Individualismo
Individualismo
Individualismo
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Matthieu Ricard pudo comprobar que servir a los demás hace muy feliz a la gente. De
hecho, ser más solidario es un método que se aplica para levantarle el ánimo a las
personas que sufren depresión.
Con la solidaridad pasa lo opuesto al egoísmo. Cuanto más altruista eres, más te
sensibilizas al mundo. Tu mente y tu corazón se abren para comprender la realidad de
los demás y esto te vuelve más perceptivo e inteligente. También te permite ver el
mundo desde diferentes puntos de vista y esto enriquece tu mundo emocional. También
puedes construir relaciones de mayor calidad.
Para Matthieu Ricard el nivel más alto de la solidaridad se llama compasión. Este monje
llama la atención sobre un hecho histórico. El mundo ha ido progresando hacia formas
de compasión cada vez más elaboradas. Los derechos humanos, los derechos de las
mujeres y, más recientemente, los de los animales, son prueba de esta evolución.
Para este monje budista, ya comenzó una gran revolución en el mundo: la de la
compasión. Así, en el corto plazo, esto generará las condiciones para que haya una
mejora económica. A mediano plazo, conducirá a una elevación de la calidad de vida.
Finalmente, a largo plazo, alcanzará la preservación del medio ambiente. Asegura que
paulatinamente nos daremos cuenta de que la humanidad solo tiene un camino para
seguir existiendo: la cooperación.
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Esto es una característica normal de la evolución humana, del crecimiento y del
descubrimiento de lo que les rodea.
Por tanto, pensar en uno mismo, es instintivo en el ser humano desde la infancia.
Cada uno de nosotros tenemos nuestro propio sistema de creencias que viene
determinado por la educación que hemos recibido y las experiencias vividas.
Estas creencias nos ayudan a interpretar el mundo y de ellas se derivan nuestros
pensamientos.
Por tanto, cada uno de nosotros tenemos un concepto distinto del egoísmo.
Cuando alguna persona nos pide que hagamos algo por ella y por el motivo que sea
decidimos no hacerlo, normalmente recibimos el mensaje de que somos egoístas.
Esto nos conlleva un gran malestar, pero ¿realmente estamos siendo egoístas nosotros
por decir que no o es la otra persona la que está siendo egoísta por no estar empatizando
y respetando mi decisión de decir que no?
Es importante distinguir entre ser y actuar, ya que no es lo mismo ser una persona
desconfiada que actuar de forma desconfiada. No vamos a juzgar a las personas por
sus conductas.
No hacer algo que alguien nos ha pedido en un momento determinado, no es ser egoísta.
Todos tenemos derecho a decir que no sin sentirnos culpables.
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¿Cómo puedo lograrlo?
En este caso no os voy a dar unas pautas concretas, ya que es un tema con bastantes
matices y depende mucho de la historia o momento personal de cada uno.
Lo que quiero es que lo tengáis presente y lo trabajéis, ya que una cosa tenemos clara,
siempre hay que guardar un tiempo para nosotros.
Llevamos toda nuestra vida comportándonos de una forma determinada, por lo tanto, el
cambio requerirá de tiempo, esfuerzo y paciencia.
Asimismo, este cambio sorprenderá a nuestro entorno e incluso puede haber veces que
no lo entiendan.
Están acostumbrados a vernos actuar de una determinada forma (siendo en muchos
casos beneficioso para ellos) y frente a ese cambio va a haber resistencias, sobre todo si
supone acabar con la comodidad de alguien.
Quiero invitarte a pensar en ti, ya que cuando estamos bien, podemos ayudar a los
demás, nuestro estado de ánimo se contagia, aprendemos a ver las cosas de otra manera
y lo trasmitimos a los demás.
Busca complacerte a ti, quien te quiere, estará ahí, con tus defectos y tus virtudes.
¡Aprende a pensar en ti y decidir qué es lo que quieres en la vida!
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mental, según López. Lo contrario sería una señal de pérdida de autonomía, que
conlleva la creación de una relación simbiótica. "Muchas parejas adultas adoptan una
relación de dependencia en la que al final la mujer acaba haciendo de madre del
hombre".
¿Por qué surge la necesidad de un refugio físico y emocional? López encuentra la
respuesta en la antropología, en nuestra condición de seres animales. “La existencia de
que los espacios compartidos pequeños generan irritabilidad. Uno ha de los animales en
general, y de los mamíferos en particular, se caracteriza por ocupar un territorio y
defenderlo. Es ahí donde nos sentimos seguros, protegidos, es ahí donde nuestra
supervivencia está garantizada. Los seres humanos, debido a nuestra evolución, hemos
perdido en buena parte ese territorio físico individual. Lo hemos cambiado o sacrificado
por la vida en sociedad. Es la sociedad, al menos en principio, la que nos garantiza
ahora la supervivencia". No obstante, seguimos necesitando instintivamente un
territorio personal. Ese espacio físico propio puede ser un sillón, un paseo, una afición o
un círculo de amistades. La tendencia de vivir en pisos cada vez más reducidos hace que
la convivencia en casa no deje mucho margen para el espacio propio. "Está demostrado
estar junto a su pareja porque quiere, no porque el espacio no le permita tener su propia
privacidad", comenta Antoni Bolinches, psicólogo especializado en relaciones de pareja
y autor del libro Seco sabio (Random House Mondadori). A falta de espacio físico, el
ser humano ha tenido que crear ese territorio psicológico que es el jardín secreto. Sentir,
pensar y actuar son las tres actividades principales de los seres humanos, pero López
cree que a mucha gente le cuesta distinguir entre las tres y no desarrolla su espacio en
esos campos. "Por lo general la gente cree que no puede sentir o pensar determinadas
cosas porque estaría traicionando a su pareja. Los actos afectan a otra persona, y hay
que controlarlos, pero los sentimientos y pensamientos pertenecen a lo privado, y por
tanto ahí hay libertad absoluta. En definitiva, imaginar y actuar, dentro de lo permitido,
forman parte de nuestro jardín secreto ".
