Argentina
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Resumen
La comunidad científica de edafólogos a comenzado a reconocer que la Edafología
se encuentra inmersa en una profunda crisis. A la luz de los recientes avances
conceptuales, metodológicos y tecnológicos, se reflexiona sobre los principales
problemas que acucian a esta disciplina, y más concretamente en lo concerniente a la
conceptualización del suelo, clasificación e inventario. Algunos de tales problemas se
encuentran directamente relacionados con su desarrollo histórico. Otros, poseen
repercusiones indirectas aunque incuestionables, afectando también a otras ramas
académicas que abordan el estudio de otros recursos naturales (p. ej. Hidrología,
Geografía, Geomorfología, Ecología, etc.). Entre los primeros, se abordan las
dificultades inherentes a la definición, clasificación e inventario del suelo, cuantificación
de la información edafológica, planificación de los muestreos, análisis de su diversidad y
variabilidad espacial y temporal, procesamiento estadístico de la información y uso de las
nuevas herramientas tecnológicas. Así, por ejemplo, resulta alarmante que aún no se haya
alcanzado una concepción heurística del sistema suelo capaz de dar coherencia a un
cuerpo doctrinal sólido y rigurosamente formalizado que se enfrente a los retos y
demandas actuales de información edafológica. En otras palabras, la comunidad
científica de edafólogos aun no ha sido capaz de conformar una "ciencia" en el sentido
estricto del término, bajo los cánones actuales de la filosofía de la ciencia. Se analiza la
dificultad que entraña el análisis de un recurso cuya variabilidad espacio-temporal se
produce en continuum. Todos estos conflictos, siempre que ha sido posible, son
presentados como dilemas y paradojas. Para la mayoría de ellas se intentan ofrecer
soluciones, globales o sectoriales. Así pues, el objetivo perseguido es el de presentar una
serie de alternativas que nos aproximen a una conceptualización y representación más
rica de la "realidad" edafológica. Entre las metodologías propuestas destaca el uso más
intensivo de la geoestadística, lógica difusa, física y matemáticas del caos y la aplicación
de la teoría de campos.
1. Introducción: La crisis actual de la Edafología como ciencia
1.1 Objetivos y algunas recomendaciones para la lectura de este manuscrito
1.2 El reconocimiento de la crisis por la comunidad científica
1.3 Algunas razones de la crisis edafológica: Consideraciones políticas y
socioeconómicas. Un análisis bibliométrico
1.4 El cambio de orientación de los reconocimientos de suelos y el problema de
la cuantificación
1.5 Nuevas demandas conceptuales, metodológicas e instrumentales en materia de
información edafológica
1.6 La paradoja tecnológica de Burrough
1.7 Las paradojas estadísticas
1.8 La teoría de los sistemas jerárquicos y los problemas escalares
1.8.1 Aspectos generales
1.8.2 Aplicación de la teoría de los sistemas jerárquicos: La edafosfera
1.9 La paradoja de la medida
1.9.1 La rugosidad superficial
1.9.2 El problema de las escalas
1.9.3 Escalas y procesos
1.9.4 Conclusiones sobre la paradoja de la medida
2.¿Qué es esa cosa llamada ciencia?
2.1 Introducción
2.2 El Inductivismo: La ciencia como conocimiento derivado de los hechos de la
experiencia
2.2.1 El razonamiento inductivo
2.2.2 La lógica y el razonamiento deductivo
2.2.3 La predicción y la explicación en el inductivismo
2.2.4 El encanto del inductivismo ingenuo
2.3 El problema de la inducción
2.3.1¿Se puede justificar el principio de inducción?
2.3.2 La retirada a la probabilidad
2.3.3 Posibles respuestas al problema de la inducción
2.4 La observación depende de la teoría
2.4.1 La concepción popular de lo que es la observación
2.4.2 Los enunciados observacionales presuponen la teoría
2.4.3 La teoría guía la observación y la experimentación
2.4.4 El inductivismo no esta refutado concluyentemente
2.5 Introducción del falsacionismo
2.5.1 Apoyos a Lógica falsacionista
2.5.2 La falsabilidad como criterio de teorías
2.5.3 Grado de falsabilidad, claridad y precisión
2.5.4 Falsacionismo y progreso
2.5.5 El falsacionismo sofisticado: Grados de falsabilidad relativos en vez de
absolutos
2.5.6 El aumento de la falsabilidad y las modificaciones “ad hoc”
2.5.7 La confirmación en la concepción falsacionista; audacia, novedad y conocimiento
básico
2.6 Comparación de las concepciones inductivista y falsacionista de la
confirmación
2.7 Las limitaciones del falsacionismo
2.7.1 La dependencia de la observación de la teoría y la falibilidad de las falsaciones
2.7.2 La complejidad de las situaciones reales de prueba
2.7.3 Sobre la base de los argumentos históricos, el falsacionismo es insuficiente
2.8 Las teorías como estructuras: los programas de investigación
2.8.1 Considerar las teorías como totalidades estructurales
2.8.2 Los programas de investigación de Lakatos
2.8.3 La metodología dentro de un programa de investigación
2.8.4 La comparación de los programas de investigación
2.9 Las teorías como estructuras: Los paradigmas de Kuhn
2.9.1 Los paradigmas y la ciencia normal
2.9.2 Crisis y revolucion
2.9.3 Función de la ciencia normal y las revoluciones
2.10 Las escuelas relativistas más radicales de la filosofía de la Ciencia
3. Problemas conceptuales de la Edafología
3.1 El suelo como concepto: ¿Qué es un suelo?
3.2 La primera paradoja conceptual: Pasos hacia un modelo holístico del suelo
3.2.1 Introducción
3.2.2 Modelos conceptuales o representaciones del sistema edáfico
3.2.2.1 El suelo como cuerpo natural
3.2.2.2 El suelo como substrato del desarrollo vegetal
3.2.2.3 El suelo como entidad geológica
3.2.2.4 El suelo como manto estructural
3.2.2.5 El suelo como manto transmisor de agua
3.2.2.6 El suelo como componente del ecosistema
3.2.2.7 Modelo holístico de la edafosfera
3.2.2.8 El suelo como componente de los sistemas superficiales terrestres
3.2.2.9 Consideraciones sobre los modelos mencionados: la primera paradoja
conceptual
3.3 La segunda paradoja conceptual: El continuum edafosférico
3.4. Sobre el concepto de bio y edafotaxas, las clasificaciones y la paradoja del
continuum: consideraciones epistemológicas
3.5. Un análisis científico y metacientífico de las clasificaciones biológicas
3.6. Consideraciones sobre la estructura de los sistemas taxonómicos: El caso de las
clasificaciones biológicas y edafológicas
4. Algunas propuestas para la extensión de las fronteras actuales de la
Edafología
4.1 Hacia la elaboración de mapas de recursos edáficos
4.1.1 Aproximación a la extensión de la pedosphere
4.1.1.1 Introducción
4.1.1.2 Pérdida de suelo e infraestructuras materiales
4.1.1.3 Suelos y humedales (suelos hígricos y/o anfibios)
4.1.1.4 El volumen de sedimentos edafosféricos y la cartografía de la erosión
4.1.2 A modo de resumen
5. Consideraciones finales
1. Introducción: La crisis actual de la Edafología como ciencia
1 En diciembre de 1999 el contrato entre la EEA y el CSIC, para el mantenimiento del ETC/S finalizó sin
ser renovado. La EEA pretende hacer lo mismo con sus restantes Centros Temáticos, a la espera de un
año de reflexión y estudio con vistas a renovar sus estructuras. La EEA es un Organismo reciente cuya
operatividad aún esta muy lejos de la alcanzada por la Environemental Protection Agency de Estados
Unidos.
que se encuentren en posiciones intermedias sobre su posible futuro, de alcanzar
situaciones socioeconómicas más privilegiadas que las que actualmente ostentan.
Es en la búsqueda de una nueva identidad para la Edafología en donde las estrategias
propuestas por los expertos para la renovación (o cambio de paradigma, si bien el uso de
este último vocablo desde el punto de vista de la filosofía de la ciencia requiere
contemplar ciertas premisas más restrictivas que para el primero) divergen. Básicamente,
existen dos actitudes claramente diferenciadas.
La primera enfatiza la necesidad de trasformar una disciplina reconocida como
aplicada en otra de carácter básico, dentro del contexto de las CC. de la Tierra. Los
partidarios de esta postura proponen incidir en la investigación básica, con vistas a
renovar el corpus teórico de la Edafología y potenciar la cuantificación y modelización
de la estructura dinámica y evolución del suelo, en consonancia con las tendencias
actuales de otras ramas del conocimiento (Wild 1989; Sposito y Reginato 1992; Gardner
1991; Miller 1993; Ibáñez et al. 1993, 1994, 1997, 1999; Yaalon 1996).
La segunda línea de pensamiento defiende el mantenimiento de la tradicional
naturaleza aplicada de la investigación edafológica. Los partidarios de esta última actitud
ven su futuro al amparo de la “crisis medioambiental”, ya sea sobre problemáticas no
agronómicas (p. ej. erosión, desertificación, lluvia ácida, cambio climático, o
relacionadas con ella (p. ej. agricultura sostenible o sustentable) (p. ej. Miller 1993;
Bullock 1994; Bouma 1994; Singer y Warkentin 1994; Bridges y Catizzone 1996).
En nuestra opinión ambas posturas son compatibles. Sin embargo, pretender
sacralizar una vocación fundamentalmente aplicada obligaría, como en el pasado, a
buscar refugio en otras disciplinas socialmente más respetadas, estrategia que ya condujo
en el pasado hacia la situación actual de crisis. Sostenemos la tesis de que la búsqueda de
áreas de investigación en donde encontrar refugio son manifestaciones evidentes de
debilidad; soluciones temporales que tan solo legitiman el principio de oportunidad, no
los de necesidad y calidad. Si en verdad el suelo es un cuerpo natural, un ente "real" con
sus propias leyes de organización, debe avanzarse en su conocimiento global desde una
perspectiva holística (Ibáñez 1994; Catizone 1998). Será ésta última estrategia la que
permita buscar nuevas soluciones a viejos problemas, encontrar nuevos dominios de
aplicación y legitimar tanto a la disciplina como a sus practicantes (Gardner 1991 y 1993;
Miller 1993; Yaalon 1993, Ibáñez et al. 1997).
Sin embargo, durante los últimos años, debido a la crisis mencionada, tanto los
Programas Marco de RTD de la UE, como los de muchos de sus países miembros (p. ej.
España) no contemplan acciones de relevancia sobre investigación edafológica. Así
mismo, los grandes programas internacionales conocidos con el pomposo vocablo de
"big science" (p. ej. MAB, IGBP) o ignoran la información edafológica, o lo hacen de
manera colateral frente a los de otras muchas disciplinas (Ibáñez et al. 1997; Catizzone
1998). No cabe la menor duda de que existen reticencias sobre lo que la Edafología, en
general, y el reconocimiento de suelos en particular, pueden aportar con su actual matriz
disciplinaria (o paradigma), a la hora resolver los problemas que importan a científicos,
ciudadanos y gobernantes. La cuestión no reside en buscar culpables y depurar
responsabilidades, sino en ser lo suficientemente honestos como para realizar un
profundo análisis. Este no debería sustentarse en meros juicios de valor, sino sobre
razones sólidamente asentadas en criterios científicos, epistemológicos, históricos y
sociológicos. Ninguna de las referencias anteriormente aludidas cumplen tales requisitos.
Este tipo de crisis no es infrecuente, cuando uno se documenta sobre historia de la
ciencia. Más aún, actualmente, tanto la Geomorfología como la Ecología, por citar tan
solo dos ejemplos, se enfrentan a graves crisis de identidad, si bien su popularidad y/o
reconocimiento y/o antecedentes históricos, no las han hecho retrotraer hasta la situación
que actualmente ocupa la Edafología. En otros casos, como el de la Hidrología, el
autorreconocimiento por sus practicantes (creo que equivocadamente) de disciplina
aplicada la asemeja al caso de la Edafología. Así, por ejemplo, la Geomorfología
comienza a ser considerada como una subdisciplina menor de la Geología. Por su parte,
el desarrollo de la Ecología ha defraudado todas las expectativas que prometían sus
especialistas en la década de los sesenta (p. ej. Peters, 1991). Del mismo modo la
Geografía anda en busca de su identidad, sumergida en una permanente crisis durante
décadas.
Sin embargo, a diferencia del comportamiento de la comunidad de edafólogos, tanto
geomorfólogos como ecólogos, sí han pasado a la acción de forma seria y rigurosa. En
sus revistas comienzan a abundar, no solo artículos de opinión, sino ensayos seriamente
formalizados sustentados en sólidos argumentos metacientíficos (filosóficos,. históricos y
sociológicos), dando lugar a interesantes y acalorados debates sobre la naturaleza teórica
de su disciplina y su futuro. Así por ejemplo, en el ámbito de la Geomorfología, revistas
del calibre de "Geomorphology" y "Earth Surface Processes and Landforms", han
comenzado a publicar numerosos artículos de esta naturaleza. También se han publicado
diversas monografías (Schumm, 1991) y dedicado importantes congresos (tales como los
mundialmente reconocidos Binghamton Symposiums) a este tópico. Lamentablemente,
los edafólogos no hemos pasado el umbral de espetar lastimeros quejidos de indignación:
¿cuantos artículos han aparecido últimamente en nuestras prestigiosas revistas que
cuestionen las bases teóricas sobre las que se sustenta la Edafología?; ¿cuántos libros y
congresos se han dedicado al tema en la década de los noventa?; ¿cuántos conocen
ustedes, como lectores?; ¿Cuál es la razón?. Tanto geomorfólogos como ecólogos
consideran que sus disciplinas son de naturaleza científica que abordan tanto aspectos
básicos como aplicados con el mismo rigor y peso específico. ¿No será que ante nuestra
autopercepción de la naturaleza aplicada de la Edafología, y como corolario, de nuestra
actitud práctica y utilitarista frente al sistema suelo eludimos (o nos autoimponemos) que
estos tópicos (tan esotéricos) ni nos conciernen ni son de nuestra incumbencia. Pero si es
así ¿A quién competen?. Como ya citamos hace casi dos años en el Boletín de su
Sociedad: ¿Puede existir una ciencia aplicada sin otra de naturaleza básica que le dé
sustancia?; ¿Cómo es posible que una disciplina aplicada, tal como la Agronomía,
proporcione las bases teóricas a una de sus subdisciplinas, obviamente también aplicada?.
