Mcdowell 2003 Mente y Mundo 87 91

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174 Lr]s Lonf.'r¿nc¡ú.

sante en el mundo)r2. Si deseamos identificar el ámbito de lo con- ó


ceptual con el árnbito del pensamiento, la definición correcta de
<conceptual> no será <predicativo>>, sino <perteneciente al ámbito Conferencia sexta.
del ser-rtido fregeano>> (1a estúpida idea de que atnbas cosas vienen Los animales racionales y los demás animales
a ser lo mismo se halla, desafortunadantente, muy extendida toda-
vía). Bl logro de Evans es el de habernos mostrado oómo podetnos
evitar el tener -aparentemente- que elegir por fuerza entre, por un
lado, ciertos aspectos nada plausibles de la Teoría dc las Descrip-
ciones generalizada (que resultan cada vez rnás palpables, a pesar
de los esfuerzos de f ilósofbs conto Searle por resistir atrincherado
en ella a toda costa) y, por otro lado, la incoherencia de la concep-
ción pseudokantiana, según la cual el pensamiento ha de irrurnpir'
l. He veniclo cxaminando la tendencia a oscilar cntrc dos ¡-los-
turas intragables: cierto coherentismo c¡ue picrdc tlcl lo<lo l¿t re l¿r-
nlás allá de su esfera propia con el {'in cle trabar contacto con los
ción del pensamiento empírico con la realidad, y cl rclroccso hlrst¿t
objetos concretos de un modo que no sea la especificación dcs-
un recurso vano a lo Dado.Y hc propuestcl un dilgrrristicrl ¡lrrlr llrl
criptiva. Al invocar a Frege, Ilvans deja claro que no hace falta que
csas relaciones no especificativas entre sujetos pcllsalltcs y obletos
tendencia, según el cual esta no hace sino rc11c-jirr cicl ll rlistorsit'rrr
(sobre las cuales insistcn con razón los sostenedores dc esta última comprensible de la idea aristotélica que al-irnl¿r r¡rrcr los sercs lrrr-
concepción) se conciban como si consistiesen en portar al pensa- ülanos normales y tnaduros son anilnales r¿rcionlrlcs. l'ut's los ruri
miento hacia fuera y más allá del lirnite extcrno del án-rbito dc lo males son, como tales, seres naturalcs, y urrir corrt't'¡lt'rrirr rrrorlt'r nrl
conceptr.ral. bien familiar tiende a expulsar cle l¿r natunrlczrr lotllr ¡;rt'ionrrlitLrrl
Crco que dcscribir de esta fornta e I pensamietlto de El'ans nos El cfecto es que la razón se separa clc nr¡cslnr rrrlr¡r'lrlt'zrr rrni¡rurl,
rcvcla que tal pensal-niento est¿i muy en lo cierto, al nlcnos ctr su como si scr r¿rcional nos colclcase t:n p¿trtr: filcl'lr rl.'l rt'rro rrnnrrrl
esqucm¿r gencral. Resulta cotnún qrre los filósofbs crean poderse Concrctatnente, el entenditnietrto sc clislancilr c:orr t'csl)('r'l() lr lrr :;t'rr
descr.¡rb¿rrazar cle la postura cle Evans (sin atcnder al conterto tnlts sibilidad. Y cllo cs la firente dc nuestro atoll¿r<lcrrr f ilost'rlrt'o ( o¡r
arnplio en que la he ubicado) apoyánclose cn el hecho cle qtrc se to- cl fin d9 escapar clc ó1, necesitamos haccr que cl cnlcrrtlirrrit'rrto \' l:r
pan con que sus implicaciones van en contra dc lo qtre resulta irl- sensibiliclacl, la razón y la naturaleza, vuelvan a rcrrnirsc.
