- ____ ..1 r--- I
I
r- _1
- - - ------, ,---- -----
1 1 I
r 1--- - - - - - - - - - - - -, ,
I 1 1 1 , I '-- -'
- - - _ _ _ _ _ _1
, ,
1 ________ JI r
L
1
I
L.. _ _ _ _ _--J1 l______________' /
/
,,
1- - - - - - - -", ,------------- 1- - - - - - ~ - - - - - -1
I
j
L ____ ___ ,, r
r r r ,
I
r
i
1I_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _,, ,L..- _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ .J
,--,
.- - -- - -- - - - - """ ¡- - - - - - I ,- - - - - - - l
I
,
'
1 ,-- - - ---,
! I I , I , I I I
I 1 I , 1 I I
i 1 1 '-_J j
,¡
- - -iL _ _ _ _ J
1 1
L ______ , , 1
I I
L ____ J
,,---
i ,
!
I __ I'
L
I
'- - -----,
f
ESTRATOS PRECERAMICOS DE ANCON 57
Discusión
La cultura observada en los estratos precerámicos de Ancón representa
posiblemente el complejo arqueológico básico sobre el cual se superpusieron
los elementos agrícola-alfareros que gestaron la cultura andina.
La sencillez y pobreza de sus artefactos, las características de sus tex-
tiles, principalmente redes, así como la ausencia de las condiciones nece-
sarias para el desarrollo de una agricultura intensiva, sugieren la . presencia
de .simples recolectores de mariscos, cuya actividad económica básica fue
la pesca, que posiblemente se realizaba sólo en las orillas del mar o en
las marismas; suposición ésta que parece confirmar el hecho de que los
moluscos que componen la basura corresponden en su mayoría a los de
aguas poco profundas.
La composición física y cultural de los concha les indica la acumula-
ción más bien rápida en el curso de una ocupación relativamente continua.
Las fechas radio carbónicas indican un lapso de aproximadamente 325 años
entre el comienzo del depósito y los i.rlicios de las fases alfareras, sobre una
acumulación física de más de seis metros.
Ecológica y tipológicamente, los estratos primeros de Ancón corres-
ponden a un momento decisivo de transición entre los tejidos encordados,
(twine o cardé) y las telas llanas, con el consiguiente inicio de la alfarería.
Acerca de sus relaciones culturales con otros yacimientos semejantes,
podemos traer a comparación la cultura de los basurales de Anc6n con
cualquiera de los materiales hallados en la costa peruana, fechados en las
últimas fases del período precerámico. . Y en ellas vamos a encontrar de-
terminados elementos tradicionales que hacen posible relacionarlos entre sÍ.
El descubrimiento de los estratos precerámicos de Ancón comprueba
una vez más la necesidad de orientar las investigaciones arqueológicas ha-
cia una búsqueda de profundidad en tiempo, que permita ex-plicar el paso
entre dos épocas fundamentales en la arqueología andina .
•
58 REVISTA DEL MUSEO :-.rACIONAL - TOMO XXXIX
APENDICE 1
'1
FECHAS RADIOCARBONICAS
APENDICE 2
Esqueleto post-craneal
Tibia derecha. Completa. "Plactinemia (índice tomado a la altura del orificio
metricio, con valor de 61.4). El carácter más notable que presenta es un pe-
ESTR~TOS PRECERAMICOS DE ANCON 61
APENDICE 3
I
"
(véase para el caso; Lanning, 1965, fig. S, p. 74).
Anzuelos de concha se han registrado en el Perú, además de en la bahía
de Ancón, en el sitio PV45-136 de Ventanilla, excavado por Lanning en 1963;
en Asia (valle .de Omas) y Chilca (véase Engel 1957, 1963; Lám. 15). Rosa
Fung los encontrÓ recientemente en Las Haldas, (Fung, 1969).
1. The natives of Tahiti hacl fish-hooks macle of mother of pearl, ancl everyfisher-
man macle them for himself. They generally servecl for the clouble purpose of hook
ancl bait. The sheIls first cut into square pieces, by the eclge of another shell, and
wrought into a form corresponcling with the outlines of the hook by pie ces of coral
which are sufficiently rough to perfonn the office of file; a hole is then bored i~
the miclclle of the clrilI being no other than the first stone they pick up that has a
sharp c~rner; this they fix inta the end aE a piece al bamlJoo and tU111 it between the
h~nds like a c~ocolate milI~ ~hen the shell is perforatecl, ancl the hole sufficientl
whlcle, a smalI fIle of coral IS mtroduced, by the aplicatian af wich th 1 k' . y
s o1't time completed; few costin th "f. . e lOa 18 111 a
(Putnam. Explo1'ations West of ~e ~O~I~ I~l .~~?1'e tUlle than a quarter of an haur".
OBJETOS DE HUESO
Huesos con marcas y huellas de cortes son frecuentes en los estratos pre-
cerámicos de Las Colinas. Se trata, generalmente, de huesos de aves que pre-
sentan incisiones poco profundas, hechas al parecer intencionalmente.
a b e
e d
Lámina 3
.LA1-1/NA. 5
ESTRATOS PRECERAMICOS DE ANCON 65
Sp. 62A008, Tubo de hueso. Es un tubo largo, hecho del fémur de un ave (pi-
quero?) mediante la eliminación de su apófisis. En ambos extremos pre-
senta huellas circulares de cortes delgados y poco profundos, probablemen-
te con el objeto de marcar la sección donde debía hacerse el corte final. Ex-
tremos terminados en bisel y ligeramente redondeados. Largo, 110 mm.
Diám. 9 mm. Procedencia: Sector G, Pozo 1, Estrato 4 (Lám. 3, fig. g).
Sp. 62A028 Hueso recortado. Apófisis de un hueso largo, probablemente de
un mamífero. Procedencia Sector T, Pozo 1, Estrato N-O.
OBJETOS DE MADERA
Sp. 62A017. Barreno para fuego (?). Esta pieza pudo haber sido usada o pre-
parada como implemento para producir fuego. Se trata de una madera
más o menos dura (Gynerium saggitatum) partida longitudinalmente, pero
que conserva parte de la corteza. Presenta los extremos adelgazados por
frotación y carbonizados. Longitud, 185 mm. Anoho máx. 12 mm. l;.spe-
sor máximo, 8 mm. Procedencia: Sector G, Pozo I, Estrato 5 (Lám. 3 fig. j) .
Sp. 62A018. Punzón. Especimen fragmentado en ambos extremos. Setaria Sp.
(?). Corteza no removida totalmente, aunque aguzada eh un extremo. Mues-
tra marcas de cortes hechos con un implemento agudo, pero bastante pu-
lidos por el uso. Dimensiones: Largo, 72 mm. Diámetro, 8 mm. Proce-
dencia: Sector G, Pozo 1, Estrato 4 (Lám. 3, fig. i) .
OBJETOS DE PIEDRA
Astillas. Dos astillas de piedra sin huellas de uso.
Sp. 62A015. Granodiorita de color verde. Lasca sin la sU!perficie original. Bul-
bo sin modificación. Talón natural. Dimensiones, 48 mm. de largo por 26
mm. de ancho y 8 mm. de espesor. Sector G, Pozo 3, Estrato 6.
Sp. 62A016. Cuarcita de color gris azulado. Lasca de origen interno. Bulbo
sin modificación. Plataforma preparada. Largo, 14 mm. Ancho, 22 mm . .
Espesor, 4.5 mm. Procedencia: Sector G, Pozo 3, Estrato 5.
Puntas de proyectil
Un examen de las pocas puntas de proyectil, encontradas en los diversos
estratos precerámicos, revelan que no hay cambios considerables, ni en su téc-
nica de talla, ni en su morfología general. .
Se trata, en todo caso, de ejemplares bifaciales toscos, trabajados a per-
cusión directa, con muy poco retoque marginal. En su · confección se han em-
pleado generalmente lascas primarias, y en un solo caso un fragmento angu-
lar natural, al que se ha delineado mediante toscos retoques marginales. El
material empleado es cuarcita de color verde y una lava volcánica de color gris.
El cuerpo del proyectil es más o menos simétrico. Todos poseen un pe-
dúnculo ligeramente insinuado, aunque lo suficiente para acentuar la separación
entre éste y el cuerpo.
Un hecho muy notorio es que todas las piezas están fragmentadas muy
ligeramente, ya sea en la base o en la punta, y conservan una huella de color
negro de límites muy bien definidos, o una capa bastante gruesa de ma.s tic y
restos de la ligadura punta-asta. En un ejemplar (62A029) el asta lo consti-
tuyó, al parecer, una caña silvestre (Gynerium sagittatum?) y las ligaduras hi-
los de algodón (?) impregnados con una resina de color negro, al parecer tam-
bien de origen vegetal.
Desde el punto de vista tipológico y tecnológico, las puntas aquí descritas
se pueden identificar con los ejemplares ilustrados y descritos por Lanning y
66 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXI1i
Sp. 62A032. Punta de proyectil de forma oval simétrica, cuarcita de color ver-
de. Sección transversal bitriangular asimétrica. Sección longitudinal incur-
vada asimétrica. Astillamiento bifacial primario con esquirlas concoidales,
diminutas y profundas. Retoque secundario bifacial-bilateral del tipo angu-
lar expandido, arregladas en un patrón de frecuencia continua y aserrado
lateral irregular.
Base puntiaguda de forma irregular (convexa). Orientación proximal; no hay
indicios de plataforma preparada y, al parecer, la base ha sido delineada
únicamente por adelgazamiento utilizando el lado basal como plataforma de
preparación. Retoques primario y secundario transversal y longitudinal so-
bre ambas caras. _
Atributos métricos: Ancho máximo de la base, 10 mm. Espesor de la ba-
se .8 mm. Anoho máximo de la hoja, 12 mm. Longitud total del eje, 60
mm. Longitud de la hoja, 45 mm. Espesor maXlmo de la hoja, 10 mm.
Procedencia: Trinchera 2, estrato 2. (Lám. 4, d).
TEXTILES
Dos pequeños fragmentos mal conservados de 140 por 130 mm., el prime-
ro, y 270 por 150 mm., el segundo. Tejido encordado labrado de algodón. Urdim-
bres entrelazadas por pares, en combinación alternada. Tramas de hilo fino
que, al templar las urdimbres, originan un tejido con aspecto de cara de ur-
dimbre. Tanto los hilos de trama como los de urdimbre son de dos mechas.
No hay orillos.
Como carácter extraño posee una decoración lograda mediante la superpo-
sición de 4 hilos más gruesos que los de urdimbre (de doble meoha y torsión
Z o S) dispuestos en forma oblicua, y formando rombos de más o menos 75
mm. de largo interno, por 50 mm. de anoho interno. Estos hilos se entrelazan
con los p ares de las urdimbres de uno en uno.
El grosor de las urdimbres como el de las tramas varía considerablemen-
te, pero, por lo regular, las urdimbres son más gruesas que las tramas. Los
hilos oblicuos, del motivo decorativo, equivalen en espesor a los hilos dobles
de las urdimbres.
La filatura de las urdimbres es muy desigual, dejando abultamientos no-
tables, lo que sugiere torsión directa, es decir sin huso. Urdimbre de dos pa-
bilos de un solo elemento, torsión S o Z. Su espesor varía entre 0.5 y 1 mm.
Doce elementos por centímetro.
La trama la constituyen hilos de torsión Z, formada por dos pabilos, 3 hi-
los por centímetro. Espesor entre 0.3 y 0.5 mm. Procedencia Sector D. Pozo
lII, Estrato 9. (Lám. 5, c).
Sp. 62A021. Tejido encordado llano, tipo "nido de abeja", regularmente con-
servado, de 250 por 210 mm., correspondiendo la última medida al ancho
original de la pieza. Urdimbres entrelazadas por pares en combinación
alternada cada dos filas . El espesor de las urdimbres, al igual que el de
las tramas, varía notablemente; sin embargo, a simple vista, los hilos de
las tramas parecen ser más gruesos, debido a su entrecruzamiento y
fuerte torsión.
Tramas bastante tensas originando un tejido con apariencia de cara de
urdimbre.
Fibras de algodón de hiladura irregular. Uno de los orillos . laterales termi-
na en nudos, luego que la trama ha hecho un recorrido de ida y vuelU\.
y 'formado un lazo en el orillo opuesto, cuando los dos pabilos entretor-
ESTRATOS PRECERAMICOS DE ANCON 69
BIBLIOGRAFIA
HOLMES, William H.
1883 "Art in shell of the ancient Americans". Second Annual Report of the Bu.-
1'eau of American Ethnology, 1880-81. pp. 179-305, Washington.
LANNING, Edward Putnam
1965 "Early Man in Peru". Scientific American. Vol. 213, NO 4, pp. 68-76. New
York.
MAERZ, A. y Rea M. PAUL
1930 A dictionary oi col01'. Mc Gramffill Book Company Inc. New York. 208 pp.
MUELLE, Jorge C.
1960 "El material textil en el estudio del Precerámico". Jornadas Internaciona-
les de Arqueología y Etnografía (28 de oct. al 2 de nov. de 1960). Vol. 2,
págs. 46-49. Buenos Aires .
1962 "Descubrimiento de esh'atos precerámicos en Ancón". Balance de las Inves-
tigaciones Arqueológicas en Ancón. Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, Departamento de Etnología y Arqueología (8 al 15 de enero) Mi-
meografiado, Lima. págs. 1-2.
1963 "Perú precolombino" Guía del Museo Nacional de Antropología y Arqueolo-
gía, págs. 3-14. Lima.
ROBINSON, E. W.
1942 "Shell fishhooks of the California Coast". Occasional Pape?'s to the Bemice
P. Bishop Museum. Vol. 17, NI) 4. Honolulu.
TRAUTMAN, Milton A. y Eric H. WILLIS
1966 "Isotopes, Inc. Radiocarbon Measurements V" Radiocarbon. Vol. 8, pp.
161-103. New Haven.
UHLE, Max
1913 "Die Muschelhügel von Ancon, Peru". Intemational Congress of Ame1'Íca-
nists. P1'Oceedings of the XVII Session, London 1912. Parto 1, pp. 22-45.
London.
YAMASAKI, Fumio, Tatsuji HAMADA y Chikako FUJIYAMA
1966 "RIKEN Natural Radiocarbon Measurements 11". Radiocarbon. Vol. 8, pp.
467-497. New Haven.
Dedicado al pueblo de Casma
CHANKILLO
o
B
•'-~\~J...-.'-\---'~ c.ff7
'foTo 1 í
+oTo 1 ~
Croquis del edificio pri ; cipal
de e
H A N K I L LO) u b i can do l él S
murallas y sus entradas .
N~
--- __
.... .
---~
F i g. 1
74 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
/ / / t'- o en r--..
L
/
__
c;:;
/ / / / ni
~ n...537 ;;n:p. ~<.
~
I
~5.2r. -P
'
" ,".
//'
/ •
//
~
.7 1 1.7/l -P
,, /
;.,---. -,----,,-7"1
/
./'
/
/'
'
//
,/
/}~,~ /,//;~~ ~
/ .•..//~/
./ //.' //~/;~'.
/'/
/ '
/~~/><>/////»// /
,/ ,, / ,
// /
/ /.' /' / ./
1.7 5 _ A e el b a d o
1.78-Piediabto
7:;77'A==i=V\");~;;'\X~~:-v<'~;:;I("I;y\' L .
//a /"
1. 85
In
~
-
1 t. . 2 O
8 ·1 O
'"
C"l
01
..: 18.0 2
lO
Ol
<Xl
1.89
d>
~
""" ;f~~;~~~~.•~• •
( lL~:=~~~~~~~~~ 1.3 0
entre ellos y pi:esentan en su cara interior visible una superficie plana con-
firiendo uniformidad al techo. Las huellas levemente onduladas (concoi-
dales) y cortas del rebajo nos hacen inferir que fueron logradas con las he-
rramientas de cantos rodados partidos y lascas que se distribuyen profusa-
mente sobre la llanura del sitio y, en general, en todos los lugares arqueo-
lógicos del valle de Casma (foto 11). En un ambiente boscoso, en el que
seguramente predominaron en el pasado los algarrobos en la zona baja, a
deducir por los relictos, estos sencillos implementos, gracias a la abundan-
cia disponible de la materia prima, resultaban sumamente económicos,
prácticos y eficientes para cortar y tallar madera.
El Dr. Tello sugiere que los troncos pueden haber sido cortados a fue-
go (Tello, 1956: 69-70). Quizás ése fue el procedimiento empleado para
las primeras etapas, sobre todo cuando se trataba de árboles corpulentos
pero para acabarlos se valdrían sólo de los instrumentos líticos.
De los ingresos techados, aquellos que han permanecido en la super-
ficie han perdido casi la totalidad de las piezas de madem. Treinta años
después de testimonios parecidos a los observados por el Dr. Tello, re-
su'ltaba triste confirmar que el saqueo no se ha detenido, ellas han sido
retiradas del sitio en forma irresponsable para utilizarlas en pequeños
puentes e inclusive como leña. Debido a su gran peso se l¡ts hacía rodar.
Todavía es posible atestiguar semejante acción vandálica porque unas po-
cas no han completado el trayecto. Afortunadamente se puede rescatar
en su integridad los techos de algunas de las galerías que han permane-
cido enterradas por gruesa capa de arena y piedra, como lo han demos-
trado las labores iniciales de limpieza.
El proceso histórico que el monumento representa no ha quedado re-
velado completamente puesto que nuestros trabajos prácticamente recién
empezados tuvieron que ser detenidos. Conocemos de una fecha de carbo-
no 14 de 342 ± 80 a. C. (Olson y Broecker, 1959: 22) de una muestra que
el Dr. Donald Collier (1960: 413) obtuvo de un pedazo de los dinteles
de algarrobo. Esta edad no debe ser aceptada sin reservas en vista de que
fecharía al tronco y no su utilización por los que edificaron Chankillo. Bien
sabemos que los algarrobos tienen fama de longevos. Además, no hay que ,
olvidar que los dinteles han estado expuestos al aire por mucho tiempo,
sufriendo las subsecuentes contaminaciones del ambiente.
Si se acepta la validez de la datación radio carbónica, la construcción
de Chankillo ~e ubicaría en la época de la expansión ChavÍn (Thompson,
1964: 209-211). Precisamente apoyándose en este dato, Patterson ha in-
dicado que pertenece al extenso patrón de los sitios fortificados sobre los
cerros que ocurre al final del Horizonte Temprano; serían las épocas 8 y
9 (Patterson, 1971: 40-41). Sin embargo, los dibujos de las paredes no
muestran vinculaciones estilísticas can las expresiones artísticas conocidas
para aquel período. Se puede acudir a la otra explicación alternativa, en
el sentido de que · los dibujos fueron hechos posteriormente después que
CHANKILLO 77
el edificio fue Hbandonado por sus consh·uctores. Este parecería ser el ca-
so, ya que ·existe evidencia de ocupaciones y entierros posteriores que po-
siblemente daten desde el período Tiahuanaco. Nosotros hemos recupera-
do una talla de madera reminiscente del estilo Chimú (foto 12), lo mis-
mo que podría acusar el dibujo inciso del guerrero (foto 10).
No obstante estos hallazgos, se debe llamar la atención al hecho de
que en la limpieza efectuada, a pesar de haber extraído varias toneladas
de desmonte, no hemos recogido ningún fragmento de cerámica. Empero,
su ausencia en lugares específicos puede deberse a la función y no a la ver-
dadera cronología de la construcción. Al respecto, cabe manifestar que
más de un estudio ha comentado el poco desgaste del monumento. En
consecuencia, una corta habitabilidad original que podría reflejarse en la
relativa conservación de los elementos arquitectónicos, llega a conveltirse
en una alta probabilidad de encontrar menOr cantidad de rezagos.
Recientemente, en base a nuestros estudios de las asociaciones estilfsti-
cas - arquitectura y cerámica- y de algunos datos estratigráficos, hemos
propuesto que el conjunto Chankillo podría corresponder a la cultura "Cas-
ma", que vendría a ser coetánea COn la cultura "Moche" (Fung y Williams,
Ms) .
La cultura "Casma" está representada por una cerámica identificada
como propia de la localidad pero COn una amplia dispersión que abarca,
según las evidencias actuales, desde Santa por el norte hasta Fortaleza por
el sur. La hemos encontrado sobre la superficie del sitio de Chankill~ y
sus alrededores. Su decoración principal consiste de círculos y punto cen-
tral profundamente impresos y no alisados posteriormente. Kroeber la iden-
tificó como la cerámica de Cerro Sechín y la correlacionó probablemente
cOn las estelas (Kroeber, 1944: 49, Lám. 22). En el trabajo citado líneas
78 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
BIBLIOGRAFIA"
COLLIER, Donald E.
1963 "Archaeological investigations in the Casma valley, Perú". Akten des 34 In-
ternationalen Amerikanisten Kongresses, \Vien, 1960. p ágs. 411-417. Horn-
Viena.
FUNG PINEDA, Rosa
1972 "El temprano surgimiento en el Perú de los sistemas sociopolíticos complejos:
planteamiento de una hipótesis de desarrollo originar'. Apuntes A1'queológicos
2, Lima.
FUNG PINEDA, Rosa y Carlos WILLIAMS LEON
Ms. "Exploraciones y excavaciones en el valle de Casma". Memorias del XXXIX
Congreso Internacional de Americanistas (Lima, 2-9 de agosto, 1970).
KANO, Chiaki
1971 "Excavaciones en Shiliacoto, Huánuco". Actas y Memorias del XXXIX Con-
greso Internacional de Americanistas (Lima, 2-9 de agosto de 1970) , Vol. 3.
págs. 52-62. Lima.
KROEBER, Alfred L.
1944 Peruvian A1'chaeology in 1942. Viking F und Publications in Anthropology,
number four. New York.
IZUMI, Seiichi
1971 "The development of the Formative culture in the Ceja de Montaña: a
viewpoint based on the material s from the Kotosh site. Dumbarton Oaks Con-
femnce on Chavin. October 26 y 27, 1968, (Elizabeth P. Benson, Editora)
págs. 49-72. Dumbarton Oaks Research Library and Collection. Trustees
for Harvard University. vVashington, D. C.
IZUMI, Seiichi y Kazuo TERADA (Editores)
1972 Andes 4. Excavations at Kotosh, Perú. 1963 and 1966. University of To-
kyo Press, Tokyo.
MIDDENDORF, E. W.
1893-95 Perú. 3 Vols . Berlin.
OLSON, Edwin A. y W. S. BROEKER
1959 "Lamont Natural Radiocarbón Dates V." American J01lfnal of Science, Vol.
257, Págs. 1-28. New Haven.
PIMENTEL GURMENDI Víctor y Rosa FUNG PINEDA
1967 La interpretación histórica de Chankillo y planeamiento para su restauración.
(Mimeografiado, 5 páginas) . Casa de la Cultura del Perú. Lima.
RAIMONDI, Antonio
1874 El Perú. Vol. 1. Lima.
ROOSEVELT, Cornelius Van S.
1935 "Ancient civilizations of the Santa valley and Chavin". Separata: The Geo-
graphical Review, Vol. XXV, N9 1, Págs. 21-42. American Geographical
Society, New York.
" Para ampliar la información que acá proporcionamos, remitimos a los lectores
a la bibliografía que el Dr. Hans Horkheimer ofrece en: "Identificación y bibliografía
de importantes sitios pre-hispánicos del Perú", A1'queológicas, N9 8. Museo Nacional
de Antropología y Arqueologia. Lima, 1965.
80 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
SAVOY, Gene
1962a "Archeological remains in the Santa valley region, north central Perú". Pe-
rltvian Times, Vol. XXII, NQ 1105, Carátulas I-III, Págs. 3-13. Lima.
1962b "The Great Walls". Pentvian Times, Vol. XXII, NQ 1115, Carátulas 1-11,
Págs. 3-5. Lima.
1951 The civiUzatiolls of ancient America,
SQUIER, George E.
1877 Pe¡ú: illC'idents of travel and exploratiolls in the land of the Incas. New
York.
TELLO, Julio C.
1956 Al'qtteología del valle de Casma. Universidad Nacional Mayor de San Mar-
cos. Lima.
THOMPSON, Donald Enrique
1964 "Formative period architecture in the Casma valley, Perú". Separata: Actas
y Memorias del XXXV Congreso ele Americanistas, México, 1962. México.
CONCHALES DEL RIO ZARUMILLA, PERU
RÓGGER RAVINES
El sitio
La presente noticia tiene por objeto describir un complejo alfarero re-
conocido por nosotros en el sector fronterizo, peruano-ecuatoriano, denomi-
82 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
nado Loma Saavedra, sobre la margen izquierda del río Zarumilla, dis-
tante aproximadamente 7 km. en línea de aire del pueblo de Zarumilla.
Se llega a Loma Saavedra siguiendo la carretera que conduce de Za-
rumilla a Puesto Po citos y luego el camino carrozable que lleva al Canal
Internacional. El sitio se ubica en la zona recuperada del Canal de Hua- -
quilla o Canal Internacional, frente al cuartel del destacamento de la
Guardia ~epub1icana de Pocitos, unos 1,300 m. al NE, sobre la margen de-
recha del río Bolsico, brazo seco del Zarurñ'illa, y está constituido por un ,
conjunto de conchales, de más o menos 20 m. de diámetro cada uno,
agrupados dentro de un área de 500 . m Z• En su mayoría están en pleno
proceso de destrucción ya que sus residuos están siendo utilizados para
la extracción de cal.
Los conchales ocupan un terreno plano y forman elevaciones más .o
menos notables. Su altura promedio es de aproxinladamente un metro.
En su composición aparecen como especies más frecuentes: Ostl'ea chilen-
sis Philippi, A1'ca tuberculosa Sowerby, Anomalocarclia sub rugosa Sowerby y
A~'ca gmnclis Broderip.
En toda su potencia, según pudo observarse en las partes cortadas, hay
evidencias de ocupación humana, principalmente en forma de abundantes
fragmentos de alfarería y de acumulaciones de ceniza. Aunque no se ha
efectuado ninguna excavación, el material ' recogido de la superficie es bas-"
tante homogéneo, pese a que deben existir diferencias culturales cronoló-
gicas en la zona, como lo ponen de manifiesto unos pocos fragmentos de-
corados recogidos en Salitral Chico (Loma Salitrera, PVI-3), yacimiento
ubicado en la margen opuesta del río Bolsico, y que estilísticamente se re-
lacionancon el tipo San Juan grueso inciso, de la fUise San Juan del Ho-
rizonte Temprano de la zona (Izumi y Terada, 1966;lám. 25).
Alfarería
Los fragmentos recogidos en Loma. Saavedra (sitios: _PVl-2a y PV1-
- , 2b), son tecnológica y estilísticamente idénticos entre sí, presentando inclu-
so las mismas variedades formales. De modo general, en sus caracterís-
ticas materiales se destaca una pasta que varía entre un color marrón claro
y marrón rojizo, bastante friable, regularmente amasada, y con un fuerte
porcentaje de arena COmo temperante. La dureza es alta (más de 4 en
la escala de March) y la -superficie ha sido regularmente alisada. En mu-
chos casos se nota un baño débil de colol~ rojo, que en otros se -constituye
en un verdadero engobe. La técnica de construcción es el modelado a ba-
se de espirales.
Las vasijas, en su mayoría, son de grandes dimensiones. Los pocos frag-
-mentos decorados tienen COmo elementos de disefio hileras de puntos pun-
zonados, círculos estampados COn un objeto tubular o incisiones semi-circu-
lares profundas, hechas al parecer con la uña. Los motivos que se repre-
sentan son ll1Uy simples y de trazado irregular. La decoración pintada se
LAMINA 1
f- ····9
·
· ..
·
·
·
. . .
..
.. .
.
. . . . . .
.,
..
/ :" .
/~~~~-
. . '~:-:- -:-~~- -" ---I-
'.. '. '::: : .:
' .~.
.. ... .
... ~
.
/ :: . . .. - . . ..
/ . . . ¡. . ..
/ • '1)::
- .- - - -- -..
---:-- ~
l~EVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
reduce a engobes de color rojo en las superficies externa o interna y/o ban-
das del mismo color en su borde interno. Un motivo decorativo aparte es
el festoneado del labio, presente especialmente en las escudillas.
A base del material recogido se han definido las siguientes categorías
formales:
a. Ollas de silueta C011-I-]JUesta (Lám. 1, 9; Lám. lI, 1-5)
Son vasijas de tamaño grande, probablemente de más de _50 cm. de
alto, que se caracterizan por un cuello . corto conformado por dos partes:
una cilíndrica inferior, y una hemisférica superior. El diámetro de la bo-
ca varía entre 36 y 25 cm. Su forma, reconstruida a base de diversos frag-
mentos, sería como la ilustrada en la figura 9, de la lámina I.
Las vasijas de esta categOría se hallan entre las más a,bundantes y con-
forman el 45% de la muestra recogida. Las principales variaciones encon-
tradas en la configuración del cuello y labios se ilustran en la Lám. lI,
figs. 1-5. De igual modo, las bases asignadas a esta forma pueden verse en
I
o"---'1 cm.
86 REVISTA DEL MUSEO :-lACIONAL - TOMO XXXIX
Objetos líticos
. Los pocos objetos líticos recogidos consisten en guijarros de CUUl~Zo blan-
co, con huellas de picado en ambos extremos, y cuyo uso más probable
puede haber sido de martillos para abrir ostras y almejas.
Discusión
Las .especies Ostrea chilensis, Ostrea columbiensís, Arca tuberculosa
y Anomaloca1;dia sub rugosa resultan típicas de esta zona del litoral perua-
--~. -~....:-~-
-~ (?) .'
46
'-'\
\ i
L - -
L __ _
- --'- \1)
"-'.
88 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
. . . . . .
o
I !
cm
! ®:Y¡
90 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
Jambelí (Estrada, Meggers y Evans, 1964) realmente muy pocos son los
rasgos COmunes a ambos complejos poniéndose de manifiesto, una vez
más, la gran complejidad del llamado Período de Desarrollo Regional del
área septentrional andina.
Los hallazgos de ' la costa de Tumbes, que tipológicamente difieren
de los materiales arqueológicos hasta , ahora identificados en territorio pe-
ruano, n9s hablan de la urgente necesidad de orientar las investigaciones
arqueológicas 'hacia las zonas externas del territorio, no sólo en busca de
una profundidad temporal, sino COlP.O un medio de apreciar mejor y más
claramente esas tan traídas relaciones entre norte y centro de ,los Andes
Centrales y el proceso histórico de la gran comunidad andina.
REFERENCIAS CITADAS
COKER, Richard
1910 "La ostra ele Tmnbes". Boletín de la Dirección de Fomento, Agricultma
y Ganadería, Vol. VIII, NI' 8, págs. 1-27. Lima.
ESTRADA, Emilio, Betty J. MEGGERS y Clifford EVANS
1964 "The Jambelí Culture of South Coastal Ecuador". Proceedings of the United
States National Museum. Vol. 115, N\> 3492, pp. 483-558, Smithsonian lris-
titution, Washington.
IZUMI, Seiichi y Kazl10 TERADA
1961 "Excavations in the ValIey of Tumbes, Perú". The ]ottrnal of the Anthro-
pologicál Society of Nippon (Zinruigakú Zassi). Vol. 68, pp. 196-204, Tokyo.
1966 Andes 3. Excavations at Pechiche and Garbanzal, Twnbes Valley, Perú 1960.
Kaelokawa Publishing Co, Tokyo. 109 pp. + 42 láms.
MEJIA XESSPE, Toribio
1960 "Algunos nuevos elementos de la civilización .Recl1ay-Pasto en el extremo
norte del litoral peruano". En: Antiguo Perú: espacio y tiempo'. Trabajos
presentados a la Semana de Arqueología Peruana (9-14 de noviembre de
1959). Págs. 205-217. Lima.
NOBLECILLA, J.
1892 Topografía de la Haciencla Zarumilla en invierno. Guayaquil, Imp. "El
Tiempo". 38 págs.
PETERSEN, Georg
1949 "Condiciones geográficas y geológicas de la cuenca elel río Zarumilla". So-
ciedad Geológica del Perú. Volunlen jubilar XXXV Aniversario, Pal:te 11,
Fascículo 7, págs. 1-39, Lima.
1960 "Tumbes, das tropische Keustengebiet im norderstlichen 'Perú". Peruanische
Post. 6 Jahrg, N\> 2, pp. 17-22 Y NI' 3, pp. 9-14. Lima. (13 y 20 Janual').
ESTRUCTURA Y ORGANIZACION DEL HABITAT EN
LOS ANDES CENTRALES DURANTE EL PERIODO
INTERMEDIO TARDIO
DANIELE LAVALLEE
Intruducción
El proyecto A-C-L
Los LÍMITES actuales de los departamentos de Junín, Huancavelica y Lima
corresponden a las antiguas fronteras de tres pequeñOs señoríos preincai-
cos: el señorío de los Asto, que pertenecía a la etnía Anqara; el de los '
Chunku, que pertenecía a la etnía Wanka; el de los Laraw, que pertenecía
a la etnía Yauyu. Aunque actualmente carecen de cohesión interna, esos
grupos conservan sin embargo particularidades étnicas y culturales que
10s oponen entre sí y cuya existencia ha sido puesta en evidencia por las
investigaciones de Henri Favre, a partir de 1964. A iniciativa , de este in-
vestigador en 1969 se formó un pequeño equipo pluridisciplinario que
comprendía, además de dos arqueólogos, etnólogos y genetistas 1. De 1970
a 1972 los tres señoríos han sido sucesivamente estudiados, en estas di-
ferentes perspectivas de la investigación, con el propósito de dar cuenta:
1) de su organización y sus mutuas relaciones en la época prehispánica;
2) de la continuidades y supervivencias a lo largo del período colonial y
republicano; 3) de su situación actual en el conjunto de las poblaciones
de la región.
En el conjunto de esta investigación, la arqueología debía abordar va-
rios problemas concernientes a cada uno de los grupos considerados:
1) localizar los establecimientos inmediatamente prehispánicos e intentar
encontrar las correspondencias entre esos sitios y los ayllus señalados en
los documentos 'históricos.
2) estudiar los patrones de establecimiento, es decir, la relación de los
sitios COn el paisaje y el medio ecológico, su disposición interna y la orga-
nización del habitat.
La 1'egión
Antes de la conquista española, el territorio controlado por los Asto
se extendía entre el río Mantaro, por el este, y el río de la Virgen, por
el norte. El río Vilca (Vilcamayo), afluente del anterior, atraviesa la re-
gión más o menos por su parte central. Desde la pampa de Turpo, don-
de nace aproximadamente a 5,000 mts. de altura, el torrente ha cavado
su garganta en forma profunda. En cada vertiente las pendientes son muy
fuertes y cortadas por hundimientos y derrumbes, en las que difícilmente
se aferra una vegetación de gramíneas y de espinos. Hacia los 4,000 mts.
I comienza la puna: una sucesión continua de estepas coloreadas por el verde
I amarillento de las matas de ichu, salpicadas por pantanos y lagunas, y limita-
1- das en el horizonte por la Oscura barrera, coronada de nieve, de los picos
que alcanzan entre 5,000 y 6,000 mts. '
I A pesar de su encajonamiento y de su altura que nunca es inferior a
los 3,000 mts., esos valles actualmente concentran una población relativa-
mente densa, que vive de una agricultm:a basada en el maíz y los tubércu-
los, así como de los cereales de procedencia europea. Los pueblos más
grandes, Moya, Vilca, Manta, a lo largo de Vilcamayo, y Pilchaca, Cuen-
ca y Conaica, en la margen derecha del Mantaro, se sitúan entre los 3,100
y 3,700 mts., mientras que numerosos caseríos pequeños se cuelgan de la
pendiente, incluso hasta el límite del altiplano no cultivable, donde los
hombres se esfuerzan por hacer retroceder sus límites. Más arriba, en la
puna, algunas estancias de pastores están agrupadas en anexos, a menudo
de creación reciente, mientras que otras existen aisladas.
En los últimos siglos que precedieron a la llegada de los españoles el
patrón de ocupación del suelo fue completamente diferente. Los Asto ocu-
paban una serie de sitios. fortificados, edificados entre los 3,700 y 4,500 me-
tros de altura, en las dos márgenes del río Vilcamayo, así como en la mar-
gen derecha del Mantaro, cuyo' curso constituía el límite de su territorio.
HABITAT DE LOS ANDES CENTRALES 93
caso, ciertos pueblos podrían haber sido fundados durante el período de in-
fluencia Wari, sea porque una expansión demográfica importante hubiera
hecho retroceder los límites del espacio habitado, sea porque una crecien-
te inseguridad obligara a buscar sitios protegidos para allí construir nuevos
pueblos. Sin embargo, en ningún caso los tipos de cerámica propios del
Horizonte Medio forman parte del equipo doméstico de los Asto.
Por otra parte, es más que probable que el territorio Asto haya sido
ocupado progresivamente, y que las fechas de fundación de los diferentes
ayllus puedan escalonarse a lo largo de casi un siglo.
De todos modos, se puede calcular en aproximadamente cinco siglos
la duración mínima de la ocupación Asto. Sin embargo, el material cerá-
mico recogido (14,800 fragmentos en total) es sorprendentemente homo-
géneo. La cerámica se reparte en cinco tipos principales, a los que se agre-
ga el tipo Inca cuzqueño, representante de la última fase de ocupación
de los pueblos, y un pequeño número de fragmentos de diversos tipos,
probables restos de cOmercio o de intercambios. Los cinco tipos principa-
les están presentes en todos los sitios en proporciones equivalentes. No está
en nuestro propósito describir aquí esta cerámica, cuyo estudio detallado
será objeto de una próxima publicación. Nos limitaremos, pues, para resi-
tuar el señorío de los Asto en el conjunto de las poblaciones de los An-
des Centrales de esa época, a señalar que los dos tipos mayoritarios son:
-un tipo can decoración negro-blanco-rojo, llamado Patan Koto, bastante
conocido en todo el seotor de los Andes Centrales comprendido entre Ju-
, 'nín y Huancayo, y
-un tipo emparentado con el p.recedente, pero diferente en sus formas y
colores, eue hemos llamado Moya por no haberlo encontrado descrito ni
i , _
4. P. Cieza de León, La Cr6nica elel Perú, cap. LXXXV, Buenos Aires, 1945,
pág. 231.
HABITAT DE LOS ANDES CENTRALES 95
ocupación efectiva, de los Incas. Por otra parte, parece que la influencia
Inca se dejó sentir de manera más fuerte en los establecimientos de me-
nor altura, donde las condiciones climáticas eran favorables a la agricul-
tura, pues 11 de los 16 pueblos en que hemos encontrado cerámica Inca
polícroma (sobre un total de 27 pueblos Asto) se encuentran debajo de los
4,000 metros de altura.
Con la llegada de los españoles todo va a cambiar. Se piensa, confor-
me a los documentos históricos en nuestro poder, que la reducción de la
población Asto en cuatro comunidades (Moya, Vilca, Cuenca y Conaica) tu-
vo lugar entre 1555 y 1569, bajo las órdenes del encomendero Amador de
Cabrera. Es posible que esta reducción haya sido rápida, y que los pue-
blos de las alturas hayan sido abandonados muy rápidamente, sin ser des-
truidos.
