Apuntes Barroco
Apuntes Barroco
Apuntes Barroco
XVII)
1. CONTEXTO HISTÓRICOSOCIAL
Los llamados Austrias menores Felipe III,
Felipe IV y Carlos II por desidia e ineptitud
dejaron
el gobierno de la nación en manos de ministros
de
confianza o validos. La Corona española perdió
buena parte de sus posesiones en Europa, de
modo que a principios del siglo XVIII el Imperio
español en Europa estaba totalmente liquidado y la
hegemonía española pasó a ser un recuerdo.
En política interior, la crisis no fue menos importante. Se expulsó a los moriscos
(1609), con lo que se arruinaron las tierras de regadío del litoral levantino, y se permitió la
generalización de la corrupción administrativa. Posteriormente, la política centralista
provocó numerosas sublevaciones en Cataluña, Portugal, Andalucía, Nápoles y Sicilia.
La española del siglo XVII era una sociedad muy
desigual: la nobleza y el clero conservaron tierras y privilegios (95%
del total de tierras) e incluso aumentaron su poder, mientras que los
agricultores sufrieron en todo su rigor la crisis económica. La miseria
en el campo arrastró a muchos campesinos hacia las ciudades, donde
esperaban mejorar su calidad de vida; pero en las ciudades se vieron
abocados al ejercicio de la mendicidad cuando no directamente a la
delincuencia (los pícaros no son meros personajes literarios).
Por otra parte, la jerarquización y el conservadurismo sociales
dificultaban el paso de un estamento a otro y solo algunos burgueses lograron acceder a
la nobleza. La única posibilidad que se ofrecía al estado llano para obtener los beneficios
que la sociedad concedía a las clases privilegiadas era pasar a engrosar las filas del clero.
Este hecho, unido al clima de fervor religioso, trajo como consecuencia que durante el
siglo XVII se duplicara el número de eclesiásticos en España.
Problemas añadidos fueron los diversos episodios de peste, y la masiva emigración
a América (entre los siglos XVI y XVII se perdió ¼ de la población).
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2. VISIÓN BARROCA DEL MUNDO
No es de extrañar, en consecuencia, que en la mente de la sociedad se asentara
una visión pesimista, un gran malestar, descontento, desconfianza, angustia y
desengaño. Ahora se tendrá una concepción negativa del mundo y de la vida, que
contrasta con el idealismo renacentista. Esto se reflejará también en la literatura (“El
mayor delito del hombre es haber nacido”, leemos en La vida es sueño).
Sin
embargo, no toda la literatura responde de la misma forma ante la decadencia. Tres
posturas parecen definirse ante el problema:
. La primera, el enfrentamiento, la rebeldía y el inconformismo visible en textos
políticos o morales.
. La segunda, la evasión mediante contenidos heredados del Renacimiento y
formas que buscan la belleza, el arte por el arte.
. La tercera, el conformismo y la coexistencia con la desastrosa situación que
practica la mayor parte del teatro de la época.
Como puede verse, se dieron en el Barroco distintas actitudes en absoluto
incompatibles. El resultado es una época de contraste vital: lo caballeresco y la
rufianería, el esplendor y la miseria, el idealismo y el realismo, el placer y la religiosidad.
Contraste porque lo uno no eliminaba lo otro, sino que ambas mentalidades convivieron al
tiempo, e incluso en los autores, capaces de ascender a los espacios más sublimes del
espíritu y caer con igual facilidad en las más bajas expresiones artísticas.
Por otro lado, se hizo todo lo posible desde el poder político y religioso por combatir
la influencia racionalista, que se estaba extendiendo por Europa, cerrando España a las
nuevas ideas: la razón es la principal fuente de conocimiento humano. En España, la
influencia del racionalismo apenas se dejó sentir. En su lugar, se registra una actitud de
escepticismo hacia la naturaleza humana, escepticismo que conduce a una visión
pesimista del mundo.
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3. LITERATURA BARROCA
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Hay también gran variedad temática entre dos polos: entre el refinamiento máximo
del verso culterano y el verso satírico y burlesco, a menudo de extrema indecencia.
