Epistola de Melchor Ocampo

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De la epístola de Melchor Ocampo a los nuevos modelos de

Masculinidades y Feminidades
Psic. Víctor Manuel Mejía González

Introducción: En el abordaje crítico de los procesos sociales e históricos evolutivos de


las sociedades en la actualidad, un punto trascendental para entender las dinámicas y
comportamientos de sus integrantes, es la explicación de la estructura familiar, así como
los cambios que esta institución ha sufrido en las últimas décadas con la aparición de
nuevos modelos sobre el parentesco y sus componentes así como sus transformaciones,
el sociólogo funcionalista Parsons, así como el psicólogo social Vander Zanden
concuerdan en que la familia es una institución que siempre ha sobrevivido para
mantener la organización social, tanto de hombres como de mujeres, sean cuales fueren
las transformaciones que la sociedad y la cultura sufran, su función primordial es la
consolidación de las identidades de sus integrantes, partiendo siempre de aspectos
culturales.

Los planteamientos desde esta perspectiva, probablemente son muy ambiciosos; sin
embargo, dignos de analizar en su justo momento, como lo son ¿Qué relación tiene la
violencia de género, con los procesos de socialización?, ¿Cuáles son los discursos que
se presentan en los procesos socializadores en nuestro país?, ¿qué relación existe en
cuanto a la transformación de la estructura familiar en las zonas urbanizadas y las
nuevas representaciones de género?

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DESARROLLO: Cuando hablamos desde un ángulo cultural, la familia es ante todo el
espacio donde los individuos adquieren su educación, las reglas, los valores, las
costumbres, los rituales, integrándose en un todo, y determinado por los procesos
psicosociales que a través de la socialización, se estructuran y subyacen en lo que los
hombres y las mujeres, son y hacen, los proceso en cuestión forman parte fundamental
en la consolidacion de los géneros.

Dentro la configuracion de las practicas sociales de los roles de genero, entendidas


como interacciones entre hombres y mujeres, hacia el interior de las instituciones y que
en este caso es la familia, la teoría sociológica funcionalista, por ejemplo con Talcott
Parsons, el autor explica que la funcion de la familia, es el establecimiento de lo que se
entiende por procesos de socializacion primaria, que implican, la estabilizacion de la
personalidad en relacion directa con el aprendizaje de los roles sociales (Giddens,
2001), Vander Zander referido por Leon Rubio, desde la psicologia social, explica que
la socializacion es el proceso por el cual los individuos en interaccion con otros,
desarrollan sus maneras de pensar, sentir y actuar, que son esenciales para la
participacion eficaz en la sociedad (Leon Rubio, 1998). Estas definiciones, se inscriben
en la tradición de la teoría de Albert Bandura sobre el aprendizaje social, en donde los
agentes de socializacion como los padres, abuelos y hemanos mayores, son primordiales
como promotores continuos del establecimiento de la personalidad.

Estas mismas formaciones identitarias construidas socioculturalmente, están


íntimamente ligados al establecimiento de la sexualidad humana, en donde se encuentra
caracterizado por un alto grado de elasticidad, que no solo es relativamente
independiente de los ritmos temporales y biológicos, sino que se adapta tanto a los
objetos hacia los que puede dirigirse, como a sus modalidades de expresión
dependiendo del tiempo y las prácticas sociales.

Al respecto Baró (1985) explicaba que la socialización asi como conformación


de las identidades, es un proceso dialéctico; esto significa que no constituye un simple
moldeamiento de la persona por la sociedad o, desde la perspectiva del individuo, un
simple aprendizaje de las habilidades necesarias para sobrevivir en una sociedad. No se
trata, por tanto, de un proceso unidireccional en el que individuo y sociedad se
configuran mutuamente de forma simple, aunque es un hecho que el impacto

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fundamental lo ejerce la sociedad sobre el individuo a través de la familia, no se puede
ignorar lo que de novedad aporta cada persona y, por consiguiente, lo que supone de
cambio de la realidad social.

