El Espiritismo en Su Mas Simple Expresion

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A

EL ESPIRITISMO

N
TI
EN SU MÁS SIMPLE

EN
EXPRESIÓN

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ER
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EN
TI
N
A
EL ESPIRITISMO
EN SU MÁS SIMPLE

A
EXPRESIÓN

N
TI
EN
EXPOSICIÓN SUMARIA DE LA ENSEÑANZA

G
DE LOS ESPÍRITUS Y DE SUS MANIFESTACIONES

AR
por TA
IS
Allan Kardec
IT
R
PI

“Fuera de la caridad no hay salvación.”


ES
N

AC
ER

Traducción de Gustavo N. Martínez


D
FE
N
O
C

1900

CONFEDERACIÓN ESPIRITISTA ARGENTINA


Buenos Aires
Copyright © 2020 by
CONFEDERACIÓN ESPIRITISTA ARGENTINA (CEA)

Todos los derechos de reproducción, copia, comunicación al público y explotación eco-


nómica de esta obra están reservados. Prohibida la reproducción parcial o total de la
misma, a través de cualquier forma, medio o proceso electrónico, digital, fotocopia,

A
microfilme, internet, CDROM, sin previa y expresa autorización, en los términos de la

N
ley 11.723, que reglamenta los derechos de autor y conexos.

TI
ISBN edición impresa: 978-987-47546-1-5

EN
Título del original francés:

G
LE SPIRITISME À SA PLUS SIMPLE EXPRESSION

AR
(Allan Kardec; 7ª edición, 1865)

A
Traducción del original francés: Gustavo N. Martínez ST
Edición de la
I
IT

CONFEDERACIÓN ESPIRITISTA ARGENTINA (CEA)


Sánchez de Bustamante 463
R

(1173) Buenos Aires - Argentina


PI

+ 54 11 - 4862 - 6314
ES

www.ceanet.com.ar - ceaespiritista@gmail.com
N

Kardec, Allan
El espiritismo en su más simple expresión : exposición sumaria de la
AC

enseñanza de los Espíritus y de sus manifestaciones / Allan Kardec. - 1a


ed. revisada. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Confederación Es-
ER

piritista Argentina, 2020.


38 p. ; 21 x 14 cm.
D

Traducción de: Gustavo Norberto Martínez.


FE

ISBN 978-987-47546-1-5
N

1. Espiritismo. I. Martínez, Gustavo Norberto, trad. II. Título.


O

CDD 133.9
C

Impreso en la Argentina
EL ESPIRITISMO EN

A
N
SU MÁS SIMPLE EXPRESIÓN

TI
EN
G
Reseña histórica del espiritismo

AR
TA
IS
Hacia 1848, en Estados Unidos de América, llamaron la aten-
IT

ción diversos fenómenos extraños, que consistían en ruidos, gol-


R

pes y movimientos de objetos sin causa conocida. Esos fenómenos


PI

ocurrían a menudo en forma espontánea, con una intensidad y


ES

una persistencia singulares. Pero también se observó que se pro-


N

ducían más particularmente bajo la influencia de determinadas


personas, a las que se designó con el nombre de médiums, quienes


AC

en cierto modo podían provocarlos a voluntad, lo cual permitió


repetir las experiencias. Para eso se servían, sobre todo, de mesas.
ER

No porque ese objeto fuera más adecuado que otro, sino tan sólo
D

porque es movible, resulta más cómodo, y nos sentamos más fácil-


FE

mente y con mayor naturalidad alrededor de una mesa que frente


N

a cualquier otro mueble. Se obtuvo de esa manera la rotación de


O

la mesa, luego movimientos en todas las direcciones, temblores,


C

vuelcos, levitaciones, golpes violentos, etcétera. Este fenómeno fue


designado, en los comienzos, con el nombre de mesas giratorias o
danza de las mesas.

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Allan Kardec

Hasta allí el fenómeno podía explicarse perfectamente me-


diante una corriente eléctrica o magnética, o por la acción de un
fluido desconocido. Esa fue, en efecto, la primera opinión que se
generó acerca de él. Con todo, no se tardó en reconocer, en esos fe-
nómenos, la presencia de efectos inteligentes; de modo que el mo-
vimiento obedecía a la voluntad. La mesa se dirigía a la derecha o a

A
N
la izquierda, hacia una persona señalada, se paraba sobre una o dos

TI
patas al recibir la orden de hacerlo, producía el número de golpes

EN
solicitado, marcaba el compás, etcétera. A partir de entonces fue
evidente que la causa no era puramente física, y de acuerdo con el

G
AR
axioma según el cual: si todo efecto tiene una causa, todo efecto inte-
ligente debe tener una causa inteligente, se llegó a la conclusión de
TA
que la causa de ese fenómeno tenía que ser una inteligencia.
IS
¿Cuál era la naturaleza de esa inteligencia? Allí estaba el proble-
IT

ma. Primero se pensó que podía ser un reflejo de la inteligencia del


R

médium o de la de los asistentes, pero de inmediato la experiencia


PI

demostró que eso era imposible, porque se obtenían informacio-


ES

nes completamente ajenas al pensamiento y a los conocimientos


de las personas que se hallaban presentes, e incluso contrarias a sus
N

ideas, su voluntad y su deseo. Por consiguiente, esa inteligencia


sólo podía pertenecer a un ser invisible. El medio de asegurarse de


AC

ello era muy simple: consistía en entablar una conversación con


ER

ese ser, lo que se hizo mediante un número convenido de golpes,


que significaban sí o no, o que designaban las letras del alfabeto.
D

Así se obtuvieron respuestas a las diversas preguntas que se le for-


FE

mulaban. El fenómeno fue denominado mesas parlantes. Todos los


N

seres que se comunicaron de ese modo, al ser interrogados acerca


O

de su naturaleza, declararon que eran Espíritus y que pertenecían


C

al mundo invisible. Dado que se produjeron los mismos efectos


en un gran número de localidades, por intermedio de personas
diferentes, y que fueron observados, además, por hombres muy

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El espiritismo en su más simple expresión

serios e instruidos, no era posible que todos fueran juguetes de


una ilusión.
De América, el fenómeno pasó a Francia y al resto de Europa,
donde durante algunos años las mesas giratorias y parlantes estuvie-
ron de moda y se convirtieron en el entretenimiento de los salones.
Después, cuando se cansaron de ellas, las dejaron a un lado para

A
N
dedicarse a otra distracción.

TI
El fenómeno no tardó en presentarse con un nuevo aspecto,

EN
que lo apartó del dominio de la simple curiosidad. Las limitacio-

G
nes de este compendio no nos permiten hacer un seguimiento de

AR
él en todas sus fases, de modo que pasaremos directamente a lo
que ofrece de más característico, a lo que llamó la atención, sobre
todo, de las personas serias. TA
IS
Digamos previamente, y de paso, que la realidad del fenóme-
IT

no halló muchos contradictores. Algunos, sin tomar en cuenta el


R

desinterés y la honorabilidad de los experimentadores, sólo vieron


PI

en él un engañoso malabarismo, un hábil juego de prestidigita-


ES

ción. Los que no admiten nada más allá de la materia, los que sólo
creen en el mundo visible y piensan que todo muere junto con el
N

cuerpo, los materialistas; en una palabra: los que se califican como


AC

espíritus fuertes1, relegaron la existencia de los Espíritus invisibles


a la categoría de las fábulas absurdas. Tildaron de locos a quienes
ER

tomaban la cuestión en serio, y los colmaron de sarcasmo e ironía.


D

Otros, que no podían negar los hechos, pero se hallaban domina-


FE

dos por un determinado orden de ideas, atribuyeron esos fenóme-


nos a la influencia exclusiva del diablo, y con ese recurso trataron
N
O

de amedrentar a los tímidos. Con todo, hoy en día el temor al


C

diablo ha perdido notablemente su prestigio. Se habló tanto de él,


se lo ha descrito de tantas maneras, que las personas se familiari-

1. Esprit fort: Incrédulo. Persona que se jacta de no adherir a las ideas aceptadas por
la mayoría, especialmente en materia de religión. (N. del T.)

