Escipión El Africano
Escipión El Africano
Escipión El Africano
Escipión en Italia
Invasión romana del Norte de África
Escipión; Princeps Senatus
Ocaso de Escipión el Africano
Su muerte
Matrimonio y descendencia
Descendientes
Lugar de entierro
Publio Cornelio Escipión en la literatura, la
pintura y la música
Manga
Véase también
Notas y referencias
Bibliografía
Enlaces externos
Fuentes
Las fuentes existentes más antiguas que hablan de Escipión el Africano, se ubican en una Historia
Universal de Polibio. Dicho autor pertenecía al séquito del nieto de su héroe, Escipión Emiliano, y por lo
tanto, estaba familiarizado con la viuda de Escipión el Africano, sus hijas, su yerno, su cuñado y su amigo
más cercano, Cayo Lelio. Por lo que pudo informarse de manera concreta con todas estas personas mientras
que la fuente principal para el historiador Achaeano se convirtió en las historias de Lelio. Polibio describe
la vida de Escipión desde el comienzo de su carrera militar en 218 a.C., hasta su procesamiento en 180 a.
C. Pero la mayoría de los libros de Historia Universal que hablan de Publio Cornelio no están
completamente conservados.
Publio Cornelio Escipion ocupó un lugar importante en la «Historia de Roma desde la fundación de la
ciudad» por Tito Livio , quien estuvo bajo la notable influencia de Polibio, pero también usó las obras
perdidas de los analistas romanos. Las etapas principales de la vida de Escipión se describen en los libros
XXI - XXXIX. Plutarco dedicó a Escipión el africano una de sus "Vidas paralelas", siendo la suya
emparejada con la biografía de Epaminondas y escrita tal vez antes que todas las demás. Ambas
composiciones se han perdido, pero la información importante sobre Escipion está contenida en las
biografías del Censor Marco Porcio Catón, Quinto Fabio Máximo, y Tito Quincio Flaminino.
Apiano, otro historiador griego del siglo II d.C., habló sobre las guerras de Escipión el africano en varios
libros de su «historia romana», compilados sobre una base geográfica. Estos son los libros «Guerras ibero-
romanas», «Guerras púnicas» y «Asuntos sirios». Una descripción de varias campañas militares y batallas
individuales a menudo convierte a Apiano en un conjunto de pequeños episodios conectados, pero al
mismo tiempo el escritor a menudo ofrece versiones alternativas de los eventos, y esto dice que confía en la
tradición pre-Polibio.
Episodios separados de la biografía de Escipión se describen con más o menos detalle en colecciones
latinas de relatos históricos creados por Valerio Máximo y Pseudo-Aurelio Víctor , y en varias revisiones
generales de la historia romana escritas por ambos paganos (Veleyo Patérculo , Lucio Aneo Floro y
Eutropio) y cristianos (Paulo Orosio).
Los libros del investigador ruso T. Bobrovnikova, el británico BG Liddel Garth y H. Skallard, el
estadounidense Heywood, están dedicados principalmente a la biografía de Escipión.
Siendo joven todavía, le sorprendió la invasión de Italia por los ejércitos cartagineses de Aníbal Barca y
tuvo su primer encuentro con el mismo en la batalla del Tesino. Acompañaba entonces a su padre, por
entonces cónsul, y se le había asignado el mando de una turma (escuadrón de caballería) en la retaguardia,
alejado del peligro. Durante la lucha su padre fue herido y Publio, que entonces tenía 18 años, ordenó a sus
hombres que le siguiesen para rescatarlo. Viéndolos vacilar, cargó él solo, haciendo avergonzar a los
soldados, que no tuvieron más opción que seguirle. Finalmente un grupo de jinetes rodeó al cónsul,
logrando rescatarlo.
Más tarde el padre quiso recompensarlo con la corona cívica (a la que tenía derecho, por haber salvado a un
ciudadano), pero él la rechazó, aduciendo que la acción en sí ya era una recompensa. Hay versiones que
indican que en realidad fue un esclavo ligur quien rescató al padre de Escipión. Sin embargo, la reacción de
rechazar el premio encaja con la personalidad del futuro general.
También participó en la batalla de Cannas, la mayor derrota militar romana hasta la batalla de Arausio. Se
destacó luego de la derrota, cuando algunos patricios romanos, totalmente desalentados y viendo un futuro
sombrío para Roma, quisieron desertar y ofrecer sus servicios en el extranjero. Quedaron en realizar una
reunión para debatir el asunto. Al enterarse, Escipión interrumpió la junta y les instó a usar esa energía por
el bien de Roma. Les obligó a jurar lealtad a su patria bajo pena de matar a quien no lo hiciera. Todos lo
hicieron, uno por uno, temerosos y avergonzados de sus actos (incluso Quinto Fabio Máximo, hijo de
Fabio Máximo, el mayor enemigo político de la familia Escipión).