El establecimiento de los roles y la identidad, a través de los procesos de


socialización, en nuestro medio se encuentran íntimamente relacionados con el
fenómeno de la violencia, esta entendida como “un proceso relacional con una dinámica
temporal, que cambia” (Ramirez Rodriguez, 2005), dimensionada como un fenómeno
complejo, que es construida socialmente en el sentido de que cada “orden social
establece las condiciones en las que se puede producir la violencia en forma justificada”
(Baro, 1985). En momentos historicos especificos, en un contexto definido por las
condiciones inmediatas en donde se hace presente configurando las masculinidades
construyendo a su vez una vision estereotipada de las feminidades, es decir, de forma
complementaria y mucho mas compleja.

El énfasis de este aspecto hace mención de condiciones de un poder construido


socialmente, en donde, quienes son objeto de violencia, son personas consideradas
inferiores en estatus, en condiciones culturales específicas y que deben ser aceptadas
dichas condiciones como una norma, donde la mujer es violentada, como una forma de
sostenimiento el poder en forma estable.

Ahora bien en relación al género, es importante señalar, que el concepto del cual
partimos para hacer el presente análisis es el propuesto por J. Scott (1997) como aquel
que implica una forma primaria de relaciones significantes de poder y que implica que
los cambios en la organización de la relaciones sociales corresponden siempre a
cambios en las representaciones del mismo poder, aunque cuando la dirección del
cambio no es necesariamente en un solo sentido, y los cambios hacia el interior de la
estructura familiar y el parentesco están tomando rumbos muy diversos en relación a la
tradición y las costumbres, teniendo como principal síntoma la violencia y en como la
aprendemos como un modelo que se resignifica.

Abordar la reflexión sobre el concepto de violencia como una cuestión histórica,


entonces tenemos que hacer hincapié sobre los cambios en las representaciones de
poder en sociedades en procesos de cambio de las estructuras y las relaciones.

En concreto la familia como un sistema social se caracteriza objetivamente por el


conjunto de relaciones que se dan entre sus integrantes, a través de las cuales buscan
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satisfacer sus necesidades. Esa estructura de relaciones objetivas tiene una relación
subjetiva en cuanto a las aspiraciones, actitudes y formas habituales de comportarse las
personas que la componen. La socialización entonces contribuye a reproducir las
relaciones sociales objetivas ayudando a configurar la subjetividad de las personas en
una forma consistente con las exigencias del sistema social dominante. Así, por
ejemplo, uno de los esquemas básicos transmitidos por la socialización es la
connaturalidad de las relaciones de dominio, es decir, el presupuesto implícito de que
toda relación social tiene que tener una dimensión jerárquica o de dominación y, por
tanto, que en toda relación social debe haber siempre quien mande y quien obedezca.

147 años de Melchor Ocampo vs las nuevas representaciones genéricas

Como se ha venido vislumbrando, es casi obvio, o al menos previsible que la


familia debe ser definida como la relación social formada por un hombre y una mujer,
cuyas funciones primordiales son las siguientes: la relación sexual socialmente
aprobada, la procreación y la socialización de la especie, la solidaridad y la protección,
el sostenimiento económico y la transmisión cultural. Según Careaga (1992) esto
implica en todos los sentidos una serie de elementos dignos de analizar uno a uno, ya
que la forma en como se consolida la idea de familia y la funcion de ésta, se encuentra
intimamente ligada al proceso del matrimonio y todos los rituales que en él se
establecen, como elementos primarios para la estructuración de lo que sería en primer
término, lo que sería la construcción de hombres y mujeres, como proyectos de género
que son, como los refiere Connell, procesos de configuracion de las prácticas a través
del tiempo, que transforman sus puntos de partida en las estructuras de género (Connell
2003). Que a la postre al momento de entrar en las prácticas sociales de cortejo y
noviazgo para el establecimiento de lo que será una nueva familia,