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Allan Kardec

zaron con esa idea y muchos decidieron que había que aprovechar
la ocasión para ver qué es el diablo realmente. De ahí resultó que,
con excepción de una reducida cantidad de mujeres timoratas, el
anuncio de la llegada del auténtico diablo tuvo algo de excitante
para quienes sólo lo habían visto en los cuadros o en el teatro. Para
muchas personas fue un poderoso estimulante, de suerte que los

A
N
que pretendieron valerse de ese recurso para oponer una barrera a

TI
las ideas nuevas han ido contra su objetivo y, sin quererlo, se con-

EN
virtieron en agentes de propaganda tanto más eficaces cuanto más
alto gritaban. El resto de los críticos no obtuvieron mejor éxito,

G
AR
porque a hechos comprobados y a razonamientos categóricos sólo
pudieron oponer negaciones. Leed lo que han publicado; en todas
TA
partes hallaréis pruebas de su ignorancia y de la falta de una obser-
vación seria de los hechos, y en ninguna parte una demostración
IS
concluyente de su inviabilidad. Toda su argumentación se resume
IT

así: “No creo. Por lo tanto, eso no existe. Todos los que creen están
R
PI

locos. Sólo nosotros tenemos el privilegio de la razón y del buen


ES

sentido”. El número de adeptos que el espiritismo ha conquistado


gracias a la crítica seria o a la burlesca es incalculable, porque en
N

todos los casos no hemos encontrado más que opiniones perso-


nales, desprovistas de pruebas en contra. Prosigamos, pues, con


AC

nuestra exposición.
ER

Las comunicaciones a través de golpes eran lentas e incom-


pletas. Se descubrió que, al adaptar un lápiz a un objeto movible
D

–una cestilla, una tablita o cualquier otro objeto sobre el cual fuera
FE

posible apoyar los dedos–, dicho objeto se ponía en movimiento y


N

trazaba caracteres. Más tarde se observó que tales objetos sólo eran
O

accesorios, de los que se podía prescindir. La experiencia demostró


C

que el Espíritu, así como ejercía una acción sobre un cuerpo inerte
para dirigirlo conforme a su voluntad, podía actuar también so-
bre el brazo o la mano para guiar el lápiz. Entonces surgieron los
médiums escribientes, es decir, las personas que escriben de manera

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El espiritismo en su más simple expresión

involuntaria bajo el impulso de los Espíritus, de los cuales pasan


a ser instrumentos e intérpretes. A partir de ese momento, las co-
municaciones ya no tuvieron límites, y el intercambio de ideas
pudo realizarse con tanta rapidez y amplitud como el que existe
entre los vivos. Se trataba de un vasto campo abierto a la explora-
ción, del descubrimiento de un mundo nuevo: el mundo de los

A
N
seres invisibles, del mismo modo que el microscopio había hecho

TI
posible el descubrimiento del mundo de los seres infinitamente

EN
pequeños.

G
¿Qué son esos Espíritus? ¿Qué papel desempeñan en el uni-

AR
verso? ¿Con qué objetivo se comunican con los mortales? Estas
son las primeras preguntas que se trató de responder. Pronto se
TA
supo, por intermedio de ellos mismos, que no son seres aparte en
IS
la creación, sino las almas mismas de los que vivieron en la Tierra
IT

o en otros mundos. Se supo que esas almas, tras haberse despojado


R

de su envoltura corporal, pueblan y recorren el espacio. Ya no fue


PI

posible dudar de ello cuando se reconoció entre los Espíritus a


ES

parientes y amigos, con los cuales fue posible conversar; cuando


ellos mismos acudieron a dar pruebas de su existencia, a demostrar
N

que en ellos sólo está muerto el cuerpo, que su alma o Espíritu


vive siempre, y que están ahí, cerca de nosotros, que nos ven y nos
AC

observan tal como lo hacían en vida, y envuelven con su solicitud


ER

a aquellos a quienes han amado, cuyo recuerdo es para ellos una


grata satisfacción.
D
FE

Por lo general, se tiene de los Espíritus una idea completamen-


te falsa. No son –como muchos se lo imaginan– seres abstractos,
N

difusos e indefinidos, ni algo así como un resplandor o una chispa.


O
C

Se trata, por el contrario, de seres muy reales, que poseen su in-


dividualidad y una forma determinada. Podemos formarnos una
idea aproximada acerca de ellos mediante la explicación que sigue.
En el hombre hay tres partes esenciales: 1.º) El alma o Es-
píritu, principio inteligente en el que residen el pensamiento, la

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Allan Kardec

voluntad y el sentido moral2; 2.º) el cuerpo, envoltura material,


pesada y densa, que pone al Espíritu en relación con el mundo
exterior; 3.º) el periespíritu, envoltura fluídica, ligera, que sirve de
lazo y de intermediario entre el Espíritu y el cuerpo. Cuando la en-
voltura exterior está gastada y ya no puede funcionar, deja de vivir.
Entonces el Espíritu se despoja de ella, como el fruto de su cáscara

A
N
y el árbol de su corteza; en una palabra, de la misma manera que

TI
descartamos un traje viejo que no nos sirve más. Esto es lo que se

EN
denomina muerte.

G
Así pues, la muerte no es otra cosa que la destrucción de la

AR
envoltura densa del Espíritu: sólo el cuerpo muere, el Espíritu es
inmortal. Durante la vida, el Espíritu se encuentra, por decirlo
TA
así, oprimido por los lazos de la materia a la cual está unido, que
IS
a menudo paraliza sus facultades. La muerte del cuerpo libera al
IT

Espíritu de esos lazos. Este se desprende de aquel y recobra su


R

libertad, como la mariposa que sale de su crisálida. Con todo, el


PI

Espíritu sólo deja el cuerpo material, pues conserva el periespíritu,


ES

que constituye para él una especie de cuerpo etéreo, vaporoso, im-


ponderable para nosotros y con forma humana, la cual parece ser
N

la forma típica. En su estado normal, el periespíritu es invisible,


pero el Espíritu puede hacerle sufrir ciertas modificaciones, que lo


AC

tornan momentáneamente perceptible para la vista e incluso para


ER

el tacto, como sucede con el vapor condensado. De ese modo,


los Espíritus a veces pueden mostrarse en las apariciones. Con la
D

ayuda del periespíritu, el Espíritu actúa sobre la materia inerte y


FE

produce diversos fenómenos, como ruidos, movimientos de obje-


N

tos, escritura, etcétera.


O
C

Los golpes y los movimientos son, para los Espíritus, medios


de demostrar su presencia y de llamar la atención, exactamente

2. Sens moral: conciencia de la existencia de Dios y de una realidad espiritual, así


como de la idea del bien y de la necesidad de llevarlo a la práctica. Véase El libro
de los Espíritus, de Allan Kardec (§§ 11, 265, 669 y 754.). (N. del T.)

