Los Tratados de Cordoba
Los Tratados de Cordoba
Los Tratados de Cordoba
7 Prefacio
Cuitláhuac García Jiménez
EL COLEGIO DE VERACRUZ
Esta obra fue dictaminada a doble ciego por pares académicos expertos en el tema
y aprobada para su publicación. 13 Prólogo
Agradecimiento especial para el Consejo Veracruzano de Conmemoraciones 2021
Más allá de Iturbide: una Córdoba para el siglo XXI
y al H. Ayuntamiento de Córdoba.
Rafael Estrada Michel
Primera edición: 2021
ISBN: Registro en trámite
23 Introducción
Derechos reservados. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INERHM) Héctor Strobel
Francisco I. Madero núm. 1, Colonia San Ángel, C.P. 01000
Alcaldía Álvaro Obregón, Ciudad de México
www.inerhm.gob.mx 35 Primera parte
Derechos reservados. Editora de Gobierno del Estado de Veracruz Contexto constitucional, jurídico e histórico
Km 16.5 de la carretera federal Xalapa-Veracruz
C.P. 91639, Emiliano Zapata, Veracruz, México
www.editoraveracruz.gob.mx 37 Sobre la existencia jurídica de los tratados de Córdoba
Derechos reservados. Colegio de Veracruz Víctor Borges-Caamal
Carrillo Puerto 26, Zona Centro, Centro,
C.P. 91000 Xalapa-Enríquez, Veracruz
www.colver.edu.mx 59 La Independencia de México vista desde las Cortes del
ISBN: INEHRM: 978-607-549-249-0 Trienio liberal, 1820-1822
ISBN Editora de Gobierno del Estado de Veracruz: 978-607-8489-90-9 José Luis Quezada Lara
Hecho en México
2 3
85 De Caracas a Apatzingán: proyectos políticos y formas 207 E xamen de fuentes documentales inéditas
jurídicas en la construcción republicana
Armando Chaguaceda e Ysrrael Camero 209 El plan de Iguala y el archivo personal de Iturbide
Jacobo Alejandro Domínguez Gudini
99 Segunda parte
Personajes 221 La Independencia de México vista por las autoridades
peninsulares, 1821-1822
101 Agustín de Iturbide, el comandante contrainsurgente, José Luis Quezada Lara
1810-1820
Joaquín E. Espinosa Aguirre 233 Tratados de Córdoba . Transcripción
4 5
Prefacio
E n el estado de Veracruz hay lugares que parecieran elegidos por el albo índice de Clío
para ser escenarios de grandes gestas e importantes acontecimientos. Uno de esos sitios
es Córdoba, ciudad fundada en el centro de la entidad, sobre los fértiles lomeríos de Hui-
lango, formados por las estribaciones de la Sierra Madre Oriental.
Justo en el corazón histórico de la ciudad de Córdoba, en el muro de la esquina que
forman la avenida 1 con la calle 1, hay una placa con el grabado siguiente: “En esta casa se
celebraron el 24 de agosto de 1821 los tratados de Córdoba entre el generalísimo D. Agustín
de Iturbide y el Virrey D. Juan O’Donojú”. Esta inscripción, que data de 1893, sirvió como
testimonio de las autoridades locales de hechos cruciales para la consumación de la Inde-
pendencia de nuestra nación, ya que los tratados de Córdoba, con sus 17 artículos, cons-
tituyeron la ratificación y ampliación del plan de Iguala firmado entre Vicente Guerrero y
Agustín de Iturbide, el 24 de febrero de 1821, y aseguraron el retiro pacífico de las tropas
españolas del territorio mexicano.
Aunque los tratados de Córdoba no obtuvieron el reconocimiento oficial del rey Fernando
VII ni de las Cortes españolas y carecieron de valor jurídico, como lo documenta Víctor Bor-
ges-Caamal en uno de los capítulos de este libro, constituyeron el pacto oficial escrito necesario
entre Iturbide, comandante del ejército Trigarante, y O’Donojú, quien ostentaba la representa-
ción del gobierno español, pues había sido nombrado por las Cortes de Cádiz jefe político supe-
rior de la provincia de Nueva España. Dichos tratados que, además, tenían el respaldo militar del
ejército Trigarante, sentaron las bases para la consumación de la Independencia y la instalación
del gobierno de la nueva nación.
Sin embargo, a pesar de que la firma de los tratados de Córdoba fue un acontecimiento
trascendental para la población mexicana, la celebración de este hecho crucial del movimiento
6 7
independentista siempre estuvo circunscrita al ámbito local y no alcanzó la resonancia mere- Los hechos históricos no son inconexos, sino que son la manifestación objetiva y momen-
cida en el calendario cívico nacional, ni aun en su centenario ni en el sesquicentenario, tal tánea de procesos evolutivos continuos y complejos de la sociedad. Lejos de ser un cúmulo
como lo constata Héctor Strobel en la “Introducción” de esta obra. de fechas, nombres y datos sin sentido, en los trabajos de investigación que integran esta obra
En este año 2021, con motivo del bicentenario de tal acontecimiento, se tiene el propó- encontraremos piezas clave para comprender con mayor claridad y certeza cómo se amalga-
sito de revalorar la importancia de semejante suceso histórico. Por esa razón unen esfuerzos maron los propósitos, las acciones y las circunstancias para llevar a cabo la culminación del
el gobierno federal, mediante la Secretaría de Cultura, el Gobierno del Estado de Veracruz, largo proceso de Independencia. Al realizar la lectura del libro que presentamos, cobra vida lo
a través del Consejo Veracruzano de Conmemoraciones 2021, El Colegio de Veracruz y la expresado por Miguel de Cervantes, quien consideraba que la Historia es “testigo de lo pasado,
Editora de Gobierno del Estado, así como el ayuntamiento local, para difundir y ensalzar ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir”.
la importancia de los tratados de Córdoba como documento fundacional de la nueva nación Al publicar estos documentos históricos también se procura fomentar uno de los saberes
mexicana y, al mismo tiempo, rendir justo homenaje a los personajes que participaron en necesarios de cada ciudadano para que logre entender la complejidad social y humana de su
estos hechos memorables. tiempo, adquiriendo, de este modo, conciencia histórica de su participación en él. Además,
La publicación del presente libro es parte de esta celebración, además, da pie a que, el conocimiento de la evolución de la sociedad, de la cultura y de las instituciones es indis-
por medio de acuciosas investigaciones, se realice un ejercicio de la memoria y se pro- pensable para construir un espacio de identidad propia que nos permita reconocernos
picie la reflexión de las generaciones actuales sobre el proceso de Independencia y las cir- como sociedad y como personas.
cunstancias en las que se produjo su consumación. Con la coordinación de Luis A. Canela Entre otras enseñanzas, en la firma de los tratados de Córdoba se cristaliza una gran
Morales y Héctor Strobel, Los tratados de Córdoba y la consumación de la Independencia. lección de historia política, porque muestra cómo unir fuerzas de cara a alcanzar una meta
Bicentenario de su conmemoración, 1821-2021 reúne trabajos de investigación historiográ- común y allanar las diferencias para concertar acuerdos, anteponiendo a los intereses de
fica que, desde diferentes perspectivas, contextualizan y amplían el panorama histórico grupo, el bienestar general de la nación.
desde la época colonial hasta el siglo XIX. La historia del estado de Veracruz no es ajena a nuestro ser; es nuestra historia, la
A lo largo de las siguientes páginas encontramos datos, interpretaciones y juicios que que nos constituye como seres humanos, la que nos provee de los ejemplos pretéritos para
acercan a los lectores del siglo XXI a hechos desconocidos y que permiten reconstruir tomar las decisiones adecuadas en el presente y así construir un mejor futuro para todos.
con mayor certeza los factores que intervinieron en la conformación de la actual sociedad
mexicana. Por ejemplo, los ensayos en los que se documenta la valiosa participación de
grupos sociales que han sido ignorados o apenas estudiados por los historiadores, pero
cuya aportación a la lucha y a la consolidación de la Independencia fue muy relevante: los
afroamericanos y las mujeres. Por una parte, Cynthia García Martínez indaga la valiosa
intervención de la población de origen africano, esclavizada o libre, en la pugna por la
Independencia. Y, por otra parte, Celia del Palacio Montiel revela la gran contribución
de las mujeres criollas, mestizas, afroamericanas e indias a la causa insurgente, llevando
a muchas de ellas a perder sus bienes, ser perseguidas, prisioneras, torturadas, violadas
y/o fusiladas.
Asimismo, en sus respectivos escritos, Joaquín E. Espinosa Aguirre y Clemente Cruz
Peralta analizan el papel contrainsurgente de Iturbide y del arzobispo Pedro José de Fonte,
a través del estudio de sus perfiles biográficos y acercan al lector a la comprensión de las
tramas de los intereses personales y de las circunstancias políticas que se fueron tejiendo
en el ambiente militar y eclesiástico de referida etapa histórica.
8 9
Presentación
Director General del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México
E ste 2021, entre las varias conmemoraciones históricas que recuerda la nación mexi-
cana, se encuentra la de la firma, el 24 de agosto de 1821, de los tratados de Córdoba
entre el último gobernante de lo que había sido la Nueva España, Juan O’Donojú, nombrado
capitán general y jefe político superior novohispano por el monarca Fernando VII, y el
coronel Agustín de Iturbide, jefe del ejército Trigarante, quien había promulgado el 24 de
febrero de ese año el plan de Iguala, otro documento histórico fundamental, por el cual se
establecía la Independencia de la nueva nación respecto de la monarquía española.
Los tratados de Córdoba son, por lo tanto, un segundo eslabón que consolida el proceso
iniciado con el plan de Iguala que llevaría, un mes más tarde, a consumar la Independencia
nacional con la entrada triunfal del ejército Trigarante a la ciudad de México y la firma del
Acta de Independencia del Imperio Mexicano.
En eso radica la importancia histórica de los tratados de Córdoba. Si con el plan de Iguala
coincidieron el proyecto insurgente iniciado por Hidalgo y continuado por Morelos, el cual man-
tuvieron vivo en las montañas del sur del territorio novohispano Vicente Guerrero y otros com-
batientes insurgentes con el sector de militares criollos encabezados por Agustín de Iturbide,
lo que hizo viable la propuesta independentista, con los tratados de Córdoba ese objetivo dio
un gran paso hacia adelante, al conseguir la aceptación del más alto representante del gobierno
novohispano. De ese modo, después de 11 años de guerra civil, la soberanía anhelada estaba a
punto de alcanzarse y era casi un hecho, pues la mayoría de los grupos sociales y los principales
líderes políticos y militares novohispanos se habían convencido de su necesidad y de que era
inevitable, pues la mayoría de las regiones estaban bajo el control del ejército Trigarante.
Los tratados de Córdoba definieron el contenido político y el mecanismo a través del
cual se consumaría la Independencia. Al igual que el plan de Iguala, partían del principio
10 11
básico de reconocer la autonomía respecto de la metrópoli española. Era, sin embargo, una
ruptura que si bien representaba cambios políticos y sociales sustanciales, no significaba
una transformación radical que trastocara el orden ni los poderes religiosos, políticos y
militares constituidos. La forma de gobierno sería una monarquía constitucional moderada; Prólogo
el trono lo ocuparía el monarca español Fernando VII o, si este no aceptaba, se ofrecería
a los miembros de la dinastía de los Borbones en orden de sucesión; si ninguno de ellos
tomaba posesión, las Cortes mexicanas elegirían al monarca de la nueva nación. Mientras
eso ocurría, el poder radicaría en una Junta Provisional Gubernativa, que convocaría a la Más allá de Iturbide: una Córdoba para el siglo XXI
elección de los diputados a las Cortes y se nombraría una Regencia que asumiría el poder
ejecutivo en tanto se definía quién sería el monarca definitivo. El poder legislativo recaería ¡Mexicanos! Cuarenta años hace que el jefe de las tres garantías dijo a
en las Cortes. Aunque los acontecimientos posteriores mostraron que la tentativa de los tra- nuestros padres que les había enseñado el modo de ser libres. Mas voso-
tados de Córdoba era todavía tímida respecto de lo que significa la libertad plena como país, tros, de nadie sino de vosotros mismos, aprendisteis a acometer y rematar
dejó sentadas las bases para consumar la Independencia. De este modo, tuvieron un papel la empresa gigantesca de la democracia en México.
de suma importancia en la transición del sometimiento colonial hacia la vida soberana. Benito Juárez, 10 de enero de 1861
Para el gobierno de la república, difundir el conocimiento y el análisis de nuestra his-
toria es una tarea central. Conocer y reflexionar sobre los hechos históricos fortalece los
vínculos de identidad de la sociedad mexicana y contribuye a formar ciudadanía. La publi- Rafael Estrada Michel
cación de este libro acerca de diversos tópicos relacionados con los tratados de Córdoba Instituto de Formación Profesional y de Estudios Superiores
representa una contribución importante para comprender mejor este acontecimiento, que
forma parte del surgimiento de lo que hoy es México como una nación libre, independiente
y soberana. No podía ser más oportuna su publicación. E l presente es un libro que resultaba no solo deseable sino imprescindible, desde Córdoba
y desde Veracruz, para México y para 2021. Procuraré explicar la razón haciendo hin-
capié en cada uno de los trabajos que contiene el volumen. Pero antes afirmaré “a la mitad
del foro”, como cantó Ramón López Velarde hace 100 años exactos, que el periplo Iguala-
Córdoba desenvuelto entre febrero y agosto de 1821 fue el que nos dio patria y bandera. Ya
si fuera solamente por eso tendríamos que conmemorar el bicentenario y reflexionar con
seriedad en torno a los cauces y rumbos del país durante estas 20 décadas. Pero hay mucho
más, como nos recuerdan los autores que aquí se reúnen en fructífero ágape y que, ahora
sí, procedo a reseñar.
En las páginas preliminares al volumen, Héctor Strobel –coordinador, junto con
Luis A. Canela Morales, de la obra– nos recuerda lo que pudo ser la conmemoración del
centenario de la consumación de la Independencia de la mano de un presidente, Álvaro
Obregón, que no mostraba especial inquina –como la que sí que manifestó un año antes
respecto de Venustiano Carranza– hacia el otro “primer jefe” de nuestra historia, el
coronel Agustín de Iturbide. De aquel 1921 nos viene una moneda que solemos asociar
de forma incorrecta a la celebración porfirista de 1910 (el “Centenario”) y un poema que
aún hoy canta inmejorable la suavidad “impecable y diamantina” de la patria Trigarante.
12 13
Fue, sin embargo, en general, una más de las tristemente célebres oportunidades perdidas de Tennessee, que con el tiempo terminarán por adherir la solitaria estrella al pabellón de
en México para el análisis desapasionado y sensato de nuestro pasado fundante. los Estados Unidos.
En su disertación sobre los tratados de Córdoba (que, en puridad jurídica, fueron solo Un tema de la mayor importancia para comprender el devenir de la insurgencia Tri-
un instrumento, una capitulación militar, más que una convención diplomática), Víctor garante es el relativo a la visión que se tenía del mismo, y de las propuestas de Iturbide,
Borges-Caamal revela la miopía que a uno y a otro lado del Atlántico impidió contemplar al en la otra orilla atlántica. José Luis Quezada analiza las noticias que llegaban al gobierno
acuerdo entre Iturbide y Juan O’Donojú como la vía prudente, acaso replicable en el resto de y a las Cortes españolas durante el Trienio liberal, 1820-1823, así como las reacciones
las Américas, para evitar la decimonónica decadencia hispánica, tan marcada cuanto muy adversas que generaban en el elemento político peninsular, bien fuera liberal o
deplorable, incluso en lo tocante a nuestra integridad territorial. Conviene volver sobre el servil, y los intentos por conciliar los lineamientos del plan de Iguala con las propuestas
carácter destacado del general O’Donojú y sobre los poderes de los que se hallaba inves- que los diputados novohispanos presentaban al Congreso con miras a resolver la cuestión
tido cuando partió en el Asia rumbo a las costas novohispanas. Lo haremos al final de este americana, por ejemplo, la célebre iniciativa que Quezada llama “proyecto Michelena”,
ensayo-presentación. apoyada por la práctica totalidad de la diputación americano-septentrional, y que con-
En su muy completa explicación de la esclavitud afroamericana en Córdoba, Cyn- sistía en establecer “secciones de las Cortes”, así como delegaciones del ejecutivo, en
thia García Martínez expone las innegables contradicciones subsistentes entre un plan, Bogotá, Lima y México, bajo la pretensión de hacer aplicable el orden constitucional de
el de Iguala, que suponía la abolición de la esclavitud en tanto proclamaba la igualdad Cádiz en tierras, cuyas muy específicas circunstancias (la distancia oceánica no era la
para todos los habitantes del nuevo imperio, y los titubeos de la nación en sus pri- menor entre ellas), no habían sido tomadas en cuenta al momento de redactar la Cons-
meros años, que terminaron por costarnos Texas y, pocos lustros después, la terrible titución de 1812, donde el alzamiento de los coroneles Riego y Quiroga obligó a jurar
guerra norteamericana. Si desde el principio se hubiera hecho caso al licenciado Juan de nueva cuenta al rey en los albores de 1820.
Francisco de Azcárate, miembro de la Junta Nacional Gubernativa, en el sentido de dar A Iturbide se le ha leído poco. Dejó una copiosa epistolaria y una importante obra
pleno efecto en legislación secundaria a la igualdad postulada en el eje Iguala-Córdoba, escrita en forma de proclama, pero también se conocen mal los documentos que se refieren
los colonos esclavistas en las provincias internas habrían tenido que buscar, desde tem- a él con anterioridad a 1821. Joaquín E. Espinosa Aguirre rescata pasajes muy raros de la
prano, salidas alternas a su dilema. vida del coronel. Con base precisa en documentos, y no en las leyendas estilo Rocafuerte,
Como prueba García Martínez, con honrar la voz del tlaxcalteca José Miguel Guridi es posible imaginar a un jovencísimo miembro de la milicia provincial de Valladolid (tenía
y Alcocer, diputado a las Cortes de Cádiz y también miembro de la Junta, cercano y leal apenas 14 años cuando ingresó a ella), o bien al oficial ambicioso que se halla en la capital
(cosa rara por entonces) a Iturbide, México habría podido salir avante de su primer con- del reino durante los acontecimientos del verano de 1808, en donde parece apoyar el golpe
tencioso político trascendente, y lo habría hecho basándose en la dignidad que une a todos de Gabriel de Yermo contra Iturrigaray y el ayuntamiento de México, y a quien el mismísimo
los integrantes de la familia humana. Guridi y Alcocer, en efecto, levantó la voz en Cádiz, virrey-arzobispo Lizana le solicita apoyo financiero para la causa del cautivo y deseado rey
una década antes de los tratados de Córdoba, para exigir la abolición de la esclavitud en Fernando VII. Ejemplo de labor historiográfica rigurosa e imparcial, el estudio de Espinosa
toda la monarquía española. Los votos –¡Ay!– no solo de peninsulares, sino también de Aguirre muestra los pocos escrúpulos con los que Iturbide fue ascendiendo en la jerarquía
otros diputados hispanoamericanos, impidieron que la moción tomara forma definitiva en contrainsurgente, enviando a enemigos a ultratumba sin confesión (y, por tanto, sin reden-
la Constitución doceañista. A los colonos texanos se les concedió, con ello, un respiro de 20 ción posible), al tiempo que narra en forma emocionante las proezas del coronel en el sitio
años: las medias tintas delimitaron el cauce que llevó a la ominosa solución de Guadalupe- de Valladolid, su ciudad natal, al derrotar en la navideña noche de las Lomas de Santa María,
Hidalgo. Es importante recordar que un personaje central en la consumación de la Inde- en 1813, al héroe epónimo de lo que andando el tiempo sería Morelia. Ambos vallisoletanos
pendencia, el general Vicente Guerrero, se adhirió al plan de Iguala y al nuevo Imperio fueron, decía otro moreliano ilustre, el ministro Felipe Tena Ramírez, como las dos flores
Mexicano, precisamente porque garantizaba la igualdad entre las etnias que lo habitaban. que cantó Salvador Díaz Mirón: separadas por el viento, pero unidas por el perfume.
Será el propio Guerrero quien en funciones presidenciales declare de manera definitiva En cualquier caso, la narración de Espinosa Aguirre, no exenta de precisión cuando ana-
abolida la esclavitud en la república y provoque el ceño fruncido e iracundo de los colonos liza los cargos que se formulan contra Iturbide durante su desempeño como comandante
14 15
del ejército del Norte (1815-1816), podría intitularse, parafraseando al clásico también a integrarse a la Junta Nacional Gubernativa y a firmar el acta de Independencia, en la
michoacano, “razones de la Trigarancia”. Como en el caso de Francisco Xavier Mina, Miguel caída del modelo de monarquía moderada que los tratados de Córdoba ofrecían al naciente
Ramos Arizpe, el conde de Toreno y tantos otros “fernandistas”, Iturbide experimentará con imperio. Todo con el telón de fondo de la espinosa cuestión del mantenimiento del patro-
amargura, entre 1817 y 1820, la ingratitud del indeseable “rey deseado”. nato indiano, así como el del reconocimiento vaticano a la nueva nación independiente.
Celia del Palacio Montiel ofrece una tipología sobre la participación femenina en el Es de advertirse que Fonte endureció la posición del episcopado contra la insurgencia, y
movimiento de Independencia que resulta por demás ilustrativa de un estado del arte que que en 1822 mandó a publicar en La Habana una Representación que Cruz Peralta rescata
aún debe ser desarrollado. Entre las “mujeres de armas tomar”, las “esposas, concubinas, y analiza. Se trata de un documento furibundo antiiturbidista, pero que también cuestiona
hermanas y madres de insurgentes”, las “seductoras de tropas y corresponsales” y las las atribuciones, la lealtad y el accionar de O’Donojú.
“simpatizantes y meras habladoras”, deben destacarse las mujeres de la élite novohispana, A este último respecto me gustaría aportar algunos datos hallados en fuentes españolas
tan correctamente estudiadas por la propia Palacio para el periodo de la rebelión de 1810, del doceañismo y del Trienio liberal. Con ellos se da cuenta de la posición hasta cierto punto
máxime por lo que corresponde a Leona Vicario, pero también a Josefa Ortiz, Mariana paradójica y esquizoide que, como en el caso de Fonte, los acontecimientos forzaron a guardar
Rodríguez del Toro de Lazarín (quien tras su tentativa por aprehender al virrey Venegas al último jefe político superior de Nueva España. Muchos años antes de su arribo a Veracruz,
no saldría de la cárcel sino hasta 1820) y Gertrudis Bocanegra, a quienes convendría O’Donojú, prohombre liberal del gaditanismo, fungía como encargado de la guerra contra
agregar para el periodo de la Consumación a Ana María Huarte, la esposa de Iturbide, a Napoleón Bonaparte. En tal calidad presentó a las Cortes el siguiente informe, que mucho habla
la marquesa de Vivanco, casada con José Morán y, sobre todo, a María Ignacia Rodríguez de sus impresiones respecto del movimiento insurgente que por entonces comandaban José
de Velasco, la famosa Güera, tan amplia como puntualmente tratada por Silvia Arrom en María Morelos e Ignacio López Rayón:
reciente libro, y en cuya hacienda de la Patera capituló el mariscal Novella para permitir
Sesión del 3 de octubre de 1813, Memoria leída en Cortes por el encargado de la Secretaría del
la entrada del ejército Trigarante a la capital del nuevo imperio en septiembre de 1821.
Despacho de la Guerra, Juan O’Donojú. 1
Celia del Palacio además hace referencia a las mujeres realistas, como Ana Yraeta, funda-
dora del copioso grupo de Las patriotas Marianas, cuya principal función consistía en pro- Reino de Nueva España
teger a la imagen de la Virgen de los Remedios ante cualquier eventual ataque insurgente a
En las noticias oficiales se hace la pintura más patética de aquel desgraciado país en punto a
México. Acaso no salga sobrando recordar aquí que la muerte de su madre, en diciembre haber desaparecido de él, por efecto natural de tan dilatada, impolítica y cada vez más tenaz
de 1820, pudo influir en la metamorfosis independentista que el coronel Iturbide, ya por revolución, todos sus fondos públicos y depósitos, el comercio, la agricultura, los ingresos de
la Hacienda nacional, la tranquilidad y el bienestar de todos los habitantes honrados y pacífi-
entonces comandante del ejército del Sur, experimentó con singular potencia y resul-
cos, y la consistencia de aquel ejército [...].
tados de sobra conocidos. Quizá tampoco resulte ocioso advertir que hace falta extender Morelos, por otra parte, que en mayo de 1812 quedó reducido a la extremidad de salir fugi-
el conocimiento biográfico con el que contamos respecto de Leona Vicario durante los tivo y enfermo de Cuautla, a buscar un asilo en la costa del Sur, con unos pocos que le seguían,
después de haber perdido todas sus fuerzas en aquel sitio, ha vuelto a levantar la cabeza, y fuerte
años en que su marido, Andrés Quintana Roo, se contó entre los colaboradores cercanos con las armas de varias divisiones nuestras que batió sucesivamente, y con el producto del saqueo
de Iturbide. de la villa de Orizaba en Noviembre último, ha logrado reunir en ocho meses un ejército que no
baja de 14 a 16 000 hombres bien armados, con más de 60 piezas, entre las cogidas a nuestras
Clemente Cruz Peralta se hace cargo de una figura fundamental en el proceso que se
divisiones y encontradas en Oaxaca, de cuya ciudad se apoderó en 4 de diciembre próximo, reco-
estudia en el libro: Pedro José de Fonte, arzobispo de México. Si bien su ensayo es un com- giendo allí inmensas riquezas en plata y frutos preciosos, y degollando y fusilando al respetable
pleto recorrido por las posiciones del episcopado novohispano en la última etapa de la teniente general D. Antonio González de Saravia y otros varios jefes que defendían aquella capital,
y poniéndose al abrigo de una provincia fragosa y abundante, desde la cual puede extender sus
guerra civil (en Puebla, Antonio Joaquín Pérez, antiguo diputado servil y presidente de las incursiones a ambas costas de norte y sur, donde es obedecido con entusiasmo.
Cortes de Cádiz; en Guadalajara, Juan Ruiz de Cabañas; en Durango, Juan Francisco de Cas- Aunque se ignoraba el plan de este caudillo emprendedor, se sabía de cierto haber despa-
chado fuertes divisiones con objeto de revolucionar el reino de Guatemala y hacia la costa de
tañiza), no deja de desmontar acendrados mitos en lo tocante al apoyo, o a la falta de él, que
Acapulco para estrechar aquel puerto; como también que con el grueso de su ejército se hallaba a
el bajo y el alto clero brindaron a la insurgencia desde las primeras tentativas (1808-1810),
1 Actas de las sesiones de la legislatura ordinaria de 1814. Dieron principio el 1 de marzo de 1814 y terminaron el 10 de mayo del
ni tampoco diluye la radical importancia que tuvo el rechazo de Fonte a apoyar a Iturbide, mismo año, Madrid, Imprenta y fundición de la viuda e hijos de José Antonio García, 1876, apéndice 1, núm. 3, p. 60.
16 17
la mitad del camino en dirección de Oaxaca a Puebla, habiendo obligado a un destacamento que le con 10 000 pesos al año, e impedida por las ocurrencias poco favorables que se fueron suce-
observaba a replegarse, quedando así expuestas la villa de Orizaba y Córdoba a un nuevo saqueo. diendo desde entonces, determinó el Consejo de la regencia en 1 de mayo de 1811, después de
Esto se entiende por la parte del sur de la capital, pues en la del norte subsiste la Jun- muy serias reflejadas consideraciones, que se llevase a efecto desde luego dicho proyecto, bajo
ta llamada nacional, dirigida por Rayón, con una fuerza respetable entre aquella capital y las advertencias oportunas que se hacían al virrey, y muy particularmente también al brigadier
Querétaro, causando unos males y perjuicios incalculables, entre ellos el de interceptar la a la sazón, hoy mariscal de campo, D. Nemesio Salcedo, comandante general independiente que
comunicación con Veracruz, pues ni uno solo correo ha podido penetrar en muchos meses, era de cinco de las indicadas provincias, el cual contestó con fecha de 5 de septiembre de 1812,
aunque a pesar de las gavillas de malvados que inundan los caminos se tenía el consuelo de habiéndolo verificado el nuevo virrey D. Félix Calleja ofreciendo su cumplimiento en carta de 12
saber que se conservan en tranquilidad la mayor parte de las provincias de San Luis Potosí de marzo próximo, últimamente recibida en el ministerio.
y Guadalajara, la de Zacatecas y todas las internas, a excepción de la de Texas, en que con
algunos aventureros de la Luisiana ha invadido el rebelde Bernardo Gutiérrez el pueblo de Yucatán
Nacodoches y posesionádose de la bahía del Espíritu Santo.
Se trataba, pues, [por los realistas] de reunir al cargo de un solo jefe un ejército respetable, Las últimas noticias de Yucatán alcanzan hasta el 23 de abril del presente año, y no había
abrir con él las comunicaciones con la capital, vencidos que fuesen los obstáculos políticos ninguna novedad.
que por de pronto lo estorbaban, y operar oportunamente por la parte del sur, y establecer
otro ejército por la del norte con iguales respectivos fines de utilidad general, abandonando a
la Divina Providencia el éxito de tamaña empresa. Como puede observarse, este es un documento invaluable para conocer la perspectiva que
el gobierno tenía de la rebelión, no solo mexicana sino indiana en general. Es, además, obra
Provincias internas de Nueva España
del general liberal que más tarde, con motivo de la firma de los tratados de Córdoba, mos-
Por cartas del virrey2Venegas de 19 de octubre, y del mariscal de campo D. Nemesio Salcedo de 8 de septiem- traría su compromiso con la idea regnícola-confederal de una Nueva España cohesionada a
bre y 9 de diciembre del año próximo anterior, recibió el gobierno la noticia de las agresiones cometidas por través de una Constitución propia y específicamente mexicana, análoga a las circunstancias
los anglo-americanos contra la provincia de Texas, una de las cuatro internas orientales y limítrofe a la de
Luisiana, induciendo a las parcialidades indias que hasta entonces habían existido en paz, a que hostilizasen
del novedoso imperio.
a Texas, y protegiendo a los revolucionarios que tenían abrigados en su territorio, para que invadiesen nues- Varios meses después, O’Donojú, próximo a dejar el ministerio, afirma en un mismo
tra primera población de Nacodoches, situada sobre la frontera, y también el presidio de la bahía el Espíritu inciso de su nuevo informe al “reino de Nueva España y provincias internas” que en
Santo, uno de los tres que guarnecen a Texas, habiéndose apoderado de resultas de ambos puntos, aunque
ya por nuestra parte con la esperanza fundada de su próximo recobro, sobre todo por lo tocante al presidio; la provincia “de Guadalajara no había ocurrido novedad de importancia”. A Yucatán lo
sobre cuyo particular y el de la presentación en la provincia de Texas, de que también trataban las cartas, del trata en apartado distinto y se refiere de manera constante al “virrey” Calleja. Como
angloamericano nombrado Juan Robinson, solicitando trasladarse a evacuar la comisión que decía traer
adelantando lo que será su tránsito más recordado por la historia indiana –es decir, el
del presidente de los Estados Unidos para el comandante general Salcedo, habiendo tomado así este jefe
como el virrey sus respectivas medidas de precaución, con arreglo a las prevenciones que les estaban he- de Córdoba– habla de “reino” de Nueva España y de “virreinato” del Perú,4 utilizando
chas para el caso de ser invadidas las citadas provincias; S. A. por consecuencia se limitó a pasar a estado sin ditinción ambas categorías extragaditanas. En 1821, sin embargo, Fernando VII lo
las referidas cartas para los efectos convenientes, de que resultó circular por aquella vía las órdenes de que
no se admita en ellas a semejantes sujetos con título alguno, y que el que fuese habido sin pasaporte del nombró “gobernador y capitán general de las provincias de Nueva España, con todos los
empleado del rey que tenga derecho a darlo, sea tratado como espía y atizador de la rebelión. goces y distinciones que tenían los virreyes”.5 Con este carácter firmaría los tratados con
Sobre este punto volvió el general Salcedo a dar cuenta a S. A. en carta de 5 de enero de
Iturbide, llamados a tener influencia en la vida política de México, Nueva Galicia, Gua-
este año, de que habiendo atacado el gobernador de la provincia de Texas al expresado presidio,
fue rechazado con alguna pérdida, y se ciñó por tanto a bloquearlo hasta recibir refuerzos que temala, Yucatán y provincias internas de Oriente y Occidente. Todo venía del O’Donojú
se le iban proporcionando de las otras provincias en cuanto era posible. Después no se ha reci- doceañista. Más allá del polémico asunto de las atribuciones con que firmó la capitula-
bido otro parte sobre el asunto; siendo de advertir que tanto este como los tres anteriores, y la
correspondencia en general de aquella parte, han llegado y llegan al ministerio de la Guerra con
ción cordobesa y aceptó integrarse a la Junta Nacional Gubernativa, parece claro que al
un atraso e interrupciones extraordinarias. campeón del liberalismo peninsular no le molestaba en absoluto la idea de un imperio
Asimismo debe tenerse entendido que resuelta por el Gobierno en 1804 la división de
americano-septentrional a un tiempo multiprovincial, multirracial y temperado por una
estas diez provincias en dos comandancias generales de igual representación dependientes del
virreinato,3 distinguidas con la denominación de Orientales y Occidentales, y dotadas cada una constitución propia y mexicana.
Pero volvamos al volumen que hoy nos convoca. Así como hemos procurado delinear una
perspectiva comparada entre Fonte y O’Donojú, parece pertinente la visión que, entre Caracas
2 Nótese el uso de la expresión “virrey”, ya para entonces inconstitucional. Las cursivas son mías.
3 En el concepto del O’Donojú de 1813, las provincias internas dependían de un ya inexistente “virreinato”: el de México. Hay
también referencias a la invasión de Mariano Matamoros a Guatemala, como si este “reino” fuese parte integrante de la Nueva 4 Actas de las sesiones de la legislatura ordinaria de 1814, apéndice 2, núm. 6, p. 56, sesión del 4 de marzo de 1814.
España. Las cursivas son mías. 5 DELGADO, España y México en el siglo XIX, t. I, p. 39.
18 19
(1811) y Apatzingán (1814), pasando por Cádiz (1812), ofrecen Armando Chaguaceda e república, se pronunció en más de una ocasión contra la dictadura liberal del “héroe del 2
Ysrrael Camero. Pertinente, decíamos, y lo es, sobre todo con referencia a la tentativa imperial de abril”, situación que incluso ocasionó su expulsión del Colegio Militar, condena a prisión
mexicana, pues muestra que el republicanismo de la primera hora hispanoamericana no logró y exilio a su natal Estados Unidos. En su puntual recapitulación de los pasos de Agustín
diluirse en más de una década de cruentos enfrentamientos. Iturbide, tal como hace muchos Gutiérrez-Canet por volver sobre los documentos iturbidianos que duermen el sueño de
años probó entre nosotros Edmundo O’Gorman, erró el diagnóstico en lo relativo a las formas los justos, nunca mejor dicho, en Washington, Jacobo A. Domínguez Gudini parece recor-
de gobierno y de Estado que debían corresponder a un México minimizado. darnos la crudísima admonición borgesiana: “la gloria es una incomprensión, y tal vez la
De utilidad extraordinaria resulta también el ensayo de Mauricio Soto Rodríguez en peor de todas”.
torno a los puertos veracruzanos en la guerra de Independencia. Es el problema jamás La fortuna de la figura histórica de Iturbide, en contraste con la de Miguel Hidalgo, tan
resuelto del “comercio libre y protegido” entre los puertos del mundo hispánico lo que estupenda como sardónicamente delineada por Jorge Ibargüengoitia en Los pasos de López,
enciende un polvorín independentista en numerosos puntos atlánticos, a grado tal que las ha radicado por paradójico que parezca en el alejamiento de los altares cívicos. Gracias a ello,
mismísimas Cortes de Cádiz recibirán en 1811 una representación por parte del Consulado nos podemos acercar sin prejuicios ni preconcepciones a sus trabajos y sus días, siempre tan
de Comercio de Veracruz, controlado por los peninsulares, que contenía numerosas injurias contrastantes y polémicos, con mayor facilidad que la que presentan figuras que se ha encar-
en contra de americanos de toda casta y condición jurídica, indios como criollos, mestizos gado de glorificar el discurso estatocéntrico. Como prueban las obras de William Spence
y pardos. La relevancia militar de la Villa Rica fundada hace 502 años es destacada por Soto Robertson, Guadalupe Jiménez Codinach, María Cristina Gómez Álvarez, Timothy Anna,
Rodríguez, quien no se olvida de mostrarnos el refugio que las fuerzas del rey mantuvieron, Jaime del Arenal, Alfredo Ávila y Rodrigo Moreno, por citar solo a las de mayor influencia
por años, en San Juan de Ulúa, ante la negativa del comandante de la plaza zempoalteca, en los últimos desarrollos historiográficos, es posible contar con un Iturbide severo, pero
José Dávila, de adherirse al plan de Iguala y de aceptar los términos signados por O’Donojú, seriamente enjuiciado, sin tapujos pero también sin mentiras. Un Iturbide como el que hace
quien tocó la tierra del Anáhuac por vez primera justo en el puerto de Veracruz. un siglo defendió en la más alta tribuna de la república el diputado Vito Alessio Robles.
Concluye el tomo con cabal muestra del rescate al patrimonio inmueble veracruzano Un Iturbide cuyos encuentros con Guerrero y O’Donojú resultaron tan importantes para
relacionado con la Independencia, a cargo de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias. Resultan con la configuración, compleja donde las haya, de ese México moderno e integrador de muy
franqueza fascinantes las vistas de los puentes, caminos e instalaciones castrenses ubicados diversos tipos demográficos y territoriales. Al final del día o, mejor, al finalizar estas 20
a lo largo de la accidentada geografía del bello estado, pero más aún la lectura de las antiguas décadas, lo cierto es que el 24 de febrero, el 24 de agosto y el 27 de septiembre de 1821
placas que, en Córdoba, recuerdan el encuentro que nos definió como nación indepen- representaron el triunfo de una idea que, en medio de múltiples vicisitudes, ha llegado
diente a través del por desgracia olvidado expediente de “desatar el nudo sin romperlo”. El “impecable y diamantina” hasta nosotros: la idea de la patria mexicana.
lector podrá comprobar que algunas de las inscripciones se refieren al héroe de Iguala, y
otras hablan en un chocante y sintomático impersonal.
El fenómeno porfiriano es enemigo de la imagen histórica de Iturbide. Como suele
suceder con el adversario, sus contemporáneos atacaron al político en activo, pero con-
cluido el periplo de la nueva consumación de la Independencia, encabezado por el presi-
dente Benito Juárez entre 1862 y 1867, la estampa del “general-libertador”, más próxima
a las figuras de la América meridional que a las de nuestros curas insurgentes, se mantuvo
razonablemente estable en el importante sitial que sus actuaciones de 1821 deberían reser-
varle tras cualquier examen más o menos imparcial.
El general Porfirio Díaz fue quien lo defenestró del altar cívico, movido quizá por el
repudio que le generaba el príncipe heredero, Agustín de Iturbide y Green, nieto del empe-
rador cuyos derechos dinásticos fueran reconocidos por Maximiliano y quien, restaurada la
20 21
REFERENCIAS
Actas de las sesiones de la legislatura ordinaria de 1814. Dieron principio el 1 de marzo de Introducción
1814 y terminaron el 10 de mayo del mismo año, Madrid, Imprenta y fundición de la viuda e
hijos de José Antonio García, 1876.
Delgado, Jaime, España y México en el siglo XIX, t. I, Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, 1950.
