Máxima Eficacia
Máxima Eficacia
Máxima Eficacia
Brian Tracy
Máxima eficacia
Un sistema integral de planificación que le permitirá potenciar
todas sus capacidades
Introducción
1. Despliega todo tu potencial
2. Duplica tu productividad
3. Simplifica tu vida
4. Explota tu recurso más precioso
5. Practica la planificación estratégica personal
6. Enriquece tu negocio y tu carrera
7. Mejora tu vida familiar y personal
8. Consigue independencia económica
9. Goza de una salud y de una condición física soberbias
10. Sé todo lo que eres capaz de ser
11. Marca la diferencia en tu comunidad
12. Desarrollo espiritual y paz interior
Epílogo: Siete lecciones para el siglo XXI
Máxima Eficacia: Programa Máxima Eficacia de «coaching»
y «mentoring»
Apéndice: Lista de Valores
Lecturas recomendadas
Máxima eficacia
Introducción
En las páginas que siguen aprenderás a pensar como piensa la gente más
eficaz y a actuar como actúa la gente más eficaz. Aprenderás a
desarrollar tu propio plan para lograr resultados rápidos en cada
aspecto que te importe de tu vida. Aprenderás a conseguir más en los
próximos dos años de lo que la mayoría de la gente consigue en toda la
vida.
Casi no hay límites para lo que puedes ser o tener cuando aplicas el
proceso Máxima Eficacia a tu vida.
1
Despliega todo tu potencial
TODO GRAN HOMBRE HA SIDO GRANDE Y TODO HOMBRE EXITOSO HA TENIDO ÉXITO EN LA MEDIDA EN
QUE HA CONCENTRADO SUS ENERGÍAS EN UN SOLO CANAL.
De ti depende
Poner en práctica esta sencilla fórmula es fundamentalmente una
cuestión de decisión personal. Depende de ti. Nadie puede tomar esta
decisión por ti y nadie la puede llevar a la práctica excepto tú.
Entre las opciones personales más importantes está la de asumir plena
responsabilidad por todo lo que eres y por todo lo que puedes llegar a
ser. Éste es el gran punto de inflexión en la vida. La aceptación de la
propia responsabilidad distingue a la persona superior de la persona
promedio. La responsabilidad personal es el rasgo preeminente del
liderazgo y la fuente del alto rendimiento de toda persona en cualquier
situación.
Aceptar la completa responsabilidad de la propia vida significa que te
niegas a disculparte o a culpar a otros por cualquier cosa que no te
satisfaga en la vida. Desde este momento te niegas a criticar a nadie por
la razón que sea. Te niegas a quejarte por tu situación o por lo que te ha
sucedido en el pasado. Eliminas todos los «si hubiera…» y todos los
«qué habría sucedido si…» y te concentras en lo que verdaderamente
quieres y en adónde quieres llegar.
Esta decisión de aceptar la completa responsabilidad por ti mismo y
por tu vida y tus resultados, sin excusas, es absolutamente esencial si
deseas duplicar tus ingresos y tu tiempo libre. En lo sucesivo, sin que
importe qué suceda, declara «soy responsable».
Si ningún aspecto de tu vida te satisface, di «soy responsable» y
ocúpate de cambiarlos. Si algo resulta mal, asume la responsabilidad y
empieza a buscar la solución. Si no te satisfacen tus ingresos actuales,
asume la responsabilidad y empieza a hacer las cosas necesarias para
aumentarlos. Si no te satisface el tiempo que pasas con tu familia,
asume la responsabilidad por ello y empieza a hacer algo al respecto.
Cuando aceptas la responsabilidad, te sientes personalmente
poderoso. Aceptar que eres responsable te da una tremenda sensación
de control sobre ti mismo y sobre tu vida. Cuanta más responsabilidad
aceptes, más confianza y energía obtendrás. Cuanta más
responsabilidad aceptes, más competente y capaz te sentirás.
La aceptación de responsabilidades es la base de una alta autoestima,
del respeto hacia uno mismo y del orgullo personal. La aceptación de la
responsabilidad personal está en el núcleo de la personalidad de
cualquier hombre o mujer sobresaliente.
En cambio, si te excusas, culpas a otro, te quejas o criticas, estás
renunciando al poder. Te debilitas y debilitas tu resolución. Entregas el
control de tus emociones a los demás y a las situaciones o de las cuales
te quejas.
No evitarás tu responsabilidad si intentas traspasarla a otras
personas. Sigues siendo responsable. Pero pierdes el control sobre la
propia vida. Empiezas a sentirte víctima, a considerarte una víctima; te
vuelves pasivo y resignado, y no fuerte y activo. En lugar de sentir que
estás en lo más alto del mundo, sentirás que el mundo está encima de ti.
Este modo de pensar te llevará a un callejón sin salida del que no hay
modo de escapar. A ese lugar hay que negarse a viajar.
La mejoría es automática
Lo que han descubierto los psicólogos y otros especialistas es que cada
acto de observación de una conducta tiende a cambiar para mejor esa
conducta. Éste es uno de los mayores hallazgos en la comprensión del
rendimiento personal. Este descubrimiento crucial contiene la clave para
mejorar sustancialmente la calidad de cualquier área de la vida.
A veces pregunto lo siguiente a los que asisten a un seminario:
«Imaginen que hay varios investigadores de la universidad local en esta
habitación. Imaginen también que los investigadores les observan y que
escribirán un informe sobre cómo toman notas durante el seminario.
¿Tendrá esto algún efecto en su capacidad de tomar notas?».
Todo el mundo sonríe y acepta que si supiera que se está observando
y evaluando cuidadosamente su capacidad de tomar notas, prestaría
mucho más atención al modo como lo hace. Estarían mucho más
atentos y lo harían mucho mejor que si nadie los observara.
Este punto es sencillo, pero profundo e importante. Si te observas
cuando te entregas a una actividad cualquiera, prestarás más atención a
esa actividad y la harás mejor. Cuando prestas atención a cualquier
elemento de tu conducta, tiendes a rendir en esa área mejor que si no le
prestaras atención o que si no pensaras en ella en absoluto.
El poder del proceso Máxima eficacia es que aprendes a identificar las
acciones y conductas más vitales en cada área, en aquellas que te
pueden conceder las mejores recompensas y mejores resultados en el
menor lapso. Si te concentras conscientemente en esas áreas, tu
rendimiento será cada vez mejor. Este proceso de mejora continua
sucederá naturalmente y con facilidad porque ya has puesto una «X» en
la conducta importante.
La curva de eficiencia
La curva de eficiencia explica por qué algunas personas ganan varias
veces más que otras en el mismo campo. También explica por qué
algunas empresas producen mucho más de un producto u ofrecen un
servicio con un alto estándar de calidad y a menor precio que otras. De
este modo trasladan sus menores costes de producción a sus clientes,
venden a menor precio, superan a sus competidores y por lo tanto
aumentan su cuota de mercado y sus ganancias. Esta curva de eficiencia
también es clave para tu éxito (ver figura 1.1).
Esta curva parece una pista de esquí que avanza de izquierda a
derecha. Cuando empiezas un nuevo trabajo o actividad, por lo general
tienes que invertir bastante tiempo y esfuerzo para conseguir resultados.
Es la fase de aprendizaje. Pero si insistes, finalmente serás mejor y mejor
en esa tarea particular. A medida que mejoras, empiezas a avanzar y a
descender por la curva y ocupas menos y menos tiempo para conseguir
la misma calidad y cantidad de resultados. Por fin, llegas a un punto en
que puedes producir en una hora lo que una persona nueva tardaría
varias horas. Mientras, la calidad de tu trabajo es igual o mejor que la
de la persona de menor experiencia, que ocupa muchas más horas en
hacer lo mismo.
Simplificar
La primera letra del acrónimo Slam procede de simplificar. Para lograr
un mejor control de tu tiempo, duplicar tus ingresos y aumentar de
manera sustancial la calidad de tu vida personal, tienes que aprender a
simplificar todo lo que haces. Tienes que reducir y eliminar
continuamente las actividades que te ocupen mucho tiempo y
contribuyan muy poco a tus objetivos.
Simplifica tu tiempo y tu vida haciendo la menor cantidad de cosas de
poco valor que te sea posible. Esto liberará más tiempo para que hagas
las pocas cosas que en verdad importan. Para simplificarte la vida, la
estrategia de pensamiento de base cero es uno de los recursos más
poderosos que puedes aprender y aplicar regularmente.