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El espiritismo en su más simple expresión

como cuando una persona da palmadas para anunciarse. Algunos


Espíritus no se limitan a producir ruidos moderados, sino que
llegan a provocar un estrépito semejante al de la vajilla cuando se
rompe, o al de puertas que se abren y se cierran, o al de muebles
que se derriban.
A través de los golpes y los movimientos basados en una con-

A
N
vención, los Espíritus pueden expresar sus ideas. No obstante, la

TI
escritura les ofrece un medio completo, más rápido y cómodo. Por

EN
eso la prefieren. Así como pueden hacer que se tracen caracteres,

G
también pueden guiar la mano para que dibuje, escriba música o

AR
ejecute un fragmento musical en algún instrumento. En una pala-
bra, a falta de su propio cuerpo, que ya no poseen, los Espíritus se
TA
sirven del cuerpo del médium para manifestarse a los hombres de
IS
una manera sensible.
IT

Los Espíritus también pueden manifestarse de muchas otras


R

maneras, entre ellas, a través de la vista y la audición. Algunas


PI

personas, llamadas médiums auditivos, tienen la facultad de escu-


ES

charlos, y de ese modo pueden conversar con ellos. Otras los ven:
son los médiums videntes. Los Espíritus que se manifiestan a la
N

vista se presentan, por lo general, con una forma análoga a la que


tenían en vida, pero vaporosa. Otras veces esa forma adopta todas
AC

las apariencias de un ser vivo, hasta el punto de causar una ilusión


ER

completa, de modo que a veces se los ha tomado por personas de


carne y hueso, con las cuales se ha podido conversar e intercam-
D
FE

biar apretones de manos, sin sospechar que se estaba en relación


con Espíritus, excepto por su desaparición súbita.
N
O

Es muy raro ver a los Espíritus de modo permanente y general.


C

Sin embargo, las apariciones individuales son bastante frecuentes,


sobre todo en el momento de la muerte. El Espíritu, una vez des-
prendido del cuerpo, parece darse prisa en ir a ver de nuevo a sus
parientes y amigos, como para advertirles que acaba de dejar la
Tierra y decirles que sigue vivo.

13
Allan Kardec

Evoque cada uno sus recuerdos, y verá cuántos hechos autén-


ticos de ese género, de los que no se daba cuenta, le han sucedido,
no sólo de noche y durante el sueño, sino a pleno día y en el más
completo estado de vigilia. En el pasado, esos hechos se conside-
raban sobrenaturales y maravillosos, y se los atribuía a la magia
y a la brujería. En la actualidad, los incrédulos los atribuyen a la

A
N
imaginación. No obstante, desde que la ciencia espírita ha revela-

TI
do la clave de ellos, sabemos cómo se producen y que no escapan

EN
al orden de los fenómenos naturales.

G
También se creía que los Espíritus, por el solo hecho de ser

AR
tales, debían poseer la ciencia y la sabiduría supremas, pero la ex-
periencia no tardó en demostrar que eso es un error. Entre las co-
TA
municaciones impartidas por los Espíritus, algunas son sublimes
IS
por su profundidad y su elocuencia, por su sabiduría y su moral, y
IT

sólo reflejan bondad y benevolencia. Pero otras son muy vulgares,


R

frívolas, triviales e incluso groseras, y a través de ellas el Espíritu


PI

revela los instintos más perversos. Así pues, es evidente que las
ES

comunicaciones no pueden proceder de la misma fuente, y que


si bien existen Espíritus buenos, también los hay malos. Dado
N

que los Espíritus no son otra cosa que las almas de los hombres,

no pueden, naturalmente, volverse perfectos al dejar su cuerpo.


AC

Hasta tanto hayan progresado, conservarán las imperfecciones de


ER

la vida corporal. Por esa razón hay Espíritus de todos los grados de
bondad y de maldad, de sabiduría y de ignorancia.
D
FE

Por lo general, los Espíritus se comunican gustosos, y para ellos


es una satisfacción comprobar que no se los ha olvidado. Descri-
N

ben de buen grado las impresiones que experimentaron al dejar la


O
C

Tierra, así como su nueva situación y la naturaleza de sus goces o


de sus padecimientos en el mundo en que se encuentran. Algunos
son muy felices, otros desdichados, e incluso los hay que soportan
horribles tormentos, según el modo como han vivido y el empleo,
bueno o malo, útil o inútil, que han hecho de la vida. Al observar-

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El espiritismo en su más simple expresión

los en todas las fases de su nueva existencia, conforme a la posición


que ocuparon en la Tierra, su género de muerte, su carácter y sus
hábitos como hombres, llegamos a un conocimiento, si no com-
pleto, al menos bastante preciso acerca del mundo invisible, a fin
de que podamos comprender nuestro estado futuro y presentir el
destino feliz o desdichado que en ese mundo nos aguarda.

A
N
Las instrucciones impartidas por los Espíritus de un orden ele-

TI
vado, acerca de los temas que interesan a la humanidad, así como

EN
las respuestas que dieron a las preguntas que les formulamos y que

G
han sido recopiladas y coordinadas cuidadosamente, constituyen

AR
toda una ciencia, una doctrina moral y filosófica que lleva el nom-
bre de espiritismo. Por consiguiente, el espiritismo es la doctrina
TA
basada en la existencia, las manifestaciones y la enseñanza de los Espí-
IS
ritus. Esta doctrina se halla expuesta de una manera completa, con
IT

respecto a la parte filosófica, en El libro de los Espíritus; en relación


R

con la parte práctica y experimental, en El libro de los médiums; y


PI

por lo que se refiere a la parte moral, en El Evangelio según el espiri-


ES

tismo. Por el análisis de esas obras, que efectuaremos más adelante,


es posible juzgar la variedad, la amplitud y la importancia de las
N

materias que la doctrina espírita abarca.


Como hemos visto, el espiritismo tuvo su punto de partida en


AC

el fenómeno vulgar de las mesas giratorias. No obstante, dado que


ER

esos hechos se dirigen más a los ojos que a la inteligencia, y que


despiertan más curiosidad que sentimiento, una vez que la curio-
D
FE

sidad quedó satisfecha, las personas dejaron de interesarse en esos


hechos, tanto más cuanto que no los comprendían. Por el contra-
N

rio, no ocurrió lo mismo cuando la teoría vino a explicar su causa


O
C

y, sobre todo, cuando se descubrió que de esas mesas giratorias,


que por breve tiempo habían servido de diversión, surgía una doc-
trina moral que hablaba al alma, disipaba las angustias de la duda
y satisfacía todas esas aspiraciones que hasta entonces no eran más
que vaguedades, debido a una enseñanza incompleta acerca del

15
Allan Kardec

porvenir de la humanidad. Las personas serias recibieron la nueva


doctrina como un beneficio. Desde ese momento, lejos de decli-
nar, el espiritismo ha crecido con increíble rapidez. En el lapso de
unos pocos años, en todos los países del mundo y especialmente
entre las personas instruidas, atrajo incontables partidarios, cuyo
número aumenta día a día en una proporción extraordinaria, a tal

A
N
punto que hoy podemos afirmar que el espiritismo ha obtenido el

TI
derecho de ciudadanía3.

EN
La doctrina espírita se apoya en bases que desafían los esfuer-

G
zos de sus adversarios, quienes en mayor o menor medida se ha-

AR
llan interesados en combatirla. La prueba de ello radica en que los
ataques y las críticas no han aminorado un solo instante la mar-
TA
cha del espiritismo, hecho que la experiencia demostró y que los
IS
opositores nunca han podido explicarse. Por su parte, los espíritas
IT

manifiestan simplemente que si la propagación de la doctrina con-


R

tinúa a pesar de la crítica, es porque se la considera buena y porque


PI

su lógica es preferible a la de sus contradictores.


ES

Con todo, el espiritismo no es un descubrimiento moderno.


Los hechos y los principios en que reposa se pierden en la noche de
N

los tiempos, pues se encuentran vestigios de ellos en las creencias


de todos los pueblos, en todas las religiones y en la mayoría de los
AC

escritores, sagrados y profanos. Sucede que los hechos, incomple-


ER

tamente observados, se interpretaron muchas veces conforme a las


ideas supersticiosas propias de la ignorancia, y no se dedujeron de
D
FE

ellos todas sus consecuencias.


En efecto, el espiritismo se basa en la existencia de los Espí-
N
O

ritus. No obstante, como los Espíritus no son otra cosa que las
C

almas de los hombres, dado que hay hombres también hay Espí-
ritus. El espiritismo no los descubrió ni los inventó. Si las almas

3. En el original: droit de cité. Esta locución –originaria del derecho–, suele utilizar-
se en sentido figurado, como en el caso que nos ocupa, para aludir al reconoci-
miento y la aceptación de un hecho por parte de la sociedad. (N. del T.)