En relacion a la construccion de las masculinidades y las feminidades en muchos


países de Latinoamerica, la diferenciación se instaura como un sistema, muy
estereotipado, que se posiciona sobre la socializacion sexual, fundamentada en
cuestiones morales y lingüísticas, en la construcción de identidades y roles sociales, la
forma en cómo explica la base de las diferenciaciones sociales que marcan la vida de los
integrantes de un contexto, lo lamentable según Baro( 1985), es que la reproducción de
las tipologías de la hembra y el macho, es su carácter discrimatorio, que relega a un
papel de sometimiento y subordinacion a la mujer ante los intereses y proyectos del
hombre.
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En México, por ejemplo, esa visión estereotipada de las diferencias sexuales se
establece desde el 23 de julio de 1859 y reformado en el año de 1936, como la Epístola
de Melchor Ocampo que hasta el mes de abril de 2006 formaba parte de la Ley del
Matrimonio Civil, es decir, durando casi 147 años, este escrito era repetido en cada
ceremonia ritual cuando dos personas en este caso específico por el texto, hombre y
mujer contraían legalmente el “contrato” civil del matrimonio. Independientemente de
que supuestamente ya no se lea, establece y deja un legado histórico en la construcción
de los géneros es inegablemente, más aun en el establecimiento de una explicación
estereotipada de los roles sociales que designan los géneros.

Desenredando el discurso nos encontramos que :

Se establece como el único medio moral de fundar la familia, de conservar la especie y


de suplir las imperfecciones del individuo que no puede bastarse a sí mismo para llegar
a la perfección del género humano.

Describe al hombre haciendo énfasis en el valor y la fuerza, como dotes


sexuales, cuya obligación es a dar a la mujer, “protección, alimento y dirección”,
tratándola siempre como un ser inferior y débil, esencialmente cuando la mujer se
entrega a él, y cuando por la Sociedad se le ha confiado.

Mientras que en el caso de la mujer, sus principales dotes son la abnegación, la


belleza, la compasión, la perspicacia así como la ternura, ella está obligada a dar al
marido obediencia, agrado, asistencia, consuelo y consejo, siempre tratándolo con
veneración ya que es la persona a la que le debe apoyo y defensa, y con la delicadeza de
quien no quiere exasperar la parte brusca, irritable y dura de sí mismo propia del
carácter del hombre. La diferenciación estereotipada de este escrito a prevalecido por
años y se ha convertido en una constante

Tjeder (2008), explicaba en relación a la misoginia explicita, la cual hace


referencia en sí a la obligación de reflexionar sobre el género como la producción en
curso de posición legitimas, en donde las prácticas las instituciones, los discursos y las
ideas sobre los hombres y las mujeres producen activamente legitimidad para ciertas
posiciones dentro del orden de género, al tiempo que construyen/producen otras
posiciones como ilegitimas lo importante de este asunto por lo menos en este escrito, es

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cuales son los procesos de legitimación, implicados en el presente escrito de orden legal
y con impacto en todas las estructuras sociales.

La epistola sigue teniendo, indiscutiblemente, un signifcado muy profundo en el


entramado social, potencialmente formando parte de la violencia, al menos simbólica,
donde las identidades genéricas se construyen y las relacion se establecen. Cuando
Bourdieu aborda este aspecto, explica que la posición dominante de la division sexual,
se expresa en discursos como los expuestos en este ensayo.

En este caso, los cuerpos socializados, en funcion de los habitus y las practicas
rituales, parcialmente arrancadas al tiempo por la estereotipacion y la repeticion
indefinida, el pasado se perpetua en el largo plazo de la mitologia colectiva (Bourdieu,
2002). El habitus se entienden desde la visión del autor, como sistema de disposiciones
duraderas y transferibles, predispuestas a funcionar como principios generadores y
organizadores de representaciones, que se retroalimentan en escenarios plagados de
discursos y actos ritualizados en el que se configura el mundo social y se legitima a
través de las prácticas de dicha dominación.

