Mito y Oralidad

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TEOGONÍA: La Teogonía (del griego theogonia, que significa "las generaciones de los

dioses") es un poema épico de 1.022 líneas de hexámetro que describe el nacimiento de los
dioses en el panteón griego.
La Teogonía es un poema didáctico e instructivo del siglo VIII a. C., atribuido al poeta griego
Hesíodo. La Teogonía, al principio, no estaba realmente escrita, más bien, era parte de una
rica tradición oral que sólo alcanzó la forma escrita décadas más tarde. La Teogonía traza la
historia del mundo desde su creación a través de la batalla entre los Olímpicos y los Titanes
hasta la ascensión de Zeus como el gobernante absoluto de todos los dioses olímpicos; con
el ascenso de Zeus a la supremacía y el nacimiento de sus muchos hijos, el poema termina
pero no aborda las continuas luchas entre la humanidad y los dioses. Mucho de lo que se
conoce hoy sobre la mitología griega primitiva proviene de la obra de Hesíodo y de otro gran
poeta griego, Homero. En conjunto, las obras de ambos serían una gran influencia en la
literatura y el drama griegos posteriores, y en la mitología romana, especialmente a través de
las épicas Metamorfosis de Ovidio.
En la introducción a su traducción de la Teogonía, Wender comparó a los dioses de Homero
con los de Hesíodo. Aunque los Olímpicos de Homero pueden no haber sido admirables
éticamente - mentían, engañaban y robaban - aún así eran civilizados. Homero borró sus
pecados al no mencionar ningún "comportamiento primitivo" en ellos. Sin embargo, Hesíodo
no hizo ningún esfuerzo por "blanquear el pasado mitológico en términos de los estándares
modernos, con una excepción. Zeus, el héroe del poema, cuya omnisciencia, poder y justicia
se destacan en cada oportunidad". Las epopeyas de Homero fueron escritas para una
audiencia de clase alta, mientras que las obras de Hesíodo eran más del ámbito popular.
Además, "... Hesíodo ha permitido que su mundo de dioses primitivos y fuerzas caóticas
permanezca primitivo y caótico"
La obra está construida a partir de géneros poéticos preexistentes que hasta el momento
habían pertenecido a la tradición oral en Grecia: cosmogonías, teogonías, genealogías,
catálogos y mitos de sucesión.
La teogonía explica el origen de los dioses y, por extensión, del universo, ya que los dioses
son los creadores del cosmos. Brinda información sobre el linaje de las divinidades. Su
relato puede presentar datos sobre los antepasados de un dios, indicar cuáles fueron sus
relaciones y mencionar a los descendientes. De esta forma construye un árbol genealógico
de los dioses.

En este caso podemos establecer que la teogonía no duda en determinar la existencia de


tres generaciones de dioses:

-La generación del cielo y de la tierra. Esta se encuentra conformada fundamentalmente por
Gea y Urano, una primera pareja de dioses que fueron los encargados de darle forma a los
animales, los seres humanos, las montañas, los ríos, los mares…

-La generación de los titanes. En esta segunda generación de dioses se encuentran tomando
protagonismo figuras tales como Crono (Tiempo) y Rea (Naturaleza), de los que
descendieron Hestia (diosa del hogar), Hera (diosa del matrimonio), Poseidón (dios de los
mares), Deméter (diosa de la agricultura) o Hades (diosa de los muertos). Todo eso sin
olvidar tampoco a Zeus.

-La generación de los dioses olímpicos. Respecto a esta se establece que es fruto del triunfo
de Zeus sobre los Titanes lo que le llevó a casarse con Hera para, a partir de ahí, gobernar
desde el Olimpo. Fruto de esa relación surgieron otros muchos dioses.
En el caso específico de la “Teogonía” de Hesíodo, el poeta afirma que lo narrado le fue
contado a él por las hijas de Zeus. El escritor parte de los dioses primordiales y abarca
cuatro generaciones de divinidades, mencionando a Cronos, Zeus, Poseidón y otros dioses
de gran importancia para la cultura de la Antigua Grecia.

