El Ombudsman en Mexico

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El Ombudsman en México: el sistema nacional


de protección no jurisdiccional de los derechos
humanos más grande del mundo

Armando Alfonzo Jiménez*

…allí donde no se respetan los Derechos


Humanos no puede legítimamente hablarse
de Estado de Derecho, de paz y de seguridad
pública; de libertad, de justicia y de demo-
cracia. En suma, no puede hablarse de vida
comunitaria civilizada.

Jorge Madrazo1

Sumario: I. Introito: hacia la consolidación de una garantía constitucional


de carácter no jurisdiccional. II. Ciertos aspectos doctrinales. III. La funda-
ción de la CNDH. IV. La constitucionalización de la CNDH y la creación del
sistema de protección no jurisdiccional más grande del mundo. V. La CNDH
como nuevo sujeto legitimado para participar en las controversias constituciona-
les y en las acciones de inconstitucionalidad. VI. Breves reflexiones a propósito
de la reforma constitucional de 2012 relacionadas con la institución. VII. Al-
gunos ataques y debilidades del sistema nacional de protección no jurisdiccional
de los derechos humanos en México. VIII. Propuestas para el fortalecimiento
del sistema. IX. Bibliografía y otras fuentes.

* Licenciado en derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).


Maestro en derecho constitucional por la Universidad Latina de América. Miembro aso-
ciado de la Sección Mexicana del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional, y
miembro numerario del Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México. Premio Nacio-
nal a la Investigación Jurídica 2013 por la Asociación Nacional de Facultades, Escuelas de
Derecho, Departamentos de Derecho e Institutos de Investigación Jurídica (ANFADE).
1 Madrazo, Jorge, Discurso pronunciado con motivo de la entrega del Informe Anual
mayo 1994-mayo 1995, como presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos
en 6 años de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en voz de sus presidentes, México, Comisión
Nacional de Derechos Humanos, 1996, p. 80.

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I. Introito: hacia la consolidación de una garantía


constitucional de carácter no jurisdiccional

Han transcurrido más de dos décadas desde la incorporación de la institu-


ción del Ombudsman en el ordenamiento jurídico mexicano, y paso a paso esta
figura ha ganado aceptación, no sin dificultades, por parte de la doctrina y de
quienes ejercen la profesión jurídica, como una de las garantías constitucio-
nales que junto con los medios preventivos integran lo que el doctor Héctor
Fix-Zamudio identifica como “Defensa de la Constitución”.2
A propósito de los merecidos homenajes que la Universidad Nacional
Autónoma de México, mi alma mater, le ha brindado al doctor Jorge Car-
pizo, en mi muy humilde opinión, la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos (CNDH) y el sistema que hoy tenemos de protección no juris-
diccional de los derechos humanos, no se entendería sin la imaginación, el
genio, el arrojo y el liderazgo que demostró el doctor Carpizo al frente de
este organismo.
Cuando en la doctrina se discute sobre si el Ombudsman es la persona que
la encabeza o la institución,3 de inmediato viene a mi mente la imagen del
doctor Jorge Carpizo. Pese al cuestionado estatuto jurídico de creación, las
limitaciones presupuestales iniciales y las condiciones de la infraestructura
del organismo naciente, estas circunstancias pasaron a un segundo plano,
por la titánica y ejemplar labor que desarrolló el primer defensor del pueblo,
mexicano. Quienes tuvimos la oportunidad y el privilegio de servir desde
ese lugar fuimos testigos de la brillantez y de la valentía del doctor Carpizo.
Por supuesto que la CNDH y los órganos homólogos responden en gran
medida a sus equipos de trabajo, pero en el caso de la instancia nacional,
su presidente fundador dejó una impronta que sin duda alguna fue seguida
fielmente por el titular que lo sucedió, licenciado Jorge Madrazo, a quien
tuve el privilegio de acompañar en esa y otra trinchera. Empero, después
de tales gestiones, la institución perdió vuelo, y ha sido cuestionada desde
distintas perspectivas, mismas que habremos de revisar en este ensayo.
Entonces, ¿el Ombudsman es la persona que la encabeza o la institución?
No tengo duda que la lucha por los derechos humanos no solo es de una

2 Fix-Zamudio, Héctor, Estudio de la defensa de la Constitución en el ordenamiento mexicano,


2a. ed., México, Porrúa-Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), UNAM, 2011, pp. 383 y
384. También en Fix-Zamudio, Héctor y Valencia Carmona, Salvador, Derecho constitucional
mexicano y comparado, 8a. ed., México, Porrúa-UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
2012, p. 207.
3 Acuña Llamas, Francisco Javier, La CNDH una institución a medio camino. Propuestas para su
urgente transformación, México, Grupo Mandala Editores, Universidad Anáhuac del Sur, 1999,
pp. 25 y 32.

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persona; sin embargo, en el caso del primer organismo público dedicado


a salvaguardar la dignidad humana en México, el líder fue determinante
para el auxilio de miles de personas que fueron atendidas por el organismo
y, además, para su posicionamiento en la dinámica pública del país.
Sin autoridad moral, los mensajes que transmite el titular del organismo
carecen de toda credibilidad. De ahí la trascendencia de quien encabece la
causa a favor de los derechos humanos desde esa posición.

II. Ciertos aspectos doctrinales

Dentro de la caracterización del Ombudsman y dada su difusión en una


buena parte de los países del mundo, se señalan ciertos rasgos que le son co-
munes: lo que algunos autores han llamado los “principios universales”,4 los
cuales se supone permiten garantizar la eficacia de la institución.
Los principales principios son:

1. Independencia

Este rasgo consiste en que la institución del Ombudsman no puede estar


sujeta a la autoridad ni a la influencia de alguno de los órganos del poder
público, ni tampoco puede actuar de acuerdo con la presión de organismos
de la sociedad civil, medios de comunicación, partidos políticos o cualquier
intervención externa. Como ente técnico que es, el Ombudsman debe basar
sus decisiones solo en la investigación realizada y en las pruebas que inte-
gran el expediente. Si no es así, perderá credibilidad y autoridad moral, que
es fundamental para su magistratura de opinión.

2. Autonomía

No basta con que el Ombudsman se encuentre fuera del ámbito orgánico


ni dependa de las decisiones de otras instancias del poder público o de la
sociedad. El titular del órgano de defensa de los derechos humanos debe
gozar a cabalidad de plena libertad para conformar su equipo de trabajo.
En la práctica de algunas entidades federativas de nuestro país e, incluso, en

4 Fairén Guillén, Víctor, El Defensor del Pueblo –Ombudsman–, t. I: Parte general, Madrid,
Centro de Estudios Constitucionales, 1982, pp. 46 y ss.; Rowat, Donald C., El ombudsman en
el mundo, traducción y apéndice de Carlos Giner de Grado, Barcelona, Teide, 1990, pp. 157-
159; Alfonzo Jiménez, Armando, “La experiencia del Ombudsman en México”, Idea Económica,
México, Universidad Iberoamericana, febrero-marzo-abril de 1996, pp. 54-63.

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las más recientes designaciones de los presidentes de la Comisión Nacional


de los Derechos Humanos, hemos sido testigos de cómo los legisladores a
cargo de ese nombramiento influyen para que determinada persona ocupe
un cargo importante dentro de la estructura del órgano. Por supuesto que
esos “recomendados” no responden ni a la lógica del titular de la institución
ni a su espíritu.
Justamente, todas aquellas acciones tendientes a la integración del Om-
budsman o a la infiltración de personas que no están comprometidas con la
causa por los derechos humanos, y que obedecen a intereses partidistas, de
grupo o individuales, menoscaban la autonomía que debe gozar este órgano.
Quien aspira a ser titular de una comisión pública de derechos huma-
nos, en la medida en que acepta negociar políticamente la integración del
organismo en aras de lograr su titularidad, rompe con su autonomía, y con
ello desvirtúa su naturaleza apartidista y socava su autoridad moral.

3. Autoridad moral

En mi opinión, la autoridad moral que debe distinguir la actuación


del titular de la institución defensora de los derechos humanos es el rasgo
que marca la diferencia entre una buena gestión de una mala al frente del
Ombudsman.
Este principio parte del perfil de quien ocupara la titularidad del orga-
nismo. Una persona con la preparación suficiente, que entienda y esté com-
prometida con la causa de los derechos humanos, que vea esa oportunidad
como un momento propicio para servir, sin especular que al término de su
gestión recibirá a cambio otra posición o prebendas.

