El Libro de Rut PDF

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RESEÑA 71 CORREGIDA:Reseña Biblica 16/09/11 10:56 Página 1

OTOÑO 2011 • Nº 71
EL LIBRO DE RUT
Coordinadora: Dra. Mercedes Navarro Puerto

EDITORIAL .............................................. Pág. 2 5. El libro de Rut y su repercusión en el


arte. Entre la fidelidad y la traición ..... Pág. 41
Carmen YEBRA ROVIRA
SECCIÓN MONOGRÁFICA

1. Buscadoras de un nombre. SECCIÓN ABIERTA


Memoria de Noemí............................... Pág. 4 1. Rut, una amiga para salir de la crisis ... Pág. 52
Dolores ALEIXANDRE Raúl BECERRIL AVENDANO

2. Rut, un libro subversivo ........................ Pág. 11


SECCIÓN DIDÁCTICA
Mercedes NAVARRO PUERTO
1. Dramatización del libro de Rut ......... Pág. 62
3. Rut y la Torá .......................................... Pág. 21 Juan Carlos GARCÍA DOMENE
María Luisa MELERO GRACIA
SECCIÓN INFORMATIVA
4. El libro de Rut según la interpretación
rabínica .................................................. Pág. 31 1. Boletín bibliográfico bíblico............... Pág. 68
Guadalupe SEIJAS 2. Noticias............................................... Pág. 69
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EDITORIAL

ay historias que no caducan. Mantienen su frescura ante el paso de los

H años y a través de las culturas. El libro bíblico de Rut es una de ellas. Su


actualidad reside en su capacidad para la irrupción sorpresiva de lo ines-
perado en lo esperado, de lo desconocido a través de lo conocido y familiar. Es
una historia de resistencia, y no solo de supervivencia. Al adentrarnos en ella
advertimos que su sentido teológico se va desvelando sin violencia, de una ma-
nera natural. En esta historia se tratan cuestiones como la situación vulnerable
de las mujeres emigrantes, la supervivencia, la continuidad o ruptura de las tradi-
ciones, los miedos a lo nuevo cuando lo antiguo está abocado a un cambio, los
temores a perder lo importante, la necesidad de reinterpretar las historias que
nos identifican y la importancia de las hermenéuticas literarias y visuales. Es un
buen momento para recuperar el libro.
La metodología de la reinterpretación creativa nos permite comenzar por la
historia misma, en primera persona del singular, desde el punto de vista de
Noemí, coprotagonista con Rut (Dolores Aleixandre). No debemos olvidar que
esta obra, como afirman sus especialistas, fue compuesta en un contexto de auto-
ría femenina. La historia narrada reclama su contexto, sus características textua-
les, sociales, históricas, religiosas y teológicas en un recorrido panorámico que
hace de encuadre (Mercedes Navarro) y pone de relieve elementos subversivos
del relato. Rut es un libro que está remitiendo continuamente a la Torá. Lo sor-
prendente es descubrir que la narración interpreta y contradice la Torá incluso
cuando intenta incluir a los diferentes en un contexto de exclusiones. Esto se
pone de manifiesto especialmente en todo lo referente a la supuesta contaminación
de la identidad mediante los matrimonios mixtos, la condición moabita de Rut,
el levirato o la regulación protectora del go’el (María Luisa Melero). El libro de
Rut tiene una interesante historia de recepción, tanto en ámbito judío como cris-
tiano. La recepción judía (Guadalupe Seijas), presentada mediante la interpreta-
ción rabínica, es literaria y adopta un punto de vista que parece reforzar valores

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propios del estereotipo tradicional femenino. La recepción cristiana (Carmen


Yebra), presentada mediante el arte básicamente occidental, es plástica, plasma-
da visualmente en la pintura y la escultura. Las artes plásticas revelan las diferen-
tes interpretaciones y usos de los personajes y de las escenas de la historia. La
exégesis y hermenéutica actuales muestran análisis y lecturas del libro bastante
diferentes de la lectura e interpretación que nos brinda la mayoría de los testimo-
nios de la historia posterior.
Los lectores y lectoras de este número de Reseña Bíblica tienen la posibilidad de
rescatar esta historia de lo divino en lo humano y de lo humano en lo divino,
como una muestra de la teología bíblica que entra, sin forzar, en la trama coti-
diana de nuestra realidad.