Y que a través de la contruccion del mundo masculino a mistificado y


deformado a la mujer conviertiéndola en un ser de segunda clase, marginado y
supuestamente débil (Careaga, 1999); ante esta perspectiva la mujer de clase media en
la sociedad mexicana historicamente hablando y tomado su rol de subordinación ha
aprendido en funcion de su historia como mujer de clase media, la cual tendrá que
seguir lo que por generaciones han seguido todas las mujeres, en función de adoptar el
rol de hija, novia, esposa o madre, como proyecto de vida.

Es interesante, antes de continuar, hacer algunas puntuaciones, conforme intento


hacer un analisis del sistema social en el que vivimos, es claro identificar, cómo es que a
través de los procesos de socialización, se encuentran relacionados con la violencia que
reproduce los modelos que todos los integrantes de la sociedad tienen que seguir. La
construcción de las diferenciaciones socializadas de los mundos de hombres y mujeres,
se encuentra relacionado con las prácticas sociales, los habitus, haciendo un enfasis en
los discursos de construccion del dominio masculino.

Careaga, (1999) Baro (1985) y Bourdieu (2002) coinciden en que los procesos
de mitificación y estereotipación en que se construyen las representaciones de hombres
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y mujeres son elementos constitutivos de una violencia simbólica que en el fondo sirven
como una forma de legitimar el poder y la dominación, siguiendo parametros
ritualizados que trascienden el tiempo, por mediación de las prácticas y los discursos
institucionalizados , pero también cabe hacer mencion que, esta misma estructura, no es
fija, que conforme los procesos evolucionan, cambian y presentan nuevos esquemas que
provocan estados de crisis.

Olavarria (2006), habla precisamente de estos momentos de crisis desde los


estudios de las masculinidades, al hacer mención sobre los procesos actuales que están
involucrados con la globalizacion, no como movimiento económico simplemente, si no
como un esquema cultural, reconoce que las formas de vivir, sentir y actuar se han ido
transformando de tal suerte que tiene un impacto, en la construcción de las identidades
genéricas, en donde todos estos cambios, ponen en la sociedad actual, en tela de juicio
la legitimidad de un poder generacional, esto quiere decir, que la estructura familiar y
sus aprendizajes de los modelos están recibiendo una fuerte influencia de otros contexto
que ponen en perspectiva una transformacion social, tal como lo comenta en el siguiente
párrafo.

La institucionalidad que legitimaba y sigue legitimando este tipo


de relaciones de género y de masculinidad, no tiene respuestas para
muchos de los dilemas que se presentan y pasa a ser cuestionada
crecientemente. La familia tradicional, la organización del trabajo, la
educación formal y los sistemas de salud, la jurisdicción y la
administración de las justicia, la programación de la televisión y sus
libretos y programas, por señalar algunos asuntos, pasan a ser centros
del debate (Olavarria, 2006)

En su análisis sobre la crisis de la masculinidad, menciona como es que la mujer


ha tenido un empoderamiento, autonomía, mayor calificación de los puestos de trabajo
que ocupan, algunos hasta hace poco ejercidos exclusivamente por varones, en este
sentido, Giddens (2001) menciona, por ejemplo, que la decandencia del hogar
tradicional, ha ido dejando de lado la figura del “hombre como sustento económico”
esto es por un creciente desarrollo de la igualdad para la mujer en relación a la
oportunidad de trabajar y aportar en el sustento económico, en las sociedades
industrializadas, esta es ya una realidad, que pone a la mujer en una situación muy

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diferente, pero todavía con tintes de que falta mucho por crecer al menos en este
sentido, es en este punto en donde queremos como parte de las reflexiones finales.

