Poemas Dramaticos - Lord Byron

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IMH
ALCALÁ GALIANO

POEMAS DRAMÁTICOS
DE LORD BYRON

•SARDANÁPALO. —MANPREDU.

0. MARCELINO MKNÉNDEZ Y FELA YO

MADRID'
imprÍnt.
nüm. 22.
COLECCIÓN

ESCRITORES CASTELLANOS

DRAMÁTICOS

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POEMAS DRAMATICOS

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lord byron
TIRADAS ESPECIALES

25 ejemplares en papel China. / á XX £


25 » en papel Japón. XXVI á ¿ I
(qo » en papel de hilo... ... / á /'?í|

I
Sr. D. Marcelino Menéndez y Pela yo.

i querido y omnidocente amigo : Ahí


5 van, para comparecer ante el tribunal
■ de la justicia literaria de V., tres subli¬
mes criminales, tres poéticos pecadores, tres
audaces heterodoxos, y no españoles, de los
que V. evocó con sus potentes magias de histo¬
riador y crítico. Desde esta triste Inglaterra, don¬
de vieron la luz, y yo sin la del sol me consumo
en eterna sombra y olvido , ahí se los envío,
como quien dice, atados codo con codo, amarra¬
dos á las páginas de un libro, y condenados á
los trabajos forzados, á la cadena perpetua de la
publicidad. Sus nombres dicen su alcurnia y de¬
nuncian sus delitos. Caín el fratricida, el suicida
Sardanápalo y el incestuoso brujo Manfredo.
Los acompañan algunos espíritus, fantasmas,
hadas, genios y otros personajes de la mito-
cracta fantástica, figurando á su cabeza nada
VIII POEMAS DRAMATICOS.

menos que el bíblico Lucifer y el persa Arimán.


¡Bonita gente! ¡Soberbia demagogia celestial!
Apreciables nihilistas, demoledores de todo lo
divino, esos que en castellano verso dialogan,
declaman, blasfeman y mueren sobre el esce¬
nario de los tres poemas dramáticos ingleses á
que dan sus nombres ; poemas que, gracias á la
triple alianza de V., mi bibliófilo y buen primo
el conde de Casa-Valencia y el inteligente edi¬
tor D. Mariano Catalina, van hoy á usurpar un
honroso puesto en la selecta y apetecida Colec¬
ción de escritores castellanos.
A nadie con mejor título y mayor gusto que
á V. puedo dedicar ese modesto libro, aprove¬
chando tan natural ocasión de rendirle mi literario
vasallaje. Sí, se le dedico con plena satisfacción
á V. , Creso de la ciencia, Merlín del arte, autó¬
crata de todos los libros, eco de las edades pasa¬
das, honra de la presente, portentoso fenómeno
de edad, saber y gobierno, de quien puede de¬
cirse con Esquilo (y á V. en griego, para ma¬
yor claridad):

•fépovTa xóv vouv, oápv.a 8’^óí3«v (púas*.

Le corresponde á V., además, por derecho


propio, mi humilde dedicatoria , por un acto de
magnanimidad literaria, pues descendiendo V.
PRELIMINARES. IX

de los platónico-dantescos círculos, de las ra¬


diantes esferas de las Ideas Estéticas, donde hace
tiempo habita su bienaventurado espíritu crítico,
se digna V. mirar hacia abajo, interrumpir sus
pensativos éxtasis y fecundas tareas, mojar su
pluma en tinta menos indeleble, y consagrar un
prólogo, nada menos que un prólogo (V. que
tantos ha escrito) , á las luciféricas y embruja¬
das inspiraciones de un poeta satánico, interpre¬
tadas por el más mefistofélico y libre soñador
de los traductores. ¡ Hermoso milagro de la to¬
lerancia poética , de la caridad literaria , del
intelectual cosmopolitismo!
Manos á la obra, generoso y hasta despilfa¬
rrado maestro, y vierta sobre el papel la limosna
de unas migajas de su sabroso pan espiritual.
Frote como Aladín la lámpara maravillosa de
su frente, y brotarán algunas perlas del oculto
tesoro de su'memoria inagotable. No necesi¬
ta V. calentarse el menor lóbulo de su saturado
encéfalo, ni tiene V. que hacer uno de aquellos
prologui galeati, armados de punta en blanco
contra el asalto de impugnadores, ni una de
aquellas charlatanescas introducciones, especies
de sinfonías con bombo y platillos hechas solo

To raise the volume price a shilling.


POEMAS DRAMATICOS.

Cuatro renglones, su firma de V., su simple


tarjeta profesional, su mero V.° B.° , servirán
de precioso pasaporte, de billete de admisión y
libre circulación en el reino de las letras, á esos
tres dramáticos poemas, hijos, hasta hoy expó*
sitos, de este expatriado poeta castellano en sus
amorosos é ilícitos tratos con la musa viuda de
Byron; viuda hoy un tanto abandonada y ol¬
vidada por sus antiguos amantes románticos, y
desbancada y arrinconada en su Parnaso por sus
jóvenes rivales las menos soñadoras, más posi¬
tivistas, tentadoras y desnudas musas del natu¬
ralismo.
Comparaba Madame de Sévigné á los traduc¬
tores con los criados que al dar un recado suelen
decir lo contrario de lo que sus amos les encar¬
garon. Yo no sé si he transmitido con acierto el
lírico mensaje del vate, amo de mi espíritu; pero
puedo asegurar á V. que he tratado de repro¬
ducirle verso por verso y con fidelidad casi te¬
lefónica. Bien sé que así como Cicerón traducía
á Demóstenes non ut interpres sed ut orator, para
traducir un poeta hay que hacerlo á lo poeta, es
decir, conservando la esencia, la magia, el es¬
píritu más que la letra, el armazón , el esqueleto
gramatical en que la belleza escrita se encarna
y transfigura. Empero , más que tan poética as-
PRELIMINARES. XI

piración ha podido en mí el afán de la fidelidad


textual; esa fidelidad ha sido el freno de mi pen¬
samiento , y hasta casi la falsilla que ha guiado
mi temblorosa y vacilante pluma; á esa fideli¬
dad he sacrificado muchas veces la sonoridad de
los versos, los arranques y aun líricas tentacio- ■
nes de la forma. Por eso , salvo en el Sarda ñá¬
palo, en el que, cediendo á no sé qué pueril atrac¬
ción , he seguido la rutinaria tradición del ro¬
mance endecasílabo empleado en las tragedias
clásicas, en los otros poemas he procurado dar
al verso suelto en que están escritos cierta in¬
tencional aspereza é inarmonía, cierta forma
selvática adecuada y como calcada al trasluz so¬
bre el blank verse byroniano; sin contar con que
ya el verso libre, aun manejado con el arte de
Moratín y Jovellanos, disuena, en general, á
los ineducados oídos españoles, tan propensos
y enamorados de las sonoridades, lirismos y
hasta (si V. me consiente la frase) guitarrismos de
nuestra punteada poesía popular.
Nada diré á V., como más en particular de¬
seaba , sobre mí traducción del Fausto de Mar-
lowe, que debía formar parte de este tomo, pues
no habiendo tenido cabida en él, por hacerle ex¬
ceder de su natural volumen y prenumeradas
páginas, quedará por ahora durmiendo en com-
XII POEMAS DRAMÁTICOS.

pañía de mis otras juveniles y estudiantiles tra¬


ducciones de Leopardi, Virgilio, Shakespeare,f
Schiller y otros menores poetas, que atestan m¡
ya apolillada cartera de traductor y literato. J
Declaro que me asalta cierto amistoso remor*f
dimiento al abusar de su exquisita complacen'!
cia, de su talento trino y uno de crítico, poeta ,
y erudito, comprometiendo á hombre de la talla, j-
notoriedad y ortodoxia de V. á prologuizar, es
decir, semiapadrinar el epicúreo escepticismo*
de Sardanápalo, la esotérica ciencia de ManfredoJ
las sacrilegas interrogaciones de Caín, y, sobre
todo, los impíos apostrofes de Lucifer. ¡ Cómo!
I en vez de hacerle la cruz y gritarle el vade j
retro, va V. á dar, no sólo oídos, sino su aten- ]
ción, su examen y su pluma á las sugestiones,
dichas en verso para mayor seducción, del espí¬
ritu del mal, del mismísimo Diablo! Van á decir i
que está V. endiablado. Verdad es, amigo mío, ]
que el Diablo se ha humanizado y civilizado
tanto, que ya pocos le temen, bastantes le imi¬
tan y muchos hasta solicitan sus favores. Aquel
repulsivo Imperator del doloroso regno, con sus
tres cabezas, negra, encarnada y amarilla, ver- i
tiendo llanto y baba, que Dante vió en el fondo i
de su Infierno, ha ido poco á poco afinándose,
haciéndose menos espantable, más social, más
PRELIMINARES. XIII

literario, más estético , tanto que ya en los días


de Goethe aparece ante la humanidad volteriana
ó panteista bajo la forma del maligno Mefistó-
feles, el diablo cómico y divertido que tiene en¬
trada libre en el cielo, que conversa y hasta hace
una apuesta con el Padre Eterno ; el diablo ele¬
gante , de salón, el diablo-cantante, el carnava¬
lesco diablo-figurín que, á pesar de su pata de
caballo, se presenta vistoso y gallardo

ln rothem goldverbramten Kleide,


Das Manlelchen von starrer Seide,
Die Hahnenfeder auf dem Hut,
Mit einem tangen, spit^en Degen.

Mi diabólico libro tiene hasta cierta actualidad y


color local, pues desde que Luzbel se convirtió
al humanismo, se limó los cuernos, se cortó las
alas de murciélago y las uñas, y se encajó el
frac y guante blanco, no es ya el tentador, sino
el encubridor, no sólo de los libre-pensadores,
sino de los devotos libre-creyentes que tanto
abundan en esta neo-pagana y aurólatra sociedad
contemporánea. Además, vamos siendo tan bue¬
nos, tan benditos, que el diablo va pronto
á quedar cesante. Ya el italiano Celio Curio pro¬
bó que el cielo tiene más habitantes que el in¬
fierno , y desde entonces la citta dohnte va que¬
dando desalquilada, la perduta gente no se asusta
XIV POEMAS DRAMÁTICOS.

del eterno dolore, y si hay aún arrepentidos á quie¬


nes asalta el temor de la divina potestate, cuando
están hartos de carne se meten á frailes, se hacen
epicúreos cartujos de aquellos suntuosísimoscon-
ventos de telemitas que con tanta sal y pimienta
nos pinta el cáustico y mal pensado Rabelais.
Deseche V. todo escrúpulo que pudiera pun¬
zarle por patrocinar literariamente esos herético-
dramáticos poemas, y por cada uno de sus milla¬
res de versos reciba un afectuoso abrazo de este
poeta, desterrado, no á Ultramar, sino á ultra-
sol, pues sin ver ese astro, alma objetiva del uni¬
verso , sin ver apenas los otros soles magnéticos
y quizás más luminosos del Arte y la Poesía,
lleva diez años de una antihomérica odisea á
través de todos los países del mapa-mundi, de¬
safiando el rigor de todas las longitudes y latitu¬
des del planeta, concibiendo libros y poemas que
se agostan en su frente, y recordando y amando
siempre la patria y los ya de él, aunque no por
él, olvidados amigos.
De ellos es V. uno de los más caros para su
primer admirador y siempre afectísimo

José Alcalá Galiano.

Newcastle-on Tyne 1886.


Sr. D. José Alcalá Galiano.

i querido amigo: Su carta de V. cari¬


ñosísima, ha sido para mí algo se¬
mejante á una resurrección. Allá,
cuando yo cursaba las aulas (no hace mucho
1 tiempo, porque no soy viejo), oía sonar en¬
tre los nombres de los poetas castellanos de
1 más crédito y fama el nombre del valiente
poeta de las odas Al túnel del Mont-Cenis y Al
Coliseo Romano; del fácil y amenísimo poeta
de El estereoscopio social. Decíase entre todos los
aficionados á estos estudios que el tal poeta
había traducido á Leopardi, siguiendo tan de
cerca al original, que casi le había bebido los
alientos: añadíase que su genio explorador y
aventurero de nuevas tierras y conquistador de
xvt POEMA? DRAMÁTICOS.

ellas para el arte nacional, había dado alta


muestra de sí traduciendo en años todavía muy
juveniles el Man/redo, de Byron, con tal exacti*
tud y perfección , que desalentaba toda compe¬
tencia. Y era, en fin, rumor público que exis'r
tían de su mano traducciones de las Geórgicas1
(para lo cual no tenía que buscar fuera de su
casa ejemplo que seguir ó emular), y de Schil-i
ler y de otros poetas,'así líricos como dramá¬
ticos, así antiguos como modernos; pero todos ^
ellos pertenecientes á la raza de los inmortales.
Luego este poeta se alejó de nosotros; de tiem¬
po en tiempo oíamos su nombre, y aun lográba-i
mos tal cual inspiración de su numen, firmada i
en las regiones clásicas, ó en la tierra que habita¬
ron los patriarcas, ó éntrelas brumas escocesas:
sus buenos amigos no podíamos apartar de la
memoria aquella inspiración franca y aquel ge¬
nial desembarazo y alta cultura, que tanto con-,
trastaba con el abatimiento y decadencia, cada
día más visibles, de nuestra poesía lírica, tan
postrada hoy, si no en las formas externas, por
lo menos en lo que toca y pertenece al fondo
y á la médula del pensamiento, que, bueno ó í
malo, torcido ó derecho, debe tener, para que
merezca el título de poético, una elevación y un
temple que en vano buscamos en la mayor par-
PRELIMINARES. XVI r

te de los versos más ó menos elegantes que


tenemos costumbre de leer en España.
Al fin el poeta despertó, y ¡ de qué manera tan
brillante! Quiera Dios que este despertar sea
prinoipio de nueva y más enérgica acción, y no
intervalo para otro más largo y más profundo
sueño. Como aquel que, habiendo dejado en¬
mohecer por largo desuso sus fuerzas muscula¬
res , intenta renovarlas, y prepárase á nueva
fatiga por medio de artificiales ejercicios gim¬
násticos, el poeta lírico que yo conocí y admiré
en otros tiempos, se presenta al vulgo de los
lectores españoles como un principiante ó como
un desconocido, con un tomo de traducciones.
Otras vendrán después , y, sin duda .también, en
pos de ellas, los versos originales del poeta,
unos inéditos, y otros (doloroso es confesarlo)
tan desconocidos como si inéditos estuviesen.
En este procedimiento resplandece la modestia,
dote que siempre ha enaltecido á V., y que tanto
contrasta con el general engreimiento de los ver¬
sificadores, capaces de dar lecciones de arte , no
ya á lord Byron, sino al mismo Homero, ó al
mismo Píndaro que se Ies ponga por delante. V.
presenta desde luego como principal título á la
estimación de los que saben admirar las cosas
bellas, su admiración hacia los grandes maestros
- xlv - b
xvni POKMAS DRAMÁTICOS.

del sentir y del expresar armoniosamente lo sen-a


tido, Y como persona culta y bien educada que es,
no se introduce bruscamente en una sociedad, de
la cual, por su largo alejamiento, ha llegado á
creerse extraño, sino que busca, para la cere¬
monia de la presentación, el amparo de un
gentleman tan cumplido como el autor de Caín,
de Manfredo y de Sardanápalo. El que no respete
en las letras semejante aristocracia , ¿cuál ha de
respetar?
Sean bien venidos, pues, los tres intere-
sanies criminales que V. ha vestido á la espa-,
ñola, y que vienen , con todo el alto aliento que
les comunicó su autor sajón, á llamar á las
puertas del arte castellano. Sus excesos, sus
crímenes, sus desesperaciones y sus blasfemias,
necesitan poca excusa, y pasarán sin ceño, aun
de los más timoratos y severos. Son blasfemias,
audacias y desesperaciones líricas, de las cuales
Dios les habrá pedido seguramente cuenta, pero
que apenas nos asustan al lado de la blasfemia
razonadora y científica que hoy suena por todas
partes. Byron no es ya para nosotros aquel poe¬
ta satánico ó endiablado que llenaba de terror á
nuestros padres. El maniqueismo casi infantil de
Caín, la ciencia taumatúrgica de Manfredo,
mucho más próxima á la fe que á la duda, ¿qué
XXI

efecto han de hacer en ánimos en quien no ..fa


yan hecho mella la áspera lima de la crítica kan¬
tiana, ó la desesperación objetivada de los pesi¬
mistas, ó el hacha brutal de la negación positi¬
vista? ¡Ah, mi querido amigo! Las cosas han
andado tan de prisa, que el Satanás de la poesía
deByron y aun de la de Shelley, comienza á
peider las uñas y las garras, y no faltan por el
mundo críticos y filósofos que á uno y otro poeta
británico los tengan por espíritus detenidos en
un período de evolución inferior, y, en suma,
poco menos que por teólogos, teólogos demonía¬
cos , si se quiere, pero al fin teólogos, es decir,
hombres de cuyas mentes jamás se borró del
todo la impresión de lo absoluto y de lo eterno.
Y, en efecto : ¿qué especie de hombre era
Byron? Por él había pasado la filosofía del si¬
glo xviii con su fanatismo y con sus iras.
Habían contribuido á malearle sus desdichas
domésticas, su dandysmo y fatuidad incurable,
todas las vanidades de raza , de clase, de inge-
ni°, de hermosura y de fuerza corporal, juntas
en su cabeza y exacerbadas por los anatemas de
los necios y de los hipócritas, plaga de la socie¬
dad inglesa. Pero en el fondo, ¡ qué grandeza hu-
mana! ¡Qué desprecio de lo vulgar, pequeño y
mezquino! ¡Qué aspiración al cielo de las ideas,
XVIU
POEMAS DRAMATICOS.
del $ I
desdén hada la imbécil muchedumbre!
No hay dogma alguno que sea hoy negado con
mayor ahinco por las filosofías que corren triun*
fantes en Europa, que el del libre albedrío y el de
la propia responsabilidad. Ninguno profesó By*
ron con tan resuelta energía. Bajo este aspecto,
sus poemas son casi edificantes. Su personalidad
aislada , feroz, selvática, en lucha constante con
el mundo que la rodea, afirma y reconoce en
sí misma el principio y la raíz de su indepen*
dencia: considera eterno para la conciencia el
torcedor de los remordimientos, y viene así á
corroborar de un modo indirecto el dogma de la
eternidad de las penas:

«The mind which is inmortal makes itself


Requital for its good or evil thoughts.
lt is own origin of ili’ and end
And its own place and time : its innate sense,
When stripp’d of this mortality, derives
No colour from the fleeting things without :
But ¡t absorb’d in sufferance or in joy ,
Born from the knolewdge of its own desert.»

De estos versos (que podrá ver el curioso,


admirablemente traducidos por V. en las pági¬
nas que siguen) inferirá cualquiera que Byron
podía no ser creyente en la doctrina del infierno
tal como la enseña la teología ortodoxa; pero
que al mismo tiempo convenía en lo más subs-
PRELIMINARES. XXI

tancial de ella, enseñando en términos expresos-


la inmortalidad del espíritu , la perpetuidad de
su esencia, y el permanecer eterno de la con¬
ciencia' luminosa que el alma adquiere de sus
propios méritos , y que se convierte para ella en
pena ó en alegría sin término.
No es, pues, tan ñero el león como le pintan.
Y, aunque lo fuera, Byron para nosotros es un
clásico, por más que haya fallecido ayer, y debe
alcanzarle la indulgencia que alcanza á los poe¬
tas clásicos, indulgencia que en los antiguos In¬
dices expurgatorios se expresaba con la siguiente
frase: permittuntur proptcr elegantiam sermonis.
No ha de ser Byron de peor condición que
Lucrecio, que, como poeta, no es mayor que
él. Válgale, pues, y sírvale de escudo ante los
más creyentes la elegantia sermonis , ó , dicho en
términos más modernos, la inmortal hermosu¬
ra de la forma. Y válgale también el amor ar¬
diente y sin medida, avasallador é irresistible
que mostró por todas las cosas del ideal y del
espíritu: aquella naturaleza suya , ávida de lo
suprasensible y de lo eterno , despreciadora
de lo relativo y mundano, naturaleza que él
mismo define con tanta elocuencia por boca del
Abad que interviene en las últimas escenas del
Manfredo:
XXXI POEMAS DRAMÁTICOS.

«This should have beca a noble creature: he


Hath all the energy which would have made
A goodly frame of glorious elements,
Had they been wisely mingled: as it is,
It ¡s an awful chaos, light and darkness,
And mind and dust, and passions and puré thoughts
Mix’d and contending without end or order.»

Espíritus dotados de tal energía, sea cualquiera


el cauce por donde la han hecho correr, tienen en
su propia fuerza inicial un título aristocrático que
se impone á todo respeto. Y no es que todo sea
metal de ley en el feroz personalismo de Byron.
Cuando con ánimo sereno, ó, más bien , con el
ánimo desengañado y difícil al entusiasmo que so¬
lemos tener los hijos de la presente generación,
se leen sus poemas, á nadie deja de ofender algo
de teatral y aparatoso que en ellos hay; cierta re¬
tórica de la desesperación y del descreimiento, la
cual, nó por haber nacido de una soberbia muy
positiva y muy sincera, deja de ser retórica: bri¬
llante y animadísima, eso sí, pero convención li¬
teraria al cabo. Byron fue hombre de un papel, el
más conforme sin duda á su índole genial, á los
resabios de su educación individualista y dis¬
persa, al espíritu de la edad en que vivió, quizá
al espíritu de su propia raza. Nodaña á sus obras,
como muchos creen, el exceso de personalidad:
más bien les daña el que esta personalidad sea en
PRELIMINARES. XXIII

gran parte ficticia. En su biografía hay rasgos de


hombre grande, mezclados con muchos más de
dandy vanidoso y mal criado. Sus mismos infor¬
tunios domésticos, despojados de la aureola que
él supo darles, entran en la categoría de lo vul“
gar y corriente. Quizá Byron , en otros siglos y
en otras condiciones sociales, hubiera podido ser
el Don Juan, el Manfredo ó el Lar a que él fanta¬
seó ; quizá sea verdad, como él mismo afirma
con arrogancia, que desde su juventud nunca su
espíritu anduvo con el de los otros hombres, ni
contempló la tierra con ojos humanos, ni expe¬
rimentó simpatía por la carne viviente:

«From my youth upwards


My spirit vvalked not with the souls of men
Ñor !ook’d upon the earth with human eyes:
The thirst of their ambition was not mine,
The aim of their existence was not mine , .
Myjoy, my griefs, my passions and my powers,
Made me a stranger....
1 had no sympathy with breathing flesh....»

Pero es lo cierto que esta alta y sobrehumana


ambición suya, sin duda por defecto de los tiem¬
pos , hubo de quedarse en amago ó exhalarse á
lo sumo en bellos arranques oratorios, y Byron,
en vez de ser uno de los antiguos reyes del
mar, ó uno de aquellos piratas, bandidos y tira¬
nos , á un tiempo sombríos y simpáticos, ele-
XXIV POEMAS DRAMÁTICOS.

gantes y blasfemos que él creaba, tuvo que


contentarse con ser el primer poeta inglés de
su tiempo, y además un gran señor , hastiado
por disgustos domésticos y hasta por dificul¬
tades pecuniarias y por mil pequeñas contra¬
dicciones del mismo género que las que afligen
á esa turba sin nombre que él afectaba menos¬
preciar. Grande por la imaginación y por el
estilo, más bien que por el carácter, hubo siem¬
pre en él desproporción evidente entre los pro¬
pósitos y la ejecución, y este desequilibrio ha
tenido que trascender forzosamente á la misma
esplendidez de su poesía, en la cual hoy tantas
cosas nos saben á falsedad y nos suenan á hueco.
Quizá explique estola especie de disfavor, á toda
luz injusto, en que ha venido á caer en Inglaterra
el nombre de Byron, conforme iba subiendo el
nombre’ de otros contemporáneos suyos, y es¬
pecialmente el de Shelley, menos gran poeta
quizá, pero más sincero en su ateísmo idealista.
Descartada esta parte de retórica,y descartado
el papel de reprobo con que Byron voluntaria¬
mente se calumniaba, ¿quién negará,sin embar¬
go, que Byron es uno de los tres ó cuatro gran¬
des poetas de nuestro siglo y uno de los primeros
de la humanidad? No se le tenga por románti¬
co: él aborrecía y menospreciaba el romanti-
PRELIMINARES. XXV

cismo. Pocas novedades trajo al arte, como no


fuese su propia persona, más ó menos idealizada.
En lo demás, hacía alarde de ser fiel á la tradi¬
ción, pecando hasta de escrúpulos dignos de un
escolar de retórica. Para él, Pope era el primero
de los poetas ingleses, y nunca las sublimidades
de Shakespeare penetraron muy adentro de su
espíritu. ¿Qué cosa más apartada de la gran ma¬
nera shakespiriana que los dramas de Byron?
Por observarlo y respetarlo todo, observa hasta
las unidades. Mezclar lo familiar con lo grave, lo
jocoso con lo serio, le parece nefando pecado, y
todavía mayor interrumpir el curso de la acción
con personajes y escenas episódicas, aunque to¬
das ellas concurran á representar lo complexo
de la vida humana. Sardanápalo, una de las tres
joyas que V. ha engarzado en este tomo, es
una verdadera tragedia de escuela francesa,
donde el autor, huyendo del tumulto de la vida
externa, procura encerrarse en la contemplación
y estudio de dos ó tres figuras principales. Así
y todo, ¿qué obra más á propósito que ésta
para convencer de su error á los que niegan á
Byron genio dramático, suponiendo que en sus
múltiples obras nunca acertó á presentar otra
figura humana que la suya propia , vestida con
diversos trajes, pero siempre fácilmente recono-
XXVI POEMAS DRAMÁTICOS.

cible? Convenido que Sardanápalo sea Byron


(Byron en sus mejores momentos y por su as¬
pecto más simpático); pero, ¿qué tiene que ver
con la personalidad de Byron, el hermoso tipo
de la esclava jónica, emblema de la cultura
occidental enfrente del despotismo asiático, ni
los dos contrapuestos caracteres de Arbaces y Be-
Ieses, el guerrero y el sacerdote , el sátrapa persa
y el astrólogo babilonio? Estas y otras crea¬
ciones prueban que Byron, aunque sistemática-
mente adorador é idealizador de sí propio , tenía
en su ingenio caudal bastante para comprendery
penetrar otros espíritus humanos, siendo capaz,
por lo tanto, de realizar la verdadera obra dra¬
mática, que quizá sea, entre todas las obras
artísticas, la que más se asimila á la obra divi¬
na, en cuanto engendra verdaderas criaturas do¬
tadas de razón y de albedrío, capaces del bien
y del mal, nuevos ciudadanos del mundo. Si
Byron no los creó en mayor número , no se¬
ría por falta de ingenio, sino por aquella propia
arrogancia suya que le hacía desdeñar y tener
en menos al resto de los mortales, y conside¬
rarse de especie más superior y remontada que
la de ellos. Esa egolatría byroniana es lo único
que ha quitado eficacia dramática á los poemas
de Byron.
PRELIMINARES. XXVII

Pero no les ha quitado el interés humano.


Caín es la protesta maniquea, la eterna interro¬
gación del espíritu rebelde, ante el problema del
origen del mal. Manfredo el eterno remordi¬
miento , no acallado ni por la ciencia esotérica,
ni por el comercio con los espíritus malignos;
Sardanápalo, menos trascendental, pero más
dramático que los otros , es el símbolo de la de¬
generación todavía interesante de una grande y
generosa raza , donde el valor no se extingue,
sino que por intervalos chispea y arroja lum¬
bres, dando á los mismos vicios aspecto de ele¬
gancia y de nobleza.
Estos son los tres poemas que V. nos da tra¬
ducidos , y si voy á decir lo que pienso, nunca
Byron se ha visto tan bien interpretado en cas¬
tellano: interpretado, no sólo en cuanto al sen¬
tido general, sino en los mismos ápices de la
dicción, con fidelidad casi supersticiosa. Quisie¬
ra yo ver á los partidarios de las traducciones
en prosa (que abundan en España, y no por
otra razón, sino porque en España apenas se lee
más que en francés, y los franceses, por des¬
gracia grande de su lengua y de su tristísima
métrica, no tienen más remedio que traducir en
prosa, si quieren ser fieles) ; quisiera yo verlos,
digo, con el texto de Lord Byron por delante.
XXVXI1 POEMAS DRAMÁTICOS.

empeñados en trasladar con más concisión y con i


más exactitud que V. cualquiera de los pasa¬
jes de este libro. Entonces, y sólo entonces se
convencerían de lo vano y sofístico de su argu • j
mentación , y entonces afirmarían, como afirmo'
yo, que los poetas sólo en verso pueden y de¬
ben traducirse, á condición siempre (esto por \
sabido debe callarse), de que sea un poeta el
traductor. Previa esta cualidad, sin la que na¬
die debe atreverse, ni en verso ni en prosa,
á tocar con manos profanas el arca sagrada de
la poesía , ¡ cuántos recursos proporciona nues¬
tra lengua poética al traductor que sabe su ofi¬
cio ! ¡ Cuántos modos rápidos de decir las cosas,
cuántas inversiones felices que la prosa no co- i
noce ni tolera, cuántas audacias de construc¬
ción puede permitirse, cuánta poesía de estilo!
Yo sé que en España este trabajo no logra esti •
mación ni aplauso; pero sé también que en otras
partes no acontece lo propio: sé que Leopardi
y Fóscolo han dejado quizá mayor número de
versos traducidos que de versos originales: sé
que Monti debe la mayor parte de su fama de
poeta á su traducción de la 1liada (más hermosa
que fiel), y sé, por último, que este mismo
Byron, de quien venimos tratando, no tuvo á
menos ejercitarse con repetición y ahinco en
PRELIMINARES. xxtx

este género de tareas, como lo prueban, no ya


sólo sus Hours of Idleness, y demás poesías de
su juventud, donde hay versiones de Virgilio,
de Catulo, de Horacio, de Anacreonte, etc., sino
las que en edad madura hizo (y por cierto de
una manera insuperable) , de algún romance
nuestro, y del episodio dantesco de Francisca de
Rímini.
No se condene, pues, á bulto y en montón
á ios traductores en verso, puesto que habría que
incluir en la proscripción á hombres tales como
los citados, y como Andrés Chénier y Goethe,
y Shelley y Longfellow, y otros infinitos, ale¬
manes é ingleses, italianos y hasta franceses. Lo
que hay que condenar, y, si fuera posible, des¬
terrar , es esa prosa bárbara, hinchada y altiso¬
nante , en la cual los franceses, y muchos que
no lo son, creen lícito traducir los versos, des¬
coyuntándolos, torciéndolos y violentándolos
contra naturaleza. Debajo de esa prosa se están
viendo , según la feliz expresión de los antiguos,
los miembros del infeliz poeta, tan bárbara¬
mente despedazados como los de Orfeo por
las Ménades de Tracia. Se ha sostenido con in¬
genio que la prosa es una tentativa frustrada de
poesía. Tiene, en efecto, la prosa su ritmo pro¬
pio, vago y no sujeto á ponderación ni á me-
XXX POEMAS DRAMÁTICOS.

dida; pero que en los grandes momentos orato¬


rios tiende á confundirse con el ritmo poético. ■
Pero la recíproca no es verdadera: nunca los
versos de un legítimo poeta tienden á ser prosa:
lo perfecto, lo armónico, lo total é íntegramen¬
te artístico, no se allana á descender hasta lo im¬
perfecto , hasta lo inarmónico , hasta lo que no
es arte más que á medias. Pasen las interlinea¬
les, que no son trabajo literario , ni tienen más
objeto que facilitar el manejo de los textos al
que aprende una lengua ; pero ¿qué pensar del
que no haya leído á Homero más que en prosa
francesa? Vale mucho más no leerle de ninguna
manera, y si hay alguien que afirme que en¬
cuentra deleite en tan insípida lectura, habrá
que dudar de su buena fe ó de su discernimiento.
No digo yo los admirables versos italianos de
Monti ó de Foscolo, sino los alemanes de VossJ
hechos á regla y compás, los latinos de nuestro
P. Alegre , echados á perder por el conato de
imitación virgiliana, y hasta los débiles y ras¬
treros versos castellanos de Hermosilla, conser¬
van mucho más aliento homérico y se leen con
más agrado que la mejor traducción en prosa.
Por tanto, no puedo menos de aplaudir queV.
haya traducido en verso á Byron y á otros poe¬
tas , y esto, no para tomarse libertades con ellos,
PRELIMINARES. XXXI

sino, al contrario, para seguirlos mucho más de


cerca y calentarse á su hogar, donde nunca se
admite al ruin prosista. V. dice, y dice bien,
que ha obedecido de tal manera al empeño de
la fidelidad, que no ha dudado en sacrificar á
ella hasta lo sonoro de los versos y los arran¬
ques y líricas tentaciones. Y, sin embargo, mu¬
cho se engañaría el que tomase las confesiones
de V. al pie de la letra, y por ellas quisiese for¬
marle proceso en nombre de esa misma forma
que V. dice haber desdeñado ó puesto en segun¬
do término.
Versos hay en estas traducciones (especial¬
mente en la del Manfredo, que V. ha retocado
tanto desde que la publicó en sus años juveni¬
les , con unánime aplauso de los que entienden
de estas cosas), no ya sonoros, sino elegantes y
armoniosos, y hay tiradas y arranques líricos, que
no por haber sido inspirados por un texto extra¬
ño dejan de probar que es un alma de poeta la que
ha sabido reflejarlos como en limpia corriente ó
en espejo nitidísimo. El ver la belleza es de po¬
cos , y el contar lo que han visto y volverlo á
crear (digámoslo así) con sus palabras, es de
muchísimos menos. Notarán algunos en las tra¬
ducciones de V. versos duros ó desapacibles,
algo de rudo y de áspero; pero suya será la
XXXII POEMAS DRAMÁTICOS.

culpa si no han aprendido bastante para cono- 1


cer la diferencia profundísima que media entre |
traducir un poeta latino ó italiano (que al fin j
y al cabo es de nuestra familia), ó habérselas 1
cuerpo á cuerpo, en desigual combate, con un
poeta de purísima estirpe sajona, en quien cier-|
ta nativa barbarie, ó, digámoslo mejor , selva- j
tiquez y aspereza (que tiene mucho de reflexiva
y calculada), se da la mano con un refinamien-1
to singular en los pensamientos y en la dicción
todo esto sin contar con la osadía y rapidez que ’
las lenguas del Norte tienen para expresar lo =
que sólo por largos rodeos , y de una manera.
oratoria y amplificadora, es lícito expresar á los.]
meridionales.
No negaré que una crítica gramatical y me- \
ticulosa podrá reparar en los poemas dramáticos !
que ahora se imprimen, algunos versos duros ó j
mal acentuados, alguna construcción viciosa,
tal ó cual negligencia en el uso de las partícu-j
las, ciertas asonancias demasiado cercanas y aun
dentro del mismo verso, algunas cacofonías, yj
una como tendencia á abusar de la sinéresis y dej
otras licencias poéticas; pero todo ello tiene ex-s
plicación y merece disculpa, aun sin considerar
los aciertos con que va mezclado, cuando se
recuerda que el autor lleva más de diez años de
PRELIMINARES. XXXIII

peregrinación por los más apartados lugares de


la tierra; un día en Jerusalén, otro en el Norte
de América, hoy en la frontera de Escocia, sin
oir casi nunca los suaves acentos del habla cas¬
tellana, y teniendo que recurrir (con rara habi¬
lidad por cierto ) á las lenguas extrañas para dar
expresión á los afectos de su alma tan genial¬
mente poética. Y si no, que respondan de ello los
versos franceses que de vez en cuando me han
traído gratas memorias de V. desde Palestina ó
desde Newcastle.
Y ahora, para que el más incrédulo se pene¬
tre de la calidad del traductor que tiene entre
manos, quiero, sin particular elección , poner
aquí, por remate de esta carta , algún breve pa¬
saje de Byron, para que se compare con los ver¬
sos de V. que transcribo en seguida, apareciendo
así de bulto la ventaja de la forma poética y tam¬
bién el arte exquisito del intérprete. No buscaré
una tirada de versos brillantes, donde la pro¬
gresión lenta y majestuosa del período poético
haya sostenido al traductor : escogeré más bien
uno de aquellos trozos de pasión que tanto abun •
dan en Byron; ásperos, cortados en frases bre¬
ves é interrumpidas, como si los hubiera dividi¬
do el hierro del hacha, sangrientos y palpitantes.
Sea la evocación de Astarté en Manfredo:
XXXIV POEMAS DRAMÁTICOS.

«Speak to me :
For I have call’d on thee in the stil! night,
Startled the slumbering birds from the hush’d boughs ,
And woke the mountain wolves , and made the caves
Acquainted with thy vainly echo’d ñame ,
Wich answer’d me — many things answered me —
Spirits and men—but thou wert silent all.
Yet speak to me ! I have outwatch'd the stars ,
And gazed o’er heaven in vain in search of thee.
Speak to me ! I have wander’d o’er the earth
And never found thy likeness. — Speak to me....»

Y exclama V. / calcando más bien que tradu


ciendo :

«¡ Habíame ! Te he llamado de la noche


En el silencio : desperté á las aves,
En las ramas inmóviles dormidas.
Los lobos desperté de las montañas ,
Y enseñé á conocer á las cavernas
Tu nombre vanamente repetido;
Todos me respondieron : respondían
Cosas mil, los espíritus , los hombres ,
Y sola tú quedabas silenciosa.
¡ Habíame, pues! Más tiempo yo he velado
Que las estrellas, y mirado al cielo,
Buscándote en el cielo vanamente.
¡ Habíame ! Errando fui sobre la tierra,
Y parecido á ti nunca vi nada.
¡ Habíame 1 En derredor estos demonios
Contempla : ellos de mi se compadecen:

j Habla, aunque sea con furor, mas habla!


No importa qué...., masque una vez te escuche....
¡Esto otra vez, otra vez más.,..»
PRELIMINARES. XXXV

¿Qué prosa alcanzará á este grado de vivaci¬


dad y de energía? Y, sin embargo , ni una pa¬
labra huelga, ni una sola es invención del tra¬
ductor, el cual, al contrario, ha hecho estudio de
seguir fielmente el giro de la frase inglesa:

«¡ Speak to me 1
Look on the fiends around— they feel (or me;

Speak to me! though it be in wratb : — but say —


I reck not wath — but let me hear thee once —
This once — once more.. .»

Guando en 1865 imprimió V. su primitiva tra¬


ducción del Manfredo, la ensalzó dignamente
nuestro gran Valera, no.por pariente de V. me¬
nos autorizado ni menos imparcial en este caso.
Confirmar hoy su sentencia no me toca á mí,
incompetente crítico, ó más bien mero aficionado,
en estas materias de poesía inglesa. Pero como
tal aficionado, y al mismo tiempo como amigo
de V. y agradecido á sus bondades, no puedo
menos de aceptar con efusión la dedicatoria de
estos poemas, si bien me llena de rubor el con¬
siderar que, por una ciega predilección de ami¬
go, mi nombre, digno de la obscuridad, viene
á sustituir en esta edición castellana ál nombre
de Walter-Scott que Byron escribió al frente del
Caín; al nombre de Goethe que Byron escribió
XXXVI POEMAS DRAMÁTICOS.

al frente del Sardanápalo. j Qué cruel es á veces


la amistad, amigo mío!
Pero aun en sus crueldades y aberraciones,
debemos respetarla como inestimable beneficio
de los cielos. Y, por otra parte, en el pecado
lleva V. la penitencia; teniendo que desfigurar
con palabras mías, trazadas sin reposo ni medi¬
tación, un libro donde sólo debieran resonar los
acentos inmortales de la musa de Byron.
De que él haya encontrado en V. digno intér¬
prete , se regocija su verdadero amigo, que no le
olvida á pesar de la distancia de montes y de
mares,

M. Menéndez y Pela yo.

Madrid 5 de Noviembre de 1886.


C AlN
MISTERIO

POR LORD BYRON


PERSONAJES

Hombres.. . Adán.
Caín.
Abel.
Espíritus.. . Ángel del Señor.
Lucifer.
Mujeres... . Eva.
Adah.
ZlLLAH.
acto primero.

ESCENA PRIMERA.

Tierra fuera del Paraíso.—Tiempo , el amanecer.

ADAN, EVA, CAÍN, ABEL, ADAH y Z1LLAH , ofreciendo


un sacrificio.

ADÁN.
¡ Dios Eterno! ¡ Infinito! ¡ Omnisapiente!
Que de entre las tinieblas del abismo
Derramaste la luz sobre las aguas
Con sólo una palabra : ¡Salve! ¡Salve!
Al renacer la luz, ¡Jehová potente!
EVA.
¡ Dios, que evocaste el día, separando
d.a radiante mañana de la noche,
Nunca hasta aquel instante divididas;
Que apartaste las olas de las olas,
Y que de firmamento diste el nombre
A parte de tus obras: ¡Salve! ¡Salve!
ABEL.
¡ Dios, que hiciste brotar los elementos,
Tierra, mar, aire, fuego...., y con la noche
Y el día, y con los mundos á que alumbran
POEMAS DRAMÁTICOS.

Ú obscurecen, también creaste seres


Para que los gozasen, los amaran
Y te amasen áTi....; por siempre salve!
ADAH.
¡Oh Dios eterno! ¡Padre de las cosas!
Tú que creaste estos hermosos seres
Para que amados fuesen más que todo,
Excepto Tú ; permite que te adore
Y también los adore. ¡Salve! ¡Salve!
ZILLAH.
¡Oh Dios!, que haciendo, amando y bendiciendo
Cuanto vive, no obstante permitiste
Penetrar, engañosa, á la serpiente,
Y á mi padre arrojar del Paraíso;
De nuevo mal líbranos: ¡ Salve! ¡ Salve!
ADÁN.
Caín, mi primogénito: ¿qué es esto?
¿Por qué tú silencioso permaneces?
CAÍN.
¿Y para qué he de hablar?
ADÁN.
Como nosotros:
Para rogar.
CAÍN.
Y qué , ¿no habéis rogado?
ADÁN.
Sí, con grande fervor.
CAÍN.
Y voz sonora.
Os he escuchado.
ADÁN.
Y Dios también, espero'.v,
CAÍN.— A.CTO r. 3

ABEL.
i Amén!
ADÁN.
Y tú, tú, mi primer nacido,
¿Gallado permaneces todavía ?
CAÍN.
Es mejor que esté así.
ADÁN.
¿Por qué?
CAÍN.
No tengo
Yo nada que pedir.
ADÁN.
¿Tampoco nada
Por que las gracias dar humildemente?
CAÍN.
No.
ADÁN.
¿No vives?
CAÍN.
Y qué, ¿morir no debo?
EVA.
¡Ay! El fruto del árbol prohibido
Empieza ya á caer.
ADÁN.
Y recogerle
Debemos otra vez. ¡Dios! ¿Por qué el árbol
Plantaste del Saber ?
CAÍN.
¿Por qué vosotros
No cogisteis del árbol de la Vida?
Desafiarle entonces arrogantes
. POEMAS DRAMÁTICOS.

Podríais.
EVA.
No blasfemes, hijo mío.
Son las de la serpiente esas palabras.
CAÍN
¿Por qué no? Verdad dijo la serpiente:
Había el árbol de la Ciencia, el árbol
De la Vida: la ciencia es buena, y buena
Es la vida también; y ¿cómo entrambas
Un mal ser pueden?
EVA.
Hablas, hijo mío,
Como yo hablé, cayendo en el pecado
Antes de nacer tú; que no contemple
Mi miseria en la tuya renovada.
Me arrepentí. No mire al hijo mío
Fuera del Paraíso, dar en lazos
Que dentro de él perdieron á sus padres.
Con lo que es te contenta. Si nosotros
De esta manera hubiésemos obrado,
¡ Hoy contento estarías, hijo mío!
ADÁN.
Nuestras plegarias terminadas, pronto
Marchemos cada cual á su tarea,
Necesaria, no dura : el suelo es joven,
Y benigno sus frutos nos prodiga
Con fáciles labores.
EVA.
Hijo mío,
Caín, mira á tu padre resignado
Y satisfecho: imítale, (yanse Adán y Eva.)
CAÍN.—ACTO I. 7

ZILLAH.
¿No quieres
Resignarte también , hermano mío?
ABEL.
¿Por qué agobia tu frente esa profunda
Tristeza inútil, que tan sólo sirve
Para excitar las iras del Eterno?
ADAH.
Mi querido Caín, ¿ también me miras
Con torva faz?
CAÍN.
¡No, Adah, nol Mas solo
Me quisiera quedar un breve rato.
Angustiado me siento; pronto pasa.
Abel, precédeme : pronto te sigo.
Y vosotras también , hermanas mías,
No os detengáis por mí; vuestra dulzura
No merece pagarse con dureza;
Muy pronto os seguiré.

Si no, á buscarte
Aquí vendré.
ABEL.
La paz de Dios , hermano,
Quédese con tu espíritu.
(Vánse Abel, Zillah y Adab.)

CAÍN. (Solo.)
¡Y es esta
La Vida!.... ¡Trabajar!.... ¿Y por qué debo
Yo trabajar?.... ¿Porque á tomar mi padre
Su puesto en el Edén no se atreviera?
¿Qpé culpa tuve yo? Yo era innacido.
? POEMAS DRAMÁTICOS.

Yo no pedí el nacer , ni amo el estado


A que ese nacimiento me condujo.
Mas ¿por qué á la mujer y á la Serpiente
Débil cedió? ¿Por qué, ya que cediera,
Tiene que padecer? ¿Qué mal había?
Plantado estaba el árbol. ¿Por qué causa
Para él no estaba allí? ¿Por qué motivo,
No estándolo, le puso allí tan cerca,
En el centro brotando, el más hermoso?
A todas las preguntas, una sola
Respuesta dan: «Su voluntad tal era,
Y él es bueno.» Mas ¿cómo sé que es bueno?
¡Qué! ¿Tal vez porque sea omnipotente,
Qoie es la suma bondad ha de inferirse?
Yo juzgo por los frutos (bien amargos)
Que han de nutrirme por ajena culpa.
¿Quién miro aquí venir? Es una sombra
Idéntica á los ángeles; empero
De un aspecto más triste y más sombrío
Es su espiritual y pura esencia.
¿ Por qué tiemblo? ¿ Por qué más me intimida
Que los otros espíritus que miro
Blandir diariamente entre sus manos
Sus espadas de fuego ante las puertas
En torno de las cuales me detengo
Del plácido crepúsculo á las horas
A echar una mirada á aquellos vastos
Jardines, mis legítimas herencias,
Antes de que la noche se difunda
Por cima de los muros prohibidos
Y árboles eternales, que superan
A las almenas que querubes guardan?
CAÍN.—ACTO I. 9
Y si aquellos ñamígeros y armados
Angeles no me espantan, ¿por qué ahora
Tiemblo al mirar el ángel que se acerca
A este lugar? Empero más potente
Qpe ellos parece, y no menos hermoso;
Mas no todo lo hermoso, sin embargo,
Que habrá sido tal vez, que ser pudiera.
Parece que el dolor la mitad forma
De su inmortalidad. ¿Será posible?
Salvo la humanidad, ¿hay quien padezca?
Llega. (Entra Lucifer.)
LUCIFER.
i Mortal!
CAÍN.
Espíritu, ¿quién eres?
LUCIFER.
Señor de los espíritus.
CAÍN.
¿Tai siendo,
Dejarlos puedes para andar con polvo?
LUCIFER.
Del polvo sé los pensamientos ; pena
Por él siento y por ti.
CAÍN.
¡Cómo!.... ¿Tú sabes
Mis pensamientos?
LUCIFER.
Son los pensamientos
De cuanto digno de pensar existe ;
Es tu parte inmortal la que razona
Dentro de ti.
10 POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
¿Parte inmortal?.... ¿Cuál? Esto
No nos fué revelado ; de mi padre
La necedad , del árbol de la Vida
Nos privó, mientras luego el de la Ciencia ,
Por la fatal premura de mi madre,
Cogido fué muy pronto ; y dió tan sólo
El doloroso fruto de la muerte.
LUCIFER.
Te han engañado ; vivirás.
CAÍN.
Sí, vivo,
Mas es para morir ; vivo, y viviendo ,
No miro nada que á mis ojos haga
La muerte odiosa, salvo aquel innato
Apego; un degradante, aunque invencible
Instinto de la vida, que aborrezco
Tanto cual me desprecio , y que , no obstante,
No puedo dominarle. Y así vivo....
¡Ojalá nunca, nunca yo viviera!
LUCIFER.
¡ Vives y vivirás eternamente!
No pienses que la tierra, tu envoltura
Exterior, constituye la existencia;
Ésta se ha de acabar, y , sin embargo ,
No menos que eres hoy , serás.
CAÍN.
¡ No menos!
¿Y por qué no ser más?
LUCIFER.
Serás, acaso,
Cual nosotros.
CAÍN.—ACTO I.

CAÍN.
¿Qué sois?
LUCIFER.
Eternos somos.
CAÍN.
¿Sois felices?
LUCIFER.
Potentes.
CAÍN.
¿Sois felices?
LUCIFER.
No: ¿lo eres tú?
CAÍN.
¿Cómo he de serlo? ¡Mira!..
LUCIFER.
¡Pobre arcilla!.... ¡Y te juzgas desdichado!
¡Tú!
CAÍN.
Sí, lo soy: y tú, dime, ¿quién eres
Con todo tu poder ?
LUCIFER.
Uno, que quiso
Ser el que te ha formado, y no te habría
Hecho lo que eres.
CAÍN.
¡ Ah! Casi pareces
Un dios; y....
LUCIFER.
No lo soy : ya que no pude
Lograr el serlo, nada ser quisiera
Sino el mismo que soy. Venció; ¡que reine !
12 POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
¿Quién?
LUCIFER.
De tu padre y de la tierra toda
El Autor.
CAÍN.
Y del cielo y cuanto se halla
Dentro del cielo. Tal sus serafines
Lo cantan , y lo dice así mi padre.
LUCIFER.
Dicen.... lo que decir y cantar deben
Bajo pena de ser aquello mismo
Que somos, yo entre espíritus alados,
Y entre los hombres tú.
CAÍN.
¿Qué es lo que somos?
LUCIFER.
¡Almas que á usar se atreven animosas
De su inmortalidad; almas que, audaces,
Afrontan del tirano omnipotente
La sempiterna faz , y osan decirle
Que su mal no es un bien! Si lo hizo todo,
Como nos dice...., cosa ciertamente
Que ni sé, ni la creo.... Mas si, acaso,
Fué verdad que nos hizo...., deshacernos
No podrá nunca : ¡somos inmortales!
¡ Ah ! Mas nos hizo así para á su antojo
Poder atormentarnos : mas ¡qué importal
Es grande.... y, sin embargo, en su grandeza
No es más feliz que en nuestra propia lucha
Somos nosotros! La Bondad no habría
Creado el mal; ¿y qué otra cosa él hizo?
CAÍN. —ACTO I. ;3

Mas, que en su vasto y solitario trono


Se asiente, mundos sin cesar creando,
Para menos hacer abrumadora
La eternidad á su existencia inmensa
É incompartida soledad; que raudos
Planetas y planetas amontone;
Está sólo, tirano, indisoluble,
Indefinido ; si pudiera él mismo
Aniquilarse, el don este sería
Mejor que hallar pudiera : mas ¡que reine,
Y él propio multiplique su miseria!
Los espíritus y hombres, á lo menos,
Simpatizamos.... ¡Padeciendo juntos
Nuestras innumerables pesadumbres,
Conseguimos hacer más soportables
Con aquella fecunda ilimitada
Simpatía de todos hacia todos!
¡ Mas Él!...., tan infeliz en sus alturas
É inquieto en su miseria, sólo debe
Crear y re-crear....
CAÍN.
Me dices cosas
Que vagan hace tiempo cual visiones
A través de mi mente : nunca logro
Conciliar lo que oí con lo que veo :
Mis padres me hablan sólo de serpientes,
Y de frutos, y de árboles : yo miro
Las puertas del lugar que su Edén llaman,
Guardadas por celestes querubines
Con espadas de fuego, que les niegan
La entrada, cual á mí: siento la carga
Le un trabajo diario, y un constante
14 POEMAS DRAMÁTICOS.

Pensamiento : alredor un mundo veo


Donde nada parezco, mientras surgen
Pensamientos en mí, cual si debieran
Dominar y regir todas las cosas.
Pero yo imaginé que tal miseria
Hra mía tan «ólo. Resignado
Mi padre está; mi madre aquel deseo
Poderoso olvidó, que le inflamaba
En la sed de la ciencia , aun con peligro
De eterna maldición; mi hermano sólo
Es un joven pastor que, diligente,
Ofrece las primicias del rebaño
A quien manda á la tierra no dar nada,
Sino á nuestro sudor; mi hermana Zillah
Canta un himno más dulce y más tempran°
Qye el de las aves matutinas; Adah,
Mi esposa, mi adorada , ella tampoco
Comprende el insondable pensamiento
Que me abruma: jamás hallé hasta ahora
Ninguno que conmigo simpatice.
Está bien.... Desde ahora solamente
Trataré con espíritus.
LUCIFER.
Si el alma
Que en ti se alberga no te hiciese digno
De tales compañeros, no estuviera
Ante ti cual estoy: una serpiente
Para tu seducción hubiera sido
Suficiente, cual antes.
CAÍN.
¡ Ah! ¿ Tú fuiste
El que tentó á mi madre?
CAÍN.—ACTO I. 5

LUCIFER.
Yo no tiento
Sino con la verdad : ¿no era aquel árbol
El árbol del saber? Qué, ¿todavía
No daba el árbol de la Vida fruto?
¿Mandé yo no plantarlos? ¿Yo, vedadas
Cosas planté al alcance de inocentes
Seres á quienes su inocencia misma
Debía hacer curiosos? Yo, al crearos,
Os hubiera hecho dioses; y hasta El mismo
Que os arrojó, fué sólo porque, audaces,
«No comieseis los frutos de la vida,
Y dioses os tornáseis cual nosotros» :
¿No fueron estas mismas sus palabras?
CAÍN.
Esas fueron, según oí á los mismos
Que las oyeron con el trueno.
LUCIFER.
Entonces
El demonio, ¿cuál era? ¿El que dejaros
Vivir no quiso, ó bien el que por siempre
Os hiciera vivir en la alegría
Y el poder de la ciencia?
CAÍN.
¡ Que no hubieran
Cogido entrambos frutos ó ninguno!
LUCIFER.
El uno es vuestro ya, y el otro puede
Aún serlo.
CAÍN.
¿Cómo?
i6 POEMAS DRAMÁTICOS.

LUCIFER.
Lo que sois mostrando
Por vuestra rebeldía. Nada logra
Extinguir el espíritu, si quiere
El espíritu ser lo que es, y el centro
De cuanto le circunda.... Soberano,
Nació para imperar.
CAÍN.
¿Pero tú fuiste
El tentador que fascinó á mis padres?
LUCIFER.
¿Yo? ¡pobre barro 1 ¿Para qué ni cómo
Había de tentarlos?
CAÍN.
Dicen ellos
Que un espíritu había en la serpiente.
LUCIFER.
¿Quién dice tal?Escrito no está arriba.
El Soberbio no habrá mentido tanto,
Aunque del hombre los temores grandes
Y su mezquina vanidad achacan
Á la espiritual naturaleza
Su propia y vil caída. La serpiente
Era serpiente__ nada más; empero
No inferior á los mismos á que supo
Tentar , siendo , cual ellos, frágil tierra;
Y superior por su saber á ellos,
Puesto que al fin logró sobrepujarlos
Y previo que el saber, fatal sería
Para sus breves dichas. ¿Te figuras
Que habría yo de revestir la forma
De las cosas que mueren?
CAÍN.—ACTO 1.

CAÍN.
Mas aquella,
¿No albergaba en sus formas un demonio?
LUCIFER.
Uno supo evocar dentro de aquellos
A que habló con su lengua bifurcada.
Te lo repito: la serpiente sólo
Era mera serpiente: si lo dudas,
Pregúntalo á los ángeles guardianes
Del árbol tentador. Cuando el torrente
De edades mil y mil haya rodado
Sobre tus muertas frágiles cenizas
Y las de tu progenie, la progenie
Que por entonces poblará aquel mundo,
Podrá tornar en fábula el relato
De su primera falta, y una forma
Me habra de atribuir, que yo desprecio,
Como desprecio á todo el que se inclina
Ante Aquel que formó todas las cosas
Para que se dobleguen ante aquella
Su eternidad sombría y solitaria;
Mas nosotros que vemos claramente
La luz de la verdad, hablar debemos.
Tus locos padres á una abyecta cosa
Dieron oídos, y cayeron. Dime,
¿Para qué los espíritus habían
De tentarlos? ¿Qué había en los angostos
Lindes del Paraíso, que anhelaran
Los espíritus, ellos que atraviesan
La inmensidad ? Pero te digo cosas
Qúe de tu ciencia con el árbol todo
Ignoras.
- xlv - 2
í8 POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
Mas hablarme tú no puedes
. De ciencia alguna, de la cual no sea
Capaz de comprender, ó esté sediento
De comprender, ó lleve un poderoso
Espíritu capaz de comprenderla.
LUCIFER.
¿Y corazón, también, para mirarla?
CAÍN.
Probemos.
LUCIFER.
¿Osas contemplar la muerte?
CAÍN.
Por aquí no se ha visto todavía.
LUCIFER.
Pues la debéis sufrir.
CAÍN.
Mi padre dice
Que es algo pavoroso; si la nombran ,
Llora mi madre; Abel alza sus ojos
Al firmamento ; Zillah clava triste
Los suyos en la tierra, murmurando
Una plegaria, y Adah me contempla,
Mas sin hablar.
LUCIFER.
¿Y tú?
CAÍN.
Yo.... pensamientos
Indecibles agólpanse y abrasan
Mi corazón al escuchar el nombre
De esa muerte terrible, omnipotente,
Y que es al parecer inevitable.
CAÍN.—ACTO 1. 59
1 Ah! ¿No podría yo luchar con ella?
Siendo niño, jugando , yo luchaba
Con el fiero león, hasta que huía
Con rugidos, sintiendo las presiones
De mis brazos.
LUCIFER.
No tiene forma alguna;
Mas ella absorberá todas las cosas
Que forma tengan de terrenos seres.
CAÍN.
¡ Ah! Yo un ser la juzgaba : ¿quién podría
A los seres causarles otros males
Sino otro ser?
LUCIFER.
Al Destructor pregunta.
CAÍN.
i A quién?
LUCIFER.
O al Hacedor.... Tú dale el nombre
Que quieras darle; pero si hace, sólo
\ Es para de igual modo destruirlo.
CAÍN.
| Lo ignoraba; mas he pensado en ello
| Desde que hablar he oído de la muerte:
I Aunque ignoro lo que es , parece horrible.
| Yo penetré, buscándola, en la vasta
8 Desolación de la callada noche;
| Y cuando entre la sombra de los muros
h Del Edén, vi fantasmas gigantescos
Huir de las espadas fulgurantes
De los querubes, observé afanoso,
Pensando que era aquello su llegada ,
20 POEMAS DRAMÁTICOS.