Mercedes Navarro Puerto

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En el contar y recontar la historia


de Israel, la fe del pueblo se consolida

BUSCADORAS y crece aprendiendo a escuchar la presencia


del Señor en medio de ellos y a servirlo.

DE UN NOMBRE. Abuela y madre, suegra y nuera hacen


memoria de sus vidas para descubrir

MEMORIA la acción salvadora de Dios que


se encierra en sus nombres: Noemí y Rut.

DE NOEMÍ Memoria que las pone en camino


y les aboca a que esos nombres hayan
de ser pronunciados en la historia
de Israel como huella del amor fiel
de Dios con su pueblo.

Dolores Aleixandre
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esde niña me gustaba escuchar de labios de mi promesa de dar a nuestros padres esta tierra en la que

D padre las antiguas historias de nuestros antepa-


sados. En los largos anocheceres de verano en
Belén, cuando hacía aún demasiado calor para entrar en
ahora vivimos, una tierra que mana leche y miel.
La noche en que recordábamos la historia en la que
Josué gritó: “¡Sol, quieto en Gabaón, y tú, luna, en el
la casa y dormir, nos sentábamos junto al muro del gra- valle de Ayalón!”, todos aplaudíamos y cantábamos:
nero, en la linde de la era, cerca del montón de trigo
El sol se detuvo en medio del cielo
que habían trillado esa misma tarde nuestros jornaleros.
y tardó un día entero en ponerse.
Mi madre nos repartía a cada uno un puñado de espigas Ni antes ni después ha habido
para que quitáramos la cáscara del grano que la trilla no un día como aquel,
había conseguido limpiar y, mientras lo hacíamos, mi cuando el Señor obedeció a la voz de un hombre,
padre nos narraba las viejas historias de nuestro pueblo. porque el Señor luchaba por Israel.
Nos gustaba escuchar sobre todo la historia de nues-
tra esclavitud en Egipto y cómo el Señor nos sacó de
Más adelante, cuando ya Josué había conquistado
allí con mano fuerte y brazo extendido: el mar de las
toda la tierra, como el Señor había dicho a Moisés, se la
Cañas se abrió aquella noche ante el cayado de Moisés
repartió por lotes a nuestras tribus y hubo una gran paz.
con la misma facilidad con la que nuestra madre partía
aquellas sandías rojas que tanto nos gustaban. Otras Pero no todo eran historias felices. En algunas ocasio-
noches nos hablaba de los largos años del desierto du- nes nuestro padre nos contaba lo que ocurrió cuando a
rante los cuales ni se gastaron las san- Josué y a toda aquella generación que
dalias de nuestros padres ni se rompie- fue a reunirse con sus padres siguió
ron sus vestidos: el Señor los otra que no conocía al Señor ni lo que
acompañaba como una nube que los Nos gustaba escuchar había hecho por Israel: dieron culto a
protegía del calor del día y de la oscu- sobre todo la historia dioses extranjeros y se desviaron de
ridad de la noche, y los alimentaba de nuestra esclavitud sus caminos. Entonces los pueblos ve-
con el maná y el agua que manaba de cinos los oprimían y ellos clamaban al
en Egipto y cómo el Señor Señor, hasta que él se compadecía de
la roca. Y fue también su fuerza la que
los hizo vencer a Amalec y a Moab, a
nos sacó de allí con mano ellos y hacía surgir jueces que los sal-
Sijón, rey de los amorreos, y a Og, rey fuerte y brazo extendido. vaban de sus enemigos, porque le daba
de Basán, para entregarnos este her- lástima oírlos gemir bajo la tiranía de
moso país en el que ahora vivimos. sus opresores.
Josué, hijo de Nun, hizo que el arca de Entonces nuestro padre repetía las
la alianza del Dueño de toda la tierra palabras de Josué: “Elegid hoy a quién
pasara el Jordán delante de nuestros padres: cuando los queréis servir: a los dioses que sirvieron vuestros padres
pies de los sacerdotes que llevaban el arca pisaron el al otro lado del río o a los dioses de los amorreos, en
Jordán, la corriente del río se cortó y el agua que venía cuyo país habitáis. Yo y mi casa serviremos al Señor”.
de arriba se detuvo formando un embalse. Más tarde, el Y nosotros, puestos en pie, proclamábamos con todas
Señor entregó también a su pueblo la ciudad de Jericó, nuestras fuerzas: “¡Lejos de nosotros abandonar al
y sus murallas se derrumbaron ante el alarido de Israel Señor para ir a servir a otros dioses! Nosotros servire-
y el sonido de sus trompetas: estaba cumpliendo su mos al Señor: ¡es nuestro Dios!”.

