Poemas Dramaticos - Lord Byron
Poemas Dramaticos - Lord Byron
Poemas Dramaticos - Lord Byron
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IMH
ALCALÁ GALIANO
POEMAS DRAMÁTICOS
DE LORD BYRON
•SARDANÁPALO. —MANPREDU.
MADRID'
imprÍnt.
nüm. 22.
COLECCIÓN
ESCRITORES CASTELLANOS
DRAMÁTICOS
- xlv -
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POEMAS DRAMATICOS
DH
lord byron
TIRADAS ESPECIALES
I
Sr. D. Marcelino Menéndez y Pela yo.
«Speak to me :
For I have call’d on thee in the stil! night,
Startled the slumbering birds from the hush’d boughs ,
And woke the mountain wolves , and made the caves
Acquainted with thy vainly echo’d ñame ,
Wich answer’d me — many things answered me —
Spirits and men—but thou wert silent all.
Yet speak to me ! I have outwatch'd the stars ,
And gazed o’er heaven in vain in search of thee.
Speak to me ! I have wander’d o’er the earth
And never found thy likeness. — Speak to me....»
«¡ Speak to me 1
Look on the fiends around— they feel (or me;
Hombres.. . Adán.
Caín.
Abel.
Espíritus.. . Ángel del Señor.
Lucifer.
Mujeres... . Eva.
Adah.
ZlLLAH.
acto primero.
ESCENA PRIMERA.
ADÁN.
¡ Dios Eterno! ¡ Infinito! ¡ Omnisapiente!
Que de entre las tinieblas del abismo
Derramaste la luz sobre las aguas
Con sólo una palabra : ¡Salve! ¡Salve!
Al renacer la luz, ¡Jehová potente!
EVA.
¡ Dios, que evocaste el día, separando
d.a radiante mañana de la noche,
Nunca hasta aquel instante divididas;
Que apartaste las olas de las olas,
Y que de firmamento diste el nombre
A parte de tus obras: ¡Salve! ¡Salve!
ABEL.
¡ Dios, que hiciste brotar los elementos,
Tierra, mar, aire, fuego...., y con la noche
Y el día, y con los mundos á que alumbran
POEMAS DRAMÁTICOS.
ABEL.
i Amén!
ADÁN.
Y tú, tú, mi primer nacido,
¿Gallado permaneces todavía ?
CAÍN.
Es mejor que esté así.
ADÁN.
¿Por qué?
CAÍN.
No tengo
Yo nada que pedir.
ADÁN.
¿Tampoco nada
Por que las gracias dar humildemente?
CAÍN.
No.
ADÁN.
¿No vives?
CAÍN.
Y qué, ¿morir no debo?
EVA.
¡Ay! El fruto del árbol prohibido
Empieza ya á caer.
ADÁN.
Y recogerle
Debemos otra vez. ¡Dios! ¿Por qué el árbol
Plantaste del Saber ?
CAÍN.
¿Por qué vosotros
No cogisteis del árbol de la Vida?
Desafiarle entonces arrogantes
. POEMAS DRAMÁTICOS.
Podríais.
EVA.
No blasfemes, hijo mío.
Son las de la serpiente esas palabras.
CAÍN
¿Por qué no? Verdad dijo la serpiente:
Había el árbol de la Ciencia, el árbol
De la Vida: la ciencia es buena, y buena
Es la vida también; y ¿cómo entrambas
Un mal ser pueden?
EVA.
Hablas, hijo mío,
Como yo hablé, cayendo en el pecado
Antes de nacer tú; que no contemple
Mi miseria en la tuya renovada.
Me arrepentí. No mire al hijo mío
Fuera del Paraíso, dar en lazos
Que dentro de él perdieron á sus padres.
Con lo que es te contenta. Si nosotros
De esta manera hubiésemos obrado,
¡ Hoy contento estarías, hijo mío!
ADÁN.
Nuestras plegarias terminadas, pronto
Marchemos cada cual á su tarea,
Necesaria, no dura : el suelo es joven,
Y benigno sus frutos nos prodiga
Con fáciles labores.