4. Neutralidad partidista

Esta característica está relacionada con la de autoridad moral. En otra


ocasión me he referido a ello.5 Hay quienes consideran que el titular del or-
ganismo debe reunir las calidades de apartidista y apolítico.
En mi opinión, resulta inadecuado considerar que el titular del organis-
mo no debe conocer el contexto político en el que se mueve. Esto no significa
que contribuya a generar beneficios a determinado político o personaje de la
vida pública. En ciertos momentos, pasar por alto el factor político tendría un
gran costo. Por ejemplo, el caso de un proceso de paz, en el que por una parte

5 Alfonzo Jiménez, Armando, La defensa no jurisdiccional de los derechos humanos, Buenos


Aires, Ad-Hoc, 2013, pp. 48-50.

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la guerrilla denuncia acoso de las fuerzas armadas y, por otra, el gobierno im-
puta el carácter de delincuentes a quienes se levantaron en armas.
En definitiva, el Ombudsman no solo no debe tener militancia ni simpatía
por partido político alguno, sino que debe seguir un parámetro estricto en su
relación con las distintas fuerzas políticas, trato amable, pero con rigor técni-
co. De lo contrario, el titular se pondrá en vilo y carecerá de autoridad moral.

5. No obligatoriedad de sus recomendaciones

Las resoluciones más conocidas del Ombudsman son sus recomendaciones.


Estas decisiones no tienen un efecto de fuerza vinculante para las autorida-
des destinatarias. El soporte de las recomendaciones es la acreditación plena,
mediante pruebas y razonamientos de carácter jurídico, de las violaciones a
derechos humanos. Son un instrumento disuasorio: buscan convencer a tra-
vés de argumentos y no vencer con el poder del Estado. Más adelante abun-
daremos al respecto.

6. Carácter técnico

El trabajo del Ombudsman debe estar respaldado por razones de carácter


técnico, nunca por especulaciones ni suposiciones sin sustento.
La autoridad moral del titular de la institución y la credibilidad y con-
vicción de cada una de las resoluciones dependen del sustento probatorio y
de la debida fundamentación.
Cuando se alude al Ombudsman como magistratura de persuasión, no
podría entenderse esa condición sin razonamientos claros, motivados y ape-
gados a derecho. Lo que busca este órgano no se reduce a dar una opinión
en un caso sobre violación a derechos humanos, sino que el trabajo docu-
mental y la investigación que realiza están soportados en elementos proba-
torios que son sopesados bajo las reglas de valoración del propio sistema
jurídico, y las observaciones que se formulan y las sugerencias que se dirigen
están respaldadas en consideraciones de derecho.

7. Designación del titular del Ombudsman por parte del Legislativo

El modelo original del Ombudsman escandinavo hace referencia a la de-


signación del titular de la institución por parte del parlamento.
En el caso de México, esto ya es una realidad. Empero, los legislado-
res todavía no calibran la trascendencia que tiene para la vida misma del

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organismo su carácter autónomo. Muchos senadores que han participado


en el proceso de selección del presidente de la CNDH creen que su investi-
dura les da licencia para fungir como “bolsa de trabajo” y comprometer a
los candidatos a ese cargo que si no le garantiza lugares determinados del
organigrama, no les darán su voto a cambio. Esto refleja la pobreza de for-
mación y de miras de estos sujetos que no les importa en absoluto el éxito
de la Comisión.
Los partidos políticos se han ocupado más de obtener ganancias per-
sonales y de grupo, en lugar de servir realmente a la comunidad; además,6
existe un desencanto en general de la clase política, circunstancia que obliga
a pensar en mecanismos de control y de auténtica participación ciudadana
para garantizar que lleguen a la posición de más alto nivel en la CNDH per-
sonas con un perfil profesional y autoridad moral que permitan un debido
derrotero a la institución.
En otro apartado de este trabajo me permitiré formular una propuesta en
particular en relación con el sistema de designación del presidente de la CNDH
y de los titulares de los organismos homólogos de las entidades federativas.

8. Oportunidad para publicitar su trabajo

La obligación que se les impone a los organismos públicos protectores


de los derechos humanos, además de significar un mecanismo de rendición de
cuentas, sobre todo representa una magnífica oportunidad para dar a co-
nocer su trabajo, de generar una cultura a favor de la dignidad personal,
y, como estrategia, es el momento propicio para llamar la atención de los
medios de comunicación y de la opinión pública para que sus posiciona-
mientos tengan una incidencia y se cumplan debidamente sus distintos
pronunciamientos.

6 Al abordar el fenómeno relativo a la “partitocracia”, Alejandro Nieto, con agudeza y


contundencia, afirma: “[…] el objetivo directo del partido es la conquista y mantenimiento
del Poder […] Y todos los partidos sin excepción pretenden mejorar las relaciones sociales,
de tal manera que la ‘conquista del Estado’ —una denominación emblemática de la litera-
tura fascista— no es más que un episodio intermedio dirigido a un fin superior inequívoca-
mente altruista. Lo que sucede, con todo, es que la ocupación lleva consigo inevitablemente
un beneficio personal directo de los miembros del partido, cuya dedicación a los objetivos
públicos merece, como mínimo, una compensación para su subsistencia material ya que
quien sirve al altar tiene derecho a vivir de él.
[…]
Un partido como un señor feudal no puede sobrevivir sin un botín que repartir entre
sus huestes porque éstas exigen algo para mantener su fidelidad”. El desgobierno de lo público,
Barcelona, Ariel, 2008, pp. 90 y 91.

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III. La fundación de la CNDH

A finales de la década de los ochenta en México, la realidad en cuanto


a la procuración de justicia era desoladora: de manera formal se aceptaba
como “reina de las pruebas” a la confesión; en consecuencia, la mayoría de
las corporaciones policiacas asumían como una práctica “institucional” a la
tortura como método de “investigación”. Esta repudiable práctica posibili-
taba que la policía “resolviera” prácticamente todos los asuntos. Se consigna-
ban a la autoridad judicial a los “presuntos responsables” con su confesión
debajo del brazo, producto de las distintas formas de tortura, fuera física o
psicológica.
El régimen autoritario tenía grandes inercias: una de ellas consistía en la
censura previa a aquellos comunicadores que se atrevían a dar una opinión
que no era acorde a lo que pensara el “Gran Hermano”. Y si por alguna
razón el comunicador se manifestaba con libertad y criticaba a alguien del
sistema, como cualquier régimen totalitario, a través de la amenaza, la inti-
midación u otra represalia, el comunicador tenía que guardar silencio.
Pero hubo otros casos de periodistas que no tuvieron esa fortuna. Que
murieron por expresar y defender sus ideas. Fue el caso de Manuel Buendía
y de Norma Corona. En ambos casos los autores intelectuales y materiales
de los asesinatos fueron agentes de la ley.
Como México estaba en negociaciones para la adopción de un tratado
de libre comercio con los Estados Unidos de América y Canadá, los socios
activaron la alarma y presionaron al sistema, el cual, forzadamente por las
circunstancias internas y externas, empezó a tomar medidas para transfor-
mar a la seguridad pública y para atajar la falta de respeto de los derechos
humanos.
Estos antecedentes narrados fueron los causantes de la creación de la
Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Como el presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, tenía
en puerta un viaje oficial a los Estados Unidos de América, a la usanza más
acabada del presidencialismo mexicano, mediante un decreto administra-
tivo creó la Oficina que se encargaría de la protección de la dignidad de
los habitantes del país, bajo el nombre de “Comisión Nacional de Dere-
chos Humanos”.
En efecto, de inmediato hubo voces —con justa razón— que criticaron
la manera en que el presidente le dio origen a esta institución. Con ello se
puso en tela de juicio uno de los rasgos fundamentales del Ombudsman: su
independencia.

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Sin embargo, la designación de la titularidad de este órgano recayó en


la persona del doctor Jorge Carpizo, quien no militaba en ningún partido
político. Con el transcurso del tiempo, el doctor Carpizo y su equipo, en el
ejercicio cotidiano de la defensa de los derechos humanos, demostrarían su
neutralidad para atender y resolver los casos a su cargo. Además, la autori-
dad moral, avalada por su formación técnica y su valentía, acreditarían al
doctor Carpizo en la comunidad nacional y en el extranjero. Basta con revi-
sar el órgano de difusión oficial de la Comisión Nacional de Derechos Hu-
manos (Gaceta) para darse cuenta de todo el trabajo profesional del personal
encabezado por el presidente fundador.

1. Los primeros y difíciles pasos

En un país de tradición autoritaria, en el que prevalecía de manera casi


absoluta la formación jurídica bajo el manto del positivismo clásico, la pre-
sencia de una institución cuyo origen y naturaleza no eran conocidos gene-
ró incomprensión y críticas.

