Actividad - Ciencia Antigua y Moderna

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 3

IPC-Cátedra Paruelo Actividad: Ciencia antigua y moderna

Lee el siguiente texto y responde las preguntas a continuación:

Galileo Galilei, Diálogo sobre los dos sistemas máximos e Il saggiatore, fragmentos

Salviati: Ayer nos apartamos tanto de la vía recta de nuestra discusión, y lo hicimos tantas veces
que difícilmente conseguiré sin vuestra ayuda encontrarla de nuevo y prolongar el buen surco.
Sagredo: comprendo muy bien que os encontréis un poco desorientado, teniendo como tenéis la
mente ocupada tanto en lo ya dicho como en lo que os queda por decir. Yo, en cambio, más que lo
ya expuesto, espero poder desentrañar los hilos de nuestra pesquisa, mediante un breve resumen de
lo ya dicho. Si no me falla, pues, la memoria, lo que ayer nos ocupó principalmente fue el examen
detallado de cuál de las dos opiniones era más probable y razonable: la que dice que la sustancia de
los cuerpos celestes es imposible de fabricar, indestructible, invariable, insensible, en fin, aparte las
variaciones del lugar, ajena a todo cambio, y por consiguiente representa un quinto elemento
completamente distinto de nuestros cuerpos elementales, que son susceptibles de fabricación,
destructibles y variables; o la otra opinión, que califica de error tal desproporción entre las partes
del universo, atribuyendo a la tierra las mismas ventajas que a los restantes cuerpos que componen
el universo, de modo que la tierra viene también a ser una esfera en libre movimiento, como la
Luna, Júpiter, Venus u otro planeta cualquiera... Tras llegar finalmente a reconocer que esta
segunda opinión es la que posee mayor verosimilitud, la buena consecuencia, creo pide que
examinemos la cuestión de si hay que tener a la Tierra por inmóvil, según han creído hasta ahora los
más, o por móvil, según creyeron algunos filósofos de la antigüedad y opinan algunos modernos; y
si es móvil, hay que ver qué suerte de movimiento posee.
Salviati: Ya recuerdo ahora el camino que recorrimos. Pero antes de que sigamos adelante, quisiera
permitirme una observación sobre vuestras últimas palabras. Decís que habíamos llegado a la
conclusión de que la opinión que equipara a la Tierra con los otros cuerpos celestes es más
verosímil que la opuesta. Esto no lo afirmé yo, e igualmente me abstendré de considerar como
demostrada ninguna de las doctrinas en discusión. No me he propuesto más que expresar razones y
objeciones en pro y en contra de ambas teorías, las dificultades y el modo de salvarlas, según otros
han desarrollado ya, con alguna novedad que he hallado tras larga reflexión. Pero el juicio final lo
dejo para otros.
Sagredo: Me dejé arrastrar por mi creencia personal. Creyendo que los demás habían de pensar
como yo he generalizado lo que debí decir con toda limitación. Realmente soy culpable de una falta,
ya que no conozco la opinión del señor Simplicio.
Simplicio: Confieso que he pasado la noche reflexionando sobre nuestra discusión de ayer, y creo
que en verdad hubo en ella muchas cosas hermosas, nuevas y acertadas. A pesar de todo, me
convence más el parecer de tan grandes escritores y especialmente... Meneais la cabeza, señor
Sagredo, y sonreís, como si yo dijera algo extravagante.
Sagredo: Cierto que he sonreído, pero debeis creer que me ha costado un gran esfuerzo no echarme
a reír a carcajadas, porque no habéis recordado un incidente muy divertido, de que fui testigo hace
algunos años, junto con otros señores amigos míos, cuyos nombres podría mencionar.
Salviati: Mejor será que nos contéis la historia, ya que de otro modo el señor Simplicio podría
quedar con la impresión de son sus palabras lo que os ha hecho reír.
Sagredo: Sea. Me encontraba un día en casa de un médico muy famoso en Venecia, a cuyas
lecciones acudía mucho público, unos por deseos de estudiar, otros por la curiosidad de ver ejecutar
una disección por la mano de un anatomista tan realmente instruido como cuidadoso y hábil. Aquel
día, pues, ocurrió que buscamos la raíz y el comienzo de aquel nervio que es la base de una célebre
polémica entre los médicos de la escuela de Galeno y los peripatéticos. Cuando el anatomista
mostró el tronco principal del nervio, partiendo del cerebro, recorría la espalda, se extendía por la