tuitivo. Mas ello sólo Inuestra el aho y deprilttertte graclo en que su tJna vía ¡rara cvitar el dilema es la de dejar incrrcstioru¡tlo t'l
rcvolucionario trabajo t.ro se ha cntenciido. Qttc una obra conlo l¿r conce pto cle naturalcza quc amenaza con expulsar dc la n¿rlrrllle .t rr
suya puecia ser tan escasatnct.tte aprcciatla cclrrobora qtte eristc la razón, r-nas concibicndo la razón. entoltces, et1 tén-l.lilx)s nitlunt,
cicrto grado dc degerte racitilt e n nucstra cttltur¿r filosóf-ica. listns (cclr-r unir conll)rcnsitin corrcspondiente de lo c¡ue signil'rt'rr
p¿rra un tórurino cl scr naturalista). Esta es la postura clrrc lrc vcnitltr
clcnclnrinanrlo <naturalisnro cruclo>>. E,s, ciertamente, unlt p()stul'il
cluc lros grcrnritc collccbirnos a ltosotros rnismos como arrintales ra-
cionlrle s, nr¿ls crt:o cluc no cs esta la concepción de Aristótele s. Vcr-
tllrtl cs (lr.rc. con lotlo, cl llaturalisnto crudo resulta sirnilar al pcnsa-
32, Ilago hincapié eu cslo par.li cle.iar c]aro 1t¡ tttttf itt.lportante c¡ue rcsulla cl nlic¡lltl urislolólico cn un llsl)ecto. ni uno ni otro se enfrentan ¿r las
Kulll dc Slrrwson para lus Iiltces lirntlenrcnlalcs dcl pcusanticrtto clc (i. l:r'arts, 77r,'
Ittrit,tit,.¡ ttl'llcft:t't,rttt'. La iltllrrcncia rle 51r'uu'sorl va urucllo ntás trllh tlc lo c¡trc rc- ¡rrctlcrr¡lrciollcs f ilos(rf icas quc he estaclo examinando, sino quc
srrltrrri¿r ¡relcc¡rtible en un cxllnlcn strpet f icial. sirrr¡rlcrncrrlc sc nicgan a sentirlas.
1 76 I'rt.s c'rtttferenc'itts I'os uttinnle.s rot:ionales v los tlcntú:; ttttitttules 177

E,lriesgo aquí es el dc que un animal dotado de razón se divida so adelante cuando nuestros ancestros se formaron la idea de un
metafisicamente en dos, lo que acarrearía consecuencias desastro- dominio de inteligibilidad (el reino de la ley) que está vacío de sig-
sas para nuestra reflexión acerca del pcnsamiento empírico y la ac- nificados, pero negarnos a tener que aceptar al mismo tiempo quc
ción. He reclamado que podemos esquivar ese riesgo aun cuando ese dominio de inteligibilidad sea idéntico a la naturalcza, y nttcho
mantengamos -a diferencia del naturalismo crudo-- que la estruc- menos idór-rtico a la totalidad de lo real.
tr.rra del espacio de las razones es una estructura 'sui generis, en A la noción dc segunda naturaleza no le hace falta ¡-rtlscer trrt
comparación con la organización del reino de la ley. La esponta- énfasis peculiar cuando se encuentra ubicada en el cclntexto dc lrr
neidad del entendimiento no puecle captarse en términos que, sc- inocencia aristotélica, tttas astllne una significación es¡'lccial ctr¿tll-
gún esa concepción, resultarian aptos para dcscribir la naturaleza; clo tratamos, en csta línea que vengo proponiendo, de ltlgrar ttttit
pero, auu asi, tal espontaneidad puede empapar las concreciones de contrapartida consciente de ella. Estarnos buscando un¿t collc:cl)-
nuestra naturaleza animal. Si podernos encolltrar la manera de acep- ción de nuestra naturaleza que incluya la capacidad de sintotlizar
tar eso, cntonces serenlos capaces de evitar las dificultades filosó- con la estructura del espacio de las razones. Puesto que repudiartlos
ficas a lavez que apreciauros contpletamente qué es lo que hace el naturalismo crudo, habremos de expandir la naturaleza más allá
que resulten tan absorbentes. de lo que se tolera en un naturalismo del reino de la ley. Sin em-
Según la concepción aristotélica de los seres httm¿tt'tos, la r¿rcio- bargo, tal expansión se h¿rlla lirnitacla por parte de la prin-rera natu-
nalidad forma partc por completcl dc su naturaleza animal, y esa raleza, por decirlo así, de los anir-nales humanos, así como por par-
concepción no cs ni naturalista en scntido t.noderno (no hay ningÚrn te de los hechos desnttdos de todo cuanto les ocurre a los animales
atisbo de reducciot.lismo o fundacionalismo) ni está embargada de hur-nanos en su crecimicnto. No estamos cortando irresponsable-
angustias filosóficas. Tal cosa resulta posible debido a que Aristó- mente todo vínculo entre el concepto de la naturalezay el rcino dc
te les es enteramente inocente cle abrigar la idea dc que la natur¿rle- lii lcy, como ocurriría si pretendiérarlos quc la capaciclacl cltrc cl
¡rlatortisn-to desenfr-enado postula (la capacidacl dc sitlttlltizilr
za sea el reino de la ley y, por lo tanto, de quc los significados no col) cs-
puednn morar en ella, pucs utta concepción tal de la natttraleza só- tructuras de la razón cotlstitr-ridas en absoluto aisl¡rtlicrlttl c()ll l'L:s-
lo llegaría a crearsc f'atigosamcnte mrtcho tiempo rlás tartle, cn pccl() a lrldtl crranlo sca hrunano)ptrdicse C()t)tllt'sc cotlltl t.lltlt tlt'l:ts
tiempos de la revolución científ ica rnoderna. capacidadcs rtatltrales dc l¿rs tncntes humallas.
