Materiadeoratoriaforense-180224012239. SEGUNDO
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FORENSE”
SUMARIO PRIMERO
SIGNIFICADO DE LOS VOCABLOS ORATORIA, ORADOR,
FORO Y FORENSE. – EL FORO ROMANO. – CLASIFICACIÓN
CLÁSICA Y MODERNA DE LA ORATORIA. – EL ARTE DE
COMUNICARNOS: OBJETIVOS Y FUNDAMENTOS DE LA
ORATORIA. – DIFERENTES FORMAS DE COMUNICARNOS
ORALMENTE: LA CONVERSACIÓN, LA DISCUSIÓN, LA
DESCRIPCIÓN, LA MESA REDONDA, EL FORO, EL SIMPOSIO Y
EL SEMINARIO. –
I
DESARROLLO
El curso de Oratoria Forense que vamos a iniciar, contempla dos grandes segmentos: El
primero de ellos tendrá por finalidad determinar aspectos conceptuales de la Oratoria
como arte y su evolución histórica. – Establecidos estos presupuestos, nos avocaremos a
descubrir las partes de la trilogía oratoria esto es el discurso, el orador y el auditorio. –
Por lo tanto debemos por medio de la Oratoria convencer a la razón de quien nos
escucha y persuadir moviendo la voluntad de las personas. – Se complementa el
concepto con la necesidad de “deleitar” al auditorio, precisamente para mantener vivo
el placer de quien escucha lo que expresamos. –
En la antigüedad clásica, el Foro era el lugar donde actuaban los Tribunales con la
intervención de los Abogados; cuando los romanos erigían una ciudad reservaban un
espacio plano y rectangular en el centro de la misma para el Foro. – Los pueblos chicos
sólo disponían de un foro. – Las grandes ciudades tenían varios, unos eran foros civiles,
circundados de Tribunales y edificios para negocios públicos, y otros, foros venales, que
venían a ser los mercados. –
El famoso Foro de Roma, el Foro Romano, estaba situado en un espacio plano, oblongo,
de unos 180 ms. de largo y de unos 30 a 55 ms. de ancho. –
Había en el Foro una plataforma desde la cual arengaban al pueblo los TRIBUNOS de
la PLEBE, esto es los representantes de las clases inferiores, cuyos más esclarecidos
representantes fueron TIBERIO y CAYO GRACO pertenecientes a una familia noble
de gran importancia en la Roma Republicana. – En la parte superior se encontraba el
“COMITIUM”, donde se reunían los Patricios. –
III
CLASIFICACIÓN TRADICIONAL DE LA ORATORIA
Es evidente que el Orador debe hablar con elocuencia, lo cual solo se logra a través de
la lectura y el acopio constante de palabras que podamos utilizar en el momento
requerido. – Una cultura superficial, no nos permitirá constituirnos en oradores
aceptables y convincentes. – El secreto por tanto es leer lo más que se pueda,
comprendiendo y recordando lo leído. –
En cuanto a las aptitudes del Orador, existen casos muy excepcionales de cualidades
naturales, pero la mayor parte se las adquiere con la práctica, la ejercitación y la
experiencia. –
IV
ORATORIA. – EL ARTE DE COMUNICARNOS: SUS OBJETIVOS
Y FUNDAMENTOS. –
Hemos sostenido que la Oratoria es un arte, porque le da a la palabra un poder y una
fortaleza para rescatar sus valores y permitir una real comunicación entre los seres
humanos. – Lamentablemente nuestra modernidad, con la masiva incorporación de
aparatos electrónicos audiovisuales, ha modificado las costumbres de la Sociedad,
marginando el diálogo, siendo su resultante que cada vez se habla menos y peor,
reduciéndose al mínimo el lenguaje, y la comunicación familiar y social. – Este
problema, el empobrecimiento del lenguaje, es uno de los temas que la moderna
Pedagogía mira con grave preocupación, en vista de que la facultad de expresión ha
disminuido por falta de una práctica constante a un número mínimo de vocablos y
construcciones lingüísticas, a tal punto que la Oratoria no se encuentra incluida en
el sistema educativo. –
VI
Una conferencia no debe de durar más de tres cuartos de hora, y solo podría extenderse
por la importancia, y el interés del tema que el conferenciante puede percibir del
auditorio. –
EL FORO. –
Bajo una conceptuación general es una reunión de trabajo con la finalidad de analizar
ante un auditorio evidentemente interesado en la profundidad de una temática: La
educación, la economía, la actividad petrolera, etc.. – No deben participar más de cinco
personas para no diluir en exceso las intervenciones y quizás alterar la sustancia del
tema a tratarse. –
EL SIMPOSIO. –
El Simposio consiste en una serie de conferencias a cargo de determinadas personas
especializadas sobre distintos aspectos de una misma materia. –
En otras palabras cada expositor debe presentar una parte del contexto general, con una
ilación lógica. –
EL SEMINARIO. –
En una cultura como la clásica, eminentemente oral, la Oratoria impregnaba gran parte
de la vida pública y su valor era reconocido en los Tribunales (discursos judiciales), en
el Foro (discursos políticos) y en algunas manifestaciones religiosas o acontecimientos
fúnebres. – El pueblo Griego y el Romano era extraordinariamente aficionado a los
discursos y sabían valorar y aplaudir a los oradores brillantes, e intervenía en las
discusiones entre las distintas Escuelas y tendencias. –
Se cree que la Oratoria Forense se inició al sur de la Isla de Sicilia siendo el creador de