Desde un punto de vista filosófico tales percepciones y consideraciones carecen de toda
lógica; no son racionales.
En la tabla adjunta, recientemente publicada por A. E. Hartemink (Boletín de la
IUSS nº 96,1999/2) 1999, pp. 16-21, los datos sobre el crecimiento de distintas
disciplinas y/o subdisciplinas relacionadas con las Ciencias del Suelo son suficientemente
ilustrativos de la situación de crisis que actualmente padece la Edafología, reforzando
nuestra tesis. Nótese que el número de artículos publicados que versan sobre aspectos
generales, así como acerca de la tipología y clasificación de suelos no han aumentado,
pese al incremento sustancial de los relacionados con otras temáticas concernientes a las
Ciencias del Suelo. Podrían extraerse muchas más conclusiones de este material. Sin
embargo de momento nos detendremos aquí.
Tabla 1. Number of Abstracts published in "Soil and Fertilizers" between 1938 and
1998 (Data from CAB International) (después de Hartemink 1999)
__________________________________________________________________
Year
________________________________________________
No debe extrañarnos por tanto que Basher (1997) constate como en Australia, Nueva
Zelanda y Estados Unidos, los Staff de los Servicios de Suelos han ido reduciendo
drásticamente sus plantillas en los últimos años. Nuestra impresión en el Buró Europeo
de Suelos es la misma que la del autor mencionado. De hecho, incluso en ciertos países
(p. ej. Portugal, tales Servicios han sido suprimidos). Sinceramente desconocemos la
situación en Iberoamérica.
__________________________________________________________________
Congress 19091 19272 19603 19904 19982
Year
__________________________________________________________________
Number of Participants and Countries
__________________________________________________________________
Total 90 500 1100 1600 2600
not including totals
Countries 11 43 74 75 99
__________________________________________________________________
Number of Presentations
__________________________________________________________________
Pedology 40 26 21 17 28
Soil Physics 10 12 10 11
Soil Chemistry 20 14 13 17
Soil Mineralogy 5 11 4
Soil Biology 22 12 13 10
Soil Fertility 12 25 26 19
Soil Technology 10 11 10 11
__________________________________________________________________
International Society of Soil Science Membership
__________________________________________________________________
Así, por ejemplo, puede observarse como la Edafología, que apenas contribuye a la
"mainstream" de las Ciencias del Suelo en las revistas de alta visibilidad sigue, por el
contrario, manteniendo su hegemonía dentro de la Unión Internacional de las CC. del
Suelo. Por el contrario, la Biología de suelos, una de las disciplinas que mayor
crecimiento ha ido alcanzando en las Revistas del SCI, sorprendentemente, parece decaer
en las actas de estos macroeventos internacionales. Y aquí surge una duda que resulta
difícil de responder. O bien los biólogos del suelo de la UISS comienzan a desinteresarse
sobre este tipo de reuniones, o bien, comienzan a publicarse en revistas del SCI
numerosos artículos sobre el tema por investigadores que no se consideran asimismo
especialistas en CC. del Suelo (y probablemente sea así). Lo mismo podría ser válido
para otras disciplinas no mencionadas. Desde el punto de vista de la Sociología de la
Ciencia, y tanto o más como reflejo de la imagen de nuestras "Ciencias" el tema es
interesante y preocupante a la vez. Un estudio llevado a cabo en España, sobre el mismo
tipo de materiales que los presentados en las Tablas 1 y 2 ofrece resultados muy similares
(Ibáñez et al. 1997). Lo que llama la atención de este último estudio es un hecho que por
no poderse inferirse de la información presentada es digno de resaltar. En el mencionado
estudio, el autor señalaba que:
"A pesar de todo, la tasa de crecimiento de su producción científica en el periodo 1991-1992 alcanzó el 16% (Mato, 1994),
manteniéndose al mismo ritmo desde entonces. Actualmente el CSIC cuenta, según las fuentes, entre el 6% y el 9% del potencial
humano de la investigación española, mientras aporta entre el 25 y el 37% a su producción científica, ocupando el primer puesto del
Estado en Agricultura y Geociencias, entre otras áreas (Mato, 1994). Los investigadores del Área de CC. Agrarias producen
anualmente una media de 1 artículo en revistas incluidas en el SCI, mientras que los del Área de Recursos Naturales rebasan la cifra
de 2. Si se comparan estos datos con la producción media europea, 0,2 artículos por investigador y año, no cabe la menor duda que la
cualificación de los investigadores del CSIC es más que notable (Ayala, 1995)".
Tabla Nº 3
___________________________________________________________
Número de artículos publicados en las revistas Soil Science, Soil Science Soc. Am.
J., J. Soil Science, Catena y Geoderma en el periodo 1980-1995 por los
investigadores de los antiguos centros de Edafología y Agrobiología y su
contribución relativa a la producción científica global de los mismos
___________________________________________________________
Año 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95
Nº artículos 2 1 1 6 1 1 1 2 2 1 7 2 3 0 3 5
Contribución 6.3 5.3 3.1 21.4 3.9 2.4 2.2 2.9 3.5 1.5 10. 2.0 2.7 0.0 1.6 2.7
(%)
____________________________________________________________________________
Por tanto, todo parece apuntar a que la producción científica del CSIC sobre
Edafología ha debido decaer considerablemente durante los últimos años. Dado que las
plantillas de los centros implicados han permanecido estables, inferimos que los
edafólogos que han ido jubilándose están siendo sustituidos mayoritariamente por
investigadores de otros campos (implicados en las CC. del Suelo o no), como se puede
inferir de la Tabla 4 en donde se presentan los perfiles de las altas y bajas del Instituto de
Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS, CSIC). Asimismo, Ibáñez et al.
(1997), refiriéndose a los antiguos Centros de Edafología y Agrobiología del CSIC
señalan que:
"Aunque pudiera parecer anecdótico a primera vista, el hecho de que los vocablos suelo y Edafología hayan ido paulatinamente
desapareciendo de las denominaciones de los institutos mencionados, así como de sus estructuras departamentales, no es una cuestión
trivial, por cuanto ya no son parte sustancial de su vocación".
La supresión de ciertos servicios nacionales o de suelos (el CSIC llevo a cabo este
tarea en España durante las décadas de los años 50, 60, 70 y 80), o su integración en
otros de mayor envergadura (como ha sido el caso de Estados Unidos) parece ser una
tendencia generalizada a nivel global (Basher, 1997). La Tabla 4 ilustra la política
llevada a cabo por el CSIC en materia de suelos en uno de sus más de diez centros que,
desde su acta fundacional hasta la década de los ochenta, mantuvieron una intensa
actividad investigadora en el ámbito de la Edafología. Estos resultados son extrapolables
a los restantes Institutos considerados.
___________________________________________________________
Tabla 4
Perfil temático de las altas y bajas de personal en el Instituto de Recursos Naturales
y Agrobiología de Sevilla (1985-1996)
___________________________________________________________
Altas Bajas
___________________________________________________________
Perfil Número Perfíl Número
___________________________________________________________
Biología Molecular 5 Bioquímica Vegetal 1
Biología Vegetal 1 Química de Suelos 2
Restauración de Monumentos1 Física de Suelos 1
Teledetección 1 Fertilidad de Suelos 2
Química Ambiental 1 Edafología s.s. 2
Química de Suelos 1
Física de Suelos 1
Materia Orgánica 1
___________________________________________________________
A pesar de todo, estos datos, por sí solos, no dicen mucho sobre la participación de
los investigadores de los antiguos centros de Edafología y Agrobiología en la comunidad
de intereses que representa la Sociedad Española de la Ciencia del Suelo (SECS). Con
objeto de abordar este tema se ha procedido a analizar la participación de los edafólogos
del CSIC en los cuatro Congresos Nacionales de la Ciencia del Suelo, organizados por la
SECS hasta la fecha. Más aún, también se ha estudiado la contribución de otros OPIs y
de las distintas universidades, así como la distribución de las comunicaciones y ponencias
presentadas entre las distintas Secciones en las que la UISS subdivide la actividad. Sólo
nos detendremos en describir aquella información que ilustre la participación del CSIC.
Como puede observarse en la Tabla (5), la participación activa de los edafólogos del
CSIC en los Congresos de la SECS ha decaído potencialmente desde 1988, hasta alcanzar
valores testimoniales, tanto en número como en proporción. Estos datos también ponen
de manifiesto que las restantes instituciones no universitarias mantienen sus
contribuciones estables durante los últimos 12 años. Como corolario, cabe señalar que el
peso de la SECS, y seguramente de la Edafología española, recae, y seguirá recayendo,
sobre la actividad que puedan desarrollar en el futuro los departamentos universitarios.
Tabla Nº 5
Participación de los edafólogos del CSIC en los Congresos Nacionales de la Ciencia
del Suelo (porcentaje de comunicaciones y ponencias que al menos han sido
firmadas por un investigador del Organismo)
___________________________________________________________
Institución Congresos
__________________________________________
1984 1988 1992 1996
___________________________________________________________
Tabla Nº 6
Participación de los edafólogos del CSIC en los Congresos Nacionales de la Ciencia
del Suelo (porcentaje de comunicaciones y ponencias por secciones de la SECS, que
al menos han sido firmadas por un investigador del Organismo)
___________________________________________________________
Secciones Congresos
___________________________________________________________
1984 1988 1992 1996
___________________________________________________________
I. Física del suelo 8 8 8 0
II. Química del suelo 15 6 12 33.3
III. Biología del suelo 22 8 0 0
IV. Fertilidad del suelo y 20 16 16 0
Nutrición de plantas
V. Edafología 27 28 40 33.3
VI Tecnología de suelos 0 4 16 0
VII. Mineralogía de Suelos 8 16 4 0
VIII. Ecología del Suelo 0 14 4 33.3
___________________________________________________________
(*) La SECS al margen de las secciones establecidas por la ISSS creó en su momento otra sobre Ecología de suelos
Resumiendo, estos datos al margen de indicar el reiterado declive de las CC. del
Suelo en el CSIC, también son un testimonio de los cambios de hábito de los edafólogos
del Organismo, que responden esencialmente a los principios de economía y
reconocimiento (Ibáñez et al., 1997). Estos últimos autores entienden por principio de
economía a aquel que sirve para maximizar el rendimiento de los recursos captados a la
hora de transformarlos en producción científica que sea positivamente valorada bajo los
criterios de evaluación y promoción vigentes en un momento dado (SCI en estos
momentos). Dado que las publicaciones en actas de congresos ni tan siquiera son tenidas
en cuenta, si no lo son negativamente, por los responsables de enjuiciar la investigación,
no debe extrañar que los científicos intenten destinar sus limitados fondos a otros fines.
La participación en congresos nacionales y extranjeros ha decaído durante los últimos
años en todo el Área de CC. Agrarias. Los Congresos de la SECS no son una excepción
(Ibáñez et al. 1997).
Ibáñez et al. (1997) entienden por principio de reconocimiento a aquél que induce a
que los investigadores orienten su participación hacia aquellos foros que, en un momento
dado, tengan mayor prestigio y ofrezcan más oportunidades de publicación en revistas de
amplia difusión, captación de fondos y prestigio de los practicantes (asistentes). Ya que
los problemas ambientales, por ejemplo, ofrecen más posibilidades en todos los aspectos,
tampoco debe extrañar que los edafólogos opten por participar activamente en los foros
(congresos, workshops, sociedades, grupos de trabajo, etc.) más afines a su actividad, y
que incluso, al llegar a formar parte de estas comunidades de intereses renuncien a su
participación en aquellos de los que proceden.
A la vista de todo lo expuesto, no cabe la menor duda que, los actuales sistemas de
valoración de la actividad científica no benefician en nada a los especialistas que se
dedican al inventario de los recursos naturales en Centros de Investigación, al menos en
los países desarrollados. Más concretamente, el abuso en la utilización de índices
bibliométricos basados en las estadísticas elaboradas por el "Institute of Scientific
Information" (ISI) está perjudicando seriamente el normal desarrollo de la actividad
científica de muchas disciplinas pertenecientes a los ámbitos de las investigaciones
agrarias y de los recursos naturales (Ibáñez et al. 1994b, 1997; Peet 1995). Así, por
ejemplo, en el campo de la Ecología vegetal, Peet (1995) señala: “
Tabla 7
Total Number of publications with soil, air and water between 1993 and 1998 (as a
percentaje of the total in parentheses (Data of Current Contents)
(después de Hartemink 1999)
__________________________________________________________________
Year Total in Current Contents Soil Air Water
__________________________________________________________________
1994 887,685 9,279 (1.1) 14,081 (1.6) 35,875 (4.0)
1995 920,746 10,001 (1.1) 14,851 (1.6) 38,275 (4.2)
1996 962,263 10,804 (1.1) 15,978 (1.7) 40,172 (4.2)
1997 967,086 10,958 (1.1) 16,467 (1,7) 41,705 (4.3)
1998 976,088 11,561 (1.2) 17,107 (1.8) 44,306 (4.5)
__________________________________________________________________
Resumiendo, como hemos podido observar, los especialistas en CC. del Suelo, en
general, parecen haber cambiado sus hábitos de comportamiento en respuesta a las
demandas de información de moda, a los criterios de evaluación en boga y a la oferta
financiera por parte de los gobiernos (parcialmente condicionada por los ciudadanos y
mediatizadas por los medios de comunicación). Como intentaremos demostrar en otro
apartado, son estos factores sociológicos y no los considerados en el seno de su
comunidad científica como importantes para el progreso de la disciplina los que dictan
que líneas de investigación son pertinentes abordar y cuales no. Como veremos
posteriormente, este hecho dificulta un análisis filosófico de la Edafología (y ciencias
afines), por cuanto, resultan muy difíciles de aplicar los actuales modelos de racionalidad
científica, exceptuando aquellos de carácter más relativista y postmodernista que tanto
desagradan a muchos científicos.
