Las Crisis Financieras
Las Crisis Financieras
Las Crisis Financieras
HUGO CELIS
CONTADURIA PUBLICA
8 SEMESTRE
BOGOTA
INTRODUCCION
La Gran Depresión, también conocida como crisis de 1929, fue una gran crisis financiera mundial
que se prolongó durante la década de 1930, en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Su
duración depende de los países que se analicen, pero en la mayoría comenzó alrededor de 1929 y
se extendió hasta finales de los años treinta. Fue la depresión más larga en el tiempo, de mayor
profundidad y la que afectó a mayor número de países en el siglo XX. En el siglo XXI ha sido
utilizada como paradigma de hasta qué punto se puede producir un grave deterioro de la
economía a escala mundial. La llamada Gran Depresión se originó en Estados Unidos, a partir de la
caída de la bolsa de valores de Nueva York el martes 29 de octubre de 1929 (conocido como crac
del 29 o Martes Negro, aunque cinco días antes, el 24 de octubre, ya se había producido el Jueves
Negro), y rápidamente se extendió a casi todos los países del mundo. La depresión tuvo efectos
devastadores en casi todos los países, ricos y pobres, donde la inseguridad y la miseria se
transmitieron como una epidemia, de modo que cayeron: la renta nacional, los ingresos fiscales,
los beneficios empresariales y los precios. El comercio internacional descendió entre un 50 % y un
66 %. El desempleo en los Estados Unidos aumentó al 25 %, y en algunos países alcanzó el 33 %.
Ciudades de todo el mundo se vieron gravemente afectadas, especialmente las que dependían de
la industria pesada, y la industria de la construcción, que se detuvo prácticamente en muchas
áreas. La agricultura y las zonas rurales sufrieron la caída de los precios de las cosechas, que
alcanzó aproximadamente un 60 %. Ante la caída de la demanda, las zonas dependientes de las
industrias del sector primario, con pocas fuentes alternativas de empleo, fueron las más
perjudicadas.
En 1926, la economía mundial se hallaba bastante equilibrada: la producción había vuelto al nivel
de anterior a la I Guerra Mundial, la cotización de las materias primas parecía estabilizada y los
países que atravesaban un periodo de alta coyuntura eran numerosos. Sin embargo, no era un
retorno a la Belle Époque. Una serie de equilibrios tradicionales quedaban alterados: la producción
y el bienestar progresaban de manera espectacular en unas partes (Estados Unidos, Japón),
mientras que en otras (en particular, en Gran Bretaña), la prosperidad vivida antes de la guerra
había desaparecido, mientras que la población vivía abrumada por el desempleo y las crisis
endémicas. Al mismo tiempo, los estadounidenses complicaban de singular manera la posición de
los europeos. La deuda internacional no podía pagarse sino con oro o mercancías, y los
estadounidenses frenaban sus importaciones de Europa con los nuevos derechos de aduana, cada
vez más elevados, al tiempo que utilizaban su superioridad para imponer sus exportaciones a
Europa. Por otra parte, los Estados Unidos disponían de las mayores reservas de oro del mundo y,
para mantener el patrón oro, hubo de conceder cuantiosos préstamos a Europa. Tal fue el origen
de los planes Dawes y Young. En 1927, la economía estadounidense vivía en plena era de
prosperidad, y la guerra europea la acrecentó: durante tres años sucesivos, los Estados Unidos
fueron los proveedores de un mercado casi ilimitado, mientras las potencias europeas se
aniquilaban entre sí. La capacidad industrial de los Estados Unidos también había aumentado
considerablemente, y su agricultura progresaba a idéntico ritmo.
Desde 1925, la actividad de la Bolsa de Nueva York había evolucionado tan vertiginosamente como
la producción industrial del país. La cotización de las acciones subía regularmente de año en año, y
fueron numerosos los estadounidenses que hallaron en la especulación de la bolsa la fuente de
una rápida fortuna: la fiebre de operar a la bolsa tentaba a todos los estratos de la población de
modo irresistible, tanto rentistas y jubilados como aprendices, que ignoraban todo lo relativo a la
industria, a la economía y a la misma bolsa. Todo el mundo consideraba que la economía del país
se encaminaba hacia niveles insospechados, y todos estaban persuadidos con que las "mejores
acciones" podían conseguirse con muy poco dinero, pensando que debía aprovecharse de aquella
buena suerte antes de que pudiera terminarse.
La crisis se originó en los Estados Unidos, a partir de la caída de la bolsa de Wall Street de 1929
(conocido como Martes Negro, aunque cinco días antes, el 24 de octubre, ya se había producido el
Jueves Negro), y rápidamente se extendió a casi todos los países del mundo. La coyuntura del alza,
denominada allí Big Bull Market, descansaba así sobre una base sumamente frágil. Todo el sistema
se derrumbó en octubre de 1929, y en pocos días —en cuestión de horas, incluso— las
cotizaciones perdieron todo cuanto habían ganado durante meses o, mejor dicho, durante años.