¿Cómo era posible que una instancia del orden público formulara sus decisio-
nes sin que contara con la fuerza del imperio de la ley?
Una institución ajena a nuestra tradición jurídica, ¿para qué?
Pero si ya teníamos el amparo ¡ese sí, un verdadero proceso jurisdiccional
que obliga a las partes a su cumplimiento!
¿Por qué romper la uniformidad? ¿Por qué ir más allá del pensamiento
único?
En efecto, el Ombudsman le generaría comezón a más de uno. Incluso, al-
gún ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se preguntaba
cómo el Estado iba a ir en contra del mismo Estado.7
Por fortuna, ya en tiempos más avanzados en cuanto a la democratización
del país, es perfectamente aceptable que existan distintas perspectivas del de-
recho.
El derecho en primer lugar es lenguaje. Es decir, discurso. No corresponde
a la exactitud de las ciencias naturales.
Y como discurso, el derecho a base de argumentos, de razonamientos,
claro que puede generar convencimiento.
Si el derecho solo fuera fuerza obligatoria, entonces, la regularidad de los
arreglos entre las personas sería exclusivamente por la vía jurisdiccional, y
esto no es así.

7 Gudiño Pelayo, José de Jesús, El Estado contra sí mismo. Las comisiones gubernamentales de
derechos humanos y la deslegitimación de lo estatal, México, Noriega Editores, 1998.

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Justamente, el Ombudsman lo que persigue no es vencer, sino convencer.


Por eso es conocido como una magistratura de opinión o de persuasión.

Cualquier servidor público ante quien se demuestra, con elementos de


prueba, que uno de sus subordinados no siguió los lineamientos marcados
en la ley, que actúo arbitrariamente, y que con esa conducta ha provocado
una lesión a la dignidad de la persona, por supuesto que ese servidor públi-
co tomaría todas las medidas a su alcance para sujetar a un procedimiento
de investigación a quien vulneró derechos humanos y, en su caso, resarcir
los daños causados.

2. Los cuestionamientos iniciales

Al nacer la institución del Ombudsman en México, en primer término se


cuestionó la manera en que fue creada: a través de un acto del presidente
de la República.
Aunque se han formulado explicaciones para justificar de ese modo la
creación de la CNDH, comparto la idea de que no fue la mejor forma de
dar vida jurídica a esta institución en nuestro país. Se entiende la inercia
del presidencialismo mexicano; sin embargo, si se hubiera creado en sinto-
nía con el principio de independencia, la institución hubiera tenido mayor
legitimación.
Empero, como hemos dicho, gracias a la presencia del doctor Jorge
Carpizo y su gran autoridad moral, y debido al actuar serio y profesional
del personal de la CNDH, en el terreno de los hechos, se actuó con plena
independencia del Poder Ejecutivo, de los otros poderes y de los diversos
sectores de la sociedad civil.

3. La construcción de nuevos puentes de relación

Si bien es cierto que un Ombudsman no es un intermediario entre la so-


ciedad y el gobierno, la nobleza de sus propósitos propicia que tenga una
red de relaciones muy importantes. Con la variable de la personalidad y ac-
tuación de su titular, a muchas organizaciones de la sociedad civil, gremios
de profesionales, incluso del extranjero, les interesa establecer vínculos más
allá del seguimiento de algún caso.
En México, el Ombudsman, al procurar la promoción de los derechos hu-
manos, establece lazos de comunicación con sectores académicos, organi-
zaciones de distinta índole, y otras personas que en conjunto hacen un gran
frente común a favor de los derechos humanos.

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En la medida en que sopesemos el valor de esa conjunción de esfuerzos,


y de dejar a un lado los “egos”, en esa justa dimensión la causa de los de-
rechos humanos se beneficiará y permitirá mayor exigencia y control a los
órganos del poder público.
Hemos sostenido en otra ocasión que la crítica del Ombudsman debe ser
propositiva y constructiva.8 Los señalamientos a determinados servidores
públicos por una actuación que vulnera derechos humanos no debe enten-
derse como una crítica a las instituciones del país.

4. La Federación Mexicana de Organismos Públicos de los Derechos Humanos

Crear el sistema no jurisdiccional de protección a los derechos humanos


no solo propició contar con el mayor número de instancias públicas defen-
soras de los derechos humanos en México. Gracias a la acción de sus prime-
ros presidentes, las comisiones públicas de derechos humanos se hermana-
ron en una asociación nacional. En la ciudad de Chihuahua, Chihuahua, el
23 de septiembre de 1993, se constituyó la Federación Mexicana de Orga-
nismos Públicos de Protección y Defensa de los Derechos Humanos.9
Pareciera que hoy en día esos lazos de solidaridad que existieron dejaron
de serlo. Es una lástima. La causa de los derechos humanos nos debe convo-
car al mayor número de personas para hacer frente a los abusos del poder.
También es la única manera de cambiar las prácticas vejatorias de la dig-
nidad personal y de concebir a un derecho que tiene como base los valores
más nobles del ser humano.
En el orden internacional, es importante destacar el liderazgo que tuvo
la CNDH para fundar y desarrollar la Federación Iberoamericana de De-
fensores del Pueblo, Procuradores, Comisionados y Presidentes de Comisio-
nes Públicas de Derechos Humanos. En Cartagena de Indias, Colombia, fue
fundada esta asociación los días 4 y 5 de agosto de 1995, por los presidentes
de los organismos públicos de protección de los derechos humanos de Ar-
gentina, Colombia, Costa Rica, El Salvador, España, Guatemala, Hondu-
ras, México y Puerto Rico.10

8
Alfonzo Jiménez, Armando, La defensa no jurisdiccional de los derechos humanos, cit., p. 53.
9
“Estatutos de la Federación mexicana de organismos públicos de protección y defensa
de los Derechos Humanos”, Gaceta, México, Comisión Nacional de Derechos Humanos,
núm. 41, diciembre de 1993, pp. 11-16.
10 Madrazo, Jorge, “Presentación”, Estatutos de la Federación Iberoamericana de Defensores del
Pueblo, Procuradores, Comisionados y Presidentes de Comisiones Públicas de Derechos Humanos, México,
Impresos Chávez, 1995, pp. 5-7.

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México asumió el liderazgo de esta nueva conjunción de empeños en


pro de los derechos del mundo, al ser designado Jorge Madrazo, titular de la
CNDH, como presidente de la citada Federación.

5. Los medios de comunicación social

De poco o de nada sirve la labor del Defensor del Pueblo si no cuen-


ta con el respaldo de los medios de comunicación y la opinión pública. Se
constituyen como sus aliados imprescindibles.11
Las comisiones públicas de derechos humanos se constituyen como unas
magistraturas de opinión. Para ello, es necesario que columnistas, periodis-
tas y demás comunicadores reflexionen en torno al tema de los derechos
humanos y al trabajo del Ombudsman. Además, se requiere de un compro-
miso firme de los editores para dar espacios relevantes en los medios de
comunicación a la labor cotidiana de la institución y a sus recomendaciones
públicas.
En países auténticamente democráticos esto es una realidad; en cambio,
en naciones con gobiernos autoritarios o aparentemente democráticos se
controla a los medios de comunicación y se minimiza el papel de las institu-
ciones defensoras de derechos humanos.
En nuestro país, todavía son muchos los hilos de control a los medios de
comunicación que manejan los gobernantes. Lamentablemente, el dinero pú-
blico se emplea para la propaganda política y la publicidad gubernamental.
Los políticos indebidamente siguen con la promoción de su persona, de
su imagen y la de los partidos políticos que los respaldan, en detrimento
de la veracidad y oportunidad de la información. Las noticias claves de una
sociedad democrática se relegan a un segundo plano, y las frivolidades de
los gobernantes ocupan las ocho columnas de los diarios y de los noticiarios.
Esta situación no solo se refiere a las patologías de los sistemas políticos,
sino también a los trastornos y ambiciones de algunos medios de comuni-
cación.

6. Su labor de generar una cultura por los derechos humanos

Hoy, que tanto se habla de cambios de paradigmas, una verdadera


transformación en relación con los derechos humanos pasa necesariamen-

11
AlfonzoJiménez, Armando, “Los medios de comunicación social y la opinión pública:
aliados imprescindibles del Ombudsman”, El Cotidiano, México, año 19, núm. 63, julio-agosto
de 1994, pp. 78-82.

