Investigación Accion
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Y SERVICIOS SOCIALES
Un enfoque participativo
SINTESIS PSICOLOGIA
6
INVESTIGACIÓN-ACCIÓN PARTICIPATIVA
6.1Perspectiva histórica
6.1.1 El origen: la investigación-acción
Los antecedentes de la Investigación-Acción Participativa (IAP) se remontan a principios
del siglo XX y, en concreto, al movimiento de la Escuela Nueva promovido por J, Dewey
después de la Primera Guerra Mundial. Se basaba en el ideal de democracia y en la
importancia que la educación podía tener en su consecución. Postulaba que la practica es el
punto de partida en su conocimiento y que el pensamiento científico debía constituir un
habito común tanto para educadores como para educandos (Arango, 1995).
Con la llegada de la depresión económica de 1929 empieza a cuestionarse el taylorismo y el
control rígido de la población como forma de asegurar la productividad en el ámbito
empresarial y la integración social de las personas .Aparece una corriente basada en la
participación democrática en la escuela y en la sociedad ,así como en el potencial de las
relaciones humanas , en general, como forma más ordenada de afrontar los retos de la
humanidad (Goyette y Lessard-Hebert ,1988).A estos primeros antecedentes se les critica el
no haber sabido conjugar adecuadamente teoría y práctica, viéndose desbordados por la
propia realidad.
Con la Segunda Guerra Mundial surge otra nueva situación de crisis y cuestionamiento de
las verdaderas aportaciones que pueden hacer las Ciencias Sociales a la humanidad .Es en
este contexto donde emerge la figura Kuri Lewin , psicólogo social alemán que tuvo que
huir de su país e instalarse en Estados Unidos , donde desarrollo la mayor parte de su
carrera científica .Lewin (1946) desarrollo la action-research (traducido como
Investigación -Acción) como alternativa a la investigación tradicional, en la que la
separación entre ciencia y practica era radical; desde su propuesta Lewin defiende la
necesidad de una integración de ambas en proyectos conjuntos , en donde los profesionales
aplicados investiguen con rigurosidad los efectos de sus intervenciones prácticas y los
teóricos sean capaces de encontrar aplicaciones sociales relevantes para sus formulaciones.
Expresiones de Lewin como “Ninguna acción sin investigación, ni investigación sin
acción” o “No hay nada tan práctico como una buena teoría” resumen sus planteamientos
básicos.
PARA LEWIN
“En otras palabras, la investigación debe ser destino de la acción social (investigando su
desarrollo y efectos) y fuente de ella (generando acción). Y viceversa. Se trata de una
investigación sobre (o de) la acción complementada con una acción (social) producida
desde la investigación” (Sánchez, 1988, pág. 197).
Lewin también introdujo la orientación participativa de la Investigación -Acción a través de
sus teorías sobre la dinámica de los grupos y los conceptos de espacio vital y campos de
fuerzas. Lewin y sus colaboradores tenían una fuerte creencia en la democracia como
proceso humano y como ideología ; creían en las posibilidades de cambios positivos y en la
importancia de la experiencia y el aprendizaje en este proceso de cambio en el que tomaban
un papel protagonista los propios destinatarios de las acciones (Pérez Serrano 1990).Recién
acabada la Segunda Guerra Mundial, y bajo el impacto que esta genero en la comunidad de
científicos sociales , se compartía la vicción de que había que desarrollar nuevos métodos
para conocer e incidir en la realidad social, de modo que se contribuyera a la supervivencia
pacifica de la humanidad.
A partir de estos orígenes comienza a surgir diversas iniciativas que tiene en común su
preocupación metodológica por conseguir la participación de los implicados en los
procesos de investigación colectiva. Sin embargo, las distintas iniciativas difieren entre si
en el origen de la demanda de investigación y en los destinatarios de la misma (Colectivo
IOE, 1993). Por un lado se encuentran las iniciativas promovidas desde los niveles
jerárquicos superiores desde las instituciones (sean del mundo de la empresa privada o de la
Administración pública), en donde se invita a participar a los destinatarios de las medidas
que se investigan; es los que el Colectivo IOE (1993) denomina tradición pragmática no
crítica. Por otro lado nos encontramos con iniciativas que surgen de las bases de las
estructuras sociales -movimientos y asociaciones que se erigen en sujetos activos y
protagonistas del proceso investigador; se denomina tradición crítica implicativa. En los
siguientes epígrafes comentaremos ambas.
“Es verdad, los problemas estudiados no son nunca los problemas vividos y sentidos
por la población investigada. Es esta población en sí misma que es percibida y
estudiada como un problema social desde el punto de vista de los que están en el poder.