Los pequeños especuladores quedaron arruinados y tuvieron que vender con enormes pérdidas, y
al cundir el pánico los grandes capitalistas se encontraron también con dificultades. El 23 de
octubre de 1929 las cotizaciones registraron una pérdida media de 18 a 20 puntos, y pasaron de
mano en mano unos seis millones de títulos; al día siguiente, nueva caída de las cotizaciones, entre
20 y 30 puntos, e incluso de 30 a 40 para las grandes empresas. En tan crítico momento, los
primeros bancos del país y los corredores de bolsa más destacados intentaron salvar los negocios y
reunieron 240 millones de dólares para sostener las cotizaciones mediante compras masivas, y en
aquella sola jornada cambiaron de mano trece millones de acciones. Tan desesperada tentativa
produjo solo resultados de carácter momentáneo; el lunes 28 de octubre, se produjo un nuevo
descenso de 30 a 50 puntos, y al día siguiente -que pasó a la historia con el nombre de "Martes
Negro"- fue la jornada más sombría de Wall Street. El pánico fue absoluto: en pocas horas,
dieciséis millones y medio de acciones se vendieron con pérdidas a un promedio del 40 %. Más
tarde, en noviembre, cuando se habían calmado un poco los ánimos, las cotizaciones habían
descendido a la mitad desde el comienzo de la crisis de la bolsa, y no menos de 50 000 millones de
dólares se habían desvanecido, con lo que quedaron en evidencia la inseguridad y fragilidad de los
sistemas financieros. La quiebra de la Bolsa de Nueva York fue el momento más dramático de una
crisis sin precedentes; de todos modos, el derrumbamiento de Wall Street no fue el prólogo ni la
causa de la crisis económica mundial: fue solo su más espectacular síntoma
La depresión subsiguiente fue la peor de la historia estadounidense. Durante al menos tres años y
medio todos los indicadores sociales y económicos reflejaron un progresivo deterioro de la
situación. En 1932 el producto interno bruto (PIB) había disminuido un 27 %, y la producción
industrial, un 50 %. La inversión ni siquiera alcanzaba para el mantenimiento de las instalaciones
existentes. Bajo estas presiones, el sistema bancario acabó por derrumbarse. En 1933, el
desempleo llegó al 25 %. Solo en 1940 se recobró el nivel de producción previo a 1929, y esto se
debió al estallido de la II Guerra Mundial. Durante los primeros años de la depresión, entre 1929 y
1932, el índice general de precios en los Estados Unidos disminuyó el 35.6 %.9. Muchos
economistas piensan que este proceso de deflación fue responsable de la profundidad y duración
de la depresión, y también parece probable que esta prolongada deflación solo fue posible por la
política del Sistema de Reserva Federal de disminuir la oferta monetaria. Los sectores más
gravemente afectados por la depresión fueron la agricultura, la producción de bienes de consumo
y la industria pesada. Esto provocó que ciudades como Detroit y Chicago, que dependían de la
industria pesada, sufrieran la crisis con más intensidad. A su vez, hubo ciudades dependientes de
una sola industria que terminaron totalmente arruinadas. En 1932, el nivel de actividad al que
estaba funcionando la industria era tan bajo que incluso una eventual demanda del mercado podía
ser satisfecha sin necesidad de inversión y sin recurrir a más mano de obra. De modo semejante, el
sector de la vivienda estaba también saturado de casas vacías cuyos propietarios no habían podido
hacer frente a las hipotecas. Sin embargo, lo que más se resintió fue la confianza de los
empresarios, quienes tenían grandes dudas sobre la utilidad de nuevas inversiones. El
hundimiento de la bolsa fue además una causa directa de la reducción de los beneficios
empresariales y destruyó el incentivo individual al ahorro, y se redujo así el volumen de los
recursos destinados a la inversión. El nivel extraordinariamente bajo de los ingresos agrícolas fue
decisivo y retardó considerablemente la recuperación. La agricultura fue el sector más deprimido
de la economía, y los productores habían disminuido sus ingresos en un 70 %. Gran parte de las
cosechas no se vendían, y comenzaron a disminuir la producción demasiado tarde. A su vez, como
la gran mayoría de los pequeños agricultores estaban endeudados, se veían forzados a vender sus
productos o a perder sus propiedades.
La crisis del petróleo de 1973 (también conocida como primera crisis del petróleo) comenzó el 16
de octubre de 1973, a raíz de la decisión de la Organización de Países Árabes Exportadores de
Petróleo (que agrupaba a los países árabes miembros de la Organización de Países Exportadores
de Petróleo ( OPEP) ( más Egipto, Siria y Túnez) con miembros del golfo pérsico de la OPEP (lo que
incluía a Irán) de no exportar más petróleo a los países que habían apoyado a Israel durante la
guerra de Yom Kipur (llamada así por la fecha conmemorativa judía Yom Kipur), que enfrentaba a
Israel con Siria y Egipto. El aumento del precio, unido a la gran dependencia que tenía el mundo
industrializado del petróleo, provocó un fuerte efecto inflacionista y una reducción de la actividad
económica de los países afectados. Estos países respondieron con una serie de medidas
permanentes para frenar su dependencia exterior.
Antes del embargo, el Occidente industrializado, sobre todo Estados Unidos, solía disponer de
petróleo abundante y barato. Las ciudades estadounidenses posteriores a la Segunda Guerra
Mundial, muy extendidas, con enormes núcleos urbanos de casas unifamiliares dispersas,
dependían del automóvil como principal medio de transporte, de modo que utilizaban
combustible de forma masiva. Entre 1945 y finales de los 60, Occidente y Japón consumían más
petróleo que nunca. Solo en Estados Unidos, el consumo se había duplicado entre 1945 y 1974.