Pues con terror, un invencible anhelo


Surgió en mi corazón de ver lo que era
Esa cosa fatídica que á todos
Nos hace estremecer ; mas nadie vino.
Entonces aparté mis ojos tristes
Del natal y vedado Paraíso,
Y los volví á las puras luminarias
Qye en el azul sobre nosotros brillan
Y que son tan hermosas.... ¿También ellas
Deben morir?
LUCIFER.
Tal vez : mas largo tiempo
Á los tuyos y á ti sobreviviros.
CAÍN.
Me place : no querría que murieran ;
¡Son tan encantadoras! ¿Qué es la muerte?
Temo, comprendo que es horrible cosa;
Pero lo que es en si, decir no puedo;
Nos amenaza á todos igualmente,
Á quien pecó y á los que no pecaron,
Como un mal.... Mas, ¿qué mal?
LUCIFER.
Volverse tierra.
CAÍN.
¿Mas yo sabré lo que es?
LUCIFER.
Como la muerte
Desconozco, no puedo contestarte.
CAÍN.
Volverme tierra inerte, no sería
Un mal; ojalá nunca hubiese sido
Más que polvo.
CAÍN.—ACTO I.

LUCIFER.
Rampante,vil deseo ,
Peor que el de tu padre; él anhelaba
Saber.
CAÍN.
Mas no vivir, ó si quería
Vivir, ¿por qué razón no probó el árbol
De la Vida?
LUCIFER.
Le estaba prohibido.
CAÍN.
¡ Mortal error!...., el no coger primero
El fruto aquel: mas antes que probase
La Ciencia, él ignoraba que hay la muerte.
I Ay 1 Apenas conozco en qué consiste,
Y la temo—, y no sé qué es lo que temo.
LUCIFER.
Yo que todo lo sé, no temo nada:
Mira lo que es la verdadera ciencia.
CAÍN.
¿Y no querrías enseñarme todo?
lucifer .
Sí, mas con una condición.
CAÍN.
Al punto
Dímela.
lucifer.
Oye te postres y me adores
Por tu señor.
CAÍN.
Mas el Señor que adoran
Mis padres no eres tú.
22 POEMAS DRAMÁTICOS.

LUCIFER.
No.
. CAÍN.
¿Su igual eres?
LUCIFER.
No lo soy.... De común no tengo nada
Con él, ni lo quisiera ser tampoco.
Yo sería más alto que él...., más bajo,
Todo, menos partícipe ó cobarde
Siervo de su poder. Aparte vivo,
Pero soy grande.—Muchos ya me adoran ;
Otros me adorarán.—Sé tú el primero.
CAÍN.
Si de mi padre al Dios no me he humillado
Jamás, aunque mi hermano muchas veces
Me implora que comparta el sacrificio....
¿Me postraré ante ti?
LUCIFER.
¿ No te has postrado
Delante de él jamás?
CAÍN.
¿No te lo dije?
¿Es, acaso, preciso que lo diga?
¡Qué!.... ¿no puede tu ciencia poderosa
Hacértelo saber?
LUCIFER.
Quien no se humilla
Ante él, es que ante mí ya está humillado.
CAÍN.
Yo ante nadie jamás he de humillarme.
LUCIFER.
No pienses que con ello de ser dejas
CAÍN.—ACTO I. 23

Mi adorador ; pues no adorando al otro,


Vienes de esta manera á serlo mío.
CAÍN.
¿Y cómo es esto?
LUCIFER.
Lo sabrás más tarde,
Y aquí mismo.
CAÍN.
Revélame el misterio
De mi ser.
LUCIFER.
Sígueme donde te lleve.
CAÍN.
Me tengo que ir á cultivar el campo....
He prometido....
LUCIFER.
¿Qué?
CAÍN.
Coger algunas
Primicias.
LUCIFER.
¿Para qué?
CAÍN.
Para ofrecerlas
Con Abel sobre el ara.
LUCIFER.
¿No decías
Que al Hacedor jamás te has humillador
CAÍN.
Sí, mas de Abel el fervoroso ruego
Influyó sobre mí; la ofrenda es suya
Más bien que mía...., y Adah....
*4 POEMAS DRAMÁTICOS.

LUCIFER. 1
[Qiié! ¿vacilas?
CAÍN.
Es mi hermana , nacida el día mismo
Que yo, del mismo vientre ; me ha arrancado
Llorando, tal promesa ; y yo, primero
Que mirarla llorar , pienso que á todo
Me humillara y á todo adoraría.
LUCIFER.
Sígueme.
CAÍN.
Voy. (Entra Adah.)
ADAH.
Hermano, por ti vengo ;
Ya de nuestro descanso y regocijo
Es hora ; ven; sin ti, menor sería.
No hiciste tu labor esta mañana,
Mas tus tareas hice ; ya maduros
Están los dulces frutos, y brillantes
Como la misma luz que los sazona.
Sígueme, pues.
CAÍN.
¿No ves?
ADAH.
Un ángel veo ;
Ya vimos muchos ; ¿la hora del descanso
Compartirá, sin duda, con nosotros?
Bien venido.
CAÍN.
Mas éste no es lo mismo
Que los otros que vimos.
CAÍN.—ACTO X. 25

ADAH,
¿Pues entonces
Hay otros?.... Pero bien venido sea,
Cual lo fueron también cuantos vinieron,
Y ser huéspedes nuestros se dignaron.
¿Lo será también él?
CAÍN. (A Lucifer.)
¿Lo serás?
LUCIFER.
Mío,
Yo soy quien te suplico que lo seas.
CAÍN.
Le tengo que seguir.
ADAH.
¿Y abandonarnos?
CAÍN,
Sí.
ADAH.
¡Qué! ¿también á itú?
CAÍN.
¡ Adah querida!
ADAH.
Contigo voy.
LUCIFER.
No puede ser.
ADAH.
¿Quién eres
Tú, que entre pecho y pecho te interpones?
CAÍN.
Este es un dios.
ADAH.
¿Cómo lo sabes?
26 POEMAS DRAMÁTICOS.

Habla
Como un dios.
ADAH.
Así hablaba la serpiente,
Y mintió.
LUCIFER.
¡Yerras, Adah! ¿De la Ciencia
El árbol no era aquél?
ADAH.
Sí; pero sólo
Para labrar nuestro dolor eterno.
LUCIFER.
Ese mismo dolor es ya la ciencia.
No mintió, pues ; y si engañaros pudo,
Con la misma verdad fué solamente;
Y la verdad no puede por su esencia
Ser sino sólo un bien.
ADAH.
Y, sin embargo,
Todo cuanto por ella conocemos
Mal sobre mal acumuló ; la triste
Expulsión del hogar, temor, trabajo ,
Y fatiga y sudor ; remordimiento
Por todo lo que fué; con esperanza
De lo que no llegó. ¡Caín! No trates
Con este audaz espíritu. Soporta
La propia condición en que nacimos,
Y adórame, Caín...., cual yo te adoro.
LUCIFER.
¿Más que á tu madre y tu señor le adoras
CAÍN.—ACTO I.

ADAH.
Sí. ¿Pecado es también?
LUCIFER.
No, todavía;
Mas lo será algún día en vuestros hijos.
ADAH.
¡Cómo!.... ¿La hija mía, tiernamente
No deberá adorar á Enoch, su hermano?
LUCIFER.
No, cual tú quieres á Caín.
ADAH.
¡ Dios mío !
¿No se amarán ni engendrarán á seres
Que se amen con su amor? ¿En este seno
Ambos la misma leche no han bebido?
¿Su padre no nació del propio vientre,
A igual hora que yo? ¿No nos amamos
El uno al otro? ¿Y nuestro ser y vida
Reproduciendo, no reproducimos
Seres que se amarán unos á otros
Cual los amamos.... y cual yo te amo,
Mi Caín?.... A este espíritu no sigas;
No le sigas, Caín ; no es de los nuestros.
LUCIFER.
Ese pecado de que hablé , no es obra
De mi poder, ni entre vosotros puede
Pecado ser , aunque por tal le miren
Más tarde los que deben sucederos
En la mortalidad.
ADAH.
¿Y qué pecado
No es pecado en sí mismo? ¿Determinan
28 POEMAS DRAMÁTICOS.

El pecado ó virtud las circunstancias?


Entonces, siendo así, somos esclavos
De....
LUCIFER.
Sí, seres más altos que vosotros
Son esclavos también ; y otros que existen
Más altos que ellos y vosotros mismos,
Lo serían también si no estimasen
Más una independencia de suplicios
Que aquellas enervantes agonías
De vergonzosa adulación , con arpas,
Himnos é interesadas oraciones
Al que es Señor omnipotente, sólo
Por la razón de ser omnipotente ,
No por amor, más por terror cobarde
Y por propio interés.
ADAH.
La Omnipotencia,
La suprema bondad sólo ser puede.
LUCIFER.
¿En el Edén lo fué?
ADAH.
¡ Calla, Enemigo!
No me quieras tentar con tu hermosura :
Más hermoso eres tú que la serpiente,
Pero, cual ella , falso.
LUCIFER.
No, cual ella,
Veraz; pregunta á Eva , vuestra madre:
¿Del bien y el mal la ciencia no posee?
ADAH.
¡ Oh, madre mía! Recogiste un fruto
CAÍN.— ACTO I. 29

Qye más fatal á tu progenie ha sido


Que á ti misma: siquiera tú pasaste
En el Edén tu juventud , en dulce,
Inocente y feliz correspondencia
Con alados espíritus dichosos;
Mas nosotros, tus hijos, ignorantes
Del Edén, \ay!, nos vemos acechados
Por astutos demonios, que se apropian
Las palabras de Dios, y que nos tientan
Usando nuestros propios pensamientos,
Curiosos é insaciables...., cual tú fuiste
Seducida también por la serpiente
Durante tu más puro, inofensivo
E incauto pasatiempo de ventura.
A este ser inmortal que está delante,
No puedo responder ni aborrecerle;
Con un dulce temor le estoy mirando,
Y no me aparto de él; en su mirada
Reside una atracción tan penetrante,
Que mis turbados ojos en los suyos
Oblígame á fijar ; con violencia
Late mi corazón; me aterroriza,
Y, empero, fascinada me conduce,
Me arrastra cerca de él, cerca , más cerca....
Caín.... Caín\ Sálvame de él!
CAÍN.
¿Qué temes.
Adah? No es un espíritu maligno.
ADAH.
No es Dios...., ni de los suyos : querubines
Y serafines contemplé ; mas éste
No se parece á aquéllos.
3o POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
Mas se cuentan
Espíritus más altos todavía....
Los arcángeles.
LUCIFER.
Y otros aún más altos
Que los mismos arcángeles del cielo.
ADAH.
Sí_, pero no benditos.
LUCIFER.
Si consiste
La bendición en baja servidumbre,
Entonces, no.
ADAH.
Decir oí : más aman
Los serafines; saben más, en cambio,
Los querubines; querubín es éste,
Pues que no tiene amor.
LUCIFER.
Y si la ciencia
Suprema extingue del amor la llama,
¿Qué será aquél á quien amar no es dado
Luego que es de vosotros conocido?
Por esto, si el amor es menos grande
En los omnisapientes querubines,
Es en los serafines solamente
Ignorancia el amor; que tales cosas
Compatibles no son; ya la sentencia
De tus dementes padres, por su audacia,
Claramente lo prueba. Elegir debes
Entre la ciencia y el amor; no existe
Otra elección alguna : vuestro padre
CAÍN.—ACTO I. 3-1

Eligió ya; su adoración es miedo.


ADAH.
lOh, mi Caín!.... Pues el amor elige.
CAÍN.
El amor hacia ti yo no le elijo,
Pues conmigo nació; mas no me inspira
Cosa ninguna amor.
ADAH.
¿Y nuestros padres?
CAÍN.
Qué.... ¿nos amaron al probar el árbol
Que á todos nos privó del Paraíso?
ADAH.
No habíamos nacido; y, aun habiendo
Nacido, ¿no debíamos amarlos
A ellos, Caín , y á nuestros dulces hijos?
CAÍN.
¡ Mi tierno Enoch 1 ¡ su balbuciente hermana!
Si siquiera pudiese imaginarlos
Felices, casi medio olvidaría....
i Mas nunca ha de olvidarse aunque sucedan
Tres mil generaciones; nunca, nunca
Podrán amar los hombres el recuerdo
Del hombre que, funesto, las semillas
Sembró del mal y del linaje humano
En una misma horal El alto fruto
Cogieron en el árbol de la Ciencia
Y pecaron.... ¡Y aún no satisfechos
Con su propio dolor, nos engendraron
A mí y á ti y á todos esos pocos
Que viven hoy , y á las innumeradas
Y las innumerables multitudes
32 POEMAS DRAMÁTICOS.

Y á todos los millares de millones


Que deben heredar las agonías
Que irán acumulando las edades!
¡Y padre yo seré de tales cosas!
¡Tu hermosura y tu amor...., mi amor, mi dicha,
El delicioso instante, la hora grata,
Todo cuanto en los hijos y en nosotros
Amamos, debe sólo conducirles
Y conducirnos—ál través de muchos
Años de pesadumbres y pecado,
O pocos, pero siempre dolorosos
Y mezclados con un fugaz instante
De rápido placer—hacia la muerte....,
Á lo desconocido! Me figuro
Que el árbol de la Ciencia su promesa
No cumplió : si pecaron, por lo menos
Debieran comprender todas las cosas
Del saber...., y el misterio de la muerte.
Y ¿qué saben?.... Que son desventurados.
Para enseñarnos esto, ¿ por qué había
Necesidad de frutos y serpientes?
ADAH.
Infeliz yo no soy; y si tú fueras
Feliz, Caín....
CAÍN.
Sé, pues , feliz tú sola.
No quiero yo felicidad que humilla
A los míos y á mí.
ADAH.
Sola, ni puedo
Ni quisiera tampoco ser dichosa :
Mas creo que mirándolos á todos
CAÍN.—ACTO I. 33

Á nuestro alrededor, serlo podría,


Aun á despecho de esa misma muerte,
Que, como no la he visto, no la temo;
Aunque tiene que ser sombra terrible.
Si he de juzgar por lo que de ella escucho.
LUCIFER.
? ¿Dices que no podías ser dichosa
Sola?
ADAH.
¡ Sola! i Dios mío ¿ Quién podría
Ser feliz ó ser bueno estando solo?
Á mí mi soledad se me figura
Pecado, excepto cuando pienso, ansiosa,
Cuán presto junto á mí veré á mi hermano,
A su hermano, mis hijos y mis padres.
LUCIFER.
Pues tu Dios está solo; ¿y es dichoso,
Es solitario y bueno?
ADAH.
No; pues tiene
Los ángeles en torno, y los mortales
Para hacerlos felices, siendo él mismo
Feliz al difundir á mano llena
La alegría doquier. Y la alegría ,
¿Qué otra cosa ser puede sino el goce
De esparcir la alegría?
LUCIFER.
La pregunta
Dirígele á tu padre, desterrado
Reciente del Edén, al hijo suyo
Que primero nació; después pregunta
Al propio corazón; no está tranquilo.

- xlv - 3
34 POEMAS DRAMÁTICOS.

ADAH.
¡ Ay! ¡No lo está! Mas tú.... ¿tú eres del cíelo»
LUCIFER.
Si no lo soy, pregúntale la causa
Á ese dispensador de la ventura
(A quien proclames tal), al grande y bueno j
Hacedor de la vida y los vivientes:
Es su secreto, y para sí lo guarda.
Nosotros, aguantar sólo debemos,
Y algunos de nosotros afrontarle,
Ambos inútilmente, según dicen
Sus serafines; mas la prueba es digna,
Ya que mejor no hemos de estar sin ella.
Hay dentro del espíritu potente
Una sabiduría que encamina
A la verdad, lo mismo que en el vasto
Y azul espacio, jóvenes mortales,
Vuestra rauda mirada se dirige
En seguida al lucero que velando
Saluda á la mañana.
ADAH.
¡ Hermosa estrella!
La quiero por su espléndida - hermosura.
LUCIFER.
¿Y por qué no la adoras?
ADAH.
Nuestro padre
Da adoración al Invisible sólo.
LUCIFER.
Del Invisible símbolos perpetuos
Son las cosas más bellas y adorables
Délo visible aquí; y ese lejano
CAÍN.—ACTO I. 35

Fulgurante lucero, es el caudillo


Del celestial ejército.
ADAH.
Mi padre
Dice que ha contemplado cara á cara
Al mismísimo Dios que le ha formado
Y formó á nuestra madre.
LUCIFER.
¿Tú le has visto?
ADAH.
Si...., le he visto en sus obras.
LUCIFER.
¿ Mas le viste
En su ser propio?
ADAH.
No...., salvo en mi padre,
Que es de Dios viva imagen, ó en sus mismos
Angeles, tus iguales...., más radiantes,
Aunque menos hermosos y potentes
En apariencia. Como el mediodía
Silencioso y con sol, en luz bañados
Ellos se muestran; pero tú pareces
Como una etérea noche, cuando largas
Y blancas nubes el azul obscuro
Tachonan, y sinnúmero de estrellas
La misteriosa bóveda admirable
Bordan con resplandores, que aparecen
Como si fueran soles; tan hermosos,
Innumerables, seductores, claros
Sin deslumbrar, mas ¡ayl tan atractivos
Que lágrimas desbordan de mis ojos;
Tal eres tú. Pareces desgraciado:
36 POEMAS DRAMÁTICOS.

No nos hagas también ser infelices,


Y lloraré por ti, compadecida.
LUCIFER.
¡ Esas lágrimas!.... ¡ Ay! Si tú pudieses
Imaginar tan sólo cuántos mares
De ellas se verterán....
ADAH.
¿Por roí?
LUCIFER.
Por todos.
ADAH.
¿Qué todos?
LUCIFER.
Los millones de millones,
Millares de millares...., la poblada.
La despoblada tierra. el más poblado
Infierno de que germen es tu seno.
ADAH.
¡Oh, Caín! Este genio nos maldice.
CAÍN.
Déjale hablar; voy á seguirle.
ADAH.
¿Dónde?
LUCIFER.
Á un sitio desde el cual vendrá contigo
En una hora; pero en esa hora
Las cosas ha de ver de muchos días.
ADAH.
¿Y cómo puede ser?
LUCIFER.
De viejos mundos,
¿No hizo nuestro Hacedor en días breves
CAÍN.—ACTO I. 37

Este nuevo? ¿Por qué yo no podría ,


Yo, que en este trabajo le he ayudado,
Mostrar en breves horas lo que él hizo
En muchas ó ha deshecho en unas pocas?
CAÍN.
Condúceme.
ADAH.
¿De veras habrá vuelto
En una hora?
LUCIFER.
Volverá, te digo.
En nosotros los actos están fuera
De la marcha del tiempo, pues nosotros
La eternidad podemos condensarla
En una hora, ó dilatar la hora,
En una eternidad, porque nosotros
Por la mortal medida no alentamos.
Mas este es un hondísimo misterio.
Ven conmigo, Caín.
ADAH.
¿Volverá? Dime.
LUCIFER.
¡Sí, mujer 1 Él no más; de los mortales
De aquel sitio (el primero y el postrero
Que habrá de retornar, excepto uno)
Contigo volverá, para en seguida
Aquel mundo expectante y silencioso
Hacerle tan poblado como aqueste:
Ahora tiene muy pocos habitantes.
ADAH.
¿Dónde habitas?
38 POEMAS DRAMÁTICOS.

LUCIFER.
Por todos los espacios.
¿Dónde habré de habitar? Donde residen
Tu Dios ó Dioses.... allí estoy....: las cos^s
Todas parte conmigo: vida, muerte,
Tiempo y eternidad...., cielos y tierra....,
Y aquel lugar que no es tierra ni cielo,
Sólo poblado por lo que poblaron
O deberán poblar ambos un día....
¡ Estos mis reinos son 1 De esta manera
Su propio reino yo con él divido,
Y yo domino un reino que no es suyo.
¿Podría estar aquí, si tal no fuese?
Sus ángeles están de vuestra vista
Al limitado alcance.
ADAH.
Y ya lo estaban
Cuando habló seductora la serpiente
Por la primera vez á nuestra madre.
LUCIFER.
¡Caín! ¿Oiste? Si la ciencia ansias,
Saciar puedo tu sed: yo no te pido
Compartir fruto alguno que te prive
De uno solo siquiera de los bienes
Que el Vencedor dejarte se ha dignado.
Sígueme, pues.
CAÍN.
Espíritu , lo dije. (Vanse Caín y Lucifer.)
ADAH. (Siguiéndolos, exclama:)
¡Oye, Caín!.... ¡Caín!.... ¡Hermano mío!

FIN DEL ACTO PRIMERO.


ACTO SEGUNDO

ESCENA PRIMERA.

El abismo del espacio.

CAÍN;
Camino sobre el aire, y no me hundo ;
Mas temo hundirme.
LUCIFER.
Ten en mí fe ciega,
Y serás sostenido por el aire
De que príncipe soy.
CAÍN.
¿Y cómo puedo
Sin cometer una impiedad tenerla?
LUCIFER.
Cree...., ¡y no te hundirás! Duda...., ¡y pereces
Así diría el inflexible edicto
Del Dios que entre sus ángeles el nombre
De demonio me da ; repiten ellos
Tal voz á criaturas miserables,
Quienes, no conociendo cosa alguna
Fuera de sus torpísimos sentidos,
4° POEMAS DRAMÁTICOS.

Adoran la palabra que les hiere


Los oídos, y cuanto les proclaman
Gomo verdad, el bien ó el mal lo juzgan
En su abyección. Yo nada de esto quiero.
Que me adores ó no, verás los mundos
Más allá de tu mundo miserable;
Y más allá de tu existencia breve
No serás castigado por tus dudas
Con la tortura atroz de mi sentencia.
Llegará cierta hora en que, flotando
Sobre unas gotas de agua, dirá un hombre
A un hombre: «Creeen mí, y anda en el agua».
Y aquel hombre andará sobre las olas,
Y salvado será. Yo no te digo
Cree en mí, como fe que es necesaria
Para salvarte: mas conmigo vuela
Sobre el inmenso abismo del espacio
Con vuelo igual, y he de mostrarte cosas
Qpe á negarlas no puedas atreverte....
La historia inmemorial de los pasados
Y los presentes y futuros mundos.
CAÍN.
¡Oh, tú, dios, ó demonio, ó lo que seas;
¿Nuestro mundo es aquél?
LUCIFER.
¿No reconoces
El leve polvo que formó á tu padre?
CAÍN.
¿Es posible? ¿Es aquel tan diminuto
Círculo azul, nadando en el remoto
Éter con otro círculo más breve
Cerca de él, y que luce como aquello
CAÍN.—ACTO n.
4i

Que nuestra noche terrenal alumbra?


¿Es aquel nuestro Edén? ¿Dónde sus muros
Y guardianes están?
LUCIFER.
Muéstrame el sitio
Del Paraíso.
CAÍN.
¿Y cómo lo podría?
Mientras hacia adelante caminamos
Cual los rayos del sol, va pareciendo
Pequeño y más pequeño todavía,
Y, conforme se aleja y disminuye ,
Un disco le circunda, semejante
A aquella claridad que las estrellas
Más redondas y fúlgidas irradian
Cuando mi vista las contempla absorta
Desde el confín de nuestro Edén perdido.
Ambos paréceme que, mientras de ellos
Nos vamos alejando, ya se juntan
A ese infinito número de estrellas
Que hay á nuestro alredor, y que al movernos
Acrecen sus millares.
LUCIFER/
Y si hubiese
Otros mundos mayores que ese tuyo ,
Habitados por cosas aún mayores
Ellas mismas, y al par más numerosas
Que el tenue polvo de tu pobre tierra
Aunque su infinitud multiplicase
En animados átomos vivientes,
Y todos, todos ellos sentenciados
A muerte, y todos ellos infelices ,
42 POEMAS DRAMÁTICOS.

¿Qyé pensarías de ello?


CAÍN.
Yo estaría
Orgulloso del alto pensamiento
Que sabe tales cosas.
LUCIFER.
Mas si vieses
Tan alto pensamiento sometido
a una masa servil de ruin materia,
Y si sabiendo semejantes cosas,
Y á semejantes cosas aspirando ,
Y con ciencia más alta todavía
Qye ellas , encadenado se encontrase
A aquellas más groseras y más torpes
Viles necesidades, todas ellas
Repugnantes y bajas, y si fuese
El mejor de tus goces una dulce
Degradación, un enervante y sucio
, Engaño vil, para inducirte sólo
A renovar las almas y los cuerpos
Condenados á ser tan deleznables
Todos ellos, y pocos tan felices....
• CAÍN.
¡ Espíritu! No sé lo que es la muerte,
Salvo que es una cosa pavorosa,
De la que siempre hablar oí á mis padres
Cual de una horrible herencia que les debo
No menos que la vida ; desdichada
Herencia, si juzgar puedo hasta ahora.
Mas , ¡ Espíritu !...., á ser como tú dices
(Y ya dentro de mí siento punzarme
De esta verdad profética el tormento),
CAÍN.—ACTO II. 43

Hazme morir aquí: pues dar la vida


A los que deben padecer por años
Para luego morir, se me figura
Que es nada más que propagar la muerte ,
Sólo multiplicar el homicidio.
LUCIFER.
Tú no puedes morir del todo.... Existe
Algo que sobrevive.
CAÍN.
Pues el otro
No habló de esto á mi padre al arrojarle
Del Paraíso con la muerte escrita
Sobre su frente. Al menos que perezca
Cuanto hay en mí mortal, y que consiga
Estar, como los ángeles, en calma.
LUCIFER.
Soy angélico: ¿ser cual yo quisieras?
CAÍN.
No sé lo que eres: tu poder contemplo;
Miro que me revelas ciertas cosas
Fuera de mi poder, fuera de todo
El poder de mis propias facultades,
Aunque inferiores son á mis deseos
Y conceptos.
LUCIFER.
¿Qiié son los que en su orgullo
Viven tan humillados, que en la arcilla
Con los gusanos confundidos moran?
CAÍN.
¿Y qué eres tú, que á tan suprema altura
Vives en el espíritu, que puedes
Imperar en la gran naturaleza
41 POEMAS DRAMÁTICOS.

Y la inmortalidad...., y, sin embargo,


Pareces dolorido?
LUCIFER.
Yo parezco
Lo que soy, y por eso te pregunto:
¿Serías inmortal?
CAÍN.
Tú has afirmado
Que, aun á despecho mío, fatalmente
Debo ser inmortal. No lo sabía
Hasta hace pocomas, pues serlo debo,
Ya feliz ó infeliz, hazme que sepa
/\ mi inmortalidad anticiparme.
LUCIFER.
Antes que yo viniese ya lo hiciste.
CAÍN.
" ¿Cómo?
lucifer.
Sufriendo.
CAÍN.
¿Y debe la tortura
Ser inmortal?
lucifer.
Nosotros y tus hijos
Lo habremos de probar. Pero contempla!
¿No es esto portentoso?
CAÍN.
¡Oh, tú, sublime
Eter inconcebible!.... Y ¡oh, vosotras
Multiplicadas masas de acrecidas
Y siempre más crecientes luminarias !
¿Qyé sois? ¿Qiié es ese azul vasto desierto
CAÍN.—ACTO II. 45
De interminable espacio , en cuyo fondo
Rodando vais inmensos, como he visto
Rodar las verdes hojas desprendidas
Del Edén en los límpidos raudales?
¿Regís vuestra carrera? ¿O impelidos
Vais en vuestro concierto ilimitado,
Atravesando un universo etéreo
Y de expansión sin término (que aturde
Sólo al pensar en ella al alma mía) ,
Ebrios de eternidad? ¡ Oh Dios! ¡ oh Dioses!
Ó lo que quiera que seáis: ¡ cuán bellos ,
Cuán bellos sois , cuán bellas vuestras obras,
Y vuestros accidentes transitorios,
O lo que ser podáis! ¡Dejad que muera
Como mueren los átomos (si mueren),
O que en la plenitud pueda abarcaros
De vuestro poderío y vuestra ciencia!
Mis pensamientos, ¡ ah! . no son indignos
De lo que estoy mirando en esta hora,
Aunque mi polvo lo es. ¡Genio potente!
Hazme espirar ó verlos más de cerca.
LUCIFER.
; No estás más cerca? ¡ Mira allí tu mundo!
CAÍN.
¿ Dónde está? Nada veo sino masas
De innumerables luces.
LUCIFER.
Allí; ¡ mira!
CAÍN.
No puedo verle.
LUCIFER.
Aún brilla, sin embargo.

1
46 POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
¡Aquél!.... ¡allí!....
LUCIFER.
Sí.
CAÍN.
¿Tú me lo aseguras?
Porque yo las luciérnagas he visto
Y gusanos de luz, las arboledas
Sombrías salpicar , y las verdosas
Márgenes, al crepúsculo , luciendo
Aún más brillantes que el lejano mundo
Que los soporta.
LUCIFER.
Ya que viste á entrambos,
A gusanos y mundos juntamente
Lucir y fulgurar...., ¿qué piensas de ellos?
CAÍN.
Que son hermosos en su propia esfera,
Y que en la noche, que á ambos hace hermosos,
A la ardiente luciérnaga en su vuelo
Y á la estrella inmortal en su carrera,
Deben de ser entrambos conducidos.
LUCIFER.
Mas ¿ por quién ó por qué?
CAÍN.
Mostrarlo debes.
LUCIFER.
¿Osaras contemplarlo?
CAÍN.
¿Y cómo puedo
Saber lo que oso contemplar? No obstante ,
No me enseñaste nada que no osara
CAÍN.—ACTO II. 47

Mirar, y aun más allá.


lucifer.
Pues ven conmigo.
¿Qué cosas, las mortales ó inmortales ,
Quisieras contemplar?
CAÍN.
¿Y qué son cosas?
LUCIFER.
Ambas parciales son : mas ¿qué apetece
Tu corazón?
CAÍN.
Las cosas que contemplo.
LUCIFER.
Pero bien: ¿qué es aquello que desea
Con más afán ?
CAÍN.
Las cosas que no he visto
Ni veré....: los misterios de la muerte.
LUCIFER.
¿Y si te enseño cosas que murieron,
Como ya te he enseñado muchas otras
Que no pueden morir?
CAÍN,
Hazlo en seguida.
LUCIFER.
i Arriba, pues...., con prepotentes alas!
CAÍN.
lOh. cuál hendimos el azul! ¡ Se alejan
Las lucientes estrellas de nosotros!
¡La tierra!.... ¿Dónde está mi tierra, dónde?
Déjame verla; de ella estoy formado.
48 POEMAS DRAMÁTICOS.

LUCIFER.
Ahora, lejos de ti, menor parece
En el vasto universo que tú en ella;
Pero no te imagines que escaparte
De ella podrás, pues á la tierra presto
Has de volver, y todo será polvo,
Pues de tu eternidad y de la mía
Forma parte.
CAÍN.
¿Y adonde me conduces?
, LUCIFER.
¡ A lo que fué primero que tú fueses!
Al fantasma del mundo, del que sólo
Un náufrago es tu mundo.
CAÍN.
„ ¡Qué!¿no es nuevo?
LUCIFER.
No lo es más que la vida, y ésta era
Antes que tú y yo fuésemos, ó fuesen
Las cosas que aparecen á nosotros
Mayores que ambos : muchas cosas nunca
Concluirán, y algunas que pretenden
Qye fueron sin principio, le han tenido
De igual modo que tú; y algunas cosas
Mucho más poderosas se extinguieron,
Dejando su lugar á otras más bajas
Que aquello que pudiéramos nosotros
Imaginar. El tiempo y el espacio,
Sólo fueron y son inalterables.
Mas la muerte no cambia sino al frágil
Barro.y barro eres tú ; por eso puedes
Tan sólo comprender lo que fué barro.
CAÍN.—ACTO II. 49
Y eso no más contemplarán tus ojos.
CAÍN.
¡Barro!.... ¡Espíritu!: todo cuanto quieras,
Lo puedo examinar.
LUCIFER.
¡ Arriba entonces!
CAÍN.
Ya las luces extínguense remotas,
Y otras, al acercarnos, se dilatan
Y toman el aspecto de otros mundos.
LUCIFER.
Y son tales.
CAÍN.
¿Y Edenes hay en ellos?
LUCIFER.
Acaso.
CAÍN.
¿Y hombres?
LUCIFER.
Sí: tal vez hay cosas
Más elevadas.
CAÍN.
¿Sí?.... ¿También serpientes?
LUCIFER.
¿Y sin ellas hallar hombres podrías?
¡Qué! ¿respirar no deben más reptiles
Que los que van erguidos?
CAÍN.
¡Cuál se apartan
Las luces! ¿Do volamos?
LUCIFER.
Hacia el mundo
- XLV -
4
5o POEMAS DRAMÁTICOS.

De los fantasmas, seres ya pasados,


Sombras que venir deben todavía.
CAIN.
Mas el cielo se torna obscuro, obscuro....
¡ Han desaparecido las estrellas!
LUCIFER.
Y, no obstante, tú ves.
CAIN.
¡ Luz pavorosa!
Ni sol, ni luna, ni astros infinitos ;
El mismo azul de la purpúrea noche
En siniestro crepúsculo se extingue ;
No obstante, miro moles tenebrosas
É inmensas, mas distintas de los mundos
Á que llegamos, que, de luz ceñidos,
De vida desbordantes parecían
Aun cuando se borraba su brillante
Atmósfera de luz, mostrando sólo
Sus desiguales formas de profundos,
Redondos valles y ásperas montañas;
Algunos despidiendo resplandores,
Algunos ostentando sus inmensas
Y líquidas llanuras , y los otros
De luminosas fajas adornados
Y de flotantes lunas, que tomaban
Cual ellos, las facciones de la tierra,
Hermosa en su esplendor : por el contrario,
Aquí todo parece tenebroso
Y lleno de pavor.
LUCIFER.
Mas perceptible.
ibas contemplar la muerte
o*/
CAÍN.—ACTO II.

Y las cosas ya muertas ?


CAÍN.
No lo anhelo ;
Mas como sé que existen tales cosas,
Y que el pecado de mi padre le hizo .
Y á mí y á todo aquello que heredamos,
Sujetos á tal ley , anhelaría
De una vez contemplar lo que por fuerza
Tendré por fin que contemplar un día.
LUCIFER.
i Mira ’.
CAÍN.
Tinieblas son.
LUCIFER.
Y serán siempre.
¡Abramos ya sus misteriosas puertas!
CAÍN.
Ruedan enormes masas de vapores
Apartados allá. Dime,¿qué es esto?
lucifer.
j Entra 1
CAÍN.
¿Podré volver?
lucifer.
¡Volver! No temas.
¿Quién, entonces, la muerte poblaría?
Su actual reino es estrecho, comparado
Con lo que habrá de ser en las edades,
A través de ti mismo y de los tuyos.
CAÍN.
Y a más y más las nubes se dilatan,
Y en torno de nosotros van trazando
52 POEMAS DRAMÁTICOS.

Sus círculos inmensos y anchurosos.


LUCIFER.
¡ Avanza I
CAÍN.
¿Y tú?
LUCIFER.
No temas..,.; no podrías
Sin mi sostén haber salido fuera
De tu pequeño mundo. ¡ Vamos, vamos!
(Desaparecen entre las nubes.)

ESCENA II.
Hades.

Entran LUCIFER y CAÍN.

CAÍN.
¡ Cuán dilatados son, cuán silenciosos
Estos sombríos mundos!.... ; pues parecen
Más de uno, y más poblados todavía
Que los amplios, brillantes, luminosos
Orbes, que suspendidos oscilaban
Del aire en las alturas , tan compactos,
Que más bien los juzgué la luminosa
Población de algún cielo inconcebible,
Que cosas destinadas ellas mismas
Á ser pobladas; mas llegado cerca
Vi su condensación y crecimiento
En la infinita inmensidad palpable
De una materia, al parecer formada
Para en su seno contener la vida,
Más bien que viva en sí. Pero aquí todo
Tan lleno está de sombras y de vagos
CAÍN.—ACTO II. 53

Crepúsculos, que sólo hablar parece


De un día que pasó.
LUCIFER.
Este es el reino
De la muerte. ¿Quisieras tú que fuera
Presente para ti?
CAÍN.
Mientras ignore
Lo que es en realidad, respuesta alguna
No puedo dar. Mas si es lo que á mi padre
Le he escuchado en sus largas relaciones
Varias veces decir, es una cosa....
i Dios 1.... ¡ Á pensar en ella no me atrevo!
¡ Maldito sea el que inventó la vida
Que debe conducir hacia la muerte!
Ó la masa de vida miserable,
Que, siendo vida, retener no logra
La vida en sí, mas tiene que perderla
Irremisiblemente, aun para el mismo
Inocente!
LUCIFER.
¿Maldices á tu padre?
CAÍN.
¿No me maldijo al darme el nacimiento?
Antes de yo nacer, ¿no me maldijo
Audaz cogiendo el prohibido fruto?
LUCIFER.
Dices muy bien : la maldición es mutua
Entre tu padre y tú: mas , ¿ y tus hijos
Y tu hermano?
CAÍN.
Conmigo la compartan.
54 POEMAS DRAMÁTICOS.

¡ Su hermano y padre soy! ¿Y qué otra cosa


Me legaron? Les dejo, pues , mi herencia.
¡Oh, interminables y sombríos reinos
De flotantes espectros y de enormes
Formas, unas visibles plenamente,
Las otras indistintas; todas ellas
Potentes, melancólicas...., decidme :
¿Qué sois? ¿Vivas estáis ó habéis vivido ?
LUCIFER.
' ¿Algo de ambos?
CAÍN.
Entonces, ¿qué es la muerte
lucifer. '
¿Cómo?.... ¿No ha dicho quien os ha formado
Que hay otra vida?
CAÍN.
No, nada nos dijo
De eso hasta hoy; nos dijo solamente
Que todo morirá.
LUCIFER.
Y acaso un día
Revelará tan escondido arcano.
CAÍN.
¡Oh , qué dichoso día!
LUCIFER.
Sí; ¡ dichoso!
Cuando tan sólo revelado sea
En medio de agonías indecibles,
É impuesto con eternas agonías
A los innumerables y aun non natos
Millares y millares de inconscientes
Atomos á tal fin creados sólo.
CAÍN.—ACTO II. 55

CAÍN.
¿Qué son estos fantasmas formidables
Que contemplo flotar en torno mío?
Su forma no es igual á la de aquellos
Genios que vi rondar nuestro llorado
É impenetrable Edén; ni forma tienen
Igual á la del hombre que contemplo
En la de Adán , en la de Abel, la mía,
Ni cual la de mi hermana, esposa é hijos.
Y, sin embargo, tienen un aspecto
Que, sin ser el aspecto de los hombres
Ó los ángeles, á algo se parece
Que, si no de los últimos, se eleva
A altura superior á los primeros:
Arrogantes, altísimos, hermosos,
Llenos de fuerza, al parecer, no obstante .
De inexplicable forma; pues que nunca
Otros iguales vi. Ni tienen alas
De serafines, ni la faz del hombre ,
Ni la forma del más potente bruto,
Ni la de ser alguno que respira;
Pero son tan potentes, tan hermosos
Como los más hermosos y potentes
Que viven hoy, y, empero, tan distintos
De ellos, que apenas puedo apellidarlos
Seres vivientes.
LUCIFER.
Pues vivieron.
CAÍN.
¿Dónde?
LUCIFER.
En donde vives tú.
56 POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
¿Cuándo?
LUCIFER.
En aquello
Á que tú tierra llamas habitaron.
CAÍN.
Adán es el primero.
LUCIFER.
De los tuyos,
Te lo afirmo. .. ; mas harto ruin y pobre
Aun para ser el último de aquestos.
CAÍN.
¿Pues qué fueron entonces?
LUCIFER.
Seres vivos,
Adtos, inteligentes, buenos, grandes,
De hermosura sin par, tan superiores
Á cuanto en el Edén hubiera sido
Tu padre Adán, cuanto inferior un día
La sesenta milésima y remota
Generación será, si se compara
En su mezquina y triste decadencia,
Contigo y con tus hijos; y cuán pobres
Y cuán débiles son, ya por tu propia
Carne puedes juzgar.
CAÍN.
¡Ay de mí!.... ¿ Pero
Estos murieron ?
LUCIFER.
Sí, sobre su tierra,
Como tú pasarás sobre la tuya.
CAÍN.—ACTO XI. ^7

CAÍN.
¿La mía fue la suya?
LUCIFER.
Lo fué.
CAÍN.
Pero
No cual hoy ; es muy pobre y reducida
Para nutrir á tales criaturas.
LUCIFER.
Es verdad; era mucho más hermosa.
CAÍN.
¿Por qué cayó?
LUCIFER.
Pregúntale al caído.
CAÍN.
Mas, ¿cómo?
LUCIFER.
Por la más inexorable
Súbita destrucción; por el desorden
De elementos indómitos, que un mundo
Sumieron en un caos, cual de un caos
Hundido surgió un mundo: tales cosas,
Aunque en el tiempo raras, son frecuentes
Allá en la eternidad. — Sigue , y contempla
La imagen del pasado.
CAÍN.
I Es pavorosa!
LUCIFER.
Y verdadera. ¡Mira estos fantasmas!
Pues todos ellos fueron algún día
Materiales, cual eres.
58 POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
¿Y ser debo.
Igual á lo que son ?
LUCIFER.
Que te responda
Aquel que te formó; yo solamente
Te muestro lo que son tus primitivos
Predecesores: mas lo que ellos eran
En tí propio lo sientes, aunque en grado
Inferior, como son tus sentimientos
Y más corta porción de aquella parte
De inmortal, poderosa inteligencia
Y fuerza terrenal. Lo que vosotros
Hoy tenéis de común con lo que fueron
Es el vivir; lo que tendréis...., la muerte.
Vuestros demás mezquinos atributos
Son los que corresponden á reptiles
Engendrados del fango sumergido
De un potente universo, aniquilado,
Reducido á planeta sin contornos,
Y habitado por seres cuyo goce
Era vivir en ceguedad sumidos....
Grosero Paraíso de ignorancia,
Del cual la ciencia hallábase excluida
Cual veneno mortal. Pero contempla
Lo que estas superiores criaturas
Fueron ó son ; y si te causa enojo,
Vuelve hacia atrás, ve á cultivar la tierra.
Que es tu labor, y allí pondréte en salvo.
CAÍN.
No: quiero estar aquí.
CAÍN.—ACTO II. *9

lucifer.
¿Cuánto?
CAÍN.
j Por siempre
Puesto que aquí, desde la tierra , un día
Debo volver, permanecer quisiera.
Cuanto en el polvo vi me causa hastío....
Déjame, pues, morar con los espectros.
LUCIFER.
No puede ser. Como visión, ahora,
Lo que es la realidad vas contemplando.
Para hacerte capaz de esta morada,
Has de pasar lo que estos mismos seres
Que ahora contemplas, á su vez, pasaron....
Las puertas de la muerte.
CAÍN.
¿Por qué puerta
Hemos entrado entonces?
LUCIFER.
¡Por la mia!
Mas sólo á condición de que volvamos,
Mi espíritu sostiene aquí tu aliento
En las regiones donde nada tiene
Aliento sino tú. Contempla sólo;
Mas no pienses morar en este sitio
Hasta llegar tu hora.
CAÍN.
¿Y estos seres,
Tampoco pueden ellos á la tierra
Pasar segunda vez?
LUCIFER.
La tierra suya
6o POEMAS DRAMÁTICOS.

Para siempre pasó....: por convulsiones


De tal modo cambió, que apenas ellos
Reconocieran hoy un solo sitio
De su reciente y casi todavía
No endurecida costra. ¡Oh, cuán hermoso!
¡Qué hermoso mundofuél
CAÍN.
Y es todavía.
No es con la tierra, aunque labrarla debo,
Con quien en guerra estoy ; es ver que nada
De cuanto hermoso cría lo consigo
Sin trabajar ; es no poder millares
De mis ilimitados pensamientos
Con la ciencia saciar; ver que no logro
Hallar alivios á mis mil temores
De muerte y vida.
LUCIFER.
Ves lo que es tu mundo;
Mas comprender no puedes ni la sombra
De lo que un día fué.
CAÍN.
Y esas enormes
Criaturas, fantasmas, que parecen
De inferior y más baja inteligencia
Que cuantos pasar vimos ; semejantes
En algo á los salvajes moradores
De los profundos bosques de la tierra,
Á los más colosales, que en la obscura
Noche en la selva rugen , mas diez veces
Mayores en altura y en espanto ;
Más altos que las sólidas murallas
Del Edén por querubes defendidas,
CAÍN.—ACTO II. 6l

Con ojos relucientes cual las ígneas


Flamígeras espadas que las guardan,
Y colmillos cual árboles mondados
De su corteza y ramas.... ¿Qué eran estos?
LUCIFER.
Lo que el Mamouth es hoy sobre tu mundo ;
Pero de estos existen por millares
Bajo su superficie.
CAÍN.
¿Mas encima
Ninguno?
LUCIFER.
No, que si tu frágil raza
La guerra les hiciese, fuera inútil
La maldición, pues pronto quedaría
Aniquilada.
CAÍN.
¿Mas por qué la guerra?
LUCIFER.
Olvidas la sentencia que á tu raza
La privó del Edén....; guerra con todos
Los seres y la muerte á todos ellos ;
Para la mayoría, enfermedades
Y penas y amarguras : tales frutos
Fueron los de aquel árbol prohibido.
CAÍN.
¿Pero y los animales? ¿También ellos
Probaron aquel fruto y morir deben?
LUCIFER.
Vuestro Hacedor os dice que formados
Para vosotros fueron, cual vosotros
Para él. ¿Ó quisieras que su suerte
62 I'OEMAS DRAMÁTICOS.

Superior á la vuestra hubiera sido?


Si no hubiese caído Adán , entonces
Todos ellos en pie permanecieran.
CAÍN.
¡ Ay desesperanzados infelices!
¡La suerte de mi padre, cual sus hijos,
Deberán compartir ; también, cual ellos,
Sin haber compartido la manzana ;
También , cual ellos , sin gozar la ciencia
Comprada á tanto precio! Mintió el árbol,
Pues no sabemos nada. Prometía
El saber aunque al precio de la muerte....
Pero el saber al fin....; y, sin embargo,
;Qué es lo que sabe el hombre?
tt LUCIFER.
Acaso guíe
La dura muerte á la suprema ciencia ;
Pues ella , siendo entre las cosas todas
La sola cosa cierta, al fin conduce
Hacia la más segura de las ciencias :
Así, pues, era el árbol verdadero
Aunque mortal.
CAÍN.
Veo estos reinos tristes ,
Mas ignoro qué son.
LUCIFER.
Porque lejana
Está tu hora aún, y la materia
Comprender el espíritu no puede
En su totalidad....; mas siempre es algo
El conocer que existen tales reinos.
CAÍN.—ACTO II. 63

CAÍN.
Nosotros ya sabíamos que hay muerte.
lucifer.
Mas no lo que tras ella se escondía.
CAÍN.
Ni ahora mismo lo sé.
LUCIFER.
No ; pero sabes
Que hay un estado, que hay muchos estados
Fuera del tuyo, y esto lo ignorabas
Esta mañana misma.
CAÍN.
Pero todo
Aquí parece nebuloso, obscuro.
LUCIFER.
Conténtate; parecerá más claro
A tu inmortalidad.
CAÍN.
Y aquella vasta
Inmensurable líquida llanura
De refulgente azul, que lejos flota
De nosotros; que al agua se asemeja,
Y que yo tomaría por el río
Cuyo raudal del Paraíso brota
Y por mi propio hogar corriendo pasa;
Pero no tiene orillas, y es su anchura
Ilimitada y su color etéreo....
¿Qué viene á ser?
LUCIFER.
Existe todavía
Algo muy semejante allá en la tierra,
Aunque inferior , y deberán tus hijos
<4 POEMAS DRAMÁTICOS.

Habitar cerca de él....: es el fantasma


De un océano.
CAÍN.
Un mundo diferente
Parece en realidad; un derretido
Líquido sol: ¿y aquellas criaturas
Extrañas que sustenta poderoso
Sobre su luminosa superficie?
LUCIFER.
Sus moradores son, los leviatanes
Que sucumbieron ya.
CAÍN.
Y aquella inmensa
Serpiente que levanta su erizada
Húmeda crin, y su cabeza enorme.
Diez veces aún más alta que el más alto
Cedro, desde el abismo, y que parece
Que sus anillos enroscar podría
En torno de los orbes que hemos visto....
¿No es de género igual á la que estuvo
So el árbol del Edén?
LUCIFER.
Eva, tu madre,
Puede, mejor que yo, decir qué casta
De sierpe la tentó.
CAÍN.
Parece aquesta
Demasiado terrible. Más hermosa
Sin duda aquella fué.
LUCIFER.
¿Nunca la viste?
CAÍN.—ACTO U.
6b

CAÍN.
Muchas vi de su especie (por lo menos
Las llamaban así); mas no vi nunca
La que precisamente la ofreciera
Aquel fruto fatal, ni que tuviese
El mismo aspecto.
LUCIFER.
¿No la vió tu padre?
CAÍN.
No: fué mi madre quien tentarle supo,
Ella tentada ya por la serpiente.
LUCIFER.
¡ Hombre inocentel Siempre que tu esposa,
O después las esposas de tus hijos,
Te tentare ó les tienten á hacer algo
Extraño ó nuevo, ten por bien seguro
Qpe antes has visto al tentador de aquellas.
CAÍN.
Tu precepto es tardío: ya no tienen
Las serpientes á qué inducir, astutas ,
A la mujer.
LUCIFER.
Mas quedan todavía
Algunas cosas á que puede al hombre
Inducir la mujer, y el hombre luego
A la mujer. [Medítenlo tus hijos!
Sincero es mi consejo, pues á costa
De mí mismo le doy : mas, ciertamente,
Como no ha de seguirse , poco pierdo.
CAÍN.
No alcanzo á comprender eso que dices.

- xlv - 5
66 POEMAS DRAMÁTICOS.

LUCIFER.
¡ Pues más dichoso tú! ¡ Sois todavía
Tu mundo y tú muy jóvenes! Te tienes
Por el más criminal y desdichado ,
¿No es esto?
CAÍN.
No lo sé , respecto al crimen;
Mas, respecto al dolor, bien lo he sentido.
LUCIFER.
¡ Primogénito tú del primer hombre!
Tu estado actual de criminal pecado
(Pues eres malo), y de dolor (pues sufres),
Ambos son el Edén en su inocencia
Si se comparan sólo con aquello
Que tú pronto serás; y aquel estado ,
En su doble miseria, un paraíso,
a su vez, comparado con aquello
Que, en el curso de mil generaciones
Acumuladas como leve polvo
(Á que polvo no más ellas añaden),
Tus hijos y los hijos de tus hijos
Soportarán y harán... Ahora volvamos
A la tierra.
CAÍN.
¿Y aquí me condujiste
Para hacerme saber esto tan sólo?
LUCIFER.
¿No buscabas la ciencia?
CAÍN.
Sí, camino
De la dicha creyéndola.
CAÍN. - ACTO II. 67
LUCIFER.
Si guía
La verdad á la dicha, ya la tienes.
CAÍN.
Luego hizo bien el Dios del padre mío
Guando el árbol fatal le prohibiera.
LUCIFER.
Hubiera hecho mejor en no plantarle.
Pero del mal no salva ni la misma
Ignorancia del mal; él de igual modo
Tiene que arrebatar en su corriente
Aun de todas las cosas una parte.
CAÍN.
No de todas las cosas. Imposible ;
No lo puedo creer...., pues me devora
| La sed del bien.
LUCIFER.
¿Quién hay que no la tenga?
¿ Quién por su propio fin triste y amargo
Anhelaría el mal?.... ¡Ninguno...., nada!
Mas es la inevitable levadura
De cuanto tiene vida y de lo inerte.
CAÍN.
En los orbes magníficos que vimos
Remotos, infinitos, deslumbrantes,
Antes de penetrar en estos reinos

I De fantasmas, el mal entrar no puede :


Son demasiado hermosos.
LUCIFER.

Tan sólo desde lejos.


Los has visto
68 POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
¿Y qué importa?
La creciente distancia sólo puede
Su belleza mermar. Más inefables
Serán, sin duda, cuanto más cercanos.
LUCIFER,
Acércate á las cosas de la tierra
Más hermosas, y juzga su hermosura.
CAÍN.
Hícelo ya....: la más encantadora
De cuantas cosas vi, cuanto más cerca
Es más encantadora.
LUCIFER.
Pues entonces
Debe ser ilusión. ¿Cuál es la cosa
Que cuanto está más cerca de tus ojos
Más bella te aparece que las mismas
Cosas más bellas vistas desde lejos?
CAÍN.
Adah, mi hermana. Las estrellas todas
Del firmamento, de la noche obscura
El hondo azul, bañado por un astro
Que parece un espíritu, ó el mundo
De un espíritu ser; los arreboles
Dorados del crepúsculo ; radiante
La venida del sol, su indescriptible
Ocaso, que mis tristes ojos llena
De dulcísimas lágrimas al verle
Cómo desciende, y al sentir que flota
Mi propio corazón con él, cruzando
Su paraíso occidental de nubes;
El bosque umbrío, la verdosa rama ;
CAÍN.—ACTO II.

La voz armoniosísima del ave,


Del ave vespertina que parece
Cantar de amor , uniéndose á los cantos
Que alzan los querubines, cuando el día
Sobre los muros del Edén se extingue:
Todos estos encantos no son nada
Para mi corazón, para mis ojos,
Ante la faz de Adah : de la tierra
Y del cielo me aparto por mirarla.
LUCIFER.
Ella’es todo lo hermosa que á la frágil
Mortalidad. en el albor primero,
En el florecimiento de la joven
Lozana creación, en los abrazos
Primeros de los padres de la tierra
Le es dado producir : mas, todavía
Es ilusión no más.
CAÍN.
Así lo juzgas
Porque no eres su hermano.
LUCIFER.
¡Mortal! Sólo
Tengo fraternidad con los que nunca
Tienen hijos.
CAÍN.
Entonces tú no puedes
Nunca amistad tener hacia nosotros.
LUCIFER.
Acaso para mí será la tuya ;
Pero tú, poseyendo una belleza
Que de toda belleza está por cima
A tus ojos, ¿por qué eres desdichado?
70 POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
¿Y por qué existo yo? ¿Por qué tú mismo
Eres desventurado? ¿Por qué causa
Lo son todas las cosas ? j Hasta el propio
Autor que nos formó tiene que serlo
Como Hacedor de cosas infelices!
El producir la destrucción no puede
De seguro ser obra de la dicha.
Mi padre omnipotente le proclama :
¿Pues cómo el mal existe si él es bueno?
Así á mi padre le pregunto, y dice:
Porque este mal tan sólo fué el camino
Del bien. Extraño bien, que sólo nace
De su mortal contrario. No hace mucho
Un corderillo vi, que fué picado
Por un reptil ; el pobre pequeñuelo
Yacía en tierra trémulo, espumante.
Bajo el balido vano y lastimoso
De la afanosa madre; algunas hierbas
Tomó mi padre y las posó en la herida ;
La abandonada vida poco á poco
Fué recobrando el pobre desvalido,
Y alzándose mamó la blanca leche
De la trémula madre, que lamía
Sus renacientes miembros ya gozosa.
¡Mira, hijo mió!, dijo Adán, y cómo
Brota del mal el bien!
LUCIFER.
¿Qué respondiste?
CAÍN.
Nada le respondí, porque es mi padre:
Pero pensé que fuera mejor suerte
CAÍN.—ACTO II. 71
Para aquel animal el no haber sido
Jamás picado, que comprar la inútil
Renovación de su pequeña vida
A costa de agonías indecibles,
Aunque por los antídotos curadas.
LUCIFER.
Pero como dijiste que entre cuantos
Seres adoras, sobre todos amas
A aquella que contigo ha compartido
La leche de tu madre, y dió la suya
A tus hijuelos....
CAÍN.
Cierto: ¿qué sería
Sin ella?
LUCIFER.
¿Qué soy yo?
CAÍN.
¿Por nada sientes
Amor?
LUCIFER.
¿Qué ama tu Dios?
CAÍN.
Todas las cosas.
Según dice mi padre; mas confieso
Que en su distribución no lo descubro.
LUCIFER.
Y, sin embargo, tú saber no puedes
Si tengo amor ó no ; pues no ves nada ,
Excepto un vasto y general designio,
Dentro del cual las cosas singulares
Se deben derretir como las nieves.
72 POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
¡Las nieves! ¿Y qué son?
LUCIFER.
Harto dichoso
Eres al ignorarlo que algún día
Habrá tu descendencia más remota
De padecer; caliéntate entre tanto
Bajo el clima que invierno no conoce.
CAÍN.
¿Y no tienes ámorá ser alguno
Que se asemeje á ti ?
LUCIFER.
¿Y amor tú sientes
Hacia ti propio ?
CAÍN.
Sí; pero más amo
A quien hace mis propios sentimientos
Más soportables, y es más que yo mismo,
Pues la adoro.
LUCIFER.
Lo adoras por hermoso,
Gomo hermosa á los ojos de tu madre
La manzana lo fué: mas cuando un día
Deje de serlo, cesará en tal punto
Tu amor, como cualquier otro apetito.
CAÍN.
¡ Dejar de ser hermosa! ¿ Cómo es eso ?
LUCIFER.
Con el tiempo.
CAÍN.
Pues tiempo ya ha pasado;
Y. sin embargo. Adán, mi propia madre.
CAÍN. - ACTO IX. 73

Los dos hermosos son; no tan hermosos


Cual Adah y los celestes serafines,
Pero sí muy hermosos.
LUCIFER.
Todo aqueso
En ellos pasará, pasará en ella.
CAÍN.
Harto lo siento, sí; mas no concibo
Que el amor que le tengo se aminore.
Y, aunque desaparezca su hermosura ,
Creo que el Hacedor de la belleza
Perderá más que yo viendo tal obra
Perecer.
LUCIFER.
Compasión me das, pues amas
A lo que debe perecer al cabo.
CAÍN.
Y tú á mí, pues amor á nada tienes.
LUCIFER.
Y tu hermano.... ¿no ocupa predilecto
Sitio en tu corazón?
CAÍN.
¿Por qué no amarle?
LUCIFER.
Le ama tu padre bien, tu Dios le ama.
CAÍN.
Yo también.
LUCIFER.
Obras buena y mansamente.
CAÍN.
i Mansamente 1
74 POEMAS DRAMÁTICOS.

