PSICOBIOLOGIA1 Relacion Con La Mente
PSICOBIOLOGIA1 Relacion Con La Mente
PSICOBIOLOGIA1 Relacion Con La Mente
Desde siempre el hombre se ha interesado por la relación existen entre el cuerpo y la mente, esto ha permitido
impulsar las investigaciones relacionadas con una u otra de los dos aspectos en cuestión. Según Herodoto (s.V aC.) La
cultura egipcia, como las otras grandes civilizaciones próximo-orientales, adoptó una perspectiva cardiocéntrica: en el
corazón se asentarían las facultades superiores del ser humano. Efectivamente, para los egipcios el cerebro era una masa sin
importancia, consideraban al corazón el centro del alma. En 1855, E. Smith, coleccionista americano, halló un papiro que
contiene principios médicos de cirugía. Su fecha se remonta al s.XVII aC., en él figuran una lista de 48 casos de heridas
en la cabeza y cuello, presentados de modo conciso y sistemático, incluyendo en cada caso: título, examen, diagnóstico y
tratamiento. El caso número 8 menciona que “una herida que se halla en el cráneo” va acompañada “de una desviación de
los globos oculares” y que el enfermo “camina arrastrando el pie”. Pero a pesar de ello, los egipcios, al igual que los
mesopotámicos y hebreos sostenían que es el corazón la fuente de vida, donde se hallan los sentimientos y la inteligencia.
Los 48 casos descritos en el Papiro de Smith incluyen: 27 traumas craneales (casos #1-27), 6 traumas de garganta y cuello
(casos #28-33), 3 traumas del brazo (casos #36-38), 8 traumas del esternón y las costillas (casos #39-46), 1 trauma del
hombro (caso #47) y 1 trauma medular (case #48).
Es probable que los pacientes descritos en estos casos se hirieran en caídas (tal vez mientras trabajaban en monumentos o
construcciones) o fueron víctimas en batallas (al parecer muchas heridas fueron causadas por lanzas, garrotes y dagas). El
cerebro es mencionado 7 veces. Sin embargo, no se usa el término "nervio". Los estudiosos de la historia médica se
impresionan por el enfoque racional y científico dado al diagnóstico y tratamiento de los pacientes. Los métodos empleados
se basan en observación analítica y tratamiento práctico, y en su mayor parte están libres de magia o superstición.
El cardiocentrismo predomina también en la antigua cultura india, mientras que en Mesopotamia se opta por una división
defunciones, que atribuye al corazón la sede del intelecto, al hígado la delas emociones, al estómago la de la astucia y al
útero la de la compasión. La cultura china se inclinó también por distribuir las funciones mentales en los órganos internos
del cuerpo.
Los filósofos Presocráticos: (s.VII aC.) Leucipo y Demócrito, que plantearon la teoría atómica, sostienen que la
sensación y pensamiento tienen base material. Las ideas de ellos planteaban una explicación que moldeará todo, espíritu y
materia, con una misma estructura de componentes; los átomos constituían, hebra a hebra, todo el tejido del mundo, del
hombre, del espíritu. Para Parménides “el pensamiento y el ser son una sola y misma cosa”. Para Demócrito, sensación y
pensamiento tienen base material y dependen de una variedad física de átomos “finos, pulidos y redondos”, y toda
sensación o imagen resulta de un cambio de posición de esos “átomos psíquicos”. Distingue diversas facultades
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intelectuales y afectivas y les asigna localizaciones distintas en el cuerpo, y sus “átomos psíquicos”´constituyen el sustrato
material de los intercambios que el cerebro establece con los órganos del cuerpo y el mundo exterior.
Hipócrates (s. V a.C.) es el primer naturalista, introduce la observación clínica, descubre la transmisión cruzada,
describe la epilepsia y atribuye un origen cerebral a las enfermedades mentales. La medicina hipocrática distingue ya
enfermedades neurológicas y enfermedades mentales.
Platón: (s.V aC.) ubica la razón en la cabeza (y por ende, en el cerebro) que junto con el deseo y la pasión forman
el alma humana. Su localización del alma en el cerebro no es un descubrimiento genial, sino una conclusión errónea; a
veces se puede acertar equivocándose. Debido a la influencia de los pitagóricos, se sabía que el círculo era la figura más
perfecta, Platón razonó de la siguiente manera, nuestra cabeza es redonda (en la mayoría de los casos) y es lo que más se
asemeja al círculo, nuestra alma es perfecta; por lo tanto, el alma perfecta debe estar en nuestra cabeza que es redonda
(círculo).
Aristóteles reactualiza a los cardiocentristas, el cerebro sólo es un compuesto de agua y tierra que no tiene otro
papel que refrigerar el organismo. Hace descender la temperatura de la sangre encargada de alimentar y ocasiona el sueño.
Todo ello lo hace en función a tres premisas: todos los vasos sanguíneos confluyen en el corazón, el cerebro desnudo es
insensible a la estimulación mecánica, el corazón no, y finalmente, no existe nada que se parezca al cerebro en los
invertebrados.