No estoy reivinclicando que debatnos tratar cle recuperar l¿r ino- [:l ¡ltatonisuro clescnfl'enaclo resulta compre nsiblc cotlro tttl irt-
cencia que poseía Anstóteles. Re sultaria insensato lalllentarsc de la tento dcsespcraclo de lnalltener el significado (concebido cotrtO al-
idea de que la ciencia natural nos revelc ttn tipo especial de inteli- go qlle stilo ¡-lueclc hacerse accesible dentro de url espacio l<igict'r
gibilidad diferer-rte del tipo tle inteligibilidad propia c'lc los signifi- .stti ganari,s), a la vez clue se consiente el desencantatl]ictlto clc la
cados. Descartar esta parlc cle nucstra hercncia itllclectual signi- naturalczrt. l)ct'tl r.to rcsttlta t¿rn comprensiblc que ltn pcnsacltlr <<prc-
ficaría retroceder hast¿r las sttltc:rsticioncs tleclier'¿rles. lls correct() lapsariatto> ¡ttrctlit scntir scrllejatrte tcnt¿rción. Mi vcrsiótl Illtttrali-
otorgar r-rn alto r'¿rlor al tipo cle inteligibiliciacl cltrc descnbritnos et.l zacla clc platottistttrl ltorlu¿tlt.ncnte no Se Cucnta entrc llts tlpcittltt:s
algo cuaudo lo ubicantcrs cn el reino tle la lcy. y scparar esttl rlíti- quc se sucleli l)Icsclllar, y ltt que estoy llamandtl <plattltlisttto tlc-
riarne ntc de la intcligibilidacl cltre clesctrbritllcls ctl algtl ctrarltltl lo scnfl'ettaclo>> sc tlettot.l.tilta a lICntlClCl sitnpletncntc <plltttltlisllto>r.
lubicarnos en cl espacicl dc l¿rs razoltcs. Pcro si cst()y cll ltt cicrlo ¿lccrca cle su cotrtexto hist<irictl. tlltt lt t's
Pe ro, e n vcz de intctrtar insertar la inte ligibiliclatl tic los signil'i- ta posttrnt cl rtoltrbrc clc I)lat(lrl resttlta iniusto para ctlrl ['1.
cados dcntro clel rcino cle la lcy. podetncls bttsc¿trtlos tllla colltra-
partida <poslapsarian¿t)). tl conscicntc. a la inttccltciir tlc AI'islrilclcs. r. ('icr.(u filrrrm típica clc f ilosolla modcrna se cnfl'r:rrllr il r¡¡l
Podemos recoltoccr c¡trc cl cntenclinriento ltturano tlio ttlt grilll l)¿t- Ir¡trrlo lriett coltocitltl: crcc qtlc se lC pide que explicltlc ctitlttl cs (ltl('.