Héctor Strobel
H ace 200 años, Agustín de Iturbide y Juan O’Donojú firmaron en Córdoba un documento
en el que reconocieron la Independencia de la Nueva España como nación soberana bajo
el nombre oficial de Imperio Mexicano. Los tratados de Córdoba, como se llamó a este con-
venio, se conforman por 17 artículos en los que ambos personajes ratificaron y puntualizaron
los postulados del plan de Iguala del 24 de febrero de 1821. Los tratados de Córdoba fueron
el primer documento en el que una autoridad española y otra mexicana acordaron la Inde-
pendencia nacional. Aunque fueron rechazados por el gobierno español y por el Congreso
mexicano tras la caída de Iturbide como emperador, en el momento de su firma tuvieron
una importancia mayúscula en la negociación de la entrada del ejército Trigarante a la ciudad
de México y, con ello, posibilitaron la firma del acta de Independencia el 28 de septiembre de
1821 y la retirada de las fuerzas armadas españolas.
En 1921, el gobierno de Álvaro Obregón no pasó inadvertido el centenario de la
consumación de la Independencia, aunque más que una celebración organizó solo una
conmemoración, que contrastó con las fiestas opulentas de septiembre de 1910 de
Porfirio Díaz por el aniversario del Grito de Dolores. A diferencia de Díaz, que quiso
presentar al mundo su magnificencia y la importancia de México a través del festejo,
a Obregón le interesó mostrar que el país se encontraba en paz y quiso resaltar su
nuevo proyecto nacionalista, fincado en los principios de la Revolución y en el pasado
indígena y mestizo.1 En mayo de 1921, el gabinete obregonista decidió que las fiestas
patrias se celebrarían de manera particular ese año, haciendo énfasis en la consumación
de la Independencia y en Iturbide más que en el comienzo de la lucha insurgente, algo
que hasta entonces solo habían hecho los gobiernos conservadores del siglo XIX. Esta
1 TENORIO TRILLO, Historia y celebración, 2009.
22 23
decisión causó polémica entre los círculos revolucionarios. Incluso José Vasconcelos, entonces nació como iniciativa, aunque separada, del Gobierno del Estado de Veracruz y del
secretario de Educación, se rehusó a pertenecer al comité organizador y lo consideró un Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM). En 1967,
gasto superfluo ante las necesidades del país. A fin de cuentas, Obregón redujo las men- el Gobierno de Veracruz publicó la primera obra conmemorativa, aunque escrita en conjunto
ciones a Iturbide y lo recuperó a medias, abriendo las puertas a Vicente Guerrero, al con el cincuentenario de la Constitución estatal.6 Tiempo después, en 1985, salió a la luz un
que enalteció como emblema del mestizaje. Asimismo, la Cámara de Diputados añadió segundo libro conmemorativo sobre los tratados de Córdoba, esta vez por parte del INEHRM
a Belisario Domínguez al panteón laico en vez de a Iturbide.2 y de la Comisión Nacional para las Celebraciones del 175 Aniversario de la Independencia.7
Obregón, siguiendo el discurso de la Revolución mexicana, conmemoró el centenario de la Al año siguiente, el filólogo Othón Arróniz, a través de la Universidad Veracruzana, publicó
consumación de la Independencia organizando actividades populares. A lo largo de septiembre una monografía sobre el tema,8 y, en 2009, el INEHRM editó otra monografía de la autoría del
de 1921, tuvieron lugar 140 de ellas, aunque en su mayoría ubicadas en la ciudad de México. Hubo abogado Rodolfo Reus Medina.9
un reparto masivo de ropa, se instalaron ocho comedores populares y se entregaron regalos a En 2021, los festejos por el bicentenario de la consumación de la Independencia vuelven
niños de escasos recursos. En Chapultepec se exhibió una muestra de arte mexicano y se organizó a ser austeros si se les compara con las celebraciones de 2010, tal como ocurrió en 1921 con
una fiesta.3 En cuanto a la presencia de invitados internacionales, únicamente se convocó a los la conmemoración obregonista contrapuesta a la porfirista de 1910, aunque esta vez debido
representantes de los países latinoamericanos, rasgo que distinguió al evento del porfirista. La a la pandemia de COVID-19. Este año, el INEHRM une esfuerzos con el Gobierno del Estado
pieza conmemorativa de mayor trascendencia fue la acuñación de una moneda de 50 pesos de oro de Veracruz para publicar el libro conmemorativo que el lector tiene en sus manos, cuyo obje-
puro, el “Centenario”, que a la fecha continúa siendo preciada. Además, aprovechando la ocasión, tivo es repensar los tratados de Córdoba a 200 años de su firma y aprovechar para reflexionar
Obregón decretó una contribución extraordinaria sobre la renta de una sola exhibición, denomi- en torno a su importancia, pero también la de Córdoba, la de Veracruz y la de otros aspectos
nada “impuesto del Centenario”, para adquirir una marina mercante para el país. trascendentes de la guerra y de la consumación de la Independencia. La relevancia de esta obra
El centenario de la consumación de la Independencia no solo se redujo a los eventos seña- colectiva radica en que reúne interpretaciones y acercamientos novedosos, alejándose de la
lados, pues igual se escribieron libros, discursos, poemas y artículos. Se publicaron algunos polémica política decimonónica entre liberales y conservadores sobre el lugar que merecen
libros breves y descriptivos cuyo trasfondo ideológico giró en torno al nuevo sentido identi- Iturbide y la consumación de la Independencia; también dista de la interpretación del proyecto
tario y nacionalista del México revolucionario, pero también al papel de Iturbide en la Inde- de nación de la Revolución mexicana. Para dar comienzo al libro es necesario ofrecer al lector
pendencia, rescatado por los círculos conservadores y clericales, que buscaron reivindicarlo un contexto de los acontecimientos, para lo cual haré un repaso del origen del movimiento
como padre de la patria. En este debate figuraron las obras de Enrique Santibáñez, Manuel
4
insurgente –con énfasis en Veracruz– y del proceso de la consumación de la Independencia y
Romero de Terreros, Rafael Heliodoro Valle e incluso la del marxista Rafael Ramos Pedrueza, de la importancia de los tratados de Córdoba.
que vio a Vicente Guerrero como precursor del socialismo. El 1 de septiembre, el periódico
5
El Universal publicó un suplemento de 145 páginas en el que se dio un lugar central a Iturbide El movimiento insurgente en Veracruz, 1810-1814
y, en menor medida, a Guerrero, Bustamante e, incluso, a Hidalgo y Morelos.
Sobre los tratados de Córdoba, en particular, no se escribieron obras conmemorativas Funcionarios realistas de Veracruz se alarmaron al enterarse de la insurrección en el Ba-
durante el centenario ni se le dio mayor importancia en términos oficiales; su aniversario jío. Los ayuntamientos de sus principales poblaciones condenaron los hechos y juraron
solo lo celebraron, en la década de 1890, las autoridades porfirianas cordobesas. Tuvo que fidelidad a las autoridades coloniales. A modo de prevención, movilizaron milicias forma-
pasar casi medio siglo antes de que los tratados volvieran a ser rememorados, algo que desde das por civiles y permitieron el ingreso de indígenas a ellas, algo insólito hasta entonces,
ya que habían procurado no darles motivos para armarse. A pesar de las precauciones, la
2 Celebración del primer centenario de la consumación de la Independencia, 1922.
3 COMITÉ EJECUTIVO DE LAS FIESTAS DEL CENTENARIO, Noche mexicana en los lagos del bosque de Chapultepec, 1921.
4 SÁNCHEZ SANTOS, Iturbide. Discurso pronunciado en la festividad que efectuaron en la Universidad de Puebla y la Academia de 6 Cincuentenario de la promulgación de la Constitución política de Veracruz. CXLVI aniversario de la firma de los Tratados de
Literatura Española en celebración de la Independencia nacional, 1921; TAPIA R-ESPARZA, “Los Festejos del primer centenario”, Córdoba, 1967.
2010, pp. 13-48. 7 Del plan de Iguala a los tratados de Córdoba, 1985.
5 SANTIBÁÑEZ, El plan de Iguala, 1921; ROMERO DE TERREROS, La corte de Agustín I, 1921; VALLE, Cómo era Iturbide, 1922; 8 ARRÓNIZ, Los tratados de Córdoba, 1986.
RAMOS PEDRUEZA, Rusia soviet y México revolucionario, 1922. 9 REUS MEDINA, Los tratados de Córdoba, 2009.
24 25
insurrección penetró a tierras veracruzanas a mediados de 1811. Grupos armados de Puebla en- insurgente tuvo eco entre los esclavos de las haciendas azucareras.13 Los esclavos de las
traron por Perote a Tenextepec, Ixhuacán, Xico, Coatepec y Teocelo. Se les sumaron indígenas de haciendas de San Fernando y Palmillas y de los trapiches de Guadalupe y San Nicolás se
estas localidades, operando a modo de guerrilla y atacando a autoridades y terratenientes al grito rebelaron en marzo de 1812 y huyeron para unirse a los insurrectos del Sotavento. Varios
de ¡Viva la Virgen de Guadalupe! Decían movilizarse para reivindicar la soberanía de Fernando pueblos indígenas, como Acultzingo, también tomaron las armas. El movimiento indepen-
VII y defender la “religión”, que pensaban que Napoleón proscribiría. Acusaron a las autoridades dentista de Veracruz fue multiétnico e incluyó actores sociales diversos que en el pasado
de ser despóticas, ilegítimas y partidarias de la ocupación francesa por gobernar en ausencia del habían sido relegados de la participación política.
rey y de acuerdo al gobierno golpista de la ciudad de México. 10
A inicios de 1814, Morelos nombró comandante de Papantla a Mariano Rincón, pero,
En diciembre de 1811, se formó un foco insurgente en Texmalaca que volvió a tener eco en mayo de ese año, Rincón murió en Paso del Moral combatiendo a un líder insurgente que
en Ixhuacán y, en la primavera de 1812, la insurgencia se extendió por Naolinco, Coatepec, se negaba a someterse. Guadalupe Victoria14 tomó entonces el lugar de Nicolás Bravo como
Chiltoyac, San Miguel Soldado, El Lencero y Maxtatlán, con Mariano Rincón como líder, que líder principal de la insurgencia en Veracruz, aunque fue desoído por otros cabecillas. En
amenazó Xalapa con 4 000 hombres. Aunque Rincón no pudo tomar la plaza, cortó la comu- una ocasión pidió al comandante de Misantla que le remitiera un cañón para defenderse,
nicación con el puerto de Veracruz.11 Para la segunda mitad de 1812, gran parte de los pueblos pero este se negó, alegando que había sido fabricado por los vecinos.15 Victoria mantuvo
rurales de la provincia se hallaban pronunciados y hostigaban a las autoridades, a los terrate- controlado Puente del Rey al frente de una guerrilla y se hizo famoso por atacar convoyes
nientes y a los vecinos españoles y criollos. Orizaba y Córdoba fueron ocupadas algunos días por realistas, hasta que, en julio de 1815, fue derrotado. El verdadero nombre de Guadalupe
indígenas de Zongolica y Maltrata sublevados por los curas Juan Moctezuma Cortés y Manuel Victoria era José Miguel Fernández y Félix, pero, en diciembre de 1812, cuando fue ascen-
de las Fuentes Alarcón. Semanas después, el 28 de octubre, José María Morelos tomó Orizaba dido a coronel, decidió cambiar su nombre a Guadalupe Victoria, en alusión a las victorias
con un ejército de 1 200 soldados, pero solo permaneció tres días en la villa porque una fuerza militares que obtuvo y a su devoción a la Virgen del Tepeyac.
realista iba tras él. Antes de abandonar la población y de marchar a Oaxaca, tomó las rentas del El levantamiento insurgente se extendió a casi todas las zonas rurales de Veracruz. Las
impuesto al cultivo de tabaco, resguardado en las oficinas locales. autoridades coloniales solo conservaron el control de algunas poblaciones costeras, como Vera-
Morelos no decía actuar para restablecer a Fernando VII en el trono, a diferencia de los cruz, Tlacotalpan, Alvarado, Tuxpan y Tampico, aunque estas plazas se hallaron aisladas del
insurgentes que le precedieron, sino que asumió posturas radicales al proclamar la Indepen- interior y, las últimas dos, en constante amenazada. Tierra adentro, los realistas únicamente
dencia y cobijar ideas de orden social, como la abolición de la esclavitud, la igualdad y la sobe- se sostuvieron en las localidades más importantes por su posición estratégica y riqueza econó-
ranía popular. Convocó a los territorios dominados por los insurgentes a que eligieran diputados mica, como Perote, Xalapa, Orizaba, Córdoba y, al sur, San Andrés Tuxtla y Acayucan. Como los
para conformar el Congreso de Anáhuac, instalado en Chilpancingo, que dotó al movimiento insurgentes no lograron tomar Tuxpan ni Tampico, importaron armas de Estados Unidos por
de marco legal. Notó la importancia del puerto de Veracruz y del camino a la ciudad de México, Tecolutla, Nautla y Boquilla de Piedras.
así que, en agosto de 1812, envió a Nicolás Bravo, uno de sus subordinados más destacados, a
organizar a las fuerzas de la región para cobrar peaje a los comerciantes y saquear convoyes. Lucha y resistencia de Guadalupe Victoria, 1815-1817
Esto generó importantes recursos a la causa insurgente, con los que Bravo pagó a la tropa vera-
cruzana. Bravo se situó en Puente del Rey, hoy Puente Nacional, e instaló su capital política en Tras la muerte de José María Morelos en 1815, el movimiento insurgente de la Nueva España
Huatusco. En septiembre y octubre de 1813, los realistas sitiaron Coscomatepec por 33 días, al decayó. Los insurgentes veracruzanos no fueron capaces de reunir soldados suficientes ni
cabo de los cuales Bravo burló el cerco y huyó. Tras la pérdida de Coscomatepec y Huatusco, de coordinar sus actividades para ocupar las plazas principales, así que las autoridades colo-
Morelos llamó a Bravo para que se incorporara a su campaña en Michoacán.12 niales subyugaron su movimiento con los refuerzos llegados de España luego de la expulsión
Cosamaloapan se volvió foco de la insurgencia en la región del Sotavento en 1812 y de Napoleón en 1814 y del restablecimiento de Fernando VII. Además, los realistas lograron
tuvo un papel central para Nicolás Bravo. En Córdoba y sus alrededores el movimiento
13 La guerra de Independencia en Córdoba, 2007, pp. 7, 18; HERRERA MORENO, El Cantón de Córdoba, 1892, pp. 167-168.
14 Guadalupe Victoria operó al lado de Bravo en Veracruz desde diciembre de 1812 por órdenes de Morelos.
10 DUCEY y ORTIZ ESCAMILLA, “La guerra nacional por la Independencia”, 2011, pp. 187-189. 15 DUCEY y ORTIZ ESCAMILLA, “La guerra nacional por la Independencia”, 2011, p. 201.
11 RIVERA CAMBAS, Historia antigua y moderna de Jalapa, t. I, pp. 340-375.
12 ORTIZ ESCAMILLA, El teatro de la guerra, 2008, pp. 134-137.
26 27
atraer a los pueblos que se rebelaron ofreciéndoles amnistía.16 Al cabo de meses, la resistencia Después de algunos combates, Iturbide negoció con Guerrero y, el 24 de febrero de
insurgente se redujo a guerrillas que las autoridades españolas sometieron de forma gradual. 1821, promulgó el plan de Iguala, en el que declaró la Independencia de la Nueva España y
En julio de 1815, Guadalupe Victoria se replegó a Nautla tras ser derrotado en Puente del la creación del ejército Trigarante con la unión de las fuerzas insurgentes. Varios militares
Rey, pero al poco tiempo perdió esta plaza en manos de los realistas, en cuyas filas comenzó realistas se adhirieron al plan de Iguala, sumados a los insurgentes que volvieron a la lucha,
a destacar Antonio López de Santa Anna. Victoria se instaló entonces en Boquilla de Piedras, como Nicolás Bravo, que había caído preso en 1817. Guadalupe Victoria reapareció y, el
puerto que fortificó y dotó de almacenes y muelles para abastecerse. Permaneció ahí hasta 20 de abril, proclamó la Independencia en Santa Fe. A finales de mayo, con excepción del
noviembre de 1816, cuando el teniente coronel José Rincón lo expulsó. Victoria pasó a Nao- puerto de Veracruz, toda la provincia se hallaba en armas. Los realistas tenían la esperanza
linco, desde donde su guerrilla operó para controlar las regiones de Misantla, Puente del Rey de que pronto llegaría un ejército a la Nueva España junto con Juan O’Donojú, nombrado
y Huatusco. Cuando el nuevo virrey Juan Ruiz de Apodaca llegó a la Nueva España, Victoria jefe político superior por la Corona.19 Sin embargo, O’Donojú llegó a Veracruz sin tropas.
atacó su convoy y estuvo cerca de capturarlo. Para este año sus tropas fueron las primeras en Para el 3 de agosto de 1821, cuando O’Donojú desembarcó, la mayoría de las plazas
utilizar la bandera tricolor, aunque con una franja amarilla en lugar de verde. 17
novohispanas estaban en poder de la Trigarancia, por lo que ordenó cesar las hostilidades y
A fines de 1816, Victoria recuperó Nautla y Boquilla de Piedras, pero una fuerte ofensiva rea- solicitó una entrevista con Iturbide, que lideraba el movimiento independentista. Iturbide
lista, en febrero de 1817, provocó que las posiciones que ganó volvieran a manos españolas. Para aceptó y señaló la villa de Córdoba como punto de reunión, por tener un “clima más benigno
entonces los insurgentes estaban exhaustos y carecían de recursos. Victoria se replegó a Misantla y que el de Veracruz”. O’Donojú llegó a Córdoba el 23 de agosto. Lo recibió una escolta
el ejército realista hostigó la plaza hasta que cayó y la quemó para castigar a los indígenas totonacos dispuesta por Iturbide y se hospedó en una casa que el ayuntamiento le proporcionó a rega-
por apoyar la insurgencia. A mediados de 1817, Victoria perdió todos los pueblos que comandaba. ñadientes. Iturbide llegó en la noche, “siendo recibido por el pueblo con grandes demos-
Después de la derrota de Palmillas fue abandonado por sus hombres y se ocultó, enfrentando una traciones de simpatía y aprecio”. Fue aclamado y felicitado; los vecinos desamarraron las
intensa persecución que dio pie a la leyenda de su refugio en la selva, subsistiendo de la caza y de mulas de su carro para llevarlo cargando. Iturbide pasó directamente a las habitaciones de
la recolección. Rehusó a indultarse y desarrolló epilepsia por llevar una vida nómada. 18
O’Donojú, donde ambos se presentaron en medio de una gran concurrencia. Se abrazaron
en público y se dieron muestras de cordialidad.20
Los tratados de Córdoba y la consumación de la Independencia Al día siguiente, el 24 de agosto, Iturbide regresó a la casa en donde se alojaba O’Do-
nojú y, después de una misa privada, tuvieron una entrevista. El licenciado José Domínguez
En 1820, el movimiento insurgente en la Nueva España se hallaba reducido a las guerrillas de Manso redactó la minuta y ambos personajes firmaron los tratados de Córdoba, compuestos
Vicente Guerrero en el actual estado de Guerrero y a las de Mariano Olarte en los alrededo- por 17 artículos. Los tratados de Córdoba no fueron otra cosa que la confirmación del plan
res de Papantla; el resto de los insurgentes habían negociaron su rendición. En ese contexto, de Iguala, variando solo algunos puntos a petición de O’Donojú. En ellos se reconocía la
el 18 de marzo de 1820, un pronunciamiento forzó al rey Fernando VII a restablecer la soberanía y la Independencia del Imperio Mexicano, cuya forma de gobierno sería una
Constitución de Cádiz, que quitaba privilegios a la clase acomodada y otorgaba derechos a monarquía constitucional. El trono se ofrecería a Fernando VII o a algún príncipe español.
la población en general. Esto causó que parte de la élite de la ciudad de México, simpatizante La variante más importante con el plan de Iguala era que, si ningún miembro de la casa real
hasta entonces con el dominio español, decidiera independizar la Nueva España e instalar aceptaba la corona, las Cortes del imperio elegirían a su propio emperador. Esta cláusula
una monarquía absolutista que desconociera la Constitución de Cádiz. Aunque todavía dio acceso a Iturbide al trono. Iturbide partió de Córdoba al día siguiente con dirección a la
es debatible, según algunas fuentes los conspiradores consiguieron que el general realista ciudad de México, seguido por O’Donojú con algunos días de diferencia.
Agustín de Iturbide tomara el mando del ejército que combatiría a Vicente Guerrero, pero Juan O’Donojú carecía de facultades para declarar la Independencia de la Nueva España.
le dieron instrucciones secretas para que se aliara con él. No obstante, fue reconocido por las autoridades realistas de la ciudad de México en la reunión
de Tacubaya del 13 de septiembre de 1821. El 27 de septiembre, el ejército Trigarante entró
16 ORTIZ ESCAMILLA, Guerra y gobierno, 2014.
17 RIVERA CAMBAS, Historia antigua y moderna de Jalapa, t. I, p. 509. 19 El cargo de virrey fue abolido por la Constitución de Cádiz.
18 ORTIZ ESCAMILLA, El teatro de la guerra, 2008, pp. 139-156. 20 HERRERA MORENO, El Cantón de Córdoba, pp. 266-274.
28 29
a la ciudad de México sin resistencia y, un día después, se firmó el acta de Independencia del
imperio. El 8 de octubre, O’Donojú murió de forma súbita en la capital del país. Cuando la
Corona española tuvo noticia de sus actos, rechazó los tratados de Córdoba y mantuvo fuerzas
en San Juan de Ulúa con el objetivo de hostilizar el puerto y lanzar una reconquista. Desde esta
fortaleza las tropas españolas bombardearon Veracruz, que respondió con fuego. El acantona-
miento español en la isla se prolongó hasta el 18 de noviembre de 1825, cuando su guarnición,
diezmada por enfermedades y falta de víveres, pactó su retirada.213
El 18 de mayo de 1822, el Congreso constituyente mexicano proclamó emperador a
Iturbide, ante la negativa de la familia real española de enviar a un príncipe como monarca.
Sin embargo, la permanencia de Iturbide en el poder fue breve debido al disgusto que causó
por disolver el Congreso y por enemistarse con militares de nombradía. Antonio López de
Santa Anna proclamó el plan de Veracruz en su contra y, el 19 de marzo de 1823, Iturbide
abdicó por falta de apoyo. México tomó la forma de república federal y Guadalupe Victoria
fue electo su primer presidente, cargo que asumió el 10 de octubre de 1824.
Óleo sobre tela, s. f. Museo Nacional de Historia. Óleo sobre tela, 1865. Museo Nacional de Historia.
Imagen 3. Representación de la firma de los tratados de Córdoba para el libro conmemorativo de 1967.
21 ORTIZ ESCAMILLA, “La guerra nacional por la Independencia”, 2011, pp. 209-213.
30 31
REFERENCIAS
32 33
Ortiz Escamilla, Juan, El teatro de la guerra. Veracruz 1750-1825, Castellón, Univer-
sitat Jaume I, 2008.
________, “La guerra nacional por la Independencia”, en Historia general de Veracruz,
Xalapa, Gobierno del Estado de Veracruz/Universidad Veracruzana, 2011, pp. 205-213.
________, Guerra y gobierno. Los pueblos y la Independencia de México, 1808-1825, 2ª
ed., Ciudad de México, El Colegio de México/Instituto Mora, 2014.
Ramos Pedrueza, Rafael, Rusia soviet y México revolucionario. Vicente Guerrero, pre- Primera parte
cursor del socialismo, Ciudad de México, Secretaría de Educación Pública, 1922.
Reus Medina, Rodolfo, Los tratados de Córdoba y la consumación de la Independencia,
Ciudad de México, INEHRM, 2009.
Rivera Cambas, Manuel, Historia antigua y moderna de Jalapa y de las revoluciones del
Estado de Veracruz, t. I-II, Ciudad de México, Ignacio Cumplido, 1869-1871.
Sánchez Santos, Trinidad, Iturbide. Discurso pronunciado en la festividad que efec- Contexto constitucional,
tuaron en la Universidad de Puebla y la Academia de Literatura Española en celebración de la
Independencia nacional, Ciudad de México, Asociación Católica de la Juventud Mexicana jurídico e histórico
México, 1921.
Santibáñez, Enrique, El plan de Iguala o de las Tres Garantías, Ciudad de México,
Imprenta Naco, 1921.
Tapia R-Esparza, Francisco Javier, “Los Festejos del primer centenario de la consuma-
ción de la Independencia, nuevo impulso para el catolicismo social”, en Tzintzun, núm. 52,
2010, pp. 13-48.
Tenorio Trillo, Mauricio, Historia y celebración. México y sus centenarios, Ciudad de
México, Tusquets, 2009.
Trens, Manuel B., Historia de Veracruz, t. III, Xalapa, Gobierno del Estado de Veracruz,
1992.
Valle, Rafael Heliodoro, Cómo era Iturbide, Ciudad de México, Museo Nacional de
Arqueología, Historia y Etnografía, 1922.
Zárate, Julio, “La guerra de Independencia”, en Vicente Riva Palacio (ed.), México a través
de los siglos, t. III, Ciudad de México, Espasa y Compañía/J. Ballescá y Compañía, 1886.
34 35
Sobre la existencia jurídica
de los tratados de Córdoba
Víctor Borges-Caamal
El Colegio de Veracruz
E ste texto interroga la existencia jurídica de los tratados de Córdoba. Conviene indagarla
porque al firmarlos se aspiró, en esencia, a crear un instrumento jurídico que permitiera
tanto el reconocimiento de la independencia de la América septentrional, como generar un
puente por el que se transitara de manera pacífica a una nueva relación entre estados, defi-
niendo derechos y obligaciones para España y para México. Y aunque entre las razones aducidas
después para rechazarlos, tanto en las provincias recién independizadas como en la metrópoli
ibérica, destacan las de índole jurídica, poco se ha reparado en ellas. Pero resulta que, al hacer
un recuento, al examinarlas, aparecen nuevos matices que permiten una interpretación más
precisa y una valoración más cabal del suceso de Córdoba y del texto que ahí se produjo.
En principio, son pertinentes algunas consideraciones previas, propias de esta aproxi-
mación jurídica. En el siglo XIX era opinión muy explorada por los publicistas afirmar que
los tratados entre estados constituían actos jurídicos. Esto es, en condiciones del derecho
de gentes, un tratado era un acuerdo entre estados para vincularse de forma jurídica, pues
mediando la manifestación expresa de voluntad, se originaba entre ellos un conjunto de
obligaciones y derechos. Son los tratados, dice un publicista, el archivo de las naciones
donde se encierran los títulos de todos los pueblos, las obligaciones mutuas que los ligan,
las leyes que ellos mismos se han impuesto, los derechos que adquirieron o perdieron.1 Por
ello, en previsión de las consecuencias de este tipo de acontecimientos, previa la existencia
de objetivos comunes, se designaban plenipotenciarios, apoderados capacitados de manera
apropiada y autorizados para signar el convenio.
En el mismo sentido, en tanto que acto jurídico, se le reconocía existencia cuando
ocurría la conjunción de diversos elementos esenciales que el derecho de gentes señalaba
1 Tratados, convenios y declaraciones de paz y de comercio, 1843, p. I.
36 37
con relativa precisión. Aunque los publicistas de la época no siempre coincidían en sus prácticas tenían tanta vigencia que, a propósito de ellas, la nueva nación mexicana, al dar
apreciaciones, y a pesar de que en ocasiones no distinguían entre las nociones de exis- sus primeros pasos para constituir un gobierno propio todavía en el marco de la legisla-
tencia y nulidad, sí concedían en que al menos dos elementos eran esenciales: el primero, la ción gaditana –en lo que no contraviniera a las bases fundamentales establecidas en el plan
manifestación de la voluntad expuesta con la intención de generar consecuencias jurídicas, de Iguala, se dijo– padeció una disputa entre el Congreso y la Regencia, con Iturbide a la
máxime derechos y obligaciones, y, el segundo, un objeto física y jurídicamente posible. cabeza, de muy negativas consecuencias. Ambos pretendían hablar y actuar en nombre de
Como se verá, son estos dos elementos los que con frecuencia aparecen en los discursos de la nación sin que la condición necesaria para tomar las decisiones fundamentales propias
los actores políticos, a ambos lados del Atlántico, para justificar la adopción de una posición de la representación política y jurídica hubiera sido definida. Esa condición era la naturaleza
institucional, de aceptación o de rechazo, respecto del documento de Córdoba. Más clara y del mandato de los diputados a las Cortes –denominado primer Congreso constituyente en
definitiva en caso del gobierno español, y más dubitativa e inconsistente del lado mexicano. el caso mexicano–, pues el que recibían de sus comitentes, se encontraba indefinido, a
medio camino entre el mandato representativo y el mandato imperativo.
La Constitución de Cádiz
Iguala, febrero de 1821
En general, existe consenso sobre la vigencia de la Constitución de Cádiz en las provincias
conocidas como Nueva España, cuando estas declaran su independencia. En cualquier caso, Aunque prescriptivo, no puede afirmarse que el plan de Iguala sea un texto de naturaleza ju-
los matices aparecen cuando se considera la naturaleza de esta vigencia, según se la califique rídica. Si bien algunos de los 23 puntos que lo integran son disposiciones para constituir un
como interina,2 provisional o supletoria.3 Por supuesto, la experiencia de ejercer el poder po- orden jurídico, es la caracterización que François-Xavier Guerra4 ha realizado para este tipo de
lítico en un nuevo contexto, donde se obedecieran cánones establecidos con antelación por fenómenos la que mejor cuenta daría de su naturaleza. Por cierto, semejante a otros que se pro-
quienes se suponían representantes de la nación y, en consecuencia, también expresión de un dujeron del otro lado del Atlántico, como el de Rafael del Riego. No es gratuito que, en algunas
poder soberano originario, era distinta en las provincias de Ultramar y en la metrópoli. de las versiones publicadas del plan, de manera clara se exprese su sentido. Así, en el referido
Así, algunos aspectos del diseño constitucional, en particular relacionados con el funcio- por Lucas Alamán, se intitula “plan o indicaciones para el gobierno que debe instalarse provi-
namiento de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, estaban condicionados en América sionalmente, con el objeto de asegurar nuestra sagrada religión y establecer la Independen-
por la lejanía. Esta dificultaba la capacidad de control de procederes regulados que tras- cia del Imperio Mexicano y tendrá el título de junta gubernativa de la América Septentrional,
pasaran los límites de la licitud. Pero también estaban condicionados por los criterios uti- propuesto por el Sr. coronel D. Agustín de Iturbide al Exmo. Sr. Virrey de Nueva España, conde
lizados por quienes habían jurado respetar y ejecutar el nuevo orden legal, en ocasiones de Venadito”.5
con notoriedad arbitrarios. Esta resistencia a obedecer la norma gaditana, reiteradamente De cualquier manera, el plan de Iguala sí definía las líneas principales de la forma de
manifestada por grupos que aún permanecían fieles a costumbres y prácticas preconstitu- gobierno que se previó como la más indicada y oportuna para el naciente país. En este aspecto,
cionales, generó situaciones relevantes de desigualdad que, aun expuestas con insistencia existe una notoria diferencia entre el movimiento que encabezó Iturbide y la guerra iniciada
por los diputados americanos ante las Cortes, no pudieron corregirse. en 1810, pues los primeros insurgentes no manifestaron un programa claro que incluyera la
Pero si se trata de evaluar de forma correcta esos momentos, tales circunstancias deben forma de gobierno que construirían en caso de lograr sus objetivos. En el plan de Iguala se
considerarse en el contexto de un ensayo recién iniciado. Porque es apenas a partir de proclamó, en primer lugar, la absoluta independencia respecto de la monarquía española.
1812 que, con posterioridad a la guerra de Independencia, los españoles optaron por la En segundo lugar, la continuación de la misma forma de gobierno, pero templada por una
vía de una monarquía constitucional, y con ella una nueva visión del poder, un nuevo len- Constitución que Iturbide denomina análoga al país y, en tercer lugar, que debería interpre-
guaje y, sobre todo, el uso de nuevas prácticas jurídicas y políticas que confrontaban otros tarse más bien como una ley fundamental acorde con las características idiosincráticas de
quehaceres muy arraigados, propios del gobierno absolutista. Estas añejas concepciones y quienes devendrían mexicanos en virtud de ese “nuevo imperio”. Para encabezar este reino
2 ARENAL FENOCHIO, “El significado de la Constitución”, 1998, p. 40. 4 GUERRA, “El pronunciamiento en México”, 2000.
3 VÉASE BARRAGÁN, “Sobre la vigencia en México”, 2012 y SOBERANES FERNÁNDEZ, Una historia constitucional, 2019, cap. VI. 5 ALAMÁN, Historia de México, 1852, apéndice, p. 11.
14 Las razones y circunstancias en las que se dio este hecho pueden consultarse en ALAMÁN, Historia de México, 1852, pp. 250- 15 ARRÓNIZ, Los tratados de Córdoba, 1985, apéndice, p. I.
252; ZAVALA, Ensayo Crítico, 1969, p. 91. 16 BUSTAMANTE, Cuadro Histórico de la Revolución Mexicana, 1840, p. 229. Las cursivas son mías.
La abdicación Carlos María de Bustamante discrepó por completo de esta opinión y pidió se decla-
raran “libres de la observancia de ese plan de Iguala y tratados de Córdoba, que seme-
El Congreso se reunió el 29 de marzo de 1823 para conocer y discutir sobre la situación del jantes a un talismán mágico y encantador, sólo ha servido de pretexto para echar cadenas
país. Durante la sesión, varios diputados consideraron oportuno declarar que el imperio sobre cadenas a nuestros cuellos, y para que las providencias más absurdas se supongan
de México había cesado. La propuesta fue aprobada y se dispuso: “se declara haber cesado derivadas de aquellos funestos principios”.35 Al día siguiente, y después de agotada la
el poder ejecutivo de México existente hasta ahora desde el 19 de mayo del año anterior”.
De inmediato, el diputado Melchor Múzquiz propuso una adición a esta declaración: “sin 31 BARRAGÁN, Actas Constitucionales Mexicanas, 1980, p. 88.
32 BARRAGÁN, Actas Constitucionales Mexicanas, 1980, p. 166. Las cursivas son mías.
que de ninguna manera pueda entenderse quedar vigente el plan de Iguala y tratados de 33 BARRAGÁN, Actas Constitucionales Mexicanas, 1980, p. 167. Las cursivas son mías.
34 BARRAGÁN, Actas Constitucionales Mexicanas, 1980, p. 214.
30 Actas del Congreso constituyente mexicano, 1821, p. 284. 35 BARRAGÁN, Actas Constitucionales Mexicanas, 1980, p. 216.
El Colegio de México
E l 4 de junio de 1821, luego de que se discutió en las Cortes de Madrid el nuevo plan de recau-
dación, el encargado de la Secretaría de la Gobernación de Ultramar leyó el informe que
el jefe político de Nueva España, Juan Ruiz de Apodaca, remitió a la Península para dar cuenta
de los sucesos ocurridos en el virreinato con motivo de la revolución emprendida por Agustín de
Iturbide.1 Ese documento, además de informar sobre la revolución que comenzó en las provincias
en febrero de 1821, sobresale por la contrariedad del virrey, quien al parecer estaba convencido
de que Nueva España estaba pacificada. El documento, mediante el cual las Cortes del Trienio
comenzaron a tener noticia de la insurrección que ocurría en la América Septentrional, informaba
en los siguientes términos la situación que se vivía del otro lado del Atlántico:
Gozaba la Nueva España en la mayor parte de su vasta extensión una paz poco desemejante a la
que disfrutaba en sus más felices tiempos. Reanimada la agricultura, el comercio ya casi florecien-
te, y una gran parte de los minerales en laborío, todo presentaba un aspecto el más agradable y
lisonjero, que prometía la fundada esperanza de que muy en breve la prosperidad presente haría
olvidar los males y desastres que por tantos años han agitado esta preciosa porción de la monar-
quía española […] pero [Iturbide] este jefe pérfido e ingrato, olvidado de sus deberes, y abusando
del modo más inaudito de la confianza que deposité en él, ha levantado las banderas de una nueva
revolución bajo de especiosos pretextos, divulgando unos planes quiméricos e inconciliables con
la dignidad, decoro e intereses de la nación y del rey.2
El fragmento anterior del informe de Apodaca es relevante porque podría ratificar la idea de
Lucas Alamán respecto a la estabilidad que se tenía en el gobierno virreinal entre 1814 y 1820.3
1 Informe de Juan Ruiz de Apodaca al ministro de Ultramar, ciudad de México, 7 de marzo de 1821. Sesión del 4 de junio de 1821,
en Diario, pp. 2044-2045.
2 Informe de Juan Ruiz de Apodaca.
3 ALAMÁN, Historia de México, t. IV, 1849, pp. 721-724.
58 59
Sin embargo, ese documento contrasta con lo que ocurría en Nueva España durante sus últimos conciliatoria y pacífica de su movimiento, pues sus planes y proclamas concertaban los inte-
años. Debajo del estado idílico descrito por el jefe superior político, donde parecía que la paz reses de serviles, liberales e insurgentes en Nueva España. Sobre todo, de aquellos que veían en
se imponía y la economía se reanimaba como en los “tiempos más felices”, se ocultaban las la emancipación de España un proyecto alterno de gobierno mediante el cual se implementaría
tensiones que los diferentes grupos sociales tenían contra el régimen colonial y que al parecer la Constitución de 1812, se atajaría el despotismo, y se terminaría con la violencia, el desorden
fueron aprovechados por Iturbide. De acuerdo con los estudios publicados en la obra colectiva y el crimen que comenzó en 1810.5
El sexenio absolutista, coordinada por José Antonio Serrano, el periodo de la Restauración en El informe de Apodaca marcó un punto de quiebre en las discusiones de Cortes porque
Nueva España no constituyó un regreso al antiguo régimen como hubiese deseado Fernando a partir de ese momento las insurgencias americanas estuvieron en el centro de los debates.