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58 Armando alfonzo jiménez

te por la educación y la cultura. Eso que algunos llaman “el sentimiento


constitucional”.12 No es posible superar nuestros atavismos y malas prácti-
cas jurídicas si no tomamos en serio los derechos humanos.
En primer lugar, a quien le corresponde poner a la dignidad humana
por encima de formalismos y de falsos nacionalismos es a nuestro más alto
tribunal de justicia del país. No es aceptable que un órgano que se jacte de
ser promotor y defender los derechos humanos subestime el contenido de los
tratados internacionales en la materia y que con un juego de palabras,13 por
una parte diga que esos tratados tienen un rango constitucional, y, por otra,
que soslaye el valor del derecho convencional y lo subordine al ordena-
miento jurídico nacional en aquellos casos en que la ley fundamental esta-
blezca restricciones, con lo cual se hace nugatorio el principio pro persona:
si la norma internacional beneficia más a la persona en el caso concreto,
¿por qué aplicar la norma constitucional que establece limitaciones y que
no es favorable a la dignidad de la persona?
Lo anterior nos demuestra una vez más que el camino para transfor-
mar la cultura jurídica en nuestro país todavía es muy largo y sinuoso.
Es necesario voltear a otros diseños normativos y realidades.
Durante varias décadas el positivismo tradicional fue de gran utilidad
al régimen autoritario que gobernó. La alternancia partidista, si bien es
cierto ha representado un paso significativo en el proceso de democratiza-
ción que ha experimentado México, también lo es que es mucho lo que está
por realizarse para transformar el régimen político. Hay muchas normas
jurídicas, posiciones doctrinales, criterios jurisdiccionales y prácticas políti-
cas de tipo autoritario.
Desde su fundación, la CNDH ha apostado a la generación de una
auténtica cultura de los derechos humanos a través de la capacitación ins-
titucional, cursos a grupos sociales, intercambio con universidades públicas
y privadas, así como con la publicación de materiales informativos y libros
sobre las perspectivas actuales de los derechos humanos, los mecanismos de
su defensa y los límites con que cuentan las autoridades para no transgredir
los derechos humanos.

12 Barroso, Luis Roberto, El neoconstitucionalismo y la constitucionalización del derecho, México,


UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2008, p. 3.
13 “Tratados internacionales tienen rango constitucional: SCJN”, El Universal, México,
3 de septiembre de 2013, www.eluniversal.com.mx/nacion-mexico/2013/tratados-internacionales-
tienen-rango-constitucional-scjn-947582.html.

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el ombudsman en méxico 59

IV. La constitucionalización de la CNDH y la creación


del sistema de protección no jurisdiccional
más grande del mundo

1. El nuevo sistema

Con la reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federa-


ción el 28 de enero de 1992, se adicionó un apartado “B” al artículo 102. En
este apartado se le daría alojamiento al Ombudsman, no solo a título indivi-
dual, sino como todo un sistema integrado por la instancia con competencia
federal y los 32 organismos en cada una de las entidades federativas del país.
Un total de 33 instancias que conforman la red más grande del mundo. El
apartado “A” quedó reservado para los contenidos ya previstos relativos al
Ministerio Público de la Federación.
En el primer párrafo del novedoso apartado B se establecería como
facultad exclusiva del Congreso federal y de los órganos legislativos de las
entidades federativas, en la esfera competencial correspondiente, la de crear
jurídicamente a los organismo públicos protectores de los derechos huma-
nos. Por tanto, ningún otro órgano del poder público está facultado para
establecer la figura del Ombudsman, de acuerdo con el espectro de sus atri-
buciones.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el marco de las llamadas
“controversias constitucionales”, ha conocido y resuelto casos en los que se
ha cuestionado que otras entidades públicas ejerzan una facultad privativa
a los órganos legislativos mencionados. En especial, se han presentado que
autoridades municipales han intentado crear oficinas de ese nivel de gobier-
no defensoras de los derechos humanos. El más alto tribunal de justicia del
país ha declarado tales tentativas de dar vida jurídica a esas oficinas como
inconstitucionales.14

2. Competencia de los organismos públicos de derechos humanos

El texto constitucional refiere que estos organismos de derechos huma-


nos “que ampara” el orden jurídico mexicano conocerán de quejas en contra
de actos u omisiones de naturaleza administrativa realizados por cualquier
autoridad o servidor público, excepto de los del Poder Judicial de la Federa-
ción que violen estos derechos.
14
Controversiaconstitucional 14/2000, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Mé-
xico, Suprema Corte de Justicia de la Nación, Novena Época, Pleno, registro núm. 188020,
XV, enero de 2002, Tesis P./J.134/2001, p. 916.

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60 Armando alfonzo jiménez

No pasa desapercibida la versión de 1992 de la Constitución, que se


circunscribía a los derechos humanos “reconocidos” por el orden jurídico
nacional, y se pretendía condicionar a las comisiones de derechos humanos
para que se restringieran al ámbito de validez normativo nacional; empero,
desde sus inicios la práctica de las instituciones dedicadas a la defensa de
la dignidad humana ha sido progresista, lo que propició posteriormente la
modificación del texto constitucional. Basta con revisar las recomendacio-
nes de estos organismos para darse cuenta del uso reiterativo de las fuentes
normativas internacionales en materia de derechos humanos.
En cuanto a que los actos u omisiones administrativos deberían ser atri-
buidas a quien tuviera auctoritas; es decir, autoridades o servidores públi-
cos, nuestra Constitución sigue una vieja tesis, que consiste en afirmar que
solo quien tiene ese carácter puede transgredir derechos humanos; en con-
secuencia, desde esta óptica un particular —persona física o moral— no
puede directamente ser considerado como sujeto activo de violación de la
dignidad personal.
Este criterio está en tela de juicio, a raíz de la entrada en vigor de la nue-
va Ley de Amparo de abril de 2013, que incluyó como regla la posibilidad
de considerar a ciertos particulares dentro de la categoría de autoridad. Lo
que en Alemania desde hace más de sesenta años se conoce como el Dritt-
wirkung.15
Llama la atención que mientras en una ley se prevé que en un proceso
jurisdiccional como el amparo se admite que un particular puede violar
derechos (eficacia horizontal), el criterio que prevalece en sede constitucio-
nal en el caso del mecanismo no jurisdiccional de protección a los derechos
humanos se mantiene con la añeja y obsoleta tesis de que los únicos que
pueden vulnerar los derechos fundamentales son las autoridades y los servi-
dores públicos. Es menester actualizar tan vetusta idea.

3. La incompetencia de la CNDH para conocer violaciones a derechos humanos


cometidas por miembros del Poder Judicial de la Federación

En la parte final de este mismo párrafo se contempla una limitada com-


petencia del organismo nacional protector de los derechos humanos: no po-
drá conocer de violaciones a derechos humanos provenientes de servidores
públicos del Poder Judicial Federal.

15
Anzures Gurría, José J., “La eficacia horizontal de los derechos fundamentales”, Cues-
tiones Constitucionales. Revista Mexicana de Derecho Constitucional, México, núm. 22, enero-junio de
2010, pp. 3-51.

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La pregunta que inmediatamente surge: y entonces ¿quién las conocerá?


La respuesta que encontramos no nos resulta satisfactoria: el propio Po-
der Judicial de la Federación.
Sin lugar a dudas, la intervención de la CNDH, al mando de Jorge Car-
pizo, en casos en los que se acreditaron violaciones a derechos humanos en
la vertiente administrativa cometidas por órganos jurisdiccionales federales
y locales suscitó inconformidades que influyeron negativamente para la figu-
ra del Ombudsman cuando este instrumento se elevó a rango constitucional.
El argumento válido que, desde el punto de vista jurídico, los detractores de
la institución esgrimieron, fue de carácter netamente formal: ¡cómo era po-
sible que un órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación se in-
miscuyera en los asuntos judiciales! Aunque en varias ocasiones se probaron
violaciones procesales, en opinión de los integrantes de la judicatura, con
ello se vulneraba el principio de independencia judicial, lo cual en términos
exactos no era así, dado que la intervención de la CNDH no incidió en la
ratio decidendi de los órganos jurisdiccionales.
Algunos somos de la idea de que el Ombudsman judicial sí sería de gran
provecho para una mejor administración de justicia en nuestro país. El
Consejo de la Judicatura Federal no cumple con la función de magistratura
de opinión que sí cumple la institución de origen escandinavo. Por lo menos
sería deseable que la CNDH recuperara una parte de su competencia ori-
ginal para conocer de violaciones administrativas de los jueces y tribunales.
Por desgracia, muchas entidades federativas inspiradas en el modelo fe-
deral replicaron la limitante en el ámbito judicial local y, por ende, muchas
de las violaciones procesales quedan impunes.

4. Las recomendaciones públicas y no vinculatorias del Ombudsman

El párrafo segundo del apartado B del artículo 102 constitucional alude


a una de las decisiones más paradigmáticas del Ombudsman. Cuando estos
organismos acreditan fehacientemente, mediante una investigación riguro-
sa técnico-jurídica y con base en pruebas, la violación a derechos humanos,
emite un documento conocido como “recomendación”, cuya naturaleza es
pública —se trata de ventilar a través de los medios de comunicación el
sustento que sirvió de base para comprobar la violación a derechos huma-
nos—, no vinculatoria —esta decisión carece de fuerza obligatoria—.
Cabe hacer la siguiente aclaración: hay una idea equivocada que pulula
en distintos ámbitos sobre la actividad del Ombudsman. Muchos creen que
esta institución solo hace recomendaciones. Los más críticos las equiparan
con las “llamadas a misa”.