178 Lcts c<tnfbr<:ru:ius Los uttimules rut ionulcs v los demás uninulc.s 1 79

partiendo de datos de la consciencia disponibles de manera inde- ción dc Kant le acosan lo quc parecieran descerldientes pósttunos
pendicnte, logramos hacernos con una confianza justificada en el de tales di{'icultades. Si partin-ros de un rc[crt:nte para el (yo)) que
hecho de que existe un mundo objetivo. En cierto pasaje de su pen- sólo se halla geométric¿rmente en el mundo, parecc irnposible po-
samiento que discutí durante la confcrencia anterior (apartado 5), der construir desde ahi una prcsencia sustantiva, alguien de carne y
Kant se propone superar tal concepción de la tarea de la filosofia: hr¡eso que pcrciba y actúe.
intenta hacer plausible la idea de que la noción urisma cle datos pa- Todo muta de aspecto si dotamos a Kant clc ttna noción serilt-
ra la consciencia resulta mutuamente dependiente de la noción de nrente aprovechable de segunda naturaleza. Ln este caso, ¡.rtltlrc-
c-¡ue al menos algunos estados y sucesos de la consciencia constitu- mos ya dar una forma satisf-actoria a la idea tras la cttitl sc ¿llltla;
yen captaciones parciales y momentáneas de un mundo objetivo. y, podremos concebir el ejercicio de capacidadcs qr"rc pcrtcllcccll íl la
en esc c¿lso, carece de sentido pcnsar que podarnos partir de los espcxttaneidad como elementos del curso dc una vi{¡. tllt stricltl
contenidos de las rnentes para ulterionneutc construir desde ahí la que posee expcriencias y que actúa es un ser vivg, c1lll clt¡.lltt:itllttlcs
realidad objetiva. Kant no tiene ocasión de considerar la forrna in- Corporales aclivas y pasivas que Son genrrinautcrtlc sttytts ¡rnr¡rilrs:
vertida de filosofia tradicional que menté durante la conferencia él miSmO eS un sujetO engarnado, S¡Stantiv¿r¡llctrlc ¡lrcst:ttlc t'll t'l
anterior (en el apartado 3) en conexión con ciert¿rs interpretacioncs murtclo qtte experirnenta y sobre el cual actúa- llslc cs cl ttt:ttt'o ¡l;t
cle Wittgenstein, es decir, una filosofia cuyo proyecto es el de ern- ra una reflexión que cicrtamentc constittlirlt ttltlr bttcltlt o¡rot'ltttti
pezara partirdel mundo natural, y haccr luego un sitio en él para dad dc dejar obsoleta la filosofia tracliciotral.
las rnentes y sus contenidos. Con todo, creo que Kant se lnostraría En csta recapitulacicin de alg¡ cluc y¿l ¿tv¿tllcó t:tt llt t'otlli'lt'ltt't:t
sinrilarmente reacio ante este otro enfbquc. antcrior, he descrito un proyccttt ¡¡¡,tt1¡l'it:o. ert'gt¡itttos solrtt' los
En su momento, sugerí que la idca de Kant podría adoptar un holnbros de un gigante, Kant. y buscurnos ltr lirt'nlr tk'stt¡lt'tltl l:t
aspecto satisfactorio sólo si se la ubicaba en el contexto de un n¿r- filosofía tr¿rdicional algo que ól ya casi colrsigtriir. si [rlc¡t lto tlcl
turalismo de la segunda naturaleza (conccpción csta clue Kant mis- todo . El filósolb cuyos logros cilsall trlc-itlr ctllt cstlt tlcsc¡i¡le ltitl cs
luro no alcanza, cmpcro). Kant quicre quc los sujctos de la expc-
:rlgrricrr a r¡uicn casi lro prestirtnos rtlcrlciirtt crl llt lrlrtlit'irirr lilosti-
riencia y de la acción intencional estén ya, sirnplelneute corro fica ctr que he sido edr,rcado, atttlcltlc ya ltl hc tllcllt¿ttltl lllc'n'ilttttcrt-
talcs, en posesión cle la rcalidad ob-jetiva; quierc quc el ejercicio cle
tc cn ult par cle clcasiones: me estoy l-cf-iricrlclo lt llege lr.