Así funciona. Pregúntate: «¿Hay algo de lo que hago ahora que,
sabiendo lo que ahora sé, no haría si empezara de nuevo?».
¿Hay alguna relación personal o de negocios que no continuarías hoy
si tuvieras que empezar de nuevo? ¿Hay algún producto, servicio,
proceso o gasto de tiempo o de dinero, en tu trabajo o negocio, que,
sabiendo lo que ahora sabes, no harías hoy si empezaras de nuevo?
Si tu respuesta es «sí», entonces la siguiente pregunta es: «¿Qué debo
hacer para salir de esta situación lo antes posible?».
Si estás haciendo algo que no volverías a hacer hoy, sabiendo lo que
ya sabes, esta actividad es candidata para dedicarle menos tiempo o
para o eliminarla. Interrumpir sólo una actividad o apartarse de una
persona que ya no pertenece a tu vida puede simplificarte
sustancialmente la vida, a veces de un día para otro.
Pregúntate una y otra vez si hay algo a lo que puedas dedicarte más o
menos, empezar a hacer o dejar de hacer. Son preguntas para responder
cada día. Son claves importantes de simplificación. El capítulo tres se
ocupa exclusiva y detalladamente del proceso de simplificación.
Apalancamiento
La segunda letra del acrónimo Slam procede del término inglés leverage,
que equivale a ‘apalancamiento’ o afianzamiento. El apalancamiento
sirve para rendir al máximo. Puedes afianzar tu fuerza y tus capacidades
para lograr más de lo que creías posible. El filósofo griego Arquímedes
dijo una vez: «Dadme una palanca y un punto de apoyo y moveré el
mundo». Este principio también se aplica a ti.
Hay siete formas de afianzamiento que puedes desarrollar. Están al
alcance de la mano, basta preguntar por ellas.
El conocimiento de otras personas
La primera forma de afianzamiento reside en los conocimientos de los
demás. Un fragmento clave de conocimiento aplicado a tu situación
puede modificar extraordinariamente tus resultados. Esto te puede
ahorrar una cantidad enorme de dinero y muchas horas, incluso
semanas y meses de trabajo duro. Por esta razón, la gente exitosa es
como una antena de radar que constantemente explora el horizonte de
su vida en busca de libros, revistas, grabaciones, artículos y conferencias
que le aporten ideas e intuiciones que pueda utilizar para conseguir más
rápido sus objetivos.
La energía de otras personas
Ésta es la segunda forma de afianzamiento. La gente altamente eficaz
siempre busca maneras de delegar y entregar a terceros actividades de
menor valor para así contar con más tiempo para hacer las pocas cosas
que le rinden más. ¿Cómo puedes usar la energía de otras personas para
ser más eficaz y productivo?
El dinero de otras personas
Ésta es la tercera forma de afianzamiento. Tu capacidad para pedir
prestado y aprovechar los recursos financieros de otras personas te
puede capacitar para lograr cosas extraordinarias que no te serían
posibles si tuvieras que pagar por ellas con tus propios recursos.
Siempre deberías buscar oportunidades para pedir prestado e invertir
dinero y conseguir un beneficio que supere el coste de ese dinero.
Los éxitos de otras personas
Ésta es la cuarta forma de afianzamiento. Puedes mejorar
sustancialmente la calidad de tus resultados estudiando los éxitos de
otras personas y otras empresas. La gente exitosa ha pagado con
frecuencia un alto precio, en dinero y emociones, en dificultades y
decepciones, para lograr un objetivo determinado. Si estudias sus éxitos
y aprendes de sus experiencias, a menudo te ahorrarás una cantidad
enorme de tiempo y problemas.
Los fracasos de otras personas
La quinta forma de afianzamiento son los fracasos de otras personas.
Benjamín Franklin dijo una vez: «El hombre puede comprar su
sabiduría o pedirla prestada. Si la compra, pagará el precio completo en
tiempo personal y dinero. Si la pide prestada, capitalizará las lecciones
aprendidas de los fracasos de otros».
Muchos de los grandes éxitos de la historia han surgido como
resultado de un estudio cuidadoso de los fracasos de otras personas en
campos iguales o semejantes al propio y de haber aprendido de ellos.
¿Qué o quién ha fracasado en tu campo para que puedas aprender de
ello?
Las ideas de otras personas
Ésta es la sexta forma de afianzamiento. Todo lo que necesitas para
empezar a hacer fortuna es una buena idea. Cuanto más leas, aprendas,
converses y experimentes, más probabilidades tendrás de dar con una
idea que, combinada con tus propias capacidades y recursos, te
proporcionará un gran éxito en tu campo.
Los contactos de otras personas
La séptima forma de afianzamiento son los contactos o la credibilidad
de otras personas. Las personas que conoces a su vez conocen a muchas
otras personas y muchas te pueden servir de ayuda. ¿A quién conoces
que te pueda abrir puertas o presentarte a la gente adecuada? ¿A quién
conoces que te pueda ayudar a conseguir más rápido tus objetivos?
Presentarte ante una sola persona clave te puede cambiar por completo
la dirección de la vida.
Aceleración
La tercera letra de la fórmula del Gran Slam procede de aceleración.
Hoy, en nuestra sociedad, hay una necesidad increíble de velocidad.
Todo el mundo es impaciente. Todo el mundo quiere todo para ayer,
aunque no supiera hasta hoy que lo quería. Todo aquel que es capaz de
satisfacer rápidamente las necesidades de otras personas avanzará
rápidamente a la primera línea. Trata siempre de hacer las cosas más
rápido para la gente y clientes claves en tu vida.
Multiplicación
La cuarta letra de Slam es una M, que viene de multiplicación. La
manera básica de multiplicarte consiste en organizarte y trabajar con
otras personas cuyas capacidades y habilidades complementen las tuyas.
Un buen administrador se convierte en signo de multiplicación si
coordina el trabajo de diferentes personas para que los resultados del
equipo sean mucho mayores que la suma del resultado individual de
cada uno de los individuos del equipo. El administrador eficaz crea un
clima de alto rendimiento y consigue un rendimiento extraordinario de
gente común y corriente. Tu capacidad para reunir un equipo de gente
excelente y después ayudarlo a cumplir tareas importantes es clave para
tu éxito a largo plazo. Es la clave para que te multipliques y
multipliques tus capacidades.
—THOMAS EDISON
La claridad es la clave
La claridad lo es todo. Para rendir a tu mejor nivel y duplicar tu
productividad, debes tener absolutamente claro lo que quieres
conseguir. E identificar e insistir entonces en el mejor modo de
conseguirlo. Tienes que estar abierto a nueva información, dispuesto a
aceptar críticas y correcciones, a abandonar un modo de trabajo y a
concentrarte en otro si las circunstancias lo aconsejan. Y te debes mover
con rapidez.
Según informes del Menninger Institute, de Kansas City, la
flexibilidad es la cualidad más importante que puedes desarrollar para
sobrevivir y moverte en el siglo XXI. La flexibilidad supone apertura,
receptividad y la disposición para probar nuevos métodos y técnicas. La
flexibilidad implica la práctica continua del pensamiento de base cero.
Un modo de lograr mayor flexibilidad es apartar del camino el ego.
Distánciate de la situación. Ocúpate más del qué está bien que del quién
tiene razón. Tu única pregunta debe ser: «¿Esto funciona?».
Cada vez que tropieces con resistencia o estrés en el transcurso de
determinada acción, toma distancia y cuestiona tus métodos.
Pregúntate: «¿De qué otra manera podemos encarar esto?». Manténte
abierto a todas las posibilidades, incluso a la de abandonar el objetivo o
el proyecto.
Aumenta tu productividad
El punto de partida para lograr una mayor productividad es tener los
objetivos claros. Para que un objetivo sea eficaz para guiar la conducta,
tiene que ser específico y mensurable. Tiene que ser creíble y alcanzable.
Debe ponerse por escrito y tener un plazo para alcanzarlo. Cuanto más
claros sean tus objetivos, más podrás concretar en la práctica y lo harás
con mayor prontitud.
La segunda clave de la alta productividad son los planes de acción
claros y escritos. Por cada minuto que dediques a la planificación te
ahorrarás diez minutos en la ejecución.