LUCIFER.
Nacido es el segundo
De la carne mortal; mas de su madre
El es el favorito.
CAÍN.
Que recoja
Su favor, ya que obtuvo la serpiente
De ella el primer favor.
LUCIFER.
¿Y el de su padre?
CAÍN.
¿Y qué me importa á mí? ¿Por qué motivo
Yo no he de amar á aquel que todos aman?
LUCIFER.
Y el Señor indulgente, el bondadoso
Jehová, plantador del Paraíso,
Á Abel también le mira sonriente.
CAÍN.
Nunca le he visto, é ignoro si sonríe.
LUCIFER.
Pero viste á sus ángeles.
CAÍN.
Muy poco.
LUCIFER.
Lo suficiente para ver que tienen
Hacia tu hermano amor, y que aceptados
Sus sacrificios son.
CAÍN.
¡Y que lo sean!....
¿Mas por qué me hablas de esto?
LUCIFER.
Porque en esto
CAÍN.—ACTO II. 75

Antes de hoy has pensado.


CAÍN.
Y si he pensado,
¿A qué evocar ideas que en mi mente....
(Se detiene como agitado.)
i Espíritu! Aquí estamos en tu mundo;
No hables del mió; grandes maravillas
Me has enseñado; me enseñaste aquellos
Fuertes pre-adamitas que, robustos ,
Andaban por la tierra, de que solo
Un náufrago es la muestra ; me enseñaste
Miles y miles de estrellados mundos
De los que el nuestro sólo es un opaco
Remoto compañero , de la vida
En esa infinitud; me has descubierto
Las sombras mil de la existencia aquella,
Con el terrible nombre que mi padre
Nos enseñó.... : la Muerte; me has mostrado
Mucho , pero no todo: dónde habita
Jehová muéstrame; dónde se esconde
Su especial Paraíso.... ó bien el tuyo:
¿En qué lugar está?
LUCIFER.
Está aquí mismo,
Y por todo el espacio.
CAÍN.
Mas vosotros
Tenéis alguna y especial morada,
Como todas las cosas; nuestro barro
Tiene la tierra; tienen otros mundos
Sus moradores; todas las vivientes
Y temporales criaturas llenan
76 POEMAS DRAMÁTICOS.

Un elemento peculiar; las cosas


Que tras de largo tiempo ya cesaron
De respirar con nuestro propio aliento,
Tienen los suyos propios, me dijiste;
Tiene el suyojehová, tú mismo el tuyo....
¿No moráis juntos?
LUCIFER.
No, juntos reinamos;
Mas diferentes son nuestras moradas.
CAÍN.
¡ Ojalá que uno solo de vosotros
Reinase nada más! Quizás entonces
La unidad de propósitos pudiera
Unir los elementos que parecen
Hoy luchar en indómita tormenta.
Mas, ¿cómo siendo espíritus vosotros,
Infinitos y sabios, os pudisteis
Venir á separar? ¿No sois hermanos
Por la comunidad de vuestra ciencia,
Vuestra naturaleza y vuestra gloria?
LUCIFER.
¿ De Abel no eres hermano ?
CAÍN.
Hermanos somos ,
Y así debemos serlo para siempre;
Mas, aunque así no fuese, ¿por ventura
El espíritu igual es á la carne?
¿Y cómo puede ser que exista lucha
De la inmortalidad con lo infinito,
El espacio sumiendo en la miseria?
¿Y para qué?
CAÍN.—ACTO II. 77

LUCIFER.
Para reinar.
CAÍN.
¿No dices
Que sois eternos ambos?
lucifer .
i Sí!
CAÍN.
Y aquello
Oye vi, la azul inmensidad remota ,
¿No es sin límite?
LUCIFER.
Sí.
CAÍN.
¿Y ambos entonces
No pudierais reinar? ¿No es suficiente?
¿Por qué, pues, diferís?
LUCIFER.
Los dos reinamos.
CAÍN.
Mas uno crea el mal.
LUCIFER.
¿Quién?
CAÍN.
¡Tú! Si puedes
Hacer al hombre el bien, ¿por qué no le haces
LUCIFER.
¿Por qué no le hace quien os ha formado?
Yo no soy, ciertamente, quien os hizo.
Sus criaturas sois , y no las mías.
CAÍN.
Entonces déjanos á los que somos
78 POEMAS DRAMÁTICOS.

Sus criaturas, cual dijiste, ó presto


Muéstrame tu morada ó su morada.
LUCIFER.
Mostrarte ambas pudiera ; mas el día
Vendrá en que alguna de las dos, de fijo,
Para siempre verás.
CAÍN.
¿Por qué no ahora?
LUCIFER.
Tu mente humana apenas ha abarcado
Lo poco que he mostrado con tranquilo
Y claro pensamiento; ¿y tú querrías
De este doble misterio á la grandeza,
Aspirando llegar ? ¡ Los dos Principios
Y en sus secretos solios contemplarlos!
¡Polvo! Limita tu ambición; versólo
Cualquiera de los dos para ti fuera
Al punto perecer.
CAÍN.
¡ Perezca, entonces,
Y así los podré ver!
LUCIFER.
1 En ese dicho
Habla el hijo de aquella que, atrevida,
La manzana cogió! Pero tú sólo
Podrías perecer; mirarlos, nunca.
Tal visión sólo es propia de otro estado.
CAÍN.
¿El de la muerte?
LUCIFER.
Aquélla es el preludio.
CAÍN.—ACTO II. 79

CAÍN.
Entonces no la temo tanto ahora,
Puesto que sé que, al cabo, nos conduce
A algo que es definido.
LUCIFER.
Y á tu mundo
Ahora llevarte quiero , donde debes
Multiplicar de Adan la triste raza;
Comer, beber y trabajar temblando;
Reir, llorar, dormir y morir luego.
CAÍN.
¿Y con qué fin miré todas las cosas
Que aquí me has enseñado?
LUCIFER.
¿No pedías
La ciencia? ¿Y con aquello que á tus ojos
Mostré, no te he enseñado á conocerte?
CAÍN.
1 Ay! Yo parezco nada.
LUCIFER.
Y ser debía
Esta la suma de la ciencia humana;
Saber de la mortal naturaleza
La nulidad; enseña semejante
Ciencia á tus hijos, y evitarles debe
Torturas mil.
CAÍN.
‘¡Espíritu orgulloso!
Hablas con altivez; pero tú mismo ,
Aunque lleno de indómita arrogancia,
Tienes un superior.
«O POEMAS DRAMÁTICOS.

LUCIFER.
¡No!: por el cielo,
De que Señor es Él; por el abismo
Y por la inmensidad de inagotables
Mundos y vidas que con Él gobierno!....
¡No! Tengo un vencedor...., lo reconozco,
Pero no un superior. El homenaje
De todos recibió...., ninguno mío;
Lucho con él como luché en los cielos
Más elevados. ¡ Al través de toda
La eternidad y el insondable abismo
De la muerte, y los reinos del espacio
Interminables, y la nunca exhausta
Infinidad de siglos , todo, todo
Se lo disputaré! ¡Mundo por mundo,
Estrella por estrella , y universo
Por universo, oscilarán temblando
En la balanza hasta que el magno choque
Cese por fin, si es el cesar posible,
Pues nunca lo será mientras no fuera
Él ó yo aniquilados! ¿Y quién puede
Nuestra inmortalidad aniquilarla,
Ó el odio nuestro, mutuo, irrevocable ?
Él, como vencedor, á su vencido
Ha de llamarle ma/;¿pero qué cosa
Habrá de ser el bien que dé su mano?
Á ser yo el vencedor, sólo sus obras
Por malas se tuvieran. Y á vosotros,
A vosotros, novísimos mortales,
Aún apenas nacidos , ¿cuáles fueron
Sus dones ¡ay! en vuestro breve mundo?
CAÍN.—ACTO M. 8l

CAÍN.
Unos pocos, y algunos bien amargos.
LUCIFER.
Vuelve conmigo, pues , hacia la tierra.
Y prueba el resto allí de sus celestes
Dádivas para ti, para los tuyos.
El mal y el bien son reales en su esencia,
Y no son bien ó mal únicamente
Por quien los da; si el bien os da su mano,
Llamadle así; si de su mano sólo
Proviene el mal, no dadle el nombre mió ,
Hasta que conozcáis mejor de entrambos
La verdadera fuente, y juzguéis luego,
No por palabras, aunque fuesen éstas
De espíritus, mas sólo por los frutos
De vuestra vida, tal como ser debe.
La manzana fatal el don os hizo
De un bien: vuestra ra%ón; que nunca sea
Rendida por tiránica amenaza,
Ni á la fe competida contra todo
Sentido externo ó sentimiento interno :
Meditad y sufrid....; formad un mundo
Intimo, impenetrable, allá en el fondo
De vuestro corazón....: si el mundo externo
Os llegare á faltar por tal camino,
Habréis de conseguir aproximaros
A la espiritual naturaleza,
Y batallar triunfantes con la propia. (Desaparecen.)
FIN DEL ACTO SEGUNDO.

- XLV - 6
ACTO TERCERO.

ESCENA PRIMERA.

La Tierra á inmediaciones del Edén , como en el acto primero.

Entran CAÍN y ADAH.

ADAH.
i Quedo’. Caín, anda despacio.
CAÍN.
Bueno.
| Pero ¿por qué?
ADAH.
Sobre mullidas hojas
j Nuestro pequeño Enoch tranquilo duerme
Bajo el ciprés.
CAÍN.
¡Ciprés! Árbol siniestro,
Que parece llorar sobre lo mismo
A que su sombra da ; ¿por qué elegiste
De nuestro niño para el dulce sueño

L
^4 POEMAS DRAMÁTICOS.

Tal árbol por dosel?


ADAH.
Porque sus ramas
Interceptan el sol como la noche,
Y así me pareció ser el más propio
Para amparar bajo su sombra el sueño.
CAÍN.
Sí, el postrero y más largo : mas ¿qué importa?
Llévame, llévame junto á su cuna.
(Se acercan al niño.)
¡ Oh, cuán encantador así aparece !
Ese puro carmín de sus mejillas
Con las hojas compite de las rosas
Bajo ellas esparcidas.
,, ADAH.
Y sus labios,
I Con qué gracia entreabiertos! No le beses:
Pronto despertará ; ya casi acaba
La hora de su descanso al mediodía.
Lástima fuera despertarle en tanto
Que duerme.
CAÍN.
Dices bien : hasta ese instante
Del corazón dominaré el impulso.
¡Sonríe y duerme! Duerme, sí, sonríe,
¡ Oh tú pequeño, joven heredero
De un mundo que es apenas menos joven!
¡ Duerme y sonríe! ¡Vives aún en horas
Y días en que el sueño y la sonrisa
Ambos son placenteros é inocentes!
Tú no cogiste el fruto....; ¡tú no sabes
Que estás desnudo ! ¿Llegará algún día
CAÍN.—ACTO XXX. 85

En que sufras castigo por pecados


Desconocidos , y que nunca fueron
Ni tuyos ni de mí? Mas ¡ duerme ahora !
Se van enrojeciendo sus mejillas
De más hondas sonrisas al influjo;
Tiemblan sus blancos párpados brillantes
Tras sus largas pestañas , más obscuras
Qye el ciprés que sobre ellas se cimbrea,
Y detrás de su párpado entreabierto
Sonríe el claro azul de su pupila,
Aunque dormido está. Sueña sin duda,...
¿Con que? ¡ Con el Edén! ¡ Sí!.... Con él sueña.
¡Niño desheredado! Es sólo un sueño.
¡Nunca más, tú , tus hijos ni tus padres,
Andarán por aquél de la alegría
Prohibido lugar!
ADAH.
¡Caín querido!
¡ Ah ! No murmures sobre el hijo nuestro
Tan dolorosas quejas del pasado:
¿Por siempre llorarás el Paraíso?
¿Hacernos otro no podemos?
CAÍN.
¿Dónde?
ADAH.
Aquí, do quieras tú; donde te encuentres,
Yo no siento la falta de ese mismo
Tan suspirado Edén. Qué, ¿no te tengo
A ti y á nuestro niño, nuestro padre,
A nuestro hermano y Zillah...., nuestra dulce
Hermana, y nuestra Eva, á la que tanto
Debemos, además del nacimiento?
86 POEMAS DRAMATICOS.

CAÍN.
Sí.... La muerte también debe contarse
Entre los bienes que debemos á ella.
ADAH.
¡ Caín ! Aquel espíritu orgulloso
Que te arrancó de aquí, más hondamente
Sombrío te ha dejado. Yo esperaba
Que aquellas prometidas maravillas
Que has contemplado ; la visión , que dices.
De los pasados y presentes mundos,
Darían á tu espíritu la calma
De una lograda ciencia; pero veo
Que sólo mal tu guía te ha causado:
Pero gracias le doy y le perdono
Al’Ver que entre nosotros nuevamente
Tan pronto te volvió.
CAÍN.
¿Tan pronto?
ADAH.
Apenas
Dos horas , largas para mí; mas sólo
Dos horas por el sol.
CAÍN.
Y, sin embargo,
Me he acercado á ese Sol, y he visto mundos
A que un tiempo alumbró, y á los que nunca
Ya prestará su luz; mundos do rayos
Suyos nunca llegaron : me parece
Qiie transcurrieron años en mi ausencia.
ADAH.
Horas escasamente.
CAÍN.—ACTO III. 87

CAÍN.
Pues entonces
Tiene lá mente en sí noción del tiempo,
Y le mide según lo que contempla,
Grato ó penoso, ruin ú omnipotente.
He contemplado inmemoriales obras
De interminables seres ; recorrido
Los extinguidos mundos: contemplando
La eternidad , pensé que ella me había
Prestado un poco más por unas cuantas
Gotas de las edades que contiene
Su inmensidad: mas ya de nuevo siento
Sólo mi pequeñez. ; Bien me decía
El espíritu aquel, que no soy nada!
ADAH.
¿Por qué lo dijo? Jehová no dice
Eso.
CAÍN.
No: se contenta con hacernos
Esta nada que somos: y en seguida
Nuestro polvo adulando con vislumbres
De la Inmortalidad y el Paraíso,
Otra vez en el polvo le resuelve....
¿Y por qué?
ADAH.
Ya lo sabes....: por el triste
Error de nuestros padres.
CAÍN.
Y nosotros,
¿Qué tenemos con él? Ya que pecaron ,
i Mueran ellos!
POEMAS DRAMÁTICOS.

ADAH.
No es bueno lo que dices,
Ni es ese pensamiento tuyo propio ,
Sino del genio que contigo estaba.
¡ Que no pudiera yo morir por ellos ,
Con tai que ellos viviesen!
CAÍN.
Eso digo....
Mas siempre que una víctima lograse
Saciar al insaciable de la vida,
Y este durmiente y sonrosado niño
Nunca tuviera que probar la muerte
Ni el humano dolor, ni transmitirle
A los que de él vendrán.
ADAH.
¿Y qué sabemos
Si tal expiación podrá algún día
Redimir nuestra raza ?
CAÍN.
¿Al inocente
Sacrificando así por el culpado?
Pero.... ¿qué expiación esta sería?
Nósotros somos puros, inocentes:
¿Quéhicimos, pues , nosotros que debamos
Ser victimas de un acto cometido
Antes de nuestro propio nacimiento ,
Ó para que debamos, tristemente,
Engendrar nuevas víctimas, que expíen
El misterioso, anónimo pecado ,
Si es tal pecado el anhelar la ciencia?
ADAH.
I Ay, amado Caín! En este instante
CAÍN.—ACTO III. S9

Pecando estás: resuenan tus palabras


Cual llenas de impiedad en mis oidos.
CAÍN.
1 Entonces déjame!
ADAH.
Dejarte, nunca:
Aunque tu mismo Dios te abandonase.
CAÍN.
Dime; ¿qué es eso que hay allí?
ADAH.
Dos aras
Que nuestro hermano Abel hizo durante
Tu ausencia, para en ellas ofrecerle
Un sacrificio á Dios cuando volvieras.
CAÍN.
¿Y él qué sabe si yo tan preparado
Estaría á llevar las abrasadas
Ofertas que él conduce cada día
Con placentero rostro, cuya torpe
Baja humildad revela más el miedo
Que adoración, y casi es un soborno
Al Creador?
ADAH.
Bien hecho, ciertamente.
CAÍN.
Un ara sobra: yo no tengo ofrenda.
ADAH.
Los frutos de la tierra , las hermosas
Floridas ramas y capullos frescos
De las flores y frutos, son ofrenda
Grata al Señor, si con contrito, alegre
Espíritu se da.
90 POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
Yo he trabajado,
Yo sudé bajo el sol, labré la tierra ,
Con nuestra maldición así cumpliendo:
¿Puedo hacer más? ¿Por qué he de estar alegre?
Por la incesante guerra contra todos
Los elementos, antes que nos cedan
Ese pan que comemos? ¿Por qué tengo
Que estar agradecido? ¿Por ser polvo
Y arrastrarme en el polvo, hasta perderme
En el polvo otra vez? Si no soy nada....,
¿Iré por nada, hipócrita, á mostrarme
Contento del dolor? ¿Y por qué había
De esj^ar contrito yo?.... ¿Por el pecado
De mi padre, expiado ya de sobra
Por cuanto todos hasta aquí sufrimos,
Y que aún habrá de ser más que expiado
En la futura edad por nuestra raza?
¡ Ah! ¡ Cuán poco sospecha nuestro tierno
Y lozano durmiente que los tristes
Gérmenes de miserias eternales
Á millares de seres destinados
Lleva dentro de sí! Mejor sería
Qye en su inocente sueño le cogiese
Y contra duras rocas le estrellase,
Que dejarle vivir para....
ADAH.
¡ Dios mío!
¡Oh! ¡No toques al niño...., á mi pequeñot
j n. tu niño !.... ¡ Oh Caín!
CAÍN.
¡No temas nada!
CAÍN.—ACTO III. 9*

Por todas las estrellas y por todo


El poder que las rige, no ofreciera
Acogida más ruda al tierno infante
Qye la de un beso paternal.
ADAH.
Entonces,
¿Para qué ese lenguaje tan horrible?
CAÍN.
Dije que más valiera que cesase
Al punto de vivir, que dar la vida
A tanta pesadumbre como debe
Padecer, y, lo que es harto más duro,
Legar ; mas pues te chocan mis palabras v
Esto solo diré : mejor sería
Que no hubiese jamás, jamás nacido.
ADAH.
i Ah, no, no digas eso! ¿Qué se hicieran
Entonces las maternas alegrías
De velarle, nutrirle y adorarle?
1 Silencio!.... Se despierta. ¡ Enoch querido l
(Se acerca al niño.)
¡Oh Caín!....: mírale ; mira cuán lleno
De vida, fuerza y fresca lozanía ,
De infantil alegría y hermosura ,
Cuán parecido á mí, cuán parecido
A ti, cuando sonríes ; pues entonces
Todos, á la verdad, nos parecemos;
¿No es así, mi Caín? Madre y esposo,
Hijo, nuestras facciones se reflejan
Claramente las unas en las otras,
Cual se reflejan en las limpias aguas,
Cuando ellas están mansas y serenas
92 POEMAS DRAMÁTICOS.

Y sereno tú estás, Caín querido.


Ámanos, y, siquiera por nosotros
Ámate á ti también, pues te adoramos.
Mira cuál ríe y sus brazuelos tiende,
Y abre tan anchos sus azules ojos
Sobre los tuyos , á su tierno padre
Queriendo saludar , mientras se agita
Su tierno cuerpecito, como alado
Por la alegría. ¡ No hables de dolores !
i Los querubes sin hijos bien pudieran
Envidiarte de padre las delicias I
¡ Bendícele, Caín! Para las gracias
Darte, no tiene todavía acentos,
Mas las dará su corazón, y el tuyo.
CAÍN.
¡Yo te bendigo, niño!, si es que puede
La mortal bendición servirte, ó logra
De la cruel maldición de la serpiente
Librarte!
ADAH.
Así será, pues de seguro
Debe la santa bendición de un padre
Alejar de un reptil los maleficios.
CAÍN.
Lo dudo; mas bendígole, con todo.
ADAH.
Nuestro hermano se acerca.
CAÍN.
Abel, tu hermano.
(Entra Abel.)
ABEL.
I Bien venido, Caín! Hermano mío,
CAÍN.—ACTO III. 9*

Que la paz del Señor contigo sea.


CAÍN.
¡Salud, Abel!
ABEL.
Me dijo nuestra hermana
Que en alta comunión has ido errante
Con un audaz espíritu , que excede
A los de rango usual. ¿Era de aquellos
A que vemos y hablamos, cual si fuera
Con nuestro padre?
CAÍN.

ABEL.
¿Con él entonces
Por qué comunicar? Un enemigo
Ha de ser del Altísimo, sin duda.
CAÍN.
Y un amigo del hombre. ¿Lo fué acaso
El Altísimo, ya que así le nombras?
ABEL.
¡Le nombren! Hoy, hermano, tus palabras
Son bien extrañas. Adah , hermana mía;
Déjanos un momento....: preparamos
Un sacrificio.
ADAH.
Adiós, Caín querido;
Pero primero abraza al hijo tuyo.
Puedan su dulce espíritu y piadoso
El consejo de Abel darte de nuevo
La paz y santidad. (Vase Adah con su niño.)
ABEL.
¿Dónde has estado?
94 POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
No lo sé.
ABEL.
¿Ni tampoco lo que has visto?
CAÍN.
Lo muerto, lo inmortal, lo omnipotente,
Lo que es ilimitado, los supremos
Prepotentes misterios del espacio....
La innumerable infinidad de mundos
Que fueron y que son....: ¡un torbellino
De cosas tan sin par y abrumadoras 1....
Tierras, soles y lunas en esferas
Altisonantes y con voz de trueno
Cantando á mi alredor, que para el trato
Mortal me hicieron incapaz é impropio :
Déjame, Abel.
ABEL.
Tus ojos resplandecen
Con desusada luz, y tu mejilla
Con extraño color está inflamada....
Las palabras que brotan de tu labio,
Preñadas van de innatural sonido.
Esto, ¿qué significa?
CAÍN.
Significa....;
Te lo suplico, déjame.
ABEL.
No quiero,
Hasta que hayamos ofrecido juntos
Nuestra santa oración y el sacrificio.
CAÍN.
Abel, te ruego, sacrifica sólo....
CAÍN.—ACTO III. 95

Jehová te ama.
ABEL.
Y á los dos , espero.
CAÍN.
Pero á ti más : la causa no me importa ;
Eres mucho más propio para darle
Adoración que yo ; por tanto , debes
Reverenciarle tú; mas hazlo sólo....,
O sin mí, por lo menos.
ABEL.
Oye, hermano :
Indigno fuera de llamarme el hijo
De nuestro noble padre, si respeto
Como á mayor que yo no te ofreciese,
Y á adorar á mi Dios no te llamase
Para que á mí te juntes y precedas
En este sacerdocio que te incumbe.
CAÍN.
Jamás le pretendí.
ABEL.
Mayor entonces
Mi pesar ; hazlo, pues, te lo suplico :
El alma tuya al parecer combate
Con alguna ilusión extraña y fuerte ;
Eso te calmará.
CAÍN.
No, nada logra
Calmarme ya. ¿Calmar he dicho? Nunca
He conocido la quietud del alma,
Aunque calmados vi los elementos.
IDéjame, Abel!, ó deja , por lo menos,
Que á tu piadoso intento te abandone.
96 POEMAS DRAMÁTICOS.

ABEL.
Ninguna de ambas cosas : es preciso
Que juntos hoy nuestro deber cumplamos :
No me rechaces.
CAÍN.
Pues que así ser debe....
Bueno.... ¿Qué debo hacer?
ABEL.
De estas dos aras,
Para tu sacrificio elige una.
CAÍN.
Elígela por mí; para mí, sólo
Césped y piedra son.
" ABEL.
Elige.
CAÍN.
Elijo.
ABEL.
Es la más alta , y esa te conviene,
Pues eres el mayor : dispon ahora
Tus ofrendas.
CAÍN.
¿ En dónde están las tuyas ?
ABEL.
Contémplalas allí....: los primerizos
Del rebaño, y por tanto los más pingües....
Humilde ofrenda de un pastor.
CAÍN.
Rebaños
No tengo yo : soy labrador, y debo
Ofrecer lo que el campo ofreció solo
A mi trabajo y mi sudor : sus frutos.
• C Coge frutos.)
CAÍN.—ACTO III. 97
Míralos en sus varias florescencias ,
¡Oh rica madurez!
(Colocan sus aras y encienden en ellas una llama.)
ABEL.
Hermano mío,
Como mayor, ofrece tú el primero
Tu plegaria y la acción respetuosa
De gracias que acompaña al sacrificio.
CAÍN.
No....; soy novel en esto ; tú señala
La senda, y seguiréte...., como pueda.
- ABEL. (Arrodillándose.)
¡ Oh Dios, que nos creaste! Tú que el soplo
Vital en nuestras bocas infundiste,
Que nos has bendecido, que á despecho
Del paternal pecado te dignaste
Evitar que sus hijos se perdieran
Todos, cual lo pudieran haber sido
A no estar tu justicia atemperada
Por tu misericordia, que es tu goce,
Otorgando un perdón , que un Paraíso
Es con nuestros delitos comparado;—
Solo rey de la luz, del bien, la gloria
Y de la eternidad; sin el cual todo
Se convirtiera en mal; con el cual nada
Puede errar, á no ser por un designio
De tu benevolente omnipotencia
Inescrutable, y que cumplirse debe....
Acepta de tu humilde y el primero
De los pastores, las primer nacidas
Cándidas reses del primer rebaño....
Ofrenda, nada en sí.... ¿Qyé ofrenda puede
- xlv - 7
POEMAS DRAMÁTICOS.

Ser algo para ti?.... Dígnate, empero,


Aquí aceptarlo como don de gracias
De quien lo esparce ante la faz del alto
Cielo tuyo, doblando su cabeza
Sobre el polvo, de que es, en honra tuya
Y de tu santo nombre para siempre.
CAIN. (En pie durante su plegaria.)
Espíritu I Quienquiera ó lo que quiera
Que puedas ser, omnipotente acaso,
Y si eres bueno, manifiesto sólo
Por la exclusión del mal en tus acciones;
¡En la tierraJehovál ¡Dios en el cielo!,
Tal vez con otros nombres; pues parecen
Muchos tus atributos cual tus obras:
¡Si propicio has de ser por las plegarias,
Recíbelas! Si debes con altares
Ser invocado, y logra un sacrificio
Aplacarte, ¡ recíbelos al punto!
Dos seres ante ti los erigieron.
Si amas la sangre, del pastor humilde
El holocausto que á mi diestra humea
La vertió para ti de las primicias
De sus rebaños, cuyos miembros suben
En sanguinario incendio hacia tus cielos;
O si los dulces y granados frutos
De la tierra y las suaves estaciones ,
Que sobre el limpio césped extendidos
Ahora se ostentan á la faz radiante
Del ancho sol que madurez les diera,
Pueden buenos y gratos parecerte,
Tanto más cuanto nunca padecieron
En sus miembros ó vida, y de tus obras
CAÍN.—ACTO III. 99
Antes son viva muestra, que importuna
Súplica porque mires á las nuestras.... ;
Si una ofrenda sin víctima, si un ara
Sin roja sangre tu favor obtiene,
Aquí la tienes, i mírala! Y en cuanto
Al que para ofrecerla la ha erigido
Es.... tal como le hiciste , y nada pide
Que deba ser logrado de rodillas.
¡ Si es malo , aplástale'. Qye omnipotente
Eres, y bien podrías.... Á tu fuerza,
¿Qué puede él oponer? Si es bueno, entonces
Hiérele ó sálvale, como te plazca ,
Puesto que todo al fin de ti depende,
Y el bien y el mal parece que en sí mismos
No contienen poder sino mediante
Tu voluntad, y lo que son ignoro
El bien ó el mal. no siendo omnipotente ,
Ni capaz de juzgar la omnipotencia,
Sino de someterme á su mandato
Como humilde hasta aquí me he sometido.
(El fuego sobro el ara de Abel forma una columna de brillante
fuego y sube al cielo, mientras un torbellino derriba el ara de
Caín y esparce los frutos por el suelo.)
ABEL. (Arrodillándose.)
¡ Oh, hermano, ruega! Jehová irritado
Se muestra contra ti.
CAÍN.
¿Por qué?
ABEL.
Tus frutos
Sobre la tierra yacen esparcidos.
loo POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
De la tierra vinieron, que á la tierra
Se vuelvan otra vez; antes que llegue
El estío, aquí mismo sus semillas
Nuevo fruto darán; la ofrenda tuya
De carnes abrasadas es más útil:
¡ Mira de qué manera absorbe el cielo
Las llamas cuando espesas van con sangre!
ABEL.
No pienses de mi ofrenda en la acogida,
Y otra tuya prepara antes que sea
Ya demasiado tarde.
CAÍN.
Ni más aras
Levantaré, ni sufriré ninguna.
ABEL. (Levantándose.)
¡Caín! ¿Qué intentas?
CAÍN.
Derribar aqueste
Adulador indigno de las nubes,
Precursor humeante de tus tristes
Plegarias; derribar tu altar, teñido
En sangre de cabritos y corderos,
Con blanca leche alimentados sólo
Para ser entre sangre destrozados.
ABEL. ( Oponiéndose.)
¡ No lo harás: actos de impiedad no agregues
A palabras impías! En pie deja
El altar que ya está santificado
Por el placer de Jehová , infinito
Al aceptar las víctimas.
CAÍN.—ACTO III. IOI

CAÍN.
j El suyo!
j Su placer! ¿Y qué vale su supremo
Placer al ver la carne requemada
Y fumífera sangre, ante la angustia
Y los balidos de las tiernas madres
Qye acongojadas buscan todavía
Sus muertos corderinos? ¿Ante aquellos
Espantosos dolores de las tristes
Víctimas ignorantes que ha inmolado
Tu piadoso cuchillo? ¡ Abajol ¡Fuera!
i Este brutal, sangriento testimonio,
Ante la faz del sol no estará erguido
Ni de la creación será vergüenza!
ABEL.
¡ Atrás, hermano 1 ¡ Atrás 1 El ara mía
No tocarás violento : si la adoptas
Para otro sacrificio, será tuya.
CAÍN.
¡Yo nuevo sacrificio! ¡Aparta! ¡Quita!....
O será el sacrificio....
ABEL.
¿Qué pretendes?
CAÍN.
¡Quita , quita!.... ¡Tu Dios ama la sangre!
Míralo bien.... ¡Aparta, antes que tenga
Más!
ABEL.
En su santo nombre me interpongo
Entre ti y esta ofrenda que ya obtuvo
Su aceptación.
02 POEMAS DRAMÁTICOS.

CAÍN.
Si te amas á ti mismo
Aparta, hasta que arroje por el suelo
Este césped; si no....
ABEL. (Oponiéndose.)
Más que á la vida
Amo á mi Dios.
CAÍN.
(Golpeándole en las sienes con un ligón que arrebata del ara.)
Para tu Dios entonces
Toma tu vida , pues las vidas ama.
ABEL. (Cae.)
¿/Qué has hecho, hermano?
CAÍN.
¡Hermano!
ABEL.
¡ Oh , Dios, recibe
A tu siervo, y perdona á su asesino;
Pues ignora lo que hizo.... Caín.... dame....
Dame tu mano, y á la pobre Zillah
Dile....
CAÍN. (Después de un momento de estupefacción.)

¡Mi mano! Está teñida, roja....


¿Y de qué ?
(Pausa prolongada.—Mirando con lentitud en torno.)
¿Dónde estoy? ¡Solo! ¿Mas dónde
Abel está? ¿Donde Caín? ¿Y puedo
Yo de veras ser él? ¡Hermano mío,
Despiértate! ¡despierta!.... ¿Por qué yaces
Sobre la verde tierra? Todavía *
No es hora del reposo.... ¿Por qué muestras
Tal palidez? ¿Ojié tienes? ¡Lleno estabas
CAÍN.—ACTO III. o3

Esta mañana de salud y vida!


¡ Abel l: te lo suplico: ¡ no te burles l
Te herí, es verdad, con demasiada fuerza,
Pero no fatalmente. ¡Ahí ¿Por qué, dime,
Te quisiste oponer? Este es un juego
Para asustarme: un golpe fué tan solo,
Un golpe.... Muévete, muévete.... ¡Basta
Solo con que te muevas! ¡ Así 1.... ¡ Bueno!
¡Ah, ya respiras!.... ¡Sobre mí respira!
¡ Oh, Dios! ¡ Oh , Dios!
ABEL. (Muy débilmente.)
¿Quién es quien de Dios habla?
CAÍN.
Tu asesino.
ABEL.
Si es él, ¡ Dios le perdone!
Caín, consuela á la infelice Zillah;
Ella no tiene ya más que un hermano.
(Abel muere.)
CAÍN.
¡Y yo ninguno ! ¿Quién sin él me deja?
¡ Los ojos tiene abiertos! ¡ Pues entonces
Muerto no está!.... La muerte es como el sueño,
Y el sueño nuestros párpados los cierra.
Entreabiertos también sus labios tiene,
Señal de que respira, y , sin embargo,
El soplo de su aliento no percibo.
¡Su corazón!— ¡Su corazón 1_¿Palpita?.,..
Veamos.... Me parece que.... ¡No!.... ¡Nada!
Esto es una visión; en habitante
De otro mundo y peor me he transformado:
En derredor de mí la tierra oscila:
i04 POEMAS DRAMÁTICOS.

;Qiié es esto? ¡Húmedo está; mas no hay rocío!


(Pone la mano en la frente de Abel, y le mira después.) 1
1 Es sangre.... sí.... mi sangre.... de mi herman0
Y mía, por mí propio derramada!
¿Qué tengo más que ver yo con la vida
Desde el momento en que á mi propia carne j
La vida arrebaté? ¡Pero no puede
Estar muerto! ¿La muerte es el silencio?
No, se despertará: debo velarle.
¡ Ah! ¡La vida no puede ser tan frágil,
Que tan rápidamente se destruya!
Él me ha hablado después. ¿Qué le diría?
¡Hermano mío!.... No...., pues á tal nombre
No me responderá; que los hermanos
Golpes no pueden darse el uno al otro.
¡Pero, pero.... que hablarme yo te escuche! 1
¡ Oh! ¡ De tu dulce voz una palabra,
Una palabra más, para que pueda
Soportar ya el oir la mía propia!
(Entra Zillab.)
ZILLAH.
Rudo son escuché; ¿qué pudo hacerle?
Es Caín, y velando está á mi esposo.
¿Qué haces, hermano?¿Está dormido? ¡Oh cielo!
¿Qiié es esta palidez? ¿Qué es aquel charco? I
¡ Ah, no! No será sangre. ¿Quién su sangre
Había de verter? ¡ Abel! ¿Qué es esto?
¿ Esto quién pudo hacerlo? ¡ No se mueve,
Ño respira, y sus manos caen pesadas,
Como la piedra inerte, de las mías!
¡Ah! ¡Cruel Caín! ¿Por qué para librarle
De tal violencia á tiempo no viniste?
i Quienquiera que asaltarle haya podido,
El más fuerte eres tú, que interponerte
Entre él y el agresor que le ofendiera
Debiste al punto! \ Padre!.... \ Eva!.... \ Adah!
¡Venid aquí! ¡La muerte está en el mundo!
i Sale Zittab llamando á sus padres.)
CAÍN. (Solo.)
¿Y quién la trajo aquí? Yo...., que aborrezco
El nombre de la muerte, de tal modo
Que solamente su terrible idea
Envenenó mi vida, antes que viese
Su aspecto. Aquí la traje, y he entregado
El cuerpo de mi hermano hoy á su frío
Y silencioso abrazo, como si ella
No hubiese reclamado, inexorable,
Su duro privilegio sin mi ayuda.
Al fin he despertado; un espantoso
Sueño fatal enloqueció mi mente,
i Mas él jamás despertará del suyo!
(Entran Adán, Eva , Adah y ZiUah.)
ADÁN.
Un grito de dolor que lanzó triste
Zillah me trae aquí. ¿Qyé es lo que veo?
¡Es verdad! ¡Hijo mío! ¡Ay...., hijo mío!
¡Mujer, contempla aquí la dolorosa
Obra fatal de la serpiente y tuya!
EVA.
¡ Oh , no hables de ella ahora; los colmillos
De la serpiente están despedazando
Mi corazón 1 ¡ Abel, mi predilecto!
1 Oh, Jehová! ¡Quitármele es castigo
Oye supera al pecado de una madre!
106 POEMAS DRAMÁTICOS.

ADÁN.
¿Qiiién ó qué tal acción ha consumado?
Habla, Caín , pues que presente estabas.
¿Fué algún ángel hostil que no camina
Con Jehová? ¿Fué un bruto de los bosques
EVA.
¡ Ah! ¡ Cual la de un relámpago en la nube
Una pálida luz mi mente alumbra!
¡Aquel tizón enorme ensangrentado!
Arrancado del ara, con el humo
Ennegrecido, y rojo con...'.
ADÁN.
Responde,
Habla ,'liijo mió ; habla, y asegura,
Aunque infelices somos, que no somos
Mucho más infelices todavía.
ADAH.
¡ Habla, Caín, y di que tú no fuiste !
EVA.
Él fué. Lo estoy mirando....; su culpada
Cabeza inclina, y sus feroces ojos
Oculta con sus manos, por la sangre
Enrojecidas.
ADAH.
Madre , tú le ofendes.
¡ Caín! Defiéndete de esa terrible
Acusación que arranca á nuestros padres
El peso del dolor qne les abruma.
EVA.
¡ Escucha, Jehová 1 ¡Que sobre él caiga
La eterna maldición de la serpiente,
Pues fué más propio de la casta de ella
CAÍN.—ACTO III. IO7

Que de la nuestra. ¡Que sus días todos


Desesperados sean!
ADAH.
xt , , ¡Basta! ¡Basta!
No e maldigas, madre, que es tu hijo;
o e maldigas , madre, que es mi hermano,
esposo.
EVA.
: Y sin hermano á ti te deja,
A Zillah sin esposo, á mí sin hijo.
¡Por eso le maldigo para siempre!
Rompo todos los lazos que nos unen,
Cual él rompió primero el firme lazo
e la naturaleza. ¡Oh muerte, muerte!
¿Por qué no me‘llevaste á mí, primera
Oye en tu pena incurrí? ¿Por qué ahora mismo
No vienes á llevarme?
ADÁN.
¡ No prosigas,
*^va! ¡Tu natural dolor profundo
Conduce á la impiedad! Una sentencia
Terrible ha tiempo ya nos fué predicha ;
Hoy qUe ¿ cumplirse empieza, soportarla
Sepamos de tal modo, que demuestre
nuestro Dios que, fieles servidores,
u santa voluntad obedecemos.
EVA. ( Señalando á Caín. )
¿ u voluntad!,... La voluntad funesta
e ese encarnado genio de la muerte
AUe ¥? traJe á la tierra, destinada
Po arla de muertos. ¡ Puedan todas,
0 as las maldiciones de la vida
[ oS POEMAS DRAMÁTICOS.

Caer sobre él! ¡ Sus agonías crueles


Le arrojen al desierto, cual nosotros
Lo fuimos del Edén, hasta que luego
Hagan con él sus hijos eso mismo
Qlie él hizo con su hermano! j Las espadas
Y alas de los airados querubines
Le sigan día y noche; las serpientes
Broten bajo su planta, y que los frutos
Se tornen en cenizas en su boca ;'
Que las hojas do incline su cabeza
Para dormir, encuéntrense plagadas
De víboras ! ¡ Que sueñe de continuo •
Con su víctima sólo , y su desvelo
Sea un terror perpetuo de la muerte !
¡ Las cristalinas fuentes se conviertan
En sangre cada vez que se inclinare
Para empañarlas con su ansioso labio !
¡ Todos los elementos se retiren
Ó se cambien para él! ¡ Qye siempre viva
En el dolor con que los otros mueren,
Y que la misma muerte para él sea
Aún peor que la muerte, pues que ha sido
Quien la dió á conocer primero al hombre!
¡ Aparta, fratricida! ¡ Desde ahora
Caín querrá decir esta palabra ,
Para todos los miles de futuras
Generaciones de la humana especie
Que te aborrecerán, aunque tú seas
Su genitor! ¡La hierba se marchite
Bajo tu pie! ¡ Te niegue abrigo el bosque!
¡Y la tierra un hogar! ¡Y tumba el polvo!
¡ El sol su claridad, su Dios el cielo! (Fase Eva.)
CAÍN.—ACTO III. 109

ADÁN.
> Caín! Vete : ya juntos no habitamos.
¡Marcha! Déjame el muerto. Desde ahora
Estoy solo.... Ya nunca nos veremos.
, , adah.
i i • No así le abandones, padre mío ;
u ormidable maldición no añadas
a que Eva lanzó sobre su frente.
N adán.
o le maldigo yo ; no es necesario :
u propia maldición lleva en su alma.
¡Vente, Zillah!
ZILLAH.
^ , El cadáver de mi esposo
Debo velar.
ADÁN.
De nuevo tornaremos
Cuando se marche el que este horrible oficio
Nos procuró. Ven, Zillah.
ZILLAH.
Permitidme
Dar un beso á ese pálido despojo
V á esos labios ha poco tan ardientes,
i Oh, pobre corazón, corazón mío!
(léanse Adán y Zillah , llorando.)
ADAH.
¡ aín! ¿Oiste? Abandonar debemos
stos lugares. Pronta estoy, y prontos
s arán nuestros hijos. En mis brazos
evaré al tierno Enoch, y tú á su hermana,
archemos antes de que el sol decline
ara no caminar por el desierto
110 POEMAS DRAMÁTICOS.

Bajo la triste sombra de la noche.


Callas.... ¡Háblame á mi...., yo que soy tuya!
CAÍN.
¡ Déjame!
ADAH.
Nunca; todos te han dejado.
CAÍN.
¿ Y por qué tardas tú ? ¡ Qué!.... ¿ no te espanta
Morar con quien tal hizo?
adah.
Nada temo,
Sino dejar tu dulce compañía,
Por más que me horroriza y estremece
La acdón que ya te deja sin hermano.
Pero de esto no debo hablar siquiera;
Eso queda entre ti y el Dios potente.
UNA VOZ. (Desde dentro exclama:)
¡ Caín! ¡ Caín!
ADAH.
¡ Qyé voz ! ¿Has escuchado?
la voz.
¡ Caín! ¡ Caín!
adah.
Parece voz de un ángel.
(Entra un ángel del Señor. J
ÁNGEL.
¿ Do está tu hermano Abel?
CAÍN.
¿Soy por ventura
De mi hermano guardián?
ÁNGEL.
¡ Caín! ¿Qyé has hecho?
CAÍN.—ACTO III.

¡De la vertida sangre de tu hermano


Asesinado, hasta el Señor asciende
La acusadora voz! Estás maldito
o re a tierra que entreabrió su boca
ai a sorber la sangre de tu hermano,
erbda por tu mano temeraria,
cuando el suelo labres, á tu esfuerzo
se habrá de rendir. ¡ Un fugitivo
eras desde este día, un vagabundo
Sóbrela tierra!
adah.
: Tal castigo excede
o que puede soportar; repara:
De la faz de la tierra tú le arrojas
de la faz de Dios será privado,
fugitivoy errante por la tierra,
ucederá que aquel que le encontrare
Le matará.
CAÍN.
¡ Mejor si tal hiciesen!
Mas ¿quién me matará? ¿Dónde están esos
En la desierta y despoblada tierra?
/ ÁNGEL.
TÚ mataste á tu hermano: ¿quién te puede
Mañana proteger contra tu hijo?
ADAH.
¡Angel de luz! Ten compasión; no digas
Une este pobre doliente pecho ahora
stá nutriendo en mi inocente niño
n feroz asesino y de su padre.
p ÁNGEL.
uera no más lo que su padre ha sido.
I 12 POEMAS DRAMÁTICOS.

¿No dió la leche de Eva su alimento


Al que ahora miras empapado en sangre?
El fratricida puede fácilmente
Engendrar parricidas.... Mas aquesto
No ha de ser. El Señor, tu Dios y mío,
Me dió el mandato de poner su sello
Sobre Caín , para que en salvo pueda
Salir de aquí. Quien á Caín matare,
Una venganza séptuple y terrible
Caerá sobre él. ¡Acércate!
CAÍN.
¿Qué intentas
Hacer de mí?
" ÁNGEL.
Marcar sobre tu frente
La señal indeleble que te exima
De acciones cual la que has ejecutado.
CAÍN.
No. ¡ Déjame morir!
ÁNGEL.
Es imposible.
(El Angel pone el signo sobre la frente de Caín.)
CAÍN,
Mi frente abrasa; mas parece nada
Con lo que hay dentro de ella comparado.
¿Hay más? Quiero arrostrarlo como pueda.
ÁNGEL.
Duro y tenaz desde el materno vientre
Has sido, como el suelo que afanoso
Habrás de cultivar en adelante;
Mientras aquél á quien mataste, manso
Era, cual los rebaños que guardaba.
CAÍN.—ACTO III. 113

CAÍN.
esPués de la caída, concebido
ui demasiado pronto; todavía
^ubsistía en la mente de mí madre
a serpiente; y mi padre, sin consuelo,
g0r Perdido Edén aún suspiraba.
(lue soy: la vida no he pedido,
1 me formé á mí propio; si pudiese,
£0 Con mi propia muerte le volviera
e polvo á redimir. ¿Por qué no es dado
pT f él retorne á la luz, y yo, caído,
a ido yazga? Así la vida suya
^vuelta le será por el Dios mismo
g. e e amaba, y á mí me arrancaría
ser, que nunca soportar me plugo.
. n ., ÁNGEL.
¿vanen el asesinato borrar puede?
,pC 0
lo hecho está.—¡Fuera, pues; marcha!
jumple tus días! ¡Y tus actos sean
frentes del último!
(El ángel desaparece.)
ADAH.
w Se ha ido ;
archémonos de aquí: oigo que grita
1 uestro pequeño Enoch desde su cuna.
¡Ah' caín.
1
Y ‘ * ^Uan poco él conoce por qué llora L
yo que vertí sangre, yo , no puedo
grimas derramar: los cuatro ríos 1
0
Podrían limpiar el alma mía.

tanto L1°S ”,CUatro nos» Que corrían en torno del Edén, y , por
’ as un*cas aguas que Caín conocía sobre la tierra.
- XLV - o
114 POEMAS DRAMÁTICOS.

¿Piensas tú que mi pobre pequeñuelo


Se atreverá á mirarme?
ADAH.
Si pensase
Qye no lo hiciese, entonces y ó quisiera....
CAIN. (Interrumpiéndole.)
No, no más amenazas: demasiadas
Hemos sufrido ya ; por nuestros hijos
Ve; yo te seguiré.
ADAH.
Dejarte solo
Con el muerto no quiero; vamos juntos.
„ CAÍN.
jüh! ¡Tú, ya muerto y eternal testigo,
Cuya sangre vertida y no empapada
Obscurece los cielos y la tierra !
¿Qué eres tú ahora? ¡ No lo sé! Y, empero,
Si tú ves lo que soy , casi imagino
Que otorgaras perdón al que ya nunca
Perdonará su Dios, ni su conciencia.
¡Adiós! ¡Adiós!.... No debo ni me atrevo
Esto que hice de ti ni aun á tocarlo.
Yo, que en el mismo vientre concebido
Broté contigo, fui en el mismo seno
Amamantado y contra el mío propio
Tantas y tantas veces te he estrechado
Con infantil y fraternal ternura ,
Ya nunca te hablaré; ni á hacer me atrevo
Por ti lo que tú hicieras, cariñoso ,
Por mí....: guardar tus miembros en la tumba:
La primer tumba fúnebre cavada
A la mortalidad. ¿Y quién, ¡oh cielos!,
CAÍN.—ACTO III. 11 5

Ha cavado esa tumba? ¡Oh tierra! ¡Oh tierra!


Ya por todos los frutos que me diste
Este'te di.—Marchemos al desierto.
(Adab se inclina y besa el cuerpo de Abel.)
ADAH.
¡v-ruely pronta sentencia, hermano mío,
*e CuPo en suerte! De entre todos cuantos
e lloran, sólo yo llorar no debo,
esde este instante, mi deber es sólo
^grimas enjugar y no verterlas;
-j\r° de Cuantos gimen , nadie gime
an triste como yo, no por ti sólo,
*no también por el que te ha matado,
i Ahora, vamos, Caín! Tu propia carga
Dividiré contigo.
CAÍN.
n Hacia el Oriente
el Edén tomaremos el camino.
s el más desolado y que á mis huellas
Conviene más.
ADAH.
¡ Dirige! Sé mi guía;
Ah nues^ro se digne ser el tuyo !
ñora de aquí saquemos nuestros hijos.
Y , CAÍN.
«fe que yace aquí no los tenía,
secado la fuente de una raza
entil, y que pudiera haber ornado
‘ u reciente nupcial lecho de amores ,
que hubiera podido de la mía
temperar la vengativa sangre,
niendo á nuestros hijos la apacible
116 POEMAS DRAMÁTICOS.

Descendencia de Abel. ¡Oh Abel, amado!


ADAH.
¡ La paz sea con él I
CAÍN.
¡Pero conmigo!....
( Vanse.)

FIN DEL ACTO TERCERO Y ÚLTIMO.


SARDANÁPALO
TRAGEDIA

DE LORD BYRON
PERSONAJES.

HOMBRES.

Sardanápalo , rey de Nírtive, Asiria, etc.


Arbaces , tncdo aspirante al trono.
Beleses, mago caldeo.
Salemenes, cuñado del Rey.
Altada, asirio, oficial del Palacio.
Pañi a.
Zames.
Sfe£o.
Balea.

MUJERES.

Zarina, Reina.
Myrrha, esclava jonia, favorita de Sardanápalo.

Mujeres del harem de Sardanápalo, guardias,


servidores, sacerdotes caldeos, medos, etc., etc.

Escena: un salón en el Palacio real de Nínive.


acto primero.

Salón en Palacio.

escena primera.

SALEMENES , solo.

^ la Reina faltó, pero es su esposo ;


a m’ ^ermana faltó, pero es mi hermano :
Y ,UPUeblo faltó , mas es monarca,
N ® ° S6r Su arniS° y su vasallo;
r?e sucumbir; la noble sangre
,Nemr°d y Semíramis llevaron .
Hundirse no he de ver bajo la tierra,
rece siglos de glorioso mando
errninar como un cuento de pastores,
y que hacerle surgir de su letargo.
lnr)C?raZ°n afeminad° aún guarda
indolente valor, que no ha agotado
OiiP°MUpC!Ón; latentes energías,
Sin a° ° c*rcunstancias refrenaron
Fn" trUÍr’ amidas, no ahogadas
A Se mar de los deleites blandos.
acer campesino, fuera un hombre
120 POEMAS DRAMÁTICOS.

Capaz de haber un reino conquistado;


Nacido en un imperio, nada , nada
Podrá legar, excepto un nombre vano ,
Oye hasta despreciarán sus propios hijos
Como mezquina herencia; sin embargo,
No todo se ha perdido; aún redimirse
Puede de su vergüenza y su desmayo,
Nada más que con ser lo que debiera ,
Tan fácilmente cual, por el contrario,
Es aquello que ser no debería.
¿Por ventura será menos trabajo
Gobernar las naciones con su cetro,
Que consumir su vida en el regalo?
¿Conducir un ejército valiente,
Que regir un harem afeminado?
En goces enervantes se consume,
Su espíritu embrutece, y va minando
La vigorosa fuerza de su cuerpo
Con las sensualidades de trabajos,
Que ni dan la salud, como la caza,
Ni gloria, cual la guerra. Es necesario
Despertarle. Mas ¡ ay ! no le despierta
Ya más que el trueno con su voz.
(Oyese fuera el son de una música dulce.) ¡ Oigamos
El laúd y la lira y el pandero,
Los acordes lascivos de esos blandos
Instrumentos, las voces de mujeres
Y seres menos que ellas y más bajos,
Deben formar, en su festín, concierto ,
Mientras el grande Rey, el soberano
De cuanto conocemos de la tierra ,
Se reclina, de rosas coronado,
SARDANÁPALO.—ACTO I. 12 I

Y su diadema abandonada yace


A la primer viril robusta mano
Oye tenga la osadía de arrancarla:
Helos allí; se acercan. Ya mi olfato
Percibe los olores humeantes
He su séquito torpe y perfumado,
ya distingo las lucientes joyas
e radiantes muchachas que, en su daño,
0n a la vez su coro y su consejo ,
°r la ancha galería, de sus rayos
erter la luz; y en medio de mozuelas,
0n femenino traje engalanado,
casi menos que mujer, descubro
Al nieto de Semíramis, el manso ,
El hombre-reina. Viene. ¿He de esperarle?
1> le debo afrontar, decirle claro
0 que se dicen de él y de los suyos
od°s los hombres de valer y honrados.
1
están los esclavos conducidos
or el Rey} servidor de sus esclavos.

ESCENA II.

E»tra SARDANÁPALO afeminadamente vestido , con la ca¬


neza coronada de flores y su túnica flotando con negligencia,
acompañado de un séquito de mujeres y jóvenes esclavos.

SARdanÁPALO. ( Dirigiéndose á algunos de sus servidores.)


Oye el pabellón del Eufrates al punto
ispongan, de guirnaldas adornado,
Encendidas las luces, y provisto
e todo cuanto fuese necesario
Para especial festín: á media noche
122 POEMAS DRAMÁTICOS.

Cenaremos allí: cuidad en tanto


Que nada falte, y la veloz galera
Mandad tenga los remos preparados.
Brisa fresca y gentil riza las ondas
Del ancho río; allí dentro de un rato
Nos hemos de embarcar. Hermosas ninfas,
Que os dignáis del dichoso Sardanápalo
Las dulces horas compartir ; muy pronto
La más dulce de todas va á juntarnos,
Cuando nos congreguemos cual congregan
Las estrellas su luz en el espacio;
Cuando forméis un cielo tan brillante
Como el que ellas alumbran con sus rayos.
Cada cuat hasta entonces de su tiempo
Es dueña, y á su gusto puede usarlo.
Y tú, mi jonia Myrrha , elige: ¿quieres
Ir con ellas, ó estar aquí á mi lado?
MYRRHA.
¡Señor!....
SARDANÁPALO.
¡ Señor, mi vida! ¿Por qué escucho
Respuesta tan glacial en ese labio?
Maldición de los Reyes es que todos
Les respondan así. Myrrha, á tu agrado
De tus horas dispon, como dispones
De las mías, mi bien ; ¿misconvidados
Quieres acompañar, ó mis instantes
Hacer que se deslicen con encanto?
MYRRHA.
La decisión del Rey será la mía.
SARDANÁPALO.
No digas eso, te lo ruego: ¿acaso
SARDANÁPALO.—ACTO I.

Satisfacer tu más pequeño antojo


No es mi alegría, mi placer más grato?
Ni á proferir me atrevo mi deseo
Sin haber con el tuyo consultado,
Pues s
' s siempre pronta estás al sacrificio
De tu1 rpropio querer ante el extraño.
M MYRRHA.
e quedaré : no tengo más ventura
Que contemplar la tuya; sin embargo....
SARDANÁPALO.
¿ °r qué ese sin embargo? Tu capricho
erá tan sólo valladar entre ambos.
p. MYRRHA.
lenso que es esta del consejo la hora,
retirarme fuera más sensato.
SALEMENES. (Adelantándose.)
La esclava dice bien: que se retire.
, ( SARDANÁPALO.
¿Quién me responde así? ¿Qué ocurre, hermano?
SALEMENES.
|¿eal señor , el hermano de la Reina
vuestro más leal y fiel vasallo.
SARDANÁPALO. (Dirigiéndose á su séquito.)
a lo dije: que cada cual disponga
e sus horas cual fuere de su agrado,
asta la media noche, en que de nuevo
uestra amable presencia suplicamos.
(Los cortesanos se retiran.)
(A Myrrha que se va.)
¡ Myrrha 1 Pensé que tu permanecieras.
r MYRRHA.
ran Rey , vos no lo habéis así ordenado.
124 POEMAS DRAMATICOS.

SARDANÁPALO.
No, pero tu mirar me lo decía;
Leí en cada mirada de esos claros
Ojos helenos, que quedarte ansiabas
A mi lado.
MYRRHA.
¡Señor! Mas vuestro hermano.
SALEMENES.
Hermano de su esposa , linda griega.
¿Cómo tú sin sonrojo me has nombrado?
SARDANÁPALO.
¡Sin sonrojo! No tienes más pupilas
Que corazón al encender el claro
Carmín de esa mejilla , parecido
Al moribundo día sobre el Cáucaso,
Cuando el poniente sol tiñe la nieve
De sombras y de tintes sonrosados,
Y al reprenderla así con esa fría
Ceguedad que te impide contemplarlo.
¡ Cómo! ¿ Lágrimas viertes, dulce Myrrha
SALEMENES.
Déjaselas verter : está llorando
Por otros más, y causa es ella misma
De lágrimas y duelos más amargos.
SARDANÁPALO.
¡Maldito sea quien la culpa tiene
De que estén esas lágrimas brotando !
SALEMENES.
No te maldigas: ya muchos millones
Lo hacen así.
SARDANÁPALO.
De ti te has olvidado.
SARDANÁPALO.—ACTO I. 1^5

No me hagas recordar que soy monarca.


SALEMENES.
¡Ojalá que pudieras recordarlo I
MYRRHA.
Soberano, y tú, Príncipe, suplico
Me dejéis retirar.
SARDANÁPALO.
Pues necesario
E§que así sea, y con palabras duras
Este rudo patán ha lastimado
Tu espíritu gentil, ve; mas no olvides
Que muy pronto debemos encontrarnos.
Antes quiero perder todo un imperio
Que tu dulce presencia. (Fase Myrrha.)
SALEMENES.
Puede que ambos
Eos pierdas, y los pierdas para siempre.
SARDANÁPALO.
Humano, ves que me contengo y mando
En mí mismo, pues sufro tal lenguaje;
'upero, no me empujes, temerario,
Más allá de mi genio bondadoso.
SALEMENES.
ues mucho más allá de ese sobrado
Apacible carácter indolente
Te quisiera empujar. ¡Oh, si en mi mano
Sacudirte estuviera!, aunque te alzases
ontra mí mismo en tu furor airado.
SARDANÁPALO.
¡ Qh, por el dios Baal! Luego este hombre
Quisiera convertirme en un tirano.
126 POEMAS DRAMÁTICOS.