16
El espiritismo en su más simple expresión

o Espíritus pueden manifestarse a los vivos es porque esas mani-


festaciones están en la naturaleza y, por consiguiente, ellos deben
de haberlo hecho en todas las épocas. Por esa razón, en todos los
tiempos y lugares encontramos la prueba de esas manifestaciones,
que abundan especialmente en los relatos bíblicos.
Lo moderno es la explicación lógica de los hechos, el conoci-

A
N
miento más completo de la naturaleza de los Espíritus, de su rol y

TI
de su manera de actuar, así como la revelación de nuestro estado

EN
futuro; en una palabra, la conformación de dicho conocimiento

G
en un cuerpo científico y doctrinario, así como sus diversas aplica-

AR
ciones. Los antiguos conocían lo principal, los modernos conoce-
mos los detalles. En la Antigüedad, el estudio de estos fenómenos
TA
era privilegio de ciertas castas, que sólo los revelaban a los inicia-
IS
dos en sus misterios. En la Edad Media, los que se ocupaban de
IT

ellos ostensiblemente eran considerados brujos, y se los quemaba


R

en la hoguera. Pero en la actualidad no hay misterios para nadie,


PI

a nadie se quema vivo. Todo sucede a la luz del día, y cualquiera


ES

está en condiciones de instruirse acerca de esos fenómenos y de


practicarlos, porque hay médiums en todas partes.
N

Tampoco tiene nada de nuevo la doctrina que los Espíritus


enseñan en la actualidad: se encuentran fragmentos de ella en la
AC

mayoría de los filósofos de la India, de Egipto y de Grecia, y está


ER

por completo en las enseñanzas de Cristo. En ese caso, pues, ¿qué


viene a hacer el espiritismo? Viene a confirmar con nuevos testi-
D
FE

monios, a demostrar mediante hechos, esas verdades ignoradas o


mal comprendidas, y a restablecer el verdadero sentido de las que
N

han sido mal interpretadas.


O
C

Es cierto que el espiritismo no enseña nada nuevo. Pero ¿no


basta con que pruebe de un modo patente, irrecusable, la existen-
cia del alma, su supervivencia al cuerpo, su individualidad después
de la muerte, su inmortalidad, así como las penas y las recom-
pensas futuras? Muchas personas creen en todo eso, pero lo ha-

17
Allan Kardec

cen con un vago trasfondo de incertidumbre. En su fuero interior


se preguntan: “¿Y si no fuera cierto?” ¡Cuántas hay que han sido
conducidas a la incredulidad porque se les mostró el porvenir con
un aspecto que su razón no podía admitir! Para el creyente que
vacila, ¿no significa nada la posibilidad de afirmar: “¡Ahora estoy
seguro!”? Para el ciego, ¿no significa nada el hecho de volver a ver

A
N
la luz? A través de los hechos y de su lógica, el espiritismo acude

TI
a disipar la ansiedad inherente a la duda, y devuelve la fe al que

EN
se había apartado de ella. Al revelarnos la existencia del mundo
invisible que nos circunda, y en medio del cual vivimos sin sos-

G
AR
pecharlo, el espiritismo nos permite conocer, mediante el ejemplo
de los que nos precedieron en esta vida, las condiciones de nuestra
TA
felicidad o de nuestra desdicha venideras. Nos explica la causa de
nuestros padecimientos en la Tierra, así como la manera de ali-
IS
viarlos. El efecto inevitable de la propagación del espiritismo será
IT

el desmoronamiento de las doctrinas materialistas, que no pueden


R
PI

resistirse a la evidencia. El hombre, convencido de la grandeza y


ES

la importancia de su existencia futura, que es eterna, la compara


con la incertidumbre de la vida terrenal, que es tan breve, y en-
N

tonces se eleva con el pensamiento por encima de las mezquinas


consideraciones humanas. Como conoce la causa y el objetivo de


AC

sus miserias, las soporta con paciencia y resignación, pues sabe que
son un medio para alcanzar un estado mejor. El ejemplo de los que
ER

vienen de ultratumba para describir sus alegrías y sus dolores, de-


D

mostrando la realidad de la vida futura, prueba al mismo tiempo


FE

que la justicia de Dios no deja ningún vicio sin castigo ni ninguna


N

virtud sin recompensa. Agreguemos, por último, que las comuni-


O

caciones con los seres queridos que hemos perdido nos ofrecen un
C

agradable consuelo, pues nos demuestran no sólo que esos seres


existen, sino que estamos menos separados de ellos que en el caso
de que estuvieran vivos pero en un país lejano.

18
El espiritismo en su más simple expresión

En resumen, el espiritismo alivia la amargura de los pesares de


la vida, calma la desesperación y las inquietudes del alma, disipa
la incertidumbre o el terror acerca del porvenir, aleja la idea de
abreviar la vida mediante el suicidio. Por eso mismo hace dichosos
a quienes lo comprenden, y ahí radica el gran secreto de su rápida
propagación.

A
N
Desde el punto de vista religioso, el espiritismo se basa en las

TI
verdades fundamentales de todas las religiones: Dios, el alma, la

EN
inmortalidad, las penas y las recompensas futuras. Con todo, es

G
independiente de cualquier culto en particular. Su objetivo consis-

AR
te en probar, a los que niegan o dudan, que el alma existe y sobre-
vive al cuerpo, y que después de la muerte sufre las consecuencias
TA
del bien y del mal que ha cometido durante la vida corporal. Esto
IS
es patrimonio de la totalidad de las religiones.
IT

En calidad de creencia en los Espíritus, el espiritismo se en-


R

cuentra también en todas las religiones, así como en todos los pue-
PI

blos, porque dondequiera que haya hombres hay almas o Espíritus,


ES

y porque estos se han manifestado en todas las épocas. El relato de


esas manifestaciones figura en todas las religiones, sin excepción.
N

Así pues, se puede ser católico –tanto griego como romano–, pro-
testante, judío o musulmán, y creer en las manifestaciones de los
AC

Espíritus; por consiguiente, ser espírita. Prueba de ello es que el


ER

espiritismo tiene adherentes en todas las creencias religiosas.


D

En calidad de moral, el espiritismo es esencialmente cristiano,


FE

porque la que enseña no es sino el desarrollo y la aplicación de la


moral de Cristo, la más pura de todas, y cuya superioridad nadie
N
O

discute: prueba evidente de que es la ley de Dios. Esta moral es


C

para uso del mundo entero.


El espiritismo es independiente de toda forma de culto, no
prescribe ninguno de ellos ni se ocupa de dogmas particulares, ra-
zón por la cual no constituye una religión especial, pues tampoco
tiene sacerdotes ni templos. A quienes le preguntan si hacen bien
19
Allan Kardec

al seguir tal o cual práctica, responde: “Si creéis que es una obli-
gación para vuestra conciencia, hacedlo: Dios siempre toma en
cuenta la intención”. En una palabra: el espiritismo no se impone
a nadie. No se dirige a los que tienen fe y se sienten satisfechos con
ella, sino a la numerosa categoría de los inseguros y los incrédulos.
No se los quita a la Iglesia, pues están separados de ella moral-

A
N
mente, en todo o en parte. Por el contrario, los hace andar las tres

TI
cuartas partes del camino para que ingresen en ella. Compete a la

EN
Iglesia hacer el resto.