Las Ciencias Sociales se transforman, así, en meros instrumentos de control social”
(Darcy de Oliveira, 1986, pág. 19).
El paradigma vigente considera que las investigaciones y quiénes las realizan no deben
adoptar ninguna postura ideológica hacia el objeto de investigación. Pero lo cierto es
que esta pretendida neutralidad científica es imposible, ya que sólo el hecho de elegir
estudiar un problema y no otro supone un posicionamiento ideológico por parte del
investigador.
Tampoco hay neutralidad cuando se escoge la metodología que se va a emplear: hay
un gran trecho ideológico entre utilizar técnicas cuantitativas, elaborados
exclusivamente por el investigador, y trabajar mediante técnicas de recogida de
información cualitativa, en cuya aplicación tiene voz y voto la comunidad en la que se
lleva a cabo la investigación.
Por último, la decisión de que hacer a partir de la información recogida está motivada,
en gran medida, por factores cargados de ideología: no es lo mismo que sólo decidan
las distancias de poder, cuyo interés es el mantenimiento del status quo o un cambio
controlado del mismo, que entregársela a la comunidad para que tome decisiones
acerca de qué acciones pueden poner en marcha para resolver sus necesidades, aún a
costa de enfrentarse al poder establecido.
- Ausencia de consistencia entre las respuestas que se dan y lo que se piensa y se hace.
- La encuesta es elaborada desde los órganos de poder y control, que preguntan lo que
quieren saber, sin interés por conocer lo que realmente preocupa a la comunidad.
-El observador, al ser externo, no tiene el punto de vista de los encuestados, a partir del
cual se podrían explicar ciertas acciones que estos realizan y que el investigador no
comprende.
No se trata, evidentemente, de rechazar a la encuesta, sino de apreciar en su justa medida
sus aportaciones, por sí misma en combinaciones con otras técnicas de investigación social.
Hoy en día se mantiene posturas más eclécticas, más plurales en relación a la metodología
de la investigación en Ciencias Sociales. En estos momentos:
“a nadie le interesa suscitar a mantener polémicas estériles entre cuantitativos y
cualitativos ya que lo verdaderamente urgentes transforma la realidad. Lo que importa es
encontrar un marco teórico y metodológico adecuado que dé sentido y justifique la acción
de todo agente social bien como fuente para la obtención de conocimientos, bien como
estrategia para tomar decisiones” (De Miguel, 1993, pág. 93).
6.2.1. Definiciones
Desde sus orígenes han sido numerosas las definiciones realizadas, desde aquellas más
centradas en la Investigación-Acción que de forma implícita asumen la participación,
hasta aquellas en que se diferencia la Investigación -Acción de la Investigación Acción
Participativa, como consecuencia de la evolución histórica de la primera. Veamos a
continuación algunas definiciones que consideramos de interés:
2) La IAP parte y está orientada hacia la realidad social más próxima de los
ciudadanos
Según la definición De Miguel (1993), el problema que desencadena el proceso
tiene que formar parte de la realidad concreta y próxima de la comunidad, en
cuanto que está percibe una realidad como problemática, la define, la estudia y la
resuelve (Hall, 1981). No sólo se parte de hechos y datos, sino también de la
percepción subjetiva que la población tiene sobre su realidad. Sobre todo ello se
realizará un proceso de análisis ascendente que llega a profundizar en los factores
más generales globales qué le afecta (López-Cabanas, 1996).
El actuar en pequeña escala (barrio, región, etc.) facilita una implicación mayor y
más rápida de los sectores sociales (se parte de algo muy próximo y concreto para
ellos) y un desarrollo metodológico más armónico que permite realizar una
evaluación más rigurosa de los resultados que se vayan obteniendo.
El proceso puede ser iniciado por la propia comunidad si sus miembros tienen
suficiente grado de conciencia social de la situación y herramientas para
transformarla; En caso de que esto no sea así, lo harán con la ayuda del profesional
(Quintana, 1986). Su objetivo fundamental al inicio del proceso es el de
concienciar y dotar habilidades a los miembros de la comunidad, ya que el cambio
que se pretende será más viable si tienen la mejor comprensión posible su situación
y potencialidades. Es lo que se denomina transferencia tecnológica.
Con los conocimientos técnicos adecuados los colectivos interesados podrán
formular y analizar los problemas que ellos mismos consideren de importancia, e
incrementarán su motivación para implicarse de forma progresiva en su resolución.
El experto debe desempeñar el menor tiempo posible este rol, para que sea la
propia comunidad quién asuma el protagonismo de la acción.