Ias capaciclades conceptualcs sea inte ligiblc únicarnentc comcl algo
que eJccutan sujctos que no necesitan clue la filosofía se cncalgue I-lc reclatnaclo -en la Confbrcncict ¡tt'imaru y cn la ('rtttfi'rt'n-
3.
de recuperar para ellos cl rtrundo. Pero, puesto que carece clc una cict st'gttntlt¡ c'luc la experiencia puede conccbirsc ctltlltl apcrlttra I

nocicin pertinente de segunda naturaleza, y no siente ninguna incli-


lracia cl rnultdo. Pr<ttnetí tar-nbién'-en la Cltnferencitr ¡trirrtt'r'tt, apltr- |

nación a naturalizar la espontaneidad dcntro dcl reino cle la ley, lo


taclo 4 y cn la Cttnfi:renr:icr.tcgunrlu, apartacl1¡ 2- r'¡trc retortlltrí:t al
nlcJor que Kant puede proporcionarle al sujeto cle la erpericncia y
hccho cle qLre la experiencia pueda engañ¿rrnos. Pues cxislc la tcll-
dc la acción cs el rcferentc lrer¿lrnente lirrrlal c¡ue ól conccclc al
clencia a inl'erir clue tri siquicra ttltlr cxpt-riencia tlo ctlgltñoslt cs cll-
<<yo> clcl <yo picnso>> que dcbe poder <acompuñar toc'las ntis reprc-
¡taz clc ser un caso auténti.io de apertura ¡ la rcalidacl; elt csc cas().
se ntacioncs>. Un sujeto tal no podria ser algo sustantit,ar-nente prc-
sente en el tnundo; corno mucho, cs ult pur.rto cie vista. Ijllo signif i- I A la rista clcl tnodo cll rltte hice ttstl tlc le itltet¡rt-t'llt't.tl \tl;l\\\{)lli;tll:l (lc
c¿i. couro he apuntado. que Kant no pueclc tcncl.cl óxito ric lograr K¿r¡t elt llr c¡ltférencia ¿lttcrior, csta obscrvaciórt irrt¡tlica t¡Ltc cl Klrrtt tlc Sttll*so¡t
su adurirable rneta: supcrar la f ilosofl¿r tradicionul. l:.1 ¡rcnsurnicn- cs nrlls I lcgcl qtrc Kent ['ar¡ t¡llit lcctttr:t tlc I lcgcl t¡uc sc t()lllil llltlY cll sc¡ io llt itlelt
¡cl pro¡rio llcgcl. cn cl scntido tle tluc stt l-ilosolll cttttt¡rletltlt:t cl llrovccl() l\illlllii-
to cartesiano se cnll'cnta a clificultacles cl¿isicas ¿rl tnrt¿rr rlc rclrrcio- rro. cl'. ll. l|. I,i¡-rpin. Ilc,qrl's ld<'uli.sttt: T'ltc *tli.slitt tiott.s ,¡l ,\t'll-( irrl.r', /¡rrr.r'r/r's.r.
nar unA sustancia sub.jctir"a cou la realidad clbjctiva. v a llr corrce¡r- ( :r¡rrblitlgc t 1rrir"clsity l)less. (':inll¡ritl¡lc I9119.
180 La-s confbrencítts animales racionales y l8l
Lo_s los tlemás anímales
no podremos hacer uso de la imagen de la apertura del modo en jamás podrhn ser nada más que aquello que el sujeto perceptivo po-
que he sugerido, con el objetivo de cortocircuitar las angustias de la see en el caso que le induce a equivocarse.
episternología tradicional. La objeción podría expresarse de esta Ello somete a una fuerte tensión nuestra idea misma de capta-
manera: <Has admitido que la experiencia puede resultar engañosa; ción de la realidad. Si nos limitamos a tales nrateriales al construir
eso es lo mismo que adrnitir que lo que te gusta llamar 'captaciones una concepción de la rnejor posición cognitiva quc la pcrccpcl()lr
parciales y momentáneas del mundo'puede resultar subjetivamente nos puede otorgar, entonces a lo máximo a lo quc podrsn'tos ¿lsl)l-
indistinguible de estados y sucesos que lto pueden ser captaciones rar es a algo así como esto: un presentimiento, cxplicablcrltctltc
del mundo, ya que le harían a uno equivocarse si los tomase en su vcrídico, de algún aspecto del diseño de nuestro crrtoruor. No ¡'ro-
valor aparente. Así que, sin duda, los problemas de la epistemolo- dremos contar con que el hecho mismo se imprima él rrrtsurtl stl-