Con un 6 % de la población mundial, Estados Unidos consumía el 33 % de la energía de todo el
mundo. Al mismo tiempo, la economía estadounidense mantenía una cuarta parte de la
producción industrial mundial, lo cual quiere decir que los trabajadores estadounidenses eran
cuatro veces más productivos que la media global, pero a cambio el país consumía cinco veces más
energía. El petróleo, sobre todo el procedente de Oriente Medio, se pagaba en dólares
estadounidenses, con los precios también fijados en dólares. Durante el mandato del presidente
Richard Nixon, el modelo económico norteamericano estaba ya agotado, el crecimiento era nulo, y
sin embargo la inflación ya empezaba a ser preocupante. Durante el verano de 1971, Nixon estaba
bajo una fuerte presión pública para que actuara de forma tajante ante este estancamiento
económico. Para provocar una caída del precio del oro en los mercados internacionales, Nixon
abandonó el patrón oro el 15 de agosto de 1971, finalizando así el sistema de Bretton Woods, que
había funcionado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El dólar fue devaluado en un 8 % en
relación con el oro en diciembre de 1971, y se volvió a devaluar en 1973.
El 16 de octubre de 1973, como parte de la estrategia política derivada de la Guerra del Yom
Kippur, la OPEP detuvo la producción de crudo y estableció un embargo para los envíos
petrolíferos hacia Occidente, especialmente hacia Estados Unidos y los Países Bajos. También se
acordó un boicot a Israel. Puesto que en condiciones normales las fluctuaciones en la demanda del
petróleo son pequeñas (cuando sube el precio solo se compra un poco menos), los precios tenían
que subir drásticamente para conseguir que se redujera notablemente la demanda, y así poder
establecer un nuevo nivel de consumo impuesto por la oferta. Gracias al embargo se consiguió
este objetivo. El control del gobierno estadounidense, pensado para mantener el precio a unos
niveles aceptables, acabó aumentando el impacto económico debido a los cortes de suministro.
Como consecuencia, se inició una prolongada recesión y aumentó notablemente la inflación. Esta
situación duraría hasta principios de los años 80. Los efectos del embargo son claros: se duplicó el
precio real del crudo a la entrada de la refinería y se produjeron cortes de suministro. Todo esto
aceleró una etapa económica negativa en el mundo occidental que ya había empezado, y llevó a
una recesión global durante el año siguiente. A largo plazo, el embargo produjo un cambio en
algunas políticas estructurales de Occidente, avanzando hacia una mayor conciencia energética y
una política monetaria más restrictiva para combatir mejor la inflación. Los efectos del embargo
fueron inmediatos. La OPEP obligó a las compañías petroleras a aumentar los precios de forma
drástica. El precio del petróleo se cuadruplicó desde 1974 hasta llegar casi a los 12 dólares por
barril (75 dólares/m³), equivalentes a 62,25 dólares de 2019 (407,85 dólares/m³). Los países de
Oriente Medio, que habían estado dominados por las potencias industriales durante mucho
tiempo, acababan de tomar el control de un producto básico. El flujo de capital se invirtió y los
países exportadores de petróleo comenzaron a acumular una enorme riqueza. Algunos de los
ingresos fueron distribuidos entre otros países subdesarrollados, cuyas economías habían
quedado atrapadas entre el aumento del precio del petróleo y una disminución del precio de sus
propias exportaciones de productos básicos y materias primas, a causa de la reducción de la
demanda occidental. Además, gran parte de estos flujos de capital se gastaron en compras
masivas de armas que exacerbaban tensiones políticas, en particular en Oriente Medio.
Los estados miembros de la OPEP, en vías de desarrollo, comenzaron a nacionalizar sus empresas
petrolíferas. En particular, los saudíes habían adquirido el control de Aramco, plenamente
nacionalizada en 1980 bajo el gobierno de Ahmed Zaki Yamani. Debido a que otros miembros de
OPEP siguieron su ejemplo, los ingresos del cartel se dispararon. Arabia Saudita, inundada de
beneficios, realizó una serie de ambiciosos planes quinquenales de desarrollo, de los cuales el más
ambicioso, que comenzó en 1980, preveía una inversión pública de 250 000 millones de dólares.
Otros miembros del cártel también comprometieron importantes programas de desarrollo
económico. Al mismo tiempo, el caos se había adueñado de Occidente. En Estados Unidos, el
precio de venta al público de un galón de gasolina pasó de un promedio de 38,5 centavos en mayo
de 1973 a 55,1 centavos en junio de 1974. Mientras tanto, la Bolsa de Nueva York perdía 97 000
millones de dólares de su valor en seis semanas. Con el inicio del embargo, las importaciones
petrolíferas de EE. UU. procedentes de los países árabes se redujeron desde los 1,2 millones de
barriles (190 000 m³) diarios hasta los 19 000 barriles (3000 m³). El consumo diario disminuyó en
un 6,1 % entre septiembre y febrero, y un 7 % durante el verano de 1974, cuando Estados Unidos
sufrió el primer período de escasez de combustible desde la Segunda Guerra Mundial.
La crisis se agravó aún más a causa del control de los precios en Estados Unidos, que limitó el
precio del "petróleo antiguo" (ya descubierto), mientras permitía que el petróleo recién
descubierto pudiera ser vendido a un precio más elevado, lo que supuso una retirada del petróleo
antiguo del mercado y una escasez artificial. El objetivo era promover las prospecciones
petrolíferas. Esta escasez llevó al racionamiento de la gasolina (que también se produjo en muchos
otros países). Los automovilistas se enfrentaron a largas colas en las gasolineras.En Estados
Unidos, los conductores de vehículos cuyas matrículas acabaran en número impar (o matrículas
personalizadas) fueron autorizados a adquirir carburante solo en los días impares del mes, y la
misma norma se aplicó a los propietarios de vehículos con matrículas pares. Eso sí, a excepción del
día 31 de los meses de 31 días, o el 29 de febrero en los años bisiestos, si bien este último día
nunca se aplicó la norma, ya que las restricciones habían sido eliminadas en 1976. En algunos
estados de Estados Unidos se utilizaron carteles y banderas de tres colores diferentes para indicar
la disponibilidad de gasolina en las estaciones de servicio. Una bandera verde indicaba venta
ilimitada de gasolina. Una bandera amarilla denotaba restricciones y racionamiento. Una bandera
roja indicaba que no se disponía de gasolina, pero la estación de servicio estaba abierta para otros
servicios.
