LASSO, J. Ideales de La Vida Humana en La Antigua Grecia
LASSO, J. Ideales de La Vida Humana en La Antigua Grecia
LASSO, J. Ideales de La Vida Humana en La Antigua Grecia
Grecia
los escultores que dan forma al ser viviente. «No soy un escultor —pregona
Pindaro N V, 1— que crea sus obras inmóviles sobre su zócalo», él que es
escultor de los modelos ideales de areté, Sófocles es el escultor de hombres,
en quien forma y norma se compenetran profundamente : por eso él los
esculpe como deben ser, Eurípides como son, uÙTOç |iav oto'x Set -otetv, Kàpi-
rcíZtyv òi oíoc etoiv (Arist. Poet. 25, 1460 b 34). Aunque Platón es el primero
en emplear el verbo xXátietv «modelar» referido a Ia educación, el con-
cepto es evidentemente muoho más antiguo. Los vocablos EtSoc, ;Mai «for-
mas», tomados por Ia filosofía a Ia medicina de Ia época, que enfoca los
casos concretos de enfermedad agrupándolos en eiS^, y Ia reiterada pro-
fesión de que sólo con vistas al e!8oc, axoßXeswv etc Tt se puede dar defi-
nición de los objetos, dan fe de Ia atávica necesidad poética de intuición
plástica del pensamiento griego, unida a una voluntad firme de renovación,
al impulso innato hacia Ia perfección siuna, al descontento ante Ia realidad,
acicate de nuevas construcciones y paradignas. Incluso Ia idea platónica del
«estado perfecto» y las utopías políticas de un Hipódamo o un Pales tienen
detras de sí las imágenes ideales de Ia «eunomía» creadas por Ia poesía
arcaica de un Tirteo o un Solón y, con mucha mayor evidencia aún, el
modelo ideal del sabio platónico recoge Ia herencia de los modelos vivos de
areté de Ia épica o Ia elegía arcaicas.
8. Los ideales encarnados en personalidades sobresalientes, surgidos de
tendencias y deseos éticos, intelectuales, de anhelos culturales de ciertos
círculos, pueblos o profesiones, no pertenecen en sí a Ia realidad, sino que
son producto de Ia fantasía y, por ello, pertenecen sobre todo a Ia poesia.
Junto a las notas sociales (linaje divino), económicas (costosa armadura,
etc.) y políticas (ejercictó celoso del mundo> aparecen en muchos héroes
homéricos otras notas éticas, propias de Ia nueva moral noble. Prente al
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marin', 1913, 185 que descubre allí muy agudamente un germen de Ia doctrina
de los 4 ptot: -fiXóoo^o; y 9iXcra|io;, cftXoy_p7|iatoc .v cfiXr¡Sovoc. También en
Pindaro (fr. 123, P. 1, 41, N. 8, 37, O. 9, 100, etc.), está según Wilamowitz en
embrión Ia doctrina de los cuatro 3>oi «aber mit Pindars Sinnesart sind sir
unvereinbar» (p. 190). De estos precedentes griegos deriva, por ejemplo. Hora-
cio, Od, I, 1, 3 ss.
15. Of. H. HERzoG, Das dclphíKclic, Orakel o/,s ethische Preisrichter,
apéndice al libro de E. HoRNEi'pEii, Der junge Platón, Giessen, 1922, y Pn.
WEHRLi AuUE ßtwaac. Leipzig, 1931, 30 ss. Muchas de las sentencias atribuidas
a los Siete Sabios, son también respuesta,s a este tipo de preguntas : cf,
B. SNELL, Lct>en und Meinungen der Sieben Weisen, Munich, 19521. 96.
16. Fn. BoLL, ViIa contemplativa, Sitzungsber. d. Heldelb. Ak. 1920,8;
N. TERZAGHi, La seelta della vila, SIPC 1920, 364-400; W. JAEGER, Ueber Urs-
prung und Kreislau) des philosophischen Lebensiäeal, Sitzungsber. Preuss,
Ak. 1928, 390 ss. (incluido como apéndice en Ia trad. esp. de Ia obra -del mis-
mo autor, Aristóteles. México, Fondo de cultura económica, 1946) ; E. KAPP.
Th,eoria una. Praxis im Denken des Abend!andes, Hamburgen Universitatsre-
den XJII. Hainburgo, 1951 : A. J. FEsi'UGŒiiE, Lcs trois vies, en «Acta Con-
gressus Madvigiani, II. Copenhague, Munksgaard, 19o8. 13 ss. ; A. GRiLLi,
Il problema della vita contemplativa nel mondo greco-romano. Milan. Bocco,
1952; B. JoLY, Le thème philosophique des genres de vie. dans l'antiquité
classique. Mém. Acad. Boyale de Belgique, Cl. Lettres LI, 3. Bruselas, 1956.
17. «The Greeks and the Irrational», Berkeley-Los Angeles, 19562, 199 ss.