Haz una lista de cada paso de la tarea, día a día, antes de empezar.
Trabaja siempre a partir de esa lista. Piensa sobre papel. El trabajo a
partir de una lista te mantendrá centrado y te proporcionará un informe
visual de los logros. El mero hecho de escribir una lista y remitirse
constantemente a ella debería aumentar la productividad por lo menos
un 25 por ciento desde el principio.
Tercero: establece prioridades en tu lista. Piensa bien tu lista antes de
empezar la primera tarea. Utiliza continuamente la regla del 80/20.
Identifica el 20 por ciento de actividades de tu lista que pueden
significar el 80 por ciento del valor de toda ella. Empieza tu trabajo con
los asuntos del 20 por ciento principal y deja los otros para después.
La medida más importante de la importancia o valor de cualquier
tarea son las consecuencias potenciales de hacerla o de no hacerla. Una
tarea o actividad importante tiene consecuencias significativas. Una
tarea no importante tiene pocas o ninguna consecuencia.
Terminar un encargo importante para tu jefe o para un cliente de
primera línea es prioritario porque las consecuencias de no hacerlo
pueden ser significativas. Almorzar con un colega es una actividad de
poco valor, porque las consecuencias de hacerlo o de no hacerlo son
insignificantes.
Algo que es tanto urgente como importante es una tarea que tienes
«encima». Es algo que tienes que hacer de inmediato. Tu trabajo
puede depender de ello. Las consecuencias de no realizar a tiempo
una tarea urgente e importante pueden ser graves. Este tipo de
tarea siempre está relacionado con demandas externas y con otra
gente. La mayoría de la gente dedica su tiempo a este tipo de
trabajo, al urgente e importante.
Las tareas que son importantes pero no urgentes suelen ser las que
puedes aplazar por un tiempo. Son también aquellas que suelen
tener mayores consecuencias, positivas o negativas, a largo plazo.
Por ejemplo, escribir un informe clave, continuar un estudio,
pasar tiempo con los hijos cuando están creciendo e incluso hacer
ejercicio para mantenerse en forma son tareas importantes, pero
no urgentes. Puedes postergarlas y a menudo lo haces. Pero es
posible que tengan consecuencias significativas, positivas o
negativas, a largo plazo.
Estas tareas y actividades te pueden dar un tremendo impulso y
permitir que te multipliques y multipliques tus esfuerzos. Cuanto
más tiempo ocupes en tareas importantes aunque no urgentes, más
eficaz y productivo serás a largo plazo.
Entre las tareas urgentes pero no importantes se incluyen las
llamadas telefónicas, atender a compañeros que quieren charlar
contigo, ocuparse de la correspondencia que acaba de llegar. Estas
tareas parecen apremiantes, pero no son importantes en términos
de sus consecuencias. Muchas personas ocupan una enormidad de
tiempo en cosas que son urgentes, pero no importantes. Parecen
muy ocupadas, se suelen engañar creyendo que hacen algo de
valor, aunque esto pocas veces sea cierto.
Las tareas que no son ni importantes ni urgentes por lo general
son una pérdida de tiempo, sobre todo si te apartan de actividades
más productivas. Mucha gente dedica la mitad de su tiempo a
hacer cosas que no son ni importantes ni urgentes. Es gente que
comete el error de creer que hace algo de provecho sólo porque
está en el trabajo cuando lo hace.
Un punto básico para alcanzar una alta productividad consiste en
centrarse en completar todas las tareas urgentes e importantes y, a
continuación, dedicarse a aquellas que son importantes, pero no
urgentes. Para ello, debes delegar, diferir, postergar e interrumpir las
demás. Debes disciplinarte para dejar de hacer cosas urgentes pero no
importantes y las que no son ni urgentes ni importantes.
Tres preguntas para alcanzar
la alta productividad
1. Pregúntate una y otra vez: «¿Cuáles son mis actividades de
mayor valor?». ¿Cuáles son las cosas que haces y que aportan
más valor a tu trabajo?
2. Pregúntate: «¿Por qué estoy en nómina?». ¿Exactamente por
qué te han contratado, para cumplir qué en términos de
resultados mensurables?
3. E insiste: «¿Cuál es el uso más valioso de mi tiempo en este
momento?». Ésta es la pregunta clave para la gestión de tu
tiempo. Tienes que hacerte esta pregunta cada hora, cada día.
Sea cual sea la respuesta, deberías trabajar en esa tarea la mayor
parte del tiempo, si no todo el tiempo.
Una vez que hayas pensado exhaustivamente acerca de tu trabajo y
decidido cuál es tu tarea más valiosa, debes disciplinarte para empezarla
de inmediato y continuar con ella hasta que esté completa.
Cuando te concentras con decisión en una única tarea, sin diversión ni
distracción, la harás más rápido que si la empezaras y la dejaras y
volvieras después a ella, para volver a interrumpirla hasta empezarla
una vez más. Puedes reducir la cantidad de tiempo que dedicas a una
tarea importante en un 80 por ciento si sencillamente te niegas a hacer
otra cosa mientras no la hayas terminado.
—LEY DE MEYER
Aprende a decir no
¿Qué hábitos o conductas deberías practicar para simplificar tu vida y
mantenerla simplificada? Quizás el mejor hábito que podrías desarrollar
sería decir «no» a cualquier exigencia de tiempo que no sea coherente
con lo que más quieres en la vida.
La palabra «no» es una de las más poderosas que nunca aprenderás.
Di sencillamente «no» a toda petición o demanda que no esté asociada
a un alto valor de tu tiempo. Y di «sí» a las actividades con las que
verdaderamente disfrutas.
—WILFERD A. PETERSON
El punto de inflexión
Empecé la vida con pocas ventajas, trabajando en tareas pesadas, estuve
desempleado hasta cinco meses en un año. Mi educación fue bastante
limitada, tenía poca experiencia y pocos contactos. Un día me empecé a
preguntar: «¿Por qué hay personas más exitosas que otras?».
La búsqueda de la respuesta a esa pregunta me ha dominado y
dirigido la vida desde los diecinueve años. Mi primer gran
descubrimiento fue el principio aristotélico de la causalidad. Hoy lo
llamamos ley de causa y efecto. En términos bíblicos es la ley de
sembrar y cosechar. Sir Isaac Newton la llamaba la ley de la acción y la
reacción. Es la gran ley de la civilización occidental. Está detrás de más
de dos mil años de progresos en ciencia, medicina, tecnología y
empresa.
La ley de la causa y efecto dice que por cada efecto hay una o varias
causas específicas. Esta ley dice que cada cosa sucede por alguna razón.
Dice que el éxito, en los negocios o en la vida personal, no es un
accidente. Que el fracaso no es un accidente. Estos hechos se explican
por relaciones específicas de causa-efecto.
En su forma más simple, la ley de causa y efecto explica que si quieres
obtener un efecto determinado en la vida sencillamente tienes que saber
qué hay detrás de él y encontrar a alguien que en algún momento lo
obtuvo. Averiguar qué hizo esa persona para conseguir el efecto que
deseas. Se trata, entonces, de hacer las mismas cosas que esa persona
hizo. Si haces las mismas cosas que hacen otras personas exitosas,
finalmente obtendrás los mismos resultados que ellos. No es un milagro.
Es la ley que se cumple.
Este descubrimiento estalló en mi mente cuando tenía veintitrés años,
tal como estalló en la mente de Bob Silver en Chicago. ¡Imagínate!
Puedes ser, puedes tener o hacer lo que quieras en la vida si
sencillamente averiguas cómo lo consiguió antes otra gente y haces
entonces lo mismo. Seas alto o bajo, joven o viejo, negro o blanco,
hombre o mujer, educado o iletrado, emigrante reciente o autóctono de
tu región, si haces lo que hace otra gente exitosa, finalmente obtendrás
los mismos resultados que ellos están consiguiendo. Depende por
completo de ti.
El filósofo Bertrand Russell escribió: «La mejor prueba de que algo se
puede hacer es que otros ya lo han hecho».
Abraham Lincoln escribió: «Que algunos hayan tenido mucho éxito
prueba que otros también lo pueden tener».
La apertura mental y la disposición para revisar el propio
pensamiento ante informaciones nuevas te pueden conceder tremendas
ventajas para tener éxito en un mundo que cambia rápidamente.