gía tradicional siguen siendo exactamente tan opresivos como bre el sujeto perceptivo. Toclo esto parece que rcsulta desafiltado'
siempre lo fueron. Por expresarlo en tu terminología: ¿,cómo puede al menos fenomenológicamente, y podremos resistirnos a cllo s¡
uno saber si de lo que clisfruta en cualquier momento es una capta- somos capaces de comprendcr la i<lea de una captaciór-r dircctlt tlc
ción auténtica del mundo, en vez de algo que meramente parece las cosas (el tipo de postura que la imagcn de 1a apertura colllp()r-
serlo?>. ta). Cierto es que no podremos entonccs probar qlre estemos abicr'-
Sin en-rbargo, una objecicin de cste tipo no ve lo esencial del tos a los hechos en ninguno de los c¿lsos cu concreto y por scPil
asunto. Sería apropiada sólo si yo rne hr"rbiese propuesto contestar rado (al menos, no podrenos haccrlo hasla cl llultlo cn tlLlc tlll
a las tradicionales cuestiones escépticas, si hubiese tratado de en- escéptico se daría finalrnente por satisfcclttt: ytt (lttc cstc sl!rllll)l'('
frentarme al apuro característico cle la filosofia tradicional (según pucde. aprovccháttdose dc la f,alibilidacl. insistir ctt lit pl'cgttttl:r tlt'
el cual se supone que hcmos de partir de ciertos datos de la cons- cómo sabemos que el caso prcsettte es tlc vcrtllttl ttlto 1lr.' los t¡ttt'
ciencia que están a nuestra disposición en todo caso, y trabajar des- no resultan, a la postre, engañttsos), pcrtl lltl ctlslt ('ill.('('('tlt' tllt
de ahí para certificar que realntente nos proporcionan cor.rocinrien- pOrtancia. La tcndría si nt<tstrasc c¡rrc l:t irlqlt tttisllt:t (lc rll)('tllllil rl
to del mundo objetivo). Naturalmente, si estalnos inmersos dentro los hcchos es algo ini¡teligiblc. ltcr'() ¡() l. ¡ltttt'sl¡lt. \' ¡rrtt:t l,' t¡ttt'
dc un apuro así, nos hará falta respclndcr a las tradicionales cues- me interesa aquí, la siutple intcligibilitlltl tlc trrl itlt':t rt'st¡ltrt:.ttlt
tiones escépticas antes de c¡ue podauros siquiera hablar de apertu- ciente. Si, e¡ cf'ectcl, es inteligiblc, ct.tlrltrrrcs llts ¡rtttlttttlrts t':;t t"¡r
ra al rnundo. Pero, cuando yo hablo de apertura, lo que hago es re- tiCas carecen Cle eSa urgeltCi¿t cltte t-csultlt cscttciill lt lit llotlr tlt'
chazar ese apuro tradicional. r-lo intentar darle una respucsta. plantearnos problemas, la urgencia debida il clttc p¿lrccc (ll-lc ll()s
La epistemología tradicional confierc una profunda significa- señalan hacia un hecho alartnante: que por tnuy bttctra c¡ttc scit llt
ción al hecho de que la percepción sea falible. Se supone que ello posición cognitiva de un sujeto, no ¡ttrccla consistir c¡ (luc ull cst¿t-
mucstra más o lrenos algo asi: por muy favorable qut: sca la posi- clo de cosas se le esté manifestando directalnellte. Y lo cicrto cs
ción cognitiva de ¡rn sujt-'to pL-rceptivo, no poclrenros darlc scntido rluc nO sc tla Irirrgútl IlcCltO alarlllalltc conlO cSc. Nttcslrtr ol'r.ictivo
a la idea de qtre se produzcan estados de cosas subjctivos consis- aclui no es el clc respondcr a las prcguntas csci'pticas. sitlo L'mpc-
tt:ntr:s en quc el sujcto haya pennitido clue el cliscño de I rrundo ob- zar a ver cómo podría resultar intelectualtrente respetable haccr-
jetivo se le haya autorrevelaclo. Tal y colno csta objcción insiste, al- les caso clr.uiso, tratarlas cotllo algo irreal. a la nratrera en quL- el
go qLre no es ut.l¿t captación dc la realldad (pucsto quc el sujeto se scntickr conrútll sictn¡rre ha descacltt.