VII, y como de algún modo lo quiso hacer notar Apodaca a las autoridades peninsulares. Antes El problema americano, poco relevante para los peninsulares y vital para los novohispanos,
bien, durante esos años las instituciones civiles y eclesiásticas experimentaron demasiadas difi- se analizó con mayor intensidad, aceleró las discusiones y provocó una diversidad de opi-
cultades no solo por los focos de insurgencia que seguían presentes en el sur y en las provincias niones respecto a la forma en que se debían pacificar los territorios de Ultramar. Cuando
internas, sino como consecuencia de la huella que dejó la primera experiencia constitucional en el informe se conoció en Madrid, la bancada novohispana se posicionó de inmediato. El
Nueva España. Baste recordar, en primer término, que la población estaba dividida y que varias diputado Michelena aludió a su famoso plan de instalar tres secciones de Cortes en Amé-
agrupaciones secretas, como Los Guadalupes, buscaron opciones alternas de autogobierno y rica sin explicitarlo por completo,6 indicó que en el Asia iba un grupo de oficiales que tenía
autonomía, incluso a través del acercamiento con las insurgencias. En segundo término, que la conocimiento del plan, como Juan O’Donojú, y solicitó el envío inmediato de un barco para
Iglesia también estaba dividida y sus instituciones desprestigiadas; hecho que imposibilitó que que avisara al virrey y al jefe de la Trigarancia sobre los trabajos de las Cortes al respecto.
la Inquisición de México pudiera operar con eficacia, como en el pasado, no obstante el pro- Aunque los diputados peninsulares Vicente Sancho y José María Calatrava manifestaron
ceso a Morelos, y que los edictos promulgados por el episcopado novohispano fueran de escasa su disgusto y rebatieron la proposición de Michelena, esta fue apoyada por el diputado de
utilidad para la causa realista. En tercer término, que la crisis económica y de productividad Valladolid y compadre de Iturbide, Juan Gómez Navarrete. Este confiaba que con el arribo
propiciada por la guerra seguía latente, hecho visible en el interior de las instituciones civiles y de la noticia se depondrían las armas en Nueva España y aseguró que “cuando allá se sepa
eclesiásticas, como los cabildos catedrales y las audiencias.4 que las Cortes se ocupan en este asunto por medio de una comisión especial, sólo esta
No obstante lo señalado, el informe de Apodaca es relevante porque fue la primera noticia noticia bastará para tranquilizarlos. Yo aseguro que con solo esto bastará, y aun respondo
que recibió Madrid sobre el movimiento de Iturbide y, en ese sentido, muestra las primeras con mi cabeza que con sólo esta medida Iturbide suspenderá las armas”.7
impresiones y los temores iniciales del régimen virreinal hacia el inesperado pronunciamiento Entre junio de 1821 y febrero de 1822, las noticias sobre lo que sucedía con la América
del miliciano criollo. El documento iniciaba explicando el modo en que se nombró a Iturbide Septentrional seguirían llegando a Madrid y preocupaban a las autoridades peninsulares, para
para combatir a la insurgencia en la comandancia del sur y la sorpresa que produjo en el virrey quienes el “problema americano” se tornaba cada vez más difícil dado el avance de las insur-
su levantamiento contra el gobierno español. Empero la fidelidad mostrada por las autoridades gencias en Nueva España y América Meridional. Este capítulo trata de responder a la pregunta
de provincia al rey y la nación española y la tranquilidad que se respiraba en la capital del virrei- respecto a lo que significó para los diputados españoles y americanos, de manera particular los
nato a comienzos de 1821, Apodaca advirtió a las autoridades peninsulares sobre el peligro que novohispanos, los planteamientos y acciones del movimiento Trigarante, entre 1821 y 1822.
encarnaba la revolución de febrero para el régimen virreinal. Las razones eran las siguientes. En Pretendo mostrar que, aunque no hubo un reconocimiento de la Independencia de México en
primer término, la revolución de Iturbide constituía un nuevo movimiento, pues reunía tropas 1822 por parte de las Cortes españolas, se admitió la existencia de nuevas naciones surgidas
a su mando, hacía causa común con los insurgentes, trataba de ganarse a las autoridades de la en América de hecho y, en consecuencia, la posibilidad y la necesidad del gobierno español
capital y las provincias, y el establecimiento de un nuevo gobierno. En segundo término, siendo de establecer negociaciones con los nuevos regímenes emanados de los procesos revoluciona-
“hijo del país”, podía poner en serias dificultades al virreinato por su amplia experiencia en tác- rios. Visto de ese modo, podría afirmarse que se estableció un reconocimiento implícito en las
ticas militares y su conocimiento territorial de las provincias. En tercer término, por la vocación
5 Informe de Juan Ruiz de Apodaca al ministro de Ultramar.
4 SERRANO, El sexenio, 2014, p. 414; GUEDEA, En busca de un gobierno, 2010, pp. 337-358; IBARRA, La Independencia, 2004, 6 Sesión del 24 de junio de 1821, en Diario, pp. 2447-2448; FRASQUET, “La cuestión”, 2005, pp. 136-137.
pp. 15-32; IBARRA, El clero, 2010, pp. 101-111; MORENO, “La consumación”, 2010, pp. 385-417. 7 GÓMEZ NAVARRETE, Sesión del 4 de junio de 1821, en Diario, pp. 2044-2045.
60 La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822 61
discusiones de Cortes, aunque no así en una declaración explícita. En ese sentido, el trabajo rey que era imposible seguir oponiéndose al restablecimiento del sistema constitucional.9
pondera el modo en que se pasó de la esperanza a la frustración de las autoridades peninsu- Despues de la jura, se instaló una junta provisional consultiva en Madrid, cuya finalidad
lares por la pérdida de los territorios de Ultramar. No obstante que estos temas han sido ana- era controlar la actuación política de Fernando VII y cogobernar en su compañía mientras
lizados desde otras perspectivas,8 aquí se estudian de manera preponderante las discusiones, las Cortes iniciaban sesiones. Luego de la formación de esta institución, entre los primeros
propuestas e intentos de solución que se plantearon en las Cortes del Trienio liberal en torno decretos que puso a consulta del rey estaba el que abolía al tribunal de la Inquisición y el
a la Independencia de México y, de manera particular respecto a la revolución que encabezó que restauraba la libertad de imprenta.10
Agustín de Iturbide y el movimiento Trigarante en 1821. Tras el júbilo que se vivió en varias capitales de la Península por la reactivación del sis-
tema constitucional, se dieron a conocer más decretos que reafirmaban el cambio político.
Con el del 8 de marzo, el rey dispuso la liberación de todos los reos detenidos por opiniones
políticas y los defensores de la Constitución. En virtud de esa disposición, varios grupos
de personas se alistaron para liberar a los reos, sin embargo, en lugar de acudir a las cár-
celes reales, se dirigieron a la Inquisición de Corte, en Madrid. En el sitio, la muchedumbre
invadió el edificio, penetró los calabozos, destruyó el archivo y puso en libertad a los reos.
Además de la capital, los asaltos populares a los inmuebles del Santo Oficio tuvieron lugar
en Zaragoza, Barcelona, Valencia, Mallorca y Sevilla, hecho que contrasta con la forma en
que se suprimió a la Inquisición de México, al otro lado del Atlántico, pues esta se efectuó
de manera pacífica y a gusto de los inquisidores.11
El 9 de marzo de 1820, Fernando VII se vio forzado a jurar la Constitución de 1812, aun-
que de manera provisional, la misma que promulgaran las Cortes generales y extraordina-
rias, en 1812. El acto obedeció a los movimientos populares y pronunciamientos militares
a favor de la Carta, sobre todo el encabezado por Rafael del Riego, en Las Cabezas de San
Juan, Sevilla, más que a las convicciones personales del monarca. Entre febrero y marzo
de ese año, La Coruña, Murcia, Zaragoza, Tarragona, Ocaña y Andalucía, hicieron ver al Imagen 7. Jura formal de Fernando VII a la Constitución de 1812 ante las Cortes de Madrid, 9 de julio de1820.
62 La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822 63
El cambio político provocado por la reimplantación del sistema constitucional era Cortes se impuso la tendencia moderada de los diputados peninsulares, la cual sostenía la
latente en toda la España peninsular por la abolición de la Inquisición y la libertad de desigualdad jurídica y de representación política para los diputados de Ultramar, así como
imprenta que permitió las discusiones y la publicación de impresos y periódicos libe- la rigidez constitucional en la territorialidad de la monarquía y, en consecuencia, el des-
rales. Este hecho, la revolución política y constitucional, se ratificó meses más tarde, el conocimiento de cualquier pretensión federalista de los americanos, el rechazo a las pro-
9 de julio de 1820, cuando Fernando VII juró la Constitución de 1812 de manera formal, puestas de reforma constitucional y, desde luego, hacia los procesos de Independencia.
ante las Cortes ordinarias. Estas comenzaron sus actividades ese día y sesionaron hasta Por esos motivos, sin importar la apertura que diputados como Moreno Guerra y Moreno
noviembre de 1820. Esa legislatura estuvo dominada por una mayoría moderada y par- Alpuente sostuvieron hacia la cuestión americana, los anhelos que la representación novo-
ticiparon diputados peninsulares y americanos, aunque principalmente suplentes. En hispana depositó sobre el reinstaurado sistema constitucional se frustraron porque buena
términos generales, las Cortes del Trienio buscaron socavar en lo económico y lo social parte de sus proposiciones fueron rechazadas, no obstante que estas buscaban salvar la inte-
al antiguo régimen. A grandes rasgos, su agenda buscó desamortizar al clero, proteger al gridad de la monarquía y solucionar los procesos independentistas en América mediante la
comercio y la producción nacional, reorganizar al ejército mediante la milicia nacional, vía constitucional y federal de sus territorios.14
dividir el territorio en provincias y partidos, y perdonar a los afrancesados, así como a Por esa razón, luego del impacto y de las discusiones que provocó en Cortes el informe
las insurrecciones americanas, hecho este último que evidenció su incomprensión hacia del virrey Apodaca sobre la revolución de Agustín de Iturbide en Nueva España, un par de
los procesos de Independencia americanos.12 semanas más tarde se presentaron y discutieron en Cortes varias propuestas que tenían la
En una primera etapa, entre julio de 1820 y noviembre de 1821, caracterizada por la finalidad de pacificar a América y de mantener la unidad política y territorial de la monar-
confianza que poseían las autoridades peninsulares de salvar la integridad de la monarquía quía por medio de la Constitución de 1812. Esto sucedió en las sesiones del 24, 25 y 26
a través de la vía constitucional, el gobierno y las Cortes apostaron por la conciliación para de junio de 1821. Por una parte, era claro que los diputados peninsulares, como Vicente
pacificar América. El objetivo de esta política buscaba acabar con las guerras civiles, que se Sancho, José María Calatrava y el conde de Toreno, entre otros, estaban poco dispuestos a
prolongaban por 10 años, y obtener una paz perdurable para las posesiones españolas en aceptar las propuestas americanas de autonomía e igualdad de representación; más si estas
Ultramar. La monarquía, como una madre comprensiva, estaba dispuesta a perdonar a los tenían que ver con el reconocimiento de Independencia hacia los procesos disidentes. Por
disidentes americanos en tanto que estos juraran obediencia a la Constitución de Cádiz. La otra parte, los diputados novohispanos eran conscientes de que América “conoce que su
lógica de esta “política de pacificación”, compartida por el gobierno, el Consejo de Estado, unión a la Península en los términos en que está, no le es ventajosa”. En ese sentido, sabían
el monarca y las Cortes, partía del supuesto de que los americanos se equivocaban al tratar que pese a sus propuestas de mantener la integridad territorial de la monarquía, las revolu-
de independizarse. Por ello, desde la perspectiva de las autoridades peninsulares, el único ciones americanas estaban provocando la separación política de sus partes y que la nación
modo de alcanzar la paz y resolver el conflicto bélico estaba en el reconocimiento que los transoceánica se estaba despedazando.15
insurgentes debían hacer a la Constitución española y ceñirse a las ventajas, derechos y Bajo ese contexto, un día después de que el conde de Toreno leyó el dictamen de la
obligaciones que esta les ofrecía. 13
Comisión encargada de resolver los conflictos en América, donde se refirió el trato espe-
No obstante la rigidez de los gobiernos liberales del Trienio hacia la cuestión y el cial que merecían las Indias y se exhortó al gobierno para que presentara a las Cortes las
problema americano, la restauración del sistema constitucional en 1820 permitió que los medidas para su pacificación, los diputados americanos presentaron el plan Michelena, el
diputados americanos volvieran a albergar esperanzas sobre la implementación de políticas 25 de junio de 1821. El mismo se redactó en Madrid, en la casa de Francisco Fagoaga, y
liberales plenas y acordes con la Constitución de 1812, las cuales abolieran el despotismo es muy probable que en su elaboración intervinieran el propio Michelena, Ramos Arizpe
con el que gobernaban los virreyes en América. Pensaron que luego de la caída del absolu- y el resto de la bancada novohispana.16 Por medio de este documento, la representación
tismo, por fin se les concedería el autogobierno para sus territorios y, sobre todo, mayores americana apostó por la vía constitucional para resolver el problema de las guerras en
derechos, como la deseada igualdad jurídica entre americanos y españoles. Sin embargo, en
14 FRASQUET, “Independencia o Constitución”, 2020, pp. 197-199; FRASQUET, “Ciudadanos ya tenéis Cortes”, 2008, pp. 154-
155; FRASQUET, “La cuestión nacional americana”, 2005, pp. 123-157.
12 GIL NOVALES, El trienio, 1980, pp. 14-18. 15 RAMÍREZ, “Sesión del 25 de junio de 1821”, en Diario, p. 2474. La cita en p. 2475.
13 FRASQUET, “Independencia o Constitución”, 2020, p. 184; MARTÍNEZ RIAZA, “Para reintegrar la nación”, 2011, p. 683. 16 RODRÍGUEZ, “La transición”, 1993, p. 285.
64 La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822 65
Ultramar, dado el despotismo que subsistía en América, donde se restringía y no se apli- La revolución de Iturbide y la Independencia de México
caba en plenitud la Constitución. Es verdad que el plan Michelena es una muestra de cómo
los americanos solicitaron mayor representación y autonomía para sus territorios mediante La restauración del régimen constitucional en Nueva España condicionó su devenir porque pro-
la vía constitucional y, de manera particular, por medio de las diputaciones provinciales. vocó una ingente actividad política y con ello, de manera indirecta, ocasionó el colapso del régi-
Sin embargo, también es cierto que este documento representó la propuesta ofrecida por men virreinal, la Independencia de México y la instauración del Estado nacional bajo el modelo
los novohispanos para frenar la revolución de Iturbide, pues consideraban que a través de imperial, en 1821. En ese sentido, es pertinente recuperar las palabras de Rodrigo Moreno. De
una especie de commonwealth americana podría salvarse la integridad de la monarquía y acuerdo con el autor, “la nueva puesta en vigor de la Constitución en 1820 provocó un sismo de
pacificar América socavando cualquier intento de independencia.17 tal magnitud en el ámbito de la monarquía que fue a partir de entonces que se concretó la mayor
El documento, signado por los diputados americanos, proponía dividir el Nuevo Mundo parte de las rupturas independentistas americanas”.19 Dicha afirmación, como lo ha revisado
en tres reinos: Nueva España y Guatemala; Nueva Granada y las provincias de Tierra Firme; Stefan Rinke y lo percibieron tanto los diputados de las Cortes del Trienio, como los secreta-
y Perú, Chile y Buenos Aires. Según este plan, cada reino contaría con sus propias Cortes rios de Estado y Ultramar en sus respectivos informes de 1822, es válida para las regiones de la
y gobernaría bajo la Constitución de 1812. Asimismo, cada región estaría presidida por América Septentrional y Meridional, cuyos territorios comprenden, además de Nueva España y
un príncipe español o por alguien designado por el monarca. Aunque el plan establecía el la Capitanía General de Guatemala, a Chile, Buenos Aires, Perú, Venezuela y Colombia.20
autogobierno entre los tres reinos americanos y España, la dependencia se mantendría con Revisemos el proceso constitucional y revolucionario del virreinato novohispano. Entre
la ayuda de las relaciones comerciales, diplomáticas y de defensa. Además, cada reino que- junio y septiembre de 1820, se reavivaron las divisiones políticas internas entre las élites de
daba obligado a pagar un porcentaje de la deuda externa de España. Lo interesante es que al Nueva España debido al restablecimiento de la Constitución de 1812. Por una parte, estaban
día siguiente, el 26 de junio, los diputados novohispanos Ramos Arizpe y José María Couto los grupos autonomistas que propugnaban por el restablecimiento irrestricto del sistema
pusieron a consideración de las Cortes una propuesta de autonomía exclusiva para Nueva liberal, hecho por el que la historiografía advirtió sobre la “euforia constitucional” que vivió
España, que proponía vínculos estrechos de unión entre ambas Españas, por medio del papel el virreinato, principalmente entre los criollos nacidos en América. Por otra parte, estaban los
que fungirían los diputados americanos en el parlamento español. Para pesar de la represen- grupos de la Iglesia y el ejército que se vieron forzados a jurar la Constitución e implementar
tación novohispana, ambas propuestas fueron descartadas por las autoridades peninsulares. 18
las disposiciones procedentes de la Península, pese a que veían en el constitucionalismo un
En contraste, mientras la diputación novohispana en las Cortes de Madrid proponía peligro para el gobierno virreinal.21
soluciones mediante la vía constitucional, en Nueva España la revolución de Independencia Frente a la nueva situación política, el virrey, los exinquisidores y el arzobispo de
estaba resolviendo el problema americano a través de la acción política. En ese sentido, el México hicieron públicas sus manifestaciones a favor de la Constitución, a pesar de su
movimiento de Iturbide puso en evidencia que la reforma a la Constitución de 1812 dejó de desafecto hacia ese sistema político. En la ciudad de México y el resto de las provincias
ser relevante en el virreinato porque el plan de Iguala ofreció la Independencia como solu- se publicó el decreto de libertad de imprenta, comenzó el proceso indirecto para elegir
ción alterna para los problemas americanos. Quizá por ese motivo Apodaca tomó con tanta diputados a Cortes y el de vocales para la Diputación provincial de Nueva España. El
seriedad al levantamiento de Iturbide, pues era consciente del peligro que representaba para arzobispo Pedro José de Fonte, luego de la extinción definitiva de la Inquisición de
las autoridades virreinales. Más aún, tanto los diputados peninsulares como los americanos México, publicó un edicto en el que explicó que la Carta de Cádiz no contenía nada
se hacieron conscientes de esto, en la medida en que llegaron las noticias de las ocurrencias contra la religión católica, aunque trató de moderar su aplicación. Fuera de la capital
del movimiento independentista en Nueva España. Con el fin de conocer las distintas pos- del virreinato, en Puebla, Guadalajara y Veracruz, se editaron impresos sobre el cambio
turas que manifestaron las Cortes hacia el proceso de Independencia de 1821, merece la pena de sistema político y se impulsó la reinstauración de las disposiciones procedentes de
recordar el modo en que esta se desarrolló del otro lado del Atlántico.
19 MORENO, La trigarancia, 2016, pp. 9, 388.
20 RINKE, Las revoluciones, 2011, pp. 219-289; Exposición leída a las Cortes por el Secretario de Estado y de la Guerra. Sesión
17 Exposición del Conde de Toreno del 24 de junio de 1821 a las Cortes de Madrid. Sesión del 25 de junio de 1821, en Diario; del 4 de marzo de 1822, en Diario, pp. 124-126; Memoria leída a las Cortes por el encargado de la Secretaría de Estado y de
FRASQUET, “La cuestión”, 2005, p. 142. Gobernación del reino para Ultramar. Sesión del 6 de marzo de 1822, en Diario, pp. 201-206.
18 RODRÍGUEZ, “La transición”, 1993, p. 287. 21 El término fue acuñado por REYES HEROLES, El liberalismo mexicano, t. I, 1988, p. 37.
66 La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822 67
la Península, no obstante la poca estima del clero y del ejército hacia la reinstauración como la oficial y la unión entre americanos y españoles. También estipulaba que la Inde-
del sistema constitucional.22 pendencia iba a ser benéfica para España porque se mantendría el comercio y se llamaría
En ese contexto, caracterizado por la división social y el rechazo a las autoridades a Fernando VII o algún integrante de su familia para gobernar en América, con lo que se
virreinales por parte de los grupos autonomistas, y la revolución política de las provincias deshacía el nudo entre ambas entidades. La defensa de los privilegios de las corporaciones
de Nueva España motivada por la reinstauración constitucional, se desarrolló el proyecto de novohispanas, particularmente del ejército y de la Iglesia, también se acordó en dicho plan.
Independencia de Iturbide. Sin embargo, no es claro cómo se gestó su programa político, Además, en el mismo se explicaba que la Independencia tenía por finalidad “conservar pura
pese a que existen varias interpretaciones al respecto. Por una parte, se ha explicado que la santa religión que profesamos”, punto que llamó la atención de los diputados peninsu-
Iturbide siguió el ejemplo del pronunciamiento militar de Rafael del Riego al otro lado del lares en Cortes y motivo por el que se señaló que el movimiento de Iturbide era conser-
Atlántico, acción mediante la cual buscó imponer sus condiciones por medio de la fuerza vador. En segundo lugar, los tratados de Córdoba, firmados el 24 de agosto, entre Iturbide
de las armas.23 Por otra parte, se ha señalado que un grupo de conspiradores clericales de y el nuevo virrey o jefe político, Juan O’Donojú. En virtud de ese convenio, se ratificaba
la Profesa propusieron a Iturbide el plan de Independencia para revertir el orden consti- el plan de Iguala y se reconocía la Independencia de México por parte de una autoridad
tucional. Según esta versión, los conjurados consiguieron que Apodaca enviara al coman- española nombrada y aprobada por Fernando VII y las Cortes. También estableció los proce-
dante criollo a combatir al insurgente Vicente Guerrero. No obstante, en lugar de vencerlo, dimientos por seguir para el establecimiento de un nuevo gobierno y, en ese sentido, previó
pactó con él a través de la unión de ambos ejércitos. Acto seguido, el 24 de febrero de la instauración de una monarquía moderada, representativa y constitucional, gobernada
1821, Iturbide proclamó el plan de Independencia en Iguala. Existe otra explicación sobre por Fernando VII, un príncipe español o alguien designado por las Cortes imperiales de
el proyecto iturbidista que sostiene que los liberales de la ciudad de México, temiendo que México. Los mismos tratados reconocían de manera provisional a la Constitución de 1812 y
la revolución del liberalismo exaltado español reavivara la guerra en el virreinato, propu- estipulaban la formación de una regencia y una junta gubernativa para que administraran al
sieron a Iturbide la Independencia y el sostenimiento de la Constitución de 1812. Otra país en tanto se convocaba a las Cortes de México. Y, por último, el acta de Independencia
perspectiva sostiene que el plan de Independencia fue ideado únicamente por Iturbide. del Imperio Mexicano, documento que se firmó el 28 de septiembre, después de la entrada
De acuerdo con esta versión, el comandante del sur observó que las divisiones sociales en triunfal del ejército Trigarante a la ciudad de México, y que sobresale por su cambio discur-
el virreinato podían provocar una confrontación, de modo que trató de obtener ventajas sivo respecto de los documentos anteriores, pues la visión de una independencia pactada
políticas de esa situación con la ayuda de la conciliación y de la cohesión de la sociedad con se desdibujó ante los reclamos de una nación joven que se estaba emancipando de los 300
su proyecto político. 24
años “de opresión” en que vivió.25
Como quiera que haya sido, la revolución que encabezó Iturbide se desarrolló a lo Pese a lo anterior, el proceso de Independencia no fue un proceso lineal, teleológico,
largo de siete meses: entre febrero y septiembre de 1821. Durante ese periodo, Iturbide ni mucho menos un “paseo por las provincias” como explicitó Lucas Alamán,26 y como de
y el ejército Trigarante expidieron los documentos más importantes de su movimiento. forma crítica lo hizo notar Rodrigo Moreno. En su libro, La Trigarancia, el autor explica la
Estos son clave porque a través de ellos no solo se explicitó el programa político y la forma complejidad del proceso independentista entre noviembre de 1820 y septiembre de 1821.
de gobierno que se implementaría en el Imperio Mexicano con el establecimiento de una Esta causa se negoció a lo largo y ancho del virreinato mediante la red de apoyo que Iturbide
monarquía moderada, también se formalizó en términos jurídicos y políticos la Indepen- tejió en las provincias y, en buena medida, gracias al soporte que le brindó la Trigarancia en
dencia de México. las regiones.27 Sobre todo, en los espacios creados por el restaurado régimen constitucional,
En primer lugar, el plan de Iguala fue signado el 24 de febrero por Agustín de Iturbide. como los ayuntamientos constitucionales y las diputaciones provinciales, se materializó la
En razón de ese documento, se propuso una opción pacífica de emancipación de España, aspiración Trigarante de la Independencia como opción política. En ese sentido, más que
bajo la premisa de independencia absoluta de la América Septentrional, la religión católica un acto triunfal protagonizado por un solo hombre o por un grupo reducido de individuos,
22 HAMNETT, Revolución, 2011, p. 287. 25 RODRÍGUEZ, La Independencia, 2005, pp. 359-365; ÁVILA, Para la libertad, 2004, pp. 62-66; ÁVILA, En nombre, 1999, pp. 196-
23 MORENO, La trigarancia, 2016, pp. 76, 80. 211; ÁVILA y PANI, “De la representación”, 2013, p. 294.
24 Una síntesis sobre las interpretaciones en torno a los proyectos de Independencia en Ávila y Pani, “De la representación”, 26 ALAMÁN, Historia de México, t. V, 1849, p. 348.
2013, p. 291. 27 MORENO, La Trigarancia, 2016, pp. 139-234.
68 La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822 69
la Independencia fue un proceso colectivo, complejo, de negociación, complicidad y riesgos movimiento independentista, hecho que evidenció la división del ejército y la pérdida del
en el que intervinieron varios cientos de personas.28 Con razón, estando Lucas Alamán control provincial por el virrey. Además, a finales de mes, la Trigarancia ganó Querétaro
como diputado en Cortes, hizo notar los elementos colectivos y de conciliación en la “revo- y San Luis Potosí. En una cuarta etapa, que se desarrolló entre julio y septiembre, la crisis
lución prodigiosa” de Iturbide: del régimen colonial se agudizó tras el golpe de Estado contra el virrey Apodaca y el
ascenso al poder de Francisco Novella. Al mismo tiempo, la Trigarancia se expandió por
Enemigo alguno se presentó para oponerse ni a quién combatir, y las mismas tropas que antes
las provincias hasta convertirse en gobierno en las capitales principales. Baste recordar
habían derramado su sangre en defensa de la dependencia de la metrópoli, se pusieron a la
cabeza de esta revolución. La mayor parte de los jefes que antes habían contribuido a apagar que la resistencia gubernamental se vio reducida a Veracruz, Perote y Acapulco y que,
la anterior, son los que ahora levantan y sostienen el grito de la Independencia.29 dado el avance de la “avalancha independentista” tras la caída de Puebla, el resto de las
provincias y comunidades cedieron al programa político de Iguala, casi de manera masiva,
El proyecto en torno al plan de Iguala, donde se planteó la pacificación del reino y luego se en el sur y en el sureste del virreinato y después en el norte y hasta Centroamérica.30
transitó a la Independencia como objetivo político, se desarrolló entre noviembre de 1820 Cuando se firmaron los tratados de Córdoba la Independencia prácticamente estaba con-
y febrero de 1821, bajo la dirección de Iturbide y el intercambio de pareceres entre este y sumada porque Iturbide se hizo del control de las provincias, no obstante que se siguieron
varios jefes militares y comandantes provinciales. Luego que se publicó ese plan, comenzó sumando territorios a lo largo de los meses siguientes. Sin embargo, posterior a ese acto, era
el conflicto bélico en el virreinato. Entre marzo y abril, periodo en que el movimiento Tri- clave para la Trigarancia la toma de la ciudad de México. Por orden del primer jefe sus princi-
garante transitó entre la incertidumbre, la resistencia y la organización, se pronunciaron en pales colaboradores rodearon la capital y, el 13 de septiembre, tras la batalla de Azcapotzalco, en
favor del plan, además de la zona del sur controlada por Iturbide, la región de los Llanos de la famosa entrevista de la Patera, Novella se vio forzado a reconocer la autoridad de O’Donojú
Apan y el Bajío, que dotó de crecimiento y organización a la Trigarancia. En esta primera como jefe político superior y capitán general de la Nueva España nombrado por el gobierno de
etapa, es interesante hacer notar las mutuas dubitaciones y trastabilleos que experimen- la Península, aunque no así sus pactos ni acuerdos con los trigarantes. Como resultado de estas
taron tanto Iturbide como Apodaca. El primero, porque tuvo dificultades en cohesionar en negociaciones, O’Donojú abrió las puertas de la capital a Iturbide, que entró de manera triunfal
un solo movimiento al ejército de la comandancia del sur y a los insurgentes de Guerrero y el 27 de septiembre de 1821.31 Al día siguiente, Iturbide y un grupo de notables firmaron el acta
Ascensio y, sobre todo, porque dudó del sustento y actuación de sus principales allegados. de Independencia del Imperio Mexicano, documento mediante el cual, junto con el plan de
El segundo, porque no obstante el establecimiento de una junta militar a su cargo tomó Iguala y los tratados de Córdoba, se sancionó en términos jurídicos y políticos la Independencia
decisiones militares y políticas poco afortunadas para el régimen virreinal. de México, no obstante que en España estos actos no fueron reconocidos.32
En una segunda etapa, a lo largo de mayo, el movimiento logró dos objetivos funda- Teniendo presentes los procesos históricos de la revolución de Iguala, en la que poco
mentales con lo que consolidó su arraigo regional, amenazó el control de las provincias importó lo que se discutía del otro lado del Atlántico entre diputados americanos y penin-
del virreinato y comenzó a erosionar el poder virreinal. En primer término, neutralizó sulares, volvamos a la España de las Cortes para explicar el modo en que se percibió y se
a José de la Cruz y los territorios de Nueva Galicia. En una segunda etapa, consiguió la conceptualizó ese proceso.
capitulación de Valladolid, sitio desde el cual Iturbide rediseñó su estrategia y convirtió
en modelo para las subsecuentes negociaciones. En una tercer término, caracterizado por La Independencia de México vista desde las Cortes de Madrid
la consolidación de las regiones conquistadas y la expansión del movimiento Trigarante
por la aparición masiva de adhesiones, juras, pronunciamientos y recorridos de contin- Seis meses después de que se notificara en Cortes sobre la revolución de Iturbide el tema volvió
gentes por las provincias. Durante junio de ese año, se puso en alerta al virrey Apodaca, a discutirse. Existía la conciencia de que la demora en pacificar América podía producir dificul-
ya que el movimiento Trigarante se tornó más amenazante y considerable, provocando tades insalvables por los avances de la insurgencia. Lucas Alamán señaló que el retraso de una
que el virrey fuera incapaz de articular una estrategia militar que pudiera enfrentar al
30 MORENO, La Trigarancia, 2016, pp. 139-234.
28 MORENO, La Trigarancia, 2016, pp. 386-388. Cita en la página 387. 31 MORENO, La Trigarancia, 2016, pp. 139-234.
29 ALAMÁN, Sesión del 13 de febrero de 1822, Diario, p. 2296. 32 ÁVILA y PANI, “De la representación”, 2013, pp. 293-294.
70 La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822 71
resolución hacía que el problema se agravara 200% y que cuando esta se tomara no produciría Ultramar señaló en 1822 que los novohispanos consideraron a la revolución de Iturbide como
ningún efecto. A diferencia de 1810, cuando inició la revolución con el movimiento de Hidalgo, el único medio para salvar a la religión católica del peligro que corría en la Península por las
en 1821 esta se resolvía mediante pactos en las regiones. En la sesión del 26 de octubre, quizá
33
reformas anticlericales de las Cortes. Desde mi perspectiva, se evidenció de manera latente la
mejor que nadie, el diputado Juan Esteban Milla expuso la diferencia en los proyectos de 1810 diferencia de ambos proyectos de nación. A meses de que se consumara la separación política
y 1821. El primero buscaba sangre, anarquía y destrucción. El segundo, además de plantear la de España y Nueva España por el movimiento encabezado por Agustín de Iturbide, al parecer
Independencia de una manera sólida y viable, era seductor y tenía arraigo en la sociedad por su previsible e inevitable para todos en Cortes, el conde Toreno aludió al tema mencionando las
naturaleza conciliadora y liberal. Estas fueron sus palabras respecto al plan de Iturbide: diferencias insalvables entre ambas Españas y sus proyectos político-religiosos, con lo que el
desenlace y ruptura entre ambas entidades estaba anunciado.35 Señaló:
La insurrección de Nueva España es como he dicho de distinto carácter que las anteriores.
Iturbide, por más que se diga, es preciso confesar que tiene allí mucha opinión: en la actua-
Yo, si fuera americano, no quisiera que se me presentara la Independencia como la presenta
lidad no hay allí escenas de sangre ni de horror, no hay contrariedad, no más que deseos de
Iturbide; pues cuando en Europa estamos tratando de destruir todos los errores y preocupa-
independencia. Iturbide ofrece conveniencias, presenta bases muy liberales, ofrece que todos
ciones de la antigüedad, veo que algunas de las bases del señor Iturbide no se dirigen más que
entrarán en el goce de sus derechos, y promete a los eclesiásticos dejarlos en pacífica posesión
a consolidar lo que verdaderamente ha hecho la desgracia de la España europea y ultramarina,
de sus bienes; y en fin, presenta las bases más interesantes.34
que son los privilegios; porque aun prescindiendo del restablecimiento de la Inquisición, que
se dice que ofrece, lo que no sé con toda certeza, una de las bases que se anuncian es que se
conservarán todos los privilegios del clero.36
Lucas Alamán fue el líder de la bancada novohispana y el que más combate dio al conde
de Toreno en las discusiones en torno a la Independencia de México. En su intervención
del 27 de enero explicó la importancia del clero en América y los motivos por los que las
medidas anticlericales de las Cortes no podían aplicarse. En primer término, el movimiento
Trigarante aseguró la protección de la religión católica y de los privilegios de la Iglesia como
una garantía en el plan de Iguala. En segundo término, la religión se empleó en el virreinato
como arma para contener la revolución por la Iglesia novohispana. En América, enfatizó el
diputado por Guanajuato, la devoción era un elemento esencial que caracterizó a la revolu-
ción en Nueva España, no obstante que en ocasiones hubo absurdos como “el prestigio que
trató de hacerse de la configuración de las nubes y del humo de la pólvora en las batallas,
como anuncio de la victoria” creído por muchos.37 Esto explicaba que a varias Vírgenes del
virreinato se les concediera el grado de capitán general de los ejércitos españoles, se les
Imagen 8. Vista del salón de las Cortes de Madrid, 1821. hicieran honores militares y se les pusiera banda y bastón. También, para Alamán fueron
Fuente: Autor anónimo, estampa al aguafuerte y buril, 1821. clave las excomuniones del alto clero y de la Inquisición contra la insurgencia, así como los
cientos de sermones que desde las parroquias se predicaron para combatir la guerra. Por lo
A diferencia de la España del Trienio liberal, el proyecto político promovido por el movimiento mismo, sostenía, no se podía desaforar al clero del virreinato, pues este tenía un peso social
iturbidista trató de moderar los planteamientos “exaltados” de España. Esta situación es muy y político que no podía descartarse.38
clara para los temas eclesiásticos y fue percibida con extrañeza por los diputados peninsu-
lares, aunque ratificada y hasta defendida por los americanos. A ese respecto, el ministro de
35 Memoria leída a las Cortes por el encargado de la Secretaría de Estado.
36 Sesión del 26 de octubre de 1821, en Diario, p. 395.
33 ALAMÁN, Sesión del 26 de octubre de 1821, en Diario, p. 392. 37 ALAMÁN, Sesión del 27 de enero de 1822, en Diario, p. 2029.
34 Sesión del 26 de octubre de 1821, en Diario, p. 393. Citado en FRASQUET, “La cuestión nacional”, 2005, p. 150. 38 ALAMÁN, Sesión del 27 de enero de 1822, en Diario, pp. 2028-2029.
72 La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822 73
debían conciliar sus discrepancias a través del envío mutuo de comisionados, cuyo fin debía
ser la formación de acuerdos. Solo la negociación de ambos gobiernos podría restaurar el
orden. En la propia Nueva España, recordaba, esa fue la clave para la obtención de la paz
durante las revoluciones pasadas. A ese respecto, recordó en Cortes las gestiones del obispo
de Puebla en la obtención de indultos para los insurgentes pertenecientes al movimiento de
López Rayón.
En respuesta a la participación del novohispano, el diputado Palarea exhortó al Con-
greso a concentrarse en las medidas para pacificar América en lugar de las causas de su
revolución. No obstante, entrados en calor era difícil no discutirlo. El conde de Toreno
polarizó más la discusión cuando afirmó que no eran los descendientes de Moctezuma ni
de Xicoténcatl los que levantaban el grito en el virreinato de Nueva España, sino, afirmó, los
criollos; “la sangre española mezclada con la de los naturales”. Desde su perspectiva, estos
Imagen 9. Retrato de Lucas Alamán. Imagen 10. José María Queipo de Llano, VII conde de no hacían sino reproducir la leyenda negra que pesaba sobre la madre patria, escrita por
Fuente: ALAMÁN, Pascual, Lucas Alamán, 1861, óleo Toreno. autores como Bartolomé de las Casas, mostrando su ingratitud y desconociendo que esta
sobre tela. Fuente: ZÁRATE, Julio, “La guerra de Independencia”, los dotó de una Constitución, igualdad y derechos. En el mismo sentido, remató, en nada se
Museo Nacional de Historia. en Vicente Riva Palacio (ed.), México a través de los vinculaban las revoluciones de Estados Unidos y Nueva España. La primera tuvo un ideario
Reproducción autorizada por el INAH. siglos, t. III, Barcelona, Espasa/J. Ballescá, 1882, p. 356. liberal y objetivos políticos claros, similar a la revolución liberal española que buscaba
desarticular al antiguo régimen en el mundo hispánico. La segunda, pensaba, perseguía
Otro de los temas más explosivos en Cortes, tanto para peninsulares como para ameri- objetivos antiliberales y teocráticos y quizá, Toreno no lo tenía claro, hasta buscaba el
canos, fue el de las causas de las revoluciones. A ese respecto, el diputado por Valladolid, restablecimiento de la Inquisición en sus territorios:
Gómez Navarrete, afirmó: “estas son cuestiones odiosísimas que no sirven sino para exaltar
Fue su origen y principal preocupación, no sentimientos de libertad. El cura Hidalgo ¿cuáles
los ánimos, pues cada uno siente, se incomoda e irrita cuando oye maltratar a su patria y
eran sus banderas? ¿cuáles sus principios? ¿cuáles los del cura Morelos? Véanse los principios
paisanos”.39 Y tenía razón. Cuando el tema salió a discusión los ánimos en ambas bancadas con que se excitó la revolución. Le teocracia más injusta. Quisiera tener todos los hechos pre-
se exacerbaron y salieron a flote recriminaciones sustentadas en viejos y nuevos agravios. sentes para recordarlos; mas no me he olvidado [de] que Morelos adoptó principios los más
teocráticos. La revolución de Iturbide ¿en qué principios se fundó? Todos lo saben: excuso
Sin embargo, lo interesante es el análisis que cada diputado hizo de las causas que origi-
repetirlos; no son liberales.40
naron las revoluciones americanas, así como la historicidad mediante la cual comenzaron a
comprenderlas y explicitarlas. O’Donojú y los tratados de Córdoba en Cortes
De acuerdo con el diputado Puchet, los motivos de la insurrección en Nueva España
estaban en la implementación de una legislación deficiente o poco adecuada para Ultramar, A finales de julio de 1821, Juan O’Donojú desembarcó en Veracruz para desempeñar el
el abuso y poder despótico de los virreyes y sus audiencias, la mala distribución de los cargo de capitán general y jefe político superior de Nueva España. Militar de carrera, O’Do-
empleos, y la actitud del gobierno español proclive a acrecentar las discordias entre ame- nojú sirvió en el ministerio de Estado y Guerra. Estuvo vinculado con grupos masónicos
ricanos y peninsulares. Bajo esa lógica, la revolución de Nueva España tenía la finalidad y era afecto al sistema constitucional. Por ese motivo, luego de la restauración absolutista
de romper las cadenas de la dependencia que la unían a la madre patria, a ejemplo de la de 1814, estuvo encarcelado hasta octubre de 1817, fecha en que fue absuelto. Lo inte-
estadounidense, para formar leyes propias. Sin embargo, consideraba, las dos naciones resante de su trayectoria, como lo han hecho notar varios autores, es su cercanía con la
40 TORENO, Sesión del 28 de enero de 1822, en Diario, p. 2041. La prensa estadounidense también advirtió el temor de Toreno.
39 GÓMEZ NAVARRETE, Sesión del 30 de enero de 1822, en Diario, p. 2064. BCEU, Alexandria Gazette & Daily Avertiser, 9 de octubre de 1821, p. 2.