De hecho, la idea de la relación absolutamente sincera es la que en muchas ocasiones
provoca miedo respecto al espacio privado del amado. "Esa idea romántica en la
práctica puede causar más daño que beneficio", advierte el autor de Los jardines
secretos. El problema, según él, es que a menudo se confunde el concepto de
individualidad con el de infidelidad. Por ello mucha gente no soporta que su pareja
mantenga su parcela íntima y lo puede llegar a entender como una amenaza a la
fidelidad, y ello le lleva a invadir ese ámbito privado. Uno de los campos más delicados
en este sentido puede ser el de las contraseñas secretas. "Son muchas las personas que
se sorprenden a sí mismas cuando ven que violan la intimidad de su pareja entrando en
su correo electrónico o consultando los mensajes de su móvil -comenta Bolinches-. En
ocasiones, el niño que llevamos dentro no puede resistir la tentación de clarificar la
sospecha". Los expertos coinciden en que cada uno debe poseer sus claves, ya sea en el
ordenador, el correo electrónico, las redes sociales o los teléfonos móviles, para gozar
de absoluta privacidad en cuanto a las llamadas y mensajes que recibe. Ahora bien, si
ambos están de acuerdo en compartir las claves de acceso no hay ningún problema. "Lo
importante es que no sientan ninguna obligación de hacerlo", apunta López.
Por otra parte, además de la distribución de espacios físicos y psicológicos, Bolinches
asegura que lo ideal para una pareja es tener un tiempo común y un tiempo propio,
porque así ambos se sienten libres, y vinculados voluntariamente. Cada uno puede
conseguir su tiempo y espacio físico mediante algún tipo de actividad. "Hay quien se
dedica, por ejemplo, al canto -señala López-. Ir cada viernes a ensayar con la coral se
convierte en un espacio donde la pareja no entra. Precisamente esa sensación de tiempo
y lugar propio refuerza y permite que el acuerdo de convivencia se mantenga sin
tensiones". Es más, que cada uno mantenga un círculo propio de amistades o aficiones
puede enriquecer la relación, y evitar frustraciones. Imaginemos una pareja en la que a
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ella le gusta ir los domingos por la tarde al cine y a él al fútbol. "Si ella obliga a él a ir al
cine o él a ella a ir al fútbol, uno de los dos se sentirá frustrado, y evidentemente le hará
pagar al otro la frustración", comenta López. "Por el contrario, si ella acepta que él vaya
al fútbol y él acepta que ella vaya con sus amigos al cine y deciden encontrarse después
y explicarse qué tal lo pasaron, no hay frustración y sí aceptación de la diferencia del
otro". Pero, evidentemente, para que el espacio propio y el común converjan
adecuadamente es importante la compatibilidad.
"Si a tu pareja le encanta la escalada y a ti no, y va dos veces a la semana a la montaña
sin ti, estaríamos ante un problema de compatibilidad. El espacio propio siempre se
tiene que equilibrar con el de la pareja. Y si no estamos juntos, ¿para qué estamos?", se
pregunta Ribot. La psicóloga subraya que muchas veces el problema radica en el límite
entre la intimidad individual y la responsabilidad de pareja, ya que en ocasiones
alimentar el espacio propio se traduce en dejar de cumplir ciertas obligaciones. Se trata
de una cuestión de equilibrio. "Cuando una persona convive con otra, los dos tienen que
asumir responsabilidades, y deben negociarlo todo, obviamente también su espacio
propio. Pero si, por ejemplo, hay un bebé en casa, queda poco espacio propio para los
dos. Hay épocas de la vida en las que uno tiene que renunciar temporalmente a la
intimidad personal, por una cuestión puramente logística".Alguien podrá pensar que la
intimidad personal es una excusa para huir de la pareja. "Nada más lejos de la realidad",
asevera López. "El respeto absoluto hacia el espacio íntimo del otro o la otra no sólo es
compatible con el amor, sino que es una condición sine qua non para que una pareja
funcione verdaderamente como tal... Y es así porque la persona que conoce su propia
intimidad y la valora es capaz de construir a partir de ella, mientras que la que no la
posee, porque la ignora o porque renuncia a ella, poco o nada puede aportar a la
intimidad de pareja".