equivocaría si lcl tontase cn su valor aparcnte) pucdc rcsultar sub-
jctivamcnte indistinguible al n'tcnos, en ese lnoutcnto dc expe- -t I)..lteelt,,. n(l l)()(lLnt()s ili sirlutC¡ir f{}scúrlitl \(}sa: r'l c{)¡tl(lli(l(' Llllll¡ll((l
ricncias qLrc sí son verídicas. Y cllo sc supone quc ntucstru c¡trc los !.('l¡(r till {l¡r'ltr\(' (.1 (lt¡C p¡(liet:l¡ p(r\cct l(rS ll)r'r()\ pr\]sClllillllClll{ts) sirl{' l('\lllt;l
illtclir:ihlc tlcutlrr tlc r¡n c()rltcxt() (luc 11()s pernrita ditr sc¡ttick¡ lt la itlctr tlc tt¡llt t'o¡l:
estaclos cle cosas sr"rb.jctivos irrr¡tliclrrkls rcalmente crr la ¡rcr.ccpciitn t¡ccii¡l ¡rcioltirl tlirccltr sobtt nucstnts Inenlcs ltor ¡ltrlc de l llltlt)(l() llli\llltl
182 Ltt.s tonft'ranciu.s It¡s ttttítnrtlcs rack¡nttles v los rlcntús uttitttulc's I8l

lnsistir en la imagen de la apertura cs una forma de dar enérgi- autocoltsciencia como de experiencia de la realidad objetiva (pues
ca expresión a esta tesis: que no es Lln bLlen argumento ¡rartir de la una y otra cosa v¿In encadcnadas). i::
falibilidad para arribar desde ahí a la que yo llamo <conccpción del El gltn olrilento rcconoqí que esta restricción hace
que sc sttsci-
L
)
rnáximo común denorninador> de truestra posiciórr subjetiva (lit te ci-erta pregunta agerga de las capacidades perceptivas cle lOs t.nc-
idea de que, incluso en los casos en quc las cosas van bien -hablan- .l*áu1n,aleJ. e,rto. .iertamente no entran clentro del alcancc dc la
do cognitivamente-, nue stra posición subjetiva sólo puede consistir té.si.l-liáiitiana, por cuanto no poseen [a cspontaneidad del cntcncli-
en algo que sea cor-nún a csos casos y los casos en quc las cosas rleplo "\9-po$e-¡1o9 qonsiderarlos como si estuviesen continu¿r-
-fal <<concepción
no van bien). del máximo cornún denominador> no ,"*tái"fo.rnando su visión del mundo colno respuesta racional a
es sino una fbrma de expresar la imagen tradicional cle nuestro ya su cantáCiOn cle ia realidad (no, al menos. si la idea de respuesta ra-
¡i
noto apuro epistémico. Pero este no cs algo obligatorio, y el hecho óiónal reqtricrc sujctos que sc hagan cargo de su pensallliclllo. que ., a:.
de la falibilidad no pucde hacer que lo sea. La epistemologÍa tradi- eiién listos para evaluar lo que constituye 1¡' no una razón para otra
cional no puede reivindicarse apoyándose en la rnera posibilidad de co-sg, t que estén dispuestos a carnbiaq de acuerdo con cllo, las ac-

ru('i,'t
preguntar: <<¿,Cónro sabes que de lo que disfir-rtas es de una capta- tituáes tle sr-ls rcspuestas). De todo esto sc sigue clue los mcros irni-
ción auténtica del mundo'/>, tal y como sugería la objeción que ci- ,iiai"s no pueden clisfi'utar dc <<experiencia extcrn¿t> (scgírtt la con-
té al inicio de este apartado 3. Si alguicn insiste en pregunt¿rr tal co- cipción cle <expericncia externa> que he aconscjaclo), y r:llo ¡lrtcdc
sa, en una ocasión en particul¿rr, una resplresta apropiada podría p_lt:ef que- ute obliga a cott-tptott-teterffle cotr la iclca cltllcsiltlt¡t tlc
cmpezar así: <Sé por qué piensas que esa pregunta resulta espc- q{!-=i9_¡.prqtos no son sino iautóm atas. /---"