74 La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822 75
diputación americana, la cual probablemente estuvo involucrada en su nombramiento e in- medio de ese convenio, consideró, sus acciones ponían fin a una guerra sanguinaria entre
fluyó sobre sus acciones para que firmara el tratado con Iturbide en agosto 1821. De acuer- españoles y americanos y ofrecían un medio para alcanzar la paz. En el mismo informe dio
do con W. Robertson, Miguel Ramos Arizpe, diputado por la provincia de Coahuila, insidió pormenores del resto de los 17 artículos de los tratados de Córdoba. Sobre los artículos 15 y
en la selección del militar sobre los ministros liberales con la idea de que bajo su gobier- 16 explicó que pretendían conservar la vida, libertad y propiedad de los europeos en el nuevo
no la Independencia de México podía facilitarse, no obstante que Alamán no acredita del imperio. Empero, añadía, no pudo oponerse al apartado donde se estipuló la expulsión de las
todo esta interpretación.41 personas opuestas al nuevo sistema político. Asimismo, manifestó que el tratado disponía
Comoquiera que haya sido, tras su arribo a Veracruz, O’Donojú descubrió que la situación enviar a la Península una comisión para entrar en negociaciones diplomáticas con el rey. Por
política en el virreinato era demasiado compleja. Por una parte, como ya se explicó, reconoció lo demás, expresó que saldría del imperio cuando comenzaran las sesiones del primer Con-
el avance y dominio del ejército Trigarante en buena parte de las provincias del virreinato. greso mexicano o hasta la llegada del monarca elegido por el gobierno español, aunque esto
Por otra parte, enfrentó el problema provocado tras el golpe de Estado de los militares de la no ocurrió porque O’Donojú murió un par de semanas después.44
ciudad de México contra las autoridades de la Península. En ese contexto, O’Donojú afrontó una Los tratados de Córdoba no fueron reconocidos por el gobierno español. En Nueva España
situación delicada. Como español, se comprometió a mantener la unidad entre ambas Españas, tanto Dávila como Novella manifestaron su desconocimiento, no obstante el colapso del régimen
pero como liberal, se planteó instaurar de manera decidida el gobierno constitucional en Nueva virreinal y la “avalancha independentista” en las provincias. En España, cuando los ministros de
España. A decir de Jaime Rodríguez, esta coyuntura lo orilló a negociar con Iturbide. En ese Estado tuvieron noticia de su existencia, los declararon nulos y condenaron la conducta de O’Do-
sentido, llegó a manifestar que entre sus objetivos al firmar los tratados con Iturbide estaba nojú, señalando que el gobierno jamás consideró tal reconocimiento.45 En las Cortes de Madrid,
“brindar una garantía confiable de las personas y de las fortunas de los europeos residentes en a pesar de no aceptar los tratados de Córdoba ni la Independencia mexicana mediante el decreto
Nueva España”. Por ese motivo, ambos jefes se reunieron en Córdoba, el 23 de agosto de 1821, del 13 de febrero de 1822, el tema se discutió con amplitud a partir del 15 de diciembre de 1821,
y al día siguiente firmaron el tratado con el cual se pactó la Independencia de México, quedando cuando llegaron las noticias de la firma del convenio entre O’Donojú e Iturbide.
pendiente el reconocimiento del rey y de las Cortes. 42
En la sesión de ese día, el diputado Navarrete por Valladolid informó las últimas
Semanas más tarde, a sabiendas de que no contaba con la autorización de su gobierno novedades que trajo consigo el Veloz Marina. El paquete de noticias no era halagüeño
para firmar ningún tratado, O’Donojú trató de justificar los motivos por los que pactó para las autoridades peninsulares. Informaba sobre el tratado celebrado entre O’Donojú
con el primer jefe de la Trigarancia y reconoció la Independencia de México. Escribió al e Iturbide donde se reconocía la Independencia de México, la destitución del virrey Apo-
gobernador de Veracruz, José Dávila, a quien remitió una copia de los tratados y explicó daca tras el golpe de Novella, la supresión de algunos derechos constitucionales en Nueva
que, antes de salir de España al Nuevo Mundo, las Cortes ordinarias y los ministros de España, como el de libertad de imprenta, y varias noticias más sobre la conducta del
Estado trabajaban en el reconocimiento de la Independencia de México. Añadió que solo último jefe político remitidas por el gobernador de Veracruz. Si la situación política de la
era cuestión de tiempo porque “no hay duda de que antes de cerrar sus sesiones, las parte Septentrional de América era grave, la del resto de los territorios de Ultramar no
Cortes deberían haber arreglado este asunto el cual es importante tanto para la vieja como era mejor, a decir de los periódicos. Estos informaban del reconocimiento de Portugal
para la Nueva España”.43 a Buenos Aires, el establecimiento de una regencia en México y las independencias de
En segundo término, escribió a Madrid y ofreció más información sobre su actuación. En Guatemala y Mérida.46
un despacho dirigido al ministro de Ultramar explicó que nada podía evitar la Independencia Las discusiones más interesantes que se desarrollaron en Cortes en torno a los tratados
de México, puesto que gran parte de las provincias se habían declarado en favor del plan de de Córdoba nuevamente las sostuvieron Lucas Alamán y el conde de Toreno, no obstante
Iguala. Sin embargo, enfatizó que el acuerdo logrado respecto a que un príncipe de la casa que todas las participaciones de los diputados fueron destacadas. Alamán abrió fuego dando
Borbón gobernara el Imperio Mexicano constituía una victoria para la Corona española. Por por hecho que la Independencia de México era irrevocable e irreversible. Bajo esa lógica,
41 ROBERTSON, Iturbide de México, 2012, pp. 103-105; ALAMÁN, Historia, t. V, 1849, pp. 277-279; FRASQUET, “La cuestión”, 2005, p. 137. 44 ROBERTSON, Iturbide de México, 2012, pp. 110-111.
42 RODRÍGUEZ, La Independencia, 2005, pp. 362-365. La cita en ROBERTSON, Iturbide de México, 2012, p. 109. 45 ROBERTSON, Iturbide de México, 2012, pp. 111-112.
43 ROBERTSON, Iturbide de México, 2012, p. 111. 46 NAVARRETE, Sesión del 15 de diciembre de 1821, en Diario, pp. 1302-1303.
76 La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822 77
el tema de discusión estaba en saber “¿cuál es el partido que debe tomar la Península?”.47 Por lo siguientes términos sobre la actuación del jefe político de Nueva España y Hernán Cortes,
mismo, defendió a los gobiernos establecidos tras los procesos revolucionarios, las particularidades hecho que remarca la diferencia de pareceres entre americanos y peninsulares, respecto de
de sus regímenes e instituciones y rebatió los argumentos de los diputados peninsulares que recha- la Conquista y de la Independencia de México:
zaban las ventajas de los tratados de Córdoba. Desde su perspectiva, “fuese cual quisiera la conducta
Hay aquí una equivocación de hecho: se ha creído que el general O’Donojú ha hecho la In-
del general O’Donojú, esta no ha influido tanto como se pretende en la Independencia de México,
dependencia de México, y esto no es así. Yo no soy su apologista; pero ahí está la carta que
que estaba ya hecha”.48 Para el diputado de Guanajuato el acuerdo signado entre ambos jefes no solo escribe al gobierno, y en ella se verán los servicios que ha hecho y la situación en que se
restauraba la paz y ponía fin a 10 años de anarquía y guerra en México, también protegía y aseguraba hallaba. No estaba de parte de la metrópoli más que Veracruz, y todos saben la clase de forti-
ficación que tiene, y que no está en estado de resistir un sitio. En México no había víveres, ni
“la fortuna y las personas de los españoles establecidos en aquellas provincias”, entre los que estaban
más que un puñado de soldados, ni fortificación ni recurso alguno. En este estado, se ajustó
sus amigos, parientes y familiares. Ese documento, desde su perspectiva, buscaba conciliar con la el tratado de Córdoba, y en su carta explica y desenvuelve los motivos y razones que tuvo
madre patria mediante el envío de comisionados a la Península y establecía un nuevo gobierno, para verificarlo: por manera que si a la vista y consideración de un hombre de Estado como
el señor conde de Toreno, las glorias de Cortes han sido mancilladas por O’Donojú, a los ojos
ilegítimo para las autoridades peninsulares quizá, pero gobierno a final de cuentas.49 del filósofo y del filántropo, el primero no es más que un conquistador terrible, el segundo un
En varias sesiones de enero y febrero de 1822, el conde de Toreno cuestionó que Alamán benéfico conciliador.52
78 La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822 79
la base de la Constitución.56 Sin embargo, a lo largo de 1822, estas discusiones abrieron una subyace en la firma de ese documento y, en consecuencia, en la llamada consumación de
nueva etapa en los debates en torno a la cuestión americana y sus procesos de Indepen- Independencia. Este proceso histórico, considerado por el gobierno actual como la primera
dencia y, esta vez sí, del potencial problema “España sin América”. De forma paradójica, 57
gran transformación que tuvo lugar en el país, ha sido clave en todas las historias que se
cuando el tema se planteó se partía del no reconocimiento de las independencias en Amé- han publicado en México hasta nuestros días, quizá por ser el hecho político fundacional
rica, pero se admitía que la España peninsular debía negociar y entrar en acuerdos polí- por antonomasia. Junto con la Reforma y la Revolución, la Independencia de México ha
ticos y comerciales con los gobiernos americanos establecidos de hecho por los procesos producido conmemoraciones, celebraciones y publicaciones que elogian y priorizan las
revolucionarios, como era el caso del Imperio Mexicano tras la promulgación del plan de narrativas tradicionales.
Iguala y los tratados de Córdoba. Visto de este modo, el decreto de 13 de febrero de 1822, Empero, en estas cuartillas me interesó señalar que la Independencia de México cons-
mediante el cual las Cortes desconocieron la Independencia de México, puede ser visto tituyó un problema de difícil resolución para los diputados novohispanos y peninsulares
como un documento quimérico que se negaba a reconocer “la funesta realidad” que tantas en las Cortes de Madrid. Más que un proceso teleológico de inevitable consumación, la
veces se discutió en Cortes y que, para su pesar, fue ratificada por los informes y memorias Independencia de México fue un mecanismo colectivo que se trabajó y discutió en ambos
de los ministros de Guerra y Ultramar de 1822. Estos desvanecían cualquier expectativa de lados del Atlántico, en el que la mediación, la negociación y la conciliación fueron clave.
restablecer la paz y el orden en esas provincias, como en su momento lo señaló Apodaca Como se constató, las discusiones que tuvieron lugar en Cortes entre enero y febrero de
en su informe de marzo de 1821, porque describía de manera detallada la pérdida de los 1822, se tornaron contradictorias, tensas, trabadas e irreconciliables, no obstante la inten-
territorios de la América Septentrional y Meridional por los procesos revolucionarios e ción peninsular y americana de alcanzar acuerdos. En ese contexto, prevaleció la división
independentistas que los separaron política y territorialmente de la madre patria.58 entre el gobierno, los consejos de Estado y las Cortes, al tiempo que predominó la unidad
en la bancada novohispana respecto a los problemas americanos. Como ha mostrado Ivana
Conclusiones Frasquet en sus trabajos, de ponderar mayor autonomía territorial y representación en
Cortes, el argumento de los americanos pasó a una defensa explícita e innovadora de las
En tiempos de conmemoraciones puede ser tentador para los historiadores caer en las independencias en América.60
narrativas apoteósicas y en relatos épicos acerca de los héroes y heroínas que nos die- En ese contexto, en la España de las Cortes sobresalen las dos posturas que se desarro-
ron patria con motivo del bicentenario de los personajes o los documentos fundaciona- llaron en torno a los procesos de Independencia por parte de las autoridades peninsulares.
les en torno a la Independencia de México. No obstante, como profesionales del oficio, En primer lugar, la confianza de mantener integrada la monarquía mediante la solución
tenemos la responsabilidad de analizar estos procesos de manera crítica, considerando constitucional y, en su caso, el empleo de las armas. Y en segundo lugar, la ambigüedad que
los temas y problemas ponderados por las historiografías de las últimas décadas. De implicó para el gobierno hispano reconocer las independencias americanas en los hechos,
ese modo, en lugar de considerar a los hechos ocurridos entre 1808 y 1821 como una aunque no así en el derecho, lo cual supuso que en Cortes se considerara la necesidad de
hazaña anticolonial de un grupo de americanos oprimidos contra un grupo de españoles instaurar un proceso de negociación para la formación de acuerdos comerciales y políticos
imperialistas, podremos entenderlos como la manifestación particular de un proceso por medio del envío de comisionados a América, donde en los hechos estaban instaurados
más amplio y complejo, como lo fue la crisis y desintegración territorial e institucional gobiernos independientes, como el Imperio Mexicano tras la firma de los tratados de Cór-
de la monarquía española.59 doba, en agosto de 1821.
Si bien es verdad que este trabajo se circunscribe bajo el registro de la historia patria,
por formar parte de los festejos oficiales del bicentenario de los tratados de Córdoba por
el gobierno federal y el estado de Veracruz, este texto buscó examinar la complejidad que
80 La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822 81
SIGLAS Y REFERENCIAS Ibarra, Ana Carolina (coord.), El clero de la Nueva España durante el proceso de Indepen-
dencia, 1808-1821, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2010.
BCEU Biblioteca del Congreso de Estados Unidos La Parra, Emilio y María Ángeles Casado, La Inquisición en España. Agonía y abolición,
Madrid, Catarata, 2013.
Alamán, Lucas, Historia de México desde los primeros movimientos que prepararon su Loaeza, Soledad, “La tierra prometida del pasado”, en La Jornada, 7 de febrero de 2008.
Independencia en el año de 1808, hasta la época presente, t. IV, Ciudad de México, Imprenta Martínez Riaza, Ascensión, “Para reintegrar la nación. El Perú en la política nego-
de J. M. Lara, 1849. ciadora del Trienio liberal con los disidentes americanos, 1820-1824”, en Revista de Indias,
Artola, Miguel, La España de Fernando VII, Madrid, Editorial Espasa Calpe, 1999. vol. LXXI, núm. 253, 2011.
Ávila, Alfredo, En nombre de la nación. La formación del gobierno representativo en Mijangos, Pablo, “Trascender la Reforma: algunas reflexiones a propósito de los usos
México, 1808-1824, Ciudad de México, CIDE, 1999. políticos de la historia”, en Entre Dios y la República. La separación Iglesia-Estado en México,
________, Para la libertad. Los republicanos en tiempos del imperio, 1821-1823, Ciudad siglo XIX, Ciudad de México, CIDE/Tirant lo Blanch, 2018.
de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004. Moreno Gutiérrez, Rodrigo, “La consumación de la Independencia en el norte:
Ávila, Alfredo y Erika Pani, “De la representación al grito, del grito al acta. Nueva síntesis y reflexión”, en Ana Carolina Ibarra (coord.), La Independencia en el septentrión
España, 1808-1821”, en Alfredo Ávila, Jordana Dym y Erika Pani (coords.), Las declara- de la Nueva España: provincias internas e intendencias norteñas, Ciudad de México, Uni-
ciones de Independencia. Los textos fundamentales de las independencias americanas, Ciudad versidad Nacional Autónoma de México, 2010.
de México, El Colegio de México, 2013. __________, La Trigarancia: fuerzas armadas en la consumación de la Independencia.
Diario de las actas y discusiones de las Cortes. Legislatura de los años de 1820 y 1821, t. Nueva España, 1820-1821, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México,
XVIII, Madrid, Imprenta especial de las Cortes de don Diego García y Campoy, 1821. Instituto de Investigaciones Históricas, 2016.
Frasquet, Ivana, “La cuestión nacional americana en las Cortes del Trienio liberal, Náter, Laura, “En busca de reconocimiento: la Independencia de América Latina y la
1820-1821”, en Jaime E. Rodríguez (coord.), Revolución, Independencia y las nuevas naciones política española, 1820-1823”, en Historia Mexicana, abril de 1996, pp. 705-735.
de América, Madrid, Fundación MAPFRE, 2005. Reyes Heroles, Jesús, El liberalismo mexicano. Los orígenes, t. I, Ciudad de México,
__________, “La “otra” Independencia de México: el primer imperio mexicano. Claves Fondo de Cultura Económica, 1988.
para la reflexión histórica”, en Revista Complutense de Historia Americana, vol. 33, 2007. Rinke, Stefan, Las revoluciones en América Latina. Las vías a la Independencia, 1760-
__________, “Ciudadanos: ya tenéis Cortes. La convocatoria de 1820 y la represen- 1830, Ciudad de México, El Colegio de México, 2011.
tación americana”, en Jaime E. Rodríguez (coord.), Las nuevas naciones: España y México Robertson, William S., Iturbide de México, Ciudad de México, Fondo de Cultura Eco-
1800-1850, Madrid, Fundación MAPFRE, 2008, pp. 145-167. nómica, 2012.
__________, “Independencia o Constitución: América en el Trienio liberal”, en His- Rodríguez Tapia, Andrea, España sin América. Política y diplomacia frente a la secesión
toria Constitucional, núm. 21, 2020. de los territorios americanos, 1823-1833, tesis de doctorado, Ciudad de México, El Colegio
Gil Novales, Alberto, El trienio liberal, Madrid, Siglo XXI, 1980. de México, 2018.
Guedea, Virginia, En busca de un gobierno alterno: Los Guadalupes de México, Ciudad de Rodríguez, Jaime E., “La transición de Colonia a Nación: Nueva España, 1820-1821”,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2010. en Historia Mexicana, vol. XLIII, núm. 2, 1993, pp. 265-322.
Hamnett, Brian R., Revolución y contrarrevolución en México y el Perú. Liberales, realistas __________, La Independencia de la América española, Ciudad de México, El Colegio de
y separatistas, 1800-1824, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2011. México, Fondo de Cultura Económica, 2005.
Ibarra, Ana Carolina (coord.), La Independencia en el sur de México, Ciudad de México, Serrano, José Antonio, (coord.), El sexenio absolutista. Los últimos años insurgentes:
Universidad Nacional Autónoma de México, 2004. Nueva España (1814-1820), Zamora, El Colegio de Michoacán, 2014.
82 La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822 83
Torres Puga, Gabriel y José Luis Quezada Lara, “1820, la supresión definitiva de la
Inquisición de México”, en Estudios de Historia Novohispana, núm. 65, julio-diciembre de
2021 (en prensa).
Zárate, Julio, “La guerra de Independencia”, en Vicente Riva Palacio (ed.), México a De Caracas a Apatzingán: proyectos
través de los siglos, t. III, Barcelona, Espasa/J. Ballescá, 1882.
Zárate, Óscar S., “La historia de “la independencia” en tiempo de conmemoraciones: políticos y formas jurídicas en la
imagen de una paradoja”, en https://oscarszarate.medium.com
construcción republicana
Armando Chaguaceda
El Colegio de Veracruz
Ysrrael Camero
E n la segunda mitad del siglo XVIII, el imperio británico perdió control de parte de
sus colonias en América y la crisis en Francia derivó en una revolución en 1789 que
derrocó a su monarquía. La Corona española parecía haberse fortalecido tras superar las
revueltas de 1780, incrementando sus ingresos fiscales y su nivel de centralización con
las reformas borbónicas. Sin embargo, algunas de las tensiones subyacentes en las socieda-
des hispanoamericanas estallaron al debilitarse el funcionamiento del poder en España. La
invasión de las tropas francesas y la posterior abdicación de los borbones desencadenaron
el inicio de la disgregación del imperio español.
Los hechos de 1808, con el deterioro del poder monárquico, desembocaron en la convo-
catoria a Cortes. La crisis de legitimidad tuvo un impacto en el hemisferio americano, donde
diversos movimientos llevarían a la ruptura política con la metrópoli. A partir de 1808, tres
procesos históricos diferenciados generaron textos fundacionales distintos; en Caracas se
promulgó la Constitución Federal para los Estados de Venezuela, de 1811, en Cádiz la Consti-
tución Política de la Monarquía Española, de 1812 y, en la Nueva España, el Decreto Cons-
titucional para la Libertad de la América Mexicana, de 1814. En este capítulo realizaremos
una comparación entre los procesos constituyentes que concluyeron con la redacción de
estos documentos fundacionales. La Constitución Federal de Venezuela de 1811 inauguró el
84 La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822 85
constitucionalismo republicano hispanoamericano. La Constitución de Cádiz de 1812 inició El 11 de junio de 1810, Juan Germán Roscio redactó el Reglamento para la elección y
el proyecto liberal español que daría forma a sus conflictos decimonónicos. Finalmente, en la reunión de los diputados que han de componer el Cuerpo Conservador de los Derechos del
denominada Constitución de Apatzingán de 1814 se expresarían los patrones fundacionales de Sr. D. Fernando VII en las Provincias de Venezuela, que sigue las líneas fijadas por la Junta
la nación mexicana contemporánea. Gubernativa de España e Indias de enero de 1810 para la elección de sus representantes,
Estos procesos no solo reflejan la especificidad de sus procesos internos, sino pero en condiciones de mayor igualdad y representatividad. El reglamento de Roscio se
que expresan, además, la común influencia de la emergencia del paradigma político fundaba en un sufragio indirecto de dos grados y la separación del acto de elección-autori-
moderno. Esto se evidencia, primero, en la idea de que el funcionamiento del poder está zación del acto deliberante.1
sometido a un orden legal superior, es decir, a la supremacía constitucional. Segundo, El 2 de marzo de 1811, se instaló el Congreso General de Venezuela, que representaba
que el poder se encuentra funcionalmente dividido, incluso que esta división de poderes a siete de las nueve provincias, convirtiéndose así en la autoridad suprema del territorio. La
va más allá solo de lo funcional, llegando a alcanzar una idea cercana al contrapeso. Ter- mayor parte de sus integrantes pertenecía a los grupos de poder de Caracas que habían formado
cero, que el orden político sostiene su legitimidad sobre una noción ascendente de la parte de los cabildos y asistido a la universidad, además de ser miembros de la Iglesia u oficiales
soberanía que emerge de la nación o del pueblo. Cuarto, al incorporar una declaración del ejército.2 El 1 de julio de 1811, se adoptó la Declaración de los Derechos del Pueblo, que
de derechos individuales, en términos de igualdad legal, establece una limitación al contenía tres secciones: soberanía del pueblo, derechos del hombre en sociedad y deberes del
ejercicio del poder con características modernas. hombre en sociedad; y el 5 de julio de 1811, se proclamó la Independencia de Venezuela.
No solo el debate ilustrado previo a las revoluciones, presente en las obras de Jean-Jacques En el primer Congreso venezolano se presentó un importante debate acerca de la forma
Rousseau o de Montesquieu, sino también la determinante influencia del pactismo hispano, del Estado que debía adoptarse. El 15 de octubre se votó por la forma federal: “las provincias
vinculado este a la enseñanza que los jesuitas inculcaron en las élites criollas americanas, convienen en confederarse sin nueva división de la de Caracas, con la precisa calidad de que
se expresaron en estas primeras constituciones escritas en idioma español. Varios textos ésta se dividirá cuando el Congreso de Venezuela lo juzgue oportuno y conveniente”.3 La
políticos precedentes funcionaron como antecedente determinante para que el paradigma Constitución Federal de los Estados Unidos de Venezuela fue sancionada el 21 de diciembre
moderno se incorporara al debate hispano. De la Independencia de los Estados Unidos, la de 1811 por los representantes de las provincias de Caracas, Margarita, Mérida, Cumaná,
Constitución de 1787, con su carta de derechos, así como los textos derivados de la Revo- Barinas, Barcelona y Trujillo. Fue la primera Constitución en asumir la forma federal luego
lución francesa (incluyendo la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la de Estados Unidos de 1787. Se creó una república federal a través de un pacto de las
de 1789, las constituciones, como la de 1791, que establecía una monarquía constitucional, provincias de la antigua capitanía general de Venezuela.
la jacobina de 1793, republicana y democrática, o la de 1799, que estableció el Consulado), De acuerdo con lo señalado por Allan Brewer-Carías, en dicha Constitución se eviden-
repercutieron en la redacción de los documentos que analizaremos. cian los principios del constitucionalismo moderno. Primero, el principio de la supremacía
constitucional. Segundo, el principio de la soberanía ascendente, de carácter en esencia
La primera Constitución venezolana republicano, que señala que la soberanía “reside, pues, esencial y originariamente, en la
masa general de sus habitantes y se ejercita por medio de apoderados o representantes de
Al conocerse los acontecimientos ocurridos en la Península hubo movimientos dentro de la éstos, nombrados y establecidos conformes a la Constitución” (artículos 143-144). Tercero,
élite criolla en Venezuela. Un intento de rebelión mantuana fue detenido por las autoridades el principio de la separación de poderes, expresando que “el ejercicio de esta autoridad
en 1808. Las noticias que llegaron el 17 de abril de 1810 sobre la caída de Sevilla, la disolución confiada a la Confederación no podrá jamás hallarse reunido en sus diversas funciones. El
de la Junta Central y el establecimiento de un Consejo de Regencia, aceleraron los hechos en poder supremo debe estar dividido en legislativo, ejecutivo y judicial, y confiado a distintos
Caracas. Dos días después, el 19 de abril, el capitán general Vicente de Emparan, fue despla- cuerpos independientes entre sí y en sus respectivas facultades”.4 Cuarto, la adopción de
zado de su cargo por los criollos del cabildo caraqueño. Los golpistas instalan una Suprema
1 LEAL, El Pacto fundacional, 2016.
Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII en las Provincias de Venezuela, que 2 QUINTERO, “Lealtad, soberanía y representatividad”, 2006, p. 229.
3 Citado en PARRA-PÉREZ, Historia de la Primera República de Venezuela, 1992, p. 348.
desconoce a la Junta Suprema de Cádiz, asumiendo el gobierno de la provincia. 4 CHÁVEZ HERRERA, Primeras constituciones, 2011, p. 217.
Soberanía Popular (en la masa general de sus habitantes). Pacto social como generación Reside en la nación. Reside “originariamente en el pueblo, y su ejercicio en
de derechos de propiedad. Noción republicana de soberanía: “Una sociedad de la representación nacional” (artículo 5). Imprescriptible,
hombres reunidos bajo unas mismas leyes, costumbres y gobierno, forma una inenajenable e indivisible. Concebida como “la facultad de
soberanía” (artículo 143). dictar leyes y de establecer la forma de gobierno que más
convenga a los intereses de la sociedad” (artículo 2).
Derechos Carta de Derechos y Deberes: libertad, la igualdad, la propiedad y la seguridad. Impuestos No incorpora una Carta de Derechos de los Igualdad ante la ley, seguridad, propiedad y libertad.
con representación. ciudadanos, aunque agrega derechos dispersos, al
debido proceso, la igualdad.
Forma de gobierno Republicana (implícita) y federal, representativa. Monarquía moderada hereditaria. Republicana (implícita), representativa y federal.
Principio de representación, los diputados en las
Cortes como representantes de la nación.
Estado unitario descentralizado.
División de poderes Ejecutivo triunviral, legislativo bicameral electo y judicial. “Es preciso que se conserven tan La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes “Estos tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, no
separados, e independientes el uno del otro, cuanto lo exija la naturaleza de un gobierno con el rey. De hacer ejecutar las leyes, en el rey. De deben ejercerse ni por una sola persona, ni por una sola
libre, o cuanto es conveniente con la cadena de conexión que liga toda la fábrica de la aplicar las leyes en los tribunales. corporación” (artículo 12). Tres corporaciones: Supremo
Constitución, en un modo indisoluble de amistad y unión”. Congreso, Supremo Gobierno triunviral, Supremo Tribunal
de Justicia.
La ley “Expresión libre de la voluntad general o de la mayoría de los ciudadanos, indicada por “Ley es la expresión de la voluntad general en orden a la
el órgano de sus representantes legalmente constituidos. Ella se funda sobre la justicia felicidad común: esta expresión se enuncia por los actos
y la utilidad común, y ha de proteger la libertad pública e individual contra toda opresión emanados de la representación nacional” (artículo 18).
o violencia”.
Esclavitud Abolido el comercio. No logra la abolición. Proscrita desde Hidalgo.
Ciudadanía, elecciones Sufragio masculino, censitario y en tercer grado. “Todo hombre libre tendrá derecho Se considera parte de la nación española a los Son ciudadanos todos los nacidos en el territorio, los
de sufragio en las congregaciones parroquiales, si a esta calidad añade la de ser españoles de ambos hemisferios. Españoles: extranjeros católicos y los que no se opongan a la libertad de
ciudadano de Venezuela, residente en la parroquia o pueblo donde sufraga; si fuere hombres libres nacidos y avecindados, y sus la nación.
mayor de 21 años, siendo soltero, o menor siendo casado, y velado, y si poseyere hijos. Extranjeros naturalizados, tras diez años de Derecho al voto masculino a partir de los 18 años, católicos, con
un caudal libre del valor de seiscientos pesos en las capitales de provincia siendo residencia o acto de Cortes. Los libertos. Sufragio empleo. Cada parroquia nombrará un elector. Los electores
soltero, y de cuatrocientos, siendo casado, aunque pertenezcan a la mujer, o de 400 indirecto. Para ser elector parroquial se requiere de parroquia elegirán a los de partido, quienes formarán las
en las demás poblaciones en el primer caso, y 200 en el segundo; o si tuviere grado, ser ciudadano mayor de 25 años. Elección de Juntas Electorales de Provincia, quienes elegirán diputado.
u aprobación pública en una ciencia o arte liberal o mecánica; o si fuere propietario o compromisarios que designan a los electores
arrendador de tierras para sementeras o ganado, con tal que sus productos sean los parroquiales.
asignados para los respectivos casos de soltero o casado” (artículo 26). Los electores parroquiales votan el elector de
partido, quienes votan los diputados, que deben
tener renta propia anual proporcionada.
Proceso de generación de la Bien común. Consensos. Articulación de intereses particulares. Competencia recurrente y acotada.
acción política
Visión de la comunidad/sociedad Unida alrededor de un mismo derecho, de unas mismas costumbres e Pluralidad atemporal, basada en la libre asociación de los individuos.
instituciones, históricamente constituidas.
Papel del gobierno Gobierno de las leyes, con vocación moralizante y paternalista, que protege Gobierno limitado; árbitro neutral frente a la sociedad; protector de derechos individuales.
la libertad de la república y evita la dominación sobre los ciudadanos. El gobierno debe proteger el ejercicio personal de la ciudadanía y habilitar espacios para la
El gobierno debe promover el desarrollo de potencialidades de los competencia y el pluralismo.
ciudadanos que contribuyan al bien común.
Lugar de la ley Ley como expresión del interés general y del bien común, a los cuales La ley existe para proteger los derechos individuales.
desarrolla y protege.
Rol de las instituciones Centralidad de las instituciones, como garantes del bien común. Instituciones protectoras de los derechos, con funciones limitadas.
Rol del individuo/ciudadano Ciudadano autónomo, participativo y deliberante, con deberes frente a la Individuos con derechos y libertades que se ejercen desde la sociedad civil y deben ser protegidas y
república, y con derechos que derivan de su pertenencia a ella. garantizadas por el Estado.
Libertad, igualdad Libertad entendida como no-dominación. Libertad como ausencia de interferencia.
Igualdad ante la ley, pero hay jerarquías que derivan de las virtudes y de los Igualdad ante la ley.
méritos. La desigualdad como amenaza a la armonía de la república. La desigualdad, más allá de la ley, es natural y beneficiosa para el progreso social.
Relaciones de consenso o Consenso alrededor de los pactos fundacionales de la comunidad; Articulación de intereses contrapuestos en una competencia regulada y acotada.
conflicto búsqueda de la armonía dentro de la comunidad.
Rol de las élites Élite virtuosa es responsable ante los ciudadanos. La élite es el resultado de una competencia abierta.
Concentración de poder Separación funcional del poder, cooperación alrededor del bien común. Todo poder ha de estar limitado y controlado, disperso en grupos sociales y estructuras políticas.
Terror frente al despotismo y la tiranía, el poder ilegítimo y el cesarismo, Equilibrio (regulado por la ley) de poderes para evitar la tiranía y el despotismo.
como perversión de las instituciones republicanas. Temor al despotismo, al populismo, la anarquía y la “tiranía (democrática) de la mayoría”.
Miedo a la anarquía y a la disolución de la comunidad: la república tiene
derecho a defenderse.
Pluralismo político Acotado, dentro de consensos fundacionales de la comunidad, sus leyes Pluralismo, limitado por las leyes que defienden los derechos individuales.
e instituciones.
Diversidad cultural Tendencia hacia la homogeneidad cultural: vocación centrípeta. Aceptación de la diversidad cultural: libre desarrollo de los individuos.
E l papel desempeñado por Agustín de Iturbide es representativo de las diversas etapas del
conflicto armado de 1810 a 1821, y encarna a un testigo de las transformaciones sufridas
por el gobierno novohispano en las postrimerías del periodo colonial. De la mano de sus viven-
cias, se puede hacer un breve repaso de las penurias y dificultades que la sociedad novohispa-
na tuvo que sobrellevar en los años que duró la guerra civil, y aún más allá. Iturbide, previo a
convertirse en adalid trigarante, como firmante del plan de Iguala y de los tratados de Córdoba,
destacó como parte de los militares que participaron de forma activa en contra de la rebelión,
ya que ayudó a sostener en pie al gobierno español en el centro del virreinato, contando con
una amplia trayectoria castrense desde su unión a las milicias provinciales, en 1797, hasta su
nombramiento como comandante del Bajío, entre 1813 y 1816, y finalmente en la comandan-
cia del sur, en 1820. Aquí se pretende poner mayor atención en su actuación como parte de la
contrainsurgencia, pues de ello se desprenderá un mejor entendimiento de sus diversas etapas
y, por supuesto, de la coyuntura trigarante que puso fin a la guerra civil.
Durante su época al servicio del gobierno virreinal, etapa en la que se ahondará en este
capítulo, estuvo en campaña permanente en las intendencias de Valladolid, Guanajuato,
100 101
Nueva Galicia y México, enfrentándose a los principales dirigentes de la revolución: a Miguel indicios que nos hacen pensar que la cantidad que entregó la familia Iturbide fue de alrededor
Hidalgo e Ignacio Allende en Monte de las Cruces; a José María Liceaga, José María Cos y los de los 200 pesos, pues esa fue la cifra que el acaudalado comerciante Isidro Huarte cedió para
hermanos Ignacio y Ramón López Rayón en el Bajío; al generalísimo José María Morelos en que su hijo Ramón alcanzara un puesto idéntico.5
su ciudad natal y a Vicente Guerrero en el sur. En este sentido, es factible aseverar que su La actividad más relevante que realizó en sus primeros años como miliciano se reduce
presencia fue evidente en los principales teatros de la guerra, lo cual lo coloca en un lugar a los ejercicios que se ordenaba poner en práctica a los regimientos para el adiestramiento
protagónico para los estudios de la guerra. en el uso de las armas y las formaciones castrenses; no fue sino hasta 1805 cuando llegó
su oportunidad de entrar relativamente en acción. A consecuencia del peligro que repre-
Inicio en la carrera de las armas, 1797-1809 sentaba la flota británica desde el exterior, el virrey José de Iturrigaray ordenó el acan-
tonamiento de fuerzas milicianas en Córdoba, Orizaba, Xalapa y Perote, previendo una
Beneficiado por su posición social, como miembro de la élite de su natal Valladolid de posible agresión.
Michoacán, Agustín de Iturbide accedió a la carrera de las armas como parte del recién No se tiene certeza de cuáles actividades desarrolló en tal contexto, pero resaltan dos cosas
creado Regimiento Provincial de Infantería de Valladolid en 1797. Este cuerpo formaba de suma importancia: la primera, que en ese mismo cantón estuvieron presentes miembros de
parte de las milicias provinciales que desde mediados del siglo XVIII fomentó el visitador otros cuerpos de milicia provincial que formaban parte de la clase social de Iturbide, pues eran
José de Gálvez en Nueva España, así como en muchas regiones de la América española para miembros de las familias de élite criolla que aspiraban a mejorar su estatus social, político y
el cuidado de las amenazas externas, y que hasta los albores del siglo se logró cristalizar económico, como José María García Obeso y José Mariano Michelena, de su mismo regimiento,
por el empeño de virreyes como el marqués de Cruillas y el marqués de Branciforte.2 José María e Ignacio Allende y Juan Aldama, de los Dragones de la Reina y varios más que des-
A cargo del regimiento quedó el conde Diego Rul Calero, miembro de una de las familias pués se destacarían como conspiradores contra el gobierno virreinal; con ellos pudo convivir
más acaudaladas Guanajuato, quien se enriqueció inicialmente con sus actividades comer- y tal vez intercambiar ideas. La segunda es que durante el emplazamiento obtuvo un ascenso a
ciales, pero que catapultó su riqueza al contraer nupcias con María Ignacia Obregón, hija “teniente de primera orden”, conferido en octubre de 1806.6
del segundo conde de la Valenciana, sumándose así propiedades mineras a su patrimonio. Al año siguiente, Iturbide solicitó una licencia que le fue concedida en calidad de abso-
El nombramiento de Rul como coronel del cuerpo de Valladolid muestra una de las contra- luta en el mes de agosto por el coronel Diego de Rul,7 razón por la cual se encontraba
dicciones del sistema defensivo que promovía la monarquía española: la venta de los cargos dispensado de permanecer en el cantón con su regimiento. Es viable que el motivo de tal
de oficial, pues mientras que por un lado permitía que los diversos cuerpos obtuvieran los permiso se debiera a sus intenciones de arreglar la compra de la hacienda de San José de
recursos para su subsistencia, por el otro concedía el poder de mando a personajes con Apeo en Maravatío, la cual corrió a cargo de su apoderado Juan Gómez Navarrete, por lo
medios, pero sin preparación militar. 3
cual es probable que se encontrara en la ciudad de México en septiembre de 1808, cuando
Según su hoja de servicios, Iturbide ingresó al regimiento de Valladolid como “subteniente se suscitó la prisión de Iturrigaray a manos de los que se oponían a su postura ante los
de bandera” en octubre de 1797, a la edad de 14 años. Esto significa que su grado era el de
4
sucesos de la Península y en favor de las aspiraciones autonomistas del ayuntamiento de
un suboficial, lo cual nos hace pensar que posiblemente su padre haya desembolsado alguna México. Es posible que viera con buenos ojos la medida dispuesta por los miembros de la
cantidad de dinero a cambio de que su hijo saltara el nivel de los soldados rasos y cabos. Esta Audiencia y el comerciante Gabriel de Yermo, pues, apenas unos días después de la apre-
fórmula se volvió bastante recurrente en los inicios de las milicias provinciales, pues la nece- hensión, respaldó y se sumó a la manifestación pública con la que el brigadier Félix María
sidad monetaria para su formación y el interés de las familias acomodadas por obtener puestos Calleja refrendaba y aplaudía la decisión de investir como virrey al militar veterano
que permitieran a sus hijos alcanzar algún ascenso social fueron una mancuerna efectiva. Hay Pedro Garibay, todo por medio de una nota incluida en la Gazeta de México bajo el título:
2 ARCHER, El ejército, 1983, pp. 23-24; VEGA JUANINO, La institución militar, 1986, p. 24.
3 Esto lo he analizado en ESPINOSA AGUIRRE, “De miliciano a comandante”, 2019, pp. 73-76; VEGA JUANINO, La institución 5 VEGA JUANINO, La institución militar, 1986, pp. 134-135. Otro ejemplo es el de Ignacio Allende, quien al ingresar en 1795 al
militar, 1986, pp. 39-41. Regimiento de Dragones Provinciales de la Reina de San Miguel el Grande, lo hizo con el grado de teniente, incluso su hermano
4 Existen dos fechas que varían un poco en sus hojas de servicio. La de 8 de octubre, AGN, Operaciones de Guerra, caj. 426, ff. 16-17: mayor, José María Allende, ingresó como capitán.
Relación de méritos y servicios del teniente coronel don Agustín de Iturbide, Silao, 31 de agosto de 1812; y PAI, caj. 5, ff. 46, 71: El 6 PAI, caj. 5, f. 71: Hoja de servicios del señor coronel don Agustín de Iturbide, Celaya, diciembre de 1814.
señor coronel don Agustín de Iturbide, su edad 32 años, su país Valladolid de Nueva España, su calidad noble, su salud buena, sus 7 RUL, Aventuras y desventuras, 2012, p. 49: Agustín de Iturbide a conde de Casa Rul, Valladolid, 1 de agosto de 1808.
servicios y circunstancias los que expresa, Celaya, diciembre de 1814, donde se da por fecha el 16 de octubre.
8 HNM, Gazeta de México, 21 de septiembre de 1808, pp. 701-702: “Continuación de los oficiales que se han distinguido en
dicho señalamiento, pues cuando lo escribió, la guerra había terminado y se dirigía al destierro.16
las presentes circunstancias”. Se daba continuidad a la nota de la Gazeta Extraordinaria de México del lunes 19 de septiembre
anterior, pp. 689-692. 13 ALAMÁN, Historia de México, t. I, p. 205.
9 Sobre Isidro Huarte, véase JUÁREZ NIETO, “Un empresario colonial”, 1989. 14 PAI, caj. 5, f. 46: Apuntes interesantes para el M, s. l., s. f. Vicente Rocafuerte señala que fue el padre Llorera a quien apresó.
10 PAI, caj. 6, f. 8: Particular del Arzobispo Virrey a Agustín de Iturbide, México, 25 de marzo de 1810. ROCAFUERTE, Bosquejo ligerísimo, 2008, pp. 37-38.