En 1973, Nixon nombró a William E. Simon como el primer director de la Oficina Federal de
Energía. Para intentar reducir el consumo, en 1974 se estableció un límite máximo de velocidad de
55 mph (unos 90 km/h) mediante la Ley de Emergencia de Ahorro de Energía en Autovías. Por otro
lado, en 1975 se constituyó la Reserva Estratégica de Petróleo de EE. UU, y en 1977 se creó el
Departamento de Energía, además de la Ley Nacional de Energía de 1978. Se impuso el horario de
verano entre el 6 de enero de 1974 y el 23 de febrero de 1975. Esta medida generó importantes
críticas, ya que obligó a muchos niños a ir a la escuela antes del amanecer. La norma tradicional,
que adelantaba los relojes una hora el último domingo de abril, fue restaurada en 1976. La crisis
también concienció a las empresas y los particulares sobre el ahorro energético. Muchos
periódicos llevaban anuncios a página completa. Después de que los estándares de la CAFE fueran
aprobados por el Congreso en 1975, los "Tres Grandes" fabricantes de automóviles de EE. UU
pusieron en marcha la reducción de los tamaños de los automóviles para que tuvieran un
consumo máximo de 9 litros a los 100 km. En 1980 ya no había automóviles de lujo con 3,3 m de
distancia entre ejes y peso bruto promedio de 2000 kg. Los fabricantes de automóviles
comenzaron a imitar a los fabricantes europeos eliminando gradualmente la tradicional tracción
trasera, menos eficiente que la tracción delantera. Algo que destacó mucho en esta época, fueron
los autos japoneses. Honda, Toyota, Nissan y Mazda, surgieron como nunca. Esto se debe que el
auto pequeño y eficiente, se convirtió en uno opción muy racional. Y así, autos como el Toyota
Corolla, y/o el Honda Civic por ejemplo, ganaron mucha popularidad. Aunque no estaban
regulados por la nueva legislación, los grupos de automovilismo de carreras introdujeron
voluntariamente políticas de ahorro. En 1974 se cancelaron las 24 Horas de Daytona y la NASCAR
redujo las distancias de las carreras en un 10%. La ronda de clasificación de 500 millas de
Indianápolis se redujo de cuatro días a dos, y se eliminaron varios días de entrenamientos.
CRISIS DE LA DEUDA LATINOAMERICANA (1980)
Cuando la economía mundial entró en recesión en los años 1970 y continuó en principios de los
1980 y los precios del petróleo se dispararon debido a la Crisis del petróleo de 1973, se creó un
punto muerto para la mayoría de los países de la región. Los países en vías de desarrollo se
encontraron en una desesperada crisis de liquidez. Los países exportadores de petróleo
abundantes en dinero después de las alzas en el precio de dicha materia prima en 1973 y 1974
invirtieron su dinero en bancos internacionales, que "reciclaron" la mayor parte del capital en
forma de préstamos a los gobiernos latinoamericanos. Dado que las tasas de interés aumentaron
en Estados Unidos y en Europa en 1979, los pagos de deudas también aumentaron, por lo que fue
más difícil para los países pagar sus deudas contraídas. El deterioro del tipo de cambio con el dólar
estadounidense significó que los gobiernos latinoamericanos terminaran debiendo enormes
cantidades en sus monedas nacionales, por lo que se perdió el poder adquisitivo. La contracción
del comercio mundial en 1981 hizo que los precios de las materias primas (la mayor exportación
de América Latina) cayeran.3Mientras la peligrosa acumulación de deuda externa se produjo
durante varios años, la crisis de la deuda comenzó cuando los mercados internacionales de
capitales se dieron cuenta de que América Latina no sería capaz de pagar sus préstamos. Esto
ocurrió en agosto de 1982, cuando el secretario de Hacienda de México, Jesús Silva-Herzog Flores,
afirmó que el país ya no sería capaz de pagar su deuda. México declaró que no podía cumplir con
las fechas de vencimiento de los pagos y anunció unilateralmente una moratoria de 90 días,
también solicitó una renegociación de los plazos de pago y nuevos préstamos con el fin de cumplir
sus obligaciones previas. A raíz del incumplimiento de México, los bancos comerciales redujeron
significativamente o detuvieron la entrega de nuevos préstamos a América Latina. Como gran
parte de los préstamos latinoamericanos eran a corto plazo, la crisis sobrevino cuando fue
rechazada su refinanciación. Miles de millones de dólares de préstamos que habían sido
refinanciados, eran ahora debidos con vencimiento inmediato. Los bancos tuvieron que
reestructurar de alguna forma las deudas para evitar el pánico financiero; esto supuso nuevos
préstamos con condiciones muy estrictas, así como la exigencia de que los países deudores
aceptaran la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI)
La crisis de deuda de 1982 fue la más seria en la historia de América Latina. Los ingresos se
desplomaron; el crecimiento económico se estancó; debido a la necesidad de reducir las
importaciones, el desempleo aumentó a niveles alarmantes y la inflación redujo el poder
adquisitivo de las clases medias. En respuesta a la crisis, la mayoría de las naciones debieron
abandonar sus modelos económicos de industrialización por sustitución de importaciones y
adoptaron una estrategia de crecimiento orientada hacia las exportaciones, estrategia fomentada
por el Fondo Monetario Internacional, aunque hubo excepciones como Chile o Costa Rica que
adoptaron estrategias reformistas. Un proceso masivo de fuga de capitales, particularmente hacia
Estados Unidos, produjo una mayor depreciación de los tipos de cambio, aumentando el tipo de
interés real de la deuda. La tasa de crecimiento real del PIB (Producto Interno Bruto) para la región
fue de sólo 2,3% entre 1980 y 1985. Entre 1982 y 1985, América Latina pagó 108 mil millones de
dólares. La crisis de la deuda es uno de los elementos que contribuyó al colapso de algunas
dictaduras en la región, como la Dictadura militar en Brasil y la dictadura militar en Argentina.