Cuando aprendí esta ley, no la puse en duda. Sencillamente la acepté
como verdadera y la apliqué con audacia a todo lo que he intentado.
Llevar a la práctica el principio
Cuando me he ocupado de ventas, he investigado y aplicado toda la
información sobre métodos y técnicas de venta que pude aprender de
vendedores exitosos. Y han funcionado. En ningún momento he estado
entre los mejores vendedores de mi organización.
Cuando me ocupé de la gestión de ventas, aprendí todo lo que pude
acerca de la dirección de vendedores. Al cabo de un año tenía noventa y
cinco trabajando para mí, a cada uno de los cuales había reclutado y
entrenado personalmente.
Cuando pasé a la gestión de bienes raíces, leí más de veinte libros
sobre el tema, incluyendo cómo localizar propiedades, cómo organizar
la financiación y cómo desarrollar, alquilar y vender bienes inmuebles.
Durante cinco años compré, vendí, desarrollé, alquilé y parcelé
propiedades industriales, comerciales y residenciales por un valor de
más de 50 millones de dólares.
A menudo, cuando explico el principio de causa y efecto, la gente lo
desdeña por demasiado simplista para aplicarlo a su propia situación,
pero los principios más poderosos suelen ser los más simples. Por eso el
éxito y el logro son posibles casi para cualquiera.
Éste es mi gran descubrimiento. Aprendí que la aplicación más
importante de la ley de causa y efecto es que los pensamientos son
causas y las condiciones son efectos.
Dicho de otro modo, el pensamiento es creativo. Tus pensamientos
son las causas que crean las condiciones de tu vida. Todo lo que hoy
tienes en la vida lo has atraído hacia ti por el modo como piensas.
Puedes cambiar tu vida porque puedes cambiar la manera de pensar. La
razón por la cual algunas personas tienen más éxito que otras es simple.
La gente exitosa piensa de manera diferente a la gente que no lo es. Y si
desarrollas las modalidades de pensamiento de la gente exitosa muy
pronto disfrutarás de los resultados de que gozan los exitosos.
Piensa en el futuro
La primera y más importante actitud que puedes practicar para obtener
lo más posible de ti mismo es la orientación al futuro. La orientación al
futuro es otra de las características más comunes de la gente exitosa,
especialmente de hombres y mujeres que asumen posiciones de liderazgo
y responsabilidad tanto en el trabajo, como en la sociedad y la vida
personal.
En 3.300 estudios de liderazgo que buscan la cualidad común que han
poseído los líderes en todas las épocas, los investigadores descubrieron
que la única cualidad que tenían en común todos los sujetos era la
visión. Los líderes tienen visión. Los que no son líderes no la tienen. Los
líderes tienen una visión de un mejor futuro para sí mismos, sus familias
y sus organizaciones. Pueden ver anticipadamente un futuro ideal. Y
entonces trabajan para convertirlo en realidad.
La gente orientada al futuro piensa en el futuro la mayor parte del
tiempo. Piensan adónde van a ir más que en dónde han estado. Piensan
en lo que es posible en los meses y años por venir más que en el pasado,
que no se puede cambiar.
Por desgracia, es probable que menos del diez por ciento de las
personas de nuestra sociedad esté genuinamente orientada al futuro. La
vasta mayoría está ocupada ante todo en el presente y en la gratificación
inmediata de cada día o en el pasado y lo que ya le ha sucedido.
¿Cómo se puede saber si una persona está orientada al futuro?
Sencillamente preguntándole: «Si tu vida fuera perfecta dentro de cinco
años, ¿qué aspecto tendría?». También te puedes hacer esta pregunta a
ti mismo.
La gente orientada al futuro tiene una respuesta inmediata para esa
pregunta. La gente orientada al futuro piensa mucho en el futuro y en
cómo será cuando llegue. La gente orientada al futuro es muy clara
acerca de cómo quiere que sea su vida al cabo de cinco años. La gente
orientada al futuro te puede decir lo que quiere y qué está haciendo al
respecto. Te pueden decir hacia dónde se dirige y por qué quiere llegar
ahí. Tienen una clara imagen mental de lo que desea para su trabajo,
sus ingresos, su familia, su estilo de vida, su salud y su nivel de logro en
los años por venir.
La gente orientada al presente y al pasado propende a ser vaga e
imprecisa acerca del futuro. Pocas veces piensa en esto con detalle. A
menudo se ofende si le pides que describa sus objetivos para el futuro.
En este sentido, la claridad es terriblemente importante. La gente
exitosa tiene muy claro quién es, qué quiere y cómo va a obtenerlo. La
gente que no tiene éxito suele mostrarse insegura y confusa acerca de
quién es, qué quiere y hacia dónde se dirige.
Un ejercicio poderoso que puedes practicar para enriquecer tu
pensamiento y acelerar tus resultados se llama idealización. En la
idealización imaginas continuamente un desenlace perfecto para
cualquier situación de tu vida. Te proyectas adelante tres o cuatro años,
o incluso más, y creas un cuadro mental de la clase de vida y de las
perspectivas profesionales que serían ideales para ti en todo sentido.
Deja que la mente fluya con toda libertad mientras visualizas e
idealizas un futuro perfecto. Imagina que en ese momento no hay
limitación alguna para lo que puedes ser, hacer o tener.
Imagina que cuentas con el conocimiento y la experiencia que
necesitas. Imagina que tienes todo el dinero y los recursos que necesitas.
Imagina que tienes todos los amigos y contactos que deseas. Imagina
que todas las oportunidades y posibilidades están abiertas para ti.
Imagina que si puedes soñar esto, también lo puedes hacer.
Elabora una lista con tus sueños. Escribe todo lo que te gustaría tener
en la vida y en el trabajo alguna vez, como si el mero hecho de tenerlos
claros garantizara tus objetivos.
Si estás casado, siéntate con tu pareja a hacer esa lista. Pregunta:
«¿Qué haríamos, cómo nos cambiaría la vida si ganáramos diez
millones de dólares mañana?».
Si tuvieras todo el tiempo y el dinero que deseas y pudieras ser o hacer
cualquier cosa en la vida, ¿qué querrías verdaderamente? Cuanto más
claro seas al describir tu futuro ideal, más probable será que,
efectivamente, crees para ti ese futuro, y, por lo general, de manera más
rápida de lo que imaginas ahora. Sin embargo, no puedes dar en un
blanco que no ves. La claridad es esencial.
Créate una visión a cinco años vista
El experto en empresas Peter Drucker escribió: «Sobreestimamos en
mucho lo que podemos hacer en un año, pero subestimamos lo que
podemos hacer en cinco años».
Cuando dirijo ejercicios de planificación estratégica para
corporaciones, siempre comienzo con este ejercicio. Pido a los ejecutivos
que imaginen que su empresa es perfecta dentro de cinco años. Les pido
que imaginen que se va a escribir un reportaje sobre la empresa y que
será publicado en un periódico de alcance nacional. Les pregunto:
«¿Cómo describirían esta empresa si fuera la mejor de su tipo?».
Nos ponemos entonces a escribir las respuestas a esta pregunta en
papeles o en la pizarra. Solemos generar unas veinte o treinta
descripciones ideales de la empresa dentro de cinco años. Luego
discutimos y damos prioridad a las respuestas. Decidimos cuáles son
más importantes y cuáles menos. Determinamos qué son aportaciones y
qué resultados, cuáles son causas y cuáles efectos. Finalmente nos
ponemos de acuerdo en las tres o cuatro visiones ideales más
importantes que esa empresa puede concretar al cabo de cinco años.
Con está afirmación de una visión ya aclarada, empezamos a establecer
estrategias preguntando «cómo».
«Cómo» es una de las palabras más importantes y potentes que
puedes aprender y aplicar a cualquier situación de tu vida. Una vez que
cuentas con una visión clara de lo que quieres, la única pregunta que te
haces es «¿cómo conseguirlo?».
La pregunta cómo te obliga a ser positivo y a orientarte al futuro. La
palabra «cómo» dispara la creatividad en ti y en los demás. El uso
habitual de esta palabra es como apretar el acelerador de la mente y
revitalizar el motor del genio personal. Cuanto más te preguntes
«¿cómo?» ante cualquier cuestión, objetivo o sueño, más intuiciones e
ideas tendrás para convertir tus visiones en realidades.