Los contenidos y temas fundamentales pueden resumirse en los siguientes: épicos,
amorosos y mitológicos heredados del Renacimiento; religiosos, morales y políticos,
fruto del desengaño del momento; picarescos y satíricos, como denuncia social y
expresión del desencanto; de historia nacional o legendaria, como afirmación de la
idea monárquica e imperial, en el teatro. De esta manera, los grandes temas
renacentistas – el amor, la idealización de la naturaleza y la mitología se mantienen
en el Barroco con la consiguiente evolución y se alternan con aquellos otros que,
característicos de los nuevos tiempos, recuperan los aspectos moralizantes
medievales, como la brevedad y fugacidad de la vida y las cosas terrenales, la
reflexión sobre la progresión hacia la muerte y la contemplación alegórica de la
existencia como un sueño, un engaño de los sentidos, una falsedad.
Los escritores barrocos buscan, ante todo, la originalidad y
la individualización creadora personal. Para ello, retuercen la
retórica, la lengua en general. El retorcimiento de las formas, una
manera de exagerar la visión de la realidad, está provocado por dos
causas: por un lado, el desequilibrio ideológico y vital, y por otro, el
deseo de individualidad, unido a la admiración y sorpresa que se
pretende provocar en los lectores, lo que equivale a dificultad. La
facilidad está considerada como un vicio estético, la obra literaria va
dirigida a probar la capacidad de comprensión en los lectores. Los
escritores utilizan el ingenio para salir de la vulgaridad, a través de
la riqueza formal o buscando las sutilezas del pensamiento más
complejo.
No se trata de imitar el equilibrio de la naturaleza como
hacían los renacentistas, sino de violentarla para crear un arte, un
artificio que o bien supere su belleza o bien la transforme.
Por ello, pueden darse como rasgos barrocos los conceptos siguientes: . la violencia
y distorsión de las formas, lo que da como resultado el dinamismo y el movimiento;
. la acumulación de ideas e imágenes, que se traduce en contrastes, antítesis,
paradojas y exuberancia;
. la artificiosidad, que equivale a rebuscamiento de los raro, lo original y lo
dificultosos, e incluso, lo oscuro, si no se conocen sus claves;
. una actitud y un espíritu dirigido a las minorías atentas.
Por lo general, igual que ocurría en el siglo anterior, las obras completas de un poeta
no se imprimían en vida. Sus contemporáneos podían leerlas en pliegos sueltos o
en cancioneros impresos. Gran parte de la poesía más bella circuló en tiempos de
sus autores en manuscritos.
4. LA POESÍA BARROCA
Recordemos que, estéticamente, el Barroco se caracterizó, en líneas generales, por
la complicación de las formas y el predominio del ingenio sobre la armonía de estilo, que
constituía el ideal renacentista. Frente al clasicismo renacentista, el Barroco valoró la
libertad absoluta para crear y el desequilibrio entre el fondo y la forma. Todo ello tenía
como finalidad asombrar o maravillar al lector.
Dos corrientes estilísticas ejemplifican estos caracteres: el conceptismo y el
culteranismo. Ambas son, en realidad, dos facetas de estilo barroco que comparten un
mismo propósito: crear complicación y artificio.
Tradicionalmente se ha tratado de definirlos de este modo:
ł . El conceptismo se preocupa del contenido, por lo que recurre casi siempre a la retórica
del pensamiento mediante figuras expresivas como la antítesis, las paradojas, los juegos
de palabras y, sobre todo, las agudezas de ingenio y las metáforas racionales.
. El culteranismo tiene como meta la expresión de la forma y la ocultación de los
contenidos para lograr la belleza, por lo que suele recurrir a las metáforas, el hipérbaton,
las perífrasis amplificadoras, los cultismos y las alusiones mitológicas.
A pesar de que se suele asociar el conceptismo a Quevedo y el culteranismo a
Góngora, ambos autores usaron de formas comunes, en algunos casos, demostrando así
que las dos tendencias no dejan de ser manifestaciones del arte barroco.
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taron su estilo, hasta bien entrado el siglo XVIII. De hecho, como había ocurrido con
Garcilaso, su obra se publicó enseguida tras su muerte acompañada de doctos
comentarios, como si de un autor clásico se tratara.
5.2. SU OBRA, casi exclusivamente poesía lírica, circuló de forma oral y manuscrita
durante su vida. Sus versos se editaron póstumamente, algunas ediciones con
comentarios eruditos, como si se tratara de un clásico. Se conserva además un lujoso
manuscrito donde se pueden leer los poemas de Góngora acompañados de su fecha de
composición, lo que permite trazar con bastante seguridad una cronología de sus poemas.
Estos datos cronológicos han permitido descartar la existencia de dos épocas
diferentes en la poesía gongorina, la del poeta fácil, sencillo y popular, y la del escritor
oscuro y complejo, puesto que los procedimientos expresivos de su poesía más culta se
pueden encontrar en textos muy tempranos de Góngora.