Invocación y programa
¡Salud hijas de Zeus! Otorgadme el hechizo de vuestro canto. Celebrad la estirpe sagrada de
los sempiternos Inmortales, los que nacieron de Gea y del estrellado Urano, los que nacieron
de la tenebrosa Noche y los que crió el salobre Ponto. Decid también como nacieron al
comienzo los dioses, la tierra, los ríos, el ilimitado mar de agitadas olas y, allí arriba, los
relucientes astros y el ancho cielo. Y los descendientes de aquellos, los dioses dadores de
bienes, cómo se repartieron la riqueza, cómo se dividieron los honores y como además, por
primera vez, habitaron el muy abrupto Olimpo. Inspiradme esto, Musas que desde un
principio habitáis las mansiones olímpicas, y decidme lo que de ello fue primero.
Cosmogonía
En primer lugar existió el Caos. Después Gea la de amplio pecho, sede siempre segura de
todos los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. En el fondo de la tierra de
anchos caminos existió el tenebroso Tártaro. Por último, Eros, el más hermoso entre los
dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y todos los
hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos. Del Caos surgieron Érebo y la
negra Noche. De la Noche a su vez nacieron el Éter y el Día, a los que alumbró preñada en
contacto amoroso con Érebo. Gea alumbró primero al estrellado Urano con sus mismas
proporciones, para que la contuviera por todas partes y poder ser así sede siempre segura
para los felices dioses. También dio a luz a las grandes Montañas, deliciosa morada de
diosas como las Ninfas que habitan en los boscosos montes. Ella igualmente parió al estéril
piélago de agitadas olas, el Ponto, sin mediar el grato comercio.
Hijos de Gea y Urano
Luego, acostada con Urano, alumbró a Océano de profundas corrientes, a Ceo, a Crío, a
Hiperión, a Jápeto, a Tea, a Rea, a Temis, a Mnemósine, a Febe de áurea corona y a la
amable Tetis. Después de ellos nació el más joven, Cronos, de mente retorcida, el más
terrible de los hijos y se llenó de un intenso odio hacia su padre. Dio a luz además a los
Cíclopes de soberbio espíritu, a Brontes, a Estéropes y al violento Arges, que regalaron a
Zeus el trueno y le fabricaron el rayo. Estos en lo demás eran semejantes a los dioses, pero
en medio de su frente había un solo ojo. Cíclopes era su nombre por eponimia, ya que
efectivamente, un solo ojo completamente redondo se hallaba en su frente. El vigor, la
fuerza y los recursos presidían sus actos. También de Gea y Urano nacieron otros tres hijos
enormes y violentos cuyo nombre no debe pronunciarse: Coto, Briareo y Giges, monstruosos
engendros. Cien brazos informes salían agitadamente de sus hombros y a cada uno le
nacían cincuenta cabezas de los hombros, sobre robustos miembros. Una fuerza
terriblemente poderosa se albergaba en su enorme cuerpo.
GÉNESIS: La tradición judía atribuye a Moisés la autoría de Génesis y de los cuatro libros
que le siguen. Al conjunto de estos libros se le llama Pentateuco. El propio Pentateuco
presenta a Moisés como alguien que escribió extensamente (véanse Éx 17.14; 24.4; Dt
31.24).

La historia de Moisés presupone una prehistoria, tal es que Moisés no se ve como


fundador de la religión de Israel, sino a los patriarcas; solo así se explica que Israel haya
aceptado como divino el mensaje que Moisés proclamó. Considerando la propia historia
de Moisés, ninguno como él estaba tan extraordinariamente preparado para esta obra. El
Nuevo testamento acepta a Moisés como autor. Jesús dijo: «Si creyeseis a Moisés, me
creeríais a mí, porque de mí escribió él» (Jn 5.46).

Fecha. Tradicionalmente se acepta que el éxodo de Egipto ocurrió a mediados del siglo XV
a. n. e. Se afirma en 1 Reyes 6.1 que Salomón comenzó a construir el templo «en el año
cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto». Se piensa que
ello tuvo lugar alrededor del año 960 a. n. e., lo cual sitúa al éxodo en el año 1440 a. n. e.
Por lo tanto, Moisés habría escrito el Génesis entre el 1440 y el 1400 a. n. e., durante los
cuarenta años de peregrinaje por el desierto.

Fuentes. Si Moisés en efecto escribió el relato de los orígenes del mundo que, como el
resto del Libro del Génesis, se relaciona estrechamente con los libros siguientes, no se ha
podido averiguar con certeza cuál haya sido la fuente de su información. Quizás fuera por
revelación directa, o por documentos más antiguos.