G
Es verdad que el espiritismo combate determinadas creencias,

AR
tales como la eternidad de las penas, el fuego material del Infierno,
la personalidad del diablo, etcétera. Sin embargo, ¿no es cierto
TA
también que esas creencias, impuestas como absolutas, han ge-
IS
nerado incrédulos en todos los tiempos, y siguen haciéndolo a
IT

diario? Si el espiritismo, al dar a esos dogmas y a algunos otros una


R

interpretación racional, reconduce a la fe a los que habían deserta-


PI

do de ella, ¿no presta un servicio a la religión? Por ese motivo decía


ES

un venerable eclesiástico: “El espiritismo hace creer en algo, y vale


más creer en algo que no creer en nada”.
N

Dado que los Espíritus no son otra cosa que las almas, no
podemos negar a los Espíritus sin negar a las almas. Una vez ad-
AC

mitida la existencia de las almas o Espíritus, el problema queda re-


ER

ducido a su más simple expresión: las almas de los que han muerto,
¿pueden comunicarse con los vivos? El espiritismo prueba mediante
D
FE

hechos materiales que la respuesta afirmativa es la correcta. Por el


contrario, ¿cuál es la prueba que podrían aportar los que piensan
N

que eso no es posible? Si lo es, ninguna negación impedirá que así


O
C

sea, porque no se trata de un sistema ni de una teoría, sino de una


ley de la naturaleza. Ahora bien, contra las leyes de la naturaleza la
voluntad del hombre es impotente. De buen grado o a disgusto,
tendrá que aceptar las consecuencias de esas leyes, y adaptar a ellas
sus creencias y sus costumbres.

20
Resumen de la enseñanza de los Espíritus

A
N
TI
EN
1. Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las

G
cosas.

AR
Dios es eterno, único, inmaterial, inmutable, todopoderoso, sobe-

TA
ranamente justo y bueno. Debe ser infinito en todas sus perfeccio-
nes, porque si supusiéramos que en uno solo de sus atributos fuera
IS
imperfecto, ya no sería Dios.
IT

2. Dios ha creado la materia que constituye los mundos. Tam-


R
PI

bién ha creado seres inteligentes a los que damos el nombre de


ES

Espíritus, encargados de administrar los mundos materiales de


acuerdo con las leyes inmutables de la creación, y que son perfec-
N

tibles por naturaleza. Al perfeccionarse, los Espíritus se acercan a


la Divinidad.
AC

3. El Espíritu propiamente dicho es el principio inteligente4.


ER

No conocemos su naturaleza íntima. Para nosotros es inmaterial,


porque no tiene ninguna analogía con lo que denominamos ma-
D

teria.
FE

4. Los Espíritus son seres individuales. Poseen una envoltu-


N
O

ra etérea, imponderable, llamada periespíritu, especie de cuerpo


C

fluídico, modelo de la forma humana. Los Espíritus pueblan los

4. Para comprender la diferencia entre espíritu (principio inteligente) y Espíritus


(seres inteligentes), véase El Libro de los Espíritus, Buenos Aires: CEA, 2020, §§
21 a 28 y 76 a 83. (N. del T.)

21
Allan Kardec

espacios, que recorren con la rapidez del relámpago, y constituyen


el mundo invisible.
5. No conocemos el origen de los Espíritus ni de qué modo
son creados. Sólo sabemos que son creados simples e ignorantes, es
decir, sin ciencia y sin conocimiento del bien y del mal, pero con
igual aptitud para todo, porque no es posible que Dios, en su jus-

A
N
ticia, haya eximido a unos del trabajo que ha impuesto a otros para

TI
alcanzar la perfección. Al principio se hallan en una especie de

EN
infancia, sin voluntad propia ni conciencia plena de su existencia.

G
6. Dado que el libre albedrío se desarrolla en los Espíritus al

AR
mismo tiempo que las ideas, Dios les dice: “Todos vosotros podéis
aspirar a la felicidad suprema, que alcanzaréis cuando hayáis obte-
TA
nido los conocimientos de que carecéis, y cuando hayáis cumplido
IS
la tarea que os impongo. Trabajad, pues, por vuestro adelanto. Ese
IT

es el objetivo: lo alcanzaréis si cumplís las leyes que he grabado en


R

vuestra conciencia”.
PI

Como consecuencia de su libre albedrío, algunos toman el ca-


ES

mino más corto, que es el del bien; y otros el más largo, que es el
del mal.
N

7. Dios no creó el mal. Ha establecido leyes, y esas leyes son


AC

siempre buenas, porque Él es soberanamente bueno. El que las


observara con fidelidad sería completamente feliz. No obstan-
ER

te, como los Espíritus tienen libre albedrío, no siempre las han
D

observado, y el mal es para ellos el resultado de su desobedien-


FE

cia. Podemos decir, pues, que el bien es todo aquello que está de
N

acuerdo con la ley de Dios; y el mal, todo lo que es contrario a


O

esa misma ley.


C

8. Para cooperar, como agentes del poder divino, en la obra de


los mundos materiales, los Espíritus se revisten temporalmente de
un cuerpo material. Mediante el trabajo necesario para su existen-
cia corporal, perfeccionan su inteligencia y adquieren, conforme a

22
El espiritismo en su más simple expresión

la observancia de la ley de Dios, los méritos que deben conducirlos


a la felicidad eterna.
9. Al principio, la encarnación no es impuesta al Espíritu
como un castigo. Es necesaria para su desarrollo y para llevar a
cabo las obras de Dios, de modo que todos los Espíritus deben
experimentarla, ya sea que tomen el camino del bien o el del mal.

A
N
Con todo, los que siguen el camino del bien, dado que avanzan

TI
más rápido, tardan menos en alcanzar el objetivo y llegan a él en

EN
condiciones menos penosas.

G
10. Los Espíritus encarnados constituyen la humanidad, que

AR
no está circunscrita a la Tierra, sino que puebla todos los mundos
diseminados en el espacio.
TA
11. El alma del hombre es un Espíritu encarnado. Para apoyar-
IS
lo en el cumplimiento de su tarea, Dios le ha dado como auxiliares
IT

a los animales que le son sumisos, y cuya inteligencia y carácter


R

son aptos para satisfacer sus necesidades.


PI

12. El perfeccionamiento del Espíritu es fruto de su propio


ES

trabajo. Debido a que en una sola existencia corporal no puede


N

adquirir todas las cualidades morales e intelectuales que deben


conducirlo al objetivo, el Espíritu llega a él mediante una sucesión


AC

de existencias, en cada una de las cuales da algunos pasos hacia


adelante en el camino del progreso.
ER

13. En cada existencia corporal el Espíritu debe llevar a cabo


D

una labor acorde a su desarrollo. Cuanto más ruda y trabajosa


FE

sea esa labor, tanto mayor será el mérito en caso de que la cum-
N

pla. Por consiguiente, cada existencia constituye para el Espíritu


O

una prueba que lo acerca al objetivo. La cantidad de existencias


C

es indeterminada. De la voluntad del Espíritu depende acortarla,


trabajando activamente en su perfeccionamiento moral, así como
de la voluntad del obrero depende acortar el número de días que
necesita para hacer entrega de un trabajo.

23
Allan Kardec

14. Cuando una existencia ha sido mal empleada, no beneficia


en modo alguno al Espíritu, que debe recomenzarla en condicio-
nes más o menos penosas, en virtud de su negligencia y su mala
voluntad. Sucede como en la vida, cuando nos vemos obligados
a hacer al día siguiente lo que no hicimos la víspera, o a volver a
hacer lo que hicimos mal.

A
N
15. La vida espiritual es la vida normal del Espíritu; es eterna.

TI
La vida corporal es transitoria y pasajera; es apenas un instante en

EN
la eternidad.