11 GUZMÁN PÉREZ, La conspiración, 2010; JUÁREZ NIETO, El proceso político, 2008, p. 60. 15 ITURBIDE, Correspondencia y diario militar, t. I, p. 4: Agustín de Iturbide al virrey Venegas, México, 16 de octubre de 1810; PAI,
12 HERNÁNDEZ Y DÁVALOS, Colección de documentos, t. II, 2010, documento 1: “Relación formada por el señor Michelena de lo caj. 5, f. 46: Apuntes interesantes para el M, s. l., s. f.
ocurrido en Valladolid (Morelia, en 1809, y preparativos para la revolución de 1810)”. Las cursivas son mías. 16 ITURBIDE, Manifiesto al mundo, 2001, p. 40; ALAMÁN, Historia de México, t. I, p 48.
17 PAI, caj. 5, ff. 71-72 y 46: Hoja de servicios del señor coronel don Agustín de Iturbide, Celaya, diciembre de 1814; Apuntes
interesantes para el M, s. l., s. f.
18 AGN, Operaciones de Guerra, vol. 426, ff. 372-372v: Iturbide a Calleja, Salamanca, 24 de octubre 1813 a las 6 de la tarde; PAI, 20 PAI, caj. 5, f. 72: Hoja de servicios del señor coronel don Agustín de Iturbide, Celaya, diciembre de 1814.
caj. 5, f. 72: Hoja de servicios del señor coronel don Agustín de Iturbide, Celaya, diciembre de 1814; AGN, Operaciones de Guerra, 21 ITURBIDE, Correspondencia y diario militar, t. I, p. 15-17: Agustín de Iturbide, “Instrucción de lo que los comandantes de balsas
vol. 426, ff. 16-17: Relación de méritos y servicios de teniente coronel don Agustín de Iturbide, Silao, 31 de agosto de 1812. y canoas deben ejecutar para el asalto de la Isla Liceaga la noche del 31 de octubre de 1812”, Santiaguillo, 31 de octubre de 1812.
19 PAI, caj. 5, f. 72: Hoja de servicios del señor coronel Don Agustín de Iturbide, Celaya, diciembre de 1814. Este rebelde era conocido 22 ITURBIDE, Correspondencia y diario militar, t. I, p. 148: Diario militar particular de don Agustín de Iturbide y Arámburu, domingo
por su resistencia a sujetarse al mando de las autoridades insurrectas, argumentando que no había “más soberano que Dios, ni más 28 de febrero de 1813.
alturas que las de los montes, ni más juntas que las de los ríos”; sin embargo, acabó por reportar sus actividades a los dirigentes. 23 HNM, Gaceta del gobierno de México, jueves 29 de abril de 1813, p. 438: Iturbide a Calleja, Salamanca, 20 de abril de 1813.
Fuente: Premio de los americanos por gachupines y frailes. Diálogo entre el padre Arenas, el general Arana y don
51 HNM, Gaceta del gobierno de México, 12 de septiembre de 1816, p. 892: “Nota de la Secretaría del virreinato”.
52 HNM, Gaceta del gobierno de México, 24 de septiembre de 1816, pp. 931-932. Agustín de Iturbide, Puebla, Imprenta de Pedro de la Rosa, 1827.
53 PAI, caj. 5, ff. 327-364: “Examen analítico del memorial que el Dr. D. Antonio Labarrieta, cura de Guanajuato, dirigió al
Excelentísimo señor virrey, contra la conducta, acciones y persona del señor coronel don Agustín de Iturbide. Año de 1816”, s/l,
3 de noviembre de 1816; AGN, Operaciones de Guerra, vol. 432, ff. 186-186v: Iturbide a Apodaca, México, 14 de noviembre de 54 PAI, caj. 10: Esta información se extrajo de las comunicaciones que sostuvo Iturbide con algunos de sus conocidos más
1816. cercanos durante este periodo.
1 Sobre el arzobispo Pedro José de Fonte, véase la tesis doctoral que presenté a inicios de 2021, en El Colegio de México, titulada
El elegido inesperado. Pedro José de Fonte, último arzobispo de la Nueva España, bajo la dirección de Anne Staples.
2 Estudiaremos el concepto de consumación bajo el proceso ocurrido entre el abrazo de Acatempan y la coronación de Agustín I,
en julio de 1822.
124 Pedro José de Fonte, arzobispo de México, y la consumación de la Independencia, 1815-1823 125
conflictos iniciales; aunque algunos tuvieron papeles protagónicos, la mayoría no se sumó jerarquía eclesiástica no se sustrajo de la crisis que abatía a la monarquía. Los prelados pensaban
al movimiento insurgente antes de 1821.10 Ello sin dejar de observar que la participación que la invasión francesa en la Península traería como consecuencia la emancipación de las colo-
masiva de los clérigos en la guerra de Independencia es un debate que continúa abierto. nias españolas en América, y que la trascendencia del liberalismo francés y del galicanismo podría
William Taylor mencionó que la idea de que los párrocos, fueran realistas o insurgentes, debilitar, incluso promover la desaparición del catolicismo. El recuerdo de los avatares que sufrió
eran los líderes de las masas y que participaron en todos los episodios bélicos no está sus- la iglesia francesa por la revolución de 1789 estaba muy presente. Obispos como Manuel Abad y
tentada de forma debida, incluso puede ser desproporcionada. Al respecto, Taylor calculó Queipo y Antonio Bergosa y Jordán argumentaban que en la insurrección de Nueva España había
que el porcentaje de los sacerdotes que apoyó la insurrección fue de alrededor del nueve tenido mucho que ver la influencia de la Revolución francesa, por lo que temerosos de que la
por ciento (97 de 1 027), concentrados máxime en el Bajío, los altiplanos de los actuales Iglesia novohispana corriera la misma suerte, exhortaban a los insurgentes a deponer las armas.17
estados de Jalisco y Michoacán, en la tierra caliente de Guerrero, Michoacán y Puebla, así Destaca el papel distinto que desempeñó el clero antes y después de que se concre-
como en los altiplanos del Estado de México. Afirmó, además, que la mayoría de los curas tara la Independencia de México en 1821. Los eclesiásticos que se sumaron al movimiento
se mantuvo por encima del conflicto y que hubo quienes optaron por una neutralidad deli- rebelde en sus distintas etapas fueron, en su mayoría, curas párrocos, pueblerinos y algunos
berada. En todo caso, la postura que asumieron algunos dependió más del lugar en que se canónigos. En la consumación de la Independencia, fue el clero que integraba la jerarquía
encontraban los insurgentes y no necesariamente de una decisión meditada. En sentido 11
eclesiástica el que ocupó un lugar relevante y privilegiado.18
contrario, Nancy Farriss sostiene que “la contribución del clero al movimiento indepen- Ya desde la segunda mitad del siglo XVIII se limitaron los fueros de la jerarquía epis-
dista fue mucho mayor que la que indican los números”, pues considera que los eclesiás- copal, debido al programa reformista de Carlos III (1759-1788), quien se propuso restringir
ticos fueron los líderes en todas las etapas del movimiento de Independencia.12 la inmunidad y los privilegios eclesiásticos.19 El alcance de la jurisdicción eclesiástica del
En este contexto, la insurgencia se vio orillada a definirse frente a una Iglesia que la condi- alto clero era amplio en materia de doctrina, pero su poder no estaba por encima del poder
cionaba y condenaba al tiempo que cuestionaba su religiosidad; el que se dudara de esta en los real, a quien se subordinaban en su papel de funcionarios de Estado. Al respecto, Manuel
sacerdotes y feligreses que simpatizaban con la causa rebelde los colocaba en una posición difícil Abad y Queipo reconocía a fines del siglo que la Iglesia estaba en el Estado.20
de sostener.13 Había, a decir de Brian Connaughton, temas que unían a insurgentes y contrainsur- No extraña que al producirse la insurrección de Hidalgo, la Corona haya recurrido a sus
gentes, como la percepción de la decadencia moral y espiritual en que había caído el imperio y lo prelados para hacer frente a esa circunstancia. La respuesta no tardó en llegar y en pocas
urgente de la regeneración. Esta apreciación se diluyó en la década de 1820 dado el surgimiento de semanas el arzobispo Francisco Javier Lizana y Beaumont (1802-1811) ratificaba el edicto
un optimismo desbordante y con la promesa de una vida nacional independiente. 14
de excomunión hacia Hidalgo que emitió Abad y Queipo, el 18 de septiembre de 1810.21
Aunque no se trató de una guerra motivada por asuntos religiosos, los contendientes Una postura similar adoptaron otros obispos, como el de Puebla, Manuel Ignacio Campillo,
de ambos bandos se valieron de argumentos y lenguajes que giraban en torno a la religión. 15
quien amenazó con excomulgar a quienes leyeran la prensa insurgente. Surgieron entonces
Hidalgo, por ejemplo, ponía en juego los sentimientos religiosos al ampararse bajo la imagen bandos, decretos y pastorales donde los prelados advertían a sus feligreses de los riesgos
de la Virgen de Guadalupe. La respuesta de la jerarquía eclesiástica fue contundente al impo- que corrían al unirse a la insurgencia.22
nerle la excomunión.16 El alto clero asumió como su misión la defensa de la Iglesia, lo que rati- Gracias al conocimiento que tenían de sus diócesis, obispos como el de Guadalajara,
ficaba al encontrar elementos inquietantes al otro lado del Atlántico. La invasión de Napoleón Juan Ruiz de Cabañas, o el de Oaxaca, Antonio Bergosa y Jordán, se hicieron cargo de orga-
a Italia, su coronación en mayo de 1805 y la apropiación de los Estados Pontificios, en mayo nizar la resistencia y llamaron a su grey y a su clero para combatir a los rebeldes bajo los
de 1809, inquietaron al episcopado novohispano. Hecho prisionero Fernando VII en 1808, la argumentos de una guerra de religión. En una carta pastoral fechada el 26 de agosto de
10 TAYLOR, Ministros de lo sagrado, 1999, p. 667. 17 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, pp. 81-83.
11 TAYLOR, Ministros de lo sagrado, 1999, pp. 667-672, 675. 18 IBARRA, “De garantías, libertades y privilegios”, 2012, p. 102.
12 FARRISS, La Corona y el clero, 1995, pp. 184-186. 19 FARRISS, La Corona y el clero, 1995, p. 183; GÓMEZ ÁLVAREZ, El alto clero poblano, 1997, p. 8; GÓMEZ ÁLVAREZ, “La iglesia
13 IBARRA, “Excluidos pero fieles”, 2002, p. 56. poblana”, 2014, p. 56.
14 CONNAUGHTON, “La prensa extranjera”, 2014, pp. 250, 253. 20 CONNAUGHTON, “El ocaso del proyecto”, 2010, p. 227.
15 IBARRA, “Los castigos y los argumentos”, 2010(b), p. 52. 21 GARCÍA CANTÚ, 1986(c), p. 27.
16 IBARRA, “Excluidos pero fieles”, 2002, p. 56. 22 IBARRA, “Excluidos pero fieles”, 2002, pp. 60-61.
126 Pedro José de Fonte, arzobispo de México, y la consumación de la Independencia, 1815-1823 127
1811, el obispo Bergosa y Jordán exhortaba a sus diocesanos a sumarse como soldados en Jordán en Oaxaca, Manuel Isidro Pérez Suárez y el de Durango, Juan Francisco de Castañiza.
defensa de una causa de religión.23 Aunque esta actitud intolerante predominó en el alto En la diócesis de Linares, Monterrey, fue el cabildo de la catedral quien juró la Indepen-
clero novohispano, algunos obispos mantuvieron cierta mesura, como el de Durango, Juan dencia ante el fallecimiento del obispo Ignacio de Arancibia y Hormaegui. El obispo de
Francisco de Castañiza, quien declaró que mientras él viviera ningún sacerdote rebelde Guadalajara, Juan Ruiz de Cabañas, incluso declinó el ofrecimiento de Fernando VII para
sería ejecutado dentro de su jurisdicción. Pero detrás de la postura del episcopado estaba hacerse cargo del arzobispado de Santiago de Compostela.29
un asunto de primer orden: la inmunidad eclesiástica, el fuero eclesiástico. Uno de los obispos que mostró mayor entusiasmo por sumarse a la Independencia fue el de
La insurgencia, por su parte, hacía hincapié en el despotismo de las autoridades espa- Puebla, Antonio Joaquín Pérez Martínez, quien por mucho tiempo demostró ser el prelado “cam-
ñolas y su negativa a reconocer los derechos inherentes del pueblo americano a gobernarse peón del absolutismo” en Nueva España y quien entre 1820 y 1821 tuvo un lugar protagónico
ante la ausencia del monarca. Los portavoces insurgentes denunciaban la defensa que hacía en la consumación de la Independencia.30 Participó en las Cortes Generales y Extraordinarias
el episcopado de un orden político tiránico y errado. Argumentaban que no había licitud (1810-1813), las cuales se inauguraron el 24 de septiembre de 1810 en la Isla de León, cerca de
evangélica o canónica para que la jerarquía eclesiástica condenara al movimiento insurgente Cádiz. El 23 de diciembre de ese año se acreditó como uno de los primeros diputados ameri-
y negara los servicios espirituales a la feligresía insurrecta, cuestionando así su sinceridad y canos en llegar, pero sin manifestar mucho interés por los problemas de Nueva España. Sistemá-
convicción católicas. En la medida en que sus planteamientos no hacían efecto en la opi-
24
ticamente apoyó a los peninsulares y se pronunció contra la diputación americana en su lucha
nión del episcopado, tanto la junta de Zitácuaro, presidida por Ignacio López Rayón, como por conseguir su programa autonomista. Desempeñó un papel relevante en el restablecimiento
el gobierno de Morelos en Oaxaca, promovieron desde 1812 un debate sobre el derecho de de la monarquía absoluta, pues en su calidad de presidente de las Cortes las disolvió en cumpli-
los católicos insurgentes a contar con su propio vicario. Qué oportuna resultaba la teología miento de un decreto emitido por Fernando VII en Valencia, con fecha de 4 de mayo de 1814.
que aludió Hidalgo sobre la exigencia de la neutralidad política de la Iglesia y el desacato Por su contribución a la causa realista, Fernando VII lo nombró obispo de Puebla en agosto de
de las autoridades eclesiásticas que la violaban, por lo que “la infidencia ya mostraba cla- 1814, cargo que desempeñó después de su retorno, en 1816.
ramente”, a decir de Connaughton, “dos vertientes: una civil, la otra eclesiástica”. El tema 25
En los umbrales de la Independencia, Pérez se encontraba muy comprometido debido
que se planteaba como discusión pasaba por el terreno de la legitimidad: la autoridad del al apoyo que dio al restablecimiento de la monarquía absoluta, por lo que se retractó de sus
monarca y del clero en la sociedad y el cuestionamiento sobre los orígenes de la autoridad posicionamientos anteriores, incluso llegó a justificarse en un manifiesto en el que decía:
en lo político y eclesiástico.26 “Hay tiempo de callar y tiempo de hablar”. En cualquier caso, Pérez tuvo asegurado un sitio
Cuando se consumó la Independencia bajo las garantías de unión, religión e independencia privilegiado en el nuevo gobierno mexicano. Al crearse la Junta Provisional Gubernativa
que promovía el plan de Iguala en 1821, el clero novohispano se adhirió en su conjunto. Y no (instancia que funcionaría mientras se integraba el Congreso constituyente) el 17 de sep-
es para menos, pues en la elaboración del plan participaron los prelados más connotados de tiembre de 1821, Iturbide lo nombró presidente de ella, pero renunció un mes después al
la Iglesia mexicana, además de militares y la aristocracia, tanto española como criolla.27 En su ser designado miembro de la Regencia, organismo que representaba el poder ejecutivo del
momento, Abad y Queipo se percató de que Nueva España se encaminaba hacia la emancipa- nuevo gobierno, el cual quedó integrado por Iturbide y cuatro personas más.31
ción; a fines de la segunda década del siglo XIX, obispos como González Campillo y Antonio El papel desempeñado por Pedro José de Fonte durante el proceso emancipador difiere
Joaquín Pérez Martínez evidenciaban ya estar de acuerdo con la Independencia. 28
de la actuación que tuvo Pérez Martínez, como veremos en nuestro tercer apartado. Fonte
En poco tiempo casi todos los obispos se unieron al plan de Iguala, en parte porque con demostró siempre su fidelidad al antiguó régimen y su resistencia a incorporarse al nuevo
ello defendían sus privilegios clericales; así lo hicieron el obispo de Sonora, fray Bernardino escenario político no fue un secreto para el mismo Iturbide. Ello no solo por lo que realizó
del Espíritu Santo, el de Yucatán, Pedro Agustín Estévez y Ugarte, el sucesor de Bergosa y en el contexto de los tratados de Córdoba, sino por el antagonismo que externó hacia las
primeras movilizaciones insurgentes y a sus caudillos.
23 IBARRA, “Excluidos pero fieles”, 2002, p. 61.
24 CONNAUGHTON, “La prensa extranjera”, 2014, p. 254.
25 CONNAUGHTON, “La prensa extranjera”, 2014, p. 254. 29 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, pp. 155, 164-171, 174.
26 CONNAUGHTON, “Modernización, religión e Iglesia”, 2010, pp. 241, 245. 30 GÓMEZ ÁLVAREZ, El alto clero poblano, 1997, p. 10.
27 IBARRA, “Excluidos pero fieles”, 2002, p. 83. 31 GÓMEZ ÁLVAREZ e IBARRA, “El clero novohispano”, 1995, pp. 137-138, 145, 150-151, 154, 163-164, 167, 170-173; PÉREZ
28 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, pp. 154-155. MEMEN, El episcopado, 2011, pp. 155-157, 160; ANNA, El imperio, 1990, pp. 39-73.
128 Pedro José de Fonte, arzobispo de México, y la consumación de la Independencia, 1815-1823 129
Fonte durante la guerra civil en la Nueva España capciosas” que no cumpliría ese cura “seductor” procesado por hereje. Con el objetivo
de reforzar sus argumentos recordaba a la feligresía la obediencia debida a la Iglesia y
Desde que iniciara la insurrección de Miguel Hidalgo en 1810, las autoridades eclesiásticas, afirmaba que la religión no vivía en los que obraban en contra de ella, que la Virgen de
políticas y militares la combatieron con argumentos que buscaban restarle legitimidad.32 Gran Guadalupe no vivía en los que la negaban ni con los que se amotinaban, y que Fernando
parte de la jerarquía episcopal y la alta burocracia de la Iglesia promovieron la publicación de VII rechazaba la independencia de sus vasallos.38 Al año siguiente hacía lo propio el obispo
cartas pastorales, edictos, sermones y manifiestos en los que desacreditaban y condenaban de Puebla, Manuel Ignacio González del Campillo, en un manifiesto en el que invitaba a los
a los insurgentes al tiempo que los acusaban de despojar a la Iglesia de su riqueza, de profa- insurgentes a deponer las armas y al arrepentimiento.39
nar templos, fomentar medidas anticlericales y promover la suspensión de los privilegios del En un edicto fechado el 11 de enero de 1811 y dirigido a sus diocesanos, el obispo de
clero. Vieron a la insurgencia como “una enfermedad y a los insurgentes como cetáceos, animales Oaxaca, Bergosa y Jordán, los convocaba a “librar de su ruina a nuestra religión, a nuestra patria
mitológicos y encarnaciones de Satanás”, en tanto que los calificaban de herejes, ladrones e igno- y a nosotros mismos”. Les anunciaba que estaban ante una especie de guerra del diablo contra
rantes. Mediante la prédica de este discurso buscaron convencer a la feligresía de que se trataba de Dios o de una cruzada que debían comandar los prelados, a quienes debían acompañar sus
una guerra de religión en la que todos los partidarios de la Iglesia “debían comprometerse como feligreses como buenos soldados.40 Para evitar que la población se adhiriera a la revolución, Ber-
sus soldados”.33 Se pasó incluso de la degradación extrema del adversario al discurso del extermi- gosa y Jordán describía a los insurgentes “como monstruos, con alas, cuernos, picos y plumas,
nio como parte de una retórica que fomentaba más violencia a partir de interpretaciones y visio- similares a los grifos, seres fantásticos de la mitología, descripción que tuvo efecto en algunas
nes, incluso míticas, de la guerra, a la manera de una lucha entre las fuerzas del Bien y del Mal. 34
personas crédulas”.41 Colocaba entonces a los insurgentes ante un dilema extremo: ser fieles a la
A escasos días de iniciada la revolución de Independencia, Manuel Abad y Queipo pro- monarquía hispánica, o declararse enemigos de Dios y del rey.42
mulgó su primer edicto contra Hidalgo y los insurgentes con razonamientos que después Los escritos de la alta jerarquía eclesiástica rompían las relaciones del episcopado rea-
repetirían otros prelados, principalmente el de calificar a la revolución de sacrílega y heré- lista con algunos sectores del clero y de la feligresía que simpatizaban con la insurgencia,
tica. En otro edicto, publicado el 8 de octubre de 1810, Abad y Queipo fijó su postura ante
35
a quienes hacían extensiva la excomunión. Era una herramienta de poder con la que
el desorden y la confusión que causaron Hidalgo “y sus secuaces”,36 a quienes acusaba de mostraban su lealtad al servicio del despotismo ilustrado.43 Abad y Queipo, por ejemplo,
perturbar al gobierno y el orden público y de perpetrar el crimen más horrendo y nocivo condenaba con la pena de excomunión a quienes enarbolaran la causa de Hidalgo, al consi-
que un individuo podía cometer contra su sociedad, pues la conducía a la guerra civil, la derarlos perjuros, sacrílegos, herejes y transgresores de la inmunidad eclesiástica.44 Bergosa
anarquía y la destrucción. Abad y Queipo condenó a Hidalgo por exigir la restitución de las y Jordán pedía a sus feligreses que delataran a los insurgentes “bajo pena de excomunión
tierras a los indios y calificó a su proyecto, en su conjunto, “y en cada una de sus partes”, mayor ipso facto incurrenda”,45 al tiempo que el obispo de Puebla fulminaba con la excomu-
como “notoriamente inicuo, injusto y violento, reprobado por la ley natural, por la ley santa nión a todos aquellos que escribieran a favor de la Independencia.46 Con semejante castigo
de Dios y por las leyes del reino”.37 el episcopado justificaba la defensa de la religión católica.47 Y es que en una sociedad en
Diez días después, el arzobispo Lizana atizaba con rigor a Hidalgo haciendo uso de una donde lo religioso impregnaba todos los ámbitos de la vida, la valoración de la conducta
confusa disertación teológica y política. Que el cura declarara que los indios eran dueños religiosa de la insurgencia era un asunto trascendental para los bandos enfrentados.48
de la tierra y que por eso se les debía restituir, le valió que el arzobispo lo tachara de antica-
38 GARCÍA CANTÚ, “Edicto de Francisco Lizana y Baumont”, 1986 (c), pp. 53- 58.
tólico, quimérico, extravagante y ridículo. Lo llamaba, al igual que a sus seguidores, hereje 39 GARCÍA CANTÚ, “Manifiesto de Manuel Ignacio González del Campillo”, 1986 (d), pp. 59-79.
40 GONZÁLEZ M., “El obispado de Oaxaca”, 1995, pp. 117-123, 135.
y blasfemo, por lo que exhortaba a la población a no dejarse engañar por las “promesas 41 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, p. 89.
42 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, p. 84.
43 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, p. 88; BIRRICHAGA, “La guerra de Independencia”, 2014, pp. 311-312; GONZÁLEZ M.,
32 GONZALBO AIZPURU, “El dilema del buen pastor”, 2014, p. 286. “El obispado de Oaxaca”, 1995, p. 135.
33 IBARRA, “La Iglesia católica y el movimiento insurgente”, 1998, pp. 48-49. 44 GARCÍA CANTÚ, “Edicto de Manuel Abad y Queipo”, 1986 (b), pp. 27-35.
34 LANDAVAZO, “Los eclesiásticos y la retórica de la violencia”, 2012, pp. 70, 71-74. 45 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, p. 89.
35 GARCÍA CANTÚ, “Introducción”, 1986 (a), p. 27. 46 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, p. 90.
36 Es el tercero de tres edictos que publicó en 1810, el primero el 24 de septiembre, el segundo el 30 del mismo mes y el tercero 47 IBARRA, “La Iglesia católica y el movimiento insurgente”, 1998, pp. 48-49; PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, p. 87; GARCÍA
el del 8 de octubre. CANTÚ, “Edicto de Francisco Lizana y Baumont”, 1986 (c), pp. 53- 58; GONZÁLEZ M., “El obispado de Oaxaca”, 1995, pp. 117-123, 135.
37 GARCÍA CANTÚ, “Edicto de Manuel Abad y Queipo”, 1986 (b), pp. 27-35. 48 GONZÁLEZ M., “El obispado de Oaxaca”, 1995, p. 134.
130 Pedro José de Fonte, arzobispo de México, y la consumación de la Independencia, 1815-1823 131
Felizmente se conformaron y aún aplaudieron mi modo de pensar que se fundamentaba: pri-
No obstante, también hubo prelados que se caracterizaron por mantener cierta neutra- mero, en el convencimiento que tenía de la necesidad de interesar al clero en la pacificación;
lidad, incluso se destacaron por defender a clérigos insurgentes perseguidos, como el obispo segundo, que los medios de lograrlo debían restringirse a las funciones bien desempeñadas de
su ministerio; tercero, que el de tomar carácter guerrero o político no convenía al sacerdocio,
de Durango, quien protegió a clérigos condenados por tribunales realistas.49 Lo cierto es y que a su mansedumbre era más natural inculcar la fidelidad debida al rey que arrojar diatri-
que la guerra puso de manifiesto la heterogeneidad de posiciones existentes al interior de la bas, en unos [casos] sanguinarias, en otros disfrazadas o más bien verdaderas apologías, y en
Iglesia novohispana. Miembros del clero regular y secular vacilaban y se confundían por lo los más necias declamaciones contra los insurgentes; cuarto, excitar su celo hacia un objeto
diverso de la insurrección, pero debilitándola y con tendencia al bien común. La experiencia
que escuchaban y leían a favor o en contra de la Independencia. A todos, o a casi todos, les de lo pasado recomendaba estas medidas. Todo el apoyo que la potestad eclesiástica pudo dar
inquietaba la incertidumbre respecto de su futuro.50 a la autoridad real combatida fue prestado ampliamente desde que empezó la insurrección, y
contrayéndome a la mitra de México, puedo asegurar que la auxilió eficaz y constantemente.
Debido a la composición social del movimiento, un sector del clero buscó mantenerse al
Entre los medios que entonces se creyeron prudentes, fue inspirar horror al delito, describir
margen de cualquier bando; curas pueblerinos y uno que otro canónigo se declararon de manera sus funestas consecuencias y proscribir a sus secuaces con todas las conminaciones y penas
más o menos abierta en favor del movimiento rebelde. Algunos elaboraron y difundieron un dis- que caben en su resorte. Mas desgraciadamente los resultados no aparecían tan lisonjeros
como se esperaban. En los púlpitos se abusaba muchas veces por ignorancia de los textos
curso combativo en contra de la política eclesiástica de la Corona con el que atacaban el regalismo sagrados. Se creía desempeñar el ministerio de la palabra hablando exclusivamente contra
del monarca y de los prelados, a la vez que presentaban como una de sus prioridades la defensa los insurgentes, y aunque había oradores que lo hacían como era debido, no faltaban otros, y
eran en gran número, que se excedían por una parte y manifestaban por otra sus pocos cono-
de la verdadera religión, entendida como la fidelidad hacia Roma y una visión más secular de las
cimientos y equivocadas ideas. ¿Y qué diremos de los que adictos a la insurrección rehusaban
creencias.51 Un clero cada vez más crítico y reflexivo con relación a la situación que imperaba en estudiosamente hablar de ella o hacíanlo en términos equívocos que pudieran igualmente
sus parroquias.52 Aunque gran parte de la población se mantenía ajena a ideologías y bandos, tam- servir para apoyarla? Todo esto sucedía en la capital a nuestra vista; en los pueblos de fuera
sucedía lo mismo.58
poco podía sustraerse a las consecuencias de la guerra53 y a la opinión pública que ella generaba.
El tono radical de Bergosa y Jordán, arzobispo electo por las Cortes entre 1813 y 1814,
se evidenció en una pastoral fechada el 10 de julio de 1815, con motivo de la expedición de Según Fonte, no quería iniciar su episcopado revocando lo adoptado por Bergosa y Jordán,
la Constitución de Apatzingán; en ella pedía a Dios venganza contra esos “traidores revolu- pero tampoco dejar de combatir la insurrección. La diferencia estaba en los medios que
cionarios” que se habían levantado contra la Iglesia.54 Fonte asumió el gobierno del arzobis- debía seguir el clero: consideraba que inculcar la obediencia al rey era lo mismo que pro-
pado de México el 17 de junio de 1815; hacia el 20 de febrero de 1823 abandonó México, sin clamarse en contra de la insurrección, y recomendar la conducta pacífica de los que eran
renunciar al episcopado. En una pastoral publicada el 22 de junio de 1815, Fonte refutó la fieles, equivalía a detestar la de los insurgentes:
Constitución de Apatzingan, con argumentos menos radicales que los de Bergosa. 55
Para la primera no necesitaban tomar los eclesiásticos armas y acaudillar partidas de realistas,
Convencido Fonte de que se trataba de un asunto en el cual se veían involucrados el
ni menos usar de raciocinios de los escritores de derecho público mal entendidos muchas
gobierno político y el eclesiástico,56 antes de emitir la pastoral consultó con el virrey Calleja veces y alegados con desventaja. Para la segunda, les bastaba una conducta pacífica y la doc-
“y personas de la mayor confianza los motivos del sistema que iba a anunciar y seguir”.57 Les trina del catecismo romano y las nociones más triviales de la teología dogmática y moral.
Creía también sacar fruto de las afecciones e intereses de los padres, mujeres e hijos de los
informaba que desde el inicio de la insurrección las autoridades eclesiásticas dieron todo su
insurgentes que guerreaban fuera de sus hogares, llevando una vida amarga para sus familias,
apoyo a la autoridad real, pero dado el descrédito, el odio y la difamación que predicaron aunque fuese apetecible para los mismos.59
contra los insurgentes no habían dado los resultados esperados. En cuanto al clero, pro-
ponía mantener cierta prudencia y restringir su participación al ejercicio de su ministerio: Con esos argumentos no solo se desmarcaba Fonte de Bergosa y Jordán, también lo hacía de
su mentor, el difunto Lizana, y del resto de la jerarquía episcopal. No era un asunto menor,
49 GONZALBO AIZPURU, “El dilema del buen pastor”, 2014, p. 286.
50 GONZALBO AIZPURU, “El dilema del buen pastor”, 2014, p. 281.
pues no quería presentarse como un arzobispo intransigente y radical, más cuando sabía
51 IBARRA, “De garantías, libertades y privilegios”, 2012, p. 135. que si bien el discurso contrainsurgente promovido por el alto clero tenía adeptos, también
52 GUZMÁN PÉREZ, “La Iglesia michoacana en la encrucijada de la Independencia”, 2012, p. 110.
53 JIMÉNEZ CODINACH, “Y se hicieron de razones”, 2012, pp. 30-31. era criticado con dureza. El costo político de su investidura era un riesgo que ni siquiera
54 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, p. 86.
55 FONTE, Memorias, Época 1a (16o, 17o, 19o), 2014, pp. 144, 146.
56 FONTE, Memorias, Época 1a (16o), 2014, p. 144. 58 FONTE, Memorias, Época 1a (18o), 2014, pp. 144-145.
57 FONTE, Memorias, Época 1a(17o), 2014, p. 144. 59 FONTE, Memorias, Época 1a (19o), 2014, p. 145.
132 Pedro José de Fonte, arzobispo de México, y la consumación de la Independencia, 1815-1823 133
contempló. En el entendido de que los curas radicados en la capital y los de las áreas rurales Ante el hecho de que muchos de los lectores a quienes se dirigía sabían que “no siempre se jus-
eran quienes debían comunicar a la población la postura del arzobispo ante la insurgencia, tificaba la obediencia a los reyes”, Fonte señalaba que “ellos se hallaban en la regla general de ser
procuró “inspirarles confianza para que recíprocamente la tuviéramos en las ocurrencias leales a las potestades civiles porque éstas no habían violado las leyes de Dios, y si lo hubieran
más difíciles”. Estaba por demás al tanto del temor y de la sospecha de que eran objeto los hecho él aconsejaría lo contrario”. Para convencerlos afirmaba que el gobierno favorecía y pro-
curas por parte de insurgentes y realistas. 60
tegía a la religión, pues la monarquía se había comprometido a ello en la Constitución. Por
En respuesta al Breve que Pío VII dirigió al episcopado y al clero radicados en la Amé- último, mandaba que los obispos enseñaran “siempre la precitada doctrina como lo hicieron
rica hispana, con fecha de 30 de enero de 1816, donde les solicitaba la “sumisión a las sus predecesores, los cuales, si predicaron “a los constantinos y teodosios” no promovieron
autoridades superiores” 61 y velar por la pacificación de las provincias a su cargo,62 el 24 rebeliones “contra los tiberios y julianos”. Fonte concluía que, a diferencia de esos santos, “ellos
de octubre del mismo año, Fonte expidió una pastoral en la cual les recordaba “la fuerza eran afortunados” porque Fernando VII era “un rey piadoso y amante de la religión católica”.69
religiosa del juramento prestado de ser fieles a los príncipes”. Consideró de vital impor-
tancia la emisión de esta pastoral que informó sobre su contenido tanto a Calleja como a Representación del Illmo. Sr. Arzobispo de México de 1821
su sucesor, Juan Ruiz de Apodaca, sobre todo porque el tema central era la fidelidad que se
debía guardar al monarca, “el fundamento invariable de mi conducta”.63 Haciendo uso de la El súbdito mío que respete mi autoridad, verá aquí el uso que haré de
tradición visigoda señalaba que “si al sucesor de Suintila la iglesia goda sostenía con todo el ella. Este es el lenguaje claro en que acostumbro hablar. Por lo que digo,
apoyo de su poder religioso, justo era no rehusarlo al monarca español tan legítimo sucesor y por lo que omito decir, se juzgará, si un prelado que jamás ha desmen-
de los fundadores esclarecidos de la Iglesia mexicana”.64 Solicitaba entonces al alto y bajo tido su invariable fidelidad a la potestad civil y desea que sus súbditos la
clero que se mantuvieran fieles al rey y les aconsejaba no confundir los errores y defectos
65
conserven, puede hallar otras medidas más conformes al ministerio que
que pudiera tener como arzobispo “con la benéfica y recta” voluntad de Fernando VII.66 ejerce, y más oportunas en las tristes circunstancias en que se halla.
En su pastoral, Fonte encargó al clero predicar en contra de los opositores del rey y Pedro José de Fonte, 3 de mayo de 182170
conducirlos a la obediencia de quienes profesaban “la religión de Jesucristo”, que establecía
en el cuarto mandamiento del Decálogo la sumisión a los príncipes. Fonte justificaba, al La Representación que Fonte escribió en 1821 y mandó imprimir al año siguiente en La
igual que sus obispos sufragáneos, la fidelidad al monarca mediante el uso de la doctrina Habana bajo el título Representación del Illmo. Sr. Arzobispo de México, concerniente a
tradicional católica del respeto y obediencia a las autoridades legítimas. No obedecerlo era 67
algunos sucesos anteriores a la Independencia proclamada en aquella capital, pone fin a
tanto como quebrantar la religión: los escritos con los que la alta jerarquía eclesiástica desacreditó a la insurgencia. De entre
esos escritos, la Representación se singulariza por redactarse y publicarse después de pro-
[…] nuestros feligreses deben obedecerlo [a Fernando VII], a menos que quieran quebrantar
mulgada la Independencia. En este sentido, formó parte de los canales de comunicación que
la religión santa que dichosamente profesan. Esta siempre ha enseñado que sus fieles deben
también serlo a sus príncipes respectivos, y S.M. es el nuestro, porque Dios así lo dispuso […] circularon antes y después de proclamarse la Independencia de México.
De Dios […] emana la potestad de los soberanos, a quienes colocó para gobernar los pueblos.68 ¿Quién publicó la Representación?, ¿por qué en Cuba? Aunque la imprenta fue intro-
ducida en Cuba hasta inicios del siglo XVIII, la libertad de imprenta promovida por el
régimen liberal de España permitió la aparición de numerosos periódicos en el XIX. Surgió
60 FONTE, Memorias, Época 1a (20o), 2014, p. 146. entonces en Cuba, en específico en La Habana, un grupo de impresores que se dio a la tarea
61 IGLESIA CATÓLICA, Carta pastoral que a continuación de otra del Santísimo Padre, el Señor Pío VII. Dirige a sus diocesanos el
arzobispo de México, México, impresa en la oficina de D. Alexandro Valdés, año de 1816, p. 3.
de publicar periódicos y diversos escritos en donde se difundían cuestiones políticas que
62 FONTE, Memorias, Época 2a (40o), 2014, p. 159. permeaban en la opinión pública. Había impresores cubanos y algunos más provenían de otras
63 FONTE, Memorias, Época 2a (41o, 42o), 2014, pp. 160-161.
64 FONTE, Memorias, Época 2a (42o), 2014, p. 161.
65 FONTE, Memorias, Época 2a (41o), 2014, p. 160.
66 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, p. 114. 69 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, pp. 115-116.
67 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, pp. 115-116. 70 “Documento Núm. 3. Oficio del Sr. Novella al Illmo. Sr. Arzobispo sobre excitación del clero, 3 mayo, 1821”, en FONTE,
68 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, p. 116. Representación, 24 septiembre 1821, pp. 35-36.
134 Pedro José de Fonte, arzobispo de México, y la consumación de la Independencia, 1815-1823 135
regiones, de la Península incluso, como el periodista Tiburcio Campe, originario de Cádiz La Representación consta de 19 páginas, en las que Fonte escribió a favor de “la salvación del
y propietario de la Imprenta Liberal, por la cual adquirió fama de impresor combativo. Este Estado, amenazada por riesgos que no eran imaginarios”, con base en oficios, cartas y cir-
personaje, que en 1813 fundó en La Habana el periódico El Esquife y que tiempo después culares que dirigió y recibió tanto del clero como de funcionarios virreinales, como el jefe
emigró a Estados Unidos, donde estuvo estrechamente ligado con el nacimiento de una superior de la provincia de Nueva España, Juan O’Donojú, o el general Francisco Novella.
prensa en español, fue quien publicó la Representación de Fonte.
