El Ombudsman en Mexico
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Jorge Madrazo1
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1. Independencia
2. Autonomía
4 Fairén Guillén, Víctor, El Defensor del Pueblo –Ombudsman–, t. I: Parte general, Madrid,
Centro de Estudios Constitucionales, 1982, pp. 46 y ss.; Rowat, Donald C., El ombudsman en
el mundo, traducción y apéndice de Carlos Giner de Grado, Barcelona, Teide, 1990, pp. 157-
159; Alfonzo Jiménez, Armando, “La experiencia del Ombudsman en México”, Idea Económica,
México, Universidad Iberoamericana, febrero-marzo-abril de 1996, pp. 54-63.
3. Autoridad moral
4. Neutralidad partidista
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la guerrilla denuncia acoso de las fuerzas armadas y, por otra, el gobierno im-
puta el carácter de delincuentes a quienes se levantaron en armas.
En definitiva, el Ombudsman no solo no debe tener militancia ni simpatía
por partido político alguno, sino que debe seguir un parámetro estricto en su
relación con las distintas fuerzas políticas, trato amable, pero con rigor técni-
co. De lo contrario, el titular se pondrá en vilo y carecerá de autoridad moral.
6. Carácter técnico
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¿Cómo era posible que una instancia del orden público formulara sus decisio-
nes sin que contara con la fuerza del imperio de la ley?
Una institución ajena a nuestra tradición jurídica, ¿para qué?
Pero si ya teníamos el amparo ¡ese sí, un verdadero proceso jurisdiccional
que obliga a las partes a su cumplimiento!
¿Por qué romper la uniformidad? ¿Por qué ir más allá del pensamiento
único?
En efecto, el Ombudsman le generaría comezón a más de uno. Incluso, al-
gún ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se preguntaba
cómo el Estado iba a ir en contra del mismo Estado.7
Por fortuna, ya en tiempos más avanzados en cuanto a la democratización
del país, es perfectamente aceptable que existan distintas perspectivas del de-
recho.
El derecho en primer lugar es lenguaje. Es decir, discurso. No corresponde
a la exactitud de las ciencias naturales.
Y como discurso, el derecho a base de argumentos, de razonamientos,
claro que puede generar convencimiento.
Si el derecho solo fuera fuerza obligatoria, entonces, la regularidad de los
arreglos entre las personas sería exclusivamente por la vía jurisdiccional, y
esto no es así.
7 Gudiño Pelayo, José de Jesús, El Estado contra sí mismo. Las comisiones gubernamentales de
derechos humanos y la deslegitimación de lo estatal, México, Noriega Editores, 1998.
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8
Alfonzo Jiménez, Armando, La defensa no jurisdiccional de los derechos humanos, cit., p. 53.
9
“Estatutos de la Federación mexicana de organismos públicos de protección y defensa
de los Derechos Humanos”, Gaceta, México, Comisión Nacional de Derechos Humanos,
núm. 41, diciembre de 1993, pp. 11-16.
10 Madrazo, Jorge, “Presentación”, Estatutos de la Federación Iberoamericana de Defensores del
Pueblo, Procuradores, Comisionados y Presidentes de Comisiones Públicas de Derechos Humanos, México,
Impresos Chávez, 1995, pp. 5-7.
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11
AlfonzoJiménez, Armando, “Los medios de comunicación social y la opinión pública:
aliados imprescindibles del Ombudsman”, El Cotidiano, México, año 19, núm. 63, julio-agosto
de 1994, pp. 78-82.
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1. El nuevo sistema
15
Anzures Gurría, José J., “La eficacia horizontal de los derechos fundamentales”, Cues-
tiones Constitucionales. Revista Mexicana de Derecho Constitucional, México, núm. 22, enero-junio de
2010, pp. 3-51.
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16
Por
ejemplo, durante 2012, de un total de 10,237 casos concluidos solo 75 se refieren a
recomendaciones. Véase Informe de Actividades 2012, México, CNDH, 2013, t. I, pp. 12 y 13.
17
“Retos y perspectivas del sistema nacional de protección no jurisdiccional de los dere-
chos humanos”, Temas y tópicos de derechos humanos, México, CNDH, 1995, pp. 29-40.
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7. La CNDH y su autonomía
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El párrafo noveno del artículo 102, apartado B, impone como una obli-
gación al titular de la CNDH, rendir un informa anual de actividades a los
tres poderes de la Unión: al Legislativo, al Ejecutivo y al Judicial. Desde mi
perspectiva, más como una rendición de cuentas, que en todo caso se jus-
tificaría frente al órgano de designación; es decir, el Legislativo, representa
una magnífica oportunidad para que los medios de comunicación difundan
los resultados obtenidos y para que la opinión pública conozca el trabajo, las
problemáticas y los desafíos que enfrenta el Ombudsman nacional.
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21 Ibidem, p. 318.
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Ya han pasado más de veinte años desde que se creó el sistema de pro-
tección no jurisdiccional más grande del mundo.
En el recorrer de los años, la actuación de estos órganos no ha estado
exenta de las críticas, unas bien sustentadas y otras de mala fe.
A continuación daremos cuenta de los principales cuestionamientos
que se le han dirigido al Ombudsman en México, y también aprovecharemos
este apartado para referirnos de algunas de las debilidades que advertimos,
a la luz de la reforma constitucional de junio de 2011.
1. Defensores de delincuentes
Los organismos públicos protectores de derechos humanos han sido víc-
timas de campañas de desinformación para colocarlos preponderantemente
24
Alfonzo Jiménez, Armando, “La Comisión Nacional de Derechos Humanos y los
asuntos laborales”, Trabis, México, año 1, núm. 1, enero-febrero de 1997, pp. 4-6.
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2. Órgano burocrático
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26
Corzo Sosa, Edgar, Nueva Ley de Amparo 2013, México, Tirant lo Blanch, 2013, pp. 21
y 22.
Uno de los grandes desafíos que enfrentan las instituciones públicas de-
dicadas a la defensa no jurisdiccional de los derechos humanos es cómo
aumentar su credibilidad y prestigio.
Lo anterior se logra a partir de la designación de los titulares de esos
órganos.
En México, como en otros países, es muy común que se politicen los
nombramientos de los servidores públicos sin importar la trascendencia de
la función de ciertos órganos.
El caso del Ombudsman no es la excepción.
Hemos visto cómo los legisladores de los distintos partidos políticos
aprovechan la oportunidad de designar al titular de ese órgano, para nego-
ciar posiciones para sus allegados o recomendados dentro de su estructura.
Los “representantes” sociales y quienes aspiran al máximo cargo dentro
de la organización del Ombudsman no tienen conciencia ni responsabilidad de
dicha concertación, toda vez que le hacen un gran daño a la institución,
lastiman su autoridad moral.
De ahí la pertinencia de modificar el mecanismo para el nombramiento
del presidente de la CNDH y sus equivalentes en las entidades federativas,
con la participación de los sectores de la sociedad civil, las principales barras
de abogados y las escuelas y facultades de derecho, para que por unanimi-
dad propongan una terna a la Cámara de Senadores, para que este órgano
legislativo lo designe.
Uno de los requisitos básicos que deben observar los candidatos es su
autoridad moral.
También sería crucial que quien ejerza la titularidad de estos organis-
mos no haga caso al “canto de las sirenas” y no acepte ningún otro cargo en
el ámbito público, en especial en las áreas de procuración de justicia.
1. Bibliografía
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2. Otras fuentes