SALEM ENES.
Lo eres ya. ¡Tú imaginas que no existe
Más tiranía que el terrible estrago
De cadenas y sangre ! El despotismo
Del vicio; la flaqueza de insensato
Lujo; la negligencia; la apatía,
De la sensual pereza los desmayos
Producen mil tiranos, que superan
Con delegada crueldad los actos
Peores de un enérgico monarca,
Por rígido que sea su mandato.
De tus locas lascivias los ejemplos
Imprudentes corrompen, casi tanto
Como oprimen, y van á un tiempo mismo
Tu poder fastuosísimo minando,
Y el de aquellos que deben sustentarle;
Tal, que si invade un enemigo extraño
O tumulto civil estalla dentro ,
Bien fatales pudieran ser entrambos.
Para poder luchar contra el primero
Les falta corazón á tus vasallos:
Contra el otro, más bien preferirían
Darle apoyo en lugar de sofocarlo.
SARDANÁPALO.
¿Quién te hace voz del pueblo?
SALEMENES.
De la Reina
La bondad; de mi hermana los agravios;
De mis tiernos sobrinos el afecto ,
Mi fe, mi lealtad al soberano,
Lealtad que muy pronto le hará falta
Más que discursos; mi respeto sacro
SARDANÁPALO.—ACTO I. 127

y2 Netnrod por la noble descendencia,


°tra cosa que ignoras.
SARDANÁPALO.
¿Cuál? Sepamos.
SALEMENES.
na palabra á ti desconocida.
p , SARDANÁPALO.
ronunciala , que el aprender me es grato.
SALEMENES.
Virtud.
SARDANÁPALO.
i Que no conozco esa palabra I
Jamas palabra alguna ha resonado
-n mis oídos tanto, y más odiosa
ue los gritos del necio populacho,
p. e /j0n desgarrador de la trompeta;
e e a siempre me está tu hermana hablando.
p. SALEMENES.
,eni cambiemos de tema: oye del vicio.
SARDANÁPALO.
¿Ue quién?
SALEMENES.
. ¿De quién? Hasta del viento vago,
' suP‘eses oir los tristes ecos
e a voz que tu pueblo está lanzando.
v SARDANÁPALO.
amos, soy indulgente como sabes;
ua2iente> veces mil te lo he probado:
a a> pues, con franqueza: ¿qué te apura?
SALEMENES.
Tu peligro.
128 POEMAS DRAMÁTICOS.

SARDANÁPALO.
Prosigue.
SALEMENES.
En este caso,
Oye: todos tus reinos, pues son muchos,
Que en herencia tu padre te ha legado,
Contra ti claman é indignados gritan.
SARDANÁPALO.
¡Contra mí! ¿Pues qué quieren los esclavos
SALEMENES.
Un Rey.
SARDANÁPALO.
'¿Pues qué soy yo?
SALEMENES.
Nada á sus ojos;
Pero á los míos, hombre que ser algo
Pudiera aún.
SARDANÁPALO.
¡Borrachos insolentes!
¿Qué quisieran tener? ¿No les he dado
La paz y la abundancia?
SALEMENES.
La primera,
Más de lo que la gloria exige acaso;
Y en cuanto á la segunda, mucho menos
De lo que se imagina el soberano.
SARDANÁPALO.
Pues, ¿y de quién entonces es el crimen?
De los sátrapas torpes y falsarios
Que mejor no proveen, cual debieran.
SALEMENES.
Y algo culpa también del soberano,
SARDANÁPALO.—ACTO I. 12

Qye no tiende jamás una mirada


!!as allá de los muros del Palacio,
si se aparta de ellos , es tan sólo
°r ir á otro Palacio, colocado
° re fresca montaña , hasta que pasen
.^dientes calores del verano.
' glorioso Baal! Tú que formaste
y. 6 lmPerio soberbio y dilatado ;
£U ^ue Un dios hecho fuiste, ó cuando menos
5jUa Un d'os resplandeces tras de largos
g os que dura tu inmortal renombre:
s e tu descendiente imaginario
amas cual Rey atravesó los reinos
e u dejaste, heroico soldado,
anados con tu sangre , tus peligros,
1 lempo, tus fatigas y trabajo;
p Para qué • Para pagar tributos
p* ra Un Pestln> ó verse despojados
1 ara una concubina.
SARDANÁPALO.
jy. . Te comprendo:
equieres ver, conquistador, cruzarlos,
í n°r ^aS *as estreMas en que saben
I Ca^deos leer!.... esos esclavos
Y -antlScos merecen los castigue ,
a a gloria, cual quieren, ser llevados.
SALEMENES.
Una^ ^ n°^ Semíramis condujo ,
A.'. Sln)p*e mujer, á nuestros bravos
Y i l°iS j *as márgenes remotas
r asoladas del Ganges.

- XI.v -
9
l3o POEMAS DRAMÁTICOS.

SARDANÁPALO.
Muy exacto.
Pero ¿cómo volvió?
SALEMENES.
¿Cómo? Cual hombre,
Cual héroe: con duro desengaño,
Vencida no; con sólo veinte guardias
Se retiró de Bactria bien.
SARDANÁPALO.
¿Y cuántos
Dejóse atrás en las llanuras Indias
Para que fuesen de los buitres pasto?
SALEMENES.
Eso nuestros anales no lo dicen.
SARDANÁPALO.
Pues por ellos diré, ya que callaron,
Que le fuera mejor veinte vestidos
Haber tejido , quieta en su Palacio,
Que de la Bactria huir con veinte guardias
Precipitadamente, allí dejando
A cuervos, lobos y hombres aún más fieros,
Sus millones de estúpidos vasallos:
Si esto es la gloria , déjame que viva
En la ignominia siempre sepultado.
SALEMENES.
No todos los espíritus guerreros
Siempre iguales destinos alcanzaron.
Semíramis, gran padre de cien reyes,
Aunque en las Indias tuvo su fracaso,
Persia, Media, la Bactria unió á los grandes
Reinos que gobernó; que con tu mano
Pudieras gobernar.
SARDANAPALO.—ACTO I. ]

SARDANÁPALO.
Eli Yo los gobierno;
no SUP° más que sojuzgarlos.
QuiV - SALEMENES.
jS mas necesiten de su espada
de tu cetro.
SARDANÁPALO.
i No es Había un cierto Baco,
De ¿i u V,e.rdad? A mis griegas muchas veces
Que er3 ar les °*' ^ ellas contaron
Un íH«f Uí1,dios - es decir, un dios de Grecia,
DiCen ° 3 a fe de Asiria extraño;
De ec Concluistó los áureos reinos
Esa Inri-0^3 que td ce^bras tanto,
Sem(r¡.d~:-famosado vendda
llramis quedó.
SALEMENES.
De tal h k Cierto ; me hablaron
Por eso °mbre» Y ya ves que solamente
eso como un dios se ve mirado.
Y cual d' SARDANÁPALO.
i Eh! ¡ cope'r "T CU3* bombre» v°y a honrarle.

SALEMENES.
¿Qué intenta el soberano?
Adorar á t, saRdanápalo.
Conanict !, nuevo dios Y antiguo
3
or< Q-Ue traigan vino mando.
(Entra el copero.)

TráemaSiARDAN^PAL0, (Erigiéndose al copero.)

VadOTn HC?adeorocin“lada
a de piedras que llamamos
i32 POEMAS DRAMÁTICOS.

El cáliz de Nemrod. Llena hasta el borde


Tráemela, y sin tardar.
SALEMENES.
¿ Es este acaso
Momento de enlazar nuevas orgías
Con otras que aún reclaman el descanso?
(Vuelve el copero con vino.)
SARDANÁPALO. (Tomando la copa.)
Noble pariente, dime, si esos griegos
Bárbaros, de las playas y lejanos
Confines de mi imperio, no han mentido,
Todas las Indias conquistó ese Baco,
¿No es verdad?
SALEMENES.
Es verdad, y fué por eso
Entre los hombres por deidad tomado.
SARDANÁPALO.
No, no es eso; de todas sus conquistas ,
Unas pocas columnas (las que acaso
Pudieran ser tan mías como suyas
Si las creyese dignas del trabajo
De comprarlas y luego conducirlas)
Son las piedras de término, marcando
Los mares de la sangre que vertiera,
Los reinos que sus iras devastaron,
Los corazones que rompió. Mas esto ,
Esta copa es su título sagrado
Á la inmortalidad ; la deleitosa
Uva inmortal, de que, el primero, extrajo
El alma, para el alma de los hombres
Con ella deleitar, y los estragos
Compensar de sus triunfos. Si no hubiese
SARDANÁPALO.—ACTO I. 135

Sido por esto, hubiérase llamado


*7°y mortal, por su nombre y su sepulcro ,
O bien semiglorioso, monstruo humano,
'-ual Semíramis fué, mi antecesora.
La que hay aquí divinizóle. Vamos;
Humanízate; ten, y al dios de Grecia
r¡nda conmigo, regañón hermano.
SALEMENES.
1 Por todos tus reinos blasfemara
S1 yo de los dogmas del Estado.
p SARDANÁPALO.
s decir, tú le juzgas héroe sólo
^°rque sangre vertió por océanos,
no dios, porque supo sabiamente
n fruto transformar en un encanto
GUealegra al triste, resucita al viejo ,
nspira al joven, hace su cansancio
trabajo olvidar , y sus peligros
temor; que abre un mundo nuevo y vasto
uando el mundo presente se evapora.
len, entonces, por ti yo brindo, hermano ,
Por él como un hombre verdadero
hizo cuanto posible le fué dado
n el bien ó en el mal, para piadoso
sombrar á los míseros humanos. (Bebe.)
.A SALEMENES.
< esta hora un festín empezar quieres?
q. . SARDANÁPALO.
1 o quisiera hacer, valiera al cabo
as que un trofeo, pues que no sería
on una sola lágrima comprado ;
as no es ese mi intento, y pues no bebes,
134 POEMAS DRAMÁTICOS.

Puedes seguir. (Al copero.) Retírate , muchacho'


(yase el copero.)
SALEMENES.
Quisiera levantarte de tu sueño,
Más por mi voz que por el grito airado
De rebelión.
SARDANÁPALO.
¿Quién puede rebelarse?
¿Por qué? ¿Qué causa? ¿Qué pretexto extraño?
Soy legítimo Rey ; soy descendiente
De una raza de ilustres soberanos.
¿ Qué'te he hecho á ti, qué le hice al pueblo mío,
Para que tú me injuries, y que , ingratos ,
Ellos contra mi solio se levanten?
SALEMENES.
De lo que á mí me has hecho no tratamos.
SARDANÁPALO.
Bien; pero tú imaginas que á la Reina
La agravié: ¿no es verdad?
SALEMENES.
La has agraviado.
SARDANÁPALO.
Príncipe, ten paciencia, y oye atento:
Tiene el poder y el brillo de su rango,
El respeto y tutela de los nobles
Herederos de Asiria: el aparato ,
El homenaje y rentas inherentes
A la soberanía. Nos casamos
Cual se casan los Reyes; por razones
De estado. Yo la quise como tantos
Otros esposos mil á sus esposas.
Si ella, si tú, pensáis que encadenado
. SARDANÁPALO. — ACTO I.

Puedo quedar, cual rústico caldeo


P’gado á su mujer, entonces ambos
No conocéis á mí, ni á los monarcas,
Ni conocéis al corazón humano.
SALEMENES.
ambia de tema, por favor; mi sangre
lempre la vana queja ha desdeñado.
¡La hermana del altivo Salemenes
o mendiga un amor involuntario
1
aPn del señor de Asiria! Ni tampoco
e dignará aceptar amor bastardo,
°mpartido con viles prostitutas
por esclavas jonias profanado.
La Reina está callada.
SARDANÁPALO.
„ Pues entonces
U hermano, ¿por qué no?
SALEMENES.
P Yo sólo traigo
n eco de la voz de esos imperios,
e.quien los olvidó tiempo tan largo,
0
habrá por mucho tiempo de regirlos.
x SARDANÁPALO.
i un obles * ingratísimos esclavos!
urrnuran porque no vertí su sangre,
;1 quise Por millones arrastrarlos
q secarse en el polvo del desierto,
. con sus pobres huesos calcinados
^ anquear del Ganges las orillas,
' mis salvajes leyes los diezmaron ,
1
sudaron pirámides haciendo
u muros babilonios.
136 POEMAS DRAMÁTICOS.

SALEMENES.
Sin embargo,
Esos trofeos son mucho más dignos
De un príncipe y su pueblo , que los cantos
Laudes, y festejos, y mancebas,
Y tesoros sin cuento derrochados,
Y virtudes holladas.
SARDANÁPALO.
Por trofeos
Fundé ciudades: ahí están Anchialo
Y Tarsis, fabricadas en un día
Ambas: de ellas, con gusto sanguinario,
¿Qyé hiciera el vejestorio de mi abuela,
Semíramis la casta, sino abajo
Echarlas ?
SALEMENES.
Es verdad; debo elogiarte
Por esas dos ciudades, que has fundado
Por capricho no más; conmemoradas
Con un verso que habrá de avergonzaros
A ellas y á ti mañana.
SARDANÁPALO.
¡ Avergonzarme!
¡ Por Baal 1 Bellas son, y sin embargo
Nunca serán más bellas que los versos
Di cuanto quieras contra mí, mis actos ,
Mi vida, mi conducta; pero nada
Contra aquella inscripción. En breves rasgos
Dice de todas las humanas cosas
La historia fiel; escucha: «Sardanápalo ,
Hijo de Anacyndáraxes, en solo
Un día construyó Tarsis y Anchialo:
SARDANAPALO.—ACTO X. x37

Comed, bebed y amad, pues todo el resto


No vale un papirote».
SALEMENES.
¡ Escrito sabio!
j Dignísima moral para ofrecerla
poderoso Rey á sus vasallos!
„ SARDANÁPALO.
i Col Tú, sin duda alguna, estos edictos
ote mi vista hubieras colocado:
«Obedeced al Rey ; á su tesoro
odos contribuid con vuestras manos;
eclutad sus falanges numerosas;
erramad vuestra sangre á su mandato;
rosternaos en tierra y adoradle ,
solo levantad para el trabajo»,
bien, en otros términos, pusieras
si - «Sobre este sitio , Sardanápalo
ató cincuenta miles de enemigos.
s os son sus sepulcros, y este campo
u trofeo». Yo dejo tales cosas
os conquistadores inhumanos,
asíante es para mí si lograr puedo
j e s'entan algo menos mis vasallos
a carga atroz de la miseria humana,
S1P gemir se vayan deslizando
acia el sepulcro. Libertad ninguna
Te tomo que les niegue. Al fin y al cabo
oaos nacimos hombres.
SALEMENES.
P Tus abuelos
°mo dioses han sido venerados.
38 'OEMAS DRAMÁTICOS.

SARDANÁPALO.
En el polvo y la muerte : allí ni dioses
Ni hombres son. Tú me cuentas tales casos
Los gusanos son dioses, ó, á lo menos,
Hacen festín de vuestros dioses vanos,
Y se mueren después, cuando ellos mismos
De otro nuevo alimento se ven faltos.
Aquellos dioses eran meros hombres:
Mira si no la raza que dejaron.
Yo cien cosas mortales en mí siento ;
Nada propio de un dios, excepto, acaso,
Lo que en mí condenáis : una tendencia
A amar, a ser clemente, á otorgar, blando
Perdón á las locuras de mi especie,
Y á ser conmigo mismo (esto es humano)
Indulgente.
SALEMENES.
De Nínive famosa,
¡ Ay !, la dura sentencia has pronunciado.
Desdichada, mil veces desdichada,
La ciudad sin rival.
SARDANÁPALO.
¿Qué sobresalto,
Qué temor es el tuyo?
SALEMENES.
Por tus propios
Enemigos, señor, estás guardado.
En pocas horas la tormenta fiera
Puede estallar, que sobre ti su rayo
Cierne, sobre los tuyos y los míos ;
Y pronto lo que es hoy será el pasado
De la estirpe de Belo.
SARDANÁPALO.—ACTO I. i39

SARDANÁPALO.
¿ A quién tememos ?
SALEMENES.
La ambiciosa traición que con sus lazos
e C1ñe ; mas aún queda un recurso :
irgame tu sello y tu mandato
^ara romper las miserables tramas ,
de tus más potentes adversarios
raerte las cabezas.
SARDANÁPALO.
v Las cabezas;
¿* cuántas son ?
SALEMENES.
„ ¿Me pararé á contarlo
uando la tuya propia está en peligro?
ejame obrar ; tu sello, y á mi cargo
Confía el resto.
fSARDANÁPALO.
y. A nadie ilimitadas
1 as confiaré. Cuando tomamos
^as vidas de los otros, no sabemos
0 que quita ú otorga nuestra mano.
.x, SALEMENES.
r 0 quitarías vidas que amenazan
La tuya?
SARDANÁPALO.
o Atroz pregunta. Sin embargo,
spondo, sí. Mas ¿evitarse puede?
e e quiénes tú sospechas? Arrestarlos.
Q SALEMENES.
e no me lo preguntes deseara,
minuto se habrá ya divulgado
14° POEMAS DRAMÁTICOS.

Mi respuesta en la turba vocinglera


De amantes; y de allí, desde el Palacio
Volará á la ciudad, burlando todo.
Fíate en mí.
SARDANÁPALO.
Que siempre me he fiado
Lo sabes. Toma el sello. (Le da el sello.)
SALEMENES.
Ahora te pido
Otro nuevo favor.
" SARDANÁPALO.
Puedes nombrarlo.
SALEMENES.
Que esta noche suspendas el banquete
Del pabellón del Eufrates.
SARDANÁPALO.
Hermano,
¡Suspender el banquete! Ni por todos
Los más empedernidos conjurados
Que turbaron jamás un reino. Vengan,
Y que hagan cuanto hacer puedan más malo,
Ni me harán retirar, ni irme más pronto,
Ni separar la copa de mis labios,
Ni coronarme de una rosa menos,
Ni una hora perder de alegre encanto.
No los temo.
SALEMENES.
¿Y armarte no quisieras?
¿No querrías, si fuese necesario?
SARDANÁPALO.
Quizás. Tengo una espléndida armadura
Y una espada de temple refinado.
SARDANÁPALO.—ACTO I. *4*

Un arco y una aguda jabalina


Qüe de Nemrod sirvieron para el brazo.
Algo pesados son, mas manejables.
Y ahora recuerdo que hace tiempo largo
Qi'e no las uso ni aun para ir de caza.
¿Ñolas has visto alguna vez, hermano?
SALEMENES.
esta la ocasión de bromas tales?
¿Las ceñirás si fuese necesario?
SARDANÁPALO.
¿ror qué no? Si es preciso, que así sea.
Si esos viles siervos temerarios
quieren
¿wjj ser regidos
regíaos de otro modo,
uc uuu muuu,
saré de la espada, hasta que el cabo
Quisieran qUe una rueca se tornase.
SALEMENES.
Dicen1 cque eso tu cetro se ha tornado.
SARDANÁPALO.
i Mienten! Mas que lo digan. Los antiguos
t.neg°s, de que mil veces en sus cantos
Hablan nuestros cautivos, referían
Lo
mismo de su héroe más alto,
ereules, porque amaba á cierta reina
Lidia: ya 10 ves; el populacho
® todas las naciones mil calumnias
lce Para ultrajar sus soberanos.
^ SALEMENES.
Unca hablaron así de tus abuelos.
xj SARDANÁPALO.
, 0 osaban. Al combate y al trabajo
°s llevaban , y nunca sus cadenas
Sino Por la armadura las cambiaron.
r42 POEMAS DRAMÁTICOS.

Ahora disfrutan paz y regocijo,


Licencia de embriagarse y de injuriarnos;
No me importa. No diera la sonrisa
De una moza gentil, por todo el vano
Y popular clamor que un mero nombre
De la nada jamás ha separado.
¿Qué valen , dime, las groseras lenguas
De aquese vil estúpido rebaño
Que con el pasto ruin crece insolente
Para que á mis oídos suene grato
Su atronador elogio, ó su censura,
Su asqueroso clamor me infunda espanto ?
SALEMENES.
Sin embargo, dijistes que hombres eran ;
Luego sus corazones serán algo.
SARDANÁPALO.
También los de mis perros, y mejores ,
Pues que más fieles son. Pero sigamos:
Tienes mi sello; puesto que hay rebeldes,
Hacerlos que se aplaquen ; sin embargo ,
No con rigor, hasta que de él hubiese
Necesidad; ó recibido ó dado,
Aborrezco el dolor: harto tenemos
Aquí, desde el más ínfimo vasallo
Al más excelso Rey, para añadirnos
La carga natural de los trabajos
Y la mortal miseria, en vez de dulces,
Con ayuda recíproca aliviarnos
Los fatales suplicios de la vida.
Mas esto no lo saben los ingratos,
Ni lo sabrán; ¡ oh, por Baal! Por darles
Dulzuras hice cuanto fué en mi mano;
SARDANAPALO.—ACTO I. I43
ice guerras ni impuse nuevas cargas,
I CljS,us c¡yiles vidas me he mezclado;
s dejo libres de pasar sus días
mo les plazca más, y voy pasando
Lual me place los míos.
SALEMENES.
Los d Cortos dejas
Te II e^eres un Rey; por eso acaso
aman incapaz de ser monarca.
Mient SARDANÁPALO.
en. Por mi desgracia , de ser algo
era de Rey soy incapaz. El medo
s ruin puede por mí ser soberano.
Pues h SALEMENES.
nay un medo al fin , que á serlo aspira.
, SARDANÁPALO.
p Ue me finieres decir con eso? Vamos ,
s ese por lo visto tu secreto:
meres que en mis preguntas sea parco ,
^.nunca fui de natural curioso.
pon, y da los convenientes pasos;
que la cruel necesidad lo exige,
IamCl°íaré y aP0yaré tus actos....
Re^aS h°mbre existió fiue más ansíe
Si n^r u" ^3Z Paorfieos vasallos:
HaKot /Cen ^evantar> más les valiera
Al ot d\fUS cenizas evocado
Haré an+ ^emfoci <(el cazador potente».
Cace ^ aS re’nos un desierto vasto,
Mas «a - ,^rutos fiue antes eran,
Lo o ° ya» por su gusto, humanos,
fine me juzgan lo desmienten ellos.
(44 POEMAS DRAMÁTICOS.

Lo que aún puedan juzgarme ha de quitarlos


Las ganas de decir cosas peores.
Y que den gracias todavía.
SALEMENES.
Al cabo
Puedes sentir.
SARDANÁPALO.
¡ Sentir 1 ¿Y quién no siente
La ingratitud?
SALEMENES.
Responderé con actos,
No con dichos. Levanta, esa energía
Despierta, que en tu seno duerme á ratos,
Mas que dentro de ti no ha perecido,
Y aún puedes ser glorioso en tu reinado
Tanto como en tus reinos poderoso.
¡ Adiós ! (yase Sálemenos.)
SARDANÁPALO. (Solo.)
¡ Adiós ! ¡ Se fué! Lleva en su mano
Mi sello, que es en su poder un cetro.
Es tan severo como soy incauto;
Y esos esclavos, en verdad, merecen
Sentir la fuerza y el rigor de un amo.
Mas ¿cuál será el peligro? Yo lo ignoro:
Él le encontró, y él puede conjurarlo.
¿ Deberé consumir, pasar mi vida ,
Esta vida brevísima, luchando ,
Guardándola de todo cuanto pueda
Mermar su duración? ¡No vale tanto!
Fuera morir antes que suene mi hora
Vivir con miedo de morir, forjando
Revueltas; siempre sospechar de todos
SARDANÁPALO.— ACTO I. iq.5

Y°^ ^Ue hay en torno, porque están cercanos,


e todos aquellos que están lejos,
0 o porque se encuentran alejados.
as si ha de ser así, si han de barrerme
e imperio y la tierra, en este caso ,
í A 6'eS !\tierra ó e* cetro de la tierra?
L me’ v^ví> quedé multiplicado;
rir no es menos natural que tales
Vg'0nesde este deleznable barro!
^ r ad que no vertí, como pudiera ,
ares de sangre hasta qUe fues6) odiado,
a muerte sinónimo mi nombre,
^ error y un trofeo. Sin embargo,
No
Cj uie arrepiento.
*-- vw • Es el
vi amor
U1UU1 mi
mi vida;
V AVA
sangre he de verter, será forzado.
5 uua gota hasta aquí de asiría vena
e la vertido por mí, ni de los vastos
i tesor°s de Nínive gastóse
E‘Una m°neda del valor más bajo
11 ,}et°s ^ue Puedan á sus hijos
^ na lágrima sola haber costado,
g! me ahorrecen, es que no aborrezco ;
’ se alzan, es que nunca fui tirano,
i °uibres! ¡ Ah! Merecierais ser regidos
°u guadañas, no cetro, y ser segados
orno hierba, sino sólo cogemos
^°sca abundancia, y el podrido grano
Iní ^Scontent°s, que cual planta impura
Y fS an los risueños campos,
i a lertihdad tornan desierto.
as n° Pensemos más. ;Á ver!
(Entra un servidor.)
XLV-
146 POEMAS DRAMÁTICOS.

Esclavo:
Dile á la jonia Myrrha que suplico*
Su presencia ante mí.
SERVIDOR.
Rey soberano,
Aquí está.
SARDANÁPALO. (/¡parte al servidor.)
Vete.
(Dirigiéndose á Myrrha.) ¡ Hermosa criatura !
Casi á mi corazón anticipado
El tuyo- está; por ti ya palpitaba,
Y aquí vienes; permíteme, al mirarlo,
Creer en un influjo misterioso,
Algún feliz dulcísimo presagio
Que en la ausencia, invisible, nos enlaza
Y nos atrae con su poder extraño.
MYRRHA.

Existe.
SARDANÁPALO.
Sé que existe; mas ignoro
Cómo se llama: ¿puedes tú nombrarlo?
MYRRHA.
En mi patria es un dios; aquí, en mi pecho,
Un sentimiento vivo y exaltado
Como el de un dios, aunque mortal es sólo,
Pues siento que es humilde, y sin embargo
Es dichoso, ó dichoso ser pudiera ;
Pero.... (Myrrha se detiene.)
SARDANÁPALO.
Sí; siempre vemos surgir algo
Que viene á interponerse entre nosotros
Y lo que nuestra dicha imaginamos :
SARDANAPALO.—ACTO I. 147

pompamos ese obstáculo á tu dicha


Y~Ue ,revel° ^ vacilante labio,
así la mía quedará sellada.
c . MYRRHA.
ibenor!
SARDANÁPALO.
Sieni ' ^eñor—mi Rey —mi soberano!
Un 1^>re ^ de Ser as*’ s‘emPre con miedo;
Sina s,0nr*sa ver nunca me es dado,
° a a claridad embriagadora
A lp14-1 ^ran ^est^n » cuando, repletos y hartos,
O y ’g^dad se elevan los bufones
MyrrOh basta su bajeza me degrado.
Rev ' pueao escuchar esas palabras,
Las ' ^l0narca» señor (un tiempo, acaso,
De ,es Imc ’ mas Lien, pude sufrirlas),
jyu ■ °Ca de n°úles y de esclavos;
Que t* Vacdan en tus labios dulces,
Qye anto adoro, en esos rojos labios
Sipr\+SUS'úes°s fundieron con los míos,
Una f ’T11 Corazón trío desmayo:
Situa - COnciencia de mi falsa
Al <:pCl?-n , <tUe rePrime y hace extraños
Mas h'1 lm*e.nto a aquellos por los cuales
Ouici es®nttdo; entonces, al pensarlo,
Y un61)3 haber depuesto esta tiara,
Contf lum’tde cabaña sobre el Cáucaso
Ceñir^° COmpartir . sin más coronas
Que las de flores de los campos.
,A' ,, „ MYRRHA.
¡°jala fuera así!
r48 POEMAS DRAMÁTICOS-

SAKDANÁPALO.
¿ Tú sientes eso ?
¿Por qué?
MYRRHA.
Porque sabrías, en tal caso,
Lo que nunca sabrás.
SARDANAPALO.
¿Qué?
MYRRHA.
Todo el precio
De un corazón, ó, por lo menos, cuánto
Vale el de una mujer.
SARDANAPALO.
A prueba puse
Mil y mil.
MYRRHA.
¿Corazones?
SARDANÁPALO.
Creo.
MYRRHA.
Falso:
¡Ni uno! Tiempos vendrán en que los pruebes'
SARDANÁPALO.
Vendrán. Escucha , Myrrha : ha declarado
Salemenes (porque, cómo lo supo,
Belo, gran fundador de nuestro vasto
Reino, lo sabe más que yo) ; mas oye :
Salemenes mi trono ha declarado
En peligro.
MYRRHA.
Bien hecho.
SARDANÁPALO.—ACTO I. 149

SARDANÁPALO.
¿Y tú lo dices?
1 U ’ ^Ue ^e él recibiste duro trato
ando arrojarte osó de mi presencia
n su salvaje mofa y su sarcasmo,
«auendote llorar y sonrojarte?
Amb myrrha.
£ ,.as c°sas con más frecuencia, acaso,
Á Jfra,^acer. y bien obró al llamarme
De 1 ,r.10 ^eber. Pero has hablado
Pehgro, y peligro que te asalta.
5' , SARDANÁPALO.
Del 6 COmP^ots y tenebrosos lazos
Desc°S medos y troPas y naciones
1 ‘°nte"tos,—y qUé sé yo:—un extraño
Laberinto de cosas, un tejido
Tú menazay misterios susurrados.
Per °n°Ces a^ hombre:—es su costumbre,
0 es honrado. Ven , y no ocuparnos
s Que de nuestra fiesta de la noche.
Ahora • myrrha.
es el tiempo de ocuparse de algo,
g n°s Plestas- Su prudente aviso
6ro ^ue no habrás menospreciado.
SARDANÁPALO.
'^-Ue- <Tienes miedo?
myrrha.
? Cóm . ¡ Miedo! Yo soy grieg
S0v e° Poc*ra muerte darme espanto?

Mi libertad9?’ X ¿P°r qUé y° t6mería


15o POEMAS DRAMÁTICOS.

SARDANÁPALO.
Entonces, demudado
Y pálido , ¿por qué miro tu rostro?
MYRRHA.
Amo.
SARDANÁPALO.
¿No lo hago yo? Yo te idolatro
Más, mucho más que esta existencia breve r
Más que ese reino esplendoroso y vasto
En peligro tal vez,—y no me inmuto.
MYRRHA.
Entonces eso es prueba de que, ingrato ,
No te quieres á ti, ni á mí; quien ama,
Se ama. Tu proceder es temerario:
No se pierden así reinos y vidas.
SARDANÁPALO.
¡Perder! ¿Por qué? ¿Qué pretendiente incauten
A aspirar á arrancármelos se atreve?
MYRRHA.
¿Y quién temiera el aspirar á tanto?
Cuando el que es su señor de sí se olvida,
¿Piensas que ellos habrán de recordarlo?
SARDANÁPALO.
¡ Myrrha!
MYRRHA.
No frunzas contra mí tu ceño:
Tu faz me ha sonreído demasiado
Para que tales ceños no me amarguen
Más que el castigo de que son presagios.
¡Rey, tu súbdito soy! ¡Amo, tu esclava 1
¡Hombre, te he amado! Sí; pero te he amado
.N.0 sé por qué fatal triste flaqueza,
SARDANAPALO.—ACTO I.

^unque griega, y nacida , por lo tanto,


Enemiga de reyes; aunque esclava,
mis cadenas, como tal, odiando ;
^unque jonia , y por tanto envilecida ,
Más que por las cadenas, por mi insano
mor, al ofrecerle á un extranjero!
as te amo. Si ese amor pudiese tanto
^ e el instinto venciese, ¿no podría
°gar el privilegio de salvaros?
SARDANAPALO.
¡^alvarme, vida mía! Eres hermosa;
0 cariño de ti sólo reclamo;
salvación.
MYRRHA.
Y sin amor, ¿do existe?
r. SARDANAPALO.
el amor de mujer estoy hablando.
. MYRRHA.
quel primero de la vida humana
ve Pecho de mujer siempre ha brotado;
vuestra primer paiabra balbuciente
a habéis sólo aprendido de su labio;
uestras primeras lágrimas enjuga;
uestros suspiros últimos acaso
uenan de una mujer en el oído
uando los hombres huyen del cuidado
onoble de velar por los instantes
míos del que supo gobernarlos.
,n SARDANAPALO.
P mi elocuente jonia! Tu palabra
música sonora como el canto
e los trágicos coros, que te he oído
* 52 POEMAS DRAMÁTICOS.

Decir que son el goce más preciado


De tu tierra natal. Pero no llores;
Sosiégate.
MYRRHA.
No lloro; sin embargo,
Te suplico no hablar ni de mis padres
Ni de su tierra.
SARDANÁPALO.
Empero siempre hablando
De ellos estás.
MYRRHA.
Verdad, verdad; pues siempre
Una constante idea de los labios
Inconsciente desborda con palabras;
Pero siempre que escucho á algún extraño
De Grecia hablar, me hiere.
SARDANÁPALO.
Bien: salvarme,
¿Cómo podrás, cual dices?
MYRRHA.
Enseñando
Cómo salvarte debes á ti mismo,
Y no á ti sólo, mas tus reinos vastos,
Del furor de la guerra más odiosa,
La guerra cruelísima de hermanos.
SARDANÁPALO.
¿Por qué? Niña, detesto toda guerra
Y á los guerreros; vivo en paz y en grato
Placer: ¿qué puede más hacer el hombre ?
MYRRHA.
¡Señor! Con el común de los humanos
Para guardar la dulce paz, mil veces
SARDANAPAI.O.— ACTO I. 153

Y CUa<*ro de la guerra es necesario,


Para un Rey, mejor es muchas veces
nspirar el temor que ser amado.
SARDANÁPALO.
Unca he buscado más que lo segundo.
A. MYRRHA.
ora no sirven ya de nada entrambos.
Y SARDANÁPALO.
1 Y tú lo dices, Myrrha?

ai Me refiero
Hs jm?r P°Pular. al espontáneo;
r ec'r> Que los hombres se mantengan
g¡ n tenior á la ley, y sin embargo
51°. estar oprimidos, ó á lo menos ,
^ o están , sin siquiera imaginarlo;
len, si por acaso lo imaginan,
UnJRZÉ>Uen natural y necesario.
A testas, flores y banquetes,
or, vino, placeres y regalo,
as el Rey ha sido de la gloria.
.r, . SARDANÁPALO.
lGlor‘a!¿CLué es eso?
MYRRHA.
á , Puedes preguntarlo
A '<» dioses tus padres.
SARDANÁPALO.
Y No responden;
uando hablan por ellos los ancianos
Sumrd°teS’ es s*emPre alguna leve
a Para su templo reclamando.
i54 POEMAS DRAMÁTICOS.

MYRRHA.
De aquellos fundadores de tu imperio
Repasa los anales.
SARDANÁPALO.
Tan borrados
Con sangre están , que hacerlo es imposible.
¿Qué quieres? El imperio le fundaron ;
Yo no he de ir multiplicando imperios.
MYRRHA.
Salva el tuyo.
** SARDANÁPALO.
Mejor quiero gozarlo.
Ven, Myrrha, ven al Eufrates : la hora
Convida, la galera han aprestado,
Y el pabellón que nuestra vuelta aguarda
Enriquecido con profuso ornato
Por el regio banquete de esta noche,
Brillará de tal modo con los rayos
De la espléndida luz y la hermosura,
Que habrá de parecer, junto á los astros
Que encima de nosotros resplandecen,
Una estrella rival: allí sentados
La corona de flores ceñiremos
Como....
MYRRHA.
Víctimas.
SARDANÁPALO.
No; cual soberanos.
Los pastoriles reyes de los días
Patriarcales nunca se adornaron
De más brillantes joyas que guirnaldas
Tejidas con las mieses de verano,
SARDANÁPALO.—ACTO I. I 55

^ jamás conocieron sino triunfos


^Pe lágrimas no cuestan. Pero, vamos.
(Entra Pania.)
.y. PANIA.
t iva por siempre el Rey!
SARDANÁPAJLO.
»,, Ni un solo instante
as del que pue(ja vjvjr amancj0

q 0n?° aborrezco ese lenguaje necio


pUe ace Ia vida un miserable engaño,
°n o eterno adulando á nuestro polvo!
Bueno> Pania, sé breve.

o . Me ha encargado
í, emenes su súplica reitere
- ey de no salir de su Palacio,
o menos por hoy; cuando retorne
general, aducirá en descargo
a es razones, que disculpen ellas
c atrevimiento, y el perdón acaso
U Presunción obtenga.
SARDANÁPALO.
q . ¡Cómo! ¿Entonces
■ c'er? decir que estoy encarcelado?
El d \ V'°- aun respirar ya puedo
Dil U ,C1S'710 alíento del espacio?
q 6 a Príncipe, el noble Salemenes,
De c’iaUnqUe t0da la Asiria’ ^bramando
C ° ®ra ’ ^os muros circundase
n millones sin fin amotinados,
Por eso temblar, fuera saldría.
56 POEMAS DRAMÁTICOS.

PANIA.
Os debo obedecer, y, sin embargo....
MYRRHA.
¡Oh monarca! Óyeme : ¡qué largas noches,
Cuántos días pasaste reclinado ,
En pueriles y blandos regocij os,
Dentro de las murallas del Palacio,
Sin mostrarte jamás á los clamores
De tu pueblo, jamás de tus vasallos
Satisfaciendo los amantes ojos,
Árbitros á'los sátrapas dejando
Y á los dioses sin culto, en la anarquía
De la indolencia todo, hasta que al cabo
Todo, menos el mal, quedó dormido
Á través del confín de tus estados !
Y ahora, ¿no esperarás un solo día,
Día que redimirte puede acaso?
¿Á los pocos aún fieles, unas pocas
Horas no otorgaras? Al menos hazlo
Por ellos y por ti, por tus abuelos
Y por la herencia de tus hijos caros.
PANIA.
¡ Es verdad! Y la urgencia, la premura,
Con que el príncipe me hizo su emisario
Ante vuestra presencia venerada,
Debe hacer que me atreva , ¡ oh soberano!,
Á unir mi débil voz á la que ahora
Os acaba de hablar.
SARDANÁPALO.
No; ni pensarlo.
MYRRHA.
Siquiera por tus reinos.
SARDANAPALO.—ACTO I. 157

SARDANÁPALO.
¡Imposible!
P PANIA.
or los súbditos fieles que agrupados
e ti en torno verás y de los tuyos,
o . SARDANÁPALO.
Kor°s meramente imaginarios.
ay peligro ninguno; es un pretexto
e el bravo Salemenes ha ideado
ra Probar su celo, y á mis ojos
Parecer así más necesario.
p MYRRHA.
odo lo que es bueno y es glorioso,
cePta , Rey, ese consejo sabio.
íu ~ SARDANÁPALO.
anana los negocios.
MYRRHA.
UY esta noche
muerte.
SARDANÁPALO.
Qye ,^'en > me tiene sin cuidado
venga inesperada á sorprenderme
Fl a a^egna y el encanto,
C acer y el amor ; que me derribe
¡p ,° rosa arrancada de su tallo.
an ° mejor es eso que agostarse!
¿Lúe MYRRHA.
S¡e entonces no quieres, ni por cuanto
RPn,Pre a la acción arrebató á un monarca,
nciar á un festín frívolo y vano?
R0 SARDANÁPALO.
158 POEMAS DRAMÁTICOS.

MYRRHA.
Renuncia por mí.
SARDANÁPALO.
¡Por ti, bien míoI
MYRRHA.
Es el primer favor que he demandado
Al rey de Asiria.
SARDANÁPALO.
Es cierto; y si'pidieses
Mi reino, mi deber es otorgarlo.
Bien; por ti me someto. Pania, vete :
Me oiste. ’
PANIA.
Y obedezco, (yase Pania.)
SARDANÁPALO.
¡ Cuán extraño
Es en ti! ¿Qué te mueveá suplicarme?
MYRRHA.
¡Tu salvación! Convencimiento claro
De que el príncipe tanto de ti exige
Sólo por ün peligro ya inmediato.
SARDANÁPALO.
Si no le temo yo, ¿por qué le temes?
MYRRHA.
Pues porque no le temes es el caso
De temer yo por ti.
SARDANÁPALO.
Quizás mañana
Sonreirás de tus delirios vanos.
MYRRHA.
Mejor que sonreír, si el trance llega,
Estaré donde no se vierte llanto.
SARDANAPALO.—ACTO ] i59
¿Y tú?

SARDANÁPALO.
Yo seré Rey como hasta ahora.
,D , myrrha.
dónde?
SARDANÁPALO.
Y Con Baal, Nemrod el Magno
Q 5emiramis; rey solo en Asiria ,
Me ell°S quizas en otro lado.
izo el destino lo que soy : pudiera
C, ?rrne nada¡ pero nada ó algo,
Viv.quiera de *os dos que ser debiese,
lr no podré nunca degradado.
S¡ . MYRRHA.
S1 Pensaras si.empre, nunca nadie
gradarte osaría temerario.
. SARDANÁPALO.
iQ-Uien lo pretende ahora?
myrrha.

De nadie? ¿No sospechas

SARDANÁPALO.
Ofiri a ¿Sospechar? Ese es el bajo
Mil d° ^ Un efP^a- Mas perdemos
C0j0^re,cl0sPf instantes con tan vanos
i Hola*í vS ^ *nclu*etudes aún más vanas.
El sai' jSotros> Preparad, esclavos,
Si cár^i ueNemrod Para el banquete.
Nuestr6 de Ser nuestro Palacio ,
Si no 3 Cjdena alegre llevaremos.
AlK S Vec^an Eufrates y el grato
ergue de verano en sus orillas,
l6o POEMAS DRAMÁTICOS.

Aquí peligro no hay. Adentro vamos.


(Vase Sardanápalo.)
MYRRHA. (Sola.)
¿Por qué amarle? Las hijas de mi patria
Aman sólo á los héroes. ¿Pero acaso
Tengo patria? La esclava perdió todo ,
Excepto sus amarras. ¡ Ah! Le amo.
De mi larga durísima cadena
El eslabón es éste más pesado:
Sentir amor hacia quien no se estima.
Pero así debe ser. Se va acercando
El instante supremo en que de todos
El amor ha de serle necesario ,
Y ninguno hallará. Dejarle ahora,
Fuera, en verdad , un proceder más bajo
Que noble allá en mi patria hubiera sido
De su soberbio trono en lo más alto
Haberle asesinado á puñaladas:
Para ambas cosas no nací. Si acaso ,
Yo le salvara, mas no le amaría,
Pero á mí propia sí; pues necesario
Es esto ante mí misma, ya que, débil,
Me degradé á mis ojos adorando
A este extranjero afeminado y tierno.
No obstante, me parece que le amo
Más cuando le contemplo aborrecido
Por sus súbditos propios; estos bárbaros,
Que de toda la sangre de la Grecia
Nacieron naturales adversarios.
; Ah ! Si lograse un solo pensamiento
De aquellos que aun los frigios, batallando
Largamente sintieron, animosos,
SARDANÁPALO.—ACTO r.

^ntre Ilion y la mar, en su postrado


orazón despertar, pudiera entonces
otear del rudo populacho
, a turba brutal, y triunfaría.
Lame °frece su amor, y yo le amo.
esclava ama á su dueño, y de sus vicios
Si'Sle.ra libertarle por su mano.
Deh n cons'guiese. todavía
S¡ n a.ar la libertad un medio guardo.
Most °?ro, ensebar cómo se reina,
Úni/aré C°mo det)e un soberano
amente abandonar un trono.
Perderle de vista es necesario, (rase.)

PIN DEL ACTO PRIMERO.

XLV -
rr
ACTO SEGUNDO.

Pórtico del mismo salón en el Palacio.

ESCENA PRIMERA.

BELESES (solo).

^ sol desciende ya ; de su carrera


Q0neCe ^Ue ocaso es hoy más lento,
1
Ya j S! echase su postrer mirada
Qu’ .6 sobre el gran imperio.
QuaíV 0'*0
krMa, entre esas pardas nubes,
Estr lf San^re anuncia en este suelo.
S¡ e6^ aPuntáis, sol que te escondes,
Levp ^an° n° estudié vuestros destellos,
EdiV+n ° ra^° a ray° l°s edictos,
p0r ¡°S ^ue tembiar hacen al tiempo ,
Ueo-' ^U£ traer a *as naciones,
Y e ^s'r>a el último momento.
0 obstante, ¡qué calma! Un terremoto
164 POEMAS DRAMÁTICOS.

Debería anunciar tan gran suceso,


Y un simple sol de estío lo predice.
Remoto disco , cifra del Caldeo,
Lleva sobre sus páginas eternas
El fin de aquello que parece eterno.
Mas ¡ oh, tú, sol veraz!: de cuanto vive
Deslumbrador oráculo de fuego,
Perenne manantial de toda vida,
De su dispensador símbolo escelso,
¿ Por qué limitas hoy tu sacro augurio
Á revelar calamitosos hechos?
¿Por qué no anuncias el brotar de días
Más dignos del glorioso nacimiento
De tu luz sobre el mar? ¿Por qué no viertes
Un rayo de esperanza placentero,
Nuncio á través de los futuros años,
Como presagias hoy cólera y miedo?
¡Escucha , escúchame 1 Yo soy humilde,
Tu adorador, tu sacerdote y siervo ;
Te he observado al nacer y al esconderte ;
Mi cabeza he doblado bajo el peso
De tu luz meridiana, cuando alzarse
Mis pupilas á ti no se atrevieron.
He velado á tu puesta y tu salida;
Á ti he elevado mis fervientes ruegos,
Y te he sacrificado, y te he leído,
Y te invoqué con reverente miedo ,
Y has respondido á tanta costa solo.
Mientras estoy hablando, se va hundiendo;
Ya se marchó, dejando su hermosura
Pero no de su ciencia el gran secreto ,
Al Occidente azul, que se recrea
SARDANÁPALO.—ACTO It.

De su espirante gloria en los destellos.


¿Qyé es la muerte gloriosa? Un sol poniente.
Dichosos los mortales si á lo menos,
Al declinar en algo, se asemejan
Al brillo de los númenes eternos!
(Entra Arbaces por una puerta interior.)
ARBACES.
¡Oh Beleses! ¿Por qué en tus devociones
Tan arrobado estás? ¿Estás siguiendo
bas huellas de tu numen , fugitivo
Hacia la luz de un ignorado reino?
Muestro asunto es la noche; ya ha llegado.
BELESES.
^ero no concluido.
ARBACES.
Venga presto.
Prontos estamos.
BELESES.
1 Si pasado hubiese!....
ARBACES.
¡ Cómo! ¿Duda el profeta á quien del cielo
Las estrellas presagian la victoria?
BELESES.
N° dudo yo de la victoria; pero....
Dudo del vencedor.
ARBACES.
Bien; que tu ciencia
N°s asegure aquélla. En tanto, diestro,
He preparado tan brillantes lanzas,
eclipsaran con vividos reflejos
A nuestros aliados, tus planetas.
Nada habrá que consiga detenernos.
i66 POEMAS DRAMATICOS.

El rey-mujer, en este mismo instante ,


Va con sus femeniles compañeros
Por las aguas; las órdenes ha dado
De que en el pabellón sea el festejo.
Será su primer copa la postrera
Que apure de Nemrod la raza.
. BELESES.
Aquellos
Eran valiente raza.
ARBACES.
Y ésta débil....
Aquélla se agotó; la repondremos.
BELESES.
¿Estás seguro?
ARBACES.
El fundador fué sólo
Cazador; yo soldado. ¿De qué hay miedo?
BELESES.

Del soldado.
ARBACES.
Quizás del sacerdote.
Pero si en realidad pensabas eso,
Si lo piensas aún, ¿por qué en su trono
Tu Rey de concubinas y festejos
No conservar? ¿Y para qué incitarme ,
Por qué aguijonearme con empeño
Hacia una empresa, que es la tuya propia
No menos que la mía?
BELESES,
j Mira al cielo!
ARBACES.

Miro.
SARDANÁPALO,—ACTO II. 167

BELESES.
' ¿Qué ves?
arbaces.
Un estival crepúsculo
T la legión de estrellas y luceros.
BELESES.
T en medio de ellas , ve la más brillante
^ temprana que tiembla en sus destellos,
Como si en el azul del éter puro
Se dispusiera á abandonar su puesto.
ARBACES.
¿Bien?....
BELESES.
Es tu natural dominadora
Tu planeta natal en ese cielo.
ARBACES. (Tocando al forro de su espada.)
Mi estrella guardo aquí: cuando reluce,
Eclipsa á los cometas. Mas pensemos
Eo que conviene hacer que justifique
A tus planetas mil y sus agüeros.
Cuando hayamos el triunfo conquistado,
Tendrán sus sacerdotes y sus templos,
Y serás gran pontífice tú mismo
De.... los dioses que quieras; pues observe
Q^e siempre justos son, y al más valiente
Por más devoto reconocen.
BELESES.
Cierto;
T al más devoto por valiente. Nunca
Me viste huir en el combate fiero.
ARBACES.
No: reconozco que eres tan pujante
i68 POEMAS DRAMÁTICOS.

Capitán babilonio combatiendo,


Como diestro en el rito de Caldea:
Trata, pues, de olvidar por el momento
Al sacerdote para ser soldado.
BELESES.
¿Y por qué no los dos?
ARBACES.
Mejores eso:
Y, sin embargo, casi me avergüenza,
Pues tenemos que hacer tan leve esfuerzo.
Aquesta guerra de mujer degrada
Al mismo vencedor. Con ardimiento
Arrancar de las gradas de su trono
Un sanguinario déspota soberbio ,
Agarrarse con él en dura riña
Entrechocando acero con acero,
Esto sería heroico y hermoso,
Ya siendo vencedor ó ya cayendo ;
Mas levantar mi espada contra un pobre
Gusanillo de seda, y lloriqueos
Oir tal vez....
BELESES.
No, no lo creas; tiene
Algo que puede hacer á tu denuedo
Todavía luchar; y aun cuando fuera
Todo lo que imaginas, por lo menos,
Sus guardias son audaces, y á sus guardias
Los manda el frío, rígido y sereno
Salemenes.
ARBACES.
No habrán de resistirnos.
SARDANAPALO.—ACTO II. [69

BELESES.
¿Por qué no? Son soldados.
ARBACES.
Bien; por eso
Soldado necesitan que los mande.
p obLhSES.
bso es lo que hace Salemenes.
ARBACES.
Cierto;
ero no lo es su rey. Además, odia
^ ese incapaz afeminado objeto
Q-Ue gobierna, por causa de la Reina
u hermana. ¿No reparas cuán severo
■empre lejos está de sus festines?
BELESES.
ero nunca lo está de su consejo:
Siempre puntual.
ARBACES.
Y siempre contradicho.
¿Qué más pudiera hacer para con eso
L°grar que se convierta en un rebelde?
n imbécil reinando con el cetro,
u sangre deshonrada , él desdeñado,
s su propia venganza nuestro intento.
< BELESES.
¡Qh, si pensara así! Pero lo dudo.
ARBACES.
4 0r qué no sondearle?
BELESES.
Sí...., si hay tiempo.
(Entra Balea.)
[7o POEMAS DRAMÁTICOS.

BALEA.
¡ Sátrapas! Manda el Rey vuestra presencia
AI festín de esta noche.
BELESES.
Asistiremos.
Es escuchar obedecer. ¿Y dónde?
¿Es en el pabellón?
BALEA.
No ; será dentro
De su Palacio.
ARBACES.
¡ Cómo! ¿En el Palacio?
No estaba así dispuesto.
BALEA.
Así dispuesto
Está.
ARBACES.
¿Por qué?
BALEA.
Lo ignoro. ¿Me retiro?
ARBACES.
Aguarda.
BELESES. (Aparte á Arbaces.)
¡ Calla 1 Que se vaya. Bueno.
(Aparte á Balea.)
Balea, da las gracias al monarca;
Besa las orlas de su manto regio,
Y di que sus esclavos obedientes
Cogerán las migajas que su dueño
Desde su mesa real tirar se digne
Á las.... ¿dijiste á media noche?
SARDANAPALO.—ACTO II. 17]

BALEA.
Cierto ;
S‘tio, la sala de Nemrod. Señores,
Me humillo ante vosotros, y me ausento.
(Fase Balea.)
ARBACES.
Este súbito cambio no me place,
Y hay encerrado en él algún misterio.
¿Por qué cambiar así?
BELESES.
¡ Pues qué 1 ¿No cambian
Mh veces cada día sus proyectos ?
Siempre fué caprichosa la pereza,
M da para sus fines más rodeos
Oúe muchos generales en sus marchas
Para envolver al enemigo. ¿De esto
Qué piensas ?
ARBACES.
Ese pabellón alegre
Siempre le amó; su antojo y su recreo
^e los. veranos fué.
BELESES.
Y ama á su Reina
M á rameras tres mil al propio tiempo,
M Por turnos amó todas las cosas;
*°das, sabiduría y gloria excepto.
ARBACES.
* s¡n embargo de eso no me place.
P^ro pues él cambió , también cambiemos.
£,ac¡l fuera el ataque en su glorieta,
groado por sus guardias soñolientos
^ Por sus embriagados cortesanos ;
172 POEMAS DRAMÁTICOS.

Mas en la sala de Nemrod....


BELESES.
¿Qué es eso?
Yo imaginaba que el soldado altivo
Casi temiera con tan leve esfuerzo
Subir á un trono. ¡ Qué! ¿Te contraría
Hallar que se interpone á tus proyectos
Un paso escurridizo, ó dos acaso,
Más de los que contabas por tropiezo?
ARBACES.
Cuando llegue la hora, fácilmente
Percibirás si temo ó si no temo.
Ya me has solido ver jugar mi vida
Y alegremente soportar el juego;
Pero en esta ocasión, sobre los dados
Va una puesta mayor; se juega un reino.
BELESES.
Te lo predije ya, debes ganarle:
Anda, pues, y prospera.
ARBACES.
Si agorero
Fuese yo, tal augurio en este instante
A mí propio me diera como cierto;
Mas hay que obedecer á las estrellas,
Pues que con ellas regañar no puedo
Ni con el que es su intérprete. ¿ Quién viene
(Entra Salemenet,)
SALEMENES.
¡ Sátrapas!
BELESES.
j Oh, mi príncipe!
SARDANÁPALO.—ACTO II. I73

SALEMENES.
Celebro
El encontraros; á los dos buscaba,
Aunque no en el Palacio.
ARBACES.
¿Cómo es eso?
SALEMENES.
es la hora.
ARBACES.
¿La hora? Mas ¿qué hora?....
SALEMENES.
Ea media noche.
BELESES.
¡Media noche!.... Pero....
SALEMENES.

¿Invitados no estáis?
BELESES. .
¡ Ah! Lo olvidamos.
SALEMENES.
¿oe olvida así de un soberano y dueño
*-a invitación ?
ARBACES.
La recibimos ahora.
SALEMENES.
Entonces, ¿cómo aquí?
ARBACES.
Por deber nuestro.
v SALEMENES.
¿cuál deber?
BELESES.
Por un deber de estado,
ues tenemos los dos el privilegio
174 POEMAS DRAMÁTICOS.

De aproximarnos á su real presencia ;


Mas le hallamos ausente.
SALEMENES.
También vengo
Por un deber.
ARBACBS.
¿Podremos conocerle?
SALEMENES.
Dos traidores prender. ¡Guardias! Adentro.
C Entran los guardias.)
SALEMENES.
Sátrapas, entregad vuestras espadas.
BELESES. ( Entregando la suya.)
Señor, mi cimitarra aquí os entrego.
ARBACES. (Desenvainando la suya.)
Tomad la mía.
SALEMENES. (Avanzando.)
Voy.
ARBACES.
Pero la hoja
Sólo la tomaréis en vuestro pecho;
El puño nunca abandonó esta mano.
SALEMENES.
¡Cómo! ¿Pretendes resistirme? Bueno,
Así se evita un tribunal inútil
Y una falsa piedad se evita luego.
Soldados, destrozad á este rebelde.
ARBACES.
¡Soldados! Sí, pues solo tenéis miedo.
SALEMENES.
¡Solo! ¡Imbécil esclavo! ¿Qué podría
Haber en ti que á un príncipe soberbio
SARDANAPALO.—ACTO II.

Retroceder hiciese á viva fuerza?


No no tu fuerza , tu traición tememos.
Sin su veneno cruel, nada es tu diente
sierpe vil, no de león soberbio.
Aniquiladle.
BELESES. (Interponiéndose.)
¡ Arbaces! Estáis loco.
¿No he entregado mi espada? Confiemos:
^*ad del soberano en la justicia.
ARBACES.
p0» mil veces: fiar antes prefiero
^n las estrellas de que tanto charlas
^ en la firmeza de este brazo diestro ;
alo menos, morir rey soberano
e mi respiración y de mi cuerpo,
Antes que nadie al fin los encadene.
SALEMENES. (A los guardias.)
oísteis, y me oís. Dejadle muerto;
No le prendáis, matadle.
(Los guardia* atacan á Arbaces, quien se defiende valerosamente
y c«n destreja hasta que vacilan.)

SALEMENES.
¡ Miserables 1
¿Hacer oficio de verdugo debo?
Ved cuál muere un traidor.
(Salemenes ataca á Arbaces.)
(Entra Sardanápalo y su séquito.)

SARDANAPALO.
¡ Alto las manos!
Alto, por vuestras vidas, os lo ordeno.
¡Cómo! ¿Sordos estáis, ó estáis beodos?
¡ Mi espada! ¡Oh, necio! Espada ñola llevo.
iy6 POEMAS DRAMÁTICOS.

Muchacho: ven acá, dame tu arma. (A un guardia.)


(Sardanápalo arranca una espada á uno de los soldados, se lan^a
entre los combatiente* y los separa.)
¡En mi propio Palacio I ¡Atrevimiento!
¿Quién pudiera impedirme el dividiros
En pedazos, audaces pendencieros?
BELESES.
Señor, vuestra justicia.
SALEMENES.
Ó tu flaqueza.
SARDANÁPALO. (Levantando la espada.)