71
Fonte incorporó en la Representación las trascripciones de esos documentos, seis en total,
Fonte sabía que en Cuba circulaban muchas noticias sobre la situación política de España fechados en distintos meses de 1821: febrero, marzo, mayo, agosto y septiembre.
gracias a periódicos de la Península, de los cuales hacían eco algunos de La Habana. De esas La opinión pública que prevalecía entre la población es uno de los elementos centrales en
noticias se enteraba en México por corresponsales que tenía en Veracruz y Cuba.72 Conocía, la Representación de Fonte. Son recurrentes, por ejemplo, las alusiones a “sabedor yo de la opi-
pues, los alcances de la imprenta en tanto instrumento de difusión de ideas, pensamientos, nión de mis súbditos”, se “ha hecho pública”, “la fuerza poderosísima de la opinión pública” o
opiniones y que, a diferencia de México (donde se suprimió la imprenta en 1820),73 en La “la diferente opinión que por el gobierno y el público se ha formado”,77 por citar algunas. Y son
Habana podía externar su parecer sobre temas políticos, como señaló en la Representación: precisamente los temas del dominio público los que Fonte mandó difundir: el plan de Iguala, los
“sentimientos de infidelidad al rey y su legítimo gobierno”, “la primera insurrección”, el “entu-
El año 21 hube de tener presente las variaciones y estado actual de nuestra situación políti-
siasmo general que notaban por la Independencia” y que la opinión en favor de ella “se había
ca. No debía desentenderme del extravío y divergencia en que se hallaba la opinión, y de la
ilustración o preocupaciones que habían producido los proyectos, discursos y decretos en generalizado” y concretado tras la firma de los tratados de Córdoba.78
materias religiosas, divulgados por la imprenta libre.74 De acuerdo con la Representación, Fonte procuró mantener el orden y la paz social hasta
donde le fue posible. Asumió una política conciliadora que difería de las posturas radicales
Fonte decidió redactar la Representación para rectificar “algunos conceptos que se han e intransigentes que caracterizaron al episcopado frente a la insurgencia. Aunque se refirió
formado con error acerca de las últimas ocurrencias de México”,75 informarle al rey las a los insurgentes con los calificativos de “enemigos del desorden”, “facciosos” y “anarquis-
decisiones que había tomado desde que se dio a conocer el plan de Iguala y exaltar los tas”,79 no llegó a la descalificación extrema de otros prelados como Bergosa y Jordán. En
esfuerzos de realistas, quienes mostraron su fidelidad hasta antes de la consumación de la todo caso, Fonte acusaba a los insurgentes de la confusión, el desorden y la anarquía, “pues
Independencia: sabemos que este monstruo nunca se introduce en las sociedades con su propio nombre”.80
Por esta razón, en la Representación externó su preocupación por conservar hasta donde
Empero la justicia exige afirmar que los jefes y tropas europeos, algunos mexicanos y tropas del
pudiera el bien público, el orden social y la paz pública:
país, conservaron hasta los últimos momentos una fidelidad admirable y un valor generoso y ma-
nifiesto. Testigo yo de estas escenas, me avancé a publicarlo en mi parte oficial [que en La Habana
se imprimió en el año de 1822] y traté de darles un testimonio que merecían, contra la errada Y no salgan de nuestros labios otras palabras que las de paz, aún para con aquellos que la abo-
opinión fuera de la Nueva España se habían formado por conjeturas verosímiles pero falsas. Se rrecen […] contribuiremos como tales a mantener el orden social y la paz pública, que serán las
habían publicado las noticias e impresos de México llegados a Veracruz hasta fines de marzo, y de bases de su bienestar y prosperidad civil; porque nuestras peculiares funciones [que deben ir
ellos aparecía el grito de Iturbide y la general desaprobación que habían manifestado los pueblos y acompañadas de moderación, dulzura y mansedumbre] necesariamente nos conducen a suspirar
el ejército. Transmitidas a Europa estas noticias, carecieron absolutamente de otras positivas hasta por la paz y huir de la anarquía, incompatible con ella. Como ministros, pues, de la religión santa, y
que recibieron las del tratado del virrey O’Donojú y la de estar México independiente. ¿Cómo es como ciudadanos de una monarquía constituida bajo leyes justas y benéficas, juradas por nosotros
posible, decían, haber sucumbido México sin perfidia de los jefes o cobardía de las tropas, al me- y admitidas, ocioso ha de ser preguntar ¿cómo nos deberemos conducir en la presente convulsión
nos de las europeas?76 política?81
71 VILAR, “Los orígenes de la prensa cubana”, 1996, pp. 338-340. 77 FONTE, Representación, 24 septiembre 1821, pp. 5, 7, 13, 19.
72 Así, por ejemplo, durante su estancia en el pueblo de Huehuetlán esperó a que le notificaran en qué momento habría barcos 78 FONTE, Representación, 24 septiembre 1821, pp. 3, 7, 33, 41.
españoles o extranjeros para abandonar el país en 1823. Fonte, Memorias, Época 3a (114o), 2014, pp. 230. 79 “Documento Núm. 3. Oficio del Sr. Novella al Illmo. Sr. Arzobispo sobre excitación del clero, 3 mayo, 1821”, en FONTE,
73 FONTE, Representación, 24 septiembre 1821, p. 2. Representación, 24 septiembre 1821, pp. 31-32.
74 “Documento Núm. 3. Oficio del Sr. Novella al Illmo. Sr. Arzobispo sobre excitación del clero, 3 mayo, 1821”, en FONTE, 80 “Documento Núm. 2. Nos D. Pedro José de Fonte, por la gracia de Dios y de la santa Sede Apostólica, arzobispo de México, del
Representación, 24 septiembre 1821, pp. 34-35. Consejo de S.M., 19 marzo 1821”, en FONTE, Representación, p. 28.
75 FONTE, Representación, 24 septiembre 1821, p. 2. 81 “Documento Núm. 2. Nos D. Pedro José de Fonte, por la gracia de Dios y de la santa Sede Apostólica, arzobispo de México, del
76 FONTE, Memorias, Época 2a (73o), 2014, pp. 191-192. Consejo de S.M., 19 marzo 1821”, en FONTE, Representación, pp. 26-27.
136 Pedro José de Fonte, arzobispo de México, y la consumación de la Independencia, 1815-1823 137
En un pasaje de la Representación en el que Fonte alude al inicio de la insurgencia, menciona México. No había acabado el año 1821, cuando Agustín de Iturbide, en su calidad de regente
los daños que experimentó la población y exalta los esfuerzos del clero novohispano por del imperio, envió al arzobispo Fonte una carta fechada el 19 de octubre en la que le externaba:
disminuir los efectos negativos que ocasionó la guerra:
[…] la necesidad en que está el gobierno de que se provean las piezas eclesiásticas vacantes
y que vacaren en las catedrales del imperio y sobre todo la cura de las almas, que no admite
Escusa raciocinios la triste experiencia de lo que en nuestros días ha pasado, pues muchos
dilación, obliga a la regencia a excitar el notorio pastoral celo de su Señoría Ilustrísima a fin
hemos sido testigos de las calamidades que desde ahora once años han seguido a promesa
de que le exponga cuanto crea conveniente a llenar aquel objeto, salvando la regalía del Patro-
semejante; ni se olvidarán fácilmente a vosotros, que tanto habéis participado en ellas, y que
nato, interim se arregla este punto con la Santa Sede.86
tanto habéis trabajado en disminuirlas. Sin vuestro esclarecido celo hubieran corrido en más
abundancia los raudales de sangre, habrá más familias desamparadas, más templos, edificios y
casas derruidas, más haciendas y campos sin cultivo, más poblaciones sin arreglo.82
Fonte solicitó al cabildo metropolitano y a la Junta de censura que le dieran su parecer.
Del 20 y 24 de noviembre de 1821, ambas instancias le informaron que con la Indepen-
Aunque en el contenido de la Representación se descubre a Fonte más en su faceta de político y dencia había cesado el Real Patronato y que por “derecho devolutivo” la potestad recaía en
funcionario de antiguo régimen, no se olvidó de que era el arzobispo de México y que su papel de los diocesanos, quienes debían ajustarse al poder civil. Dos días después, Fonte le envió a
pastor era el que más le acercaba a su grey, pues debía ser ejemplo de virtud, oración y sacrificio. 83
Iturbide ambas contestaciones y alegó estar de acuerdo con los pareceres. Ya que Iturbide
Desde que inició su episcopado, Fonte demostró su preocupación por la inquietud que experi- consideraba el tema del Patronato como un asunto fundamental para su gobierno, convocó
mentaba la población ante la guerra, fueran o no simpatizantes de cualquiera de los bandos. Así, a una junta de diocesanos que inició el 4 de marzo del año siguiente. Se trató de una reunión
por ejemplo, solicitó ayuda a las monjas de los conventos de la ciudad de México para que reci- trascendental para el futuro de la Iglesia de México, pues en ella se trataron asuntos que
bieran en sus recintos a mujeres y, según refiere, él mismo prestó su casa como refugio: tenían que ver con el Patronato, la jurisdicción castrense, los privilegios pontificios y la
creación de nuevas diócesis.87 A decir del padre Mariano Cuevas, “aquel patronato, que tan
Y nadie quizá me igualaba en saber los que producían inquietud general en el pueblo. Había
malas arrancó Fernando el Católico a Julio II, había por fin terminado”.88
más de tres meses que mi corazón estaba despedazado con las angustias y recelos que en él
depositaban los principales habitantes, antagonistas unos y defensores otros del gobierno es- La cercanía entre el alto clero y el Estado se fortaleció en 1822, a la espera de que se
pañol. Los de ambos partidos, opuestos en su objeto, me confiaban acordes el riesgo que por estableciera un concordato con el Vaticano. Prueba de esta alianza es que ante la condena
momentos tenían; y al pedirme un asilo para sus personas y familias, hallaba yo confirmados a
de la Independencia por parte del papa León XII en 1824, el rechazo hacia la resolución del
cada paso por los mismos temores en que también estaba. Para precaver, pues, los desórdenes
que se temían de los que estaban dentro y de los que asediaban la capital, concedí licencia pontífice no se hizo esperar por parte del Estado y de la Iglesia.89
para que se abrigasen en los monasterios y colegios sus hijas y esposas, ofreciendo para ellos A decir de Berenise Bravo Rubio y Marco Pérez Iturbe, Fonte estuvo lejos de com-
mismos mi casa y persona, que sacrificaría en su defensa. En efecto, se han llenado de familias
los conventos de monjas; y ha más de quince días que las religiosas sufren esta incomodidad binar el regalismo y la lealtad a España con la defensa de las doctrinas liberales; asumió
por la evidencia y gravedad del motivo que la ocasiona.84 una posición realista y práctica con el objetivo de lograr un equilibrio entre las distintas
instancias de poder. Aunque con la reinstalación del gobierno liberal en la Península, en
Los años de 1807 y 1808 marcaron un antes y un después para la monarquía hispánica, pues la 1820, dejó entrever su desconfianza al nuevo orden institucional, expresó su obediencia a
invasión de Francia en la Península generó grave crisis que trastocó el tema de la soberanía. A 85
las autoridades peninsulares,90 pues la potestad real daba paso a la potestad civil. En este
este lado del Atlántico las repercusiones no se hicieron esperar y el Patronato, en ausencia de sentido, Fonte argumentaba que en la defensa de la legitimidad del gobierno español no
Fernando VII, fue tema de debate. Pero las discusiones profundas sobre el tema como un asunto necesitaba abundar “en las ideas que en los siglos 12 e inmediatos se tenían de la potestad
de primer orden debieron esperar algunos años más a la consumación de la Independencia de eclesiástica y sus atribuciones”,91 como subordinados de los gobiernos temporales, por lo
82 “Documento Núm. 2. Nos D. Pedro José de Fonte, por la gracia de Dios y de la santa Sede Apostólica, arzobispo de México, del 86 ALCALÁ ALVARADO, “El Patronato, una cuestión vital para la libertad de la Iglesia Mexicana”, 2012, p. 147.
Consejo de S.M., 19 marzo 1821”, en FONTE, Representación, p. 28. 87 ALCALÁ ALVARADO, “El Patronato, una cuestión vital para la libertad de la Iglesia Mexicana”, 2012, pp. 148-149.
83 TRASLOSHEROS HERNÁNDEZ, “Religión y justicia”, 2000, pp. 54-59. 88 CUEVAS, Historia de la Iglesia en México, t. V, 1947, p. 133.
84 FONTE, Representación, p. 16; “Documento Núm. 1. Circular a los monasterios y colegios de esta capital, 28 febrero 1821”, en 89 CONNAUGHTON, “El ocaso del proyecto de “Nación católica”, 2010, pp. 172-173.
Fonte, Representación, 24 septiembre 1821, p. 20. 90 BRAVO Y PÉREZ, Una Iglesia en busca de su independencia, 2010, p. 33.
85 GUZMÁN PÉREZ, “La Iglesia michoacana en la encrucijada de la Independencia”, 2012, pp. 112-113. 91 FONTE, Representación, 24 septiembre 1821, p. 4.
138 Pedro José de Fonte, arzobispo de México, y la consumación de la Independencia, 1815-1823 139
que no dudó de “su adhesión y fidelidad a S.M. y gobierno supremo constitucional”.92 Casi Cuando Iturbide fue coronado el 21 de julio de 1822 en la catedral metropolitana ante la pre-
al inicio de la Representación Fonte escribió al respecto que después de conocerse el plan de sencia de multitudes y miembros de los cleros regular y secular, con la participación de obispos
Independencia en febrero de 1821, le había manifestado al virrey José Ruiz de Apodaca su consagrantes, Fonte no asistió.96 Su fidelidad hacia el monarca y las autoridades de España se lo
“constante adhesión a S.M y supremo gobierno, y propuse auxiliarle en aquellos términos impidieron. Además de la Representación, sabemos que, entre 1820 y 1821, Fonte publicó, por
que fueran propios de mi clase y ministerio”. 93
lo menos, tres escritos más. Con motivo de la restauración de la Constitución de Cádiz, el 18
Acaso la única restricción a la potestad civil era “ofender a Dios”, según argumentaba de julio de 1820, expidió un edicto donde expuso la obligación de jurarla y observarla, según lo
Fonte, situación que no se contemplaba en la Constitución, pues más bien se ofendía a Dios ordenaba el rey, “no solo por llenar nuestros deberes civiles, sino también por cumplir los reli-
al no cumplir con ella: giosos”. En este edicto, que giró en torno a la desaparición de la Inquisición y la promulgación
de la libertad de imprenta, destacó cuatro objetivos principales:
Es regla cierta, sancionada con el ejemplo, y prevenida por mandato expreso de nuestro
Señor Jesucristo y sus santos apóstoles, que la religión no exime a sus profesores ni a sus
1º, conservar la religión y sentimientos piadosos de mi grey. 2º, mantener el respeto a la
ministros de la obediencia a la legítima potestad civil, a menos que ésta les mande ofen-
persona de S. M. y la debida y jurada fidelidad. 3º, atajar los males que temía de la circulación
der a Dios […] Y siendo así, ¿podremos dudar de que nos hallamos en el caso de observar
de libros y de la libertad de imprimir especies perjudiciales a los dos primeros objetos. 4º, el
la regla general, obedeciendo las potestades civiles que nos gobiernan, con arreglo a las
precaver el odio y desavenencias con detrimento común de los ciudadanos.97
leyes que hemos jurado cumplir? ¿Acaso nos han mandado quebrantar las de Dios? Si tal
cosa hubiese sucedido, o sucediera, yo os exhortaría a responder obedire oportet Deo ma-
gis, quam hominibus: pues a mucha honra tuviéramos sufrir contumelias por observar esta El periódico El Noticioso publicó un edicto el 19 de marzo de 1821 en el que Fonte escribió
excepción que se puso a aquella regla en la legislación divina. Más no ha llegado ni espera-
mos que llegue tan desgraciado caso, pues está en su vigor la ley fundamental de nuestra de nuevo sobre el restablecimiento de la Constitución98 y, el 3 de octubre del mismo año,
monarquía, que ofrece expresamente conservar y proteger la santa religión católica.94 mandó circular otro con motivo de los tratados de Córdoba, con la intención de “conservar
la tranquilidad por medio de los curas” pues, según el arzobispo, “entre el ruido y fes-
Ante la decisión que Fonte asumió de dejar el país en febrero de 1823 y dejar con ello a la tejos públicos no faltaban síntomas de funestos desórdenes. El freno que para contenerlos
Iglesia mexicana sin cabeza, sin su prelado metropolitano, ¿cuál de sus posturas tuvo mayor pudiera prestar la autoridad antigua no existía, y la nueva no estaba cimentada y casi con-
peso, la eclesiástica o la política?, ¿hasta dónde sus facetas de pastor, prelado y funcionario fundida. Solo la eclesiástica continuaba sin alteración”.99
confluyeron o se diluyeron? En la disyuntiva en que se encontró Fonte, de seguir con su
papel de prelado en México o marcharse según sus convicciones políticas, no vaciló. Con la Conclusiones
anulación del Regio Patronato, su presencia en México ya no tenía razón de ser y su regreso
a España era una decisión que consideraba incuestionable. Pedro José de Fonte y Hernández Miravete fue el último arzobispo peninsular de la Nueva
España, pero no es acertado afirmar que ocupó el cargo de primer arzobispo del México in-
Mis diocesanos por otra parte reclaman la asistencia espiritual que por mi ministerio debe dár-
dependiente. Si bien las “alianzas inclusivas” contempladas en los tratados de Córdoba vatici-
seles, alegando, para que no la rehúse, la consideración que me han guardado. Yo, SR. Escmo.
Quisiera acertar; pero ignoro el medio. Fuera un ingrato si dejase de confesar el respeto que naban un papel crucial de Fonte en la transición, la reprobación de las Cortes españolas y de
debo a mis ovejas, y el amor pastoral que sinceramente les profeso, sin exceptuar a las que han Fernando VII dio pauta de acción a quien, bajo la jurisdicción imperial, debía continuar sien-
seguido el partido independiente, ni a su mismo caudillo; pero al comparar esta obligación que
do el arzobispo de México. Un posible estatus de iure para el imperio pasó a ser una aspiración
me impone la sociedad religiosa, con la que primeramente contraje en la política, no descubro
para conducirme rectamente otra senda que la expresada arriba.95 de reconocimiento a la que Fonte jamás accedería, ello a la luz de su actuación en la consuma-
ción. Fonte no simpatizó con la Independencia ni coronó a Iturbide, pero el trasfondo de esas
decisiones es multicausal. Una mezcla de su trayectoria previa en la alta jerarquía de la Iglesia
92 Menciones como esta aparecen en varios pasajes de la Representación, que de momento estaría por demás citar. FONTE,
Representación, 24 septiembre 1821, p. 17. 96 PÉREZ MEMEN, El episcopado, 2011, pp. 194-197.
93 FONTE, Representación, 24 septiembre 1821, p. 3. 97 FONTE, Memorias, Época 2a (59o), 2014, pp. 176-177.
94 FONTE, Representación, 24 septiembre 1821, pp. 25-26. 98 FONTE, Memorias, Época 2a (71o), 2014, p. 190.
95 FONTE, Representación, 24 septiembre 1821, pp. 18-19. 99 FONTE, Memorias, Época 3a (81o), 2014, p. 202.
140 Pedro José de Fonte, arzobispo de México, y la consumación de la Independencia, 1815-1823 141
en la Nueva España, su papel de rechazo constante a los movimientos de insurgencia y sus REFERENCIAS
intereses de trascender en la carrera eclesiástica siempre de la mano de prebendas otorgadas
por la Corona. Anna, Timothy, El imperio de Iturbide, Ciudad de México, Editorial Patria, 1990.
Sin embargo, también es preciso mencionar que la fidelidad de Fonte al rey era profun- Alcalá Alvarado, Alfonso, “El Patronato, una cuestión vital para la libertad de la
damente simbólica; incluso resulta más exacto referirse a ella como una “lealtad a la Corona”. Iglesia Mexicana (1821-1845)”, en Casas García (comp.), Iglesia y los centenarios de la Inde-
Fernando VII estuvo ausente entre 1808 y 1814, incluso, después de su retorno, el levanta- pendencia y la Revolución, Ciudad de México, CEM, IMDOSOC, 2012, pp. 146-159.
miento de Rafael del Riego, en 1820, limitó las potestades regias al reinstaurar la Constitución Birrichaga, Diana, “La guerra de Independencia y la religiosidad popular, 1808-1822”,
de Cádiz. En ese mar de cambios e indefiniciones, Fonte debía sustentarse en el poder real, en Gonzalbo Aizpuru y Lira González (coords.), México, 1808-1821. Las ideas y los hombres,
pues de él provenían los casi 300 años del ordenamiento eclesiástico de las Indias. En esa lógica, Ciudad de México, El Colegio de México, 2014, pp. 297-326.
si el regio patronato se disolvía, Fonte podía obtener dividendos de su fidelidad, accediendo a Bravo Rubio, Berenise y Marco Antonio Pérez Iturbe, Una Iglesia en busca de su inde-
otros cargos. Mientras tanto, las acometidas independentistas del primer imperio (1821-1823) pendencia: el clero secular del arzobispado de México, 1803-1822, tesis de licenciatura en His-
y la primera república federal (1824-1835) no solo tendrían que lidiar con la reconstrucción de toria, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, marzo 2010.
la otrora Nueva España, también se enfrentaron con amenazas de la Santa Alianza y la propia Breña, Roberto, “Algunas cuestiones historiográficas relevantes para el estudio de las
Corona española. revoluciones hispánicas y del proceso emancipador novohispano”, en Gonzalbo Aizpuro y
Sin tener en cuenta lo anterior, podríamos omitir una de las principales acciones de Lira González (coords.), México, 1808-1821. Las ideas y los hombres, Ciudad de México, El
Fonte durante la consumación de la Independencia; una que nos permite entender el papel Colegio de México, 2014, pp. 107-131.
que jugó contra la misma. Lo más trascendental de Fonte en tiempos de la declaración de Connaughton, Brian, “El ocaso del proyecto de “Nación católica”. Patronato vir-
Independencia fue mantenerse de facto en la silla arzobispal, reforzando con ello la versión tual, préstamos y presiones regionales, 1821-1856”, en Connaughton, Entre la voz de
española contra las emancipaciones. Aunque Fonte regresó a España en febrero de 1823, Dios y el llamado de la patria. Religión, identidad y ciudadanía en México, siglo XIX, Ciudad
desde allá continuó firmando como arzobispo de México, heredando un futuro incierto para de México, Universidad Autónoma Metropolitana/Fondo de Cultura Económica, 2010,
las relaciones entre la Santa Sede y las nuevas repúblicas hispanoamericanas. En octubre pp. 171-202.
de 1824, cuando se promulgó la Constitución mexicana de 1824, Fonte se encontraba en la ________, “Modernización, religión e Iglesia en México (1810-1910): vida de rasga-
corte de Fernando VII, sosteniendo el cargo de cabeza de la Iglesia mexicana. duras y reconstituciones”, en Pani (coord.), Nación, Constitución y Reforma, Ciudad de
México, CIDE/Fondo de Cultura Económica, CONACULTA/INERHRM/Fundación Cul-
tural de la Ciudad de México, 2010.
________, “La prensa extranjera y la nueva sensibilidad religiosa mexicana, 1808-
1827”, en Gonzalbo Aizpuru y Lira González (comps.), México, 1808-1821, 2014, pp. 231-
273.
Cuevas, Mariano, Historia de la Iglesia en México, t. V, 1700-1800, Ciudad de México,
Editorial Patria, 1947.
________, Historia de la Iglesia en México, t. II, Ciudad de México, Porrúa, 1992.
Farriss, Nancy M., La Corona y el clero en el México colonial 1579-1821. La crisis del
privilegio eclesiástico, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1995.
Fonte, Pedro José de, Representación del Ilustrísimo señor arzobispo de México, con-
cerniente a algunos sucesos anteriores a la Independencia proclamada en aquella capital, La
Habana, impreso por Campe en la oficina Liberal, 1822.
142 Pedro José de Fonte, arzobispo de México, y la consumación de la Independencia, 1815-1823 143
Fonte, Pedro José de, Memorias, en Luis Navarro García, El arzobispo Fonte y la Inde- Ibarra González, Ana Carolina, “La Iglesia católica y el movimiento insurgente: el
pendencia de México, Sevilla, Universidad de Sevilla, Secretariado de Publicaciones de la caso del cabildo catedra de Antequera de Oaxaca”, en Ramos Medina (comp.), en Memorias
Universidad de Sevilla, 2014, pp. 131-269. del I Coloquio Historia de la Iglesia en el siglo XIX, Ciudad de México, El Colegio de México/
García Cantú, Gastón, “Introducción”, en García Cantú, Lecturas Universitarias 33. El Colegio de Michoacán/Instituto Mora/Universidad Autónoma Metropolitana/Centro de
Antología. El pensamiento de la reacción mexicana, Ciudad de México, Universidad Nacional Estudios de Historia de México CONDUMEX, 1998, pp. 47-71.
Autónoma de México, 1986 (a), pp. 27-30. ________, “Excluidos pero fieles. La respuesta de los insurgentes frente a las sanciones
________, “Edicto de Manuel Abad y Queipo”, en García Cantú, Lecturas Universita- de la Iglesia, 1810– 1817”, en Signos Históricos, núm. 7, 2002, pp. 53-86.
rias 33. Antología. El pensamiento de la reacción mexicana, Ciudad de México, Universidad ________, “La justicia de la causa”: razón y retórica del clero insurgente de la
Nacional Autónoma de México, 1986 (b), pp. 27-35. Nueva España” en Ibarra, El clero de la Nueva España durante el proceso de Indepen-
________, “Edicto de Francisco Lizana y Baumont”, en García Cantú, Lecturas Universi- dencia, 1808-1821, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México,
tarias 33. Antología. El pensamiento de la reacción mexicana, Ciudad de México, Universidad 2010(a).
Nacional Autónoma de México, 1986 (c), pp. 53- 58. ________, “Los castigos y los argumentos”, en Ibarra, El clero de la Nueva España durante
________, “Manifiesto de Manuel Ignacio González del Campillo”, en García Cantú, el proceso de Independencia, 1808-1821, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma
Lecturas Universitarias 33. Antología. El pensamiento de la reacción mexicana, Ciudad de de México, 2010(b).
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986 (d), pp. 59-79. ________, “De garantías, libertades y privilegios. El clero frente a la consumación de
Gómez Álvarez, Cristina, El alto clero poblano y la revolución de Independencia, 1808- la Independencia”, en Casas García (comp.), Iglesia y los centenarios de la Independencia y la
1821, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México/Benemérita Univer- Revolución, Ciudad de México, CEM/IMDOSOC, 2012, pp. 134-145.
sidad Autónoma de Puebla, 1997. Iglesia católica, Carta pastoral que a continuación de otra del Santísimo Padre, el Señor
________, “La Iglesia poblana. Del regalismo al ultramontanismo”, en José Antonio Pío VII. Dirige a sus diocesanos el arzobispo de México, México, impresa en la oficina de D.
Serrano Ortega (coord.), El sexenio absolutista, los últimos años insurgentes. Nueva España Alexandro Valdés, año de 1816.
(1814-1820), Zamora, El Colegio de Michoacán, 2014, pp. 55-76. Jiménez Codinach, Guadalupe, “Y se hicieron de razones…” Guerra y vida cotidiana en
Gómez Álvarez, Cristina y Ana Carolina Ibarra, “El clero novohispano y la Indepen- Nueva España, 1808-1821. Una reflexión”, en Casas García (comp.), Iglesia y los centenarios
dencia mexicana: convergencias y divergencias”, en Matute, Trejo y Connaughton (coords.), de la Independencia y la Revolución, Ciudad de México, CEM/IMDOSOC, 2012, pp. 19-31.
Estado, Iglesia y sociedad en México. Siglo XIX, Ciudad de México, Universidad Nacional Landavazo, Marco Antonio, “Los eclesiásticos y la retórica de la violencia en la Inde-
Autónoma de México, Miguel Ángel Porrúa, 1995, pp. 137-173. pendencia de México”, en Independencia e Iglesia. II y III Jornadas Académicas promovidas
Gonzalbo Aizpuru, Pilar, “El dilema del buen pastor”, en Pilar Gonzalbo y Andrés por la Conferencia del Episcopado Mexicano, 2009-2010, Ciudad de México, CEM/IMDOSOC,
Lira González (coords.), México, 1808-1821. Las ideas y los hombres, Ciudad de México, El 2012, pp. 69-75.
Colegio de México, 2014, pp. 275-295. Mc Farlane, Anthony, “La caída de la monarquía española y la Independencia hispa-
González M., José Luis, “El obispado de Oaxaca y la vicaría castrense del ejército ame- noamericana”, en Palacios (coord.), Las independencias hispanoamericanas, 2009, pp. 31-60.
ricano: (1811-1813)”, en Matute, Trejo y Connaughton (coords.), Estado, Iglesia y Sociedad Palacios, Marco (coord.), Las independencias hispanoamericanas. Interpretaciones 200
en México. Siglo XIX, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México/ años después, Bogotá, Grupo Editorial Norma, 2009.
Miguel Ángel Porrúa, 1995, pp. 115-135. Pérez Memen, Fernando, El episcopado y la Independencia de México (1810-1836),
Guzmán Pérez, Moisés, “La Iglesia michoacana en la encrucijada de la Indepen- Ciudad de México, El Colegio de México, 2011.
dencia”, en Independencia e Iglesia. II y III Jornadas Académicas promovidas por la Confe- Pietschmann, Horts, “Antecedentes políticos de México, 1808: Estado territorial,
rencia del Episcopado Mexicano, 2009-2010, Ciudad de México, CEM/IMDOSOC, 2012, Estado novohispano, crisis política y desorganización constitucional”, en Gonzalbo Aizpuru
pp. 108-118. y Lira González (coords.), México, 1808-1821, 2014, pp. 23-70.
144 Pedro José de Fonte, arzobispo de México, y la consumación de la Independencia, 1815-1823 145
Taylor, William B., Ministros de lo sagrado. Sacerdotes y feligreses en el México del siglo
XVIII, t. II, Ciudad de México, El Colegio de México/Secretaría de Gobernación/El Colegio
de Michoacán, 1999.
Traslosheros Hernández, Jorge E., “Religión y justicia. La relación entre la potestad
eclesiástica y la secular en el ciclo barroco de la Nueva España. Una tipología ideal”, en
Religiones y sociedad. Expediente, publicación de la Subsecretaría de Asuntos Religiosos de Tercera parte
la Secretaría de Gobernación, núm. 9, mayo-agosto, Ciudad de México, 2000, pp. 48-53.
Vilar, Juan Bautista, “Los orígenes de la prensa cubana. Un intento de aproximación y aná-
lisis (1764-1833)”, en Revista Complutense de Historia de América, núm. 22, 1996, pp. 337-345.
Zárate, Julio, “La guerra de Independencia”, en Vicente Riva Palacio (ed.), México a
través de los siglos, t. III, Ciudad de México, Espasa y Compañía/J. Ballescá y Compañía, 1886.
Escenarios y actores sociales
146 Pedro José de Fonte, arzobispo de México, y la consumación de la Independencia, 1815-1823 147
Esclavizados durante la Independencia
y la abolición de la esclavitud
en Córdoba1
1 El uso de la palabra esclavizados se relaciona con una postura de análisis que subraya que la esclavitud no fue una condición
natural, como se pensaba en el periodo virreinal, sino una condición impuesta que respondió a relaciones de dominación. Ocurre
una situación similar con el uso de los conceptos afrodescendientes y afronovohispanos que refieren a la ancestralidad de las
personas y a procesos históricos diaspóricos, en lugar de las categorías coloniales racializantes como “negro/a”, “mulato/a”,
“pardo/a”, etcétera, que se utilizarán de modo entrecomillado.
Este capítulo es producto de mi investigación doctoral (en proceso) realizada en el Instituto Mora con apoyo del Conacyt.
Agradezco el apoyo del personal del Archivo Histórico Municipal de Córdoba y del Archivo Histórico Municipal de Orizaba.
2 Jaime del Arenal afirma que el plan de Iguala fue el primer documento que resolvió la situación jurídica de los esclavos, sostiene
que para algunos políticos de la época, el artículo 12 abolió de manera implícita la esclavitud en el impero al señalar que “todos los
habitantes del Imperio Mexicano, sin otra distinción que su mérito y virtudes son ciudadanos para optar cualquier empleo”. De ahí que
para el autor, el documento no decretó la prohibición de la esclavitud, pero la suponía. ARENAL, “La utopía”, 1994, pp. 12-13.
148 149
de las insurrecciones y fugas durante el periodo virreinal. En la tercera parte se estudia a la Rica de la Veracruz contó con la autorización para ingresar personas esclavizadas desde los
población esclavizada cordobesa en el siglo XIX, así como las prácticas subversivas para ob- inicios del tráfico trasatlántico, de ahí que tanto en la ciudad como en sus alrededores se
tener justicia y libertad. Después, se explica el abolicionismo insurgente y la participación asentaran africanas y africanos desde épocas tempranas.9 Las investigaciones de Antonio
de las poblaciones esclavizadas en la región durante los años de guerra por la emancipación García de León, Juan Manuel de la Serna, Álvaro Alcántara y Marco Antonio Pérez Jiménez,
para, finalmente, observar la manera en que se trató el tema de la esclavitud en el México por citar trabajos contemporáneos, han mostrado que dichas personas se desenvolvieron
independiente y las tensiones que causó en la villa.3 en diversos escenarios, no todos ellos de opresión, que les proporcionaron una importante
movilidad espacial y social. De modo que, además de desempeñar trabajos forzados en el
La población esclavizada de ascendencia africana en Córdoba puerto y tareas relacionadas con servicios domésticos, también fueron vaqueros, arrieros,
agricultores, participaron en actividades comerciales y en el traslado de mercancías del
Por un lado, la llegada de personas de origen o con ascendencia africana a la Nueva España puerto hacia el interior del virreinato.10
se remonta a los primeros años de Conquista, aunque el auge de su comercialización ocu- La historia de Córdoba ha estado estrechamente vinculada a dicho grupo.11 Como es
rrió entre 1580 a 1650.4 Existe una abundante bibliografía sobre los orígenes de la esclavi- sabido, la villa fue fundada por iniciativa de vecinos de Huatusco debido a los constantes
tud, gracias a la cual sabemos que una de las consecuencias del descenso demográfico de las asaltos atribuidos a la población “cimarrona y otras gentes de mal vivir” que “merodeaba”
poblaciones indígenas en el siglo XVI, causado por las epidemias y los abusos en su contra, en la zona.12 El propósito era que los habitantes de la villa contribuyeran con la vigilancia
fue la falta de mano de obra.5 Por otro lado, el rey Carlos I de España reconoció la huma- de los caminos, que ayudaran a apaciguar la región y que sirviera de lugar de descanso
nidad de “los indios”, los declaró vasallos y prohibió su esclavización a través de las Leyes para viajeros y comerciantes que transitaban hacia el interior del reino. El virrey Diego
Nuevas de 1542. Ante estas circunstancias se decidió comercializar a cientos de miles de Fernández de Córdoba envió una delegación para evaluar las condiciones del terreno y
personas africanas en la Nueva España y en los territorios americanos para trabajar de ma- concedió la licencia para su fundación, lo cual ocurrió en 1618.13
nera forzada.6 Las ideas que justificaron su esclavización y la de sus descendientes variaron Los primeros habitantes de la villa de Córdoba impulsaron el cultivo de caña de
a lo largo del periodo, aunque existe consenso en que estuvieron vinculadas a los intereses azúcar, que fue autorizado por las autoridades virreinales a particulares desde 1640.
económicos de las empresas coloniales. 7
Enrique Herrera Moreno sostiene que la primera hacienda cañera fue la de Guadalupe,
La población de origen africano que habitó el actual estado de Veracruz desde su fundación establecida en 1642 por iniciativa del alcalde ordinario don Juan García Valero, y en
ha sido una de las más estudiadas por historiadores y antropólogos debido al elevado número ella fue empleada mano de obra esclava.14 Los estudios pioneros de Adriana Naveda
de personas que arribó a su puerto y a la importancia económica y política de la ciudad.8 La Villa demuestran que las haciendas azucareras se conformaron como un sistema productivo
sólido basado en trabajo forzado a finales del siglo XVII y durante la primera mitad del
3 Es necesario advertir que aunque la historiografía se ha enfocado en el estudio de la población esclavizada de las haciendas XVIII.15 De ahí que una de las características de esta región, a diferencia de otras zonas
azucareras, los afrodescendientes libres cordobeses desarrollaron importantes actividades durante el periodo virreinal. En mi
investigación doctoral (en proceso) se analizan las negociaciones, resistencias y adaptaciones tanto del sector esclavizado como de la América hispana, fue el desarrollo tardío de la esclavitud.
de los libres de ascendencia africana.
4 RESTALL, “Conquistadores”, 2005.
5 AGUIRRE, La población negra, 1989; VILA, Hispanoamérica, 1977; SERNA, “Periodos”, 2004.
6 La esclavización y venta de personas africanas nació a principios del siglo XV en Europa tras las expediciones portuguesas por
las costas occidentales africanas en busca de nuevas rutas al oriente. Luego del traslado de africanas y africanos a las islas del 9 Acapulco también gozó de la preeminencia y recibió mercancías y personas esclavizadas procedentes de Filipinas en el Galeón
Caribe procedentes de la Península y de las factorías portuguesas, fue necesario justificar su comercio más allá de la empresa de China. AGUIRRE, La población, 1989, p. 49.
colonial. De ahí que retomaran los postulados aristotélicos sobre la desigualdad natural entre las “razas humanas”. HANKE, El 10 GARCÍA DE LEÓN, Tierra, 2011; SERNA, “Indios”, 2005; ALCÁNTARA, “Elites”, 2007; PÉREZ, La población, 2019.
prejuicio racial, 1974, pp. 60-64. 11 AGUIRRE, “Nyanga”, 1988; CORRO, Los cimarrones, 1951; NAVEDA, “La Lucha”, 1979; NAVEDA, Esclavos, 1987; NAVEDA,
7 Desde el punto de vista teológico y jurídico las justificaciones no fueron tan claras. María Elisa Velázquez señala que, si bien “Esclavitud”, 1988; NAVEDA, “Mecanismos”, 1993; NAVEDA, “De San Lorenzo”, 2001; NAVEDA, “San Lorenzo Cerralvo”, 2012;
no se puso en tela de juicio la esclavitud, y en especial la de las poblaciones africanas y la de sus descendientes, hubo debates WINFIELD, “La sublevación”, 1984; WINFIELD, “La vida”, 1988; WINFIELD, Los cimarrones, 1992; CRUZ, Identidad, 1989; CRUZ, La
teológicos y jurídicos al respecto en los siglos XVI y XVII. En sus orígenes, la esclavitud no se basaba en una idea de “raza”, fue cultura, 1991; NGOU-MVÉ, “El cimarronaje”, 1997; NGOU-MVÉ, “Los orígenes”, 1999; NGOU-MVÉ, Lucha, 2019 [2007]; MACEDA,
hasta mediados del siglo XVIII que esta se empezó a relacionar con un conjunto de rasgos físicos, con la cultura, la historia y las Yanga, 2008; MELÉNDEZ, Negro, 2009; QUINTANA, “Negritud”, 2015; DÍAZ y GARCÍA, “Esclavos/as”, 2017.
tradiciones de un grupo determinado. VELÁZQUEZ, “Esclavitud, raza”, 2019, pp. 91-94. 12 AHMC, vol. 53, ff. 191-191v.
8 Hasta el momento, se estima que fueron trasladadas de manera forzada a la Nueva España 250 000 personas de origen africano, 13 “Título de la fundación de la Villa de Córdoba”, Crónicas, 2017.
procedentes principalmente de Senegambia, Guinea, Angola Mozambique y Congo, aunque la cifra sigue siendo debatible, 14 HERRERA, El cantón, 1952, pp. 107-108.
debido a la imposibilidad de contabilizar las entradas mediante el contrabando y los fallecimientos durante los traslados. Juan 15 Córdoba tuvo la capacidad de abastecer los mercados regionales de Puebla, Veracruz, Oaxaca, Xalapa y de manera esporádica
Manuel de la Serna realiza una síntesis de los debates cuantitativos al respeto en SERNA, “Periodos”, 2004. los de Guatemala. NAVEDA, Esclavos, 1987, pp. 21-22.
Universidad Veracruzana
E ntre los abundantes productos de revisión histórica, que vieron la luz en el año de la
conmemoración del bicentenario de la Independencia, destacó un aspecto por lo gene-
ral olvidado que adquirió una nueva relevancia: la participación femenina en los aconteci-
mientos políticos y, sobre todo, los específicamente bélicos. Con el paso del tiempo, una vez
más el tema ha caído en el olvido. Es por ello que me lleno de entusiasmo al recuperar en
este trabajo algunos hechos de las mujeres que participaron en el movimiento insurgente.
A diferencia de las mujeres que se involucraron en los hechos revolucionarios, aquellas que
lo hicieron en la guerra de Independencia no han gozado del interés continuo de los y las
historiadoras.
Si algo dejó el festejo del bicentenario fue una revisión detallada de los procesos sociales,
políticos y culturales de la guerra de la Independencia de México. La producción bibliográ-
fica y documental en torno a estos temas fue muy abundante, tanto desde el punto de vista
solo histórico-académico como del literario y hasta del cinematográfico. Los primeros en
rememorarse fueron los grandes héroes de bronce. Salieron a la luz nuevas y renovadas
ediciones de biografías y novelas históricas de Morelos, Hidalgo, Vicente Guerrero y Xavier
Mina, junto a otros personajes menos conocidos, como Mariano Matamoros, quienes a tra-
vés de estos acercamientos fueron vistos y revistos desde diversos aspectos.2
1 Algunas partes de este trabajo fueron publicadas en el artículo “Las mujeres en la guerra de Independencia desde la historia y
desde la literatura”, en la revista Forum for Inter American Research, diciembre de 2012.