Estudios psicológicos han comprobado que las parejas en las que existen jardines
secretos por ambas partes tienen una relación más satisfactoria. No obstante, Montserrat
Ribot recuerda que también hay personas que por una falta de capacidad emocional de
conectar con su pareja piden siempre un espacio propio. Se trata de aquellas personas
que tienen pareja pero van totalmente a lo suyo. "Hay gente que evita la intimidad de
dos, que huye de la pareja. Esto no puede sostenerse, porque en una relación tiene que
haber esa conexíón íntima. Una persona emocionalmente madura necesita las dos cosas:
desarrollar su propio espacio individual y, al mismo tiempo, el espacio común entre los
dos. El secreto está en cultivar con equilibrio las dos intimidades, la personal y la de la
pareja".
Pero ¿dónde se encuentra el equilibrio ideal? ¿Cómo dar con él? Cada persona es un
mundo, y ha de crear un espacio a su medida, respetando siempre el de la pareja. Pero
todos los expertos coinciden en lo mismo: hay que dialogar. El problema es que casi
nunca se habla de esto en la pareja. "En realidad es complicado -confiesa Ribot-, porque
en la fase de enamoramiento los dos, voluntariamente, renuncian al espacio propio pues
en ese momento la pareja es su máxima ilusión. En esa fase de la relación no ves cómo
se comportará tu pareja después, y por eso suele haber tantas decepciones cuando pasa
el maravilloso efecto bioquímico del enamoramiento". Por ello, lo mejor es siempre
establecer desde el principio un tipo de contrato. "No sería una mala idea empezar una
relación reconociendo explícitamente la individualidad del otro y su libertad de sentir,
pensar y hacer lo que quiera (con sus lógicos límites). Sería una forma de tomar
consciencia, en primer lugar, de la existencia del otro más allá de la pareja, y al mismo
tiempo de prevenir futuras desavenencias", propone López. Aunque no sea al inicio de
la relación, en algún momento se tiene que hablar tranquilamente sobre ello y
consensuar los límites de la intimidad común y de las personales para evitar
malentendidos y culpabilidades.
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En esa línea, Bolinches recomienda establecer dos vías de diálogo continuo: el diálogo
interior y con la pareja. Se trata de no perder la congruencia y consensuar un estilo de
vida en el que los dos se sientan bien consigo mismos y cómodos con los demás. "Un
elemento fundamental para que una pareja funcione es que la persona entienda que para
estar bien con el otro primero ha de estar bien consigo mismo". Bolinches constata que,
debido a la desorientación general del modelo de sociedad actual, muchas parejas se ven
perdidas a la hora de delimitar los espacios; sin embargo, asegura que, como código de
relación, el hecho de cultivar la intimidad en el seno de la pareja es un principio
aceptado de manera muy amplia hoy en día. "Otra cosa es la disparidad de criterios que
hay respecto a lo que entendemos por espacio y tiempo común, y espacio y tiempo
propio". Para dar con el equilibrio y disfrutar de una relación gratificante propone un
axioma que se puede aplicar tanto al matrimonio como a la convivencia en pareja: "La
clave es casarse con el otro sin divorciarse de uno mismo".
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Como decíamos antes, el preocuparse es un proceso que hacemos todos los humanos
como parte fundamental del proceso de resolución de problemas, pero no todas las
personas nos preocupamos de igual manera o el preocuparnos no produce el mismo
malestar emocional en todos nosotros.
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la percepción de que pueden controlar situaciones incluso aunque no tengan ninguna o
muy poca influencia en ellas.
Por ejemplo puedes estar muy preocupado porque caer bien a los demás e intentar
agradar a todos adaptándote a lo que crees que esperan de ti, sin tener en cuenta que la
opinión que generen los demás de ti depende de sus valores, creencias y juicios.
Por otro lado, las personas que se preocupan demasiado perciben que tienen menos
capacidad de influencia en aquellos problemas que si pueden gestionar.
Por ejemplo puede preocuparte por desarrollar una enfermedad coronaria y pensar al
mismo tiempo que no puedes hacer nada para evitar desarrollarla. Sin darte cuenta que
tienes control si empiezas a comer de manera más saludable, dejas de fumar y haces
algo de deporte diariamente.
Influencias culturales en la personalidad.
La cultura es un sistema de significados (creencias, valores, normas, actitudes,
conductas, conocimientos, habilidades…) compartido por un grupo determinado, que
habla una lengua común, en un periodo histórico específico y en una región geográfica
concreta.
Su función es mejorar la adaptación de los miembros que pertenecen a la cultura, a las
características ecológicas del lugar en el que viven, pero también incluye el
conocimiento que la gente necesita para funcionar de forma efectiva en su ambiente
social.
Todo el sistema de significados que constituye la cultura debe ser aprendido por cada
generación mediante el proceso de socialización, a través de las prácticas de crianza de
los padres, las escuelas y otras instituciones sociales.
Existe una gran heterogeneidad intracultural en el grado en el que las personas
internalizan y usan las normas culturales, dependiendo de sus preferencias, estados de
ánimo, situaciones concretas…
No existe una única correspondencia entre personalidad y cultura, sino solo vínculos
probabilísticos, de tal forma que la cultura incrementa la probabilidad de ciertos
comportamientos consistentes de la sociedad.
La persona se adapta al marco cultural, desarrollando su propio y único conjunto de
tendencias de respuesta, orientaciones cognitivas, metas y valores.
Se estima que aprox. el 60% de los individuos de una cultura se comportan de acuerdo
con el sistema de significados compartidos por los miembros de la misma.