La mejor noticia de todas es que cuando piensas en el futuro y piensas
en cómo convertir tu futuro ideal en realidad habitual, te vuelves más
optimista y positivo en el presente. Experimentas más energía y
entusiasmo. Sientes una sensación potenciada de confianza y poder
personal. Te encuentras más motivado y comprometido. Te comunicas
con mayor claridad y eficacia.
Un grupo de personas unidas en torno de una visión común, con el
compromiso total de convertirla en realidad, pueden formar el núcleo
de un poderoso equipo o empresa. Esta visión del futuro motiva e
inspira a la gente para rendir mucho más que antes. Esta imagen o
cuadro ideal sirve de guía y de mecanismo de dirección para las
decisiones personales y empresariales.
Haz una prueba cada día
En cierto sentido toda la vida es una prueba. Las vicisitudes y hechos
inesperados de cada día te ponen a prueba constantemente. Tu manera
de responder al mundo que te rodea es la manera como encaras y pasas
esas pruebas.
Quizá la mayor prueba de todas es tu capacidad para pensar y hablar
acerca del futuro, acerca de lo que quieres, acerca de adónde vas. Esto
tiene que ser el punto de Máxima Eficacia de tu pensamiento. Ésta es la
«X» que decide la dirección de tu vida. Éste es el examen que apruebas
o suspendes dependiendo de lo que optes por pensar la mayor parte del
tiempo.
¡Hazlo ahora!
La séptima actitud de la gente mejor pagada en cada campo es la
orientación a la acción. Decide hoy mismo desarrollar un sentido de
urgencia en tu trabajo. Sería una exageración decir que más del dos por
ciento de los adultos que trabajan poseen un sentido de urgencia, y es
esta insignificante minoría la que se alza finalmente a la cima de cada
campo de actividad.
Todo el mundo tiene prisa, todo el mundo es impaciente. Por esta
razón, la gente suele equiparar velocidad y calidad. Si actúas rápido
cuando necesitan o preguntan algo, suponen automáticamente que tu
trabajo es mejor o de mayor valor que el de alguien que se mueve con
más lentitud. Si te mueves rápido ganas un margen de competencia.
Decide moverte rápido cuando se presenta la oportunidad o la
necesidad. Desarrolla y mantén un ritmo veloz en tu trabajo. Mantén el
pie en el acelerador de tu propio potencial. Sé un blanco móvil.
Cuanto más rápido te muevas, más energía tendrás. Cuanto más
rápido te muevas, más experiencia obtendrás. Cuanta más experiencia
tengas, más rápido aprenderás. Cuanto más rápido aprendas, mejor
serás. Y cuanto mejor seas, mejor te pagarán y más rápido te
ascenderán.
Cuanto más rápido te muevas, mayor será tu autoestima, más te
respetarás y mayor será tu orgullo. Cuanto más rápido te muevas, más
te respetará y valorará la gente que te rodea. Cuanto más rápido te
muevas, mejor será la calidad de tu vida en casi cualquier área.
—NIDO QUBEIN
La curva sigmoidea
La vida avanza en ciclos regulares, como las estaciones. La mayoría de
las actividades humanas sigue lo que se llama la curva sigmoidea. Esta
curva es como la letra S recostada. Toda nueva iniciativa comienza en el
punto más alto de la S, a la izquierda, declina mientras avanza por la
fase de aprendizaje, se eleva mientras avanza por la fase de crecimiento,
se nivela en la cima y después vuelve a declinar (ver figura 5-1).
Piensa en el futuro
La siguiente pregunta es: «¿En qué negocio estaré si las cosas continúan
como hoy?».
Si no cambias, ¿qué estarás haciendo dentro de un año, dentro de dos
años, dentro de cinco años? ¿Es una estrategia inteligente concentrar en
la misma línea los negocios o deberías pensar en cambiar de algún
modo?
¿En qué negocio deberías estar? Para determinar el negocio en que
deberías estar, el trabajo que deberías hacer en algún momento del
futuro, mírate a ti mismo, mira tus talentos, tus capacidades, tus
ambiciones, tus energías y especialmente los deseos de tu corazón.
¿En qué negocio podrías estar? Si vas a cambiar drásticamente tu
nivel de conocimiento y tus capacidades, tus productos o servicios, tu
industria o mercado, ¿en qué negocio podrías introducirte si de verdad
quisieras? ¿Qué cambios tendrías que hacer ahora para crear el negocio
del futuro? ¿Qué cambios tendrías que hacer en lo personal para
convertirte en la persona que pueda vivir la vida y hacer el trabajo que
en realidad le gustaría hacer algún día en el futuro?
Suprime clientes
¿Hay en tu negocio clientes con los cuales, sabiendo lo que ahora sabes,
ya no seguirías trabajando hoy? La respuesta honesta a esta pregunta es
esencial para que te liberes y liberes a tu empresa de alguna de las
decisiones del pasado.
Muchas compañías están hoy analizando e identificando las
cualidades y características de sus mejores clientes. Y entonces los
clasifican en segmentos de clientes de alto valor y de bajo valor. Al
hacerlo así, pueden dedicar más tiempo y atención a sus clientes de alto
valor y a adquirir otros como ellos. Simultáneamente, ocupan menos
tiempo en sus clientes de menos valor y en muchos casos les empujan a
hacer negocios con otras empresas.
No hace mucho, un amigo, un empresario de éxito, aplicó la regla del
80/20 a su cuenta de clientes. Determinó que el 20 por ciento de sus
clientes aportaba el 80 por ciento del volumen de ventas y el 80 por
ciento de las ganancias. Decidió «despedir» al 80 por ciento de sus
clientes que aportaba el 20 por ciento o menos de sus ingresos. Uno por
uno los envió a otras empresas que consideró que les atenderían mejor.
Y entonces enfocó toda su atención en sus clientes de mayor valor. Al
cabo de un año, duplicó su negocio y sus ingresos personales.
¿Funcionará esta estrategia contigo?
Precisa el foco
Éstas son varias preguntas adicionales que deberías hacerte y contestar
periódicamente como parte de tu planificación estratégica personal:
Si agitaras una varita mágica y tuvieras lo que quisieras en
cualquier aspecto de tu vida, ¿de qué se trataría?
Si pudieras diseñar tu estilo de vida perfecto para todos los días,
¿qué aspecto tendría?
Si pudieras crear un calendario perfecto, ¿cómo pasarías cada día,
cada semana, cada mes, cada año?
¿Cómo cambiarías tu vida si recibieras un millón de dólares en
efectivo? ¿Qué sería lo primero que harías?
¿Con qué aspectos de tu trabajo disfrutas más y cuáles haces
mejor? ¿En que destacas? ¿Qué tipo de actividades te hacen más
feliz?
¿Qué harías, cómo pasarías el tiempo si supieras hoy que sólo te
quedan seis meses de vida?
¿Qué única gran cosa te atreverías a soñar si supieras que no
podrías fracasar? Si tuvieras absolutamente garantizado el éxito en
algún objetivo preciso, pequeño o grande, a corto o largo plazo,
¿cuál sería?
Si te haces estas preguntas y las contestas con honestidad, aumentarás
drásticamente tu conciencia de quién eres y qué quieres. Sin duda
hallarás cosas que estás haciendo ahora y que tienes que dejar de hacer
tan pronto puedas. Además, te darás cuenta de que hay cosas que
deberías estar haciendo más y actividades que deberías estar
empezando.
El proceso de planificación estratégica personal de Máxima eficacia te
divide la vida en siete áreas. Esto te permite aclarar qué quieres en cada
área y lo que tienes que hacer para obtener lo que quieres. Las siete
áreas de la vida son las siguientes:
1. Negocios y profesión: ¿Cómo llegar a ser extremadamente
exitoso y a estar satisfecho y cómo llegar a la cima en tu campo?
2. Familia y vida personal: ¿Cómo lograr un equilibrio entre el
éxito externo y tus relaciones personales?
3. Dinero e inversiones: ¿Cómo controlar tu vida financiera y
conseguir independencia económica?
4. Salud y buen estado físico: ¿Cómo alcanzar y mantener altos
niveles de salud, energía y bienestar general?
5. Crecimiento y desarrollo personal: ¿Cómo identificar y adquirir
el conocimiento clave y las habilidades necesarias para vivir una
vida extraordinaria?