2 Sería largo enumerar aquí la producción bibliográfica sobre estos personajes. Me limito a mencionar la novela sobre Mariano
Matamoros de la autora Silvia Molina.
170 171
Los grupos subalternos y héroes anónimos también ocuparon un lugar en estas revi- de “madre de la patria” a quien en estos 200 años no hemos visto de frente,12 permanecen des-
siones bicentenarias.3 No puede negarse que su participación es fundamental en cualquier conocidas en muchos aspectos, cubiertas por su impenetrable capa broncínea que solo permite
movimiento de estas características y, sin embargo, su aparición en los estudios académicos la loa, pero no el análisis.
ha sido bastante marginal. Todos los mexicanos conocemos a doña Josefa Ortiz, corregidora de Querétaro, quien
Dentro de esa categoría se encuentran las mujeres. Entre 2008 y 2010 surgieron algunos con tres golpes de tacón salvó la patria en ciernes. Sin embargo, no existe un acercamiento
acercamientos académicos desde la historia en torno a las mujeres insurgentes.4 Uno de académico serio sobre esta dama. Solo se ha publicado, en ese sentido, el voluminoso y
ellos fue el de María José Garrido Asperó, “Entre hombres te veas. Las mujeres de Pénjamo muy detallado estudio de Gabriel Agraz García de Alba, Los Corregidores y el inicio de la
y la revolución de Independencia”;5 otro fue el ensayo de la autoría de Rosío Córdova Plaza, Independencia, de 1992.13
“Las mujeres en la guerra civil de 1810”.6 Estos dos trabajos analizan la posición guardada Existen sobre ella algunas biografías producto de la pluma de insignes autores de los siglos
por las mujeres –célebres o no– en los años de la guerra, además de las representaciones que XIX y XX, quienes intentaron el rescate heroico y romántico de esta figura (como de otras
se hicieron acerca de ellas. Fernanda Núñez escribió sobre una de las mujeres en la región heroínas del mismo periodo), por desgracia poco fincadas en los hechos y los documentos y
de Orizaba –Josefa Martínez, de quien hablaré más adelante– que fue presa por seguir los más en la imaginación, sin llegar a tener méritos propiamente literarios. Me refiero a las obras
pasos de su marido en el movimiento, en “Por portar pantalones”. 7
y autores como: Noticias biográficas de Insurgentes mexicanas, de José Joaquín Fernández de
Rosa María Spinoso estudió las representaciones femeninas de las heroínas insurgentes Lizardi (1825); Ilustres mujeres americanas, de autor anónimo (1825); los impresos El cardillo
en la prensa en 1828 en su trabajo “Las mujeres, la Independencia y la prensa en 1828”. 8
de las mujeres (1827) y Panorama de las señoritas (1842). Cincuenta años más tarde, ya cerca
Bertha Trujillo y Jorge Gómez Naredo trataron los casos de las mujeres infidentes en varias del fin de siglo, Francisco Sosa publicaría Biografías de mexicanas distinguidas (1884); en La
poblaciones de la Nueva Galicia. 9
Patria Ilustrada, Jacobo María Sánchez de la Barquera retomaría el tema (1894); Luis González
Dos casos ejemplares son las páginas electrónicas consagradas a las mujeres de la Inde- Obregón dio a la estampa por esos mismos años Las heroínas de la Independencia.
pendencia. Una de ellas es el blog de Benjamín Arredondo, Cabezas de Águila, 10
que ha Ya en el siglo XX, en vísperas de la celebración del centenario de la Independencia,
seguido actualizándose hasta hoy y consigna datos de 57 mujeres insurgentes; la otra es algunos autores retomaron la tarea de recordar a héroes y heroínas de la gesta insur-
el ambicioso proyecto internacional Gendering Latin America Independence: Women’s gente. Entre ellos: Alejandro Villaseñor y Villaseñor, quien incluyó a varias de estas
Political Culture and the Textual Construction of Gender 1790-1850, dirigido por Iona McIntire, mujeres en sus Biografías de los héroes y caudillos de la Independencia (1910) y Laureana
Claire Brewster, Catherine Davies, Hillary Owen y Charlotte Lidel, consagrado, como su nombre lo Wright de Kleinhans, quien escribió Mujeres notables mexicanas (1910). Resulta digna
indica, a recuperar los hechos de las mujeres en los movimientos insurgentes de América Latina.11 de mención la labor de Genaro García, quien rescató documentos imprescindibles para
A pesar de este interés por la participación de las mujeres durante los años de guerra por la el estudio de estas mujeres, mismos que fueron luego reproducidos en facsimilar.14
Independencia, esta no es muy conocida. Incluso las heroínas, como doña Josefa Ortiz, especie En las décadas posteriores el interés por las vidas de algunas participantes de la Inde-
pendencia se conservó. Carlos Hernández escribió Mujeres célebres de México (1918);
3 MARTÍNEZ CASTELLANOS, “La defensa del cuerpo prestado”, t. IV, 2010, pp. 29-66. Otro ejemplo importante es el libro Luis Rubio Siliceo es el autor de Mujeres célebres de la Independencia de México (1929)15 y
coordinado por CASTRO y TERRAZAS, Disidencia y disidentes, 2003. Además, valen la pena otros trabajos posteriores de la
autoría de estudiosos de la tercera raíz y la participación de los negros y pardos en el movimiento insurgente.
4 Entre 2010 y 2015 no hubo muchos nuevos acercamientos, por lo menos no han sido de mi conocimiento. Uno de estos es el
de BAENA, “Las mujeres ante la Independencia de México”, 2012, pp. 115-136. Por el contrario, han proliferado las páginas en 12 Gracias a Elissa Rashkin tuve conocimiento en 2009 de una imagen que se pensó era de doña Josefa Ortiz, que no era la
internet que se ocupan del papel de las mujeres en la Independencia de México. tradicional de perfil conocida hasta ahora, sino una pintura que la mostraba de frente, de unos 40 años, y con los rasgos y la
5 CASTRO y TERRAZAS (eds.), Disidencia y disidentes, 2003, pp. 169-189. expresión mucho más suaves de lo que habíamos visto hasta ahora. Esta imagen se encuentra en el Archivo Histórico de Querétaro,
6 ORTIZ ESCAMILLA (coord.), Derechos del hombre en México, 2009. aunque muchos años estuvo en poder de la familia Rivera Riveroll de la Ciudad de México. La información y la imagen aparecieron
7 Ponencia presentada en el V Congreso Internacional de la América Hispánica, hasta ahora inédita. en El Diario de Xalapa el 14 de septiembre de 2009, en la página 3B de la sección nacional. Sin embargo, posteriormente se ha
8 TERÁN y GAYOL (eds.), La Corona Rota, 2010, pp. 283-294. comentado que la imagen pertenece a Leona Vicario, lo cual parece mucho más factible dadas las características del atuendo de
9 GÓMEZ NAREDO, “De insurgencia, dominación y resistencia”, pp. 29-67; TRUJILLO, “Ni socias, ni adictas a la insurrección”, pp. la mujer (un vestido cerrado con botones y sin cuello, más cercano a la moda de los años de la década de 1840 que la de finales
93-116; ambos en CAMACHO y PALACIO (coords.), Cultura y sociedad emergente durante el proceso de Independencia, t. IV, de la década de 1820, cuando doña Josefa murió) y el hecho de que la imagen se encontraba en poder de los descendientes de
2010. Otro artículo sobre el mismo tema es Trujillo, “Una lectura a los juicios contra mujeres infidentes”, 1996, pp. 60-75. Leona Vicario, los Rivera Riveroll.
10 “Mujeres de la Independencia” [en línea], en Cabezas de Águila, s. f., http://cabezasdeaguila.blogspot.com/2010/04/mujeres- 13 Edición de autor.
en-la-indepen-dencia-su30.html 14 GARCÍA, Documentos Históricos Mexicanos, t. V, 1985.
11 NOTTINGHAM, https://www.nottingham.ac.uk/genderlatam/ 15 RUBIO SILICEO, Mujeres célebres de la Independencia, 1929.
38 Para una historia de Los Guadalupes, referencia obligada es el libro de GUEDEA, En busca de un gobierno alterno, 1992.
36 Excepto doña Josefa Ortiz, de quien se dice que era descendiente de una “morisca”, es decir, mezcla de española y mulato. 39 La guerra sagrada de Independencia, 2001.
37 GONZÁLEZ OBREGÓN, Las heroínas de la Independencia, 1900. 40 Esta historia es narrada por González Obregón, Las heroínas de la Independencia, 1900.
El Colegio de Veracruz
D ebido al descubrimiento de América en 1492 por parte de Colón, la Corona española se apro-
pió a la fuerza de grandes extensiones territoriales de lo que hoy conocemos como Estados
Unidos hasta Sudamérica. Estas acciones de explotación le permitieron obtener enormes cantida-
des de metales preciosos y otros recursos naturales. La forma en que se gobernaron estos vastos
territorios fue a través de la figura del virreinato, y entre los diversos que existieron sobresale, por
su posición geográfica, el de la Nueva España. Situado a la mitad del hemisferio americano y cuyo
puerto más importante, Veracruz, sirvió de puente hacia Europa en el comercio de mercancías,
materias primas, migrantes, y fue el baluarte más significativo en cuanto a la defensa se refiere. Ve-
racruz, el puerto más antiguo de lo que ahora es México, fue fundado por Hernán Cortes, y desde
entonces se convirtió en el principal puerto de arribo de inmigrantes durante el periodo colonial.1
El objetivo de este capítulo es analizar la relevancia que tuvieron los puertos de Vera-
cruz durante el proceso de Independencia de México, en correspondencia al bicentenario
de los 200 años de los tratados de Córdoba.
Tres eran las principales rutas marítimas que se interconectaban con la Nueva España y
que caracterizaron el comercio ultramarino entre los siglos XVI y XVIII: la primera, la
flota del Mar del Sur, iniciaba en los puertos de Nueva Granada en el mar de las Antillas
menores y atravesaba el istmo de Panamá, entre los puertos de Portobelo (en el Caribe) y
Panamá, y continuaba su destino por el Pacífico hacia los puertos del virreinato del Perú
188 189
y la audiencia de Chile. La segunda, la Flota a Manila, consistía en un convoy de galeones a San Juan de Ulúa. Ya desde el 5 de noviembre de 1822 se había prohibido la exportación de
Manila, llamada “Carrera a Manila” (un sistema de flotas integrada por 30 galeones mer- capitales y frutos hacia España, restricción que se prolongó hasta el 27 de agosto de 1836,
cantes, dividida en convoyes capitaneados por un galeón y cuatro buques escolta). Ini- durante las negociaciones previas a la paz.3
ciaba su recorrido de dos meses desde el puerto de Acapulco en la costa del Pacífico de La razón, la importancia estratégica del puerto para España, pues con la extracción de
la Nueva España hacia las Filipinas; estuvo activa de 1565 hasta 1821, fecha en que se metales preciosos y otras materias primas de la Nueva España, la metrópoli española sufra-
consuma la Independencia de México. La tercera era la Flota de la Nueva España, que gaba los pagos de las guerras en Europa.
partía desde los puertos españoles de Sevilla o Cádiz y Barrameda dos veces al año con Tanto a la Corona española como a los dueños de los barcos les convenía mantener
rumbo a Veracruz o a Portobelo (Panamá). abierta la ruta marítima entre el Atlántico americano y las costas europeas para la navega-
Al interior de la Nueva España se construyeron los caminos que a la postre constituirían ción de embarcaciones de guerra y mercantes. En este sentido, se pretendía defender a los
un legado importante del virreinato porque marcaron la pauta para abrir rutas terrestres y convoyes de barcos mercantes de los barcos ingleses y mantener las expediciones de barcos
explorar nuevos territorios, así como realizar conexiones económicas y políticas entre las españoles en el comercio intercolonial (Veracruz, La Habana, Guayaquil, Montevideo y
diversas comunidades que existían. Las tres rutas terrestres internas fueron la de ciudad de Callao) para así seguir obteniendo materias primas y metales preciosos.
México-Acapulco, el Camino Real de la Plata-Tierra Adentro y Veracruz-ciudad de México.
De estas destaca la de Veracruz-ciudad de México, vía Perote o Córdoba, conocido como Embarcaciones de España a Veracruz Embarcaciones de Veracruz a Cádiz
el “Camino de las Ventas”, ya que era donde se realizaban los arribos de virreyes, comer- Año Número Año Número
ciantes, viajeros, correo interoceánico y cultura europea.2 1812 41 1812 8
1813 31 1813 1
Importancia comercial del puerto de Veracruz 1814 20 1814 25
1815 59 1815 22
Del último cuarto del siglo XVIII a las dos primeras décadas del siglo XIX, Veracruz tuvo 1816 34 1816 26
un extraordinario comercio a través del tráfico marítimo. Sin lugar a dudas, era el puerto 1817 48 1817 16
más importante de la Nueva España en cuanto a importación y exportación. Los principales 1818 46 1818 11
productos que se exportaban eran la plata, el oro, la cochinilla de Oaxaca, el índigo de Cen- 1819 37 1819 23
troamérica, la zarzaparrilla y cantidades menores de cacao, vainilla y tabaco. Asimismo, 1820 51 1820 19
llegaban de España vinos, aceites, trigo, manufacturas, utensilios de hierro como el arado, 1821 34 1821 24
ropa, cristal, papel, libros y migrantes, tanto peninsulares como esclavos negros. 1822 34 1822 19
El comercio marítimo entre Veracruz y Cádiz, entre 1808 y 1810, fue notable, pero des- 1823 5 1823 8
igual entre peninsulares y criollos, comerciantes del consulado veracruzano. No obstante, Fuente: TRUJILLO BOLIO, El puerto de Cádiz y el Atlántico, 2005, p. 213.
después de este año, cuando comenzó la insurrección armada, cabe decir que no hubo una
disminución importante en el comercio bilateral sino hasta 1823. El 15 de diciembre de Gracias al desarrollo del puerto de Veracruz prosperaron comarcas al interior de la pro-
1821, las autoridades del México independiente permitieron la libre entrada de los buques vincia, como Xalapa, Orizaba y Córdoba. Empero, cabe decir que durante el periodo colonial el
y mercancías de las naciones. Sin embargo, el 8 de octubre de 1823, se restringió el paso a desarrollo marítimo local no fue incentivado, ya que España no solo tenía el monopolio comer-
embarcaciones españolas, debido a las hostilidades que causaban las tropas apostadas en cial con sus colonias, sino que les impedía construir una flota, además, la economía de la Nueva
España estaba sustentada en la agricultura, la minería, la ganadería y las manufacturas.
2 MUÑOZ ESPEJO, “El camino Real de Veracruz-México”, 2006. Cabe destacar que los primeros en trazar estas rutas o caminos
a México-Tenochtitlan fueron las comunidades tributarias localizadas en el golfo de México, representadas en los códices por el
“tameme”, el cargador que llevaba a cuestas los costales de fibras naturales para las mercancías o la mensajería. 3 MANERO, Noticias históricas sobre el comercio exterior, 1879.
Cabe resaltar que no existía como tal una armada mexicana capaz de resistir los diversos blo- Adquisición de barcos para la armada mexicana
queos que se presentaron sobre todo entre 1821 y 1825, debido al control que tenía la marina
española en San Juan de Ulúa con los barcos Fama y Unión. Los bloqueos comenzaron en agos- Una vez consumada la Independencia, el nuevo gobierno convino la adquisición de barcos
to de 1821, con la presencia del buque español Asia. En febrero de 1822, Agustín de Iturbide para hacer frente a los apostados en San Juan de Ulúa. El capitán de navío Eugenio Cortés
estableció la Secretaría del Almirantazgo, institución que estaría a cargo de Francisco de Paula y Azúa se trasladó a Estados Unidos con orden de comprar barcos; sin embargo, por falta
Álvarez como secretario y del licenciado Ignacio Quintana como auditor. A Eugenio Cortés se de dinero solo pudo adquirir dos goletas y 10 balandras cañoneras, mediante el financia-
le asignó la encomienda de ir a Estados Unidos para adquirir una fragata y ocho corbetas, pues miento del estadounidense José Ranich. El capitán Cortés pudo salir de la ciudad de Méxi-
no tenía barcos de guerra. Sin embargo, no solo la nueva administración carecía de barcos para co rumbo a Veracruz para de ahí trasladarse a La Habana, el 27 de enero de 1822, y diri-
defender a la reciente nación, sino que no había gente suficiente para tripularlos. Algunas per- girse a Baltimore. El primer barco adquirido fue la goleta Iguala, que se dirigió a México en
sonas en la costa eran marineros, pero estaban inhabilitados por la Ley de Matrículas. De hecho, abril de 1822 al mando del teniente coronel Juan Davis Bradburn, llevando al capitán Gui-
las mismas autoridades españolas no les permitían que tuvieran algo que ver con barcos de gue- llermo Thompson y a un cónsul enviado por el gobierno estadounidense para reconocer la
rra. Por un lado, era gente que tenía el coraje para embarcarse en un buque de guerra porque Independencia, no solo de México, sino de toda América. El Congreso mexicano informó
sabían de las penurias que se padecían en los barcos de cabotaje pequeños, como el hambre, los el 24 de abril que, el día 17, había arribado al puerto de Alvarado la goleta Iguala, artillada
maltratos y las enfermedades; pero, por el otro, muy pocos deseaban embarcarse en un navío con 12 cañones y enarbolando la bandera tricolor. La segunda embarcación adquirida fue
de guerra y perder la vida en un nuevo conflicto. Por consiguiente, la labor de las nuevas auto- la goleta Anáhuac. El 25 de junio de 1822, la corbeta Nuestra Señora de Guadalupe zarpó de
ridades era reclutar personas que estuvieran aclimatadas a las costas, para crear el batallón de Nueva York hacia Baltimore escoltando a las balandras cañoneras Tampico, Tuxpan, Papa-
Marina y la compañía de artillería de Marina, la cual se establecería en la región de Sotavento. 10
loapan y Tlaxcalteca, las cuales se retrasaron porque las cartas de crédito no fueron recono-
cidas. No obstante, se pudieron adquirir las balandras cañoneras Chalco, Chapala, Orizaba,
9 SOLÍS HERNÁNDEZ, Poder Marítimo, 2006.
10 Conocida como la región “donde azotan los vientos” abarca las poblaciones más antiguas de Veracruz y está conformada
por 12 municipios: Puente Nacional, Úrsulo Galván, Paso de Ovejas, La Antigua, Soledad del Doblado, Manlio Fabio Altamirano,
Veracruz, Cotaxtla, Jamapa, Medellín, Boca del Río y Tlalixcoyan. 11 CARRANZA Y CASTILLO, Y la Independencia se consolidó en el mar, 2009.
206 207
El plan de Iguala y
el archivo personal de Iturbide
El plan de Iguala es un documento jurídico fundacional del Estado mexicano. Para al-
gunos autores se trata de “un camino que inicia en esa ciudad [Iguala] y que culmina
con la entrada del ejército Trigarante a la ciudad de México”;1 es la conclusión legal y
política de la lucha que inició Miguel Hidalgo y que construye políticamente José María
Morelos con una ideología propia, innovadora para su época, y que reconcilia las distin-
tas visiones de libertad, igualdad y propiedad en la Nueva España, la cual se resistía a
ambas condiciones: a ser Nueva y a ser España. El plan de Iguala tiene, como su propia
redacción lo señala, un objetivo pragmático más que una teleología: intenta cerrar la
parte bélica de la Independencia, el derramamiento de sangre y construir una salida po-
lítica que permita conciliar intereses, equilibrar a las partes en conflicto y servir como
el primero de varios pactos de cogobierno entre combatientes ya cansados, pero, ade-
más, ya no tan distantes en sus objetivos y, en ese momento político, más homogéneos
en sus pretensiones, lo que permitía aspirar a un acuerdo de acuerdos que fuese una
vía de salida para deponer las armas. Conseguir, de una vez por todas, que la política
fuera la extensión de esa guerra, pero “por otros medios”.
Los 10 años de batallas constantes agotaron de tal manera a las partes en conflicto,
que aun los peninsulares querían la Independencia, es decir, ambos grupos estaban de
acuerdo, aunque, como señala Josefina Zoraida Vázquez, por “diferentes razones”. Las
altas clases militares y eclesiásticas temían la supresión de sus privilegios por parte de
208 209
los más radicales,2 mientras otros sectores simpatizaban con la idea de una nueva Cons- A ese respecto, Iturbide tenía su propio plan, su propuesta, de la que se asume creador:
titución, o bien coqueteaban con la idea de transformarse en república.3
Formé mi plan conocido como el de Iguala; mío porque sólo yo lo concebí, lo extendí, lo
El plan de Iguala es, entonces, una propuesta del sector realista para terminar con la
publiqué y lo ejecuté. Me propuse hacer independiente a mi patria porque éste era el voto
guerra: “un plan independentista dentro de las filas realistas”.4 Una Independencia pac- general de los americanos, voto fundado en un sentimiento natural y en los principios de
tada, no arrancada. En ese contexto, tanto Agustín de Iturbide como Vicente Guerrero justicia; y voto que se consideró que era medio único de que prosperaran ambas naciones.
Los españoles no han querido convencerse de que su decadencia empezó con la adquisición
tenían claro que solo un acuerdo resolvería la situación, pero que debía venir de las filas
de aquellas colonias: los colonos sí lo estaban de que había llegado el tiempo de emanciparse.
de la Corona. Y tener, básicamente, garantías para ambas partes. Las garantías que se esta- Los políticos dirán, yo no escribo disertaciones.
blecieron en tinta y papel eran en teoría tres, pero encerraban los acuerdos políticos que El plan de Iguala garantiza la religión que heredamos de nuestros mayores. A la casa rei-
nante de España proponía el único medio que le restaba para conservar aquellas dilatadas y
harían posible la pacificación nacional: religión, la cual se conectaba con la permanencia ricas provincias. A los mexicanos concedía la facultad de darse leyes y tener en su territorio
de fueros; unidad, que permitiría fusionar ejércitos, despresurizar conflictos intertropas y el gobierno. A los españoles ofrecía un asilo que no habrían despreciado si hubiesen tenido
previsión. Aseguraba los derechos de igualdad, de propiedad, de libertad, cuyo conocimiento
agravios añejos, e Independencia, que implicaba una refundación del Estado mexicano, del
ya está al alcance de todos y una vez adquirido, no hay quien no haga cuanto está en su poder
poder público y la inclusión social y política de todos los grupos en disputa. para conservarlos o para reintegrarse de ellos.
El plan de Iguala es una muestra del incipiente reparto del poder, el cual inauguró una El plan de Iguala destruía la odiosa diferencia de castas, presentaba a todo extranjero la
más segura y cómoda hospitalidad; dejaba el camino al mérito para llegar a obtener, conci-
nueva etapa, cuya principal característica fue definida por lo que no era: continuar la domina- liaba las opiniones razonables y oponía un valladar impenetrable a las maquinaciones de los
ción peninsular. En realidad, el plan de Iguala es, en esencia, una promesa emancipadora de díscolos.7
España. Como apuntó Enrique Krauze, “los lazos con España no se rompían, sólo se desataban”.5
La materialización de esos contenidos es, en realidad, el cimiento de los tratados de Cór-
El contenido del plan de Iguala y su nexo con los tratados de Córdoba doba. Como el proyecto constitucional de la Isla de León (1809), precursor de la Constitu-
ción de Cádiz (1812), o como la de Bayona, de la que ambas son herederas (1808). En los
Agustín de Iturbide se asumió como el teórico-práctico de la Independencia de México. En tres documentos históricos, constitucionales, emerge el diseño institucional de un Estado
sus Memorias de Liorna, de 1823, señala que: liberal, antecedente que intenta derrumbar la filosofía política predominante.
En ese contexto, el plan de Iguala es el mapa mediante el cual se diseña la cartografía
Los americanos deseaban la Independencia; pero no estaban acordes en el modo de hacerla, ni
jurídica y política del Estado mexicano en el siglo XIX. Que es, debe decirse, del todo
el gobierno que debía adoptarse. En cuanto a lo primero, muchos opinaban que […] debían ser
exterminados los europeos y confiscados sus bienes; los menos sanguinarios se contentaban con opuesto a los postulados prevalecientes, pero, a la vez, condescendiente con las estructuras
echarlos del país, dejando huérfanas a un millón de familias, otros más moderados los excluían de de poder hegemónicas. Es un cambio pactado bajo la consigna del gatopardo: cambiar para
todos los empleos, reduciéndolos al estado en que ellos habían tenido a todos los naturales por tres
que todo siga igual. Con la finalidad de identificar los puntos de coincidencia entre el plan
siglos. En cuanto a lo segundo, monarquía absoluta moderada con la Constitución española, con
otra Constitución de república federal, central, etcétera, cada sistema tenía sus partidarios, los que de Iguala y los tratados de Córdoba, se adjunta un cuadro comparativo de ambos docu-
llenos de entusiasmo se afanaban por establecerlo.6 mentos que permite establecer una aproximación más exacta:
2 El propio José María Morelos se refería en sus escritos en forma radical “a un reino conquistado le es lícito reconquistarse, y a un
reino obediente le es lícito no obedecer a su rey, cuando es gravoso en sus leyes, que se hacen insoportables, como las que de
día en día nos iban recargando en este sitio los malditos gachupines” (Proclama de José María Morelos a los criollos que andan
con las fuerzas realistas; Cuautla, 23 de febrero de 1812).
3 VÁSQUEZ, “De la Independencia a la consolidación republicana”, 2013, pp. 145-148.
4 VÁSQUEZ, “De la Independencia a la consolidación republicana”, 2013, pp. 145-148.
5 KRAUZE, Hidalgo, Morelos, Iturbide y Guerrero, 2010.
6 ITURBIDE, Memorias de Liorna, 1823. 7 ITURBIDE, Memorias de Liorna, 1823.
4. Fernando VII, y en sus casos los de su dinastía o de otra reinante, serán los emperadores, para hallarnos con un monarca ya 3°. Será llamado a reinar en el Imperio Mexicano (previo juramento que designa el artículo 4° del plan), en primer lugar el señor
hecho, y precaver los atentados funestos de la ambición. don Fernando VII, rey de España; y por su renuncia o no admisión, su hermano el infante Carlos; por su renuncia o no admisión,
el infante Francisco de Paula; por su renuncia o no admisión, Carlos Luis, infante de España, antes heredero de Etruria, hoy de
Luca; y por renuncia o no admisión de éste, el que las Cortes del Imperio designen.
5. Habrá una junta, ínterin se reúnen cortes, que hagan efectivo este plan. 6°. Se nombrará inmediatamente, conforme al espíritu del plan de Iguala, una junta compuesta de los primeros hombres del
imperio por sus virtudes, por sus destinos, por sus fortunas, representación y concepto, de aquellos que están designados por la
opinión general, cuyo número sea bastante considerable para que la reunión de luces asegure el acierto en sus determinaciones,
que serán emanaciones de la autoridad y facultades que les concedan los artículos siguientes.
6. Esta se nombrará gubernativa, y se compondrá de los vocales ya propuestos al señor virrey. 7°. La junta de que trata el artículo anterior, se llamará Junta provisional gubernativa.
7. Gobernará en virtud del juramento que tiene prestado al rey, ínterin éste se presenta en México y lo presta, y hasta entonces El contenido de este artículo se vincula con el artículo 3.
se suspenderán todas ulteriores órdenes.
8. Si Fernando VII no se resolviere venir a México, la junta o la regencia mandará a nombre de la nación mientras se resuelve la El contenido de este artículo se vincula con el artículo 3.
testa que debe coronarse.
10. Las cortes resolverán si ha de continuar esta junta, o substituirse una regencia mientras llega el emperador. El contenido de este artículo se vincula con el artículo 6.
12. Instalada la Junta provisional gobernará interinamente conforme a las leyes vigentes en todo lo que no se oponga al plan de
Iguala, y mientras las Cortes formen la Constitución.
Fuente: Elaboración propia a partir de los textos originales. La transcripción de los documentos no es exacta. Para
sintetizar la información y brindar un panorama general de ambos textos a modo de comparación se suprimieron
13 GUTIÉRREZ CANET, “El plan de Iguala, en Washington”, 2021. 14 GUTIÉRREZ CANET, “El plan de Iguala, en Washington”, 2021.
Análisis y selección
El 24 de febrero de 1821, Agustín de Iturbide, otrora jefe de la comandancia del sur y desde
entonces primer jefe del ejército Trigarante, publicó el plan de Iguala y declaró la Independen-
cia de México. Tras ese hecho, el proceso independentista se efectuó y negoció en las regiones
del virreinato, hasta que se concretó con la firma de los tratados de Córdoba y la entrada de la
Trigarancia a la Ciudad de México, en septiembre del mismo año. Mientras estos hechos tenían
lugar en el antiguo virreinato, las Cortes españolas del otro lado del Atlántico trataban de re-
solver los problemas americanos mediante las vías constitucionales con el fin de salvaguardar
la unidad territorial de la monarquía. Sin embargo, desde que se conocieron estas noticias en la
España peninsular, las discusiones en torno a la pacificación de América tuvieron un punto de
inflexión porque, conforme pasó el tiempo y llegaron las noticias del avance de la insurrección
de Iturbide, se hizo evidente que la solución para los problemas del virreinato novohispano con
dificultad podría alcanzarse en el Congreso de Madrid.
Leídos en las Cortes de Madrid y fechados el 7 de marzo de 1821, el 1 de marzo de 1822
y el 4 de marzo de 1822, el informe del virrey Apodaca y las memorias de los secretarios
del Estado y Guerra y del despacho de la Gobernación de Ultramar que se reproducen a
continuación, muestran el desconcierto que provocó en las autoridades peninsulares de la
vieja y de la Nueva España la revolución que Agustín de Iturbide comenzó en Iguala el 24
de febrero de 1821. Sobre todo documentan la forma en que las autoridades hispánicas se
posicionaron ante este proceso, de modo que en ellos se traslucen sus temores, expectativas
y frustraciones. En tan solo un año estas pasaron de la esperanza y la confianza en Dios
para sofocar a la insurrección de Iguala, a la “funesta realidad” que impuso la insurrección
220 221
independentista con la separación política de Nueva España y del resto de los territorios de A comienzos de 1822 el panorama era desalentador. Nueva España, Guatemala y
la América Septentrional y Meridional de la monarquía. Yucatán, entonces constituidas como Imperio Mexicano, se independizaron mediante el
El primero, como se explicó en un capítulo anterior de este libro, se redactó en plan de Iguala y los tratados de Córdoba. Las islas de La Habana, Puerto Rico y Filipinas,
Nueva España algunas semanas después de que se conociera la insurrección de febrero aunque todavía formaban parte de la Corona y se mantenían fieles al rey y al sistema cons-
de 1821 y constituye la primera noticia que se tuvo en España sobre este suceso. El titucional, preponderaba en sus territorios la inestabilidad política por las conspiraciones,
informe de Apodaca es relevante porque define al movimiento de Iturbide como el alza- revueltas y motines populares, así como por la desenfrenada publicación de impresos
miento o sublevación de un caudillo militar que pertenecía al régimen virreinal contra críticos al gobierno español. La isla de Santo Domingo estaba perdida y Venezuela con-
el gobierno español. Este manifiesta la enorme sorpresa que provocó en las autoridades trolada por Simón Bolívar. Nueva Granada se perdió tras la capitulación del gobierno en
del virreinato la extraordinaria e imprevista insurrección de Iturbide contra el rey y favor de los rebeldes. Y Perú colapsó tras la disolución del régimen virreinal cristalizado
la nación española, pues existía cierto convencimiento de que el reino se estaba paci- en el golpe al virrey y el dominio de San Martín sobre sus territorios. No obstante su nega-
ficando y alcanzando cierta estabilidad política y económica, no obstante los reductos tiva a reconocer las independencias americanas, dándoles el tratamiento de “provincias
insurgentes que todavía quedaban en el sur y en el norte. El principal desconcierto del disidentes”, para el gobierno español y las Cortes era evidente que la época dorada de la
jefe político superior radicaba en que Iturbide, militar destacado por su lealtad al rey monarquía había quedado en el pasado.
y su combate a las insurgencias, tomaba partido en favor de los alzados. Por lo mismo, Por razones de espacio, los fragmentos que se presentan a continuación solo aluden
el documento reconoce el peligro que significó esa insurrección. Advertía que el movi- al proceso independentista de Agustín de Iturbide en Nueva España durante 1821. Bajo el
miento de Iguala hacía causa común con los insurgentes sumándolos a su proyecto, marco explicitado, la Independencia de México se inscribe en un proceso más amplio de
contaba con apoyo de gentes y control de tropas, y buscaba emancipar a las provincias desintegración de la monarquía española en América, siendo esta el reflejo de un proceso
de Nueva España y formar un nuevo gobierno. Además, aunque reconocía que el movi- local. Sin embargo, su falta de excepcionalidad no obstó para que los ministros de Guerra
miento de Iturbide tomaba desprevenido a su gobierno, se encomendaba a Dios, con- y Ultramar reconocieran las particularidades de su proceso. Ambos informes tratan de
fiando en la lealtad de las autoridades políticas, eclesiásticas y militares del virreinato y entender lo que sucedió en Nueva España, por lo que dan cuenta de los pormenores de la
en las medidas que tomaría para sofocar a la nueva revolución. Independencia. El primero ofrece un panorama general de los principales actores, escena-
Redactados un año más tarde, los informes de los ministros de Guerra y Ultramar, rios y sucesos de la insurrección de Iguala. Señala su origen, desarrollo y desenlace, entre
escritos por los ministros Luis Balanzant y José María Moscoso de Altamira, echaban por febrero y septiembre de 1821, pero no trató de explicar las razones de la sublevación. El
tierra cualquier esperanza de revertir el problema americano y mantener la unidad terri- segundo es más interesante porque advierte la existencia del Imperio Mexicano y el surgi-
torial de la monarquía. Ambos documentos no solo muestran la desazón de las autoridades miento de instituciones nuevas producto de la Independencia de esas provincias, así como
peninsulares ante la imposibilidad de restablecer la paz y conciliar con los novohispanos, de las mudanzas y trastornos políticos que tuvieron lugar ese año, como la escaramuza
sino la impotencia al constatar que por causa de la guerra las provincias ultramarinas se en Azcapotzalco o los procesos de Independencia en Centroamérica. Sobre todo, se torna
separaron de forma política de la madre patria al declararse independientes e instituir sus interpretativo respecto a las causas de las independencias.
propios gobiernos bajo el sistema liberal, en buena medida derivado de la Constitución de Por lo anterior, el informe especula sobre los motivos del primer jefe para pronunciarse
1812. Ambos informes presentan una reseña de la situación política de América y del modo contra el gobierno y en favor de la separación política de las provincias de Nueva España de
en que se arraigaron y desarrollaron los movimientos independentistas de la última etapa. la monarquía. Luego de su nombramiento como comandante del sur y de encomendársele
Para dicho fin, sin importar que para ese momento la América hispana se había perdido el convoy que se dirigía al comercio de Filipinas, sugiere, pudo ganarle la ambición y, por lo
por completo, siguieron la división clásica de lo que fueron los territorios españoles de mismo, apoderarse de los 600 000 pesos que debía escoltar. No obstante, tampoco descarta
Ultramar, con lo que se evidenció, por una parte, la profunda crisis y desintegración terri- que el proyecto de Independencia pudo haber sido ideado solo por Iturbide, ni que confa-
torial de la monarquía española en América y, por otra parte, la construcción y surgimiento bulara y entrara en manejos ocultos con los eclesiásticos de Puebla desafectos al sistema
de los nuevos estados nacionales en las antiguas Indias. constitucional por las disposiciones anticlericales de las Cortes. Por lo mismo, el escrito
222 La Independencia de México vista por las autoridades peninsulares, 1821-1822 223
estas provincias, y a este fin había dictado las más estrechas providencias al coronel D. José Ga-
pondera, por una parte, la participación de los militares europeos y de la gente de buena briel de Armijo, comandante de la división que operaba por aquel rumbo; mas por las reiteradas
fama en el movimiento de Iguala y, por otra parte, los rumores que a propósito se hicieron instancias que me había dirigido solicitando le exonerase del mando, que no podía desempeñar a
causa de sus enfermedades, hice elección del brigadier D. Melchor Álvarez, que por igual motivo
circular respecto a que la Independencia era la única medida para salvaguardar a la religión se excusó; y en este caso nombré al coronel D. Agustín de Iturbide, que desde el principio de la
católica del liberalismo exaltado de las Cortes. Finalmente, en cuanto a la firma de los tra- insurrección había trabajado con eficacia y buen éxito a favor de la causa del rey y de la nación,
gozando por lo mismo de una opinión ventajosa y de un concepto poco común.
tados de Córdoba, documento mediante el cual O’Donojú reconoció la Independencia de
Pero este jefe pérfido e ingrato, olvidado de sus deberes, y abusando del modo más in-
México, sorprendía al ministro de Ultramar que el jefe superior político afirmara entre las audito de la confianza que deposité en él, ha levantado las banderas de una nueva revolución
personas acreditadas del virreinato que el gobierno y las Cortes “habían acordado las bases bajo de especiosos pretextos, divulgando unos planes quiméricos e inconciliables con la dig-
nidad, decoro e intereses de la nación y del rey.
de la Independencia”. Por lo mismo, con el fin de revertir esa situación, pretendían iniciar
Él ha reunido las tropas de su mando, con engaño a lo que se entiende: él ha hecho causa
una campaña para desmentir que habían consentido la emancipación de los territorios ame- común con los mismos insurgentes, a quienes por virtud de la amnistía ofrecida y publicada
ricanos y encomendado a O’Donojú el establecimiento de otro gobierno en Nueva España. me dio parte de haber recogido al seno de la patria: él ha tenido la audacia de dirigir sus ini-
cuas sugestiones a las autoridades de esta capital y a las de las provincias; y él, en fin, tiene
Los tres documentos que se presentan son importantes porque muestran que las autori- el atrevimiento de tomar una actitud amenazadora e insultante, resuelto a resistir al legítimo
dades peninsulares tuvieron consciencia de la situación política que imperó en sus antiguas gobierno, para establecer, si pudiere, el nuevo que ha ideado en su acalorada imaginación.
Un suceso tan inesperado llenó de asombro y consternación, tanto a esta capital como a
posesiones de Ultramar. En cuanto a Nueva España, estas y el gobierno peninsular tenían claro
mí; pero a vista de las providencias que dicté en el momento para evitar cualquiera sorpresa
que en América se habían instaurado nuevos gobiernos. Independientes de la monarquía en los o desorden que pudiera introducirse, recobró su serenidad y su confianza en este superior
hechos, como era el caso del Imperio Mexicano. Por ese motivo, el famoso decreto de las Cortes gobierno. Y hasta la fecha continúa, no solo la capital, sino el resto todo de estas provincias,
según las noticias que voy recibiendo, en la mayor tranquilidad.
del 13 de febrero de 1822, mediante el cual se desconocieron los acuerdos logrados en los tra- En cuanto al pliego para mí que me trajo un clérigo, debo manifestar a V. E. que no
tados de Córdoba y la Independencia de México, terminó siendo una quimera. Toda esperanza, tuve por conveniente abrirlo hasta que se ejecutase, como se hizo, en junta de generales que
convoqué, así con este intento, como para acordar el plan de operaciones que me había pro-
visible en el informe de Apodaca que se leyó en Cortes en marzo de 1821, debió esfumarse ante
puesto, a que todos unánimemente suscribimos, quedando el indicado pliego por principio
la “funesta realidad” de las memorias de los ministros de Ultramar y Guerra de marzo de 1822, de expediente que he mandado formar, y del que oportunamente daré a V. E. conocimiento.
no obstante las ulteriores ideas de reconquista. Valdría la pena tener presente esta situación y No obstante, para que V. E. se entere del proyecto de Iturbide, le incluyo dos de los que
furtivamente ha enviado, el uno al comandante de Puebla, D. Ciriaco de Llano, y el otro al
lo complejo de ese proceso para evitar las perspectivas teleológicas y superar las visiones ideo-
de Querétaro, D. Domingo Luaces, quienes luego que vieron su contenido, me lo remitieron
logizadas o nacionalistas del pasado, ahora que se conmemoran los 200 años de los tratados de llenos de horror y de una justa indignación, pidiéndome instrucciones para arreglarse a ellas
Córdoba y de la Independencia de México. en un suceso tan extraordinario como imprevisto.