La dimensión de diferenciación cultural que más atención ha recibido ha sido la de
individualismo-colectivismo (grado en que la persona está integrada en el grupo) ⇒ en
las culturas colectivistas la unidad básica de actuación es el grupo, mientras que en las
individualistas es la persona.
Según Triandis el colectivismo hace referencia a un conjunto de significados y prácticas
que propician que las personas:
enfaticen la conexión con su grupo, considerándose interdependientes del mismo
se describan a sí mismas más como miembros del grupo que como individuos
crean que la conducta social está más determinada por los elementos externos
que por los internos
enfaticen las metas colectiva
Según Triandis el individualismo es un conjunto de significados y prácticas que produce
que las personas:
enfaticen el carácter único e independiente del individuo
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se describan a sí mismas mediante atributos personales
crean que la conducta social está más determinada por estos atributos personales
que por las características externas
den prioridad a sus metas personales sobre las del grupo
Las sociedades tradicionales del este de Asia, África, Latinoamérica y las islas del
Pacífico son colectivistas, mientras que las culturas del Norte de América, Australia y
Europa son individualistas, aunque quedan algunas comunidades colectivistas en el sur
de Italia, la Grecia rural y este de Europa.
Modelos teóricos en el estudio de la personalidad y la cultura
Existen 2 perspectivas en el estudio de la personalidad y la cultura la psicología
cultural y la psicología transcultural.
La psicología cultural enfatiza:
la constitución mutua de cultura y personalidad, la personalidad no se puede
separar del contexto social y cultural en el que se desarrolla y se expresa por lo
que se considera que la personalidad se construye socialmente a través de las
interacciones entre el individuo y su ambiente cultural.
el estudio de los aspectos específicos o indígenas de cada cultura, a los que se
denomina émicos (palabra que deriva de fonémico que hace referencia a los
sonidos específicos de cada lengua) por lo tanto, hacen descripciones de los
fenómenos psicológicos muy contextuales.
el estudio de los procesos como expectativas, atribuciones, creencias, motivos…
el empleo de metodología experimental.
La psicología transcultural enfatiza:
considera que cultura y personalidad son entidades distintas, entendiendo que la
cultura es la VI que tiene influencia en la personalidad que sería la VD.
se centra en los aspectos universales de todas las culturas, denominaos éticos
(que deriva de fonético que se refiere a los sonidos idénticos en todas las
lenguas) y por ello sus estudios se focalizan en la comparación de diferentes
culturas con el fin de encontrar estos universales culturales.
pone énfasis en el estudio de las diferencias individuales (vs. Procesos) sobre
todo los rasgos.
metodológicamente se centra en el empleo de cuestionarios estandarizados
tradicionales.
Personalidad y cultura
La psicología cultural se centra principalmente en el estudio de los procesos
(motivacionales, emocionales, cognitivos) mientras que la psicología transcultural se ha
focalizado sobre todo en el estudio de los rasgos.
El self
Constructo que integra de forma holística el conjunto de características de personalidad
del individuo.
El self hace referencia a cómo la persona se ve a sí misma y cómo se evalúa. A su vez,
este conjunto de esquemas autoreferentes que constituyen lo que se denomina self,
incluye, e incluso determina la experiencia individual, es decir, cómo se percibe el
mundo, o cómo se piensa, siente y actúa.
El self se va constituyendo a través de la interacción del individuo con el ambiente
cultural. Mediante esta interacción el individuo capta los significados del ambiente. El
autoconcepto que emerge en las culturas individualistas difiere sustancialmente del que
surge en las sociedades colectivistas ⇒ se distingue el self independiente, propio de las
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culturas individualistas, del self interdependiente, más frecuente en las sociedades
colectivistas.
Distintas construcciones del self en función de la cultura en la que se desarrolla:
En las culturas individualistas:
las personas se perciben como independientes, autónomas y completas o
intentan lograr esa autonomía e independencia.
acentúan los límites entre el “yo” y los “otros”, percibiéndose como agentes
separados que actúan para conseguir sus propias metas, siendo algunas de las
más importantes intentar ser único y autosuficiente.
es el propio self el que actúa como fuente de acción y motivación.
se describen en mayor medida con una seria de atributos internos (rasgos,
preferencias, deseos…) que consideran que son los que predominantemente
determinan y causan la conducta.
se experimentan a sí mismas como relativamente inmutables a través de las
situaciones, haciendo todo tipo de cosas para mantener esta consistencia, pero
por el contrario, consideran que se puede cambiar el mundo, el ambiente
circundante.
el que sea crea que el mundo es más mutable que el self propicia que se
experimente una percepción de control individual peculiar a la que se denomina
control primario.
consideran que las acciones y propósitos que emprenden los seres humanos son
independientes y se ven como completas en sí mismas, las relaciones con los
demás juegan un rol menor en la identidad.
las relaciones son importantes, pero su importancia deriva de lo que pueden
aportar al self. Sirven para conseguir metas individuales o paliar necesidades,
más que como un fin en sí mismas.