Con el advenimiento de la medicina clásica llega también la consolidación de la idea de que el cerebro, en lugar del
corazón o del diafragma, constituye el órgano de las facultades superiores de la persona.
El primer ejemplo de cefalocentrismo nítido, esto es, de la tesis de que el cerebro controla la sensación, el
movimiento y la cognición, lo encontramos en Alcmaeón de Crotona (c. 450 a.C.). A su juicio, el cerebro se encargaría de
«sintetizar» las sensaciones, porque todos los sentidos se hallan conectados con él. Alcmaeón señaló también que el
«sentir» y el «entender» son dos operaciones distintas: mientras que la primera la encontramos en todos los animales, la
segunda es exclusiva del hombre y radica en el cerebro. Algunos autores consideran que Alcmaeón pudo haber practicado
disecciones.
Herófilo y Erasístrato: (s.III aC.) Inauguran la disección del cuerpo humano, demuestran que el cerebro tiene
cavidades o ventrículos, que su superficie se pliega en circunvoluciones, distinguen los nervios de los vasos sanguíneos.
Consideraban al cerebro como la sede de la inteligencia, los sentimientos, la locura, los sueños y las sensaciones.
Demostraron que la mayor parte de los nervios tienen su origen en el encéfalo, que son ellos los encargados de transmitir
las sensaciones, y que algunos se originaban en la médula espinal.
Galeno, en el siglo II de nuestra era, se interesa por las cavidades o ventrículos, demuestra que el cerebro
desempeña bien el papel central en la dirección del cuerpo y en la actividad mental, y que el origen de ésta se encuentra en
la misma sustancia cerebral. Desarrolla la noción de pneuma psíquico que los ventrículos producen y almacenan.
Distingue tres facultades motriz, sensible y razonable, divide el alma razonable en imaginación, razón y memoria
Los padres de la Iglesia primitiva, en especial San Agustín, asumen plenamente la teoría galénica, ya que
consideraba al alma como algo inmaterial y que tenía TRES divisiones; por ello, sitúan estas tres facultades en los
ventrículos cerebrales. La teoría galénico se mantuvo como la más acertada durante casi 17 siglos…habrá que esperar
hasta el renacimiento para continuar con nuevos adelantos.
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experimentos en animales y la correlación de síntomas y patologías humanos. Willis anunció que el cerebelo era similar en
una variedad de mamíferos diferentes, que la complejidad de las circunvoluciones cerebrales varía enormemente entre los
animales; esta variación fue correlacionada con la capacidad intelectual. Además a él le debemos muchos de los nombres
de las diversas partes del encéfalo (tálamo óptico, lemnisco, cuerpo estriado, olivas y pirámides bulbares, etc., la lista es
larga) y además del término que crea la especialidad médica: neurología.
Habrá que esperar dos siglos para que se llevaran a cabo las investigaciones más relevantes y que marcarán el
camino de la Psicología fisiológica. Es importante señalar la obra de Chardeis, titulada “Psicología fisiológica” (1837), sin
embargo, ya se había hablado con anterioridad acerca de una Psicofisiología por P. CABANIS (1802), con su publicación
“Rapports du physique et du moral de l’Homme”, en donde manifiesta que “el cerebro segrega el pensamiento como el
hígado la bilis”.
Además existen investigaciones importantes que van a marcar las pautas necesarias para el surgimiento de la
Psicobiología.
3. La edad moderna
En l665, Robert Hooke, científico inglés, publica su trabajo titulado Micrographia, el cual es el primer tratado
sobre observaciones y principios microscópicos. Hooke hizo muchos descubrimientos en microanatomía, descubrió la
estructura porosa del corcho, a los cuales denominó cells. El observó a las células simplemente como receptáculos y no
como la unidad básica de la vida.
Otra área importante de la naciente psicobiología se refiere al estudio de los reflejos. Su investigación comenzó
con Descartes (1650), quien señala a la glándula pineal como el depósito del alma y además nos da una primera visión
materialista del hombre con la publicación de su obra De homine, la cual es publicada póstumamente. Sostenía que el alma
se ubicaba en el cerebro y desde ahí fluían los espíritus vitales hacia los músculos a través delos nervios, en una especie de
modelo hidráulico.
Jean Astruc acuñó el término reflejo, siguieron los estudio de La Mettrie (1748) y Cabanis (1802). Robert Whytt
(1751) publicó los primeros trabajos experimentales de importancia. Marshall Hall fue el investigador más sistemático de
este problema.
Luigi Galvani descubrió en 1786, de manera accidental, que los animales “producían electricidad”, pensando que
la electricidad era inherente al animal mismo. Al parecer Galvani suponía que el cerebro era la fuente de electricidad
interior de un animal y que el sistema nervioso se encargaba de distribuirla. La reacción más importante fue la de su
compatriota Alejandro Volta, quien llegó a la conclusión de que la corriente no procedía de la rana, sino que se generaba
por el contacto de los dos metales del gancho y del enrejado, los animales no generan electricidad. Curiosamente ambos
investigadores tenían razón y estaban equivocados a la vez, Galvani tenía razón al afirmar que los animales generaban
electricidad, pero estaba errado al afirmar que la electricidad que movía a sus ranas provenía del cuerpo de ellas. Volta
estaba en lo cierto al afirmar que lo que Galvani había hallado era una batería eléctrica, se equivocó al afirmar que los
animales no generan electricidad. Con ellos se inaugura un capítulo muy importante en el estudio de las neurociencias, “la
naturaleza eléctrica de los impulsos nerviosos”, tema que ha sido uno de los últimos en entenderse cabalmente.