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Esta perspectiva de ninguna manera es un reflejo de todo lo que hace el


organismo en pro de la dignidad personal.
Por ejemplo, en el caso de la CNDH, el porcentaje histórico aproxima-
do de los asuntos resueltos vía recomendación es mucho menor al 10% del
total de quejas conocidas.16
Algunos casos que se inician no son de la competencia del organismo, aun-
que se facilita a quienes acuden a él la información mínima para explicarles de
su asunto, y en otros supuestos se les canaliza ante la autoridad competente.
Otras quejas siguen su curso, y cuando se le pide su informe a la auto-
ridad, no en pocas ocasiones se le da respuesta satisfactoria al agraviado.
En otras ocasiones, gracias a la intervención de las comisiones de dere-
chos humanos el caso se resuelve durante el procedimiento.
También, cuando no se esté en presencia de una violación grave a dere-
chos humanos, es posible someter el asunto a amigable composición con la
autoridad correspondiente, la que al aceptar los puntos de esa conciliación
y al atenderlos da cabida a la conclusión del caso.
En el propio párrafo segundo del precepto comentado se prevé la facul-
tad de los organismos de defensa de los derechos humanos para presentar
denuncias y quejas ante las autoridades respectivas.

5. Las nuevas obligaciones de los servidores públicos frente


a los organismos públicos de derechos humanos

Dentro del mismo párrafo segundo en comento se han establecido las


siguientes nuevas obligaciones a los servidores públicos:
A) Dar respuesta a las recomendaciones de estos organismos.
B) Intervención parlamentaria para el cumplimiento de las recomen-
daciones.
Este nuevo mecanismo de control parlamentario en México fue pro-
puesto por primera vez por Jorge Madrazo cuando fungía como presidente
de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.17
En el supuesto de que la autoridad destinataria de una recomendación
del Ombudsman no la acepte o la admita, pero no la cumpla, tiene la obliga-
ción de fundar, razonar y hacer pública su negativa.

16
Por
ejemplo, durante 2012, de un total de 10,237 casos concluidos solo 75 se refieren a
recomendaciones. Véase Informe de Actividades 2012, México, CNDH, 2013, t. I, pp. 12 y 13.
17
“Retos y perspectivas del sistema nacional de protección no jurisdiccional de los dere-
chos humanos”, Temas y tópicos de derechos humanos, México, CNDH, 1995, pp. 29-40.

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Además, se dota, según corresponda, al Senado de la República y, en


sus recesos, a la Comisión Permanente o a las legislaturas locales, de faculta-
des para, previa solicitud de los organismos de derechos humanos, llamar a
comparecer a las autoridades o servidores públicos responsables, con objeto
de que expliquen las razones de su negativa.

6. Casos de incompetencia de los organismos públicos de derechos humanos

En el párrafo tercero del artículo 102, apartado B, de la Constitución


mexicana se establecen otras dos causales de incompetencia para las institu-
ciones públicas de derechos humanos.
El primer aspecto vedado para los organismos públicos de derechos hu-
manos son lo asuntos electorales. Hemos referido antes como uno de los
rasgos universales del Ombudsman su carácter apartidista. Esta condición le
permite al organismo sustraerse de las pugnas entre los partidos políticos, de
la dinámica de los “dimes” y “diretes” y de los señalamientos propios
de la lucha por el poder. Los organismos públicos de derechos humanos no
pueden estar inmersos en esa dinámica. En el momento en que en un caso
concreto se pronunciaran a favor o en contra de un interés partidista, en ese
momento los demás partidos políticos se le irían encima, con independencia
de las razones técnicas esgrimidas.
Además, en los últimos años en nuestro país se han incorporado ga-
rantías constitucionales de naturaleza jurisdiccional, como lo son el juicio
para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano y el jui-
cio de revisión constitucional electoral que se ejercen ante el Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación. Por cierto, algunas de las resoluciones
emitidas por ese órgano jurisdiccional no han estado exentas de polémica,
en virtud de la propia naturaleza de la materia electoral.
La segunda de las causales de incompetencia establecida en el párrafo
tercero invocado se constriñe a los asuntos jurisdiccionales.
Esta limitante alude a la imposibilidad de los organismos de derechos
humanos para sustituir la autoridad decisoria del juez; es decir, a las cues-
tiones jurisdiccionales de fondo. El Ombudsman no puede pronunciarse sobre
las cuestiones centrales de los procesos jurisdiccionales, no puede hacer una
valoración de las pruebas y de los argumentos de las partes para decidir
quién tiene la razón. En el momento en que el Ombudsman se pronunciara
en ese sentido, desvirtuaría su naturaleza jurídica y dejaría de ser vía no ju-
risdiccional para convertirse en órgano jurisdiccional.
Precisamente este es el argumento que deja sin elementos a aquellos
que abogan por dotar de fuerza vinculatoria a sus decisiones. Cuando al

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Ombudsman se le dote de poderes para obligar a las partes a cumplir con su


resolución, en ese momento ya no podríamos hablar de Ombudsman, sino de
un juez o tribunal.

7. La CNDH y su autonomía

En el cuarto párrafo del artículo 102, apartado B, de la Constitución


mexicana, se precisa la denominación del órgano que establezca el Con-
greso federal para la protección de los derechos humanos en ese ámbito:
Comisión Nacional de los Derechos Humanos. También en este párrafo se
alude a que esta instancia contará con autonomía de gestión y presupuesta-
ria, además de personalidad jurídica y patrimonio propios.
Aunque nuestro ordenamiento constitucional lamentablemente no con-
tiene una adecuada técnica jurídica para categorizar y caracterizar a los
órganos constitucionales autónomos, derivado de la doctrina y de las deci-
siones de nuestro más alto tribunal de justicia del país, ha quedado claro que
la CNDH es un órgano constitucional autónomo.18

8. La autonomía de los organismos públicos de derechos humanos


de las entidades federativas

En el párrafo quinto del artículo 102, apartado B, de nuestra ley funda-


mental, se ordena que las Constituciones de los estados de la República, así
como el Estatuto de Gobierno del Distrito Federal, establezcan y garanticen
la autonomía de las instancias locales encargadas de la defensa de los dere-
chos humanos.

9. El Consejo Consultivo de la CNDH

El párrafo sexto del artículo 102, apartado B, de la Constitución mexi-


cana, establece el sistema de designación y sustitución de los integrantes del
Consejo Consultivo de la CNDH. Este órgano colegiado está integrado por
diez personalidades, que son electas por el voto de las dos terceras partes
de los miembros presentes del Senado de la República o, en sus recesos, por
la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, con la misma votación
agravada.
18
Para abundar sobre los elementos que componen a los órganos constitucionales autó-
nomos puede verse Alfonzo Jiménez, Armando La defensa no jurisdiccional de los derechos humanos,
cit., pp. 29-33.

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el ombudsman en méxico 65

En relación con la presentación de las propuestas formuladas por el Se-


nado, la carta fundamental remite a una reserva de ley.
Cada año deberán ser sustituidos dos de los consejeros de mayor anti-
güedad en esa responsabilidad, excepto que hayan sido propuestos y ratifi-
cados para un segundo periodo.
Cuando la figura del “Consejo” apareció en el primer Reglamento In-
terno de la CNDH y se integró con diez personalidades de la vida pública
del país, yo lo entendí como una forma de suavizar la creación de la institu-
ción vía el decreto presidencial y de dotarle de una legitimidad social.
Ahora, que la CNDH y los organismos homólogos son designados por
el Poder Legislativo, en mi opinión, ha perdido sentido la presencia de un
órgano colegiado como el Consejo.