En las culturas colectivistas:
las personas se experimentan a sí mismas como interdependientes de los demás,
se sienten en conexión con los miembros del grupo al que pertenecen.
su self está inherentemente conectado con los demás y los individuos se ven
como agentes conjuntos que actúan en sintonía con las metas y deseos de los
otros cercanos.
algunas de las metas más importantes son conseguir ser similar a los otros y
lograr su respeto y para ellos, los otros son una fuente importante de acción y
motivación.
se describen a sí mismas mucho más mediante relaciones y roles que con
atributos internos. El cambio de situación implica nuevos roles y distintas
obligaciones, la conducta está determinada mucho más por roles y normas
sociales que por las características personales.
el self interdependiente implica estar alerta a las necesidades, deseos y metas de
los otros, pero cuando se dice “los otros” no se hace alusión a todo el mundo,
sino que se refiere a los miembros del intragrupo (familia, amigos, grupo de
trabajo…).
el self es fluido y puede cambiar en función de los distintos roles que se
desempeñan y las diferentes expectativas y demandas situacionales de los roles y
las relaciones.
estos roles son relativamente inmutables. El mundo social se ve como duradero
y permanente, y por ello, la flexibilidad individual debe acomodarse a la
inflexibilidad del mundo social.
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cuando el mundo es más fijo que el self, la gente demuestra control mediante el
control secundario o ajuste a las demandas situacionales.
la fuente de la acción no es el individuo autónomo sino que la acción
individual .se distribuye a través de la configuración de las relaciones con los
otros.
las relaciones son muy importantes y tienen un fin en sí mismas.
ven a los miembros de su intragrupo como una extensión de su self, mientras
que mantienen la distancia con los miembros de los exogrupos.
Motivación
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En relación a la motivación, las personas individualistas se orientan más a conseguir el
éxito (motivación de aproximación), mientras que las colectivistas se orientan más a la
evitación del fracaso (motivación de evitación).
Este hecho implica que en los individualistas la motivación se incremente después del
éxito, mientras que en las colectivistas lo haga después del fracaso.
En las sociedades individualistas el mandato cultural fundamental para las personas es
conseguir ser una entidad única, independiente y autosuficiente, por lo tanto una
motivación importante será percibir el self lo más positivamente posible (mostrar una
alta autoestima).
Para conseguir mantener o aumentar la autoestima presentan lo que se conoce como
motivo de autoensalzamiento (tendencia a verse lo más positivamente posible) aunque
para ello tengan que sesgar o distorsionar la realidad. Esta motivación también les va a
llevar a intentar trabajar duro o persistir en tareas en que tengan éxito, y que por lo tanto
aumenten la probabilidad de aumentar la positividad del self y permitan mantener el
sentido del self como un agente eficaz.
En las sociedades colectivistas el mandato cultural más importante para las personas es
lograr el respeto y deferencia de los otros, lo que solo se puede conseguir cuando los
demás juzgan que uno se comporta adecuadamente, lo que a su vez, solo se logra en la
medida en que el individuo es capaz de vivir con las expectativas (frecuentemente
desconocidas) de los otros.
Dada su gran necesidad de ajuste al mundo social circundante, es natural que atiendan
selectivamente a los atributos negativos (autocrítica) y que sean especialmente
responsivos a los eventos que señalan negatividad y necesidad de mejora. Esta
motivación de automejora les lleva a trabajar duro y persistir en tareas en las que han
fracasado y en las que quieren mejorar.
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En relación al autoensalzamiento, se ha encontrado que los colectivistas sí muestran los
sesgos típicos de favorabilidad (autoensalzamiento cuando se refiere a uno mismo) pero
cuando valoran a su familia.
Cuando la gente actúa para influir en el ambiente, experimenta eficacia (creencia en la
propia capacidad y sentimiento de competencia) mientras que cuando las personas se
ajustan a su ambiente, especialmente cuando se ajustan a otras personas, reciben
respuestas interpersonales positivas y apoyo socioemocional y experimentan un
sentimiento de conexión con los demás.
La motivación de control, típicamente occidental, no necesariamente se expresa igual en
todas las culturas, ya que la percepción de control sobre los eventos es mucho mayor en
los euroamericanos que en los asiáticos e hispanos, pero sin embargo, tanto asiáticos
como hispanos perciben que tienen más control sobre sus propias características
personales internas.
Emociones y bienestar
Los procesos emocionales se dan en todas las culturas, pero existen marcadas
diferencias entre las sociedades en las emociones predominantes, la frecuencia con que
se expresan y la regulación y valoración de las mismas.
Se pueden distinguir entre emociones implicativas (tienen como referente a los
demás) y las emociones no implicativas (tienen como referente al yo,
egofocalizadas). Esta diferencia se puede hacer tanto entre las emociones positivas
como entre las negativas.
En cuanto a los sentimientos positivos, las emociones como orgullo, autoconfianza
o sentimiento de superioridad (emociones no implicativas) suelen ser el resultado
de la satisfacción o confirmación de los atributos internos como metas, deseos o
derechos. Experimentar y expresar estas emociones afirma la identidad del self
como una entidad independiente.
Otras emociones positivas como la simpatía o los sentimientos de respeto, cercanía
o amistad (emociones implicativas) resultan del hecho de estar conectados con los
demás en las relaciones. Cuando estos sentimientos se experimentan y se expresan
la armonía y unidad se fortalecen y se percibe el self como implicado en estas
relaciones.