¿Cómo?
SALEMENES.
¡Herid! De ese modo el golpe vuestro
Repetido caerá sobre la frente
De ese traidor, á quien por un momento
Reservaréis no más , según confío,
Para entregarle á la tortura luego.
Contento estoy.
SARDANÁPALO.
¿Quién? ¿Él? ¿Yquién á Arbaces
Se atreve á provocar?
SALEMENES.
¡Yo!
SARDANÁPALO.
¿Será cierto?
Príncipe, de vos mismo os olvidasteis.
¿Y con qué garantía vais á hacerlo ?
SALEMENES.

La tuya. (Mostrando el sedo.)


ARBACES. (Confuso.)
¡ La del Rey !
SARDANÁPALO.—ACTO II. 177

SALEMENES.
Sí; y el rey mismo
habrá de confirmar.
SARDANAPALO.
Con tal intento
Esto no abandoné.
SALEMENES.
Le abandonásteis
Por vuestra salvación: la usaba, creo,
E° niejor.
_ ____
Sentenciad vos en persona.
^luí soy vuestro esclavo: hace un momento
Muestro representante.
SARDANÁPALO.
Pues entonces
tnvainad al punto los aceros.
(Abaces y Sálemenos envainan sus espadas.)

SALEMENES.
ív nilo ya lo está; el vuestro, os pido
le envainéis, pues es el solo cetro
Que seguro tenéis.
SARDANÁPALO.
Y es bien pesado,
* su puño además hiere mis dedos.
*entu arma, muchacho. (Alguardia.)Bien, señores;
ecid, ¿qué significa todo eso?
n BELESES.
ebe el príncipe daros la respuesta.
p SALEMENES.
n mí, fidelidad; traición en ellos.
SARDANÁPALO.
L alción, Arbaces! ¿y traidor, Beleses?
So fuera traición en que no creo.
-xlv- 12
178 POEMAS DRAMÁTICOS.

BELESES.
¿Dónde la prueba está?
SALEMENES.
Daré respuesta
Cuando á vuestro traidor de compañero
Pida la espada el Rey.
ARBACES. (A Sálemenes.)
Es una espada
Ojie tantas veces, cual la tuya, vieron
Contra sus enemigos esgrimida.
SALEMENES.
Y ahora contra su hermano, y quizás dentro
De algunas breves horas contra él mismo.
sardanápai.0.
¡Imposible! No osara; no lo creo.
Tales cosas no quiero ni escucharlas.
Siempre en las cortes esos vanos cuentos
Nacen de intrigas bajas, y más bajos
Y viles mercenarios, cuyo empleo
Es vivir propalando mil mentiras
Sobre la vida de los hombres buenos.
Os habrán engañado, hermano mío.
SALEMENES.
Qye rinda el arma; que vasallo vuestro
Se proclame, cual debe, y luego á todo
Responderé.
SARDANÁPALO.
Si lo creyera, bueno;
Mas no; no puede ser; el Medo Arbaces ,
El soldado leal, rudo y sincero;
El mejor capitán de cuantos tienen
Bajo su disciplina nuestros reinos.
SARDANAPALO.—ACTO II.

No¡ no le insultaré; ni he de agraviarle


Mandando que me rinda, sin esfuerzo,
cimitarra, que su diestra mano
^unca ha cedido al enemigo nuestro.
Jefe, vuestra arma recobrad.
SALEMENES. (Entregando el sello.)
Monarca,
Muestro sello tomad.
SARDANAPALO.
No; retenedlo;
Pero con más moderación usadlo.
SALEMENES.
^e^or, sólo le usé por honor vuestro;
Mas visto que no puedo mantenerle
con mi propio honor , os lo devuelvo.
Otorgádselo á Arbaces.
SARDANAPALO.
Sí, debiera:
^unca me le ha pedido.
SALEMENES.
Ten por cierto
Ope le habrá de obtener sin que le cueste
esa hueca apariencia de respeto.
BELESES.
sé qué predispone con tal fuerza
^ príncipe, señor, contra dos buenos
asallos, que en tratando de la dicha
e Asiria, nadie Ies supera en celo.
SALEMENES.
I^íía, calla, faccioso sacerdote
desleal soldado ! Tú, perverso ,
nes en tu persona los más malos
i8o POEMAS DRAMÁTICOS.

Vicios de los instintos más funestos


De entre los hombres. Guarda tus palabras
Suaves y tus sermones embusteros
Para aquellos que, al fin , no te conocen.
De tu cómplice el crimen es al menos
Audaz, no atemperado por las farsas
Que aprendiste en Caldea.
BELESES.
¿Estáis oyendo,
¡ Señor, hijo de Belo!, cuál blasfema
De la fe nacional que con respeto,
Ante nuestros mayores la rodilla
Hace doblar?
SARDANÁPALO.
¡ Oh, no l Lo que es por eso
Dale la absolución. Yo he suprimido
La adoración hacia los hombres muertos,
Sintiéndome mortal, creyendo sólo
Que aquella raza de que yo desciendo
Es, como puedo ver, sólo ceniza.
BELESES.
Rey , no penséis así; ya están aquellos
Con las estrellas, y....
SARDANÁPALO.
Con ellas pronto
Antes de que aparezcan en el cielo
Te juntarás si sigues predicando,
Pues tu traición más rematada es eso.
BELESES.

¡Señor!
SARDANÁPALO.
¡ Á mí instruirme sobre el culto
SARDANÁPALO.—ACTO XX. iBl

^e los asirios ídolos! ¡ Bah! Presto


Ajadle en libertad; dadle su espada.
SALEMENES.
Señor y Rey y hermano, yo os lo ruego:
Aguardad.
SARDANÁPALO.
Sí, para escuchar sermones,
^ aturdido quedar y sordo, oyendo
Baal, de los muertos, de Caldea
^ todas sus estrellas y misterios.
BELESES.
¡ Monarca, respetadlas!
SARDANÁPALO.
¿Respetarlas?
Lo que es esas te juro que las quiero.
Me gusta contemplarlas refulgentes
Ln la bóveda azul del hondo cielo,
Compararlas de Myrrha con los ojos;
Gusto ver duplicarse sus destellos
Ln las trémulas ondas plateadas
D®1 Eufrates gentil, cuando en su suelo
La leve brisa de la media noche
Riza el agua corriente en su ancho seno,
Aspirando en las frescas espadañas
Que festonan sus márgenes. Empero
Si son dioses, cual unos imaginan ,
Q > según otros, de los dioses cuerpos,
Q simplemente lámparas nocturnas ,
Mundos ó de los mundos los reflejos,
Ni lo sé, ni me importa. Hay algo dulce
Lu esta incertidumbre en que me encuentro ,
^ te juro que no la cambiaría
¡82 POEMAS DRAMÁTICOS.

Ni por toda la ciencia del caldeo.


Á más, de esto sé todo lo que puede
Saber el polvo humano de algo cierto
Por cima ó bajo de él.... — nada. Yo miro
Su brillantez, y su belleza siento.
Cuando alumbren mi tumba, ni una ni otra
Veré.
BELESES.
Veréis mejor ambas.
SARDANAPALO.
Pues, bueno;
Esperaré, pontífice, si gustas ,
Que llegue la ocasión para saberlo.
Entre tanto, recibe aquí tu espada,
Y sabe, al recibirla, que prefiero
Y estimo tu servicio militante
Mucho más que tu propio ministerio,
Aunque ninguno de los dos me agrada.
SALEMENES. (/¡parte.)
Sus liviandades, ¡ay!, loco le han vuelto.
Le salvaré á despecho de sí mismo.
SARDANÁPALO.
Ahora, escuchadme, sátrapas , atentos;
Y sobre todo tú , mi sacerdote ;
Pues, á decir verdad , de ti sospecho
Aún más que del soldado , y dudaría
Del todo, á no ser tú semiguerrero:
Marchémonos en paz....; perdón no digo,
Pues éste debe conquistarle el reo;
No diré que lo sois, aunque depende
De tal palabra mía vuestro aliento ,
Y, lo que es más fatal, depende sólo
SARDANÁPALO.—ACTO XI. 183

mis temores; no temáis, empero,


Porque soy apacible, no cobarde.
lo tanto, vivid. Si fuese aquello
Qi>e algunos dicen soy, vuestras cabezas,
Ya las últimas gotas escurriendo
De su cuajada y vil sangre , estarían
Desde las puertas del Palacio nuestro
Sobre el árido polvo, único sitio,
Sola porción del codiciado reino
Do pudieran reinar y coronarse;
Pero no hablemos más; dejemos esto.
Lo dije ya: ni os juzgaré culpados,
^ tampoco inocentes os sentencio,
Puesto que hombres mejores que vosotros
^ yo, para acusaros están prestos;
Y si vuestro destino encomendare
A jueces más adustos y severos,
Y á toda especie de aparentes pruebas ,
Sacrificar podría en un momento
Dos hombres que, aunque sean lo que fueren
En verdad, una vez honrados fueron;
Eibres estáis.
ARBACES.
Señor, esta clemencia....
BELESES. (Interrumpiéndole.)
Digna es de vos, que, aunque inocentes siendo,
Debemos dar las gracias.
SARDANÁPALO.
Sacerdote :
Puedes guardar tus gracias para Belo;
Pues á su sucesor no le hacen falta.
(84 POEMAS DRAMÁTICOS.

BELESES.
Mas, si inocente soy....
SARDANÁPALO.
Guarda silencio.
El delito es locuaz. Si sois leales,
Injuriados os visteis, y por ello
Tristes debéis estar, no agradecidos.
BELESES.
Y estaríamos tales, en efecto,
Si la justicia la otorgase siempre
La omnipotencia del poder terreno ;
Mas á menudo la inocencia logra
Como mero favor lo que es derecho.
SARDANÁPALO.
Para homilía es buena tal sentencia,
No para esta ocasión; así, te ruego
La guardes en defensa de la causa
De tu Rey y señor ante su pueblo.
BELESES.
No hay, creo , causa alguna.
SARDANÁPALO.
Causa, puede;
Pero causantes, cien. Si das con ellos
Al ejercer tu indagación terrena,
O si de ellos leyeses en el cielo
Al fulgor misterioso de los astros
Qiie tus crónicas son, consigna aquesto :
Qye entre el cielo y la tierra existen cosas
De peor condición que el que con cetro
Rigiendo á muchos á ninguno mata,
Que el que su propio ser no aborreciendo
A sus prójimos ama lo bastante
SARDANÁPALO.—ACTO II. 185

^ara excusar y perdonar á aquellos


á él no le perdonaran si á ser amos
Al fin llegasen.—Mas dudoso es esto.
¡Sátrapas! Vuestras armas y personas
Libres están , y á vuestro arbitrio dejo
¡fe las uséis , aunque desde esta hora
a de ninguna de ambas cosas tengo
Necesidad. ¡Seguidme, Salemenes!
( yase Sardanápalo, Salemenes y el séquito, dejando á
Arbaces y Beleses.)

ARBACES.
I Beleses!
BELESES.
Ahora bien: ¿qué pensáis de esto?
ARBACES.
Qi*e perdidos estamos.
BELESES.
Al contrario:
^e tenemos ganado nuestro reino.
ARBACES.
¿Lomo? Ya sospechados, con la espada
Ln nosotros pendiente de un cabello,
además ondulante para hundirse
Al imperioso soplo de su aliento
^e nos salvó...., no sé por qué motivo.
BELESES.
0 busques el por qué, y aprovechemos
l intervalo. La hora todavía
s nuestra, igual el poderío nuestro
, la noche la misma destinada,
no ha cambiado nada, nada , excepto
Ugstra ignorancia de sospecha alguna
i86 POEMAS DRAMÁTICOS.

En certidumbre tal, que en tal extremo


La simple dilación locura fuera.
ARBACES.
No obstante....
BELESES.
¡Qué! ¿Dudoso aún é incierto?
ARBACES.
Perdonó nuestras vidas; más, librólas
De Salemenes.
BELESES.
¿Y por cuánto tiempo
Libres están?.... Hasta el primer minuto
De la embriaguez.
ARBACES.
Ó sobriedad. Empero
Se portó con nobleza; regiamente
Nos otorgó lo que perdimos ciegos
Con bajeza.
BELESES.
Decid bravura.
ARBACES.
Acaso
Con ambas cosas ; mas tocó mi pecho ,
Me conmovió, y, suceda lo que quiera,
En esta pretensión no iré más lejos.
BELESES.
¡Y perderéis el mundo!
ARBACES.
Pierda todo .
Menos mi propia estima.
BELESES.
¡ Me avergüenzo
SARDA ÑÁPALO.—ACTO II. 187

pensar que debamos nuestras vidas


A un Rey de ruecas!
ARBACES.
Sí, mas no por eso
Menos se la debimos ; más vergüenza
Fuera arrancar la del donante nuestro.
BELESES.
’ú podrás soportar lo que quisieres....
cosa los astros escribieron.
ARBACES.
^ bajasen marcándome el camino
^°n todo el esplendor de sus destellos,
Y° no los seguiría.
BELESES.
Eso es flaqueza
e°r qUe una v¡eja qUe) durmiendo,
espavorida se despierta á obscuras
espués de haber soñado con los muertos,
ARBACES.
Me pareció Nemrod mientras hablaba ;
r'ra su porte igual á aquél, soberbio,
e la estatua imperial que en pie parece
'pOnarca de los reyes, en el centro,
Y flue el templo gobierna, mientras sólo
0s otros mero ornato son del templo.
y BELESES.
a te dije que tú le despreciabas
et^asiado; que en él hay algo regio.
eJ°r: así es más noble el enemigo,
p ARBACES.
J!r° nosotros somos más pequeños.
' b 1 1 Que no nos hubiese perdonado !
i88 POEMAS DRAMÁTICOS.

BELESES.
Luego ¿preferirías ser tan presto
Sacrificado?
ARBACES.
No; más prefiriera ,
Á vivir como ingrato, el haber muerto.
BELESES.
¡Vaya un alma que tienen ciertos hombres
Tú eres capaz de digerir aquello
Á que traición algunos apellidan,
Y los tontos perfidia y.... ¡ miren esto!
De pronto, porque aquí, por algo ó nada,
Este aturdido amigo de festejos
Entre ti y Salemenes se interpone,
Hete aquí convertido en.... ¿qué diremos?.
¡Sardanápalo! Nombre no conozco
De ignominia mayor.
ARBACES.
Hace un momento,
Quien cosa tal apellidarme osara ,
Pendería su vida de un cabello;
Mas al presente debo perdonarte,
Cual él nos perdonó.—No hiciera esto
Semíramis.
BELESES.
La Reina no sufría
Partícipes ningunos de su reino,
Ni siquiera á su esposo.
ARBACES.
Desde ahora
Con toda lealtad servirle debo.
SARDANÁPALO.—ACTO II. ,89

¿Y humildemente?
ARBACES.
No, mas con orgullo
^ más cerca que tú del mismo cielo,
/o estaré cerca de su regio trono,
excelso que tú , no tan soberbio.
*u puedes, pues, obrar según tu juicio,
que códigos tienes y misterios,
^ corolarios de lo bueno y malo,
que para mis actos yo carezco.
Yo debo obedecer lo que me dicta
P Propio corazón sencillo y recto.
°nque ya me conoces.
BELESES.
i Acabaste ?

Sí, contigo acabé.


BELESES.
M ¿Y, acaso, luego
e venderás, lo mismo que me dejas?
~ ARBACES.
Sacerdotal es ese pensamiento,
No de un soldado.
BELESES.
•j. Sea cual te plazca:
rcgua á nuestras disputas ahora demos ,
Y °yeme.
ARBACES.
y No , mayor peligro encierra
u espíritu sutil, de argucias lleno,
^Ue una falange.
I9O POEMAS DRAMÁTICOS.

BELESES.
Pues que así ser debe,
Solo iré.
ARBACES.
¡Solo tú!
BELESES.
Los tronos regios
Uno solo soportan.
ARBACES.
Sí; mas éste
Ocupado se encuentra.
BELESES.
Sí, por cierto,
Mas por algo peor que estar vacante;
Por monarca sumido en el desprecio.
Míralo bien, Arbaces; te he ayudado.
Protegido y amado. y con empeño
Te incité, por servirte, en la esperanza
De á la Asiria servir. El mismo cielo
Pareció consentir; fueron propicios,
Aun al postrer instante , los sucesos ,
Hasta que al fin tu espíritu desmaya
Y cae en ese torpe abatimiento.
Mas hoy, antes que ver la patria mía
Languidecer, su salvador ser quiero,
O la víctima ser de su tirano.
O ser uno ó los dos; que á veces fueron
Uno solo los dos. Si venzo, Arbaces
Será mi servidor.
ARBACES.
¡Servidor vuestro!
SARDANÁPALO.—ACTO II.

¿ * Por qué no? ¡ Mejor que ser esclavo,


Perdonado esclavo, el pobre siervo
e eUa, la Sardanápalo! (Entra Pania.)
PANTA.
n Señores,
Urden traigo del Rey.
ARBACES.
La obedecemos
Antes de oirla.
BELESES.
Oigámosla, no obstante.
PANIA.
pln dilación alguna ni pretexto ,
artiréis esta misma noche entrambos
nuestras satrapías en los reinos
e Babilonia y Media.
BELESES.
¿Con las tropas?
PANIA.
,e refieren las órdenes que tengo
I°s sátrapas sólo y sus familias.
ARBACES.
Mas,
BELESES.
Hay que obedecer: decid que iremos.
w. PANIA.
1 °rden no es de llevar vuestra respuesta ,
as de veros marchar.
BELESES. (Aparte.)
tn 1 Sí...., señor! Bueno;
esde aquí os seguiremos.
192 POEMAS DRAMATICOS.

PANIA.
Me retiro.
Guarda debida al noble rango vuestro
Voy á mandar, y vuestro tiempo aguardo ;
Mas no excedáis la hora; os lo prevengo.
( Vase Partía.)
BELESES.
¿Y hemos de obedecer?
ARBACES.
Sin duda alguna.
BELESES.
Sí; pero sólo hasta llegar al cerco
De las puertas que cierran el Palacio
Que es ahora nuestra cárcel....; no más lejos.
ARBACES.
Una verdad proclamas ciertamente.
Con su vasta extensión, el mismo reino
Nos abre á cada paso calabozos.
BELESES.
¡Tumbas!
ARBACES.
Si tal creyese , este mi acero
Otra más que la propia cavaría.
BELESES.
Ya tendría que hacer. Mas yo presiento
Mejor de lo que auguras; por de pronto ,
Cual podamos mejor, de aquí marchemos.
Tú convienes conmigo en que tal orden
Implica una sentencia.
ARBACES.
Así lo creo.
¿ Qué otra interpretación pudiera darse ?
SARDANÁPALO.—ACTO IX. m3
olítica imperial: perdón, veneno,
avores y una espada, un prolongado
enioto viaje y un eterno sueño,
uanto sátrapa, en tiempo de su padre....
u®s él, debo decirlo, es incruento,
á lo menos lo fue....
BELESES.
Mas serlo ahora,
1 querrá, ni podrá.
ARBACES.
Me lo sospecho.
‘ dantos sátrapas vi, cuando reinaba,
^er enviados á sus altos puestos,
encontrar su sepulcro en su camino!
0rno, no sé decir; más todos ellos
‘^fermaban durante la jornada:
' ^ra tan larga y dura !

„ Pues por eso ,


alir de la ciudad al aire libre,
así nuestra jornada abreviaremos.
ARBACES.
Caso nos la abrevien á las puertas.
^ BELESES.
°» no se atreverán. Será su intento
j^e de privada muerte perezcamos,
en el recinto del Palacio, ó dentro
ía ciudad, do somos conocidos,
g. tener partidarios bien podemos.
1 aquí hubieran pensado asesinarnos,
0 viviéramos ya. Vámonos presto.

' XLV- iS
194 POEMAS DRAMÁTICOS.

ARBACES.
Si siquiera supiese que no intenta
Nada contra mi vida....
BELESES.
¡Calla, necio!
¿Qué otra cosa intentar puede, alarmado,
El despotismo? Vamos al encuentro
De nuestras tropas, y marchemos hacia....
ARBACES.
¿Nuestras provincias?
BELESES.
No : hacia tu reino.
Hay tiempo y corazón; hay suficiente
Esperanza y poder, y propios medios
Que sus medidas incompletas dejan
Abiertos plenamente á nuestro intento.
¡ Marcha!
ARBACES.
¡Y yo, arrepentido, sin embargo,
Reincidir en el delito debo!
BELESES.
Una virtud es la defensa propia,
Único baluarte del derecho.
¡Marcha, digo! Dejemos este sitio;
El aire se hace sofocante, espeso,
Y á hierbamora las paredes huelen.
¡Fuera de aquí! No hay que dejarles tiempo
Á otro consejo. Nuestra pronta marcha
Muestra será de nuestro patrio celo.
La pronta marcha impedirá á la escolta
Y al noble Pania anticipar con celo
Las órdenes de algunos emisarios.
SARDANÁPALO.—ACTO II. I()b

queda otra elección; conque.... marchemos.


(yase con Arbaces, que le sigue con repugnancia.)
(Entran Sardanápalo y Salemenes.)
SARDANÁPALO.
^en; todo se arregló sin verter sangre;
fcsa cosa fatal, que de un remedio
^sla burla mayor. Ahora, seguros
N°s deja de esos hombres el destierro.
SALEMENES.
Sí, como el que camina sobre flores
í;0 está de la culebra que, en silencio,
Se enrosca en sus raíces.
SARDANÁPALO.
¿Qué quisieras
Qye hiciese, dime?
SALEMENES.
Deshacer lo hecho.
SARDANÁPALO.
¡ Revocar mi perdón!
SALEMENES.
La vacilante
^°rona en esa sien ceñir de nuevo.
SARDANÁPALO.
Uránico eso fuera.
SALEMENES.
Mas seguro.
SARDANÁPALO.
^ lo estamos así. ¿Qué grave riesgo
pueden ofrecer tras la frontera?
SALEMENES.
Allí no están aún, ni estar debieron
me escucharas bien.
jg6 POEMAS DRAMATICOS.

SARDANÁPALO.
¿No te he escuchado
Imparcialmente á ti?.... ¿Porqué no á ellos?
SALEM EN ES.
Ya lo sabrás después ; mas, como sea,
Voy á ordenar las guardias, y te dejo.
SARDANÁPALO.
¿É irás á acompañarme en el banquete?
SALEMENES.
Dispensadme, señor, de tal obsequio ,
Pues no soy bebedor ; encomendadme
Cualquier servicio, el de bacante excepto.
SARDANÁPALO.
Pero es bueno gozar de cuando en cuando.
SALEMENES.
Y bueno que alguien vele por aquellos
Que gozan demasiado. ¿Retirarme
Me es permitido?
SARDANÁPALO.
Sí.... Mas un momento
Espérate, mi caro Salemenes,
Mi hermano, mi vasallo predilecto,
Mejor príncipe, sí, que yo monarca ;
El soberano tú debieras serlo.
Y yo...., yo no sé qué...., ni se me importa.
Mas no me juzgues insensible y ciego
Á tu sabia honradez, tus reprensiones
Y ásperos y al par dulces sufrimientos
Por mis locuras. Si salvé á esos hombres,
Quiero decir, sus vidas, tu consejo
Prudente desoyendo, no es que dude
Que era sano tu aviso. Mas dejemos
SARDANÁPALO.—ACTO II. I97

Oye vivan : cavilar sobre sus vidas


^0 quiero....; que la enmienden. Su destierro
“Jás que su misma muerte, de seguro
dejará gozar tranquilo sueño.
SALEMENES.
Y así, tan sólo por salvar traidores,
dormir para siempre corres riesgo,
momento de pena convertido
Ahora en años de crímenes. Empero,
Ajémoslos tranquilos.
SARDANÁPALO.
No me tientes.
mi palabra.
SALEMENES.
Retirarla es bueno.
SARDANÁPALO.
Hs real.
SALEMENES.
Más decisiva ser debiera,
hsa semiindulgencia de un destierro ,
,°lo conduce á provocar rencores.
^ el perdón nada es, ó ha de ser pleno.
SARDANÁPALO.
quién me persuadió, cuando los hube
Absuelto, ú alejado, por lo menos,
j e mi presencia, quién me instó á mandarles
r á sus satrapías? Dime.
SALEMENES.
Cierto.
olvidé. Mas si llegan , solo entonces
Reconvenidme más por mi consejo.
i98 POEMAS DRAMÁTICOS.

SARDANÁPALO.
Y si no llegan , ¡ mira bien !...., en salvo;
En salvo...., ¡óyelo bien!...., y sin tropiezo *
Mira por ti.
SALEMENES.
Permite que me marche.
De que queden en salvo cuidaremos.
SARDANÁPALO.
Ve, pues, y de tu hermano, te suplico,
Piensa mejor.
SALEMENES.
Señor, siempre, cual debo.
Yo serviré á mi Rey. ase Sálemenos.)
SARDANÁPALO. (Solo.)
Es este hombre
De fibra y temple por demás severo ;
Duro, pero tan alto, cual la roca,
Y libre de las manchas y defectos
De la tierra común. Yo, más ligera
Arcilla , en flores impregnada , tengo.
Mas, según es el molde, así el producto.
Si erré por esta vez, fué propendiendo
Hacia donde el error más levemente
Se apoya en un indefinible afecto,
Qye no sé cuál nombrar, y me ocasiona
Alguna vez placer, muchas tormento ;
Un espíritu oculto, que parece
De este mi corazón hallarse dentro
*Para contar sus férvidos latidos,
No para acelerarlos, y en secreto
Dirigirme preguntas que no osara
Jamás ningún mortal haberme hecho ,
SARDANA PALO.—ACTO XI. •99
Ni aun el mismo Baal, con ser, potente,
Una deidad profética,—y, empero,
su marmórea faz majestuosa
Parece dibujarse como un ceño
Cuando las sombras de la tarde anublan
^ cambian su expresión, hasta que pienso
Que en actitud de hablar mira la estatua.
Mas dejemos tan vanos pensamientos:
Alegre quiero estar.... De la alegría
AUí viene el heraldo verdadero. (Entra Myrrha.)
MYRRHA.
i Rey ! El ciei0 se nubla amenazante,
J ya congrega el resonante trueno
"n las nubes que rápidas se acercan,
Anunciando en quebrados centelleos
Próxima tempestad desoladora.
'Del Palacio salir es vuestro intento?
SARDANÁPALO.
¿Dijiste tempestad?
MYRRHA.
Sí.
SARDANÁPALO.
Por mi parte
No nie disgustaría, te confieso,
_;arnbiar la suave escena, y la batalla
'°ntemplar de los rudos elementos.
*las esto no se aviene con los suaves
edosos trajes y los rostros tersos
®nuestros convidados. Dime, Myrrha:
1tres de aquellos tú que tienen miedo
el fragor de las nubes?
200 POEMAS DRAMÁTICOS.

MYRRHA.
En mi patria
Escuchamos sus voces con respeto,
Como augurios de Jove.
SARDANÁPALO.
¿Quién es Jove?
¡Ah, sí! Vuestro Baal. También el nuestro
Manda en los truenos , y de vez en cuando
Algún rayo que cae prueba el secreto
De su divinidad. si bien á veces
Hiere su propio altar.
MYRRHA.
Terrible agüero
Es este....
SARDANÁPALO.
Sí, para los sacerdotes.
Está bien: esta noche no saldremos
Fuera de las murallas del Palacio ,
Mas el festín celebraremos dentro.
MYRRHA.
Loado sea el prepotente Jove,
Que escuchar se ha dignado el vivo ruego
Que no escuchabas tú. Más que tú mismo
Te son buenos los dioses, y encendieron
Entre tus enemigos y tú propio
La tempestad , para escudarte de ellos.
SARDANÁPALO.
Niña, si hay riesgo, pienso que es el mismo
# Entre estos muros que del río ameno
A la margen.
MYRRHA.
No tal, pues estos muros
SARDANAPALO.—ACTO IX. 201

Son altos , formidables y defensos.


juchas revueltas y macizas puertas
la vil traición forzar primero;
”*as en el pabellón no hay baluarte.
SARDANAPALO.
I’0 ; ni en este Palacio, ni en el centro
e la alta fortaleza, ni en la cumbre
e‘ Cáucaso por nubes siempre envuelto,
onde el águila anida entre inholladas
rietas, si la traición se alberga dentro.
^°mo la flecha alcanza al rey del aire,
de la tierra alcanzará el acero.
^ as, cálmate: culpados ó inocentes,
*s°s hombres caminan al destierro ,
^ lejos estarán.
MYRRHA,
¿Entonces viven ?
SARDANÁPALO.
¿ *an sanguinaria? / Tú!
MYRRHA.
No titubeo;
p n° vacilaría ni un instante
imponer, si es justo, el escarmiento
afluellos que se atreven á tu vida.
-° siendo así, la mía no merezco.
^ds, ya oiste al noble Salemenes.
R SARDANAPALO.
i s extraño! Ella dulce y él austero ,
.mbos unidos contra mí, me incitan
Ia dura venganza que detesto.
p _ MYRRHA.
s v¡rtud griega.
202 TOEMAS DRAMÁTICOS.

SARDANÁPALO.
Pero no de reyes:
No la busco; si alguna vez la ejerzo ,
Será contra los reyes mis iguales.
MYRRHA.
Esos hombres, señor, pretenden serlo.
SARDANÁPALO.
Eso es de sobra femenil, y brota
Del miedo.
MYRRHA.
Sí; por vos.
SARDANÁPALO.
No importa; es miedo.
He observado tu sexo, sexo débil,
Que, una vez á la cólera despierto,
Se hace tímidamente vengativo
Y con perseverancia , hasta un extremo
Que yo no imitaré. Te juzgué exenta
De esto y el infantil desvalimiento
De las mujeres de Asia.
MYRRHA.
Señor mío,
Ni de mi amor ó calidades creo
Jactarme; compartí vuestra opulencia,
Y compartir vuestro destino quiero.
Podéis vivir y ver que hay una esclava
Más fiel que miles de vasallos vuestros.
¡No lo quieran los dioses! Más me place
Que fe tengáis en mi leal afecto,
Que demostrarlo en medio á vuestras penas.
Nunca mayores , ¡ ay !, que mis desvelos.
SARDANÁPALO —ACTO II. ¿o3

SARDANÁPALO.
¡ ^ena ! Sobrevenir no puede alguna
uonde existe un amor grande y perfecto
Jlno para elevarle, y se disipa
pudiendo arrancárnosle del pecho,
parchemos, pues; se acerca ya la hora;
Y Prepararnos, sin tardar, debemos
^ recibir los nobles convidados
Qpe favorecen el banquete nuestro.
(Vanse.)

FIN DEL ACTO SEGUNDO.


ACTO TERCERO.

s®Ión de! Palacio iluminado.—SARDANÁPALOy sus con¬


dados sentados á la mesa.—Fuera una tempestad.—De
cyando en cuando óyense truenos durante el banquete.

ESCENA PRIMERA.

SARDANÁPALO.
‘ leñad las copas bien ! Así me gusta.
L sta es mi propia y verdadera patria,
y niedio de estos ojos refulgentes
estas hermosas y felices caras!
0 Hega aquí el dolor.
ZAMES.
p Ni á parte alguna ,
Ues donde el Rey está luce la llama
lv‘na del placer.
SARDANÁPALO.
q ¿No es mejor esto
De? aclUeHas cacerías sanguinarias
Sran Nemrod, ó mi salvaje abuela
Zando reinos, ¡ ah !, que conquistaba
n Poderlos guardar?
200 POEMAS DRAMÁTICOS.

ALTADA.
Muy poderosos
Fueron, cual fué tu estirpe soberana ;
Mas ninguno anterior llegó á la cima
Do llegó Sardanápalo , quien basa
Su alegría en la paz, única gloria
Veraz.
SARDANÁPALO.
Y en el placer, mi buen Altada,
Del cual la gloria no es sino la senda.
¿Qué buscamos? ¡ El goce! Menos larga
Hemos hecho la vía que á él conduce,
No buscando su huella señalada
Entre humanas cenizas y una tumba
Dejando á cada paso nuestra planta.
ZAMES.
Todos los corazones son dichosos,
Todas las voces bendiciones alzan
Al gran Rey de la paz, que hace del mundo
Una festividad.
SARDANÁPALO.
¿De esas palabras
Seguro estás? Oí otras cosas. Dicen
Que hay traidores.
ZAMES.
¡Traidores! Los que audacia
Tienen de hablar así son los traidores.
¡ Imposible! ¿Qué causa?
SARDANÁPALO.
Sí, ¿ qué causa
Puede haber, en verdad?.... Llenad la copa;
No quiero de ellos ocuparme; basta:
SARDANÁPALO.—ACTO III. 207

Wo hay ninguno, y si existen, ya se fueron.


ALTADA.
¡ Convidados, brindad conmigo ! Hincada
a rodilla, apurad una medida
salud del Rey— ¿Dije monarca?
i Por el dios Sardanápalo I
(Zames y los convidados se arrodillan y exclaman:)
Más grande
Vi>e su padre Baal, de más pujanza.
‘ 0r el dios Sardanápalo!
(di arrodillarse se oyen truenos, y algunos se levantan en
confusión.)

ZAMES.
¡ Oh, amigos !
1 0r qué os levantáis con esa alarma?
Se Potente estruendo es que los dioses
e sus padres se asocian....
MYRRHA.
.. Ó amenazan.
ey > ¿sufrirás esa impiedad demente?
SARDANÁPALO.
‘ ^piedad !.... Silos hombres que reinaran
^utes de yo reinar pueden ser dioses,
0 fio pretendo exhonerar su casta.
yas’ levantad, mis crédulos amigos ,
p VUestra devoción podéis guardarla
arfi el que truena allí; yo sólo busco
^fir» no adoración.
ALTADA.
pQ Pues ambas...., ambas
r siempre os deben los vasallos fieles.
208 POEMAS DRAMÁTICOS.

SARDANÁPALO.
Parece que los truenos se agigantan.
; Noche tremenda!
MYRRHA.
¡ Oh , sí, tremenda noche
Para cuantos no tienen las estancias
De un Palacio soberbio que proteja
a sus adoradores!
SARDANÁPALO.
Verdad hablas,
Myrrha gentil; y si tornar pudiese
Mi reino en un refugio á la desgracia,
Lo cumpliría.
MYRRHA.
Luego dios no eres,
Al no poder llenar mira tan alta,
Tan bondadoso y general deseo
Como ese mismo afán tuyo implicara.
SARDANÁPALO.
¿Y entonces vuestros dioses que lo pueden
Y no lo hacen ?
MYRRHA.
No hables de eso; calla ,
Y no los provoquemos.
SARDANÁPALO.
Razón tienes,
Pues la censura no les es más grata
Qiie á los mortales. Escuchad, amigos,
Un cierto .pensamiento que me asalta:
Si no existieran templos, ¿os parece
Que idólatras del aire se encontraran,
Sobre todo si ruge furibundo
SARDANAPALO.—ACTO III. 20g
Cual hoy ?
MYRRHA.
Le invoca el Persa en su montaña.
SARDANÁPALO.
^ ! cuando brilla el sol.
MYRRHA.
Y yo pregunto:
1 este Palacio, vuestra regia estancia,
uere asolado, y con fragor cayese
La pesantez de sus techumbres altas,
¿Cuántos aduladores lamerían
polvo en que su Rey se sepultara ?
ALTADA.
sarcástica está la hermosa jonia
^ 0n la nación que á conocer no alcanza.
L°s asirios no tienen otro goce
el de su Rey, y en su homenaje basan
bu orgullo....
SARDANÁPALO.
Perdonad, huéspedes míos,
Ue aquesta griega la vivaz palabra.
ALTADA.
‘Perdón! Señor, nosotros la honoramos
obre todas las cosas que cercanas
stán de ti. ¡Callad! ¿Qué ruido es ese?
^ ZAMES.
L,a; sólo el estruendo de portadas
atantes, por el viento sacudidas.
ALTADA.
^suenan como el choque de.... Mas ¡calla 1....
Escuchad; otra vez!....

- XLV - 14
210 POEMAS DRAMÁTICOS.

ZAMES.
Es la copiosa
Lluvia que cae sobre los techos.
SARDANAPALO.
Basta.
Myrrha , mi bien, ¿la lira preparaste?
Cántame una canción de Safo; canta
De aquélla, sabes, que en la patria tuya
Se arrojó....
(Entra Pania con la espada y sus vestiduras ensangrentadas y
desorden. Los convidados se levantan en confusión.)
PANIA. (Alos guardias.)
A las puertas sin tardanza
Acudid , y á los muros exteriores
Id pronto. ¡Vuestras armas! ¡Á las armas!
El Rey está en peligro. ¡ Soberano!
Esta prisa excusad....; es celo.
SARDANÁPALO.
Habla.
PANIA.
Es lo que sospechaba Salemenes.
Los desleales y atrevidos sátrapas....
SARDANÁPALO.
Herido estás. Al punto, dadle vino;
Cobra un poco de aliento, mi buen Pania.
PANIA.
No es nada; es un rasguño solamente.
Estoy más devorado por el ansia
De avisar á mi noble Soberano,
Que herido en la defensa de su causa.
MYRRHA.
Bien, señor, ¿los rebeldes?....
SAUDANAPALO.—ACTO III. 2 11

PANIA.
c Pues tan luego
°mo á su puesto, en la ciudad, llegaran
rbacesy Beleses, rehusaron
.ciertamente proseguir su marcha,
atentar usar de los poderes
en mis manos para ello delegaran,
Pelaron entonces á sus tropas,
se alzaron con fieras arrogancias,
MYRRHA.
<Todos?
PANIA.
Muchos.
SARDANÁPALO.
p No ahorres tu lenguaje
ara ahorrarme la verdad.
PANIA.
a Mi guardia,
Unque corta, era fiel, y es la que queda.
.y MYRRHA.
1. esa es toda la fuerza reservada
permanece fiel?

^ No ; los bactrianos,
cuyo frente Salemenes marcha
P Ues sospechoso de los jefes medos
su camino preparado estaba) ,
Q°n numerosos, y al rebelde afrontan
°nibatiendo pulgada por pulgada ,
formidable círculo formando
¿n torno del Palacio, donde tratan
e concentrar el grueso de sus fuerzas
212 POEMAS DRAMÁTICOS.

Y al Rey salvar, (radia.) Encargo tengo....


MYRRHA.
Acaba
De vacilar no es tiempo.
PANIA.
Pues implora
Salemenes al Rey ciña sus armas,
Aunque sea un instante, y que se muestre
A sus soldados : su presencia alcanza
En este trance más que en su socorro
Falanges.
SARDANÁPALO.
¡Holal Mi armadura traigan.
MYRRHA.
¿Irás?
SARDANÁPALO.
¿Y por qué no? [Vamos!.... Escudo
No me deis; pesa mucho ; una coraza
Ligera , con mi espada, es suficiente.
¿Dónde están los rebeldes?
PANIA.
A distancia
De un estadio del externo muro,
Donde el combate más feroz se traba.
SARDANÁPALO.
Podré cargar entonces á caballo.
Sfero, pronto mi caballo manda.
En los patios y pórticos externos
Hay amplitud bastante dilatada
Para mandar allí la numerosa
Mitad de los jinetes de la Arabia.
(Sale Sfero por la armadura.)
SARDANÁPALO.—ACTO III. 2l3

MYRRHA.
¡ Cuánto te adoro!
SARDANÁPALO.
Nunca lo he dudado.
MYRRHA.
as ahora te conozco.
SARDANÁPALO. (A su servidor.)
n, Trae mi lanza.
¿Uonde está- Salemenes?
PAÑI A.
Donde debe
Un soldado ; en la lid más empeñada.
y SARDANÁPALO.
Uela entonces con él. ¿Hay paso libre
ntre el Palacio y la falange ?
PANIA.
^ Estaba
uando vine, y no temo : nuestras tropas
lrmes están y la falange en guardia.
SARDANÁPALO.
y* e que su persona economice
que la mía yo no he de ahorrarla.
^ que al punto voy.
PANIA.
. Entonces llevo
a victoria, señor, en tu palabra.
(yase Pania.)
*. SARDANÁPALO.
Y lada, Zames, id: ¡ armaos pronto!
°do dispuesto en la armería se halla.
que pongan en salvo á las mujeres
n las habitaciones apartadas:
214 POEMAS DRAMÁTICOS.

Una guardia poned delante de ellas


Con la consigna estricta y la ordenanza
De dejar sólo el puesto con sus vidas.
Y de su mando, Zames, tú te encargas.
Ármate, Altada, y vuelve aquí; tu puesto
junto á nuestra persona te reclama.
(Vanse Zames, Altada y todos, excepto Myrrba.)
(Entra Sfero con las armas del Rey, etc.)
SFERO.
Vuestra armadura.
SARDANÁPALO. (Armándose él mismo.)
Mi coraza venga.
Bien: ahora el cinturón; ahora mi espada.
¡ Ah! Y el yelmo olvidé.... ¿Dónde está el yelmoí
Este es bueno....; no, pesa mucho; aparta; 1
Te engañaste, no es éste; es el que tiene
En torno una diadema cincelada.
SFERO.
Señor, pensé que aquel es muy visible ,
Por las piedras preciosas que se engarzan
En torno de él, para poner debajo
En grave riesgo vuestra sien sagrada;
Y, creedme, señor, si no tan rico,
Este es mejor metal y más resguarda.
SARDANÁPALO.
¿Lo crees? ¿Tú también eres rebelde?
Obedecer te toca; vuelve.anda....,
Y...., no...., ya es tarde.... Iré sin él entonces-
SFERO.
Al menos llevad este, Rey.
SARDANÁPALO.
¡ Aparta!
SARDANÁPALO.—ACTO III.

¿Soportar este Cáucaso?.... Pues esto


ara mis sienes es una montaña.
SFERO.
easad, señor , que el ínfimo soldado
no corre expuesto á la batalla.
s reconocerán todos los hombres,
Ues Por fin ha cesado la borrasca ,
la luna, rasgando las tinieblas,
e nuevo ya su claridad derrama.
SARDANÁPALO.
uera voy para ser reconocido ;
ronto así lo seré. Venga mi lanza :
Afilado estoy.
(deteniéndose al ir á marchar , y volviéndose á Sfero.)
T ¡Ah! Me olvidaba, Sfero....
rae el espejo.
SFERO.
¿Espejo, señor?
SARDANÁPALO.
¡ Vaya!
Sí, señor; es aquel pulido bronce.
Del botín de la India.... Mas, ¿quétardas?
(yase Sfero.)
. ^ rha, tü irás á algún lugar seguro.
^0r qué no vas con las demás muchachas?
p MYRRHA.
0rclue mi sitio es este.
SARDANAPALO.
¿Y cuando marche?
MYRRHA.
seguiré.
2l6 POEMAS DRAMÁTICOS.

SARDANÁPALO.
¡Tú! ¿Dónde?.... ¿Á la batallar
MYRRHA.
La primer joven griega, si lo hiciese,
No sería que allí se encaminara.
Aquí, señor, aguardaré tu vuelta.
SARDANÁPALO.
Sitio muy espacioso es esta estancia ,
Y la más anhelada, si ellos triunfan.
Si fuese así, si yo no retornara....
MYRRHA.
Nos volveremos á encontrar.
SARDANÁPALO.
¿En dónde?
MYRRHA.
En el sitio do al fin todos se hallan;
¡ En Hades !, si es verdad, como yo creo,
Que detrás del Stigio hay una playa ;
Y si no, en las cenizas.
SARDANÁPALO.
¿Y te atreves
A tanto?
MYRRHA.
Á todo; todo lo arrostrara ,
Menos sobrevivir á quien he amado,
Y ser botín de algún rebelde ; marcha,
Y prueba da de tu mayor bravura.
(Vuelve Sfero con el espejo.)
SARDANÁPALO. (Mirándose.)
Me va bien, me va bien esta coraza ,
Y el cinturón mejor; en cuanto al yelmo,
Ni pizca. Me parece , sin jactancia,
SARDANAPALO.—ACTO III.

Qye no me sientan mal estos juguetes ;


^hora los vamos á probar. ¡ Altada,
Altada! ¿Dónde está?
SFERO.
r Fuera , esperando
^°n el escudo.
SARDANÁPALO.
¡Ah! Sí; se me olvidaba
es mi escudero por derecho propio
e sangre, en sucesión hereditaria.
^yrrha, abrázame....; más, más todavía....
‘"ñame, venga lo que venga. Aguarda.
acerme digno de tu amor, mi gloria
Mayor será.
MYRRHA.
Ve fuera á conquistarla.
y (léanse Sarda ñápalo y Sfero.) ■
y3 sola estoy; ya todos se marcharon ;
¡cuán pocos, de todos los que marchan,
caso volverán. Que él sólo venza ,
Aun<
‘que perezca yo. Si él no triunfara ,
Oriré; no podré sobrevivirle,
corazón hirió; no sé la causa.
yP porque es Rey; pues que su reino ahora
lembla bajo su trono, y á sus plantas
abre la tierra para darle sólo
ye su reino una tumba solitaria.
jo^Pero le amo más. ¡Oh prepotente
^VeI ¡Perdona la monstruosa llama
y6 este amor hacia un bárbaro que ignora
y11 ^inapo! Sí; le adoro con el alma;
ah°ra, ahora mucho más que..., Pero ,
2l8 POEMAS DKAMÁTICOS.

¡ Atención! El fragor de la batalla


Se acerca, me parece. Si así fuera,
(Saca un pequeño pomo)
El veneno sutil de esta substancia,
Que con estudios aprendió mi padre
Á componer en las Euxinas playas,
Sabrá seguramente libertarme,
Y aun hace tiempo ya me libertara,
Á no ser porque he amado hasta el extremo
De llegar á olvidar que soy esclava....,
Donde esclavos son todos menos uno,
Y de su misma esclavitud se ufanan,
Con tal de que, á su vez, les sirvan otros
Seres más degradados en la escala
De la vil servidumbre. ¡Ay! Olvidamos
Que las cadenas, aunque estén llevadas
Por adorno, no son menos cadenas.
¡Los gritos otra vez! Y el choque de armas...-
Y ahora...., ahora.... (Entra Altada.)
ALTADA.
¡Pronto, Sfero; pronto
MYRRHA.
No está aquí. ¿Qué le quieres? ¿Cómo se halla
El combate ?
ALTADA.
Dudoso y formidable.
MYRRHA.
¿Y el Rey?
ALTADA.
Cual Rey. Llevarle nueva lanza
Debo y su propio casco. La cabeza
Desnuda, peleó; mas le amenazan
SARDANAPALO.—ACTO III.

Mucho ya. Conocieron los soldados


faz, y el enemigo vió su cara,
J á la ancha luz de la brillante luna
p1 flotante cabello y su tiara,
blanco demasiado real le hicieron.
Cada flecha que vuela va apuntada
hermoso cabello, al bello rostro
Y á la diadema reluciente y ancha
Oye corona á los dos.
MYRRHA.
Vosotros, dioses,
fulmináis en mi materna patria,
¡Protegedle ! ¿Fué el Rey quien os envía?
ALTADA.
Ue Salemenes quien aquí me manda
P°y este encargo, y sin que sepa de ello
hl indolente soberano nada,
í Rey! ¡ El Rey combate cual festeja!
¿Dónde está Sfero? ¿En la armería se halla
Mí debe de estar. ( Pase Altada.)
MYRRHA.
No, no es deshonra
pilar á ese hombre. Casi deseara
0 que antes no anhelé ; que fuese griego.
r'.M mismo Alcides empañó su fama
^'ñendo el traje de la Lydia Onfale
empuñando la rueca que degrada ,
ste, seguramente, que de pronto
^Orno un Hércules fiero se levanta,
^ > nutrido en las artes femeniles
asta la edad viril desde la infancia,
v''Ue i cual si fuese á lecho de placeres ,
220 POEMAS DRAMÁTICOS.

Corre desde el festín á la batalla,


Merece bien que sin desdoro pueda
Una doncella griega ser su amada,
Un bardo griego su cantor , y un griego
Sepulcro monumento á sus hazañas.
(Entra un oficial.)
¿Cómo sigue la lid, señor?
OFICIAL.
Perdida ,
Perdida; casi ya sin esperanza.
Zames: ¿dónde está Zames?
MYRRHA.
Apostado
Al frente de la guardia destinada
Para la habitación de las mujeres
Debidamente custodiar. (Fase el oficial.)
MYRRHA. (Sola.)
Se marcha ;
i Sólo dijo que todo está perdido!
¿Qué más quiero saber ? Esas palabras,
Esas breves palabras significan
Que un reino, un Rey, una gloriosa casta
De trece siglos, miles de existencias
Y la suerte de todos , arrancada
Con la vida, se hundieron ; y yo misma
También entre los grandes, cuando caigan,
Cual pequeña burbuja que se rompe
Entre las mismas olas que la arrastran,
Nada seré. Y al menos yo soy dueña
De mi destino, y no seré contada
Del vencedor soberbio en los despojos.
(Entra Pania.)
SARDANÁPALO.—ACTO III. 22

^yrrha, venid conmigo sin tardanza ;


j;0 debemos perder un solo instante....,
Unico que nos resta.
MYRRHA.
¿Y el Monarca?
PANIA.
Me- imanda aquí para, detrás del río,
pSde aquí mismo, conduciros salva
P°r secreto pasaje.
MYRRHA.
Luego vive....
PANIA.
^ vuestra vida asegurar me encarga;
os ruega que por él guardéis la vida
Hasta* que
q a vos a reunirse vaya.
MYRRHA.
Ent<:°nces, ¿cederá?....
PANIA.
Solo al extremo.
un hace todo cuanto á hacer alcanza
a desesperación, y paso á paso
^alacio disputa.
MYRRHA.
¿Luego se hallan
^ní? Sí....; ya el estruendo de sus gritos
. lega al través de las antiguas salas,
j^más hasta esta noche maldecida
°r Ips rebeldes ecos profanadas,
dios, raza de Asiria ! ¡ Adiós, progenie
e Nemrod! ¡ Aun el nombre ya no es nada!
'222 POEMAS DRAMÁTICOS.

PANIA.
¡Conmigo huid!
MYRRHA.
No : ¡ moriré aquí mismo !
Ve, y al Rey dile que hasta el fin le amaba.
( Entran S ardan ópalo y Salemenes con soldados. Pania deja
Myrrba y se coloca entre ellos.)
SARDANÁPALO.
Pues tal quiso la suerte, moriremos
Donde nacimos, en mis propias salas.
Las filas estrechad , resistid firmes.
A un sátrapa envié de confianza
Por la guardia de Zames, fiel y fresca ;
Pronto vendrá. No acabó todo. Pania ,
Vela por Myrrlia.
( Pania vuelve con Myrrba.)
SALEMENES.
Aliento recobremos:
Una vez más, amigos, á la carga.
Una vez más , ¡ siquiera, por la Asiria !
SARDANÁPALO.
¡ Casi puedes decir mejor por Bactria!
Mis leales bactrianos , desde ahora
De vuestra gran nación seré monarca,
Y regiré este reino cual provincia.
SALEMENES.
¡ Atención ! Aquí vienen; se adelantan.
(Entran Belesesy Arhaces con los rebeldes.)
ARBACES.
Cogedlos: los tenemos en las redes.
¡ Á la carga, soldados, á la carga!
SARDANÁPALO.—ACTO III. 2 ¿3

BELESES.
¡Sus, sus! Combate el cielo por nosotros
^ con nosotros.... ¡Sus!
(Atacan al Rey y á Salemenes con sus tropas, que se defienden
}asta la llegada de Zames con la guardia antes mencionada. Los
rebeldes entonces son rechazados y perseguidos por Salemenes, etc.
Cuando el Rey va á unirse con ellos en la persecución, Beleses
Se le interpone.)
BELESES.
¡ Tirano, aguarda !
acabaré esta guerra.
SARDANÁPALO.
Pues entonces,
^cerdote marcial, profeta, alhaja,
^ vasallo leal y agradecido ,
Ríndete. Reservarte deseara
n castigo más propio, que mojarme
A<luí mis manos en tu sangre santa.
, ( BELESES.
Llegó tu última hora.
SARDANÁPALO.
No , la tuya....
anqUe astrólogo joven, hace nada
ei ios astros, y encontré en el signo
Scorpión tu destino , que proclama
serás aplastado en este instante.
BELESES.
Mas oo será por ti.
(Combaten. Beleses es herido y desarmado.)
sARDANÁPALO. (Levantando su espada para concluirle,
exclama:)
^ Pues ahora llama
Us planetas. ¿Bajarán del cielo
224 POEMAS DRAMÁTICOS.

Á defender su augur y su importancia?


(Llega parte de los rebeldes y rescata á Beleses. Asaltan al Rey>
quien, á su ve%, es rescatado por una parte de sus soldados, qu*
rechazan á los rebeldes.)

Después de todo, el vil era profeta.


¡ Á ellos I j Sus I ¡ La victoria está ganada!
(Sale en su persecución.)
MYRRHA. (A Pania.)
¡Síguelos! Tú, ¿qué haces aquí, dejando
Tus compañeros que sin ti combatan ?
PANIA.
Mandó el Rey que de ti no me alejase.
MYRRHA.
¿De mí? Ve, no te ocupes para nada
De mí.... Ni el simple brazo de un soldado
Ahora debe faltar. Ni pido guardia.
Ni guardia necesito. ¿Cómo, dime,
Cuando en peligro tal un mundo se halla ,
Velar á una mujer? ¡ Marcha te digo,
Ó vergüenza y baldón sobre ti caiga!
Ó si no, yo saldré, yo, mujer débil,
En medio de esa lucha encarnizada,
Pidiendo que me guardes allí mismo
Do debes escudar á tu Monarca. (Fase Myrrha.)
PANIA.
¡ Permaneced , señora ! ¡ Se ha marchado !
Si algún mal le sucede, entonces , Pania,
Fuera mucho mejor perder la vida.
Es e.lla á Sardanápalo más cara
Aún que su propio reino, aunque por éste
Ahora también intrépido combata.
¿Puedo ser menos que él, él, que en su vida
SARDANÁPALO.—ACTO III. 225

^asía ahora esgrimió la cimitarra?


¡Myrrha! Volved, volved; os obedezco,
Aunque desobedezco á mi Monarca. (Vase Pania.)
(Entran Altada y Sfero por la puerta opuesta.)
ALTADA.
¡Myrrha ! ¡Cómo! ¿Se fué? Pues aquí estuvo
Ufante la refriega , y también Pania.
¿Qué Ies habrá ocurrido?
SFERO.
Los vi salvos,
^entras' que los rebeldes se alejaban.
^izás se han retirado con intento
e volver al harem.
ALTADA.
P Si el Rey alcanza
y triunfo, cual parece debe ahora,
p Su jonia al llegar ve que le falta,
g®0r que de rebeldes prisioneros
s k suerte que entonces nos aguarda.
P SFERO.
^sqUémosla; lejana estar no puede ;
p la hallamos, ofrenda es más preciada
ara nuestro clemente soberano,
^ e del perdido reino la ganancia.
p ALTADA.
j^ra lograr su imperio Baal mismo,
Q^nCa luchó con tan valiente saña,
Dem° su descendiente por salvarle.
enernigos y amigos desbarata
^ s augurios; é igual á un seco día
^chornoso de estío, que presagia
tempestad crepuscular , prorrumpe
- XLV - i5
226 POEMAS DRAMÁTICOS.

En truenos tales, que el espacio arrasa


Y el suelo inunda. Es hombre inescrutable.
SFERO.
Cual todos. De las ciegas circunstancias
Hijos los hombres son; pero busquemos
La esclava, ó preparémonos, si falta,
Á torturados ser por su capricho,
Y condenados sin que crimen haya. (v*nsc.)
(Entran Salemenes y soldados, etc.)
SALEMENES.
Lisonjero es el triunfo : rechazados
Fueron tras el Palacio; nuestras armas
Acceso libre abrieron á las tropas
Tras el Eufrates ancho estacionadas,
Tropas fieles quizás, ó que han de serlo
Al escuchar nuestra victoria magna.
Mas ¿dónde está el caudillo victorioso?
¿Dónde está el Rey?
(Entra Sardanápalo con los suyos y Myrrha.)
SARDANAPALO.
Hermano, aquí se halla.
SALEMENES.
É ileso , espero.
SARDANÁPALO.
No del todo ileso;
Mas esto pronto pasará; no es nada.
Limpiamos el Palacio.
SALEMENES.
Y me parece
Que también la ciudad. Reconcentradas
Nuestras fuerzas están ; mandé que avance
Una nube de parthos que se hallaban
SARDANAPALO.—ACTO III. 227

reserva, valientes, frescos todos;


p)re ellos lloverán: su retirada
r°nto ha de ser ignominiosa fuga.
Y SARDANÁPALO.
Jo es, ó, por lo menos, más volaban
e lo que yo podía , al perseguirles
^°n mis bactrianos, y eso que á la carga
0 lban despacio. Mas estoy rendido;
adl*e una silla.
SALEMENES.
El trono aquí se alza,

SARDANÁPALO.
Kin No’ como sitio de descanso,
Para el cuerpo lo es ni para el alma.
(Colocan una silla.)
Dg me algún lecho, el mísero banquillo
un labrador, no importa lo que traigan.
• Más líbre respiro.
SALEMENES.
De Fue esta hora
u vida la más gloriosa y alta.
Y J SARDANÁPALO.
a^urr,^a ciertamente.
de está mi copero? Tráeme agua.
SALEMENES. (Sonriendo.)
y ^ Primera vez que das tal orden.
AufíSta yo mismo, en esta circunstancia,
^iás^Ue tu mas adusto consejero,
Purpúrea bebida aconsejara.
San SARDANÁPALO.
^re, sin duda. Se vertió bastante.
228 POEMAS DRAMÁTICOS.

En cuanto al vino, en esta noche trágica


Vi lo que vale el elemento puro:
De él bebí por tres veces, y otras tantas
Con más grande vigor que el que la uva
Siempre me diera, renové la carga
Contra el rebelde. ¿Dónde está el soldado
Que en su yelmo me vino á ofrecer agua?
UN GUARDIA.
¡Muerto, señor! Un dardo la cabeza
Le atravesó mientras vertiendo estaba
Ya las últimas gotas de su yelmo,
Y á ceñirle á su sien se preparaba.
SARDANÁPALO.
¡Muerto indefenso! ¡Muerto solamente
Por apagar mi sed! ¡ Dura desgracia !
¡Oh pobre esclavo! Si estuviese vivo,
Á manos llenas de oro le colmara,
Porque con todo el oro de la tierra
El placer de aquel sorbo no se paga,
Pues estaba abrasado, como ahora.
(Traen agua y bebe.)
Vivo otra vez.... En adelante, nada;
Para el amor la copa me reservo,
Para la guerra me reservo el agua.
SALEMENES.
Señor, ¿y ese vendaje que tu brazo
Rodea?
SARDANÁPALO.
Un arañazo de la espada
Del valiente Beleses.
MYRRHA.
¡ Está herido!
SARDANÁPALO.—ACTO III. 22'.)