No obstante, una de las preguntas que se plantearon en el momento fue si las señales que llegan hasta los
músculos y que causan el movimiento utilizan las mismas vías que las que registran las sensaciones. A principios del siglo
XIX, el físico escocés Charles Bell y el fisiólogo francés François Magendi intentaron dar respuesta a esta cuestión. Bell
examinó la posibilidad de que las dos raíces espinales transmitieran la información en direcciones diferentes, demostrando
que la sección de la raíz ventral provocaba parálisis muscular. Por su parte, Magendi pudo demostrar que las raíces dorsales
transmitían la información sensorial hasta la médula espinal. En resumen, Bell demostró que las raíces dorsales de la
médula espinal son exclusivamente sensoriales y las ventrales son motoras, publicando sus trabajos en 1811.
Independientemente (¿?), Magendie descubrió lo mismo en 1822, con esto quedaba plenamente demostrado que existían
nervios sensoriales y motores y no se trataban ya de simples y pasivos espíritus animales. A este principio se le conoce
como la Ley Bell-Magendie.
A finales de siglo, los fisiólogos alemanes Gustav Theodor Fritsch y Eduard Hitzig estimularon partes concretas
del cerebro de un perro, observando que esta estimulación provocaba la contracción de músculos específicos en la parte
opuesta del cuerpo del animal. Por otro lado, otra de las aportaciones destacadas de este siglo fue el estudio de la
localización de diferentes funciones en partes anatómicamente diferenciadas del cerebro.
En 1823, el fisiólogo francés Jean-Pierre-Marie Flourens puso de manifiesto que el cerebelo tenía un papel muy
importante en la coordinación motora, sugiriendo que, en última instancia, las funciones cognitivas son propiedades
globales que provienen de la actividad integrada de todo el cerebro y no de regiones específicas anatómicamente
diferenciadas.
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Reseña periferalista (controversia: Neuronistas vs Reticularistas)
En 1837, Jan Purkinje describe las células cerebelosas, identifica el núcleo neuronal y demás organelas. Por esta
época surge una discusión similar a la de los localizacionistas y los unicistas, se trata de la discusión entre los
Reticulanistas y los Neuronistas, parecida a la anterior pero sobre bases organizativas diferentes. Los reticularistas
sostenían que las células nerviosos formaban una red continua, los neuronistas sostenían que las neuronas eran unidades
independientes en una relación de contigüidad las unas con las otras. Los principales exponentes reticularistas son
GERLACH y GOLGI, entre los neuronistas tenemos a HIS y FOREL, y a Santiago Ramón y Cajal. La presentación del
trabajo de Ramón y Cajal en 1889 constituyó razón suficiente -para abandonar la teoría reticular, que, sin embargo, tuvo
una muerte lenta y prolongada. Golgi persistió en su teoría y se negó a respaldar el trabajo de Cajal. Ambos recibieron el
premio Nobel en l906, en su discurso para la entrega de premios, Golgi afirmó: “nunca he encontrado ninguna causa, ni
siquiera ahora, que me lleve a abandonar la idea (de la continuidad) en la que siempre he insistido...no puedo abandonar la
idea de una acción unitaria del sistema nervioso sin sentirme incómodo...”. Esto era lo esperado, con el reticularismo
asomaban por transparencia las tesis unitaristas de la función cerebral.
Johannes MULLER, profesor de fisiología en Berlín, es conocido por su ley de energías nerviosas específicas
(1838), con esto pretendía demostrar que las fibras sensoriales se dividían en varias clases en lugar de una sola. Además
publicó su “Manual de fisiología humana” en tres volúmenes, una completa sistematización del conocimiento fisiológico
de la época, en la que insistía en una ciencia fisiológica independiente de sus aplicaciones médicas. Se opuso al dualismo
de Descartes y demostró que las experiencias psicológicas tienen una base fisiológica.
Hacia 1870, Gustav Theodor Fritsch (1838-1927) y Eduard Hitzig (1839-1907) emplearon corrientes eléctricas
débiles para estimular la corteza cerebral de perros y descubrieron que estos movían determinados músculos de las
extremidades según la localización de la estimulación, y cuando estimulaban áreas corticales próximas se afectaban los
músculos adyacentes. En la misma década, el neurólogo David Ferrier (1843-1928), que trabajaba con perros y monos y
empleaba técnicas de lesión y estimulación de la corteza cerebral, demostró que las neuronas de la corteza motora, cuya
excitación determina la contracción de los músculos del cuerpo, se encuentran topográficamente organizadas formando una
especie de mapa de dicha musculatura.