6. Actividades sociales y comunitarias: ¿Cómo estructurar tu vida
para dejar tu sello en el mundo, para dejar un legado
perdurable?
7. Desarrollo espiritual y paz interior: ¿Cómo organizar tu vida
interior y tu pensamiento para que realices plenamente tu
potencial como ser humano?
Califícate en cada área, en una escala de uno a diez; el 1 es la más
baja y el 10 la más alta. Descubrirás que la mayor parte de tu estrés e
infelicidad proviene del área en que te has calificado peor. Una vez
hayas identificado esta área, podrás determinar los pasos específicos que
necesitas dar para controlarla.
—ROBERT COLLIER
¿Cuáles son tus valores? ¿En qué crees? ¿Qué defiendes? ¿Qué no
toleras? ¿Cuáles son tus más íntimas convicciones y tus principios de
organización? La exactitud con que contestes estas preguntas
determinará en gran medida tu felicidad y el éxito de tu carrera.
Revisa la lista de valores en el apéndice de este libro y selecciona los
tres o cuatro que mejor representen lo que crees correct, bueno y
verdadero para tu trabajo y tu negocio. Valores que puedes escoger para
tu carrera pueden ser integridad, fiabilidad, calidad, excelencia, trabajo
duro y servicio al cliente. Examina tu conducta actual para averiguar si
es coherente con los valores que declaras. Decide qué harás en el futuro
para asegurar que tus acciones son coherentes con los valores que
consideras más importantes.
Selecciona el valor que crees más importante en tu vida laboral.
Conviértelo en punto clave de tu conducta y de tu toma de decisiones.
Decide ser coherente con ese valor en todo lo que digas y hagas. Nunca
te permitas una excepción. Deja que ese valor sea la luz que te guíe para
que dentro de unos años la gente hable de ti y de ese valor en una
misma frase.
¿Cuál es tu misión?
Cuando tengas una visión, el siguiente paso es desarrollar una misión
para tu carrera. Una misión es la descripción ideal de lo que quieres
lograr en tu carrera en los años por venir. Una misión es algo factible y
mensurable. Una clara declaración de misión, que gire en torno a tus
valores, tiene que ser suficiente para que un tercero pueda decir que has
cumplido tu misión.
Una declaración de misión puede ser muy breve e ir directamente al
grano. La declaración de misión de AT&T fue durante muchos años:
«Dar acceso telefónico a todos los norteamericanos». La declaración de
misión de la Coca-Cola Company es: «¡Derrota a Pepsi!». La
declaración de misión de la Pepsi-Cola Company es: «¡Derrota a
Coke!».
Quizá la más famosa declaración de misión del siglo XX estaba
contenida en las órdenes que el general George C. Marshall dio al
general Dwight D. Eisenhower cuando asumió el mando de las fuerzas
aliadas en la Segunda Guerra Mundial: «Vaya a Londres. Invada
Europa. Derrote a los alemanes».
La declaración de misión de tu carrera personal debe ser algo como
esto: «Partiendo de mis valores de integridad, calidad y servicio al
cliente, mi misión es hacerme cargo de mis clientes mejor que nadie.
Como resultado, ganaré más de 100.000 dólares al año y figuraré
habitualmente entre el 10 por ciento de lo mejor de mi campo de
actividades».
¿Cuál es tu propósito?
El propósito de tu carrera procede de tus valores, de tu visión y de tu
misión. Tu propósito es la razón por la cual haces lo que haces. Es la
razón por la que te levantas temprano por la mañana. Tu propósito es
la razón por la que trabajas en esta tarea precisa o en esta industria
precisa en primer lugar. Tu propósito es lo que da significado a tu
trabajo y a tu vida.
Tanto la misión como el propósito de tu trabajo se definen en
términos de mejorar y potenciar la vida y trabajo de otras personas en
algún sentido. Tu misión y propósito siempre se definen en términos de
una contribución externa. Tu misión y tu propósito describen la
diferencia que quieres establecer en el mundo como resultado de quién
eres y qué haces. Explican tu oferta de valores tanto personalmente
como en el negocio.
Una vez hayas determinado tus valores, tu visión, tu misión y tu
propósito, organiza tu vida laboral para vivir coherentemente cada hora
de cada día. Si de verdad vives con coherencia con lo mejor que hay en
ti, la gente que te rodea sabrá cuáles son tus valores, tu visión, tu misión
y tu propósito sin que tengas que explicarlo.
Una pregunta: según tu conducta actual, si algún investigador
preguntara a tus colegas cuáles creen que son tus valores, tu visión, tu
misión y tu propósito, ¿qué crees que contestarían? En otras palabras,
¿qué crees que otras personas piensan y dicen de ti cuando no estás
presente? ¿Cómo juzga la gente que trabaja contigo y te trata
cotidianamente la calidad de tu carácter y los valores según los cuales
vives? Éstas son algunas de las preguntas más importantes que te puedes
hacer. Y las respuestas no se pueden dejar al azar.
–BENJAMIN DISRAELI
Objetivos intangibles
Una vez hayas establecido tus objetivos tangibles, puedes establecer los
intangibles. Tal vez sean mucho más importantes que los objetivos
materiales que puedes tocar y medir.
El tiempo es el factor crítico de éxito en todas las relaciones. La
calidad de toda relación esta directamente relacionada con la cantidad
de tiempo que inviertes en ella. Demuestras la importancia que una
persona tiene para ti por la cantidad de tiempo que le dedicas.
Puedes mejorar drásticamente la calidad de una relación invirtiendo
más y más tiempo en esa relación. Éste es el objetivo intangible clave.
Éstas son algunas preguntas para ti:
¿Cuánto tiempo dedicas diariamente a tu mujer o marido o a tu
compañero o compañera? ¿Cuánto tiempo te gustaría dedicarle?
¿Cuánto tiempo pasas diariamente con cada uno de tus hijos?
¿Cuánto tiempo te gustaría pasar?
¿Cuánto tiempo pasas diariamente con tus amigos? ¿Cuánto te
gustaría pasar?
¿Cuántos días tienes libres para tu familia y amigos cada semana?
¿Cuántos fines de semana tienes disponibles para tu mujer o tu
marido cada año?
¿Cuántas semanas de vacaciones tienes con tu familia cada año?
¿Con qué frecuencia cenas con toda tu familia?
¿Cómo empiezas el día con cada uno de los miembros de tu
familia?
¿Qué te gustaría tener verdaderamente en tu familia o en tus
relaciones personales que hoy no tienes?
¿Cómo calificarías la calidad de tu comunicación con los que
amas? ¿Cómo te calificarían ellos?
Si tu vida familiar y personal fuera ideal en todo sentido, ¿en qué
se diferenciarían de la vida actual?
Determina en cada caso cómo podrías medir un cambio en la
situación. ¿Qué tendría que suceder? ¿Qué aspecto tendría? ¿Cómo
podrías afirmar que ha sucedido efectivamente un cambio?
Selecciona un punto clave único y concentra toda la atención en
mejorar en esa área en particular. Mientras te centras en un cambio
mensurable, casi de inmediato empezarán a haber mejoras en otras
áreas.
Mejora tus habilidades de relación familiar y personal
Tu vida mejora sólo cuando tú mejoras. ¿Qué conocimientos y
habilidades adicionales necesitas para mejorar la calidad de tu vida
personal? ¿Qué temas debes dominar para mejorar tus relaciones con tu
familia y tus amigos?
Hace unos años, Bárbara, mi mujer, y yo decidimos aprender a
esquiar para contar con un punto clave familiar en nuestras vacaciones
de invierno. Fue una maravillosa decisión que ha tenido un impacto
increíblemente positivo en nuestra vida familiar. Nos ha dado algo que
todos podemos compartir.
En el curso de los años hemos pasado por el proceso de comprar y
mejorar nuestra ropa y nuestros equipos de esquí. Toda la familia ha
aprendido a esquiar y nuestros hijos son expertos deportistas. Los niños
han conocido gente durante las vacaciones y han ampliado su círculo de
amistades. El tiempo libre nos ha permitido disfrutar de muchas horas
de conversación y vida en común, cosa que no habría sido posible en
medio del ajetreo de la vida diaria, los colegios y el trabajo.