1
IPC-Cátedra Paruelo Actividad: Ciencia antigua y moderna

espina dorsal y se ramificaba por todo el cuerpo, y que sólo un hilo muy fino llegaba al corazón, se
volvió a un caballero conocido como peripatético, en cuyo honor había hecho él su demostración
con extraordinario cuidado, y le preguntó si se había convencido de que los nervios se originan en el
cerebro y no en el corazón. A lo que nuestro filósofo, tras meditar unos instantes, contestó: “Lo
habéis mostrado todo con tanta claridad y evidencia que si no se opusiera a ello el texto de
Aristóteles, quien expresamente dice que los nervios nacen en el corazón, no habría más remedio
que daros la razón”.
Simplicio: Debo recordaros que aquella polémica sobre el origen de los nervios está muy lejos de
haberse decidido con tanta claridad como muchos acaso se figuran.
Sagredo: Y es de suponer que nunca llegará a decidirse, porque nunca faltarán contraopinantes.
Pero esto no le quita nada de su extravagancia a la respuesta del peripatético, ya que éste, ante la
evidencia experimental, no opuso otras experiencias, ni siquiera razones sacadas de Aristóteles, sino
que se contentó con su autoridad, con el mero ipse dixit.
Simplicio: Si Aristóteles ha alcanzado tan grande nombradía, se debe únicamente a sus concluyentes
demostraciones y a sus profundos estudios. Sólo que hay que entender, y más que entender, estar
tan versado en sus escritos, que uno pueda recorrerlos con una sola ojeada, teniendo siempre
presentes en la memoria cada una de sus palabras. El filósofo no escribió para la masa ni se ocupó
de exponer sus razones en forma elemental ni de enumerarlas con los dedos de la mano. A veces
sigue un orden desconcertante, dando prueba de cierta afirmación en algún capítulo que en
apariencia trata de materias completamente distintas. Para esto sirve tener una visión total de toda la
obra: para poder combinar este pasaje con aquel otro, comparar este pasaje con uno muy lejano. No
cabe duda de que quien posea tan aptitud, encontrará en sus escritos demostraciones de todo lo
cognoscible, ya que todo está en ellos...
Salviati: No se trata de esto, señor Simplicio. Algunos de sus demasiado fervientes adoradores son
precisamente quienes tienen, o más bien, tendrán la culpa de que se le aprecie menos, de resultas de
las fútiles exégesis de aquéllos. Tened la bondad de confesar que no sois tan simple de espíritu
como para no ver que, de haber estado el propio Aristóteles presente cuando aquel doctor le
convirtió en inventor del telescopio, se hubiera indignado contra el magister, no contra los que se
burlaron de él y de sus modos de interpretación. ¿Dudais que Aristóteles cambiaría de opinión y
corregiría sus libros, si se enterara de los recientes descubrimientos astronómicos? No podría menos
de reconocer una tan clara evidencia y alejar de sí a todos los pequeños espíritus cuya estrechez de
miras no sabe más que aprender de memoria toda palabra del filósofo sin comprender que, de haber
sido Aristóteles como ellos se lo figuran, no merecería otro calificativo que los de necio testarudo,
de bárbaro tiránico, que considera a los demás hombres como cabezas de ganado y pretende que los
decretos de su voluntad importen más que las impresiones de los sentidos, que la experiencia, que la
propia naturaleza. Lejos de haber Aristóteles exigido autoridad o de habérsela apropiado, son sus
seguidores quienes se la otorgan...
Simplicio: Pero si nos desprendemos de Aristóteles, ¿quién será nuestro guía en la ciencia?
Nombrad a otro autor.
Salviati: Las guiás hacen falta en regiones ignoradas y salvajes, pero en campo llano y abierto sólo
los ciegos necesitan apoyo. Quien sea ciego, mejor que no salga de su casa. Pero quien tiene ojos en
el cuerpo y en el espíritu, que los tome por sus guías. No digo con esto que no hay que escuchar a
Aristóteles. Al contrario, me parece loable consultarle y estudiarle cuidadosamente. Lo único que
censuro es que se rindan a él a discreción, suscribiendo a ciegas cada una de sus palabras y
considerándolas como oráculo divino, sin atender a otras razones. Esto es un abuso, que tiene como
consecuencia otro grave daño: nadie se esfuerza ya por cerciorarse de la fuerza de sus
demostraciones... En fin señor Simplicio, que no tenéis más que aducir vuestras razones y pruebas o
las de Aristóteles, pero no citas ni meras autoridades: ya que nuestras investigaciones toman por
objeto el mundo de los sentidos, no un mundo de papel...
..................................................................................................................................................

2
IPC-Cátedra Paruelo Actividad: Ciencia antigua y moderna

La filosofía está escrita en este libro que tenemos continuamente abierto ante nuestros ojos (el
universo, yo digo), pero que no puede entenderse si antes no se aprende a entender la lengua y a
conocer los caracteres en que está escrito. Está escrito en lengua matemática, y los caracteres son
triángulos, círculos y otras figuras geométricas sin cuyo medio es imposible humanamente entender
una palabra: sin ellos, todo es errar vanamente por un oscuro laberinto.

Ejercitación:

1) ¿Cuál de los personajes del texto representa las ideas de la ciencia


antigua? Y ¿Por qué?

2) ¿Cuáles son las diferencias entre las dos ideas de ciencia (antigua y
moderna) que están en juego en el texto? ¿Cómo justificarías tu respuesta?

3) A partir de la lectura del texto “De la ciencia antigua a la moderna”, realiza


un cuadro sinóptico de doble entrada y ubica las características que
corresponden a cada una de ellas.

También podría gustarte