10. El presidente de la CNDH

El párrafo séptimo del precepto constitucional en análisis alude al titu-


lar de la CNDH y de su Consejo Consultivo. Su designación será en idén-
ticos términos que la de los consejeros: votación de las dos terceras partes
de los miembros presentes del Senado de la República, o en sus recesos, de
la Comisión Permanente, con la misma votación. La duración de la gestión
del presidente de la CNDH será de cinco años, con la posibilidad de una
reelección, y no podrá ser removido de sus funciones sino en los términos
del título cuarto de la Constitución.
No estamos de acuerdo con la reelección del presidente de la CNDH,
así como de los demás titulares de organismos públicos de defensa de los de-
rechos humanos que, según su estatuto constitucional y legal, cuentan con
la posibilidad de prolongar en un nuevo periodo su gestión.
En el marco de varias sucesiones que hemos sido testigos de titulari-
dades de organismos públicos de derechos humanos en algunas entidades
federativas del país, se ha advertido el indebido actuar de los presidentes de
los organismos públicos de derechos humanos en turno, toda vez que han
utilizado la estructura, el personal y los recursos económicos de la institu-
ción para hacer proselitismo a su favor o, cuando ya no cabe su reelección,
en pro de su candidato. Con esta actitud, además de no ejercer la imparcia-
lidad que le corresponde, se pone en condiciones de negociar políticamente
con los legisladores, pone en riesgo la autonomía de la institución, y con
todo ello socava su autoridad moral.
En cuanto al régimen de responsabilidades del presidente de la CNDH,
la remisión que hace la Constitución al régimen general de las responsabi-
lidades de los servidores públicos nos parece acertada; sin embargo, llama
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66 Armando alfonzo jiménez

la atención que este funcionario no cuente con la protección constitucional


de inmunidad procesal. Por el tipo de la función que realiza consideramos
pertinente que el presidente de la CNDH goce de este tipo de garantía
constitucional, toda vez que no en pocas ocasiones los asuntos que conoce y
resuelve son sumamente delicados y afectan intereses. De otra manera, con
un simple procedimiento de responsabilidad podría destituir al presidente
de la CNDH de su encargo.

11. El sistema de designación del presidente, de los consejeros de la CNDH


y de los titulares de los organismos públicos de derechos humanos
de las entidades federativas

El párrafo octavo del artículo 102, apartado B, prevé que la designación


del presidente, de los consejeros de la CNDH y de los titulares de los orga-
nismos públicos de protección de los derechos humanos de las entidades
federativas se hará conforme a un procedimiento de consulta pública, que
deberá ser transparente, bajo los términos y condiciones que desarrollen las
leyes correspondientes. Sobre este tema abundaremos más adelante.

12. Obligación del presidente de la CNDH de presentar


un informe anual de actividades

El párrafo noveno del artículo 102, apartado B, impone como una obli-
gación al titular de la CNDH, rendir un informa anual de actividades a los
tres poderes de la Unión: al Legislativo, al Ejecutivo y al Judicial. Desde mi
perspectiva, más como una rendición de cuentas, que en todo caso se jus-
tificaría frente al órgano de designación; es decir, el Legislativo, representa
una magnífica oportunidad para que los medios de comunicación difundan
los resultados obtenidos y para que la opinión pública conozca el trabajo, las
problemáticas y los desafíos que enfrenta el Ombudsman nacional.

13. La CNDH como segunda instancia en la vía no jurisdiccional


de defensa de los derechos humanos en México

En el párrafo décimo de la norma constitucional de referencia se con-


templa la denominada “segunda instancia” en el mecanismo no jurisdic-
cional de defensa de los derechos humanos en nuestro país. En el supuesto
de que se presenten inconformidades por virtud de las recomendaciones,

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el ombudsman en méxico 67

acuerdos u omisiones de los organismos públicos locales de las entidades


federativas, la CNDH intervendrá como instancia revisora.
En mi muy particular punto de vista, este mecanismo rompe con el siste-
ma federal. Una vez más, se parte de la desconfianza no solo de las autorida-
des de gobierno del fuero común, sino también de los organismos públicos de
protección de los derechos humanos. En este sentido, se le dan a la CNDH
facultades, que van más allá del ámbito federal, y se centralizan decisiones
que deberían adoptarse en sede de las propias entidades federativas.

14. La facultad de investigación de violaciones graves a derechos humanos


a cargo de la CNDH

El nuevo párrafo último del artículo 102, apartado B, de la Constitución


Política de los Estados Unidos Mexicanos, es una adición producto de la
transferencia que hizo el poder revisor de la carta magna de una despresti-
giada facultad que tenía a su cargo la Suprema Corte de Justicia de la Na-
ción, prevista por el artículo 97 constitucional, para investigar violaciones
graves a derechos humanos.
Cuando este mecanismo estaba previsto para desarrollarlo la Corte,
muchas voces dentro de la doctrina se pronunciaban por su desaparición.19
Por otra parte, Jorge Carpizo explicaba algunas razones para que no se
lograra este traslado de atribuciones a favor de la CNDH.20
En estricto sentido, la CNDH no tenía impedimento de conocer e inves-
tigar sobre violaciones a derechos humanos en general, con independencia
de su gravedad.
En el terreno práctico, antes de la reforma constitucional la CNDH
había formulado un número importante de recomendaciones sobre viola-
ciones graves a derechos humanos.
También la CNDH había elaborado informes especiales; por ejemplo,
en materia de desapariciones forzadas, que implicaban el ejercicio de atri-
buciones de investigación sobre violaciones graves a derechos humanos.

19 Carpizo, Jorge, Propuestas sobre el Ministerio Público y la función de investigación de la Suprema


Corte, México, Porrúa-Instituto Mexicano de Derecho Procesal Constitucional, 2005, pp. 51-
110; Fix-Zamudio, Héctor, Estudio de la defensa de la Constitución en el ordenamiento mexicano, cit.,
pp. 287-294.
20 Carpizo, Jorge, “¿Es acertada la probable transferencia de la función de investigación
de la Suprema Corte a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos?, en Carbonell,
Miguel y Salazar, Pedro (coords.), La reforma constitucional de derechos humanos: un nuevo paradigma,
México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2011, pp. 313-337.

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68 Armando alfonzo jiménez

Bajo esta perspectiva, resultaba innecesario mantener esta garantía


constitucional.
El texto de este párrafo in fine establece, por una parte, la posibilidad de
que la CNDH, motu proprio, inicie una investigación sobre hechos que engen-
dren violaciones graves de derechos humanos, o le otorga legitimidad a cier-
tos actores políticos —el Ejecutivo Federal, las cámaras del Congreso de la
Unión, los gobernadores de los estados, el jefe de gobierno del DF o las legis-
laturas de las entidades federativas—, para que accionen el procedimiento.
Para empezar, ¿qué debe entenderse por violación grave a derechos hu-
manos? Con el anterior régimen de “garantías individuales” la Suprema
Corte de Justicia de la Nación sostenía el criterio de gravedad en cuanto “la
sociedad se encuentra en un estado de inseguridad material, social, política
o jurídica” como resultado de que las autoridades encargadas de brindar
seguridad a la población sean las que provoquen violencia para lograr la dis-
ciplina social, o bien, que frente a un desorden generalizado las autoridades
resulten omisas, negligentes o impotentes para asegurar la paz y el respeto
a las garantías individuales.21
Habrá que esperar un nuevo criterio, sea por parte del Ombudsman na-
cional o del propio máximo tribunal de justicia del país.
Una de las características principales del Ombudsman es su plena inde-
pendencia del poder público, y esta facultad es propicia para adentrar en
un terreno muy peligroso, que es la politización de la causa de los derechos
humanos.
Si la anterior facultad, a manos de la Suprema Corte, era cuestionada y
se sujetaban a grandes presiones políticas a los once ministros de ese órgano
jurisdiccional, ¿qué será de las presiones a las que se someterá a una sola
persona; es decir, el presidente de la CNDH?
Aunado a la circunstancia de que puede darse la situación de que el
presidente de la CNDH no sea profesional del derecho.
El ejercicio de esta facultad de investigación ha dejado mucho qué de-
sear. A algunos políticos les ha servido para desviar la atención y que la
problemática de violación de derechos se concentre en el órgano a cargo.
Cuando la Suprema Corte era ese órgano fue objeto de múltiples críticas, y
sus informes finales fueron altamente cuestionados. La verdad no creemos
que lo anterior cambie sustancialmente. Por eso, lo más conveniente es que
se suprima tal facultad de investigación. Reitero: la CNDH tiene compe-
tencia constitucional para conocer y resolver sobre cualquier violación a
derechos humanos. Y lo más adecuado es que su actuación se lleve a cabo

21 Ibidem, p. 318.

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el ombudsman en méxico 69

sin presiones políticas de ningún tipo. Así se cumplirá la característica fun-


damental de la independencia del Ombudsman.