una Escuela para aprender el arte de la Oratoria y la retórica, Corax, Abogado de
profesión con quien deseaba estudiar Tisias, que en razón de su carencia de dinero
solicita al maestro que le imparta lecciones de oratoria para defender casos en los
Tribunales, comprometiéndose a pagar el alto costo de las lecciones que ofertaba Corax,
cuando aquel, Tisias, concluido que fuere su aprendizaje, ganara su primer Juicio, con
cuya remuneración o pago, inmediatamente cancelaría la deuda con su maestro. – Corax
acepta el trato e imparte sus enseñanzas a Tisias, pero he aquí que éste durante mucho
tiempo no asumía ningún compromiso de trabajo como Abogado, de tal forma que al
no intervenir en Juicio alguno no pagaba su deuda, y tal parecía que ninguna intención
tenía de comprometerse en defensas legales, y cumplir su promesa para con CORAX. –
Corax lo amenaza con llevarlo a juicio y le anticipa que si el gana (Corax), Tisias
deberá pagarle porque así lo ordena el Tribunal y se expresa en estos términos. –
El más grande de los oradores Griegos fue DEMÓSTENES, y (384 – 322 AC) su
mayor obra consistió en la implacable lucha oratoria que sostuvo contra Filipo III de
Macedonia que intentaba con su nueva estructura militar, la falange, conquistar toda
Grecia y acabar con las libertades de las Ciudades – Estado, entre ellas Atenas, su
patria. – Se conoce que Demóstenes preparaba sus discursos con gran prolijidad,
encerrándose por semanas enteras en un sótano a practicar su expresión y sus gestos. –
Se menciona a APIO CLAUDIO EL CIEGO como el primer orador quien llamó a las
armas a los Romanos ante la amenaza de invasión de PIRRO, REY DE EPIRO, que
derrotó a los Romanos a tan alto costo, que decidió regresarse a Grecia, de donde viene
la expresión “VICTORIA PÍRRICA” donde el triunfo más parece una derrota por el
desgaste sufrido. –
Más jóvenes son los hermanos TIBERIO Y CAYO GRACO que aunque patricios por
su cuna, e hijos de la virtuosa dama romana LUCRECIA, se convirtieron en Tribunos
de la Plebe, siendo oradores vibrantes, fundamentalmente por su forma de expresión. –
Famosos fueron sus discursos en defensa de las Leyes Agrarias y las Reformas
Sociales que propugnaban, lo que finalmente los llevó a ser asesinados. – Enardecían a
la multitud y superaban a todos los oradores de su tiempo en vehemencia oratoria. –
Sin embargo la mayor herencia que nos ha dejado para nuestra materia, Cicerón son sus
obras retóricas esto es sobre la oratoria, en las que nos enseña como se forma y
compone un discurso, lo que se mantiene con pocas variantes, hasta nuestros días. –
Cicerón también establece en su obra “De Oratore”, las partes que debe tener un
discurso, habiendo precedido las fases de su elaboración. – Estas son:
1) Exordium o Introducción. –
Cada una de estas partes exige un método y una técnica para alcanzar el objeto de todo
discurso, persuadir, conmover y deleitar. –
El estilo Ciceroniano es sobrio, sin excluir la elegancia y los adornos del lenguaje. –
En su obra “De Oratore”, Cicerón expone los tres estilos o “genus dicendi”.– Es
necesario por tanto establecer tales estilos. – Son los siguientes:
ESTILOS CICERONIANOS. –
Cuatro grandes figuras son sin embargo importantes en este periodo de apogeo y
decadencia del Imperio Romano, QUINTILIANO, que trata de retornar al
Clasicismo Ciceroniano, Cornelio Tácito, Séneca y Plinio el joven. –
La Oratoria Religiosa se inicia con la patrística, con los padres de la Iglesia San
Agustín y Santo Tomás de Aquino entre otros. –
Su adecuada y correcta formulación, es útil para los Dirigentes Políticos, sobre todo en
los periodos preelectorales y electorales. –
Por otra parte el mal demagogo es fácilmente identificable por el pueblo, por lo que a la
postre pierde cualquier credibilidad que pudiere haber tenido. –
Es importante hacer notar las condiciones del auditorio popular, entre ellas:
3. – De súbita resolución. –
4. – De fácil arrepentimiento. –
Es un buen recurso oratorio alabar a las glorias y gestas heroicas de la ciudad que lo
recibe así como mencionará las bellezas urbanas, su mar, su río o serranía, y también a
la hermosura de sus mujeres y la valentía de sus hombres. –
Otro recurso es también fustigar al pueblo congregado, para después reclamarles que se
rediman de la equivocación de haber elegido equivocadamente al adversario, los
impulsará a reinvindicarse y a castigar con el voto a quien los ha oprimido o explotado.–
No hay que olvidarse del buen aspecto personal del Orador político y de factores como
su simpatía personal, su gesto conciliador en ocasiones y otras agresivo; la movilidad de
su mirada, la potencia de su voz y lo más importante sus condiciones de actor,
logrando que sus palabras tengan más que ideas profundas impacto formal. – Las
entonaciones altas y agudas, las oportunas interrupciones y pausas al discurso, y el
final fuerte y rotundo con el llamamiento a la lucha y a la rebeldía, y hasta
interrogaciones del pueblo congregado, anticipando respuestas apropiadas. –
a)No debe resaltar profundidad de cultura ni riqueza de la expresión formal, por lo que
