Autoestima y Aprendizaje Escolar
Autoestima y Aprendizaje Escolar
Autoestima y Aprendizaje Escolar
(CPEIP)
LA CONSTRUCCIÓN DE LA AUTOESTIMA
La autoestima incluye el sentimiento del propio valer, de ser querido y apreciado por uno
mismo y por los demás. Supone el conocimiento de sí mismo, el aprecio por los propios
intereses, la valoración de los éxitos, de las habilidades y características de cada uno. Por
eso el primer paso para trabajar la autoestima es conocerse y apreciarse.
Una de las variables más significativas para la adaptación social y el éxito en la vida es
tener una autoestima positiva, es decir, saberse y sentirse competente en diferentes
aspectos. Las personas con autoestima positiva tienen seguridad en sí mismas, lo que
implica tener acceso a sus sentimientos y necesidades reales y a la posibilidad de
articularlos.
“La autoestima se vive como un juicio positivo sobre uno mismo, al haber conseguido un
entramado personal coherente basado en los elementos básicos del ser humano: físicos,
psicológicos, sociales y culturales. En estas condiciones va creciendo la propia
satisfacción, así como la seguridad ante uno mismo y ante los demás” (Rojas, E. 2002).
Cuando un niño logra desarrollar una autoestima positiva no se siente disminuido si
necesita pedir ayuda, porque el reconocimiento de su propio valor le favorece el
reconocimiento del valor de los demás. Los niños con una autoestima positiva son
responsables y se comunican en forma socialmente competente.
En este sentido, la autoestima es el modo en que una persona se ama a sí misma, a partir
de las propias posibilidades, fortalezas y características. La autoestima es “el lugar, la
tierra firme donde hincar el propio yo de manera que crezca derecho y en su máxima
estatura posible, que se desarrolle vigorosamente, y que haga posible sacar de nosotros
la mejor persona posible…” (Polaino, A. 2004). La visión positiva de sí mismo tiene que
pasar por la convicción de que se es digno de ser amado por lo que en la realidad se es.
Así, la autoestima es el eje sobre el cual se estructura el yo. La autoestima es la que
sostiene ese yo a veces deshecho por las eventualidades de la vida.
Hay adultos que actúan asustados de hacer exigencias a los niños por temor a la
frustración y al estrés que pudiesen desarrollar. Sin embargo, la presencia de
oportunidades en la vida de los niños de poner las propias capacidades al servicio de sí
mismo y de los demás, los conducirá a construir una autoestima protectora. Sin embargo,
es un imperativo adecuar las exigencias a las capacidades de los niños, ya que una
historia de fracasos constituye un obstáculo para la formación de una imagen personal
positiva y disminuye en forma significativa las expectativas de autoeficacia.
LA AUTOESTIMA Y EL APRENDIZAJE ESCOLAR
Los niños de bajo rendimiento escolar, tienden a presentar una baja motivación por
aprender, a esforzarse poco, a quedarse con una sensación de frustración por sus
experiencias de fracaso, a sentirse poco eficaces y a evitar los desafíos escolares, puesto
que parten pensando que no les va ir bien. Estos alumnos presentan generalmente una
autoestima baja. Cuando logran tener algún éxito, lo atribuyen a factores externos: “tuve
suerte” o “era fácil la prueba”; y sus fracasos y su falta de habilidad: “no puedo”, “no soy
capaz”. Según los estudios realizados, este tipo de atribuciones, además de tener una alto
costo emocional y ser un freno para el desarrollo de la autoestima, dificultan la superación
académica, ya que el alumno asume una actitud desesperanzada por falta de motivación
y energía para trabajar (Seligman, 1995).
El sentimiento de autoeficacia que los niños desarrollen depende, en gran medida, de los
adultos y educadores. Será más fuerte si se les proponen tareas motivadoras,
interesantes, alcanzables, que constituyan un desafío posible para ellos, que les susciten
un esfuerzo sostenido, y que les hagan sentirse bien con ellos mismos.
La autoeficacia está muy relacionada con las atribuciones que hace el niño. Las
atribuciones se refieren a la causalidad percibida, es decir, a los factores que la persona
piensa que fueron los que motivaron una determinada conducta. Así, puede pensar que
un buen resultado se ha debido al mucho estudio, pero también al esfuerzo, a la suerte, a
otro, etc. Para desarrollar sentimientos de competencia, es importante aprender a realizar
atribuciones de éxito y fracaso que den seguridad y sean realistas, y decirse a sí mismo,
“yo puedo hacer esto bien”.
Entre los factores que afectan la autoestima, positiva o negativamente, además del
rendimiento académico, está el clima social que se vive en la escuela. Es así que una
percepción positiva por parte de los estudiantes del clima que se vive en la escuela,
favorecerá una autoestima positiva en ellos. Dado que el aula es el lugar en el que los
estudiantes pasan la mayor parte del tiempo en la escuela, una sala de clases en la que
prima la productividad, la atmósfera cooperativa, los profesores centrados en las
necesidades de los alumnos y una organización bien administrada, se constituirá en un
ambiente favorable para el desarrollo de una autoestima positiva en los estudiantes.
Sea explícito en aprobar la obra bien hecha. Luego, ayúdelos a identificar aquello
de su trabajo que el estudiante podría mejorar en función del aprendizaje. Los
estudiantes cometen errores en el proceso de aprendizaje porque son aprendices.
No tema ser un adulto apoyador y afectivo que confía en las capacidades de sus
estudiantes generando para ello condiciones viables de desarrollo.
FUENTES
Milicic, N. (2001) “Creo en ti: la construcción de la Autoestima en el Contexto
Escolar”, Santiago de Chile: DEG, MINEDUC
Milicic, N. (2009) “Hijos con autoestima positiva”, Santiago de Chile: Grupo Editorial
Norma.
Tan, S. (2007) El árbol rojo. Libro Álbum, Australia: Bárbara Fiore Editora