Las emociones negativas como ira o frustración (emociones no implicativas)
normalmente derivan del bloqueo de metas, deseos o derechos, o de interferencias
en creencias. Este tipo de emociones motivan para eliminar la amenaza y restaurar
el sentido de independencia.
Otras emociones negativas como la culpa o la vergüenza (emociones implicativas)
resultan de algún tipo de fracaso producido en las relaciones con los demás y
motivan al individuo para cambiar su comportamiento y restaurar la armonía y
unidad que se dan en las relaciones.
Se ha encontrado que los japoneses experimentan y expresan más emociones
implicativas que no implicativas (tanto positivas como negativas) mientras que los
americanos presentan el patrón contrario.
En el estudio de Kitayama los participantes tenían que valorar la intensidad con que
habían sentido una serie de emociones, tanto implicativas como no implicativas.
Los resultados mostraron una interacción significativa donde los americanos mostraron
más emociones no implicativas que implicativas, mientras que entre los japoneses fue al
revés.
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Japoneses:
informan de menos emociones, menos intensas y de más corta duración que los
americanos.
están más atentos a la información extra individual, dedican gran parte de sus
recursos atencionales a los demás y al ambiente circundante y atienden menos a
sus emociones.
las emociones juegan un rol menos importante en la vida diaria, no son
importantes predictores del bienestar.
tienden a controlar la expresión emocional para mantener las relaciones
armónicas con los demás.
han desarrollado estrategias para evitar la expresión de emociones negativas
como la ira que pueden ser amenazantes para el self interdependiente.
Ejemplo: en china las discusiones tienen una estructura clara, explícitamente diseñada
para prevenir el conflicto. Los japoneses expresan ira a los extraños pero no a las
personas cercanas, todo lo contrario que en las culturas occidentales. Entre los
occidentales se siente culpa por violar un principio moral o ley, mientras que entre los
chinos se siente por dañar a otros psicológicamente.
sentir orgullo por los propios logros se considera arrogancia y se procura su evitación,
pero si está bien considerado sentir orgullo por acciones dignas de elogio de los otros
miembros del grupo.
Norteamericanos:
desarrollan una sensibilidad especial para detectar cualquier cambio interno.
informan de más emociones, más intensas y de más larga duración que los
japoneses.
las emociones son uno de los factores que más influyen en el bienestar, juegan un
rol importante en la vida diaria.
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creencias sugieren que, aunque las emociones positivas son deseables, no deben ser
excesivas para no producir consecuencias negativas.
Cognición
Error fundamental de atribución consiste en sobreestimar las causas internas e
infravalorar las situacionales en la explicación de la conducta. Este sesgo no es
universal como se creía y es mucho más débil en las culturas colectivistas.
Las culturas colectivistas, usan en mayor medida que las individualistas, causas de tipo
situacional para explicar la conducta.
Los orientales, respecto a los occidentales, atienden más al ambiente y además, prestan
atención a un rango más amplio de eventos simultáneamente, por lo que atienden tanto
al objeto como al campo, mientras que los americanos se centran más en el objeto. Por
ello se dice que en los colectivistas la atención es más holística, mientras que en los
individualistas está focalizada.
Los orientales no se enfrentan de la misma forma a las contradicciones que los
occidentales. Ejemplo: cuando se enfrentan a proposiciones contradictorias, los chinos
las ven igual de plausibles, como si se vieran obligados a encontrar méritos en ambas,
sin embargo, los americanos eligen una. Los americanos intentan evitar las
contradicciones y cuando se les presentan argumentos contradictorios, los intentan
eliminar seleccionado de la información que les interesa, lo que les lleva a ignorar
información útil. Los chinos aceptan la contradicción como una parte de la vida y
cuando se enfrentan con argumentos contradictorios aceptan ambos y no hacen
esfuerzos para resolver la inconsistencia.
El rechazo o aceptación de las contradicciones pone de manifiesto 2 formas diferentes
de pensamiento en las distintas culturas:
el pensamiento analítico (predominante en las culturas individualistas): implica la
separación del objeto del contexto, una tendencia a focalizarse en los atributos el objeto,
lo que propicia que se le asigne a diferentes categorías, y una preferencia por usar reglas
sobre las categorías para explicar y predecir el comportamiento del objeto.
el pensamiento holístico (propio de las colectivistas): implica una orientación al
contexto o campo como un todo, incluyendo las relaciones entre el objeto focal y el
campo y la preferencia por explicar y predecir los eventos de acuerdo a sus relaciones.
Es un conocimiento basado en la experiencia más que en la lógica abstracta y es además
dialéctico, con énfasis en el cambio, la necesidad de múltiples perspectivas y búsqueda
de un punto medio entre proposiciones opuestas.
Se ha encontrado que los occidentales se basan en la lógica, pero los orientales, aún
dominando la lógica, se fundamentan más en la experiencia.
Los coreanos y americanos rinden igual en los ítems abstractos, lo que indica que no
hay diferencias culturales en la capacidad de razonamiento, sin embargo, los coreanos
presentan una especie de “sesgo de creencia” (juzgar los silogismos válidos como no
válidos si tenían conclusiones no probables).
Rasgos
La psicología transcultural tiene como objetivo fundamental demostrar que los rasgos,
son universales y se presentan en todas las culturas.