La destrucción más o menos sistemática de los establecimientos Asto
más bien parece ' ser obra, primero, de las autoridades civiles o religiosas
. españolas, en el curso de ,la campaña de extirpación de idolatrías realiza-
da a lo largo de los siglos XVII Y XVIII, y, más cerca de nosotros, la
de los actuales campesinos. Estos; en efecto, tienden a aumentar incesan-
temente la superficie cultivable (debajo los 4,000 mts.) . En los dos casos
SOn destruidas las construcciones antiguas y los materiales sirven para edi-
ficar nuevos murOs de terraplén o de contención.
Actualmente no quedan, en la mayoría de los casos, sino bases de mu-
ros que apenas alcanzan 20 cms. de altura. En ciertos sitios mejor conser-
vados los muros alcanzan excepcionalmente de 60 a 80 cms. Por último,
muchos de ellos, completamente destruidos, sólo se localizan gracias a la
cantidad de fragmentos de cerámica que cubren los campos de cultivo.
Muy brevemente bosquejada, ésta es la historia de los pueblos Asto.
En el curso de dos campañas de trabajas de campo (julio-octubre de 1970
y julio-octubre de 1971) se ha localizado y estudiado 27 sitios:
gar que se habita. Cada pueblo, cualquiera que fuera su altura, poseía a
la vez tierras de cultivo y pastos, pero el simple estudio arqueológico no
puede aportar índice alguno sobre la localización y, sobre todo, de la de-
limitación de las áreas de que disponía cada comunidad.
El espacio construido
Ya sea que se encuentren por encima o debajo de los 4,000 metros,
todos los establecimientos Asto presentan las mismas características gene-
rales: se trata de conjuntos de construcciones de piedra agrupados en pun-
tos elevados, tales como en las cimas redondeadas de colinas o en espo-
lones rocosos, que dominan el curso de los ríos. Por otra parte, este tipo •
de ocupación del suelo no es particular de los Asto y, para no hablar sino
de :los Andes Centrales, la misma ocupación se encuentra durante todo el .
Período Intermedio Tardío, desde la pampa de Junín hasta la hoya de
Ayacucho. En la región que describimos, la mayor parte de los picos está
constituida por grandes pliegues calcáreos orientados del noroeste al sud-
este; los flancos estructurales de esos pliegues forman afloramientos dia-
clásicos que se cortan en grandes bloques, mientras que el flanco opuesto
constituye un barranco más o menos abrupto. Los pueblos tienen así, casi
siempre, un flanco de acceso con pendiente relativamente débil, mientras
que uno o varios flancos lo constituyen una pared rocosa, escarpada o inac-
oesible. Del lado donde faltan las defensas naturales en muchos casos exis-
te un sistema artificial de fortificaciones, constituido por un muro circun-
dante, simple o doble. En todos los casos, la combinación de las pare- .
des rocosas y de las fortificaciones transforma las cumbres en bastiones for-
tificados can un solo acceso. Tal disposición no puede sino tener un fin de-
fensivo : las guerras entre los señOríos era frecuente antes que los Incas in-
corporaran esos territorios a su imperio y los textos de los cronistas están
llenos de relatos de luchas entre grupos o confederaciones vecinas por la
conquista de una precaria hegemonía local.
Esta búsqueda sistemática de los puntos dominantes obligaba, sin em-
bargo, a los Asto a instalarse en superficies limitadas, con pendientes más
o menos fuertes, que a menudo exhiben afloramientos rOCOSOs. Hemos
constatado que en todas partes el espacio disponible fue utilizado al máxi-
mo, contándose siempre con los espacios necesarios para la circulación, pa-
ra la reunión y para la actividad cotidiana de la población. Según la to-
pografía particular de cada lugar y, sobre todo, según la inclinación de las
pendientes, se adoptaron diversas soluciones y los levantamientos topográ-
ficos al 1/100 que hemos podido efectuar en sectores de diez pueblos di-
ferentes han hecho aparecer dos modalidades (Lám. 1):
1) en las cumbres más o menos planas, donde toda la superficie pue-
de ser utilizada can continuidad, las construcciones circulares, de forma
siempre idéntica y de tamaños similares, están dispuestas en óvalo, unas
al lado de otras, en grupos de construcción de 4 a 8 y a veces de 10 a 12
98 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
I
I B
-- - -- _1
/
L_ --------
1
L --
- - - -, r-
\
I \
I \
,
I \
I
I
~- -- _.J
--¡ r --_...-._------ -,
/ 1
I I
I I I
I
I
I
Lám. 1. Esquema de organización del habitat A: habitat: de la cumbre, con uni-
dades celulares .a grupadas. B: habitat en ladera, con unidades celulares
agrupadas en terrazas y en damero por un sistema doble de calles.
KUNIARE,
Lám.2.
o
Ejemplo de habitat celular de la cumbre: Kuniare (4,!OO m.); levanta-
miento topográfico efectuado en el sector central.
los patios, a veces del mismo largo pero más estrecho, casi rectangula-
res. Para circular de un conjunto a otro, sobre una misma terraza (comu-
nicación horizontal), hay pasajes estrechos similares a los del patrón pre-
cedente; pero, para pasar de una terraza a otra (comunicación vertical)
hay que valerse de verdaderas calles de fuerte pendiente que, de tanto
en tanto, interrumpen la continuidad horizontal de las terrazas. Esos ejes
de comunicación, paralelos a la línea de la pendiente, a su vez, están co-
municados entre sí por un segundo sistema de calles, en este caso perpen-
dicular a la línea de la pendiente. Toda esta red de calles, de aproxima-
damente 1.50 mts. de ancho, cuadricula el espacio construido y lo divide
en una serie de "barrios" cerrados, cuya altura varía (pueden tener 2, 3 ó 4
pisos de terrazas, según los sitias), pero cuyo largo casi siempre es de
unos 50 mts. (Lám. 3).
Las dos modalidades coexisten en varios sitios, allí donde el habitat
de la terraza se encuentra en la periferia del habitat de la cumbre. El
sistema de calles se interrumpe al suavizarse la pendiente, salvo en cier-
tos casos, cuando las calles desembocan en explanadas centrales, rodeadas
.,100 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
Lám. 3. Ejemplo del habitat celular de la pendiente: Astomarka (4,100 m.); levan-
tamiento topográfico efectuado en el sector central, correspondiente al
primer plano visible en la foto 1 - A.
Todos los edificios Asto son parecidos a este patrón, salvo alg~nas pe-
queñas variantes en las dimensiones y en la forma general. En ningún si-
tio hemos encontrado construcciones de otro tipo, rectangulares o cuadra-
das. La existencia de edificios compuestos es también eX'cepcional y, sobre
un total de 20,000 m2 trabajados, no hemos hallado sino dos ejemplos.
En el interior de una unidad celular no hemos encontrado absolutamente
nada que distinga la arquitectura de un edificio de la de otro, ni que per-
mita intuir su fina'lidad.
Pisos y áreas de actividad
El ideal habría sido poder limpiar completamente los pisos de todos
los edificios de una unidad celular, y esto en varios lugares. Sin embargo,
el estado de conservación de los mismos determinó que tal trabajo fuera im-
posible, ya que en ninguna parte hemos hallado una unidad en la que to-
dos los edificios estuvieran suficientemente conservados. También debemos
precisar que nunca dispusimos de más de ochos días de trabajo en un mis-
mo sitio. En Chuntamarka escogimos una unidad construida sobre una te-
rraza del flanco sudeste, compuesta originariamente por 6 edificios, de
los que solamente 3 estaban en condiciones de ser excavados; los otros 3
no cOnstaban sino de una pequeña porción de muro y el piso arqueológico
había desaparecido completamente. En el sitio de Kuniare el estudio se
hizo sobre una unidad ubicada en la pendiente sur, compuesta de 5 edi-
ficios relativamente bien conservados, mientras que , un sexto parecía haber
desaparecido casi completamente. Por otra parte, la limpieza de pisos
efectuada en 15 edificios aislados (pertenecientes a unidades parcialmente
destruidas), en diversos sitios, permitió verificar hipótesis relativas a la uti-
lización de las estructuras o de los restos contenidos en los pisos arqueo-
lógicos.
En efecto, los testimonios hallados en el interior de los edificios son
de dos clases: por una parte "estructuras fijas" que pueden haber sido cons-
truidas (empedrado, pozos) o no construidas (fosos para basuras, fogones
y áreas quemadas, montones de cenizas), y, por otra parte, objetos mue-
bles (fragmentos de cerámica, objetos de piedra talladá o pulida, objetos
de hueso o de metal), cuya repartición en el piso da cuenta de la dispo-
sición interior de cada edificio. Del examen de esos testirnonios es posi-
ble deducir, en cierta medida, la organización de las áreas de actividad
de ,cada edificio. La .variedad y número de objetos nos informa, también,
del equipo técnico de los ocupantes y de su uso probable, y, a partir del
análisis de restos orgánicos de toda clase, de la natu~'aleza de los produc-
tos que fueron utilizados o consumidos.
l. Estructuras construidas:
a) Pozos: (foto 4) en 6 pueblos (OIlute, Waraqolaqay, Wanaqasa, so-
bre los 4,000 mts., y Antas, Marka-orko, Willkaymarka, entre 3,500 y 3,700
mts.) hemos encontrado edificios que contenían · cavidades con la aparien-
HABITAT DE LOS ANDES CENTRALES 103
cia de ser pozos, siempre situadas en el centro. ' Se trata de. cavidades cir-
culares o en forma de herradura, cuyo diámetro máximo varía entre 70
y 90 cms. y cuya profundidad alcanza de 90 cms. a un metro; 1a pared,
vertical o muy ligeramente inclinada (pozos tronco cónicos ), está constitui-
da por un conjunto de bloques o de pequeñas losas calcáreas de peque-
ñas dimensiones, dispuestas en hiladas regulares, sin argamasa y sin reves-
timiento alguno; el piso está constituido la más de las veces por la roca
del subsuelo (en general calcárea), o está burdamente empedrado con pie-
dras más o menos p1anas de forma irregular. El contenido de esos po-
zos no ofrece sino muy pocos vestigios: algunos fragmentos de cerámica .
o restos óseos repartidos en todo el espesor del relleno; parece que hu-
bieran sido vaciados cuando se abandonó el pueblo, y que los escasos res-
tos que aún contienen hubieran caído accidentalmente del piso que los ro-
dea, en el curso de la destrucción progresiva del edificio. La naturaleza
de su albañilería los hace evidentemente impropios para depósitos de
agua, y hemos pensado que probablemente se trataba de una suerte de si-
los, que pueden haber servido para guardar tubérculos, parecidos a los
shunkullu en los que, hasta comienzos de siglo, los campesinos de esta
región de los Andes Centrales depositaban su cosecha de tubérculos. Un
hecho importante es que los edificios con dichos pozos jamás forman parte
de una unidad celular, y que siempre se encuentran en un sector del pue-
blo particularmente protegido. Parece así que se trata de estructuras de
uso colectivo, antes que individual o familiar.
b) pisos empedrados: (foto 5) en dos ocasiones hemos puesto al des-
cubierto un piso empedrado, constituido por una sola capa de piedras li-
geramente canteadas, que formaban un revestimiento continuo y horizon-
tal aunque trabajado en forma poco cuidada. En los intersticios se habían
introducido numerOSOs vestigios pequeños (fragmentos de cerámica o frag-
mentos óseos), que nunca se encontraron debajo de las mismas piedras.
¿Cuál pudo ser la utilidad de ese empedrado? Hace la superficie poco pro-
picia para la circulación y, en general, para el habitat, en una región don-
de la gente generalmente caminaba descaIza y dormía en el suelo sobre
una pieles o mantas. Por eso suponemos que se trataba de graneros o
depósitos, en los que la presencia de las piedras cubriendo el suelo en
cierta medida protegía de la humedad a los productos animales o vege-
tales que allí se depositaban. En uno de los dos casos estudiados se en-
cuentra, por otro lado, gran número de fragmentos de cerámica disper-
sos en e1 suelo, procedentes de vasijas de gran tamaño, probablemente
destinadas a guardar las reservas.
2. Estructuras no construidas:
a) fosos para basura: son esos fosos excavados a lo largo del muro, en
el interior del edificio, miden entre 20 y 30 cms. de profundidad y son de
forma cónica. Siempre contienen cenizas, mezcladas o no con restos de
carbón, de restos óseos y de fragmentos de cerámica en proporciones va-
10~· REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
riables. Ocurre que un mismo edificio contiene dos o tres de estos fosos,
que Con seguridad servían para recoger los restos alimenticios y el vaciado
de los fogones.
b) fogones y cenizas: sin excepción, los pisos de todos los edificios
excavados exhiben huellas de combustión, sea de carbón vegetal o animal,
montones de cenizas, o áreas de tierra, más o menos variables, enrojecidas
por el fuego. Sin embargo, conviene hacer la distinción entre los fenó-
menos contemporáneos de la ocupación Asto y lo que podrían resultar de
modificaciones ulterio:l:es (incendios posteriores a la conquista española, o
combustión de troncos y raíces espinosas en ocasión de la actual recolec-
ción de leña de los campesinos). Es muy difícil, en un piso de poco es-
pesor, afirmar que un ' área de combustión está o no en relación con la vi-
da doméstica; por eso hemos establecido nuestra distinción a partir de los
elementos que componen dichas áreas y de su ubicación en los edificios.
Sólo en 3 de 23 construcciones encontramos verdaderos "fogones", es decir
una estructura circular, ligeramente convexa, compuesta de una costra ne-
gra sobre tierra enrojecida, y rodeada de un anillo de ceniza más o menos
grande. En los trece casos el fogón se encuentra en la parte central del
edificio. Hemos, igualmente, considerado cOmo fogones las estructuras ha-
lladas en otros 5 edificios, compuestas por un montón de carbón o de ce-
nizas sobre tierra enrojecida, que pueden haber sido semejantes a los an-
teriores pero abandonados en otro estado de utilización. Cuatro de los fo-
gones están en el centro del edificio y uno justo delante de la puerta. O sea
que los fogones nunca se encuentran adosados al muro sino en la parte cen-
tral del edificio.
Cada uno de estos fogones siempre tiene asociado un montón de ce-
niza depositada a lo largo del muro y generalmente en la parte opuesta
a la puerta. Estas cenizas se hallan directamente sobre el piso, en uno de
esos hoyos de que hemos hablado, y, en otros casos, se encuentra un gran
montón de ceniza en un edificio que no tiene fogón, como si se hubiera
querido cOnservarla con algún fin preciso, que desconocemos.
Así, los únicos índices seguros de la actividad de cocción son los fo-
gones que hemos encontrado en 8 de 23 construcciones. Sin embargo, la
cocción de alimentos no es sino uno de los aspectos de la . actividad culi-
naria en general, que también puede ser atestiguada por la presencia de
restos óseos, así como por la de determinados utensilios, tales como los
que sirven para moler, o por la cerámica de cocina. Ahora bien, si con-
sideramos estos elementos y no sólo los fogones, las 23 construcciones han
podido servir de cocina. No es pues posible distinguir los edificios que ha-
yan servido exclusivamente de cocina, de los que puedan haber cumplido
otra función (granero, dormitorio, etc.) porque todos parecen haber sido
usados para actividades culinarias en un momento dado de su existencia.
Aun los edificios de piso empedrado contienen cierta cantidad de restos
óseos, muy fragmentados, y a veces quemados en parte.
HABITAT DE LOS ANDES CENTRALES 105
El equipo doméstico
Para reconstruir aquello que en el siglo XV formaba el equipo técnico
de una familia campesina de los Andes no disponemos sino de los objetos,
a menudo rotos e incompletos, que cubren el piso de las habitaciones. Son
a la vez testimonio de gestos técnicos y, en cierta manera, el reflejo de
los recursos naturales aprovechados por el hombre. Su presencia en el pi-
so de un edificio, y el lugar que en él ocupan, puede informa'rnos sobre
las actividades que se desarrollaron en dicho edificio, ya sea que se trate
de su misma naturaleza (actividad culinaria, agrícola, etc.) o de la re-
construcción de cadenas de gestos.
La gama de materias primas es reducida: tierra cocida para los reci-
pientes, piedra y, en menOr proporción, hueso para las herramientas. El
metal y la madera son excepcionales; los pocos objetos de metal han de-
bido ser llevados por los habitantes cuando abandonaron el pueblo; en lo
concerniente a la madera, muy rara en esas zonas donde no crecen sino
algunos arbustos, no se ha 'Conservado en el piso de los edificios. Tampoco
quedan restos de pieles o de la lana de que debían estar hechos vestidos
y mantas.
1. La cerámica
Para nosotrOs constituye un elemento esencial en nuestro intento de re-
construir la vida cotidiana del grupo humano. Por eso la hemos estudiado,
a la vez, como elemento cronológico y de diagnóstico cultural, y, desde
un punto de vista funcional, como parte de los objetos usuales que poseían
los ocupantes de los edificios.
Sin embargo, por diversas razones, es difícil reconstruir cuál pudo ser
en un momento preciso · el menaje cerámico que componía la "vajilla"
de una familia. Podemos tener una idea muy precisa del género de reci-
pientes, de su tamaño, su forma y de su uso probable, pero, por el contra-
rio, es difícil saber cuántos recipientes fueron utilizados simultáneamente.
La ocupación de los pueb10s Asto parece haber durado alrededor de 5 si-
glos y, en el transcurso de ese tiempo, los 15 ó 20 cms. de tierra, sobre el
zócalo rocoso, que constituyen el nivel arqueológico, han sido constante-
mente removidos; cada fase de ocupación no ha hecho sino agregar nue-
VOs componentes a los dejados por los anteriores ocupantes, yesos pocos
centímetros de tierra contienen los restos mezclados de todas las épocas
de ocupación, sin que sea posible distinguir en ellos estratos claramente
superpuestos. Por otra parte, las habitaciones debieron limpiarse regular-
mente y la mayor parte de los fragmentos de una vasija rota accidental-
mente ser arrojados al exterior; únicamente permanecerían en el piso,
hundidos poco a poco poer la,s pisadas y por el aporre de tierra, los frag-
mentos que ocupaban poco espacio. Esto nos ha sido confirmado por dos
hechos: de una parte, en la mayoría de los edificios excavados los reci-
pientes de cerámica no están representados sino por 3 a 10 fragmentos co-
106 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
CHUNTAMARKA _ 0
Sonstruction B "o
(,
f1
.
Q
,
\:)0
O ~
o (;
(> Cy J'" •
-, \
:: ,~ o
e V \
r---
\
O C.l '-
~
G \
"
\ ; " :.
~.'
<) , /-dt¡
\
D !}
~ t>
.c. >
V S
c¿~
" "
Q
¡
<;)
D
,\ i) o
'j
I
~ O (. - -
I
'¿
D C.E«"''''''CA
...- I-IUES O S
CAR..B ON
a un foso de cenizas, ubicado oontra la pared del fondo (lo que permite
suponer que, cuando se rompían accidentalmente, los fragmentos de esos
ceramios en parte eran echados al foso, donde se mezclaban con las ce-
nizas dei fogón); por último, que los fragmentos de las copas y escudillas,
que podían haber servido como platos, estaban dispersos en la parte me-
diana de la habitación, ligeramente detrás del fogón con relación a la
puerta.
El piso estaba, además, regado de restos óseos, quemados y sin que-
mar, y, en poca cantidad, de fragmentos de herramientas líticas.
b) Shanlci: el ¡pi~o del edificio contenía, en 5 a 10 cm. de espesor,
555 fragmentos de cerámica, que representaban un total de 40 recipientes
(ver foto 7):
-10 a 12 jarras de 50 a 80 cms. de altura, con boca bastante ancha (de
15 a 25 cms. de diámetro).
-6 marmitas de diversos tamañ-os, con el fondo ennegrecido por el con-
tacto con el fuego.
-1 gran copa de fondo p'lano, de aproximadamente 30 cms. de diámetro.
-8 ó 9 copas de un diámetro que varía entre 7 y 18 cms. de las cuales
una tenía el fondo ennegrecido.
-1 cuchara grande con mango plapo.
A éstos se agregan, aproximadamente, una decena de recipientes de
forma y tamaño des<i¡\onocido, representados por 166 fragmentos, que pa-
recen pertenecer especialmente a jarras.
No ha sido posible distinguir, como lo hemos hecho en Chuntamarka,
una repartición preferencial de fragmentos en función del tipo de recipien-
tes de que provienen, porque el piso de este edificio parece haber sido
removido más ampliamente. Sólo se ha constatado que los fragmentos
de marmitas culinarias eran un poco más abundantes hacia el fondo de la
habitación, en la proximidad de un montón de cenizas que se encontraba
al pie del muro. E'l piso contenía, como en Chuntamarka, numerosos res-
tos óseos quemados y sin quemar.
c) Kunia1'e: en este último pueblo se estudió toda una unidad de 5
edificios, y allí se abrieron zanjas en el patio central. En total, el piso de
los 5 edificios y de la parte del patio excavado contenía los restos de 135
a 140 recipientes de cerámica que, grosso modo, se repartían de la si-
guiente manera:
-76 jarras de divers.os tamaños, presentes en todos los edificios.
-31 ollas o marmitas de cocina, presentes en todos los edificios, sobre to-
do en los edificios A y B, Y en la zanja.
-5 copas o escudillas, una en el edificio B, las otras en la zanja.
-23 cera mios de forma indeterminada, para el conjunto de edificios y de
la zanja.
HABITAT DE LOS ANDES CENTRALES 109
KUNIARE
Construction A
(74
.. ... ,',
~'0
' . ' ,.
vq o[',f> "
Ll
</, (',:
<J
.,...,. ¿)
0
,0
6 0
a
o
<J D
D C:E"AHICLI
""'" >-IU.ES Os
• A.J<T..t.¡:.~CTOS !.ITICOS
r.:-:7¡ CE N I ZA
CAREON
n. La industria lítica
No vamos a presentar aquí la descripción y el análisis detallado de
:los diferentei tipos de herramientas o de instrumentos de piedra tanada
y pulida enconh~'ldos en los pueblos Asto. Aquí sólo nos interesan aquellos
que, por su uso o repartición topográfica, pueden apOltar elementos para
nuestro conocimiento de las estructuras y de las modalidades del habitat.
Los Asto han utilizado la piedra para muchos fines: cazar o guerrear,
con bolas, hondas o lanzas con puntas de piedra tallada y, por último, con
mazas o cachiporras; para cu'ltivar la tierra, con los pesados rompeterro-
nes, los cavadores, las azadas; para recolectar las plantas cultivadas o sil-
vestres, con la ayuda de pequeños cuchillos, a veces dentados en "hoz" y
muy lustrosos; pm:a moler y triturar los tallos o granos, sobre hatanes o
en morteros; para cortar la carne, romper los huesos y, por último, raer
las pieles con toda una serie de instrumentos que van desde los moledo-
res masivos a los pequeños cuchillos y raspadores. Todos esos instrumen;
tos se encuentran tanto en la superficie de los sitios como en el piso de
los edificios, pero no al azar; algunos se encuentran casi siempre en el ex-
terior, otros de preferencia en las habitaciones, donde su presencia y su
posición sobre el piso puede constituir un índice de las actividades reali-
zadas en ese edificio. Así, casi todas las construcciones excavadas contie-
nen uno o varios instrumentos de molienda. Sin embargo, si bien las ma-
nos de morteros son relativamente abundantes, los soportes masivos (bata-
nes y morteros) son ,escasos y no siempre corresponden a la repartición de
los elementos activos que les son complementarios. En varios casos hemos
encontrado manos de mortero sin el mismo y de batán sin éste. ¿Debe-
rnos considerar como único índice seguro de la actividad de la molienda
la presencia de un mor·tero en un edificio? En este caso dicha actividad
habría estado concentrada solamente en uno o, tal vez, en dos edificios de
una unidad celular, mientras que los elementos ligeros (manos de batán
y de mortero) habrían sido transportados y depositados indiferentemente
en cua:lquier lugar. Por el contrario más parece que la actividad de la mo-
lienda se haya efectuado en todos los edificios en un momento dado de
su ocupación, y que muy a menudo los batanes y morteros hubieran sido
quebrados (con frecuencia 10s encontramos incompletos y a veces volteados
en el suelo), o recuperados en feaha más' o menos reciente por los cam-
pesinos que hoy los utilizan en los pueblos nacidos de la "reducción" es-
pañola.
Lo que igualmente encontramos en los edificios son los desechos o los
núcleos gastados corno resultado de la tana de la piedra y de la fabrica-
ción de los pequeños utensilios tallados en las lascas. O sea que, a me-
nudo, el trabajo de la piedra se hacía en 'la misma habitación.
HABITAT DE LOS ANDES CENTRALES 111
TERRITORIO ASTO:
• PUEBLO A.CTUAL
v; ]GO O
lo.
'\
\ [
/
$Y>e , '~' Y\ '\ (¿IKp' ( JAMB ON! X> » ) '> .. > < ) > \ \ '1"1\'1'11 S -0>\ lo '
!~
A /(\~ ~ ~
HABITAT DE LOS ANDES CENTRALES 113
:UONALD E . THOMPSON
I
I
Otros sitios ubicados en el área de Llamellín a la fecha se encontra-
rOn demasiado alterados por los recientes cultivos agrícolas, que impiden
detalladas observaciones arqueológicas, por eso no serán tratados aquí. Sin
embargo, el pueblo de Llamellín es en sí de interés etnográfico, porque
los habitantes aún conservan remanentes de las viejas divisiones sociales
preincaicas de "ichoc-allauca" (izquierda-derecha), las cuales sabemos que
han existido en otras partes del Marañón (Thompson y Murra, 1966).
Desde Llamellín hicimos excursiones a ' Rapayán y Tinyash. Rapayán
forma parte de una serie de sitios espectaculares con edificios impresio-
nantes que incluyen torres de múltiples pisos. Estos sitios han sido des-
critos por Flornoy (1957) Y Ayres (1964), y no repetiremos los detalles
aquí. Rapayán ' tiene claramente una arquitectura mucho más elaborada
que los sitios de Llamellín. Rapayán es un buen ejemplo etnográfico de
la exploración de varias zonas altitudinales. Muchos de sus habitantes
viajan continuamente, por tres o más días, . a la selva alta para cultivar se-
menteras de tierra baja.
Aunque en la bibliografía arqueológica hay referencias a Tinyash, (An-
túnez de Mayolo, 1935, Tello 1960), el sitio es poco conocido. Tinyash, al
igual que Rapayán, es mucho más espectacular que cualquier otro de los
sitios de Llamellín, pero presenta un estilo arquirtectónico sui genel'is.
Son típicos de su arquitectura unos muros ciroul3:l'es que rodean grupos de
grandes casas rectangulares, El más estrecho paralelo con Rapayán se en-
cuentra en dos elaborados edificios, de múltiples pisos, con techos a dos
aguas. En Tinyash la arquiteotura es de alta calidad y algunos arqueólo-
gos le atribuyen a este sitio una antigüedad mayor a la de cualquier otro
de la región. Desafortunadamente, los escasos restos de cerámica recogidos
de la superficie son atípicos, de modo que el problema de la antigüedad
no está resuelto (Thompson y Ravines, 1973).
Un breve trabajo de explomción realizado posteriormente incluyó las
áreas de Monzón, Huamachuco, Parcoy y Uchucmarca, siendo esta última
la que se escogió para un estudio intensivo.
El territorio de la comunidad de U chucmarca se circunscribe a un va-
lle tributario que desde la pendiente este desciende al Marañón. Por ot'ro
lado, dentro de los confines de la comunidad, uno puede ascender desde
el valle caliente semitropical del Marañón hasta la zona de la puna en-
tre los 4000 y 4500 mts. sobi.·e el nivel del mar, pasando a través de una
gran gama de microclimas. Las laderas que bordean Jas partes más altas
del valle marcan el comienzo de la ceja de selva. Uchucmarca, de esta
suerte, se encuentra muy cerca a la alta, densa y nubosa vegetación fores-
tal. A la fecha, la zona es explotada en toda su compleja variedad eco-
lógica, como probablemente también lo fue en el pasado.
El trabajo arqueológico realizado en la zona incluyó un reconocimiento
preliminar, seguido de nuestras excavaciones de prueba en cuatro sitios y
de algunos reconocimientos adicionales en sitios más apartados. Los sitios
FOTOS
1. Muros fortificados en la cumbre de Yar-
cán _ Pará est á ubicado a la derecha, en
el pico contiguo . T a kshamarca está al
fondo, justo a la derecha de Pará .
2. Casa en el paso de Yarcán. Obsérvese el
techo a dos aguas y la puerta a la' dere -
cha. '
3. Casa circular en Inticancha . Nótese las
dos cámaras subterráneas. La puerta está
hacia la izquierda.
4. Concha Spondylus enterrada en una es-
tructura rectangular en Inticancha . Algu-
nas conchas están completas, otras. tra -
bajadas .
5. Foso cubierto que corre bajo el piso de
una estructura rectangular en Inticancha .
6. Muro curvo en Puelan. En la parte supe-
rior del área circunscrita existe una casa
semi-subterránea .
7 . El "Castillo" de Chivani o Pirka pirka.
8 . Muro en zigzag, en Pueblo Viejo .
9. Muro de contención en Pueblo Viejo .
Obsérvese el borde sobresaliente de pie-
dras.
10. Chullpa "Los Estribitos" . Nótese la si-
llería de piedra similar a la de Pueblo
Viejo.
11. Fragínentos de Pirkapirka . Los "gusa-
nos" aplicados en el lado de los bordes
planos son típicos. El cuerpo "pellizca-
do" del fragmento superior derecho es
una rareza.
12 . Borde de tiesto de Inticancha que
muestra un labio inciso y la impresión
de una cara estilizada .
:>
ro'1t> I
~oro z.
'f'oTO 11
roTO 1;¿
FOTOS
1. Muros fortüicados en la cumbre de Yar-
cán. Pará está ubicado a la derecha, en
el pico contiguo. Takshamarca está al
fondo, justo a la derecha de Pará.
2. Casa en el paso de Yarcán. Obsérvese el
techo a dos aguas y la puerta a la dere-
cha.
3. Casa ~ircular en Inticancha. Nótese las
dos cámaras subterráneas. La puerta está
hacia la izquierda.
4. Concha Spondylus enterrada en una es-
tructura rectangular en Inticancha. Algu-
nas. conchas están completas, otras tra-
bajadas.
5. Foso cubierto que corre bajo el piso de
una estructura rectangular en Inticancha.
6. Muro curvo en Puelan. En la parte supe-
rior del área circunscrita existe una casa
semi-subterránea.
7. El "Castillo" de Chivani o Pirkapirka.
8. Muro en zigzag, en Pueblo Viejo.
9 . Muro de contención en Pueblo Viejo.
Obsérvese el borde sobresaliente de pie-
dras.
10. Chullpa "Los Estribitos". Nótese la si-
llería de piedra similar a la de Pueblo
Viejo.
11. Fragmentos de Pirkapirka. Los "gusa-
nos" aplicados en el lado de los bordes
planos son típicos. El cuerpo "pellizca-
do" del fragmento superior derecho es
una rareza.
1.2 . Borde de tiesto de Inticancha que
muestra un labio inciso y la impresión
de una cara estilizada.
<
INVESTIGACIONES EN LOS ANDES ORIENTALES
121
REFERENCIAS
1970 Antisuyo: The Search fOl' the Lost Cities of the Amazon. Simon and Schus-
ter, New York.
TELLO, Julio C.
1960 Chavín: cultura matriz de la civilización andina. Universidad Nacional Ma-
yor de San Marcos . Lima.
THOMPSON, Donald E.
1968a "Huánuco, Perú: a survey of a Province of the Inca Empire". A1'Chaeology.
Vol. 21, NQ 3. Brattleboro.
1968b "An Archaeological Evaluation of Ethnohistoric Evidence on Inca Culture".
Anthropological Archaeology in the Americas. The Anthropological Society
of Washington. Washington, D. C.
1968c "Peasant Inca Villages in the Huánuco Region". Verhandlungen des XXXVIII
Internationalen Amerikanisten Kongresses. Band IV. München 1972, pp.
61-66.
THOMPSON, Donald E. and John V. MURRA
1966 "The Inca Bridges in The Huánuco Region". American Antiquity. Vol. 31,
N9 5, Pt. 1. Salt Lake City.
THOMPSON, Donald E . and Rogger RAVINES
1973 "Tinyash: A Prehispanic Village in the Andean Puna". Archaeology, Vol.
26, NQ 2, pp. 94-100.Philadelphia.
eRA.IG MORRIS
1. Este artículo fue redactado a partir del material recogido para el "Estudio de
la vida provincial Inca", 1963-1966, auspiciado por el Institute of Andean Research y
financiado por la National Science Foundation (eS 42) Y autolizado por las R.S. NQ 58
(1964) Y 637 (1965). Quiero expresar mi particular reconocimiento a todos los que co-
laboraron en ese proyecto pues va mucho más allá de lo que pueden cubrir las citas
bibliográficas. Muy en especial al Dr. John V. Murra, su Director, incluso por sus co-
mentarios y críticas a este artículo.
128 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
ropeos, incluso desde que los primeros españoles transitaron por los cami~
nos incaicos. En 1965 y 1966 realicé un estudio arqueológico de ciertos as-
pectos del sistema de almacenamiento Inca, con énfasis en estos estable-
cimientos provinciales, especialmente en Tunsukancha y Huánuco Pampa.
Las hipótesis que orientaron esta investigación proceden de las ideas de
Polanyi (1957) Y Murra (1956, 1962a), quienes sostienen que una de las
funciones de los grandes centros administrativos era la redistribución de
una amplia variedad de bienes a través de diversos "pisos", tanto ecológi-
cos como culturales. El postulado es que el complejo de los depósitos
servía en mucho cama "centro" de una red de redistribución y, por tanto,
que los establecimientos en que estaban ubicados funcionaban como centros
redistributivos de intercambio, análogos a los centras mercantiles que se
encuentran en otros contextos.
Es evidente que la cuestión requiere una gran cantidad de información,
de la que sólo una parte es proporcionada por mi investigación arqueoló~
gica. Sin embargo, estoy convencido que si bien no se puede dudar de la
redistribución de ciertos bienes, la función primaria de los depósitos de
centros como Huánuco Pampa (donde 38,000 m 3 de espacio estaban ocu-
pados por 497 depósitos), y Pumpu era abastecer las necesidades de los
mismos establecimientos. ' Hay muy poca o ninguna evidencia de produc-
ción alimenticia adyacente a los centros, en todó caso éstos no están ubi-
cados en zonas muv -productivas. La: fuente de su alimentación -provenía
/
Contextos y funciones
Hay dos modos de abordar la búsqueda de explicaciones a las carac-
terísticas de los establecimientos Inca arriba sintetizados. Uno de ellos es
tratar de colocarlos en el contexto de las instituciones Inca en que se de-
. sarrollaron y funcionaron. Necesitamos inquirir sus contribuciones esencia-
les al . más ampHo sistema económico y político y cómo interactuaban con
otras instituciones que condicionúon su forma y determinaron algunas de
sus características particulares. El otro modo es investigar más amplia-
mente para ver si alguna estructura general de desarrollo de las formas
de establecimiento y de la,s instituciones económicas nos sirve.
Probablemente la formulación de Adams (1956; 1966) acerca del de-
sarróllo del fenómeno · urbano sea la más útil. Sostiene que en la sociedad
ESTABLECIMIENTOS ESTATALES INCAS 133
bi~nes decisivos. En este punto hay sólo indicios de que lá producción ar-
tesanal constituyera una actividad importante en estos establecimientos, pe-
ro si fuera confirmada, su importancia e interés sería mucho "mayor. La
arqueología del futuro estará en condiciones de resolver con relativa faci-
lidad problemas de esta naturaleza.
Las funciOnes que cumplían dichos establecimientos estatales no son,
pues, sorprendentes, dada la expansión del Tawantinsuyu. Son las que le
suponemos a un estado en rápida expansiÓri 'q ue emprendió seriamente la
eventual consolidación de extensas áreas, muchas de las cuales podían ser
llamadas "subdesarrolladas". Lo que tal vez sea poco frecuente es la ex-
tensión COn que los Incas pudieron emprender un programa de estableci-
mientos obligados. .
Aunque el eclipse del poder Inca por los españoles impidiera una ver~
dadera prueba de la completa realización o de la longevidad del sistema
incaico, sus intentos para la incorporación y control telTitorial en muchos
aspectos termina sÍl:mdo de los más anlbiciosos "de todos los intentos de
"conquistas" estatale~ en el mundo antiguo. No podemos pretender en este
momento comprender totalmente esta aparente precocidad de proezas po-
líticas, pero podemos concebir parte de las bases inshtucionales mediante
las que se construyeron y poblaron estos centros estatales. Es con la inves-
tigación de algunas de estas instituciones que se explican muchas de las
características singulares de los establecimientos. .
En primer lugar, si consideramos la importancia de las construcciones
de carácter temporal y no familiar, ." resulta · evidente que en gran parte
ellas pueden explicarse en base de las mismas funciones principales de!l
patrón de establecimiento. Debían tomar en cuenta a un considerable nú-
mero de transeúntes. Y es razonable pensar que en grandes centros como
Huánuco Pampa se hayan estacionado guarniciones. Pero, aparte de estas
actividades, es bastante probable que una parte sustan,cial de la población,
que no estaba directamente comprometida en la vida militar o transeúnte,
en el más estricto sentido de la palabra, tampoco estuviera compuesta de
residentes permanentes.
El estado se sostenía casi completamente con el trabajo, no con el tri-
buto en especies. Este hecho fue de la mayor importancia para otros as-
pectos de la organización delest~do y la naturaleza de sus ciudades. El
trabajo se convertía en bienes y servicios-necesarios para las operaciones
estatales. La fuente prima'r ia del trabajo era la mit'a, tributo en trabajo que
se exigía rotativamente a los jefes de familia. Era una forma de servicio
laboral · que podía cumplirse cultivando los campos estatales próximos al
propio pueblo del contribuyente; o podía implicar servicio militar, trabajar
en la construcción de proyectos tales como caminos, puentes, irrigaciones
y en la prepa'r ación de andenerías, u otros servicios que significaran dejar el
propio hogar por variados períodos de tiempo. Teóricamente, por lo me-
nos, la mit'a era una forma de servicio temporal que no apartaba a la
136 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
Conclusiones
que ta'les "complejos ofrecen pruebas de que la expansión Huari no fue sim-
plemente un asunto de penetración o invasión pacífica. Representa la for-
mación de un estado imperial con una bien organizada administración"
(Rowe 1963: 14). ' '
La importancia del urbanismo obligatorio ' como una estrategia de la
expansión no será clara hasta que no se comprendan mejor los estableci-
mientos que produjo. Sin embargo, podemos ver algunas de sus caracterís- "
ticas , más importantes. Por lo menos en los casos más tempranos, pare-
cerían ser el producto de un tipo particular de sociedad controlada por una
institución gubernamental centralizada y parcialmente miHtarista. No pue-
den aparecer mientras no se desarrollen tales instituciones, y es una nueva
f~rma de establecimieli.to la que puede surgir de ellas. Las funciones prin-
cipales que cumplen SOn las de control pollítico en las áreas del hinterland,
y :la movilización y canalización de los bienes y servicios para sostener a
la élite gobernante y las operaciones estatales. Inicialmente, 'la ubicación
y dimensiones de los establecimientos obligados parecen depender de la
extensión en que pudreran usarse los ,patrones existentes de autoridad y es-
tablecimiento para cumplir las tareas vitales del estado. Por consiguien-
te, tienden a ser áreas particularmente grandes y numerosas caracterizadas,
por ciertas condiciones de marginalidad ecológica y socio-política.