Según ha ido transcurriendo el desarrollo científico, las investigaciones han ido
demandando una mayor financiación. En consecuencia, los gobiernos han tenido que ir
seleccionando ciertas líneas prioritarias (con independencia del acierto o desatino de sus
elecciones) y descartando otras, sin que sus practicantes hayan podido, frecuentemente,
intervenir en tales tomas de decisiones. En los países desarrollados, en una lucha
frenética por conseguir que el progreso científico se traduzca inmediatamente en
innovación tecnológica (ya no parece interesar el conocimiento por conocimiento, es
decir, la cultura) con la que competir con sus rivales, los gobiernos comienzan a
demandar una mayor participación (a todos los niveles) del sector industrial. Esta
tendencia es francamente peligrosa, en nuestra opinión, por cuanto finalmente dejaría el
futuro de la Ciencia en manos del sector privado y sus intereses que no tienen que
coincidir necesariamente con los de los ciudadanos-contribuyentes. En otras palabras, los
científicos están perdiendo el control de su actividad en manos del sector privado y
ciertos grupos de opinión (sin descartar aquí a los ecologistas). Los datos del Current
Contents son una manifestación palmaria de estos últimos intereses. Por el contrario, las
cifras de los congresos nacionales e internacionales parecen serlo de la actitud vocacional
de los científicos. Obviamente, no parece existir un matrimonio entre ambos tipos de
intereses y percepciones de lo que es relevante.
New requirements
(·) Better understanding of the spatial variability of soil properties and. pedodiversity of soil taxa.
(·) Better understanding of temporal changes in soil properties (researching on soil monitoring methods).
(·) Improvements in cartographic representation of the pedosphere including types of boundaries between map units, lesser
overemphasis on non spatialised taxonomic entities: (towards to classification of spatial and functional soil bodies rather than current
edafotaxa, etc.).
(·) Improvements of a more appropriate presentation of soil information in an accessible, purpose-orientated, user-friendly language and
format.
(·) Rationalisation of the current excessive terminological jargon used to name and classify soils in soil map legends and reports, and the
range of schemes used for classifying soils.
(·) Mapping of soilscape functional units rather than conventional soil associations: characterisation of soilscapes into areas where soils,
hydrology, and landform attributes are products of common processes of formation and that function in an integral manner.
(·) Better techniques for designing sampling schemes for soil mapping and spatial analysis of the pedosphere.
(·) A better characterisation of regoliths to depths below those traditionally considered in the soil survey and classification to address
issues such as interactions between soil management and groundwater contamination, suitability for waste disposal, erosion
vulnerability, etc.
(·) Mapping of soil properties in addition to edafotaxa for simulation modelling and land evaluation procedures.
(·) Improved knowledge of the effect of land management on soil properties in order to plan sustainable use of soil resources and
environmental protection. Indicators of soil vulnerability.
(·) Improvements on the identification of soil health indicators (or soil quality), particularly those that can be used in the field by land
users.
(·) Identification of keystone soil properties -pedo-indicators- that determine soil functioning and influence soil use.
(·) Improvements of mathematical tools for scaling soil data from site-specific to regional and global territories.
(·) Developing our knowledge of the structure and dynamics of the pedosphere at global level (global soil change).
(·) Better interpretation of the paleo-environmental record contained in soils and regolith (indicators of past climatic changes, and long-
term landscape instability, using soils as relative dating tools, stratigraphic markers, etc.).
(·) Improvement of our understanding of the role of pedosphere in the global climatic system; interactions with other sub-systems.
(·) Study of the soil-plant-atmosphere continuum for climatic and agroclimatic modelling.
(·) Conservation of unaltered benchmark soils in networks of natural reserves for research activities and preservation of soil biodiversity
and pedodiversity.
Technologies
(·) GIS and nested soil databases for building Soil Information Systems (SIS).
(·) Quantitative numerical modelling of soil processes. Implementation of SIS, including cellular automata and neural networks, based
expert systems, etc.
(·) Research on non-invasive inventory techniques, such as: DEMs, GPR, GPS, electromagnetic induction, and airborne and satellite
remote sensing tools (e.g., gamma-ray spectrometry).
New focus
(·) Transition of the current paradigm (soil use as a medium for agriculture) to another based on the consideration of soils as a basic
natural soil resource, as well as a component of ecosystems, a repository of waste disposal, an ameliorator of water quality, a medium
for bioremediation and engineering uses, a source of environmental, paleo-environmental (paleopedology) and cultural (soil geo-
archeology) information.
(·) A more holistic approach to soil system structure and function, as well as to soil management.
Más aún, también se requiere mucha mayor financiación con vistas a investigar sobre
la generación de modelos edafosfera-paisaje, así como en Geomorfología y estratigrafía de
suelos, la segunda de las cuales ha constituido tradicionalmente la base de las actividades
para el reconocimiento de suelos. Sin embargo, en muchos países industrializados, si en
este momento comenzaran a potenciarse de nuevo la Edafología y el reconocimiento de
suelos, la asimilación de las nuevas herramientas conceptuales, metodológicas y
tecnológicas reseñadas, se encontraría frenada por el descenso en el tamaño de las
plantillas de edafólogos y cartógrafos de suelos, así como por el envejecimiento de sus
plantillas.
Tabla (8)
Modelos de semivariograma y rangos de dependencia espacial en una topo-
cronosecuencia de suelos en el valle del Río Henares
(después de Saldaña et al.1996*
Por razones obvias, omitimos exponer los datos referentes a la edafodiversidad. Sin
embargo, si podemos afirmar que, cuando éstos fueron expuestos a un grupo de
edafólogos del Buró Europeo de Suelos, que se encontraban elaborando un Manual para
la creación de una Base de Datos Georreferenciada para los Suelos de Europa, estos no
dudaron en explicitar tal diferencia en el Manual, así como de incluir simultáneamente la
estimación de la variabilidad espacial de las propiedades de los suelos y la cuantificación
de la edafodiversidad taxonómica (Finke et al., 1998, 2000).
En consecuencia, podemos afirmar que el sentido común de los "referees" y autores
mentados, y como corolario, sus críticas al concepto de edafodiversidad taxonómica
carecen de fundamento: diversidad y variabilidad no son conceptos sinónimos. Por tanto
sus estimas no están "necesariamente" positivamente correlacionadas (incluso como
hemos podido ver lo pueden estar negativamente). Aquella falsa asunción retrasó en
algunos años la publicación del trabajo de Ibáñez et al de 1998. La edafosfera es un
recurso que se despliega en el espacio y deviene en el tiempo. Con toda seguridad, ambos
conceptos no explotan más que una ínfima parte de la compleja estructuración espacial
del suelo (como ya estamos intentando demostrar al introducir y cuantificar en
Edafología el concepto de complejidad. Estamos convencidos de que descubrimientos
futuros nos ofrecerán nuevas perspectivas, hoy impensables de las estructuras espaciales.
Tan solo hace falta atrevimiento y tenacidad para abordarlas.
1.8 La teoría de Los sistemas jerárquicos y los problemas escalares
1.8.1 Aspectos generales
El problema de las escalas constituye uno de los tópicos de mayor actualidad y
dificultad en el dominio de las CC. de la Tierra (Rosswall et al.. 1988; Willding 1994;
Wagenet et al. 1994). En consecuencia lo hemos incluido aquí, a pesar de que todavía no
existan las herramientas conceptuales y metodológicas necesarias para su solución. La
Teoría de los Sistemas Jerárquicos (Koestler 1978), es una de las inestimable herramienta
conceptual para su análisis, pero hay otras. Una de las principales premisas de esta
aproximación se basa en la idea de que, en el estudio de los sistemas jerárquicos, la
comprensión de un nivel de la jerarquía requiere el conocimiento adecuado de los niveles
inmediatamente superior y e inferior (p. ej. Allen y Starr 1982). Asimismo, cada escalón
de una organización o entidad jerárquica puede ser considerado como un sistema en sí
mismo, con sus propias escalas espaciales y temporales representativas (Tabla 9). En la
práctica suele ocurrir que cada nivel es estudiado mediante técnicas experimentales
específicas y posee su propia terminología científica. Adicionalmente, la Teoría de los
Sistemas Jerárquicos asume que determinadas dimensiones espaciales se correlacionan
con otras temporales, de tal modo que las escalas de los niveles superiores suelen
corresponder a las espacialmente más groseras y temporalmente más dilatadas. Lo
inverso también es cierto para los niveles inferiores de la jerarquía.
Según las Ciencias del Caos y de la complejidad, un sistema dinámico abierto a los
flujos de energía y materia (prácticamente todos los sistemas naturales) se encuentra
regido por procesos de organización generadores de una complejidad creciente y
jerárquicamente organizada a diferentes escalas de espacio y tiempo) (Prigogine y
Stengers 1984; Haig 1987; Weber et al.. 1988; Risser et al. 1988). En terminología de
Koestler (1978), cada nivel de la jerarquía recibe el nombre de Holón, mientras que el
conjunto se denomina Holarquía. Cada nivel jerárquico estaría compuesto por una
determinada multiplicidad de subsistemas que, de hecho, son los sistemas del nivel
jerárquico inferior, a la par que sería un subsistema del nivel jerárquicamente superior.
Cada nivel de la jerarquía debe integrar los conocimientos necesarios para explicar el
comportamiento de los subsistemas componentes, lo que implica que las investigaciones
al nivel del subsistema jerárquico i-1, aportan las bases para la comprensión del sistema
del nivel i. Sin embargo, estas bases de conocimiento son insuficientes para reconocer y
formalizar las relaciones interescalares, o lo que es lo mismo, entre holones. Se trata de
un procedimiento racionalmente válido. No obstante, la variabilidad espacial y temporal
de las múltiples propiedades y procesos de un determinado holón, así como sus
interrelaciones, introducen tal complejidad analítica e incertidumbres como para hacer
inviable una aproximación tan simplista. En consecuencia, se necesitan vías conceptuales
y metodológicas alternativas para abordar el problema. De hecho, cada nivel ascendente
de la jerarquía disfruta de propiedades emergentes no inferibles mediante el
conocimiento detallado de los procesos y propiedades del holón jerárquicamente inferior.
Tabla (9)
__________________________________________________________________
Tiempos de Equilibración para Diversos Subsistemas del Sistema Climático
(Escalas Temporales de Respuesta)
(Después de Hendeson-Sellers y K. McGuffie 1987-1990)
__________________________________________________________________
Tiempos de Equilibración
Dominio Climático Segundos Equivalente
__________________________________________________________________
ATMÓSFERA
Libre 106 11 días
Capa Límite 105 24 horas
OCÉANO
Capa Mixta 108-109 7-8 años
Fondo del Mar 1010 300 años
Hielo del Mar 106--1010 días-siglos
CONTINENTES
Lagos y ríos 106 11 días
Suelo/Vegetación 106 11 días
Nieve y Superficie de la Capa de Hielo 105 24 horas
Glaciares de Montaña 10 10
300 años
Capas de Hielo 1012 3000 años
Manto de la Tierra (Tectónica de Placas) 10 15
30.000.000 años
__________________________________________________________________
Un problema adicional surge a la hora de discernir entre variables que pueden ser
consideradas como constantes o uniformes para un rango discreto de dimensiones
espaciales y/o temporales, de aquellas que no lo son. En algunos casos, el reto de analizar
las interacciones entre diferentes holones con distintas escalas de espacio y tiempo puede
ser abordado exitosamente con el auxilio de nuevas metodologías y tecnologías (p. ej.
sensores remotos). Sin embargo, para Jeffers (1988), una buena parte de las dificultades
que se presentan con vistas a la comprensión escalar de la biogeosfera emergen de errores
en la aplicación de las reglas lógico-axiomáticas de la filosofía de la ciencia. En cualquier
caso, comienzan a divulgarse metodologías prometedoras para el análisis de los procesos
naturales que muestran variación a diferentes escalas. Entre estas últimas cabe citar el
análisis armónico, los modelos markovianos, los autómatas celulares, la geometría
fractal, etc. A pesar de todo, mientras en la literatura comienza a proliferar la publicación
de trabajos teóricos aparentemente prometedores, en la práctica, estos no aciertan a
cumplir los objetivos que se proponen.
Como hemos podido observar, mientras la geometría fractal aborda la búsqueda de
las regularidades invariantes a los cambios de escala, la teoría de los sistemas jerárquicos
se centra en la determinación de las propiedades emergentes que son características de
cada nivel de organizativo de una determinada jerarquía espacio-temporal. Por tanto,
ambas teorías son dialécticamente complementarias. Resulta lamentable que la reciente y
excelente monografía de Phillips sobre la aplicación de las ciencias de la complejidad a
los sistemas superficiales terrestres, y en especial a los suelos, aborde muy
superficialmente las potencialidades de las matemáticas fractales para centrarse en los
procesos dependientes de la escala. En la naturaleza, existen muchos más objetos y
procesos fractales que los que este autor apunta (Ibáñez et al. 1999) y debía seguir
trabajándose con ambas herramientas simultáneamente.
Nivel escalar i-4 : Nivel molecular (p. ej. reacciones moleculares, interacciones
partícula-partícula, distribuciones de tamaños de partículas).
Nivel escalar i-3: Este dominio escalar es el que concierne al flujo de gases y agua en los
microporos del suelo y a la Ecología microbiana. A este nivel de resolución solo se
estudian agregados estructurales primarios, analizando problemas tales como flujos no
saturados en la matriz del suelo.
Nivel escalar i-2: También denominado “muestra de mano” (hand sample scale). En el
se abordan las estructuras de suelo secundarias (conjunto de agregados), y los flujos de
agua y gases entre las mismas (macroporosidad).
Nivel escalar i-1: Nivel de estudio de los horizontes individuales del suelo. La mayor
parte de los conocimientos sobre taxonomía de suelos se han basado sobre la
extrapolación de los estudios de los horizontes de diagnóstico.
Nivel escalar i+1: Nivel de estudio del polipedón. El polipedón es una agrupación de
pedones. Por tanto se amplía la extensión lateral del dominio jerárquico anterior. En el se
analiza no solo la horizonación, sino también procesos tales como la escorrentía y
erosión. La variabilidad en el espacio de procesos y propiedades a esta escala es enorme,
por lo que su análisis requiere de técnicas de estadística espacial. El concepto tradicional
de cuerpo de suelo, también se circunscribe a este nivel de resolución.
Nivel escalar i+2: Nivel de estudio de los paisajes de suelos (p. ej. laderas, cuencas de
drenaje). Se trata también de la escala más usual para abordar numerosas investigaciones
ecológicas e hidrológicas. Sin embargo, en estos últimos, el suelo es uno de los
componentes de los ecosistemas peor entendido, cuantificado y representado: suele
asimilarse a un modelo de caja negra entre otros subsistemas mejor cuantificados tales
como las biocenosis, el clima y la Hidrología. No debe extrañar por tanto, que
actualmente se demande la construcción de modelos edafogenéticos cuantitativos basados
en leyes físicas y, a ser posible, espacialmente distributivos. Estos deberían poderse
acoplar con los modelos de otros componentes de los ecosistemas y de los sistemas
superficiales terrestres sensu lato.