La tradición oral o escrita, apoyada por la longevidad y buena memoria de los patriarcas,
también puede haber influido. Desde luego, es imposible reconstruir tales fuentes, pero
valerse de ellas en modo alguno contradice la doctrina de la completa inspiración de las
Sagradas Escrituras ni debe confundirse con la «teoría documentaria». Esta teoría sugiere
que el Pentateuco es una compilación, efectuada progresivamente durante mil años, de
cuatro documentos: el yavista, el elohista, el código sacerdotal y el deuteronomista.

● Fue el primer libro escrito de la Biblia (con la posible excepción del Libro de Job,
hacia el 500 a. n. e.) y registra el comienzo de la historia humana, el pecado, el
pueblo hebreo y la redención.
● La historia de Génesis comprende un período de tiempo más extenso que el
resto de la Biblia. Comienza con la primera pareja humana, extendiéndose a la
historia mundial antediluviana, y luego concentrándose en la historia hebrea
como la corriente redentora que sigue a través del resto del Antiguo
testamento.
● El Génesis sostiene que el universo material y la vida sobre la Tierra son la obra
del dios Yahvé y no un proceso independiente de la naturaleza. Cincuenta
veces en los capítulos 1-2 se presenta al dios Yahvé como el sujeto de verbos
que muestran lo que hizo como creador.
● Génesis es el libro de los primeros sucesos: registra el primer matrimonio, el
primer pecado, el primer homicidio, el primer polígamo, los primeros
instrumentos musicales, la primera promesa de redención, y así
sucesivamente.

CAPÍTULO 1

1. En el principio creó Dios los cielos y la tierra.


2. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios
aleteaba por encima de las aguas.
3. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz.
4. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad;
5. y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció:
día primero.
6. Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de
otras.»
7. E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento, de las
aguas de por encima del firmamento. Y así fue.
8. Y llamó Dios al firmamento «cielos». Y atardeció y amaneció: día segundo.
9. Dijo Dios: «Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y
déjese ver lo seco»; y así fue.
10. Y llamó Dios a lo seco «tierra», y al conjunto de las aguas lo llamó «mares»; y vio Dios
que estaba bien.
11. Dijo Dios: «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales
que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra.» Y así fue.
12. La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla, por sus especies, y árboles que
dan fruto con la semilla dentro, por sus especies; y vio Dios que estaban bien.
13. Y atardeció y amaneció: día tercero.
14. Dijo Dios: «Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y
valgan de señales para solemnidades, días y años;
15. y valgan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.» Y así fue.
16. Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del día, y el lucero
pequeño para el dominio de la noche, y las estrellas;
17. y púsolos Dios en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra,
18. y para dominar en el día y en la noche, y para apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios
que estaba bien.
19. Y atardeció y amaneció: día cuarto.
20. Dijo Dios: «Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra
contra el firmamento celeste.»
21. Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente, los que serpean, de
los que bullen las aguas por sus especies, y todas las aves aladas por sus especies; y vio
Dios que estaba bien;
22. y bendíjolos Dios diciendo: «sed fecundos y multiplicaos, y henchid las aguas en los
mares, y las aves crezcan en la tierra.»
23. Y atardeció y amaneció: día quinto.
24. Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes de cada especie: bestias, sierpes y
alimañas terrestres de cada especie.» Y así fue.
25. Hizo Dios las alimañas terrestres de cada especie, y las bestias de cada especie, y
toda sierpe del suelo de cada especie: y vio Dios que estaba bien.
26. Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y
manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las
alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.
27. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y
hembra los creó.
28. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y
sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que
serpea sobre la tierra.»
29. Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda
la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento.
30. Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra,
animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue.
31. Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día
sexto.