Uno de los problemas más interesantes relacionado ' con tales estable-
cimientos sería el de los cambios que sufrieron si fueron utilizados por largos
espacio~ de tiempo. Aquí tenemos nuevamente ,'m uchas preguntas sin res-
puesta. Smembargo, parece probable que si ,e n algunos de los casos llegan
a ser centros de producción artesanal o de intercambio, decrecerá su de-
pendencia de duración respecto al estado que los fundó, y su diferencia
de otros establecimientos, "espontáneos", dependerá principalmente de sus
orígenes. Entonces, pued~ ser que esta forma de estahlecimiento fuera
intrínsecamente efímera, y que su duración haya estado condicionada a las
necesidades del estado, a que éste pudiera sostenerlo o, en fin, a que ad-
quiriera un carácter independiente y básiéamente diferente. Sin embargo,
el punto importante sigue siendo la relación entre estos establecimientos
, obligados y la expansión del estado. Esto parece mostrar que ciertos ele-
mentos mínimos de urbanismo SOn indispensables para el crecimiento y
sostenimiento de una sociedad estatal imperialista, al punto que debe crear-
los en las áreas donde no existen.
REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
140
BIBLIOGRAFIA
PAULETTE REICHLEN
l. Estado de conservaciÓn
H. Descripción
A. . Caracteres morfológicos clásicos
l. Aspecto general del cráneo (Láms. 1: a;y 2: h) . El
cráneo es de tamaño pequeño, fino, liviano. La capacidad calculada es de
1.269,49 cc. Los relieves - glabela, cre9tas sub-mastoideas, arcos supraorbita-
rios- son suaves, muy poco desarrollados, así como las inserciones muscula-
post l1wrtel1t. Sólo quedan los 3 molares del lado derecho; el 29 premo-
lar cayóse post mortem, los otros dientes durante la vida, siendo reabsor-
bidos los alvéolos de los incisivos y canino y en malas condiciones el del
primer premolar.
En Sus puntos de contacto, la cara distal del MI y la me sial de M z
derechos presentan una carie profunda.
En el maxilar inferior (Láms. 7, 8), notamos la presencia del incisivo
lateral y del canino izquierdos, del incisivo lateral, del canino, del primer
premolar y de los tres molares derechos. Los dientes faltantes cayéronse
post m01tem. La diferencia de tamaño entre las muelas es de poca con-
sideración.
Se observan además varios dientes rotos, sea ante o post m01tem, tanto
en el maxilar como en la mandíbula.
El grado de desgaste de la superficie triturante va de casi nulo o leve
en' los terceros molares, leve o acentuado en los segundos, hasta acentuado
y muy acentuado en los primeros, advirtiendo que va acentuándose en el
sentido vestíbulo-lingual (a la inversa en la mandíbula), que es menos
pronunciado en el lado izquierdo que en el derecho del maxilar superior
y más en aquél que en la mandíbula, siendo frecuente esta última condi-
ción en los cráneos paleo-peruanos.
B. Caracteres morfológicos menores
Son aquellos detalles anatómicos -positivos o negativos- que pueden
ser de interés antropológico. Nuestras investigaciones a este respecto com-
prenden la serie de caracteres propuestos por Wood Jones J3 a los que agre-
gamos algunos otros como la sutura notha, el lophos frontal, el apófisis
marginal del malar, etc.
Damos a continuación los que se observan en el cráneo de Cha vín:
Presencia de un agujero supra-orbitario en la órbita derecha y de una
escotadura con agujero en el fondo, en la izquierda; de la sutura notha 14
en ambos lados (Lám. 1: d), de un agujero pari:eta'l, izquierdo (Lám. 2:
e); de un agujero esfeno-espinoso accesOrio incompleto en la izquierda 15
(Lám. 2: f).
Piso nasal sin reborde agudo, siendo delineado solamente por la fina
cresta turbinal el pasaje de la parte horizontal de las fosas nasales a la
parte vertical del maxilar.
Ausencia de espinas sub-meáticas y zonas cdbradas casi nulas.
Ausencia de la espina angular del basi-esfenoide en ambos lados.
c. e amcte1'es aSÍ1nét1'icos 16
A más de los precedentes, señalaremos:
la fosa yugular y el agujero ovalado derechos más grandes que los iz-
quierdos (con mucha diferencia para la fosa yugular);
la apófisis mastoidea izquierda más desarrollada que la derecha;
la presencia de un petro-escamoso y de un sub-astérico en el lado de-
recho - mientras los wormianos ptéricos y lambdáticos se reparten en am-
bos lados así COmo la sutura pebro-escamosa incompleta;
el estado patológico del maxilar superior en el lado derecho 17.
III. Estimaciones
A. N01'1~lí(lad y camctems patológicos
De la descripción anterior, podemos deducir que el cráneo de Chavín
de Huantar es un cráneo normal, sin señas de haber sufrido ninguna de-
formación que afectara sus contornos generales, sea intencional, de origen
patológico, o accidental en el ser vivo o post m01'te11'/'.
Sin embargo, la abundancia de huesos supernumerarios, en las regiones
ptéricas en particular (teniendo en cuenta la reserva que hicimos al res-
pecto - véal'ie nota 4, p. 144), revela unos tmstornos en 'el proceso de osi-
ficación de dichas regiones.
Ya señalamos la carie dentaria 18 y -agregaremos los procesos inflama-
torios y probablemente infecciosos que se observan en los bordes alveolares.
No se observanhuel'las de c1'ibm orbitalia, relativamente frecuente en
los cráneos paleo-peruanos.
Una fractura cicatrizada interesa el mismo hueso izquierdo de la nariz
(Lám. 1: a, d).
B. Determinación del sexo y de la edad
Sexo. Siendo este cráneo el único ejemplar que conozcamos, hallado
en aquel sitio m'queológico, el diagnóstico del sexo se hace con las debi-
das reservas al respecto.
Con todo, una serie de caracteres ~tamaño pequeño, capacidad poco
elevada, frente vertical- ligeramente abombada, malares reducidos, inser-
ciones musculares y relieves suaves" apófisis mastoideas poco robustas, man-
díbula delgada- nos inclinan a considerarlo cOmo de sexo femenino, en el
contexto paleo-peruano.
Edad. El estado de las suturas (fuera de la obliteración de la sutura
basilar) y de los dientes no nos brinda siempre datos seguros y precisos.
16. Al ser imposible la comparación entre las medidas de los dos lados nos limita-
mos a los caracteres morfológicos.
17. La desviación del tabique nasal hacia la izquierda puede ser accidental.
18. Supra, p. 147.
CRANEO DE CHAVIN DE HUANTAR 149
MEDICIONES26
Caja craneana
Ca pacidad calculada
(basión-bregma) 1.269,49
Cara
Nasión-prostión 27 60 1. facial supo 46.15
Bicigomático 27 130 1. nasal 56.82
Nariz: Altura 44 1. orbitario 82.05
Anchura 25 Superficie de la órbita 1248.
Orbita (derecha) Altura 32 1. máxilo-alveolar 127.08
Anchura (al dacrión) 39
28. Cifras aproximativas por las condiciones defectuosas del prostiÓn. El bi-cigo-
mático ha sido tornado con la ayuda de un hilo y de la raíz del apófisis. La medida
sería más bien por defecto.
29. La medida ha sido tornada con la ayuda de un hilo para localizar el opistión.
HUARI y LLACUAZ
PIERRE DUVIOLS
l. Los hu~ris
4. Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos, t 11, NQ 1, Lima 1973, págs.
16-33.
5. Oblitas Poblete, 1963, p. 9G.
6. Archivos Peruanos de Folklore 1, 1, Cuzco 1955.
7. Polo 1889, p. 225,
RUAR! Y LLACUAZ 155
chas piedras y esta casa es muy temida y tenida en gran veneracion y lla- ,
manla casa de las huacas y esta en los Conclmcos, si bien hablaban y da-
ban respuesta a sus hijos los hombres y cavesas de linajes que oy ai de in-
dios en esta tierra~' 13.
Creemos que "esta casa de las huacas" petrificadas por Huari, que
fue un templo y oráculo muy célebre, situado en la provincia de Conchu-
cos, es el mismo edificio al que alude E. de la Vega Bazán en el mismo
texto del cual hemos sacado el primer fragmento del mito referente a
Huari: " . . . descubrió el dicho visitador un templo muy gl'ande de el ' di-
cho Ruari, que era común adoratorio de los indios, todo debajo de tierra
con unos callejones y laberintos muy dilatados, hechos de piedras muy
grandes y muy labradas" 14. El título de este mismo documento incluye
la cláusula "templo debaxo de ,tierra de admirable arquitecttt1'd'. No exis-
ten dos templos -o vestigios de templos- en la que era la provincia de
COnchucos (hoy Ancash), cuyas características correspondan a las que se-
ñala E. de la Vega Bazán. Existe solamente uno, el de Chavín de Ruan-
tal'. Para mayor abundamiento traeremos a cuenta el testimonio de Váz-
quez de Espinoza, quien al describir la provincia de Conchucos no men-
ciona ningún otro teul¡plo subterráneo que el de Chavín, sin olvidarse de
aludir al oráculo de esta gran "casa de las huacas": "junto a este p.ueblo
de Chabín ay un gran edificio de piedras muy labradas de notable grande-
za; era guaca y santuario de los más famosos de los gentiles, como entre
nosotros Roma y Jerusalen. .. en este lugar [el demonio] les declaraba
muchos oráculos, y assí acudían de todo el Reyno; ay devajo de la tierra
grandes salas y aposentos, tanto que ay cierta notida que pasan por devajo
del río que pasa junto a la guaca o santuario antiguo" 15.
En Chavín, templo de Ruari, Vega Bazán sorprendió a "un indio VleJo,
que era sacerdote de el dicho Ruari... ofreciéndole unos granos de maíz
negro, y COca mascada, y luego se le aparecía una araña al canto del fo-
gói1, donde quemava los .dichos granos de maíz y coca mascada, para
que aquel humo fuese ofrecido al dicho Ruari, y por la dicha araña adi-
vinaba las cosas" 16. En Santo Domingo de Huari encontró el mismo visi-
tador "un adoratorio d~ ídolol> de piedras" al Hual'i y en otras p artes Vega
Bazán insiste en el papel que tenía Ruari en el curanderismo mágico,
que fue lo que pudo observar y describe detenidamente. En medio
de la actuación el curandero invocaba "A Señor Huari, a criador y sobe-
rano sobre todas las cosas: yo te adoro, dame tu favor para sacar estos
gusanos" 17. También es de notar, ya que tendremos que volver luego so~
bre este punto, el simbolismo del manantial -o sea puquio- del cual sale
HUARI y LLACUAZ
i~EL
~
-i·;Vl·~-' . ~ ~ . /0 159
~.y~ c.?- 1)
~ J!?E R O~~ ~
~ ~
Pero este poder maléfico de los huaris (rec~·a~ffl'6 'dhoy en día) es muy
secuü.dario. Tiene mucha menos importancia que sus hechos benéficos. An-
tes que aves aciagas o cocos, los huaris eran héroes culturales: ellos ha-
bían enseñado la agricultura al hombre andino en épocas muy remotas.
También fueron los huaris autores y padres de las obras de riego, maes-
tros de la contención y aducción de las aguas: "... abian sido los primeros
que. " hisieron los estanques... y pusieron paredes por estribos para que
[las chacras] no las robasen las aguas", "fueron los primeros que abrieron
las asequias" 24. Y Guamán Poma confirma: "sacaban agua y asequias" 2S
"sacaron asecyas de los rrios y lagunas y de posos" 26.
Además crearon los puquios por encantamiento: "los yndios adoran al
puquio llamado Oc... el qual trujo el dios Guari de la pampa de Orchu
Guanacu de la laguna llamada Anococha y que este trujo por debajo de la
tierra veinte leguas deste pueblo y que otro dio al pueblo de Rahexa lla-
mado G. y otro Apoma Llutay" 27. Ha llegado hasta nosotros una leyen-
da de origen topográfico en la que dos antepasados huaris entablan una
contienda en torno a la construcción de puquios. La citaremos extensamen-
te, ya que se volverá a aludir al héroe: "Es tradision que el dicho ydolo
CorcuicaIlan era guaca del aillo Quirca y despues bino el ydolo Capabilca
y ambos eran yndios antiguos que binieron de los llanos y el dicho Capa-
bilca peleo con el dicho Corcuicayan por quitarle las chacras que poseya
\
HUARI y LLACUAZ 161
34. Hacas 32 v,
35. Pimachi, p. 374.
36. Ibiel.
37. Hacas, f. 33.
38. Mangas, f. 48 v.
39. ehamas, f. 8. Sabemos que Urpai Uachac era "la madre ele las dos hijas ele Pa-
chacamac". ef. Dioses, p. 27.
40, Hernánelez Príncipe, p. 66.
41. Ibid., p. 30.
162 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
por lo menas dos orígenes o, mejor dicho, dos etapas en su origen: su pri-
mera creación y su pacarina.
La historia del primer antepasado huari, tal cOmo la conciben sus des-
cendientes es, pues, la siguiente: después de su · creación en Titica1ca, el
huari - que es hombre y huaca a la vez- emprende su itinerario subterrá-
neo y va a resurgir, COn sus vestidos particulares, de una pacarina regional,
en Huaylas ó Cajatambo .. .
Así es COmo el huari Marca Llatan del aillo Hecos de Recuay "nació"
de la laguna Llacjacocha 42. El lugar de resurgencia, la pacarina del huari
puede ser bastante alejada del pueblo que ha de fundar, como lo muestra
un ejemplo de la visita de Ocros: "La pacarina y origen destos [lIactas]
es Llásac, su huaca: fingen que viniendo por la cordillera llegó a descan-
sar a un alto celTa llamado Choque Cayan; y éste después de tener los
hijos que diremos se convirtió en piedra" 43. Hemos visto que Urpai Ua-
cha y Auca Atama, de MangalS, tuvieron su pacarina en el mar y desde a1llí
llegaron hasta el pueblo de Mangas, cerca de Ticllos. El recorrido fue lar-
go e, igual que Llásac, descansaron dos o tres veces en lugares recordados
por la tradición.
A partir del momento en que sale de su pacarina empiezan las aven-
turas y desventuras, las luchas, las proezas del huari que cuentan las le-
yendas como la de Corcuicayán. Esta etapa gloriosa concluye siempre - se-
gún parecé;- con un acontecimiento típico y general en las culturas andi-
nas: la conversión en piedra por voluntad de Viracocha o de Huichama
o de otro dios creador 44. Parece que coincide esta conversión con la fun-
dación del pueblo o que el pueblo es fundado en el lugar donde el huari-
huaca progenitor es reputado haber sido convertido en piedra.
El huari fundador del ayllu principal es ya una huaca de piedra ado-
rada por sus descendientes. Pero otros miembros de su familia, hermanos
o hijos, pueden haber sufrido también la transformación lítica, después
de varias aventuras. Es este el caso corriente. Son adorados, entonces, por
ser progenitores de otros ayUus o por alguna hazaña (creación de puquio,
acequia, chacra, etc.) . Los huaris que fueron convertidos en piedra existen
bara. " al qual adoraba todo el ¡p ueblo" 45. Las huancas están colocadas
11
'e n los luga['es ilustrados por los hechos del antepasado que representan. 11
Evidentemente están ligadas estrechamente, cama él, a la fecundidad. Así
se encuentran en las chacras -entonces la huanca es chacrayoc-, cerca de
\i
un puquio creado por un antepasado, cerca de una acequia por 'la misma
razón, a la entrada del pueblo cuando se trata del marcayoc o sea funda- \i
dor y protector. Como en el caso de Tauris en Acas o de Guari-marcayoc
en Pariac de cuyos pies "llevaban tierra todos los indios para entrar a sus
chacras para tener buen fruto" 46. .
I
1
quaJes tambien mochaban porque representaban tres yndios guaris que fun-
daron el pueblo" 51.
Encontramos la clave del problema al considerar juntamente dos da-
tos separados que se refieren al héroe Corcuicayán. La leyenda arriba ci-
tada informa acerca de su metamorfosis lítica, la cual ocurrió antes de
morí1' Corcuicayán. Por otra parte, al final de la vistta de Acos, el visita-
dor hizo desenterrar el malqui del mismo Corcuicayán, es decir su cadá-
ver; de "un tinajon enterrado y tapado con una losa grande" que contenía
también "13 conopas, 6 nionedas de plata corriente, huesos de llamas que-
mados" 52. Esto significa que coexistían el malqui del héroe y su 11Uanca
de ,p iedra. En cuanto al siguiente caso: "y del lado de la dicha cilla se sa-
carOn dos malquis llamados Quiricayan y Ruricayan y se quebraron dos
guancas que estaban junto a estos todo lo cual mochaba este amo" 53, se
trata evidentemente de las huancas correspondientes a los dos malquis en-
terrados. Así cOmo el malqui -la palabra significa también semilla, plan-
ta- hunde sus raíces en el mundo de abajo, la huanca es su imagen y ré-
plica en el mundo intermedio, y su faz principal está vuelta hacia el lado
de donde sale el sol en el mundo de arriba.
Porque la huanca no es solamente signo, réplica. Existe una relación
viva entre el malqui y su huanca, como se patentiza en el caso de Huari
Caruatarma: "... manifestó una guanca llamada Guacataicuna que era don-
de se sentaba el malki Caruatanna, el 'q ual estaba enterrado al pie desta
guanca con tres cuerpos de gentiles los oua'les adoraban todo ell. pueblo de
Hacas" 54. Recordamos que también el dios Huari venía a sentarse en unos
asientos de piedra arriba de los pueblos (ver supra). Porque la conversión
en ,p iedra, en la mitología andina, no significaba muerte. Hemos visto ya
que Corcuicayán fue convertido en piedra antes de morir. La petrifica-
ción es perennización, sacralización. El alma concreta del muerto, el ca-
maquén, visita la piedra, - "se sienta" en ella, o se adentra en ella- y con-
. testa a los sacerdotes consultantes como oráculo. La huanca, como toda
huaca de piedra, es aposento de los espíritus de los muertos o de los dioses.
más que esto: "tenía un gran asiento de piedra para que se asentasse.. . y
allí en la cancha donde el Guari se sienta le a<;en la ofrenda y sacrificio
para que la reciva" 56. Seguramente había muy poca diferencia entre e'l
culto al dios Huari y el culto a los antepasados huaris. Se confundían con
el de la fecundidad expresándose por varios ritos agrarios relacionados
esencialmente con el cultivo del maíz, cereal ceremonial por antonomasia.
La frecuencia e importancia de los ritos dependían, a la vez, del ciclo agrí-
cola y de la jerarquía de los malquis o huancas. Según nuestros informes,
parece que hubo gran cantidad de ritos intrincados y superpuestos, ligados
a las estructuras socio-parentales y que también variaba la importancia
atribuida a tal o cual culto, así como la terminología en uso, según los dis-
tintos valles o pueblos.
El Orden de importancia de los cultos era el siguiente en el pueblo de
Acas y seguramente también en los demás: "Lo que mas principal adoran
y mochan son a sus malquis [en] primero lugar y en segundo a sus ydolos
de piedra y conopas y en terser lugar al sol, luna, luzero, y a las dos es-
trellas pequeñas que llaman Chuchucuillur . . ." 57 El culto a los huaris
COncierne ·las dos primeras categorías.
La periodicidad de los ritos era muy variable; Había ritos cotidianos;
el marcayoc Huari de Pariac recibía ofrendas "de dia y de noche". Otros
se verificaban cada año. En los Andes centrales había cinco o más fiestas ·
agrícolas mayores. Dos de las más importantes correspondían respectiva-
mente a 'l a labranza y siembra (Pocoymita), a la coseoha (Ayrihuaymita).
Otras tenían lugar en épocas intermedias del ciclo agrícola: cuando apa-
recían las pléyades y había riesgos de heladas (Oncoymita), cuando ama-
. rillaban las mieses (Caruaymita), o con motivo de tareas tales como la
limpia de las acequias.
Poco tiempo antes de empezar la ·fiesta, que duraba varios días, los
sacerdotes hacian sacrificios. Así "quando comienzan sus chacras antes de
ararlas los ministros de idolos de cada ayIlo degüellan cuyes en las mes-
mas chacras y rosian con la sangre todas ellas y luego las queman con co-
ca y sebo y derraman mucha chicha y todo este sacrificio hasen a los mal-
quis guaris que fueron los primeros que hisieron aquellas chacras y ase-
quias" 58. También sacrificaban en los machais (grutas) o sepulcros de los
demás malquis, y en los cayanes, o sea canchás llanas - que se encuentran
delante de las huancas mayores- alrededor de las cuales están dispuestas
las coleas en que se guarda el maíz de las chacras dedicadas a los huaris.
Inmediatamente después empieza una noche durante la cual estaba prohi-
bido a todos dormirse so pena de echar a perder los sacrificios. A con-
tinuación venían cinco días de ayuno (abstinencia de sal, ají y mujeres, pe-
ro no de comida ni de chicha) . Estos .cinco días los dedicapan a bailar,
56. Ibid.
57. Hacas, f. 26.
58. Ibid., f . 57.
166 REVISTA DEL MUSEO }JACIONAL - TOMO XXXIX
cas" 64 En Pariac también "tienen sus pacarinas en las punas". Los ay-
110s llacuaces de Recuay adoraban las lagunas "en reconocimiento", - co-
mo la de Querococha- porque de ellas habían salido los "carneros de la
tierra" es decir las llamas 65.
Bastan estas citas para constatar que los "advenedizos" llacuaces eran
pastores de auquénidos, nómadas trashumantes, que vivían en las altas pu-
nas. Los caracterizaba una ecología, una economía, un modo de vida, com-
pletamente distintos a los de los huaris~ También sus tradiciones acerca
de su origen y sus cultos eran distintos.
64. Ibid.
65. Hernández Príncipe, p . 26.
66. Ibid.
67. Cf. Polo de Ondegardo en el Tratado publicado en el Contesswnm'io pa1"C¡ cu-
llanura de Bombón, hal'ló una criatura pequeña envuelta recién nacida que
deCÍan había caído del cielo y como el dicho Atunchuca no tuvo hijos, to- .\
mó al dicho muchacho Yanaraman para criarlo, y dentro de cinco días cre-
ció de tal suelte que podía apasentar las Hamas", etc. 70
Otro documento revela que este mismo Libiac Cancharco "cayó del
cielo él modo de rayo y éste tubo muchos hijos, y uno embió por una par-
tes y otros por otras, como fue Libiac Choque Hunto, Libiac Carua Hunto
etc." 71 Estos fueron los primeros conquistadores llacuaces del pueblo de
Otuco y los progenitores de los ayllus.
De Libiac Cancharco -alias Yanaraman- ignoramos las aventuras y ha-
zañas, pero conocemos Ia trayectoria humana. Nacido en el cerro Raco
de Bombón, fue a mOrir en el pueblo de Cristóbal de Hapaz, en los An-
dajes, donde su malqui fue descubierto por los extirpadores: "Era el cuer-
po de un curaca antiquísimo llamado Llivia Cancharco que se halló en un
monte muy áspero como una legua del pueblo de Cristóval de Rapaz en ·1
una cueva debaxo de un pabellón con su huama o diadema de oro en la
cabeza, vestido cOn siete .camisetas muy finas de cumbi que dizen los in-
dios se las embiaron presentadas los Heyes Ingas antiguos. Este cuerpo,
como se halló y otro de un mayordomo suyo llamado Chuchu Michuy
que estaba en diferente lugar y era también muy reverenciado de los in-
dios, se }.levaron a Lima para que los viese el señor Virrey y el señor ar-
zobispo y bolviéndoles a los Andajes se hizo un solemne auto convocan-
do todos los puebIos de la prov.incia y se quemaron estos cuerpos con
otras muchas huacas ... " 72
Es presum~ble que este Ubiac Cancharco haya sido también conver-
tido en piedra en un momento cualquiera de su trayectoria terrestre y que
haya coexistido una huaca pétrea con el malqui, según el proceso que he-
mos descrito a propósito de 'las l1Uancas de los huaris. Sabemos que otras
huacas generales del Libiac, que ocupaban una posición · idéntica a la de
Libiac CanchUl'co -cOmo cabeza de linaje llacuaz- sufrieron la meta-
morfosis Jí.tica. Es el caso de CaQ'hua Huanca, huaca principal de Ocros
"que fingieron ser ell Ha,y o y que se había convertido en piedra, habiendo
prom'eado cuatro hijos: Parana, Caha, Yaüac, Ohi'r ao Ichoca, Ninas Pococ" 73.
Pero en cuanto a los hijos de Libiac Cancharco, Choque Hunto y Rau
Poma, progenitores de dos de los ayllus de Otuco, sabemos que existieron ,1
\
en la doble forma de malqui y de "dos piedras redondas de color de hue-
bo de perdiz y resplandecientes como unos gusanillos ..." 74
A partir de la metamorfosis lítica, la historia del antepasado llacuaz
es paralela a la del antepasado huari.
83. " . .. queste cerro alto dicho llaman en esta provincia también Yaro, porque fue
adoratorio famoso .. ." Dllvila Brizeño, p. 71.
84. "los llaman "Tushi" porque sus miembros crían llamas y los relacionan con el
pueblo de Carhuapampa donde la crianza de auquénidos está generalizada". Cotler,
1958, p. 122.
85. Ortiz de Zúñiga, t. 11, p. 43, 50 etc.
86. Errores, f. l.
.,
HUARI y LLACUAZ 171
87. Después de terminar este trabajo, buscando las huellas de los antiguos yaros
por el altiplano de Junín y el valle del I-Iuallaga, conseguimos localizar el repartimiento
de los yaros yacanes, como consta por los títulos de la comunidad de la villa de Hua-
riaca: "... se presentó el diez y siete de agosto de mil setecientos trece don Nicolás
Huayanamalqui, cacique y gobernador de los yaros yacanes de esta provincia, en cuyo
repartimiento se comprendían los pueblos de Huariaca, Chinchán, Chacos, Matihuaca,
Pallanchacra, Yarusyacan y otros, solicitando se ratificara a favor de sus gobernadores
la posesión que tenían de estas tierras desde el primer repartimiento hecho por el señor
don Francisco de Toledo ... " La copia de este documento ("copia literal de los títulos
de Huariaca inscritos en la Oficina de la Propiedad Inmueble de Junín. Huancayo")
nos fue facilitada gentilmente en Huariaca por la Srta. Rosalía Narvaez Malpartida a
quien expresamos nuestro agradecimiento. Añadiremos que existen las ruinas de Yarush
arriba de Huariaca y el pueblo de Yarushyacan abajo de· la misma villa.
88. Avendaño, Sermones, f. 43.
89. Hacas, f. 109. Cf. Huaca Mana Rircuy, Hernández Príncipe, p. 65.
172 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
' un lbcuaz llamado Quieta Payarca Pariasca. Este supo leer mejor que los
demás arúspice s en las entrañas de la llama abierta - aunque solamente
miró desde lejos- anunciando el trágico fin de Pariacaca con la llegada
de los españoles 97.
100. También se daba el caso recientemente entre los astas y laraos de la región
de Huancavelica. Traducimos el siguiente pasaje: "Hasta 1940, los laraw cuya econo-
mía era esencialmente pastoral, descendían cada año al valle del río Vilca hasta las
comunidades asto, cuando ahí había terminado la cosecha. Los asto los recibían con
muchos miramientos y los invitaban a entrar a sus casas y graneros y a llevarse todo
el trigo y maíz que podían. Algunos meses más tarde, les tocaba a los asto visitar a
los laraw. Estos los acogían con los mismos agasajos, dándoles libre acceso a sus po-
treros donde se servían libremente de animales, lana, pieles, telas y charqui", Favre
1970. Sobre este sistema ele trueque biecológico en la zona de Cerro ele Pasco, ver An-
gélica Aranguren Paz 1971, p. 40 Y sg. En otro estudio, César Fonseca interpreta -con-
forme a las tesis de J. Murra- este tipo de trueque tan generalizado en los Andes co-
mo una compensación posthispánica de la p érdida definitiva del control de los diversos
pisos ecológicos. (Fonseca . 1973, p. 213).
101. Otuco, f . 11 Y 11 V.
RUARI y LLACUAZ 175
bian en este dicho pueblo en sus chacaras y le llamaban el aillo Guari Gua-
chancho y el aillo Taruca Chancho, los quales les embiaron a pedir alguna
milcapa y comida y los dichos yndios mataron al dicho muchacho y la
llama viba le quitaron el pellejo. Desta manera se la bolvieron a despa-
char a los susos dichos los quales viendolo se .bajaron donde estaban los
del aillo dicho y hallando los baylando el guari libiac con tambores y pin-
gollos inbiaron a un indio primero convertido en un pajarillo que llaman
chiuchu, el qual venia cantando chiuchu y los del aillo Guari Guachaucho
dixieron que quien eran aquellos llacuazes que tenian muy pocas tulmas
pues enbiaban aquel chiuchu y los susos dichos como corridos armaron una
tempestad de neblina espessas negras y gran granigo como güegos grandes
y embistieron con rives de Oro y de plata chaupis guaraz y con suintas
que son riues grandes mataron a todos los yndios que abia en dichos aillos
dueños de dicho pueblo con que los conquistaron y quitaron cassas chacaras
y hacienda y comidas y solo dejaron uno bibo porque se les humillo lla-
mado Marca Cuipac y su hermano Paria Putarac" 102.
Constatamos que el primer encuentro se verifica en forma ambigua,
can perspectivas de posible acuerdo a base de trueque. Los llacuaces tra-
tan primero de conseguir por las buenas "alguna milcapa (fiambre) y co-
mida", es decir productos agrícolas que les faltan, proponiendo como con-
traparte una llama. Rechazando los agricultores toda posibilidad de con-
venio, matan al mensajero y desuellan la llama (acto que expresa escarnio
y disuasión, COmo en el caso de los patos desollados enviados por Atahual-
pa a los españoles). Ya los llacuac~s tienen que escoger ent~e seguir su
ruta sin chistar o contestar la mofa con la fuerza. Habiendo decidido ata-
car, los llacuaces bajan de la puna y encuentran a los agricultores en su
pueblo, bailando el Guari-Libiac, o sea la danza de guerra que simboliza,
como lo expresa su mismo nombre, la oposición de las dos divinidades
de los grupos adversos.
El hecho de que existiera tal danza con tal nombre prueba la frecuen-
cia de esta clase de encuentros biecológicos. Es notable además que tanto
los actos sobrenaturaJes como los aotos naturales del combate tomen pres-
tados los elementos privativos del mundo cultura'! de cada grupo. Así el
arma con que vencen los llacuaces es el riwi (o ayllu) , instrumento habi-
tual del pastor andina. A nivel fabuloso, el nubarrón de granizo con true-
nos es el arma predilecta de las divinidades de las alturas vinculadas al
rayo - y a 'los pastores. Por este mismo medio, Pariélicaca venció a vValal'lo
Caruincho.
102. Ibíd.
176 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
105. Hacas, f. 25 v.
106. Para una interpretación distinta de la palabra rebuelto, empleada en un caso
análogo, ver Murra 1972, p. 452. .
107. La dificultad es la misma, evidentemente, en cuanto a los pueblos monoétni-
cos y biétnicos. Sobre esta cuestión, ver ZUidema, 1973.
108. "Los actuales habitantes del pueblo de Casta conservan la tradición referente
a la existencia de cinco o seis antecesores originarios cabezas de familias e hijos to-
dos del Rayo, que se hallan encantados en los altos picachos y peñones de Kuri Pata,
Soxta Kuri, Koway Kuri, Putu Wanka Kuri, Poklekuri y probablemen te Kairi Achin Kuri.
Estaban estos hermanos sujetos a uno de ellos, de mayor autoridad, titulado Soxta Kuri,
quien tenía su morada en Marta Wasi. Cada Kuri poseía una porción limitada de te-
freno de cultivo y todos dísf1'tltaban libremente de las fíen'as pastales de las punas".
Tello y Próspero Miranda, "Wallallo". En: Tello, p . 481.
178 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
109. Hacas, f. 28 v.
110. Ibid., f. 43.
111. Hernández Príncipe, p. 51.
RUARI y LLACUAZ 179
grupos adoran los llamados comunes, pero que eran en un princIpIO ex-
clusivos de uno de los grupos solamente. En Acas había por 10 menos
cuatro: los malquis Yanatarqui Urau, TiclIa Urau, Guamancamac - que per-
tenecían al grupo llacuaz- yel ídolo de piedra Tauris, marcayoc del pue-
blo - que pertenecía a los huaris. Constatamos las huellas del mismo prin-
cipio de equilibrio y reciprocidad, en Acas, en la repartición de las mana-
das de llamas de sacrificio, de las calcas del maíz de las huacas (a Li-
bia~Colca corresponde Huari-Colca) y, en grado menor, de las chacras de-
dicadas a la religión.
El documento de Otuco ofrece otro tipo de maridaje culturail huari-
llacuaz. Ya no se trata de una adopción o adhesión a un culto vecino, sino
de una integración sincrética de dos elementos divinos opuestos, cada uno
privativo de uno de los dos grupos.
Los ídolos mayores de Otuco son Raupoma y Choquerunto, malquis
progenitores de ayllus a los que hemos mencionado ya. Son hijos del Li-
biac. Lo interesante y excepcional es que nos informan de que estos hijos
del Trueno tienen por mujeres a las zarasmamas, es decir la diosa múlti-
ple y madre del maíz, representada por ciertas mazorcas: "y este mismo
sacrificio hacian dentro en las mismas calcas y ofrecian plata al ydolo
Choquerunto y Raupoma y a sus mugeres Zarasmamas y estas se entien-
de las matas de maiz que daban muchas mazorcas como quatro o cinco
o seis que estas eran las que adoraban y les hacian sacrificios y chacaras
y ofrendas de ¡plata y estas las tenian en unos chaguayes que son sotteranos
que estan debajo de las colcas a las quales hacian sacrificios aparte y las
tenian e"n gran veneracion y la mayor mazorca que abia en la diaha mata
de maiz la vestiancon sus llicllas y anacos llanques topos guachacos y sus
p enes que sOn quentas de bidro y los mayordomos que tenian los dichos
ydolos y guacas guardaban las ofrendas de maiz, plata y las mugeres de
los susos dichos las dichas vestiduras" 112.
Este casamiento -que parece incesto- resulta ser una substitución de
esposo, ya que tradicionalmente el maíz, como todas las plantas de cul-
tivo, depende de Huari y que las mismas zarasmamas están casadas con
él 1l3 • . Esta unión del dios de la lluvia y de la diosa de la fertilidad ve-
getal simboliza y refrenda, a nivel del mundo mágico, la ineluctable com-
plementaridad del cielo y de la tierra para asegurar su rendimiento eco-
nómico.
Junto con el intercambio de divinidades y la integración sincrética que
suponen un patrón, por lo menos ideal, de reciprocidad, podemos cons-
tatar una tendencia a que se borre la diferenciación correspondiente a la
inicial idiosincrasia de los dos grupos y se acentúe las adopciones de cul-
112. Caxamarquilla-Otuco, f. 4.
113. Pimachi, p. 370. Además coexisten en el mismo pueblo de Otuco el culto a
la pareja Raupoma-Zarasmamas y el culto a la pareja HuaJ'Í-Zarasmamas. Cf. Ca-
xamarquilla-Otuco, f. Iv.
180 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
La ocupación hual'i
Cabe resaltar que las numerosas referencias tradicionales al pasado re-
moto y legendario de los huaris no sitúan este pasado en un tiempo mÍ-
tico, o "tiempo ¡primordial'" ahistórico, sino en un "tielllipo anterior", en una
época definida -aunque vagamente- respecto a otra época posterior me-
jor conocida ("antes que hubiese incas o apus ..."). Los huaris se proyec-
CON.CHucoJ
o e ~J Av I tJ
HUAY.lA/ J:)E. l-IuAhlíA'R.
Q ll.rc..VAy
TAQAMA
_ C~OQUf CAHO
~ CAXA MAI\\ GA
_ CAQUf. POMA (se.sunoo n )
RUPAY VIlCA (sesunoón)
88 años
J 1533
_ Q.O])RIGO CAXA MALQUI
JOHAN WUACAM Po~A
(se9unodn)
(162.1
121. En la narración recogida por Avila es patente el recuerdo de una antigua in-
vasión de pueblos pastores (simbolizados por Pariacaca y sus descendientes) que rechazó
a los "yuncas" hacia las tierras bajas.
122. Hernández Príncipe, p. 51 Y 52. Ver también el árbol genealógico en Maris-
cotti, p. 210.
184 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
pa Inga", es decir ' en 1533. Por lo tanto han transcurrido . por lo menos 88
años en tres generaciones, lo que representa un promedio de 30 años por
generación. Si se aplica esta cifra a cada generación, obtenemos una du-
ración de 270 años para las 9 generaciones y la fecha de: 1621 - 270 =
1351. Ahora bien, teniendo en cuenta el hecho de que la descendencia
de Carua Huanca es la más larga de todas las que contiene el documento
y que, por otra parte, el promedio de 30 años por generación puede pa-
recer excesivo, diremos que la inmigración llacuaz a Cajatambo debió
desarrollarse entre 1350 y 1400, es decir durante el Intermedio Ta~·dío.
v. Conclusiones
Oposición y complementaridad
La ola de conquistadores llacuaces venidos de las altas mesetas del
este avanzaron hacia el oeste ocupando los pisos ecológicos elevados de
dos maneras:
1) creando núcleos monoétnicos, por ocupación o reocupación, en luga-
res de puna, seguramente por encima de los 4000 metros (Otuco, Allauca
de Recuay, Ichoca). En este caso es de suponer que el núcleo canjea ne-
cesariamente sus productos pastoriles con los productos agrícolas de otro
núcleo instalado más abajo. Esta situación es conforme al modelo de in-
. tercambios tradicionales de los llacuaces, o yaros, según lo refiere la "Vi-
sita de Huánuco" y conforme, también, al patrón de los pastores de Caja-
I tambo y al de los laraos y astas de Huancavelica señalado más arriba.
l. 2) creando núcleos biétnicos instalados en lugares más bajos que los an-
teriores, es decir entre 3200 metros (Ocros) y 37:00 metros (Acas) aproxi-
madamente; o sea en pisos ecológicos intermedios o fronterizos. Estos nú-
cleos controlaban todos los pisos ecológicos. Desde Acas salían pastores a
cazar a la puna, agricultores a cultivar el maíz. El pueblo mantenía cul-
tivadores en las quebradas inferiOres de Huanchay (frutas) y en las "huer-
tas de Ervar" (coca). Organizaba su propio sistema de producción · y dis-
tribución, con intm'cambios internos.