Nivel escalar i+3: Se trata de la escala a la cual se estudian las interacciones entre
diferentes paisajes de suelos (p. ej. entre cuencas de drenaje contiguas). En Ecología
correspondería al dominio de Ecología del paisaje. En estos últimos estudios, los suelos
suelen tratarse de manera anacrónica. A esta resolución las unidades espaciales
edafológicas son consecuencia de numerosos procesos determinados por una
multiplicidad de interacciones espacio-temporales. Por lo tanto, para su análisis es
preferible el uso de modelos holísticos en lugar de los de procesos. A este nivel de la
jerarquía, como en el precedente, las aproximaciones empleadas corresponden con las
metodologías utilizadas en la cartografía de suelos.
Nivel escalar i+5: Se trata de la escala de los edafomas, entendiendo como tales las
unidades jerárquicas que abordan el estudio del continuum edáfico a nivel continental
(Ibáñez et al. 1997). Cuando se estudia la edafosfera a nivel global, cabría hablar de un
nivel escalar adicional: el i+6. A esta resolución los edafotaxa más utilizados son los
Órdenes y Subórdenes de la USDA-Soil Taxonomy (Soil Survey Staff 1992) y los Grupos
principales de suelos (Major Soil Groups) de las claves de la FAO (FAO 1989) y de la
WRB (1998). Por lo tanto, los rasgos y procesos edafogenéticos solo son descritos
groseramente. La presencia o ausencia de horizontes y propiedades de diagnóstico
indicadores de determinados materiales parentales, actividad biológica y tipos climáticos
suelen ser los criterios discriminantes más utilizados.
Disponer de una cobertura completa DTM a escala 1:250.000 para toda Europa (o al
menos de áreas piloto representativas de territorios previamente regionalizados ex
profeso). El objetivo perseguido, como hemos mencionado, estriba en abordar
cualquier estimación superficial mediante estos productos digitales (es decir relegar
cualquier cuantificación planimétrica).
Recalcular la superficie del continente europeo, así como de sus edafopaisajes y
edafotaxa constitutivos, cubierta por la Base de Datos Georreferenciada de Suelos de
Europa a Escala 1:1.000.000 (ya editada pero de difusión restringida) con un DTM de
la misma escala, al objeto de comparar después las estimaciones planimétricas con las
obtenidas mediante DTM. De este modo, se podría obtener una primera valoración de
la magnitud del problema (como mínimo a la escala del producto testado
1:1.000.000). Comparar, en áreas representativas (las propias áreas piloto del
programa 1:250.000) los resultados anteriores con los obtenidos con DTM 250.000 y
1:50.000. De este modo, se dispondría, de estimaciones de las superficies a tres
escalas (y órdenes de magnitud), así como de sus repercusiones sobre cuantificación
de las áreas cubiertas por los distintos edafotaxas y edafopaisajes presentes. En
principio, estos datos serían suficientes con vistas a permitir analizar si los resultados
obtenidos se ajustan a leyes potenciales, indicadoras de presuntas estructuras fractales
subyacentes.
Incluir este tipo de información en los estudios de las denominadas "zonas piloto" del
Programa 1:250.000, con vistas a intentar implementar las futuras versiones del
Manual de Procedimientos de la Base de Datos (a la escala aludida) con las
especificaciones y procedimientos pertinentes, para analizar los sesgos que vienen
produciéndose mediante los procedimientos planimétricos tradicionales. Como hemos
mencionado, se dispondría (o podría disponerse) de DTM e información edafológica
a escalas 1:1.000.000, 1:250.000 y 1.50.000 (o 1:25.000). Al mismo tiempo,
reiteramos que estos estudios darían lugar a la detección de posibles procesos
invariantes a los cambios de escala (leyes potenciales o incluso estructuras fractales)
que pudieran utilizarse con vistas a la elaboración de reglas de transferencia que
permitieran mejorar las cuantificaciones superficiales actuales.
Incluir en el Manual de Procedimientos de la Base de Datos 1: 250.000 dos nuevos
ítems con vistas a cuantificar la rugosidad superficial a nivel de edafopaisajes, y a
nivel de cuerpos edáficos en transectos y parcelas representativos de ambas entidades
edafológicas. El primero consistiría en un índice de rugosidad de los edafopaisajes, a
estimar a nivel de laderas o pequeñas cuencas de drenaje representativas de la
topografía característica de esta entidad (existen varias fórmulas propuestas en la
literatura). El segundo sería un índice de microrugosidad de los cuerpos edáficos, y
debería obtenerse mediante los procedimientos microtopográficos adecuados
(también se han publicado diversos métodos).
Finalmente, cabe señalar que los resultados obtenidos podrían llamar la atención de
los expertos de otras disciplinas afines, por cuanto se enfrentan a los mismos problemas
que los edafólogos a la hora de estimar la superficie terrestre, ya sea emergida o
sumergida (p. ej. Ecología, Geomorfología, Oceanografía). Debemos tener en cuenta que
esta paradoja puede afectar la cuantificación de numerosos procesos biogeosféricos y
sesgar los resultados de los más dispares modelos de simulación (incluidos los de
Circulación General de la Atmósfera, a la vanguardia de la detección del cambio
climático global). Desconocemos si los resultados serán reveladores de grandes
distorsiones en las estimaciones métricas al uso o no. Sin embargo, a modo de ejemplo,
en la Tabla 9 se presentan los resultados de medir las líneas costeras europeas a distintas
escalas (CORINE, 1998). Como se puede observar los datos son como mínimo
inquietantes. Lo que resulta más sorprendente de esta paradoja es que dada su trivialidad,
no lográramos encontrar ningún ingeniero en cartografía y geodesia que tuviera noticia
de estudios formales sobre la misma. Tras una búsqueda intensiva, el único documento
que hemos detectado es la mencionada monografía CORINE. Diversos estudios sobre
filosofía de la ciencia apuntan a que numerosos progresos científicos espectaculares se
han alcanzado al detectar y explicitar hechos o problemas muy triviales pero que,
sorprendentemente, la comunidad científica no había detectado con anterioridad (p. ej.
Chalmers 1984).
Belgium 98 72 65 1,49
Denmark 4.488 3.780 3.614 1,24
Germany 1.864 1.586 1.551 1,20
Greece 5.333 4.596 4.387 1,22
Spain 6.567 5.306 5.110 1,29
France 7.205 4.739 4.682 1,54
Ireland 5.148 3.842 3.295 1,56
Italy 7.409 6.188 6.088 1,22
The Netherlands 861 761 745 1,16
Portugal 924 843 836 1,11
United Kindom 12.911 11.698 11.577 1,37
Total EUR 11 55.806 43.410 41.950 1,33
Mediterranean
Balearic Islands 2.861 2.332 2.274 1,26
Gulf of the Lion 1.366 797 768 1,78
Sardinia 5.521 4.348 4.292 1,29
Adriatic 970 841 839 1,16
Ionian 3.890 3.327 3.206 1,21
Aegean 3.408 2.957 2.824 1,21
Total 18.016 14.602 14.203 1,27
Atlantic areas
Scotland and Donegal 6.542 4.958 4.745 1,38
Irish Sea 2.670 2.011 1.994 1,34
Connaught abd 2.096 1.568 1.285 1,63
Munster
English Channel 3.140 2.221 2.368 1,33
Celtic Sea 2.021 1.424 1.197 1,69
Kerry 1.154 810 816 1,41
Bay of Biscay 4.189 2.976 2.856 1,47
Iberian Sea 1.913 1.607 1.526 1,25
Total 23.724 17.576 16.788 1,41
Ejemplo 1:
1. Todos los libros de filosofía son aburridos.
2. Este libro es un libro de filosofía.
______________________________________
3. Este libro es aburrido.
En este argumento, (1) y (2) son las premisas y (3) es la conclusión. Es evidente,
creo, que si (1) y (2) son verdaderas, (3) ha de ser verdadera. No es posible que (3) sea
falsa si (1) y (2) son verdaderas, ya que si (1) y (2) fueran verdaderas y (3) falsa ello
supondría una contradicción. Esta es la característica clave de una deducción lógicamente
válida. Si las premisas de una deducción lógicamente válida son verdaderas, entonces la
conclusión debe ser verdadera. Una ligera modificación del ejemplo anterior nos
proporcionará un caso de deducción no válida.
Ejemplo 2:
1. Muchos libros de filosofía son aburridos.
2. Este libro es un libro de filosofía.
_____________________________________
3. Este libro es aburrido.
En este caso (3) no se sigue necesariamente de (1) y (2). Es posible que (1) y (2)
sean verdaderas y que, no obstante, (3) sea falsa. Aunque (1) y (2) sean verdaderas,
puede suceder
Que este libro sea, sin embargo, uno de los pocos libros de filosofía que no son
aburridos. Afirmar que (1) y (2) son verdaderas y que (3) es falsa no supone una
contradicción. El argumento no es válido. Por tanto, la lógica y la deducción por sí solas
no pueden establecer la verdad de unos enunciados fácticos del tipo descrito. Lo único
que la lógica ofrece (que no es poco) es que, si las premisas son verdaderas, entonces la
conclusión debe ser verdadera. Pero el hecho de que las premisas sean verdaderas o no es
una cuestión que se pueda resolver apelando a la lógica. Una argumentación puede ser
una deducción perfectamente lógica aunque conlleve una premisa que sea de hecho falsa.
Así pues, la lógica deductiva por sí sola no actúa como fuente de enunciados verdaderos
acerca del mundo. La deducción se ocupa de la derivación de enunciados a partir de otros
enunciados dados.
1. Leyes y teorías
2. Condiciones iniciales
____________________________________________
3. Predicciones y explicaciones
Premisa:
En el lugar x y en el momento t se observó un cuervo que no era negro.
Conclusión:
No todos los cuervos son negros.
"La base empírica de la ciencia objetiva no tiene, por consiguiente, nada de “absoluto”.
La ciencia no descansa en una sólida roca. La estructura audaz de sus teorías se
levanta, como si dijéramos, encima de un pantano.(Popper 1968)!".
(i) preciencia (ii) ciencia normal (iii) crisis (iv) revolución (v) nueva ciencia
normal
(vi) nueva crisis
2.9.2.Crisis y revolucion
El científico normal trabaja confiadamente dentro de un área bien definida, dictada
por un paradigma. El paradigma se le presenta con un conjunto de problemas definidos,
junto con unos métodos que él confía serán adecuados para su solución. Si culpa al
paradigma de no haber conseguido resolver algún problema, estará expuesto a las mismas
acusaciones que el carpintero que culpa a sus instrumentos. No obstante, habrá fallos que
pueden a la larga llegar a tal grado de gravedad que constituya una seria crisis para el
paradigma y lleve al rechazo del paradigma y a su reemplazo por una alternativa
incompatible. La mera existencia dentro de un paradigma de problemas sin resolver no
constituye una crisis. Kuhn reconoce que los paradigmas siempre encontrarán
dificultades. Siempre habrá anomalías. Solamente en condiciones especiales las
anomalías se pueden desarrollar de tal manera que socaven la confianza en el paradigma.
Se considerará que una anomalía es particularmente grave si se juzga que afecta a los
propios fundamentos de un paradigma y, no obstante, resiste con vigor a los intentos de
eliminarla por parte de los miembros de la comunidad científica normal. También se
considera que las anomalías son serias si son importantes con relación a alguna necesidad
social apremiante. Este es el caso, por ejemplo, más reconocido por los propios
edafólogos, como hemos podido observar (la demanda en información edafológica que
no podemos proporcionar bajo el paradigma vigente). Sin embargo, nosotros también
consideramos que son los problemas conceptuales los que en gran medida han dado lugar
a esta situación. También tendrá que ver con la seriedad de una anomalía la cantidad de
tiempo que resista a los intentos de eliminarla. El número de anomalías serias es otro
factor que influye en el comienzo de una crisis. Según Kuhn, analizar las características
de un período de crisis en la ciencia exige tanto la competencia de un psicólogo como la
de un historiador. Cuando se llega a considerar que las anomalías plantean al paradigma
serios problemas, comienza un período de "inseguridad profesional marcada". Este hecho
creemos que ha sido claramente demostrado al principio de esta contribución. Los
intentos por resolver el problema se hacen cada vez más radicales y progresivamente se
van debilitando las reglas establecidas por el paradigma para solucionar problemas. Los
científicos normales comienzan a entablar discusiones metafísicas y filosóficas y tratan
de defender sus innovaciones, de estatus dudoso desde el punto de vista del paradigma,
con argumentos filosóficos. Los científicos empiezan incluso a expresar abiertamente su
descontento e intranquilidad con respecto al paradigma reinante. A la vista de esta
alocución, el lector no creo que albergue duda alguna de que, desde la percepción
kuhniana, la edafología se encuentra en una fase de crisis que reclama un nuevo
paradigma.
Una vez que un paradigma ha sido debilitado y socavado hasta el punto de que sus
defensores pierden su confianza en él, ha llegado el momento de la revolución. La
gravedad de una crisis aumenta cuando hace su aparición un paradigma rival. El nuevo
paradigma, o un indicio suficiente para permitir una posterior articulación, surge de
repente, a veces en medio de la noche, en el pensamiento de un hombre profundamente
inmerso en la crisis.
Por estas razones animamos a los posibles lectores a que profundicen en el tema
consultando posturas aún más radicales que las de Kuhn. Si deseamos saber que papel
desempeñamos en la empresa científica, no podemos adoptar posturas acomodaticias,
debemos pasar de ser meros obreros en nuestros puestos de trabajo a intentar conocer
cuales son nuestros roles en una estructura tan compleja. Los sistemas de investigación y
desarrollo tecnológico son mucho más que el mero colectivo de científicos y tecnólogos.
Aquí hemos puesto nuestro granito de arena. En cualquier caso debemos advertir que,
para muchas escuelas de filosofía de la ciencia, la edafología sería más una protociencia
que una ciencia, por cuento no tiene articulado ningún entramado teórico que guée
nuestra actividad.y articule nuestros conocimientos en un corpus doctrinal coherente. Tan
solo algunas de las escuelas relativistas más radicales nos apreciarían como científicos.
De nosotros depende que seamos capaces de articular una teoría edafológica digna de ser
considerada como tal por la comunidad científica. La tarea es difícil, pero posible. Este
trabajo pretende dar un modesto paso en esa dirección. Como hemos referido a lo largo
del texto, otras disciplinas afines (geomorfología, ecología, geografía, etc.) han iniciado
una seria reflexión sobre sus respectivos status epistemológicos con vistas a solucionar
sus problemas. A nosotros nos a resultado sorprendente, como los especialistas de
muchos de estos campos, enfocan ya la cuestón desde puntos relativistas. Si no logramos
dar los mismos pasos, la edafología no pasará de ser considerada como una disciplina
académica (que no ciencia) cuyo rumbo irá al vaivén de las modas, la sociedad, los
grupos fácticos y la política.