CAPÍTULO 2

1. Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra y todo su aparato,


2. y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día
séptimo de toda la labor que hiciera.
3. Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra
creadora que Dios había hecho.
4. Esos fueron los orígenes de los cielos y la tierra, cuando fueron creados. El día en que
hizo Yahveh Dios la tierra y los cielos,
5. No había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había
germinado todavía, pues Yahveh Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había
hombre que labrara el suelo.
6. Pero un manantial brotaba de la tierra, y regaba toda la superficie del suelo.
7. Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices
aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.
8. Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que
había formado.
9. Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos
para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del
mal.
10. De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos.
11. El uno se llama Pisón: es el que rodea todo el país de Javilá, donde hay oro.
12. El oro de aquel país es fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice.
13. El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de Kus.
14. El tercer río se llama Tigris: es el que corre al oriente de Asur. Y el cuarto río es el
Eufrates.
TRABAJOS Y DÍAS: Es un poema didáctico de unos 828 versos escrito por Hesíodo en
torno al 700 a. C.
El poema gira en torno a dos verdades generales: el trabajo es el destino universal del
hombre, pero sólo quien esté dispuesto a trabajar podrá con él. Los estudiosos han
interpretado esta obra en el contexto de una crisis agraria en el continente griego, que
inspiró una ola de colonizaciones en busca de nuevas tierras.
Esta obra muestra las cinco Edades del Hombre, además de contener consejo y sabiduría,
prescribiendo una vida de honesto trabajo y atacando la ociosidad y a los jueces injustos
(como los que decidieron a favor de Perses), así como la práctica de la usura. Describe a
los inmortales que vagan por la tierra vigilando la justicia y la injusticia.4​ El poema
considera el trabajo como origen de todo el bien, pues tanto hombres como dioses odian a
los holgazanes, que parecen zánganos en una colmena.
Los "trabajos" son las actividades del año campesino, los "días" son un calendario de los
días del mes que son favorables o desfavorables para diferentes actividades. Para la
clasificación de cada uno de los días no se da más razón que el resultado de que Zeus lo
haya ordenado así. Los temas principales del poema son la justicia y la necesidad de
trabajar intensamente. Después de la invocación de las Musas, el poeta se dirige a su
hermano Perses animándolo a una reconciliación tras su disputa.