Así es como las relaciones huaris-llacuaces oscilan o evolucionan desde
la coexistencia de dos sistemas autárquicos hasta la integración de los mis-
mos, con acuerdos ' de convivencia y reci¡procidad y con núdleos de asenta-
miento y de decisión comunes instalados en un punto fronterizo entre los
dos sectores ecológicos.
En todos los casos un hecho salta a la vista: los pueblos pastores, en
su avance, ocupan solamente .las alturas, nunca ba;an a menos de unos 3200
metros. No encontramos ejemplo de llacuaces ocupando o controlando di-
. rectamente los pisos que van desde la ecología del maíz hasta la de la
coca. Esto no es resultado de la fuerza de resistencia de los agricultores,
sino de la adaptación exclusiva de unos y otros a su propia ecología. Por
HUARI y LLACUAZ 185
123. La laguna es terreno ambiguo y conflictivo, a veces controlada por los pas-
tores, a veces por los agricultores.
124. Parece que los antiguos huaris -o llactas- vencidos no consideraron a sus con-
quistadores llacuaces como a una clase superior. Por el contrario éstos fu eron tenidos
por inferiores culturalmente. Es característica la actitud tímida y temerosa del llacua
Quieta Parias ca frente a sus colegas, los demás 29 sacerdotes de Pariacaca, a pesar de
que sabía interpretar mejor que todos las entrañas .de la llama, es objeto de desprecio;
sus compañeros lo insultan, ·llamándolo "hombre p estilente". Ese calificativo despectivo
se origina evidentemente en la convivencia de los pastores llacuaces con los auquéni-
dos. (Dioses, p. 105) En otro documento coetáneo (1593) de Canta, el cacique princi-
pal de Ananpiscas afirma que "los Ilacuaces de Bombón son indios borrachos, incapa-
ces, mentirosos" (Archo Naco, juicios de Residencia, lego 11, cuad. 28, fo 71 -comuni-
cado por María Rostworowski). Hoy día ·en San Lorenzo de Quinti. Huarochirí, a los
miembros del ayllu llacua se les aplica el apodo "tushi" porque sus miembros crían lla-
mas, según sefíalamos ya (Cotler, po 122) o También nos informaron de que, cerca de
Huancayo, había un pueblo llamado Llacuash cuyo nombre fue cambiado por el de
Manzanares, hace solamente unos siete años, porque Llacuash "sonaba feo". En esta
región, "llacuash" se dice de .una p ersona "mal vestida o patona". También se conside-
ra despectivamente a los pastores de las alturas.
De aquellas desperdigadas observaciones se desprende que subsiste, dentro del pen-
samiento rural andino, una oposición latente entre huari o llacta (vecino de poblado y
"civilizado") y Hacua o manallactayoc (habitante de despoblado y tosco), la que se su-
perpone al antagonismo étnico señalado por Arriaga, entre "primer poblador" y "adve-
nedizo", o sea entre conquistado y conquistador. (Ver una interpnitaci(m distinta de la
relación conquistado-conquistador en Zuidema 1973, p o 17, 18).
186 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
Apéndice
Las fabulas que esta gente tiene de sus dioses son muchas y muy seme-
jantes a las de aquellos antiguos griegos y romanos dando razon del origen
de sus huacas y quien los convirtio en piedras. Dicen que en tiempo muy an-
tiguo aun antes del govierno de los rngas todas las huacas eran hombres y
mujeres como los de agora pero que salio del Collao que es en el obispado
del Cuzco (otros dizen de la laguna de Chuquito en el obispado de La Paz que
llaman de Titicaca) vn gran gigante Dios de aquella tierra llamado Huari Vira-
cocha que tenia barbas a cuia causa a los españoles por tenerlas llaman vira-
cocha por parezerse en ellas a su Dios el qual por doquiera que pasaba con-
vertia las huacas en piedras. Supieronlo los indios de esta provincia y junta-
ronse con los Conchucos y trataron de hazer entre si vna casa con cierta
trampa y combidar a holgarse en ella al Huari y este entrando dar orden que
caiesse en la trampa y muriesse en ella. Dispusieron las cosas para este in-
tento pero el Huari que era muy sabio entendio luego la maraña y disimu-
lando hizo que se juntasen las huacas en el lugar señalado y alli las [con]uir-
tio a todas en piedras de varias figuras de leones ozos etc . . . y desde enton-
ses todas quedaron hechas piedras y esta casa es muy temida y tenida en
gran veneración y llamanla casa de las (fol. 7) de las huacas y esta en los
Conchucos si bien hablaban y daban respuesta a sus hijos los hombres y ca-
uesas de sus linajes que oy ai de indios en esta tierra. Lo qual duro hasta que
los españoles llegaron a Cajamarca porque entonses entraron otra vez en acuer-
do y determinaron que para su conservacion les convenia no dar respuestas
publicas a los indios sino esconderse donde todos los sacerdotes tuuiessen
noticia de ello lo qual cumplieron de manera que quedaron encubiertas debajo
de la tierra donde solos los hechizeros las ven y dan a los demas las respues-
tas de lo que a las huacas preguntan.
BIBLIOGRAFIA
MANUSCRITOS
IMPRESOS
Mezclan este polvo con otro de cierto palo y con caracoles que-
mados que parece caL . ." (Tomo 1 - cap. LXXIX p. 188).
Fernández de Oviedo (1944, T. II, págs. 61-62) cuenta que los indios de
Nicaragua "y de otras partes" acostumbraban traer en la boca la hierba lla-
mada "yaat" y se colgaban al cuello unos calabacines p equeños con las ho-
jas secas hechas polvo. Junto con ella usaban de una cal hecha de con-
chas de caracoles marinos, dedan que su empleo les quitaba la sed, el
cansancio, el dolor de cabeza y el de las piernas. También en Venezuela
cultivaban la misma planta y seca la llevaban en la boca sin tragarla, y
por el exceso en su uso tenían los dientes negros.
Las Casas en la "Historia de las Indias" (cap. CCXLIV) informó so-
bre el empleo en Venezuela de la coca que llamaban "hay" parecida a las
hojas del arrayán.
Cieza (1941, cap .. XCVI, p. 282) señala la costumbre tan arraigada
entre los indígenas de traer en la boca raíces, ramas o hierbas, en otras
palabras el gran uso de masticatorios. DeScribe que vio en el reino de Nue-
va Granada, en Antioquia, Cali, Popayán y otros lugares, el empleo de una
coca de hojas menudas cama arrayán, y que simultáneamente sacaban de
unas pequeñas calabazas cierta mixtura que comían junto con las hojas. En
Quimbaya mascaban trozos de palos tiernos que. cogían de unos arbustos,
y según él, en todo el Perú se usó la coca. No tardaron los españoles en
comercializar su empleo y fue el origen de no pocas fortunas.
Cuenta Herrera las costumbres de los indígenas de Nueva Granada y
la vida del Cacique Bogotá, y al hacer mención del cómputo que tenían
del tiempo y su división de meses y años, dice que los diez primeros días
I del mes:
1-
comen una ierva, que en lrr costa de la mar llaman Hayo, que
los sustenta mucho y hace purgar sus indisposiciones; i pasado los
días del Hayo, tratan los otros diez días en sus labranzas i hacienda".
(Década VI, lib. V, cap. VI, p. 24. Tomo VIII).
Vázquez de Espin:Ülsa (pám'afo 1044) halbla de grandes huertu1s y cha-
cras de coca de Timaná, Colombia y dice que para los nativos era consi-
siderada lUla p1anta enoantada pm 'sus numeros'a,s virtudes. Desoribe la
coca y la compara por su similitud con las del arrayán.
En la "Relación y descripción de los pueblos del p artido de Otavalos"
(Reülciones Geográficas T. III, p. 117) hay mención de las grandes cha-
cras de caca y de algodón que tenían y ambos productos servían a los na-
turales para hacer sus trueques con sus vecinos. Lo mismo sucedía con
los indios de Quilca, también del Ecuador (p. 125) que cogían cada tres
meses la coca, y con los de Pimampiro que se consideraban ricos, gracias
al cultivo de la coca que trocaban por todos los demás productos necesa-
rios. Igualmente, los indígenas de Cuenca poseían sus plantaciones de co-
COCA EN LA VERTIENTE DEL PACIFICO 199
cales entre otros sembríos (p. 191), así como los de Alusi de la misma
provincia (p. 194).
Matienzoconsagra en su libro "Gobierno del Perú" ocho capítulos a la
coca, sus usos, sembríos y, por último, se refiere a las ordenanzas y leyes
relacionadas con el beneficio de la planta. Trata del cultivo y del aumento
de las chacras de coca en referencia a la selva, sin embargo añade:
la "verdad es que los indios de los Llanos también usan de una
coca, que es a manera de arrayán, y pequeños los árboles o sepas,
y creo que es la mesma semilla y entre ellos es de poco precio:'.
(1965, cap. XL V, p. 167)
Interesa también ver 10 que dicen los cronistas sobre la coca en relación
con los Incas. Según Betanzos (1968 cap. IV, p. 13) la gente de Mango
Capac sólo conoció la planta cuando llegó al Cuzco, a través de los Al-
cavizas, mientras Garcilaso (1943 T.I, lib. 4 cap. XVI, p. 210) dice que
las primeras plantaciones las tuvieron los incas bajo el gobierno de Inca
Roca, cuando conquistaron tierras adecuadas para el cultivo de la coca, si-
tuadas en Paucartambo y otros 'lugares cercanos.
Sobre el origen de la coca contaban los indios del Cuzco la leyenda
siguiente: (antes que)
"estuviese como. ahora está en árboles, era mujer muy hermosa y
que por ser mala de su cuerpo la mataron y la partieron por me-
dio y la sembraron, y de ella había nacido un árbol, al cual lla-
maron I mal macoca (sic) y COcamama y desde allí la comenza-
ron a comer, y que se decía que la traían en una bolsa, y que esta
no se podía abrir para comerla si no era después de haber tenido
cópula con mujer, en memoria de aquella, y que muchas pallas
ha habido y hay que por esta causa se llamaron coca, y que esto
10 oyeron decir a sus pasados los cuales contaban esta fábula y de-
cían que era el origen de la dicha coca".
(Información comenzada en el valle de Yucay el 2 de julio 1571
En: Don Francisco de Toledo por Levillier. T. 2, p. 172)
Si suponemos como 10 atestiguan los diccionarios que la vOz quechua para
COca fuese "Mamox" o "Mamosh" esto podría indicar que el grupo de Man-
go era quizá una etnía de Aru hablantes y que al decir coca mama signi-
ficaban la hoja de mamosh, de una planta especial, que en este caso de-
signaba una variedad de Erythroxylon.
Otro mito sobre el origen de la coca es el de Ocros y Lampas, re-
gión situada en la sierra central en la vertiente del Pacífico, publicado por
Pierre Duviols (1973). En esa versión lo que sobresale es la escasez de
coca y que sólo el Sol poseía la hoja, hecho que despertó la envidia de
las huacas.
No es nuestra intención hacer citas exhaustivas de los cronistas, pero
sí señalar que según ellos se conocieron en épocas ¡prehispánicas por lo me-
200 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
~d"' ....
_-~ o
. c:::;, " ~ • <:::)." ..•
•
'c>
15
o -o
J,f
15"
Quizá los grupos que aportaron al arte ChavÍn las conchas de origen
marino, del género Strombus o Spondylus, de mares cálidos, introdujeron
también el hábito de masticar coca. Eso no quita que la coca fuese tam-
bién una introducción selvática. Es posible, como sugiere Lumbreras (1973),
que ChavÍn sea una "síntesis" de integraciones interregionales, que fundiera
e1emente.> de la costa con otros de la selva y de la sierra.
Yacovleff (1934) indica que los hallazgos arqueológicos demuestran el
uso muy antiguo de Ja coca en el litorall, las momias conservan, entre sus
ajuares funerarios, unas pequeñas bolsas que contienen coca. El mismo au-
tor encuentra que en la cerámica Nasca y en la Mochica existen diversas
representaciones de la práctica de masticar coca.
En las excavaciones hechas por Max Uhle en Pachacamac (1903), en
el cementerio de la primera terraza del Templo del Sol, se encontró va-
rias momias de tiempos incaicos que tenían sus bolsas de coca y sus liptas
de cal.
No faltan vasijas prehispánicas en las que figuran individuos mastican-
do 10 que se supone fuese coca. Otto Klein (1967) describe una escena que
reproduce un ceramio Mochica de la época B IV, se trata de personajes
de alta jerarquía celebrando una ceremonia bajo un cielo nocturno, mien-
tras un sacerdote guerrero invoca la divinidad, los demás siguen el acto
ritual masticando coca. (ver dibujo)
Sugerimos que durante los períodos Mochica se empleó la coca y lo
deducimos de las escenas ilustradas en la cerámica. En algunas piezas
de alfarería Nasca hay personajes que tienen una bola en la boca, que se
traduce a modo de protuberancia en la cara, y que, por lo tanto, indica el
uso de algún masticatorio (Yacovleff 1934).
En el Museo Regional de lea existe una colección de "chuspas" o bol-
sas encontradas en diversas excavaciones, pertenecen a varias épocas. Las
hay Nasca y posteriores de cultura lea y también del HOrizonte Inca, son
de variadas hechuras, unas de plumas, otras de piel y tejidas de lana y
de algodón. La mayoría contiene pequeñas hojas menudas, algunas de
estas chuspas encierran una planta aromática que por el olor parece un
tipo de tabaco, mientras otras tienen una mezcla de ambas plantas.
El señor Alejandro Pezzia A. tuvo la amabilidad de entregarnos una
pequeña cantidad del contenido de varias de estas bolsas para su estudio
botánico, que confiamos al doctor Ramón Ferreyra, Director del Museo de
Historia Natural "Javier Prado". Sólo un a~1álisis científico indicará qué
planta emplearon en la región y es posible que tuviera alguna propiedad
alucinante o estimulante.
En el Ecuador, Jijón y Caamaño (1912) describe un Ídolo de barro
que tiene en un lado de la cara una protuberancia, en oti"a lámina ilustra
a una mujer sentada en el suelo con las piernas cruzadas:
I
I
"la boca está figurada por una incisión longitudinal en cuyo vértice
izquierdo hay una protuberancia, quizá un bocado de coca, ya que
el uso de esa planta en el Ecuador precolombino no puede ponerse
en duda".
Los ceramios COn representaciones de personajes que lucen protuberancias
en algún lado de la cara, son bastante frecuentes en el Ecuador y se remo-
tan a tiempos anteriores a los Incas. Marshall Seville (1908) ilustra su
trabajo sobre las provincias de Esmeraldas y Manabí con varios de estos
ejemplares.
Durante el Incario el empleo de la coca sigmo en Ecuador y se cul-
tivó no sólo en Imbambura sino en Cuenca y otros lugares. Es curioso que
el uso de masticar coca durante el siglo XVI se generalizara al extremo
que los frailes a'gustinos y dominicos 'la emplearon libremente, hasta que
el inquisidor Juan de Mañosca condenara el hábito por consideral'lo co-
mo un pecado y obra de sortilegios. Esta campaña fue una de las causas
de la extinción de los cocales en el Ecuador durante los siglos siguientes.
En cuanto a la coca en Colombia, Luis Duque (1945) indica que era
una costumbre anaigada en la región de Cauca y Huila, 'lugares en los que
llama'ban "mambeo" al acto de masticar coca. Este mismo autor cita a
Fray Pedro Simón quien deCÍa que los chibchas mascaban "hayo", nombre
que daban a la coca. Jorge Bejarano (1945) cuenta el modo de preparar
la cal que se obtenía de la cocción de una piedra caliza. Estas piedras
quemadas en piras, como si fuesen ladrillos eran colocadas después en
una canoa que contenía agua de panela que las disolvía. ' A este líquido le
agregaban ceniza, que le daba consistencia, y también ají machacado (Cap-
sicum). Una vez hecha la pasta se cortaba en pequeños bloques que se
envolvían en hojas de plátano verde y se enterraban por varios días "para
que el calor de la tierra haga bueno el mambe". · Este modo de preparar
la cal necesaria para saborear la coca, muestra un método muy distinto
del empleado en el área andina.
Según Juan Domínguez (1930) la planta que dicen "hayo" es el nom-
bre vulgar cOn el cual hasta hoy se conoce en Colombia y en Venezuela la
variedad cuyo nombre botánico es E. Novogranatense. En la sierra de Santa
Marta se tostaban ligeramente las hojas y se mezclaban Con polvo de con-
chas calcinadas que guardaban en una calabaza, costumbre llamada "po-
poca". En esta región se rechazaba la coca amarga rica en alcaloides.
para dar preferencia a la coca dulce y aromática.
Aparte de la coca hace falta investigar otras ¡plantas empleadas por
los naturales, ya sea como estimulantes, analgésicos, o en sus bebidas, y
definir los derroteros que siguieron hasta llegar a la costa central. Tal es
el caso de la Guayusa (Ilex Guayusa), menci01l1ada pOir Weberbauer como
un estimulante, que también era usada en el Ecuador entre los Quijo en
forma de infusión o en la chicha de yuca (Cooper, 1949; Udo Oberem,
COCA EN LA VERTIENTE DEL PACIFICO 207
1963), y entre los Jíbaros por su agradable sabor y acción estomacal (Ha-
ro klvear, 1971 :17-18).
Arriaga habla de una chicha de maíz mascado mezclado con polvos
de semillas de espingo, de Chachapoyas, que hacían en la costa desde
Chancay al sur, bebida que ofrecían a las huacas con el nombre de yale,
brebaje que volvía locos a los hechiceros.
Parece que llamaron yspincu o yshpingu a una variedad de plantas.
González Holguín en su Vocabulario indica una hierba como trébol y
"otro un árhol que echa frutilla como de molle"
(1952, p. 371)
Cobo también menciona dos plantas llamadas "espingo" de una de ellas
,.
Olce que:
"hacen los indios una pasta de que forman unas cuentas muy olo-
rosas, que ensartadas, las suelen traer al cuello.
Los polvos desta yerba mezclados con polvos de incienso y dados
en vino, hacen no sentir los tormentos, por rigurosos que sean".
(T. 1, cap. XCI, p. 195)
Por la descripción de los efectos del ishpingo, no cabe duda que era un
analgésico.
El doctor López Guillén, Director del Instituto de Botánica de la Uni-
versidad de San Marcos, en la primera parte de su libro, aún inédito, titu-
lado Las plantas útiles del Per:¿, menci~na con este mismo nombre verna-
cular a varias plantas que son las siguientes:
Ajouea tambillensis Mez. - Lauraceas
Jacaranda copaia (Aublet) D. Don - Bignoniaceae
Ocotea jelskii Mez - Lauracea
Sería interesante investigar sobre el tema del ishpingo, sus propiedades y
seguir su difusión desde Chachapoyas hasta Chancay en la costa y más
al sur. Por último, Arriaga nombra otra frutilla seca, igualmente de Cha-
chapoyas, llamada aut, que también servía como bebida.
208 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
LOS DOCUMENTOS
1er. expediente
Juicio pOl' tierras de caca en Quiví entre los Canta y los Chaclla, dos
etnías instaladas en el valle del Chillón.
(AGI-Justicia 413, se inició en 1550).
Conocemos cuatro documentos sobre la existencia de cocales en las
vertientes del Pacífico en tiempos prehispánicos, y, de norte a sur, corres-
ponden el primero a la región de Trujillci en Sinsicap, el segundo al valle
alto de Chancay, el tercero a la región de Quivi en el valle del Chillón,
y el último a lea, sin contar los datos dispersos para Barranca y, por el sur,
hasta Arica.
El testimonio que trae un mayor número de noticias es, sin lugar a du-
das, el manuscrito de Quivi y por esa razón lo estudiaremos primero. Ade-
más, es el único en indicar que la coca era cultivada en época preincaica.
Los otros documentos son administrativos y se limitan a señalar los luga-
res donde antiguamente existían las chacras de coca, o bien tratan de li-
tigios apasionados por conseguir las tierras y silencian la noticia del tiem-
po cuando se iniciaron los cocales, para ocuparse solamente del pleito en-
tre los indígenas por la posesión de las plantaciones.
El juicio de Quivi, al que nOs referimos, fue el punto de partida para
la investigación sobre la existencia del Señorío de Collique antes de la do-
minación cuzqueña en los Llanos, documento que también ha sido traba-
jado por Murra (1972) en relación a su teoría sobre el control vertical en
la economía andina. Un segundo manuscrito importante sobre los cocales
de la misma zona es la "Visita" de Guancayo, Maca y Guarauni, realiza-
da en 1571 por Juan Martínez de Rengifo, y publicada por Waldemar Es-
pinaza 2.
Las referencias por las cuales se puede asegurar que la coca era cul-
tivada en Quivi antes de la conquista Inca son varias, una de ellas es la
declaración que el curaca de Quivi, sometido al Señor de Collique, le tri-
butaba, entre otras cosas, coca. Además, era un producto que durante los
períodos de paz entre los Collique y los de Canta era materia de true-
que entre serranos y costeños.
En todo el documento se habla de las plantaciones, pero nunca como
si se tratara de un semibrío nuevo, importado por los Incas, por el contario,
todo indica un cultivo tradicional en la región, y un producto apetecido
y codiciado por los soberanos cuzqueños que quisieron tener y hacer suyas
una zOna cuyos cultivos principales fuesen cocales podían disponer de ella,
tal el caso de los Guarauni, citado más arriba.
La situación varió completamente con la dominación española, las ne-
cesidades estatales desaparecieron y también las del culto oficial, queda-
ron tan sólo las ceremonias clandestinas, las de los curanderos y de los
hechiceros, y es entonces que los europeos se dieron cuenta de los gran;
des beneficios que aportaba el hecho de inundar al indígena con una pro-
ducción que antiguamente era considerada como un privilegio o una recom-
pensa. Si bien los cultivos costeños desaparecieron prácticamente por la
baja demográfica y por la necesidad de cultivar plantas comestibles para
abastacer los mercados criollos, los cocales de la selva se mantuvieron y
hasta aumentaron en ciertos lugares.
En los documentos referentes al Chillón, hemos visto la mano de obra
empleada en la explotación de los cocales, y resulta necesario comparar
la situación costeña cOn algunos datos selváticos. N o hemos podido con-
sultar el documento inédito sobre la producción de la coca del manuscrito
titulado "Don García de Alvarado con los caciques de Songo, Challana y
Chacapa de su encomienda, sobre la Visita que se hizo al dicho reparti-
miento"; nos limitamos a comentarlo a través del estudio de Golte (19.70).
Murra (1972) sugiere la explotación de los cocales por medio de los
archipiélagos vertioales, y Oolte 'Ofreoe 'Otra (5o}ución, ~a de migraciones
temporales desde el Altiplano a los valles calientes de la selva:
"allí tl'abajaban en las chacras pertenecientes a los pobladores de los
valles, y recibían en cambio la mitad de la cosecha". (p. 474)
Añade el mismo autor que él llamaría esta forma de producción "colo-
nial" si no fuese por la amplia difusión de este modo de trabajo. De ahí
el reducido número de lupacas o collas instalados permanentemente en
aquellos valles, que traduce también el miedo de la gente andina al cli-
ma de las tierras cálidas. Otra indicación importante es que los indígenas
del rl ugar no trabajaban en los cocales, sino que eran los serranos quienes se
ocupaban de las faenas.
Lo interesante es que una situación parecida existía en tiempos tem-
prano enh'e 10s Quijos del Ecuador, situados al oriente de la CO!l:dillera.
Según las Relaciones Geográficas de Indias (t. 3, págs. 129-130), en 1541,
en Pimampiro los indígenas poseían sus chacras de coca y no las trabajaban:
"porque estan enseñados que los indios extranje1'os que les vienen
a comprar la coca las labran las dichas chacaras de coca para
tenerles gratos, porque no venden la dicha coca a otros indios, y
estos son comO ~eligreses (parroquianos) que dicen".
Lo curioso es el hecho que no admitían en sus tierras a cualquiera que
deseara obtener los productos del lugar, sino que tenían a sus "feligreses"
o sea que sólo personas aceptadas por ellos venían a trabajar; motivo por
el cual los naturales de Pimampiro eran considerados muy malos labradores.
COCA EN LA VERTIENTE DEL PACIFICO 215
2'? expediente
corresponda al de una colonia vertical hace falta uno de los requisitos prin-
cipales, o sea el de ser multiétnico.
3er. expediente
4<;> expediente
Conclusiones
,\
I
I
"
COCA EN LA VERTIENTE DEL PACIFICO 221
BIBLIOCRAFIA
LEVILLIER, Roberto
1940 Don Francisco de Toledo. Espasa-Calpe. Buenos Aires. 3 tomos.
LOPEZ DE GOMARA, Francisco
1941 Historia General de las India.s. Espasa-Calpe. Madrid [1552].
LUMBRERAS. Luis G.
1973 "Los estudios sobre Chavín". Revista cltil M'/lSeo Nacional. Tomo XXXVIII,
págs. 73-92. Lima.
LYNCH, Alberto Martín
1952 "Breves notas sobre el cultivo de la coca". Revista AgTOnomía. Escuela Na-
cional de Agricultura. año XVII - octubre-diciembre, pp. 77-80. Lima.
MACHADO, Félix Edgardo
1968 The genus Erythroxylon in Pem. Thesis: Department of Botany Raleigh. The-
sis subrnitted to the Graduate Faculty of North Carolina State University at
Raleigh, in partial fulfilment of the requirements for the Degree oí Master
of Science.
MATIENZO, Juan de
1967 Gobierno del Perú. Travaux de l'Institut Franc;ais d'Etudes Andines. Paris-Li-
ma, [1567].
MORTIMER, W. Golden
1901 Peru, HistoTY of Coca "The Divine plant" of the Incas. New York.
MURRA, John V.
1964 "Una apreciación de la visita". Visita hecha a la Provincia de Chucuito, por
Garci Diez de San Miguel, págs. 412-442. Lima.
1967 "La Visita de los Chupachu como fuente etnológica". Visita de la Provincia
de León de Huánuco en 1562. Iñigo Ortiz - Huánuco.
1972 El "control vertical" de un máximo de pisos ecológicos en la economía de las
sociedades andinas. Tomo II, págs. 429-476. Visita de la PTovincia de León
de Huánuco. Huánuco.
MURUA, Fray Martín de
1946 Lor oTígenes de los Inkas. Edit. F . Loayza. Lima, serie 1, Tomo XI, [1600
Y 1611 ].
OBEREM, Udo
1963 "Los indios Quijo del este del Ecuador". Revista Humanitas. Boletín Ecuato-
riano de Antropología. págs. 20-54. Quito.
ORIHUELA, Aníbal
1953 Tesis sobre la coca, Biblioteca de la Universidad Nacional Agraria, "La Malina".
PEÑA BEGUE, Remedios de la
1971 "El uso de la coca en América, según la legislación colonial y republicana".
Revista Española de Antropología Americana. Vol. 6, págs. 179-204, Madrid.
PULGAR VIDAL, Javier
1967 Análisis geográfico sobTe las ocho regiones naturales del Perú. III Asamblea
Regional de Geografía. Callao.
RICKETTS, Carlos
1952 "El cocaismo en el Perú". América Indígena, Vol. XII, págs . 309-322. México.
ROSTWOROWSKI DE DIEZ CAN SECO, María
1960a "Pesos y medidas en el Perú prehispánico". Trabajo presentado al II Congreso
Nacional de Historia en 1958. Lima. Tomo II de Las Actas del Congreso.
1962 "Nuevos datos sobre tenencia ele tierras reales en el incario". Revista del Mu-
seo Nacional. Tomo XXXI, Lima.
224 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
Introducción
1. Espinoza Soriano: 1970; pp. 9-57. En un estudio que publicaremos pronto, trata-
remos detenidamente de los mitmas a base de las fuentes documentales ~ditas e inéditas,
pero principalmente de estas últimas.
2. Sarmiento de Gamboa: 1572; cap. XXXIX, p. 245.
3. Garcilaso de la Vega: 1609; lib. VII, cap. 1, p. 246.
4. Santo Tomás: 1560b, p. 321.
5. Santo Tomás: 1560a, p. 161.
6. Garcilaso de la Vega: 1609; lib. VII, cap. 1, p. 245.
MITMAS MULTlPLES EN ABANCAY 227
ABANCAY €l
.. ocolcas
).oc o ndepamp a
nlnomorco
/>
,)
auquipampa
r I' o la9un~
S <l
~
. i n t
la¡ata
o
. rr¡
e
.-. . . :.z .~<'i/'.
"
~·/chcnta
cO Uarma •
challhuani o mitlmieS
tanqu ih l.!.) 5
Valle 5 rl p l Pachachaca
y Am a~ cay
S i g l os XV y XVI
Po r Wa ld emar Espino za S.
producciones son idén ticas 24. Sin embargo, al intenso calor de las tar-
d~s siguen unas noches muy templadas o "suaves" como dicen los pobla-
dores actuales 25. POI' lo general, ambos valles son lugares sanos. PoquÍ-
simas enfermedades agobialban. a sus habitantes, como por ejemp[o las ter-
cianas .comunes, hasta muy avanzado el siglo XX, que las curaban con hier-
bas 26. Las tercianas del Pachachaca eran temidas por su virulencia; en
cambio las de . Amancay no lo eran tanto 27. Otra dolencia ' endémica, y
por lo tanto COmún, en estos valles fue, y sigue siendo, el coto o bocio, mal
que atacaba principalmente a las mujeres. Nadie podía explicar sus ver-
daderas causas, aunque ciertas personas ya intuían que podía ser produci-
do por el agua proveniente de los deshielos 28. El riachuelo de Amanca)',
en la parte del puente, tenía sus contrafuertes muy bien edificados 29. -
Estos dos valles, juntamente con toda la nación quichua, durante el
Imperio Inca pertenecieron a la provincia . llamada Chinchasuyo o Chin-
chaysuyo, la misma que comprendía desde Jaquijahuana,. Zurite, Huarocon-
to, Anta, Pucquiura, Pampacunca, Patallacta, Ancachonta y Mollepata has-
ta Amancay, Curalmasi )' Sayhuitca 30. De ella dei'ivó el futuro nombre
de Chinchaysuyu para todo el sectOr norteño del segundo imperio andino.
A raíz de su conquista por los incas, [os valles del Pachacha1ca y de Aman-
cayqu'edaron deshabitados de quichuas regnícolas. Sus pobladores autóctonos
fueron trasladados a diversos lugares del Perú, por ejemplo a Cajamarca,
a Huamachuco, a Chupaychu, a Copaca1;>ana, etc., para cumplir funciones
en provecho de la política imperial del Cuzco. Desde entonces, en las
márgenes de ambos ríos la mayor parte de las tierras fueron convertidas
en moyas, o sea, en topos de propiedad estrutal, para senl'bra·r y obtener
productos que beneficiaran la política )' la economía imperial. Sólo una
parte muy pequeña de ellas fueron reservadas para entregarlas en usufructo
a futuros mitmas que debían trabajarlas 31 y repoblarlas.
Los terrenos de dichos topos y moyas estaban -y siguen estando- cons-
tituidos por depósitos aluvionales que ha dejado el l·ío en el transcurso
de su historia; son tierras vegetales que forman el borde del cauce. La
flora salvaje y exuberante en este paraje cálido, que había crecido durante
muchos años, hacía de su ecología un sitio excepcional para los cultivos
,.
MITMAS MULTIPLES EN ABANCAY 233
mas en edad de tributar 52, es decir, una huaranca. A ellos hay que su-
mar sus mujeres y sus hijos. Si caku1amos que cada hogar tení.a, por 10
general, tres vástagos de promedio, llegamos al resultado que eran 5000 al-
mas; pero a ellos hay que añadir los "viejos" de cincuenta años para arri-
l. ba. En conclusión, debieron ser 5500 personas aproximadamente. A la lle-
gada de los españoles ése era el número de mitmas en los valles del Pa-
chaehaca y de Amancay, según el memorialista Juan Pérez 53.
Cada ayllu o grupo de extranjeros que llegó al Pachachaca fue tras-
ladado en conjunto y no por partes. Sin embargo, cuando posteriormente
el número de mitmas señalado mermaba por cualquier razón, la nación
de procedencia tenía que enviar tantas familias como hacían falta hasta cu-
brir la cuota originaria. Pero en caso de que los mitmas multiplicaran, el
excedente no retornaba al área de su etnía nativa; en tales ocasiones que-
daban en el valle del Pachachaca.
Aparte de estas quince colonias de mitmas ya anotadas, es posible
que hayan existido otros grupos más. Pero la relación históricamente con-
creta que ha llegado a nosotros, gracias a la información de 1575, es bas-
tante reveladora: quince ayllus de extranjeros constituían una colonia de
mitmas múltiples.
Al mismo tiempo que varias colonias de forasteros fueron a ;:esidir en
Amancay-Pachachaca para beneficiar las tierras estatales ubicadas en ese
lugar, al valle cálido del río Apurímac fueron trasladados varios grupos
domésticos procedentes del valle costeño de Nazca, con la finalidad de
poblar aquella tierra casi deshabitada. Fueron alojados en la hondonada
por donde estaba el famoso puente colgante de cabuya y de ichu. Allí, en
andenes y en jardines sembraron y colectaron muy buena fruta 54. Como
vemos, no eran mitmas para el control ecológico porque procedían de una
zona ele igual temple, simplemente eran colonizadores de tierras eriazas.
Los funcionarios imperiales ponían y quitaban mitmas a su arbitrio,
así lo asegura el centenario Gonzalo Rurasi 55. De ser cierto ello signifi-
caría que no había estabilidad en el asentamiento de las colonias, sino una
gran movilidad. ¿Por qué sucedería así? ¿Para que todos los pobladores
del curacazgo originario tuvieran igual participación en el trabajo? ¿O para
que vinieran otras naciones a instruirse en las técnicas agrarias ya aprendi-
das por los primeros grupos~ De todas maneras, eso quiere decir que no
eran mÍtmas en el más amplio sentido del término, porque mÍtma era
el extranjero naturalizado en tierra extraña. En caso de haber sido reali-
dad esa movilización, es imposible hablar de naturalización. ¿Acaso to-
dos los colonos eran removidos o sólo parte de ellos? En caso de que hu-
biera familias estables, éstas sí eran auténticos mitmas, pero los otros no,
eran únicamente mitmas flotantes. A la larga ello contribuiría para que,
una vez producida la conquista española, casi todos abandonaran los va-
Nes del Pachacha ca y de Amancay para l'egresar a sus tierras de o'l'igen 56.
No conocemos, pues, los motivas que daban lugar a esos continuos cambios . .
Desde luego que jal11ás pudo ser por renuncia o a pedido voluntario de
los afectados, tampoco satbemos cada cuanto tiempo ocurría. Quizá Gon-
zalo Rurasi se confunde, o trastrocaron sus palabras los traductores. Posi-
blemente lo que quiso decir es que cuando disminuían las familias de mit-
mas, eran repuestas prontamente por los curacas de procedencia. Nos in-
clinamos por esta últinía sugerencia, por cuanto todos los demás testigos
aseveran que sus antepasados fuel'on llevados en tiempos de Túpac Inca
Yupanqui y de Huayna Cápac; lo que vale decir que las generaciones se
habían sucedido en el Pachachaca unas tras otras, sin interrupción.
los citados anteriormente 63. Otro pueblo dado a los mitmas fue el Chall-
huani 64.
Así, en varios parajes del Pachachaca fueron concentradas varias colo-
nias de mitmas, algunas de ellas traídas de lugares a veces sumamente
lejanos, por ejemplo el grupo procedente de la región Huancavilca, terri-
torio situado al norte de Guayaquil (Ecuador); otro originario del área
cultural de los Tallán, en la actual costa piurana. Aquí debemos interro-
garnos ¿qué motivos hubo para hacer tal desplazamiento desde naciones
tan apartadas y de clima cálido a otro lugar del mismo temperamento co-
mo es el valle del Pachachaca? Es una pregunta para la que aún no tene-
mos respuesta definitiva.
Pero esas tierras o moyas de Chuquipaclla, Sacapa, Pomachalla, Luc-
mapampa y Chivampata no fueron entregadas indiscriminadamente para el
uso de los mitmas. No. Ellas siguieron siendo de propiedad estatal, se-
ñaladas para sembrar coca, algodón, ají, sacapa, maní, pacaes, etc. con el
trabajo de los ex-tranjeros bajo el control de sus cama yo s y curacas de
ayllus 65.
Ninamarca
Ninamarca era el único pueblo donde VlVlan congregados casi la to-
talidad de mitmas de procedencia yunga. Los de origen serrano residían
en otros lugares, parte de ellos estaba en la aldea de Chonta, otros , en
Matara, otros en Auquipampa y así sucesivamente 66. La llacta de Nina-
marca estaba en la margen derecha del Pachachaca, en la otra parte - di-
ce un documento- del arroyo que bajaba de la estancia colonial de Her-
nán Bravo de Lagunas para desaguar en el río mencionado, relativamente
muy lejos de las tierras que eran moyas del Estado Inca 67. En este pue-
blo, cada ayllu tenía su área de superficie señalada para sembrar y vivir
y tenían por nombre topos. Eran una gran cantidad de parcelas para sus
chacras de cultivo, que hasta les sobraban 68.
Cada ayllu, asimismo, tenía su huaca o dios tutelar, es decir la antigua
divinidad de su lugar de proceden1cia, poseía también un paraje fijo para
sus tumbas sin mezclar las de un grupo con las de otros. Cada colonia
cOnservaba sus tocados y los colores respectivos de sus trajes nacionales.
En Ninamarca debió existir un lugar de reunión para los quince señores
e lases de ndtmas
En la información que hoy publicamos declaró un testigo llamado
Felipe, que dijo ser mitima natural del valle de Amancay, del pueblo de
tes, ají, maní, porotos y otros productos de clima cálido 82. Las lúcumas
seguramente eran recogidas en las chacras de Lucmapampa. La variedad
de ají que allí cosechaban tenía por nombre chinchiucho 83. En dichos te-
rrenos jamás sembraban constantemente ají y "algunas legumbres" en un
mismo topo. El chinchiucho, por ejemplo, lo mudaban todos los años de
una parte a otra. Así evitaban el empobrecimiento del suelo 84. Las cha-
cras de ají tenían por nombre Chinchichaca 85.
En esta forma los mitmas económicos-sociales del Pachachaca produ-
cían una apreciable cantidad de maíz, coca, álgodón, ají, sacapa, etc. para
sostener a:l ejército imperial. La información de 1575 aclara que en tal
sentido proporcionaron un magnífico aporte cuando las campañas de Huay-
na Cápac en Quito.