La psicología cultural no pone en duda la existencia de los rasgos en las diversas
culturas, sino su relevancia.
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La estructura de los 5 grandes emerge en países de América del Norte y del Norte de
Europa. Sin embargo, en otros países emergen dimensiones indígenas o específicas,
mientras que no se obtienen algunos de los 5 grandes.
Las dimensiones indígenas parecen mucho más predictivas que cualquiera de las 5
dimensiones básicas.
Se ha comprobado que en las culturas no occidentales, los roles y normas sociales son
más predictivos del comportamiento que los atributos internos. El menor poder
predictivo de los rasgos se ve reafirmado por el hecho de que las personas de culturas
colectivistas tardan mucho más en definirse a sí mismas en comparación a las
individualistas. Dado que la conducta de los individuos colectivistas depende más de los
roles que desempeñan, es mucho menos consistente a través de las situaciones, que la de
las personas individualistas.
Consideraciones finales
La psicología cultural considera que personalidad y cultura se influyen mutuamente. Sin
embargo, los estudios se han centrado en cómo en las diferentes culturas, los individuos
desarrollan diferentes patrones de comportamiento, pero se ha prestado muy poca
atención a los procesos mediante los que la persona puede influir en la cultura.
Aunque la psicología cultura defiende que la personalidad se construye socialmente, a
través de las continuas interacciones del individuo con el ambiente, sus estudios se
centran en los efectos de esas interacciones, pero no en la interacción en sí misma.
Los efectos de la interacción se observan cuando las personas se comportan
diferencialmente en las distintas culturas.
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En psicología su significado va más allá, y cuando hablamos de individualismo nos
referimos también a un rasgo de personalidad o a una manera de ser.
En una persona narcisista, el yo opaca tanto al entorno vital, que es muy complicado
que la persona termine por cuidar intereses que sean más allá de los propios. Así, es
cierto que las personas narcisistas se caracterizan, entre otros rasgos, por esa
tendencia a ponerse por delante de los demás en todo momento, buscando siempre
la admiración ajena, la aprobación, y situándose siempre en el centro de todo. Esto
lo vemos, también, en otro trastorno de la personalidad: el histriónico.
Investigando el individualismo
¿Qué dicen las expertos sobre el individualismo?
A través del estudio, liderado por Igor Grossmann, llegaron a la siguiente conclusión: la
causa más probable del gran auge del individualismo son los “trabajos de oficina”.
¿Por qué? Porque dejan atrás todos aquellos otros trabajos más de tipo colectivo o
cooperativo (típicos de la clase obrera), por ejemplo.
El auge del individualismo y el trabajo de oficina
Pero, ¿cómo llegaron a esta conclusión? Para entenderlo, debemos saber que los
investigadores en su estudio analizaron 6 factores culturales relacionados con el
individualismo:
Enfermedades infecciosas.
Desastres naturales.
Clima.
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Religiosidad.
Urbanización de las zonas habitadas.
Estructura socioeconómica.
Por otro lado, analizaron también tres variables más: el vocabulario utilizado en los
libros (palabras individualistas, colectivas…), las prácticas culturales (nombres únicos
vs. compuestos) y la estructura interpersonal (matrimonio, divorcio, vivir solo/a, etc.).
¿Qué obtuvieron después de analizar todas estas variables? ¿Cuáles eran los marcadores
potenciales de un aumento del individualismo?
Pues fue la clase social (estructura socioeconómica) la que se relacionaba directamente
con los trabajos de oficina. Concretamente, encontraron que este era el único marcador
que precedía a los cambios en el individualismo a través de este siglo. Así, los trabajos
de oficina dejaban atrás trabajos de tipo más cooperativo o colectivo (más
característicos de la clase obrera).
Reflexiones finales
Es cierto que hay diferentes maneras de entender el individualismo, pero no es menos
cierto que en el ideario colectivo no está bien considerado. Además, es importante
diferenciar aquí a la persona autónoma -con un bajo grado de dependencia-, con sus
propias metas e intereses, de la persona individualista (que cuida de sus intereses
con independencia de lo que eso signifique para los intereses de los demás).
Sea como sea, muchas personas manifiestan esta tendencia, y quizás lo que revela el
estudio mencionado tenga parte de razón: variables como el tipo de trabajo
preponderante en la sociedad (un “trabajo de oficina”) podrían estar en la base (entre
otros factores) del creciente individualismo en el que parece ser, vivimos inmersos.
“El individualismo debe ser, mañana, la realización completa de las capacidades de todo
un individuo en beneficio absoluto de una colectividad”.
-Che Guevara-
El rechazo inevitable
Es la regla ya conocida de que si hay abundancia de algo entonces vale poco: las
actitudes altruistas y generosas se entenderán poco a poco como un signo de poca valía
personal y un síntoma de debilidad. Y tenderán a verse más como un derecho personal
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de uno el recibirlas y no tanto un acto especial y meritorio del otro que se valore
positivamente.
Con este guion relacional se cumple por tanto el aforismo de Robert Ardrey que dice
“Mientras perseguimos lo inalcanzable hacemos imposible lo realizable”.
Como escribe el sociólogo Elster:
“El altruismo genera egoísmo”
Así que es una auténtica obligación social que todos nos comportemos con sano
egoísmo: que esperemos a recibir antes de volver a dar. Para que nos aseguremos de que
todos recibamos y todos demos. Y así nadie se acomode en el puesto del que siempre
recibe y nunca da.