Es muy fácil caer en la rutina en cualquier área de la vida, incluso en
la vida familiar. Para contrarrestar esta tendencia tienes que tratar de
romper continuamente la zona de comodidad. Oblígate a hacer e
intentar cosas nuevas. Ve a lugares diferentes. Inicia nuevas actividades.
Nunca te permitas la complacencia ni te des por satisfecho, no hagas
siempre las mismas cosas año tras año.
—CLAUDE M. BRISTOL
Quebranta la ley
La ley de Parkinson dice que los gastos siempre crecen hasta alcanzar a
los ingresos. Cuanto más ganes más gastarás. Aunque dupliques o
tripliques tus ingresos, duplicarás o triplicarás también tus gastos y
finalmente no estarás en mejores condiciones financieras.
El éxito financiero proviene de quebrantar la ley de Parkinson. El
éxito financiero sólo es posible si te niegas a permitir que tus gastos
aumenten al mismo ritmo de tus ingresos.
Ésta es una norma que casi te garantizará que te hagas rico en el curso
de tu vida laboral: ahorra e invierte el 50 por ciento de cada aumento de
salario que obtengas; y hazlo durante el resto de tu carrera.
Puedes utilizar el otro 50 por ciento de aumento en mejorar tu
estándar de vida. Pero decide hoy mismo ahorrar la mitad de cada
aumento durante el resto de tu carrera. Esta sola disciplina te asegurará
independencia financiera, y probablemente años antes de lo que esperas.
Hay una fórmula sencilla de seis palabras para el éxito financiero:
gasta menos de lo que ganas. Gasta menos de lo que ganas y después
ahorra e invierte el saldo. Esta fórmula te puede hacer rico.
—TRYON EDWARDS
Decide hoy que vivirás hasta los ochenta o noventa años. Decide que
bailarás en la boda de tus nietos y que te sentirás estupendamente todos
los días de tu vida desde este momento en adelante.
En términos de salud y de longevidad éste es el tiempo más
maravilloso de la historia humana. Nunca había sido posible vivir más
tiempo ni vivir mejor.
En 1901 la expectativa media de vida era de menos de cincuenta años.
En el 2001 es de setenta y siete, y aumenta cada año. Uno de los grupos
de población que aumenta con mayor rapidez en nuestra sociedad es la
gente que tiene más de ochenta, noventa e incluso más de cien años. Tu
objetivo debe ser vivir tanto como ellos.
Tus intenciones futuras, tus visiones y objetivos a largo plazo tienen
un impacto crucial en tus decisiones y acciones actuales. A veces
pregunto a los que asisten a mis seminarios: «¿Cuántos años habéis
decidido vivir?».
La mayoría se sorprende con la pregunta. Por lo general, a la gente no
le gusta pensar demasiado acerca del hecho de que no va a vivir para
siempre. Posterga entonces todo pensamiento acerca de una larga vida.
Cuando hago esta pregunta, la mayoría responde con una mezcla de
confusión e incomodidad.
Sin embargo, si dices que quieres vivir hasta los ochenta, ya tienes un
punto clave. Tienes un lugar donde poner la «X» en tu vida. Ahora
puedes examinar cada parte de tu vida física para averiguar si la manera
como vives ahora te puede llevar hasta los ochenta años.
Una de las cosas más inteligentes que puedes hacer, ahora mismo, es
interrumpir cualquier cosa que interfiera con la posibilidad de una vida
larga y saludable. Si interrumpes algunas cosas perjudiciales y empiezas
otras que te ayudan, cambiarás drásticamente tu salud en muy poco
tiempo.
Recuerda que hay cuatro maneras de cambiar: puedes hacer más de
algunas cosas, puedes hacer menos de otras cosas, puedes empezar a
hacer algo que no has hecho antes y puedes dejar de hacer algo que no
te ayuda ni sirve para que consigas tus objetivos.
A largo plazo, eres libre para elegir qué haces o qué no haces. Tú
mandas. Eres responsable. En términos de salud física, estás donde estás
y eres lo que eres fundamentalmente por decisiones que tú mismo has
tomado.
—BRIAN TRACY
Has nacido para hacer algo maravilloso con tu vida. Nunca hubo ni
jamás habrá alguien como tú. Eres único. Tu combinación especial de
talentos, capacidades, emociones, ideas, actitudes y filosofía te tornan
distinto de todos los otros seres que han vivido.
Tienes extraordinarios talentos y capacidades potenciales que no
utilizas. Tienes un cerebro increíble, compuesto por cien mil millones de
células. Cada una de estas células está conectada e interconectada con
otras veinte mil. La combinación posible de pensamientos e ideas que
puedes tener es mayor que la cantidad de moléculas en el universo
conocido. ¡Eres verdaderamente extraordinario!
Una de las preguntas más importantes que te puedes hacer y contestar
es ésta: «¿En qué me quiero distinguir en la vida?».
¿En qué te quieres hacer famoso? ¿Cómo quieres que la gente hable
de ti cuanto te hayas marchado? ¿Qué clase de huella quieres dejar en el
mundo? ¿Qué quieres hacer que mejore la vida de otra gente?
En sus escritos, Peter Drucker habla de un profesor que aconsejaba a
sus alumnos que empezaran a pensar en el legado que deseaban dejar
cuando murieran. Aunque los estudiantes aún eran adolescentes, les
decía que era tiempo de empezar a pensar en dejar un legado.
Diez años después, en una reunión de ese curso, Drucker se encontró
con algunos de sus alumnos. Y había sucedido que unos pocos habían
considerado con seriedad ese mensaje y empezado a pensar en un legado
cuando comenzaron su carrera. Y descubrió que esos estudiantes habían
logrado un éxito mucho más importante en su carrera que los que no
habían pensado mucho en la idea de dejar un legado.
Esos jóvenes se veían a sí mismos y el mundo de un modo distinto.
Sentían más autoestima y respeto por sí mismos. Eran más serios y
estaban más seguros de sí mismos. La idea de dejar un legado había
influido en su pensamiento y afectado su capacidad de decisión durante
varios años.
¿Qué clase de legado quieres dejar? Stephen Covey, en su best-seller
Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, dice que los cuatro grandes
objetivos de la vida son «vivir, amar, aprender y dejar un legado».
Parece que la mayoría de los grandes hombres y mujeres de la historia
han pensado bastante en la aportación que querían hacer a la sociedad.
Peter Daniels, un hombre de negocios australiano, leyó más de 500
biografías y autobiografías de hombres y mujeres famosos. Descubrió
que esos hombres y mujeres tenían una cosa en común. La llamó un
«sentido del destino».
En toda la historia, los hombres y mujeres que han dejado una
verdadera huella en sus sociedades han creído que su vida tenía un
significado especial. Creían que estaban en la Tierra para hacer algo
grande que beneficiara a la humanidad.
Albert Schweitzer fue uno de los mayores benefactores de la historia.
A los treinta años, a fines del siglo XIX, era el mejor organista intérprete
de Bach en Europa. Era el equivalente de una superestrella musical de
hoy. Se presentaba en las grandes salas de conciertos de las grandes
capitales de Europa, le respetaban y tenía mucho éxito.
Y, sin embargo, a los treinta años empezó a pensar en hacer algo más
con su vida. En esa época, a finales del siglo XIX, empezaba a conocerse
África. En los periódicos y revistas había numerosos relatos acerca de
los sufrimientos y privaciones de la población nativa.
Albert Schweitzer decidió ser médico misionero. Volvió a la escuela y
dedicó ocho años de su vida a obtener un título en medicina tropical.
Para reunir dinero, daba conciertos. A los 38 años, cargó sus equipos
médicos en un barco y zarpó hacia África. Trasladó el equipo a un
pequeño bote y subió por el río Oogoouè hasta una aldea de chozas
llamada Lambarene. Allí instaló su tienda y empezó a trabajar.
Cincuenta y tres años más tarde, cuando murió, a los 91, su aldea
hospital contaba con 1.500 personas, tenía cuarenta médicos y
especialistas de todos los rincones del mundo. A diez años de su muerte,
en el mundo había más hospitales con su nombre que con el de
cualquier otra persona. Ha dejado un legado que durará cien años y
quizá para siempre.