EVA.
Hijo mío,
Caín, mira á tu padre resignado
Y satisfecho: imítale, (yanse Adán y Eva.)
CAÍN.—ACTO I. 7
ZILLAH.
¿No quieres
Resignarte también , hermano mío?
ABEL.
¿Por qué agobia tu frente esa profunda
Tristeza inútil, que tan sólo sirve
Para excitar las iras del Eterno?
ADAH.
Mi querido Caín, ¿ también me miras
Con torva faz?
CAÍN.
¡No, Adah, nol Mas solo
Me quisiera quedar un breve rato.
Angustiado me siento; pronto pasa.
Abel, precédeme : pronto te sigo.
Y vosotras también , hermanas mías,
No os detengáis por mí; vuestra dulzura
No merece pagarse con dureza;
Muy pronto os seguiré.
Si no, á buscarte
Aquí vendré.
ABEL.
La paz de Dios , hermano,
Quédese con tu espíritu.
(Vánse Abel, Zillah y Adab.)
CAÍN. (Solo.)
¡Y es esta
La Vida!.... ¡Trabajar!.... ¿Y por qué debo
Yo trabajar?.... ¿Porque á tomar mi padre
Su puesto en el Edén no se atreviera?
¿Qpé culpa tuve yo? Yo era innacido.
? POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
¿Parte inmortal?.... ¿Cuál? Esto
No nos fué revelado ; de mi padre
La necedad , del árbol de la Vida
Nos privó, mientras luego el de la Ciencia ,
Por la fatal premura de mi madre,
Cogido fué muy pronto ; y dió tan sólo
El doloroso fruto de la muerte.
LUCIFER.
Te han engañado ; vivirás.
CAÍN.
Sí, vivo,
Mas es para morir ; vivo, y viviendo ,
No miro nada que á mis ojos haga
La muerte odiosa, salvo aquel innato
Apego; un degradante, aunque invencible
Instinto de la vida, que aborrezco
Tanto cual me desprecio , y que , no obstante,
No puedo dominarle. Y así vivo....
¡Ojalá nunca, nunca yo viviera!
LUCIFER.
¡ Vives y vivirás eternamente!
No pienses que la tierra, tu envoltura
Exterior, constituye la existencia;
Ésta se ha de acabar, y , sin embargo ,
No menos que eres hoy , serás.
CAÍN.
¡ No menos!
¿Y por qué no ser más?
LUCIFER.
Serás, acaso,
Cual nosotros.
CAÍN.—ACTO I.
CAÍN.
¿Qué sois?
LUCIFER.
Eternos somos.
CAÍN.
¿Sois felices?
LUCIFER.
Potentes.
CAÍN.
¿Sois felices?
LUCIFER.
No: ¿lo eres tú?
CAÍN.
¿Cómo he de serlo? ¡Mira!..
LUCIFER.
¡Pobre arcilla!.... ¡Y te juzgas desdichado!
¡Tú!
CAÍN.
Sí, lo soy: y tú, dime, ¿quién eres
Con todo tu poder ?
LUCIFER.
Uno, que quiso
Ser el que te ha formado, y no te habría
Hecho lo que eres.
CAÍN.
¡ Ah! Casi pareces
Un dios; y....
LUCIFER.
No lo soy : ya que no pude
Lograr el serlo, nada ser quisiera
Sino el mismo que soy. Venció; ¡que reine !
12 POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
¿Quién?
LUCIFER.
De tu padre y de la tierra toda
El Autor.
CAÍN.
Y del cielo y cuanto se halla
Dentro del cielo. Tal sus serafines
Lo cantan , y lo dice así mi padre.
LUCIFER.
Dicen.... lo que decir y cantar deben
Bajo pena de ser aquello mismo
Que somos, yo entre espíritus alados,
Y entre los hombres tú.
CAÍN.
¿Qué es lo que somos?
LUCIFER.