En cambio, la velocidad de conducción de los impulsos nerviosos no se descubrió por accidente sino en base a
estudios planeados con gran cuidado. Hermann Von Helmholtz, discípulo de Müller, quien escribió un libro de dos
volúmenes titulado “Investigaciones sobre la electricidad animal”, en 1848 y 1849. El segundo volumen tiene una
descripción completa sobre el registro de potenciales del músculo sobre la piel, y estableció las bases de la electromiografía
clínica, intentó medir la velocidad del impulso nervioso en los animales y el hombre. Resultaba fácil entonces llegar a la
conclusión de que los nervios eran como cables del recién inventado telégrafo, y de que los mensajes de las diversas
funciones sensitivas y motrices recorrían el cuerpo a una velocidad comparable a la de la electricidad transmitida por cable,
que no se conocía exactamente, pero que al parecer era semejante a la del rayo. Antes de Helmholtz se había calculado en
varias magnitudes, todas muy elevadas, para la velocidad media de acción del sistema nervioso. El científico suizo
Albrecht Von Haller había dicho en el siglo XVIII que los mensajes nerviosos se movían a una velocidad de 42,741 metros
por minuto. Otro cálculo fijaba esa velocidad en 17,550,000,000 metros por segundo. En 1833, Müller declaró que toda la
cuestión era pura hipótesis, pues en realidad resultaba imposible medir la gran velocidad de la actividad nerviosa en las
cortas distancias de un organismo vivo.
Los elevados cálculos, así como la suposición de Müller, resultaron erróneos. En 1850 Helmholtz consiguió
medir la velocidad de un impulso nervioso con una técnica relativamente sencilla. Descubrió que estimulando el nervio de
una rana en distintos puntos sucesivos a partir del músculo correspondiente, podía registrar diferencias en el tiempo que
tardaba el músculo en contraerse. Además comprobó que las diferencias de tiempo eran lo suficientemente grandes como
para poder medirla. Comparada con los cálculos anteriores, afirmaba Helmholtz, la velocidad era sorprendentemente lenta,
de solo unos 25 a 40 metros por segundo.
Por esta misma época Franz Anton Mesmer introduce el término "magnetismo animal " (que más tarde será llamado
hipnosis)
Franz GALL (1758—1828), médico y anatomista de profesión, realizó muchas disecciones y conocía bien la organización
cerebral. Asegura que la corteza cerebral es el nivel más elevado del encéfalo, propio del hombre y de los mamíferos, que
posee una unidad anatómica precisa y es el lugar donde se dan nuestras funciones superiores. Gall se singulariza de sus
contemporáneos por su avance teórico y por su método. Propone analizar las funciones del cerebro y localizarlas en él sin
recurrir al método introspectivo. Establece una lista de modo empírico, encontrando 27 facultades, asignándoles una
localización cerebral particular. Postuló que el cráneo reproducía fielmente la superficie del córtex, ya sea por suerte o
intuición profunda, Gall sitúa la memoria de las palabras y el sentido del lenguaje en las regiones frontales próximas a su
comprobada situación cortical. Su nueva ciencia se denominó Frenología. Objeto de innumerables críticas y persecuciones,
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de parte de científicos (por ser especulativo y charlatán) y de la Iglesia (era el símbolo del materialismo). Uno de sus más
enardecidos críticos fue Pierre Fluorens, precursor de la doctrina holística del cerebro, es decir, el cerebro funciona como
un todo unido. Fluorens demostró que el cerebelo es la base de la coordinación motora y que el cerebro es el centro
integrador del organismo.
Los postulados de la frenología desencadenaron reacciones tanto a favor como en contra, y uno de los primeros
en utilizar la experimentación científica contra la frenología fue Marie-Jean-Pierre Flourens (1794-1867). Flourens realizó
resecciones quirúrgicas en distintas partes del encéfalo de palomas, observando que, aunque en algunos casos existía cierta
correspondencia entre la localización de las lesiones y la pérdida de facultades específicas, en general los efectos de la
ablación cerebral eran difusos, y, en cualquier caso, no se correspondían con los pretendidos por la frenología en relación a
las áreas lesionadas. Esto le llevó a proponer una teoría sobre una función cerebral unitaria, que no contemplaba ninguna
localización particular para habilidades específicas. Pero ahora sabemos que los trabajos de Flourens carecían también de
fundamento a causa de las limitaciones tecnológicas de la época (tanto unas técnicas quirúrgicas rudimentarias como unos
métodos de evaluación conductual deficientes). Además, en los años siguientes se irían acumulando evidencias en favor de
la especialización funcional de las regiones cerebrales.
En 1825, JEAN BAPTISTE BOUILLAUD (1796 - 1881), médico francés, alumno y seguidor de Gall, se
interesa por una de las facultades que había valorado mucho Gall: el Lenguaje. Aprovecha los “experimentos naturales”
(traumatismo y lesiones cerebrales) buscando una relación con las perturbaciones del lenguaje. Bouillaud publica un
tratado titulado “Investigaciones clínicas que tienden a demostrar que la pérdida de la palabra corresponde a la lesión de
los lóbulos anteriores del cerebro, y a confirmar la opinión de GALL relativa a la localización del lenguaje articulado”, en
donde establece la existencia de casos de parálisis selectiva de la lengua y de los órganos fonatorios sin afección de
miembros, así como casos de parálisis de los miembros sin pérdida del lenguaje articulado. Sus observaciones clínicas no
se imponen debido a la controversia ideológica entre Gall y Fluorens, por ello su trabajo no fue apreciado como debió ser.