su tono intelectual debe ser más bajo, cuanto mayor sea la concurrencia. –
Existe un irrefutable principio sociológico que dice que la capacidad receptiva de las
masas está en razón inversa con respecto al número de sus componentes. –
Su estilo debe ser claro, metódico, muy repetitivo, y destinado sobre todo a convencer
antes que a conmover. – La versación del Orador y su facilidad de expresión verbal es
lo que más cuenta. –
El Orador Pedagógico debe estar en capacidad para hablar por varias horas dominando
la fatiga, y su técnica está dirigida a buscar la participación e interacción permanente del
alumno. – La clase no puede convertirse en un acto pasivo, porque los oyentes, se
aburrirán y se cansarán. –
Se caracteriza por ser gráfico y expresivo con la finalidad de impulsar una acción
efectiva.– Debe resaltar el estado crítico del trabajador para que actúe y decida, con el
soporte de esa realidad. – El Sindicato es por tanto el Organismo de lucha, a través del
cual se ponen en marcha las reinvindicaciones obreras y en general populares. –
Podríamos decir que de la Oratoria Sindicalista coparticipa la Oratoria Política. –
1.- FÍSICAS
2.- INTELECTUALES; Y,
3.- MORALES
Las pausas deben hacerse de tal manera que no sean excesivamente largas. –
f. – Para afirmar solemnemente: Hacer el gesto del juramento, con la mano con la
mano extendida a la altura del pecho. –
g. – La palma de la mano con los dedos unidos es útil pues ejerce una sugestión
sorprendente sobre el auditorio. – El público se siente dominado por la mano del
orador, abierta frente a él. –
“En los trozos de solemne dignidad, el Orador sin moverse de su sitio, no haga más
que un ligero movimiento con la mano derecha; su rostro, de acuerdo con las
palabras, exprese la alegría, la tristeza, la calma. – En las demostraciones adelante
un poco la cabeza, porque naturalmente nos acercamos a aquellos a quienes
queremos instruir y convencer. – La narración tolera de buena gana la misma actitud
que conviene a la expresión de la dignidad. – En la chanza, dese al rostro cierto aire
de alegría, pero sin multiplicar demasiado los gestos ..... pero, en la discusión, el gesto
sea rápido, los rasgos movibles, la mirada viva y penetrante; en caso de impugnación
el Orador mueva sin descanso el brazo hacia delante, cambie de sitio, golpee de vez en
cuando el suelo con el pie derecho, haga chispear su ojo ardiente..... si quiere
enternecer, tuerza las manos sobre si mismo y además golpéese ligeramente la
cabeza; alguna vez, a un gesto más tranquilo y más igual junte una fisonomía
turbada y abatida”. -
a) CULTURA: Todo Orador para ser convincente tiene que sustentar un conocimiento
razonable del tema a tratarse, sin necesidad que sea enciclopédico. – Tiene que
mantenerse bien informado y haber leído lo más que se pueda sobre la materia objeto
del discurso, haciendo conclusiones propias y además exhortaciones . -
De la manera adecuada con la que el Orador se prepare, dependerá que el auditorio
acepte como verdad lo que él les diga, porque supondrán que ha hecho los estudios y
confrontaciones pertinentes. –
Para obtener una memoria adecuada hay que aplicar sus Leyes naturales: La
Concentración, la Repetición y la Asociación de ideas. –
La Concentración tiene por objeto apartar nuestra atención de cualquier otro asunto o
teme distinto del que deseamos abordar y recordar. –
El perezoso no pone atención a lo que lee y cree que leyendo y releyendo materialmente
muchas veces desde el principio al fin, el texto que deben aprender, lo incorporará a la
memoria. –
El que realmente lee con atención recuerda en poco tiempo lo que necesitan aprender de
memoria. – Ocurre por el contrario que quien mira epidérmicamente las páginas es
porque no dirige su atención, y su mente está en otras cosas. –
La simple repetición mecánica por tanto, no es suficiente. – Se trata por tanto de una
repetición inteligente dirigida por la mente. –
Será exacto y leal a sus convicciones.- No puede haber elocuencia eficaz si no hay
verdad en el discurso. –
El Orador debe ser también fuerte, y mantener con entereza y firmeza sus convicciones
y opiniones. –
El Orador debe mantener también entre sus condiciones morales la modestia, para no
parecer autosuficiente y dueño de la verdad. –
LOS AUXILIARES DEL DISCURSO.
El discurso puede soportarse en auxiliares y discursos didácticos, ya que en todos los
estilos, e incluso en la Oratoria Forense, cada vez éstos son más necesarios.
Entre tales recursos y auxiliares podemos citar brevemente a la pizarra, que también
puede usarse en una audiencia de corte penal cuando se quiere indicar, por ejemplo las
circunstancias y el modo en el que se produjo una agresión física, a objeto de determinar
las posiciones del agresor y del agredido, e incluso de los testigos presenciales para fijar
su situación y su cercanía de los hechos determinados como infracción penal.
En materia didáctica la pizarra puede usarse para hacer cuadros sinópticos, escribir
palabras de ortografía complicada o sugerencias para dictar la clase.