Los productos eran almacenados en colcas ubicadas en los sitios más
estratégic~s de las faldas de los cerrOs que bordean los valles del Pacha-
chaca y de Amancay. Cieza de León hace referencia a ellas y a los apo-
sentos administrativos; asegura que no eran muy impresionantes, sino tan
sencillos como en los pueblos pequeños 86. Pero ahora preguntémonos al-
go más: ¿Para qué fines se destinaba esta producción? Ya sabemos que las
semillas de la sacapa, una vez secas, eran destinadas a los danzantes de
la corte cuzqueña. En cambio la coca, el ají, el algodón y los otrOs frutos,
según testimonios de Gonzalo Alvarez Caxa y Pedro Llatacopa eran des-
tinados "para el sustento de la Guerra" 87. Por lo menos durante la expe-
dición de Huayna Cápac a Quito cumplieron esa función. ·
Existen pruebas concretas acerca de cómo Huayna Cápac, estando en
Tumipampa, envió al curaca principal llamado Sacapacha para que lleva-
ra de las coleas del Pachachaca todo el algodón, el ají, la coca, la socapa
y demás cOsas allí almacenadas porque las necesitaba para el sostenimien-
to del ejército en las campañas de conquista y de pacificación 88. Este
hecho revela varias circunstancias que debemos tener en cuenta: 1) el des-
cOmunal poder del Estado Imperial Andino, que podía permitirse movi-
lizar caravanas de hombres a pie para transportar sobre sus espaldas pro-
ductos de lugares sumamente lejanos, como era desde el Pachachaca y
de Amancay hasta Tumipampa; 2) que las guerras de conquista y de pa-
cificación en el norte del Tahuantinsuyu habían agotado las reservas ali-
menticias y textiles de los almacenes ,de aquella parte del país; y 3) que
[as rentas nacionales ¡para sostener a fos militares provenían de todas las
partes del territorio imperial. Por lo tanto, los enunciados productos no
beneficiaban a las trece colonias adscritas sino a los batallones y escuadro-
nes, y a los bailarines de la cOrte. Era pues una producción organizada,
en la cual el Estado era el principal interesado para que se llevara a efec-
, to la integridad del plan. En dicha forma, las cosechas de las cinco cha-
cras anotadas constituían económicamente un monopolio del gobierno cen-
tral, de las que los funcionarios despóticos del Cuzco disponían a su arbitrio.
Pero, ¿e9tos trece grupos solamente desempeñaron estas funciones de
producir renta para el Estado? ¿O cumplieron también trabajos de espio-
naje? Parece que no, pues la nación y reino Quichua, en cuyos territorios
estaban enclavados, se consideraban liberados por el reino del Cuzco, el
que había derrotado a los imperialistas chancas, bajo cuya férula habían
permanecido los quichuas durante muchos años 89.
No poseían pastos, por cuanto los mitmas estaban impedidos de tener
ganado 90, pero sí disfrutaban de terrenos de cultivo aunque en usufructo
solamente, ya que la propiedad real del suelo pertenecía en el Pacha- ,
chaca al Estado Inca. Por su lado, los mitmas consumían papas, yucas,
y quinua 91, aparte de los frutos que obtenían en sus chacras ya citadas. En
su ambiente ecológico la recolección de frutales fue normal. También te-
nían floripondios, pisonais, huallhuas (Psomlea), tunas y árboles de huaran-
go, de molle, alisos, sauces y ceibas que servían únicamente para leña;
y el molle además para chicha, a la que eran muy adictos. Entre las hier-
bas medicinales recogían apreciable cantidad de chichem, vilca y taba-
co 92. La agricultura no la practicaban por regadío sino con lluvias, no les
fue posible construir canales de riego debido a la aibruptuosidad de la
serranía que bordea el valle 93. La sal se ,la agenciaban desde el Cuzco 94,
pero ignoramos en qué condiciones y por qué medios. Tanto en el valle
del Pachacha ca como en el de Abancay, el agua para el consumo huma-
no procedía de los deshielos y de algunos arroyuelos circunvecinos 95.
Las tierras adjudicadas a cada ayllu tenían sus linderos perfectamente
amojonados, eran señales artificiales y naturales, como postes, hitos, árbo-
les, cercos, ríos y quebradas. Los que invadían parcelas pertenecientes a
otros eran penados con severidad.
Existía un trato diferente en cuanto al reparto de tierras. Cuando se
trataba de mitmas alojados en zona fría, cada individuo podía recibir hasta
La jefatura étnica
Como es lógico, la subdivisión de esta gran colonia de mitmas en quin-
ce ayl1us condujo a una jerarquía de jefes. Cada agrupación de forasteros
tenía su respectivo curaca o señOr de ayllu. Por consiguiente, eran quince
curacas de ayllu, quienes gozaban del mismo status y de las mismas fun-
ciones, cada cual en su propio territorio y sobre su propio grupo. Pero, por
sobre todos ellos, estaba otro apo, cuyo título era "curaca principal de los
señores de ayIlus. Por lo demás, no hacían ninguna labor manual, así man-
tenían su rango y clase, pero sin explotar a las familias nucleares que in-
tegraban la gran colonia. Sus tierras en usufructo, al igual que las de los
apos de ayIlus, eran también labradas por sus subordinados respectivos me-
diante severos turnos. En tal forma el cura ca principal percibía ingre-
sos por dos vías: 1) la de sus topos, y 2) las donaciones del Inca: coca, ají,
lana. Tenían también bien organizados y distribuidos los medios para con-
servar los senderos y las colcas.
En la designaci6n del cUJ"aca principal de las quince colonias no pri-
maban los principios hereditarios ni electivos; , tampoco primaban los ar-
gumentos de la primogenitura. El señorío principal era allí ocupado por
turnos entre los jefes de los distintos ayIlus de mitmas. ¿Pero quién hacía
y decidía el nombramiento? No cabe duda que la forma de designar al
cura ca principal dependía de la determinaci6n del tutl'icut, quien tendría
en cuenta las cualidades personales del candidato -inteligencia, carácter,
dinamismo, dotes de mando, buena salud, edad mental y físicamente ma-
dura, popularidad. En esa forma, la lucha por el poder, tan común en los
señoríos hereditarios, fue abolida en las quince colonias del valle del Pa-
chachaca. El curacazgo principal fue ocupado y ejerddo por hombres,
no por mujeres; en las dos referencias que se encuentran en los documen-
. tos se hace solamente alusi6n a varones. ¿Y cuándo se producían los cam-
bios? Seguramente a la muerte del que desempeñaba el cargo, o cuando
el que lo ejercía no se desenvolvía bien. Así se descubre en la respuesta
número 2 del testigo don Agustín Huamancaxa, cura ca y alcalde de Co-
tarma 109.
Ahora veamos algo más acerca del jefe máximo en el territorio objeto
del presente estudio. En efecto, ' Niculoso de Fornée reafirma en el senti-
do de que aquellos pueblos se gobemaban "por un capitán que el inca po-
nía" 110, es decir, por un tutricut. El gobernaba tanto a ,los mÍtmas como
a los demás naturales del área de Chinchaysuyu. Su nombre era t'utricut,
que los cronistas y lingüistas de los siglos XVI y XVII traducen como go-
bemador del inca. El último tutricut, el que mandaba cuando se produjo
la avalancha española, tenía por nombre Huzco, y había sido oriundo de
Jaquijahuana y descendiente de los reyes Tocay' Cápac. Huzco, además,
había tenido bajo su vigilancia a los que preparaban la mazamorra de maíz
para la dieta de los emperadores del Tahuantinsuyu. Las casas, o mejor
dicho, el palacio -cápachuasi, casa del poderoso- 'donde moraba e im-
partía justicia el tut1"icut Huzco estaba en el lugar llamado O!TIalata, co-
lindante a las tierras de los mitmas reubicados en Ninamarca. En 1575
todavía quedaban en pie los' paredones de las habitaciones 111. En 1971
solamente pudimos constatar la existencia de los cimientos. Dicho edifi-
cio también era denominado Incahuasi, nombre que por extensión se apli-
oó asimismo al paraje de Omalata, que aún persiste con la categoría de
fundo 112.
El tutricut procedía de la clase dirigente del Cuzco. Era, por eso,
la autoridad suprema . en el reino Quichua y en la provincia de Chinchay-
suyu, investido de amplios poderes. Todos los tutricuts, salvo casos excep-
cionaies, fueron reclutados entre la aristocracia y sector dominante cuz-
queño, etnÍa que gobernaba por derecho de conquista y porque había diri-
gido el renacimiento del segundo Imperio Andino. Hubo, pues, tres fun-
cionarios que obligatban a los mitmas a cumplir sus tareas y mitas, que
eran, de superior a inferior:
1) .EL íUTRiCLJr
2..) E L
r
el.) R.ACA PIVN CIPAl..
~
3) EL e u RAC.A J)E. AY llU
loS CAMAYOS
.J-..
PllRI5S o
l...o~ JE"FES J)"& &R.UPClJ
.DOME STI (05
j.•
difícil conocer todos los pormenores en que actuaba el grupo como una
sola unidad, apenas intuimos dos: 1) frente a la nación quichua y 2) cuan-
do trabajaban las propiedades del gobierno:
Con tal sistema administrativo, fácil es imaginar que las relaciones
entre las quince colonias debieron ser pacíficas y regulares, como por ejem-
plo en el intercambio de productos, en la designación alternada y perió-
dica de los curacas principales de las quince colonias, regulando la recon-
ciliación entre contendientes, que de todas maneras no debieron faltar aun-
que sin afectar la' vida social de la gran agrupación, etc.
No conocemos el nombre del primer curaca principal que debió ser
designado por Túpac Inca Yupanquí. Pero si sabemos que Sacapacha fue
curaca principal de las quince colonias durante Huayna Cápac; se afirma
que gobernó muchos años 113. Sacapacha fue destituido de la ' jefatura mu-
cho antes de morir, ya que -según el declarante Llatacopa- estaba to-
davía vivo cuando llegaron los españoles, pero sin ejercer el cargo. En su
lugar estaba el cura ca principal Yupanamo 114. Este' había sido nombrado
como tal durante el gobierno del inca Huáscar. Dice un informante que
quedó como autoridad "de los indios de Ninama1'ca y ot1'OS yungas" lIS.
Caído el segundo Imperio Andino, Yupo.namo siguió como "curaca princi-
pal de los mítmas yungas de Ninamarca" y "como señor que era de ellos"
se adueñó inclusive de las tierras que habían sido moyas del Estado Inca 116.
Yupanamo también fue cura ca principal durante mucho tiempo 117 •
ron quedarse, el maíz continuó sembrándose pero "a saltos" 123, de manera
que se contemplaban .muchos vacíos sin plantío alguno, por no tener usu-
fructuario y agricultores para ello.
N ata aclaratoria
En este capítulo no hemos agotado una serie de cuestiones y de pro-
blemas sociales y económicos referentes a los mitmas del Pachachaca. Es-
tas preferimos dejarlas como interrogantes: ¿Por qué causas podían per-
der el usufructo de los topos agrarios? ¿Qué conducta observaron los mit-
mas frente al Estado imperial que aprovechaba del trabajo de ellos; es-
taban cOntentos o no? ¿Los derechos y deberes hasta qué punto fueron
iguales entre todos los grupos o ayllus de mitmas? ¿Qué comportamiento
prevalecía, en general, entre los miembros de los diferentes grupos? ¿Cuá-
les fueron las relaciones entre los ayllus de mitmas y cuáles las relaciones
entre sus jefes étnicos? ¿Qué relaciones hubo entre las actividades de un
grupo con los demás y con la totalidad de la comunidad? ¿Las relaciones
entre esos grupos fueron temporales o permanentes? ¿En cualquier caso de
éstos, qué derechos, deberes y formas de conducta general implicaban?
¿Cada grupo doméstico - familia nuclear- vivía en una sola vivienda o en
grupos de ellas? ¿Qué ceremonias regulaban el trabajo de las tierras del
Estado en el Pachachaca? ¿Qué relaciones hubo entre deberes y obligacio-
nes en cada uno de los ayllus? ¿Cómo resolvían las disputas y reparos de
ofensas, que de todas maneras no debieron faltar? ¿Qué reglas seguían los
cura ca s principales de las quince colonias en la vida cotidiana, en sus re-
laciones con otras personas, en sus comidas, matrimonios, vida sexual, con
el tutricut y con el Inca? ¿Qué rituales le dedicaban cuando tomaban el
poder y cuando morían? ¿Qué actitud tomaban los grupos ante catástrofes
o calamidades de las que creían culpable al cura ca principal? ¿En caso
de sobreproducción, el excedente a quién pasaba, al ayllu, a los ayllus o
al Estado?
Estas preguntas esperamos resolverlas en un estudio aparte sobre los
mÍtmas en el área cultural andina.
patria de sus antecesores 124, pero los colonos desaparecieron casi masiva-
mente durante la primera guerra civil y la rebelión de Manco Inca. En-
tonces volvieron a sus antiguos reinos dejando prácticamente despoblados los
valles del Pachachaca y de Amancay y desamparados los topos y moyas
respectivos 125.
Sin Inca y sin tutricut, es decir, sin control superior, Yupanamo se apo-
deró de las moyas estatales. Se proclamó dueño y señor de ellas, mani-
festando a los cuatro vientos ser suyas por herencia. Era una tremenda men-
tira, pero no hubo quien se le opusiera. Además, ante la ausencia del tu-
tricut se convirtió en jefe único y en el más poderoso de los pocos mitmas
que quedaron en el valle del Pachacha ca 126. Muy pronto los mitmas
'fueron dados a diferentes encomenderos, vg. a Vasco de Guevam, a Gó-
mez de Tordoya, a Gaspar de Sotelo, y así sucesivamente 127. La tasa co-
lonial se les fijó en dinero y en comida 128. Los mitmas del Pachachaca
quedaron comprendidos en el repartimiento del valle de Abancay. En la
tasa toledana en. 1574 se les señaló la cantidad de 121 pesos de plata en-
sayada y marcada 129, lo que revela que en efecto eran ya muy pocos.
Su primer encomendero fue Hernán Bravo de Lagunas, vecino de la ciu-
dad del Cuzco. Por su parte, en 1540 este español resultó dueño de las
tierras y huertas de Condebamba, de una extensión aproximada de seis
fanegadas. Los naturales de Amancay le interpusieron querella alegando
haber sido en perjuicio de ellos, sin conseguir nada. Lo heredó su mujer,
no solamente en esa propiedad sino también en la encomienda 130. Años
'más tarde, más o menos en 1555, Yupanamo, curaca principal de los yun-
cas mitimaes de Ninamarca y jefe máximo de los valles del Pachachaca
y de Amancay, vendió las tierras de Chuquipaclla y de Sacapa a un tal
Pedro de Cabrera, por ese tiempo los terrenos ya estaban montuosos e
inútiles J3J.
Si tenemos en cuenta que las tierras de Chuquipac11a y de Sacapa ha-
bían sido de propiedad estatal para el cultivo de coca, sacapa y ají, for-
zosamente llegamos a la conclusión de que destruido el Imperio Inca que-
daron baldías. He ahí por qué Yupanamo, sin temer el castigo de ningún
superior, se propuso enajenarlas a Pedro de Cabrera. Al no haberlas te-
nido nunca en usufructo, las unidades y los grupos domésticos de mitmas
no podían alegar derecho de propiedad sobre ellas 132. Por las mismas
139. Memorial de Francisco Pérez; f. 21". Baños / López de Izturizaga: 1555-1594; ff.
29v.-34r., 38v.-39r.
1.40. Baños / López de Izturizaga. 1555-1594; ff. 38v.-39r.
141. Cláusula del testamento del cura Estriñaga. Cuzco, 29-VII-1564. En Baños :
López de Izturizaga: 1555-1594; ff. 411'.-41v.
142. Declaración de Agustín Huamancaxa y de Tomás Tomayrrima; ff. 22v., 25r.-25v.
143. Memorial de Francisco Pérez; p. 2r. Velazco y Juan de Véjar, por orden dada
el 17 de setiembre de 1564, recibieron la posesión de las tierras de Pachachaca y de Au-
quibamba el 2 de octubre del mismo año. Baños / López de Izturizaga: 1555-1594; f. 461'.
144. Memorial de Francisco Pérez; f. 2r. Documentos y escrituras de venta. Cuzco,
30-VII-1564. En: Baños / López de Izturizaga: 1555-1594; ff. 40r-461".
256 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - 'fOMO XXXIX
Por aquella misma época, Hernán Bravo de Lagunas adquirió otro te-
rreno en el valle de Abancay, "junto al río grande de arriba de la puente
y con el otro río menor que baja de las quebradas de Condebamba, por
.I bajo del llano de Ninamarca, en que habrá cuatro fanegas de sembradu-
ra" 149. Dichas tierras tenían por nombre Matara. Las hubo por merced
del C~bildo del Cuzco el 16 de enero de 1567; y en 1583 aún no las podía
hacer rOzar ni cultivar 150.
Luego, el 23 de setiembre de aquel año, en Pachachaca, el alcalde or-
dinario del Cuzco dio posesión de esas propiedades a Juan GarcÍa. Ya he-
mos dicho que eran cuatro fanegadas aledañas a otra heredad suya que
tenía desde años antes. Así quedó constituida definitivamente la rica y po-
derosa hacienda de San Miguel de Pachachaca, la misma que ha perdu-
rado hasta nuestros días !SI. El auto de adjudicación y posesión del 23
de setiembre de 1567 asegura que ya tenía tres calderas, tres peroles, una
145. Merced del Cabildo, de la barranca. Cuzco, 20-XI-1566. En Baños / López ele
Iztitrizaga: 1555-1594; ff. 48v.-501".
146. Loe. cit.
147. Ibid., f. 49r.
148. Baños / López ele Izturizaga: 1555-1594; ff. 79-80r.
149. Loe. cit.
150. Instancias ele 1583. En Baños / López de Iztitl'izaga: 1555-1594; ff. 78v.-79r.
151. Posesión de La Barranca. Pachachaca. 23-IX-1567. En Batíos / López de Iz-
tUl"izaga: 1555-1594; ff. 50r-50v.
MITMAS MULTIl'LES EN ABANCAY 257
asedera (sic) mediana, una bomba, una batidora, unarepartidera, tres es-
pumaderas grandes y dos pequeñas, dos colas (sic) chicas, una paila de
hacer confituras, u'n a balanza romana, una azuela, etc., etc. 152
trasladó como mitmas en el siglo XV. Pero que hacía pocos días Juan
López de Izturizaga, sin consentimiento de sus "legítimos dueños" se había
introducido en ellas. Para aclarar el asunto pidió se llevara a cabo una
_información para amparar la posesión y derecho de sus patrocinados 171.
Para quienes ya conocemOs la historia documentada de las colonias de
mitmas múltiples del Pachachaca, la posición de Román de Baños, azuza-
da por Bravo de Lagunas, sólo era una indiscutible actitud taimada y
leguleya.
Por su lado, los propios mitmas, presionados por Bravo de Lagunas, su
encomendero,. manifestaron que las tierras que primero las poseyó Vasco
de Guevaraeran muy distintas a las que tenían los mitmas, y que éstas
eran suyas por disposición de Túpac Inca Yupanqui 172.
Francisco Pérez fue el apoderado de Juan López de Izturizaga y de-
fendió la posesión de este último. Como era natural, aclaró que lo ex-
puesto por Román de Baños era falso, porque Chuquipaclla y Sacapa ha-
bían sido vendidas por Yupanamo por estar montuosas y baldías. Motivos
por los cuales sus diversos poseedores las habían tenido pacíficamente, so-
bre todo López de Izturizaga, quien las hacía sembrar y había hecho cons-
truir . un nuevo ingenio. En cuanto a Lucmapampa y a Pomachaclla, según
Pérez, el derecho de los mitmas era todavía menor porque desde la in-
vasión española habían estado despobladas y dejadas sin trabajar, es decir,
vacantes y cubiertas de maleza. Francisco Pérez, indudablemente, decía la
verdad 173.
El 26 de mayo de 1575, Alonso ROmán de Baños, siempre a nombre de
los "indios yungas mitimaes del pueblo de Ninamarca", alegruba que el cura-
ca Yupanamo no estuvo facultado lega¡l mente para enajenar las tierras a Pe-
dro de Cabrera, porque había actuado sin orden expresa de autoridad ni
juez alguno, como se requería en casos de venta de bienes raíces pertene-
cientes a indígenas, considerados como menOres de edad. De haberla ena-
jenado era, pues, una figura viciosa y nula. Asimismo, según su pa'l:ecer,
el Cabildo del Cuzco no las podía regalar por ser en perjuicio de los mit-
mas y porque dicha institución estaba prohibida de hacer tales cosas. Por
otra parte, decía, los mitmas las necesÚ;'ban porque cada día iban en gran
aumento; 10 que evidentemente constituía otra mentira. No se cansaba en
manifestar que la venta aludida era nula ipso jure 174.
En julio Román de Baños volviD a repetir sus argumentos anteriores,
agregando que sin esas tierras los mitmas no podían sembrar y, por lo tan-
to, les era imposible mantener a sus mujeres e hijos, mucho más en aque-
llos años en que la población andina proliferaba abundantemente 175, lo
que en realidad, volvemos a decirlo, era una notoria falsedad. Lo cierto
era que los habitantes más bien disminuían sin cesar, víctimas sobre todo
de las epidemias. En efecto, en 1575, ' quedaban solamente seis o siete mit-
mas en el Pachachaca, que poseían "más de treinta topos" de tierras; es
decir, que una gran porción de tierras no las podían cultivar. Esto sucedía
~n la parte de su antiguo asentamiento, en una de las márgenes del río,
porque los reducidos en Abancay y en Condebamba poseían allí otras par-
celas lió.
El asunto, como es usual en tales casos, tenía que aclararse mediante
una información y una probanza en el mismo lugar de los hechos, donde
estaban las tierras en litigio, lo que puntualmente fue aprobado por el
doctor Gabriel de Loarte, justicia mayor del Cuzco, quien dio un plazo
de cuarenta días para llevarla a efecto 177 .
Para Juan López de Izturizaga la querella interpuesta por Román de
Baños no tenía trascendencia, ya que la documentación que obraba en su
poder lo amparaba ampliamente. De todos modos, después de finiquitar
algunos trámites de rutina, el H3 de julio de 1575 se principió a escribir
la información. POr Román de Baños declararon apenas cuatro testigos, y
por la de López de Izturizaga nueve personas. De los indígenas uno era
natural del pueblo de Curamba, de la encomienda de Nuño de Mendoza;
otro era mitima nacido en Matara; el tercero era un "principal" del valle
de Jaquijahuana, del pueblo de San Nicolás de Zurite; el cuarto asimismo
del valle de Jaquijahuana y nieto del tutricut de la provincia de Chinchay-
suyu. Los escritos corrieron a cargo del escribano Luis de Quesada y del
intérprete Felipe Sayre. La infornwción concluyó el 8 de noviembre. Las
averiguaciones fu eron llevadas a cabo en el Cuzco, valle de Abancay y es-
pecialmente en el pueblo de San Francisco de Cotarma. El testigo más an-
ciano, Gonzalo Rurasi, tenía cien años de edad Í78.
Finalizada la probanza, en la que triunfó Juan López de Izturizaga,
muy pronto pidió éste se le respetaran sus derechos. Y así fue, porque el
7 de febrero de 1576 el corregidor Gabriel Paniagua de Loayza expidió
una sentencia dando por libre al hacendado de Pachachaca. Como resul-
tado de ella se le volvió a dar posesión en los días subsiguientes 179. Pero
la parte p erdedora no se quedó en silencio. Siguió protestando, por lo que
180. Velazco: 1597, f. sn. Auto elel Corregidor Gabriel Paniagua de Loayza. En Ba-
ños / López de Iztt/l'izaga: .1555-1594; ff. 67v.-68/'.
181. Fornée: 1586, p. 219. Baños / López ele Izturizaga: 1555-1594, f. 71r.
182. Instancias de 1583. En Baños / López ele Iztul'izaga: 1555-1594; f. 78/'.
183. Ibid., f. 991'.
184. Fornée: 1586, p. 218.
185. Jbiel., p. 219.
186. Ibid., p. 216.
264 REVISTA DEL MUSEO :-¡:ACIONAL - TOMO XXXIX
Siglos XIX Y XX
Pachachaca, por su extensión, producción y comodidad llegó a con-
vertirse en una estancia notable. En el siglo XIX pertenece al terrateniente
B. Araoz, el oligarca más activo y acaudalado del departamento de Apu-
rÍmac. Era también dueño de las de San Gabriel, Yllanya y El HuarangaI
que le dejaban utilidades netas de más de 50,000 pesos anuales 191. Las
cuatro estancias reunidas constituían el latifundio más grande del citado
departamento 192.
Hasta la década de 1850 la producción de azúcar seguía siendo la me-
jor y más abundante del departamento de Apurímac. Abastecía holgada-
mente a los habitantes de ' su jurisdicción y sobraba para exportar a los
departamentos del Cuzco, Puno y a casi toda la república de Bolivia. Pe-
ro en la década posterior, en la de 1860, el' negocio cambió de rumbos 193.
Desde luego, que el mayor rendimiento de las haciendas del Pachachaca
continuaba siendo la caña, pero desde entonces comenzó a ser aplicada ex-
clusivamente para la destilación de aguardiente, cuya fácil y segura venta
permitía pingües ganancias a sus dueños. Además, era un producto de niás
rápida obtención que el azúcar. Por esta razón, el azúcar en Abancay y en
el departamento de Apurímac comenzó a escasear y a subir de precio en
la década de 18BO. En 1865 tuvo ya que ser llevada de la costa. Por aque-
llos años las tiendas de comercio de la ciudad republicana de Abancay
estaban extraordinariamente abarrotadas de aguardiente que constituía su
principal artículo de comercio 194. En cambio, el latifundio de Pachachaca
exhibía una enorme casa-hacienda, bella y confortable, mientras en sus con-
tornos daban p ena las miserables ranchería s de los yanaconas y mitayos.
En medio de los edificios principales cruzaba el camino de Ayacucho al
Cuzco 195.
Durante los diez primeros años del siglo XX la hacienda de Pachacha-
ca sigmo siendo el asiento más importante de la industria del departa-
mento de Apurímac, ya sabemos que esa industria era la de la caña de
azúcar 196.
Actualmente no sólo se efectúa el riego cOn las lluviás, sino también
con las aguas de los riachuelos procedentes de pequeñas q~ebradas late-
rales. Hay canales y acequias modernas, construidas por 10s gamonales 197.
Los mitmas ya no existen en la actualidad, pero sí quedan sus descen-
dientes que viven ignorando su historia y el indignante proceso colonial que
los transformó en clase dominada y dependiente. Hemos recorrido el valle
y hemos encontrado que en la toponimia local aún subsisten una serie de
,lugares que evocan y recuerdan su historia para quienes la conocen. Vg.
Cotanna es todavía un pueblo que en 1877, como distrito de Abancay al-
bergaba a 261 habitantes, y en 1922 a 680. Hoy pertenece al distrito de
Pichirgua. En 1961 se censaron a 258 pobladores (109 varones y 147 mu-
198. Paz Soldán: 1877, p. 239. Stiglich: 1922, p. 301. Dirección Nacional de Esta-
dística y Censos: 1966, p. 191.
199. Raill1ondi: 1874; 1, p. 225. Paz Soldán: 1877, p. 783. Stiglich: 1922, p. 1754.
Dirección Nacional de Estadística y Censos: 1966, p. 179.
200. Dirección Nacional de Estadística y Censos: 1966, págs. 179, 181, 188.
201. Paz Soldán: 1877, p. 273. Dirección Nacional de Estadística)' Censos: 1966,
p. 189.
202. Raimondi: 1865, p. 77-78. Raimondi: 1874; 1, págs. 224-225.
MITMAS MULTlPLES EN ABANCAY 267
Apéndice 1
[Información sobre las chacras de coca, ají, algodón y otros frutos que cultivaban
los mitimaes del valle de Pachachaca en la provincia de Abancay, a pedimento
de Juan López de Izturizaga, el nuevo señor de ellos y de Alonso Román de
Baños, procurador de los caciques de Ninamarca]
[Petición}
En la Gran Ciudad del Cuzco, a veinte y tres días del mes de hebrero de
milI y quinientos y setenta y cinco años, antel muy ilustre señor doctor Loarte,
del Consejo de Su Majestad,- justicia mayor en esta dicha ciudad por Su Ma-
jestad, y por ante mí el escriuano la presentó 'el contenido:
Muy ilustre señor. Román de Ba¡'ios en nombre e como curador de don
Alonso Pallaca y don Antonio Aycha, caciques, y los demás indios yungas mi-
timaes del pueblo de NinamaJ'ca ques en el repartimiento de Abancay, de la
encomienda de Hern.án Bralw de Lag~mas, vecino desta ciudad, dijo: que ti-
niendo y poseyendo les dichos mis partes las chaca nas [sic] y tierras llamadas
Chuquipaclla, y Sacapa, y Lucumapanipa y Pomacl1aclla como cossa suya y pro-
pia dada a ellos por Topa Inga Yupal1gui, se¡'ior que fue destos ¡'einos, al tiem-
po que los puso por mitimaes en el dicho pueblo; de algunos días a esta parte,
Juan López de Izturizaga, de su voluntad y autoridad y contra la voluntad de
los dichos mis partes, sin causa ni razón qL!e bastante sea se ha entrado en
parte de las dichas tierras, de que reciben agravio. Etc.
Pido a Vuestra Señoría que hauida información de los susodicho, questoy
presto de dar, mande amparar y ampare a los dichos mis partes en su antigua
posesión que tiene[n} de las dichas tierras, declarándolas, siendo necesario,
por de los dichos mis partes, sobre que pido justicia. Y para ello, etc. Román
de Baños.!
Petición
En el Cuzco, en dos día del mes de mayo de mill e quinientos y setenta
y cinco años, ante el dicho doctor Loarte, justicia mayor en esta dicha ciudad
y su juridición por Su Majestad, la presentó el contenido:
Muy ilustre señor. Francisco Pérez en nombre de Juan López de Izturiza-
ga, vecino desta ciudad, respondiendo a vna demanda contra mi parte puesta
por parte de don Alonso Pallaco [sic] y don Antonio Aycha e otros indios mi-
timaes del pueblo de Ninamarca, de la encomienda de Hernán Bravo de Lagu-
nas, vecino / desta ciudad, por la cual en efecto dice ser suyas ciertas tierras
de mi parte llamadas Chuquipaclla, y Sacapa, y Locmapampa y Pomachalla,
como más largo en la dicha demanda se contiene su tenor resumido. Digo que
Vuestra Excelencia deue dar por ninguna la dicha demanda y absoluer y dar
por libre al dicho mi parte de lo en ella contenido, condenando en costas a las
partes contrarias, por lo siguiente:
1. Lo primero por lo general y porque la dicha demanda no es puesta por
parte ni contra parte obligada, carece de relación verdadera. Niégola en todo
e por todo como en ella se contiene.
2. Lo otro porque los dichos indios ningún derecho tienen a las dichas tie-
rras y mi parte las tiene y posee como suyas propias que son por justos y de-
268 REVISTA DEL MUSEO j-lACIONAL - TOMO XXXIX
rechos títulos que tiene; porque en 10 que toca a las tierras llamadas Chuqui-
pacha [sic} y Sacapa, Yupanamo, cacique principal de lqs yungas mitimaes
de Ninamarca, encomendados en el dicho Hernán Brauo de Lagunas, las vendió
como señor quera dellas a don Pedro de Cabrera. Y ¡;tl .dicho tiempo las dichas
tierras estaban montuosas y casi no hauía sembrado en ellas cosa alguna. Y
el dicho don Pedro las vendió al capitán Vasco de Guevara. Y el dicho capi-
tán las vendió al padre Diego de Istrinaga [sic}, clérigo. Y por muerte del suso-
dicho las dichas tierras se vendieron en almoneda, y en ellas las compraron
Velazco de Véjar y Juan de Véjar. Las cuales las vendieron a Juan García 1.
y el susodicho las vendió a Juan López de Izturizaga. Todo lo cual pasó más
ha de treirita años y todo el dioho tiempo las han tenido e / poseído los diohos
compradores quieta e pacíficamente sin contradición de persona alguna. Y
últimamente el dicho mi parte, que tomó posesión dellas por el dioho título de
venta, labrándolas y cultivándolas y desfrutándolas como cosa suya propia, sa-
biéndolo e no lo contradiciendo todos los dichos indios. Y el dicho Hernán
Brauo, su encomendero. Y siendo esto así los dichos indios ningún derecho
tienen a ellas, y en caso que lo tuvieran estaua prescripto por los dichos títu-
los de venta y tan antigua posesión como mi parte y sus antecesores han te-
nido de más de los diohos treinta años a esta parte con buena fe de derecho
se presume la cual precription corre contra cualquier menor. Etc.
3. Lo otro, porque después que mi parte posee las dichas tierras las ha
labrado y cultivado todas ellas y sembrádolas de caña y árboles y hecho en
I ellas vn ingenio de azucar, sobre lo cual y sobre los gastos que mi parte ha
'!
hecho protesto pedir mi justicia en su tiempo y lugar. Etc.
1. Además de las tiertas que las lnibo por compra, García adquirió otras por merced.
El documento respectivo dice lo siguiente:
"Metced del Cabildo, de la barranca. Nos el Cauildo, justicia y regimien to del Ayun-
tamiento de la Gran Ciudad del Cuzco, cabeza des tos reinos e provincias del Pirú :
Por CU<1nto en el dicho Ayuntamiento, Juan García, por petición que ante nos presentó
nos pidió y suplicó le hiciésemos merced en el valle de Abancay, juridición desta ciudad
de vna barranca y llano que en ella está de cascajal y p edregal, questá valdió y sin per-
juicio, junto a la heredad que él tiene en el dicho valle, para en ello hacer su casa y sem-
brar lo que pudiere, a cavsa de que en el cai'íaveral y heredad que tiene no la puede ha-
cer por hauer allí como hay muchos mosquitos.
y por nos visto lo cometimos a Gaspar de Sotelo, vecino des ta ciudad, para que viese
lo susodicho y si le tuviese sin perjuicio )' diese sobre ello su parecer. Y el dicho Caspar
de Sotelo sobre 10 susodicho declaró 10 siguiente:
"En el valle de Abancay, término de la ciudad del CttZCO, en veinte y siete días del
mes de ful'io de mili e qttinientos y sesenta 11 seis años, yo Caspm' de Sotelo, vecino .de la
ciudad del Cuzco, pO'l' vi'l'tud de la comisión de suso contenida 11 usa11do della hice pm'ecer
ante mí a Baltasa1' Chamán Yactancia, indios [sic} yungas de 1~1 encom'ienda í de ]-le'l'nán
Brauo de Lagunas, y a Antonio Maquique ~I a Diego Cuayche, indios yungas de mi enco-
mienda, y les pregunté qué tierras eran las que el dicho luan Ca'reía pide. Los cuales di-
fe1'on que en el tiempo del inga fueron repartidas entm muchos indios yungas de nwchas
naciones y que sembmuan en t'Odo este valle de Abancay sus comidas. y que después
que los españoles en esta tie1'ra entraron no se han sembrado a causa de que todos los in-
dios yungas, habiendo al tiempo qtle los dichos españoles entraTOn mlÍs de mil indios. Y
visto el dicho de estos indios y lo que yo cuanto ha que conozco este va.lle qtle en todo
el dicho tiempo de más de veinte y tres años, nunca he vi~to sembmdo ni labmdo lo qHe
pide el dicho luan Cm'cía ni con gran trecho a la 1'edond,(/, dél ni casas ni vivien(la de 'in-
dios. Y de mi parecer, Vtlestm Merced puede señalm' al dicho luan Carcía el sitio que
MITMAS MULTIPLES EN ABANCAY 269
pide y hacer k. merced del con las cuatm fanegadas de tierra. Testigo que fueron p1"€sen-
tes (J la examinación de los indios, por lengua de Jerónimo de Avila y fray Pedro de Pa-
le1lcia y Melchor Hurtado de Ayala. Gaspar de Soteto.
y constándonos lo susodicho ser así, en nombre de Su Majestad y por el poder que /
para ello tenemos, hacemos merced a vos el dicho Juan García del dicho sitio contenido
en el dicho parecer, con , las cuatro fanegadas de tierra que en el se declaran para que en
ello haga su casa y siembre comida y otras cosas como mejor le pareciere y por bien tu-
viere. Y la dicha merced le hacemos con que dentro de vn año primero cultive la dicha
tierra o la parte que della pudiere, y guarde en el labrar della las Ordenanzas fechas por
el dicho Ayuntamiento. Y cumpliendo lo susodicho, lo haya y tenga y posea todo para él
y para sus herederos y sus cesares y para quien dél y dellos hobiere título y causa; y haga
del dicho. sitio y tierra lo que quisiere y por bien tuviere como de cosa suya propia. Y
damos comisión al dicho Gaspar de Sotelo para que meta y ampare en la posesión de todo
ello al dicho Juan García. Y mandamos a cualesquier justicias y jueces e alguacil mayor
y sus tenientes desta ciudad y su jurisdicción, que tomando el dicho Juan García o quien
su poder hobiere la posesión de las dichas tierras y sitio le amparen y defiendan en ellas
e no consientan ni den lugar que dello sea despojado sin que primero , sea oído y vencido
por , fuero y juicio.
Dado en el Cuzco a veis te días del mes de noviembre de mill y quinientos e sesenta
y seis años. Jerónimo Costilla. Martín de Olmos. Sebastián de Cazalla. Diego Maldona-
do. Julián de Salcedo. Miguel Sánchez. Yo Pedro Díez Baldeón, escriuano de Su Majestad,
público y del número de la dicha ciudad del Cuzco, lo fice escribir por mandado del dicho
Ayuntamiento, en fe de lo cual fice aquí mío signo en testimonio de verdad. Pedro Díez'
Baldeón, escriuano público". [Baños / López de Izturizaga: 1555-1594; ff. 480.-50r.J.
270 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
más de vn topo de tierra a cada vno en que sembrase y en éstos no tenían pro-
piedad alguna, porque los ingas les señalauan tierras en la parte e lugar que
les parecía. Y los dichos indios de Ninamarca tiene[n] cada vno más de treinta
topos de tierra en la parte donde están poblados, y así no tienen a mi parte que
pedir cosa alguna. Etc.
6. Lo otro, porque más claramente se vee la malicia de las partes con-
trarias es porque el licenciado Estrada, visitador que fue del dicho valle de
Abancay, hizo aueriguación con los propios indios de la encomienda del di-
cho Hern án Brauo y en presencia del dicho su encomendero sobre cúyas eran
las dichas tierras, y si el dicho Juan López las tenía con perjuicio de alguna
persona. Todos los cuales declararon a las dichas tierras no tener derecho al-
guno los dichos indios del dicho Hernán Brauo, ni hauer sido jamás suyas y
tenerlas sin perjuicio el dicho Juan López. Y así es maliciosa la que agora
piden. Etc. 2
A Vuestra Señoría pido dé por ninguna la ' dicha demanda y absuelva y dé
por libre della al dicho mi parte, condenando en costas a las partes contrarias,
sobre que pido justicia y costas. E para ello, etc. El licenciado Peclraza. Fran-
cisco Pérez.
Petición
En la ciudad del Cuzco, en veinte e tres de agosto de mil e quinientos y
setenta y cinco años, ante mí el ilustre señor doctor Loarte, del Consejo de
Su Majestad. la presentó el contenido e pidio justicia:
I
i
I
MITMÁS MULTlPLES EN ABANCAY 271
[Auto]
Su Se110rÍa mando traer los autos para proveer justicia. Ante mí, Luis de
Quesada, escribano.