Bouillaud debió ser considerado el creador de la anatomopatología del lenguaje.
P. BROCA alcanzará reconocimiento al presentar su trabajo ante la sociedad de Antropología de París el caso
Leborgne, cuya autopsia había realizado. Dicho paciente permaneció 21 años en el Hospital Bicétre, se expresaba por
medio de gestos, parecía conservar toda su inteligencia, únicamente pronunciaba una sílaba: tan, la cual se convirtió en su
apodo. Los estudios post-mortem revelaron una lesión en la parte media del lóbulo frontal izquierdo causaba perturbación
en la producción de lenguaje. La lesión que Broca observó era unilateral, pero bastaba para provocar la afasia; a la vez
demuestra la existencia de una asimetría entre los dos hemisferios (que Gall no había sospechado). Este es el nacimiento
oficial de la anatomopatología del lenguaje, que más adelante se convertirá en Neuropsicología.
Veinte años más tarde Karl Wernicke describe un tipo de afasia en el que existía un compromiso de la
comprensión del lenguaje, realizados los estudios postmortem descubre que la lesión se encuentra en la primera
circunvolución del lóbulo temporal. Es uno de los modelos más importantes y utilizados sobre el lenguaje, el modelo
asociacionista (o de diagramas) del lenguaje.
Por esta misma época, Hughlins JACKSON (1835-1911), mantuvo una postura radicalmente contraria en relación
a los conocimientos que hasta el momento se tenían sobre las afasias. Rechazó la existencia de los centros que otros autores
como Broca y Wernicke habían postulado como responsables de determinadas funciones del lenguaje, así como también
negó la clasificación que se había hecho hasta el momento entre afasias sensoriales y motoras. Jackson creía que se estaba
sobrevalorando la postura localizacionista en el estudio de la afasia, y la caracterizó como una forma de déficit intelectual.
Esta postura consideraría el funcionamiento cognitivo como una unidad global no divisible (fraccionable), y, como
consecuencia no analizable en diferentes partes a partir de una lesión. Jackson describiría en 1864, en sus estudios sobre la
epilepsia y la hemiplejía, que las funciones sensoriales y motoras se hallaban ubicadas en diferentes zonas de la corteza, y
postularía un modelo de organización jerárquica del sistema nervioso, según el cual los niveles superiores controlan los
inferiores y donde múltiples áreas cerebrales contribuyen a los procesos cerebrales complejos. Por esta idea, a Jackson se le
puede considerar como un precursor de los postulados de la Neurociencia Cognitiva actual.
Los trabajos de los creadores de la psicología experimental, Weber, Fechner y Wundt versaron en buena parte
sobre psicología fisiológica. Uno de los pioneros más importantes fue WUNDT, quien en l862 dictó un curso en
Heidelberg titulado “Psicología desde el punto de vista de las ciencias naturales”; en 1867 se cambió el título del curso y se
denominó “Psicología fisiológica”, esta es la partida de nacimiento de esta ciencia como disciplina formal. Su monumental
obra “Grundzüge der Physiologische Psychologie” editada en Leipzig en 1874 no solo tiene el mérito de ser el primer
tratado de esta disciplina, sino que estableció esta área de trabajo como una disciplina independiente.
Parecía que ya hubiese una ciencia de las localizaciones cerebrales en las cuales se podía fundamentar el estudio
de los procesos psicológicos, pero los Unitaristas no se dan por vencidos. Bergson declara que “la hipótesis de una
equivalencia entre el estado psicológico y el estado cerebral implica un verdadero absurdo”. Otros unicistas que se oponen
a estos estudios son H. Jackson y Head. La crítica de los unitaristas incita a definir mejor la localización y pone de relieve
una complejidad de organización que podría ser subestimada.
Otra fecha de gran importancia en la historia de la Neurociencia es la del 13 de septiembre de 1848. Ese día
Phineas Gage (1823-1860), un capataz que trabajaba en la construcción de los ferrocarriles en el norte de Nueva Inglaterra
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en Estados Unidos, sufrió un accidente al atravesarle una barra de hierro parte de la cara y las porciones anteriores de la
cavidad craneal. Gage no murió en el acto. Perdió una gran cantidad de corteza cerebral prefrontal, pero sobrevivió al
accidente y pudo incluso recuperar la salud física. Pero, después del traumatismo, aunque no sufría ningún trastorno
sensorial ni motor y tampoco se le detectaron alteraciones en el lenguaje o en la memoria, su personalidad experimentó un
cambio notable. John Harlow (1819-1907), el médico que le atendió en el Massachusetts General Hospital de Boston,
recogió en un artículo, que es ya parte de la historia de la Neurociencia y de la Medicina, sus observaciones sobre este
paciente, en las que describe de forma penetrante y concisa, hace más de 130 años, los principales síntomas asociados a la
destrucción de la corteza prefrontal humana.