SARDANÁPALO.
y° ^ucho ; empero siento que la llaga
a? sle«do un poco rígida y penosa.
0ra siento más frío.
MYRRHA.
Está vendada

SARDANÁPALO.

Por ^°n ^ran-Ía rea^ de m* diadema.


Hse 3 Pr*mera vez> ¿Quién 1° pensara?,
q Ornamento me sirvió de algo
e no fuese de estorbo.
MYRRHA. (A los servidora.)
^ Sin tardanza
*arnad al médico más hábil:
yQ lraos os ruego : á desligarla
y' y á curar yo misma vuestra herida.
fja . SARDANÁPALO.

Mas°’ ^U6S a^ora "ate exacerbada.


pr entiendes de heridas? Sin embargo,
í$ab*a 6S’ en verc^ac^» innecesaria.
es i hermano, dónde hallé á esta niña?
SALEM ENES.
. as °*ras mujeres, espantadas
rebaño de tímidas gacelas.
¿Qü . SARDANÁPALO.
C* tlmida gacela? No : te engañas ;
LUc.0 *a madre del león cachorro ,
(y j.ando atroz con femenina rabia
P0r eniend quiere decir furiosa,
Es ^Ue toda pasión exagerada
e«ienil) contra el audaz furtivo
23o POEMAS DRAMÁTICOS.

Cazador que su hijuelo le arrebata;


Suelto el cabello, la mirada ardiente.
Con su ademán y voces animaba
En la persecución á los soldados.
SALEMENES.
¿De veras?
SARDANÁPALO.
Ya lo ves, esta jornada
Á algunos más que á mí tornó guerreros.
Mi paso detenía por mirarla,
Para ver, inflamada su mejilla,
Sus grandes ojos negros, que brillaban
a través de su larga cabellera
Por su cuerpo esparcida; las hinchadas
Azules venas de su sien radiante;
Su correcta nariz, que se dilata;
Sus entreabiertos labios, su sonora
Voz penetrando en medio á la algazara,
Cual laúd que entre címbalos resuena
Discordante en su timbre, no apagada
Por el fragor; sus brazos ondulantes
Que en su propia blancura deslumbraban
Más que el acero que empuñaba en mano
Y que á un muerto soldado arrebatara:
Todo esto la hacía ante las tropas
Aparecer cual profetisa sacra
De la victoria ó la Victoria misma
Que nuestro triunfo á saludar bajara.
SALEMENES. (Aparte.)
Malo es esto. De nuevo ya le invade
El amor, y perdido todo se halla,
Al menos que cambiemos sus ideas. (Alto.)
SARDANÁPALO.—ACTO III. 23l

^eñor, piensa en tu herida; que te causa


D°l°r dijiste.
SARDANÁPALO.
Es cierto, sí; mas de ella
me debo ocupar; no vale nada.
T SALEMENES.
°do lo necesario ya dispuse,
ahora recibiré noticia exacta
el curso de mis órdenes, y luego
°lveré á oir tus votos.
SARDANÁPALO.
Así se haga.
„ SALEMENES. (Al retirarse.)
<%rrha!
MYRRHA.
¡ Príncipe!
SALEMENES.
En esta cruda noche
as demostrado un corazón y un alma
á no ser de mi hermana el Soberano....
as tiempo no tenemos. ¿Al rey amas?
y MYRRHA.
0 sitio á Sardanápalo.
SALEMENES.
n ¿Y quisieras
^Ue fuese Rey aún ?
MYRRHA.
q No deseara
e fuese menos de quien ser merece.
n. SALEMENES.
Y®n>' pues entonces para ser Monarca,
uyo, y cuanto ser ó no ser deba ,
232 SARDANÁPALO.—ACTO III.

Para que viva, impídele que caiga


De nuevo en la molicie. Más dominio
Tiene tu corazón sobre su alma ,
Que la sabiduría entre estos muros
Ó la cruel rebelión que fuera estalla.
Mira bien que de nuevo no reincida.
MYRRHA.
Para tal prevención no es necesaria
La voz de Salemenes : nada temas.
Cuanto dominio la flaqueza alcanza
De una mujer....
SALEMENES.
Poder omnipotente
Tiene en un corazón como el que guarda ;
Sabia ejércele. (Vase Salemenes.)
SARDANÁPALO.
¡Myrrha! ¿Qué murmuras
Con mi severo hermano así en voz baja?
Mira que pronto voy á estar celoso.
MYRRHA. (Sonriendo.)
Señor, y para estarlo tenéis causa ;
No respira en la tierra hombre más digno
De amor de una mujer, de confianza
Del soldado, respeto del vasallo,
La estimación augusta de un Monarca ,
Y la alta admiración del mundo entero.
SARDANÁPALO.
Elogíale, mas no tan entusiasta.
No debo oir en esos dulces labios
Desbordar la elocuencia cuando ensalzan
Algo que me sumerge entre la sombra;
Y, sin embargo, la verdad proclamas.
SARDANAPALO.—ACTO III.

MYRRHA.
P allora, señor, retírate ; tu herida
s preciso curar ; hazme la gracia
e aPoyarte en mi brazo.
SARDANÁPALO.
p ¡ Sí, amor mío
er° no es el dolor quien me lo manda.
(Fanse.)

FIN DEL ACTO TERCERO.


ACTO CUARTO.

ESCENA PRIMERA.

SARDANÁPALO aparece durmiendo sobre un lecho, y de vez


en cuando agitado en su sueño. MYRRHA le vela.

MYRRHA. (Sola, mirando.)


reposo he turbado, si reposo
*uedo llamar su convulsivo sueño.
¿Le habré de despertar? No , se ha calmado.
¡Oh Dios de la Quietud! Tú, cuyo cetro
Ln los cerrados párpados impera,
* en los dulces y plácidos ensueños,
O en el sueño profundo, tan profundo
Q-Ue al fin es insondable su misterio :
parecido á tu piadosa hermana
La Muerte ; ven tan silencioso y quieto,
£ues sólo en ti logramos ser dichosos,
1 an venturosos cual quizás seremos
bn la mansión de tu severa y muda
gemela indespertable. Mas de nuevo
agita, y otra vez en sus facciones
Se retrata el dolor, como del viento
soplo crispa el lago que á la sombra
236 POEMAS DRAMÁTICOS.

De la montaña al pie yace sereno,


Ó arrebata las hojas del otoño
Que, moribundas ya, sin movimiento,
Adhiérense, marchitas, á las ramas
Que les son caras. Despertarle debo.
Mas todavía no ; duerme, y ¿quién sabe
La sensación deque arrancarle puedo?
Parece de dolor ; pero ¿ y si acaso
Á otro dolor le empujo más acerbo?
La fiebre de esta noche tumultuosa ,
De su herida el dolor, aunque ligero,
Puede la causa ser, y más que él mismo
'fin sufrirlo, en mirarlo yo padezco.
No, dejemos, dejemos á la sabia
Naturaleza usar su fin materno,
Y á secundarla esperaré tan solo,
En vez de perturbarla en sus decretos.
SARDANÁPALO. (Despertando.)
No.... Si multiplicaseis las estrellas
Y me las ofrecieseis como reino
Á que le compartiese con vosotros
Y por vosotros, por ningún pretexto
De semejante modo compraría
Ni de la eternidad todo el imperio.
¡ Atrás, atrás de fieras primitivas
Tú, viejo cazador; atrás aquellos
Que cual fieras cazasteis criaturas !
¡Mortales sanguinarios en un tiempo,
Y hoy ídolos aún más sanguinarios
Si nuestros sacerdotes no mintieron!
¡ Y tú, pálida bruja , que goteas
Negra y cuajada sangre y esqueletos
SARDANÁPALO.—ACTO IV. 237

las Indias hollando...., ¡aparta! ¡Aparta!


¿En dónde estoy? ¿En dónde los espectros?
¿Dónde?.... No... .; no es aquel fantasma vano;
Le conociera, aun entre todo aquello
Oye á hacer surgir los muertos se atrevieran
Desde su abismo tenebroso y negro
^ra aterrar á los vivientes. ¡ Myrrha!
MYRRHA.
¡Ay! ¡Cuán pálido estás! Tu frente ardiendo
Pañan gotas cuajadas cual rocío,
drénate, mi bien.... ; calma, sosiego.
Tu lenguaje parece de otro mundo,
guando de este eres tú señor y dueño,
fcstá de buen humor; saldrá bien todo.
SARDANÁPALO.
Tu- mano, venga....; así....; tu mano es esto;
carne; agarra, oprime hasta que sienta
soy lo que antes era.
MYRRHA.
Por lo menos,
Conóceme por lo que soy ahora
*seré siempre.... tuya.
SARDANÁPALO.
Sí, lo veo.
Ya de nuevo esta vida reconozco.
lAh, Myrrha! Estuve allí donde estaremos.
MYRRHA.
1 Dh, mi señor!
SARDANÁPALO.
R He estado en el sepulcro
n donde los gusanos son los dueños
son los reyes.... Nunca lo creyera ;
238 POEMAS DRAMÁTICOS.

Yo pensé que era nada.


MYRRHA.
Y es; excepto
Para el tímido pecho, que anticipa
Lo que nunca será.
SARDANAPALO.
¡ Myrrha ! Si el sueño
Revela cosas tales, ¡ ah!, la muerte,
¿Qué no revelará?
myrrha.
Ningún mal, creo
Puede mostrar la muerte , que la vida
No haya mostrado de antemano á aquellos
Que más años vivieran. Y si existe
Una playa ignorada, en cuyo seno
Sobrevive el espíritu, incorpóreo
Espíritu será; si allí un espectro
Vuela, de este montón de tosca arcilla
Que entre las almas nuestras y los cielos
Oscila y á la tierra nos enclava ,
Ese vago fantasma, por lo menos,
Haya lo que haya de temer, de fijo
No temerá á la muerte.
SARDANÁPALO.
No la temo;
Mas he sentido...., he visto las legiones
De muertos.
MYRRHA.
Yo también. En otro tiempo
Estaba vivo el polvo que hoy hollamos ,
Y desgraciado fué. Prosigue, empero:
¿Qué viste? Dilo: alumbraré yo misma
SARDANÁPALO.—-ACTO IV. 239

^a ^uz de tu ofuscado entendimiento.


D SARDANÁPALO.
^ensé....
MYRRHA.
^ Pero, detente; estás rendido,
fuente, exhausto, cuanto puede al nervio
batir y al espíritu. Procura
as bien dormir y descansar de nuevo.
Y SARDANÁPALO.
a ^o: soñar no quiero, aunque conozco
/~Ue cuanto yo soñé fué sólo un sueño.
<¡ odrías soportar el escucharlo ?
Y MYRRHA.
°das las cosas soportar yo puedo,
beños de vida y muerte, que contigo
otnparto, ya aparentes ó ya ciertos
Y SARDANÁPALO.
este parece real, te lo aseguro;
p abrir estos ojos los vi huyendo....,
Ues sólo entonces se alejaron.
MYRRHA.
Sigue.
y SARDANÁPALO.
q° Veía, soñaba, decir quiero ,
ceestabaaquí....,aquí.....donde ahora estamos,
Y al convidados que éramos, pues siendo
£. bosnio el anfitrión, no me miraba
^ 0 cual convidado, como el resto,
Jisioso de igualarme y confundirme
^ lbertad social con todos ellos;
g as á mi diestra y mi siniestra mano ,
Vez de tú, de Zames y los nuestros,
240 POEMAS DRAMÁTICOS.

Colocado á mi izquierda se encontraba


Un rostro altivo, lúgubre y siniestro.
No le reconocía, y, sin embargo,
Le había visto...., dónde, no recuerdo:
Las facciones tenía de gigante,
Los ojos encendidos, mas serenos;
De su cabello los rizados bucles
Caían sobre el busto ancho y soberbio,
Del que surgían, en carcax enorme,
Dardos con plumas de águila al extremo ,
Que entre su cabellera de serpiente
Mostrábanse erizados y derechos.
Invitóle á llenar la regia copa
Que había entre los dos; guardó silencio....
Se la llené; no la aceptó; miróme
Hasta hacerme temblar con el destello
De su fija pupila; el ceño mío
Fruncí, cual debe un Rey fruncir el ceño....
El suyo no frunció; pero, tan sólo,
Me contemplaba con el mismo aspecto,
Que tanto más palidecer me hacía
Por su inmovilidad; volvíme inquieto
En busca de refugio hacia más dulces
Y placenteros huéspedes; busquélos
Á mi derecha donde estar solías;
Pero.... (Se detiene.)
MYRRHA.
¿Qué visteis?
SARDANÁPALO.
En tu propio asiento,
En tu propio lugar en el banquete,
Tu dulce faz busqué en el corro....; pero
SARDANAPALO.—ACTO IT. 24I

F° tu lugar, encanecida , seca,


mano ensangrentada, ojos cruentos,
*-iv¡da y espectral, una figura
Femenil por el traje y el aspecto,
^°n corona imperial sobre su frente
^Urcada por los años, sonriendo
^°n la negra pasión de la venganza
J airadas de lúbrico deseo
jetaba allí: mis venas congelarse
^entí sólo al mirarla.
MYRRHA.
¿No es más que eso?
SARDANÁPALO.
^ su derecha mano, mano flaca
'-Ual la garra de un ave, vi surgiendo
^na copa de sangre rebosando
^ °tra á su izquierda llena de.... no puedo
^c¡r de qué, mas de ella y de la copa
Mis ojos aparté de espanto lleno.
er° á lo largo de la vasta mesa
/■Upaban en fila los asientos
^na turba de infames coronados,
pe distintos y lívidos aspectos,
er° de una expresión.
MVRRHA.
¿Y no sentiste.
era simple visión?
SARDANÁPALO.
-j. No , que era aquello
an palpable, que casi los tocaba.
na faz y otra faz miraba atento
Esi
‘Perando encontrar al fin un rostro
- Xl.V 16
242 POEMAS DRAMÁTICOS.

Que hubiese conocido antes de verlos:


Mas nada....; todos con la vista fija
Se volvieron á mí; mas ni comieron
Ni bebieron; tan sólo me miraban
Hasta que piedra me torné cual ellos ;
Mas, aunque piedra, respiraba, y vida
Sentía en ellos y en mi propio seno.
Había entre nosotros una especie
De horrible simpatía, como si ellos
Perdieran una parte de su muerte
Para venir conmigo, y yo, viviendo,
Una mitad perdiese de mi vida
Para entre ellos poder tomar asiento.
Estábamos allí con existencia
Del todo aparte de la tierra y cielo,
¡ Y antes que ver estado semejante,
Á la muerte del todo mirar quiero!
MYRRHA.
¿Y el fin?
SARDANÁPALO.
Al cabo me senté , de mármol
Cual ellos mismos eran; de sus puestos
Alzóse el cazador, se alzó la vieja,
Y, mirándome entrambos, sonrieron....
Sí, de aquel cazador me sonreía
El dilatado pero noble aspecto....
Diré más bien que sonrió su labio,
Pues no había en sus ojos movimiento,
Y algo que asemejaba una sonrisa
De la mujer los labios imprimieron.
Alzáronse los dos ; las coronadas
Sombras que á cada mano había de ellos,
SARDANÁPALO.—ACTO IV. 243

fizáronse también , de sus supremas


°mbras haciendo singular remedo....,
”*eros plagiarios en la misma muerte.
entadoyo, permanecía quieto:
n oculto valor desesperado
entía circular por cada miembro,
alfin, ya sin temerlos, carcajada
aneé á sus rostros lívidos de espectros.
<!;as entonces. entonces en mi mano
u mano puso el cazador soberbio :
<a tomé, la apreté, mas en la mía
sentí derretirse ; al propio tiempo
Él se desvaneció, sin dejar nada ,
•o dejar otra cosa que el recuerdo
Ue un héroe, pues tal aparecía.
MYRRHA.
Vio era en realidad ; era el abuelo
héroes también antecesor, y el tuyo
menos que de todos.
SARDANÁPALO.
En efecto,
Mlyrrha : mas la mujer, la hembra aquella
4bal;lanzóse á mí ; cual con un fuego
ls convulsivos labios abrasaba
Con sus ruidosos repugnantes besos ;
Vertiendo las copas con sus manos,
reí ver esparcirse sus venenos
p nuestro alrededor, hasta que un río
0rmaba cada cual, creciente, horrendo.
°lgada , en tanto, á mí permanecía ,
‘os otros fantasmas en silencio,
0rtl° hilera de estatuas, en pie estaban
244 POEMAS DRAMÁTICOS.

Lúgubres, cual están en nuestros templos.


Aún me abrazaba, y yo la repelía
Cual si en lugar de su remoto nieto
Hubiese sido el hijo que implacable
La asesinó para vengar su incesto.
Después...., después un caos de las cosas
Más repugnantes se hizo informe, espeso.
¡Y muerto estaba yo, pero sentía;
Enterrado y alzándome de nuevo,
Consunto por gusanos, por las llamas
Purgado y agostado por el viento!
Nada puedo fijar ya desde entonces
De mis desvanecidos pensamientos,
Sino que yo afanoso te esperaba,
Sino que te buscaba con empeño
Entre todas aquellas agonías....,
Y que me desperté, y aquí te encuentro.
MYRRHA.
Y así me encontrarás, siempre á tu lado
Aquí, doquier, en el postrer extremo.
Mas no te ocupes ya de cosas tales,
Creación de los últimos sucesos
Obrando sobre un cuerpo no avezado
Al trabajo y de súbito sujeto
Á trabajo capaz de aun al más rudo
Hacerle flaquear.
SARDANAPALO.
Mejor me siento;
Y al volverte á mirar, parece nada
Cuanto miré. (Entra Salemenes.)
SALEM ENES.
¿Tan pronto el Rey despierto?
SARDANÁPALO.—ACTO IV. 245

SARDANÁPALO.
hermano, y ¡ ojalá que no durmiera!
Pues de toda mi raza los abuelos
^nte mí aparecieron , imagino,
“ara arrastrarme á residir con ellos.
^' padre estaba entre ellos, pero ignoro
**0r qué razón de mí se tuvo lejos,
jándome entre el Rey cazador fuerte
De nuestra raza fundador primero,
^ entre ella , la homicida y mata-esposos
^ quien llamas gloriosa.
SALEMENES.
Y con respeto
1 °y te lo llamo á ti, pues demostraste
Un espíritu igual é igual denuedo.
^ alba te propongo que salgamos
^ a la rebelde turba cargaremos
"'uevamente; batida, no aplastada,
^Un conserva cabeza.
SARDANAPALO.
¿Cuánto tiempo
*esta de noche?
SALEMENES.
Algunas horas quedan
obscuridad: en descansar de nuevo
aprovéchalas, pues.
SARDANÁPALO.
p No, no esta noche.
er>sé qUe muchas horas transcurrieron
n aquellas visiones.
MYRRHA.
Una escasa;
246 POEMAS DRAMATICOS.

Velando la pasé junto á tu lecho;


Hora de angustia fué, mas una sola,
SARDANÁPALO.
Entonces celebremos el consejo,
Y saldremos mañana.
SALEMENES.
Pero, antes
Una gracia te pido.
SARDANÁPALO.
La concedo.
SALEMENES.
Oye, más bien que responder tan pronto.
Y esto para tu oído lo reservo.
MYRRHA.
Yo me retiro, príncipe. (Vasé Myrrba.)
SALEMENES.
Esa esclava
Su libertad merece.
SARDANÁPALO.
Poco es eso:
¡ Sólo la libertad ! Ella merece
Un trono compartir.
SALEMENES.
Paciencia....: el vuestro
No se encuentra vacante todavía,
Y por quien le comparte á hablaros vengo.
SARDANÁPALO.
¡ Ah! ¿De la Reina?
SALEMENES.
Sí. Juzgué prudente
Á su seguridad y salvamento
Que antes del alba con sus hijos salga
SARDANAPALO.—ACTO IV. 247

^acia la Paflagonia , do el gobierno


Ejerce allí nuestro pariente Cotta.
Allí, puestas á salvo á todo evento,
^•as vidas estarán de mis sobrinos
‘ vuestros hijos, y, á la vez, con ellos
Su justa pretensión á la corona ,
^0r si llegare el caso....
SARDANÁPALO.
Por si muero,
l-° cual es muy probable. Bien pensado :
con segura escolta salgan.
SALEMENES.
Eso
;jstá arreglado , y la galera pronta
**ra surcar el Eufrates; empero,
Antes que partan, ¿no verás....?
SARDANÁPALO.
v. ¿Mis hijos?
lrüidad quitar puede á mi pecho,
lorarían las pobres criaturas,
qué podré ofrecerles por consuelo ,
0
alv algunas vacías esperanzas
p. Ungidas sonrisas? Yo no puedo
'ngir, lo sabes bien.
SALEMENES.
■ Pero pudierais
P 1° menos sentir; así lo espero.
Un, la Reina quiere veros antes
e apartaros por siempre.
SARDANÁPALO.
¿Con qué objeto
c°n qué fin? Concederé gustoso
POEMAS DRAMÁTICOS.
'248

Algo...., cuanto pedirme pueda...., excepto


Tal entrevista.
SALEMENES.
Conocéis de sobra,
Ó debéis conocerlas, por lo menos,
Á las mujeres ya, pues al estudio
De ellas os consagrasteis tan en serio ,
Para saber que cuando piden algo
Que toca al corazón, aquel empeño
Es más caro á su afán ó su capricho
Que todo lo demás del mundo entero.
Yo juzgo del deseo de mi hermana
Como vos; pero al fin es su deseo;
Ella es mi hermana; vos, esposo suyo.
¿Os dignaréis, señor, el concederlo?
SARDANÁPALO.
Inútil ha de ser; pero que venga.
SALEMENES.
Voy, pues. (Vase Sálemenos.)
SARDANÁPALO.
Vivimos demasiado tiempo
Aparte, para unirnos nuevamente.
¿Y cuándo unirnos? ¡Hoy! ¿Hartos desvelos
No tengo, y hartas penas y cuidados
Que soportar á solas y en silencio,
Para que hayamos de mezclar dolores
Con quien cesamos de mezclar afectos?
(Vuelve Salemencs con Zarina.)
SALEMENES.
¡Valor, hermana mía! No avergüences
Nuestra sangre, temblando así de miedo;
Mas recuerda de dónde provenimos.
SARDANAPALO.—ACTO IV. 24c

^eñor, la Reina está presente.


SARDANÁPALO.
Bueno.
t*ermano, déjame; te lo suplico.
p SALEMENES.
Uesasí lo pedís, señor, os dejo. (Vase.)
ZARINA.
i Sola con él estoy! Cuán largos años,
‘‘Unque jóvenes somos, transcurrieron
~®sde que nos hallamos; años tristes
en viudez del corazón los llevo.
v¡° me amó. No parece muy cambiado....
j-ambió tan sólo para mí.... ¡Si al menos
Recíproco tal cambio ser pudiese !....
JJ?habla....; me mira apenas....; ni un acento,
1 una sola mirada...., y, sin embargo,
ra suave en la voz y en el aspecto,
^diferente, pero no sombrío,
i Señor!
SARDANÁPALO.
¡ Zarina!
ZARINA.
No, Zarina, os ruego....
arina no digáis : esa palabra,
l Se tono aniquila en un momento
Targos años, y cosas que esos años
°davía más largos los hicieron.
p SARDANÁPALO.
pS demasiado, demasiado tarde
ara pensar en los pasados sueños.
°’ Pues, nos acusemos; mejor dicho ,

me acuséis á mí por todo aquello
25o POEMAS DRAMÁTICOS.

Por la postrera vez.


ZARINA.
Y la primera.
Jamás os acusé, señor.
SARDANÁPALO.
Muy cierto;
Y esa reprobación más dolorosa
Es á mi corazón que.... Pero nuestros
Corazones no penden de nosotros.
ZARINA.
Ni las manos tampoco ; mas á un tiempo
Ambas di yo.
SARDANÁPALO.
Me dijo vuestro hermano
Que deseabais verme antes del suelo
De Nínive dejar con.... (Vacila.)
ZARINA.
Nuestros hijos.
Es la verdad, y sólo es mi deseo
Venir á daros repetidas gracias
Por no haber separado de mi pecho
Cuanto le queda por amar ahora:
Aquellos que son míos y son vuestros,
Se parecen á vos, y hasta me miran
Cual me mirabais vos en otro tiempo....;
Mas ellos no han cambiado.
SARDANÁPALO.
Ni lo pueden ;
Y verles obedientes es mi anhelo.
ZARINA.
Á esos infantes amo no tan sólo
con cariño ciego,
SARDANA PALO.—ACTO IV. ;

j^as cual tierna mujer; ellos ahora


S°n el único lazo que tenemos.
SARDANÁPALO.
f;0 penséis que justicia á vuestras dotes
7° hice ya : procurad antes hacerlos
^ vuestra propia raza parecidos
j^ás qUe ¿ su pr0pi0 padre ; os los entrego:
J^gnos de un trono hacedlos, y si acaso
kste fuese negado.... ¿El rudo estruendo
Oísteis de esta noche de tumultos?
ZARINA.
casi lo olvidaba , y aun celebro
^°do mal, salvo el vuestro , que me otorga
rostro vuestro contemplar de nuevo.
SARDANÁPALO.
trono...., temeroso no lo digo....,
^as en peligro se halla; y tal vez ellos
^ él nunca subirán; pero de vista
le deben perder sólo por esto.
0r legársele, todo he de arrostrarlo;
ero si yo fallase en tal empeño ,
r,ll°s deben ganarlo con bravura,
:» ganado , regirle con acierto,
cual yo, que he tirado mi realeza.
p ZARINA.
0r mí no sabrán nunca sino aquello
de su padre ensalce la memoria.
. SARDANÁPALO.
ntes que de ese mundo vil, rastrero,
escuchen la verdad de vuestro labio,
Sl en la adversidad se ven, bien presto
abrán hacia los príncipes sin trono
252 POEMAS DRAMÁTICOS.

Dó llega de las turbas el desprecio,


Y encontrarán que todos los pecados
De su padre, serán pecados de ellos.
¡ Hijos míos! Sufrir esto podría
A estar sin hijos.
ZARINA.
¡ Ah ! No digas eso....
No envenenes la paz que me ha quedado
De ser padre negándote al deseo.
Si vences, reinarán honrando siempre
Al que por ellos rescató su reino,
Cuidándose tan poco del que es suyo.
Y si....
SARDANÁPALO.
Se pierde al fin, el mundo entero
Gritará: «¡Gracias dad á vuestro padre!»
Y ellos acrecerán tal vez el eco
Con una maldición.
ZARINA.
No lo harán nunca;
Mas el nombre honrarán del que, muriendo
Cual debe un Rey, en sus postreras horas
Hizo por su memoria más que hicieron
Monarcas mil en dilatados días
Que sólo datan el volar del tiempo,
Sin anales dejar.
SARDANÁPALO.
Nuestros anales
Qilizás tocan al fin ; mas, por lo menos,
Haya sido el pasada lo que quiera ,
Será su fin igual á su comienzo....
Memorable.
SARDANÁPALO.— ACTO IV. 253

ZARINA.
Mas nunca temerario....
Mirad por vuestra vida, y por aquellos
Qye os tienen amor, vivid siquiera.
SARDANÁPALO.
iQue me tienen amor? ¿Quiénes son éstos?
Una esclava , que me ama solamente
Por pasión....; ambición decir no puedo,
Pues vió tronos temblar y sigue amando;
Unos cuantos amigos que bebieron
Pn el festín, hasta que iguales somos,
Pues que nada serán si á hundirme llego ;
Un hermano al que injurias he inferido;
Uijos que, al fin, abandonados tengo,
M una esposa....
ZARINA.
¡Que os ama!
SARDANÁPALO.
¿Y que perdona?
ZARINA.
Nunca en ello pensé; perdón no puedo
Otorgar hasta que haya condenado.
SARDANÁPALO.
‘Psposa mía!
ZARINA.
¡Te bendiga el cielo
°r tal palabra! No esperaba oirla
de ti.
SARDANÁPALO.
La oirás, tenlo ppr cierto,
e mis súbditos. Sí, que esos esclavos
^ quienes yo nutrí y harté comiendo,
¿54 POEMAS DRAMÁTICOS.

Y en el ocio engordé, que de opulencia


Cebé hasta el punto que reinaban ellos....
Todos monarcas en sus propias casas,
Ahora en la rebelión pululan fieros
Y demandan la muerte , ¡ miserables!,
De quien hizo sus vidas un festejo.
¡Mientras aquellos pocos á que nada
Puedo exigir son fieles ! Esto es cierto,
Pero monstruoso.
zarina.
Y natural, acaso:
Las dádivas se tornan en veneno
Para las almas ruines.
SARDANÁPALO.
Y las buenas
Sacan el bien del mal, siendo al hacerlo
Más venturosas que la abeja sabia
Que liba miel entre capullos frescos.
ZARINA.
Coge entonces la miel, y no averigües
De dónde ha procedido. Satisfecho
Puedes estar; no todos te abandonan.
SARDANÁPALO.
Mi propia vida me asegura de ello.
¿Cuánto tiempo imaginas, si no fuere
Rey todavía, que estaría siendo
Mortal, quiero decir, que me hallaría
Donde están los mortales, no en el puesto
Do deberán estar ?
ZARINA.
No sé, lo ignoro;
Pero vive por mí...., más bien por ellos,
SARDANÁPAI.O.—ACTO IV. 255
Por nuestros hijos.
SARDANÁPALO.
¡ Noble y ultrajada
harina mía! ¡Del acaso ciego
Esclavo soy; esclavo del impulso
Arrebatado soy por cada viento!
aplazado en el trono.... y en la vida.
No sé qué hubiera sido; mas comprendo
^siento que no soy lo que debiera....
Acabemos ..., y ten presente aquesto:
Si formado no fui, por mi desgracia,
Para estimar en su debido precio
Dn alma y un amor como los tuyos ,
Ni tu belleza amé con el exceso
Que á inferiores encantos tributara,
Sin causa alguna ni razón , excepto
Que semejante devoción tan sólo
Era un mero deber, y yo aborrezco
* odo cuanto parece una cadena
Para los otros, para mí (los ecos
De aquesta misma rebelión lo afirman);
No obstante, escucha estas palabras, creo
Quizás postreras : nadie tus virtudes
^aluó en más que yo ; si bien provecho
No las supe sacar , como la vena
Del oro virginal rudo minero
Alumbra, descubriendo solamente
Lo que de nada ha de servirle en premio:
1
T lo ha encontrado, sí, pero no es suyo,
ln° de un superior que allí le ha puesto
ara cavar, no compartir, el rico
esoro que á sus pies lanza destellos,
256 rOEMAS DRAMÁTICOS.

Sin osar levantarle ni pesarle,


Teniendo que arrastrarle con esfuerzo,
Removiendo la tierra endurecida.
ZARINA.
¡ Oh 1 Si tu vista al fin ha descubierto
Que de tu estimación mi amor es digno,
No pido más.... : de aquí juntos marchemos ,,
Y y o...., permíteme decir nosotros,
Aún seremos dichosos. No es el reino
De la Asiria la tierra toda entera.
Fuera del nuestro, un mundo encontraremos,
Y allí podremos ser más venturosos
Que nunca fui, ni fuiste con el cetro
Y con todo un imperio para honrarte.
(Entra Salemenes.)
SALEMENES.
Os debo separar.... Ya los momentos,
Que no deben perderse, van pasando.
ZARINA,
¡Hermano sin piedad! ¿Con este peso
Vas á medir instantes tan benditos?
SALEMENES.
¿Benditos?
ZARINA.
Sí; conmigo fué tan tierno.
Que no puedo pensar en separarnos.
SALEMENES.
Luego este femenil adiós postrero
Concluye como tales despedidas ,
Sin la separación que era el objeto.
Lo sospechaba, y accedí tan solo
Contra mi más formal presentimiento;
SARDANAPAI.O.— ACTO IV. a57

ero no debe ser.


ZARINA.
¿Qué ser no debe?
SALEMENES.
errnanece, y pereces....
ZARINA.
Si perezco
Con rni esposo...
SALEMENES.
Y tus hijos.
ZARINA.
I Ay!

Hermana,
p^eme, cual mi hermana : ya dispuesto
p3ra tu salvación todo se encuentra;
ara salvar también tus pequeñuelos,
son nuestras postreras esperanzas;
o es ya cuestión de mero sentimiento
.sta» por más que fuera suficiente....;
as es razón de estado; los arteros
Yeldes más harían capturando
a prole de su Rey , por este medio
Alquilando....
ZARINA.
¡ Ah, no ! No lo pronuncies.
g. SALEMENES.
‘en; entonces, atiende: cuando, lejos,
alvos estén y fuera del alcance
.e la garra colérica del Medo,
^ l°s rebeldes les habrá fallido
e su furor el principal objeto:
xlv-
[7
258. TOEMAS DRAMÁTICOS.

El exterminio de la noble raza


De Nemrod. Aunque el Rey que empuña el cetro
Caiga, sus hijos viven para el triunfo
Y la venganza.
ZARINA.
Mas, ¿quedar no puedo
Sola yo?
SALEMENES.
¡Qué!.... ¿Dejar á vuestros hijos .
Con dos padres, y huérfanos, empero....,
En una tierra extraña...., tan distantes,
Tan niños?
ZARINA.
No...., se romperá mi pecho.
SALEMENES.
Ahora todo lo sabes, y.... decide.
SARDANÁPALO.
Zarina, dijo bien: ceder debemos
A la necesidad. Aquí quedando
Podéis perderlo todo; mas, partiendo,
Salváis la mejor parte que nos resta
Á entrambos, y á la vez á todos estos
Hermosos corazones que aún palpitan
Llenos de lealtad en estos reinos.
SALEMENES.
El tiempo apremia ya.
SARDANÁPALO.
Partid, entonces.
Y si encontrarnos otra vez debemos,
Tal vez seré más digno de vos misma.
Y si no fuese así, pensad, al menos,
Oye mis faltas están, si no expiadas,
SARDANÁPALO. —ACTO IV. 25(>

^ncluídas al fin. No obstante, temo


habrás de deplorar el ultrajado
Q°nibre y cenizas que en su día fueron
^nipotentes en la vasta Asyria ,
as que.. . Pero otra vez me estoy volviendo
gí|jeril» y no debo ; en este instante
g? 0 debo aprender á ser austero.
^en leves fueron mis pecados todos.
Us lágrimas esconde.... No pretendo
^Ue no las viertas ; no.... Fuera más fácil
etener en su propio nacimiento
^ Eufrates, que á lágrima que brota
pe un triste corazón leal y tierno....
er° no me las muestres ; me afeminan,
j/lando á ser el que soy había vuelto.
erniano, llévala.
ZARINA.
u ¿Y á verle nunca
e de volver? ¡ Oh Dios !
SALEMENES. (Esforzándose por llevársela.)
r.. Hermana, debo
^edecido ser.
ZARINA.
, ¡ Debo quedarme!
•n No me suJetes» te lo ruego.
‘^-ué! ¿Solo morirá? ¿Vivir yo sola?
£ SALEMENES.
. J° no morirá ; tú sola, empero.
0 has vivido por años?
ZARINA.
5 ,, ¡ Es mentira 1
la que él vivía , y al recuerdo
2Ó0 POEMAS DRAMÁTICOS.

De su imagen viví. ¡Déjame!


SALF.MENES. (Conduciéndola fuera de la escena.) :1
Basta:
De fuerza fraternal, entonces debo
Usar, con tu perdón.
ZARINA.
Jamás. ¡Socorro!
¡Ayuda! ¡Oh, Sardanápalo! ¿Sereno
Podrás ver que me arranquen de tu lado?
SALEMENES.
¡Ah! Todo, todo se perdió de nuevo,
Como no aprovechemos este instante.
ZARINA.
¡Ah! ¡Se nublan mis ojos!.... ¡Mi cerebro
Vacila !.... ¿ Dónde está ? (Se desmaya.)
SARDANÁPALO. (Adelantándose.) j
¡ Siéntala!.... ¡ Muerta-''

¡Y tú la asesinaste!
SALEMENES.
Pasajero
Desmayo de pasión reconcentrada
Es esto nada más; el aire fresco
La hará volver en sí. Te lo suplico,
Vete.... (Aparte.) Me es necesario este momen*
Único aprovechar para llevarla
Donde á sus hijos embarcados tengo ,
En la regia galera sobre el río.
SARDANÁPALO. (Solo.)
¡ Y esto más, esto más sufrirlo debo!.... ¡
¡Yo, que jamás á humanos corazones
Voluntario pesar causé de intento!
Pero, no, no es verdad.... Ella me amaba
SARDANAPALO.—ACTO IV. 26l

^ yo la amé. ¡Fatal pasión!.... A un tiempo


í “or qué no espiras ¡ ay ! en corazones
á un tiempo calentabas con tu fuego?
jPh, Zarina!.... Pagar debo muy cara
^sta desolación que te acarreo.
1 siempre y sólo á ti yo hubiese amado,
^ubiera sido indisputado, excelso
Monarca de naciones que me honrasen,
qué abismos conduce el más pequeño
esvío de la senda que trazaron
**0s humanos deberes , aun á aquellos
^-Ue de la humanidad el homenaje
Relaman cual legítimo derecho,
P logran obtenerle hasta que, al cabo,
u°s mismos le pierden altaneros 1
(Entra Myrrba.)
SARDANÁPALO.
•. vos! ¿Qiiién os llama?
MYRRHA.
Nadie; sólo
Y~Ue oí voz de un sollozo y un lamento,
X Pensaba....
SARDANÁPALO.
No forma parte alguna
pl atribución de los deberes vuestros
ntrar aquí sin antes ser llamada.
. MYRRHA.
DUnque invocar pudiera los recuerdos
/y más dulces palabras de ese labio
p eso que de censura también fueron),
^Ues ellas me acusaban porque siempre
eser llamada intrusa tuve miedo,
262 POEMAS DRAMÁTICOS.

Resistiendo á mi afán y á vuestro encargo


De no cuidarme de presencia ó tiempo,
Sino acercarme á vos sin ser llamada....
Me retiro.
SARDANÁPALO.
Quedad...., ya que estáis dentro-
Perdonad: los sucesos me han agriado
Hasta el punto de hacerme brusco y seco..--
Pero caso no hagáis: de nuevo pronto
Seré yo mismo.
MYRRHA.
Con paciencia espero
Lo que veré gustosa.
SARDANÁPALO.
Hace un instante,
Antes de vos llegar á este aposento,
Salió Zarina, reina de la Asyria.
MYRRHA.
¡Ah!
SARDANÁPALO.
¿Por qué así tembláis?
MYRRHA.
¿Decís que tiembl0
SARDANÁPALO.
Hicisteis bien de entrar por otra puerta;
Os hubierais hallado, y , por lo menos,
Ese dolor siquiera se ha evitado.
MYRRHA.
Sé por ella sentir.
SARDANÁPALO.
¡ Ah! Mucho es eso,
Y sobrenatural....; y ni es posible ,
SARDANAPALO.—ACTO IV. 263

Ni mutuo puede ser tal sentimiento;


Ni vos podéis compadecer á ella,
Ni ella pudiera más que....
MYRRHA.
¿Su desprecio
Conceder á la esclava favorita ?
Nunca mayor sería que el que tengo
mí misma.
SARDANAPALO.
¡Desprecio! ¿Por qué causa?
¿La envidia ser de todo vuestro sexo,
^ ser señora de él, siendo señora
Leí corazón de quien del mundo es dueño?
MYRRHA.
Aunque amo de dos veces diez mil mundos
Rereis, cual hoy os veis casi al extremo
Le el que regís perder , me he rebajado
lanto, señor, vuestra manceba siendo,
Cual si fueseis un simple campesino....
No, más; si el campesino fuese un griego.
SARDANAPALO.
habláis bien....
MYRRHA.
Y verdad.
SARDANAPALO.
Cuando le llega
Ca adversidad al hombre, en tal momento
* °dos contra el que cae son atrevidos;
¿ as como no caí, ni estoy dispuesto
** soportar oir reconvenciones,
Quizás porque á menudo las merezco,
^Parémonos ambos mientras liga
264 POEMAS DRAMÁTICOS.

Todavía la paz nuestros afectos.


MYRRHA.
¡ Separarnos!
SARDANÁPALO.
¡ Qué! ¿Todos los pasados
Seres humanos, tristes no se vieron
Separados, y todos los presentes
No se separarán un día?
MYRRHA.
Pero
¿Para qué separarse?
SARDANÁPALO.
Porque á salvo
Vayáis.... , y pronto habré de disponerlo,
Con una fuerte escolta que os conduzca
Hasta pisar vuestro nativo suelo,
Con tan ricos presentes , que, si reina
Aquí no hubieseis sido por completo,
Harán que vuestro dote valga tanto
Y sea tan preciado como un reino.
MYRRHA.
No habléis de esa manera, os lo suplico.
SARDANÁPALO.
La Reina se ha marchado , y en su ejemplo
No debe avergonzaros el seguirla.
Quisiera caer solo. Compañeros,
Para el placer los busco solamente.
MYRRHA.
Yo sólo en no partir placer encuentro,
Y no me forzaréis á abandonaros.
SARDANÁPALO.
Pensadlo bien....; muy tarde será presto.
SARUANAPALO.—ACTO IV. 265

MYRRHA.
Que lo sea....; mejor....; que entonces nunca
Me podréis separar del lado vuestro.
SARDANÁPALO.
Ni querré ; mas creí lo deseabais.
MYRRHA.
i Yo!
SARDANÁPALO.
De vuestro fatal rebajamiento
Oblabais.
MYRRHA.
Y le siento todavía
pondamente ( profundamente intenso
Más que todas las cosas , si exceptúo
amor.
SARDANÁPALO.
Pues por él huye al momento.
MYRRHA.
El no podrá anular todo el pasado,
N¡ podrá restaurar mi honor, ni menos
^lipropio corazón. ¡Huir! ¡Oh, nunca!....
Aquí quedar ó sucumbir deseo.
^1 vencéis, viviré para gozarme
^lendo la magnitud del triunfo vuestro ;
^ si diverso fuese vuestro sino,
No lloraré, mas compartirle quiero.
N° dudabais de mi hace unas horas.
SARDANAPALO.
Del
gl valor vuestro, nunca, y del afecto,
P^sta hoy, jamás, y de éste nadie puede
Más que vos despertar duda en mi pecho.
Apalabras que yo....
266 POEMAS DRAMÁTICOS.

MYRRHA.
Fueron palabras.
Buscad las pruebas de quien soy, os ruego ,
En mis pasados actos, que esta noche
Vuestro cordial elogio merecieron,
Y en mi ulterior conducta, donde quiera
Que os lleve el destino.
SARDANÁPALO.
Estoy contento.
Y confiando en mi azarosa causa,
Creo que vencedores aún seremos,
Y volveremos á la paz bendita,
Paz....; la sola victoria que apetezco.
Para mí ni la guerra es una gloria,
Ni á la conquista fama considero.
Verme forzado á sostener mi causa,
Para mi corazón es mayor peso
Que todos los agravios que esos hombres
Quisieran inferirme en su desprecio.
Jamás, jamás olvidaré esta noche,
Aunque tuviera que seguir viviendo
Para agregar su trágica memoria
De otras diversas noches al recuerdo.
Yo imaginé que había producido
Mi inofensiva regla de gobierno
Una era de paz y de dulzura
Entre anales estúpidos, sangrientos;
Un verde prado entre desiertos siglos,
Do los-futuros anhelaran luego
Volver, y sonreír y cultivarle,
O suspiraran tristes no pudiendo
Resucitar el gran reinado de oro
SARDANÁPALO.—ACTO IV. 267

Del noble Sardanápalo. Mi reino


Creí haber transformado en paraíso,
Cada luna ocasión de goces nuevos.
Yo las aclamaciones de la plebe
Das tuve por amor, y los acentos
De los amigos por verdad...., los labios
Déla mujer por galardón primero....
Y lo son, dulce Myrrha: un beso dame. (La besa.)
¡Ahora, que vengan á tomar mi reino
Y mi vida! Podrán quitarme entrambos,
Pero jamás á ti.
MYRRHA.
¡Jamás!.... Es cierto.
El hombre puede despojar al hombre
De cuanto es grande, esplendoroso y bello....
Pueden reinos caer...., ceder las huestes,
Fallar amigos...., escaparse siervos,
Y hacer todos traición , y más que todos,
Los que nos deben más.... Sí, todo, excepto
Un corazón sin egoísmo, amante!
Aquí está...., pruébale; yo te le ofrezco.
(Entra Salcmenes.)
SALEM EN ES.
Us buscaba.... ¡Qué miro! ¿Otra vez ella?
SARDANÁPALO.
Ahora no vuelvas á reproches nuevos.
De materia más alta que una simple
Presencia de mujer habla tu aspecto.
SALEMENES.
Ya la sola mujer de todas ellas
Oye me puede importar en tal momento ,
En salvo está.... La Reina se ha embarcado.
268 POEMAS DRAMÁTICOS.

SARDANÁPALO.
¿Y bien? Dímelo.
SALEMENES.
Sí. Su pasajero
Desmayo se alivió, y, al fin, trocóse,
Sin lágrimas, en rígido silencio:
Su faz descolorida, sus lucientes
Ojos, después de dar de angustia llenos
Una mirada á sus dormidos hijos,
Del Palacio á las torres se volvieron,
Fijos, en tanto la veloz galera
Se deslizaba con furtivo vuelo
A través de la rápida corriente,
Bajo del estrellado firmamento;
Pero no dijo nada.
SARDANÁPALO.
j Oh, que no fuera
Más grande mi sentir que su silencio!
SALEMENES.
¡Muy tarde es ya para sentir! No pueden
Ya borrar ni un dolor tus sentimientos:
Para cambiarlos, las noticias oye
Que ahora mis emisarios condujeron.
Diz, que, mandados por sus dos caudillos,
Ya los rebeldes Medos y Caldeos
En armas otra vez se levantaron,
Y estrechando sus filas, ya de nuevo
Se aprestan á atacar; también parece
Que otros sátrapas más se les unieron.
SARDANÁPALO.
¡Qué! ¿Más rebeldes todavía? Entonces
Seamos ya nosotros los primeros.
SARDANÁPALO.—ACTO IV. 269

SALEMENES.
Fuera poco prudente por ahora,
Por más que fué nuestro primer intento.
Si mañana á las fuerzas nos unimos
A que envié seguros mensajeros,
Contaremos con fuerza suficiente
Para un ataque aventurar de nuevo,
T aun para perseguirlos : hasta entonces,
Esperar la embestida es mi consejo.
SARDANÁPALO.
Detesto el esperar; aunque parece
Tan seguro luchar detrás de espesos
Y altos muros, de allí precipitando
A los profundos fosos los guerreros
Enemigos ó verlos retorcerse
En erizados pinchos allí puestos
A fin de recibirlos, no me place....
Mi alma se entibia y pierde su ardimiento;
Mas si sobre ellos ando, aunque montañas
Formen , so el pie, sus hacinados cuerpos,
Eos quisiera agarrar, ó entre la roja
Caliente sangre perecer revuelto.
Déjame, pues , cargar.
SALEMENES.
Estás hablando
Como un soldado joven é inexperto.
SARDANÁPALO.
Y° no soy un soldado , sino un hombre.
Jo hables de soldadesca ; yo aborrezco
Anejante palabra y los que en ella
_
-«*. ou vanidad y engreimiento;
Elévame donde pueda arremeterles.
270 POEMAS DRAMÁTICOS.

SALEMENES.
Poner tu vida en excesivo riesgo
Lo debes evitar; no es cual la mía
Ó de otro cualquier súbdito el aliento :
Toda la guerra ha de girar sobre ella
Y con ella; esto sólo es su pretexto,
Esto la enciende ó bien puede extinguirla,
Prolongar ó acabarla.
SARDANÁPALO.
Terminemos
Ambas; fuera mejor que prolongarlas;
De la una cansado ya me siento,
Y acaso de las dos. (Se oye fuera una trompeta.)
SALEMENES.
¡Oye!
SARDANÁPALO.
No oigamos,
Mas repliquemos.
SALEMENES.
¡ Y tu herida!
SARDANÁPALO.
De eso
Ya me había olvidado: está vendada
Y curada también. ¡Ea, marchemos!
La lanceta de un médico, de fijo
Más profundo arañazo hubiera hecho.
Debiera avergonzarse el pobre esclavo
Qye la infirió, de herir tan sin aliento.
SALEMENES.
¡ Ojalá que ninguno , en esta hora,
Herir consiga con mayor acierto!
SARDANÁPALO.—ACTO IV. 27I

SARDANÁPALO.
Sí, si hemos de vencer; de lo contrario,
Solo me dejarían con el peso
una dura tarea, que podrían
Evitar á su Rey. ¡Vamoscontra ellos!
(Suenan de nuevo trompetas.)
SALEMENES.
A tu lado ya estoy.
SARDANÁPALO.
¡Hola, mis armas!
¡Mis armas otra vez! ¡mis armas presto!
(léanse.)

FIN DEL ACTO CUARTO.


ACTO QUINTO

ESCENA PRIMERA
El mismo salón del Palacio.

MYRRHA y BALEA.

MYRRHA. (/iuna ventana.')


El día rompe al fin por el Oriente.
¡V qué terrible noche le ha anunciado!
¡Cuán hermoso en el cielo , aunque tormenta
tasajera le dió su aspecto vario,
En esa variedad aun más hermoso !
i Cuán horrendo en la tierra , do en el lapso
una hora, la paz y la esperanza,
» el amor y el festín fueron hollados
Por humanas pasiones, que á su choque
Eos redujeron á confuso caos,
elementos aún no divididos
Que todavía luchan encontrados!
^ puede el Sol así, tan refulgente,
Surgir, las leves nubes desatando
En vapores más bellos que ese mismo
.Ornamento, sin ellas solitario!
pureas cumbres imitan sus contornos
^ montes gigantescos y nevados,
^ °las más purpurinas y agitadas
Quelas olas del férvido Océano,
- XLV - 18
274 POEMAS DRAMÁTICOS.

Haciendo de ese cielo esplendoroso


Remedo de la tierra, tan exacto
Que casi le juzgamos permanente,
Y tan fugaz que apenas nos es dado
Llamarle una visión : ¡ tan transitoria
Se desvanece en el etéreo espacio !
Y, sin embargo, esa visión sublime
Penetra el alma, alivia su quebranto,
En el alma se infunde, hasta que forman
Esas luces del alba y el ocaso
El inefable y mágico momento
Del pesar ó el amor. Los insensatos
Que en ellas no reparan, no conocen
El reino en que esos dos genios hermanos
( Genios que tanto el corazón depuran,
Que sus dulces censuras no cambiamos
Por los goces más vivos y ruidosos)
Fabrican los espléndidos palacios
Do sus adoradores más fervientes
Descansan y respiran breve rato;
¡ Ah!; mas en esa breve y dulce calma
Del soplo celestial absorben algo
Que les permite soportar el resto
De las comunes y de lento paso
Humanas horas ; que soñar les hace
A través de esas horas, entregados
A un plácido dolor, aunque esas horas
Parezcan empleadas, sin embargo,
Cual los demás vivientes, en tareas
De dolor ó placer, dos nombres vanos
Para expresar un solo sentimiento;
Nombre cuyo sonido nuestro amargo,
SARDANÁPALO.—ACTO V. 275

Nuestro interno dolor cambiar quisiera,


Pero cuyo Sentido escapa al alto
Esfuerzo nuestro para ser dichosos.
BALEA.
Estáis tranquilamente meditando.
<? Y podéis contemplar de esa manera
La salida del sol, del sol, que, acaso,
El último será para nosotros?
MYRRHA.
Pues por eso le miro, y acusando
A estos ojos estoy, que tal vez nunca
Le verán , por haberle contemplado
A veces, hartas veces, sin aquella
Reverencia y el místico arrebato
Debido á quien impide que tan frágil
Sea toda la tierra que habitamos,
Como esta forma mía. Ven, contempla
Al numen de Caldea; yo, al mirarlo,
Casi á vuestro Baal me he convertido.
BALEA.
Cual ahora en el cielo está reinando,
Ln día gobernó sobre la tierra.
MYRRA.
Y hoy la gobierna mucho más. ¿Acaso
Monarca terrenal obtuvo nunca
La mitad del imperio soberano
Y la sublime gloria que él concentra
En el vivo esplendor de un solo rayo?
BALEA.
¡De seguro es un Dios!
MYRRHA.
Así los griegos
276 POEMAS DRAMÁTICOS.

Lo juzgamos también, y, sin embargo,


A veces pienso que orbe tan radiante
Habrá de ser mansión, rico palacio
De los dioses, más bien que él mismo uno
De aquellos inmortales soberanos.
Ya rompe entre las nubes, y mis ojos
Llena de luz que abarca el mundo vasto.
Mirar no puedo más.
BALEA.
¡ Oid! ¿ Un ruido
No escucháis?
MYRRHA.
No ; fué sólo imaginario :
Fuera de las murallas ya combaten ,
Y no, cual en la noche que ha pasado ,
En las mismas estancias fieros pugnan :
En fortaleza se tornó el Palacio
Desde la hora falaz , y aquí, en el centro,
Ceñido ya por espaciosos atrios
Y por regios salones , de espesura
Y proporción piramidal, guardados,
Y que habrán de expugnar uno tras uno
Para llegar adonde ya llegaron,
Distamos igualmente del sonido,
Del peligro ó la gloria.
BALEA.
Sin embargo,
Hasta aquí penetrar lograron antes.
MYRRHA.
Sí, por sorpresa, y fueron rechazados
Por el valor, y juntos ya tenemos
Vigilancia y valor para guardarnos.
SARDANÁPALO.—ACTO V. 277

BALEA.
i Puedan ambos triunfar I
MYRRHA.
Ese es él voto
De muchos y el temor de más : en tanto ,
Es una hora de ansiedad terrible,
Y de mi mente de borrarla trato ;
Mas ¡ay, cuán vanamente 1
BALEA.
Se asegura
Qué el audaz proceder del Soberano
En la pasada acción, difícilmente
Produjo á los rebeldes más espanto
Que á sus leales súbditos asombro.
MYRRHA.
Terror ó asombro es fácil inspirarlos
A la masa vulgar de que se forma
Una horda de tímidos esclavos ;
Mas, bravo estuvo.
BALEA.
¿No mató á Beleses?
Escuché referir á los soldados
Qye le arrojó por tierra.
MYRRHA.
Al miserable
Ee derribó; pero dejóle á salvo
Para triunfar , quizás , de quien valiente
Ee venció en el combate sanguinario
Cual le libró después en el peligro,
Por tan incauta compasión jugando
Una corona.
27S POEMAS DRAMÁTICOS.

BALEA.
¡Oíd!
MYRRHA.
¡ Ah!: razón tienes;
Pasos se acercan, sí, pero despacio.
(Entran soldados conduciendo á Sálemenos herido con una rota
jabalina en el costado. Le sientan sobre uno de los divanes que
adornan el salón.)

¡ Oh, Jove 1
BALEA.
Pues ya todo ha concluido.
SALEMENES.
Mentira: acuchillad al vil esclavo
Que dice tal, como soldado sea.
MYRRHA.
Perdonadle...., no es nadie...., un cortesano;
La mariposa que revuela en torno
Del brillo de un monarca.
SALEMENES.
En este caso,
Que viva.
MYRRHA.
Y tú también, así lo espero.
SALEMENES.
A este momento y este trance aciago
Sobrevivir quisiera, mas lo dudo.
¿Por qué aquí me trajisteis ?
SOLDADO.
Por mandato
Del Rey. Cuando la aguda jabalina
Os penetró, caísteis sobre el campo
Y el sentido perdisteis: conduciros
SARDANÁPALO.—ACTO V.

Á este salón fué su puntual mandato.


SALEM ENES.
Y no hizo mal, pues pareciendo muerto
Con el vértigo frío del desmayo ,
Pudiera á los soldados aturdirles
Espectáculo tal....; pero es en vano;
Desfallecer me siento.
MYRRHA.
¿A ver la herida?
Experta soy, pues en mi suelo patrio
De nuestra educación es esto parte;
Siendo la guerra allí perpetua, estamos
A mirar cosas tales avezadas.
SOLDADO.
Sacar la jabalina es necesario.
MYRRHA.
¡Tente! No, no; no puede ser.
SALEMENES.
Entonces,
Cerca estoy.
MYRRHA.
Con la sangre que, arrancando
El arma, brotar debe, por tu vida
Temo.
SALEMENES.
Yo de la muerte no me espanto.
¿En dónde estaba el Rey cuando vosotros
Me cogisteis durante mi desmayo,
Y aquí desde el lugar donde me hirieron
Me condujisteis?
soldado.
Sobre el mismo campo ,
28o POEMAS DRAMATICOS.

Con el gesto y la voz enardeciendo


Las espantadas tropas que al miraros
Caer se amedrentaban.
SALEMENES.
¿Quién oíste
Nombrar después al inmediato mando ?
soldado.
No lo oí.
SALEMENES.
Vuela entonces, y prevenle
Que ha sido aqueste mi postrer encargo :
Que mi propio lugar ocupe Zames
Hasta el ansiado arribo , ya en retardo,
De Ofratanes, el Sátrapa de Susa.
Dejadme aquí: las tropas que contamos
No son tan numerosas que consientan
Prolongar vuestra ausencia : retiraos.
SOLDADO.
Pero príncipe....
SALEMENES.
¡ Basta : andad, os digo!
Hay aquí una mujer y un cortesano,
La mejor compañía para un lecho.
Pues no dejáis que espire sobre el campo,
Junto al doliente lecho no haya ociosos
Guerreros. ¡Id! ¡Se cumpla mi mandato!
(léanse los soldados.)
MYRRHA.
¡ Alma noble y gloriosa!.... ¿Habrá la tierra
Tan pronto de perderos y lloraros?
SALEMENES.
Myrrha gentil: este es el fin dichoso
SARDANÁPALO.—ACTO V.