CRISIS ASIATICA (1997)
La crisis financiera asiática fue un período de dificultad financiera que se apoderó de Asia en julio
de 1997 y aumentó el temor de un desastre económico mundial por contagio financiero. También
conocida como la crisis del Fondo Monetario Internacional, comenzó el 2 de julio de 1997 con la
devaluación de la moneda tailandesa. Por efecto dominó, le sucedieron numerosas devaluaciones
en Malasia, Indonesia y Filipinas, lo que repercutió también en Taiwán, Hong Kong y Corea del Sur.
Sin embargo, lo que parecía ser una crisis regional se convirtió con el tiempo en lo que se
denominó la "primera gran crisis de la globalización", y existe una gran incertidumbre sobre la
verdadera magnitud del impacto de sus efectos en la economía mundial. Sólo durante las primeras
semanas un millón de tailandeses y 21 millones de indonesios pasaron a engrosar las filas de los
oficialmente pobres. La crisis comenzó en Tailandia con el colapso financiero del baht tailandés,
causado por la decisión del gobierno tailandés de hacer fluctuar el baht, cortando su clavija al
dólar estadounidense, después de esfuerzos exhaustivos para sostenerlo frente a una sobre
extensión financiera severa que era en parte obligada por el sector inmobiliario. Para ese
entonces, Tailandia había adquirido una carga de deuda externa que provocó la bancarrota
efectiva del país incluso antes del colapso de su moneda. Cuando la crisis se expandió, la mayoría
de los países del Sudeste Asiático y Japón vieron el desplome de sus monedas, la devaluación del
mercado bursátil y de otros activos y una caída precipitada de la deuda privada.
Aunque hay un acuerdo general sobre la existencia de una crisis y sus consecuencias, es menos
claro cuáles fueron las causas de la crisis, así como su alcance y solución. Indonesia, Corea del Sur
y Tailandia fueron los países más afectados por la crisis. Hong Kong, Malasia y Laos padecieron
también la depresión. La República Popular China, India, Taiwán, Singapur y Vietnam fueron
menos afectados, aunque también sufrieron por la pérdida de la demanda y de la confianza en la
región. Los ratios Deuda Extranjera / Producto Bruto Interno subieron desde una tasa del 100%
hasta el 167% en las cuatro economías más grandes del Sureste Asiático en el periodo 1993-1996,
y luego se dispararon a más del 180% durante la peor parte de la crisis. En Corea, el ratio aumentó
un 13-21% y, luego al 40%. Solo en Tailandia y Corea subieron las ratios del Servicio de deuda-
exportaciones. Aunque la mayoría de los gobiernos de Asia tenían políticas fiscales bastante
razonables, el Fondo Monetario Internacional propuso iniciar un programa de $40 mil millones
para estabilizar las monedas de Corea del Sur, Tailandia e Indonesia, cuyas economías habían sido
particularmente golpeadas por la crisis. Sin embargo, los esfuerzos para contener una crisis
económica global hicieron poco para estabilizar la situación doméstica en Indonesia. Después de
haber estado 30 años en el poder, el presidente de Indonesia, Suharto fue forzado a dimitir en
mayo de 1998 en la víspera de la generalización de los disturbios que siguieron al fuerte
incremento de precios causado por una devaluación drástica de la rupia. Los efectos de la crisis
persistieron a lo largo del año 1998. En Filipinas, el crecimiento económico cayó virtualmente a
cero en 1998. Solamente Singapur y Taiwán probaron estar relativamente aisladas del shock, pero
ambas sufrieron duros golpes, la primera más agudamente debido a su tamaño y su ubicación
geográfica entre Malasia e Indonesia. Para 1999, sin embargo, los analistas vieron signos de que
las economías de Asia estaban empezando a recuperarse
Hasta 1997, Asia atraía casi la mitad del total de capital afluente a los países en desarrollo. En
particular, las economías del Sureste asiático mantenían altas tasas de interés que atraían
inversionistas extranjeros en busca de altas tasas de retorno. Como resultado, las economías de la
región recibieron un gran afluente de dinero y experimentaron un dramático incremento en los
precios de activos. Al mismo tiempo, las economías regionales de Tailandia, Malasia, Indonesia,
Singapur y Corea del Sur experimentaron altas tasas de crecimiento: del 8 a 12% del PIB a fines de
la década de 1980 y comienzos de los 90. Este logro fue ampliamente celebrado por las
instituciones financieras, incluyendo el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y fue
conocido como parte del "milagro económico asiático". En 1994, el economista Paul Krugman
publicó un artículo que atacaba la idea de un "milagro económico asiático".6 Argumentaba que el
crecimiento económico del Sureste Asiático había sido el resultado histórico de la inversión de
capital, la cual había llevado al crecimiento de la productividad; sin embargo, la productividad total
de los factores se había incrementado solo marginalmente o para nada. Krugman sostenía que
solo la productividad total de los factores, y no la inversión de capital, podía llevar a la prosperidad
a largo plazo. Las causas de la debacle son muchas y disputadas. La economía de Tailandia se
desarrolló en una burbuja llena con "dinero caliente". Se requería más y más mientras crecía el
tamaño de la burbuja. La misma situación se presentaba en Malasia, aunque en este caso tenía un
mejor liderazgo político, y en Indonesia, que tenía la complicación adicional de lo que fue llamado
"capitalismo salvaje".7 El flujo de capital de corto plazo era costoso y, a menudo, altamente
condicionado al beneficio económico rápido. El dinero fue a parar de manera incontrolada solo a
ciertas personas, no particularmente las más apropiadas o las más eficientes, sino a aquellas más
cercanas a los centros de poder.