4. La era contemporánea
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En 1914 sir Henry Dale investigó las propiedades farmacológicas de la acetilcolina, y se sorprendía con la
fidelidad con la que esta sustancia reproducía las respuestas a la estimulación eléctrica de los nervios parasimpáticos.
Observó además que la acetilcolina actuaba durante poco tiempo, por lo que propuso la existencia de otra sustancia (una
enzima) que fraccionaba a la molécula para terminar su acción.
En 1921, el fisiólogo alemán Otto Loewi, trabajando con corazones de rana descubrió había una sustancia
química que provenía del nervio vago y lentificaba los latidos cardiacos, Loewi denominó “Vagusstoff” a esta sustancia
química. Más adelante se le identificó como acetilcolina, y había sido sintetizada, por primera vez, en el laboratorio por el
químico alemán Adolf von Baeyer en 1867. El mérito de Loewi fue demostrar que las sustancias químicas eran
mensajeros, o neurotransmisores, mediante los cuales el SN ejercía control sobre el resto del cuerpo. También en 1921,
Cannon reportó que la estimulación de los nervios simpáticos del hígado producía la liberación de una sustancia parecida a
la adrenalina, que aumentaba la presión arterial y la frecuencia cardiaca. A esta “simpatina” de Cannon se le identificó años
más tarde como noradrenalina, que es la adrenalina sin un grupo metilo.
En 1925, Edgar Douglas Adrian puso de manifiesto que el impulso nervioso se propagaba siguiendo la ley del
todo o nada. Tres años más tarde, utilizando técnicas de registro de fibras sensoriales individuales, descubrió la existencia
de una relación entre la sensación y la frecuencia de impulsos de un axón sensorial específico.
En los años 30 del siglo XX hubo una disputa, respecto a la naturaleza de la transmisión sináptica, entre los
fisiologistas (encabezados por John C. Eccles) que postulaba que la transmisión sináptica se debía a un flujo pasivo de
corriente desde una neurona a otra; por otro, y los farmacologistas (liderados por Henry Dale) que argumentaba que la
transmisión debía ser química, utilizando como vehículo de comunicación una sustancia transmisora, los primeros
sostenían que el flujo de corriente bioeléctrica pasaba de una neurona a otra a través de la hendidura sináptica; los segundos
sostenían que el intercambio de información ocurría a través de moléculas químicas, los neurotransmisores. En los años 50
proveyó la evidencia contundente de que existen ambos tipos de sinapsis, pero que en los seres humanos las sinapsis son de
naturaleza química.
La Acetilcolina, la Adrenalina y la Noradrenalina fueron los primeros compuestos químicos estudiados, a partir de
aquí la química sustituye a la electricidad. Henry Dale, realizó numerosos estudios en los que demostró que la acetilcolina
actuaba como neurotransmisor en las sinapsis de los ganglios autonómicos y en la unión neuromuscular, y recogió
evidencias de que una sustancia parecida a la adrenalina (más tarde identificada por von Euler como noradrenalina)
también podía ejercer funciones relacionadas con la neurotransmisión.
En los años cuarenta, Alan Hodgkin, Andrew Huxley y Bernard Katz explicaron el potencial de reposo y el
potencial de acción en términos de movimientos específicos de iones en la membrana neuronal, desarrollando la hipótesis
iónica de la comunicación intraneuronal. Ya a finales de los años treinta Hodgkin y Huxley revolucionaron el pensamiento
de la biología al descubrir que el potencial de acción en las neuronas no abolía simplemente el potencial de reposo como se
había creído hasta entonces, pocos años después, pusieron en práctica una serie de experimentos de fijación de voltaje que
demostraron el flujo diferencial del Na+ y del K+ durante el potencial de acción de fuera a dentro y de dentro a fuera,
respectivamente.
Karl S. LASHLEY es considerado como el fundador de la Nauropsicología. Había estudiado con Watson en la
universidad John Hopkins y decidió investigar los fundamentos fisiológicos de la conducta sin hacer referencia a la
conciencia. Lashley consagró gran parte de su carrera a una empresa difícil: localizar el lugar donde almacena los recuerdos
el cerebro. En 1904 un científico francés llamado Richard Semon dio nombre a las huellas de la memorias de Descartes.