En la ciudad del Cuzco del Pirú, en veinte y seis días del mes de agosto
de mil e quinientos y setenta y cinco años, el muy ilustre señor doctor Ga-
briel de Loarte, justicia mayor en esta / ciudad, vista esta causa sobre el tér-
mino pedido por Francisco Pérez, dijo que concedía y concedió a las partes
cuarenta días de término común con determinación de otro término alguno
[sic.] Y ansí lo proveyó e mandó y firmó el doctor Loarte. Ante mí, Luis de
Quesada.
[N o tificaciones]
Notificación. En el Cuzco, en primero día del mes de octubre de mil e qui-
nientos y setenta y cinco a11os, yo el escriuano notifiqué el dicho auto de suso
a Francisco Pérez en su persona y dello doy fe. Ante mí, Luis de Quesada.
Notificación. E luego incontinenti lo notifiqué a Román de Baños en su
persona y dello doy fe. Ante mí, Luis de Quesada.
mitió lrt apl'Obáción del/os al Excelentísimo se'ñor visorl'ey destos reinos, pam que vistos
pOI' Su Excelencia provea lo que fu ere servido, Y así lo declaró y firmó, siendo testigos
Hemán Bmuo de Lagunas y Nuño de Mendoza. El Licenciado Rwiz de Estmda. Ante mí
luan de Vivero, escriuano. Según de lo susodicho consta e parece por el 1)1'Oceso de infor-
maciones que están en mi poder a q'tle m e refiero. Y pam que del/o cor¡ste, de pedimento
del dicTw luan López de Iztw'fizaga dí el presente en el dicho asiento de Condebamba,
en cuatro / días del mes de mayo de mill e quinientos y setenta y tres años. Y por ende
fic e aquí este mío signo en testimonio de vúdad. luan de Vivero.
Mandamiento. El doctor Gabriel de Loarte, del Consejo ele Su Majestad y su alcalde
de Corte, corregidor y justicia mayor en esta gran ciudad del Cuzco y su jurisdicción, etc.:
Hago saber al seÍlor Diego de Salcedo, visitador de la provincia de Los Aymaraes,
que Juan de Iraugui en nombre de Juan López de Izturrizaga, presentó el testimonio desta
otra parte y me pidió, atento a que por él constaba estar visitado el dicho Juan López que
no fuese visitado otra vez, sobre que pidió justicia.
E por mí visto el dicho tes timonio dí el presente para el dicho visitador, por el cual
le encargo e mando que en las dichas cosas declaradas en el dicho testimonio no entienda
en ellas en manera alguna, salvo si algunos indios del dish·ito de su visita pidieren algunas
cosas al dicho "Juan L6pez de Izturrizaga, los desagravie y haga pagar, Lo cual cumpla
so pena de quinientos pesos de oro para la Cámara de Su Majestad. Y so la dicha pena
mando a cualquier persona que sepa leer y escribir vos lo notifique y dé testimonio dello.
Fecho en el Cuzco en doce días del mes de septiembre de mill y quinientos y setenta
y tres años, El doctor Loarte. Por mandado de Su Merced, Juan Castañeda, escriuano
público". [Baños / López de Iztul'rizaga: 1555-1594; 54v-561'.]
272 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
Petición
En el Cuzco, en primero de otubre de mil e quinientos y setenta y cinco
años, ante el ilustre señor don Gabriel Paniagua de Loayza, cauallero del há-
bito de Calatraua, corregidor e justicia mayor en esta dicha ciudad y su juris-
dicción por Su Majestad e por ante mí el escriuano se leyó esta 'petición.
Ilustre Señor. Francisco Pérez, en' nombre de Juan López de Izturizaga,
en el pleito con los indios sobre las tierras digo que tengo necesidad de hacer
probanza en el valle de Abancay y en otras partes, juridición desta ciudad.
Pido a Vuestra Merced mande nombrar vn escriuano real o otra persona
que sepa leer y escribir para que la vaya a hacer, al quat dé comisión bastante
para ello con treslado dél interrogatorio que tengo presentado y para ello se
presente la otra parte. Y pido justicia. Y para ello, etc. Francisco Pérez.
[Proveimiento]
El señor corregidor mandó que se haga como se pide y que se dé comi-
SlOn a un escriuano real que se nombrará por Su Merced. Ante mí, Juan de
Castañeda,escriuano público.
Petición
En el Cuzco, en quince de noviembre del dicho año de mil e quinientos
y setenta e cinco años, ante el dicho señor · don Gabriel Paniagua de Loayza,
corregidor del Cuzco, la presentó el dicho:
Ilustre Seíiol'. Francisco Pérez, en nombre de Juan López de Izturi zaga,
en el pleito con los indios de la encomienda del señor' alcalde H ernán Bravo
sobre las tiaras, digo que el término de la prueba es pasado.
Pido a Vuestra Merced mande hacer publicación de testigos. Lo cual pido
e costas. -y para ello, etc. Francisco Pérez.
[Proveimiento]
El dicho señor corregidor mandó dar treslado a la otra parte y que para
la primera audiencia responda. Ante mí, Luis de Quesada.
Notificación
Luego yo el dicho escriuano lo notifiqué a Román de Baños, procurador,
en su persona. Luis de Quesada.
Petición
En el Cuzco, en diez y ocho días de noviembre del dicho año de mil e qui-
nientos y setenta e cinco años, ante el dicho señor corregidor la presentó el
contenido e pidió justicia:
Ilustre Señor. Francisco Pérez, en nombre de Juan López de Izturi zaga,
en el pleito con los indios de la encomienda de H ernán Bravo de Lagunas, /
vecino desta ciudad, sobre las tierras, digo que yo pedí publicación de testigos
en la causa y Vuestra Merced mandó dar tres lado a la otra parte y fue notifi-
cado a su · procurador e no la ha contradicho.
A vuestra Mel'ced pido mande a hauer por hecha la dicha publicación. Y
para ello, etc. Francisco Pérez.
[Auto]
El dicho señor corregidor hizo en esta causa publicación de testigos con
seis días, ante mí Luis de Quesada.
MITMAS MULTlPLES EN ABANCAY 273
[Notificaciones]
E luego yo el dicho escriuano lo notifiqué al dicho Románde Baños en su
persona. Luis de Quesada.
Este dicho día lo notifiqué a Francisco Pérez. procurador, en su persona.
Luis de Quesada.
Interrogatorio
A los testigos que se presentaren por parte de los indios del pueblo de
Ninamarca, de la encomienda de Hernán Brauo de Lagunas, en el pleito con
Juan López de lzturizaga, sobre las chacaras y tierras [de] Chuquipaclla, Saca-
pa, Lucumapampa, Pomachacra, Chivampata, se pregunten:
1. Primeramente si conocen a las partes y si tienen noticia de las tierras
llamadas Chuquipaclla, Sacapa, Lucumapampa, Pomachacra y Chivampacta, que
lindan por vna parte con el camino real que va a Guamanga y con el río gran-
de de Pachachaca y por otras partes con tierras de los propios indios de Ni-
namarca.
2. Hen. Si sauen, creen, vieron y oyeron decir que las dichas tierras de
susonombradas / y deslindadas son y pertenecen a los indios del pueblo de Ni-
namarca porque se les dieron por Topa Inga Yupangui, señor que fue destos
reinos, al tiempo que los puso por mitimaes en el dicho pueblo.
3. Hen. Si sauen, etc. que los dichos indios de Ninamarca tenían y pose-
yeron las dichas tierras de susonombradas muchos años y sus padres y agüe-
los y demás acendientes desde el tiempo de Topa Inga Yupangui hasta habrá
tres años [que] el dicho Juan López de lzturizaga se le metió en las tierras
de Chivampata y en Pomachacara y Lucumapampa habrá poco más de vn año,
y en Chuquipaclla y Sacapa que habrá seis años, en. algunas dellas clandesti-
namente y en otras por fuerza.
4. Hen. Si sauen, etc. que en las dichas tierras de susonombradas, los
caciques e indios del dicho pueblo de Ninamarca y sus antepasados se apro-
uechauan en coger della s maíz, e yuca, y apichos, y algodón, y ají, y maní,
y frisoles y otras legumbres, hasta que el dicho Juan López de Izturizaga les
desposeyó y despojó dellas de su autoridad y por fuerza que habrá los tiem-
pos contenidos en la pregunta antes desta. Y por ello han dejado de gozar de
las dichas tierras y frutos dellas.
5. Hen. Si sauen, etc. que las tierras de que el dicho Juan López despojó
a los dichos indios y al presente las posee él serán ... 3 topos. Y en cua-
renta topos dellos tiene / plantados cañas dulces para hacer azucar y miel des-
pués que despojó dellas a los dichos indios. Y ha dos años que se aprovecha
dellas sacando mucha cantidad de miel y azucar.
6. Hen. Si sauen, etc. que las dichas tierras de susonombradas son muy
nescesarias a los dichos indios porque han cogido en ellas las comidas en la
cuarta pregunta contenidas para sustentar sus casas, hijos e mujeres y sus des-
cendientes porque se van siempre multiplicando y vernían por tiempo a pades-
cer mucha nescesidad y tener falta de tierras para su sustento y pagar sus
tasas.
7. lten. Si sauen, etc. que las tierras que Vasco de Guevara poseyó en
el dicho asiento no son las que al presente piden los dichos indios de Nina-
marca ' de questán despojados, lo cual saben los testigos porque al tiempo que
poseyó el dicho Vasco de Guevara las dichas tierras vieron y entendieron que
eran y son muy diferentes y distintas dellas que al presente piden los diohos
indios.
8. Hen. Si sauen, etc. que si algunas de las tierras de que se trata este
pleito dio el Cabildo desta ciudad al dicho Juan López fue en gran perjuicio y
daño y menoscabo de los indios del dicho pueblo de Ninamarca por ser tan fruc-
tíferas y provechosas a los dichos indios de las cosas contenidas en la cuarta
pregunta y también porque / son suyas por hauérselas dado el dicho Topa Inga
Yupangui.
9. Hen. Si sauen, etc. que en la reducción que se ha hecho en el dicho
asiento de Abancay se les quitaron a los dichos indios mucha cantidad de tie-
rras para poblar los reducidos en ella, a cuya causa entienden los indios que
las tierras de que despojó ' el dicho Juan López de Izturizaga y posee de los
dichos indios les hará mucha falta y así es en gran daño y perjuicio por la nes-
cesidad que dellas tienen para sustentarse así y a su causa y familia y sus
decendientes.
10. Hen. Si sauen, etc. que si los dichos indios de Ninamarca, de cuyas
tierras al presente se trata el dicho pleito, fueran avisados o llamados por la
persona que fue con comÍción del Cauildo a ver las dichas tierras cuando las
pidió el dicho Juan López de Izturizaga no dejaran de alegar de su justicia y
contradecirlo por el gran perjuicio que se le seguía y sigue y seguirá de darse
·las dichas tierras.
11. Si saben que todo lo susodicho es público e notarlo. El licenciado
Cuéllar.
[Proveído]
En el Cuzco, en diez y seis días del mes de julio de mil y quinientos y se-
tenta y cinco años, ante el ilustre señor Juan de San Miguel, vecino y alcalde
ordinario en esta dioha ciudad y su juridición por Su Majestad y por ante mí
el dicho escriuano se leyó en audiencia pública este interrogatorio, siéndome
entregado por / la parte de los indios contenidos en él.
E por Su Merced del dicho señor alcalde visto lo hobo por presentado en
cuanto es pertinente y ha lugar de derecho. Y mandó . que por él se exsami-
nen los testigos de los dichos indios. Y para ello dio comisión a mí el escri-
uano en forma de derecho. Ante mí, Jerónimo de Quesada, escriuano público.
[Presentación y juramentación de los] testigos
En la ciudad del Cuzco, en diez y seis días del mes de julio de milI y qui-
nientos y setenta y cinco años, Román de Baños, procurador, en nombre de
los caciques e indios de Ninamarca para en esta causa presentó por testigos.
a Francisco Cumbi, indio natural del pueblo de Curamba de la encomienda
de Nuño de Mendoza, y a Felipe Mitima, indio natural del valle de Abancay de
la encomienda de don Gómez de Tordoya del pueblo de Matará, y a don Juan
Pizarro, cacique principal del valle de Xaquixaguana, de los cuales y de cada
vno dellos se tomó e rescibió juramento por Dios y por vna señal de cruz en
forma sigún derecho y prometió de decir verdad. Y siéndoles preguntado por
interpretación de don Felipe Sayre, intérprete general desta ciudad, depusieron
lo de yuso. Testigos: Francisco Delgado y Martín de Ribera y Bartolomé
Sánchez. Ante mí, Luis de Quesada.
[Presentación de más] testigos
En el Cuzco, en veinte y. dos de agosto del dicho año de mil e quinientos
y setenta y cinco años, el dicho Román de Baños para en esta causa presen-
1
1
11
11
MITMAS MULTlPLES EN ABANCAY 275
11
1
tó por testigo a don Juan Aucasuti, indio natural del valle de Xaquixaguana de 1
1
los del pueblo de San Nicolás, del cual, por interpretación del dicho intérprete
se tomó y recibió juramento en forma de derecho y prometió de decir verdad. /
y siendo preguntado dijo lo de suso. Testigos, los dichos. Ante mí, Luis de
Quesada.
I
Prouanza I
1
2. A la segunda pregunta dijo que lo que della sabe es queste testigo des- li
de el tiempo que se hizo la puente de Abancay que se llama Pachachaca, pDr 11
causa de que las tierras están junto a ella se llaman Pacha, este testigo ha
visto por vista de ojos que los dichos indios de Ninamarca han tenido, poseído
y gozado ciertas tierras que se llaman Pomacocha y por sólo este nombre las
conoce y ha visto que las han sembrado de yuca y maní e camotes, las cuales
son cerca de la puente y qmino de Pachachaca y no saue porqué título las
han poseído.
3. A la tercera pregunta dijo que dice lo que dicho tiene en la pregunta
antes desta y a ello se refiere.
4. A la cuarta pregunta dijo que dice lo que dicho tiene en las preguntas
antes des tao
5. A la quinta pregunta dijo que no la sabe.
6. A la sesta pregunta dijo que como dicho tiene este testigo ha visto que
han sembrado comida en el dicho pedazo de tierra de Pomacocha. Si se les
quitan recibirán agravio por serles necesario y provechoso.
7. A la séptima pregunta dijo que dice lo que dicho tiene y lo demás no
sabe.
8. A las ocho preguntas dijo que le parece a este testigo que si las tie-
rras que los dichos indios poseen se las quitan recibirán agravio. Y esto res-
ponde .
9. A las nueve preguntas dijo que dice lo que dicho tiene.
10. A las diez pregUntas dijo que le parece a este testigo ques ,así lo con-
tenido en la pregunta por la misma razón que en ella se refiere.
y esta es la verdad y no firmó porque no supo. Firmolo el dicho intérpre-
te, Felipe Sayre. Ante mí, Luis de Quesada.
Testigo [: Felipe, indio mitima]
El dicho Felipe Mitima, indio natural del valle de Abancay, del pueblo de
Matara, de la encomienda de Juan Gómez, vecino desta ciudad, presentado en
la dicha razón, habiendo jurado en forma de derecho e preguntado dijo lo si-
guiente:
276 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
9. A las nueve preguntas dijo que la redución que se hizo de los dichos indios
de Ninamarca y otros indios de otros vecinos se redujeron en tierras de los
dichos indios de Ninamarca ' en cantidad de hasta dos o tres topos, que es el
sitio qu~ ocupa la población. Y esto dice.
10. A las diez preguntas dijo que dice lo que dicho tiene e que entiende
que si los dichos indios de Ninamarca vieran tomar la dicha posesión no de-
jaran de alegar su derecho.
E ' questo es la verdad y lo que saue so cargo del juramento que fecho tie-
ne y n0 firmó porque no supo. Firmolo el dicho intérprete, Felipe Sayre. Ante
mí, Luis de Quesada.
[Interrogatorio]
Por las preguntas siguientes sean preguntados los testigos que fueren pre-
sentados por parte de' Juan López de Izturizaga en el pleito que contra él tra-
tan los indios sobre las tierras. /
1. Primeramente si conocen a las partes y tienen noticia de las tierras so-
bre ques este pleito, 'llamadas Chuquipaclla y Sacapa y Lucumapampa y Po-
machalla.
2. Si saben, creen, vieron [y] 'oyeron decir que las dichas tierras llamadas
ChuquipalIa y Sacapa, ha más tiempo de treinta años que Yupanamo, cacique
principal de los yungas mitimaes de Ninamarca, encomendados en Hernán Bravo
de Lagunas, las vendió como señor que era dellas a don Pedro de Cabrera,
las cuales dichas tierras al dicho tiempo estaban / montuosas e inútiles. Digan
lo que sauen.
3. Si saben, etc., que el dicho don Pedro de Cabrera vendió las dichas tie-
rras al capitán Vasco de Guevara. Y el dicho capitán Vasco de Guevara las
vendió al padre Diego Destrinaga, clérigo. E por muerte del dicho Estrinaga
las dichas tierras se vendieron en almoneda y en ella las compraron Velazco
de Véjar y Juan de Véjar, los cuales las vendieron a Juan García. Digan lo
que sauen.
4. Si saben, etc., que el dicho Juan López de Izturizaga compró las dichas
tierras del dicho Juan García y por virtud de la dicha venta tomó posesión dé-
llas y las ha tenido quieta e pacíficamente labrándolas e cultivándolas y des-
frutándolas como cosa suya propia. Digan, etc. .
S. Si sauen, etc. que todos los dichos compradores arriba nombrados por
virtud de los dichos títulos que cada vno tuvo, tomaron posesión de las di-
chas tierras y todos ellos las tuvieron y poseyeron quieta e pacíficamente y
sucesivamente el dicho Juan López de Izturizaga demás de los dichos treinta
años. a esta parte que ha que se vendieron cada vno déllos en su tiempo, sa-
biéndolo y no lo contradiciendo todos los dichos indios, partes contrarias, y
sus predecesores y el dicho Hernán Brauo, su encomendero, y los demás sus
predecesores.
MITMAS MULTlPLES EN ABANCAY 281
6. Iten. Si sauen, etc., que las dichas tierras eran propias del dicho Yu-
panamo, cacique / principal de los yungas que las vendió al dicho don Pedro
por hauerlas heredado de sus padres y antepasados y como tales suyas la tuvo
y poseyó todos los días de su vida hasta que las vendió. Digan, etc.
7. Si saben, etc., que al tiempo que el dicho Yupanamo vendió las dichas
tierras estauan montuosas y no se hauía sembrado en ellas cosa alguna. Y
después que el dicho Juan López de Izturizaga las posee las ha rompido, la-
brándolas y cultivándolas todas ellas sembradolas de caña y árboles y fecho
en ellas vn ingenio de azucar en que ha gastado mucha suma de pesos de
orO. Digan, etc. lo que saben y la cantidad que había gastado.
8. Hen, si sauen, etc., que las tierras llamadas Lucumapampa y Pomac-
challa fueron moyas de los ingas, señores que fueron deste reino, y en ellas
estauan poblados los indios yungas mitimaes ·y auyos y de otras partes y pro-
vincias y no los indios del dicho Hernán Bravo. Y así al tiempo que los espa-
ñoles entraron en este reino estauan valdías y fechas monte por hauerse des-
poblado los dichos indios que en ellas estauan poblados. Digan lo que saben, etc.
9. Hen. Si sauen, etc., que como tierras vacas se hizo merced dellas por
el Cauildo desta ciudad a ... 4 Y después acá las han labrado y cultiva-
do, tenido y poseído quieta y pacíficamente los dichos Diego Destrinaga y Vé-
jares y Juan García y demás personas que en ellas han sucedido. Y después
dellos el dicho Juan López / de Izturizaga, y tiene sembrado parte dellas de
caña para el dicho ingenio, e nunca han sido pobladas por indios algunos del
dicho Hernán Bravo ni labradas ni cultivadas.
10. Iten, si sauen, etc., que a los diohos indios del dicho Hernán Bravo
no les viene perjuicio alguno de que el dicho Juan López posea las dichas tie-
rras así por no ser suyas como dicho es, como porque los dichos indios de Ni-
namarca siempre han estado poblados de la otra parte del arroyo que baja de
la estancia de Hernán Bravo a entrar en el río grande de Abancay, muy lejos
de las dichas tierras donde ellos tienen muy gran cantidad de tierras para sus
simenteras que les sobran muchas sin se poder aprovechar dellas por ser co-
mo son seis o siete indios solamente. Digan lo que sauen.
11. Iten. Si sauen, etc., que en tiempo de los ingas, señores que fueron
destos reinos, era costumbre muy antigua, usada y guardada que cuando se
ponían los dichos mitimaes de vna parte a la otra no les daqan más de un
topo de tierra a cada vno especial siendo yungas. Y en éstos no tenían pro-
piedad alguna, porque los ingas les quitauan y ponían y señalauan tierras don-
de les parecía en cada vn año y los dichos indios sauen los dichos testigos
que tienen cada vno más de treinta topos de tierras. Digan lo que sauen.
12. Iten. Si sauen etc., que el licenciado Estrada, siendo visitador gene-
ral, que visitó el dicho valle de Abanjcay hizo averiguación con los propios in-
dios que agora litigan y en presencia del dicho su éncomendero sobre cúyas
eran las dichas tierras y si el dicho Juan López las tenía con perjuicio de al-
guna persona. Y todos ellos declararon no tener derecho alguno a ellas ni ha-
. uer sido jamás suyas ni de sus antepasados, y que el dicho Juan López las
tenía sin perjuicio. Digan lo que sauen.
13. Si sauen etc., queste pleito no se puso por voluntad de los dichos in-
dios, a lo menos de los caciques principales, y que los que lo piden son vnos
indios particulares inducidos por el dicho Hernán Bravo, su encomendero, por
sus fines. Digan lo que saben.
[Carta poder]
Sepan cuantos esta carta de poder vieren como yo Juan López de Izturi-
zaga, vecino de la gran ciudad del Cuzco del Pirú, estante al presente en este
valle de Abancay, juridición de la ciudad del Cuzco, otorgo e conozco que doy
e .otorgo mi poder cumplido cual de derecho se requiere para más valer a Ojer
de Lormendi, mi sobrino, questá presente. para que por mí y en mi nombre
pO'dáis presentar y presentéis ante cualesquier jueces, escriuanO's y otras per-
sonas cualesquier escriptos, testigos, escripturas, probanzas y otros despachos
que me convengan así en la ciudad del CuzcO' como en otras partes de la ju-
ridición desta ciudad.
y fechas las dichas probanzas!, cerradas y selladas en pública forma e
manera que haga fé, las llevad o inviad o presentad en la ciudad del Cuzco
o en otras partes donde a mí derecho convenga y pedir se haga publicación de
testigos y tachar cualesquier testigos que contra mí se presentaren y abonar los
que en mí favor se presentaren, y recusar cualesquier jueces y escriuanos y
otras personas, y las jurar en mi ánima con la solenidad del derecho. Y en
efetO' haga y actúe judicial y extrajudicialmente todo cuanto yo haría y ha-
cer pO'dría presente siendo, aunque sean cosas e casos que según derecho re-
quiera mi presencia personal y otro más especial poder que el que tengo y se
requiere, se le doy y otorgo con sus incidencias y con facultad de lo sostituir
y revocar con libre y general administración.
y para ello obligo mi persona y bienes habidos y por haue!' y lo otorgue
en el dicho valle de Abancay en diez días del mes de otubre de mil e quinien-
tos y setenta e cinco años, siendo testigos Hernando Bachicavo e Pedro Ortiz
de Susunaga y Juan López de Izturizaga, residente en este dicho valle.
y lo firmé aquí de mi nombre y fice aquí mi signo porque de mi pedimento
no quedó registro. Y en fe dello fice aquí este mi signo y lo firme de mi nombre
en testimonio de verdad. Juan López de Izturizaga, escriuano.
Juan López de lzturizaga, las cuales eran chacaras de coca de los ingas, se-
ñores des tos reinos, y las cogían y desfrutauan los yungas mitimaes questa-
uan allí puestos por el inga, que eran de muchas naciones, entre los cuales
hauía indios de Acarí, Guancavilca, Tallana, lca y otras generaciones de indios
puestos por los dichos I ingas por camayos. Los cuales cogían el fruto dellas
para los dichos ingas. Y que como tal camayo vio este testigo que dicho Yu-
panamo, siendo cacique de los yungas de la encomienda del dicho Hernán
Bravo vendió las dichas tierras a don Pedro de Cabrera no siendo suyas, por
ser como dicho tiene ser de los ingas y el dicho Yupanamo ser camayo de las
dichas tierras. Y esto responde.
3. A la tercera pregunta dijo queste testigo vio quel dicho don Pedro de
Cabrera vendió las dichas tierras a Vasco de Guevara, encomendero ,deste tes-
tigo. Y el dicho Vasco de Guevara mandó a este testigo que le hiciese vna
guerta en las dichas tierras. Y este testigo y otros sus indios hicieron la di-
cha guerta e pusieron mucha cantidad de cepas y cañas y otros árboles. Y
el dicho Vasco de Guevara vendió las dichas . tierras a vn clérigo que do tri-
naua los pueblos deste testigo llamado Sigüenga, que los dotrinó diez años.
y después quel dicho clérigo murió se vendieron las dichas tierras y guerta y
las compraron los Véjares. y déllos las compró Juan García, el cual tuvo e
'poseyó las dichas tierras y guerta mucho tiempo. Y esto responde.
4. A la cuarta pregunta dijo queste testigo saue quel dicho Juan García
vendió las diohas tierras y guerta nombradas en la primera pregunta al dicho
Juan López de lzturizaga, el cual las ha tenido y poseído y posee al presente
por suyas y como suyas quieta y pacífica/mente sin contradición de persona
alguna, labrando y desfrutando las dichas tierras y guerta, porque los indios
deste testigo van a trauajar la mayor parte del año a este ingenio. Y esto
responde.
5. A la quinta pregunta dijo queste testigo ha visto que después que el
dicho don Pedro de Cabrera compró las dichas tierras al dicho Yupanamo, que
ha treinta años poco más o menos, y los demás poseedores que dicho tiene
hasta el dicho Juan López de lzturizaga y hasta agora han tenido y poseído,
labrado y desfrutado las dichas tierras y guerta quieta e pacíficamente sin con-
tradición de persona alguna, viéndolo y sabiendo los dichos indios yungas de
Ninamarca y no lo contradiciendo. Por lo cual y por lo que dicho tiene saue
este testigo que los dichos yungas no tienen ningún derecho a las dichas tie-
rras, porque si las dichas tierras y guerta fueran de los dichos indios, después
que el dicho don Pedro de Cabrera las vendió hauiendo pasado tantos posee-
dores hobieran pedido las dichas tierras y puesto pleito si fueran suyas, pero
como no eran suyas las dichas tierras no han pedido ni puesto pleito a los di-
chos poseedores. Y esto responde.
6. A las seis preguntas dijo que dice lb que dicho tiene y queste testigo
vio que el dicho Yll'panamo, como cacique que era de los dichos indios, la-
braua las diohas tierras I por el il\ga e no porque fuesen suyas. Y esto responde.
7. A la séptima pregunta .dijo queste testigo vio que al tiempo que el di-
cho Yupanamo vendió las dichas tierras al dicho don Pedro Cabrera estauan
montuosas porque había muchos años que dejaron de sembrar coca y ají por
tener otras tierras y hauerse hecho monte las dichas tierras. Y a esta causa
estauan valdías las dichas tierras. E que después que las compró el dicho
Vasco de Guevara las desmontó y sembró las cosas que tiene dichas en este
su dicho. Y después acá las han tenido y labrado los dichos poseedores hasta
el dicho Juan Pérez, el cual las ha mejorado y puesto mucha caña en lo cual
sabe este testigo ha gastado mucha suma de pesos de oro. Y esto responde.
284 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
8. A la otaua pregunta dijo queste testigo ha visto las dichas tierras lla-
madas Lucumapampa y Pomachalla, questán encima del ingenio del dicho Juan
López, arriba encima de la barranca, las cuales desde queste testigo saue an-
dar las ha visto val días y tenidas por moyas de los ingas, señores que fueron
destos reinos. Y esto responde a la pregunta.
9. A la novena pregunta dijo que se remite a los títulos que tiene el dicho
Juan López de Izturizaga de las dichas tierras, las cuales nunca este testigo
ha visto que los dichos indios de Ninamarca ni otros / hayan sembrado, labra-
do ni desfrutado. Y esto responde.
10. A las diez p r eguntas dijo queste testigo sabe que no les viene per-
juicio ninguno a los dichos indios de Ninamarca que el dicho Juan López de
Izturizaga posea las dichas tierras, porque los dichos indios de Ninamarca siem-
pre han estado poblados de la otra parte del arroyo que baja de la estancia
del dicho Hernán Brauo a entrar en el río grande del dicho · valle de Abancay,
muy lejos de las dichas tierras donde tienen muy gran cantidad de tierras pa-
ra sus simenteras que les sobran muchas aunque hobiesen muchos indios mas
sin se poder aprovechar dellas, por ser como son muy p ocos indios porque
se huyeron casi todos al tiempo que los españoles entraron en este reino y así
quedaron despobladas las dichas tierras. Y esto responde.
11. A las once preguntas dijo queste testigo saue y vio desde que se sa-
ue acordar que era costumbre puesta por los ingas, señores que fueron des-
tos reinos, que los indios yungas que se ponían por mitimaes en el dicho va-
lle de Abancay y otras partes no les dauan a cada indio más de vn topo de
tierra para comer, y esto por su vida, y las demás tierras que labrauan eran pa-
ra el inga e no para ellos, e no tenían propiedad ni cosa conocida porque los
dichos indios les quitaban e ponían se señalaban otras, y así / no tenían cosa
conocida. Y esto responde.
12. A las doce preguntas dijo que se remite a lo contenido en la pregunta.
y esto responde.
13. A las trece preguntas dijo que no la sabe.
14. A las catorce preguntas dijo que lo que dicho tiene es la verdad y lo
que sabe so cargo de juramento que fecho tiene. Y no firmó porque no supo.
Lo cual declaró por interpretación de mí el dicho Martín de Lizara<;:o. Mar-
tín de Li<;:ara<;:o.
como mitimac puesto por el inga, y sembrauan coca y sacapa, que son vnos
árboles grandes que dan cierto fruto que llaman sacapa, con que danzan los
indios, que son a manera de cascabeles con que regocijaban a los ingas. Y
el dicho Yupanamo y sus indios y este testigo y sus indios tenían cuenta del
beneficio y fruto de los susodicho y acudían con el fruto dello a los dichos in-
gas. y que su padre deste testigo era cacique principal de todos los dichos
indios yungas que residian en el dicho valle. E , que después que los españoles
entraron . en este reino el dicho Yupanamo se apoderó en las dichas tierras y
se hizo señor dellas y las vendió no siendo suyas a don Pedro de Cabrera, el
cual las tuvo y poseyó. Y esto responde.
3. A la tercera pregunta dijo queste testigo vio que el dicho don Pedro de
Cabrera vendió las dichas tierras a Vasco de Guevara, encomendero que fue
deste testigo, y por mandado de su amo este testigo y sus indios labraron y
sembraron las dichas tierras sembrando muchas cepas y caña y otros árboles
questán hasta hoy en el dicho ingenio. Y el dicho Vasco de Guevara vendió
las dichas tierras y guerta al padre Sigiienza, que do trina el dicho valle de
Abancay y Quichuas y el pueblo deste testigo; el cual tuvo las dichas tierras
y guerta mucho tiempo / hasta que murió. Y después de su fin y muerte vio
este testigo poseerlas a Juan García. Y esto responde.
4. A la cuarta pregunta dijo que el dicho Juan García vendió las dichas
tierras y guerta al dicho Juan López de lzturizaga, el cual las ha tenido e po-
seído y gozado quieta y pacíficamente sin contradición de persona alguna. Y
esto responde.
5. A la quinta pregunta dijo que este testigo ha visto que después que el
dicho don Pedro de Cabrera vendió las dichas tierras al dicho Vasco de Gue-
vara, que abrá treinta años poco más o menos hasta [ahora] ha visto este tes-
tigo que los dichos poseedores las han tenido y poseído y gozado y desfruta-
do quieta y pacíficamente sin contradición de persona alguna viéndolo y sabién-
dolo los dichos indios de Ninamarca y no contradiciéndolo. Y esto responde ..
6. A la sesta pregunta dijo que dice lo que dicho tiene en las preguntas
de suso a que se refieren.
7. A la séptima pregunta dijo que como dicho tiene las dichas tierras se
sembraban de las cosas que tiene dicho hasta que entraron los españoles en
este reino y que luego se huyeron casi todos los indios questauan por miti-
maes en el dicho valle y dejaron despobladas las dichas tierras hasta que las
compró el dicho don Pedro de Cabrera y después acá las han labrado y sem-
brado los que tiene declarado en este su dicho. Y esto responde.
8. A la otaua pregunta dijo queste testigo ha visto las tierras llamadas
Lucmapampa / y Pomachacra, questán encima del ingenio en la barranca ques
hasta un arroyo que viene del molino de Gaspar de Sotelo. Las cuales di-
chas tierras eran moyas antiguas, en las cuales antes que los españoles en-
trasen en este reino sembrauan ají y michca para el inga indios mitimaes
puestos por los dichos ingas que eran de muchas naciones, así Guancavilcas,
lca, Sañoc, e Hacarí, Yauyo, y Quichua, y Collana y otras naciones. Y después
que los españoles entraron en este reino con las alteraciones se huyeron y
despoblaron las dichas tierras y se fueron a sus naturales los dichos indios
y las dejaron despobladas. E que los indios del dicho Hernán Bravo no tenían
ningunas tierras desta otra parte del río donde el dicho Juan López de lzturi-
zaga las posee sino de la otra parte del dicho río y arroyo que viene del mo-
lino del dicho Gaspar de Sotelo. y esto responde. .
286 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
y así quedaron valdías y montuosas mucho tiempo hasta que Vasco de Gue-
vara, encomendero deste testigo, hobo las dichas tierras en las cuales mandó
hacer vna guerta a sus indios y se hizo donde está agora el ingenio del dicho
Juan López de Izturizaga. Y este testigo ayudó a hacerla e que los indios de
Ninamarca nunca tuvieron ni poseyeron las dichas tierras, porque tienen los
dichos indios muchas tierras de la otra parte del arroyo que viene a dar al río
grande de casa de Gaspar de Sotelo, ques lindero de las tierras que tiene de-
claradas y posee el dicho Juan López de Izturizaga.
y esto responde y es la verdad so cargo del juramento que fecho tiene.
y no dijo en más preguntas porque no fue presentado para más. Y no firmó
por que no supo escribir. Martín de Lizarazo.
ques donde está agora el dicho ingenio y mandó hacer allí vna · guerta y este
testigo puso muchas j cepas y ayudó a hacer la dicha guerta. Y luego las
compró el padre Sigüenza, que do trinó todos estos repartimientos de Abancay
y Quichuas. Y después vio que las hobo Juan García, el cual tuvo e poseyó
la dicha guerta y tierras mucho tiempo.
4. A· la cuarta pregunta dijo queste testigo ha visto al dicho Juan López
de Iilturizaga gozar y pos'e er las dichas tierras quieta e pacíficamente sin
contraciición de persona alguna y se remite a los títulos e posesión que tiene
de las diohas tierras.
5. A la quinta pregunta dijo queste testigo ha visto de treinta años a esta
parte que a que hobo las dichas tierras el dicho Vasco de Guevara hasta ago-
ra, todos los dichos poseedores han tenido y gozado y labrado las dichas tie-
rras quieta y pacíficamente sin contradición de persona alguna, viéndolo y sa-
biéndolo los diohos indios de Ninamarca y no lo contradiciendo. Y esto responde.
6. A las sesta pregunta dijo que dice lo que dicho tiene en la pregunta
segunda des te su dicho. Y esto responde.
7. A la séptima pregunta dijo que después que los españoles entraron en
este reino hasta que el dicho Yupanamo vendió las dichas tierras al dicho don
Pedro de Cabrera estuvieron valdías y montuosas por hauerse huído los di-
chos indios y no hauer quién las labrase. Y después acá las han labrado y des-
frutado los dichos / poseedores puniendo mucha caña en especial el dicho Juan
López de Izturizaga, que ha puesto mucha caña y ha gastado mucha canti-
dad de pesos de oro en ella.. Y esto responde.
8. A la otaua pregunta dijo que las dichas tierras questán encima del in-
genio del dicho Juan López hasta el río que viene de casa de Gaspar de So-
telo a dar al río Grande llamadas Lucmapampa y Pomachaclla erqn como di-
cho tiene moyas de Topa Inga Yupangui y después de su hijo Gua'y na Capa, y
en ellas estaban poblados muchos indios de diferentes naciones como eran
GuancavHcas y Yauyos e Yungas y otras naciones y las labrauan y sembrauan
y desfrutaban los dichos indios para el dicho Guayna Capa y sus hijos, hasta
que vinieron los españoles, que como se huyeron las dejaron y quedaron des-
pobladas y valdías y hechas monte. E que los dichos indios de Ninamarca
nunca han fenido ni tuvieron tierras ningunas des ta parte del río que viene de
casa de Gaspar de Sotelo acá sino hacia la parte de arriba hasta donde tiene
las casas el dicho Hernán Bravo. Y esto responde.
9. A las nueve preguntas dijo que se remite a lo contenido en la pregunta.
y esto responde.
10. A las diez preguntas dijo queste testigo vio que cuando los españo-
les enjtraron en este reino los dichos indios de Ninamarca emn muchos, y con
ser muohos se sustentaban y tenían tierras muchas que las labrauan de la
otra parte del río que tiene dicho. Y después que los dichos españoles entra-
ron en este reino y se apoderaron dél se huyeron y ausentaron casi todos y
quedaron muy poquitos, por lo cual sabe este testigo que en las dichas tierras
que tienen les sobran aunque fuesen muchos más . Y por esto no les viene
ningún perjuicio quel dicho Juan López tenga las dichas tierras y por no tener
como no tienen los dichos indios dereoho a ellas Y esto responde.
11. A las once preguntas dijo que lo contenido en la pregunta ha sido
· costumbre usada y guardada en tiempo de los ingas. E que este testigo lo ha
visto ser y pasar así, porque en puniendo indios mitimaes les daba el tal in-
ga a cada indio vn topo o dos para que comiesen mientras fuese su voluntad y
los quitaua y ponía donde les parecía. Y esto responde.
MITM.J\.S MULTlPLES EN ABANCAy 289
12. A las doce preguntas dijo que no la sabe y que se remite a la averi-
guación que dice la pregunta que por ella parecerá lo en ella contenido.
13. A las trece preguntas dijo que no la sabe.
14. A las catorce preguntas dijo que lo que dicho tiene es la verdad y lo
que saue. Y no firmó porque no supo firmar. Martín de Lizarazo.
