Resumen El Crátilo
Resumen El Crátilo
Resumen El Crátilo
El diálogo se gesta entre Crátilo quien sostiene que cada uno de los seres tiene el
nombre exacto por naturaleza, respondiendo a la realidad (teoría naturalista del
lenguaje); Hermógenes, quien argumenta lo contrario, es decir, que los nombres
son producto de la convención o consenso, algo que imponen mediante un
acuerdo, y Sócrates, como mediador, criticando y analizando ambas posturas
desde dos ópticas: la epistémica y la metafísica. Aunque éste parece tambalearse
entre ambas teorías, mostrándose en concordancia ora con una, ora con otra, al
final veremos cómo el ateniense rechaza ambas posturas.
Desarrollo
Una de las primeras contradicciones con las que comienza el texto es con la de
Crátilo. Éste sostiene que todos los nombres- incluido el de él - son literales y
revelan la naturaleza de las cosas. Entonces Hermógenes le pregunta si todos los
hombres tienen también el nombre que les corresponde por naturaleza y Crátilo le
responde “Tu nombre al menos no es Hermógenes ni aunque te llame así todo el
mundo” (Platón 532) debido a que Hermógenes significa “del linaje de Hermes” y
este nombre no le corresponde, debido a sus dificultades pecuniarias y a su poca
facilidad de palabra (Calvo 532).
Sóc.- “¿Hay algo a lo que llamas hablar con la verdad y hablar con falsedad?”
(Platón 533).
Herm.- Sí.
Esto deja un poco perplejo a Hermógenes ya que dice que aunque en algún
momento se sintió atraído por lo que afirma Protágoras, no le parece que sea así
del todo. El diálogo continúa, luego Sócrates concluye, en contraposición a la
negación de la validez objetiva del conocimiento de Protágoras, esbozando su
metafísica y mostrando un aparente rechazo por el convencionalismo de
Hermógenes y que se repetirá al final del diálogo en contra de Crátilo:
Sóc.- Por consiguiente, si ni todo es para todos igual al mismo tiempo
y en todo momento, ni tampoco cada uno de los seres es distinto
para cada individuo, es evidente que las cosas poseen un ser propio
consistente. No tienen relación ni dependencia con nosotros ni se
dejan arrastrar arriba y abajo por obra de nuestra imaginación, sino
que son en sí y con relación a su propio ser conforme a su naturaleza
(Platón 536).
(…)
Sócrates continúa su discurso y dice que es evidente que los dioses aplican con
exactitud los nombres que son por naturaleza y tanto él como Hermógenes
convergen en que los hombres (varones) son quienes deben aplicar los nombres
con más exactitud, ya que según éstos - como era común en su época misógina-
son más sensatos que las mujeres.
La tertulia de pronto comienza a ser objeto de análisis etimológico y Sócrates
aduce la siguiente afirmación para justificar las fantásticas etimologías que se
presentan en buena parte del texto:
Sóc.- “Nada importa que sean unas u otras las letras que expresan el mismo
significado; ni tampoco que se añada o suprima una letra con tal que siga siendo
dominante la esencia de la cosa que se manifiesta en el nombre” (Platón 546).
Sócrates da un ejemplo de tal situación con los nombres Astyánax y Héktor que
solo tiene la letra t en común, y, sin embargo significan los mismo (señor y dueño,
respectivamente)
Que por cierto buena parte de las etimologías, sostiene José Luis Calvo, son
falsas etimologías, es decir, suelen consistir en relacionar una palabra con otra de
su misma raíz; la mayoría son pura fantasía, y puede que Platón lo haga para
ironizar sobre la forma en que procedían los sofistas en sus etimologías (544 y
545).
Sócrates repara en las etimologías para explicar que hay ciertos nombres de
dioses y personas que analizando sus raíces, nos podemos dar cuenta de que sus
nombres corresponden a la naturaleza de esos seres (de nuevo se inclina por la
teoría naturalista), y sobre todo, como ya se mencionó hace un momento, los de
los dioses.
Sóc.- “Entonces, según parece, el nombre es una imitación con la voz de aquello
que se imita; y el imitador nombra con su voz lo que imita” (Platón 585).
Pasa a dejar de lado esta hipótesis para luego proponer que el legislador que
impuso el lenguaje redujo todo a letras y sílabas, creando un signo y un nombre
para cada uno de los seres, y a partir de aquí, compuso el resto mediante la
imitación con estos mismos elementos
Sóc.- “Es manifiestamente ridículo, Hermógenes -pienso yo-, que las cosas hayan
de revelarse mediante letras y sílabas. Sin embargo, es inevitable, pues no
disponemos de nada mejor que esto a lo que podamos recurrir sobre la verdad de
los nombres primarios” (Platón 588).
Por fin, Sócrates logra hacer hablar a quien parece que ha renunciado al lenguaje;
Crátilo, y lo hace aparentemente defendiendo la postura de Hermógenes:
Crát.- Sí.
(…)
Sóc.- ¡Claro que yo, personalmente, prefiero que los nombres tengan
la mayor semejanza posible con las cosas! Pero temo que, en
realidad, como decía Hermógenes, resulte forzado arrastrar la
semejanza y sea inevitable servirse de la convención, por grosera
que ésta sea, para la exactitud de los nombres (Platón 600).
Sóc.- ¿En qué sentido diremos que impusieron los nombres con
conocimiento, dado que no hay otra forma de conocer las cosas que
a partir de los nombres?
Sóc.- “Pero temo que, en realidad, como decía Hermógenes, resulte forzado
arrastrar la semejanza y sea inevitable servirse de la convención, por grosera que
ésta sea, para la exactitud de los nombres” (Platón 600).
Por último, Sócrates alude al fundamento heraclíteo para dejar la pregunta abierta
sobre el origen de los nombres. Se pregunta si quienes impusieron los nombres lo
hicieron con la idea de que todo se mueve y fluye, que él cree que así pensaban,
como ya mencionamos acerca de la raíz de la palabra Dios.
Sóc.- Pero es más, tampoco podría ser conocido por nadie. Pues en
el instante mismo en que se acercara quien va a conocerlo, se
convertiría en otra cosa distinta, de forma que no podría conocerse
qué cosa es o cómo es.
En definitiva, Crátilo, quizá las cosas sean así, o quizás no… (Platón
606).
Referencias