Debe también advertirse que no hay que exagerar con estas ayudas por que si son
excesivas podríamos cometer errores técnicos y equivocarnos. Muchos Oradores tienen
la creencia de que si se presentan con micrófonos personales, punteros láser,
ordenadores, proyectores, equipos de sonido y controladores de luces, el éxito está
garantizado. Esto no es así, ya que solo se trata de auxiliares y complementos, que no
tienen por que servir para disminuir la importancia que tiene el ser humano para
transmitir su mensaje
COMO PREPARARSE PARA SUBIR AL ESTRADO
Voy a transcribir algunos párrafos de la obra de Reynaldo Polito, “Como hablar bien en
público”. – “Una exposición no empieza en el estrado. Antes de que usted pronuncie la
primera sílaba de la oración el auditorio ya estará observando atentamente todos sus
movimientos. Comprobará sus reacciones mientras está sentado esperando el momento
de hablar; sabrá si es tímido o seguro por su forma de andar, o incluso por el tipo de
ropa que decidió ponerse para la ocasión. Antes de hablar, observe atentamente todo lo
que ocurre a su alrededor. El auditorio reconocerá en su atención una identificación con
sus deseos y se volverá más dócil y benevolente para oírlo. Al dirigirse al estrado,
hágalo con determinación, muestre su decisión en el andar y su seguridad en las formas.
El auditorio lo observará con la seguridad de que va a transmitir un buen mensaje. Al
levantarse, muestre calma y cuidado y de los últimos toques a la ropa antes de echarse a
andar, como abrochar la chaqueta, enderezar la corbata, colocar las tapas de los
bolsillos, etc.. Al llegar a la tribuna, coloque los libros y las hojas con las anotaciones
que haya llevado; busque la posición adecuada del micrófono; mire brevemente a todos
y, si el tema lo permite, inicie una sonrisa amistosa. El padre Vasconcelos, uno de los
Oradores más extraordinario que he conocido, dice que la sonrisa tiene la virtud de abrir
un campo magnético donde todos entran sin resistencia, plegándose a la voluntad de
quien habla. Vuelve la presencia del orador en una fuerza irresistible. No dude, sonría,
pero hágalo naturalmente y con el corazón. Ya puede comenzar a hablar: Todo está
preparado y todos están dispuestos a escucharlo”.
Si aquello tampoco resulta, siempre se puede explicar al auditorio que volverá a tratar
ciertos aspectos en otra oportunidad, y pase al siguiente del que si se tiene perfecta
noción. Lo más seguro que ningún miembro del auditorio le esté reclamando que se
olvidó de tratar el tema que ofreció hacerlo posteriormente.
DE LA RESPIRACIÓN
Sobre este importante aspecto voy a reproducir los consejos dados por Reynaldo Polito
para trabajar la respiración:
“Permanezca en pie con el peso del cuerpo distribuido en las dos piernas y con una
postura algo relajada.
Ponga las manos sobre el abdomen, sin hacer fuerza (debe servir solo para que
usted sea consciente de que sigue el procedimiento correcto al respirar y al
producir el habla; el abdomen debe permanecer lo más relajado posible).
Espire con la boca casi cerrada produciendo una corriente continua de aire y
observe como se contrae el abdomen.
EL DISCURSO
Tales particiones desempeñan un doble oficio: lógico, para hacer más clara y eficaz la
demostración; psicológico, para atraerse al Auditorio.
Pero, dividir no significa quebrar. A este respecto, aclara Mejorana (1943: 145) que
dijo Platón: “El arte de dividir no es más que el arte de separar, para reunir después;
demostrar una cosa y sus partes y luego verlas todas juntas reunidas de nuevo”.
Los retóricos modernos afirman que no existen reglas constantes para la división del
discurso, a tal punto que sólo puede formularse esta norma: hacer un buen exordio;
desarrollar un argumento según las diversas maneras que exija éste, las circunstancias y
el ambiente y sentar una conclusión eficaz.
Por consiguiente, el discurso se dividirá en tres partes principales:
Si las ideas, pensamiento y recomendaciones que se formulan son valiosos, ¿por qué
se habrá de presentarlo en un mal estuche? Se procederá, pues, con habilidad y se
expondrá el discurso en forma interesante y llamativa.
El discurso que más atrae es el que más interesa y el Auditorio necesita alguna razón
o motivo para seguir el desarrollo. Todo lo que el hombre hace está inspirado por
algún interés.
El buen Orador hará valer la prueba o las pruebas y demostrará la verdad enunciada
valiéndose de toda clase de argumentos.
Si ha presentado con habilidad el tema, habrá despertado, sin duda, la curiosidad del
Auditorio, asegurándose la atención a sus palabras. Para mantenerla, ahora, se
pondrá especial cuidado en presentar las ideas clara y progresivamente.
Lo último que un Orador dice, las últimas palabras que el Orador pronuncia, quedan
sonando en los oídos del auditorio y son las que, probablemente, serán recordadas
Por ello, todos los tratadistas aconsejan preparar el epílogo con tanto o más cuidado
que el exordio. Quienes no tienen esto en cuenta son aquellos que hacen discursos
literalmente sin pies ni cabeza.
Pero, no obstante, puede decirse que no hay regla que fije la duración del discurso,
porque no hay discursos largos o breves y sí sólo la sensación de que parezcan
alargados o extensos, dependiendo todo de la habilidad del Orador.
Un discurso largo será el que aparezca largo, por animar en el Auditorio el deseo de
que llegue prontamente a su fin, y será un discurso breve el que deje a los oyentes
con el deseo de seguir escuchando al Orador.
¿No es esto acaso lo que ocurre con algunas clases de nuestros docentes?
