Arte Primitivo
Arte Primitivo
Arte Primitivo
El arte prehistórico es el desarrollado por el ser humano primitivo desde la Edad de Piedra (paleolítico superior,
mesolítico y neolítico) hasta la Edad de los Metales, periodos donde surgieron las primeras manifestaciones que
se pueden considerar como artísticas por parte del ser humano. En el paleolítico (25.000-8000 a. C.), el hombre
se dedicaba a la caza y vivía en cuevas, elaborando la llamada pintura rupestre. Tras un periodo de transición
(mesolítico, 8000-6000 a. C.), en el neolítico (6000-3000 a. C.) se volvió sedentario y se dedicó a la agricultura,
con sociedades cada vez más complejas donde va cobrando importancia la religión, y comienza la producción
de piezas de artesanía. Por último, en la llamada Edad de los Metales (3000-1000 a. C.), surgen las primeras
civilizaciones protohistóricas.
Paleolítico
El paleolítico tuvo sus primeras manifestaciones artísticas alrededor del 25.000 a. C., teniendo su apogeo en el
periodo magdaleniense (±15.000-8000 a. C.). Los primeros vestigios de objetos creados por el hombre
aparecen en el sur de África, el Mediterráneo occidental, Europa central y oriental (Mar Adriático), Siberia
(Lago Baikal), la India y Australia. Estos primeros vestigios son generalmente utensilios de piedra trabajada
(sílex, obsidiana), o bien de hueso o madera. Para la pintura utilizaban rojo de óxido de hierro, negro de óxido
de manganeso y ocre de arcilla. Su principal medio expresivo era la pintura rupestre, desarrollada
principalmente en la región franco-cantábrica: son pinturas de carácter mágico-religioso, en cuevas, de sentido
naturalista, con representación de animales, destacando las cuevas de Altamira, Tito Bustillo, Trois Frères,
Chauvet y Lascaux. En escultura, destacan las llamadas venus, representaciones femeninas que seguramente
servían de culto a la fecundidad, destacando la Venus de Willendorf. Otras obras representativas de esta época
son el denominado Hombre de Brno, el Mamut de Vogelherd y la Venus de Brassempouy
En la prehistoria surgieron las primeras formas rudimentarias de música y danza: diversos fenómenos naturales
y la modulación de la propia voz humana hicieron ver al hombre primitivo que existían sonidos que resultaban
armónicos y melodiosos, y que afectaban a las emociones, al estado anímico de las personas. Al tiempo, la
danza, el movimiento rítmico, supuso una forma de comunicación corporal que servía para expresar
sentimientos, o para ritualizar acontecimientos importantes (nacimientos, defunciones, bodas). En principio,
música y danza tenían un componente ritual, celebrados en ceremonias de fecundidad, caza o guerra, o de
diversa índole religiosa. Pronto el ser humano aprendió a valerse de objetos rudimentarios (huesos, cañas,
troncos, conchas) para producir sonidos, mientras que la propia respiración y los latidos del corazón sirvieron
para otorgar una primera cadencia a la danza.
Neolítico
Este periodo –iniciado alrededor del 8000 a. C.. en el Próximo Oriente– supuso una profunda transformación
para el antiguo ser humano, que se volvió sedentario y se dedicó a la agricultura y la ganadería, surgiendo
nuevas formas de convivencia social y desarrollándose la religión. En la pintura levantina –datada entre el
mesolítico y el neolítico– se dio la figura humana, muy esquematizada, con notables ejemplos en El Cogul,
Valltorta, Alpera y Minateda. También se dio este tipo de pintura en el norte de África (Atlas, Sáhara) y en la
zona del actual Zimbabue. La pintura neolítica solía ser esquemática, reducida a trazos básicos (el hombre en
forma de cruz, la mujer en forma triangular). Son de destacar igualmente las pinturas rupestres del Río Pinturas
en Argentina, especialmente la Cueva de las manos. En arte mobiliar se produjo la llamada cerámica cardial,
decorada con impresiones de conchas (cardium), y apareció el arte textil. Se manufacturaron nuevos materiales
como el ámbar, el cristal de roca, el cuarzo, el jaspe, etc. En esta época aparecieron los primeros vestigios de
poblados con una planimetría urbanística, destacando los restos hallados en Tell as-Sultan (Jericó), Jarmo (Irak)
y Çatalhöyük (Anatolia).
Edad de los Metales
La última fase prehistórica es la llamada Edad de los Metales, pues la utilización de elementos como el cobre,
el bronce y el hierro supuso una gran transformación material para estas antiguas sociedades. En el llamado
calcolítico surgió el megalitismo, monumentos funerarios en piedra, destacando el dolmen y el menhir, o el
cromlech inglés, como en el magnífico conjunto de Stonehenge. En España se formó la cultura de Los Millares,
caracterizada por la cerámica campaniforme y las representaciones humanas de figuras esquemáticas de
grandes ojos. En Malta destacó el conjunto de templos de Mudajdra, Tarxien y Ggantija. En las islas Baleares
se desarrolló una notable cultura megalítica, con diversas tipologías de monumentos: la naveta, tumba en forma
de pirámide truncada, con cámara funeraria alargada; la taula, dos grandes piedra colocadas una vertical y otra
encima horizontal; y el talayot, torre con una cámara cubierta de falsa cúpula.