En todo caso, no es del todo imprescindible, que la participación de la comunidad
sea directa en todas las fases de la IAP. Habrá momentos o actuaciones que puedan
ser llevados a cabo por ciertos especialistas, y no directamente por los miembros de
la comunidad. Lo importante es que la comunidad mantenga el control sobre el
desarrollo del proceso, para lo cual la participación ha de ser directa, al menos, en
dos momentos:
- Cuando se deciden sobre qué temas se va a investigar e intervenir.
- Cuando, a partir de la información de la que se dispone, se decide qué actuaciones
se van a poner en marcha.
Aunque para algunos autores la no-neutralidad llega a tener un carácter político (Rodríguez
Brandao y Fals-Borda, 1987) nosotros no pensamos que pueda asociarse la IAP a una
opción u otra, sino que el compromiso del investigador es con las personas con las que
trabaja, incorporándose a un mismo proceso de conocimiento y transformación,
compartiendo responsabilidades en los medios de conseguir el cambio social deseado.
“ este involucramiento no se deriva básicamente de razones políticas, ideológicas,
filosóficas, religiosas o ética (todas ellas pueden ser válidas o a título personal) sino por
razones metodológicas dada la índole de la misma IAP” lo que supone una imposible
neutralidad pues “un equipo de investigación imbuido del espíritu de la IAP nunca es
neutro frente a la realidad que estudia y, menos aún, frente a las personas concretas que
sufren los problemas que son objeto de estudio” (Ander-Egg, 1990, pág. 36).
6.3. Proceso Metodológico
6.3.1 Fase preliminar
La Investigación-Acción Participativa es, básicamente, una propuesta metodológica de
intervención social con características propias. Para llevar a cabo se requieren unas
condiciones mínimas por parte de la organización que desea ponerla en marcha, y a sea
pública o privada. Por este motivo es recomendable que el proceso metodológico de la IAP
incluye una fase preliminar dirigida conocer la organización promotora (Palazón, 1993) con
objeto de determinar si es plausible y coherente iniciar el proceso que conlleva la IAP. Es
importante conocer sus fines-declarados y encubiertos-, su estructura formal, su
sociograma, contextualizarla en el conjunto de la comunidad y en relación con el problema
que se quiere resolver, etc. Si la organización se rige por ciertos criterios tecnológicos que
garanticen la máxima eficacia en el corto plazo, difícilmente puede plantearse la realización
de una IAP, que conlleva un proceso de modificación de actitudes y comportamientos, a
veces demasiado lento para gestores tecnocráticos o para políticos impelidos a dar
resultados cuantitativos en lo que este de legislatura.
Las organizaciones se rigen con criterios excesivamente paternalista (reclamación continua
de subvenciones) que, con sus buenas intenciones, lo que consiguen es desincentivar todo
proceso emancipatorio de los colectivos como los que trabajan, tampoco son, inicialmente,
ámbitos idóneos para la IAP. Decimos inicialmente porque lo que resulta imprescindible es
el nivel estratégico de la organización haya decidido poner en marcha (no sólo como
declaración de intenciones, sino con los hechos) un proceso en cambio social a través del
cual el protagonismo de las actuaciones lo tenga la propia población que se dirigen.
Como equipo investigador nuestra obligación es poner en conocimiento de los
responsables de la organización que ha encargado la IAP el compromiso que supone por su
parte el aceptar que se realice desde una perspectiva participativa. Comenzar un proceso de
concienciación e implicación participativa cuando no se comulga con los principios de la
democracia participativa es, cuando menos, una irresponsabilidad.
El método elegido debe estar en consonancia con los principios rectores y la cultura
organizacional de la institución, con su filosofía y, en definitiva, con la ideología del equipo
de gobierno que haya en ese momento. La ética profesional y el sentido común nos dirán
cuándo será recomendable sugerir a la organización que no lleve a cabo una IAP.
Supuesta esta congruencia mínima entre los principios de la organización y los de la IAP,
el siguiente paso es poner en marcha todo el proceso metodológico. Exceptuando el caso
del intelectual popular orgánico, que emerge de las propias clases populares y decidí
trabajar con ellas para su emancipación, lo más habitual es que el encargo venga bien desde
una dependencia de la Administración, bien desde una organización social (asociaciones de
vecinos, otras relacionadas con algún colectivo, etc.). Si proviene de la Administración, una
consecuencia lógica de la IAP puede ser el surgimiento de organizaciones sociales que se
responsabilicen, en lo sucesivo, del proceso circular de la IAP (investigación-planificación-
acción-evaluación-investigación, etc.).