Debido a estas acciones Escipión ya se había ganado el favor del pueblo hasta tal punto que fue nombrado
por unanimidad edil curul en el año 212 a. C., aunque no tenía aún la edad preceptiva. En esta ocasión ya
dio indicios del orgullo que le caracterizó durante toda la vida pues, cuando los tribunos de la plebe se
opusieron a la edilidad que solicitaba, él respondió con altivez: "Si todos los quirites desean hacerme edil,
tengo los años suficientes".1
Después de Cannas, la situación llegó a su punto crítico cuando los ejércitos romanos enviados por el
Senado a Hispania, con el objetivo de acabar con las bases cartaginesas en la región, fueron aniquilados por
Asdrúbal Barca, hermano de Aníbal, muriendo en dichos combates Publio y Cneo Cornelio Escipión,
padre y tío respectivamente de Escipión el Africano, a causa de la traición de los mercenarios celtíberos.
Cayo Claudio Nerón fue enviado como propretor para reemplazarlos. Al año siguiente (210 a. C.) los
romanos decidieron reforzar su ejército en Hispania, y colocarlo bajo el mando de un procónsul. Pero
cuando el pueblo se reunió para elegir a un procónsul, ninguno de los generales con experiencia se atrevió
a demandar tan peligroso mando.
Fue entonces cuando el joven Escipión aprovechó la oportunidad. A pesar de que, con 24 años, no tenía
edad para ocupar dicho puesto, fue elegido por unanimidad, siendo una excepción a la regla, tolerada por la
precaria situación de Roma. Después de la votación mucha gente se preguntó si había votado
correctamente, ya que el muchacho carecía de experiencia militar y aún se encontraba de luto. Pero a
Publio le bastó con un discurso para calmar los ánimos.
Así, en el año 211 a. C. se autopropuso para procónsul, pero el Senado acabó negándose, encabezado por
Quinto Fabio Máximo, y fue enviado a Hispania con solo el grado de general, con un imperium sobre las
legiones en Hispania, sin tener ningún título debido a su poca experiencia y a su juventud, y con un nuevo
ejército constituido por dos legiones, y un consejo asesor de militares prestigiosos.
La campaña de Hispania
Al llegar a Hispania, los romanos controlaban otra vez solo la costa nororiental, desde los Pirineos hasta el
Iberus. Además, el ejército estaba desmoralizado por las derrotas y en clara inferioridad numérica frente al
ejército de Asdrúbal Barca y sus aliados celtíberos.
Aunque tenía órdenes de permanecer a la defensiva, las desobedeció y preparó la invasión de la Iberia
cartaginesa. Ordenó que la flota romana cargase con el equipo y las provisiones, mientras sus soldados
avanzaban rápidamente por la costa. Se dice que recorrió con todo el ejército, en una semana, el territorio
comprendido entre sus bases de la costa nororiental y la capital cartaginesa en Hispania, Carthago Nova (en
púnico Qart Hadast), la actual Cartagena.
El ejército cartaginés, que desconocía la marcha de Escipión hacia su capital y se hallaba en bases muy
alejadas, fue incapaz de llegar a tiempo para evitar el sitio. Carthago Nova cayó en 209 a. C. tras un
brevísimo episodio. Las tropas de Escipión atacaron por tres puntos: el istmo que unía la ciudad con tierra,
por mar y por la laguna del norte de la ciudad, que estaba descubierta de defensores. Escipión, dando
muestras de una
magnanimidad y
moderación impropias
de su época, prohibió
el saqueo de la ciudad
y respetó la vida de
sus ciudadanos;
respetando también la
vida de Magón,
comandante de la
guarnición de Cartago
Nova.
Muchos historiadores consideran la caída de Carthago Nova como el punto de inflexión de la segunda
guerra púnica. No en vano Cartago no solo había perdido su capital en Hispania, su principal base naval,
sino también sus minas de plata, gran cantidad de víveres y armas almacenadas e incluso a los prisioneros y
rehenes con los que se aseguraban la lealtad de los pueblos sometidos.
Escipión regresó a Tarraco sin ser molestado, donde permaneció durante el resto del año, ya que sus fuerzas
no eran lo suficientemente numerosas para enfrentarse al enemigo en el campo de batalla, y estaba ansioso
por fortalecer alianzas con los jefes hispanos.