18. Cf. «Estudios clásicos», II, 185 ss. En general sobre Ia periodización
24. Trabajos 289-92 y 303-5 (cf. SAN PABLO II Tes, 3. 8-10). Vid. P. BAiTA-
GLiA. Filosofía de! lavoro, Bolonia, 1951. p. 22 ss. ; A. AYMARD, L'idcc de
travaü dans Ia Grèce arcliaiquc, «Journal de Psychologie», 1948, 29-50;
G. GLOTz. Le travail dans Ia Grèce ancienne, Paris, 1920 ; P. M. ScnuiiL, La-
heur et contemplation, en «Effort et réalisation», Paris, 1951 ; R, MoNDoi,Fo,
La comprensión del sujeto humano en Ia cultura antigua, Buenos Aires,
Imán, 1955, 485 ss.
25. ARisT., Ath. pol. 11.
26. PLAi., Rep, 600a.
27. Of. B. PARRiNGTON, El cerebro y Ia mano en Ia antigua Grecia,
trad, esp., B. Aires, Lautaro.
28. PlAT,, Hipp. 368b-e.
29. Recogidas por Estobeo cn sus Eclo(/ac, s. u. ^t>,oicovta y ap-{ia.
40. Fr. 2, Diels-Kranz, con todas las restricciones con que haya de ser
entendida Ia oo^íij de Jenófanes ; cf. A. J. PESTUciERE, Acta Congre$sus
Madvigiani, IT, 136-T.
41. Cf. K. DEicHGRAEKER, Personliclikeitsethos und pMlosophisches For-
sctiertum der vorsokratischen Denker, en «Der listensinnende Trug des
Gottes», Gotiiiga, Buprecht, 1952, 57-82.
42. Sócrates, y Ia sabiduría griega, en «Naturaleza, historia, Dio.s», Madrid,
Ed. Nacional, 19553, 143-206.
Kunomte, «Sitz. Berl. Ak.», 1926, 69 ss. y Paideia 137 ss. La conciencia hi-
perestésica de justicia, típica de Ia época, Ia puede ilustrar un solo detalle:
Ia comparación entre Homero IL, 1. 356 r¡tí¡ir¡a£v y Arquíloco, fr. 79, 13 6;
it'^8ixT]OE <cf. H. GuNDERT, ArchHokos und Solon, «Das Neue Bild der Antike»,
I, Leipzig, 1942. 137».
48. Económico 4, 203.
49. Rep. 371e. 415a, Ley, 846d, I AIc. 131a-b, etc.
50. E. N. X, 7 ; PoHi. 1253b, 1328b.
65. Cf. GLENN R. MORROW, Plato's Law of Slavery, Urbana, Illinois, 1939
(Illinois Stud, in Lang, and Lit. 25, 3).
66. TaI es el sentir de Heráclides Póntico (Aten. XII, 512a>.
67. Cf. W. NESTLE, Eurípides, 361-8.
68. Cf. JuLtus JtJTHNEn, [sokratcs und die Menschheitsidec, «Wiener
72. Cf. M. ScHUHL, Platón ct l'art dc son tem.ps, Ann. Pac. Lett. Tou-
louse, 1952: B. ScHWEiTZER, Platon und dic bildende Kunst, 1953: E. GriAssi,
Kunst und Mythos, Hamburgo, 1957, 144 ss.
73. TaI un Cinesias : cf. Ia critica de Platón en Gor</. 50Ul-502d.
74. 'üpÉYeo&ai ToQ xct),o5 ARisT, E. N. 9, 8 es fórmula que recurre con
frecuencia en Aristóteles para indicar el fin de Ia arete. La valencia estética
pervive hasta el final del Helenismo. Sa Plotino el perfccionamiento moral
adviene una exigencia estética, que nos obliga a realizar en nosotros mismos
Ia belleza, para poder contemplar Ia Belleza divina (of. Enead. I 6, 9 y vid.
W. B. lNGE, The Philosophy of Plotinus II. Londres, Green, 1918, 183 ss.).
75. La vocación a Ia filosofía es entendida entonces como un auténtico
«renacimiento» del individuo : cf. O. GiooN, Antike Erzählungen über die
Bcru|ung zur Philoso-phie, «Museum Helveticum», 1946, 1-21. Las varias anec-
88. Tusc. II, 40. Cf. Enníanae poesis reliquiae, ed. J. Vahlen, 2." ed., 191.
89. Repetimos aqui, en parte, Ia caracterización del hombre helenístico
que hemos dado en E? concepto del hombre en Ia antigua Grecia, Madrid,
Facultad de Filosofía y Letras, 1955, 95 ss.
90. M. RosTovTZEFF, The Social aiiá Economic History o/ the Hellenistic
World. Oxford, Clarendon Press, 1941.