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Ahora que soy anciana y he vuelto a Belén después (“mi suavidad”, “mi dulzura”) me pareció una gran
de los años duros y tristes de mi exilio, le cuento esas mentira, porque me había convertido en una mujer
mismas historias a Obed, el nieto que me ha dado mi vacía y habitada por la amargura. Ahora mis sentimien-
nuera Rut y que es la alegría de mi vejez. Él se sienta tos han cambiado y he llegado a comprender que recibí
junto a mí muy atento y yo le recuerdo que cuando mi nombre en mi nacimiento como una promesa aún
hablo de “servir al Señor” estoy pronunciando su nom- incumplida: solo llegaría a madurar con el tiempo, lo
bre, porque Obed significa “siervo” en nuestra lengua, mismo que ocurre con la siembra o con la gravidez de
y fue así como le llamaron nuestras vecinas el día de su las mujeres. Es ahora, en mi vejez, cuando se ha hecho
nacimiento. Y como también significa “el que escucha”, realidad, pero Obed es aún demasiado pequeño para
tiene que aprender a vivir muy atento y con sus oídos oírme contar mi propia historia: antes tiene que cono-
bien abiertos cuando el Señor le dirija su palabra. cer la de nuestro pueblo. Sin embargo, cuando Rut y
Siempre me ha gustado ahondar en el significado de yo nos sentamos juntas a tostar trigo o a amasar pan,
los nombres, aunque hubo un tiempo en el que el mío nos gusta hacer memoria juntas de cómo el Señor ha

Tumbas en la ladera del monte de los Olivos.