Tal fue el alcance y la gravedad del colapso que la intervención exterior se convirtió en necesaria, a
pesar de ser considerada por muchos como un nuevo tipo de colonialismo.15 Puesto que los
países que estaban siendo afectados estaban entre los más ricos no solo en su región, sino en el
mundo, y dado que billones de dólares estaban en juego, toda respuesta a la crisis debía ser
cooperativa e internacional. En este caso, la intervención se produjo a través del Fondo Monetario
Internacional. El FMI creó una serie de paquetes de "rescate" para sacar de apuros a las economías
más afectadas para evitar la suspensión de pagos de tales países, uniendo estos paquetes a las
reformas que tenían como propósito estabilizar las monedas asiáticas, así como sus sistemas
bancarios y financieros, tomando como ejemplo a los de Estados Unidos y Europa. En otras
palabras, el apoyo del FMI estuvo condicionado a una serie de reformas económicas drásticas
influenciadas por los principios económicos neoliberales denominado "paquete de ajuste
estructural". El ajuste estructural exigido a los países golpeados por la crisis mandaba recortar el
gasto público y reducir el déficit fiscal, dejar que las instituciones financieras y bancos insolventes
quebraran y aumentar agresivamente las tasas de interés. El razonamiento detrás de estas
medidas era que con estas se restauraría la confianza. Sobre todo, se estipulaba que el capital
financiado por el FMI debía ser administrado racionalmente, para ello, debían existir controles
gubernamentales adecuados establecidos para supervisar todas las actividades financieras, los
cuales debían ser independientes del interés privado. Las instituciones insolventes debían cerrar y
la insolvencia en sí misma debía ser claramente definida. En resumen, en Asia se debían crear
exactamente el mismo tipo de instituciones financieras existentes en Estados Unidos, como una
condición del apoyo del FMI, proveer el tipo de información financiera confiable usado en
Occidente para tomar decisiones financieras razonables.16 Sin embargo, la mayor crítica contra el
rol del FMI en la crisis se concentró sobre su respuesta a la crisis.17Como país tras país entraba en
crisis, muchos negocios locales y préstamos que habían tomado los gobiernos en dólares
americanos, se volvieron mucho más costosos respecto a la moneda local en la que obtenían sus
ganancias, encontrándose incapaces de pagar a sus acreedores. La dinámica de la situación era
muy similar a aquella de la crisis de la deuda de América Latina.
La Crisis Financiera Global de 2008 se desató de manera directa debido al colapso de la burbuja
inmobiliaria en los Estados Unidos en el año 2006, que provocó aproximadamente en octubre de
2007 la llamada crisis de las hipotecas subprime. Las repercusiones de la crisis hipotecaria
comenzaron a manifestarse de manera extremadamente grave desde inicios de 2008,
contagiándose primero al sistema financiero estadounidense, y después al internacional, teniendo
como consecuencia una profunda crisis de liquidez, y causando, indirectamente, otros fenómenos
económicos, como una crisis alimentaria global(como la crisis bursátil de enero de 2008 crisis
bursátil mundial de octubre de 2008)crisis económica a escala internacional Gran Recesión. La
Crisis Financiera Global de 2008 se desató de manera directa debido al colapso de la burbuja
inmobiliaria en los Estados Unidos en el año 2006, que provocó aproximadamente en octubre de
2007 la llamada crisis de las hipotecas subprime. Las repercusiones de la crisis hipotecaria
comenzaron a manifestarse de manera extremadamente grave desde inicios de 2008,
contagiándose primero al sistema financiero estadounidense, y después al internacional, teniendo
como consecuencia una profunda crisis de liquidez, y causando, indirectamente, otros fenómenos
económicos, como una crisis alimentaria global, diferentes derrumbes bursátiles (como la crisis
bursátil de enero de 2008 y la crisis bursátil mundial de octubre de 2008) y, en conjunto, una crisis
económica a escala internacional, el mundo ha evolucionado mucho desde entonces y va a seguir
cambiando a medida que pase el tiempo.