En esto tuvo más éxito de lo que se podía haber anticipado. La captura de Carthago Nova, así como su
popularidad personal, llevó a que muchas de las tribus hispanas desertaran de la causa cartaginesa, y
cuando retomó las acciones en el año siguiente, 209 a. C., Indíbil y Mandonio, dos de los más poderosos y
hasta ahora más fieles partidarios de Cartago, abandonaron el campamento de Asdrúbal y esperaron la
llegada de Escipión.
Reforzado con sus nuevos aliados, el ejército romano avanzaba con rapidez por el sur. En el año 208 a. C.
se enfrentaron en Hispania Asdrúbal y Escipión en la batalla de Baecula, que terminó con la victoria de los
romanos. Sin embargo, el cartaginés logró escapar con parte de sus tropas y marchó por la Meseta,
logrando pasar los Pirineos hacia Italia para encontrarse con su hermano Aníbal, aunque antes de
conseguirlo fue derrotado por los dos ejércitos consulares, tras una emboscada, en la batalla del Metauro
(207 a. C.), donde fue muerto.
Al año siguiente, el propretor Marco Silano derrotó a Magón en Celtiberia, con lo cual este último marchó
al sur del país y se unió a Asdrúbal, el hijo de Giscón, en la Bética.
Escipión aprovechó para realizar la conquista del valle del Guadalquivir, llamado Baetis en época romana.
En 206 a. C. se produjo la última gran batalla en suelo hispano, enfrentándose cartagineses y romanos en la
batalla de Ilipa, cerca de Hispalis. Escipión volvió a triunfar, y el ejército cartaginés quedó definitivamente
destruido. Las últimas bases de Cartago en Hispania caían rápidamente. La última ciudad púnica en
Hispania, Gadir (la actual Cádiz), se rindió ese mismo año. Durante la campaña, Escipión asentó a sus
heridos y veteranos en una ciudad turdetana preexistente, a la que llamó Itálica, bajo y junto al actual
Santiponce, unos kilómetros al norte de Hispalis, la moderna Sevilla.
Por lo tanto, resuelve, antes de regresar a Roma, cruzar a África, y asegurar, si es posible, la amistad y la
cooperación de algunos de sus príncipes indígenas. Su influencia personal ya se había asegurado la
adhesión de Masinisa, que servía en el ejército cartaginés de Hispania, pero cuya deserción de sus antiguos
aliados era por el momento un secreto, y confía en que su mismo ascendiente personal servirá para ganar el
apoyo del todavía más poderoso Sifax, el rey de la tribu de los númidas masesilos.
Con solamente dos quinquerremes se aventuró a salir de su provincia, y llegar a la corte de Sifax. Allí se
encontró con su antiguo adversario, Asdrúbal, el hijo de Giscón, que había pasado de Gades con el mismo
fin.
Lelio, quien acompañaba a su amigo, relataba a Polibio que Escipión causó una gran impresión en Sifax, y
que este último llegó incluso a la conclusión de un tratado de alianza con el procónsul romano; pero la
verdad parece ser que el general cartaginés tuvo más éxito que el romano; un éxito, sin embargo, que fue en
gran parte debido a los encantos de su hija Sofonisba, a quien dio en matrimonio al rey de los númidas.
Escipión, a su vuelta a Hispania fue sorprendido por una formidable insurrección contra el poder romano
que había estallado entre muchos de los hispanos. Magón, quien se encontraba todavía en Gades, no había
tenido dificultades para instigar la revuelta. La insurrección, sin embargo, acabó pronto; y se infligió una
terrible venganza sobre la ciudad de Illiturgi, que había tomado parte principal en la revuelta.
Apenas este peligro desapareció, Escipión fue presa de una grave enfermedad. Ocho mil de los soldados
romanos, descontentos por no haber recibido su salario habitual, y ante impedimento de saquear los
pueblos, se aprovecharon de esta oportunidad para iniciar un motín, pero Escipión se recuperó a tiempo
para sofocarlo.
Posteriormente aplastó a los últimos restos de la insurrección en Hispania. Magón había abandonado
Hispania y cruzado a Liguria para intentar ayudar a su hermano Aníbal, por lo que ya no había más
enemigos en Hispania. Escipión en consecuencia, entregó el ejército romano, en el año 206 a. C., a los
procónsules L. Léntulo y L. Manlio Acidino, que habían sido nombrado como sus sucesores, y regresó a
Roma en el mismo año.