cialmente abrumador¿r, pe ro no lo cs.> Y en el caso dc que la pre-
- Esta idea es una versión de la que antes hallé cll lrvltlts (('tttrlt'
gunta aúrn pennarlezca, lo cierto cs quc ncl es preciso nada particu- t.t,nt iu lar((,re. apartadO 7). Es ObviO quC cOllrpal'tillttts colt l.rs ltlll
lunncnle filosól'ico parÍr rcspondcrlar. males la percepción. E-yl$,partiendo parcialmentc clc csrt brtsc, stt
giere que, cuando etnitjmos jLricios acerc¿l dcl tllttntlo ¡lcrcc:¡rlilrlt',
4. Poder¡os expresirr partc clc la tc-sis kantian¿r que clisctrtí cn la clcbelttos cstar tcltnando cierto contcniilo clc llt cs¡rclie tle ilr t¡ttc
conf-crcncia anterior, y clue luego hc rccorcl¡¡tlcl dttrante esta (elt el col-upartilttos colt los lrteros ¿ruin-ralcs (y c¡ue, por cllo, lllt dc sct
apartaclo 2), en estos térnrinos: el rnundo ot-rjctivo se le ¡rresenta contenido Ito conceptual) y estar transfbrlnltucl<ll<l lucgtl ctt ¿tlstl
únicanlenle a urt srrjclo autoc0Dscicl){e. i-r r.ul strict0 rluc ¡tuedl lrtri- que sí posee una forrna conccptual. Cuando disctrtí esle ASulltO cn
buirsé á sí rrismo cxpcricnciasl sólo cn el contexto de l¿r capacidacl la Cctnferenc.ia lerc'erct recurrí a alguuos eletncntos del pr'nsltmien-
que ticne un sujeto clc ¿rtribuirsc erpericrtcias a sí nrismo puedcn to kantiano que anulan la conclttsión dc E,vans. Mi tesis fttc que
las experiencias constitLrirst- ctll.r'ro ctrnciencia del trunclo. Ahora cuanclo Evans arguyc quc los juicios dc la crpcriencia sc b¿rsatr cn
!..
cicrict contCñicjo ¡o conceptual. cstá caycndo en ull¿t ycrsi(r¡ del
1

bicn. csto nos clevuel'u'e a cierta rcstricción sobre la cual llanté la


nlencitin durantc la Ct¡uli't)t'n('i(t lL't'L¿tit (apartado 3): la csponta- Mito dc lo Dado. cl cu¿rl no es sitrtl uno dc los dos extrclrros prtll'ri.ls
neiclad c'lcl cntendimicnto (la capaciciad dc pcnsatnict.tto concep- ,ié esa lnist.na oscilación inÚrtil tlc la cr.lal Kant trata clc rcscatarlrtls'
tual) es lo que saca a csccu¿r tanto el llunclo colno el yo; las crialu- y ¿rlrora poseclt-los. acle rrtirs. otro at.tgttlo clc r isiirrl ¡r:.trit ctrtctltlcr ptlr
r¿rs sir.r capacicladcs cot'tccptuales carcccn. por lo tantcl. t¿tt'ttt¡ clc clrré la Coltclusió11 cle Er,¿rus ll0 ctlsa cOIl tllla pcrs¡lcctiva kalttiarla:
porque csta perspectirra nos prohítle supollcl- clttc llt scnsilliliclacl.
i. Drscrrlo lrt <concc¡lcitirt <lcl nrhxi¡ltl colrrirn tlcnonrinetlor-, cn.l. Nlc[)ou'cll. l"lol sí rrtisr-rta, uos ptteclit ¡-rrclporciotrar
ctll'ttctlicltl cltlc n0 llcgtrc a scr
('ritt't'iu. I)ali,usibilit.r, untl Knottlt,dgr'. Procccrlirtgs ol'tllc llritish 6l'
Co¡Ce¡ttual pero Clu(], con todtl, tcng¿r ya cluC \¡cI ctl¡ el Ilttttltlo. l'.lt
Acatle nr1'
tunrbióu c¡r .1. N{cl)oucll..\ittgrrlur"l'ltotrg.ltt d,trl tltr ExtL'nt of Itt-
auseltcia cle esptltltitllciclad. llcl colltanlos cOll l-lll y9 a la visllr. y ll()r
( 19,\2).155-,179; ¡'
ttt'r .\¡tott'. en P Pettit-.1. l\lc[)oricll (ccls.). .S¿¿/r/rr'¡.'l'lrrtrt,.4ltt. rr¡¡¡l (ir¡l¿'.t1. ('ltrctr
tlon l)ress. Oxlirrd 198(r. ll7-l6ll. e so nrisr.t.lo el trlutrdtl tall.lpoco pr'rede clurctlar lt
la vistlt'

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