V. La CNDH como nuevo sujeto legitimado para participar


en las controversias constitucionales y en las acciones
de inconstitucionalidad

1. Legitimación de las comisiones de derechos humanos para presentar acciones


de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación

A raíz de la reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la


Federación el 14 de septiembre de 2006, se incorporaron como sujetos legi-
timados para interponer acciones de inconstitucionalidad ante la Suprema
Corte de Justicia de la Nación a los organismos que conforman el sistema
nacional de protección no jurisdiccional más grande del mundo.
En este sentido, se adicionó un inciso g a la fracción II del artículo 105
constitucional.
En la primera parte del inciso citado se le concede a la CNDH la acción de
demandar la invalidez de leyes federales, estatales, del Distrito Federal, o
de tratados internacionales en los que el Estado mexicano sea parte, cuando
vulneren derechos humanos, sean de fuente nacional o internacional.
Llama la atención la acción de inconstitucionalidad respecto de trata-
dos internacionales aprobados conforme al procedimiento constitucional
respectivo.
Pensamos que hubiera sido más sano incluir un control de la constitu-
cionalidad a priori; es decir, que cuando se encuentre en trámite el procedi-
miento de adopción de los tratados internacionales en materia de derechos
humanos pudieran participar tanto la CNDH como la Suprema Corte de
Justicia de la Nación.
Estoy cierto que no dejará nada bueno cuando el más alto tribunal de
justicia del país decida invalidar una norma convencional en materia de dere-
chos humanos a pesar de que haya sido adoptada conforme al procedimiento
previsto en la Constitución. Es probable que en ese supuesto la comunidad
mundial le exija al Estado mexicano responsabilidad internacional.
En el caso de los organismos públicos locales de derechos humanos,
también se les dota de legitimidad para presentar acciones de inconstitucio-
nalidad. A las instancias de protección de los derechos humanos de las enti-
dades federativas, en contra de leyes expedidas por legislaturas locales, y a la
Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, contra leyes emitidas
por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
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Como da cuenta precisa el jurista Joaquín Brage Camazano,22 en la re-


dacción de esta última parte del inciso bajo análisis se advierte un error de
técnica jurídica del poder revisor de la Constitución. El control constitucio-
nal que demanden los organismos locales de derechos humanos se constri-
ñe a “leyes”, pero no se especificó —a diferencia del ámbito federal— que
vulneraran derechos humanos. Bajo esta dinámica, los organismos locales
de derechos humanos podrían interponer acciones de inconstitucionalidad
contra toda ley.

2. La CNDH como sujeto legitimado para presentar controversias constitucionales


ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación

Gracias a la reforma constitucional al artículo 105, fracción I, publica-


da en el Diario Oficial de la Federación el 11 de junio de 2013, se faculta a los
órganos constitucionales autónomos para presentar ante la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, controversias constitucionales cuando estimen que
han sido afectados sus ámbitos competenciales.
En efecto, el nuevo inciso l de la fracción I del artículo 105 de nuestra
norma fundamental alude a las controversias constitucionales que se susci-
ten entre “Dos órganos constitucionales autónomos, y entre uno de éstos y
el Poder Ejecutivo de la Unión o el Congreso de la Unión sobre la constitu-
cionalidad de sus actos o disposiciones generales”.
Es cierto que la Constitución mexicana carece de una adecuada técnica
y no se precisa con claridad cuáles son esos órganos constitucionales autó-
nomos. Sin embargo, apoyados en la doctrina podemos derivar las caracte-
rísticas de estos entes para identificarlos plenamente.
Manuel García Pelayo estableció una caracterización muy útil de los
órganos constitucionales autónomos.23
Los órganos constitucionales en México son: el Banco central, el Insti-
tuto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los tribunales agrarios,
el Instituto Federal Electoral (IFE) y la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos en el ámbito federal.
Por tanto, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos es sujeto
legitimado para intervenir en las controversias constitucionales ante el más
alto tribunal de justicia del país.

22 Brage Camazano, Joaquín, “La acción abstracta de inconstitucionalidad”, en Ferrer


Mac-Gregor, Eduardo y Acuña, Juan Manuel (coords.), Curso de derecho procesal constitucional,
México, Porrúa-Universidad Panamericana, 2011, pp. 355 y 356.
23 García Pelayo, Manuel, “El ‘status’ del Tribunal constitucional”, Revista Española de
Derecho Constitucional, Madrid, vol.1, núm. 1, enero-abril de 1981, pp. 11-29.

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VI. Breves reflexiones a propósito de la reforma


constitucional de 2012 relacionadas con la institución

El 11 de junio de 2011 apareció publicada en el Diario Oficial de la Fede-


ración una muy importante reforma constitucional en materia de derechos
humanos.
Días antes, el 6 de junio, se había publicado una reforma constitucional
en materia de amparo, que vendría a ser una complementaria de la otra.
Los principales aspectos de la reforma en materia de derechos humanos
son:

a) Cambio de denominación de “derechos humanos” por “garantías


individuales” y ampliación de la tutela.
b) Cambio de la titularidad de los derechos: la persona en lugar del
individuo.
c) Reconocimiento de las fuentes de los derechos humanos: naciona-
les e internacionales.
d) Principio pro persona: criterio hermenéutico de aplicación de la
norma más favorable a la persona en caso de antinomia, silencio
legislativo o problemas comprensivos.
e) Nuevas y trascendentes obligaciones para todas las autoridades:
promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos.
f) Nuevo régimen de suspensión de derechos humanos.
g) Ampliación competencial del Ombudsman en asuntos laborales.
Sobre este aspecto conviene formular algunas reflexiones. Los
organismos públicos de derechos humanos recobraron una com-
petencia que perdieron cuando se elevó a rango constitucional al
Ombudsman.
En sus orígenes, la Comisión Nacional de Derechos Humanos
tenía competencia en materia laboral.
En su primer Reglamento Interno se establecía con claridad di-
cha circunstancia. En su artículo 4o. se contemplaban dos hipótesis:
la primera, una incompetencia de la CNDH cuando existiera un
conflicto en la relación laboral patrón-trabajador y cuya solución
fuera jurisdiccional, y la segunda, que mediara la intervención de
una autoridad administrativa, y que se le atribuyera a esa autori-
dad una violación a garantía individual o social. En la práctica,
la CNDH conoció y resolvió asuntos de naturaleza laboral cuan-
do la transgresión a los derechos humanos provenía de autoridades

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administrativas en aspectos procedimentales (violaciones al debido


proceso, dilación en la administración de justicia, entre otras).24
Ahora que de nueva cuenta la CNDH tiene competencia en asuntos
laborales, al igual que las instituciones análogas en las entidades fede-
rativas, se tiene el reto de determinar el alcance de lo que implican “los
asuntos laborales”.
No cabe duda que las comisiones de derechos humanos no tienen
competencia para conocer de asuntos jurisdiccionales de fondo. En
este sentido, el Ombudsman no podrá pronunciarse en un conflicto
laboral para inclinar la balanza a favor o en contra de alguna de
las partes. No es posible que estos organismos influyan en el sentido
del laudo.
Con independencia de lo anterior, se abre un horizonte interesante
en la materia laboral. A partir de la inclusión de la llamada “cláusula
antidiscriminación” en el artículo primero, in fine, de la Constitución
mexicana, llama la atención que pueden darse supuestos de discrimi-
nación en el ámbito del trabajo que actualicen la competencia de los
defensores públicos de derechos humanos. También cierta práctica de
acoso laboral, ahora conocido por “mobbing”.
h) La facultad investigadora de violaciones graves a derechos huma-
nos a cargo de la CNDH, que ya hemos revisado con antelación.

VII. Algunos ataques y debilidades del sistema


nacional de protección no jurisdiccional
de los derechos humanos en México

Ya han pasado más de veinte años desde que se creó el sistema de pro-
tección no jurisdiccional más grande del mundo.
En el recorrer de los años, la actuación de estos órganos no ha estado
exenta de las críticas, unas bien sustentadas y otras de mala fe.
A continuación daremos cuenta de los principales cuestionamientos
que se le han dirigido al Ombudsman en México, y también aprovecharemos
este apartado para referirnos de algunas de las debilidades que advertimos,
a la luz de la reforma constitucional de junio de 2011.

1. Defensores de delincuentes
Los organismos públicos protectores de derechos humanos han sido víc-
timas de campañas de desinformación para colocarlos preponderantemente
24
Alfonzo Jiménez, Armando, “La Comisión Nacional de Derechos Humanos y los
asuntos laborales”, Trabis, México, año 1, núm. 1, enero-febrero de 1997, pp. 4-6.