G
16. En el intervalo de las existencias corporales el Espíritu se

AR
encuentra errante. La erraticidad no tiene una duración determi-
nada. En ese estado el Espíritu es feliz o desdichado, conforme al
TA
buen o mal uso que haya hecho de su última existencia. Estudia
IS
las causas que han apresurado o retrasado su adelanto, adopta las
IT

decisiones que intentará poner en práctica en su próxima encar-


R

nación, y elige por sí mismo las pruebas que considera más ade-
PI

cuadas para su adelanto. Con todo, a veces se equivoca o fracasa,


ES

porque como hombre no mantiene las decisiones que había adop-


tado como Espíritu.
N

17. El Espíritu culpable es castigado, en el mundo de los Es-


AC

píritus, mediante padecimientos morales; y en la vida corporal,


mediante penas físicas. Sus aflicciones son la consecuencia de sus
ER

faltas, es decir, de su infracción a la ley de Dios. De modo que son,


D

a la vez, una expiación del pasado y una prueba para el porvenir.


FE

Así, el orgulloso podrá tener una existencia de humillaciones; el


tirano, una de servidumbre; y el mal rico, una de miseria.
N
O

18. Hay mundos apropiados a los diferentes grados de ade-


C

lanto de los Espíritus, y donde la existencia corporal se encuen-


tra en condiciones muy diversas. Cuanto menos adelantado es el
Espíritu, tanto más pesados y materiales son los cuerpos con que
se reviste. A medida que se purifica, pasa a mundos moral y físi-

24
El espiritismo en su más simple expresión

camente superiores. La Tierra no es el primero ni el último, sino


uno de los más atrasados.
19. Los Espíritus culpables encarnan en los mundos menos
adelantados, donde expían sus faltas mediante las tribulaciones de
la vida material. Esos mundos son para ellos verdaderos purgato-
rios. Sin embargo, de cada Espíritu depende salir de allí, trabajan-

A
N
do por su adelanto moral. La Tierra es uno de esos mundos.

TI
20. Puesto que Dios es soberanamente justo y bueno, no con-

EN
dena a sus criaturas a castigos perpetuos por faltas temporarias. En

G
todo momento les ofrece medios para progresar y reparar el mal

AR
que hayan podido cometer. Dios perdona, pero exige arrepenti-
miento, reparación y retorno al bien. De modo que la duración
TA
del castigo es acorde a la persistencia del Espíritu en el mal. Por
IS
consiguiente, el castigo sería eterno para aquel que permaneciera
IT

eternamente en el camino del mal. Con todo, tan pronto como


R

una chispa de arrepentimiento se vislumbra en el corazón del cul-


PI

pable, Dios extiende sobre él su misericordia. Por eso la eternidad


ES

de las penas debe interpretarse en un sentido relativo, no absoluto.


21. Al encarnar, los Espíritus llevan consigo lo que han ad-
N

quirido en sus existencias anteriores. Por esa razón, los hombres


AC

muestran instintivamente aptitudes especiales, inclinaciones bue-


nas o malas, que parecen innatas en ellos.
ER

Las malas inclinaciones naturales son restos de las imperfec-


D

ciones del Espíritu, de las que no se ha despojado por completo.


FE

También son indicios de las faltas que ha cometido. Constituyen


N

el verdadero pecado original. En cada existencia el Espíritu debe


O

liberarse de algunas impurezas.


C

22. El olvido de las existencias anteriores es un beneficio de


Dios, que en su bondad ha querido que el hombre se ahorre re-
cuerdos casi siempre penosos. En cada nueva existencia el hombre
es lo que ha hecho de sí mismo. Para él, resulta un nuevo punto

25
Allan Kardec

de partida. Conoce sus defectos actuales, pero el espiritismo le


enseña que esos defectos son la continuación de los que tenía. De
ahí deduce el mal que ha podido cometer, y eso es suficiente para
que trabaje en enmendarse. Si en otras existencias tenía defectos
que ya no posee, no debe preocuparse por ello. Le basta con sus
imperfecciones actuales.

A
N
23. Si el alma no ha vivido antes, entonces ha sido creada al

TI
mismo tiempo que el cuerpo. Con base en este supuesto, el alma

EN
no podría tener ninguna relación con las almas que la han prece-

G
dido. En ese caso, nos preguntamos cómo es posible que Dios,

AR
que es soberanamente justo y bueno, la haya hecho responsable de
la falta cometida por el padre del género humano, mancillándola
TA
con un pecado original que no ha cometido. Por el contrario, si
IS
afirmamos que el alma trae consigo, al renacer, el germen de las
IT

imperfecciones de sus existencias anteriores, y que en la existencia


R

actual experimenta las consecuencias de sus faltas pasadas, damos


PI

acerca del pecado original una explicación lógica que todos pueden
ES

comprender y admitir, porque en ese caso el alma sólo es respon-


sable de sus propias obras.
N

24. La diversidad de las aptitudes innatas, tanto morales como


intelectuales, es la prueba de que el alma ha vivido antes. Si hu-
AC

biese sido creada al mismo tiempo que su cuerpo actual, no se-


ER

ría conforme a la bondad de Dios haber hecho a unas almas más


adelantadas que a otras. ¿A qué se debe, pues, que haya salvajes y
D
FE

hombres civilizados, personas buenas y malas, tontas e inteligen-


tes? Al afirmar que unas han vivido más que otras y han adquirido
N

más, todo se explica.


O
C

25. Si la existencia actual fuese la única y debiera decidir por sí


sola el porvenir del alma para toda la eternidad, ¿cuál sería la suer-
te de los niños que mueren muy jóvenes? Dado que no han hecho
ningún bien, pero tampoco ningún mal, no merecen recompensas
ni castigos. De acuerdo con la enseñanza de Cristo, cada uno será

26
El espiritismo en su más simple expresión

recompensado según sus obras, de modo que esos niños no tienen


derecho a la felicidad absoluta de los ángeles, ni merecen que se los
prive de ella. En cambio, si afirmáis que en una nueva existencia
podrán cumplir lo que no hicieron en esta, que fue tan breve, ya
no habrá excepciones.
26. Por esa misma razón, ¿cuál sería la suerte de los cretinos

A
N
y los idiotas? Dado que no tienen conciencia alguna del bien y

TI
del mal, tampoco son responsables de sus actos. ¿Acaso Dios sería

EN
justo y bueno si hubiera creado almas estúpidas para condenarlas

G
a llevar una existencia miserable, sin compensación alguna? Ad-

AR
mitid, por el contrario, que las alma del cretino y del idiota son
Espíritus castigados en cuerpos que no tienen condiciones para
TA
expresar su pensamiento, dentro de los cuales se encuentran como
IS
lo estaría un hombre fuertemente amarrado, y entonces ya no en-
IT

contraréis nada que no esté de acuerdo con la justicia de Dios.


R

27. En esas encarnaciones sucesivas, el Espíritu se despoja


PI

poco a poco de sus impurezas y se perfecciona mediante el trabajo,


ES

hasta que llega al término de sus existencias corporales. Entonces


pertenece al orden de los Espíritus Puros o ángeles, y goza a la vez
N

de la vida completa de Dios y de una felicidad inmaculada para


toda la eternidad.
AC

28. Puesto que en la Tierra los hombres se hallan en expiación,


ER

Dios, como buen padre, no los ha dejado librados a sí mismos, sin


D

guías. En primer lugar, tienen a sus Espíritus protectores o ángeles


FE

de la guarda, que velan por ellos y se esfuerzan en conducirlos por


el camino del bien. También cuentan con los Espíritus que están
N
O

en la Tierra para cumplir una misión: Espíritus superiores que de


C

cuando en cuando encarnan entre los hombres para iluminar su


camino con las obras que realizan y para hacer que la humanidad
progrese. Aunque Dios haya grabado su ley en la conciencia de los
hombres, creyó además que debía formularla de manera explícita.
Primero les envió a Moisés, pero las leyes mosaicas eran adecuadas

27
Allan Kardec

apenas para los hombres de su época. Él sólo les habló de la vida


terrenal, de penas y recompensas temporales. Cristo llegó después,
para completar la ley de Moisés con una enseñanza más elevada:
la pluralidad de las existencias5, la vida espiritual, las penas y las
recompensas morales. Moisés condujo a los hombres mediante el
temor; Cristo lo hizo con el amor y la caridad.