3.2 La primera paradoja conceptual: Pasos hacia un modelo holístico del suelo
3.2.1 Introducción
A través de su historia, el reconocimiento de suelos se ha orientado, preferentemente,
hacia la resolución de problemas específicos, permaneciendo siempre,
"lamentablemente", la investigación básica en un plano subordinado. En otras palabras,
se ha comportado como una disciplina cuasi-aplicada (p. ej. Arnold 1988). Sin embargo,
cada aplicación o problema a resolver demanda una perspectiva y unos datos concretos
que, frecuentemente, no son muy útiles para otros propósitos (p. ej. Zinck 1990; Jamagne
y King 1991). De este modo, cada tipo de reconocimiento refleja tanto el estado del
conocimiento de las Ciencias del Suelo, como su relación con las principales
preocupaciones ambientales sensu lato y socioeconómicas de cada época (Simonson
1985; Dumansky 1993). A la hora de analizar este proceso evolutivo, podemos acudir al
auxilio de varios modelos conceptuales del sistema suelo. En cierta medida, estos
deberían corresponder a distintas concepciones de la estructura y dinámica de los suelos,
aunque como hemos visto es un tema, como mínimo controvertido. Con este propósito,
Dumansky (1993) utiliza los cinco modelos propuestos por, R.T. Meurisse (en
Dumansky1993). Adicionalmente, hemos añadido tres más. Uno de ellos parte de la
proposición realizada en su día por Simonson (1985), otra presentada por Ibáñez et al.
(1995), y una última defendida por Hugget (1995), refinada por Phillips (1999) y que
nosotros intentaremos depurar más aún seguidamente. Básicamente estos son: (1) cuerpo
natural: (2) substrato para el desarrollo vegetal; (3) entidad geológica; (4) material
estructural; (5) manto transmisor de agua; (6) componente del ecosistema; (7) modelo
holístico de la geoderma; (8) componente auto-organizado de los sistemas superficiales
terrestres. Tradicionalmente, los primeros cuatro modelos han sido los más utilizados en
los reconocimientos de suelos. Sin embargo, los cuatro últimos comienzan a recibir una
cierta, aunque aun minoritaria atención.
Seguidamente, describiremos como estas perspectivas fueron aplicadas
secuencialmente a los programas de levantamiento de suelos. También discutiremos la
información que puede obtenerse de cada una de ellas.
Es decir, el suelo y el modelado terrestre son una misma esfera de frontera con
propiedades auto-organizativas propias que proceden de la acción conjugada en el tiempo
de las mencionadas esferas primarias (Ibáñez et al. 1994b, 1995; Huggett, 1995 Phillips
1999). Dentro de esta expresión podría incluirse también la acción humana o tecnosfera,
segregándose pues, por sus peculiaridades, del resto de los organismos vivos. Debe
tenerse en cuenta que existen ciertas estimaciones que señalan que, actualmente, el
hombre moviliza anualmente más sedimentos superficiales (incluidos los suelos, por
supuesto) que todos los restantes agentes morfogenéticos simultáneamente (Monastersky
1994).
La edafosfera sería pues como una geoderma o geomembrana del modelado terrestre
con ciertas analogías a las biomembranas de los seres vivos (Rozanov, 1988 in Targulian
et al.. 1990a y b). No obstante posee rasgos organizativos propios. Adicionalmente,
también cabe señalar que se trata de un sistema abierto, complejo, polifásico y
polifuncional (Targulian et al. 1990b). Como geomembrana epi-litosférica, a través de la
edafosfera se producen y regulan los flujos de energía y materia con aquellas esferas del
sistema planetario con las que interactúa. Es decir afecta y es afectada por la litosfera,
hidrosfera, biosfera, etc. Estas propiedades de la edafosfera provienen de su estructura:
ligera, porosa, permeable a los gases atmosféricos y al agua, así como por constituir la
habitación de las biocenosis terrestres e incluso acuáticas (la microflora y los taxones de
menores dimensiones de la microfauna son organismos acuáticos) (Targulian et al.
1990b).
Este nexo de unión entre edafosfera y modelado terrestre, o lo que es lo mismo entre
las matrices disciplinarias de la Edafología, Geomorfología y Geoquímica de los
procesos de alteración no debe contemplarse como un artilugio conceptual elaborado por
los autores, sino como una propuesta reiterada en la bibliografía (p. ej., Conacher y
Dalrymple 1977; Zinck y Valenzuela 1990; Ibáñez et al. 1990; Hall y Olson 1991;
Sánchez 1994; Paton et al. 1995; Richter y Markewitz 1996). De hecho, la cartografía de
suelos suele hacer uso de las estrechas interconexiones existentes entre los paisajes de
suelos (de difícil análisis desde la superficie terrestre) y los paisajes geomorfológicos
(fácilmente diferenciables en el campo y mediante teledetección) (p. ej. Hall y Olson
1991; Hudson 1992). Dicho de otro modo, gran parte de los modelos que se utilizan en
los reconocimientos de suelos para la delimitación de las unidades de mapeo se basan en
las mencionadas relaciones (Zinck 1990; Hudson 1992). Para ser más rigurosos, el
concepto de geoderma debería incluir también, como se especificó con anterioridad, todo
aquel material subsuperficial que, sin considerarse suelo s.s., recubre las rocas inalteradas
subyacentes. Nos referimos más concretamente a los mantos o perfiles de alteración con
sus correspondientes procesos de auto-organización.
El uso de los modelos de paisaje con una fuerte base geomorfológica han mostrado
ser una poderosa herramienta predictiva para el análisis de las interrelaciones entre suelos
y Geomorfología (p ej., Hall y Olson 1991). Mediante ellos se ha hecho evidente la
existencia de patrones no aleatorios (Fridland 1980; Hole y Campbell 1985). Es esta
variabilidad no aleatoria (regularidades) la que justifica la utilización de ciertos modelos
de paisaje para predecir la distribución espacial de los suelos a un nivel de resolución
dado (p. ej. Hole y Campbell 1985). Lamentablemente, los reconocimientos de suelos
vigentes no han hecho uso de las metodologías propuestas por Fridland, Hole y Campbell
en las referencias citadas, a pesar de su gran interés (Yaalon, 1998)
Las bases para la comprensión de las relaciones entre suelo y paisaje se sustentan en
los conceptos y modelos desarrollados por Davies, Penck, Milne, King, Ruhe, Huggett,
Conacher y Dalrymple, etc. (Hall y Olson 1991). La seriación histórica de los distintos
modelos conceptuales propuestos demuestra que los aspectos evolutivos han ido
perdiendo peso frente a los procesos contemporáneos. La pertinencia y/o eficacia de este
modo de proceder ha sido cuestionada por algunos investigadores que defienden la
compatibilidad y complementariedad de las aproximaciones históricas y dinámicas
(Ibáñez y García Álvarez 1991),.
Del mismo modo, y como ya hemos comentado con anterioridad, existen pruebas
irrefutables de que la actividad biológica de los suelos y sus repercusiones sobre los
procesos de alteración biogeoquímica se extienden desde la superficie hasta algunas
decenas e incluso más de un centenar de metros en suelos desarrollados sobre superficies
geomorfológicas muy estables (Sánchez 1994; Richter y Markewitz 1996). Postulamos
que si los regolitos o saprolitas no han sido considerados ni en las clasificaciones
edafológicas, ni en los levantamientos de suelos, ha sido el resultado conjugado del
paradigma agronómico que sustento la Edafología en el pasado, así como de los
problemas técnicos inherentes de perforar grandes profundidades. Sin embargo,
actualmente comienzan a desarrollarse instrumentos que podrían facilitar estas tareas.
Más aun, la demanda actual en información de suelos exige la elaboración de modelos
hidrológicos (incluyendo la modelización del transporte acuoso de contaminantes desde
los suelos hasta los acuíferos o manantiales). En consecuencia la presente propuesta,
además de corregir una concepción del suelo ciertamente miope, a la luz de los
conocimientos actuales, es apta para resolver diversos problemas que ocupan y
preocupan a los gestores de la política científica y a los propios ciudadanos. Por
consiguiente, su estructuración y aplicación demanda el desarrollo de un programa de
investigación científica, en el sentido que Lakatos da al término, apto para ampliar las
fronteras de la Edafología a nivel científico y social (o dicho de otro modo afecta tanto a
la investigación básica como a la aplicada).
en donde ec puede ser cualquier propiedad del geoecosistema (p. ej. producción
primaria), s sería una propiedad del suelo, v de la vegetación y a de los animales. Por su
parte cl, or, r, p, t y (...) son equivalentes a las de la ecuación (1).
Huggett (1991, 1995) y Phillips (1989 y 1993) reformulan este tipo de ecuaciones, ya
sea para el suelo, ya para el geosistema, en términos de esferas, bajo un sistema de
ecuaciones diferenciales acopladas, más adecuadas (en teoría) para el estudio de los
sistemas dinámicos. Más concretamente, la propuesta de Huggett (1995), en términos
matemáticos (denominada por el autor “brash equation”) es la siguiente:
db
dt
f (b, r, a, s, h) z
dr
dt
f (b, r , a, s, h) z
(4)
da
dt
f (b, r , a, s, h) z
ds
dt
f (b, r , a, s, h) z
dh
dt
f (b, r , a, s, h) z
Mayr (1995) comenta que, a diferencia de otras ciencias más duras, como la física y
la química, los conceptos en Biología constituyen la semilla nucleadora sobre la que se
sustenta el progreso de la disciplina, aunque desde fuera sea considerada como una de las
ciencias más experimentales (empíricas). En nuestra opinión, esta idea es extensiva a
otras disciplinas históricas y/o que abordan el estudio de los recursos naturales, tal como
lo es la Edafología. Ya hace tiempo García-Álvarez e Ibáñez (1988) comentaron que en
Edafología y otros campos afines la mayor parte de los científicos actuales parecen
confundir progreso científico con innovaciones tecnológicas, soslayando el rol central de
la potencialidad heurística de las hipótesis audaces.
Resulta pertinente aquí tomar nota sobre el status ontológico y epistemológico de las
ideas de "realidad" y "verdad" Respecto al concepto de "realidad", en filosofía de la
ciencia se distinguen dos posturas antagónicas bajo los vocablos de nominalistas
(relativistas, etc.) y realistas (induccionistas, positivistas, etc..). Sattler sintetiza así estas
dos escuelas de racionalidad:
".... Two extreme views have been taken already...The nominalists think that
concepts are only names that lack any relationship to reality..... Conceptual
realists claim, however, that at least some of the concepts are real. This
mean that they "exist in themselves and would exist even if there were no
minds to be aware of them" (Woozley 1967). Hence they are not the result of
abstraction.... Among biologists we also find nominalists and realists. For
example, species by some considered just a names devoid of a
representation of reality, whereas others maintain that species are real, i.e.
they are natural kinds (see, e.g., kitts and kitts 1967). Maybe it is fair to say
that most of the practising biologists are conceptual realists or have tendency
toward this position. Thus genes, cells, organs, organisms and species are
real... where higher taxonomic categories such as families, orders or phyla
are often considered to be unreal or only partially real.... There are also
authors who take position somewhat intermediate between extreme
nominalism and realism that postulates natural kinds defined by the
possession of common (essential) properties see, e.g., Dupré (1981) who
defends a "promiscuous realism" according to which species lack essences
because they are seen as peaks in a continuum ; although view may come
closer to nature than postulate of natural kinds (essences), it is questionable
whether it applies to "ochlospecies with a mainly unresiolvable, reticulate
variation pattern" (Whitmore, 1976, p.25). I think that neither realism nor
nominalism are tenable in the extreme forms as described above. Since
concepts are abstractions from reality, they are not totally fictitious; they do
represent at least certain features of reality....".
Personalmente nosotros nos adscribiríamos a la ideología relativista, moderada, pero
sofisticada, postulada por Sattler. En el campo de la Edafología, esta polémica podría
tener correspondencia con en el debate sobre si los cuerpos de suelo son entidades
"naturales" o artificiales. En los "benchmark papers" recopilados por Finkl Jnr (1982),
diversas figuras actuales y pasadas de la Edafología debaten el tema en profundidad.
Recientemente, el Buró Europeo de Suelos" ha editado un Manual titulado
"Georeferenced Soil Database for Europe: Manual of Procedures" (Finke et al., 1998)
en el cual los autores (entre los cuales figura uno de nosotros) adoptan también la
perspectiva defendida por Sattler al comentar en el Capítulo 4 ("Conceptos Generales")
que "It has been debated (Cline, 1977) whether the universe of soils comprehends
discrete physical bodies, large enough to enable classification into a taxonomic system
or whether it should be considered as a continuum (Marbut, 1935). The soil body is here
considered as an artificial but recognisable three-dimensional entity in a soil continuum.
Within the soil body we recognise two kinds of variability (i) diversity which results from
the possible occurrence of different pedotaxa (artificial classes) within the soil body, and
spatial variability of soil properties, which is of more continuous nature". Al igual que
Fridland (1976), y como ya explicamos en nuestro Discussion Paper de 1998, pensamos
que el manto de suelos o edafosfera es: "a discrete-continuous entity". Del mismo modo,
Hole and Campbell (1985; pp.38) siguiendo las propuestas de Fridland señalan que "...
Heterogeneity or diversity of a soil landscape may be expresed in terms of soil taxonomic
complexity....".