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el ombudsman en méxico 73

como “defensores de los delincuentes”. No es de extrañar que dichas cam-


pañas provienen justamente de quienes han resultado más afectados por la
intervención del Ombudsman, servidores públicos que realizaban “prácticas”
no ajustadas al respeto de los derechos humanos.
La seguridad pública y el combate a la delincuencia también son de-
rechos fundamentales. Los organismos públicos de derechos humanos no
pueden estar en contra del cumplimiento de tales derechos. Sin embargo,
las autoridades responsables de tan sensibles tareas no están autorizadas a
utilizar métodos delincuenciales para enfrentar al delito.
En un Estado constitucional y democrático de derecho, que hasta el
momento es la forma política y jurídica más acabada para vivir civiliza-
damente, se parte de que toda persona sin excepción es titular de los dere-
chos inherentes a su dignidad, dentro de los que destaca la presunción de
inocencia. Luego, hasta que no se demuestre plenamente la culpabilidad
de alguien y así lo decrete la autoridad jurisdiccional, esa persona debe ser
considerada y tratada como inocente.
Por fortuna, la reforma constitucional en materia penal de 2008 consa-
gró los derechos de los presuntos responsables de los delitos y de las víctimas.
Dentro de los derechos de los presuntos responsables de los delitos se
encuentra la presunción de inocencia. Por fin, algunos estados de la Repú-
blica han mostrado voluntad para cumplir con este derecho, también consa-
grado por el derecho internacional, y que México asumió desde hace tiem-
po, a pesar de la vacatio legis de ocho años para la entrada en vigor del nuevo
sistema de justicia penal. Muchos gobernantes se han valido de este lapso
para omitir implementar la reforma e incumplir la Constitución. Siguen
con viejas prácticas, bajo las cuales exhiben mediáticamente a los detenidos
y los presentan como si hubiera ya habido un juicio en el que se demostró
fehacientemente su culpabilidad. Tratan de ocultar sus deficiencias y co-
rrupción a través de “golpes” espectaculares.25

2. Órgano burocrático

Otro de los rasgos universales de la institución del Ombudsman es su anti-


burocratismo, que comprende dos vertientes: el tamaño de la estructura de
la organización y la manera en que los trámites se diligencian.
En cuanto al segundo aspecto, a nivel del estatuto jurídico y de la práctica
de la CNDH y los órganos homólogos se han alcanzado logros importantes
25
Alfonzo Jiménez, Armando, “Poder punitivo y derechos fundamentales”, Iter Criminis,
Revista de Ciencias Penales, México, núm. 14, tercera época, noviembre-diciembre de 2007, pp.
9-19.

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para el abatimiento de los rezagos y se tienen parámetros aceptables en cuan-


to a la duración de los procedimientos que se ventilan ante estos organismos.
En el caso del tamaño, por ejemplo, la CNDH ha crecido exponencial-
mente y ha abierto oficinas en varias entidades federativas.
Además, se ha contratado más personal y ha crecido el ejercicio del
gasto corriente.
Un Ombudsman no puede proyectarse como cualquier oficina burocrá-
tica. No dudo de que hay mucha carga de trabajo, pero de acuerdo con la
naturaleza del sistema constitucional de Ombudsman en México atiende a
nuestro régimen federal.
Recuerdo que en nuestro paso por la CNDH se veía con respeto y apre-
cio a las comisiones locales de derechos humanos. No solo eran parte de la
gran familia de defensores públicos de derechos humanos, sino eran verda-
deramente aliados en la causa por los derechos humanos. Bajo esa mística
surgieron los acuerdos de colaboración entre los organismos de las entidades
federativas y la nacional, y la constitución de la Federación Mexicana de
Organismos Públicos de Protección y Defensa de los Derechos Humanos.

3. Politización en la integración de los equipos de trabajo de los titulares de los organis-


mos públicos de derechos humanos (autonomía debilitada)

Aunque en la reforma constitucional de junio 2011 se incluyó un apa-


rentemente nuevo sistema de designación del presidente, de los miembros
del Consejo Consultivo de la CNDH y de los titulares de las entidades fede-
rativas, a través de un procedimiento de consulta pública, en las experien-
cias ya dadas, la intervención de los órganos legislativos han dado pie a una
intromisión y debilitamiento de la autonomía de los organismos de derechos
humanos. En efecto, como otros espacios públicos, el Ombudsman se ha puesto
en el ojo del huracán debido a que muchos legisladores ven como una opor-
tunidad de oro colocar a alguno de sus “cuadros” políticos o recomendados
sin importar si estos cumplen con el perfil, ni siquiera si conocen el tema re-
lativo a la defensa de los derechos humanos. Los legisladores deben entender
que la única manera de fortalecer el trabajo del Ombudsman es permitirle al
titular, nombrar libremente a sus colaboradores más cercanos y desarrollar el
servicio civil de carrera para el personal técnico de la institución.

4. La eficacia horizontal de los derechos humanos en la vía no jurisdiccional

Como consecuencia de la reforma constitucional de junio de 2011 en


materia de amparo, el Congreso de la Unión expidió la correspondiente

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ley reglamentaria, que fue publicada en abril de 2013. La nueva Ley de


Amparo recoge los mandatos de la modificación constitucional y establece
cambios importantes en cuanto a las reglas aplicables al juicio de amparo.
Dentro de los nuevos criterios que contempla la Ley de Amparo está la posi-
bilidad de la procedencia del juicio contra particulares. El nuevo dispositivo
jurídico trata a los particulares como autoridad responsable, en el supuesto
de que realicen actos equivalentes a los de la autoridad como consecuencia
del ejercicio de ciertas de las funciones que realizan por estar previstas así
en una norma general.
El doctor Edgar Corzo Sosa, a título de ejemplo, menciona el caso de
los propietarios, poseedores o administradores de los establecimientos mer-
cantiles, quienes a efecto de hacer cumplir la prohibición de fumar en de-
terminadas áreas cerradas están en condiciones de requerir a las personas,
con fundamento en la norma general, que no fumen e, inclusive, pueden
solicitar el apoyo de las fuerzas del orden para hacer exigible dicho man-
dato, ya que en caso de no hacerlo pudieran incurrir en responsabilidades
jurídicas.26

5. El nuevo régimen de suspensión de derechos humanos

El artículo 29 de nuestra ley fundamental, referente a lo que en la doc-


trina constitucional es conocido como “poderes de emergencia” o “dictadu-
ra constitucional”, fue puesto en concordancia con los criterios del derecho
internacional de los derechos humanos.
Este mecanismo, que en el caso mexicano participan preponderante-
mente órganos políticos, tiene dos cuestiones dignas de comentar.
La primera, que genera preocupación y que tiene que ver con el tema
central de este ensayo. El nuevo precepto define con claridad qué derechos
no pueden ser objeto de restricción y suspensión, así como todas aquellas
garantías judiciales para hacer efectivos esos derechos. Esto significa que
una garantía constitucional no jurisdiccional, como lo son los organismos
públicos de derechos humanos previstos en el artículo 102, apartado B, de
la Constitución general de la República, sí pueden ser objeto de restricción
o suspensión. Algo alarmante para un Estado democrático de derecho. ¿Por
qué la distinción? ¿Tendría en claro el poder revisor de la Constitución lo
que aprobó? Pienso que no.

26
Corzo Sosa, Edgar, Nueva Ley de Amparo 2013, México, Tirant lo Blanch, 2013, pp. 21
y 22.

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VIII. Propuestas para el fortalecimiento


del sistema

Uno de los grandes desafíos que enfrentan las instituciones públicas de-
dicadas a la defensa no jurisdiccional de los derechos humanos es cómo
aumentar su credibilidad y prestigio.
Lo anterior se logra a partir de la designación de los titulares de esos
órganos.
En México, como en otros países, es muy común que se politicen los
nombramientos de los servidores públicos sin importar la trascendencia de
la función de ciertos órganos.
El caso del Ombudsman no es la excepción.
Hemos visto cómo los legisladores de los distintos partidos políticos
aprovechan la oportunidad de designar al titular de ese órgano, para nego-
ciar posiciones para sus allegados o recomendados dentro de su estructura.
Los “representantes” sociales y quienes aspiran al máximo cargo dentro
de la organización del Ombudsman no tienen conciencia ni responsabilidad de
dicha concertación, toda vez que le hacen un gran daño a la institución,
lastiman su autoridad moral.
De ahí la pertinencia de modificar el mecanismo para el nombramiento
del presidente de la CNDH y sus equivalentes en las entidades federativas,
con la participación de los sectores de la sociedad civil, las principales barras
de abogados y las escuelas y facultades de derecho, para que por unanimi-
dad propongan una terna a la Cámara de Senadores, para que este órgano
legislativo lo designe.
Uno de los requisitos básicos que deben observar los candidatos es su
autoridad moral.
También sería crucial que quien ejerza la titularidad de estos organis-
mos no haga caso al “canto de las sirenas” y no acepte ningún otro cargo en
el ámbito público, en especial en las áreas de procuración de justicia.

IX. Bibliografía y otras fuentes

1. Bibliografía

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Propuestas para su urgente transformación, México, Grupo Mandala Editores-
Universidad Anáhuac del Sur, 1999.
Alfonzo Jiménez, Armando, La defensa no jurisdiccional de los derechos humanos,
Buenos Aires, Ad-Hoc, 2013.

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