A
N
29. El espiritismo, que actualmente es mejor comprendido,

TI
añade, para satisfacción de los incrédulos, la evidencia a la teoría.

EN
Demuestra el porvenir con hechos patentes. Afirma, en términos

G
claros y sin equívocos, lo que Cristo dijo mediante parábolas. Ex-

AR
plica las verdades que habían sido ignoradas o falsamente interpre-
tadas. Revela la existencia del mundo invisible o de los Espíritus, e
TA
inicia al hombre en los misterios de la vida futura. Viene a comba-
IS
tir el materialismo, que constituye una rebelión contra el poder de
IT

Dios. Viene, por último, a establecer entre los hombres el reino de


R

la caridad y de la solidaridad que Cristo anunció. Moisés preparó


PI

el terreno; Cristo lo sembró; el espiritismo viene a cosechar.


ES

30. El espiritismo no es una luz nueva, sino una más resplan-


deciente, porque se manifiesta en todos los puntos del globo a
N

través de los que han vivido antes. Al hacer evidente lo que estaba
oscuro, pone fin a las interpretaciones erróneas, y habrá de reunir
AC

a los hombres en una creencia común, porque sólo hay un Dios, y


ER

sus leyes son las mismas para todos. Por último, el espiritismo se-
ñala el advenimiento de la era de los tiempos predichos por Cristo
D
FE

y los Profetas.
31. La causa de los males que afligen a los hombres en la Tierra
N
O

reside en el orgullo, el egoísmo y todas las malas pasiones. Conec-


C

tados a través de sus vicios, los hombres se hacen recíprocamente des-


dichados y se castigan unos a otros. Cuando la caridad y la humildad
reemplacen al egoísmo y al orgullo, ya no tratarán de perjudicarse.

5. Véase San Mateo, 17:10 y ss. San Juan, 3:2 y ss. (Nota de Allan Kardec.)

28
El espiritismo en su más simple expresión

Respetarán los derechos de cada uno y harán que reine entre ellos
la concordia y la justicia.
32. No obstante, ¿cómo destruir el egoísmo y el orgullo, que
parecen innatos en el corazón del hombre? El egoísmo y el orgullo
están en su corazón porque los hombres son Espíritus que han se-
guido desde el principio el camino del mal, y han sido exiliados en

A
N
la Tierra para que reciban el castigo por esos mismos vicios. Tam-

TI
bién ahí reside su pecado original, del que muchos de ellos no se

EN
han despojado. Por medio del espiritismo, Dios acude a formular

G
un último llamamiento a la práctica de la ley que Cristo enseñó:

AR
la ley de amor y caridad.
33. Dado que la Tierra ha llegado a la época señalada para
TA
convertirse en una morada de paz y felicidad, Dios no quiere que
IS
los Espíritus malos que se encuentran encarnados en ella conti-
IT

núen perturbándola en perjuicio de los buenos. Por eso, los malos


R

deberán retirarse. Irán a expiar su obstinación a mundos menos


PI

adelantados, donde trabajarán de nuevo por su perfeccionamien-


ES

to, en una serie de existencias aún más desdichadas y penosas que


las que sufrieron en la Tierra.
N

Formarán en esos mundos una nueva raza, más instruida, cuya


AC

tarea consistirá en hacer progresar, con la ayuda de los conoci-


mientos que han adquirido, a los seres atrasados que habitan en
ER

ellos. Sólo quienes lo merezcan podrán salir de ahí para dirigirse a


D

un mundo mejor, y así sucesivamente, hasta que hayan alcanzado


FE

su completa purificación. Si la Tierra era para ellos un purgatorio,


esos mundos serán su infierno, pero un infierno donde la esperan-
N
O

za nunca estará ausente.


C

34. Mientras la generación proscripta desaparece rápidamen-


te, una nueva generación se establece, cuyas creencias se fundarán
en el espiritismo cristiano. Nosotros asistimos a la transición que se
opera, al preludio de la renovación moral cuyo advenimiento el
espiritismo anuncia.
29
C
O
N
FE
D
ER
AC

N
ES
PI
R
IT
IS
TA
AR
G
EN
TI
N
A
Máximas extraídas de la enseñanza
de los Espíritus

A
N
TI
EN
35. El objetivo esencial del espiritismo es el mejoramiento de

G
los hombres. Sólo hay que buscar en él aquello que pueda favore-

AR
cer el progreso moral e intelectual.
36. El verdadero espírita no es el que cree en las manifestacio-
TA
nes de los Espíritus, sino el que aprovecha la enseñanza que ellos
IS
imparten. De nada sirve creer, si la creencia no nos permite dar
IT

un paso adelante en el camino del progreso y no nos hace mejores


R

para con el prójimo.


PI
ES

37. El egoísmo, el orgullo, la vanidad, la ambición, la codicia,


el odio, la envidia, los celos y la maledicencia, son para el alma
N

hierbas venenosas, de las que es preciso arrancar cada día algunas


briznas, y cuyos antídotos son la caridad y la humildad.


AC

38. La creencia en el espiritismo sólo resulta provechosa para


ER

aquel de quien se puede decir: “Hoy es mejor que ayer”.


39. La importancia que el hombre atribuye a los bienes tem-
D
FE

porales está en razón inversa a su fe en la vida espiritual. La duda


acerca del porvenir es la que lo induce a buscar sus goces en este
N

mundo mediante la satisfacción de las pasiones, incluso a expensas


O
C

del prójimo.
40. Las aflicciones que se experimentan en la Tierra son reme-
dios para el alma. La salvan para el porvenir, así como una cirugía
dolorosa salva la vida del enfermo y le devuelve la salud. Por eso

31
Allan Kardec

Cristo dijo: “Bienaventurados los que sufren, porque serán con-


solados”6.
41. En vuestras aflicciones mirad hacia abajo, no hacia arriba.
Pensad en los que sufren aún más que vosotros.
42. La desesperación es lógica en el que cree que todo termina

A
con la vida del cuerpo. En cambio, es un absurdo para quien tiene

N
fe en el porvenir.

TI
43. El hombre suele ser el artífice de su propia desdicha en este

EN
mundo. Si se remontara hasta la fuente de sus infortunios, descu-

G
briría que la mayoría de ellos son el resultado de su imprevisión,

AR
de su orgullo, de su avidez y, por consiguiente, de su infracción a
las leyes de Dios.
TA
44. La oración es un acto de adoración. Orar a Dios es pensar
IS
en Él, acercarse a Él, ponerse en comunicación con Él.
IT

45. El que ora con fervor y confianza es más fuerte contra las
R
PI

tentaciones del mal, y Dios le envía Espíritus buenos para que lo


ES

asistan. Esa es una ayuda que nunca se niega cuando es solicitada


con sinceridad.
N

46. Lo esencial no es orar mucho, sino hacerlo bien. Algunas


personas creen que todo el mérito radica en la extensión de la


AC

plegaria, mientras que cierran los ojos ante sus propios defectos.
ER

La oración es para ellas una ocupación, una manera de pasar el


tiempo, pero no un estudio de sí mismas.
D
FE

47. El que pide a Dios el perdón de sus faltas sólo lo obtiene


si cambia de conducta. Las buenas acciones son la mejor de las
N

plegarias, porque los hechos valen más que las palabras.


O
C

48. Todos los Espíritus buenos recomiendan la oración. Por


otra parte, los Espíritus imperfectos piden que se ore por ellos,
como un medio de aliviar sus padecimientos.

6. Véase San Mateo 5:5. (N. del T.)

32
El espiritismo en su más simple expresión

49. La oración no puede cambiar los decretos de la Providen-


cia. Con todo, cuando los Espíritus que sufren ven que nos in-
teresamos por ellos, se sienten menos desamparados; no son tan
desdichados. La oración por ellos levanta su ánimo, estimula su
deseo de elevarse mediante el arrepentimiento y la reparación, y
puede apartarlos de la idea del mal. En ese sentido la oración logra

A
N
no sólo aliviar, sino también disminuir sus padecimientos.