¡Cuántas veces se nos pasó “volando el tiempo” cuando presenciamos una clase
sumamente interesante, no sólo por el tema sino por la calidad de la expresión oral
del expositor y su habilidad para atraer nuestra atención!
No es mirando el reloj como debe medirse, entonces, un discurso, sino dirigiendo la
mirada al Auditorio. Fijándose en el movimiento de los ojos de sus oyentes, en el de
sus manos, en su quietud, el Orador conocerá, inmediatamente, si siguen su discurso
con interés. –
Se tendrá presente que, en diez o quince minutos, se puede decir mucho si se evitan los
rodeos, las expresiones innecesarias, las explicaciones pueriles y las frases vagas o
difusas. –
Mejorana (1943: 146) al respecto nos dice: “La práctica de escribir lo que vamos a decir
nos obligará a pensar. Aclarará nuestras ideas.- Las fijarán en la memoria. – Reducirá la
ociosidad mental al mínimo. – Mejorará la dicción”. –
Entre tales recursos y auxiliares podemos citar brevemente a la pizarra, que también
puede usarse en una audiencia de corte penal cuando se quiere indicar, por ejemplo las
circunstancias y el modo en el que se produjo una agresión física, a objeto de determinar
las posiciones del agresor y del agredido, e incluso de los testigos presenciales para fijar
su situación y su cercanía de los hechos determinados como infracción penal.
En materia didáctica la pizarra puede usarse para hacer cuadros sinópticos, escribir
palabras de ortografía complicada o sugerencias para dictar la clase.
Debe también advertirse que no hay que exagerar con estas ayudas por que si son
excesivas podríamos cometer errores técnicos y equivocarnos. Muchos Oradores tienen
la creencia de que si se presentan con micrófonos personales, punteros láser,
ordenadores, proyectores, equipos de sonido y controladores de luces, el éxito está
garantizado. Esto no es así, ya que solo se trata de auxiliares y complementos, que no
tienen por que servir para disminuir la importancia que tiene el ser humano para
transmitir su mensaje
Voy a transcribir algunos párrafos de la obra de Reynaldo Polito, “Como hablar bien en
público”. – “Una exposición no empieza en el estrado. Antes de que usted pronuncie la
primera sílaba de la oración el auditorio ya estará observando atentamente todos sus
movimientos. Comprobará sus reacciones mientras está sentado esperando el momento
de hablar; sabrá si es tímido o seguro por su forma de andar, o incluso por el tipo de
ropa que decidió ponerse para la ocasión. Antes de hablar, observe atentamente todo lo
que ocurre a su alrededor. El auditorio reconocerá en su atención una identificación con
sus deseos y se volverá más dócil y benevolente para oírlo. Al dirigirse al estrado,
hágalo con determinación, muestre su decisión en el andar y su seguridad en las formas.
El auditorio lo observará con la seguridad de que va a transmitir un buen mensaje. Al
levantarse, muestre calma y cuidado y de los últimos toques a la ropa antes de echarse a
andar, como abrochar la chaqueta, enderezar la corbata, colocar las tapas de los
bolsillos, etc.. Al llegar a la tribuna, coloque los libros y las hojas con las anotaciones
que haya llevado; busque la posición adecuada del micrófono; mire brevemente a todos
y, si el tema lo permite, inicie una sonrisa amistosa. El padre Vasconcelos, uno de los
Oradores más extraordinario que he conocido, dice que la sonrisa tiene la virtud de abrir
un campo magnético donde todos entran sin resistencia, plegándose a la voluntad de
quien habla. Vuelve la presencia del orador en una fuerza irresistible. No dude, sonría,
pero hágalo naturalmente y con el corazón. Ya puede comenzar a hablar: Todo está
preparado y todos están dispuestos a escucharlo”.
Si aquello tampoco resulta, siempre se puede explicar al auditorio que volverá a tratar
ciertos aspectos en otra oportunidad, y pase al siguiente del que si se tiene perfecta
noción. Lo más seguro que ningún miembro del auditorio le esté reclamando que se
olvidó de tratar el tema que ofreció hacerlo posteriormente.
“El estilo revela los sentimientos; así, cuando hay ultraje, la expresión es la de un
hombre airado; si la acción es impía y vergonzosa, se adopta el tono de un hombre lleno
de indignación y prudencia en las palabras. Si la materia es espiritual, hay que hablar
con admiración. Si es digna de compasión, tendremos que usar de la humildad. Y así
en todos los casos. Lo que ayuda a convencer es el estilo de cada asunto. En estos
casos, el ánimo del oyente concluye, equivocadamente, que el Orador dice la verdad,
porque en esas circunstancias los hombres se animan con los sentimientos que
comparten; y aunque no sea así, los oyentes piensan que las cosas son como dice el
Orador. A esto se une que el oyente participa de los sentimientos del Orador que habla
de manera patética aunque el discurso no tenga sentido. Por eso muchos Oradores
impresionan el ánimo de los oyentes simplemente haciendo ruido”.
¿Puedo esperar que el Juez se compadezca de un mal que yo cuento sin sentir
dolor?. ¿Se indignará si ve que yo mismo, que lo estoy animando a ello, soy el que
menos se indigna?. ¿Hará partícipe de sus lágrimas a un Abogado si está hablando
con los ojos secos?. Esto es tanto como quemar sin fuego, mojar sin humedad y
colorear lo incolor. Primero deben valernos a nosotros las cosas que queremos que
tengan fuerza para los otros y apasionarnos, antes de hacer que otros se
apasionen”.