91. Cf. A. KÖRTE, Die Menschen Menaiuìers, Ber. Verhandl. Säohs. Ak.
d. Wiss. 89, 1937, 23 ss. Sobre el tema del elogio de Ia pobreza : W. MEYER,
La,ua,es inopiae, Dis. Gotinga, 1915. Un estudio sintético de Ia influencia
94. E. WALFF, Ph,ilanthropie beí den alten Griechen. Progr. Berlin, 1902 ;
A. PREY, Das Problem der Menschensliebe (atXavOpuma) in d. älteren Stoa.
Eichsfeld, 1906. S. LoRENZo, De progressu notionis cptXavOporeiaç. Dis. Leip-
zig, 1914; S. TROMP DE BuiTER, Mnemosyne 59. 1932, 271-306 y el art. de
Heinemann, en Ia B.E.
95. B. PöHLMANN, Geschichte d. sozialen Frage und des Sozialismus in
d. antiken Welt. Munich, 19253.
96. Decididamente ahora el griego descubre a Ia mujer, y al niño (cf.
H. HERTER, Das Kind im Zeitalter des Hellenismus, «Bonner Jahrbuoh», 132,
1927, 250 ss.).
97. Con Ia sola excepción tal vez de Platón : cf. El descubrimiento del
amor en Grecia, 142-4.
98. Of. W. ScHUBART, Die religiose Haltung des frühen Hellenismus,
«Der alte Orient», 35, 1937, 22 ss.
102. Una visión general sobre los distintos tipos de sabio en Ias varías
escuelas filosóficas da P. Friedlaiider, en «Gött. gel. Anz.», 1931, 251 ss.
103. Que este principio fue proclamado por Antístenes el cínico, nos Io
cuenta Diógenes Laercio (VI, U). Fue repetido por Zenón (D. L. VIII, 127)
y, en pos de él. por todos los estoicos (cf. VoN ARNiM, Stoic, veterum fragm.
IH, 49^7).
104. Sobre el sabio estoico : A. ScHWBGi,ER, Gesch. d. griech, Philosophic,
Tubinga, 1859, 309 ss. ; M. PoHi,ENz, Die Stoa. Gotiga, 1948-9, I, 153 ss ; Ein
110. Cl. E. PETERSON, Hcrkun/í und Bcdcuíunr/ der ¡LÓvo; -pò; ¡lovov
Formel bei Plotin, «Philologus», 88, 1932, 30^1. Vid. también M. GANDiLtsc,
La sagesse de Plotino. Paris, 1952 y RENE AnNou, Lc désir dc Dieu dans Ia
piiilosoptiie de Plotin. Paris, Alcan, 1921.
111. Cl M. KRETSCHMAR, Ottum, studia litterarum und píoç ftetup^nxó;
im Leben und Denken Ciceros. Leipzig, 1936. El sentido de Ia formula ideal
cum dignitate olium (que no nos parece pueda interpretarse de otro modo
que como «vida mixta>>i ha sido muy discutido: cf. P. BoYANCE. en «Rév, et.
anc.>>, 1941. 172 ss. ; y A. GrULLi, «Acine» 1951, 227-40.
112. Cf. sobre Ia imagen —mejor, sobre las varías imágenes— del sabio
en Séneca Ia disertación de WiLiiELM GANss, Das BiId dot Wcisen bei Séneca.
Preiburg Schw.. Schaern-Gutenberg, 1952.
119. ERWiN WoLFF, Platos Apologie «Neue Phil. Unt.», 6. Berlin, 1929. 67.
120. vv. 524-5. Cicerón los traduce en el De of/iciis in 21, 82 : nam si
uiolandum est ins, regnandi gratia I uiolaiwlum est. ; aliis rebus pietatem
colas, y añade que César los recordaba frecuentemente. Cf. W. RiEMscnNEiDER,
HeW una Stuat in Eurípides Plionixsen. Dis. Berlín. 1940.
121. Cf. por ejemplo el sugestivo estudio de HERMANN GuNDEHx, Pindar
und, sein Diclitcrberu|, Frankfurt, Klostermann, 1935 passini sobre Ia acti-
vidad poética como 0091« y el poeta como aos f Jí. Vid. también W. KnAus,
Die Au/fassung des Dichlcrbernfs im frühen Griechentum, «Wiener Stu-
dien», 68, 1955, 129 ss. y D. F. W. vAN LENNEP, Euripides I K ) I U T H i I l ( M X I i :
Amsterdam, 1935.
122. Políticos y legisladores son algunos de los Siete Sabios, como sabi-
duría es vista Ia política por Tuc;dides (cf G. F. BENDER, Der Bcgri|| der
Staatmanncs bei Thucydidcs Würzburg, 1938), filósofo ha de ser el regente
ideal de Ia ^ o X i t e í a platónica, el buen orador (cf. J. ZuREx, Das Ideal des
Reaners bei Plato und Cicero, Kremsier, 1904), «filósofo», amigo de Ia cul-
tura es ante todo el sabio príncipe isocrático, el político magnánimo estoico
y como a sabios nos presentan a sus monarcas las numerosas muestras grie-
gas de Ia literatura sobre «espejos de príncipes» (vid. G. BáRNER, Compa-
rantur ínter se Graeci de regentium hominum uirtutibus auctores. Diss.
Marp. Catt., 1889 y K. EMMiNGER, Sludien z. d. griech. Fürstenspiegeln
I-III. Munich, 1906 v 1913>.