2. MITO DE PANDORA. LA RUINA DEL HOMBRE


Los dioses tienen oculta la Vida a los hombres; si no, fácilmente trabajarías en un solo día
lo bastante para tener hacienda por todo el año, sin necesidad de proseguir la faena.
Pronto colgarías el timón bajo el humo, y se acabarían trabajos de bueyes y mulos
incansables.
Mas Zeus ocultó la Vida—irritado en su corazón—ya que le había chasqueado Prometeo, el
de ingenio sutil. De ahí el porqué comenzó a maquinar contra los hombres tristes pesares,
y ocultóles el fuego. Pero de nuevo el valiente hijo de Japeto en honda férula se lo robó al
prudente Zeus, para dárselo a los hombres, engañando así al dios que se goza en el rayo.
Y enfurecido, le dijo Zeus que amontona nubes:
"¡Hijo de Japeto, que a todos superas en astucias, te alegras de haber robado el fuego,
burlando mis designios! ¡Gran azote para ti, y para los hombres venideros! ¡ A ellos, yo, en
lugar del fuego, les daré un mal, con el que todos se gocen de corazón, abrazando a la vez
su propia ruina!”
Así dijo, y rompió a reír el padre de hombres y dioses; ordenó a Hefesto que al punto
mezclase tierra y agua, le infundiera voz y fuerza de un ser humano y formase, parecido a
las diosas inmortales, un hermoso y adorable cuerpo de virgen. Mandó después que
Atenea la instruyese en sus labores, en el tejido de primorosas telas; y que la dorada
Afrodita circundase de gracia su frente, imprimiéndole el doloroso deseo y las ansias que
devoran los miembros. A Hermes —mensajero matador de Argos— encargó que le
infundiese espíritu de perra y corazón ladino. Dijo así, y todos obedecieron al soberano
Zeus, hijo de Crono. Al punto el famoso cojo modeló con tierra la forma de una casta
virgen, según los dictados del Cronida. La diosa oji glauca Atenea le ciñó la cintura y
completó su adorno. Alrededor de su cuello, las Gracias divinas y la augusta Persuasión
pusieron collares de oro. Y en torno a ella, las Horas de lindos bucles dispusieron
guirnaldas con florecillas primaverales. Fue Palas Atenea, la que le ajustó al cuerpo todo el
aderezo. El mensajero Argifonte forjó en su pecho mentiras, palabras falaces y un corazón
ladino, cumpliendo el designio de Zeus, que truena sordamente. Por último, el heraldo de
dioses la dotó de la palabra, y dio a esta mujer el nombre de Pandora, porque todos los
moradores de las mansiones olímpicas obsequiaron con tal regalo, procurando la ruina a
los hombres que de pan se alimentan.
Una vez hubo concluido el señuelo fatal, irremediable, el Padre envió en busca de
Epimeteo, al ilustre Matador de Argos—con el regalo de los dioses—, sí, al veloz
mensajero. No pensó Epimeteo en lo que Prometeo le había avisado: nunca aceptar
obsequio de Zeus Olímpico; devolverlo en cambio a su origen, para evitar así un mal a los
mortales. Mas él después de aceptarlo, cuando ya tenía el mal consigo, lo advirtió. Y es
que otrora vivía en la tierra el género humano, lejos y libres de males, libres de la dura
fatiga y de enfermedades dolorosas que dan a los hombres la Muerte — pues los hombres
envejecen pronto en la desdicha. Pero la mujer, quitando del vaso la gran tapadera, los
esparció, y maquinó para los hombres tristes congojas. Sola, allí dentro quedaba la
Esperanza, en indestructible mansión, bajo los bordes del vaso—y no voló fuera: antes le
puso Pandora la tapa, según designios del egidífero Zeus, el que nubes reúne. Con lo que
son incontables las penas que vagan entre los hombres: pues llena está la tierra de males,
llena la mar. Morbos caen sobre los hombres, de día, o les visitan sin más, en la noche,
llevando el dolor a los mortales—en silencio, que les quitó la voz el prudente Zeus. Así no
hay modo de esquivar el pensamiento del dios.
Ilíada: Es una epopeya griega, atribuida tradicionalmente a Homero. Compuesta en
hexámetros dactílicos. Consta de 15.693 versos (divididos por los editores, ya en la
antigüedad, en 24 cantos o rapsodias) y su trama radica en la cólera de Aquiles (μῆνις,
mênis). Narra los acontecimientos ocurridos durante 51 días en el décimo y último año de la
guerra de Troya. El título de la obra deriva del nombre griego de Troya, Ιlión.
El hexámetro es el verso épico de la poesía en las antiguas lenguas griega y latina. Un
hexámetro puede tener entre 12 y 17 sílabas, manteniendo la cantidad silábica. Básicamente,
su estructura se explica así:
● El verso es hexámetro o más correctamente un hexápodo porque está compuesto
de 6 pies.
● Dactílico porque cada pie es un dáctilo, una combinación rígida de una sílaba
larga seguida de dos breves, reemplazable por un espondeo, una combinación
de dos sílabas largas, sin que el reemplazo altere la duración del verso.
● Cataléctico, porque el último dáctilo tiene una sílaba breve de menos, y desde
que en la estructura prosódica la última sílaba tiene cantidad indistinta, el último
pie podía ser igualmente espondeo o troqueo.
Un dáctilo está formado por una sílaba larga y dos breves ( _ U U ), un espondeo por dos
sílabas largas ( _ _ ).
La epopeya sobre todo en la Antigüedad, cuando, la sociedad estaba dominada por nobles
guerreros y sacerdotes, intervienen muchas veces elementos fantásticos o dioses (los dioses
sumerios en el caso de la Epopeya de Gilgamesh, los griegos en el caso de las epopeyas de
Homero, los latinos en el caso de la Eneida de Virgilio). Casi siempre sus argumentos tienen
que ver con hazañas o gestas peligrosas relacionadas con contiendas bélicas, viajes
maravillosos o ambas cosas, incluyendo muchas de ellas un viaje al inframundo (nekyia o
catábasis), un sueño profético o una visión de ultratumba.
La Ilíada narra un periodo de 52 días durante el asedio por los griegos de la ciudad de Troya,
ciudad en la costa Este del Egeo, al norte de Asia Menor. La causa del asedio fue que el
príncipe Paris, hijo del rey de Troya Príamo, se fugó con la esposa de Menelao, la bella
Helena. El héroe principal es Aquiles, "el de los pies ligeros", el mejor guerrero de los griegos,
prácticamente invulnerable por haber sido sumergido por su madre, la diosa marina Tetis, en
las aguas mágicas de un río, que le han convertido en invulnerable salvo por donde su madre
le sostenía, el talón. Al comenzar la obra hay una gran peste en el campamento griego y
Aquiles se ha retirado del combate enfadado porque Agamenón, jefe de la coalición griega, le
haya quitado a su concubina Briseida, raptada de la ciudad troyana. En consecuencia los
combates corren desfavorablemente para los griegos, aunque en ellos se lucen Diomedes,
Áyax el Grande, Menelao y su hermano Agamenón ("rey de hombres"), bien aconsejado por el
sabio y viejo Néstor, y algunos dioses que asisten a los combates e incluso participan alguna
vez en ellos, estimulados por la belleza de la lucha. Apoyan a los griegos Hera, Atenea ("de
ojos de mochuelo") y Poseidón; apoyan a los troyanos Afrodita, Ares y Apolo ("el que hiere de
lejos"); Zeus ("que amontona las nubes") se declara neutral; aunque en cierto momento apoya
a los troyanos por petición de Tetis.
El motivo de la guerra venía en realidad de lejos, cuando en las bodas de Tetis y Peleo la
diosa Eris o Discordia, no invitada, arroja en venganza al convite una manzana de oro (la
"manzana de la discordia") con la inscripción "para la más bella". Afrodita, Atenea y Hera se
disputaron el premio y Zeus nombró como árbitro al troyano Paris, que escogió a Afrodita;
desde entonces el rencor de Hera y Atenea se centra en Troya, patria de París. Afrodita, a
cambio de ser elegida, le había ofrecido a Paris la opción de elegir para sí a la mujer más
bella de la tierra. Paris escogió a Helena, reina de Esparta, y aunque se encontraba casada,
Afrodita le ayudó en su propósito. El rapto de Helena por Paris ofrece el pretexto adecuado y
los distintos pueblos griegos se unen en una expedición común para recuperar a la esposa de
Menelao ("bueno en los caballos"). Tras vestir la armadura de Aquiles su amante masculino
Patroclo con el propósito de animar a los griegos en el combate, el príncipe troyano Héctor
("domador de caballos"), el mejor de los guerreros troyanos y hermano de París, lo mata;
Aquiles, desolado, decide abandonar su enfurruñada inactividad para vengarse personalmente
de los troyanos y de Héctor, lo derrota ante las murallas de Troya y arrastra su cuerpo delante
de todos los troyanos y, por descontado, de su padre, el rey Príamo, sin acceder a sus
súplicas de que le dé sepultura. Príamo abandona en secreto Troya y llega a la tienda de
Aquiles, logrando conmover el duro corazón del héroe, de forma que este accede a que pueda
llevarse el cuerpo y darle unos dignos funerales. Aquí termina la Ilíada.

