Si No Tengo Amor
Si No Tengo Amor
Si No Tengo Amor
1co. 13:1-3 Si hablo las lenguas de los hombres y aun de los ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un metal
que resuena o un platillo que hace ruido. 2 y si tengo el don de profecía, y entiendo todos los designios secretos de
Dios, y sé todas las cosas, y si tengo la fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada. 3 Y si
reparto entre los pobres todo lo que poseo, y aun si entrego mi propio cuerpo para tener de qué enorgullecerme,
pero no tengo amor, de nada me sirve. (Dios habla hoy)
Sin amor, lo más preciado del hombre se reduce a la nada; sus más grandes logros se convierten en cero y los dones
espirituales vienen a ser menos que nada. Y lo mismo podemos decir de la benevolencia. ¿Qué puede ser más
sublime que el entregar todos nuestros bienes para dar de comer a los pobres?
Sin embargo, Pablo no sólo da a entender en el vers. 3 que es posible hacer algo como eso sin estar movidos por el
resorte del verdadero amor, sino que también enseña con toda claridad que de ser así de nada sirve.
Si el amor no está detrás de todo cuanto hacemos, de acuerdo a la enseñanza de este texto a los ojos de Dios eso
no sirve para nada.
Significado de amor: es darse a si mismo por el bien de los demás sin recibir nada a cambio; buscar la felicidad de los
demás. Jn 3:16
Jesús dijo si me amáis guardar mis mandamientos Jn. 14:15 aquellos que aman a cristo probaran su devoción
por la obediencia, cuando hay amor a Dios la obediencia a sus mandamientos es un placer.
Es el amor aquello que nos mueve a refugiarnos en Dios en tiempos de dificultad: Cuando viene la
aflicción queremos estar cerca de aquellos que amamos, y recibir el consuelo de su compañía. El que
ama a Dios se refugia en Dios en tiempos de necesidad. Sal. 90:1
Es el amor a Dios aquella virtud que dispone nuestro corazón a deleitarse en el hecho de que Dios sea
glorificado: aun cuando para ello tengamos que ser nosotros humillados. Es ese mismo amor que guarda
nuestras almas de poner en duda la Palabra de Dios, o de poner en duda la genuinidad de Su amor para
con nosotros cuando atravesamos en medio de alguna providencia aflictiva. El que ama a Dios justifica a
Dios, y está dispuesto a decir como Pablo: “Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso” (Rom. 3:4). Todos
nuestros deberes para con Dios son energizados por el combustible del amor. Porque amamos a Dios
buscamos que su nombre sea glorificado en todo lo que hacemos 1co. 10:31
Si amamos al prójimo nos guardaremos de no hacer nada que pueda dañarle: