Tema 14. Apuntes - Alumnado
Tema 14. Apuntes - Alumnado
Tema 14. Apuntes - Alumnado
TEMA 14
1. Consideraciones generales.
A pesar de todas las precauciones y garantías jurídicas que pueden prever las leyes penitenciarias, nadie que conozca la
realidad penitenciaria pone en duda que el cumplimiento de una pena privativa de libertad puede llegar a producir
efectos devastadores sobre la persona condenada además de no alcanzarse las pretendidas metas socializadoras.
A ello, debe añadirse los costes económicos que la ejecución de la privación de libertad supone para el Estado y el
incremento de los problemas cuando se alcanzan determinadas cotas de superpoblación carcelaria.
Dicha situación ha derivado en que la mayoría de los sistemas penales actuales incluyan instituciones destinadas a: por
un lado, evitar el ingreso en prisión de condenados a penas de escasa gravedad cuando concurren determinadas
circunstancias o bien, por otro, permitir la excarcelación con anterioridad al agotamiento completo de la duración
de la pena.
Algunas de estas instituciones, como es la condena condicional (punto 2), alcanzan ya una considerable antigüedad
aunque su propuesta y regulación ha adoptado una mayor intensidad a partir de la constatación definitiva de la crisis de
la pena de prisión.
Pese a que estas formas sustitutivas de la ejecución de la prisión no supongan una superación del actual sistema penal,
tampoco son un simple retoque cosmético. Es evidente que, este tipo de instituciones también conllevan un control,
pero menor que el que ofrece la cárcel. Es por ello que si en ocasiones se renuncia a ejercer el control tan grande que
implica la cárcel, es con el fin de evitar la desocialización del condenado, el efecto estigmatizador de la prisión y sus
consecuencias sobre la dignidad humana.
Por tanto, una Política criminal orientada a la sustitución de las penas cortas de prisión por reacciones penales de
distinta naturaleza se basa fundamentalmente en una concepción del Derecho penal como ultima ratio, que en el caso
español puede encontrar un válido apoyo en la proclamación constitucional de la libertad como valor superior del OJ
(art. 1 CE): en tal medida puede afirmarse que la restricción absoluta de la libertad que conlleva la prisión debe
reservarse para aquellos casos en que no resultan suficientes para la prevención de delitos mecanismos menos agresivos.
El Código penal de 1995, estableció un sistema de alternativas a la prisión corta que incluía — junto a la libertad
condicional, propia del ámbito penitenciario — dos posibilidades para evitar el ingreso en prisión cuando se tratara de
penas de hasta dos años de duración:
• La suspensión de la pena impuesta durante un plazo en el que deben cumplirse distintas condiciones (condena
condicional)
• La sustitución de la pena de prisión corta por una pena de arresto de fin de semana o una pena de multa. A su vez, el
arresto de fin de semana podía ser sustituido por trabajo en beneficio de la comunidad.
Este sistema sufrió distintas modificaciones como la desaparición del arresto de fin de semana y la aparición de la pena
de localización permanente, así como la ampliación de la sustitución admitiendo la posibilidad de cambiar la prisión de
corta duración por la pena de trabajo en beneficio de la comunidad (art. 88 Cp derogado por la LO 1/2015, de 30 de
marzo).
Finalmente, la reforma penal producida por la LO 1/2015, de 30 de marzo, alteró totalmente el sistema, derogando el
art. 88 Cp y eliminando la posibilidad de sustituir la prisión de corta duración por otras penas distintas, como
instrumento independiente de la suspensión de la pena.
En el sistema vigente, se unificaban ambas alternativas permaneciendo sólo la suspensión de la pena, pero con la
incorporación de elementos de la anterior sustitución, como es la posibilidad de acompañarla con trabajo en beneficio
de la comunidad o multa, en una muy discutible regulación que analizaremos más adelante (apartado 2C).
La diferenciación entre suspensión y sustitución — con independencia de la necesidad de mejorar el procedimiento
para valorar su oportunidad — permitía optar por la suspensión en aquellos casos en que no fuera necesaria la ejecución
de la pena, y en cambio, acudir a la sustitución de la pena impuesta por otra distinta (trabajo en beneficio de la
comunidad, multa) en aquellos en que resultara aconsejable la ejecución de alguna pena.
Desde este punto de vista, la reforma ha reducido las posibilidades de individualización de la reacción penal, porque
todas se reconducen a la suspensión; sin embargo, en la nueva regulación unitaria de la suspensión se plantean espacios
a la valoración judicial que antes no existían (Ej.: la posible irrelevancia de los antecedentes penales o la posibilidad de
suspender penas cuya suma excede los dos años de prisión, suspendiendo las penas individualmente. Todo ello se verá a
continuación, en la regulación de los requisitos y efectos de la condena condicional que la reforma de 2015 desarrolló
con algunos aciertos).
A) Concepto
La condena condicional se regula en los arts. 80 y siguientes del Código penal. En el marco del Derecho comparado
puede incluirse en los sistemas de sometimiento a prueba de la persona condenada, consistentes genéricamente en la
suspensión del cumplimiento de la condena durante un cierto período en el que se establecen determinadas condiciones
que, si son cumplidas, permiten declarar extinguidas la responsabilidad criminal sin necesidad de condenar en prisión.
En el caso español, las personas condenadas a penas privativas de libertad no superiores a dos años que carezcan de
antecedentes (aunque tras la LO 1/2015, de 30 de marzo, se admite alguna excepción que se expondrá más adelante)
pueden ver suspendida la ejecución de la pena durante un plazo de dos a cinco años (y de tres meses a un año para las
penas leves, art. 81 Cp), imponiéndose el cumplimiento de determinadas condiciones durante el mismo.
Transcurrido el plazo de suspensión y cumplidas las condiciones, la pena suspendida se da por cumplida. La
decisión sobre la suspensión de la pena es una facultad del órgano judicial, que podría también ordenar el
cumplimiento, valorando la oportunidad de una u otra decisión de acuerdo a los criterios orientadores establecidos en el
art. 80.1. Cp.
En esta línea, el art. 80.1. Cp indica que podrá suspenderse motivadamente la pena <<cuando sea razonable esperar
que la ejecución de la pena no sea necesaria para evitar la comisión futura por el penado de nuevos delitos>>. Es
decir, para valorar la oportunidad de la suspensión de la pena, hay que atender a si resulta suficiente para la prevención
especial, esto es, para evitar la reincidencia. Ello se corresponde con la tradicional concepción de la condena
condicional como advertencia al reo a quien se proporciona una segunda oportunidad, evitando el ingreso en prisión y la
previsible desocialización.
Tal es el sentido en que deben interpretarse los restantes datos enunciados en el segundo párrafo del art. 80.1. Cp:
circunstancias del delito cometido, circunstancias personales, antecedentes, conducta posterior al hecho, esfuerzo por
reparar el daño, circunstancias familiares y sociales y efectos que quepa esperar de la suspensión.
Tradicionalmente, los tribunales han concedido la suspensión con un cierto automatismo en toda pena que lo permitiera,
si no constaban antecedentes penales. Pero teniendo en cuenta que la suspensión es facultativa, los órganos judiciales
pueden ordenador que se cumpla la prisión inferior a dos años si lo consideran necesario para evitar la reincidencia, lo
que puede resultar oportuno, por ejemplo, en algunos casos de delincuencia económica cuyas personas autoras gozan de
una posición en la que la mera suspensión de la pena no desincentiva suficientemente la continuidad delictiva.
Aunque se suspenda la ejecución de la pena privativa de libertad, se dicta la condena, produciéndose determinados
efectos. Así, no se suspenden ni la responsabilidad civil nacida del delito, ni tampoco las penas accesorias, aunque el
texto legal no lo diga expresamente. Sin embargo, estas se ejecutan por dos razones:
• Porque el art. 80.1. Cp sólo establece la suspensión de las penas privativas de libertad
• Porque la tónica general en materia de penas accesorias es que estas sólo se imponen si los derechos de los que privan
tienen relación con el delito cometido (arts. 55 y ss), es decir, tienen una fundamentaron autónoma respecto a la pena
privativa de libertad, por lo que no siguen la misma suerte que ésta en el caso de la suspensión.
B) Requisitos
Los requisitos para acordar la suspensión condicional de la pena se recogen en el art. 80,2 Cp, aunque el art. 80.4.
permite prescindir de los mismos si la persona penada padece una enfermedad muy grave y con padecemientos
incurables (ej.: fase avanzada de SIDA), salvo que ya existiere una condena anterior suspendida por el mimo motivo.
1. Que la persona condenada haya delinquido por primera vez, sin que se tomen en cuenta los antecedentes por
delitos imprudentes o delitos leves, ni los cancelados o que pudieren serlo con arreglo al art.136.Este requisito
histórico de la condena condicional ha sido considerablemente flexibilizado en la reforma de 2015, puesto que la
modificación del art. 80,2,1ª Cp en el sentido de permitir ignorar además los antecedentes por delitos que no sean
relevantes para el pronóstico de reincidencia. En la misma línea flexibilizadora, el apartado 3 de art. 80 permite la
suspensión excepcional en personas condenadas con antecedentes, siempre que no sean personas reas habituales
según el concepto de habitualidad del art. 94 Cp. En todo caso, para considerar que se ha <<delinquido>> es
necesaria la sentencia firme por el delito anterior, puesto que hasta ese momento prevalece la presunción de
inocencia.
2. Que la pena impuesta o la suma de las impuestas en una misma sentencia no supere los dos años de privación de
libertad. Pueden suspenderse todas las penas privativas de libertad, lo que incluye a la prisión y la responsabilidad
personal subsidiaria por impago de la pena de multa. En el cómputo de los dos años no se incluye la prisión
derivada del impago de la multa (art. 80,2,2ª) y tras la reforma de 2015, pueden evitarse el tope de los dos años de
la suma de penas y suspenderse individualmente las que sean inferiores a dos años, cuando sea aconsejable según
los datos que indica el apartado 3 del art. 80 Cp.
3. Que se haya satisfecho las responsabilidades civiles y se haya hecho efectivo el decomiso acordado conforme al
art. 127 Cp. Tales requisitos pueden darse por cumplidos cuando se aprecien garantías de que se cumplirán en un
plazo prudencial que determine el juez o tribunal (art. 80,2,3ª).
Como se ha indicado, los requisitos primero y segundos del art. 80,2 se flexibilizan en el apartado 3 del mismo
artículo, permitiendo la suspensión excepcional aunque la persona condenada tenga antecedentes penales o la suma de
las penas impuestas exceda de los dos años. En tales casos se confirma un mayor espacio judicial para la valoración de
la prevención especial, pero con determinadas contrapartidas:
- Que se haya hecho efectiva la responsabilidad civil según las posibilidades de la persona condenada o que se cumpla
el acuerdo de mediación a que se refiere el art. 84,1,1ª, al que nos referiremos en el siguiente apartado.
La suspensión de la pena puede acordarse en la sentencia si es posible o, en caso contrario, cuando la sentencia sea
firme, previa audiencia a las partes (art. 82,1, Cp).
C) Condiciones de la suspensión
La condición que debe cumplirse siempre es la de no volver a la delinquir durante el plazo de suspensión. Además,
el órgano judicial puede imponer como condición el cumplimiento de determinadas prohibiciones o deberes que se
recogen en el art. 83,1.
Sin embargo, cuando se trate de delitos cometidos sobre la mujer por quien sea o haya sido su cónyuge, o por quien esté
o haya estado ligado a ella por una relación similar de afectividad, aun sin convivencia (violencia de género), algunas de
esas prohibiciones y deberes son de imposición obligatoria (art. 83,2, Cp, que se refiere a las reglas 1ª, 4ª y 6ª del
apartado 1: prohibiciones de aproximarse a la víctima y de residir en un lugar determinado y obligación de participar en
programas educativos).
Por otra parte, la refundición de la suspensión y la sustitución de la pena que llevó a cabo la reforma de 2015 se
concreta en el vigente art. 84 Cp que permite añadir a la pena suspendida, con condiciones de la suspensión, el
cumplimiento del acuerdo entre las partes en virtud de mediación, el pago de una multa y/o la realización de
trabajos en beneficio de la comunidad, condiciones que en este precepto son denominadas <<prestaciones o
medidas>>.
El acuerdo de mediación que se indica como primera condición acumulable a la suspensión, forma parte de las
propuestas de la denominada <<justicia restaurativa>>, basada en el diálogo entre víctimas y victimarios para llegar a
un acuerdo reparador bajo supervisión judicial.
Mayores problemas plantea la posibilidad de imponer trabajo en beneficio de la comunidad o multa como
condiciones añadidas a la pena suspendida. El trabajo en beneficio de la comunidad y la multa son penas incluidas en el
catálogo general del art. 44 Cp y no dejan de serlo porque el art. 84 Cp las denomine <<prestaciones o medidas>>.
Este cambio de denominación pretende disimular o esconder la naturaleza de estas penas, quizá porque el legislador fue
consciente de que no pueden añadir penas a la que se encuentra suspendida. De imponerse, se están imponiendo penas
no previstas para el delito cometido, lo que infringe el principio de legalidad de las penas (art. 2 Cp).
En todo caso, el art. 85 Cp permite al órgano judicial valorar el cambio de circunstancias durante la suspensión de la
pena, modificando o incluso alzando las obligaciones impuestas en aplicación de los arts. 83 y 84. Para evitar una
ilegítima acumulación de penas, esta posibilidad deber ser utilizada para alzar el trabajo en beneficio de la comunidad o
multa, impuestos como condición añadida cuando se revoque la suspensión y se ejecute la pena suspendida.
D) Revocación de la suspensión
La revocación de la suspensión, obliga a cumplir la pena suspendida y está regulada en el art. 86 CP. El
principal supuesto de revocación es la condena “por un delito cometido durante el plazo de suspensión”
(LO 1/2015, de 30 de marzo). Por lo tanto, no pueden provocar la revocación delitos cometidos antes de
la suspensión aunque su condena recaiga durante la suspensión, ni hechos cometidos durante esta pero
sobre los que no haya recaído condena. Por otra parte, el nuevo delito debe frustrar la expectativa en que
se basaba la suspensión, lo que significa que cabe evitar la revocación en algunos casos en los que el
nuevo delito no manifiesta la intención de defraudar el sometimiento a prueba en que se encuentra la
persona.
La infracción de las obligaciones o deberes que, en su caso, se hayan impuesto (incluidos la realización
de trabajo en beneficio de la comunidad o el pago de una multa) no conduce irremisiblemente a la
revocación, sino sólo si se lleva a cabo de forma reiterada o grave. De no serlo, puede provocar la
sustitución de la regla de conducta o la prórroga de la suspensión. La reforma de 2015 añadió el
incumplimiento de obligaciones relativas a la responsabilidad civil o el decomiso como causa de revocación.
Si transcurre el plazo de suspensión habiéndose cumplido las condiciones impuestas y, en todo caso, sin
haber cometido el sujeto un delito que frustre la expectativa de la suspensión, el órgano judicial acordará la
remisión de la pena, dándola por cumplida.
El art. 80.5 CP regula como supuesto especial la suspensión de la pena en casos en que se haya cometido
el hecho delictivo a causa de la dependencia del alcohol o las drogas, relajando en parte los requisitos de
la suspensión; con ello se pretende permitir el tratamiento de deshabituación en lugar de la prisión y, en su
caso, no frustrar la deshabituación o la reinserción que pueda haberse logrado desde que se cometiera el
delito.
La pena suspendible es aquí de hasta cinco años de privación de libertad y los antecedentes penales no
impiden la suspensión. Por otra parte, es requisito de la suspensión que se certifique que la persona rea se
encuentra deshabituada o sometida a tratamiento para tal fin.
Por su parte, el art. 308 bis CP añade especiales condiciones para la suspensión de la pena en los delitos
contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social.
El artículo 89 CP regula la expulsión del territorio español de las personas extranjeras condenadas a
penas de prisión superiores a un año, materia que ha sido objeto de numerosas reformas.
Dicha expulsión es aplicable a todas las personas extranjeras que sean condenadas en España, sean o no
residentes legales. Por tanto, incluye a la ciudadanía de la UE, cuya expulsión sólo puede acordarse cuando
representan una amenaza grave para el orden o la seguridad pública y, en caso de haber residido en
España durante los últimos diez años, con las restricciones del art. 89.4 tercer párrafo CP.
Procede la expulsión cuando la pena de prisión impuesta sea superior a un año. Excepcionalmente,
puede cumplirse una parte de esa pena en España “cuando resulte necesario para asegurar la defensa del
orden jurídico y restablecer la confianza en la vigencia de la norma infringida”. Cuando las penas impuestas
superan los cinco años de prisión, el cumplimiento de las mismas en España no es excepcional sino
obligatorio, y los citados criterios de la defensa del orden jurídico y el restablecimiento de la vigencia de la
norma sólo deben utilizarse para decidir si el cumplimiento en España es total o parcial. En ambos casos,
tras cumplir en España la parte de la pena que se hubiera determinado, o cuando se acceda al tercer grado
o la libertad condicional, se procede a la expulsión post-penitenciaria, lo que resulta claramente
discriminatorio porque, cuando ya se ha cumplido gran parte de la pena, la persona extranjera debería
acceder a la libertad condicional en las mismas condiciones que las españolas.
Por otra parte, el apartado 4 del art. 89 CP establece que “no procederá” la expulsión cuando resulte
“desproporcionada” teniendo en cuenta las circunstancias del hecho y las personales de la persona
condenada, especialmente su arraigo en España. Ahora bien, en primer lugar, habrá que valorar si la
expulsión no contradice los intereses generales de defensa del orden jurídico y de restablecimiento de la
confianza en vigencia de la norma mencionados en los apartados 1 y 2 del art. 89 y, en caso de
mantenerse la expulsión, descartarla si resulta desproporcionada en términos individuales.
La persona extranjera expulsada no podrá regresar a España en un plazo de cinco a diez años y si
incumple dicha prohibición, deberá cumplirse la pena que fue sustituida por la expulsión, salvo que ello
resulte innecesario, nuevamente, para la defensa del orden jurídico y el restablecimiento de la confianza en
vigencia de la norma. No obstante, si fuera sorprendida en la frontera, será expulsada directamente,
empezando a computarse de nuevo el plazo de prohibición de entrada en su integridad.
4. La libertad condicional.
La libertad condicional se regula en los arts. 90 y siguientes del Código Penal y, pese a ubicarse junto a
los sustitutivos de prisión, no participa de su principal característica la cual es evitar el ingreso en la cárcel.
Desde la reforma del 2015 la libertad condicional es, en realidad, una suspensión del último período de la
pena, de manera que, en caso de revocación, el tiempo transcurrido en libertad no se descuenta de la pena
restante a cumplir.
La libertad condicional o suspensión del resto de la pena se concede por el juez o jueza de vigilancia
penitenciaria de acuerdo a las siguientes normas:
a) Como regla general, son requisitos para conceder la libertad condicional que el reo o rea se encuentre
clasificado o clasificada en tercer grado, que haya extinguido tres cuartas partes de la condena y que haya
observado buena conducta.
La pena sobre la que se computan los tres cuartos de cumplimiento es la resultante, en su caso, de las
limitaciones establecidas en el art. 76 CP.
Además, para conceder la libertad condicional deben valorarse lo datos indicados en el segundo párrafo
del art. 90.1 CP (personalidad de la persona penada, antecedentes, circunstancias del delito, circunstancias
familiares o sociales, efectos que quepa esperar de la suspensión, etc.).
La concesión de la libertad condicional a las personas condenadas por delitos de terrorismo o cometidos
en el seno de organizaciones criminales requiere, además, manifestaciones de desvinculación de la
organización, petición de perdón a las víctimas y colaboración activa con las autoridades. Con esta
previsión se endurece todavía más el acceso a la libertad condicional para dichos condenados y
condenadas, que en casos de penas graves también son tratados y tratadas de manera diferente, al fijarse
su libertad condicional en el momento en que les quede por cumplir una octava parte del límite máximo de
cumplimiento. Si, además, debe satisfacerse una responsabilidad civil que no se ha podido ejecutar durante
treinta y cinco años, es fácilmente deducible que el precepto pretende eliminar la libertad condicional en
estos supuestos.
Sin embargo, de los anteriores beneficios están excluidos los condenados y condenadas por delitos de
terrorismo o cometidos en el seno de organizaciones criminales.
Por último, el art. 91 CP permite conceder la libertad condicional a los las personas sentenciadas mayores
de setenta años o que estén enfermos muy graves con padecimientos incurables, aunque no hayan
extinguido las tres cuartas partes de la condena (o, en su caso, las dos terceras o la mitad). Sin embargo,
deben cumplir con los restantes requisitos del art. 90, que exigen el pronóstico de reinserción social y la
clasificación en tercer grado, clasificación que requiere que la persona condenada haya ingresado en prisión
y que la sentencia sea firme.