Fuese cual fuese su naturaleza, una huella era un “Engrama”. Años más tarde Lashley comenzó su “búsqueda del engrama”
que había de durar treinta años, en ratas y monos. En la mayor parte de los experimentos, los animales fueron entrenados en
diversos grados, para hacer desde asociaciones simples hasta resolver problemas comparativamente difíciles; luego fueron
anestesiados y sometidos a intervención quirúrgica, descubriéndose sus cerebros de modo que pudiesen extraer partes de
sus cortezas cerebrales cuidadosamente seleccionadas. Trae un periodo de recuperación postoperatoria, los animales fueron
observados y evaluados para determinar los efectos que había tenido la extirpación de tejido cerebral en el aprendizaje
adquirido. Otro método utilizado fue anteponer la cirugía al entrenamiento e intentó descubrir lo que el cerebro amputado
no lograría aprender. En ambos casos los animales fueron finalmente sacrificados y se realizó un análisis de sus cerebros
para ver exactamente qué partes habían quedado destruidas. En 1950 resume sus investigaciones en un artículo titulado “En
busca del engrama” en donde expresa: “Esta serie de experimentos ha producido una buena porción de información acerca
de qué no es y donde no esté la huella de la memoria. No ha descubierto nada acerca de la verdadera naturaleza del
engrama. A veces siento, al revisar la evidencia acerca de la localización de la huella de la memoria, que la necesaria
conclusión es que el aprendizaje simplemente no es posible, resulta difícil concebir un mecanismo que pueda satisfacer las
condiciones fijadas para él; a pesar de tal evidencia en contra de él, si llega a producir se el aprendizaje”. Lashley no tuvo
más remedio que concluir que la memoria era un fenómeno difuso que afectaba a toda la corteza y no algo localizado en
una zona definible del inmensamente intrincado cerebro. Pese a todo puso al descubierto dos procesos importantes en el
funcionamiento cerebral: Acción de masa y equipotencialidad.
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James Olds y sus estudiantes en la Universidad McGill, en Canadá, en los años cincuenta se hallaban interesados en el
estudio del sueño y la vigilia, y el diseño experimental para su investigación incluía la estimulación por medio de un
pequeño electrodo en otra región del mismo hipotálamo y que el animal debía autoadministrarse pisando una palanca si
quería recibir alimento como recompensa. Por error, en una ocasión el electrodo de estimulación fue implantado un poco
más abajo de la zona deseada y, para sorpresa de los investigadores, al cabo del primer autoestímulo en esta región con el
recurso de pisar la palanquita, la rata ya no tenía mayor interés en la recompensa o en explorar los espacios, sino que volvía
una y otra vez a oprimir la palanca, y con ello a aplicarse el estímulo en el lugar del hipotálamo en el que se encontraba el
electrodo. Evidentemente, los fisiólogos se percataron de inmediato de la importancia de su descubrimiento, y olvidando su
proyecto anterior acerca del sueño se dedicaron a afinar y desarrollar una investigación acerca de este fenómeno asociado a
lo que denominaron el núcleo del placer.
Por los años treinta del s. XX, surge Egas Moniz, neurólogo portugués, que descubre que la desconexión de los
lóbulos prefrontales disipaba o calmaba a los pacientes cuyos síntomas no cedían ante la terapia de entonces.La operación
era sencilla, se atravesaba el cráneo por la porción temporal, se insertaba un fino bisturí y se procedía a cortar las fibras
nerviosas. En USA, Walter Freeman, neurocirujano, lleva a extremos simplistas la lobotomía frontal: la hace intraorbital y
esto conducirá a una moda que se propagó hasta llegados los años sesenta. Posteriormente, muchos neurólogos se
prununciaron en contra de tal práctica. Egas Moniz fue galardonado con el Nóbel en 1949, lo recibió en silla de ruedas,
debido a que uno de sus pacientes operados disparó contra él por motivos desconocidos, dejándolo paralítico. Walter
Freeman fue desacreditado por sus colegas. La naciente psicofarmacología de los años cincuenta terminó con tan ominoso
método terapéutico.
Clinton Woolsey (1904-1993) y Philip Bard (1898-1977), a finales de los años treinta y principio de los cuarenta
del pasado siglo, estimulando en la piel y recogiendo la actividad eléctrica en distintas regiones de la corteza cerebral,
proporcionaron el primer mapa cortical de localización somatotópica de la sensibilidad cutánea en el gato y el mono, que el
neurocirujano Wilder Pendfield (1891-1976) completaría en humanos
Los neurocirujanos canadienses, Penfield y Rasmussen, inauguran uno de los capítulos más interesantes de la
neurociencia, las operaciones quirúrgicas del cerebro con anestesia local, es decir, con el paciente despierto y lúcido.
Mientras operaba, Penfield iba estimulando determinados puntos de la corteza con un electrodo y observaba la respuesta de
los pacientes. A través de sus múltiples experimentos y el registro de ellos hizo un mapeo de las actividades motrices y
sensitivas (lóbulos frontal y parietal), construyendo los HOMÚNCULOS, tanto sensitivo como motriz. Los reportes sobre
las actividades cognitivas, como memoria y percepción no llegaron a buenas conclusiones. Inclusive sus reportes de
recuerdos de eventos no conscientes fueron utilizados por el Dr. Eric Berne para dar fundamento a su naciente análisis
transaccional.