Lo que se perciben como cambios en las identidades de género, de manera


propositiva, para los hombres puede ser visto como un elemento de crisis,
Connell(2003), menciona que al reconocer el genero como un patron social, como
producto historico asi como tambien un productor de historia, en este sentido el autor
menciona que al reconocer la masculinidad y la feminidad como historicas, no es
sugerir que ellas sean débiles o triviales, si no implica reconocerlas en el mundo de la
acción social.

Ante los cambios que se avisoran en las prácticas sociales, nos acercamos más a
una transformación social, como se mencionaba al principio de este trabajo, la
violencia, cuando es vista como un elemento del sistema y no como el sistema completo
en la sociedad contemporanea, todo a punta ha que la reconfiguracion de las
indentidades y sus del sistema de representacion masculina patriarcal esté en crisis,
obligando a delimitar los nuevos ordenamientos en las representaciones genéricas de la
población.

Los cambios en las posiciones que la mujer esta comenzando a tener en las
estrucutras sociales desde la familia, hasta las cuestioens laborales, es precisamente
porque esta entrando a las condiciones de fortalecimiento de su posicion dentro de las
relaciones de poder y crecimiento, los elementos que conforman dicha reposicion social,
como agente activo, lo explica Maritza Montero (2006) desde la psicologia social
comunitaria como principal elemento es la participación social en los procesos
comunitarios elemento fundamental que implica las acciones y actividades que las
mujeres están comenzando a construir frente a los retos de cambio en función de
objetivos generados a partir de necesidades sentidas y de acuerdo con estrategias
colectivamente definidas, esta condición de problematización sobre las cuestiones de la
violencia han generado el surgimiento de una conciencia que implican
desideologización, desalienación, cuya función es precisamente ir derribando y
reconstruyendo los modelos de participación genéricos sin la presencia de violencia ni
luchas por el poder y el control.

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¿Cuáles serían entonces las nuevas representaciones sociales, sobre lo que es ser
una mujer y de lo que es un hombre? La globalización y el manejo de la información
puede ser una herramienta importantisima en la transmision de las nuevas
construcciones de género y un contexto con idoneo para la transformacion social.

Retomando lo anterior y a manera de cierre temporal, retomaremos lo que


Judith Butler menciona como parte de una tranformación social, los argumentos
propuestos en relación a que el género es performativo, esto implica que la construcción
de las identidades genéricas tienen una implicación de acciones sociales, juegos de
poder, relación que construyen y deconstruyen todos los géneros posibles y lo refiere de
la siguiente forma, el hecho de que el género sea performativo “significa que a través de
la prácticas de la performatividad del género no sólo podemos observar cómo se citan
las normas que rigen la realidad, si no que también podemos comprender uno de los
mecanismos mediante los cuales la realidad se produce y se altera en el decurso de
dicha reproduccion” (Butler, 2004).

Cuando Butler desarrolla esta cuestión de lo performativo hace un enfasis en


papel que desempeñan todos los actores sociales en la desrealización de la violencia de
género, partiendo de acciones concretas como partiendo de la reconstruccion del
control, ya que lo que esto implica es la compresión de las nuevas representaciones
sociales; de lo que el género es así como su aparición en todos escenarios y las practicas
lo importante de este planteamiento es la importancia de una inclusion en los diferentes
escenarios sociales, para comenzar a construir una sociedad no igualitaria si no
equitativa, término retomando de Butler menciona:

“nos hallamos ante una aspiracion connormativa que tiene relacion,


con la habilidad de vivir y de respirar y de moverse, y sin duda pertenece a
lo que se denomina la filosofia de libertad. El pensar sobre una vida posible
es un lujo solo para aquellos que saben que son posibles.” (ibid 310).

En la medida en que la sociedad desarrollen estrategias, que ayuden a entender y


dimensionar desde las instituciones, sea la familia, el estado, la escuela y los diferentes
escenarios, partiendo de nuevos esquemas de los modelos de género, tomados como
modelos diversificados de las prácticas sociales, comenzaremos a deconstruir la
violencia, para establecer relaciones más equitativas.

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Referencias

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