PROEMIO
μῆνιν ἄειδε θεὰ Πηληϊάδεω Ἀχιλῆος
οὐλομένην, ἣ μυρί' Ἀχαιοῖς ἄλγε' ἔθηκε,
πολλὰς δ' ἰφθίμους ψυχὰς Ἄϊδι προί̈αψεν
ἡρώων, αὐτοὺς δὲ ἑλώρια τεῦχε κύνεσσιν
οἰωνοῖσί τε πᾶσι, ∆ιὸς δ' ἐτελείετο βουλή,
ἐξ οὗ δὴ τὰ πρῶτα διαστήτην ἐρίσαντε
Ἀτρεί̈δης τε ἄναξ ἀνδρῶν καὶ δῖος Ἀχιλλεύς.

INVOCACIÓN
Canta, diosa, la cólera* aciaga de Aquiles Pelida,
que a los hombres de Acaya causó innumerables desgracias
y dio al Hades las almas de muchos intrépidos héroes
cuyos cuerpos sirvieron de presa a los perros y pájaros
de los cielos; que así los designios de Zeus se cumplieron
desde que separáronse un día, tras una disputa,
el Atrida, señor de los hombres, y Aquiles divino.
Deceptions

"Of course I was drugged, and so heavily I did not regain


consciousness until the next morning. I was horrified to
discover that I had been ruined, and for some days I was inconsolable,
and cried like a child to be killed or sent back to my aunt."

—Mayhew, London Labour and the London Poor

Even so distant, I can taste the grief,


Bitter and sharp with stalks, he made you gulp.
The sun's occasional print, the brisk brief
Worry of wheels along the street outside
Where bridal London bows the other way,
And light, unanswerable and tall and wide,
Forbids the scar to heal, and drives
Shame out of hiding. All the unhurried day,
Your mind lay open like a drawer of knives.

Slums, years, have buried you. I would not dare


Console you if I could. What can be said,
Except that suffering is exact, but where
Desire takes charge, readings will grow erratic?
For you would hardly care
That you were less deceived, out on that bed,
Than he was, stumbling up the breathless stair
To burst into fulfillment's desolate attic.

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