Hay acuerdo unánime en que un primer paso decisivo hacia la convergencia de la neurociencia y la psicología
cognitiva se debe a Vernon Mountcastle, David Hubel y Torsten Wiesel. Sus estudios unicelulares sobre la corteza
somestésica (Mountcastle, 1957) y visual (Hubel y Wiesel, 1959) del mono no sólo pusieron de manifiesto que las células
corticales tienen propiedades de respuesta altamente selectivas, sino que las células con las mismas propiedades de
respuesta se organizan en columnas corticales de especialización funcional, dando lugar al concepto de organización
modular de la corteza cerebral
En años siguientes, la utilización de la técnica para el registro de la actividad de células nerviosas individuales iba a
suponer un paso importante hacia la convergencia entre neurociencia y psicología. Esta técnica, desarrollada por Lord
Edgar Douglas Adrian (1889-1977) y aplicada al sistema visual de invertebrados por Haldan Keffer Hartline (1903-1983) y
de mamíferos por Stephen Kuffler (1913-1980), ilustraría hasta qué punto neurociencia y psicología se influían
mutuamente (Kandel y Squires, 2000). Efectivamente, al adentrarse en la aproximación celular a la fisiología de sistemas,
los neurofisiólogos se basaron en los rigurosos métodos experimentales del conductismo y la psicofísica para explorar de
qué manera un estímulo sensorial resultaba en una respuesta neuronal particular. Los primeros estudios neurofisiológicos
de registro de actividad unitaria en la corteza del mono, realizados por Allman y Kaas, demostraron la existencia de varias
representaciones de la retina más allá de la corteza estriada, en contraste con la única representación visual hallada en V1.
Paralelamente, los trabajos anatómicos de Zeki sobre las conexiones entre V1 y otras áreas visuales (Zeki, 1978), así como
la observación de la preferencia por la dirección del movimiento de las células del área MT (V5) o por el color en V4,
significarían el inicio de dos décadas de investigación que llevarían a la propuesta de la existencia de dos vías segregadas
de procesamiento en el córtex visual. Simultáneamente, se iban descubriendo también múltiples áreas funcionales en el
córtex auditivo y somestésico.
Estos estudios condujeron, según Kosslyn y Andersen (1992), a una resolución elegante del debate
localizacionista/holista, al poner de manifiesto que las funciones complejas, tales como la percepción, la memoria o el
razonamiento, se llevan a cabo por un conjunto de procesos subyacentes de localización específica, cada uno de los cuales
es, por sí solo, insuficiente para explicar la función.
Alexander Luria (19021977) fue un neuropsicólogo ruso, discípulo de Pavlov, que consideraba al cerebro
organizado en 3 niveles. Al primero asignaba roles fundamentales como la mantención de la vigilia, la memoria primaria y
la homeostasis del medio interno. Anatómicamente corresponde a la formación reticular activadora del tronco cerebral y a
parte del sistema límbico. El segundo nivel tiene como funciones esenciales la recepción, procesamiento y almacenamiento
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de la información que viene del exterior por las vías visual, auditiva y de la sensibilidad general, correspondiendo a los
lóbulos occipitales, temporales y parietales. El tercer nivel tiene como rol esencial la actividad dirigida hacia el exterior,
desde la motilidad elemental hasta la programación de la conducta, y anatómicamente comprende ambos lóbulos frontales.
Otro aporte fundamental de Luria es el concepto de "sistema funcional".
Roger Sperry es otro de los grandes nombres a mencionar en esta reseña, su trabajo fue el de demostrar que la
comisurectomía del cuerpo calloso no era un método terapéutico “limpio”, como trataban de hacer creer sus colegas
neurocirujanos para el tratamiento de la epilepsia. Demostró que las personas que tienen ambos hemisferios desconectados
presentan peculiares, y sutiles, características de procesar la información, inclusive en la actualidad sus trabajos han sido
rescatados por los estudiosos de las bases neurales de la conciencia, ya que muchos de estos pacientes reportan una “doble
conciencia” en su vida. Recibió el Nóbel en 1966.
Rita Levi-Montalcini, también recibió el Nobel por su descubrimiento del Factor de crecimiento neural, obra
descomunal que sentaba las bases de la nueva neurociencia y de la plasticidad cerebral. Derrumbo los dogmas sobre la
actividad cerebral estática y rígida, y permitió entender los diferentes mecanismos que tiene nuestro cerebro para afrontar
los diversos cambios. En 1992, Giacomo Rizzolatti describe las neuronas espejo, que abre un mar de posibilidades y de
explicaciones de la mente social, la empatía y de enfermedades como el autismo y a esquizofrenia.
Francis Crick (1916-2004), premio Nobel de Medicina por el descubrimiento de la estructuración en doble hélice
del ADN, ha dedicado la última etapa de su vida científica al estudio de la conciencia en el Salk Institute de La Jolla en
Estados Unidos junto con su colaborador Christof Koch, en la actualidad investigador en el California Institute of
Technology. Estos autores han buscado los correlatos neuronales mínimos necesarios para dar lugar a un aspecto específico
de la conciencia. Crick ha señalado en su conocido libro The Astonishing Hypothesis: The Scientific Search for the Soul,
que todas nuestras alegrías y sufrimientos, nuestras ambiciones y memorias, el sentido de nuestra identidad y de nuestro
libre albedrío, no son más que el funcionamiento de amplias redes neuronales y de las moléculas asociadas a estas
conexiones neurales, y ha llegado incluso a proponer el núcleo reticular del tálamo como un centro nodal para la conciencia
del individuo.