¡Almas que á usar se atreven animosas
De su inmortalidad; almas que, audaces,
Afrontan del tirano omnipotente
La sempiterna faz , y osan decirle
Que su mal no es un bien! Si lo hizo todo,
Como nos dice...., cosa ciertamente
Que ni sé, ni la creo.... Mas si, acaso,
Fué verdad que nos hizo...., deshacernos
No podrá nunca : ¡somos inmortales!
¡ Ah ! Mas nos hizo así para á su antojo
Poder atormentarnos : mas ¡qué importal
Es grande.... y, sin embargo, en su grandeza
No es más feliz que en nuestra propia lucha
Somos nosotros! La Bondad no habría
Creado el mal; ¿y qué otra cosa él hizo?
CAÍN. —ACTO I. ;3
LUCIFER.
Yo no tiento
Sino con la verdad : ¿no era aquel árbol
El árbol del saber? Qué, ¿todavía
No daba el árbol de la Vida fruto?
¿Mandé yo no plantarlos? ¿Yo, vedadas
Cosas planté al alcance de inocentes
Seres á quienes su inocencia misma
Debía hacer curiosos? Yo, al crearos,
Os hubiera hecho dioses; y hasta El mismo
Que os arrojó, fué sólo porque, audaces,
«No comieseis los frutos de la vida,
Y dioses os tornáseis cual nosotros» :
¿No fueron estas mismas sus palabras?
CAÍN.
Esas fueron, según oí á los mismos
Que las oyeron con el trueno.
LUCIFER.
Entonces
El demonio, ¿cuál era? ¿El que dejaros
Vivir no quiso, ó bien el que por siempre
Os hiciera vivir en la alegría
Y el poder de la ciencia?
CAÍN.
¡ Que no hubieran
Cogido entrambos frutos ó ninguno!
LUCIFER.
El uno es vuestro ya, y el otro puede
Aún serlo.
CAÍN.
¿Cómo?
i6 POEMAS DRAMÁTICOS.
LUCIFER.
Lo que sois mostrando
Por vuestra rebeldía. Nada logra
Extinguir el espíritu, si quiere
El espíritu ser lo que es, y el centro
De cuanto le circunda.... Soberano,
Nació para imperar.
CAÍN.
¿Pero tú fuiste
El tentador que fascinó á mis padres?
LUCIFER.
¿Yo? ¡pobre barro 1 ¿Para qué ni cómo
Había de tentarlos?
CAÍN.
Dicen ellos
Que un espíritu había en la serpiente.
LUCIFER.
¿Quién dice tal?Escrito no está arriba.
El Soberbio no habrá mentido tanto,
Aunque del hombre los temores grandes
Y su mezquina vanidad achacan
Á la espiritual naturaleza
Su propia y vil caída. La serpiente
Era serpiente__ nada más; empero
No inferior á los mismos á que supo
Tentar , siendo , cual ellos, frágil tierra;
Y superior por su saber á ellos,
Puesto que al fin logró sobrepujarlos
Y previo que el saber, fatal sería
Para sus breves dichas. ¿Te figuras
Que habría yo de revestir la forma
De las cosas que mueren?
CAÍN.—ACTO 1.
CAÍN.
Mas aquella,
¿No albergaba en sus formas un demonio?
LUCIFER.
Uno supo evocar dentro de aquellos
A que habló con su lengua bifurcada.
Te lo repito: la serpiente sólo
Era mera serpiente: si lo dudas,
Pregúntalo á los ángeles guardianes
Del árbol tentador. Cuando el torrente
De edades mil y mil haya rodado
Sobre tus muertas frágiles cenizas
Y las de tu progenie, la progenie
Que por entonces poblará aquel mundo,
Podrá tornar en fábula el relato
De su primera falta, y una forma
Me habra de atribuir, que yo desprecio,
Como desprecio á todo el que se inclina
Ante Aquel que formó todas las cosas
Para que se dobleguen ante aquella
Su eternidad sombría y solitaria;
Mas nosotros que vemos claramente
La luz de la verdad, hablar debemos.