Testigo, Alonso Mamaca
E después de lo susodicho en el dicho día, mes y año dichos, en el dicho
pueblo de Cotarma la parte del dicho Juan López de Izturizaga presentó por
testigo a Alonso Mamaca, indio natural de Chalvani que reside en este dicho
pueblo de la Corona Real, del cual recibí juramento en forma de derecho e
prometió de decir verdad. Y preguntado dijo lo siguiente:
1. A la primera pregunta dijo que conoce a las partes y a cada vno dellos
y ha visto las tierras contenidas en la pregunta.
Generales. A las generales declaró que no le tocan niguna dellas y ques
de edad de sesenta años poco más o menos.
8. A la otaua para en que fue preguntado dijo queste testigo ha visto las
tierras llamadas Lucmapampa y Pomachaclla, que son las questán desde el
río que viene de casa de Gaspar de Sotelo a dar al río Grande del dicho va-
lle de Abancay hasta la barranca questá encima del ingenio del dicho Juan Ló-
pez de Izturizaga. Y asimismo las tierras nombradas Chuquipaclla y . Sacapa,
que son donde al presente está el ingenio del dicho Juan López, las cuales to-
das, con las de Lucmapampa y Pomachaclla eran antiguamente y fueron mo-
yas de los ingas y como tales moyas las tuvo Guayna Capa Inga, hijo de Topa
Inga / Yupangue, y las poseyó e gozó e puso muchos mitimaes naturales de
muchas naciones, como son Guancas [sic ], y Yauyos, e Yungas y otras nacio-
nes, los cuales dichos indios labrauan y sembrauan las dichas tierras de coca,
y ají y algodón y otras cosas para el dicho inga. Y después de muerto el di-
cho inga las poseyeron sus hijos hasta que vinieron los españoles, que las de-
jaron Y . se huyeron los dichos indios mitimaes y quedaron valdías y se h icieron
monte y estuvieron valdías mucho tiempo hasta que Vasco de Guevara, enco-
m endero deste testigo, compró las dichas tierras de don Pedro de Cabrera que
las había comprado de vn cacique llamado Yupanamo que era de los puestos
por el dicho inga y le cabía a labrar las tierras donde agora tiene el ingenio
el dicho Juan López. El cual dicho Yupanamo las había vendido sin ser suyas
ni tener derecho a ellas más de hauer las labrado por el dioho inga. Y como
entraron los españoles y se perdieron los ingas, se apoderó en ellas el dicho
Yupanamo y las vendió como dicho tiene. E que nunca los indios de Ninamar-
ca tuvieron tierras algunas en las dichas tierras, sino de la otra parte del río
tienen muchas tierras para sustentarse aunque fuesen muchos más.
y esto responde y es la verdad y lo que sabe y no dijo en más pregun-
tas porque / no fue presentado para más. Y no firmó por no sauer firmar. Lo
cual declaró por interpretación de mí el dicho Martín de Li<;ara<;o. Martín de
Li<;ara<;o.
Testigo, Sebastián Quivi
E después de lo susodicho en el dicho día trece de otubre del dicho año
la parte del dicho Juan López de Izturizaga presentó por testigo a Sebastián
Quivi, indio yunga natural de Auquibamba, ques en el valle de Abancay, que
reside en este dicho pueblo, del cual se tomó y recibió juramento en forma de
derecho y prometió de decir verdad. E preguntado dijo lo siguiente:
290 REVISTA DEL MUSEO ;-;rACIONAL - TOMO XXXIX
1. A la primera pregunta dijo que conoce a fas partes y ha visto las tie-
rras sobre que es este pleito, por hauer estado en ellas.
Generales. De las generales declaró que no le :tocan ninguna de las pre-
guntas y (¡¡ues de edad de sesenta años poco más o ',menos. '
2. A la segunda pregunta dijo queste testtgo vio en tiempo , de Guásc~r '
rnga, hijo de Guayna Capa, que las dichas tierras Harpadas Chuquipaclla, y Sa-,
capa, que son donde agora está el ingenio, eran moyas del dicho ,Guáscar rnga
y lo habían sido de los ingas sus antepasados y en ellas tenían puestos mu-
chos indios camayos y mitimaes para que la labrasen y sembi:,a sen lé\s dicf.).as
tierras de coca y ají y algodón y otras cosas para el dicho Guáscai' rnga. E
que era cacique ,de los dichos indios camayos y mitimaes Yupanamo / , el cua~ '
lo era al tiempo que los españoles entrarón en este reino. Y como se huyeron
todos los indios mitimaes se quedó y apoderó con 'las dichas tierras el dicho '
Yupamimo y las ve~dió no siendo suyas sino del , di¿ho Guáscar Inca y sus
descendientes a don Pedro de Cabrera. y . esto responde. '
3. A la tercera pregunta dijo quéste testigo vio que Vasco de Gu~vara, en-
comendero deste testigo, compró la s dichas tierras al dicho don Pedro :de Ca-
brera y luego hizo hacer ' vna guerta. Y este testigo ayudó a hacer la dicha
guerta, y pusier on muchas cepas e otros árboles. Y el dicho Vasco de Gue- ,
vara las vendió a vn clérigo que dotrinaua a este dicho repartirriiento y ' Aban:' '
cayo Y 'después vio las dichas tierras en poder de Juan García. 'Y eS,t o ~ice.
4. A la cuarta pregunta dijo queste testigo ha visto poseer 'a l dic5ho Juan '
López las dichas tierras quieta e pacíficamente sin contr~d~ción de persona al~
guna mucho tiempo. Y que se remite a los títulos que tiene.
5. A la quinta pregunta dijo que desde quel dicho don Pedro de Cabrera
vendió las dichas tierras al dicho Vasco de Guevar,a, que habrá treinta, afias
poco más o menos hasta agora siempr e los dichos poseedores han tenido las
dichas' tierras quieta y pacíficamente sin contradición de perlsona alguna, vién-
dolo y sabiéndolo / los dichos indios de Ninamarca y no lo contradiciendo. Y
' esto r e s p o n d e . ' ¡ ,
la otra parte del río para su sustentar aunque fuesen muchos más indios de
los que agora son. : esto responde.
9. A la 'novena pregurita dijo que se remite a los títul?s qu~ tiene el di- ,
cho Juan López de Izturizaga de todas las dichas tierras. '
10. A las diez preguntas dijo queste testigo saue que no 'viene ningún per-
juicio a los dichos indios de Ninamarca tener y p,o seer las dichas ' tíerras de
suso nombradas el dicho Juan tópez de Izturizaga por tener como tienen mu-
chas tierras de donde se poder sustentar aunque fuesen más como por no te-
ner qerecho ninguno <! las dichas tierras ' del dicho Juan López. de Izturizaga.
Ú. A las once preguntas dijo queste testigo vio en tiempo de los ingas,
que era costumbre usada y guardada lo contenido en la pregunta. Y que en
hiS tierra que en los di:chosingas daban a cada indio ' mitima no teman propie-
dad ninguna porque los dichos ' ingas les quitauan y ponían cada vez que que-
rían a su voluntad. Y esto responde.
12. ~ las doce preguntas dijo que se remite a los títulos que tiene el di-
cho Juan López de Izturizaga y averiguación fecha por él dioho visitador; que
por ellos parecerá lo contenido en la '. pregunta. Y esto responde.
13. A las trece preguntas dijo que no la sabe.
14. A las catorce preguntas dijo que lo que dicho tiene es la verdad y lo
que sabe so cargo de juramento que fecho tiene. Y no firmó porque no sauía
firmar. Martín de Li<;:ara'<;:o.
'.
Te:;tigo, Domingo Yacha
E después de lo susodicho, en el dioho 'valle de Abancay, en la estancia
de Gaspar de Sotelo, vecino desta ciudad, en quince días dt¡!l 'mes ' de otu~re I
de mil y quinientos y setenta y cinco años; la parte del ,dicho Juan López de
Izturizaga presentó por testigo a Domingo Yacha, yunga, natural del , dicho va-
lle, de la encomienda de ' Gaspar de Sotelo, del cual recibió juramento en for-
ma de derecho y prome~ió de decir verdad. Y preguntado al tenor 'del dicho
interrogatorio dijo lo si~uiente:
1. A la primera pregunta dijo que conoce a las partes y ha visto las tie-
rras contenidas 'en 'la pregunta.
Generales. De las generales declaró ' ser de edad de, sesenta años poco
más ° menos y que no le tocan las genenlles ni alguna dellas.
8. A la otaua pregunta dijo queste testigo saue que las tierras llamadas /
Lucumapampa y ' Pomachaclla y Chuquipaclla y Sacapa, que son las que al
presente tiene y posee el dicho Juan López de Izturizaga, que ?on descÍe ek
río que baja de la casa de Gaspar de SoteIo a dar al río grande de Pachacha- '
ca, eran moyas de los ingas, señores que fueron crestos reinos, y en ellas ,re-
sidían indios mitimaes puestos por los dichos ingas, de' diferentes naciOIies,
así guancaviIcas como quichuas, Yca, [Ac]ari y otras naciones. Los cuales
sembrauan y labrauan las dichas tierras de coca y ají y algodón y otras co-
sas para los' dichos ingas. Los cuales después que los 'españoles entraron en
este reino; con las " <!lteraciones y revueltas se huyeron y dejaron las dichas
tierras despobladas y se fueron a sus naturales, quedando las dichas tierras
val días y montuosas", mucho tiempo, hasta que Vasco de Guevara hubo las tie-
rras llamadas Chuquipaclla y Sacapa, que son donde agora tiene el ingenio el
dicho Juan López de Izturizaga, y las labró y hizQ vna guerta y puso muchas
cepas. y después las hbb0 el padre Sigüenza, cura que fue deste dicho valle,
el cual puso mucha caña y otros árboles en las dichas tierras; y las tuvo' y po-
292 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
seyó mucho tiempo hasta que muna. Y después de su fin y muerte las hobo
y compró Juan García, el cual tuvo e poseyó ansí miesmo las dichas tierras
y guerta muoho tiempo hasta que las vendió al dicho Juan López de Izturiza-
ga, el cual las ha tenido hasta agora y poseído / sin contr a die ión de persona
alguna, quieta e pacíficamente, viéndolo y sabiéndolo los dichos indios de Ni-
namarca y no lo contradiciendo, porque nunca los dichos indios tuvieron tie-
rras ningunas ni chacaras en las dichas tierras de Lucumapampa y Sacapa y
PomachacHa y Chuquipaclla, que son y se incluyen desde el dicho arroyo que
baja de casa del dioho Gaspar de Sotelo hasta dar al río grande de Pachacha-
ca, donde está el dicho ingenio. Y que los dichos indios de Ninamarca tienen
muohas tierras de la otra parte del dicho arroyo que baja de casa del dicho
Gasp'ar de Sotelo, en mucha cantidad para se poder sustentar aunque fuesen
muchos más indios de los que agora hay, porque en tiempo del inga e cuan-
do los españoles entraron en este reino eran muchos más indios de los que
agora son y les sobraban tierras en las que agora tienen. Y así no les viene
ningún perjuicio que el dicho Juan López de Izturizaga posea las dichas tie-
rras, así por tener como tienen los dichos indios de Ninamarca muchas tierras
demasiadas como dicho tiene como por no ser suyas ni nunca lo fueron de
sus padres ni antepasados sino moyas de los dichos ingas. Lo cual saue este
testigo por hauer nacido en este valle y haberlo visto por vista de ojos desde
que se saue acordar y hauerlo ,oído decir a sus padres e antepasados .
y es la verdad y no firmó porque / no supo escribir. Martín de Li9ara90.
como se fueron los dichos indios mitimaes puestos por el dicho inga, y el di-
cho Sacapachi, (sic) tío deste testigo, murió, se quedó con las dichas tierras el
dicho Yupanamo y se apoderó con ellas diciendo ser suyas no lo siendo. El
cual oyó decir este testigo las vendió, y no sabe a quién.
3. A la tercera pregunta dijo queste testigo saue que después que los
dichos españoles entraron en este reino desde a cierto tiempo vio este testigo
que poseyó las dichas tierras Vasco de Guevara y hizo vna guerta en las di-
chas tierras. Y después las vio poseer al padre Sigiienza. y luego las pose-
yeron los dos hermanos Véjares, los cuales vio este testigo las vendieron a
Juan García, el cual las tuvo y poseyó y gozó quieta y pacíficamente sin con-
tradición de persona alguna.
4. A la cuarta pregunta dijo que se remite a la venta que hizo el dicho
Juan García al/dicho Juan López de Izturizaga. E que este testigo ha visto
al dicho 'Juan López de Izturizaga tener y poseer y gozar las dichas tierras
quieta e pacíficamente sin contradición de persona alguna, viéndolo y sabién-
dolo los dichos indios de . Ninamarca y no lo contradiciendo ni yendo contra
ello. Y esto dice.
5. A la quinta pregunta dijo que dice lo que dicho tiene. Y . que habrá
treinta años poco más o menos que poseen las dichas tierras los dichos posee-
dores que tiene declarados en este su dicho quieta e pacíficamente sin con-
tradición de persona alguna.
6. A la sesta pregunta dijo que dice lo que dicho tiene en la pregunta se-
gunda des te su dicho. Y que el dicho Yupanamo nunca tuvo tierras ningunas
como dicho tiene sino que como cacique que era se quedó con las dichas tie-
rras y se apoderó en ellas. Y esto responde.
7. A la sétima pregunta dijo queste testigo sabe que desde que los espa-
ñoles entraron en este reino hasta queste testigo vio las dichas tierras en po-
der del dicho Vasco de Guevara, estuvieron val días y montuosas. Y después
que el dicho Vasco de Guevara hizo en las dichas tierras la dicha guerta que
tiene dicho se han labrado y plantado mucha caña y otras arboledas y puesto
de la manera que está hO'y por los dichos poseedores. Y esto responde.
8. A la otaua pregunta dijO' queste testigO' ha visto muchas veces las di-
chas tierras / llamadas Lucumapampa y Pomachaclla, questán encima de la
barranca del dicho ingenio hasta dar en el arrO'yo o río que viene de casa del
dicho Gaspar de Sotelo a dar al río grande de Pachachaca, eran chacaras del
dichO' Topa Inga Yupangue. Y después de su muerte dél, [del] dicho Guayna
Capa, su llijO'. Y residían en las dichas tierras muchos indios mitimaes de las
naciones que tiene dichas en él segundo capítulo desta su dicho, puestos por
el dicho Topa Inga Yupangue, los cuales labrauan y sembrauan las dichas tie-
rras de coca y ají que llaman Chinchivichu, y Sacapa, que son vnos cascabe-
les que solían traer los ingas en las guerras y regocijos que hacían para el
dicho Guayna Capa, hijo del dichO' Topa Inga Yupangue. Y este testigo vio
questando el dicho Guayna Capac en Tomebamba invió al dicho Sacapacha,
tío deste testigo, para que llevase todo el ají y sacapa y coca y algodón que
habían cogido de las dichas tierras para el sustento de la guerra que enton-
ces tenía. Y así el dicho Sacapacha llevó todo lo que dicho tiene a donde es-
taua el dioho Guayna Cápac como cosa que era suya y dedicada para él. E
que nunca los dichos indios de Ninamarca tuvieron ningunas ohacaras en las
dichas tierras por ser moyas de los ingas, señores deste reino. Y los indios
que entonces estaban en las dichas tierras eran camayos como dichO' tiene /
puestos por los dichos ingas; los cuales con residir en las dichas tierras 'y la-
294 REVISTA DEL ' MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
Petición
Eh el Cuzco, en ocho de noviembre del dicho año del mil e quinientos y
setenta y cinco años, ante el dichciseñor corregidor presentó Francisco Pé-
rez en nombre de su parte, con los recaudos en ella contenidos y pidió justicia:
Ilustre señQr. Francisco Pérez, en nombre de Juan López de Izturizaga,
vecino desta ciudad, en el pleito que contra mi parte trata Rom{Ín de Baños
en nombre de los indios , de la encomienda de H ernán Bravo de Lagunas, ve-
cino desta dicha ciudq,d, sobre las tierras; hago presentación destos títulos y
¡"ecaudos que mi parte tiene de las dichas ' tierras.
Pido a Vuestra Merced los ' mande uer ' por presentados y poner en el pro-
ceso para en guarda y conservación del ' derecho de mi parte y no en más ni
aliende. Y pido justicia y costas. Y 'para ellos, etc.
Otro , sí. Pido a Vuestr,a Merced que quedando vn tres lado en el pr;oceso
dellos concertado con los 'originales con citación de la parte, mande se me
vuelvan .zas dichos ,originales. Y para ello, etc. Francisco Pérez.
Proveído
El dicho señor corregidor los hobo 'por presentados y mandó se pongan en
el proceso y dar treslado a las otras partes. Y en lo demás dijo que lo oye.
Ante mí, Luis de Quesada.
, LArchivo Nacional del Perú. Propiedad Rústica y Urbana.' Legajo 2. Cuaderno 25J
296 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
BIBLIOGRAFIA
ALBORNOZ, Cristóbal de
1582 "Instrucción para descubrir todas las guacas del Pirú y sus camayos y hazien-
das". Journal de la Société des Américanistes. Tome L VI-I. Paris. MCMLXVII;
págs. 17-39.
ATIENZA, Lope de
1575 Compendio historial del estado de los indios del Perú con mucha doctrina y
cosas notables de ritos, costumbres e inclinaciones que tienen, con docta doc-
trina y avisos para los que viven entre estos neofitos; nuevamente compuesto
por Lope de Atienza ... Quito. Escuela . Tipográfica Salesiana. 1931.
BA:Ñ"OS, Alonso Román de
LOPEZ DE IZTURIZA,GA, Juan
1555 Títulos de la hacienda denominada Pachachaca, en el pueblo de Abancay, Co-
1594 rregimiento del Cuzco, con el deslinde y amojonamiento de las diversas parce-
las de tierra que componen aquel ingenio. Esta hacienda perteneció a doña
Leonor de Castilla Gallinato, quien la legó a los padres de la Compafíía de Je-
sús, que la poseyeron y cultivaron hasta su extrañamiento, quedando desde en-
tonces en poder de la Real Junta de Temporalidades. Archivo Nacional del Pe-
rú. Títulos de P'I'Opiedad. Lega¡o, 2, cuaderno 25. 110 folíos.
1575 "[Informaci6n sobre las chacras de coca, ají, algodón y otros frutos que culti-
vaban los Mitimaes del Valle de Pachachaca en la provincia de Abancay, a pe-
dimento de Juan López de Izturrizaga, el nuevo señor de ellas, y de Alonso
Román de Baños, procurador de los caciques de Ninamarca, año 1575"]. In-
cluida" en el expediente anterior.
CIEZA DE LEON, Pedro de
1553 "La crónica del Perú nuevamente escrita por Pedro de Cieza de León, vecino
de Sevilla". Biblioteca de Autores Españoles, Ediciones Atlas, Madrid, 1947;
págs. 344-462.
DIRECCION NACIONAL DE ESTADISTICA Y CENSOS
1966 Centros poblados. Amazonas-Ancash-Apurimac-Areqllipa-Ayacllcho. Tomo 1
Censo de 1961.
ESPINOZA SORIANO, Waldemar
1970 "Los mitmas yungas de Collique en Cajamarca, siglos XV, XVI Y XVII". Re-
vista del Museo Nacional. Tomo XXXVI. 1969-1970. Lima-Perú; págs. 9-57.
FORNEE, Niculoso de
1586 "Descripción de la tierra del corregimiento de Abancay, de que es corregidor
Niculoso de Fornée". En: Jiménez de la Espada: 1885; II, págs. 199-221.
GARCILASO DE LA VEGA, Inca
1609 Primera pal·te de los Comentarios Reales de los Incas. Biblioteca de Autores
Españoles. Ediciones Atlas. Madrid. 1963.
GONZALEZ DE CUENCA, Gregorio de
1566 Ordenanzas hechas por el doctor Gregorio González de Cuenca, oidor de "la
Audiencia de Lima, sobre la tasa de los tributos de indios y buena administra-
ción de justicia en la villa de Jayanca, provincia de Safía. Año de 1566. Ar-
chivo General de Indias. Sevilla.
MITMAS MULTlPLES EN ABANCAY 297
TOLEDO, Francisco de
HENRIQUEZ DE ,'ALMANSA, Martín
1575 "Libro de , provisiones reaies de los Virreyes D. Francisco de Toledo y D.
1582 Martí~ Henríquez de Almansa. 1575-1582". Revista de A1·chivos y Bibliotecas
Nacionales. :Epoca Colonial - Guerra de la Independencia. Año 1, Volumen 1.
F' Entrega. Lima. Stbre. 30, 1898; págs. 204. Año 1. Volumen 1. 2" Entre-
ga . . Lima. Dcbre. 31. 1898; págs. 205-538. Lima. Of~cina Tipográfica "El
·1;iempo". Por L. H. Jiménez. Calle de La Concha, N9 96A. 1899 [sic].
VACA DE CASTRO, Cristóbal '
1543 "Ordenanzas de tambos, distancias de unos a otros, modo ' de 'c argar de los in-
dios y obligaciones , de las justicias respectivas hechas en la cludad del Cuzco
en 31 de mayo de 1543". Revista Histó"Tica. Organo del Instituto Histó1·ico .del
Perú. tomo IU - Trimesh'e IV. Lima. 1909; págs. 426-492.
VELAZCO; Luis de
1597 Provisión original de don Luis d¡; Velaz,co, por la que. confirma a Juan López
de Izturizaga en la tenencia y pasesión de las tierras de Chuquipacha, Sacapa-
. ", lIe, Pumachaclla y .oh·as que formaban parte del ingenio de Pachachaca en el
valle de Abancay; las misma~ que hubo y heredó de su padre, y que compuso
con el licencia'do Alonso Maldonado de Torres en 7 de diciembre de 1594. Ar-
chivo Nacionai de], Perú. Títulos d,e Propiedad. Legajo 2. Cuaderno 53. 6 folios .
.\
,
,
REBELIONES AGRARIAS Y SUPERVIVENCIAS
COLONIALES EN EL PERU DEL SIGLO XIX
JEAN PIEL;{-
A FINES DEL siglo XVIII la agitación agraria que reina en el seno de la po-
blación agrícola del Perú, si bien no logra destruir el sistema latifundista,
contra el que directa o indirectamente se dirige, no deja de ser un faeto\!"
muy importante en 'la crisis que prepara el derrumbe del sistema colonial
español. Esta agitación agraria se manifiesta, tradicionahnente, en dos for-
mas. D e una parte, esporádicamente los esclavos de las haciendas se su-
blevan contra sus amos, individual o colectivamente y se dan a la fuga.
Son los cimaa:-rones que ·se -refugian en los montes, es decir en las zonas lí-
mite de los valles costeños, donde forman bandas de vagabundos. Por otro
lado, en la sierra, los indios sometidos a'l sistema de haciendas o los ha-
bitantes de las comunidades indígenas, colocados bajo la tutela de la co~
rona de España, se rebelan sea contra la servidumbre, sea contra la fisca-
lización ex~esiva que les es impuesta. Llegan a fusionarse en una sdla
tropa en ocasión de las grandes rebeliones que, de Colombia a Argentina,
entre 1780 y 1820, hacen eco a la insurrección encabezada en el Alto Pe-
rú por Tupac Amaru II. No es, pues, por casualidad que, con motivo de
esas rebeliones antifiscales, dirigidas contra el tributo, la mita y el reparti-
miento, sé pille, incendie y destruya las edificaciones de las haciendas es-
pañolas y de los obrajes.
COn la Independencia se mantienen las causas de la agitación agra-
ria, agravadas por circunstancias nuevas. En la costa, la economía de ha-
cienda prosigue su decadencia, participando plenamente del clima de ma-
rasmo económico que, por lo menos, persiste hasta 1840-1850. Esta crisis
económica del latifundio costeño acelera la descomposición espontánea del
sistema esclavista. La mano de obra africana servil, mal controlada y mal
empleada, relaja su disciplina, baja su rendimiento e in surge contra el yu-
go de la servidumbre, que ya no se justifica, incluso para ciertos propieta-
rios ausentistas, sino por el deseo de conservar el capital invertido en su
rebaño humano. Por eso, muchos de los que han sido esclavos, escapados
de las plantaciones y agrupados en bandas, aprovechan del clima de anar-
quía política que reina hasta la época del gobierno de Castilla para con-
vertirse unas veces en bandoleros y otras en ~ilitantes y soldados de los
ejércitos que luchan en las constantes escaramuzas civiles, y que acanto-
nan en las afueras de las ciudades . y de la capital.
Sin embargo, la rec~mposición' en la sierra . de un status neocolonial
indígena para el campesinado andino prolonga h~sta las primeras décadas
del siglo XX la tradicional agitación contra las obligaciones fiscales y con-
tra el estado de servidumbre. En efeoto, b República mantiene la existen-
cia del tributo colonial bajo formas nuevas ' -"contrilb,u ción de indígenas"
hasta 1854, "contribución personal" hasta el siglo XX- y la mita sobre-
vive 'gracias a los obligados servicios personales gratuitos - repúblicas, fae-
nas, mitas y conscripción vial.
Directa q indirectamente, los n10vimientos· de rebelión SOn resultado
de la permanencia y del refuerzo del latifundio cOmo institución hegemó-
nica en el seno del organismo socia'l peruano. Esto es evidente en lo que
COncierne a los indios siervos y a los esclavos negros 'que en .las haciendas
se sublevan contra el trabajo. Y también resulta cierto entré los campesi-
nos de las comunidades indígenas. En efecto" estas no sobreviven sino para
servir de '; pase al impuesto directo, del que están exentos los latifundistas
y su mano de obra. La gravedad de este privilegio fiscal 'latifundista en
perjuicio de las comunidades de indÍg~nas se , aprecia bien cuando se sabe
que en 1847, por ejemplo, 1'326,931 pesos de los 1'569,084 pesos de con-
tribuciones directas rec,a badas por el Estado (es decir ' el 84.5% de los i~
puestc;>s) se deben a la "contribución de indígenas", que no afecta sino'¡ a
los indios de las comunidades libr:es, m~entras que ,sobre las mejores tie-
rras ya monopólizadas por el latifundio no pesa sino una simbólica "con-
tTibución rústica" 1. .
Desde antes y durante la era del guano, y después del colapso que
sigue a la Guerra del Pacífico, ;tal situación ' mantiene una ·agitación agra-
¡ I ria de carácter tradicional, heredada del período colonial. · ,A . partir 'de la
era del guano y del consecuente desarrollo del neolatifundismo republica-
no, ' esta agitación se agrava, a la vez que simultáneamente se modifican
;suscanicteres en función de las nuevas obligaciones de la producción agrí-
cota especulativa.
llo, es decir las dos regiones más ricas, están ,infestadas de bandoleros, cu-
ya presencia hace sumamente peligrosos', los ' ~iafes de una, ciudad a otra.
Esos bandoleros son, sobre todo, esclavos huidós, negros libres,zambos - es
deciF ~estizos de negros e indios, o de negros yasiáticos-'- y mulatos. Al-
gunas veces los indios .originarios' de las escasas comu¡nidades costeñas que
aún quedan se unep a estas bandas. Lo que sí resulta raro es ' que un blan-
co se una a ellas 'p ara\ actuar e~l 'la ileg:;tlidad. Sin embargo, en 1839, un
norteamericano, antiguo contador a bordo de un navío de largas travesías,
, es fusilado en Lima por robo a ' mano armada. '
Estos bandidos operan generalmente a caballo, lo que les permitía ,una
gran rapidez de movimiento, tanto para el ataque como para la huida,
ante las escasas fuerzas de represión. A menudo los esclavos rob,an los ca-
ballos a sus dueños en el momento de huir, o en una correría al atacéLf
un corral. Cada banda está constituida por un equipo de 30 a 40m'iem-
bros armados, bien org:;tnizados bajo la: autoridad de un 'jefe, y cuenta con
una red de cómplices y , espíis en las haciendas, pueblos y hasta en las
ciudades criollas. Apostados a lo largo de los caminos,. los bandoleros des-
valijan a los viajeros bajo la amenaza de sus am1as, ejecutándolos cuando
oponen la menQl' resistencia.
En 'los alrededq¡res de Lima, la capital, pululan esas b~ndas. S~ re-
cllltamiento y su acción ,son favorecidos por la crisis que allí atraviesan
las haciend~s esclavistas desde que los ejércitos de la Independencia re-
clutaron en ellas sus soldados negros, que , no se resignan a volver a caer
bajo el yugo, y por los permanerites disturbios políticos que hacen, ,imposi-
ble un esfuerzo continúo para el mantenin~iento del orden públieo" dentro
, l' fuera de la ciudad. Los caminos que entonces unen Lima con el Callao,
ChorriHos o Cerro de Pasco son, al mismo tiempo, los más frecuentados
y ' peligrosos del Perú. H~cia '1840, una banda de -30 ho~bres en ,las puer-
tas de la ' ciudad s'e apoder,ó de los 100,000 pesos que constituían la paga
de los mineros 3. ' En 1835, en el camino de Lima a BellaNista, 40 bando-,
, leros capÚaneadospor Mundo E'eo, célebre jefe de banda, atacan una co- '
mltiva oficial ~onstituida por un sargento y 15 , soldados y por sorpre~a: se
apoderan d'e l dinerO de'stinado , al mismo general Salaverry 4. '
go, oculto en sus bultos, el dinero obtenido a'l vender en la ciudad el pro-
ducto de sus cosechas. Para evitar esos robos, los campesinos inventan mil
argucias, disimulando el dinero en el fondo de las canastas de huevos, e
incluso cosiéndolo en las guarniciones de las mulas. Lo más frecuente, sin
embargo, es que nada puedan contra las amenazas y que de todos modos
terminen siendo despojados. Porque ese bandidismo sin fe ni ley, si bien
tiene sus raíces en una rebelión social -la rebe'lión contra la esclavitud-
por su cadcter mercenario e individualista no se propone finalidades de
justicia social. Casi siempre, sus víctimas son humildes campesinos indíge-
nas, mestizos o mulatos y no los grandes propietarios de las haciendas, de-
masiado poderosos para arriesgarse con ellos. En efecto, son raros los ac-
tos de destrucción que cometen en las haciendas los antiguos esclavos, su-
blevados o huidos, al convertirse en bandoleros. Más que la expresión de
una verdadera rebelión conTra e1 sistema de la esclavitud -que sí es el
caso del cimarrón individual o de las exasperaciones colectivas que llevan
a los esclavos de haciendas a incendiar depósitos y construcciones y a ma-
tar a sus dueños- el "bandolerismd' de los va'lles costeños, por el contra-
rio, es una evasión a la lucha de clases que opone a esclavos y hacenda-
dos. Sus víctimas principales san los pequeños burgueses mestizos que via-
jan fuera de la ciudad y los pequeños campesinos indígenas, mestizos o
mulatos, al dirigirse al mercado urbano. Se comprende así que el fenó-
meno del bandolerismo negro y mestizo de la costa peruana alcance cier-
to desarro'llo gracias a la tolerancia deL latifundismo costeño que de este
modo encuentra un medio para reclutar sus ejércitos auxiliares para las
luchas civiles o para las vendetta s locales entre clientelas casi "feudales".
A veces ese band61erismo va acompañado de actos de extraña cruel-
dad, que lo aproximan bastante a los fenómenos de bandidismo. En junio
de 1834 una banda detiene a un correo indígena, a un "chasqui", en el ca-
mino de Lima a Ruacho. Lo despoja de su valija y después, por gusto,
le saca los ojos con un cuchillo y 10 deja abandonado y ciego en medio
del desierto. Si la víctima de un robo intenta la menOr l'esistencia se le da
muerte inmediata, a quemarropa. Estos actos exasperados, pero frecuen-
tes, son el signo evidente de la quiebra total de las instituciones dominan-
tes: quienes los cometen ya nada tienen que perder. Desarraigados, sin
status jurídico ni económico, cuanClo los bando'leros son detenidos por las
fuerzas de represión no esperan otra cosa que la tortura durante la inves-
tigación, y la muerte. Generalmente ésta tiene lugar en una plaza pública,
después de un juicio sumario, y se produce por fusilamiento o en la hor-
ca. Por eso, al ser atacados por la policía o por las fuerzas militares, los
bandoleros oponen una resistencia desesperada si no log:ran huir ni escon-
derse. Para capturarlos, 'las fuerzas represivas muy a menudo no tienen
otro recurso, después de rodearlos, que incendiar los maton'ales o ahumar
los refugios donde se han atrincherado a fin de obligarlos a salir de sus
guaridas. Esos desesperados son pues excelentes combatientes. Los ajustes
REBELIONES AGRARIAS DEL SIGLO XIX 305
de cuentas entre caudillos militares en sus luchas por la captura del po-
der son ocasiones para que ' oficialmente pongan su habilidad en juego,
ya no al servicio de sus intereses privados sino a los de una montonera, es
decir un partido po'lítico armado.
ción del bandidismo costeño, de carácter tanto social como político. Libe-
rados, los negros que fueron esclavos ya no piensan en sublevarse porque
acaban de obtener lo que constituía su reivindicación esenci~l: su libertad
personal. El Estado, centralizado, restaurado en sus finanzas y en su apa-
rato de represión ya no tolera la existencia de facciones armadas en el país.
El latifundio costeño favorecido en su desarrollo por el auge general de
la economía, supera la crisis que lo tenía estancado y en ade'l ante puede
privarse de su mano de obra africana servil o permitirse hacer de eHa apar-
cerOs en sus tierras marginales, integrándola como yanaconas en el seno
de la empresa agrícola, en vía de capitalización. A partir de entonces la
mano de obra agrícola del gran latifundio costeño queda constituida por
colonos -en algunos casos por inmigrantes europeos-, campesinos libres y
proletarios 3!grícolas contratados -los cooHes chinos. Son conflictos socio-
étnicos entre las diversas categorías de trabajadores de la propiedad, en-
frentados entre sí por los "privilegios" que los diferencian, o bien nacien-
tes conflictos de clase, que oponen la masa de trabajadores al patrón o a
sus representantes.
A la primma categoría pmtenecen todos los conflictos que oponen la
mano de obra recientemente emigrada, que goza de un nuevo status con-
tractual con la vieja mano de obra local, prisionera de las antiguas rela-
ciones de producción mucho menos ventajosas para 0'lla. Es así como, ha-
cia 1860, estalla en la hacienda Talambo un conflicto entre colonos vascos
españoles, recientemente inmigrados, y el resto de yanaconas, peone'S y
aparoero.s mulatos o mestizos 8. Del mismo modo, después de 1870 en el
valle de Cañete se producen choques entre los cooHes chinos con el resto
de la mano de obra, mulata o mestiza. Esta les cogió odio porque 'los re-
cién llegados, dóciles instrumentos del patrón, eran visto como competido-
res p eligrosos. Además, ocasionan escándalo sus extrañas costumbres, vin-
. culadas a las condiciones miserables de la inmigración: opiomanía, per-
.versiones sexuales, reales o míticas, y arrÍibismo comercial 9. La segunda
categoría de conflictos, sublevaciones y huelgas primitivas corresponde a
~as luchas de clases contemporáneas, que esoapan al presente estudio.
ciplina social que dura hasta fines de siglo. Nuevamente los criollos pe-
ruanos de ascendencia africana son reclutados esta vez por jefes blancos de
montoneras, quienes a partir de clientelas armadas en sus propios latifun-
dios, levantan la provincia contra la capital en favor de un caudillo ambicio-
so, civil o militar. Pero entonces ya se trata de otro tipo de montoneris-
mo, de contenido más político que social, que no tiene nada que ver con -
la ya desaparecida esclavitud. Lo prueba bien el hecho que en tales ban-
das armadas, asiáticos, indios y gente sin mezcla sean ya más numerosos
que los negros y los mulatos.
17. Cf. Luis Alayza y Paz Soldán: La Breña 1881-1882-1883, 3 t., Lima, 1954.
REBELIONES AGRARIAS DEL SIGLO XIX 311
tos de guano se han agotado; sus ~xportaciones --'-COn excepción del azú-
. car- han bajado al nivel que tenían en los años 1850-1860.
La moneda de papel -o "soles incas"- ha caído a menos del décimo
de su valor nominal. Las provincias .de la costa y del interior, de Ancash
a~ Mantaro, han sido asoladas por la guerra. La población ha pagado cu-
pos. Las élites provinciales están anuinadas. En ese ambiente, la anar-
quía política se instala, favoreciendo los ajustes de cuentas entre las fac-
ciones divididas antes de la llegada del invasor. Cáceres, el caudillo pa-
triota, es alejado del poder. Iglesias, el general favorable a la oligarquía
cola'borado!l:a del invasor, ocupa el sil'lón presidencial. Enfrentado a la ruina
del tesOro público, Iglesias res,tablece el pago de la contribución personal
de los indígenas, ascendente a dos soles de plata, que en el papel mone-
da devaluado, única moneda que circula en el campo, equivalen a 20 "so-
les incas", es decir una suma enorme para un presupuesto indio.
En Huaraz, capit~l de departamento de Ancash, recientemente asola-
da por las luchas entre las tropas indias de Cáceres y los regimientos de
invasores chilenos, el prefecto Noriega es el encargado de aplicar la me-
dida en febrero de 1885. Lo hace sin la consideración que merecen los
sufrimientos recientes de la población indígena, sino, por el contrario, agra-
vándolos. En efecto, resucita la vieja obligación colonial, practicada hasta
antes de la era del guano, de tareas oficiales gratuitas, que allí se llaman
repúblicas -lo que dice mucho sobre lo que la Independencia del Perú
realmente aportó como liberación a los indios del Callejón de Huaylas-.
A fines de febrero de 1885, el prefecto Noriega no solamente exige la
"contribución personal" sino una "república" a las diversas comunidades in-
dias que rodean Huaraz a fin de llevar a cabo la refacción de la Corte
de Justicia departamental, símbolo del aborrecido poder judicial que
siempre se ejerce a expensas de -los indios.
Esto colma la medida. Los indios 10 manifiestan nombmndo a Atus-
paria, alcalde indio de la comunidad de Marián, como delegado de unas
cincuenta cOmunidades... Se le encarga presentarle al prefecto una protes- ·
ta escrita. Este lo hace arrestar y torturar a fin de hacerle declarar .qué
mestizo aceptó redactar la queja. A los demás alcaldes que llegan, para
respetuosamente pedir la liberación de su colega, les hacer cortar la tren-
za, símbolo de autoridad. Ante el ultraje los indios preparan la revuelta.
Se organizan en compañías y se arman con machetes, espadas; bombas de
mano y de una centena de fusiles, recuerdos de la reciente Guerra del Pa-
cífico. Dirigidos por sus alcaldes y regidores, convertidos en jefes de gue-
rra, en la madrugada del 2 de marzo de 1885 toman por asalto la ciudad
de Huaraz, masacran a la guarnición y a un cuerpo urbano de guaa-dia ar-
tesanal y saquean las tiendas de los comerciantes chinos que les vendían
harina y un pésimo aguardiente de caña a precios prohibitivos. El 4 de
marzo de 1885, Atuspari:a es el amo de la ciudad a la cabeza de 8,000
indios armados, dispone de 300 fusiles y de la pólvora del cuartel de que
312 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
20. Sobre esta rebelión cf. Ernesto Reyna, up. cit. Jorge Basadre, op cit. Félix
Alvarez Brun. Ancash histórico, Lima, 1958. Manuel S. Reina Loli, "La verdad histó-
rica sobre la sublevación indígena de 1885" en : El Universitario. Vocero cultural de
la juventudsanmarquina. Lima, segundo año, NQ 1, junio-julio 1955. Boletín Oficial.