La madre Teresa, de las misioneras de la caridad de Calcuta, también
ha sido una gran benefactora de su época. Dedicó toda su vida a
trabajar con los pobres y enfermos de la India. Su mensaje de amor y
aceptación incondicionales ha tenido un efecto profundo en cuantos la
conocieron y en los millones que sólo la conocieron por lecturas o por
televisión. Era una persona admirable. Ha dejado un legado
extraordinario que aún perdura.
—ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY
La práctica de la soledad
Una de las grandes prácticas espirituales es la de la soledad y la
contemplación. Mucha gente jamás ha intentado la práctica de la
soledad, pero se trata de una experiencia extraordinariamente positiva.
Blaise Pascal, el filósofo y matemático francés, escribió: «Casi todos los
problemas de la humanidad provienen de la incapacidad de la persona
de permanecer sola con ella misma durante cierto tiempo en una
habitación».
Si alguna vez deseas una respuesta a una pregunta, una solución para
cualquier dilema o la resolución de cualquier dificultad, practica la
soledad. Siéntate en silencio contigo, sin ruidos ni distracciones, durante
sesenta minutos. Se ha dicho que los hombres y las mujeres empiezan a
ser grandes cuando pasan un tiempo solos consigo mismos escuchando
sus voces interiores.
La mente se te aclara durante esos períodos de soledad. Después de
unos treinta minutos de contemplación en silencio, te sentirás en calma
y relajado. Te sentirás feliz y en paz. Te sentirás uno con el universo. Y
entonces, en algún momento, mientras estás sentado allí, te empezarán a
fluir ideas e intuiciones por la mente.
Cualquiera que sea tu situación actual, la respuesta correcta te llegará
exactamente en el momento adecuado y en la forma adecuada. Cuando
sales de tu período de soledad y emprendes una acción afirmado en la
respuesta, hallarás que es exactamente lo que había que hacer. Ésta es la
culminación de la percepción espiritual y de la conexión espiritual.
La regla de oro
Otro principio que las tradiciones espirituales tienen en común es la
regla de oro: haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti. Fue
una persona sabia la que escribió: «Puede que exista un principio mejor
que la regla de oro para la vida humana, pero nadie lo ha descubierto
todavía».
Las grandes verdades de la vida son sencillas. Es asombrosa la
cantidad de problemas personales y sociales que se podrían resolver si
todos decidieran tratar a los demás como les gustaría ser tratados,
escuchar a los demás como querrían que les escucharan, vender sus
productos y servicios tal como les gustaría que se los vendieran a ellos,
ser amables y respetuosos con los demás como querrían que fueran
amables y respetuosos con ellos, ser pacientes y comprensivos con los
demás cuando cometen errores como querrían que fueran ellos
pacientes y comprensivos con sus errores.
La máxima universal
Immanuel Kant, el filósofo alemán, fue quien mejor ha articulado otro
principio común a las tradiciones religiosas. Lo llamó la máxima
universal: «Vive tu vida como si cada uno de tus actos se fuera a
convertir en ley universal».
¡Una idea asombrosa! Imagina que todo el mundo viviera y se
comportara como si todos los demás fueran a hacer exactamente lo que
ellos hacen. Imagina que todo el mundo tratara a los demás
exactamente de la manera como los tratas tú.
Esta máxima universal es una guía tremenda para el comportamiento
individual. No daña a nadie y nos ayuda a todos. Requiere veracidad,
honestidad y justicia. La máxima universal requiere que nos tratemos
todos del mismo modo. Vivir según la máxima universal requiere la
máxima disciplina personal y espiritual.
He aquí siete lecciones para tener éxito en el siglo XXI. Son algunas de
las ideas más importantes que he aprendido en más de treinta años de
trabajo estudiando a gente exitosa.
1. Tu vida mejora sólo si tú mejoras. El mundo que te rodea
siempre será reflejo de tu mundo interior. Si quieres mejorar la
calidad de tu mundo exterior, debes trabajar en ti mismo. Y
como no hay límites en lo que puedes mejorar, tampoco hay
límites para la mejora de tu vida.
2. No importa de dónde provengas; importa adónde vas. Nunca
permitas que sucesos del pasado te frenen o hagan retroceder.
Decide mantenerte enfocado en el futuro y en adónde vas. Y
como sólo la imaginación te limita el futuro, en realidad no hay
límites para lo que puedes lograr en los meses y años por venir.
3. Todo lo digno de hacerse bien es digno de hacerse
imperfectamente al principio. Todo es difícil antes de ser fácil.
Una razón primordial por la cual la gente no advierte su pleno
potencial es que cuando intenta algo nuevo y no funciona
perfectamente la primera vez, lo deja y vuelve a su anterior y
bajo nivel de resultados. Todo lo digno de hacerse bien es digno
de hacerse imperfectamente en un principio, y suele ser digno de
hacerse imperfectamente varias veces antes de que lo domines.
4. Sólo eres tan libre como tus opciones, como las alternativas
bien desarrolladas que tienes disponibles. Uno de los mayores
bienes humanos es la libertad personal, y tus opciones
determinan en gran medida tu libertad. Cuantas más opciones
tengas, de más libertad y confianza en ti mismo disfrutarás.
Deberías desarrollar continuamente nuevas opciones durante tu
carrera. Nunca deposites todas tus esperanzas de éxito en una
sola posibilidad.
5. Dentro de cada problema o dificultad que experimentes hay la
semilla de una ventaja o beneficio mayores o equivalentes.
Busca el bien en cada problema. Busca la lección valiosa en cada
adversidad o inconveniente. Busca algo que puedas ganar en
cada dificultad y siempre lo encontrarás.
6. Puedes aprender cualquier cosa que necesites aprender para
alcanzar cualquier objetivo que establezcas para ti mismo. Eres
un organismo que aprende. Todo aquello que otro haya
aprendido, dentro de lo razonable, también lo puedes aprender
tú. Puedes adquirir cualquier conocimiento y desarrollar
cualquier habilidad que necesites para llegar a la cima en tu
campo.
7. Los únicos límites para lo que puedes hacer o ser son los límites
que aceptes en tu propia mente. Como dijo Shakespeare: «Nada
es, pero el pensamiento lo hace ser». Y Henry Ford:
«Probablemente tengas razón tanto si crees que puedes hacer
algo como si crees que no puedes hacerlo».
Tienes en ti, en este instante, todos los talentos y las capacidades que
podrías querer o necesitar para lograr cualquier objetivo o sueño que te
hayas marcado. Sólo hay una pregunta que tienes que responder
siempre: «¿Cuánto lo deseo realmente?».
Si en verdad deseas algo y estás dispuesto a persistir en ello el tiempo
necesario, nada puede impedir que lo consigas.
¡Buena suerte!
Máxima Eficacia
Programa Máxima Eficacia de «coaching»
y «mentoring»
Actualización
Adaptabilidad
Afecto
Agradecimiento
Alegría
Alerta
Aliento
Alimentación
Amabilidad
Ambición
Amenidad
Amistad
Amor
Amplitud de miras
Aprendizaje
Aptitud física
Asertividad
Atrevimiento
Autenticidad
Aventura
Belleza
Bondad
Buena disposición
Buen humor
Calidad
Calidez
Calma
Capacidad
Carrera
Celo
Compasión
Competencia
Comprensión
Confianza
Conocimiento
Consideración
Contribución
Control de uno mismo
Cooperación
Coraje
Cortesía
Creatividad
Crecimiento
Cuidado
Determinación
Diligencia
Dinamismo
Disciplina
Dominio de sí
Educación
Eficacia
Empresa
Energía
Entusiasmo
Equilibrio
Escrupulosidad
Especialización
Esperanza
Estatus
Exactitud
Excelencia
Éxito
Fe
Felicidad
Fiabilidad
Flexibilidad
Foco
Formalidad
Fortaleza
Generosidad
Gentileza
Gozo
Habilidad
Honestidad
Humildad
Imaginación
Imparcialidad
Independencia
Iniciativa
Ingenio
Innovación
Integridad
Jovialidad
Juventud
Lealtad
Libertad
Liderazgo
Logro
Madurez
Método
Meticulosidad
Modestia
Naturalidad
Optimismo
Organización
Originalidad
Paciencia
Paz
Pensamiento claro
Perdón
Perseverancia
Plenitud
Plenitud personal
Posesividad
Precisión
Profesionalidad
Progreso
Prosperidad
Puntualidad
Rapidez
Resolución
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Tacto
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Tranquilidad
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