Escipión en Italia
La situación en la República romana había cambiado profundamente durante su ausencia. Aníbal no solo
no había vuelto a derrotar a las legiones, sino que había perdido casi todos sus apoyos: las principales bases
rebeldes (Capua, Tarento, Siracusa, etc.) habían caído y sus habitantes reducidos a la esclavitud. Asdrúbal,
cuyo ejército había cruzado los Alpes y se preparaba para reunirse con Aníbal, fue derrotado por los
romanos en la batalla del Metauro, en 207 a. C.
De nuevo en Roma, Escipión se convirtió en candidato al consulado, y fue elegido para el año siguiente
(205 a.C.) por el voto unánime de todas las centurias, a pesar de que aún no había ejercido el cargo de
pretor, y solo tenía treinta años de edad. Su colega fue Publio Licinio Craso Dives, que era Pontifex
Maximus, y no podía, por tanto, salir de Italia.
En consecuencia, si la guerra iba a continuar en el extranjero, la realización de la misma debía
necesariamente recaer sobre Escipión. Su objetivo era preparar un ejército con el que desembarcar en
África, amenazando a Cartago en su propio territorio y forzando así la marcha de Aníbal de Italia, pero los
más antiguos miembros del Senado, y entre ellos Quinto Fabio Máximo, se opusieron a este proyecto, en
parte por considerarlo arriesgado y en parte por celos al joven cónsul.
Todo lo que pudo obtener Escipión fue la provincia de Sicilia, con permiso para cruzar a África, si era en
beneficio de la República, pero el Senado se negó resueltamente a darle un ejército, con lo que la
autorización concedida a regañadientes carecía de utilidad práctica. Pero los aliados tenían una visión más
real de los intereses de Italia que el Senado romano: lo que este, cegado por sus miedos y sus celos, le
negaba, los aliados italianos generosamente se lo concedieron, y en todas las ciudades de Italia se reunieron
voluntarios para unirse al joven héroe, y para poder someter a Cartago sin la ayuda del gobierno romano.
El Senado no podía negarse a permitirle alistar voluntarios, y tal era el entusiasmo en su favor, que él fue
capaz de cruzar a Sicilia con un ejército y una flota contra las expectativas e incluso los deseos del Senado.
A pesar de que no tenía mando en Bruttii, asistió a la reducción de Locri, y después de la conquista de la
ciudad, dejó a su legado, Q. Pleminius, al mando del lugar. Este último fue culpable de tales excesos contra
los habitantes, que estos enviaron una embajada al senado romano para quejarse de su conducta. En el
curso de la investigación se alegó que Escipión había permitido que Pleminius continuara en el mando
después de haber sido plenamente informado de la mala conducta de su lugarteniente, y entonces Quinto
Fabio Máximo y sus otros enemigos aprovecharon la oportunidad para arremeter contra la conducta de
Escipión, y presionar para su retiro inmediato.
Aunque el Senado prestó oídos a estos ataques, no se atrevió a la revocación inmediata, pero envió una
comisión a Sicilia para investigar el estado del ejército y, si los cargos en su contra eran fundados, que le
ordenara volver a Roma. Los comisionados llegaron a Sicilia a principios del año 204 a. C. Durante el
invierno Escipión había estado ocupado en la realización de sus preparativos, y en ese momento su ejército
y la marina estaban en el estado más eficiente. Los comisionados se admiraron de lo que vieron. En lugar
de ordenar su regreso a Roma, le pidieron que cruzara a África lo antes posible.
Entre los legados que lo acompañaron en la expedición africana se encontraba Marco Marcio Rala, pretor
urbano aquel año.2
En la primavera de 203 a. C., Asdrúbal Giscón, y Sifax meditaban un ataque general por tierra y por mar
contra las fuerzas de Escipión, pero este último, que fue informado de su plan por algunos númidas, se
anticipó y atacó sus dos campamentos en la noche, causando ingentes pérdidas a los cartagineses y los
númidas, lo que permitió poner sitio a la ciudad de Útica. Los cartagineses y los númidas reunieron sus
últimas reservas (incluyendo mercenarios hispanos) para enfrentarse a Escipión. La consiguiente batalla de
los Grandes Campos culminó con la completa victoria romana, expulsando a Sifax del trono de Numidia y
obligando a Cartago a entablar negociaciones de paz. Aníbal fue llamado para que regresara de Italia.