EL AUDITORIO
Los Oyentes que constituyen un Auditorio, generalmente se agrupan alrededor de un Orador por
alguno de estos diferentes motivos:
a) Por curiosidad. A muchos oyentes no los guía el deseo de escuchar lo que ha de decir el
Orador, sino solamente su renombre y la fastuosidad que puede tener la reunión, o la vanidad de
exhibirse, a la espera de ser notados, como algunas damas para lucir vestidos, o como algunos
hombres, para ser mencionados después por los periódicos, en la lista de los principales
concurrentes.
No hay ni qué decir que tales son superficialísimas personas, pese a pretender se cultas.
b) Por casualidad. Casi no hay conferencia o discurso público que no cuente con buena cantidad
de oyentes que han llegado hasta el Orador conducidos por alguien interesado en llevarlos tras de si,
cuando no guiados por la sola casualidad.
c) Por razones e interés profesional. Esta categoría de Auditorio la integran los estudiantes, los
congresales –de cualquier tipo–, los académicos –de cualquier corporación–, y en fin, cualquier
grupo colegiado, cuyos integrantes deben escuchar por recíproca consideración e interés. –
Así como para el Orador son necesarias ciertas condiciones físicas que posibilitan la transmisión de
su mensaje, el Auditorio necesita otras, correspondientes, para poder captarlo.
- Definido, en el cual se reúnan los oyentes, y a través del cual la palabra del Orador se
difunda equitativamente, mercede a condiciones acústicas favorables.
- Suficiente, un público de pie, ahogándose de calor o tiritando de frío, expuestos al sol o
al viento – y, todavía peor, a la lluvia –, es un público inicialmente contrario.
- Ventilado, dice Dale Carnegie (a953: 184): “Ni toda la elocuencia de Cicerón ni toda la
femenina belleza de Venus de Milo lograrán mantener despierto a un Auditorio donde
el aire esté viciado”.
- Convenientemente iluminado; es muy difícil provocar el entusiasmo de un Auditorio
sumido e las tinieblas en una sala pobremente iluminada. Los Oradores se distinguirán
más por el verbo que por la mímica.
- Saturado. El entusiasmo de un Auditorio se disipa cuando en medio de él hay grandes
claros y butacas vacías. Por lo tanto, se agrupará al Auditorio.
- Sobrio. No se admitirá profusión de muebles en la tribuna, ni de carteles que disipen la
atención, ni invitados que se muevan y distraigan a los Oyentes. El Orador no efectuará
injustificados movimientos que puedan delatar nerviosismo.
FORMAS DE DIRIGIRSE AL AUDITORIO
Un auditorio no sólo se guía por lo que escucha; en gran parte su intuición explora en las
manifestaciones y rasgos de la personalidad de quien habla, quiere cerciorarse de que éste posee la
responsabilidad y la integridad para confiar en él, y así observa en sus movimientos, en la forma
como realza sus ideas, en su tono de voz, en sus ademanes, es decir, se vale de toda exteriorización
que le inducirá a formar una apreciación definida que lo oriente en sus apreciaciones.
A cambio de esto, el auditorio –como masa– cede en conjunto a las emociones del momento y
obedece irreflexivamente a la sugestión, con mayor facilidad que individualmente, por ese contagio
de individualidad e identificación, con la emoción de los demás que, en la mayoría de los casos, es
absoluta y dominante.
Una habilidad del buen Orador es la de percatarse de la composición del Auditorio, antes de
comenzar su exposición, para intuir qué energías podrá operar sobre él y conquistarlo.
Si el Orador siente con vehemencia lo que dice y lo expresa con sentimiento, espontaneidad y
contagiosa convicción, el Auditorio no podrá evitar el ser envuelto en el espíritu del Orador, y no
sólo le corresponderá con idéntica reacción, sino que le perdonará –o no advertirá, casi los errores
menores que este pueda cometer. –
Recuérdese que se nos aprecia y clasifica por cuatro cosas: Por lo que hacemos, por lo que
parecemos, por lo que decimos y por la manera en que lo decimos.
De esto último es en lo que fracasan muchos Oradores. – Comienzan por no estar ellos mismos,
convencidos de lo que dicen y, en consecuencia, no ponen ímpetu en su discurso, no ponen pólvora
en la bala.
La sinceridad y la pasión. Los oyentes deben sentir que el mensaje surge de la mente y del corazón
del Orador, para inundar la mente y el corazón propios.
Ningún Orador que anhele ser elocuente olvidará que un auditorio es siempre muchedumbre; que,
en cuanto tal, tiene limitaciones psíquicas y físicas y que, si anhela perorar con eficacia:
Para analizar correctamente al auditorio que va a recibir nuestro mensaje debemos considerar la
“edad, el sexo, el nivel socio cultural, el ambiente, tamaño y lugar, expectativas, ideología y
conocimiento del tema”. (Reynaldo Polito).
AUDITORIO ADVERSO
El Orador cualquiera que fuera el ámbito de su presencia, debe estar preparado para enfrentar a un
auditorio adverso, ya que no siempre se puede disertar ante amigos o simpatizantes. Se sugieren
algunas pocas reglas:
- Si la interrupción llega en forma de una pregunta difícil o muy complicada, una buena
forma de salir del aprieto es contestar con otra pregunta e invitar al interlocutor a
responderle.
- Por ningún concepto increpe o injurie al interlocutor, por más grosero que éste sea, su
actitud grosera o prepotente (del Orador) será castigada por el público y entonces la
hostilidad será generalizada y en tal situación le será imposible seguir hablando y el
Orador terminará fracasando”. (El poder de la Palabra, Manual de Oratoria, autor
Bernardo Jaramillo Saenz).
Como manejar un auditorio. – Según J. Blaschke en su obra “El arte de hablar en público” el orador
debe estar preparado para que el auditorio pueda participar y hacer las preguntas que a bien tenga.
Si existe un moderador, que generalmente solicita que las preguntas se hagan por escrito, la citación
para el expositor se facilita, en razón de que el predicho moderador puede seleccionar las peguntas
de tal manera que no sean ni atrevidas, ni en extremo conflictivas. Se sugiere por tanto a quien va a
intervenir que acuerde con el moderador, en orden a cuantificar las preguntas y calificarlas antes de
leerlas.
Sin embargo según el autor citado, nos podemos encontrar con los siguientes caracteres humanos
dentro del auditorio:
2.- El malicioso o capcioso. – Que trata de ponernos a prueba, por lo que debemos contestarle con
mucha seguridad y brevedad, pero si nos es posible haciéndole notar que nos hemos percatado de la
mam licia de su pregunta. –
3.- El inocente. – Puede ser el más peligroso, en vista de que no actúa con malicia pero puede dar la
impresión de que la exposición del orador no ha sido clara. Hay que cortar cortés pero firmemente
tales preguntas. –
4.- El insistente. – Es quien pretende iniciar un debate con el ponente, y pregunta una y otra vez.
Obviamente si hay un moderador este riesgo desaparece. Hay que ser drástico en explicar que la
intervención del conferenciante u orador no es materia de un debate, y por supuesto afirmar que se
respetan los puntos de vista del preguntón insistente. Personas de esta característica se asimilan al
discutidor, a quien hay que contestarle que en otra circunstancia y cuando él lo solicite, se podrá
continuar la discusión, en virtud de los importantes y trascendentes aspectos que el discutidor ha
tratado de llevar al expositor. –
5.- Finalmente quien se lo llama en el argot de los estudiosos en materia de hablar en público, al
“loco”, que generalmente se camufla como sabio, inocente o discutidor, pero que pretende imponer
su verdad por ilógica o imposible que sea. Tiene por costumbre intervenir no preguntando, sino
afirmando. –
NOTA IMPORTANTE:
Cuando se va a dictar una conferencia debe planificársela a través del moderador, a efecto de abrir
un turno de preguntas, al final de la disertación, y que ésta se hagan por escrito estableciendo un
número límite de tales preguntas.
También es desagradable que el Conferenciante u Orador insista al público para que le haga
preguntas, con lo cual ocurre no pocas veces que algún amigo del auditorio pregunte cosas
improcedentes, irrelevantes e incluso absurdas.
Por lo tanto debe preguntar una o dos veces si se desea preguntar algo, y de no tener respuesta dar
por concluida la conferencia o intervención.
SUMARIO SÉPTIMO
I
La Filosofía tiene una estrecha vinculación con la Oratoria: los principales Filósofos
presocráticos, entre ello Tales de Mileto , Heráclito y Parménides entre otros, enseñaban
sus principios y creaban Escuelas Filosóficas con base a su capacidad de persuasión,
utilizando sus dotes oratorias, la que también fue el soporte de los grandes Legisladores
de la antigüedad Griega, quienes como en el caso de Dracón, inspiró Leyes
tremendamente represivas, que sancionaban hasta los delitos más leves con la muerte y
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el destierro. – De allí viene la expresión también usada en la modernidad de “Leyes
Draconianas”, para referirse a las que sancionan con extrema rigurosidad las
infracciones legales. – Licurgo y Solón fueron también Oradores y Legisladores, que a
diferencia de Dracón buscaban regular la infracción proporcionalmente con el castigo, y
sostenían sus criterios en orden a encontrar el apoyo de sus conciudadano, en los
espacios públicos, a través de sus cualidades oratorias. –
Especial mención nos merece Sócrates, que no dejó nada escrito, pero con su aguda y
penetrante oratoria creó una filosofía con infinitos seguidores, que cambió la mentalidad
Helena, en función del conocimiento de si mismo. – Sócrates, gran orador, daba sus
discursos, interrumpiéndolos cada cierto tiempo para preguntar a su auditorio temas que
buscaban demostrar la ignorancia de tal auditorio, para a partir de ella extraer
conocimientos. – Al mismo tiempo ironizaba a sus contradictores con ingeniosas
respuestas y alegatos. – El método Socrático se denominada la mayéutica y consistía en
obtener cual si fuere un partero –(su madre lo era)– la luz de la verdad, esto es haciendo
parir dicha verdad de la mente más obtusa, sosteniendo como premisa principal que en
el principio todo es ignorancia, y de lo único de lo que se puede estar seguro es de tal
ignorancia. – Su afirmación: “Yo solo sé, que no sé nada” es recogida siglos más tarde
en la época de la Filosofía Racionalista, por Renato Descartes, quien parte también de la
duda absoluta de la que sale sin embargo con una verdad: “Para dudar tengo que pensar;
y, si puedo pensar, tengo que existir. – Pienso, luego existo (Cogito, ergo sum)”. –
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Tendremos que llegar a Aristóteles para establecer a partir de él la metodización y
sistematización de la Lógica como ciencia, y su vinculación con la Dialéctica y la