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ido conduciendo nuestras vidas hasta entregarnos en ré...”, el temor a la soledad y a las limitaciones de mi
plenitud lo que encerraban nuestros nombres. vejez habría paralizado mi deseo de volver a Belén y ya-
Recordamos aquel tiempo de pérdidas y duelo, cuando cería ahora en otra tumba en tierra extraña.
murieron los hombres bajo cuyos nombres nos habíamos Cuando entramos en Belén se alborotaron las veci-
refugiado y nos encontramos solas y nas: me habían visto salir hacia Moab
viudas. Ante nosotras se abrían dos ca- colmada de vitalidad, en compañía de
minos: quedarnos para siempre junto a Rut me confiesa que los mi esposo y mis hijos, y me veían
aquellas tumbas, llorando y lamentán- nombres con los que yo ahora retornar sin ellos, encorvada por
donos por la ausencia de los que ama- llamaba al Dios de Israel el peso de los años y del sufrimiento.
mos, o dejar atrás esa etapa de nuestra Renegué ante ellas de mi nombre:
vida y emprender el retorno hacia la
le hicieron temer en un “No me llaméis Noemí, llamadme
tierra que ahora prometía de nuevo principio que fuera aún peor ‘Amarga’, porque salí llena y vuelvo
darnos pan. Orfá, mi otra nuera, no que los ídolos de Moab que vacía...”. Y hasta me atreví, ante el es-
tuvo el valor de arrancarse del pasado y había abandonado. panto de quienes me oyeron, a hablar
volvió a su vida anterior, mientras que del Señor con nombres terribles que
Rut y yo nos pusimos en camino. Mu- expresaban mis quejas y mi rebeldía:
chas veces le recuerdo a ella que, si no es “el que me ha vaciado”, “el que me
hubiera sido por la firmeza decidida de las palabras que ha vuelto amarga”...
me dirigió: “Donde tú vayas, yo iré; donde vivas, vivi- Cuando hago memoria de aquella escena, Rut me
confiesa que los nombres con los que yo llamaba al
Dios de Israel le hicieron temer en un principio que
fuera aún peor que los ídolos de Moab que había aban-
donado. “El primero en hablarme del Señor de otra
forma –me recuerda– fue Boaz en nuestro primer en-
cuentro en su campo: ‘Que el Dios de Israel, bajo cuyas
alas has venido a refugiarte –me dijo–, te lo pague con
creces’. La imagen de un Dios protector y materno,
como un ave que recoge a sus polluelos, me sorprendió
y llenó mi corazón de gozo: supe en aquel momento
que también yo, la última entre los siervos del campo
en que espigaba, y además extranjera, tenía también
derecho a encontrar refugio bajo las alas de ese Dios.
No tenías razón, Noemí, al hablar de él como lo hicis-
te: mira cómo ahora estás de nuevo llena con mi hijo
Obed a tu lado y él te colma de la dulzura que creíste
haber perdido para siempre...”.
Yo me río y le respondo que tiene razón, pero que a
nuestro Dios no le ofende que derramemos ante él con
libertad lo que desborda de nuestro corazón, y, cuando

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la veo asentir, pienso que ella ha llegado a conocer al taste que Fares significa “brecha” y que, en el parto de
Señor mejor que yo, a pesar de que hace poco que per- Tamar, uno de los gemelos extendió su mano y la par-
tenece a nuestro pueblo. Ella me dice: “Es porque me tera le ató en ella un hilo, diciendo: ‘Este ha sido el pri-
siento envuelta en la bendición que mero en salir’, pero retiró su mano, y
pronunciaron ante Boaz los ancianos el otro salió antes. Entonces dijo la co-
y todo el pueblo: ‘¡Que a la mujer que También yo he abierto madrona: ‘¡Qué brecha has abierto!’. Y
va a entrar en tu casa la haga el Señor una brecha en la fama le llamó por ese nombre, Fares. Pienso
como Raquel y Lía, las dos que cons- que también yo he abierto una brecha
truyeron la casa de Israel! ¡Que tengas
de las mujeres moabitas: en la fama de las mujeres moabitas: el
riqueza en Éfrata y renombre en el nombre de Moab, unido nombre de Moab, unido al incesto de
Belén! ¡Que por los hijos que el Señor al incesto de Lot, ha estado Lot, ha estado siempre asociado a la
te dé de esta joven tu casa sea como la siempre asociado a la perdición y la ruina de los israelitas. Y,
de Fares, el hijo que Tamar dio a sin embargo, el Señor ha hecho de mí
perdición y la ruina
Judá!’. Cuando te pregunté después una portadora de bendición para Boaz,
por esas tres mujeres, Raquel, Lía y de los israelitas. un hijo de Israel. Y he abierto también
Tamar, tú me contaste sus historias: otra brecha en las costumbres de este
las dos primeras, hermanas, cómplices pueblo que rechaza a las mujeres ex-
y también adversarias entre sí por el tranjeras: conmigo ha roto su tradición
amor de Jacob, fueron, junto a Sara y Rebeca, nuestras y me ha invitado a cobijarme bajo sus alas, como si fue-
Matriarcas. Raquel, la Cordera, y Lía, la Fatigada: dos ran las del Señor”.
mujeres fuertes, libres y fecundas que llenaron de vida
y de orgullo el clan al que pertenecían, y sus doce hijos
siguen dando nombre a nuestras tribus”.
“También Tamar, la Palmera, fue una mujer vigorosa
que actuó con energía y sagacidad y no se resignó ante
el comportamiento injusto de Judá, su suegro: al negar-
se él a darle en matrimonio a otro de sus hijos, la con-
denaba a una esterilidad semejante a la muerte, pero
ella diseñó un plan para defender sus derechos. Es ver-
dad que acudió al engaño para conseguir ser madre,
pero el propio Judá reconoció que había actuado más
justamente que él, y el Señor la recompensó dándole
dos hijos gemelos”.
“Cuando conocí las vidas que se escondían detrás de
aquellos nombres –siguió diciendo Rut–, supe que ten-
dría que esforzarme mucho si quería que el mío fuera
digno de ser pronunciado junto a los suyos en la histo-
ria de nuestro pueblo. Hasta el nombre de Fares, el hijo
mayor de Tamar, me ha supuesto un desafío: me con-