Si el encargo proviene de una organización social es porque todavía no está lo
suficientemente fortalecida para llevar a cabo el proceso por sí misma. El proceso
metodológico que vamos a presentar a continuación no distingue según características
de la organización que realiza el encargo. Es una propuesta general que sintetiza y
amplía otras anteriores (Le Boterf, 1981;Kemmis y McTaggart, 1988; Ander-Egg,
1990; Palazo, 1993; Arango, 1995) y que no debe ser considerada como receta a
aplicar de forma mecánica; la IAP es un proceso metodológico vivo y dinámico y, por
tanto, maleable ante las peculiaridades de cada contexto.
Las fases de que se componen nuestra propuesta de desarrollo de la IAP son las
siguientes:
Una vez que el grupo ha elegido el tema sobre el que va a investigar e intervenir, en la
segunda fase hay que conocerlo con la mayor profundidad posible: qué impacto tiene,
cómo se distribuye a la comunidad, su evolución histórica y tendencia observable,
factores que condicionan, etc. Un método que puede seguirse es el propuesto por Freire
(1973) con los círculos de cultura. El proceso se compone de tres momentos (Le
Boterf, 1981), a los que nosotros hemos añadido la fase recogida de más información.
- Microsistema. Compuesto por las relaciones del individuo con otras personas que
influyen en sus entornos más inmediatos.
- Mesosistema. Formado por los microsistemas comunitarios y la conexión entre
situaciones que contienen a personas y grupos y la forma en que se relaciona.
- Exosistema. Uno o más entornos en los que los individuos no participan directamente,
pero en los que se toman decisiones importantes que les afectan (legislación laboral,
programación de medios de comunicación, organización del sistema educativo, etc.)
- Macrosistema. Pautas generales qué define y regulan la vida social (ideología y
valores culturales, orden social imperante, claves del contrato social existente, etc.).
Basándose en este modelo, un método de análisis que se puede seguir en esta fase es
trabajar con el grupo la cumplimentación de la ficha representada en la figura 6.1,
partiendo de los datos recogidos en la fase anterior y en las reflexiones críticas de está.
En él se recogen tanto los factores de riesgo que elicitan y mantienen el problema,
como los factores que pueden prevenir su origen y favorecen su desaparición o la
disminución de su impacto.
6.5 Conclusiones
La IAP, como proceso que pretende dotar de competencias a los colectivos para que
transforme su realidad, ha estado, históricamente, al servicio de las clases más populares y
socioculturales más desfavorecidas. Sin embargo, ello no supone que, como metodología de
análisis e intervención, no sea útil, igualmente, en otros contextos culturales. Para ello
bastaría con adaptar su proceso metodológico a las características sociales e históricas de la
comunidad donde se aplique. No se puede aplicar de la misma forma, aunque sí con los
mismos planteamientos, en América Latina en los años setenta u ochenta, bajo dictaduras
políticas, que en la Europa de final de siglo.
¿Es posible la IAP en democracias consolidadas, donde rigen en mayor medida los
derechos sociales propios de una sociedad de bienestar? Creemos que sí, ya que la IAP es
una metodología que favorece la participación social, tan escasa como necesaria en estas
sociedades para evitar el deterioro de la democracia representativa y alejar el riesgo de
surgimiento de todo tipo de autoritarismos. Sin embargo, cuando se trata de aplicar las
zonas más desarrolladas, las experiencias son escasas. En España, las aplicaciones de la
IAP se ha centrado en el ámbito de la Educación de Adultos. En Servicios Sociales la
experiencias poca debido, en gran medida, a la acaparación estatal de servicios y programas
que se produjo en el desarrollo del Sistema, y que dificultó la asunción de
responsabilidades por parte del movimiento social (remitimos a los temas tratados en el
Capítulo 5).
El principal escollo con el que tropieza la IAP en estos contextos es la dificultad de
concienciar a las clases medias de la necesidad de cuestionar un status quo que, aunque
aparentemente les favorece, en realidad está generando una serie de problemas que les
afecta directamente (desempleo, delincuencia, precarización de las condiciones laborales,
violencia urbana, drogadicción, SIDA, etc.). Son mucho los problemas sociales que son
transversales, en mayor o menor medida, a las distintas clases sociales y que deberían ser
abordados desde una perspectiva interclasista,;la IAP es una de las metodologías de las que
podemos disponer para buscar solución a los mismos.
Nota el capítulo 6
Este modelo de análisis grupal representado en la Figura 6.1 ha sido aplicado con éxito en
un foro comunitario sobre la integración social de los adolescentes en funcionamiento en
los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Fuenlabrada (1996), en el que se realizó un
diagnóstico participativo y unas propuestas de actuación conjuntas para abordar el
problema de la exclusión social de adolescentes y jóvenes y sus diferentes manifestaciones
(violencia, fracaso escolar, inadaptaciones en los entornos sociales, etc.).