En nuestro Discussion Paper referíamos que este tipo de paradojas también ocurre
en disciplinas más duras (y/o más blandas) que la Edafología. La mecánica cuántica, por
ejemplo, ha progresado sin problemas respetando Principio de Complementariedad
onda-partícula propuesto por N. Borh. La coexistencia de perspectivas diferentes dentro
de una misma disciplina es preferida por muchos filósofos de la ciencia respecto a
posiciones más dogmáticas. Como ya hemos comentado, esta actitud se conoce bajo el
vocablo de pluralismo epistemológico, y gana adeptos día a día (Rescher, 1993). Un
pluralismo tal implica tolerancia, respeto y aún potenciación de la diversidad de
perspectivas, frente a la vacuidad de la noción de verdad y a posturas dogmáticas que
defienden aún muchos científicos (Sattler, 1986; Rescher, 1993). También el Premio
Nobel de Química Ilia Prigogine, entre otros muchos, asevera que un choque de doctrinas
no es un desastre, sino una oportunidad (Prigogine y Stengers, 1984). El mismo Robert
Mayr se adhiere a esta posición, y la encuentra saludable en el campo de la Ecología
(Mayr, 1995). De nuevo aquí, no encontramos ningún obstáculo epistemológico para
aplicar el concepto de diversidad independientemente que las clases configuradas por un
determinado esquema de clasificación sean "naturales" o artificiales. Chalmers (1984), al
hacer referencia a la evolución de las ciencias físicas comenta como el rayo de luz fue
inicialmente descrito como una corriente de partículas (cosmología atomista), luego
como una onda (cosmología del continuo) y finalmente como algo que no es ni una
corriente de partículas ni una onda. Seguidamente se pregunta, ¿Cómo puede esta
secuencia de teorías ser concebida como un progresivo acercamiento a una descripción
"verdadera" de lo que es el mundo "realmente"?. Su contestación viene a ser que este
problema surge, aunque no siempre de forma tan clara, cada vez que se produce un
avance revolucionario en física. ¿Comienza a impregnar la percepción contemporánea de
la física las ciencias de los recursos naturales?. En nuestra opinión sí. En cualquier caso,
la mecánica cuántica demostró que el atomismo se encuentra falseado (en el sentido
popperiano del término). Mosterín (1984) es de la misma opinión, como también el
famoso filósofo argentino Mario Bunge (en Mosterín 1984).
Sattler continua analizando el status ontológico y epistemólogico del concepto de
especie y señala como:
"... Practizing taxonomist often distinguish between "good" and "bad"
species. "Bad" species are comparable to a poor map. Taxonomists also
make a distinction between natural and artificial classes. Quite often it is
implied that artificial classes are concepts devoid of any real basis, whereas
natural classes are looked upon real. I hope that the preceding discussion
has shown that neither is the case. Even the most artificial classes that is
based on only one feature... presents an aspect, although and extremely
limited aspect, of nature. For this reason even a so-called artificial concept
may be useful for our orientation in the world. And the most natural
classes...... is still an abstraction and in this sense no real (as defined
above)..... Biologists also use different kinds of species concept and
continue debating which is the best one. Although it is possible that some of
these may be less adequate than others, they can also be considered
complementary to each other. For example, the biomorphological species
concept (muy parecido al concepto actual de edafotaxa) that is based on
overall similarity may be complementary to the biological concept that is
based on reproductive isolation or related phenomena. The two are not
necessarily correlated with each other..... In biology it is not infrequent that
concepts are applied beyond their limits. An example is a certain approach
towards individuals that are intermediate between species. If individual x is
such an intermediate between species A and B, it does not make sense to
apply the mutually exclusive concepts of species A and B to x. Thus already
pointed out in the introduction, it is a misguided question to ask whether x
belongs to species A or B because it does not fall into the domain of either
one of the two species. Many examples of such cases have become known
(see van Valen 1976 on oaks). A failure to recognise the limits of
applicability of concepts is characteristic of many fruitless debates in both
science...".
"Muller (1952) and more directly Burger (1975) have shown that North
American populations of oaks (Quercus) cut across the frame of reference of
the now usual concept of species. This discordance may well be widespread
among plants and microorganisms and seems to occur for some animals;
oaks are merely conspicuous and well studied. I believe with Burger that the
situation is sufficiently serious that a reconsideration of the nature of species
is needed..... The usual concept of species can be stated as follows (Mayr,
1979).... This concept is grandly called "the biological species concept"....
For instance, it is arbitrary whether otherwise similar populations on
isolated islands are called different species........ but decision seems to be one
of taste rather than biology...... Completely asexual communities would
perhaps be as diverse as sexual ones, with numerous subcontinuities and
even discontinuities..... A set of broadly sympatric species that exchange
genes in nature can be called a multispecies. Higher taxa may almost fit the
definition of the ecological species concept.... This delimits species from
higher taxa and, as the end of a possible continuum is why species are less
arbitrary taxa than are those in higher categories. It is also why the species
category itself is the least arbitrary category.".
"The apparent fact that species can originate from intermediate individuals
(this seems to have happened in oaks: Quercus alvordiana as discussed by
Tucker, 1952) permits the possibility that some such species have multiple
origin, from geographically separate intermediates expanding with the
expansion on an intermediate environment. The lack of reproductive isolation
between the more extreme species makes interbreeding of such expanding
populations likely when they meet. Conversely, one species can expand and
incorporate some or even all the surviving genes of another.... Ecotypes
differ from species in being multiply derived from an ancestral stock and
usually in being allopatric or parapatric to it. However, a geographically
continuous ecotypes restricted to small, unique areas of serpentine-derived
or lead polluted soil would be marginal cases and indicate a mechanism of
origin for species if the edaphic conditions were more widespread...
incomplete reproductive isolation of species permits better evolutionary
adaptation.... There may be taxa without species, Rubus, Crataegus... are
possible examples, and the dandelion case is conceptually similar. The
problem resulting from this possibility would be nomenclatural and not
scientific. Why, other than for names, must there always be species?. And
even names can be treated non-traditionally. It seems preferable to see
whether there are in fact objectively bounded clusters more or less
comparable in adaptative scope to those in other taxa, rather than starting
from the assumption of the existence of species and then trying to find their
boundaries (cf. Rahn, 1929; Cowan, 1962; Hutchinson, 1968)... In an
important but obscurely published paper, Durden (1969) han proposed that
there are often geographic clines (a true continnum) between the extremes of
one and two reproductive species, the intermediates being Multispecies
like.....".
"From the point of view of ecological interactions...... the species level unit in
a community is fuzzy bounded. The possibility (confirmada en la década de
los 90 mediante multitud de evidencias. como veremos más adelante)
mutualistic nature of chloroplasts and some other organelles is repeated by
definitely mutualistic interactions that are less highly integrated (Margulis,
1970). Lichens... A double genome is accepted for lichens.... It is unclear why
mulitspecies seems to occur less commonly among metazoans than
elsewhere...... There may nevertheless be metazoan multispecies. theory
which denies the possibility of multispecies inhibits their discovery.".
Los comentarios de Van Valen, vienen a reiterar que el "aparente" consenso de los
especialistas sobre el concepto de especie es una quimera, mientras que las teorías
defendidas por el "stablishment", como en otros campos del conocimiento, pueden llegar
a ser coercitivas para el progreso de la ciencia.
En los apartados 4.1.5 "Conceptos Clasificatorios" y 4.1.6 "Términos, Conceptos y
Realidad" del Capítulo 4, Sattler, de acuerdo con las tendencias recientes (relativistas) en
filosofía de la Ciencia, comenta:
"..... Our constant use of language reinforces the belief that individuals
actually exist as entities independently of our conceptualisation..... It is
important to make distinction between the concept and its term. The term is
merely a symbol, a word,...... the concept is an abstraction........ one can refer
to objectively in the sense of inter-subjectively......".
"... I Think, however, that reality is neither physical nor spiritual, but
unnamable (see Chapter 2). I also think that there is more and more
evidence from a variety of scientific disciplines and a profound experience
of the world indicating that reality is not just atomistic, i.e., composed of a
hierarchy of entities, but that it also is unity (see. e.g., Bateson 1972, 1979,
Capra 1975, 1982; Bhom 1971, 1980). This view does not imply that
atomistic concepts are totally useless and inadequate. Atomistic concepts
such as atom, cell, or individual (organism) may capture and represent the
discontinuous aspect of reality. In this sense atomistic concepts are
complementary to those underlining the continuous aspect of the reality. If
we want to make any general statement at all about the nature of reality
and of life it might be best to speak of a "patterned continuum" (Weis,
1973). Since it is a continuum it form a unity, but since it is patterned,
elements can be distinguished. However, these elements are not totally
discontinuous and therefore an atomistic view of reality that posits a
hierarchy of entities such as elementary particles, atoms, molecules, cells,
organs, and organisms does not seem to be real in the sense of existing
independently of our conceptualization.....".
".. The question that I am posing is whether there are such biological
concepts. Beckner (1959) discusses this question..... answer it negatively.
However, he underlines that there are three kinds of concepts that, although
in principle not limited to biology are characteristic of biology in contrast to
the physical sciences such as physics or chemistry where they are hardly of
importance. They are the polytypic (= polythetic), functional and historical
concepts. Functional and historical concepts are well known.....Polytypic (=
polythetic) concepts are less known...... They are characterized by the
following three conditions (Beckner 1959 p.22): Suppose that we have a
group K with an aggregation G of properties f1, f2, f3....such that......
En mi opinión, las tres clases de conceptos utilizados en Biología también son de uso
corriente en Edafología. Del mismo modo, el reconocimiento del concepto de clases
politípicas puede ser un gran consuelo lógico y emocional en la elaboración de los
esquemas de las clasificaciones biológicas. Comienza pues a inferirse que los problemas
lógicos a los que se enfrenta la Edafología tienen ciertas similitudes con los de la
Biología, en muchos aspectos. La Edafología, como también la Geomorfología son
disciplinas históricas. También en Edafología, actualmente, es muy corriente el uso del
vocablo funciones del suelo "soil functions".
Sin embargo aquí deberíamos reseñar que nosotros estamos en un radical desacuerdo
con el uso de este vocablo. Por un lado existan razones epistemológicas para ello, ya que
los suelos no tienen funciones per se, no poseen intencionalidad alguna, como los
organismos vivos. Se trata de un vocablo con connotaciones "teleológicas"
(intencionales, finalistas) muy mal vistas por los científicos y filósofos de la ciencia. Así
mismo, el vocablo en cuestión, como otros muchos neologismos propuestos
recientemente (soil care, soil health, soil quality) tan solo pretenden introducir vino
viejo en nuevas botellas, es decir una jerga técnica postmodernista, totalmente
redundante, confusa o innecesaria (según el caso). Algunas de ellas, como las funciones
del suelo, solo adquieren significado desde el punto de vista utilitarista. ¿cuáles son en
definitiva las diferencias entre estudiar las funciones del suelo y la evaluación de los
mismos?. Por otro lado los suelos tienen cualidades pero no "calidades", si no es desde
una perspectiva meramente antropomórfica. Del mismo modo ¿Qué significa salud de un
suelo? en un contexto ajeno al de su utilización por el ser humano. Y así ad nauseum.
Estamos seguros que generar un neologismo tras otro no es el mejor camino por el que la
Edafología levantará cabeza. Todo lo contrario, no producen más que confusión..
En mi opinión, cada vez debería quedar más claro al lector que los problemas de las
taxonomías biológicas no son, en muchos aspectos ni triviales, ni lejanos a los taxónomos
de suelos. Probablemente, si estos últimos se familiarizaran más con la literatura
producida por los biotaxónomos seríamos menos críticos con nuestra actividad, a la par
que podríamos haber ganado con la experiencia adquirida por aquellos (más proclives a
teorizar que nosotros). Sattler continua comentando la potencialidad que ofrece la Teoría
de los Conjuntos Difusos, con vistas a volverse a topar con el problema del continuum:
"Fuzzy set theory so far has been very little used in biology (see e.g., Marchi
and Hasell 1975; Dubois and Prade 1980; Beatty 1982). Nonetheless, I think
that this theory has enormous potential in biology because it can cope
successfully with fuzzy situations that are so typical of life. It also should
prove very useful and adequate in psychology and the social sciences as well
as in everyday life situations and in politics. Communist and capitalists are
often treated like members of two monotypic classes that are defined by a set
of properties. What we find in real life is a whole range of membership form
0% to 100%. Many people actually are partial members of both fuzzy sets.
Much unnecessary antagonism would disappear if we just realized that we do
not belong to mutually exclusive classes, but that we occupy a place along a
“patterned continuum”. Weiss (1973) who used the concept of “patterned
continuum” has dealt with these issues and their far-reaching consequences
for society in a most perceptive and penetrating manner".
Todo lo dicho hasta aquí viene a reforzar nuestras convicciones sobre el pluralismo
epistemológico y, en consecuencia, con la cohabitación y complementariedad en
Edafología y ciencias afines de las cosmologías atomistas y del continuo. Seguidamente
Sattler (Capítulo 4, Sección 4.2, pp. 87) aborda el tema de las clasificaciones, con las
cuales terminaremos nuestro repaso a aquellos ámbitos de la Biología que hemos
considerado de interés para la presente discusión. Sattler (en la subsección 4.2.1,
"Clases") comenta:
"... Among the kinds of concepts used, class concepts play a very important
role. It is probably no exaggeration to state that most, if not all, scientific
statements, wheeler they are singular or general propositions, contain class
concepts. For example...... Many other biological statements ranging from
molecular biology to taxonomy and ecology are made with reference to
certain taxonomic groups (taxa) such as species, families, phyla, or
kingdoms. Thus, in making scientific statements it seems to be unavoidable
that we distinguish classes. If the mere use of class concept is called
classifications, classification is all-pervasive in biology..... However, often
the notion of classification is used in more restricted sense, namely in the
sense of classifying classes to form systems of classifications. Such systems
can be constructed with classes of different content... biochemical compounds
... behavioral classes.... structures (in morphology)... or classes of individual
organisms and groups of organisms (taxa) (in taxonomy or systematics)...
Taxonomy, also according to Simpson (1961, p.11) is defined as "the
theoretical study of classification, including its bases, principles, procedures,
and rules".... As far as classes in general are concerned, they can be
conceived as monotypic or polytypic. Thus species.... usually have been
considered as monotypic or polytypic. Different kinds of properties, i.e.,
different criteria, are used to establish species. Accordingly, different
species concepts are distinguished (see Slobodchikoff 1976; Grant
1981).The major species concepts are the (holo)morphological
(phenetic)concept, based on overall similarity, and the biological concept
that use the common gene pool due to reproductive isolation as the main
criterion... Still other ways of classifying species concepts have been
proposed...... The literature of species concept is enormous.... Some of the
philosophical issues at stake are the following. For the conceptual realists
the question is which of the concepts is the "real" one..... For those who
accept the view of concept formation as presented in the preceding section,
the question may arise which of the various concepts is the most adequate
one....".
"..... it need not be assumed that one of them must be superior as far as
adequacy is concerned; they may in fact be equally adequate representing
complementary aspects of the "patterned continuum" of nature. Much
evidence exists for this view.... that results in a pluralism which means "that
a variety of species concepts are necessary to capture the complexity and
variation patterns in nature (Mishler and Donoghue 1982).....".