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Me conmueve escuchar a mi nuera, porque contem- vidor, el Escuchador, o uno de sus descendientes alcance
plo cómo va afirmando día a día su identidad: no reco- algo aún más hermoso: que el Señor, lo mismo que a
nozco ya en esta mujer, erguida y segura de sí misma, Moisés, lo considere más que un siervo, un “amigo” con
a aquella muchacha temerosa que se presentó ante quien se habla cara a cara.
Boaz como “su sierva”, se postró ante él y se mostró Rut toma mis manos, emocionada, y me dice que va
extrañada de que prestara atención a una extranjera. a hacer suya la bendición que pronunciaron sobre mí
Ni tampoco a la que me contó, después de haber pa- las mujeres cuando nació Obed:
sado la noche con él en la era, que se le había acerca- Bendito sea Dios,
do “sigilosamente” y no se había dado a conocer hasta que te ha dado hoy quien responda por ti,
la medianoche. y este niño será para ti descanso y ayuda
Han ido madurando en ella sus mejores rasgos: aque- en tu vejez:
lla audacia con la que decidió acompañarme a Belén; su yo misma lo pongo en tu seno como signo
valentía para enfrentarse a lo desconocido y adentrarse de nuestra amistad fiel,
del amor y la lealtad que me llevaron a decirte
en una tierra que podía serle hostil; la responsabilidad
un día:
de ponerse a trabajar como espigadora para poder man-
“A donde tú vayas, iré yo;
tenernos; el vigor para permanecer en la tarea de sol a
donde tú vivas, viviré yo;
sol; el atrevimiento de pedirle a Boaz: “Extiende sobre tu pueblo es el mío, tu Dios es mi Dios;
mí tu manto...”. donde tú mueras, allí moriré y allí me enterrarán.
Estás empezando a recibir tu nombre –le digo–. Ya no Solo la muerte podrá separarnos”.
te sientes la esclava de nadie; ahora sabes que tu nombre
significa “amiga, cercana, próxima”, y por eso no te pos- Las últimas palabras de Rut se quedan resonando en
tras ni te arrodillas, sino que miras de frente y a los ojos. mi interior, porque allá, en lo más profundo, sé que
Porque fue así como soñó nuestro Dios a nuestra madre nuestros nombres permanecerán vivos en la memoria
Eva cuando la creó: al lado del varón, frente a él y a su de Israel, como una huella del amor fiel de nuestro
altura, ofreciéndole su ayuda y su apoyo y recibiéndolos Dios. Y la sombra que proyectan sus alas va más allá de
de él en total reciprocidad. Y quizá tu hijo Obed, el Ser- las fronteras de la muerte. n

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