La misma conducta han observado el muy reverendo arzobispo, el ayuntamiento cons-
titucional, la Audiencia y otros sujetos, que al instante que recibieron sus pliegos, pasaron a
Informe de Juan Ruíz de Apodaca al ministro de Ultramar, México, 7 de marzo de 1821. Sesión del mis manos con iguales sentimientos de fidelidad al rey y amor a los intereses de la nación.
día 4 de junio de 1821, en Diario de sesiones. Legislatura de 1821, pp. 2044-2045. Respecto de los referidos jefes, es regular hayan ido recibiendo las instrucciones que desde
el 27 de febrero próximo pasado, en que se descubrió la conjuración tramada, he comunicado
Suspendida la discusión de este asunto por haberse presentado el encargado de la Secretaría seguidamente, tanto a estos como a los demás de la comprensión de mi mando; debiendo esperar
de la Gobernación de Ultramar a dar cuenta del suceso ocurrido en Nueva España, según se que, poseídos todos de unos mismos sentimientos, cooperarán eficazmente a la destrucción de
acordó en la sesión ordinaria de ayer, leyó el parte siguiente: cualesquiera ideas de subversión y desorden que haya podido suscitar la sublevación de Iturbide.
«Excmo. Sr: Gozaba la Nueva España en la mayor parte de su vasta extensión una paz poco Como este nuevo caudillo, por sus conocimientos como hijo del país, por las muchas
desemejante a la que disfrutaba en sus más felices tiempos. Reanimada la agricultura, el comercio expediciones militares que ha dirigido en tiempo de mis antecesores, y por los que posee de
ya casi floreciente, y una gran parte de los minerales en laborío, todo presentaba un aspecto el táctica, es un enemigo temible, mayormente cuando los planes que anuncia, y bajo los cuales
más agradable y lisonjero, que prometía la fundada esperanza de que muy en breve la prosperidad pretende trastornar el legítimo gobierno y nuestra Constitución, pueden seducir a muchos
presente haría olvidar los males y desastres que por tantos años han agitado esta preciosa porción de incautos y lisonjear las miras interesadas y ambiciosas de no pocos que aspiran a la eman-
la monarquía española. Sólo restaba que reducir a su deber a unos pocos rebeldes, que abrigados en cipación de estas provincias de su metrópoli, no he omitido medio alguno que ha estado en
parajes insanos por su temperatura y situación topográfica hacia el sur de esta capital, hostilizaban mi arbitrio para contener el torrente de males que amenaza a esta parte de las posesiones
las comarcas de Acapulco y Temascaltepec para sacar de ellas sus subsistencias. españolas en América.
En tal estado, y deseoso de poner fin a esta desastrosa guerra, había dedicado toda mi aten- Así es que he hecho publicar y circular la proclama de que acompaño a V. E. dos ejem-
ción a la pacificación de aquel territorio, para asegurar de una vez la tranquilidad y sosiego de plares, para conservar la unidad de sentimientos y opinión, y alejar cuanto es posible la
224 La Independencia de México vista por las autoridades peninsulares, 1821-1822 225
sorpresa, el engaño y la fascinación; haciendo con este ejemplo otra el ayuntamiento y el En Nueva España ha tenido su origen semejante suceso, el haberse sublevado en 24 de
regimiento de órdenes militares, habiendo también salido dos papeles consiguientes a ella. He febrero del año próximo pasado el coronel que era del regimiento de infantería provincial
reunido de pronto y he hecho marchar a las órdenes del mariscal de campo y subinspector de Celaya, y comandante de la división que para concluir la pacificación de aquel país se halla-
general D. Pascual de Liñan, que merece toda mi confianza, un número de tropas que en el día ba situada en el rumbo de Acapulco, D. Agustín de Iturbide, quien desde la expresada época
5 del corriente ascendía a 2 000 hombres de infantería y a 640 de caballería, para observar y se tituló primer jefe del ejército Trigarante, y como tal ha sido reconocido por las tropas de
contener los movimientos de estos facciosos, y he tomado disposiciones enérgicas y eficaces su mando, y operado con ellas para establecer la Independencia, la cual sucesivamente se fue
para que las tropas, que por el estado de pacificación que disfrutábamos se hallaban distantes proclamando en todas las provincias, inclusas las internas de Oriente y Occidente, bien por
y dispersas, a fin de consolidar el orden felizmente restablecido, se vayan replegando para los respectivos comandantes generales de ellas, bien por otros jefes que han depuesto del
engrosar la fuerza destinada a reducir o exterminar al enemigo; haciendo al mismo tiempo se mando a los legítimos, o bien después de haber capitulado con las fuerzas del de Iturbide las
le hable y escriba, por si se logra convencerle de sus erradas ideas. que guarnecían algunos puntos.
Yo me prometo con la ayuda de Dios el mejor éxito de las medidas que he dictado; pero Estas mismas ocurrencias dieron lugar a que en la noche del 5 de julio fuese obligado
el acontecimiento, considerado en sí mismo y en las consecuencias que puede producir, es de el virrey que ha sido último de aquel reino, conde de Venadito, a renunciar los mandos que
un interés de tanta magnitud, que no puedo menos de apresurarme a ponerlo en noticia de S. obtenía, y que recayesen en el mariscal de campo D. Francisco Novella, subinspector general
M., para que penetrado de su importancia y de mis anteriores disposiciones acerca de mante- que era de artillería.
ner esto en orden, se digne comunicarme las providencias que fuesen de su Real beneplácito. En tal estado, y cuando se reconocía su autoridad en la capital y en los puntos fortificados
Dios guarde a V. E. muchos años. México 7 de marzo de 1821. = Excmo. Sr. = El Conde de de Acapulco, Perote y Veracruz, llegó a esta última plaza en 1 de agosto el teniente general D.
Venadito. = Excmo. Sr. Ministro de Ultramar. Juan O’Donojú, como capitán general y jefe político superior de aquellas provincias; y des-
pués de haber hecho el juramento que debía preceder a encargarse de los expresados mandos,
P. D. En el momento de ir a cerrar el pliego, he recibido un parte del coronel graduado D. salió de la plaza el 19 del expresado mes, para la villa de Córdoba, donde se encontró con
Juan Rafols, en que me da parte de haber llegado ayer a Toluca con 355 hombres de todas las Iturbide, y entre los dos hicieron el día 24 el tratado de Independencia de que las Cortes ya
armas de la demarcación de Temascaltepec: que recibió a tiempo mi orden de 27 de febrero tienen conocimiento, el cual ha sido dirigido al gobierno por el mismo general O’Donojú con
último para no obedecer a Iturbide y replegarse sobre esta ciudad; avisándome además que fecha del 31 del referido mes de agosto.
una hora después llegó a la misma ciudad el capitán Bietis, de órdenes militares, con 100 gra- O’Donojú e Iturbide continuaron después del tratado su marcha para México, y reco-
naderos y 30 fusileros que pertenecían a la misma y que se suponían incorporados con Iturbi- nocida la autoridad del primero en la capital, fue evacuada ésta en 27 de septiembre por las
de; cuyo suceso me ha llenado de gozo, tanto por tener este número de tropas de la mejor tropas que se habían conservado fieles hasta el último momento, ocupada por los indepen-
calidad para operar contra el alzado, como que espero en Dios sirva de ejemplar a los demás. dientes, y establecido el gobierno que previene el citado tratado.
El general O’Donojú murió en la noche del 7 de octubre, y en la del 26 del propio mes se
Exposición leída a las Cortes por el Sr. secretario de Estado y de Guerra. Sesión del día 4 de marzo retiró el gobernador de Veracruz, D. José Dávila, al castillo de San Juan de Ulúa, único punto
de 1822, en Diario de las sesiones de las Cortes. Legislatura de 1822, pp. 124-125. de aquellas provincias en que al parecer se enarbola el pabellón español.
Para que éste se conserve cuanto sea posible en el expresado castillo, se ha decidido en
Ultramar una junta de generales celebrada en La Habana, que su guarnición se componga de 400 hom-
bres de infantería y 50 artilleros, relevándose esta fuerza cada cuatro meses desde la misma
Cuando al principio de la anterior legislatura dio cuenta mi antecesor del estado en que nos plaza de La Habana, y al efecto se estaba disponiendo en la citada fecha de 17 de noviembre
hallábamos respecto a la España ultramarina, manifestó las lisonjeras esperanzas que se ha- que saliese la referida tropa con dirección a aquel fuerte.
bían concebido de ver restablecida la paz y el sosiego en aquellas ricas provincias; pero una Los sucesos de Nueva España no podían dejar de ser trascendentales a Yucatán, y así es
funesta realidad vino a desvanecer tan risueña perspectiva. Ni el feliz cambio de nuestro que cuando no se temían en esta provincia los efectos de la Independencia aparecieron en ella
sistema político ni las medidas conciliatorias que se emplearon, fueron bastantes para calmar repentinamente, a resultas de haber sido declarada en la de Tabasco, que perteneciendo a las
la agitación, ni menos produjeron el resultado que se deseaba las negociaciones que princi- de Nueva España, es limítrofe de la de Yucatán, en la que se juró el 15 de setiembre.
piaron a establecerse. La guerra, pues, continúa sus estragos en algunos de aquellos lejanos Ningunos síntomas de Independencia se habían presentado en Guatemala, y no hay tam-
países, mientras otros gozan del bien inestimable de la tranquilidad unidos a la madre patria. poco parte oficial en el ministerio de la Guerra, que dé una idea de las causas que han prece-
De la situación respectiva de todos ellos me propongo dar una idea al Congreso; no pudieron dido a la declaración que se ha hecho de ella a mediados del mes de septiembre.
manifestar del mismo modo la organización, fuerza y estado de las tropas que sirven en aque-
llas provincias, por carecer el gobierno de los datos indispensables para formar los estados Memoria leída a las Cortes por el señor encargado de la Secretaría de Estado y de Gobernación del
correspondientes con la exactitud que desearía. Reino para Ultramar. Sesión del día 6 de marzo de 1822, en Diario de las sesiones de las Cortes.
Legislatura de 1822, pp. 201-202.
américa septentrional
Señores: En la memoria de este ministerio, leída a las últimas Cortes ordinarias, al paso que se
Desde el mes de febrero del año anterior, a esta fecha, han ocurrido novedades de considera- dio cuenta de las eficaces disposiciones del gobierno para fomentar la prosperidad pública en
ción en esta hermosa parte del mundo. Las provincias de Nueva España, Yucatán y Guatema- Ultramar, se manifestó el estado político de algunas provincias separadas de la madre patria,
la, que son las que componen la referida América, se han declarado independientes. y las medidas de conciliación que se habían intentado. Como estas han quedado sin efecto,
226 La Independencia de México vista por las autoridades peninsulares, 1821-1822 227
a pesar del interés con que S. M. las ha mirado, y las turbulencias desde aquel tiempo hayan medio de salvar la santa religión, que peligraba en la Península por consecuencia de las refor-
ido en aumento, antes de exponer a las Cortes los negocios en que según su clasificación se mas de regulares, y otras preparadas para el clero. No faltaban, sin embargo, escritores osados
ha ocupado la Secretaría del Despacho de mi cargo, haré una ligera reseña del estado de las en contrario sentido, que abusando de la imprenta producían a su vez el efecto que apete-
provincias en que la insurrección esté más arraigada; manifestaré los sucesos de otras que cían; y esto, la ligereza, o si se quiere debilidad de O’Donojú, las combinaciones y manejos
guardan tranquilidad, a pesar de los medios con que se las provoca, y seguiré en esta relación ocultos, y los emisarios de la rebelión repartidos por todas partes, han puesto las provincias
el orden en que hasta el día ha sido costumbre dividir el territorio de Ultramar. de Nueva España en el más lastimoso estado, ignorándose la verdadera situación de las tro-
pas fieles, y el destino o partido que han abrazado muchos funcionarios públicos. Merece
Parte septentrional entre estos la gratitud nacional, así como ha obtenido digno premio de S. M., el jefe político
gobernador de Veracruz D. José Dávila, que fiel a su patria, y firme contra las sugestiones de
El coronel D. Agustín Iturbide, que se había distinguido muy particularmente contra los prime- los rebeldes, ha desplegado un valor muy decidido, conservando aquella plaza y a sus dignos
ros insurgentes, fue destinado por el jefe superior de Nueva España a perseguir los pocos que al habitantes, mientras tuvo medios para sostenerla; y cuando se ha visto en la necesidad de
sur de México hostilizaban para subsistir, las comarcas de Temascaltepec y Acapulco encargán- retirarse al castillo de San Juan de Ulúa, ha salvado cuanto ha podido, y entre esto las fortunas
dosele al mismo tiempo el convoyar a este último punto 600 000 pesos que iban destinados al de los no afectos a la rebelión, que son más de los que quisieran sus apasionados.
comercio de Filipinas. Sea que esta cantidad excitó la ambición de Iturbide, sea que éste, según Resonaron presto en Guatemala las voces de Independencia, y a excitación de los ayun-
se dijo, estuviese confabulado con algunos eclesiásticos de Puebla, que sentidos de ciertos de- tamientos de Ciudad Real, Comitán y Tuxtla, formándose una ilegal Junta, a la que concurrie-
cretos de Cortes, promovían la insurrección, o sea que su situación particular le indujese a un ron la Diputación provincial y ayuntamiento, el arzobispo y cabildo, los prelados regulares y
atentado, se apoderó del dinero, y unido a otro antiguo disidente a quien iba a combatir, con el otras corporaciones, se proclamó aquella en 15 de setiembre, e inmediatamente se expidieron
auxilio de las tropas que mandaba, proclamó la Independencia en Iguala el 24 de febrero del año las convocatorias a Cortes para 1 de marzo en aquella capital, pidiéndose un diputado para
último. Ya, antes de saberse este suceso, su Majestad había tomado en consideración los buenos cada 15 000 almas, y concediéndose los derechos de ciudadanos a los originarios del Áfri-
servicios que en su trabajosa y dilatada carrera había hecho a la Nación el jefe político superior ca. Se acordó además que continuasen gobernando las mismas autoridades con arreglo a la
que gobernaba aquellas provincias, y que con prudencia y más de 40 000 indultos que concedió, Constitución y leyes vigentes, y que para el mayor acierto se formase una junta provisional
había restablecido la interrumpida tranquilidad, y tenía dispuesto el proporcionarle un justo consultiva, compuesta de varios individuos en representación de las provincias de Nicaragua,
descanso, trayéndole a la inmediación del Gobierno para aprovecharse de sus conocimientos Comayagua, Sololá, Quezaltenango, Sonsonate y Chiapa, y que se manifestase a los pueblos lo
prácticos. Nombróse, pues, para sucederle en el mando, al teniente general D. Juan O’Donojú, sucedido en la capital. En esta no faltaba quien opinase por constituir un gobierno indepen-
que a su reputación por los elevados destinos que había desempeñado en la Península, agregaba diente del de México, y aun en alguna de las provincias subalternas se notaba también pro-
lo que había padecido por el sistema constitucional, que la nación había recobrado con entu- pensión a hacerse independientes de ésta; así como al mismo tiempo se solicitaban auxilios
siasmo y abrazado S. M. con la más sincera decisión. Cuando se aguardaba con impaciencia la de La Habana por el ayuntamiento constitucional de Trujillo de Honduras para resistir a los
llegada de este jefe a su destino, porque así tal vez cambiaría el mal estado de los negocios, casi al rebeldes si se acercaban, y proteger a cuantos buenos se recogiesen a aquel asilo respetable
mismo tiempo de la noticia de su arribo a Veracruz, se recibió la de haber salido para Córdoba y por su situación y fácil defensa.
haber firmado con el rebelde Iturbide un armisticio que contenía artículos y condiciones opues- Aproximadas algunas tropas disidentes a Tabasco, y jurada también la Independencia en
tas enteramente a las instrucciones que se le dieron, a los intereses de los fielmente adictos a la ésta, no tardaron sus agentes en promover las mismas ideas en Yucatán, excitando al desor-
metrópoli, y ofensivos a la dignidad y decoro de la nación. La suerte de miles de individuos ha den y agitando a los pueblos por los medios acostumbrados. Se tomó por pretexto la conducta
quedado en riesgo: los caudales allegados a fuerza de aplicación y desvelos van tal vez a ser pre- del general O’Donojú, que suponían acorde con el gobierno, y lo dispuesto por las Cortes; y
sa de los que ansían el trastorno, porque no tienen que perder; y aprovechándose estos mismos en medio de tanta inquietud, y para evitar mayores desórdenes, las autoridades, la Diputación
de la ligereza de un jefe poco firme, por no darle otro carácter, han logrado atraer a su partido provincial y el ayuntamiento de Mérida se reunieron en junta extraordinaria el 15 de septiem-
a personas por otra parte muy acreditadas, con la invención de que las Cortes y el gobierno bre, y acordaron que se proclamase la unidad de sentimientos con las demás provincias de
habían acordado las bases de la Independencia de aquellas provincias, y de que nada podía ya Nueva España, o más bien, su unión a la suerte que estas tuviesen, reservando el hacerlo más
cambiar semejante resolución. solemnemente para cuando se viesen las bases del nuevo gobierno, y que rigiesen mientras
Se formó por consecuencia del tratado una junta, de la que el mismo O’Donojú era indi- tanto las órdenes de S. M. y decretos de las Cortes. A instancia de la parte sana del pueblo y de
viduo, la cual había de gobernar hasta que reunidas Cortes en México en 1 de marzo de este las autoridades, conserva el mando el mismo jefe político, y se nombraron comisionados que
año, acordasen la Constitución que hubiese de regir al nuevo Imperio Mejicano; pero antes pasasen a México para tratar lo conveniente con los dos jefes superiores y el gobierno pro-
de estos sucesos se mudó inesperadamente la autoridad superior, recayendo el mando en el visional que se hubiere establecido. No debe pasarse aquí en silencio que, según noticias, la
subinspector de artillería D. Francisco Novella, y ocurrieron diferentes acciones de guerra mayor agitación de Yucatán fue en consecuencia de haber llegado impreso un discurso que se
favorables a la buena causa; debiéndose atribuir a la misma invención el que haya quedado decía pronunciado en las Cortes por el señor diputado Ramírez, y las proposiciones que se su-
posteriormente como en suspenso el buen espíritu que animaba a las tropas y a los pueblos. ponían aprobadas, las cuales se reimprimieron tan luego como llegaron a quien iban dirigidas.
Desgraciadamente tomaron parte en la insurrección algunos jefes militares europeos que go- […] Esta ligera descripción de la posición actual de las provincias de Ultramar impondrá
zaban de buena fama; y en medio de tanto trastorno y mientras los afectos a la Independencia a las Cortes del estado particular en que cada una se encuentra, y preparará la opinión para
seguían trabajando con ardor en lograr su intento, los enemigos de la Constitución propa- las disposiciones que puedan necesitarse. Mientras tanto, es de mi obligación hacerlas pre-
gaban ideas alarmantes para los hombres timoratos y poco avisados, logrando el que con la sente que en el ministerio de la gobernación de Ultramar se ha seguido una correspondencia
mejor fe permaneciesen pasivos a tanta novedad, por habérseles persuadido que era el único activa y eficaz con los demás ministros para reclamar auxilios y combinar otras providencias,
228 La Independencia de México vista por las autoridades peninsulares, 1821-1822 229
y que además no se ha omitido medio, de cuantos han podido ofrecerse, para sostener el
buen espíritu de los muchos afectos a la metrópoli que existen en las provincias disidentes, si REFERENCIAS
bien guardando en todos estos negocios la reserva y circunspección que exige su naturaleza,
y que me pone en la obligación de no hacer por ahora mayores explicaciones. Se ha procu-
rado desmentir oportunamente la falsa suposición de que las Cortes y el gobierno hubiesen
Diario de las actas y discusiones de las Cortes. Legislatura de los años de 1820 y 1821, t.
jamás consentido en la emancipación de ningún territorio de América, ni menos encargado XVIII, Madrid, Imprenta especial de las Cortes de don Diego García y Campoy, 1821.
al general O’Donojú del establecimiento de otro gobierno en Nueva España; y pues esta opi-
nión, como se ha visto, es la que más influjo ha tenido, es también de necesidad absoluta el
desvanecerla y no se omitirá medio para conseguirlo; esperando S. M. el que las Cortes por su
parte, fijando la atención en tantas y tan importantes posesiones que piden con fervor auxilio
y protección de la Península contra los ambiciosos que las dominan, se hallarán dispuestas a
acordar al gobierno los auxilios que reclame para tan preferente objeto, si así lo considerase
todavía necesario después de lo dispuesto por las Cortes extraordinarias en su decreto de 13
de febrero último sobre medidas generales de pacificación.
230 La Independencia de México vista por las autoridades peninsulares, 1821-1822 231
Tratados de Córdoba. Transcripción
232 233
Tratados celebrados
en la villa de Córdoba1
el 24 del presente, entre los señores don Juan de O’Donojú, teniente general de los ejércitos de
España, y don Agustín de Iturbide, primer jefe del ejército imperial mexicano de las Tres garantías.
Pronunciada por Nueva España la Independencia de la antigua, teniendo un ejército que sos-
tuviese este pronunciamiento, decididas por él las provincias del reino, sitiada la capital en
donde se había depuesto a la autoridad legítima, y cuando sólo quedaban por el gobierno eu-
ropeo las plazas de Veracruz y Acapulco, desguarnecidas y sin medios de resistir a un sitio
bien dirigido y que durase algún tiempo, llegó al primer puerto el teniente general don Juan
de O’Donojú, con el carácter y representación de capitán general y jefe superior político de
este reino, nombrado por S. M., quien deseoso de evitar los males que afligen a los pueblos en
alteraciones de esta clase, y tratando de conciliar los intereses de ambas Españas, invitó a una
entrevista al primer jefe del ejército imperial don Agustín de Iturbide, en la que se discutiese
el gran negocio de la Independencia, desatando sin romper los vínculos que unieron a los dos
continentes. Verificóse la entrevista en la villa de Córdoba el 24 de agosto de 1821, y con la
representación de su carácter el primero, y la del Imperio mexicano el segundo, después de ha-
ber conferenciado detenidamente sobre lo que más convenía a una y otra nación, atendido el
estado actual y las últimas ocurrencias, convinieron en los artículos siguientes, que firmaron
por duplicado para darles toda la consolidación de que son capaces esta clase de documentos,
conservando un original cada uno en su poder para mayor seguridad y validación:
Art. 1°. Esta América se reconocerá por nación soberana e independiente, y se llamará
en lo sucesivo “Imperio Mexicano”.
Art. 2°. El gobierno del Imperio será monárquico constitucional moderado.
Art. 3°. Será llamado a reinar en el Imperio Mexicano (previo juramento que designa
el artículo 4º del plan), en primer lugar el señor don Fernando VII, rey católico de España;
1 Transcripción cortesía de Leticia López Landero, Presidenta Municipal de Córdoba, y del H. Ayuntamiento de Córdoba.
234 235
y por su renuncia o no admisión, su hermano el Serenísimo Señor infante don Carlos; por su resida el poder ejecutivo y que gobierne en nombre del monarca, hasta que este empuñe el
renuncia o no admisión, el Serenísimo Señor infante don Francisco de Paula; por su renuncia o cetro del Imperio.
no admisión, el Serenísimo Señor don Carlos Luis, infante de España, antes heredero de Etruria, Art. 12°. Instalada la Junta provisional gobernará interinamente conforme a las leyes vigentes en
hoy de Luca; y por renuncia o no admisión de éste, el que las Cortes del Imperio designen. todo lo que no se oponga al plan de Iguala, y mientras las Cortes formen la constitución del Estado.
Art. 4°. El emperador fijará su corte en México, que será la capital del Imperio. Art. 13°. La regencia, inmediatamente después de nombrada, procederá a la convoca-
Art. 5°. Se nombrarán dos comisionados por el Excelentísimo Señor O’Donojú, los que ción de Cortes conforme al método que determine la Junta provisional de gobierno, lo que
pasarán a la Corte de España a poner en las reales manos del Señor Don Fernando VII copia es conforme al espíritu del artículo 24 del citado plan.
de este tratado y exposición que le acompañará, para que sirva a S.M. de antecedente mien- Art. 14°. El poder ejecutivo reside en la regencia, el legislativo en las Cortes; pero como ha
tras las Cortes le ofrecen la corona con todas las formalidades y garantías que asunto de de mediar algún tiempo antes que éstas se reúnan, para que ambos no recaigan en una misma
tanta importancia exige, y suplican a S. M. que en el caso del artículo III, se digne noticiarlo autoridad, ejercerá la Junta el poder legislativo, primero, para los casos que puedan ocurrir y que
a los Serenísimos Señores infantes llamados en el mismo artículo por el orden que en él se no den lugar a esperar la reunión de las Cortes, y entonces procederá de acuerdo con la regencia;
nombran, interponiendo su benigno influjo para que sea una persona de las señaladas de segundo, para servir a la regencia de cuerpo auxiliar y consultivo en sus determinaciones.
su augusta casa la que venga a este Imperio, por lo que se interesa en ello la prosperidad Art. 15°. Toda persona que pertenece a una sociedad, alterado el sistema de gobierno,
de ambas naciones, y por la satisfacción que recibirán los mexicanos en añadir este vínculo o pasando el país a poder de otro príncipe, queda en el estado de libertad natural para
a los demás de amistad con que podrán y quieren unirse a los españoles. trasladarse con su fortuna adonde le convenga, sin que haya derecho para privarle de esta
Art. 6°. Se nombrará inmediatamente, conforme al espíritu del plan de Iguala, una junta libertad, a menos que tenga contraída alguna deuda con la sociedad a que pertenecía por
compuesta de los primeros hombres del Imperio por sus virtudes, por sus destinos, por delito, o de otro de los modos que conocen los publicistas: en este caso están los europeos
sus fortunas, representación y concepto, de aquellos que están designados por la opinión avecindados en Nueva España y los americanos residentes en la península; por consiguiente,
general, cuyo número sea bastante considerable para que la reunión de luces asegure el serán árbitros a permanecer adoptando esta o aquella patria, o a pedir su pasaporte, que no
acierto en sus determinaciones, que serán emanaciones de la autoridad y facultades que les podrá negárseles, para salir del Imperio en el tiempo que se prefije, llevando o trayendo sus
concedan los artículos siguientes. familias y bienes; pero satisfaciendo a la salida por los últimos, los derechos de exportación
Art. 7°. La junta de que trata el artículo anterior, se llamará Junta provisional gubernativa. establecidos o que se establecieren por quien pueda hacerlo.
Art. 8º. Será individuo de la Junta provisional de gobierno el teniente general don Juan Art. 16°. No tendrá lugar la anterior alternativa respecto de los empleados públicos
de O’Donojú, en consideración a la conveniencia de que una persona de su clase tenga una o militares que notoriamente son desafectos a la Independencia mexicana; sino que estos
parte activa e inmediata en el gobierno, y de que es indispensable omitir algunas de las que necesariamente saldrán del Imperio dentro del término que la regencia prescriba, llevando
estaban señaladas en el expresado plan en conformidad de su mismo espíritu. sus intereses y pagando los derechos de que habla el artículo anterior.
Art. 9°. La Junta provisional de gobierno tendrá un presidente nombrado por ella Art. 17°. Siendo un obstáculo a la realización de este tratado la ocupación de la capital
misma, y cuya elección recaerá en uno de los individuos de su seno o fuera de él, que reúna por las tropas de la península, se hace indispensable vencerlo; pero como el primer jefe del
la pluralidad absoluta de sufragios, lo que si en la primera votación no se verificase, se ejército imperial, uniendo sus sentimientos a los de la nación mexicana, desea no conse-
procederá a segundo escrutinio entrando en él los dos que hayan obtenido más votos. guirlo con la fuerza, para lo que le sobran recursos, sin embargo del valor y constancia de
Art. 10°. El primer paso de la Junta provisional de gobierno será hacer un manifiesto dichas tropas peninsulares, por falta de medios y arbitrios para sostenerse contra el sistema
al público de su instalación y motivos que la reunieron, con las demás explicaciones que adoptado por la nación entera, don Juan de O’Donojú se ofrece a emplear su autoridad, para
considere convenientes para ilustrar al pueblo sobre sus intereses y modo de proceder en la que dichas tropas verifiquen su salida sin efusión de sangre y por una capitulación honrosa.
elección de diputados a Cortes, de que se hablará después.
Art. 11°. La Junta provisional de gobierno nombrará, en seguida de la elección de su Villa de Córdoba, 24 de agosto de 1821. = Agustín de Iturbide. = Juan de O’Donojú.
presidente, una regencia compuesta de tres personas de su seno o fuera de él, en quien
Imagen 15. Uno de los impresos originales de los tratados de Córdoba, en resguardo del Archivo Histórico
Se localiza cerca del río de San Alejo y del campo de batalla insurgente del cerro del Chiquihuite. Está hecho con
mampostería de piedra y conserva una arquivolta elevada, ayudando a cruzar un pequeño arroyo.
240 241
Imagen 2. Fuerte de Paso del Macho
Fue construido a partir de 1818 por las autoridades coloniales para custodiar el paso del camino real por el
puente del río de Paso del Macho. Su estructura es en forma de corona con dos niveles, mampostería de piedra y
Fue encontrado enterrado a los pies del cerro del Chiquihuite en el siglo XX. Hoy en día se halla en el parque
municipal de Atoyac. Está forjado en bronce, mide 2.87 m de largo y disparaba balas de hierro fundido con un
Fue construido a partir de 1796 para el camino real del Consulado de Veracruz. Mide 52 m de largo, ocho de
242 Rescate y valorización del patrimonio histórico veracruzano de la guerra de Independencia 243
Imagen 5. Puente de Atoyac
Construido para el camino real, mide 18 m de alto y representaba un paso estratégico entre Córdoba y Veracruz.
Imagen 6. Horno antiguo de cal Elevación con más de 400 m de altura, en el municipio de Fortín de las Flores. Domina visualmente un segmento
Se localiza en las laderas del cerro de la Esperanza, del camino real y de la región aledaña, por lo que fue parte del sistema de fortines insurgentes establecido en
cerca de Atoyac. Edificado a base de piedra caliza; 1816 por Guadalupe Victoria.
244 Rescate y valorización del patrimonio histórico veracruzano de la guerra de Independencia 245
Imagen 8. Hacienda de Monte Blanco
Fue fundada en 1618 con el nombre de Nuestra Señora de la Luz y ocupada como cuartel general por
Guadalupe Victoria en 1816, a fin de controlar el camino real e interceptar los convoyes entre las villas de Orizaba
de Monte Blanco
trincheras y un depósito
7 de noviembre de 1816 y lo Refiere el momento previo a la entrevista entre Agustín de Iturbide y Juan O’Donojú, en la que firmaron los
246 Rescate y valorización del patrimonio histórico veracruzano de la guerra de Independencia 247
Imagen 12. Primera inscripción del obelisco
Rinde honor a los habitantes de Córdoba que se unieron a los insurgentes al mando de José Joaquín Herrera y
Fue erigido por orden del ayuntamiento de Córdoba en 1895, para honrar a los cordobeses que participaron en
la batalla del 16 al 21 de mayo de 1821, en la que las fuerzas independentistas defendieron la villa de los realistas
Recuerda a los 250 voluntarios de la localidad y a los 20 amatlecos, dirigidos por el indígena Pascual de los
Santos García, que se unieron para evitar que Córdoba fuese recapturada por los realistas, expulsados semanas
248 Rescate y valorización del patrimonio histórico veracruzano de la guerra de Independencia 249
Imagen 16. Muros de mampostería cerca del río Metlac
Se localizan próximos al área que ocupaba el fortín de la barranca de Villegas, construido en 1816 por el coronel
Imagen 14. Placa conmemorativa de la firma de los tratados de Córdoba José Ruíz, comandante del batallón de Voluntarios de Navarra, quien llegó a Veracruz el 18 de julio de 1815.
Fue puesta en 1893 en las afueras del actual Hotel Casa Zevallos y recuerda que fue la sede de la firma de los
tratados de Córdoba, el 24 de agosto de 1821. La casa fue levantada a fines del siglo XVII por el capitán José
Manuel de Zevallos.
Imagen 15. Placa conmemorativa de los 150 años Atraviesa Barranca Seca como parte del camino real hacia Orizaba después de bajar las Cumbres de Acultzingo.
Fue colocada en 1971 por el gobernador Rafael Murillo Vidal, acompañado por Héctor Salmerón Roiz, presidente Fue objeto de combates en la guerra de Independencia y testigo de la derrota mexicana del 18 de mayo de 1862
municipal de Córdoba, y Mario Moya Palencia, Secretario de Gobernación. ante el ejército francés.
250 Rescate y valorización del patrimonio histórico veracruzano de la guerra de Independencia 251
Imagen 18. Puente de San Miguel
Cruza la barranca de Villegas con una longitud de 135.37 m, 8.30 m de ancho y 6.50 m de alto. El puente actual
es una fusión de dos puentes del siglo XVIII, que cruzan los ríos Metlac y Sumidero entre Córdoba y Orizaba. A su
Imagen 19. Puente del Chiquihuite Córdoba se fundó el 26 de abril de 1618, con título de villa por disposición el rey Felipe III, quien además le
Cruza el río del mismo nombre con 20 m de altura, a corta distancia del puente del río San Alejo y de la posición concedió el siguiente lema “porque el rey deseó su honra; el nobilísimo blasón de la villa de Córdoba son las
fortificada del cerro del Chiquihuite. Esta última fue capturada en batalla por el batallón de Castilla a mediados de 1817. armas del rey”.
252 Rescate y valorización del patrimonio histórico veracruzano de la guerra de Independencia 253
Índice de imágenes y fotografías
254 255
Introducción
Imagen 1 (p. 31). Juan O’Donojú. Óleo sobre tela, s. f. Museo Nacional de Historia. Reproduc-
ción autorizada por el INAH.
Imagen 2 (p. 31). Agustín I de México. Óleo sobre tela, 1865. Museo Nacional de Historia. Re-
producción autorizada por el INAH.
Imagen 3 (p. 31). Representación de la firma de los tratados de Córdoba para el libro conme-
morativo de 1967. Grabado en madera, 1967.
Fuente: Cincuentenario de la promulgación de la Constitución política de Veracruz. CXLVI ani-
versario de la firma de los tratados de Córdoba, Xalapa, Gobierno del Estado de Veracruz, 1967.
Imagen 4 (p. 32). Casa donde se hospedó O’Donojú, misma en la que se firmaron los tratados de
Córdoba. Se halla en la plaza de armas de Córdoba, en contraesquina con el Palacio Municipal.
Fuente: Herrera Moreno, Enrique, El Cantón de Córdoba. Apuntes de Geografía, Estadística,
Historia, etc., Córdoba, Tipografía “La Prensa”, 1892.
Imagen 5 (p. 32). Casa donde se hospedó Iturbide del 23 al 25 de agosto de 1821. También da
frente a la plaza de armas y en contraesquina con la parroquia (1893).
Fuente: Herrera Moreno, Enrique, El Cantón de Córdoba. Apuntes de Geografía, Estadística,
Historia, etc., Córdoba, Tipografía “La Prensa”, 1892.
La Independencia de México vista desde las Cortes del Trienio liberal, 1820-1822
Imagen 6 (p. 62). Retrato del virrey o jefe político Juan Ruiz de Apodaca, I conde de Venadito.
Óleo sobre tela, siglo XIX. Museo Nacional de Historia. Reproducción autorizada por el INAH.
Imagen 7 (p. 63). Jura formal de Fernando VII a la Constitución de 1812 ante las Cortes de
Madrid, 9 de julio de1820.
Fuente: Autor anónimo, estampa al aguafuerte y buril, 1820.
256 257
Imagen 8 (p. 72). Vista del salón de las Cortes de Madrid, 1821. Tratados de Córdoba. Transcripción
Fuente: Autor anónimo, estampa al aguafuerte y buril, 1821.
Imagen 15 (p. 238). Uno de los impresos originales de los tratados de Córdoba, en resguardo del
Imagen 9 (p. 74). Retrato de Lucas Alamán. Archivo Histórico Municipal de Córdoba. Fotografía cortesía del H. Ayuntamiento de Córdoba.
Fuente: Alamán, Pascual, Lucas Alamán, 1861, óleo sobre tela. Museo Nacional de Historia.
Reproducción autorizada por el INAH. Anexo fotográfico
Imagen 10 (p. 74). José María Queipo de Llano, VII conde de Toreno. Rescate y valorización del patrimonio histórico veracruzano de la guerra de Independencia
Fuente: Zárate, Julio, “La guerra de Independencia”, en Vicente Riva Palacio (ed.), México a
través de los siglos, t. III, Barcelona, Espasa/J. Ballescá, 1882, p. 356. Imagen 1 (p. 241). Puente del camino real de Veracruz a la ciudad de México. Fotografía de
Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
Segunda parte. Personajes
Imagen 2 (p. 242). Fuerte de Paso del Macho. Fotografía de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
Agustín de Iturbide, el comandante contrainsurgente, 1810-1820
Imagen 3 (p. 242). Puente de Paso del Macho. Fotografía de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
Imagen 11 (p. 115). Insurgentes colgados por mano de Iturbide. Dentro de las acusaciones
contra el coronel estaba la de excederse con los castigos a los rebeldes. Imagen 4 (p. 243). Cañón español de a 36 libras. Fotografía de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
Fuente: Premio de los americanos por gachupines y frailes. Diálogo entre el padre Arenas, el general
Arana y don Agustín de Iturbide, Puebla, Imprenta de Pedro de la Rosa, 1827. Imagen 5 (p. 244). Puente de Atoyac. Fotografía de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
Imagen 12 (p. 118). Bandera de las Tres Garantías, antecedente de la bandera tricolor. Imagen 6 (p. 244). Horno antiguo de cal. Fotografía de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
Fuente: Bandera del Ejército Trigarante. Seda y acuarela, 1821, Museo Nacional de Historia. Re-
producción autorizada por el INAH. Imagen 7 (p. 245). Cerro de Monte Blanco. Fotografía de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
Pedro José de Fonte, arzobispo de México, y la consumación de la Independencia, Imagen 8 (p. 246). Hacienda de Monte Blanco. Fotografía de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
1815-1823
Imagen 9 (p. 246). Restos del fortincillo de Monte Blanco. Fotografía de Mario Jesús Gas-
Imagen 13 (p. 124). Pedro José de Fonte, arzobispo de México. par Cobarruvias.
Fuente: Zárate, Julio, “La guerra de Independencia”, en Vicente Riva Palacio (ed.), México a
través de los siglos, t. III, Barcelona, Espasa/J. Ballescá, 1882, p. 469. Imagen 10 (p. 247). Azulejo conmemorativo en Córdoba. Fotografía de Mario Jesús Gas-
par Cobarruvias.
Examen de fuentes documentales inéditas
Imagen 11 (p. 248). Obelisco conmemorativo a las jornadas de 1821. Fotografía de Mario Jesús
Imagen 14 (p. 216). Copia personal de plan de Iguala de Agustín de Iturbide. Fotografía au- Gaspar Cobarruvias.
torizada del documento en resguardo de la Universidad Católica de América, Washington
D. C., Estados Unidos. Imagen 12 (p. 249). Primera inscripción del obelisco. Fotografía de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
Imagen 14 (p. 250). Placa conmemorativa de la firma de los tratados de Córdoba. Fotografía de
Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
Imagen 15 (p. 250). Placa conmemorativa de los 150 años de los tratados de Córdoba. Fotogra-
fía de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
Imagen 16 (p. 251). Muros de mampostería cerca del río Metlac. Fotografía de Mario Jesús
Gaspar Cobarruvias.
Imagen 17 (p. 251). El Puente Negro. Fotografía de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
Imagen 18 (p. 252). Puente de San Miguel. Fotografía de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
Imagen 19 (p. 252). Puente del Chiquihuite. Fotografía de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
Imagen 20 (p. 253). Escudo de armas de Córdoba. Fotografía de Mario Jesús Gaspar Cobarruvias.
262