Cartago y Roma acordaron que la paz se restableciera mediante la pérdida de Cartago de cualquier
posesión no africana, entrega de toda la flota de guerra, con excepción de unas cuantas naves, y el pago de
un tributo, así como el reconocimiento de Masinisa como rey independiente de Numidia. Sin embargo, al
llegar las tropas cartaginesas de Aníbal y Magón a África, se decidió romper el acuerdo mediante la
agresión a unas naves romanas que buscaron refugio de una tormenta cerca de Túnez. La guerra volvió a
empezar, pero la situación era ahora muy diferente.
Escipión reemprendió la campaña en África y se puso en contacto con Masinisa, quien le proporcionó 4000
jinetes y 6000 infantes. Aníbal, informado de su llegada, movilizó a su ejército, pero antes de entrar en
batalla trató de negociar con Escipión. No habiendo llegado a acuerdos, se dispusieron a la lucha.
El propio Aníbal decidió llevar a cabo las negociaciones de paz con Roma, pues comprendió que era inútil
seguir resistiendo. Las duras condiciones impuestas por Roma fueron: pérdidas de todas las posesiones de
Cartago fuera del continente africano; prohibición de declarar nuevas guerras sin el permiso del pueblo
romano; obligación de entregar toda la flota militar; reconocimiento de Masinissa como rey de Numidia y
aceptación de las fronteras entre Numidia y Cartago que este determinase; pago de 10 000 talentos de plata
(aproximadamente 260 000 kg) en 50 años; mantenimiento de las tropas romanas de ocupación en África
durante tres meses; entrega de 100 rehenes escogidos por Escipión, como garantía del cumplimiento del
tratado.
Aníbal aceptó las condiciones, a fin de que los romanos le dejaran en paz mientras ayudaba a Cartago a
reconstituir su poderío. El tratado fue ratificado por ambos senados, el cartaginés y el romano, en el año
201 a. C.
Escipión fue testigo en el senado del recrudecimiento de los conflictos externos que amenazaban a la
república.
Roma tuvo que enfrentarse, presionada por los griegos, con el rey de Macedonia Filipo V, antiguo aliado
de Aníbal. Este rey, que según algunos historiadores había enviado refuerzos a Cartago durante la batalla
de Zama, se había coaligado con Antíoco III, el rey de Siria.
En la propia Cartago se recrudecían los conflictos. Aníbal, elegido sufete, se enfrentaba a la oligarquía
púnica. Estos lo acusaron de preparar una nueva guerra contra Roma y pretendieron entregarle al senado
romano para que lo ejecutara. Sin embargo, Aníbal escapó de Cartago y se refugió en la corte de Antioco
III de Siria, ofreciéndosele como asesor militar.
En 193 a. C., junto con Cayo Cornelio Cetego y Marco Minucio Rufo, fue uno de los comisionados
enviados a África para mediar entre Masinisa y los cartagineses,3 y en el mismo año, de acuerdo con una
historia relatada por Quinto Claudio Cuadrigario, fue uno de los embajadores enviados a Antíoco en Éfeso,
en cuya corte Aníbal residía.
En 190 a. C. Lucio Cornelio Escipión, el hermano de Escipión el Africano y Cayo Lelio fueron elegidos
cónsules. Lucio, fue nombrado general del ejército que debía desembarcar en Asia Menor (Turquía) y
enfrentarse con Antíoco III. Publio marchó con él como su legado, aunque muchos historiadores
consideran que era él quien dirigía realmente el ejército.
En la guerra contra Antíoco, el joven hijo del Africano, que acompañó a su padre, cayó en manos del rey
de Siria. Este ofreció liberar a los cautivos sin rescate, si el Africano obtenía para él una paz favorable, pero
aunque el padre rechazó su propuesta, Antíoco envió de vuelta a su hijo mientras él estaba ausente del
ejército a causa de una enfermedad.
Los ejércitos romanos y sus aliados de Pérgamo se enfrentaron con las tropas sirias en la batalla de
Magnesia, en 190 a. C. Antíoco III no escuchó los consejos de Aníbal acerca de cómo debía situar las
tropas, despreciándolo por ser un general extranjero, e hizo caso a sus consejeros que propusieron un plan
que los llevaría a la derrota absoluta y a una gran victoria para Roma.
Antíoco III tuvo que ceder tierras a los aliados de Roma y pagar un fuerte tributo. Aníbal huyó al saber que
iba a ser entregado a los romanos, refugiándose en la corte del rey de Bitinia. Allí pasó unos años como
asesor militar del rey hasta que el Senado romano mandó soldados a apresarlo, por lo que, al enterarse, se
suicidó en 183 a. C.
Lucio Cornelio Escipión recibió por el éxito de esta campaña el sobrenombre de "el Asiático".