Retórica, el Silogismo y sus partes, y las distintas clases de razonamiento, todo lo cual
se aplica en el arte de la Oratoria y fundamentalmente en la Oratoria Forense. –
Para Marx que critica el carácter especulativo e idealista de Hegel, el ser humano, ni la
Historia, ni las sociedades, son elementos puramente ideales.– Por el contrario la
Dialéctica marxista indica que siendo la esencia humana, la Historia y la sociedad una
permanente transformación a través del trabajo, esta realidad material sometida a
contradicciones internas permanentes, es la que con carácter dialéctico nos permite
llegar a lo que podríamos denominar la Síntesis Hegeliana, esto es la supresión o
eliminación de la diferencia de clases y la instauración del comunismo.–
Para concluir este Sumario revisemos en que consiste LA RETORICA QUE SEGÚN
EL DICCIONARIO SALVAT ES EL ARTE QUE ENSEÑA LAS REGLAS DEL
BUEN DECIR O EL ARTE DE HABLAR BIEN. - La Retórica es por tanto una
parte de la lógica y un método de razonamiento que busca persuadir a través de un
estudio particular del lenguaje. –
La Retórica es aplicable a todos los géneros literarios porque una obra requiere, además
de una idea, la reunión del material, y su distribución, la de bella expresión de las ideas
utilizando la adecuada selección de los vocablos. –
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La Oratoria es una parte de la Retórica. –
Podría afirmarse dentro de estos principios de Lógica que “Si una conducta se encuentra
jurídicamente regulada, o está prohibida o está permitida”. –
Podemos citar algunos principios procesales a ser utilizados en el debate jurídico, como
aquellos que trae el Código Justiniano: 1) Interpreta la Ley el que la hizo. – 2) Si el
actor no prueba, el reo es absuelto. – 3) El dolo no se presume y debe probarse ante los
Tribunales. – 4) Es de Derecho evidentísimo, que es lícito a los litigantes recusar a los
Jueces. – 5) El litigante a de sujetarse a la Jurisdicción. – 6) Nadie puede ser obligado a
demandar ni a acusar; y, 7) La Jurisdicción es improrrogable, la competencia en
prorrogable. – Estos principios procesales del Código de Justiniano se encuentran en los
Libros I, II y III del mismo. -
b) EL FONDO DEL DISCURSO. - En cuanto al fondo del discurso, una vez que
hemos seleccionado el tema de nuestra exposición, que debe ser del suficiente interés y
motivación del auditorio, bien sea por su actualidad o por su trascendencia, debe el
orador establecer incluso gráficamente las ideas centrales que deben regir su discurso. –
Estas ideas no pueden ser excesivas, para no confundir al auditorio y hacer perder de
vista lo fundamental de la exposición. – Es mejor determinar tres o cuatro ideas
centrales básicas sobre las cuales se puede recurrir una y otra vez, ya que su repetición
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proyecta con toda la precisión, el objeto mismo de ella. – Pero no bastan las ideas que
pueden ser sumamente importantes, sin que tengamos los elementos que las soporten. –
En consecuencia una vez planteada por el orador la idea central, inmediatamente debe
establecer cuales son los elementos o pilares que hacen que esa idea sea la correcta y
acertada, y por supuesto la aceptada. – en cuanto al conocimiento de la materia, es
básico que el orador se encuentre bien informado de lo que va a manifestar, puesto que,
de nada vale tener un acopio de rico vocabulario si ese vocabulario no lo hacemos
funcionar con el conocimiento de la temática de nuestra exposición. – Se puede caer
fácilmente en una repulsa del auditorio que hará el juicio crítico en contra del orador en
el sentido de que se expresa con propiedad pero que en realidad no conoce de lo que
está hablando. – Concluimos este Sumario indicando la necesidad de que el fondo y la
forma del discurso se identifiquen en un correcto equilibrio e interactúen uno con el
otro; de no ser así se aplaudirá nuestra riqueza en la exposición verbal, pero se criticará
el contenido de aquellas expresiones. – Igualmente si somos eruditos y versados, pero
esa erudición y versación no se puede manifestar en palabras adecuadas seguramente
nuestro mensaje no llegará adecuadamente sobre todo porque se nos considerará
demasiado académicos y hasta tediosos. –
Sin embargo según el autor citado, nos podemos encontrar con los siguientes caracteres
humanos dentro del auditorio:
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informamos, o haciendo notar al auditorio que la información que se ha proporcionado
en el discurso es la que se dispone, y que si se desea profundizar, la respuesta no podría
ser lo breve que se amerita para el caso, con lo que se afectaría a las otras preguntas del
público. –
3.- EL INOCENTE. – Puede ser el más peligroso, en vista de que no actúa con malicia
pero puede dar la impresión de que la exposición del orador no ha sido clara. Hay que
cortar cortés pero firmemente tales preguntas. –
4.- El insistente. – Es quien pretende iniciar un debate con el ponente, y pregunta una y
otra vez. Obviamente si hay un moderador este riesgo desaparece. Hay que ser drástico
en explicar que la intervención del conferenciante u orador no es materia de un debate, y
por supuesto afirmar que se respetan los puntos de vista del preguntón insistente.
Personas de esta característica se asimilan al discutidor, a quien hay que contestarle que
en otra circunstancia y cuando él lo solicite, se podrá continuar la discusión, en virtud
de los importantes y trascendentes aspectos que el discutidor ha tratado de llevar al
expositor. –