Reseña Vanguardia y Kitsch
Reseña Vanguardia y Kitsch
Reseña Vanguardia y Kitsch
Este texto, escrito por Clement Greenberg, titulado Vanguardia y Kitsch, se trata de un
fragmento extraído de “Arte y cultura”: Ensayos críticos. Publicado originalmente en
1939, aunque el texto que se nos presenta pertenece a una publicación de la Editorial
Paidós, en España, publicada en 2002.
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revolucionarias, sino que verdaderamente lo necesitan). Además los vanguardistas
afirman no ser burgueses, y presentan una crítica al surgiente capitalismo de la sociedad
industrial; a pesar de estar necesariamente atados a la burguesía, que los mantiene
económicamente. A pesar de todo esto Greenberg postula que, cuando la vanguardia logra
distanciarse de la sociedad y la política, nace la verdadera función de esta, crear el arte
por el arte, rechazando cualquier tipo de discurso. A raíz de esto el autor afirma dos cosas:
por un lado, que el arte absoluto es abstracto, y que el vanguardista es comparable a la
divinidad, al ser capaz de crear algo válido por sí mismo. En este momento Greenberg
explica el culmen de su teoría estética: para que el artista sea capaz de llegar a lo absoluto,
la creación de la forma debe basarse en valores estéticos, no puede ser arbitraria ni
accidental esta creación, sino que debe brotar de la imitación de valores estéticos,
formales, plásticos. Creando de esta forma una expresión por la expresión.
A pesar de todo esto, la creciente indiferencia por parte de la clase dirigente (clase a la
que pertenecía la vanguardia) por el vanguardismo, hacen que la vanguardia se sienta
amenazada.
En el siguiente punto, Greenberg plantea los distintos factores que pueden ser los
causantes de la amenaza bajo la que se encuentra la vanguardia. Comienza explicando lo
que es el kitsch, que ha surgido a la vez que la vanguardia. Greenberg afirma que el Kitsch
es un producto comercial, destinado a entretenimiento de aquellos a los que califica como
“analfabetos universales” (refiriéndose a que carecen de cultura). En síntesis, el Kitsch es
una distracción, ya que además no existe un entendimiento por parte del que lo ve (al
igual que el academicismo). Además, al haber sido capitalizado, y ser posible producirlo
mecánicamente, Greenberg niega que tenga algún tipo de valor individualmente. El
surgimiento y éxito económico del kitsch hace que ciertos vanguardistas se aproximen a
él, siendo esto para Greenberg un detrimento del arte.
Greenberg cree que el kitsch es elegido por las masas (incultas) por sus significados
autoevidentes, por lo que se explicaba anteriormente: no requiere un entendimiento por
parte del espectador.
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En el tercer punto Greenberg argumenta que, si la vanguardia imita los procesos del arte,
el kitsch imita sus efectos. Y que cada uno de ellos se asocia a una clase social: la minoría
poderosa siempre ha contado con una cultura formal, y la masa pobre ha contado con una
cultura popular rudimentaria (kitsch). Aunque sí es cierto que en las sociedades estables
estos dos polos se difuminan. Greenberg explica el avance del concepto de artista a lo
largo de la historia del arte, en un principio sin capacidad de comunicación propia, hasta
el renacimiento y barroco, cuando es capaz de escoger y cambiar a su gusto los temas de
los que trata. El arte después pasa a convertirse en algo para una élite, creando
resentimientos y críticas de los no pertenecientes a esa élite, expresándose en rivalismo e
incluso fascismo. Comienza así una lucha de opiniones.
Ahora los regímenes se han dado cuenta de que el kitsch seguirá siendo lo escogido por
las masas, frente a la vanguardia, y este pasa a ser otra manera barata por la que los
regímenes totalitarios controlan a sus súbditos; propaganda. Promueven por lo tanto el
kitsch y cae la importancia de la vanguardia. Greenberg terminaba “Vanguardia y kitsch”
señalando que “mientras los problemas de la producción no se hayan resuelto”, en un
sentido socialista, “el estado está indefenso en esta cuestión y seguirá así.
Si bien es cierto que la crítica de Greenberg sobre el arte es importante para la historia
del arte, y se fundamenta en filósofos e ideologías anteriores, que pueden ser consideradas
sólidas, como por ejemplo Heidegger, quien decía que “el origen de la obra de arte es el
propio arte”. Según Heidegger, la verdad en el arte aparece oculta, eso hace al arte, arte,
y hay que “desocultar” esa verdad. Además, Heidegger afirma que la verdad no existe
previamente en el arte sino que es el sujeto quien debe construirla a partir de él.
(Heidegger, 2014) Basándose en Heidegger, Greenberg pasa a firmar que las obras de
arte producidas por la vanguardia, dependen de la capacidad del individuo para
comprenderla. (Rauschenberg, 2019) Con esto, Greenberg hace del arte algo elitista, y
critica a aquellas obras que denomina peyorativamente como kitsch o academicistas,
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argumentando que, como ya ha sido analizado anteriormente, este no precisa de ningún
esfuerzo por parte del espectador
Adorno, contradice a Greenberg, que afirma que lo kitsch es el arte inferior; y argumenta
que de ese modo no sería posible juzgar donde comienza y donde termina lo kitsch.
Adorno no tiene una visión “mala” del kitsch, y contradice a Greenberg en su idea de arte
elitista, que solo pude ser entendido por una minoría intelectual: “El arte respeta a las
masas al presentarse ante ellas como lo que ellas podrían ser en vez de adaptarse a ellas
en su figura degradada.” (ADORNO, 2005) (Rauschenberg, 2019)
Además, Adorno también argumenta que “El mismo discurso sobre el kitsch comienza a
convertirse en kitsch al sucumbir a la dialéctica histórica de la que emergió su objeto.”
(ADORNO, 2011) Cae así por contradicción propia el discurso de Greenberg.
(Rauschenberg, 2019)
De esta forma y en conclusión, afirmo que el discurso de Greenberg en defendsa del arte
vanguardista, cae en distintos errores y contradicciones que, no necesariamente le restan
valor histórico, mas si lo hacen, en cierto modo, incoherente.
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Bibliografía