Qye eligiera, si hubiese yo salvado


Con él la monarquía y el Monarca ;
Siendo lo que es, no sobrevivo á entrambos.
MYRRHA.
Más pálido os ponéis.
SALEMENES.
Tu mano dame;
Este partido hierro aquí clavado,
Solamente prolonga mis dolores,
Sin sostener mi vida el necesario
tiempo para ser útil; yo quisiera
Arrancarle, y con él la vida, ansiando,
Eor lo menos, saber que la batalla
favorable.
(Entran Sardanápalo y varios soldados.)
SARDANÁPALO.
¡ Mi mejor hermano !
SALEMENES.
¿Cómo va la batalla? ¿Está perdida?
SARDANAPALO. (Con abatimiento.)
Me ves aquí.
SALEMENES.
¡ Quisiera así miraros!
(Se arranca el arma de la herida, y muere.)
SARDANÁPALO.
T así habrás de mirarme, te lo juro,
A menos que el socorro deseado,
Sétima frágil caña en que se apoyan
Mis breves esperanzas, llegue al campo
Con Ofratanes.
MYRRHA.
¿Os llegó un mensaje,
28a POEMAS DRAMÁTICOS.

Señor, de vuestro moribundo hermano,


Á Zames designando para jefe ?
SARDANÁPALO.

Sí llegó.
MYRRHA.
¿Dónde está Zames el bravo?
SARDANÁPALO.-

Muerto.
MYRRHA.
¿Y Altada?
SARDANÁPALO.
Moribundo.
MYRRHA.
¿Y Pania,
Y Sfero?
SARDANÁPALO.
A Pania vivo le he dejado;
Sfero, fugitivo ó prisionero.
Solo estoy.
MYRRHA.
¿Se perdió todo?
SARDANÁPALO.
Los altos
Muros aún , débilmente defendidos,
Todavía pudieran abrigarnos
Contra su fuerza actual y contra todo,
Excepto la traición; pero en el campo....
MYRRHA.
Creo fué la intención de Salemenes
Salida no arriesgar sino en el caso
De recibir vosotros el refuerzo
Del socorro pedido.
SARDANÁPALO.—ACTO V. 283

SARDANÁPALO.
Su mandato
Desoí.
MYRRHA.
Falta fué, más valerosa.
SARDANÁPALO.
pero fatal. ¡ Oh, mi valiente hermano!
Gustoso diera todos estos reinos,
De que fuiste ornamento más preciado,
Da firme espada, el protector escudo
^ el redentor de nuestro honor preclaro,
“or poderte volver á la existencia.
Mas no te lloraré; serás llorado
Gomo tú desearas que te lloren.
Do que pesar me causa más amargo,
Ds pensar que dejases esta vida,
paginando que pudiera, ingrato,
Sobrevivir á aquello porque hallaste
Gloriosa muerte tú...., los luengos años
r\e la realeza de mi noble estirpe.
¡r1 por fin la redimo y la restauro,
*e ofreceré la sangre de millares,
Dágrimas de millones, como pago
: expiación (las lágrimas de todos
p0s buenos, ya son tuyas). Y si caigo,
rc»nto nos hallaremos...., si allá vive
espíritu interno que llevamos.
^eyendo estás el mío en este instante,
^ haciéndome justicia estás acaso,
j^^ad, dejadme que otra vez estreche
ySa caliente aún y noble mano;
ese gran corazón que no palpita
284 POEMAS DRAMÁTICOS.

Contra este que palpita tan amargo.


(Abraca el cuerpo.)
Ahora el cuerpo de aquí llevaros.
SOLDADO.
¿Dónde
SARDANÁPALO.
A mi cámara propia. Allí, debajo
Ponedle del dosel, cual si estuviese
El mismo Rey en ella descansando.
Cuando lo hagáis, ordenaré los ritos
Debidos á cenizas de su rango.
(Salen los soldados con el cuerpo de Salemenes.)
(Entra Pania.)

SARDANÁPALO.
¡Bien, Pania! ¿Colocaste ya los guardias,
Y las órdenes diste que dictamos?
PANIA.
Señor, obedecí.
SARDANÁPALO.
¿Sus corazones
Mantienen animosos los soldados?
PANIA.
¿Señor?....
SARDANÁPALO.
¡Estoy de sobra respondido!
Si dos veces pregunta un soberano
Y obtiene una pregunta por respuesta
A su pregunta, es un portento raro.
¡Qué! ¿Desmayan al fin?
PANIA.
De Salemenes
La muerte, el vocerío y entusiasmo
SARDANÁPALO.—ACTO V. 285

los rebeldes viéndole caído,


Les produjeron....
SARDANÁPALO.
Rabia...., no desmayo
Les debió producir. Ya encontraremos
Manera de impelerlos y alentarlos.
PANIA.
Pérdida tal, una victoria misma
Pudiera obscurecer.
SARDANÁPALO.
¿Sentirla tanto,
i Ay ! ( quién puede cual yo?.... Pero, con todo,
Aunque en estas murallas encerrados,
Lilas son fuertes, y tenemos fuera
Otros que lograrán abrirse paso
Lntre huestes, haciendo la morada
De su Monarca lo que fué...., Palacio ;
una prisión ni dura fortaleza.
(Entra un oficial precipitadamente.)
SARDANÁPALO.
Lu faz siniestra me parece.... Vamos:
Habla, pues.
OFICIAL.
No me atrevo.
SARDANÁPALO.
¿No te atreves?
‘Mientras se atreven con espada en mano
A rebelarse ya muchos millones
Contra su Rey!.... Es, en verdad, extraño.
^°mpe, te ruego, ese leal silencio
Q-Ue teme lastimar al Soberano.
Peor que cuanto puedes anunciarme
2B6 POEMAS DRAMÁTICOS.

Puedo escuchar.
PANIA.
¿Oyes? Prosigue.
OFICIAL.
El alto
Muro, que cerca de la misma orilla
Del río se levanta, fué arrastrado
Por repentina inundación furiosa
Del Éufrates, que, indómito, rodándo
Desde aquellas montañas colosales
Do están sus manantiales, ahora, hinchado,
Por las últimas lluvias que de aquella
Tormentosa región se desgajaron,
Desbordó de su cauce, destruyendo
El baluarte aquel.
PANIA.
¡ Negro y nefasto
Augurio es este! Siempre en el transcurso
De ya largas edades, afirmaron
Que la ciudad jamás se rendiría
Á hombre ninguno hasta que el río airado
Se declarase su enemigo.
SARDANÁPALO.
Puedo
Perdonar el augurio, no el estrago.
¿Cuánto arrastró del muro?
OFICIAL.
Sobre veinte
Estadios.
SARDANÁPALO.
¿Y todo aquel espacio
Quedó á los sitiadores penetrable?
SARDANÁPALO,—ACTO V. 287
OFICIAL.
Por el momento impedirá el asalto
La misma furia del creciente río;
Mas cuando se contraiga á su ordinario
Cauce, y sus ondas las usuales barcas
Puedan cruzar, será suyo el Palacio.
SARDANÁPALO.
Lso, ja más! Aunque hombres, aunque dioses
Y elementos y augurios y presagios
Concitados y unidos se levanten
Contra quien nunca quiso provocarlos,
La casa de mis padres, nunca, nunca
De manada de lobos será el antro
Donde vengan á aullar.
PANIA.
Con vuestra venia
Voy á acudir al sitio designado
Y tomar las medidas conducentes
A asegurar el indefenso espacio
Hasta do el tiempo y medíoslo permitan.
SARDANÁPALO.
Hazlo pronto, y envíame tan raudo
Como una plena indagación consienta,
De la irrupción del agua fiel relato.
(Vanse Paniay el oficial.)
MYRRHA.
Hasta las olas contra vos se vuelven.
SARDANÁPALO.
Ho son las olas, niña, mis vasallos,
V debo perdonarles sus ultrajes,
que no me es posible castigarlos.
288 POEMAS DRAMÁTICOS.

MYRRHA.
Gozo al ver que el prodigio no os conmueve.
SARDANÁPALO.
Ningún prodig io ya me causa espanto :
Nada pueden decirme que yo propio
No me haya dicho en el fugaz espacio
Que transcurrió desde esta media noche.
Pues tales cosas con lenguaje claro
La desesperación nos las predice.
MYRRHA.
¡La desesperación!
SARDANÁPALO.
No ; no llamarlo
La desesperación precisamente:
Cuando ya conocemos todo cuanto
Puede venir y cómo resistirlo,
Nuestra resolución , si es firme, acaso
Pudiera merecer otra palabra
Más noble al pronunciarla nuestro labio.
Mas las palabras ya, ¿qué nos importan?
Ellas y todo concluyeron.
MYRRHA.
Salvo
Un hecho...., que es el último y más grande
De todos los mortales ; aquel acto
Afrontador de todo , cuanto ha sido
Es y debe de ser; lo único dado
En común á los hombres , tan diversos
En nacimientos, lenguas , sexos, rasgos ,
Color, facciones, épocas y climas ,
Inteligencia y sentimientos varios,
Sin un punto de unión , salvo este punto
SARDANÁPALO.—ACTO V. 289

Hacia que todos juntos caminamos


Y para el cual nacimos y tejemos
El laberinto de misterio arcano
A que llamamos vida.
SARDANÁPALO.
Nuestro ovillo
Teniéndolo ya casi devanado,
Mostrémonos alegres. Los que nada
Tienen ya que temer , pueden, impávidos,
Permitirse oponer una sonrisa
A aquello que otro tiempo les dió espanto,
Como los niños cuando al bu descubren.
(Entra Patiia.)
PAÑI A.
Era cual refirieron : he ordenado
Allí una doble guardia , sustrayendo
^el muro en que es más fuerte, el necesario
Refuerzo, que vigile la espaciosa
-Rrecha que allí las aguas operaron.
SARDANÁPALO.
i Con lealtad cumpliste tus deberes,
Mi noble Pania!.... Posteriores lazos
Entre nosotros á su fin ya tocan.
Toma esta llave, te lo ruego y mando.
(Le da una llave.)
Con ella se abre una secreta estancia
detrás del lecho de mi propio cuarto
(Lecho oprimido ahora por un peso
Más noble que el que nunca ha soportado,
R°r más que larga serie de monarcas
^aya dormido en sus doseles áureos....
*ues que sostiene , aunque por breve tiempo,
- xlv - 19
2gO POEMAS DRAMATICOS.

Al que era Salemenes hace un rato).


Busca el lugar secreto á que conduce:
Le hallarás de riquezas atestado;
Tómalas para ti, para tus fieles
Compañeros: allí para abrumaros
Hay suficiente, aun cuando muchos fueseis.
Que en libertad se deje á los esclavos;
Y todos los sirvientes, de cualquiera
Sexo, que moran dentro del Palacio,
Que le abandonen dentro de una hora.
En seguida, botad los regios barcos
Para el placer un día construidos,
Para la salvación hoy necesarios.
Ancho está el río, hinchado , y no sujeto
(Más potente que un Rey) á esos airados
Sitiadores. ¡Huid! ¡Y sed dichosos 1
PANIA.
¡ So vuestra protección y regio amparo!
¿Acompañáis á vuestros fieles guardias?
SARDANÁPALO.
¡ No, Pania! No ha de ser; ve sin retardo;
Sal de aquí, y abandóname á mi suerte.
PANIA.
Esta es la vez primera que un mandato
Desobedezco....
SARDANÁPALO.
¡Qué!.... ¿Todos los hombres
Hoy á mis barbas suben, temerarios,
Y ya, dentro, se hiergue la Insolencia,
A la traición de afuera remedando ?
No me preguntes más, ni una palabra:
Es mi mandato, mi postrer mandato.
SARDANÁPALO.— ACTO V. 291

¿ Tú te opondrás á él? / Tú!


PAÑI A.
Mas.... siquiera
No todavía.
SARDANÁPALO.
Bien: en este caso,
Jura que habrás de obedecer al punto
Que te dé la señal.
PANIA.
Con angustiado
Pero fiel corazón os lo prometo.
SARDANÁPALO.
Basta: y ahora dispon que sin retardo
Traigan haces y pifias y hojas secas
V cuantas cosas ardan al contacto
De una chispa no más: trae también cedro,
Especias de perfume delicado,
Preciosas drogas y robustas tablas
Que alimenten un haz espeso y vasto;
V también me traerás incienso y mirra,
Pues para hacer un sacrificio magno
Alzo la pira; y hacinados ponlos
Airedor de mi trono soberano.
PANIA.
iOh, mi señor!....
SARDANÁPALO.
Lo he dicho, y lo jurasteis,
PANIA.
T aun sin jurar mi compromiso guardo.
(Van Pania.)
MYRRHA.
iQyé pretendéis hacer?
292 POEMAS DRAMÁTICOS.

SARDANÁPALO.
Lo sabréis pronto:
Lo que nunca la tierra ha de olvidarlo.
(Pania. , volviendo con un heraldo.)
PANIA.
Rey, al ir á cumplir con mis deberes,
Ante mí condujeron á este heraldo,
Solicitando vuestra audiencia.
SARDANÁPALO.
Que hable.
HERALDO.
El Rey Arbaces....
SARDANÁPALO.
Qué, ¿ya coronado?....
Mas prosigue....
HERALDO.
Beleses, el ungido
Pontífice....
SARDANÁPALO.
¿De qué Dios ó qué diablo?
Á nuevos reyes hay nuevos altares.
Mas prosigue, pues eres enviado,
No para replicar á mis deseos ,
Sino para charlar del de tus amos.
HERALDO.
Y el sátrapa Ofratanes....
SARDANÁPALO.
¿Qué me dices?
Si es de Jos nuestros.
HERALDO. (Mostrando un anillo.)
Mas que está en el campo
De los conquistadores, dad por cierto:
SARDANÁPALO.—ACTO V. 293

Mirad su anillo.
SARDANÁPALO.
El suyo, á no dudarlo,
i Digno triunvirato ! ¡ Oh Salemenes!
¡Cuán á tiempo moriste! Has presenciado
Una traición de menos ; ese hombre
Era tu fiel amigo y mi vasallo
De mayor confianza. Pero.... sigue.
HERALDO.
Te ofrecen vida y libertad, y plazo
Para escoger alguna residencia
En remota provincia, vigilado
Pero no confinado, en tu persona,
Donde podrás en paz pasar tus años;
Mas bajo condición de que en rehenes
Los tres jóvenes príncipes guardados
Queden.
SARDANÁPALO. (Con ironía.)
¡ Oh generosos vencedores 1
HERALDO.
Espero la respuesta.
SARDANÁPALO.
¡ Vil esclavo!
¿Desde cuándo la suerte de los reyes
Esclavos dictan?
HERALDO.
Desde que han logrado
Ser libres.
SARDANÁPALO.
¡ Ruin bocina del tumulto!
Al fin sabrás de la traición el pago,
Aunque su mero delegado seas.
294 POEMAS DRAMÁTICOS.

¡Pania!.... ¡Echad su cabeza desde lo alto


De los muros, en medio de las filas
Del rebelde; su cuerpo al río echadlo;
Fuera con él! (Pania y los guardias le cogen.)
PANIA.
Jamás he obedecido
Con más vivo placer vuestros mandatos
Como en este momento voy á hacerlo.
Fuera de aquí con él; ¡ fuera, soldados!
No manche este salón de la realeza
La sangre del traidor. Pronto, descanso
Dadle allá fuera.
HERALDO.
Una palabra sola:
Mi oficio, Rey, no olvides que es sagrado.
SARDANÁPALO.
¿Y qué es el mío, di, para que vengas
Y oses el proponerme resignarlo?
HERALDO.-
Yo obedecí mis órdenes, tan sólo
Ante un peligro,- entonces rehusando,
Igual al que ahora corro obedeciendo.
SARDANÁPALO.
¿Luego hay nuevos monarcas que se alzaron
Hace sólo una hora, tan altivos
Y despóticos ya, cual soberanos
Mecidos en la púrpura y el trono
Desde la cuna hasta el viril estado?
HERALDO.
De vuestra voz pendiente está mi vida.
La vuestra.... (y hablo humilde).... se halla acaso
En peligro no menos inminente :
SARDANAPALO.—ACTO V. 2Q5

¿Fuera digno , decid, y noble rasgo


De las últimas horas de una raza
Como la de Nemrod, á inerme heraldo,
Pacífico, en su oficio, aniquilarle
Y violar, no sólo todo cuanto
Existe más sagrado entre los hombres,
Sino hasta aquel, aquel divino lazo
Que con los mismos dioses nos enlaza?
SARDANÁPALO.
Tiene razón....En libertad dejarlo....
El acto postrimero de mi vida
No será de colérico arrebato.
(Le da una copa de oro, que toma de una mesa inmediata.)
Amigo, ten esta dorada copa:
Que ella ofrezca tus vinos á tus labios,
Y piensa en mi.... ó fúndela en lingotes,
Sólo su peso y su valor mirando.
HERALDO.
Dobles os doy las gracias, por mi vida
Y por este magnífico regalo
Que la hace más preciosa. Mas ¿no debo
Llevar respuesta?
SARDANÁPALO.
Sí....; para pensarlo,
Una hora de tregua solicito.
HERALDO.
¿Una hora no más?
SARDANÁPALO.
Una demando.
Si al espirar ese preciso tiempo
Nada vuelven á oir de mí tus amos,
Deben tener entonces entendido
296 POEMAS DRAMÁTICOS.

Que sus proposiciones las rechazo


Y cual les plazca obrar.
HERALDO.
Seré sin falta
De vuestra voluntad el fiel legado.
SARDANÁPALO.
¡ Y escucha!.... Una palabra todavía.
HERALDO.
Cualquier que sea , recordarla exacto
Sabré.
SARDANÁPALO.
Pues recomiéndame á Beleses,
Y dile que antes de que espire el año
Le cito á verme..
HERALDO.
¿Dónde?
SARDANÁPALO.
En Babilonia.
Y si no desde allí, por el contrario,
Él será quien á mí vaya á buscarme.
HERALDO.
Le cumpliré á la letra vuestro encargo.
(Vase el heraldo.)
SARDANÁPALO.
¡ Pania !.... ¡ Ea!.... ¡ Buen Pania! Presto, presto
Lo que ordené.
PANIA.
¡Señor!.... Ya los soldados
Se ocupan.... Y, mirad: entran ahora.
(Entran soldados y forman un montón en derredor del trono.)

SARDANÁPALO.
Más alto, mis guerreros; más compacto,
SARDANÁPALO.— ACTO V. 297

Y ved que sea tal su fundamento,


Que no se vea prontamente exhausto
De su llama, sutil en demasía,
Ni se pueda extinguir, si por acaso
Alguien con pronta y oficiosa ayuda
Acudiese con mira de apagarlo.
Que el trono forme el centro : no quisiera
Dejarle sino en llamas abrumado
De inextinguible fuego á los recientes
Intrusos. Todo entero circundarlo
Cual si abrasar quisieseis la más firme
Torre de nuestros viejos adversarios.
¡Ya tiene aspecto! Y ahora dime, Pania:
¿Bastará este montón para los magnos
Funerales de un Rey ?
PANIA.
Y hasta de un reino;
Ya vuestro intento á comprender alcanzo.
SARDANÁPALO.
¿Y me censuras?
PANIA.
No....; dejadme sólo
Prender la hoguera con mi propia mano,
Y compartirla.
MYRRHA.
Ese deber es mío.
PANIA.
¡ De una mujer!
MYRRHA.
La suerte de un soldado
Es morir por su Rey; la de una hembra,
Con su amante morir.
298 POEMAS DRAMÁTICOS.

PAN1A.
¡ Es muy extraño!
MYRRHA.
Mas no tan raro como tú imaginas,
¡Oh, mi querido Pania!.... Y entretanto
Tú vive. ¡Adiós! La hoguera ya está pronta.
PANIA.
Fuera oprobio dejar al Soberano
Con sólo una mujer hallar la muerte.
SARDANÁPALO.
Muchos por polvo ya me proclamaron.
Vete, pues, y enriquécete.
PANIA.
¡Viviendo
Miserable!
SARDANÁPALO.
Recuerda tu prestado
Juramento , sagrado, irrevocable.
PANIA.
Pues lo queréis , adiós.
SARDANÁPALO.
Ve sin reparo:
Con atención registra mi aposento,
Y que no te remuerda á llenas manos
De allí coger y arrebatar el oro;
Piensa que dejarás á los esclavos
Que me asesinan cuanto allí dejares.
Y cuando todo ya tengas á salvo
En botes, largo toque de trompeta
Darás cuando abandones el Palacio.
Del río está la margen harto lejos ;
De su corriente es el rumor muy alto,
SARDANÁPALO.—ACTO V. 299

Para dejar que de su vasta orilla


El eco llegue perceptible y claro.
Huye después....; y al desplegar las velas
Vuelve hacia atrás ; mas siempre derrotando
A lo largo del Eufrates: si tocas
De Paflagonia el suelo, donde á salvo
La Reina debe estar con mis tres hijos
En la corte de Cotta, fiel relato
Harás de lo que viste á tu partida,
Y pedirásle que recuerde cuanto
Yo dije de su lado al separarme
Toda vía mas triste....
PANIA.
¡ Esa real mano
Una vez más dejadme que la aplique,
Qpe ferviente la bese con mis labios,
Y á estos pobres soldados que os rodean ,
Y quisieran morir á vuestro lado !
(Los soldados y Pania le rodean, besando su mano y el borde de su
vestidura.)
SARDANÁPALO.
¡ Mis mejores, mis últimos amigos!
No nos quitemos el valor: marchaos:
Rápidos los adioses ser debieran
Si para siempre son; de lo contrario ,
Hacen eternidad de los momentos,
Y de la vida los postreros granos
De arena con las lágrimas se obstruyen.
De aquí marchad y sed afortunados.
Creédmelo, creed: no debo ahora
Compadecido ser, y, en todo caso ,
^or el pasado más que no el presente;
3oo POEMAS DRAMÁTICOS.

Y en cuanto á lo futuro, está en las manos


De las deidades, si quizás existen:
Lo sabré pronto. Adiós...., adiós...., marchaos-
(Vanse Pania y los soldados.)

MYRRHA.
Honrados, dignos fueron estos hombres;
Y por lo menos debe consolarnos
El fijar nuestras ultimas miradas
Sobre rostros amantes.
SARDANÁPALO.
Y simpáticos,
¡ Hermosa mía ! ¡Mas escucha ahora!
Si en este instante—pues al borde estamos—
Sientes un interior apocamiento
Al ir á dar el pavoroso salto,
Á través de la llama, á lo futuro,
Dilo, pues menos no he de amarte; acaso
Más, por verte ceder á los impulsos
De tu naturaleza: á tiempo estamos
De que te escapes de este sitio.
MYRRHA.
¿Enciendo
Una de las antorchas que hay debajo
De la lámpara que arde inextinguible
De Baal en el propio relicario
Del antiguo salón?
SARDANÁPALO.
Puedes hacerlo.
¿Es tu respuesta?
MYRRHA.
Lo verás. (Vase Myrra.)
SARDANÁPALO.—ACTO V.

SARDANÁPALO. (Solo.)
¡ Su ánimo
Firme está! ¡Padres míos! Á que pronto
Me juntaré, quizás purificado,
Por la muerte, de algunas grandes manchas
Propias de un ser de harto mezquino barro
Vuestra antigua morada no quisiera
Á la profanación de los esclavos
Usurpadores viles entregarla;
Si vuestra vasta herencia no he guardado
C.omo me la legasteis, por lo menos
Su parte más brillante , vuestros áureos
Tesoros , vuestra casa , las sagradas
Reliquias de armas y recuerdos magnos,
Monumentos, trofeos con que harían
Ellos festines , me los llevo y salvo
Para vosotros , en aquel divino
Absorbente elemento que más claro
Personifica el alma, pues que deja
De inconsunta materia el más escaso
Residuo de su acción abrasadora.
El fulgor de esta pira que levanto,
De las fúnebres piras la más regia,
No será mero túmulo formado
De nube y llamas , ó por breve día
En el negro horizonte un simple faro
Vluego un leve monte de cenizas,
Sino una luz de esplendorosos rayos,
Lección de las edades, de los pueblos
Rebeldes y los príncipes incautos.
El tiempo extinguirá muchas memorias
De una nación, de un héroe los actos,
302 POEMAS DRAMÁTICOS.

Y borrará un imperio tras imperio,


Cual este que es de todos el más alto,
En la nada sumiéndoles; mas siempre
Respetará esta acción que llevo á cabo,
Dando un ejemplo que osarán muy pocos
Imitar, y ninguno despreciarlo....
Y acaso aprendan á evitar la vida
Que á término conduce tan amargo.
(Myrrha vuelve con una antorcha encendida en una mano y
una copa en la otra.)

MYRRHA.
¡Ved!.... Encendí la lámpara que debe
En las altas estrellas alumbrarnos.
SARDANAPALO.
; Y la copa?
MYRRHA.
Costumbre es de mi patria
Ofrecer á los númenes sagrados
Solemnes libaciones.
SARDANÁPALO.
Y la mía,
Libar entre los hombres. No he olvidado
Costumbre semejante, y aunque solo,
He de apurar un deleitoso trago
Al recuerdo de tantos placenteros
Y dichosos festines ya pasados,
(Sardanápalo toma la copa, y después de beber y apurar la inver¬
tida copa, al caer una gota exclama:)
Y aquesta libación, al excelente,
A mi Beleses fiel, se la consagro.
MYRRHA.
¿Y por qué en el recuerdo de ese hombre
SARDANAPALO.—ACTO V. 3o3

Fijas la mente más que en su villano


Cómplice de traición y villanías?
SARDANÁPALO.
R1 uno de ellos es mero soldado,
Mero instrumento, una viviente espada
De un amigo esgrimida por la mano;
El otro, de este bélico muñeco
Es principal motor : mas quiero á entrambos
De mi mente borrar. ¡ Aguarda , Myrrha!
¿De veras, sin temor y de buen grado,
Me seguirás?
MYRRHA.
¿Una doncella griega
Piensas que, por amor, no arrostra tanto
Como soporta una viuda india
Por costumbre no más?
SARDANÁPALO.
Sólo aguardamos,
Entonces, la señal.
MYRRHA.
Ya mucho tarda.
SARDANÁPALO.
Ahora...., adiós: un postrimer abrazo.
MYRRHA.
Toma el abrazo, pero no el postrero.
Hay uno más.
SARDANÁPALO.
Verdad : fundente y sacro
El fuego mezclará nuestras cenizas.
MYRRHA.
Y puras, cual mi amor, que te consagro,
Purgadas ya de terrenal escoria
304 POEMAS DRAMÁTICOS.

Y terrenal pasión, despojo pálido,


Se mezclarán las mías con las tuyas.
Un solo pensamiento, sin embargo,
Me causa pesadumbre.
SARDANAPALO.
Dile pronto.
MYRRHA.
Es que ninguna cariñosa mano,
Recogiéndole en urna funeraria,
El leve polvo juntará de entrambos.
SARDANÁPALO.
Mejor : que el viento celestial le lleve
Y le difunda en el etéreo espacio,
Antes que más á profanarle vengan
Las manos de traidores y de esclavos.
En aqueste Palacio, envuelto en llamas,
Y en sus gigantes muros derrumbados
En humeante ruina , dejaremos
Monumento más noble y soberano
Que los que en sus montañas de ladrillo
Egipto levantó conmemorando
Muertos reyes.... ó bueyes, pues se ignora
Si tan soberbias moles las alzaron
Á su Monarca ó á su dios-buey Apis :
Lucidos monumentos, olvidados
Hasta de lo que son recordatorios.
MYRRHA.
Entonces, ¡ adiós, tierra! ¡ Y tú, el más grato
Y hermoso punto de la tierra.... Jonia.
Adiós! ¡ Sé libre, hermosa, y que los hados
De la desolación siempre te alejen!
¡La postrera plegaria de mi labio
SARDANÁPALO. — ACTO V. 3o5

Fué sólo para ti; mis pensamientos


Últimos, uno excepto, se fijaron
En ti!
SARDANÁPALO.
¿Y es ese?....
MYRRHA.
Vuestro.
(Suena fuera la trompeta de Pania.)
SARDANÁPALO.
¡ Escucha!
MYRRHA.
¡Ahora!
SARDANÁPALO.
¡Adiós, Asyria! Con fervor te he amado.
Tierra de mis abuelos, tierra mía,
V más te quise cual mi suelo patrio
Que cual mi propio reino. ¡De placeres
V de paz te sacié; y este es mi pago!
T hoy no te debo nada, ni un sepulcro.
(Sube á la hoguera.)
i Ahora, Myrrha!
MYRRHA.
¿Estás pronto?
SARDANÁPALO.
Lo estoy tanto
Como la antorcha que en tu mano brilla.
MYRRHA.
¡Encendida ya está! Voy á tu lado.
(41 avanzar Myrrha para arrojarse á las Hamos, cae el telón.)

FIN DEL ACTO QUINTO Y ÚLTIMO.

XLV 20
MANFREDO

POEMA DRAMÁTICO

POR LORD BYRON


PERSONAJES.

Manfredo.
Un cazador de gamuzas.
El Abad de San Mauricio.
Manuel.
Hermán.

La Hada de los Alpes.

Arimán.
Nemesis.
Los Destinos.
Espíritus , etc.

La escena del drama es en medio de los Alpes Altos, parte


en el castillo de Manfredo . y parte en las montañas.
MANFREDO.
«There are more tliings inheaven and earth, Horatio,
Than are dreamt of iit your philosophy.»

ACTO PRIMERO.

ESCENA PRIMERA.

Una galería gótica.—Media noche.

MANFREDO. (Solo.)
La lámpara llenar es necesario,
Pero no arderá tanto como debo
Yo velar: mi reposo (si reposo)
No es un sueño tranquilo; solamente
Es la continuación del pensamiento
Siempre incesante, irresistible entonces:
Vela mi corazón; cierro estos ojos
Sólo para observar dentro; no obstante,
Vivo y tengo la forma de un viviente.
El dolor enseñar debiera al sabio:
La tristeza es la ciencia, y así aquellos
Que saben más son los que más lamentan
3lO POEMAS DRAMÁTICOS.

La profunda y fatal verdad; el árbol


Del saber, no es el árbol de la vida.
Filosofía, ciencias, el origen
De los portentos y el saber del mundo
He estudiado; un poder hay en mi mente
Que sus grandes problemas avasalla;
Pero no sirven: bien hice á los hombres,
Y aun hallé el bien entre los hombres mismos
Mas esto no ha servido: tuve algunos
Enemigos; ninguno me ha humillado,
Mientras que muchos ante mí cayeron ;
Mas esto no ha servido. Bien, mal, vida ,
Facultades, pasiones, cuanto he visto
En otros seres, para mí fué solo
Cual lluvia sobre arena desde aquella
Hora sin nombre. Nada temo, y siento
La maldición de no tener siquiera
Ni un natural temor, ni una intranquila
Palpitación de anhelos, esperanzas.
Ni oculto amor hacia algo de la tierra.
Á la obra pues.
(Agentes misteriosos!
¡Genios del universo ilimitado,
Que he buscado en la luz y en las tinieblas!
Vosotros, que giráis del mundo en torno
Y en muy sutil esencia habitáis siempre:
Vosotros, para quienes son guaridas
De inaccesibles montes las alturas,
Y á quienes de la tierra y Océano
Las cavernas son cosas familiares:
Os llamo á todos por aquel escrito
Encanto que me da sobre vosotros
MANFHEDO.—ACTO I. 3ll

Autoridad. ¡Apareced! ¡Alzaos! (Pausa.)


Aún no vienen. Entonces por aquella
Voz del que es el primero entre vosotros,
Por este signo que temblar os hace,
Por los derechos del que nunca muere:
¡ Apareced ! ¡ Apareced! ¡ Alzaos! (Pausa.)
Pues que es así, ¡oh espíritus del aire
Y la tierra!, no habéis ya de eludirme:
Por un poder más hondo todavía
Qjxe cuantos invoqué , potente encanto
Nacido en una estrella condenada,
Resto ardiente de un mundo demolido,
Infierno errante en el eterno espacio;
Por la cruel maldición que hay en mi alma,
Y por el pensamiento que está dentro
De mí, y en derredor de mí, yo os mando
Cumplir mi voluntad. ¡Apareceos!
(Aparece una estrella en la extremidad más obscura de la galería;
permanece inmóvil, y se oye una vog que canta.)

PRIMER ESPÍRITU.
¡Mortal! Por tu mandato subyugado,
Abandoné al instante mi mansión,
Que en las nubes ligeras ha formado
El soplo del crepúsculo veloz,

Y el sol poniente del ardiente estío


De púrpura colora con azul,
Qye dan mezclados al albergue mío
El resplandor de su brillante luz;

En un rayo de estrella he cabalgado


Tu evocación pudiendo aún rechazar;
3l2 POEMAS DRAMÁTICOS.

Fui por tus juramentos subyugado.


¡ Mortal! ¡ Revela, pues, tu voluntad!
SEGUNDO ESPÍRITU.
Es de todas las montañas
El monarca el Monte Blanco;
Ellas tras largas edades
Como rey le coronaron
En firme trono de rocas,
De nubes con regio manto
Y con diadema de nieves.
Hay bosques entrelazados
Alredor de su cintura;
El témpano está en su mano,
Que atronador para hundirse
Debe esperar mi mandato.
La masa fría y movible
Del ventisquero elevado
Se va más día por día
Al precipicio acercando;
Pero yo soy quien le ordeno
Pasar veloz atronando,
Ó bien con sus propios hielos
En un momento le paro.
Soy genio de este lugar;
Puedo hacer hundirse al alto
Monte, y puedo sacudirle
Desde sus cimientos bajos
Y cavernosos. Conmigo ,
jQpé quieres? ¿Por qué has llamado?
TERCER ESPÍRITU.
En el fondo azul del agua
Donde la ola no se agita,
MANFRED0. —ACTO X. 313

Donde el viento es un extraño


Y del mar la sierpe habita;
Donde adorna la sirena
De conchas sus verdes rizos,
Cual tormenta sobre el agua
Vino el son de tus hechizos.
A mi estancia de coral
Hondo el eco le llevó:
¡ Di al espíritu del mar
Tus deseos cuáles son!
CUARTO ESPÍRITU.
Do el dormido terremoto
Reposa en llamas ardientes
Y los lagos de betunes
En alto suben hirvi entes;
Do los Andes sus raíces
Hondas clavan en el suelo
Tanto como salen fuera
Sus mil cumbres hacia el cielo ,
Mi natal sitio he dejado
Tu mandato al escuchar,
Y tu voz me ha subyugado :
j Guíeme tu voluntad !
Q1JINTO ESPÍRITU.
Jinete soy del viento ,
Yo enciendo la tormenta,
El horrible huracán que he abandonado
Aún con el rayo ardiente está abrasado:
Para venir contigo, en un momento
La tierra he recorrido
Y la mar turbulenta,
Por aquilón rugiente conducido.
314 POEMAS DRAMÁTICOS.

La armada que he encontrado, felizmente


Las ondas dividía;
Mas se habrá sumergido
Antes que haya la noche transcurrido.
SEXTO ESPÍRITU.
Mi estancia es de la noche el lúgubre capuz-
¿Por qué así me atormenta tu magia con la luz-
SÉPTIMO ESPÍRITU.
La estrella que dirige tu destino
Regí desde antes que la tierra fuera:
Nunca un astro más nuevo, más divino
En derredor del sol giró en la esfera ;
Era su marcha libre y arreglada;
No albergaba el espacio más hermosa
Estrella; la hora vino, y fué tornada
Masa errante de llamas espantosa,
Vago cometa, maldición temida,
Del universo la amenaza fiera ,
Por sus innatas fuerzas impelida,
Sin órbita ninguna y sin carrera.
I Deformidad brillante en eminencia!
¡Monstruo, del cielo en las alturas puesto!
¡Y tú! ¡nacido bajo su influencia
Gusano , á que obedezco, á quien detesto •
Por un irresistible poderío
(Qye no te pertenece, y te han prestado
Únicamente para hacerte mío)
Por este corto instante aquí he bajado,
Donde á tu alrededor miro estos seres
Postrados ante ti, y aquí contigo
Conversando con cosa cual la que eres. f
¡Hijo del polvo !.... ¿ Qué quieres conmig0*
MANFREDO.—ACTO í. 315

SEXTO ESPÍRITU.
La Tierra, el Océano, el Aire y las Montañas,
Los Vientos y la Noche, tu Estrella, están aquí;
Aguardan tu mandato y esperan tus señales,
¡ Hijo del polvo juntos se encuentran ante ti
Sus genios, que han venido oyendo tu llamada.
¿Qué quieres con nosotros, hijo de humanos? Di.
MANFREDO.
El olvido.
PRIMER ESPÍRITU.
¿De qué? ¿De quién? ¿Por qué?
MANFREDO.
De aquello que hay dentro de mí; leedlo ,
Lo sabéis; yo no puedo revelarlo.
ESPÍRITU.
Aquello que tenemos solamente
Te podemos prestar: súbditos pide,
Soberanía, imperio sobre toda
La tierra, ó sólo de una parte; un signo
Que te someterá los elementos
De que somos señores, uno ó todos ,
Tuyos serán.
MANFREDO.
Olvido , el propio olvido.
¿Y de aquesos dominios tan ocultos
Que con tal profusión vais ofreciendo,
No podéis arrancar lo que he pedido?
ESPÍRITU.
No está en nuestro poder ni en nuestra esencia;
Pero puedes morir.
MANFREDO.
¿Podrá la muerte
316 POEMAS DRAMÁTICOS.

Ofrecérmele?
espíritu.
Somos inmortales
Y no olvidamos; eternales somos,
Y el pasado nos es, cual el futuro,
Presente. ¿Estás ahora respondido?
MANFREDO.
Os burláis; mas la fuerza que os condujo
Míos os hace. ¡ Esclavos, mi deseo
No despreciéis! ¡ La mente y el espíritu,
La prometea luz y la centella
De mi ser es tan clara y penetrante,
Alcanza tanto cual la vuestra propia:
¡ Ni cederá á la vuestra aunque en arcilla
Sujeta! Responded , ó he de enseñaros
Quién soy.
ESPÍRITU.
Cual respondimos respondemos
Está nuestra respuesta en tus palabras.
MANFREDO.
¿Y por qué eso decís ?
ESPÍRITU.
Si, cual dijiste,
Tu esencia es cual la nuestra, respondimos
Diciéndote: la cosa que apellidan
La muerte los mortales, con nosotros
Nada tiene que ver.
MANFREDO.
En vano entonces
De vuestros reinos os llamé; ayudarme
No podéis ó queréis.
MANFREDO.—ACTO I. 3i7

ESPÍRITU.
Habla; pues damos
Cuanto tenemos, todo es tuyo: piensa
Antes de echarnos; pide otra vez reino,
Autoridad y fuerza , largos días....
MANFREDO.
¡ Malditos! ¿Qué he de hacer yo con los días?
Harto largos son ya. ¡Fuera, marchaos!
ESPÍRITU.
Espera; pues estando aquí servirte
Quisiéramos : medítalo : ¿no hay otro
Don que podamos darte y que no sea
A tus ojos indigno?
MANFREDO.
No, ninguno.
Mas venid: un momento, antes de iros,
Quisiera contemplaros cara á cara.
Escucho únicamente vuestras voces
Suaves y melancólicas , sonando
Cual música en las aguas, y contemplo
El inmóvil aspecto de una estrella.
Ancha, brillante; nada más. Cual fuereis,
Acercaos á mí uno, ó bien todos,
Eero con vuestra forma acostumbrada.
ESPÍRITU.
Nosotros no tenemos forma alguna
Más que del elemento de que somos
^1 principio y espíritu ; tú elige
Sorma , y en ella te apareceremos.
MANFREDO.
Vo no puedo escoger; no hay en la tierra
figura para mí bella ú horrible.
:si8 POEMAS DRAMÁTICOS.

Qye tome el más potente de vosotros


La forma que quisiere. ¡Vamos!
SÉPTIMO ESPÍRITU.
(Apareciendo bajo la forma de una hermosa mujer.)
[ Mira!
MANFREDO.
¡ Oh Dios! Si eres así; si tú no eres
Ni una locura ni una burla, puedo
Aún ser el más feliz.... Quiero abrazarte,
Y hemos de ser.... (La sombra se desvanece.)
¡ Mi corazón estalla!
(Manfredo cae sin sentido )
( Óyese una vo% que canta lo siguiente : )«

Cuando pálida la luna


En las vagas olas da,
Y el gusano luminoso
En la verde hierba está;
Cuando vuela el meteoro
Por el frío panteón;
Cuando el húmedo pantano
Atraviesa el ambulón;
Cuando raudas por el cielo
Las exhalaciones van,
Y sus voces repetidas
Las lechuzas tristes dan , -
Y en la sombra están las hojas

1 Estosrversos fueron escritos en Suiza en t8i6,yenvi*'


•.ios á Inglaterra para publicarse con el tercer canto del CbiMt'
Harold. Dice Moore: «Como se escribieron muy poco despu¿s
Je la última é infructuosa tentativa de reconciliación , no hay
duda que el poeta pensaba en esto al escribir variar, de las prl'
meras estrofas».
MANFRF.DO.—ACTO t. il<)

Adormidas por doquier,


Rstará en la tuya mi alma
Con un signo y un poder.

Aunque acaso muy profundo


Sueño puedas conseguir,
No podrá nunca tu espíritu,
No podrá nunca dormir;
Sombras hay que de tu mente
No podrás desvanecer,
Pensamientos que no puedes
De ti mismo desprender:
Por poder de ti ignorado
Solo nunca te hallarás,
Pues envuelto y oprimido
Cual con un sudario estás.
De una nube estás cercado
Que te envuelve en su vapor;
Serás siempre de la esencia
De este encanto habitador.

Aunque no me percibieres
A tu lado atravesar,
Con tu vista has de sentirme
Y mirarme á tu pesar :
Me verás como una cosa
Que, invisible siendo en sí,
Debe estar donde estuvieres.
Y que ha estado junto á ti ;
Cuando luego con secreto,
Con un íntimo terror,
Hacia todas partes vuelvas
320 POEMAS DRAMÁTICOS.

Tu cabeza en derredor,
En aquel momento, absorto,
Asombrado has de quedar
De no verme cual tu sombra
En aquel mismo lugar,
Y el poder que pasar sientas,
Y que en ti mires nacer,
El poder será que debas
Siempre oculto mantener.

Una voz dulce , armoniosa,


Y una mágica canción ,
Te han herido y castigado
Con terrible maldición;
Un espíritu del aire
Te envolvió en un lazo ya;
Una voz hay en el viento
Oye gozar te impedirá;
Y la noche ha de negarte
De su cielo la quietud,
Y hará el sol del día anheles
ver morir su clara luz.

De tus lágrimas mentidas


Una esencia destilé;
Para dar la muerte tiene
Fuerza extraña y gran poder;
Exprimí la negra sangre
De tu propio corazón,
Hasta el más negro principio
Donde está su emanación;
Arranqué de tu sonrisa
MANFREDO.—ACTO I. 321

La serpiente que, fatal,


En silencio allí rodaba
Cual por un suave helechal;
De tus labios he extraído
El potente encanto aquel,
Que los da á todos su fuerza,
Mas maléfica, mas cruel,
Y al probar cada veneno
Conocido por peor,
Hallo el tuyo de entre todos
El más fuerte y destructor.

Por tu risa de serpiente,


Por tu helado corazón,
Y tu abismo inmensurable
De maldad y execración;
Tu mirada en apariencia
De virtud y de bondad,
De tu hipócrita y cerrada
Alma, por la falsedad;
Y también del arte tuyo
Por la rara perfección,
Qiie hace pase por humano
Tu inhumano corazón;
Por tü sangre de Caín
Y tu goce, el llanto al ver,
¡ Te conjuro y te condeno
Á tu propio infierno ser!

Vierto el vaso en tu cabeza ,


Que te debe sujetar
A esta prueba; es tu destino
- xlv - 21
322 POEMAS DRAMÁTICOS.

Ni morir, ni reposar:
Aunque juzgues en tu anhelo
Ver la muerte á tu alredor ,
Aunque ansioso la apetezcas,
Has de verla con terror.
¡ Mira! En torno tuyo ahora
El encanto obrando está,
Y cadena silenciosa
Te sujeta firme ya :
Ya cayó sobre tu frente,
Ya pasó á tu corazón
La sentencia.... Desde ahora
Te marchite la aflicción.
ESCENA II.
El monte Júngfrau.—Es de día.

MANFREDO (solo sobre las rocas).

Los genios que he evocado me abandonan ,


Y los encantos que estudié me engañan;
El remedio esperado me atormenta;
Ya no me apoyo en sobrehumana ayuda ,
Que no tiene poder en lo pasado;
Y en cuanto á lo futuro, hasta que se haya
Abismado el pasado en las tinieblas,
No he de buscarle. ¡Tierra, madre mía !
Y tú, naciente día, y vos, montañas,
¿Por qué tan bellas sois? No puedo amaros.
Y tú, del universo ojo brillante,
Que te abres sobre todo y para todo
Eres una delicia: tú no alumbras
Mi corazón. Y vos, rocas altivas
A cuyo borde estoy, desde el cual miro
MANFRED0.—ACTO I. 323

Allí abajo á la orilla del torrente


Los altos pinos, que parecen solo
Matas al confundirse en la distancia :
Cuando un paso, un impulso, un movimiento;
Cu indo un soplo quizás echar podría
Mi cuerpo al hondo abismo de peñascos,
Y allí por siempre estar, ¿por qué vacilo?
Siento el impulso; pero no me arrojo:
Miro el peligro; pero no me aparto:
Mi cerebro vacila, el pie está firme.
Hay sobre mí un poder que me detiene,
Y hace que mi destino vivir sea,
Si es vida llevar dentro de mí mismo
Esta esterilidad en el espíritu,
Ser de mi alma sepulcro, pues que ceso
Ya de justificar mis actos propios,
He todo mal enfermedad postrera. (Pasa un águila.)
; Oh tú, noble y alígero monarca,
Infatigable nadador de nubes;
Tú , cuyo libre vuelo es el más alto
En el cielo! : bien puedes ir tan cerca
Revolando de mí. Yo debería
Ser tu presa' y el pasto de tus hijos;
Te elevas donde no puede seguirte
La vista; mas la tuya á ver alcanza,
Hacia abajo, adelante ó hacia arriba,
Con penetrantes ojos. ¡ Cuán hermoso!
i Cuán bello es todo ese visible mundo!
¡Cuán grande es en sí mismo y en sus actos!
Nosotros que sus dueños nos decimos;
Nosotros, mitad polvo, mitad dioses,
He bajar y subir siendo incapaces,
324 POEMAS DRAMÁTICOS.

Con nuestra mixta esencia y ser sufrimos


Un choque de elementos ; respiramos
De la degradación y orgullo el aire,
Con mil necesidades combatiendo
Bajas, y con deseos elevados,
Hasta que al cabo predomina nuestra
Mortalidad, y entonces son los hombres
Aquello que á sí mismos no se llaman
Ni se confían unos á otros.
(Óyese á lo lejos un caramillo.)
¡ Qué oigo I
Es el son natural del caramillo
De los montes. Aquí no son los días
Patriarcales pastoriles cuentos.
Suenan las flautas por el aire libre,
Á los cencerros plácidos unidas
Del rebaño paciendo vagabundo '.
Mi alma anhela absorber estos sonidos.
¡Oh, si yo fuera el invisible espíritu
De un hermoso sonido, voz viviente,
O bien una armonía respirante,
O goce incorporal, nacido y muerto
Con el acorde tono que me hiciera!
(Llega de abajo un calador de gamuzas.)

CAZADOR.
Saltó por esta senda la gamuza,
Y con su pie ligero me ha burlado ;
Hoy mis ganancias no podrán apenas
Reparar mi trabajo peligroso.
1 El germen de este y otros pasajes del Manfredo se
cuentra en el diario de su viaje á Suiza (Journal of ihe S'
tour), que Byron envió á su hermana.
MANFREDO.—ACTO I. 325

¿Qué hay aquí? ¡Calle es uno; no parece


De mi oficio ; no obstante, él ha llegado
A una altura á que nadie, ni aun los mismos
Montañeses, excepto los mejores
De nuestros cazadores, llegar pueden.
Su vestido es espléndido, su aspecto
Varonil, y su rostro altivo como
De un libre campesino á esta distancia.
Llegaré para verle más de cerca.
MANFREDO,
Estar así, y encanecer de angustia ,
Semejante á esos pinos , ateridos
Náufragos de un invierno , sin corteza ‘,
Sin ramas, tronco herido por el rayo,
Sobre raíz maldita sostenido,
Tan decaído, que tan sólo sirve
Para sentir su propio abatimiento.
¡Así estar, y asi solo eternamente,
Habiendo sido de otro modo! Ahora
Por arrugas surcado estar, labradas
Por instantes no más y no por años,
Ú horas, que en siglos el tormento trueca....
¡Horas á las que aún yo sobrevivo!
¡Oh vos, peñas, del cielo suspendidas!
¡Vos, témpanos que un soplo arrojar puede
En montones; venid , aniquiladme!
Os escucho estallar debajo , encima a,

' «Pasaba por bosques de pinos ateridos, secos , con los


troncos desnudos, descortezados, sin ramas ni vida , obra de un
solo invierno : á su aspecto me acordaba de mí y de mi familia.v
Swiss Journal.
2 «A un lado nuestra vista descubría el Jungfrau con todos
326 POEMAS DRAMÁTICOS

Con un frecuente choque ; y, sin embargo,


Pasáis cayendo sólo en los objetos
Que aún quisieran vivir, sobre el florido
Naciente bosque, y sobre la cabaña
Y la aldea del rústico inocente.
CAZADOR.
Las nieblas á subir del valle empiezan;
Le advertiré que baje, pues se expone
A perder á la vez vida y camino.
MANFREDO.
En torno de los fríos ventisqueros
Hierven las nieblas , y las nubes se alzan
Veloces bajo mí, blancas , sulfúreas,
Cual la espuma agitada del profundo
Mar del infierno, cuyas olas rompen
Sobre viviente playa , que atestada
Está de condenados semejantes
Á guijarros. El vértigo me turba '.
cazador.
Debo acercarme cautelosamente,
Porque de cerca un repentino paso
sus ventisqueros ; entonces el Diente de Plata brilló cual un
realidad, el Pequeño Gigante, el Gran Gigante, y no men
por último, el Wetterhorn. ,e¡
»La altura del Jungfrau es de 1 ?,O0O pies sobre el nivel
mar y 1 ¡,000 sobre el valle. De cinco en cinco minutos p r0
ximamente oía caer los témpanos.» Swiss Journal.
«En el opuesto valle, entre los precipicios perpendicu
res, subían las nubes ondulando, cual la espuma del Océano
injierno durante una primavera templada.
»E1 lado por donde subíamos no era tan escabroso ; per° *
llegar á la cima, vimos abajo y al opuesto lado un hirviente
de nubes chocando contra las rocas en que estábamos, que P
un lado eran completamente perpendiculares.» Swiss Jour«
MANFREDO.—ACTO I. 327

Lo pudiera asustar, y ya parece


Que vacila.
MANFREDO.
Montañas han caído,
Un boquete dejando entre las nubes,
Moviendo con el choque á sus alpinas
Hermanas , rellenando los verdosos
Floridos valles con los mil pedazos
De tanta destrucción , los anchos ríos
Deteniendo de pronto con un golpe,
Que las aguas deshace en nieblas , y hace
Otro álveo buscar á sus corrientes.
Tal hizo en su vejez, precipitado,
El Monte Rosemberg. ¿Por qué no estuve,
Cuando rodó, debajo de él?
CAZADOR.
¡ Amigo!
¡ Ten cuidado ; fatal pudiera serte
Un paso más ! ¡Por el amor siquiera
Del que te hizo , así no estés al borde!
MANFREDO. (Sin oirle.)
Tal fuera mi sepulcro conveniente;
Mis huesos estarían reposando
Entonces en su abismo ; no serían
Por las rocas perdidos el juguete
Del viento, tal como serán ahora
Con este salto. ¡Adiós , abiertos cielos!
No me miréis con aire de amenaza;
Hechos no fuisteis para mí vosotros.
¡ Oh tierra!.... ¡ Aquestos átomos recibe!
(Al ir á precipitarse Manfredo, el calador de gamuzas le sujeta
y detiene, asiéndole repentinamente.)
328 POEMAS DRAMÁTICOS.

CAZADOR.
¡ Para, insensato! Aunque odies la existencia,
No con tu sangre criminal vertida
Nuestros valles purísimos empañes.
Conmigo ven. No soltaré mi presa.
MANFREDO.
Mi corazón exánime palpita.
Suéltame : desfallecen mis sentidos.
En derredor de mí veloces giran
Los altos montes. Ciego estoy. ¿Quién eres?
CAZADOR.
Luego te lo diré. Vente conmigo.
Densas crecen las nubes allí lejos.
Firme agárrate á mí; tu pie coloca
Aquí; toma el cayado, y un instante
Cuélgate de ese arbusto; trae la mano;
Ase mi cinturón....; despacio....; bueno.
Á la casilla dentro de una hora
Arribaremos , y hallaremos pronto
Terreno más seguro, firme y algo
Parecido á sendero , que la furia
Del torrente bañó por el invierno.
Vamos. Lo hiciste intrépido. Debieras
Ser cazador. Siguiendo ve mis pasos.
(Siguen bajando con dificultad por las rocas.)

FIN DEL ACTO PRIMERO.


ACTO SEGUNDO.

ESCENA PRIMERA.

Una casilla en medio de los Alpes Berneses.

MANFREDO.-EL CAZADOR.

CAZADOR.
No, no; quédate aún; salir no debes
Todavía; tu espíritu y tu cuerpo
Incapaces están de confiarse
El uno al otro por algunas horas.
Cuando mejor estés, seré tu guía:
Pero ¿dónde ?....
MANFREDO.
No importa: yo conozco
Mi camino harto bien; no necesito
Que me guíen.
CAZADOR.
Tu porte, cual tu traje,
Anuncian que eres de elevada alcurnia,
Un jefe de los muchos cuyos fuertes
Castillos sobre valles hondos miro.
33o POEMAS DRAMÁTICOS.

¿Cuál de estos es el que señor te llama ?


Sus portadas conozco solamente ;
Mi género de vida me conduce
Raras veces al llano, á calentarme
En los grandes hogares de los viejos
Salones, á beber con los vasallos;
Pero todas las sendas que conducen
Desde nuestras montañas á sus puertas,
Desde niño las sé. ¿De estos el tuyo
Cuál es?
MANFREDO.
¿Qué importa?
CAZADOR.
Bien, señor; perdona
La pregunta, y está de humor más bueno.
Vamos; prueba mi vino; es de una antigua
Vendimia; ha deshelado muchos días
Mis venas en los fríos ventisqueros;
Que sea para ti lo mismo ahora.
Vamos; brinda conmigo alegremente.
MANFREDO.
j Atrás, atrás! ¡ Hay en el borde sangre!
¿Nunca, jamás la sorberá la tierra?
CAZADOR.
¿Qué piensas? ¿Se extravían tus sentidos?
MANFREDO.
¡Sangre digo, mi sangre! El raudal puro
Que caliente rodaba por las venas
De mi padre y las nuestras en el tiempo
De nuestra juventud, cuando tuvimos
Un corazón no más, y nos amamos;
Mas como no debimos uno al otro.
MANFREDO.—ACTO II. 33)

Esto vertido fué ; pero aún se alza


Colorando las nubes que me cierran
Para siempre la entrada de los cielos....
Do tú no estás y no estaré yo nunca.
CAZADOR.
Hombre de esas palabras singulares
Y algún pecado de esos que trastornan
Y medio vuelven loco , y el vacío
Así te hace que puebles , cualesquiera
Que fueren tu terror y sufrimiento,
Hay el consuelo aún : la ayuda de hombres
De santidad, la celestial paciencia....
MANFREDO.
¡Paciencia , sí, paciencia! Atrás, que se hizo
Esta palabra sólo para brutos
De carga, no para aves de rapiña.
Predícala á mortales de tu polvo;
De tu especie no soy.
CAZADOR.
¡ Gracias al cielo!
No fuera de la tuya, por la fama
Del gran Guillermo Tell. Pero cualquiera
Que fuere tu dolor, sufrirse debe,
Y el salvaje arrebato será inútil.
MANFREDO.
¿Y no le sufro? Mírame.... Yo vivo.
CAZADOR.
Eso no es una vida saludable;
Es un estado convulsivo.
MANFREDO.
¡ Escucha,
Hombre! ¡He vivido muchos , muchos años,
332 POEMAS DRAMÁTICOS.

Años muy largos, pero no son nada


Para los que tendré , siglos y siglos,
Espacio, eternidad, y la conciencia,
Con sed atroz de muerte, inextinguible!
CAZADOR.
¡Cómo! Tu frente el sello apenas tiene
De la virilidad ; mucho más viejo
Que tú soy yo.
MANFREDO.
¿Tú piensas que la vida
Pende sólo del tiempo? Nuestros actos,
Esas son nuestras épocas ; los míos
Sólo han hecho mis días y mis noches
# Eternas , uniformes , infinitas
Todas, cual las arenas en la playa;
Innumerables átomos , desierto
Frío y estéril, en el cual las olas
Se rompen con furor; mas nada dejan ,
Salvo esqueletos , náufragos y rocas ,
Y del salado mar hierbas amargas.
cazador.
¡Ah! Loco está; no debo abandonarle.
MANFREDO.
Ojalá lo estuviese, pues entonces
Estas cosas que veo no serían
Más que el febril delirio de un enfermo.
CAZADOR.
¿Qué es lo que ves , ó lo que ver tú juzgas
MANFREDO.
Á mí y á ti , labriego de los Alpes;
Tus virtudes humildes , tu morada
Que da hospitalidad; tu alma paciente,
MANFREDO.—ACTO II. 333

Piadosa , altiva y libre ; tu respeto


A ti mismo , nacido de inocentes
Pensamientos ; tus días saludables
Y tus noches de sueño ; tus trabajos
Sin maldad , que ennoblecen los peligros;
Las esperanzas de vejez alegre
Y sosegada tumba , con guirnaldas ,
Con una cruz sobre la verde hierba,
Y el amor de tus nietos de epitafio.
Esto miro , y entonces en mí veo....
No importa qué.... ¡Ya estaba el alma mía
Consumida!
CAZADOR.
¿Y cambiaras tu existencia
Por la mía ?
MANFREDO.
¡ No , amigo! Ni dañarte
Quisiera , ni cambiar la suerte mía
Con ningún ser viviente : sufrir puedo
(Aunque cobardemente, al fin lo sufro)
En vida lo que no pudieran otros
Ni soñando sufrir , pues morirían
En su sueño.
CAZADOR.
¿Y con tales sentimientos
Por ajeno dolor , puedes , manchado
Con el crimen , estar ? No , no lo digas.
¿Puede uno de apacibles pensamientos
Sobre sus enemigos la venganza
Tomar?
MANFREDO.
¡ Oh! ¡ no , no , no! Que mis injurias
334 POEMAS DRAMÁTICOS.