Por lo tanto la biosphere sería una unidad y la pedosphere podría ser otra. Como
corolario, tan solo ciertas propiedades de los sistemas biológicos (y no en todos) harían
de la autonomía (también cabría añadir la clausura al mundo externo, lo cual les
convierte en individuos discretos, más o menos) la propiedad más relevante para
distinguir con mayor facilidad biotaxa que edafotaxa. En consecuencia, la estimación de
la biodiversidad, por ejemplo, sería más asequible que la de la edafodiversidad, pero no
más "realista". Desconozco si Mayr u otros afamados defensores del concepto
individualista de especie defenderían también las consecuencias epistemológicas
derivadas del mismo (si no lo hicieran tendrían que convenir que su propuesta es un sin
sentido). Personalmente lo dudo. Sin embargo, el impecable razonamiento de Sattler
viene a avalar, al menos, que las diferencias entre biotaxa y edafotaxa son más cuestión
de grado que de clase, como ya apuntamos. Vemos de nuevo que el concepto de especie
en Biología es un tema polémico que dista mucho de haber sido resuelto. Existen
especies de microorganismos del suelo y de algún otro medio (p. ej. el mixomiceto
celular Dictyostelium discoideum) que, en condiciones óptimas, vive como célula
autónoma. Sin embargo, cuando el ambiente no les es propicio, lanzan señales químicas a
las cuales responden colectivamente otros individuos agregándose en un organismo
pluricelular. Este, a su vez, iniciará un proceso de diferenciación celular a partir del
colectivo de individuos unicelulares previamente indiferenciado. Finalmente, la entidad
autoconstruida se autodestruirá tras lanzar al medio espórulas que permanecerán inactivas
hasta que el entorno retorne a ser favorable. En estos casos resulta difícil discernir si
estamos hablando de especies unicelulares o pluricelulares (Margulis y Sagan, 1986;
Goodwin,1994). Se trata de un ejemplo típico de auto-organización espontánea citado
frecuentemente en libros de divulgación sobre Ciencias del Caos (p. ej. Goodwin, 1994).
Hasta aquí, hemos intentado "no" defender posiciones más radicales o
controvertidas. Por el contrario, hemos expuesto la opinión de autoridades que defienden
concepciones muy extendidas y aceptadas por los biólogos sobre el concepto de especie
(p. ej. Mayr, 1995). La obra de Sattler, se encontraría en una posición intermedia, ya que,
aunque podría calificarse de vanguardista, recoge y respeta tanto las posturas
tradicionales, como las más provocadoras e innovadoras. Sin embargo, las hipótesis y
argumentos propuestos por científicos como Lovelock (Hipótesis Gaia), Margulis (Teoría
Simbiogénica de la Evolución) y Goodwin (biólogo teórico de reconocido prestigio, cuya
popularidad se sustenta en sus agudos ataques al paradigma o "dogma" darwiniano), muy
cuestionadas en décadas anteriores, comienzan a recibir el respeto y la anuencia de un
buen número de colegas, según se van recogiendo evidencias a su favor. Para Margulis y
Sagan (1986), el individuo también es algo abstracto, una categoría, un concepto,
mientras que en la naturaleza tiende a evolucionar aquello que se encuentra más allá de
cualquier categoría o concepto limitados. Del mismo modo, para estos dos autores, no es
posible trazar una línea divisoria clara entre los organismos y su ambiente, o entre lo que
es "natural" y no lo es.
"...One question that arises with regard to systems of classification is: how
do we construct them?. Due to the biophilosophical studies of many
taxonomists much has been learned about taxonomic methodology during the
last decades. Particularly the analytical studies of the numerical taxonomists
(Sneath and Sokal 1973) should be taken into consideration, regardless of
whether one accepts the philosophical and biological tenets of the numerical
taxonomists, which have become increasingly sophisticated, diversified and
comprehensive; they may even include evolutionary aspects and thus are not
necessarily restricted to phenetic classifications based on equal weighting of
characters (see below)....".
No nos detendremos aquí en el problema de las taxonomías numéricas, ya abordado
someramente por Wilding and Nortd (1998) en su Reply a nuestro Discussion Paper.
También sería un tema muy interesante, especialmente en lo que concierne a las razones
que motivaron su abandono, quizás prematuro, con vistas a elaborar nuevos esquemas de
clasificación de suelos Continuemos con el texto de Sattler. Este autor señala poco
después que:
"...Pages and pages, articles and articles have been written to show either
that phenetic systems are the natural ones or, more frequently, the contrary,
i.e., that only phylogenetic systems can be the systems of the nature. From
what has been said before about the relation of concepts and systems of
classification to reality, it follows that neither a phylogenetic, nor a phenetic
system can be natural in the sense of representing nature as she exists
independently of our conceptualization. However both kinds of
classificatory systems present aspects of nature. To some extent these aspects
are complementary to each other, to some extent they may even coincide
depending on the situation..... Instead of contrasting phenetic with
phylogenetic methodologies, one might distinguish a larger number of
approaches to classification.... numerical taxonomy,... chemotaxonomy...
allozyme analysis..... DNA/DNA hybridization.... standard cytogenetic
approaches.... All of them produced different classifications of....
populations. Vickery (1984 p. 12) emphasized that: "each of these
classifications can be seen as a different perspective..... they are
complementary"..... We have to content ourselves with more or less
contradictory perspectives that show different aspects of "reality".
¿Cuál es la razón por la que este tipo de debates no se encuentran actualmente en las
revistas internacionales de las Ciencias del Suelo (si es que se permiten en algunas
otras)?. Nosotros no estamos seguros pero, la aceptación del carácter aplicado de la
Edafología y la búsqueda de sistemas universales de clasificación de suelos parece haber
tenido como resultado la aceptación tácita de unos pocos esquemas con bastantes
similitudes (p. ej. USDA-Soil Taxonomy, FAO, WRB). Si los edafólogos hubieran
considerado más seriamente el carácter de ciencia básica, que en nuestra opinión deben
tener todas las ciencias que estudian los recursos naturales, independientemente de sus
aplicaciones, en este momento podríamos haber alcanzado una teoría edafológica más
articulada. Se trata de una materia para la reflexión: ¿por qué no existe ninguna revista
internacional sobre Edafología teórica y/o taxonomía, como ocurre en el ámbito de la
Biología (y otras disciplinas)?, cuando existe una sensación (y para muchos frustración)
generalizada de que el estado actual de nuestra disciplina (incluyendo el reconocimiento
de suelos), no corresponde, ni a las expectativas creadas en épocas anteriores, ni a la
demanda científica, técnica y social en materia de información edafológica (Basher,
1977; Ibáñez et al. 1997). Como ya indicamos en nuestra Reply, el problema no es si los
suelos se pueden clasificar, sino como podemos mejorar nuestras clasificaciones. Como
apunta de nuevo Sattler, en nuestra opinión, muy acertadamente:
Resulta tan ingenuo y pernicioso que muchos biólogos moleculares consideren las
investigaciones biotaxonómicas una mera actividad técnica (Mayr, 1995), como que el
reconocimiento de suelos se valore por los responsables de las políticas ambientales y
científicas del mismo modo (Ibáñez et al. 1997). El grado de tecnicismo o cientifismo
está más condicionado por la actitud del especialista que por la esencia de la especialidad
en si misma. Mayr (1995) se atreve a decir algo que muchos sabemos, pero que resulta
difícil explicar a los mandamases de la gestión de los recursos científicos. Cuando ciertas
líneas de investigación adquieren gran prestigio, por la razón que sea (entre las cuales
abundan las ajenas a la propia ciencia), sus practicantes tienden a descalificar a los de
otras, con vistas a monopolizar los máximos recursos financieros, siempre muy
limitados. ¿A que se debe el descrédito que sufre la Edafología entre los practicantes de
otras disciplinas? (p. ej. Basher 1997).
Mayr (1995), en el Capítulo 5 de su monografía "This is Biology", incluye un
subapartado en el que se pregunta ¿porqué es tan difícil lograr el consenso científico?.
Según este autor, los no científicos tienden a suponer, ingenuamente, que cuando se
propone una explicación o teoría científica, o un nuevo sistema de clasificación, se acepta
inmediatamente. En realidad, esto ocurre en muy raras ocasiones (pero sí en Biología por
razones muy concretas). Casi todos los grandes principios de la ciencia han tenido que
superar años de resistencia por el "stablishment". Hay muchas razones por las que
numerosas teorías tienen que luchar decenios para ser aceptadas, mientras que muy pocas
tienen éxito inmediato. Mayr cita seis ítems sin pretender ser exhaustivo. Sintetizaré las
mismas:
En nuestra opinión, muchas de ellas están resultando ser un freno para el progreso de
la Edafología. Pero también, como puede observarse, somos muy distintos de los
biólogos, geólogos, geomorfólogos, etc. Retornando al problema de las clasificaciones,
Sattler continua diciendo (subapartado 4.2.2, pp. 96):
Así, los fenetistas contrajeron la enfermedad del realista ingenuo. Ignoraron que no
hay enunciados observacionales libres de carga teórica (p. ej. Chalmers 1984). Por otro
lado, no albergamos la menor duda de que, con vistas a lograr mejores sistemas de
clasificación, necesitamos cambios radicales en la teoría edafológica (por otro lado, muy
deficientemente articulada, insistimos) y no nuevos y/o más precisos instrumentos de
medición generados por nuevas tecnologías, sin menoscabo de su importancia (Ibáñez et
al., 1994). Como Mayr (1995), consideramos que los cambios conceptuales son más
relevantes de lo que los científicos actuales perciben. El párrafo previo de Sattler puede
considerarse también como una réplica (yo así lo asumo) a los comentarios de Yaalon
sobre de biotaxa, pedotaxa y darwinismo en su Reply a nuestro Discussion Paper.
Como ya mencionaba Sattler en otro apartado, el pensamiento jerárquico ha sido
muy fructífero en la investigación científica. Sin embargo, también ha obstruido otras
percepciones que podrían ser igualmente heurísticas. Como corolario, ha frenado el
pluralismo epistemológico. Sattler señala que el pensamiento jerárquico forma parte de la
infraestructura tácita de las culturas judeocristianas. En consecuencia, no es trivial
indagar sus repercusiones sobre la percepción del mundo en los países occidentales.
Sobre este tema Sattler (Capítulo 4 subsección 4.2.2, pp. 96 y 97) continua diciendo:
"... I think that nets are often a more adequate, although more complex,
representation of nature than hierarchies. In these cases, hierarchies can be
considered to be a simplified and an impoverished version of nets in which
some relations or interactions have been ignored..... The reason why the
notion of hierarchy works to a certain extent may be that in some cases .....
represent weaker relations or interactions so that they may be negligible
without a great loss of information. Thus hierarchies may be considered to be
useful approximations in a number of cases, although nets seem to be more
adequate model in many cases..... The challenge of modern systematics is to
adapt our methodology of classification to nature so that the resulting
systems will become more adequate. We distort nature if we impose rigid
class concept where she is fuzzy and continuous. In those cases injunctions
and fuzzy set theory may be more appropriate. Classification thus turns into
ordering. Ordering is a broader concept than classifying by means of
monotypic or polytipic classes in hierarchical or nonhierarchical
systems........".
Lo que Sattler quiere decir es que, cuando las conexiones horizontales de los objetos
de un mismo nivel de una red son débiles, pueden soslayarse, dando lugar a un esqueleto
de morfología jerárquica y de frecuentemente de naturaleza fractal (Ibáñez et al. 1999).
Dicho de otro modo, al eliminar los enlaces horizontales de la red, el diagrama de flujo
se simplifica en un árbol jerárquico. Resulta esclarecedor al respecto la polémica
generada por la hipótesis simbiogénica de Margulis (p. ej. Margulis y Sagan, 1986). Esta
autora propuso en su día que la célula eucariota (con o sin cloroplastos) no se originó
como un producto de la selección darwiniana, sino por la simbiosis de varios procariotas
ancestrales. Dicho de otro modo, las asociaciones de ciertos organismos dieron lugar a
otros nuevos sobre los que se edificó, por ejemplo, la evolución de los organismos
pluricelulares. Por tanto, más que evolución por selección se dio otra por cooperación
interespecífica. Originalmente, esta idea (cuyas fuentes se remontan a la poco conocida
controversia entre el capitalista Darwin y el anarquista Koprotkin) fue duramente
criticada por la comunidad científica (como también lo fue en su día la hipótesis Gaia de
James Lovelock, a pesar de que hoy goza de más reconocimiento, mientras que ciertas
conceptualizaciones actuales del sistema climático se asemejan a los procesos de
autorregulación biosféricos propuestos en Gaia). De hecho, sus primeros artículos sobre
el tema fueron rechazados decenas de veces por diversas revistas internacionales.
Actualmente, numerosas evidencias avalan la hipótesis de Margulis, por lo que ésta ha
sido mayoritariamente aceptada. Sin embargo, lo que para ella eran incuestionables
evidencias que refutaban el neodarwinismo, no han sido entendidas como tales por los
defensores de este "dogma" central de la Biología teórica. Estos últimos, mediante
hipótesis ad hoc y una gran retórica, parecen haber asimilado sin más problemas la
simbiogénesis aunque no las críticas de Margulis contra el papel de la selección natural
como motor de la evolución. En nuestra opinión, la hipótesis simbiogénica refuerza la
perspectiva ofrecida por el pensamiento en redes frente al de las jerarquías, como mínimo
en materia evolutiva (pero seguramente en otras muchas).
También, en nuestra opinión, la percepción de una naturaleza ordenada
jerárquicamente ha calado tan prolongada y profundamente en el pensamiento occidental
que un cambio de perspectiva requeriría más de una revolución cultural que de otra
exclusivamente científica. De hecho, a nosotros nos cuesta concebir una clasificación de
suelos basada en el pensamiento en red. En cualquier caso, en nuestra Reply al
Discusssion Paper, ya defendimos una perspectiva semejante a la de Sattler, al reconocer
la naturaleza del continuo edafosférico, así como la importancia que deberían adquirir en
los futuros desarrollos de la Edafología los conjuntos borrosos o difusos, la teoría de
campos, las ciencias del caos o de la complejidad (que no son exactamente lo mismo, si
deseamos ser rigurosos), etc. Otra alternativa consistiría en desviar la atención del meollo
del problema y pensar que somos incapaces de elaborar mejores sistemas de clasificación
edafológica, ya que como señalamos en nuestra reply:
Reiteramos nuestra empatía por la perspectiva de Sattler. Tan solo recalcar aquí,
que muchas de las entidades citadas por este autor como susceptibles de ser ordenadas
mediante clasificaciones (de hecho gran parte de los objetos naturales y/o culturales) son
de naturaleza difusa y varían en continuum. No veo razón epistemológica alguna que
invalide la aplicación del concepto de diversidad en Edafología que no invalide a su vez
otras ya aceptadas en Biología y Ecología. Como dice de nuevo este autor en el resumen
de su Capítulo 4:
".. Through the process of selective attention (abstraction), things and classes
of things (including events) are created. Consequently, the unity of the
universe is fragmented into digestible bits. This fragmentation is useful
inasmuch as it is in partial correspondence with "reality" and thus provides
conceptual guidelines for our orientation in the world. However, the vision
and experience of unity is also necessary........".