Las economías de todo el mundo se ven afectadas por la carencia de crédito. Ciertos gobiernos
nacionalizan los bancos, como en Islandia y Francia. Los bancos centrales en los EE. UU., Canadá y
algunas partes de Europa toman la coordinación sin precedentes de un recorte de un medio punto
por ciento de los tipos de interés en un esfuerzo para aliviar la crisis. Acciones han subido y bajado
con noticias de los fracasos, las adquisiciones y de rescates. En parte, esto refleja la confianza de
los inversores en el sistema bancario. Si bien las acciones bancarias han sido golpeadas por deudas
dudosas, los minoristas se han visto afectados ya que la confianza de los consumidores se ha
desvanecido por la caída de los precios de la vivienda. El dólar estadounidense sufrió un proceso
constante de depreciación y el déficit comercial que continuó batiendo récords. La ventaja
exportadora por un dólar débil fue completamente anulada en el intercambio comercial por el alza
de los precios del petróleo, del cual EE. UU importa el 50%. Millones de familias comenzaron a
perder sus hogares, e instituciones como General Motors, Ford, Chrysler y muchas aerolíneas
empezaron a tener serias dificultades. Los índices de confianza del consumidor se situaron en sus
más bajos niveles históricos (algunos datan de los años 50), y se produjo un alza del desempleo en
los Estados Unidos y otros países desarrollados. Para marzo de 2009, los mercados bursátiles y de
bonos han repuntado un poco. Además, se ha aliviado la presión sobre algunas firmas financieras
de EE. UU.26El FMI reportó que los sistemas financieros de Europa, Estados Unidos y Japón
registrarán entre 2007 y 2010 $10,1 billones en pérdidas- hasta ahora el sector bancario ha
perdido $1 billón-. Para volver a los niveles de capitalización anteriores, los bancos necesitarán
recaudar $875.000 millones en 2009.27 El FMI incluso propuso nacionalizar los bancos si fuese
necesario. La acumulación de activos en problemas impide una recuperación económica: las
pérdidas de crédito se proyectan mayores que las de EE. UU. Los bancos necesitarán más dinero
fresco para sanear sus balances, según el FMI.
Desde el inicio de la crisis en agosto de 2007, los bancos centrales han demostrado una gran
capacidad de reacción. Además, han actuado a la vez para evitar una crisis bancaria sistémica y
para limitar las repercusiones sobre el crecimiento.38 Asimismo, la Reserva Federal
estadounidense flexibilizó la política monetaria inyectando liquidez y, eventualmente, actuó sobre
los tipos de interés.Los bancos se financian tradicionalmente tomando dinero prestado a corto
plazo en el mercado interbancario. Pero la crisis financiera que empezó en 2007 se ha
caracterizado por una gran desconfianza mutua entre los bancos, lo que llevó a un aumento de los
tipos interbancarios. Las tasas interbancarias superaron por mucho la tasa directriz del banco
central. Asimismo, los bancos centrales han intervenido masivamente para inyectar liquidez,
esperando así reducir las tensiones del mercado monetario y restablecer la confianza. La política
monetaria se ha caracterizado también por una extensión de la duración de los préstamos, una
ampliación de las garantías y la posibilidad de obtener refinanciación. Además de proveer liquidez,
para reducir el impacto de la crisis financiera sobre el crecimiento, la Fed ha bajado
considerablemente su tipo directriz, que ha pasado del 6% a principios de 2007 al 0,5% a finales de
2008. En cambio, el BCE no ha bajado su tipo directriz Los bancos centrales desempeñaron la
función de prestamista de última instancia (PUI), al prestar fondos adicionales a los bancos
tomando sus activos como garantía. Desde el principio de la crisis, el Banco de Inglaterra tuvo que
nacionalizar temporalmente en febrero de 2008 el banco hipotecario Northern Rock, y en marzo
de 2008 la Fed tuvo que acudir en ayuda del banco de inversión Bear Stearns. El 23 de marzo de
2008, el presidente de BCE, Jean-Claude Trichet afirmó que Europa no necesitaba aumentar los
gastos para poder combatir la crisis financiera global. En su lugar, propuso que los gobiernos
debiesen actuar con rapidez en implementar las medidas ya anunciadas. Basó sus medidas en que
estas corresponden a la gravedad de la situación. En marzo de 2009, Timothy Geithner (secretario
del Tesoro de Estados Unidos) anunció la creación de sociedades público-privadas que compraran
los préstamos y valores tóxicos de los bancos. El fin es que los inversionistas ganen grandes
cantidades de dinero, a fin de que aliente las inversiones en este sector, para que se revitalicen los
mercados financieros relacionados con préstamos y valores. Así, según WSJ: "Si un banco tiene un
préstamo hipotecario de US$100 que logra venderle a una entidad pública-privada por US$84, los
inversionistas privados contribuyen apenas US$6. El Tesoro pone US$6 y el Fondo de Garantía de
Depósitos (FDIC) de EE.UU. garantiza un préstamo por US$72". Uno de los inconvenientes podría
ser que los bancos rehúsen vender los activos a un precio inferior que al de los libros, pues se
agotarían sus reservas, lo que procedería a cerrarlos o aceptar el dinero de los contribuyentes.