TI
50. Ore cada uno según sus convicciones y del modo que crea

EN
más conveniente, pues la forma no es nada y el pensamiento lo

G
es todo. Lo esencial es ser sincero y tener intenciones puras. Un

AR
pensamiento bueno vale más que muchas palabras, que se parecen
al ruido de un molino, y en las que el corazón está ausente por
completo. TA
IS
51. Dios ha hecho hombres fuertes y poderosos para que sean
IT

el sostén de los débiles. El fuerte que oprime al débil es condenado


R

por Dios, y muchas veces recibe el castigo en esta misma vida, sin
PI

perjuicio de lo que le aguarda en el porvenir.


ES

52. La fortuna es un depósito cuyo poseedor sólo es usufruc-


tuario, pues no se la lleva consigo a la tumba, y deberá dar cuenta
N

estricta del uso que haya hecho de ella.


AC

53. La fortuna es una prueba más peligrosa que la miseria,


porque constituye una tentación que induce al abuso y a los exce-
ER

sos, y porque es más difícil ser moderado que resignarse.


D

54. El ambicioso que triunfa y el rico que se sacia de goces


FE

materiales son más dignos de lástima que de envidia, pues hay que
N

ver las consecuencias de sus actos. El espiritismo, a través de los


O

terribles ejemplos que brindan quienes han vivido y vuelven para


C

revelarnos su suerte, muestra la verdad de estas palabras de Cristo:


“Todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será
enaltecido”7.

7. Véase San Lucas 14: 11 y 18:14; San Mateo 23:12. (N. del T.)

33
Allan Kardec

55. La caridad es la ley suprema de Cristo: “Amaos los unos a


los otros como hermanos.”8 “Ama a tu prójimo como a ti mismo.”9
“Perdonad a vuestros enemigos.”10 “No hagáis a los otros lo que
no querríais que os hiciesen.”11: todo esto se resume en la palabra
caridad.
56. La caridad no se encuentra solamente en la limosna, por-

A
N
que hay caridad en los pensamientos, las palabras y las acciones.

TI
Caritativo en los pensamientos es el que se muestra indulgente

EN
para con las faltas del prójimo. Caritativo en las palabras, el que

G
no dice nada que pueda dañar a sus semejantes. Caritativo en las

AR
acciones, el que ayuda a su prójimo en la medida que sus fuerzas
lo permiten.
TA
57. El pobre que comparte un pedazo de pan con alguien más
IS
pobre que él, es más caritativo y tiene más mérito ante Dios que el
IT

que da parte de lo que no le hace falta, sin privarse de nada.


R

58. Quienquiera que sostenga contra su prójimo sentimientos


PI

de animosidad, de odio, de celos y de rencor, no tiene caridad.


ES

Miente si se dice cristiano, y ofende a Dios.


N

59. Hombres de cualquier casta, creencia religiosa y color: to-


dos vosotros sois hermanos, porque Dios os llama a todos hacia Él.
AC

Así pues, tomaos de la mano, sea cual fuere vuestro modo de ado-
rarlo, y no os maldigáis unos a otros, pues el anatema constituye la
ER

violación de la ley de caridad que Cristo proclama.


D

60. Con el egoísmo los hombres se mantienen en lucha per-


FE

petua. Con la caridad vivirán en paz. Sólo la caridad, convertida


N

en la base de sus instituciones, puede garantizarles la felicidad en


O

este mundo. Conforme a las palabras de Cristo, sólo ella puede


C

8. Véase San Juan 13:34. (N. del T.)


9. Véase San Mateo 22:39. (N. del T.)
10. Véase San Mateo 5:44 y San Lucas 6:27 y 35. (N. del T.)
11. Véase la “Regla de Oro”: San Mateo 7:12 y San Lucas 6:31. (N. del T.)

34
El espiritismo en su más simple expresión

también garantizarles la felicidad futura, pues contiene implícita-


mente todas las virtudes que los conducirán hacia la perfección.
Con la verdadera caridad, tal como Cristo la enseñó y la practicó,
no habrá más egoísmo, orgullo, odio, celos ni maledicencia, y de-
jará de existir el apego desmedido a los bienes de este mundo. Por
esa razón el espiritismo cristiano tiene por máxima: FUERA DE LA

A
N
CARIDAD NO HAY SALVACIÓN.

TI
____________

EN
G
¡Incrédulos! Vosotros, que os reís de los Espíritus y os burláis

AR
de los que creen en sus manifestaciones, reíos también, si os atre-
véis, de esa máxima que ellos vienen a enseñar y que constituye
TA
vuestra propia salvaguarda, porque si la caridad desapareciera de
IS
la faz de la Tierra los hombres se destrozarían mutuamente, y tal
IT

vez vosotros seríais las primeras víctimas. No está lejos el tiempo


R

en que esa máxima, proclamada abiertamente en nombre de los


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Espíritus, será una garantía de seguridad y un título de confianza


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para todos los que la lleven grabada en el corazón.


Un Espíritu ha dicho: “Se mofaron de las mesas giratorias, pero
N

jamás se burlarán de la filosofía y la moral que derivan de ellas”.


En efecto, actualmente, a tan sólo algunos años de su aparición,
AC

estamos lejos de esos primeros fenómenos que por un instante sir-


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vieron de distracción a los ociosos y a los curiosos. Vosotros decís


que esa moral es anticuada, y que “los Espíritus deberían tener el
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FE

ingenio suficiente para darnos algo nuevo” (frase aguda, que más
de un crítico sostiene). ¡Tanto mejor! Si esa moral es anticuada,
N

significa que es válida para todas las épocas, y que los hombres son
O
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aún más culpables de no haberla puesto en práctica, pues sólo las


verdades eternas son auténticas. El espiritismo viene a recordarles
esa moral, ya no mediante una revelación aislada, transmitida a un
solo hombre, sino mediante la voz de los propios Espíritus que,
semejantes a las trompetas del Apocalipsis, vienen a anunciarles:

35
Allan Kardec

“Creed que aquellos a los que llamáis muertos están más vivos que
vosotros, porque ven lo que no veis y oyen lo que no oís. Recono-
ced, en los que vienen a hablaros, a vuestros parientes, a vuestros
amigos y a todos los que habéis amado en la Tierra, y que creíais
perdidos para siempre. ¡Desdichados los que creen que todo acaba
con el cuerpo, pues su desengaño será cruel! ¡Desdichados los que

A
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hayan faltado a la caridad, pues padecerán lo que hayan hecho

TI
padecer a los otros! Escuchad la voz de los que sufren, que vienen

EN
a deciros: Sufrimos porque hemos ignorado el poder de Dios y hemos
dudado de su misericordia infinita. Sufrimos por nuestro orgullo, por

G
AR
nuestro egoísmo y nuestra avaricia, así como por todas las pasiones
malas que no hemos sabido reprimir. Sufrimos por todo el mal que
TA
hemos hecho a nuestros semejantes al olvidarnos de la caridad”.
IS
¡Incrédulos! Decid si una doctrina que enseña estas cosas es
IT

ridícula. Decid si es buena o mala. Considerada tan sólo desde


R

el punto de vista del orden social, ¡decid si los hombres que la


PI

pusieran en práctica serían felices o desdichados, mejores o peores!


ES
N

AC
ER
D
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N
O
C

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Índice

A
N
TI
EN
Reseña histórica del espiritismo ........................................ 7

G
Resumen de la enseñanza de los Espíritus ......................... 21

AR
Máximas extraídas de la enseñanza de los Espíritus ........... 31
TA
IS
IT
R
PI
ES
N

AC
ER
D
FE
N
O
C

37

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