Abnegación
La madre Teresa de Calcuta, considerada por muchos un modelo de virtud más cercano
a la abnegación.
La abnegación es un tipo de virtud moral que consiste en el sacrificio espontáneo o
por medio de la voluntad de los propios intereses, deseos e incluso de la misma vida
en favor de otros o de todos. Es una forma de altruismo que exige inmolación, y
crea, si no es patológica, cohesión social.
Concepto
Se define como un absoluto y espontáneo sacrificio que alguien hace de su
voluntad, de sus afectos, de sus gustos o de sus intereses personales, generalmente
por amor paternal o maternal, motivos religiosos o por el bien ajeno.2
Una persona abnegada deja de lado sus intereses personales (como puede ser formar una
familia en pos de entregar ese tiempo que se le dedicaría a fines sociales o colectivos) al
cuidado y asistencia de los pobres, enfermos o de los más necesitados: una hija que
renuncia a su crecimiento profesional y a casarse para cuidar de sus padres que están
enfermos puede considerarse una muestra fiel y auténtica de la abnegación.
En la teología cristiana se tiene a Jesucristo como el mayor ejemplo de esta virtud,
haciendo consistir en ello la perfección cristiana.34 Y en el cristianismo, algunas
órdenes monásticas constituyen ejemplos de abnegación haciendo votos de pobreza y de
ayudar a los pobres y necesitados: la Orden franciscana, por ejemplo, o la de las
Misioneras de la Caridad, que posee un ejemplo de abnegación premiado con el Nobel
de la Paz, la madre Teresa de Calcuta.
La abnegación, para ser tal, ha de tener por finalidad el Bien Supremo, ya que en otro
caso no sería completa ni perfecta, pues tratándose de bienes relativos, todos ellos
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pueden dejarse por otro mejor. Se entiende en este sentido por abnegación la renuncia o
el sacrificio hecho de una cosa por una causa cualquiera. Esta clase de abnegación es
más o menos perfecta, filosóficamente hablando, según sea la causa que la motive.
Hecha por fines humanos ha sido practicada en todos los tiempos. La vida es una
continua abnegación, pues siempre se sacrifican unos bienes para alcanzar otros.
También se llama abnegación, algunas veces, al acto o idea contrarios al egoísmo; en
este sentido la caridad, el desinterés, el altruismo y la filantropía pueden entrar, según
sus fines, en una u otra de las clases referidas.
El sacrificio altruista
Pero existe un comportamiento bien documentado, tanto en animales como en humanos,
que contraviene esa pauta por la que el individuo busca, ante todo, su propia
supervivencia frente a las agresiones del medio: el sacrificio altruista.
Los comportamientos altruistas extremos pueden alcanzar hasta la propia muerte
con el fin de lograr la supervivencia de otros –ya sean estos reales o intangibles,
como una idea–. Lógicamente, el carácter paradójico de los comportamientos
altruistas ha estimulado la curiosidad científica y la controversia acerca de su
origen.
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La principal explicación desde un punto de vista evolutivo de este tipo de
comportamiento es la teoría de la selección de parentesco (kin selection theory)
planteada por W.D. Hamilton, que explica el comportamiento altruista en términos de lo
que se denomina eficacia inclusiva (inclusive fitness).
Sin embargo, en ambos casos, su ambiente ha sido muy similar. Ya sean hermanos MZ
o DZ comparten el útero, los cuidados maternos, la alimentación, el entorno familiar…
Por otra parte, en ambos casos, existe una alta probabilidad de responder que sí cuando
se les pregunta si estarían dispuestos a sacrificarse por su par. Ahora bien, la
probabilidad de una respuesta afirmativa es mayor en los MZ, como predice el modelo
expuesto.
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Un individuo estaría más dispuesto a colaborar y, llegado el caso, sacrificarse en
beneficio de una idea que representa un grupo con el que siente una fuerte afinidad; de
tal magnitud que se identifica o sustituye a la familia. En línea con esta argumentación,
desde la Psicología Social se ha acuñado el concepto de fusión de identidad, definida
como “una conexión visceral entre la identidad personal y la grupal” que predice
sistemáticamente la disposición a realizar sacrificios extremos por el grupo y sus
miembros. Hay un gran número de trabajos en este campo que amplían y desarrollan
este modelo.
Origen en nuestro pasado evolutivo
Estos mecanismos pudieron tener su origen en nuestro pasado evolutivo, cuando la
supervivencia de los individuos y de su descendencia era mucho más dependiente de la
pertenencia al grupo y la fuerza de este. Obviamente, sin embargo, esto no tiene el
mismo sentido en el mundo actual donde las migraciones y la globalización han
incrementado la mezcla genética y cultural hasta diluir los límites intergrupales
tradicionales y sustituirlas por fronteras administrativas.
En todo caso, la perspectiva evolucionista es, probablemente, solo una parte de la
explicación. La regla de Hamilton no se cumple en todas las circunstancias y existen
otras perspectivas que añaden interesante información y matizaciones para comprender
estos comportamientos que, independientemente de su origen, tienen una enorme
relevancia en nuestra sociedad actual.
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