El Africano regresó a Roma con su hermano Lucio después de la finalización de la guerra en 189 a. C.,
pero sus últimos años fueron amargados por los continuos ataques de sus enemigos. Poco después de su
regreso, él y su hermano Lucio fueron acusados de haber recibido sobornos de Antíoco para tratar al
monarca con poco rigor, y de haberse apropiado de una parte del dinero que había pagado Antíoco al
estado romano. La acusación fue sostenida por M. Porcio Catón.
En 187 a. C., dos tribunos de la plebe en el nombre de Petillii, instigados por Catón y los demás enemigos
de los Escipiones, requieren a Lucio Escipión que diera cuenta de todas las sumas de dinero que había
recibido de Antíoco. Lucio elaboró, por consiguiente sus cuentas, pero cuando estaba en el acto de la
entrega, el orgulloso Africano indignado se las arrancó de las manos y las rompió en pedazos ante el
Senado. Esta altiva conducta parece haber producido una impresión desfavorable, y su hermano fue llevado
a juicio en el curso del mismo año, declarado culpable y condenado a pagar una fuerte multa.
El tribuno C. Minucio Augurino ordenó que lo llevaran a la cárcel y allí estuviera detenido hasta que el
dinero fuese pagado; ante lo cual el Africano, más enfurecido aún con este nuevo insulto a su familia,
rescató a su hermano de las manos de los oficiales del magistrado. Las propiedades de Lucio, sin embargo,
fueron confiscadas, y, aunque no eran suficientes para pagar la multa, sus clientes y amigos contribuyeron
generosamente para saldarla.
El éxito de la persecución de Lucio envalentonó a los enemigos del mismo Africano. Su acusador fue M.
Nevio, tribuno del pueblo, y la acusación no se hizo hasta el final de 185 a. C. Cuando el juicio se inició,
Escipión no se dignó decir una sola palabra para refutar los cargos que se habían hecho contra él.
Escipión posteriormente abandonó Roma, y se retiró a su casa de campo en Liternum. Los tribunos
deseaban renovar la persecución, pero Graco sabiamente los persuadió para que abandonaran la acusación.
Su muerte
Escipión nunca regresó a Roma. Él nunca se sometería a las leyes del Estado, y por lo tanto decidió
expatriarse para siempre. Pasó sus últimos días en el cultivo de su finca de Liternum, donde escribió sus
memorias, y al morir se dice que había pedido que su cuerpo fuera enterrado allí, y no en su país ingrato.
Su requerimiento fue atendido, y su tumba aún existía en Liternum en el tiempo de Tito Livio.
El año de su muerte es incierto. Polibio y Rutilio relatan que murió en el mismo año que mueren Aníbal y
Filopemen, es decir, en 183 a. C. Tito Livio y Cicerón ponen su muerte en 185 a. C., y Valerio de Ancio
antes de 187 a. C. La fecha de Polibio es muy probablemente la correcta.
Matrimonio y descendencia
Escipión se casó con Emilia Tercia, la hija de Lucio Emilio Paulo, que cayó en la batalla de Cannas y
hermana de otro cónsul Lucio Emilio Paulo Macedónico. Tuvieron un feliz y fructífero matrimonio. Emilia
tuvo una libertad y riqueza infrecuentes para una mujer patricia casada, y fue un modelo importante para
muchas mujeres jóvenes romanas,[cita requerida] lo mismo que su hija menor, Cornelia, madre de los Graco,
sería un importante modelo para muchas aristócratas romanas de la República tardía, incluyendo
supuestamente la madre de Julio César.
Escipión el Africano tuvo dos hijos. El mayor Publio Cornelio Escipión fue nombrado augur en el año 180
a. C.;4 nunca se presentó ningún cargo debido a su mala salud.5 El menor Lucio Cornelio Escipión se
convirtió en pretor en el año 174 a. C.,6 y fue expulsado del Senado por los censores.7 El hijo mayor,
Publio, adoptó a su primo carnal, el segundo hijo de su tío Lucio Emilio Paulo, quien recibió el nombre de
Publio Cornelio Escipión Emiliano.