En el caso que nos preocupa sería el concepto de pedosphere. Sattler continua
diciendo:
S = c· Az (6)
4.1.1.1 Introducción
En este apartado pretendo reseñar, una vez más, las posibles mejoras en la
cuantificación de la extensión de la edafosfera cuando esta se encuentra formando
mosaicos con otros cuerpos terrestres, naturales o artificiales que también cubren parte de
la superficie emergida de los continentes. Uno de los primeros datos que deberían
proporcionar los mapas de recursos edáficos es, cual es la extensión del manto de suelos
edafosférico actual, cuanta (extensión y volumen) se ha perdido por la acción del hombre
en el pasado y cuanta se está perdiendo en la actualidad (y a que tasas por unidad de
tiempo).
A escalas de tiempo geológico, las dilataciones y expansiones de la edafosfera son
impresionantes". Expondremos tan sólo solo el ejemplo del Cuaternario: Durante las
glaciaciones, se produjo, por un lado, la expansión de la edafosfera (en millones de
hectáreas) debido a la emergencia de parte de las plataformas continentales (descenso del
nivel del mar de hasta 150 m). No obstante, pero por otro lado, también inmensas
porciones terrestres y sus edafosferas quedaban enterradas (perdidas; también por
millones de hectáreas) como consecuencia del imponente tamaño de las láminas de hielo
de los territorios septentrionales de Laurasia, América y grandes cadenas montañosas. Ya
en el Holoceno, recientes investigaciones apuntan a que la génesis catastrófica del Mar
Negro, que paso de ser un lago de agua dulce con una extensión 1/3 inferior de la actual,
a convertirse en el actual mar salado, significo la pérdida de cientos de miles de hectáreas
de edafosfera). Podrían citarse otros muchos ejemplos que constatarían una dinámica
superficial (a escalas geológicas) muy activa, con perdidas y ganancias de edafosféricas y
cambios conspicuos de sus distribuciones latitudinales (recordar la desecación del Mar
Mediterráneo a finales del Neógeno e imaginar las tremendas consecuencias, cualitativas
y cuantitativas, sobre la edafosfera de esas latitudes).
4.1.1.2 Pérdida de suelo e infraestructuras materiales
Actualmente, cuando nos preocupamos sobre los procesos de la pérdida de suelo (no
de su deterioro físico y químico, como el producido por contaminación y salinización),
solemos tener in mente el proceso de erosión. En consecuencia, se presupone, por
ejemplo en Europa, que las mayores pérdidas se generan en bajo los ambientes
mediterráneos y estépicos áridos (sudeste de este continente). ¿Resulta ser esta valoración
cualitativa adecuada?. Posiblemente no. En un informe que uno de nosotros preparó para
la elaboración del Capítulo de Suelos del Informe anual sobre el estado del medio
ambiente en Europa (EEA, 1999) (Ibáñez et al. en preparación), se destacó que,
posiblemente, las pérdidas de suelo por el constante crecimiento de las infraestructuras
materiales en los países densamente poblados de la Europa Atlántica (p. ej. Holanda,
Dinamarca, Bélgica, Alemania) podían llegar a superar a las de los países del sur como
consecuencia de sus más intensos procesos erosivos. Sin embargo, en un primer
momento, no se pudo obtener, ni tan siquiera, una valoración muy aproximada. ¿Cuál era
la razón?. Las estadísticas proporcionadas por EUROSTAT se encontraban totalmente
distorsionadas como consecuencia de los distintos criterios y procedimientos utilizados
por diferentes países a la hora de cuantificar la superficie cubierta en ellos por tales
infraestructuras materiales (p. ej. urbanización, carreteras, embalses, minería, etc.).
Por estas razones, se solicitó al Centro Temático Europeo de "land cover"(ETC/LC)
la posibilidad de obtener datos más "objetivos" (aunque también de grano grueso),
mediante herramientas satelitales. La información que pocas semanas después suministró
el Centro consultado fue reveladora. Si adicionalmente se consideraban las tasas de
crecimiento de estas infraestructuras, disponibles para ciertos países, la situación parecía
más que alarmante. Cuando el Director de la EEA presentó la Monografía ya mencionada
sobre el estado del medio ambiente, llamó especialmente la atención sobre este punto.
Ciertamente no se trata de una observación original. Sin embargo, lo que sí es novedoso
es el hecho de que un problema tan grave y conspicuo hubiera pasado inadvertido
durante tanto tiempo y a tantos especialistas.
Obviamente, no es posible, en la actualidad, comparar las pérdidas de suelo en
Europa debidas a la erosión respecto a las acaecidas por el crecimiento de las
infraestructuras, por cuanto los datos disponibles, en ambos casos, son muy deficientes e
insuficientes. Sin embargo, todo apunta a que no se está prestando la debida atención al
grave interrogante que uno de nosotros planteó. En cualquier caso, cabe señalar que la
cuantificación de la perdida de recursos edáficos por el constante crecimiento de las
infraestructuras materiales es muchísimo más sencillo que el producido por la erosión.
Las razones son obvias. Su detección y monitorización es "relativamente" simple
mediante el uso de la imaginería satelital. Asimismo, se conoce desde hace tiempo que la
frecuencia-tamaño de los poblamientos urbanizados (como también de los reservorios de
agua) siguen leyes potenciales y, por tanto resulta fácil la extrapolación de los resultados
obtenidos a escala grosera a otra de grano fino, al menos para el proceso que más
pérdidas parece haber producido: el desarrollo urbano. Implementar un mapa
convencional de suelos con la información adecuada consistiría en una operación tan
sencilla como solaparlo con una imagen de información satelital que refleje las
infraestructuras y los cuerpos de agua. Creemos importante cuantificar un proceso cuya
gravedad se vislumbra aunque no es conocida con exactitud. Debemos recordar que, al
margen de las facilidades que las imágenes satelitales ofrecen para la monitorización, el
proceso mentado también tiene graves repercusiones en otros ámbitos, como la alteración
del ciclo hidrológico y, probablemente, el incremento en el frecuencia de inundaciones
catastróficas, respecto al pasado, para eventos pluviales de semejante magnitud (en
contrapartida, o complementando la trivialidad que subyace en atribuir "alegremente"
tales eventos al cambio climático antrópicamente inducido, sin la base de conocimientos
pertinente).
5. Consideraciones finales
El suelo es un sistema abierto, extremadamente complejo; un cuerpo natural en el
que confluyen biosfera, litosfera, atmósfera e hidrosfera. En consecuencia, la
comprensión de los procesos edáficos implicados, así como sus sinergias no es tarea
fácil. Pero, por las mismas razones, su estudio es esencial para comprender los procesos
biogeosféricos. Aún estamos lejos de comprender adecuadamente su funcionamiento.
Al amparo de la agronomía, la Edafología creció, esencialmente, como una ciencia
aplicada que pretendía mejorar las producciones agrosilvopastorales. Durante décadas, la
mayor parte de la investigación en Ciencias del Suelo se vio constreñida por estas
circunstancias. En gran medida, la agronomía dictó que era prioritario y relevante
investigar sobre el funcionamiento del suelo. No debe por tanto extrañar que algunos
edafólogos etiqueten bajo el término de “Paradigma Agronómico”, la actividad científica
desarrollada hasta el momento. Sin embargo, la sociedad actual demanda, además, otro
tipo de información edafológica, que sirva para resolver los problemas que la acucian.
Estos últimos son, en esencia, de naturaleza ambiental y afectan también a la agricultura.
Nuestros conocimientos sobre el funcionamiento de los suelos, y los procesos implicados,
no son suficientes para poder abordar tales requerimientos sociales, desde la óptica de
una investigación aplicada. Necesitamos, más que nunca, profundizar en el estudio de los
suelos en si mismos, es decir dedicar más esfuerzos a la investigación básica, antes de
poder responder con rigor a nuevas preguntas.
El desarrollo de una teoría edafológica, moderna, cuantitativa, holística, con
capacidad de poder predecir el comportamiento de los suelos, mediante la adecuada
modelización de los procesos implicados, además de legitimar nuestra disciplina como
una ciencia básica en el ámbito de las CC. de la Tierra, elevaría tanto su reconocimiento,
como el de sus practicantes. No se trata tanto de renegar del pasado, de abandonar las
aplicaciones agronómicas, como de ampliar sus horizontes. Diversas ramas de saber
científico están sufriendo el mismo deterioro de imagen (p. ej. Geomorfología, Geografía
física, etc.). No somos los únicos. Sin embargo, aquellas no han dudado en replantearse
su futuro en base a análisis autocríticos, con frecuencia feroces (p. ej. Gregory 1985;
Rhoads y Thorn 1996). Incluso la Ecología, que alcanzó un gran prestigio durante los
años 60 y 70, padece actualmente una crisis profunda, tras el reconocimiento entre sus
practicantes del fracaso de la actual teoría ecológica (p. ej. Peters 1991). Quizás a
algunos edafólogos les sorprendan estas aseveraciones sobre la crisis de nuestra materia
de estudio. No es difícil llegar a estas conclusiones cuando se asiste a foros
multidisciplinares de diversa índole (grupos de expertos para la valoración de proyectos
nacionales e internacionales, comités de los grandes programas mundiales -big science-,
tales como el MaB o el IGPB, etc.). Como apuntan Jacobs y Nordt (1991): “It appears
that pedology has a rather low status among sciences, perhaps lower than we would
like to admit”. Por tanto, es lógico que Miller (1993) incite a “Pasar a la Acción”.
A nuestro entender, uno de los mayores problemas que aquejan a las CC. de la
Tierra, y más concretamente a las investigaciones sobre los recursos naturales, estriba en
que, actualmente, se consumen muchos más recursos en analizar su degradación
(investigación aplicada) que en entender su estructura y dinámica (investigación básica).
Esta conclusión es válida a nivel nacional e internacional. Nadie puede poner en duda de
que se dispone de muchos más recursos para investigar sobre erosión y contaminación de
suelos, que para comprender el funcionamiento del sistema edáfico; o para la
monitorización de la biodiversidad que para el inventario de las floras y faunas, por citar
solamente dos ejemplos. El interés que despiertan los problemas ambientales en la
opinión pública a llevado a esta paradoja. Una priorización de este calibre resulta
perniciosa y poco útil, tanto para el progreso de la ciencia como para resolver las
inquietudes sociales. Difícilmente se progresará en la lucha contra la degradación de un
recurso si carecemos de los conocimientos necesarios sobre su estructura y
funcionamiento. En estas circunstancias cabe esperar el fracaso de muchas líneas de
investigación aplicada, así como de los proyectos de restauración que se deriven de sus
resultados. En nuestra opinión este es uno de los argumentos que debiéramos utilizar para
mentalizar a nuestras autoridades para que inviertan más en investigación básica sobre el
sistema suelo.
Otro de los principales problemas para la comunidad de edafólogos proviene del
hecho de que los especialistas de otras disciplinas han sido, hasta la fecha, más sensibles
y agresivos a la hora de abordar los problemas de degradación de los recursos edáficos.
Así, por ejemplo, tanto en España como en muchos países europeos, es más frecuente
encontrar a geomorfólogos y geógrafos, que a edafólogos, estudiando la erosión de los
suelos. Ya que esta línea de investigación atesora mayor popularidad, sus practicantes
también gozan de mayor reconocimiento, promoción y posibilidad de captación de
recursos. ¿No sería más lógico que los edafólogos hubiéramos participado más
activamente, cuando no liderado, este tipo de actividades?.
En España, la Edafología ha sido tradicionalmente abordada en las Escuelas
Politécnicas, (agrónomos preferentemente), así como en las Facultades de Farmacia y
Químicas. Mientras las primeras abordan, lógicamente, el estudio de los suelos desde un
punto de vista agronómico, las últimas investigaron sobre todo las propiedades químicas
de los suelos. Más recientemente, algunas Facultades de CC. Biológicas también lograron
albergar Cátedras de Edafología. Evidentemente todas estas alternativas enriquecen una
disciplina. Sin embargo, resulta más ocasional la vinculación de la Edafología a las
Facultades de CC. Geológicas. En un país de fisiografía abrupta, sometido a graves
procesos erosivos, en donde el la Geomorfología es clave para analizar la distribución de
los suelos, resulta paradójico el escaso desarrollo que han alcanzado las cooperaciones
entre edafólogos y geomorfólogos. Este hecho ha dificultado nuestra integración en los
proyectos encaminados a estudiar la idea de edafosfera o georderma generalizada que
proponemos, así como a cuantificar los procesos de erosión del suelo en el espacio y en
el tiempo.
Lamentablemente, muchos especialistas en erosión consideran irrelevante la
participación de edafólogos en sus investigaciones. ¿Porque?. Probablemente las
responsabilidades recaigan, indiferentemente, sobre las actitudes tomadas por ambos
colectivos. La Edafología necesita, imperiosamente, desarrollar perspectivas más
geomorfológicas, tanto por razones científicas como estratégicas. Más aún, aunque sus
responsables no quieran reconocerlo, los estudios de erosión también se beneficiarían.
Resulta más que dudoso que se progrese en el conocimiento de la erosión más allá de un
cierto umbral, sino se conoce adecuadamente el funcionamiento del recurso degradado.
Debemos recordar que en el contexto del debate suscitado en las revistas Soil Science,
Journal of Soil Science y Soil Science Society of America Journal, sobre la necesidad de
un cambio de paradigma en Ciencias del Suelo, diversos edafólogos de prestigio han
propuesto articular uno basado en una estrecha imbricación entre suelos, Geomorfología,
(p. ej. Jacob y Nordt 1991; Ibáñez y García Álvarez 1991; Hudson 1992; Huggett 1995),
suelos-modelado-regolito (p. ej. Sánchez 1994; Ibáñez et al. 1994, 1995, 1997; Huggett
1999), o incluyendo también los humedales y las zonas fóticas de las plataformas
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