Cayeron sobre aquellos que me amaron


Y más amé. Jamás un enemigo
Derribé , salvo sólo en mi defensa;
Hasta mi abrazo era fatal.
CAZADOR.
¡ El cielo
Te dé reposo, y vuélvate á ti mismo
La penitencia ! Mis plegarias todas
Serán por ti.
MANFREDO.
No necesito de ellas;
Mas tu piedad sufrirla puedo. Parto,
Es tiempo. ¡ Adiós 1 Toma este oro , y gracias.
„Ni una sola palabra ; te es debido.
No me sigas ; conozco mi sendero,
Y el peligro pasó de la montaña.
¡De nuevo te lo encargo ; no me sigas!
(Sale Manfredo.)

ESCENA II «.

Un valle profundo en los Alpes.—Una catarata.

Llega MANFREDO.

No es mediodía : los oblicuos rayos


Del refulgente sol, con los matices
Varios del cielo pintan el torrente *,
i «Esta escena es una de las más poéticas y con más sua¬
vidad escrita del poema. Hay calma y cierto delicioso encanto
en la tranquilidad y retiro del sitio, y en la celestial hermosura
Jel ser que se descubre en medio de este visible hechizo.»
Jeffrey.
i «Antes de subir á la montaña fui al torrente; sobre él el
sol forma un arco iris de casi todos los colores, pero principal-
MANFREDO.—ACTO XI. 335
Y rueda la extendida y ondulante
Columna plateada al hondo abismo ;
Lanza sus masas de luciente espuma
Aquí y allí, á lo largo , parecidas
Á la cola del pálido caballo,
Del gigante corcel en que espantosa
Cabalgará la Muerte, cual se dice
En el Apocalipsis. Ahora sólo
Mis pupilas absorben la hermosura
De esta visión, y en esta deliciosa
Soledad , con el genio de este sitio,
El homenaje de estas aguas puedo
Yo solo dividir. Voy á llamarle.
(Manfredo toma un poco de agua en la palma de la mano,y la
arroja al aire pronunciando una evocación. Al cabo de un rato
la Hada de los Alpes aparece bajo el arco iris del torrente.)

¡ Hermosísimo espíritu!, que ostentas


Cabellera de luz y ojos radiantes
De gloria celestial; en cuya forma
Las gracias de las hijas de la tierra
Menos mortales, estatura adquieren
Superterrena, y en la esencia encarnan
De más nobles y puros elementos:
Los más vivos y espléndidos matices
De fresca juventud, cual la mejilla
De un infante durmiendo mansamente
Eor el materno corazón mecido,
O cual los tintes limpios y rosados
Que el estival crepúsculo derrama

niente de púrpura y oro. Si uno se mueve, el arco también se


mueve. Jamás he visto cosa como ésta: sólo se ve con la luz
del sol.» Swiss Journal.
336 POEMAS DRAMÁTICOS.

Del alto ventisquero en los montones


De nieve virginal ( bello sonrojo
De la tierra abrazada con su cielo),
Tiñen tu aspecto celestial y eclipsan
Las bellezas del Iris luminoso
Que sobre ti se inclina y te corona.
¡ Hermosísimo espíritu !: en tu frente
Límpida y apacible, que refleja
La natural serenidad del alma,
Y su inmortalidad revela al punto,
Leo que otorgarás perdón á un hijo
De la tierra , á quien suelen muchas veces
Los más ocultos genios permitirle
Comunicar con ellos , si aprovecha
De sus hechizos para así evocarte
Y fijar en tu rostro sus miradas
Unos instantes.
HADA.
I Hijo de la tierra!
Te conozco , y también á los poderes
Que tu poder te dan ; sí, te conozco
Como un hombre de muchos pensamientos
Y actos de bien y mal ; extremo en ambos,
Fatal, predestinado en tus dolores.
Te esperaba. De mí, ¿qué es lo que quieres?
MANFREDO.
Contemplar tu belleza ; esto tan sólo.
De la tierra el aspecto me ha causado
La locura ; me acojo á sus misterios,
Penetro en las moradas de los seres
Que la gobiernan ; pero en nada ayuda
Pueden darme. Ya entre ellos he buscado
MANFREDO.—ACTO II. 337
Lo que lograr no pueden , y así ahora
Ya no investigo más.
HADA.
¿Cuál la demanda
Puede ser, que no esté ni en la potencia
De los más poderosos gobernantes
De lo invisible?
MANFREDO.
Es una gracia; pero,
¿Paraqué repetirla, si es en vano?
HADA.
No la sé; que tu labio la murmure.
MANFREDO.
Bien : aunque me atormente , me es lo mismo;
Voces encontrará mi cruel tormento.
Desde mi juventud no andaba nunca
El espíritu mío con el alma
De los hombres ; tampoco con humanos
Ojos veía yo sobre la tierra.
La sed de su ambición no era la mía;
El fin de su existencia no era el mío;
Mis goces , mis dolores , mis pasiones
Y poderes , me hacían un extraño.
Aun llevando su forma , simpatía
Nunca sentí por la viviente carne ,
Y entre todos aquellos varios seres
De arcilla que doquier me rodeaban,
Hubo una nada más que.... ; pero luego
De ella hablaré. Con hombres , ya te he dicho,
Y con los pensamientos de los hombres,
Tuve ligera unión; pues, al contrario,
Mi placer le encontraba en lo desierto,
- xlv - 22
338 POEMAS DRAMÁTICOS.

Respirando difícil el ambiente


De las heladas cumbres de los montes,
Donde no osan las aves anidarse,
Ni revuelven las alas del insecto
Sobre el yermo granito : en sumergirme
En el veloz torrente, en ir rodeando,
Ligero , con el raudo torbellino
De las olas del río al estrellarse,
O también del Océano en su flujo.
En tales cosas mis tempranas fuerzas
Se gozaban; también en ir siguiendo
Por las noches el curso de la luna,
El lento remontar de las estrellas :
En mirar los relámpagos brillantes,
Hasta que eran mis ojos deslumbrados,
Ó mirar, escuchando , desprenderse
Las hojas , cuando el canto de la tarde
Entonaban los vientos del Otoño.
Mis entretenimientos estos eran,
Y solitario estar; pues si los seres,
De los que era yo uno (aborreciendo
Ser así) , en mi camino se cruzaban,
En volver hacia ellos degradado
Sentíame, de nuevo todo arcilla.
En mis rondas , y solo , entraba entonces
En las bóvedas tristes de la muerte,
Las causas á buscar por los efectos,
Y con aquellos.huesos consumidos,
De los cráneos y el polvo amontonado ,
Sacar las más vedadas consecuencias.
Muchos años pasábame las noches
Estudiando las ¿iencias ignoradas,
MANFREDO.—ACTO II. 339
Salvo en la antigua edad , y con trabajo,
Tiempo , pruebas terribles y dolores,
Y teniendo dominio sobre el aire,
Y los genios que rigen aire y tierra,
El poblado infinito y el vacío,
Conseguí hacer mis ojos familiares
Ya con la Eternidad, como lo hicieron
Antes de mí los poderosos Magos,
Y aquel que de las fuentes donde moran,
A Eros y Anteros evocó en Gadara *,
Como yo á ti. La ciencia fué aumentando
Mi sed de ciencia y el poder y el goce
De esta tan vigorosa inteligencia,
Hasta....
HADA.
Prosigue.
MANFREDO.
i Oh! Sólo mis palabras
Prolongo, y estos vanos atributos
Ensalzo , porque llego á lo más hondo
Del dolor de mi pecho. Mas sigamos.
No te he nombrado padre , madre, amada,
Amigo , ó ser alguno á quien me uniera
La cadena de vínculos humanos;
Y si los tuve , no me parecían
Tales. Había , sin embargo , una....
HADA.
No te detengas , sigue.
MANFREDO.
De facciones
' El filósofo Jámblico : la historia de Ja evocación de Eros
y Anteros puede verse en su vida por Eunapio.
340 POEMAS DRAMÁTICOS.

Ella era igual á mí; todo, sus ojos ,


Su cabello, sus formas , y hasta el mismo
Sonido de su voz eran iguales
A los míos ; mas todo suavizado,
Y atemperado en su hermosura todo.
Mis ideas errantes , solitarias,
Tuvo , y ansia de ciencia misteriosa,
Y espíritu capaz de el universo
Comprender: ni esto sólo fué , pues tuvo
Más suaves prendas , lágrimas , sonrisas,
Junto á la compasión que yo no tengo,
Y la ternura ; aunque ésta yo por ella
La sentí; la humildad , que nunca tuve.
. Sus faltas mías , suyas sus virtudes
Fueron. ¡La amé y di muerte!
HADA.
¿Con tu mano
MANFREDO.
No ; fué mi corazón que hizo pedazos
Su corazón.... Me vió , secóse. Sangre
Vertí, mas no la suya ; y sangre suya,
No obstante, se vertió ; la vi , y no pude
Detenerla en su curso.
HADA.
¡ Y tú , por este
Ser de la misma raza que desprecias,
Sobre la cual pretendes elevarte,
Con nosotros mezclándote y lo nuestro,
Así renuncias á los altos dones
De nuestra magna ciencia y retrocedes
Así cobardemente á la mezquina
Mortalidad!.... ¡Atrás!
MANFREDO.—ACTO II. 341

MANFREDO.
¡ Hija del aire!
Yo te lo juro: desde aquella hora....;
Mas aire son tan sólo las palabras.
¡ Contémplame dormido; mi desvelo
Observa ; ven y siéntate conmigo!
Mi soledad no es soledad; poblada
Por las Furias está; yo he rechinado
Mis dientes , de la noche entre las sombras,
Hasta el volver de la mañana; entonces
Hasta el anochecer me he maldecido;
Como un bien he pedido la locura ;
Me és negada. La muerte la he buscado;
Mas de los elementos en la guerra,
De mi lado las aguas se retiran
H inofensivos los peligros pasan.
La yerta mano de un demonio impío
Me detiene, por un cabello sólo
Sostenido , que no puede romperse.
En mi imaginación y fantasía,
Tesoro de mi alma, que otro tiempo
Fué un Creso en creación , me he sumergido ;
Mas cual ola menguante me rechaza
Al abismo sin fin del pensamiento.
Entre la humanidad me precipito;
Por todas partes el olvido busco ,
Salvo donde se encuentra lo que tengo
Aún que aprender. Mi ciencia, el arte mío,
Tan sobrenatural é investigado,
Todo es mortal aquí. Yo sigo en toda
Mi desesperación , y vivo , y vivo
342 POEMAS DRAMÁTICOS.

Por siempre.
HADA.
Yo ayudarte acaso pueda.
MANFREDO.
Para hacer esto , tu poder los muertos
Debe evocar , ó entre ellos enviarme.
Sea , pues, en cualquiera forma ú hora,
Ó con cualquier dolor , si es el postrero.
HADA.
No está en mis atributos ; mas si quieres
Obediencia jurar á mi mandato,
Mis órdenes cumplir , puedo ayudarte
En tus deseos.
MANFREDO.
No lo juro. ¡Cómo!....
¡Yo obedecer! ¿Y á quién? ¡ Á los espíritus
Cuya presencia ordeno , y son esclavos
De aquellos que me sirven!.... ¡Nunca!
HADA.
¿Es esto
Todo ? ¿ No tienes más cortés respuesta ?
Espera todavía ; reflexiona
Antes de rechazar....
MANFREDO.
He dicho.
HADA.
¡Basta!
¿Me puedo retirar?.... ¡Responde!
MANFREDO.
¡Vete!
(La Hada desaparece.)
MANFREDO.—ACTO II. 343
MANFREDO. (Solo.)
Juguetes somos del terror y el tiempo:
Callados se nos vienen ya los días,
Ya callados nos huyen , y vivimos
La vida odiando y el morir temiendo.
Los días todos de este odioso yugo,
De esta carga vital del agitado
Corazón , destrozado por las penas,
O rápido latiendo con dolores,
O con placer que acaba en agonía
O languidez : entre los días todos
Del pasado y futuro ( que en la vida
No hay presente), contar sólo podemos
Unos pocos , ó menos que unos pocos,
En que deje de ansiar la muerte el alma;
Y, sin embargo , el alma retrocede,
Como se retrocede en el invierno
De un arroyo , aunque el frío es de un instante.
Un recurso me queda aún en mi ciencia ;
Puedo evocar los muertos, preguntarles
Qué cosa es la que ser tanto tememos :
La respuesta peor que darme pueden
Sólo es la tumba. ¿Y qué es la tumba? Nada.
Si no responden.... Mas el sepultado
Profeta dió respuesta á la famosa
Hechicera de Endor *; y el Rey de Esparta,
Del espíritu siempre vigilante
De la doncella Bizantina , obtuvo

1 El profeta Samuel, que, evocado por la pitonisa de Endor


la víspera de la batalla de Gelboe, se apareció á Saúl y le
predijo su funesta suerte.
Endor era una ciudad de Palestina, cerca del monte Thábor.
344 POEMAS DRAMÁTICOS.

Respuesta y su destino : á la que amaba


Mató , pero ignorando á quién dio muerte,
Y murió sin perdón; aunque en su ayuda
Llamó á Jove Figiano , y en Figalia
Invocó á los arcadios exorcistas,
Para obligar á la irritada sombra
A deponer su cólera iracunda,
Ó un término fijar á su venganza,
Ella dió con palabras su respuesta
De dudoso sentido, mas cumplidas *.
i Oh 1 Si jamás hubiese yo vivido,
La que amo aun viviría : si no hubiese
Nunca amado á la que amo , fuera hermosa
Y feliz , dando dichas mil. ¿Qyées ella?

1 La historia de Pausanias, rey de Esparta (que capitanea¬


ba á los griegos en la batalla de Plate.a) y Cleonice se encuen¬
tra en la vida de Cimón por Plutarco , y en la descripción cíe
Grecia de Pausanias el sofista.
El pasaje de Plutarco dice así: «Cuéntase que estando Pau¬
sanias en Byzancio , puso sus ojos en una joven virgen de una
noble familia, llamada Cleonice , y pidió obtenerla por querida.
Los padres, intimidados por su poder, se vieron en la dura ne¬
cesidad de entregarle su hija. La joven pidió que la luz quedase
fuera de la habitación, para poder ir al lecho en silencio y en se¬
creto. Al entrar, él se hallaba dormido, y ella, por desgracia,
tropezó en la lámpara y la dejó caer. El ruido le despertó de
repente, y con el sobresalto, pensando que era un enemigo que
venía á asesinarle, desnudó un puñal que tenía á mano, y le
clavó en el pecho de la doncella. Desde entonces jamás pudo
reposar. Todas las noches se le aparecía su imagen, y con tono
amenazador repetía este verso heroico:
Corre al destino que el orgullo y la lascivia merecen.
Los confederados, altamente irritados por esta infame acción,
se unieron á Cimón para sitiarle en Byzancio. Pero él halló me¬
dio de escapar de allí; y como todavía se le aparecía el espec-
MANFREDO.—ACTO II. 3^5

¿Qué es ella ahora? Víctima tan sólo


De mis pecados , un objeto triste ,
En el cual no oso ni pensar...., ó nada.
Dentro de algunas horas , ya no en vano
Llamaré ; mas en este instante temo
Lo que voy á arrostrar : hasta esta hora,
Nunca he retrocedido cuando he visto,
Bueno ó malo , un espíritu : ahora tiemblo,
Y siento un frío extraño que deshace
Mi corazón; mas puedo , sin embargo,
Hacer lo que más odio , y los temores
Humanos combatir. La noche llega. (Sale.)

ESCENA III.

La cumbre, del monte Jungfrau.

Entra el PRIMER DESTINO.

Aparece la luna, ancha, redonda ,


Brillante : aquí, sobre esta nieve helada,
Do nunca humana planta de ordinario
Mortal pisó, nosotros , sin ninguna
Huella dejar , andamos por la noche.
Por el sel va je mar , el transparente
Y ancho Océano de este monte helado,
Cruzamos estos ásperos escollos,
Qiie el aspecto presentan de la espuma
tro, dicese que acudió a un templo de Heráclea, donde fueron
consultados los manes del cadáver. Allí invocó el espíritu de
Cleonice y le pidió su perdón. Ésta apareció , y dijo: «Á su
«vuelta á Esparta pronto se verá libre de sus inquietudes». Con
lo que al parecer vaticinaba enigmáticamente su muerte».
Por lo que se ve, tanto en la teología hebrea como en la
pagana, era costumbre conjurar los espíritus de los muertos.
346 POEMAS DRAMÁTICOS.

De tempestad , cayendo congelada,


Imagen de una tromba detenida.
Esta cumbre fantástica y agreste,
Y que algún terremoto cincelara ,
Donde las nubes al pasar reposan,
Sólo está á nuestras fiestas y vigilias
Consagrada. Aquí espero á mis hermanos,
Para emprender la marcha á la morada
De Arimán ; esta noche es nuestra grande
Festividad ; extraño que no vengan.
(Una vo^ cantando fuera.)

El cautivo usurpador,
De su trono derribado,
Solo estaba y olvidado,
Sumido en el estupor.
Yo rompí su sueño insano,
Su cadena destrocé,
A la turba le ligué,
Y otra vez es un tirano.
Con la sangre vertida de un millón
A mis cuidados él responderá;
Con la ruina de un pueblo que caerá,
Y con su fuga y desesperación.
(Segunda vo(, dentro.)

Veloz , veloz la nave iba bogando;


No la dejé ni mástiles ni velas;
No le dejó mi furibunda saña
Ni una tabla del casco ó la cubierta,
Ni para lamentarse del naufragio,
Un infeliz sobrevivió siquiera;
Salvo uno , que sostuve del cabello,
Nadando por las olas turbulentas;
MANFREDO.—ACTO II. 347

Era digno de todo mi cuidado,


Pirata sobre el mar , traidor en tierra ,
Y le salvé para que , cruel, conmigo
Estragos y venganzas ejerciera.
PRIMER DESTINO (respondiendo).
La ciudad toda
Dormida está;
Llorando, el alba
La encontrará:
Lento el mal cunde,
Siniestro y cruel,
Y se difunde
Ya por doquier:
Muchos millares
Cayendo están,
Cientos de miles
Perecerán;
Y los vivientes
Habrán de huir,
A sus pacientes
Sin asistir.
Nada el contacto
Puede vencer
De los que llegan
A perecer.
Angustia y duelo,
Mal y terror,
Entera envuelven
Una nación.
Los venturosos
Los muertos son,
No viendo el cuadro
348 POEMAS DRAMÁTICOS.

Lleno de horror
Que da su propia
Desolación.
Tal obra, en una noche consumada,
Esta ruina de un pueblo, empresa mía,
Fué por largas edades realizada
Y habrá de renovarse todavía.
(Entran el segundo y el tercer Destino.)
LOS TRES'DESTINOS.
El corazón de los hombres
En nuestras manos está,
Y sus sepulcros helados
Nos sirven de pedestal.
» ¡ Nosotros tan sólo damos,
Para volverle á quitar,
De los que son nuestros siervos,
El espíritu vital!
PRIMER DESTINO.
¡Bien venido seáis! ¿Do está Nemesis?
SEGUNDO DESTINO.
En alguna gran obra , aunque la ignoro,
Pues estaban mis manos ocupadas.
TERCER DESTINO.
Mirad , ya viene. (Entra Nemesis.)
PRIMER DESTINO.
Di , ¿ dónde has estado?
Tú y mis hermanos hoy andáis muy lentos.
NEMESIS.
Estaba detenida en este instante,
Solios deshechos reparando , locos
Casando , restaurando dinastías,
Á hombres vengando de sus enemigos,
MANFREDO.—ACTO II. 349

Para después de su venganza hacerles


Arrepentirse; estimulando al sabio
Ála locura; al necio le inspiraba,
Para regir al mundo nuevamente,
Oráculos , pues eran ya anticuados.
Ya piensan por sí mismos los mortales;
En la balanza pesan reyes , y hablan
De libertad , la fruta prohibida.
¡Adelante!.... La hora hemos pasado.
Subamos , pues . al punto en nuestras nubes.
(Vanse.)

ESCENA IV.

El salón de Arimán.—ARIMÁN en su trono, que es un globo


de fuego, rodeado por los ESPÍRITUS.

HIMNO DE LOS ESPÍRITUS.


¡Saludánuestrodueño! Señor deTierra y Vientos,
Que va por nubes y aguas , en cuya mano está
El cetro con que todos los vastos elementos
Se rasgan en el caos su acento al escuchar !
Respira ; por tormenta la mar es agitada :
Habla; se oyen las nubes con truenos contestar:
Mira ; del sol la lumbre se esconde á su mirada:
Anda ; y el terremoto al mundo hace estallar.
Volcanes á sus plantas se elevan fulminantes;
Su sombra es la Epidemia; de su camino en pos,
Cometas van cruzando los cielos vacilantes,
Los astros en cenizas caen ante su furor.
La Guerra sacrificios le da todos los días,
La Muerte su tributo , la Vida sólo es de él.
Con todos sus continuos dolores y agonías....
35o POEMAS DRAMÁTICOS.

¡ Él sólo es el Espíritu de cuanto existe y es!


(Entran los Destinos y Nemesis.)

PRIMER DESTINO.
1Gloria á Arimán! Sobre la tierra crece
Su poder ; mis hermanos han cumplido
Su orden ; yo mi deber no he descuidado.
SEGUNDO DESTINO.
j Gloria á Arimán! Nosotros , que del hombre
Abatimos la frente , humildemente
Nos postramos delante de su trono.
TERCER DESTINO.
¡Gloria á Arimán! Sus señas esperamos.
NEMESIS.
¡Monarca de monarcas! : somos tuyos;
Y todo cuanto vive , más ó menos,
Es nuestro , y lo demás todo lo mismo;
Mas porque se acreciente , sin embargo,
Nuestro poder , acrecentando el tuyo,
Nuestros cuidados pides , y nosotros
Estamos vigilantes. Se cumplieron
Tus últimos mandatos plenamente.
(Entra Manfredo.)

UN ESPÍRITU.
¿Quién es? ¡Es un mortal! Tú , el más osado
Y fatal miserable , al punto mismo
Póstrate. ¡Adora!
SEGUNDO ESPÍRITU.
Á ese mortal conozco;
Mago es, de gran poder y gran destreza.
TERCER ESPÍRITU.
¡Póstrate, adora , esclavo! ¿No conoces
i ti? ¡Tiembla, obedece!
MANFREDO.—ACTO II. 3 51

TODOS LOS ESPÍRITUS.


I Póstrate tú y tu arcilla condenada,
Hijo de Tierra...., ó teme el infortunio 1
MANFREDO.
Lo conozco ; mas, ved , no me arrodillo.
CUARTO ESPÍRITU.
Lo aprenderás.
MANFREDO.
Sabido ya lo tengo.
Mil noches en la tierra , en el desnudo
Campo , encorvé mi frente , y con ceniza
Mi cabeza cubrí: yo he conocido
La plena humillación , postrado ante
Mi desesperación y ante mi propia
Desolación.
QUINTO ESPÍRITU.
¿Y cómo tú te atreves
A negar á Arimán , sobre su trono,
Lo que toda la tierra le tributa,
Sin mirar el espanto de su gloria?
¡ Póstrate , digo!
MANFREDO.
Mándale humillarse
Ante el que está sobre él , ante el Supremo
Infinito Hacedor , que no le hiciera
Para adorado ser ; que se arrodille;
Nos arrodillaremos juntamente.
LOS ESPÍRITUS.
; Anonademos á este vil gusano!
¡ Destrocémosle!
PRIMER DESTINO.
¡Fuera 1 ¡ Atrás!.... Es mío.
352 POEMAS DRAMÁTICOS.

¡Oh rey de los Poderes invisible!


Este mortal no es de común esfera,
Cual su porte y presencia aquí denotan.
Los sufrimientos suyos fueron siempre
De una especie inmortal como los nuestros.
Su saber , su deseo y su potencia,
En cuanto es compatible con el polvo
De que la etérea esencia está oprimida,
Han sido tales como raras veces
Del polvo nacen : sus aspiraciones
Han ido más allá de lo profundo
De la tierra , y él sólo ha conocido
Esto que conocemos ya nosotros :
Que el saber no es la dicha , y que es la ciencia
Un cambio de ignorancia , por aquello
Que sólo es otra especie de ignorancia.
Pero no es esto todo : las pasiones,
Atributos del cielo y de la tierra,
De que ningún poder ni ser ninguno,
Hasta el gusano vil , respira exento,
Su corazón han lacerado , y le hacen
Objeto tal, que yo , que no me apiado,
Perdono , sin embargo , á quien se apiada.
Es mío , quizás tuyo , y, como sea,
No hay en esta región ningún espíritu
Con un alma á la suya semejante ,
Ni con dominio sobre el alma suya.
NEMESIS.
¿Qué hace entonces aquí?
PRIMER DESTINO.
Qye él te responda.
MANFREDO.—ACTO It. 353

MANFREDO.
Sabéis vosotros lo que yo he sabido :
Sin poder no estuviera entre vosotros;
Pero existen poderes todavía
Más profundos, y vengo á preguntarles ,
Para obtener respuesta á lo que busco.
NEMESIS.
¿Qué quieres?
MANFREDO.
Tú no puedes responderme.
Evócame á los muertos de la tumba;
Mi pregunta es para ellos
NEMESIS.
Soberano,
Gran Arimán, ¿accedes al deseo
De este pobre mortal?
ARIMÁN.
Sí.
NEMESIS.
¿Qyién deseas
Que ya incarnal de su sepulcro evoque?
MANFREDO.
A una sin sepultura ; á Astarté llama.
NEMESIS.
¡ Espíritu ó fantasma ,
Cualquiera que tú seas,
Que todo ó parte alguna
Conserves aún de aquella
Hechura primitiva
Que tu nacer te diera,
Del molde de tu barro,
Que se volvió á la tierra:
- xlv - 23
354 POEMAS DRAMATICOS.

¡ Reaparece al día 1
Sufre lo que sufrieras;
Tu corazón , tu forma
Y aspecto recupera;
De los gusanos viles
Rescátate ligera.
¡Aparece! ¡Aparece! ¡Llega! ¡Llega!
¡ Quien te echó allí, venir aquí te ruega!
(Aparece la sombra de Astarté, y permanece en medio.)
MANFREDO.
¿Eso es la muerte? El colorido brilla
En su mejilla ; pero no : ya veo
Que no es vivo color . sino enfermizo,
Cual el rojo marchito que el Otoño
Pinta sobre las hojas moribundas.
¡Ella!.... ¡La misma! ¡Oh Dios! ¿Porqué así tiemblo
La misma al contemplar? ¡Astarté!.... Nada;
No puedo hablarle, no; mándale que hable;
Que me dé su perdón, ó me cpndene.
NEMESIS.
Por el poder que ha quebrado
La tumba que te oprimió,
Habla al punto á quien te ha hablado,
Ó si no á quien te llamó.
MANFREDO.
Guarda silencio , y más que respondido
Con su silencio estoy.
NEMESIS.
t\ más no alcanza
Mi poder. ¡Rey del aire , el tuyo queda!
Mándale hablar.
MANFREDO.—ACTO II. 355

arimán.
i Espíritu , este cetro
Obedece!
NEMESIS.
¡ Callada todavía!
No es de la esfera nuestra ; pertenece
A otros poderes. ¡Tu pregunta es vana,
Mortal! También quedamos confundidos.
MANFREDO.
¡ Oye ; óyeme , Astarté! ¡ Tú, amada mía ,
Háblame! ¡Padecí, padezco tanto!....
¡ Mírame ; mírame! La tumba helada,
Más que yo para ti, no te ha cambiado.
Cual te amé , tú me amaste con exceso:
Para así atormentarnos uno al otro
No fuimos hechos ; aunque fué el pecado
Más mortal el amar como lo hicimos.
Di que no me aborreces ; que yo sufro
Por ambos el castigo ; que por siempre
Tú serás una bienaventurada,
Y que yo moriré ; pues hasta ahora ,
Todo cuanto hay odioso tiende sólo
A atarme á la existencia , y á una vida
Que me hace estremecer ante el aspecto
De la inmortalidad , y de un futuro
Semejante al pasado. No reposo.
Lo que pido no sé , ni lo que busco :
Sólo siento lo que eres y yo mismo
Soy : antes de morir , la voz quisiera
Oir que fué mi música otro tiempo.
¡Háblame! Te he llamado de la noche
En el silencio ; desperté á las aves,
356 POEMAS DRAMÁTICOS.

En las ramas inmóviles dormidas;


Los lobos desperté de las montañas,
Y enseñé á conocer á las cavernas
Tu nombre vanamente repetido.
Todos me respondieron ; respondían
Cosas mil, los espíritus , los hombres,
Y tú sólo quedabas silenciosa.
¡ Habíame , pues! Más tiempo yo he velado
Que las estrellas , y mirado al cielo,
Buscándote en el cielo vanamente.
¡Háblame! Errando fui sobre la tierra,
Y parecido á ti nunca vi nada.
¡ Háblame! En derredor estos demonios
Contempla : ellos de mí se compadecen;
No los temo , y por ti tan sólo siento.
¡Habla!...., aunque sea con furor; mas habla.
No importa qué...., mas que una vez te escuche
¡ Esto otra vez, otra vez más!
la sombra de astarté.
¡ Manfredo!
MANFREDO.
¡Habla !.... ¡habla! Que está toda mi vida
En ese acento.... ¡ Esa es tu voz!
SOMBRA.
¡ Manfredo!
Mañana tus desgracias terrenales
Acabarán. ¡ Adiós 1
MANFREDO.
Una palabra;
Una palabra más. ¿ Soy perdonado?
SOMBRA.

• Adiós!
MANFREDO.—ACTO II.

MANFREDO.
Di : ¿ nos veremos nuevamente?
SOMBRA.
i Adiós!
MANFREDO.
¡Oh , por piedad, una palabra !
Di que me amas.
SOMBRA.
¡ Manfredo!
(La Sombra desaparece.)
NEMESIS.
Ya ha partido;
Llamarla no es posible ; mas cumplidas
Sus palabras serán. Vuelve á la tierra.
UN ESPÍRITU.
Está convulso. Aquesto es ser humano,
É inquirir lo que el límite traspasa
De la mortalidad.
OTRO ESPÍRITU.
Vedle , no obstante,
Dominarse á sí propio , y su tormento
Hacer que dé tributo , sometido
A su gran voluntad. Si él de nosotros
Sido hubiera un espíritu , sería
Terrible.
NEMESIS.
¿Otra pregunta acaso tienes
Quehacer á nuestro grande Soberano,
Ó á sus adoradores mil?
MANFREDO.
Ninguna.
358 POEMAS DRAMÁTICOS.

NEMESIS.
Pues, entonces , adiós por algún tiempo.
MANFREDO.
¿Nos hemos de encontrar?¿Dónde? ¿En la tierra?
Como quieras. Por esta gracia tuya ,
Tu deudor ahora parto. ¡Yo os saludo!
(Sale Manfredo.)

FIN DEL ACTO SEGUNDO.


ACTO TERCERO.

ESCENA PRIMERA.

Un salón en el castillo de Manfredo.

MANFREDO.—HERMÁN.

MANFREDO.
¿Qiié hora es?
HERMÁN.
Una hora falta sólo
Para ponerse el sol, y nos promete
Hermosa tarde.
MANFREDO.
Di , ¿ todo dispuesto ,
Cual he mandado . está en la torre?
HERMÁN.
Todo
Ya está , señor ; aquí traigo la llave
Y el cofrecillo.
MANFREDO.
Bien ; marcharte puedes.
(Vase Hermán.)
36o POEMAS dramáticos.

MANFREDO. (Solo.)
Siento una dulce calma; inexplicable
Tranquilidad , ajena á la existencia
Que conocí hasta hoy. Si no supiese
Que la filosofía es , entre todas
Las vanidades nuestras, la más fútil,
La palabra más vana , con que siempre
Nuestro oído engañó la jerigonza
Del escolar, creyera ya el divino
Secreto de oro, el Kalon ' rebuscado,
Descubiertos y puestos en mi alma.
No durará; mas bueno es el haberle
Probado , aunque una vez ; mis pensamientos
<(Con un nuevo sentido ha dilatado.
Anotaré en mi libro de memorias
Que existe semejante sentimiento.
¿Quién está ahí?
HERMÁN. (Entrando.)
Señor , de San Mauricio
El Abad solicita saludaros.
(Entra el Abad.)
ABAD.
¡Contigo esté la paz , conde Manfredo!
MANFREDO.
Gracias , buen Padre : bien venido entre estas
Paredes , pues las honra y las bendice
Tu presencia , y también á los que habitan
Dentro de ellas.
ABAD.
¡ Oh , Conde , si así fuera!
• Palabra griega, que en el sentido recto es lo bello, y
el figurado lo bueno.
MANFREDO.—ACTO Ilt. 36 I

Mas yo quisiera hablar solo contigo.


MANFREDO.
Hermán , retírate. ¿ Qué es lo que quiere
Mi huésped venerable?
ABAD.
Sin preludio
Te lo diré. Mi edad , celo y oficio,
Mi buen intento , deben excusarme;
Nuestra inmediata aunque jamás amiga
Y cordial vecindad , de heraldo deben
Servirme aquí. Rumores muy extraños
De índole impía corren y circulan
A tu nombre asociados ; nombre ilustre
Por muchos siglos; pueda el que hoy le tiene
Sin mancha transmitirle.
MANFREDO.
Sigue : escucho.
ABAD.
Dícese que unión tienes con las cosas
Cuya pesquisa al hombre está vedada;
Que con los habitantes de las negra*s
Regiones , con los muchos condenados
Y malditos espíritus , que vagan
De la sombra de muerte por el valle,
Comunicas. Yo sé que con el mundo,
Y con los de tu especie , raras veces
Unes tus pensamientos; quesería
Tu soledad la de un anacoreta ,
Únicamente con que fuese santa.
MANFREDO.
¿Quiénes son los que afirman tales cosas?
362 POEMAS DRAMÁTICOS.

ABAD.
Mis piadosos hermanos , los labriegos ,
De espanto llenos , y también tus mismos
Vasallos , que con ojos recelosos
Te miran. En peligro está tu vida.
MANFREDO.

Tomadla.
ABAD.
Yo aquí vengo solamente
Para salvar, no á destruir ; en tu alma
Secreta entrar no puedo ; mas si ciertas
Son tales cosas, tiempo es todavía
De penitencia y compasión : por tanto ,
Reconciliarte debes con la santa
Iglesia , y por la Iglesia con el cielo.
MANFREDO.
Te oí, y esto respondo : lo que ahora
Soy, ó haya sido , entre los cielos debe
Y yo quedar. No elegiré un humano
Como mi intercesor : si contra vuestras
Órdenes yo pequé , prueba y castiga.
ABAD.
Hijo mío , yo no hablo de castigo,
Mas de perdón y penitencia ; tuya
Es la elección de estas dos cosas : nuestras
Instituciones , nuestra fe ferviente,
Me dieron el poder para el camino
Del pecado allanar hacia esperanzas
Más altas y mejores pensamientos:
El primero á los cielos le abandono.
«Es mía sólo la venganza», dijo
Así el Señor , y humilde el siervo suyo,
MANFREDO.—ACTO III. 363

Repite esta palabra formidable.


MANFREDO.
i Anciano ! Ni el poder de santos hombres,
Ni eficaz oración, ni forma alguna
De purificadora penitencia ,
Ni veladas , ni ayunos , ni agonías,
Ni aun el mucho mayor que todos estos
Tormento innato , que produce sólo
La desesperación grande y profunda
Que da un remordimiento ; aunque no exista
De los infiernos el temor, y basta
Para un infierno hacer del cielo , pueden
Exórcisar del infinito espíritu
El hondo sentimiento de sus propios
Delitos , de sus faltas y dolores,
De sí mismo vengarle , ni ninguna
Pena futura impone la justicia,
Que el que á sí propio se condena , impone
Al alma suya.
ABAD.
Bueno es todo esto,
Pues esto ha de pasar , y reemplazado
Será por esperanza favorable,
Que mirará con dulce confianza
AI bendito lugar , que alcanzar puede
Todo aquel que le busque, cualesquiera
Que fueren sus errores terrenales,
Si fueron expiados. El principio
De tal expiación , es la conciencia
De su necesidad. Habla , y al punto
Lo que la Iglesia nuestra enseñar puede ,
Piadosamente te será enseñado;
364 POEMAS DRAMÁTICOS.

Y todo aquello que absolver podemos,


Te será perdonado en el instante.
MANFREDO.
Cuando aquel sexto Emperador de Roma,
Cercano estaba á su postrer aliento ,
Víctima de una herida que á sí propio
Se causó , por librarse del suplicio
De una pública muerte, vil é impuesta
Por Senadores antes sus esclavos ,
Cierto obscuro soldado , con un resto
De leal compasión , la sangre quiso
Parar de su garganta con su manto
Servicial : el Romano , moribundo,
Le apartó , con imperio en su mirada
'Espirante , diciendo : —«Ya es muy tarde.
¿Esto es fidelidad?»
ABAD.
¿Y qué pretendes
Tú con esto decir?
MANFREDO.
Con el Romano
Respondo : «Ya es muy tarde».
ABAD.
No lo es nunca
Para avenirte con tu alma, y luego
El alma con el cielo. ¡Qué!.... ¿No esperas?
Es extraño ; hasta aquellos que de arriba
Desesperan , se forjan en el mundo
Algunas ilusiones , cañas leves ,
Que asen como los hombres que se ahogan.
MANFREDO.
¡ Ay , Padre ! Esas terrenas ilusiones
MANFREDO.—ACTO III. 365

Tuve en mi juventud , y el noble anhelo


De hacer que fuese mía de los otros
Hombres la voluntad , de las naciones
Mía la ilustración, y de elevarme
No sé hasta dónde , para luego acaso
Caer ; pero caer como la hirviente
Catarata, que luego que se lanza
De un salto al pie de su radiante altura,
Allí en el fondo, en su espumoso abismo
(Que vomita columnas nebulosas
Transformadas en nubes invertidas,
Moviendo en un reascendiente cielo)
Hundida yace , sí, mas poderosa.
Pero esto ya pasó ; mis pensamientos
Eran errores sólo.
ABAD.
¿Por qué?
MANFREDO.
Nunca
Pude humillar mi indómito carácter.
El que de gobernar tenga el anhelo,
Debe servir, rogar , adular , siempre
Vigilar y observar por todas partes:
Ser viviente mentira , quien pretenda
Ser poderoso entre los bajos seres
De que las masas son ; yo desdeñaba
Tenerme que mezclar con un rebaño,
Aun de lobos , y siendo su caudillo.
El león solo está, y así me encuentro.
ABAD.
¿Por qué no hacer como los otros hombres,
Y por qué no vivir cual ellos viven?
366 TOEMAS DRAMÁTICOS.

MANFREDO.
Porque mi ser era á la humana vida
Adverso , mas no cruel , pues sólo ansiaba
No hacer , sino encontrar un despoblado,
Como el caliginoso resoplido
Del Simón solitario , del desierto
Habitador que sopla sobre arenas
Estériles y secas , sin arbustos
Que pueda derribar, que del desierto
Juguetea frenético en las olas
Aridas y selvajes , y no busca
Si no le buscan , mas su encuentro sólo
Es mortal; así fué de mi existencia
El curso ; en mi camino encontré cosas
Que ya no están.
ABAD.
¡ Ay 1 A temer empiezo
Que para ti ha pasado toda ayuda ,
O mía , ó de mi oficio : sin embargo,
Tan joven todavía, yo quisiera....
MANFREDO.
¡Contémplame! Mortales de una especie
Hay en la tierra , que se vuelven viejos
Aun en la juventud , y de la vida
A la mitad, perecen sin la muerte
Violenta del soldado. Unos sucumben
Por el placer ; por el estudio algunos;
Otros por el trabajo consumidos;
Otros de mero hastío; otros enfermos ;
Otros dementes , y agostados otros
Por el dolor , enfermedad que mata
Muchos más que en el libro del Destino
MANFRED0.—ACTO HI. 3 67

Se numeran, tomando toda clase


De formas y llevando muchos nombres.
¡ Contémplame!; pues todas esas cosas
Las he probado yo ; de todas ellas
Una fuera bastante ; por lo tanto,
Que sea lo que soy no te sorprenda,
Sino que haya vivido ó que , viviendo,
Aún respire en la tierra.
ABAD.
Sin embargo,
Óyeme.
MANFREDO.
¡Anciano! Yo respeto tu orden,
Y tus años venero ; me parece
Piadosa tu intención; pero es en vano.
Descortés no me juzgues ; mas quisiera
Evitar, más por ti que por mí mismo,
Todo ulterior coloquio en este instante:
Por tanto , adiós. (Sale Manfrcdo.)
ABAD.
Hubiera sido este
Muy noble criatura : tiene toda
La energía capaz de haber formado
Un hermoso conjunto de grandiosos
Elementos , con tal de que estuviesen
Con acierto mezclados ; mas ahora
Es un horrible caos : luz , tinieblas,
Espíritu y arcilla , con pasiones
Y pensamientos puros confundidos,
Sin orden y sin término luchando,
Ora dormidos, ora destructores.
Sucumbirá ; mas ser así no debe:
368 POEMAS DRAMÁTICOS.

De nuevo probaré , pues seres tales


De redención son dignos , y mi cargo
Hs arrostrar , sufrir todas las cosas
Por un piadoso fin. He de seguirle,
Mas cauteloso, al par que con firmeza.
(Sale el Abad.)

ESCENA II.
Otra habitación.
MANFREDO.—HERMÁN.

HERMÁN.
Señor, me disteis orden que viniera
Á la puesta del sol á preveniros;
Detrás de la montaña ya se oculta.
MANFREDO.
¿Es como dices? Voy á contemplarle.
(Manfredo se adelanta hacia la ventana del salón.)
¡ Astro deslumbrador! ídolo hermoso
De la naturaleza primitiva,
De aquella joven vigorosa raza
De hombres robustos, los gigantes, hijos
De los abrazos de ángeles y un sexo
Aún más hermoso que ellos y que hiciera
Bajar á los espíritus errantes
Que á la altura jamás volver pudieron '.
' Viendo los hijos de Dios las hijas de los hombres que eran
hermosas, tomáronse mujeres , las que escogieron entre todas.

Habia gigantes sobre la tierra en aquellos días, porque des¬


pués que los hijos de Dios entraron á las hijas de los hombres,
y ellas tuvieron hijos, éstos son los poderosos desde la anti¬
güedad varones de fama.
(Génesis , cap. vi, vers. 2 y 4.)
\

MANFREDO.—ACTO XII. 3 69

¡ Astro glorioso , que adorado fuiste,


Sin haberse el misterio revelado
De tu creación! ¡ Tú , anunciador primero
Del Todopoderoso , que alegrabas
Sobre las altas cumbres de sus montes
El corazón de los pastores tiernos
De Caldea , que al cabo prorrumpían
En oración I ¡ Dios material! ¡ Imagen
Que representa al Ser desconocido
Que te ha elegido para sombra suya!
¡ Estrella soberana ! ¡ De mil astros
Centro , que nuestra tierra soportable
Haces , y los matices vivificas,
Y el corazón de cuanto gira y vive
Dentro á tus rayos ! ¡ Dueño de las varias
Estaciones! ¡ Monarca de los climas,
Y los que en ellos moran; pues, ya cerca
Ó ya lejos, el tinte de tus rayos
Tiñe nuestros espíritus, lo mismo
Que el exterior aspecto : te levantas,
Resplandeces y ocultas circundado
De tu propia eternal magnificencia.
¡Adiós, adiós! No te veré ya nunca.
Como fué tuya mi primer mirada
De amor y admiración , ahora recibe
La postrer. No alumbraste ser alguno,
A quien fueran los dones de la vida
Y el calor de una especie más odiosa
Y más fatal. ¡Despareció! Marchemos. (Sale.)

- xlv - 24
370 POEMAS DRAMATICOS.

ESCENA III.

Las Montañas.—El castillo de Manfredo á alguna distancia.—Un


terrado delante de una torre.—Anochece.

HERMÁN, MANUEL y otros criados de Manfredo.

HERMÁN.
¡Es muy extraño! Noche tras de noche,
Durante muchos años , ha seguido
Sus veladas en esa torre misma,
Sin testigo. Yo he estado dentro, y todos
También hemos entrado varias veces;
Mas de su contenido fue imposible
Sacar la consecuencia de la clase
Á que su estudio tiende. Para verse
Seguro , existe un cuarto do ninguno
Entra : diera mi paga de tres años
Por poder penetrar estos misterios.
MANUEL.
Sería peligroso , y así, sólo
Bástete con saber lo que ya sabes.
HERMÁN.
j Manuel, tú eres mayor , eres discreto,
Y pudieras contarnos muchas cosas!
Viviste en el castillo...., ¿cuántos años?
MANUEL.
Ya del conde Manfredo al nacimiento,
A su padre servía, el cual en nada
Á éste se asemejaba.
HERMÁN.
En igual caso
Hay muchos hijos ; pero , di, ¿en qué cosa
MANFREDO.—ACTO XII. 37i

Tanto se diferencian?
MANUEL.
No hablo nada
De la forma y facciones ; solamente
Os hablo del carácter y costumbres.
El conde Segismu ndo era orgulloso,
Pero franco y alegre ; era un soldado,
Y un amigo de fiestas ; no vivía
Solitario entre libros ; de la noche
No hizo velada lúgubre ; al contrario,
Un rato de placer , mejor que el día.
No andaba por las breñas y los bosques
A un lobo semejante , ni evitaba
Los hombres ni sus goces.
HERMÁN.
1 Voto á Sanes 1....
¡Y qué alegres aquellos tiempos eran!
¡ Ojalá que de nuevo visitaran
Estos antiguos techos , que parece
Que ya los olvidaron !
MANUEL.
Estos techos,
De amo cambiar primero deberían.
¡Oh ! Yo vi en ellos muy extrañas cosas,
Hermán.
HERMÁN.
Vamos; pues sé buen camarada;
Para pasar el rato cuenta alguna.
De un suceso que en esta misma torre
Hubo , con gran misterio hablar te he oído.
MANUEL.
Fué una noche, en verdad, ¡bien la recuerdo
372 POEMAS DRAMÁTICOS.

Era un anochecer , cual el de ahora,


Y en otra tarde igual; la nube aquella
Rojiza , que descansa en la alta cumbre
De Eigher , también entonces descansaba,
Tan igual, que parece ser la misma.
A ráfagas y débil era el viento,
Y la nieve en los montes comenzaba
A relumbrar con la ascendente luna.
Dentro el conde Manfredo de su torre,
Hallábase cual hoy , en qué ocúpado
No lo sabemos ; mas con él estaba,
De las veladas suyas y excursiones
La única compañera , que de todos
Los objetos que existen terrenales,
Es el que solo amó , según parece,
Como en verdad la sangre le obligaba.
La señora Astarté, su....
HERMAN.
¡Chist! ¿Qjiién viene?
(Entra el Abad.)
ABAD.
¿Dó está vuestro señor?
HERMÁN.
Allá en la torre.
ABAD.
Tengo que hablar con él.
MANUEL.
Es imposible;
Está en lo más privado , y nadie puede
Introducido ser.
ABAD.
Sobre mí tomo
MANFREDO.—ACTO III. 373

La culpa de mi falta , si esto es falta;


Mas necesito verle.
HERMÁN.
Le habéis visto
Esta tarde otra vez.
ABAD.
Hermán , te mando
Que llames, y que anuncies mi llegada
Al Conde.
HERMÁN.
Es que ninguno de nosotros
Se atreve.
ABAD.
Pues seré yo mismo entonces
Quien mi designio anuncie.
MANUEL.
Deteneos:
Meditadlo, buen Padre ; os lo suplico.
ABAD.
¿Por qué?
MANUEL.
Seguidme , pues , por esta senda ,
Y más allá yo os lo diré en seguida, (léanse.)

ESCENA IV.

Interior de la torre.

MANFREDO, solo.

Salieron las estrellas , y la luna


Brilla sobre las cumbres relucientes
^ 74 POEMAS DRAMÁTICOS.

De los nevados montes. ¡ Cuán hermoso !


Con la naturaleza me extasío,
Y el rostro de la noche me fué siempre
Más familiar que el mismo de los hombres.
Y en su estrellada sombra , de tranquila,
De solitaria y plácida hermosura,
He aprendido el lenguaje de otro mundo.
Me acuerdo, siendo joven, que, vagando
Errante , cierta noche parecida ,
Encontrábame dentro del recinto
Del ancho Coliseo , meditando
Entre los más espléndidos despojos
De la sin par y omnipotente Roma.
Los árboles, brotando entre los arcos
«Destruidos , obscuros se mecían
Sobre el azul sereno de la noche;
Las estrellas brillaban de la ruina
Entre las aberturas; á lo lejos,
De los despiertos perros los ladridos
Aún más allá del Tíber resonaban,
Y más de cerca el grito prolongado
De la lechuza lúgubre salía
Del palacio de César , y alternadas
Las voces de distantes centinelas,
En el viento naciendo y espirando.
Varios cipreses más allá de aquellas
Brechas , obra del tiempo , parecían
Bordar el horizonte , aunque se hallaban
A tiro de ballesta. Do habitaron
Los Césares, las aves de la noche
Desacordes habitan , y entre espesa
Arboleda que brota por murallas
MANFREDO.—ACTO III. $75

Derruidas, y enlaza sus raíces


Con los hogares imperiales , ahora
Usurpa el sitio del laurel la hiedra;
¡ Mas de los gladiadores el sangriento
Circo aún está de pie , noble despojo
En ruinosa perfección! Y, en tanto,
De César los grandiosos aposentos,
Los salones de Augusto, en ignorado
Montón yacen humildes por la tierra.
Y tú resplandecías , luna errante ,
Sobre el conjunto aquel , vertiendo dulce
Profusa claridad , que hacía suave
La ruda austeridad de toda aquella
Aspera destrucción , y restaurabas
Como nuevas las brechas de los siglos;
A lo hermoso dejando su hermosura ,
Embelleciendo lo que no era bello,
Y hasta el lugar aquel santificando.
¡ Una secreta adoración henchía
El corazón hacia los grandes hombres
De la pasada edad ; hacia los muertos.
Pero regios Monarcas , que gobiernan
Aún desde sus sepulcros nuestras almas!
¡ Era una noche igual! Y es muy extraño
Que la recuerde en este mismo instante;
Mas vi que nuestros raudos pensamientos,
Su vuelo más frenéticos emprenden
En el mismo momento en que debieran
En orden reposar meditabundos.
(Entra el Abad.)
ABAD.
Bondadoso señor , de nuevo imploro
376 POEMAS DRAMÁTICOS.

Gracia por mi venida; no te ofenda


Por su tenacidad mi humilde celo.
Cuanto tiene de malo , en mí recaiga;
Mas puedan sus efectos saludables
Tu mente iluminar. Así pudiera
Decir tu corazón: si yo lograse
Moverle con palabras ú oraciones,
Un espíritu noble salvaría,
Extraviado , pero no perdido
Completamente aún.
MANFREDO.
No me conoces.
Los días de mi vida están contados,
Y examinados ya los actos míos.
" Retírate de aquí, pues peligroso
Te puede ser. ¡ Aparta I
ABAD.
¿No pretendes '
Amenazarme?
MANFREDO.
No ; sólo te digo
Que hay peligro , y quisiera preservarte.
ABAD.
¿Qyé intentas?
MANFREDO.
¡ Mira allí! ¿Qué ves? Di.
ABAD.
Nada.
MANFREDO.
Mira allí , te repito, con fijeza
Y con resolución. ¿Qué ves ahora?
MANFREDO.—ACTO Hí. 377

ABAD.
Un ser que debería estremecerme;
Mas no le temo. Miro una sombría
Y terrible figura levantarse
De la tierra : infernal deidad parece ;
Su rostro está cubierto con un manto;
Visten su cuerpo borrascosas nubes;
De pie está entre los dos ; mas no le temo.
MANFREDO.
Tú no tienes razón para temerle,
Pues no te dañará ; mas su presencia
Puede paralizar tus viejos miembros.
Yo te lo ruego : ¡ vete!
ABAD.
Y yo respondo:
Nunca , hasta haber luchado con aqueste
Demonio. ¿Qué hace aquí?
MANFREDO.
¡ Verdad! ¿ Qué hace?
Yo no mandé por él ; él solo vino.
ABAD.
¡Ay , perdido mortal! ¿Qué es lo que tienes
Con huéspedes así ? Por tu fin tiemblo.
¿Por qué te mira así , y así le miras?
¡ Ah! Descubre su rostro , y en su frente
La cicatriz del rayo está grabada,
Y en su mirada lúgubre se ostenta
Toda la eternidad de los infiernos.
¡ Aparta!
MANFREDO.
Di , ¿qué buscas?
378 POEMAS DRAMATICOS.

ESPÍRITU.
¡ Ven!
ABAD.
¿Quién eres,
Desconocido ser? ¡Habla!.... ¡ Responde!
ESPÍRITU.
De este mortal el genio. ¡Ven!.... Ya es hora.
MANFREDO.
Para todo me encuentro preparado;
Pero el poder rechazo que me llama.
¿ Quién te ha enviado aquí?
ESPÍRITU.
Lo sabrás luego.
¡Ven! ¡ven!
MANFREDO.
Yo he sometido muchos seres
De una esencia más grande que la tuya,
Y con tus mismos dueños he luchado.
¡ Márchate , pues !
ESPÍRITU.
¡ Mortal, llegó tu hora !
¡ Adelante, te digo!
MANFREDO.
Sé y sabía
Que ha llegado mi hora ; pero nunca
A seres como tú daré mi alma.
¡Fuera! Yo moriré cual viví, solo.
ESPÍRITU.
Entonces , llamar debo á mis hermanos.
¡ Salid ! (Aparecen otros espíritus.)
ABAD.
¡ Atrás , malditos! ¡ Atrás, digo!
MANFREDO.—ACTO lít. 379

Vosotros no tenéis poder ninguno


Donde la devoción el suyo ejerce,
Y yo os ordeno por el nombre....
espíritu.
¡ Anciano 1
Nos conocemos á nosotros mismos,
Nuestra misión , tu oficio; inútilmente
Tus sagradas palabras no prodigues;
Fuera en vano ; perdido está ese hombre;
Segunda vez le mando. ¡Fuera! ¡fuera!
MANFREDO.
Os desafío á todos : aunque siento
Que el alma me abandona , sin embargo,
Os desafío á todos : de este sitio
No partiré mientras tuviere aliento
Terrenal con el cual pueda expresaros
Mi desprecio , y con fuerzas terrenales
Luchar aun con espíritus potentes.
Cuanto de mí toméis , será arrancado
Pedazo por pedazo.
ESPÍRITU.
¡ Despreciable
Mortal! ¿Este es el Mágico que pudo
Al mundo penetrar de lo invisible,
Y un igual á los nuestros casi hacerse?
¿Es posible que tengas á la vida
Tanto amor? ¡ A la vida , que te hace
Infeliz!
MANFREDO.
¡ Impostor demonio , mientes!
En su hora postrera está mi vida,
Lo sé ; ni un solo instante de esta hora
38o POEMAS DRAMÁTICOS.

Qyisiera rescatar : yo no combato


Con la muerte ; es contigo y todos esos
Ángeles que ahora mismo te rodean.
Mi poder anterior no fué pactado
Con los tuyos ; que fué sólo adquirido
Con ciencia superior , austeridades,
Osadía , y á fuerza de desvelos,
Poder de inteligencia , con profunda
Destreza en el saber de nuestros padres,
Allá cuando la tierra mano á mano
Vió caminar los genios y los hombres,
Sin la supremacía concederos.
¡ En mi fuerza me apoyo ; os desafío,
Os reniego , os desprecio y os rechazo!
espíritu.
Pero tus muchos crímenes te han hecho....
manfredo.
¿Qué le importan mis crímenes á seres
Cual tú? ¿Con otros crímenes el crimen,
Y por otros mayores criminales,
Se debe castigar? ¡Vuelve á tu infierno!
Que sobre mí poder ninguno tienes ,
Lo siento ; que jamás he de ser tuyo,
Esto lo sé : lo que hice, ya está hecho.
Un tormento interior llevo en mí mismo,
Que no puede aumentar nada en el tuyo.
El inmortal espíritu da el pago
A sus buenos ó malos pensamientos ;
Es el origen de sus propios males
Y de su propio fin; él es su espacio
Y su tiempo á la vez : su innata esencia ,
Al desprenderse de los lazos torpes
MANFREDO.—ACTO XII. 381

De esta mortalidad, color ninguno


De las cosas efímeras conserva ;
Mas se absorbe en la pena ó la alegría,
Hijas de la conciencia luminosa
Que de sus propios méritos adquiere.
Ni me tentaste, ni podrás tentarme;
Ni tu juguete fui, ni soy tu presa....
Yo fui mi propio destructor ; yo mismo
Mi futuro he de ser: ¡ atrás, demonios
Burlados! Ya la mano de la muerte
Se extiende sobre mí; mas no la vuestra.
(Los demonios desaparecen.)
ABAD.
¡ Oh , cuán pálido estás! Descoloridos
Están tus labios y agitado el pecho;
En tu garganta los acentos mueren.
Hacia el cielo dirige tus plegarias;
Ruega , aunque sólo sea con la mente;
Mas no mueras así.
MANFREDO.
Se acabó todo.
Mis anublados ojos ya no pueden
En ti fijarse; á mi alredor oscilan
Ya todos los objetos, y la tierra
Parece vacilar bajo mi planta.
Adiós ; dame tu mano.
ABAD.
j Fría.... fría!....
Frío también el corazón.... ¡Pronuncia
Una sola oración! ¿Qué es lo que sientes?
¡Ay!
382 POEMAS DRAMÁTICOS.

MANFREDO.
¡Anciano! Morir no es tan difícil.
(Muere.)
ABAD.
Partió.... Su alma tendió su etéreo vuelo....
¿Dónde?Tiemblo al pensar....; pero ha partido.

FIN DEL ACTO TERCERO Y ULTIMO.


Carta del Sr. Alcalá GalianoalSr. Menéndezy Pelayo. v»
Contestación del Sr. Menéndez y Pelayo. xv
Caín, misterio. t
Sardanápalo, tragedia. ,, y
Manfredo, poema dramático. 307

<
ERRATAS

52. línea 12, dice Hades, y debe decir Hades.


1S1, verso 15 suelo vuelo.
338, verso 4 revuelven revuelan.
338, verso 6 rodeando rodando.
Este libi o se acabó de imprimir
en Madrid, en casa de
Antonio Pére\ Dubrull,
el 27 de Noviembre
del año de
1886
COLECCIÓN

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rentes precios.
(.Lospedidos d la libreria de Murillo, calle de Alcalá, 7.)

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