Escipión y Emilia tuvieron también dos hijas. La mayor, Cornelia la Mayor, se casó con su primo segundo
Publio Cornelio Escipión Nasica Córculo, hijo del cónsul del año 191 a. C. que fue él mismo hijo del tío
paterno de Escipión el Mayor, Cneo Cornelio Escipión Calvo. Este yerno fue un romano distinguido por
derecho propio. Se convirtió en cónsul, abdicando o dimitiendo en el año 162 a. C. por razones religiosas,
siendo luego re-elegido en 155 a. C., censor en 159 a. C., princeps senatus, y murió como pontífice
máximo en el 141 a. C. Escipión Násica desempeñó muchas de las dignidades de su difunto suegro, y
destacó por su firme, aunque al final fútil, oposición a Catón el Censor sobre la suerte de Cartago desde
alrededor de 157 hasta el 149 a. C. Tuvieron al menos un hijo superviviente (véase más al respecto en la
parte inferior).
La hija menor fue más famosa en la historia; Cornelia, la joven esposa de Tiberio Graco el Mayor, hombre
ya entrado en años, o Tiberio Sempronio Graco, tribunal de la plebe, pretor, luego cónsul en 177, entonces
censor y cónsul de nuevo; se convirtió en madre de doce hijos, los únicos que sobrevivieron fueron los
célebres tribunos de la plebe Tiberio y Cayo. Los tres hijos supervivientes de esta unión estaban
condenados; los hermanos Graco murieron relativamente jóvenes, asesinados o forzados a suicidarse por
parientes más conservadores. El mayor de sus descendientes, y única hija superviviente, Sempronia, se casó
con el primo carnal de su madre, y su único primo por adopción, Escipión Emiliano Africano. La pareja no
tuvo hijos, y Sempronia llegó a odiar a su esposo después de que él perdonara el asesinato de su hermano
Tiberio en el 132 a. C. La misteriosa muerte de Escipión en 129 a. C., a los 56 años de edad, fue atribuida
por algunos a su esposa, y por otros a políticos rivales.[cita requerida]
Los únicos descendientes vivos de Escipión a lo largo del período republicano tardío fueron los
descendientes de sus dos hijas, habiendo muerto sus hijos sin descendencia legítima. El último hijo
superviviente de su hermana menor Sempronia, esposa y luego viuda de Escipión Emiliano, estaba viva
aún en el año 102 a. C.
Su otro nieto conocido Publio Cornelio Escipión Nasica Serapión fue mucho más conservador que sus
primos los Graco. Él y sus descendientes todos se fueron haciendo cada vez más conservadors, en marcado
contraste con el padre y los abuelos. El nieto mayor de Escipión el Africano Publio Cornelio Escipión
Nasica Serapión se convirtió en cónsul en 138, mató a su propio primo Tiberio Sempronio Graco (163–132
a. C.) en 132. Escipión Násica Serapión, aunque pontífice máximo fue enviado a Asia Menor por el
Senado para escapar de la ira de los defensores de los Gracos, y murió misteriosamente allí, en Pérgamo, y
se cree que fue envenenado por un agente de los Graco.
El hijo de Serapión, el cuarto Escipión Násica, fue aún más conservador, y fue elevado al consulado en 111
a. C. Los hijos de este Escipión Násica se convirtieron en pretores solo poco antes de la guerra Social o de
los marsos, que empezó en el año 91 a. C. Sin embargo, un nieto, adoptado por la familia noble plebeya de
los Cecilios Metelos, se convirtió en Metelo Escipión quien se alió con Pompeyo el Grande y Catón el
Joven, y se opuso a Julio César. Metelo Escipión fue el último Escipión en distinguirse política o
militarmente.
Ninguno de los descendientes de Escipión, salvo Escipión Emiliano, sobrino de su mujer que se convirtió
en su nieto adoptivo, se le acercó en el nivel alcanzado por su carrera política y éxitos militares.
Descendientes
Con Emilia Tercia
1. Publio Cornelio Escipión Africano – hijo mayor, padre adoptivo de Escipión Emiliano, no
tuvo descendencia natural
2. Lucio Cornelio Escipión – hijo menor, sin descendencia legítima
3. Cornelia – hija mayor, se casó con Publio Cornelio Escipión Nasica Córculo
1. Publio Cornelio Escipión Nasica Serapión, se casó con Cecilia Metela
1. Publio Cornelio Escipión Násica Serapión – hijo
1. Publio Cornelio Escipión Nasica – hijo, se casó con Licinia, hija de Lucio Licinio
Craso
1. Quinto Cecilio Metelo Escipión – hijo mayor, nació con el nombre de Publio
Cornelio Escipión Nasica, adoptado por Quinto Cecilio Metelo Pío, se casó
con Emilia, hija de Mamerco Emilio Lépido Liviano
1. Un hijo – murió joven
2. Otro hijo – murió alrededor de 70
3. Posiblemente un hijo adoptado
4. Cornelia – única hija, casada primero con Publio Licinio Craso y después
con Pompeyo, sin descendencia.