Sin embargo, desde 1609, su intención explícita es la de crear un nuevo lenguaje
poético mediante la acumulación e intensificación de recursos retóricos utilizados
anteriormente y el uso de otros nuevos. Va a ser a partir de esta voluntad de forjar una
nueva poesía cuando componga sus obras mayores: Fábula de Polifemo y Galatea
(1612), Soledades (16134) y Fábula de Píramo y Tisbe (1618). El resto de su producción
poética consta de más de doscientos romances y letrillas al modo popular, unos dos
centenares de sonetos, algunas composiciones diversas y un poema inconcluso en
octavas reales, el Panegírico al duque de Lerma (1617).
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Este poema heroicocómico narra grotescamente un tema mitológico grave y serio. Con
ello, el poeta barroco está burlándose, con actitud distanciada de sus propios mitos.
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es, por tanto, coherente y se va gestando durante muchos años para cristalizar en su
forma más acabada a principios de la segunda década del siglo XVII.
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mas comedias, es muy celebrada tanto su poesía lírica como su poesía épica.
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6.4. ESTILO
A pesar del tono antigongorino de Burguillos, Lope siempre
mantuvo la admiración por el virtuosismo culterano. De hecho, en
su obra conviven los más variados estilos. Aunque su poética
parte del principio de la claridad absoluta, no renuncia en absoluto
ni al juego conceptual ni al adorno formal. De ahí la presencia en
sus poemas de paradojas, juegos de palabras, correlaciones,
antítesis, sutilezas conceptuales, etc. Sin embargo, son, al tiempo,
justamente famosas sus composiciones líricas de tono popular, en
las que imita los procedimientos propios de la poesía tradicional:
metros cortos, paralelismo, repeticiones, estribillos, adjetivación
colorista, sencillez léxica, etcétera.
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variados: mujeres, maridos burlados, judíos, médicos, boticarios, abogados, jueces,
escritores (Góngora en particular), las modas, el poder del dinero, etcétera. Importante en
la sátira es la parodia idiomática. La parodia de las palabras se hace sustituyendo parte de
la palabra (correcta o caprichosamente descompuesta): quintaesencia /quintainfamia.
Gusto por el juego de palabras: pretendiente/pretenmuela;
alcahueta/alcamadre/güetastías. Con prefijos o sufijos: archipobre. También la parodia de
la frase: de “alma en pena”, “marido en pena”; de “llover a
cántaros”, “llorar a cántaros”; de “hablar entre dientes”, “hablar
entre muelas”. Esta parodia se extiende asimismo a la morfología
y la sintaxis (“muchísimo nariz” o “soy un fue”, por ejemplo).
Las palabras o expresiones originadas por la parodia
idiomática se han forjado con procedimientos normales o
arbitrarios. Son un simple juego verbal. Estas palabras o
expresiones no han entrado en la lengua y solo tienen sentido en
el habla de Quevedo y en el contexto en que las utilizó. La real
Academia, en su Diccionario de autoridades de 17261739, acogió
algunos neologismos con la nota que decía “voz inventada” o
“voz inventada y jocosa”.
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Conviene indicar, en fin, una característica muy peculiar de la lengua poética de
Quevedo: su intensidad afectiva. El apasionamiento del poeta se vierte en sus textos
mediante la abundancia de oraciones interrogativas, exclamativas y apelativas, mediante
llamadas directas al lector (apóstrofes, vocativos, imperativos, pronombres y verbos en
segunda persona, etc.) o mediante el frecuente uso de diminutivos y aumentativos de
carácter afectivo.
El temperamento de Quevedo, inquieto, violento y atormentado, brota esporádica y
abruptamente en su poesía, quebrando la armonía y equilibrio renacentistas
consustanciales a los motivos y formas tradicionales de los que parte el escritor. Por eso,
su poesía es profundamente original, porque, como en Lope de Vega, pero de otro modo,
la vivencia personal del poeta inunda sus poemas.
Bibliografía:
Historia crítica de la literatura española (Renacimiento y Barroco) Ed. Crítica.
Poesía española, Dámaso Alonso, Ed. Gredos
Góngora, Clásicos Labor.
Historia de la Lit. Española, Martín de Riquer y J.Mª Valverde, Planeta.
Introducción a la mística española, Ángel L. Cilveti, Ed. Cátedra
www.lclcarmen1bac.wordpress.com
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