CRISIS COVID 19
El impacto socioeconómico de la pandemia de COVID-19, es una grave crisis mundial que inició a
principios del año 2020, primeramente, en China, y luego en todo el mundo, causado
principalmente por la expansión de la enfermedad COVID-19. La pandemia de COVID-19 ha
provocado, entre otras cosas, un impacto socioeconómico a nivel global. La alta circulación viral y
rapidez de propagación del virus, así como las medidas impuestas por los Gobiernos con el fin de
controlar la enfermedad para evitar un colapso sanitario, ha afectado severamente a la economía
de los países, así como al estilo de vida de sus ciudadanos. Se ha dado lo que se conoce como
"Exceso de mortalidad" en varios países del mundo debido a la COVID-19. Esta crisis, a veces
llamada el Gran Encierro, el Gran Confinamiento, la Corona crisis o la crisis económica por
coronavirus, está causando la mayor recesión mundial de la historia. Esta crisis ha causado la
caída del mercado de valores de 2020, un fuerte aumento del desempleo, el colapso de la
industria del turismo, el colapso de la industria hotelera, el colapso de la industria de la aviación, el
colapso del precio del petróleo, el colapso de pequeñas empresas, la desestabilización y colapso
de la industria energética, el aumento de la deuda pública, el aumento de la desigualdad
económica entre ricos y pobres, el cierre masivo de escuelas, el aumento de la desigualdad de
aprendizaje educativo entre ricos y pobres, una gran desaceleración de la actividad del
consumidor, una crisis de liquidez del mercado, la suspensión masiva de eventos culturales,
artísticos, deportivos, religiosos, políticos, entretenimientos, entre otros eventos; así como
grandes protestas y disturbios alrededor del mundo. El colapso del mercado de valores de 2020
fue un colapso global del mercado de valores que ocurrió entre febrero y abril de 2020, durante el
inicio de la pandemia de coronavirus de 2020.
El promedio industrial Dow Jones, el índice S&P 500 y el NASDAQ-100 cayeron en una corrección
el 27 de febrero durante una de las peores semanas de negociación desde la crisis financiera de
2007 Los mercados durante la semana siguiente (del 2 al 6 de marzo) se volvieron
extremadamente volátiles, con oscilaciones del 3 % o más por sesión diaria (excepto el 6 de
marzo). El 9 de marzo, los tres índices de Wall Street cayeron más del 7 % y la mayoría de los
mercados mundiales reportaron severas contracciones, principalmente en respuesta a la guerra de
precios del petróleo entre Rusia y Arabia Saudí. Esto se conoció coloquialmente como Lunes Negro
(Black Monday en inglés), y fue la peor caída desde la Gran Recesión en 2008. Tres días después
del Black Monday hubo otra caída, Jueves Negro (Black Thursday en inglés), donde las acciones en
Europa y América del Norte cayeron más del 9 %. Wall Street experimentó su mayor caída
porcentual en un solo día desde el Lunes Negro de 1987, y el FTSE MIB cayó casi un 17 %,
convirtiéndose en el mercado más afectado durante el Jueves Negro La crisis financiera asociada
con la pandemia de enfermedad por coronavirus de 2019-2020 tiene un impacto amplio y severo
en los mercados financieros, incluidos los mercados de acciones, bonos y materias primas
(incluidos el petróleo crudo y el oro). Los principales eventos incluyeron una guerra de precios del
petróleo descrita entre Rusia y Arabia Saudita después de no alcanzar un acuerdo con la OPEP+
que resultó en un colapso de los precios del petróleo crudo y el colapso del mercado de valores en
marzo de 2020. Los efectos sobre los mercados son parte de la recesión del coronavirus y entre los
muchos impactos socioeconómicos de la pandemia. La pandemia de enfermedad por coronavirus
de 2019-2020 ha impactado sobre la producción y distribución de alimentos, lo que pone en riesgo
la seguridad alimentaria de vastos sectores de la población de la mayoría de los países. El sistema
de abastecimiento y distribución de alimentos consta de varias etapas, necesarias para que los
productos básicos no elaborados en su lugar de origen lleguen a los consumidores finales. La
interrupción de cualquiera de las etapas, por ejemplo, el transporte la elaboración en plantas
manufactureras, la distribución mayorista y minorista, afecta a la totalidad del sistema. La gran
mayoría de las estrategias diseñadas para minimizar los impactos negativos de la pandemia están
relacionadas con la asistencia y la protección de los diversos actores de la cadena de suministros
de alimentos, que incluyen a los productores de bienes primarios, las industrias de elaboración de
productos, los mercados locales de abastecimiento y la logística que enlaza a todo el sistema. La
asistencia directa e inmediata a las poblaciones vulnerables y la coordinación de políticas entre los
distintos gobiernos son algunas de las medidas propuestas a fin de evitar la crisis alimentaria a
escala global.
Como se ha visto a lo largo de este trabajo, los antecedentes de esta crisis se encuentran en el
proceso de desregulación y liberalización financiera de los sistemas financieros nacionales en los
ochenta y en las crisis bancarias de varios países conforme se iban integrando al mercado
financiero internacional. La profundidad de la crisis hacía prever que ocurrirían fuertes pérdidas en
el valor de los títulos de las empresas. Este fenómeno se ve acompañado por la recesión
económica global. Las crisis financieras son inherentes al sistema capitalista y se presentan a lo
largo de su historia con las características de cada época; sin embargo, es importante recalcar que
el proceso de destrucción e innovación siempre las acompaña. Cuando el sector productivo crea
nuevos bienes de consumo destruye los anteriores para dar al mercado esos nuevos productos y
generar así nuevas necesidades de consumo. En el capitalismo siempre se produce para un grupo
selecto del que queda marginado el grueso de la población que no tiene acceso al mercado. El
Estado es el único que puede generar bienestar ampliando su gasto social para lo cual necesita de
recursos. Hoy en día se debate la integración del mercado financiero global y se hace necesario
replantear un acuerdo financiero y un sistema económico con equidad y desarrollo. La
globalización no puede seguir desplazando mano de obra pues ello afecta a la demanda efectiva
que reactiva el crecimiento. Es lamentable que en estos momentos los líderes mundiales
consideren que la guerra y el gasto militar son la única vía para reactivar la economía.
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