2. Lucio Licinio Craso Escipión –hijo menor, adoptado por su abuelo Lucio
Licinio Craso
2. Cornelia – hija, se casó con Publio Cornelio Léntulo
1. Cneo Cornelio Léntulo
4. Cornelia – hija menor, casó con Tibero Sempronio Graco
1. Tiberio Graco – hijo mayor de los tres hijos supervivientes, se casó con Claudia, hija de
Apio Claudio Pulcro
1. 3 hijos, muertos jóvenes
2. Cayo Graco – hijo menor de los tres hijos supervivientes, se casó con Licinia, hija de
Publio Licinio Craso Dives Muciano
3. Sempronia – única hija de los tres hijos supervivientes, se casó con Escipión Emiliano,
sin descendencia
4. Otros 9 hijos, muertos en la infancia
Lugar de entierro
La arqueología aún no ha determinado el lugar de enterramiento de Escipión el Africano. La tumba de los
Escipiones ha sido descubierta y está abierta al público, pero no se cree que Escipión Africano fuera
enterrado allí. Existe la posibilidad de que hubiera regresado a Roma y descansara allí en una cripta aún no
descubierta. Livio dice en su Historia de Roma que estatuas de Escipión el Africano, Lucio Escipión y del
poeta Ennio, un amigo de la familia, estaban en la tumba de los Escipiones cuando él la visitó. Sin
embargo, Séneca,8 habiéndose trasladado a la villa en Liternum que perteneció a Escipión el Africano,
dice que él había «reverenciado su espíritu [el del Africano] y a un altar que creo que es la tumba de aquel
gran guerrero». Esto sugiere que se sabía que el Africano no estaba enterrado dentro de Roma, y es posible
que su sarcófago realmente se pareciera a un altar, aunque no hay evidencia directa de esto, si se tiene en
cuenta que el del «fundador» de los Escipiones, Lucio Cornelio Escipión Barbato, que puede encontrarse
en lugar de honor en la tumba familiar, tiene un estilo semejante al de un altar.
Fratelli d'Italia,
l'Italia s'è desta,
dell'elmo di Scipio
s'è cinta la testa. La clemencia de Escipión. Cuadro
Goffredo Mameli de Sebastiano Ricci en la Royal Art
Colection de Londres.
El escritor, filólogo y lingüista español Santiago Posteguillo escribió una trilogía de novelas
históricas sobre la figura de Escipión el Africano, con Africanus: el hijo del cónsul en 2006 y
continuando con Las legiones malditas y La traición de Roma.
Manga
Como un Drifter en el manga, y posterior adaptación de anime, de Drifters (escrito e
ilustrado por Kōta Hirano), en donde es trasladado a un mundo paralelo donde se
reencontrará con Aníbal y otros personajes históricos, para luchar contra el Rey Oscuro y
sus Ends.
Véase también
Cornelios Escipiones
Cneo Cornelio Escipión
Amílcar Barca
Aníbal Barca
Asdrúbal Barca
Cornelia
Notas y referencias
1. T. Livio, Ab Urbe condita XXV, 2 (http://www.thelatinlibrary.com/livy/liv.25.shtml#2)
2. Smith, 1867, p. 640.
3. Tito Livio. XXXIV, 62.
4. Livio, Historia de Roma 20.24.
5. Cicerón, Bruto, una historia de oradores famosos 77.
6. Broughton, vol. 1, p. 404.
7. Livio, Historia de Roma 41.27.
8. Séneca, Epístola 86.1.
9. Marco Tulio Cicerón, Sobre la república, Biblioteca Clásica Gredos, pp. 158-171.
Traducción: Álvaro D'ors.
10. Macrobio (2006). Comentario al Sueño de Escipión de Cicerón. Madrid: Editorial Gredos.
ISBN 978-84-249-2851-3.
Bibliografía
Fuentes Primarias
Polibio, Historias.
Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación.
Fuentes secundarias
H. H. Scullard, Scipio Africanus: Soldier and Politician, Thames and Hudson, Londres,
1970. ISBN 0-500-40012-1.
H. H. Scullard, Scipio Africanus in the Second Punic War Thirlwall Prize Essay (University
Press, Cambridge, 1930).
Smith, William (1867). Dictionary of Greek and Roman Biography and Mythology (https://arc
hive.org/details/DictionaryOfGreekAndRomanBiographyAndMythology) (en inglés). Little
Brown and Company.
Enlaces externos
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