Prólogo
Prólogo
Prólogo
LA PROMESA HISTORIOGRÁFICA,
A MANERA DE PRÓLOGO
Me gusta la historia. No sería historiador si no me gustara. Cuando el oficio
que se ha elegido es un oficio intelectivo resulta abominable dividir la vida en
dos partes, una dedicada al oficio que se desempeña sin amor y la otra reser-
vada a la satisfacción de necesidades profundas. Me gusta la historia y por eso
estoy contento al hablaros hoy de lo que me gusta. FEBVRE, Lucien. Vivir la
Historia. En: Combates por la historia. Barcelona, Ariel Ed. 1986.
V
iajar en el tiempo ha sido uno de los sueños y ensueños más comunes
del siglo XX y de lo que llevamos del XXI. El cine, la literatura y el
teatro se han convertido en el placebo momentáneo, en una pequeña
dosis de consumación de ese deseo, siempre y cuando se suscriba la vieja
cláusula de consentir y disfrutar aquello que se representa con gestos y deci-
res a sabiendas de ser ficción, y nada más que una ficción escenificada ante
nuestros ojos para desaparecer tan pronto sea posible. Mirando de frente a
ese amplio universo, no resulta un desvarío proponer que existe otra forma de
viajar en el tiempo: la promesa historiográfica.
Pero como la labor que nos convoca es en menor medida una crítica al actual
rumbo de las ciencias sociales, demos paso a lo que puede hallar el lector de
turno en lo que viene páginas arriba. Me atrevo a creer que el mérito de este
libro es proponer una visión de la fiesta de San Pacho en Quibdó, a la altura
de un fenómeno social cuya complejidad camina de la mano con el extenso
periodo en el cual ella misma se ha desarrollado; y es que el libro no retrata
una especie de continuidad teleológica, sino que nos muestra cómo la fiesta
es, en últimas, una sumatoria de dinámicas sociales, políticas y culturales en
contextos diferenciados, en los cuales los marcos más diversos de relaciones
sociales, de lucha, evangelización, dominación y transculturación han tenido
lugar. Hay entonces, en realidad, muchas fiestas en la fiesta de San Pacho.
Digamos, además, que otro mérito de este texto es el haber tratado de desci-
frar una historia ligada a geografías bastante complejas para quienes tenemos
que trabajar con documentos, especialmente escritos. No es de poca monta
la necesidad de superar la ausencia de sólidos archivos locales en el Chocó,
siendo necesario recurrir a acervos que desde otras geografías y/o institucio-
nes permiten hablar sobre lo que allá acontecía, sobre la vida cotidiana, sobre
la tragedia y la comedia de los cuerpos, sobre mucho de lo que quisiéramos
1 SILVA, Renán. Lugar de dudas: sobre la práctica del análisis histórico. Breviario de inseguridades. Bogotá,
Universidad de los Andes. 2014. 54, 60-61
saber así fuese a cuentagotas. Justo en un país con una lozana, triste y lúgubre
tradición archivística, regiones como las del Chocó, en general, representan
uno de los desafíos más complejos.
Vamos por partes. En el primer capítulo de este libro se abordan los inicios del
siglo XVI hasta 1648. La fundación de Quibdó es brevemente retratada bajo
las gestas fallidas de las avanzadas militares, una vez el modelo de asenta-
miento de la Ciudad Ordenada se extendía por la geografía virreinal, tal cual
los casos de Santa Marta, Santa María la Antigua del Darién, Cartagena de
Indias y Santafé. Son icónicos los escritos en 1553 del capitán Sánchez de
Narváez expresa al rey la necesidad de poblar (y controlar) la por entonces
Provincia del Chocó y las avanzadas por el hoy conocido como Río San Juan,
en donde el contacto entre jesuitas e indios noamamaes es un hito fundacio-
nal. Las toponimias hispánicas avanzan por lo que sin duda alguna era un
espacio también connotado por las distintas sociedades indígenas, a pesar
de que las primeras hayan prevalecido sufriendo un intrínseco sincretismo.
Leamos con el detenimiento necesario el siguiente extracto con el que Don
Francisco Sarmiento de Sotomayor anunciaba desde Cali, un 14 de abril de
1610, el envío de una Relación (la escritura y la cartografía en conjunto) en el
que el espectro de El Dorado hacía del Chocó un objeto de deseo, detenimien-
to necesario entre otras cosas, para poder viajar hacia estos lejanos horizontes
temporales:
2 MUÑOZ MACHADO, Santiago. Hablamos la misma lengua: Historia política del español en América, desde
la conquista a las Independencias. Barcelona, crítica Ed. 2017. P 46.
mas y Cirambiraes y noticias muy ciertas de otros yndios llamados Obiras, Ca-
trues y Dabaybes dizen los yndios esta un muy rico Santuario de muchas joyas
de oro ofrecidas a este ydolo Dabaybe y los españoles praticos de esta tierra
ay en ella copias de indios suficientes en tierras de buen temple para poderse
poblar quatro o cinco pueblos de españoles ricos de minas de oro, granates y
perlas en su costa Marítima del Sur y como he dicho en la carta referida de
veynte y seis del pasado parece necesario para la seguridad de la labor de las
minas poblarse y pacificarse los yndios que lo ympiden y aunque voy abriendo
el camino previniendo y disponiendo lo conveniente para la entrada a la labor
de las dichas minas no en toda execucion hasta ver lo que Vuestra Majestad
es servido mandarme a quien dios nuestro señor guarde Muchos años como la
christiandad ha menester. 3
Por último, un tercer capítulo retoma el periodo que va entre fines del siglo
XVIII hasta 1896. Acostumbrados como estamos a leer tal horizonte, desde
las epopeyas independentistas, las pugnas partidistas cuasi siempre alrededor
de Bogotá, y las guerras civiles, el texto nos presenta otro siglo XIX: los
comerciantes y una creciente población negra son rasgos dominantes de una
fiesta cuya continuidad en ese lapso queda en duda o simplemente no proba-
da. Hay que recordar que las fiestas republicanas, y el habitus de la festividad
burguesa hicieron de las suyas. Lo mismo podría considerarse para el caso de
los Capuchinos, en gran parte artífices de la continuidad de la fiesta de San
Pacho, con programas impresos, rutinas y hasta trompetas. Aquí se cierra el
libro y el lector queda en espera de un próximo producto intelectual que abor-
de ese caprichoso y siempre desconcertante siglo XX y lo que va del XXI.
Terminemos por decir que la promesa historiográfica plantea que a partir de
la escritura de la Historia, con todo ese necesario contrapunteo entre ciencia
y artesanía, el historiador podría viajar en el tiempo para terminar por volver
hacia su presente y tratar de comprenderlo mejor que antes. Digamos que, por
fortuna, este texto extiende dicha promesa para quienes tengan la decisión
para leerlo. De ser así, no sería un viaje solitario para su autora, aunque bien
se dice que el viaje siempre depende de las destrezas del viajero. Es turno
para que cada quien se aventure un poco entre páginas. Y qué siga la fiesta.
Es todo.
Hansel Mera
Historiador