Prefectura de Huaraz abril/agosto de 1885. Archivos departamentales de Ancash.
21. Cf. Ernesto Reyna, op. cit.
22. Cf. Jorge Basadre, op . cit.
23. Ibid.
314 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
Conclusiones
HERACLIO BONILLA *
Una personal concepción de lo que debía ser el desa,n ollo económico del
Perú, una entera independencia respecto a los intereses de los consignata-
rios nacionales y, más aún, todo un clima de cólera popular hacia estos
ú1timos, facilitaron su decisión. A estas razones esenciales se añade la re-
DREYFUS y EL GUANO 317
acción favorable tomada por el presidente José Balta. Pero, detalle muy
revelador para quien quiera entender el funcionamiento del poder político
en este primer medio siglo de vida independiente, la decisión final de
Balta a favor de Dreyfus obedece, si creemos la versión de Echenique,
más a consideraciones estrictamente familiares y de ninguna manera a una
opción por un determinado progi'ama financiero. En efeoto, es sólo cuando
Balta adquiere la certeza de que el ex-presidente Echenique, quien podía
eventualmente gozar del apoyo financiero de Dreyfus en razón de sus re-
laciones de amistad, no competiría la sucesión presidencial contra su her-
mano Juan Francisco Balta, que aquél ordena el voto favorable del Con-
greso 3. Además, parece también que en la decisión de Balta intervino
la "haute influence" de un ministro francés 4.
Entre las razones enumeradas anteriormente, fueron sin duda los abu-
sos de los consignatarios nacionales los que pesaron hondamente en el
abandono de la consignación como sistema de venta del guano. Recorde-
mos que ya en 1867 el Congreso había votado una ley prohibiendo la pro-
longación de las consignaciones. Dos años más tarde, las grietas existentes
en el sistema p olítico peruano permitieron el acceso al poder de Piérola 5,
el hombre que pondría brutalmente en práctica la decisión anterior. Pese
a la prohibición anterior, la persistencia del sistema de consignaciones se
debía a la imposibilidad que tenía el Estado peruano de recurrir al crédito
exterior para solucionar su permanente déficit financiero; sólo los capitales
de los consignatarios aparecían como el último recurso para la solución
de los problemas financieros del Gobierno. Esta situación condujo a Gar-
cía Calderón, el ministro anterior a Piérola, a solicitar del Congreso la
autorización de un nuevo empréstito con los consignatarios 6, pedido que
es finalmente rechazado. Pero el rechazo de la proposición de García
Calderón no significaba la solución del problema. Agobiado por el peso
del déficit fiscal, es el mismo Piérola quien se ve obligado, al comienzo
de su gestión como ministro, a recurrir a un préstamo de los consignata-
rios por un valor de 10'562,000 pesos 7.
Pero para Piérola las dificultades final'lcieras del Gobierno no eran irre-
mediables.
8. Citado por Dávalos y Lisson, Pech'o, La P1'-imera Centttl'ia, Lima, Librería e Im-
prenta Gil, 1926, vol. IV, pág. 240.
9. F. O. 61 1253, Jerningham to Clarenelon, Lima 12 febrero ele 1869.
DREYFUS y EL GUANO 319
12. Incompleta por el carácter propio del fondo Dreyfus en los Archivos Naciona-
les de París y porque no me ha sido posible tener acceso a los Archivos de la Banca
Henry Schroder de Londres, que fue el banquero de Dreyfus y .el encargado de la
emisión de los empréstitos de 1870 y 1872.
13. 28AQ 1, dossier lo
14. Ibid.
322 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
cos; Jérome 120,aOO francos; Isidore 65,000 francos y Auguste 55,000 fran-
cos 15. La sociedad se establece por cuatro años -1859/1863-, estipulán-
dose que los beneficios serán repartidos en cuartas pa·rtes. A Auguste, en
razón de su permanencia en Lima, se le asigna además una comisión de
mil francos por mes. Los archivos consultados no nos permiten conocer la
ma~'cha de la "Maison Dreyfus" durante estos cuatro años.
Al vencerse el plazo estipulado , se renueva el contmto de asociación
por otros cuatro años, hasta 1867. Pero esta vez desaparecen Prospere
y Jérome de 'la gestión directa, aunque mantienen sus capitales en la aso-
ciación, de los que siguen percibiendo un 6% de interés anual. Lean Drey-
fus, otro de los hermanos, reemplaza a los salientes 16. En 18606 Isidore
se retira de esta sociedad, cediendo todos sus derechos a Lean y a Augus-
te, previa indemnización de 500,000 francos, de los cuales 100,00'0 son pa-
gados en el momento de su retiro y el saldo, 400,000, en plazos sucesi-
vos que vencen en diciembre de 1868 17. Auguste y Lean quedail entonces
solos al frente de la "Maison Dreyfus freres" y deciden extender su con-
trato de asociación hasta el 31 de diciembre de 1869 18 • Pero desde ene-
ro de ese último año, 1869, Auguste se convier·te en el amo absoluto de la
"Maíson Dreyfus freres", al obtener que el Tribunal de ' Comercio de Pa-
rís declare a su hermano y socio Lean en estado de incapa'cidad fí'Sica y
mental. Trece años, en suma, fueron necesarios a Auguste Dreyfus para
convertirse de simple mandatario en propietario y jefe de la casa comer-
cial. Pero todo esto no fue sino el preludio de hazañas mucho más prodi-
giosas que despertarán la envidia, la admiración y el odio de todos aque-
llos que se le aceTcaron. He aquí, pues, Auguste Dreyfus a1 frente de una
firma, armado de capita!les y de escrúpulos bastante' escasos pero con la
inteligencia, la astucia y la ambición suficientes como para escalar y con-
quistaT las cimas del éxito económico y social.
Estas cualidades, además de su permanencia en Lima en los momen-
tos eufóricos y tempestuosos de la "edad' del guano", le permitieron sin
duda a Dreyfus darse inmediata cuenta de las oportunidades excepciona1es
que existían en el Perú para forjar Tápidamente una gran fortuna. No, cier-
tamente, a través del comercio de pacotilla, tampoco a h'wvés de la or-
ganización de Ila producción agrícola o industrial. Simplemente por la
apropiación del comercio del guano y por' la 'especulación. Todo su pa-
sado le aseguraba que tenía las condiciones necesarias para aniesgarse en
esta aventura, además de un cie11to 'Sentido de los negocios que le impe-
diría repetir los gruesos errores de los consignatarios. Dreyfus pensaba se-
guramente que para obtener jugosas ganancias con el guano no era tan in-
dispensable pasar por la consignación. Existían otras formas de arreglo.
15. 2 8AQ d. 3
16. 2 8AQ d. 5
17. 2 8AQ d. 15
18. 2 8AQ d. 14
DREYFUS y EL GUANO 323
El Contrato Dreyfus
En París, el 5 de julio de 1869, los comisionados peruanos Toribio Sanz
y Juan M. Echenique finnan con Auguste Dreyfus un contrato ad-referen-
dum de compra y venta de dos millones de toneladas de guano 19. Es
este el acto que liquida el sistema de consignaciones y el que abre una
nueva etapa en la historia económica y financiera del Perú. Señalemos
sus características esenciales,
En tanto que cOntrato de venta exclusiva 20, la Maison Dreyfus tomaba
los dos miltlones de toneladas de guano de los depósitos de las islas y,
eventualmente, podía ' completar esta cifra con las toneladas existentes en
los ahnacenes de los consignatarios en Europa, y en los de los buques fle-
tados por ellos, al término de sus contratos respectivos 21. Los contratos
de los consignatarios se vencían en 1870 (Alemania), 1871 (Bélgica y Es-
paña) y 1872 (Gran Bretaña, Francia, Isla Mauricio, Ita'lia y Holanda). El
precio pagado por Dreyfus al Gobierno era de SI . 36,50 por cada tonelada
tomada de las islas guaneras, SI. 35.50 por la de los buques fletados por los
consignatarios y SI. 60 por cada tonelada existente en los depósitos de éstos 22.
Dreyfus, a su vez, procedería a la venta de los dos millones de toneladas
en <todos los mercados de la Isla Mauricio y de Europa y sus colonias, con
la excepción de Cuba y de Puerto Rico, después de que expiraran los con-
tratos de consignación en vigencia 23. El precio de venta fijado de mutuo
acuerdo fue de doce libras y diez chelines por tonelada (aproximadamente
80 soles) 24, precio que Dreyfus no podía modificar sin el previo acuerdo
42. El envío de 01"0 desde EE. UU. por Dreyfus se repite en 1872, cuando la
creación de un nuevo banco, por suscripción pública, obligó a los ya existentes a sus-
pender casi "completamente sus operaciones de descuento, hecho que impOSibilitó la co-
locación de letras sobre Europa. Cf. 28AQ28, Dreyfus au Directeur de la Société Gé-
nérale, Lima, 12 de junio de 1872.
43. Cf. Stewart, W., Ob. cit., p. 269.
44. The Economist, Londres, 8 de enero 1870, p. 38.
45. Ibid, 22 de enero 1870, p. 107.
46. Ibid, 11 de marzo 1870, p. 327.
DREYFUS y EL GUANO 329
Total: 164'530,680.00
55. Cf. Landes, David, Bankers mul Pashas, Interl1at.ional Finance amI Economic
Imperialism in Egypt, New York, Harper and Torchbooks, 2~ edición, 1969.
56. Cf. Landes, David, "Vieille Banque et Banque ·Nouvelle: la révolution financiere
du XIXeme siecle" en Revue d'Histoire Moderne, París 1956. III, p. 204-222 Y Op. cit.
p. 41-68, además Gerschenkron, Alexander EC0110'll1ic Backw(lnlness in Historical Pers-
pective, New York, 1965, 2" edición, pp. 11-16.
pREYFUS y EL GUANO 331
57. No existe hasta la fecha ningún estndio sobre la Société Générale con la sola
excepción de un bello libro-homenaje publicado con ocasión de su centenario. Cf.
Société Générale, centenaire, 1864-1964, París, 1964, p. 269. Véase también la se-
rie F12 6776 de los Archivos Nacionales de París.
58. 1bid, p. 23.
59. 1bid, p. 24.
60. 1bid, p. 24-26.
61. 1bid, p. 23-24.
62. Cf. Bouvier, Jean. Le Crédit Lyonnais, París, 1965, 2 vols.
63 . . Agradezco a la Sra. Denise Thoreau, de la Documentation Administrative et
Bancaire de la Société Générale, por haberme proporCionado esta información. Su ama-
bilidad y la del Sr. Douesne me permitieron también tener acceso a los PTOcés Ver-
battx de la Société Générale. A ellos, aquí, mi sincera gratitnd.
332 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
64. 28AQ7.
65. Art. 2.
66. Art. 3.
67. Art.4.
68. Art.5.
69. Art. 6.
70. 28AQ12.
71. Los suscriptores (O) fueron:
Crédito Général Ottornan 1'000.000 francos
E. Blount y Cia. 700.000
E. Heutsch 700.000
Koenigswater 700.000
G. DenU~re 700.000
Davillier 500.000
Víctor Fére 400.000
Cohen D' Anvers 300.000
J. H. Damiou du Pin 300.000
Aim Gros . 300.000
Ganneron 300.000
DREYFUS y EL GUANO 333
13'417.750 francos
74. Dreyfus a Ch. Herpin, 29 agosto dé 1869, 28AQ8 (el subrayado es mío).
75. Premsel a Dreyfus, París 15 de noviembre de 1869. 28AQ8 (el subrayado
es mío).
76. Rappart du Ganseil d'Adminwtratian de la Société Générale, París, 30 de
marzo de 1889, París 1889, p. 9-11.
•
:'1
•
DREYFUS y EL GUANO 337
86. Borchard, Edwin y Wynne, William, State Insolvency and Foreign Bondhol-
ders, New Raven, 1951, Vol. II, pp, 12l.
87. Ibid.
88. Quelques épisodes, etc.; p. 7-8.
89. Copia certificada de los contratos; arreglos, etc, págs. 45-50.
90. Art. 19
DREYFUS y EL GUANO 339
91. Art. 9.
92. Parliamenta11J Papers, Ibid.
93. Anales, vol. X, págs . 18-21.
94. Cf. 28AQ13.
340 REVISTA DEL MUSEO ~ACIONAL - TOMO XXXIX
dades del G<Ybierno peruano, los gasrtos · excedentes que requería la ex-
plotación del guano en Europa, hacían que las remesas de la Société Gé-
nérale superaran largamente esta cifra. Al convertirse Dreyfus en agente
financiero del Gobierno peruano sus exigencias hacia la Société Générale
se incrementan. Esta, en un principio, participó entusiasta y activamente
en la formación del Sindicato encargado del lanzamiento de los emprés-
titos, pero luego percibe los riesgos de estas operaciones y trata de des-
. prenderse de sus obligaciones.
Desde el momento en que los productos de la venta del guano esta-
ban afectos al servicio de 'la deuda externa, el objetivo de la Société Gé-
nérale y de Dreyfus, en tanto que intermediarios, era de vender rápida-
mente los dos millones de toneladas de guano a fin de realizar sus bene-
ficios y recuperar todos sus adelantos. Paralelamente, tratarán en adelante
de no efectuar ninguna remesa, para lo cual Dreyfus elabora para el Go-
bierno peruano un programa financiero que le permitiría a éste vivir de ."
sus propios recursos. No es que el estado financiero del Perú lo preocupa-
ra; simplemente, la retención de las remesas mensuales ,le permitiría una
rápida recuperación de sus préstamos 95.
Al celebrarse el acuerdo de 1874 entre Dreyfus y el Gobierno perua-
no, la Société Générale tenía colocado en la Participación un excedente de
18 millones de francos sobre su suscripción original. Esta suma era resul-
tado de los adelantos a la Participación, como de los propios desembol-
sos personales de Dreyfus, pero que éste los incorporaba al pasivo común %.
La reacción de la Société Générale frente a un arreglo, el de 1874, que
exigía nuevas remesas fue de un rechazo completo.
"Este contrato arregla la situación de la Maison Dreyfus no sólo
como contratante del negocio del guano, sino como Agente finan-
ciero del Gobierno peruano . . . esos contratos que son extraños a la
Société Géné-rale comportarán para su ejecución un servicio de Te-
sorería muy pesado y en compensación no parecen ofrecer sino
ventajas que no benefician a la Société Géné-rale" 97
La seca respuesta de Dreyfus fue:
"que no se les había comunicado ese contrato para conseguir su
aprobación sino simplemente para tenerlos al corriente, porque la
firma de dicho contrato era de su incumbencia" (junio de 1874).
Sólo Premsel aceptó su intervención en el arreglo de 1874 98 • En-
tre las mutuas congratulaciones iniciales y el tono de estas cartas la dis-
tancia era muy grande.
95. 28AQ8.
96. 28AQ12.
97. Proces Verbaux du Gonseil d'Administration de la S. G. 591 seánce París, 2
juin 1874.
98. Premsel a Dreyfus, París, 9 de febrero de 1876, 28AQ8
DREYFUS y EL GUANO 341
te 115, basado sobre fuentes fiscales peruanas, indica que los pagos de
Dreyfus al Estado peruano fueron cerca de 143'105,ÜOO soles (28 millones
de libras esterlinas aproximadamente), monto correspondiente a 2'336,633
toneladas de guano embarcadas y vendidas durante la vigencia efectiva
del monopolio ejercido por Auguste Dreyfus. Recíprocamente, siempre se-
gún los cálculos de Hmit 116, el monto de la deuda contraída por el Esta-
do peruano can Dreyfus, en este período ascendería a 151'288,000 soles
(aproximadamente 30 millones de libras esterlinas). Ahora bien, en las
cuentas de Dreyfus con el Gobierno peruano se menciona que el comer-
ciante francés entregó a este último, hasta 1876, la suma de 500'725,436
francos, es decir cerca de 111 millones de soles (alrededor de 22 millones
de libras esterlinas).
500'725.436.74 500'725.436.74
115. Hunt, Shane, G1'Owth and Guano in Nin eteenth Century Perú Princeton, fe -
brero de 1973. (Discussion paper n. 34, inédito) .
116. He aquí las estimaciones de Hunt sobre el Contrato Dreyfus:
Precio estima- Pagos de Deudas netas
Tonelaje Tonelaje do de venta Dreyfus a Dreyfus
Año embarcado vendido por tonelada (en soles) (fin de año)
1870 30.526 6.391 SI. 70. SI . 18'515.000 SI . 13'285.000
1871 221.044 48.031 70. 26'882.000 27'209.000
1872 . 399.029 42.792 70. 29'709.000 19'990.000
1873 235.985 342.425 70. 20'715.000 24'262.000
1874 403.830 336.476 70. 21'194.000 14'516.000
1875 219.810 373.688 52.1 (59.5) 13'853.000 21'702.000
1876 521.080 488.285 41.4 (53.2) 9'052.000 17'597.000
1877 305.329 336.265 42.0 (53.5) 3'186.000 12'727.000
1878
Y después (& ) 362.278 42.0 (53.5)
(&) Hunt, Shane, Ibid. p . 67.
117. 28AQ57.
DREYFUS y EL GUANO 345
A. Por dividendos:
Total: 45'000,000.00
r-.
\
LAS DIEZ hablas pano estudiadas aquí son presentadas según un orden pu-
ramente geográfico: de sud-oes,t e a sud-este, pasando por el norte. En el
mapa, la posición de los números indica groseramente el punto de origen
de nuestros informantes; las flechas no representan migraciones sino la ac-
tual extensión geográfica de las etnías.
Personalmente hemos realizado estudios detallados de cuatro de las
hablas pano consideradas en este trabajo: Panavarro, Amahuaca, Cashina-
hua y Yaminahua. Hay estudiantes preparando sus tesis sobre Shipibo y
Cashibo. Las hablas Capanahua, Isconahua y Sharanahua no han sido vis-
tas sino a través de una encuesta de léxico relativamente breve, pero su-
ficiente para reunir un vocabulario con1parativo de ± 600 entradas y para
definir a grandes rasgos la fonología . Nuestros datos acerca de'! Chacobo
son indirectos; consisten de un léxico de ± 600 voces, cosechado en diver-
sas publicaciones (artículos, cartillas de enseñanza y te~tos religiosos) de
los misioneros "lingüistas" de Bolivia.
El Gcwhibo (l)
Es hablado por algunas comunidades establecidas al oeste de Pucall-
pa, sobre el Alto-Aguaytía, en las fuentes de los afluentes occidentales del
Pachitea (S 9°, W 75°30'). Los diferentes grupos cashibo , SO'll ,lingüística-
mente diferenciados y parecen estar repartidos en tres subdivisiones dialec-
tales. La intercomprensión fácil de dialecto a dialecto parece sin embar-
go no estar comprometida. Nuestros informantes para el presente estudio
provienen del pueblo de Puer,to Azul, sobre el Alto-Aguaytía.
El Panavarro (2)
Es un nombre nuevo que hemos dado a la lengua pano, de la cual
hay un diccionario de 3,000 términos que fue recogido por el R. P. Nava-
rro a fines del siglo XIX. Dicho diccionario, notorio entre toda la litera-
--_!
350 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
El Shipibo (J)
El Capanahua (4)
"
,.><></1.'11..
....
+ ,
..,
+... ,,
... ,,
5·
+-:~.H :t
... .
... "
</)~
,,':>
/'
({!o l\
~,/,,\-? f ,-
PE'RU ,.",..
<;-\0
~.
+
.:.
..,,10· @ -; 10°
Yo
y.~
"">O:x .
......
~
~"!¡
+
:DE LA S +
<.
I150 Lt:NGUAS ESTUDIADAS
El Anwhuaca (5)
Es la lengua de una multitud de pequeños grupos tribales, identificán-
dose cada uno de ellos por nombres terminados en - wo' y en - náwa'. Es-
tos grupos vivían tradicionalmente sobre una amplia zona englobando los
altos cursos de los afluentes de la derecha del Bajo-Urubamba y del Alto-
Ucayali. Además, algunos de ellos se encuentran en el Brasil cerca al Ta-
rauacá. Nuestros informantes pJ'ovienen de dos lugares muy distantes: uno
de la misión católica de Sepahua (S II 0, W 73°), Y el otro de un pueblo
establecido en el Bajo-Pariamanu (S 12°20', W 69°.2JO') .
A pesar de esta distancia y de una separación histórica de por lo me-
nos dos generaciones, la lengua no presenta prácticamente ninguna diversi-
ficación interna. Señalaremos, p'or fin, que el término "amahuaca" es com-
pletamente extraño a los usuarios de esta lengua. Se trata pues de una de-
nominación impuesta desde afuera, pero que al contrario de lo que es co-
rriente en tales casos, no tiene ninguna connotación despectiva; no hay en-
tonces ningún inconveniente para conservar el término.
El Isconahua (6)
Es una lengua hablada por una veintena de p ersonas que son los úl-
timos miembros de su grupo étniCo. Viven actualmente sobre el Bajo Ca-
llería (S 8°, W 74°20') donde fueron reubicados por una misión protestante.
Estos misioneros los convencieron para que abandonaran el lugar donde se
encontraban, en la cabecera del Otoquinia, en la frontera del Perú y Bra-
sil (S 8°, W 73°45') . El pequeño número de hablantes de esta lengua y
la proximidad de un pueblo shipibo importante son dos fadores determi-
nantes para que la lengua isconahua deba considerarse, irremediablemen-
te, en vía de desaparición.
Las tradiciones contadas por los ancianos de la tribu no son sino un
largo y trágico relato de su agonía como pueblo. Las historia de matan-
zas efectuadas "por los brasileños" y de guerras desastrosas llevadas por los
Isconahua contra los Cashinahua y Yahuanahua hacen pensar que el punto
de origen de la tribu podría encontrarse mucho más al este o al sureste de
su ubicación actual, en territorio brasileño. Los Isconahua sOn considerados
algunas veces como un sub-grupo de los "remos", pero este último término
es desconocido por los mismos Isconahua.
El Cashínahua (l)
Es la lengua de una importante tribu asentada en el Perú, sobre el
Alto-Purús. Ocupa también un vasto territorio en el Brasil, en los cursos
altos del Embira, del Tarauacá y probablemente del Libertade. Nuestros
informantes procedían respectivamente del Purús peruano ( S 10°, W
71°20') y del T<lirauacá hrasileño (S 9°, W 7r). Aquí, como en Ama-
huaca, la lengua no presenta ninguna variación interna a pesar de la dis-
tancia que separa los subgrupos de hablantes.
RECLASIFICACION DE LENGUAS PANO 353
El Chacobo (lO)
El Chacobo es la lengua de unos 200 selvÍcolas que ahora habitan en
la extensión comprendida entre los ríos Ivón y Yata, afluentes derechos
respectivamente del Bajo-Beni y del Madre de Dios, en el departamento
del Beni, Bolivia. Ya hemos dicho que los datos de que disponemos acer-
ca de este idioma SOn indireotos y resultan de una interpretación de fuen-
tes misioneras que, en este caso, nos han parecido bastante confiables.
Método usado
Aunque disponíamos del material necesario para efectuar un estudio
glotocronológico en base a la 'lista de 200 palabras de Swadesh, hemos
preferido utilizar la lista "corta" de 1100 palabras. La lista "larga" en efec-
to nos parecía presentar una serie de términos muy discutibles, de los que
Su inadecuación respecto a la realidad ecológica y socio-oultural de los
pueblos de lengua pano podría ser distorsionadora para los resultados de
la investigación. Como. Índice de retención de lexemas hemos, pues,
adoptado r= 0.86; quiere decir que se postula que de esta lista de 100
términos, 86 san estadísticamente conservados después de un milenio en
una lengua dada, can el mismo sentido, pero evidentemente. con modi-
ficaciones de forma.
En la ,c omparación de las listas, la determinación de las cognadas
ha sido hecha con la mayor tolerancia. Eso quiere decir que los totales
de cognadas y sus traducciones en porcentajes son los más elevados que
se puedan obtener en base a nuestras listas, y que . las fechas probables de
separación de nuestras lenguas deben ser consideradas como las más bajas.
Esta tolerancia en la aceptación de las cognadas se ha manifestado
en dos planos:
l. Por una parte, cada vez que aparece más de un término en una lista
como traducción de un solo ítem (sea que estos dos términos fu~ron con-
siderados como sinónimos absolutos por nuestros informantes, o que la lista
ha ya sido recogida independientemente de nosotros . ['e n Pana varro y en
354 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
1. Para evitar el uso de signos fonéticos hemos utilizado la letra x para representar
sonidos fricativos apicales y retroflejos. El apóstrofe representa oclusivas glotales. Vo-
cales seguidas por n son vocales nasales.
RECLASIFICACION DE LENGUAS · PANO 355
1. CASHIBO
[X .686 .660 .710 .580 .602
-
,,600 .600 .590 .. 565
. 2. PANAVARRO .686
IX .798 .778 .734 .C80 .686 .707 .697 .673
8. YArHNAHUA
9. SHARANAHUA
.600
.590
.707 '.720
.697 ·.730
.730
.730
.710
.720
.714
--1 - ' - - -
.714
.730
~.
.710
rxC><
.980
.. 980 .595
.606
10. CHACOBO .56'5 .673 .626 .656 .626 0'57 -1 .565 .595 .606
[X
Cuadro 2. Valores de C (1 100% de cognadas) .
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
i .
· 1~891
1. CASHIBD
[X 1,2481,344 1,132 1 , 804 1
1
1 ~ 682 1,685 1,685 1,748 1
2. PANAVARRO 1,248
X 0,7 1¡.8 0,831 1)023 1,278 1,248 . 1~146 1,196 1,311
R
I
4. CAPANAHUA 1,132 0,831 10,539 1,182 1 1 308 1,132 1,043 1,043 1,397 !
I
7. CASHINAHUA
1,682
1,685
1,278
1,2 1+1
1,069
1,132
1,308 1,519
1,01+3
1,152
1,132
1,854
1,891
8. YAHINAHUA 1~685 1,146 1,089 1,043 1,132 1,152 1,043 X 0,066 1,689
1. CASHIBO
>< .047 .048 .Olf5 ..049
.733-.639 .708-.612 .755-.665 .629-.531
.049
.651-.553
oO~9
0649-.55"
.049
.649-.551
.049
.639-.541
.050
.615-.515
2. PANAVARRO .047
.733-.639 ::><: .040 .042 .044 .048 ,047 .046 . 046 .047
.838-.758 .820-.736 .778-.690 .728-.632 .733-.639 .753-.661 .743-.651 .720-.626
3. SHIPIBD .048 .040
.708-.612 .838-.758
>< .036 .047 .045 .045 .045 .044 .,048
.886-,814 .727-.633 .769-.679 .755-.665 .765-.675 .774-.686 .674-.578
4. CA'PANJrHUA .045 .042 .036
.755-.665 .820-.736 .886-.814
>< .046 .047 .045 .044 .044 . 048
•746-. 65l~ .720-.626 .755-.665 .774-.686 .774-.686 .704-.608
5. AMAHUACA
6. ISC:ONAHUll
.0/+9 .044 .047 .046
.629-.531 .778-.690 .727-.633 .746-.654
.049 .047 .045 .047 .048
.651-.553 ,733-.639 .769-.679 .720-.626 .680-.584;
><1>< .048 .046
.680-.584 .746-.654
. 048
.045
.755~.665
.045
.045
.045
.048
.765-.675 .674-.578
.049
.691-.595 .759-.669 .759-.669 . 620-.522 ·
~
7. CASHINAHUA .049 .046 .045 .045 .046 .048 .044 .045 .,050
.649-.551 .753-. 661 .755-.665 .755-.665 • 71~6-. 654 .691-.595 .774-.686 .755-.665 .615-.515
8. YAMIN1\HUA .049 .046 .045
.649-.551 .753-.661 .765-.675
.044
.774-.68~
.0,45 , 045 .044
.755-.665 .759-.669 .774-.686
>< .014 . 049
.994-.966 •.644- .-546
9. SH1\R1\NAHUA .049 .046 .044 , ol~4 .045 .045 .045 .014
.639-.541 .743-.651 .774-.686 .774- .686 .765.-.675 .759-.669 .755-.665 .994-.966
>< .049
.655-.557
10. CHACOBO .050 .047 .048 .048 .048 . 049 .050 .049 .049
.6 15-.5 15 .720-.6 26 .674-.578 .704-.608 .674-.578 .620-.522 .615-.515 .644-.546 .655-.557
1. CASHIBO
lX 1,483
1,029
1,626
1,142
1,351
0,930
2,096
1,536
1,964
1,423
1,973
1 , Lr 34
1,973
1,434
2,033 2,197
1,483 1,609
2. PANAVARRO 1,483
1,029 [X 0,917
0,549
1,016
0,656
1,288
0,831
1,519
1,053
.1,483 11 ,3'71
1 ,029 °,
940 I
1,423 1,563
1,009 1,089
3. SHIPIBO 1,626
1,142
0,917
0,549 X 0,682
0,404
1,493 · 1,33111,351
1,056 0,867 0,930
1 ,30íl 1 ,2 Lt8 1~851
0,884 0,848 1,305
4. CAPANAHUA 1,351
0,930
1,016
0,656
0,682
oj404 R 1,407 1,549 1 1,351
0,970 1,089 0,930
¡
1 ~ 2Lf8 1 ~ 248 1,649
0,848 0,848 1, ·165
5. AMAHUACA 2,096
1,536
1,288
0,831
1,493
1,056
1,407
0,970 X 1,782
1,278
1,407
0,970
1,351
0,930
1,301 1,851
0,884 1,305
6. ISCONAHUA 1,96'+
1,423
1,519
1,053
1,331
0,867
1~549
1,089
1,782
1,278
X 1,721
1,225
1,331
0,907
1,331 2,152
0,907 1,583
7. CASHINAHUA
8. YAMINAHUA
1,973
1,434
1,483
1,029
1,973 1,371
1,351
0,930
1,301
1,351
0,938
1,248
1,407
0,970
1,351
1,721
1,225
1,331
X 1 ,2~·8
1 ,248 11, 351 2,197
0,848 0,938 1,609
)<J 0,116 2,010
1,43 4 0,940 0, 884 0,848 0,930 0,907 0,848 0,019 1,454
9. SHARANAHUA
10. CHACOBO
2,033
1,483
2,197
1,423
1,009
1,563
1,248
0,848
1,851
1,248
0,848
1,649
1,301
o~ 88l,
1,851 2,152
1,331
0,907
1 9 351
0,938
2,197
0,116
0,019
2,010
X
1'937¿
1,937
1,402
~
1. CASHIBO 17 19 16 25 24 24 24 24 26
21-14 23-16 19-13 29-21 28-20 28-20 28-20 28-21 31-23
2. PANAVARRO 17
21 - 14
X 10
13- 8
12
14- 9
14
1"8-12
18
21-15
-15
17
21-14
16
19-13
17 18
20-14 '22-15
_._-
3. SHIPIBO 19
23-16
10
13- 8
A 8
9- 6
18
21-15 19-12
-
16
19-13
15
'18-12
15
17-12
22
26-18
L~o CAPANAHUA 16
19-13
'----- ~-
,1 2
14- 9
8
9- 6 [>( 17
20-14
18
22-16
16
19-13
15
17-12
15
17-12
20
23-16 I
I
X
I
5. AfvlAHUACA 25 14 18 17 21 17 16 16 22
29-21 18-12 21-15 20- 14 25 - 18 20-14· 19-13 18-12 26-18
~-~
25=~81X
6. ISCONAHUA 24 18 15 18 20 16 16 26
28-20 __ 21-15 19-12 22-16 24 - 17 19-13 19-13 30-22
16 ~ I 17 I
19-13 I19-13 ,20- 14 24-17
,
X
7. CASHINAHUA 24 17 16 20 15 16 26
28-20 21-1 LI- 17-12 19-13 31-23
8. YAHINAHUA 24
28-,20
16
19-13
15
18-12
15
17-12
16
19-13
16
19-13
15
17-12
XI O 24
1- O 28-19
9. SHARANAHUA 21+
28-20
17
20-14
15
17-12
15
1'7-12
16
18-12
16
19-13
16
19-13
O
1- O X 23
2'7-20
·1 0. CHACOBO 26
31-23
18
22-15
22
26 - 18
20
23-16
22
26-18
26
30-22
Cuadro 6. Conversión en "dip" de los valores de t en base a C, (C -
26
31-23
(]'), (C
24
28-19
+ (]').
23
27-20 XJ
362 REVISTA DEL MUSEO NACIONAL - TOMO XXXIX
>< ><1
¡--
En este cuadro ,apaTece con evidencia· que las fechas probables de se-
paración Ucayalino-Preandino y Ucayalino-Cabeceras, por una parte, y Ca-
beceras-Preandino y Cabeceras-Beniano, por otra parte, coinciden peIfecta-
mente.
La reconstitución del proceso histórico. que provocó la diferenciación
de las lenguas pano actua'les, es la siguiente:
1. Hace 26 dips, o sea 19 ± 3 siglos, el proto-grupo lingüístico pano,
previamente diferenciado, presentaba en sus puntos extremos el pro-
to-Preandino y el proto-Beniano, ambos relacionados toda:vÍa con una
zona intermedia (proto-U cayalino-Cabeceras ), pero diferenciados de
manera independiente, de tal modo que comenzaron desde entonces
a constituir subdivisiones geográfico-lingüísticas distintas.
2. Hace 24.3 a 24.4 dips, o sea 17 ± 3 siglos, intervino una dif.eren-
ciación interna de la zona intermedia. Las proto-lenguas de las Ca-
beceras seguían relacionadas con las proto-lenguas ucayalinas las que,
por Su parte, se mantenían también relacionadas con el proto-pre-
andino yel proto-beniano, previamente separados. Pero, a partir de
esta fecha, las proto-Ienguas de las Cabeceras deben ser considera-
I das separadas del proto-beniano y del proto-preandino.
I
blantes: en el mismo tiempo que el proto-Preandino se separaba del
proto-Ucayalino, también "explosionaron" las proto-Ienguas de las Ca-
beceras, separándose bruscamente de las proto-Ienguas ucayalinas y
aislándose mutuamente.
5. Hace 11 dips, o sea 800 ± 150 años, interviene una primera diver-
sificación interna del grupo ucaya'lino: el proto-Panavarro se sepa-
ra del proto-Shipibo-Capanahua.
6. Po?' último, hace 8 dips, o sea 540 ± 140 años, fenómeno suma-
mente moderno en una perspectiva glotocronológica, se produce la
separación del Shipibo y del Capanahua, faltando muy poco para
que se puedan considerar como variantes de una sola lengua.
La visualización de ·estas seis etapas en un cuadro donde intentamos
representar las proporciones cronológicas y geográficas (éstas a base de la
. ubicación moderna de las etnÍas), hace aparecer que, de dos en dos, las
seis etapas representan tres fases distintas en la historia de las lengu'as
pano:
1. Una lenta fase de evolución y diversificación interna, previa a la
fragmentación (17-19 siglos).
. ....
- --
•
.....
..... .. . .. .. . . .. .. .......... . . _ •• 0 -
. "0'
-- - -
'., -.=-
.
, ¡ ..,-=:.:...
. ,.
......~
\;.~, ....)
. ... -- .. - - - -- . . .'----"
..."......~~~
_
....
...
_. -.. - .. - --.
-""
-"..
- _. - . •
~ ~
§@@
' @.. ,
....,
A
V
... ..... ~ ... .... .. ... .. ... . . . . ..... . ----.... .
8~~
e 8
8
o ••
§
RECLASIFICACION DE LENGUAS PANO 365
II. Una fase explosiva, con la satelización de las demás lenguas, res-
pecto al grupo ucayalino (12.5-14 siglos).
III. Una fase moderna de diversificación interna del grupo ucayalino
(5-8 siglos) .
Aunque nos faltan datos acerca de las lenguas pano del norte (Mayo-
runa y posibles otras) que casi cOn toda seguridad son una quinta subdivi-
sión de la familia pano, ya podemos, a base de nuestros estudios, propo-
ner una reclasificación de las lenguas pano. Hasta ahora, la familia lingüís-
tica pano sie~npre fue presentada con tres subdivisiones :
A. PANO CENTRAL (Incluyendo, con otras, las lenguas 1 a 9 de nuestro material)
B. PANO SUD-OCCIDENTAL (Incluyendo nada más que lenguas muertas del Madre
de Dios peruano)
C. PANO SUD-ORIENTAL (Incluyendo Chacobo y otras)
En otro trabajo (d'Ans, Chavarría, Guillén y Salís, 1973), hemos de-
mostrado que las lenguas pano sud-occidentales no han existido nunca y
resultan de la mala interpretación de imprecisas fuentes antiguas. Las dos
subdivisiones restantes (Central y Sud-Oriental) son puramente geográficas
y no dan cuenta de la profunda diversidad de las lenguas "pano centrales".
Como esbozo de reclasificación, ofrecemos este:
1. PANO UCAYALINO
A. UCAYALINO A
1. Shipibo-Conibo
a. Shipibo
b . Conibo ( ?)
2. Capanahua
a. Capanahua
B. UCAYALINO B
a. Panavarro
b. Shetebo ( ??)
c. Wariapano (??)
II. PANO PREANDINO
a. Cashibo
b. Cacataibo (?)
III. PANO DE LAS CABECERAS
A. ISCONAHUANO
a. Isconahua
B. AMAHUACANO
a. Amahuaca
c. ·CASHINAHUANO
a. Cashinahua
D. PANO-PURUS
a. Yarninahua
b. Sharanahua
c. Marinahua (? )
366 REVISTA DEL , MUSEO ",ACIONAL - TOMO XXXIX
d. Chaninahua (?)
e. Mastanahua (? )
f. Yahuanahua (??)
IV. PANO BENIANO
a. Chacobo
b. Paca guara (??)
V. PANO DEL NORTE (??)
a. Mayoruna (??)
OBRAS CITADAS
d'ANS, André-Marcel
1970 Materiales pam el estudio del gmpo lingüístico pano. Lima, UNMSM, 152
págs.
d'ANS, André-MarceI, María C. CHAVARRIA, F. Nilda GUILLEN A. Y Gustavo
SOLIS F.
1973 P1'Oblemas de clasificación de lenguas no-andinas en el sur-este peruano. Li-
ma, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Centro de Investigación
de Lingüística Aplicada, 52 págs.
IZAGUIRRE, R. P. Fray Bernardino
1922-9 Historia de las misiones franciscanas. Lima, Imprenta Arguedas, 14 volú-
menes.
LATHRAP, Donald W.
1970 The Upper Amazon. Londres, Thames and Hudson, 256 pp.
Este tomo terminó de imprimirse
el 15 de febrero de 1974 en los
talleres de INDUSTRIALgráfica,
ChavÍn 45, Lima 5.
_ _ - - -J
J¡\Ii' . ,J
0 '·( .
r .' ,1
•i
I