Tus locos padres á una abyecta cosa
Dieron oídos, y cayeron. Dime,
¿Para qué los espíritus habían
De tentarlos? ¿Qué había en los angostos
Lindes del Paraíso, que anhelaran
Los espíritus, ellos que atraviesan
La inmensidad ? Pero te digo cosas
Qúe de tu ciencia con el árbol todo
Ignoras.
- xlv - 2
í8 POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
Mas hablarme tú no puedes
. De ciencia alguna, de la cual no sea
Capaz de comprender, ó esté sediento
De comprender, ó lleve un poderoso
Espíritu capaz de comprenderla.
LUCIFER.
¿Y corazón, también, para mirarla?
CAÍN.
Probemos.
LUCIFER.
¿Osas contemplar la muerte?
CAÍN.
Por aquí no se ha visto todavía.
LUCIFER.
Pues la debéis sufrir.
CAÍN.
Mi padre dice
Que es algo pavoroso; si la nombran ,
Llora mi madre; Abel alza sus ojos
Al firmamento ; Zillah clava triste
Los suyos en la tierra, murmurando
Una plegaria, y Adah me contempla,
Mas sin hablar.
LUCIFER.
¿Y tú?
CAÍN.
Yo.... pensamientos
Indecibles agólpanse y abrasan
Mi corazón al escuchar el nombre
De esa muerte terrible, omnipotente,
Y que es al parecer inevitable.
CAÍN.—ACTO 1. 59
1 Ah! ¿No podría yo luchar con ella?
Siendo niño, jugando , yo luchaba
Con el fiero león, hasta que huía
Con rugidos, sintiendo las presiones
De mis brazos.
LUCIFER.
No tiene forma alguna;
Mas ella absorberá todas las cosas
Que forma tengan de terrenos seres.
CAÍN.
¡ Ah! Yo un ser la juzgaba : ¿quién podría
A los seres causarles otros males
Sino otro ser?
LUCIFER.
Al Destructor pregunta.
CAÍN.
i A quién?
LUCIFER.
O al Hacedor.... Tú dale el nombre
Que quieras darle; pero si hace, sólo
\ Es para de igual modo destruirlo.
CAÍN.
| Lo ignoraba; mas he pensado en ello
| Desde que hablar he oído de la muerte:
I Aunque ignoro lo que es , parece horrible.
| Yo penetré, buscándola, en la vasta
8 Desolación de la callada noche;
| Y cuando entre la sombra de los muros
h Del Edén, vi fantasmas gigantescos
Huir de las espadas fulgurantes
De los querubes, observé afanoso,
Pensando que era aquello su llegada ,
20 POEMAS DRAMÁTICOS.
LUCIFER.
Rampante,vil deseo ,
Peor que el de tu padre; él anhelaba
Saber.
CAÍN.
Mas no vivir, ó si quería
Vivir, ¿por qué razón no probó el árbol
De la Vida?
LUCIFER.
Le estaba prohibido.
CAÍN.
¡ Mortal error!...., el no coger primero
El fruto aquel: mas antes que probase
La Ciencia, él ignoraba que hay la muerte.
I Ay 1 Apenas conozco en qué consiste,
Y la temo—, y no sé qué es lo que temo.
LUCIFER.
Yo que todo lo sé, no temo nada:
Mira lo que es la verdadera ciencia.
CAÍN.
¿Y no querrías enseñarme todo?
lucifer .
Sí, mas con una condición.
CAÍN.
Al punto
Dímela.
lucifer.
Oye te postres y me adores
Por tu señor.
CAÍN.
Mas el Señor que adoran
Mis padres no eres tú.
22 POEMAS DRAMÁTICOS.
LUCIFER.
No.
. CAÍN.
¿Su igual eres?
LUCIFER.
No lo soy.... De común no tengo nada
Con él, ni lo quisiera ser tampoco.
Yo sería más alto que él...., más bajo,
Todo, menos partícipe ó cobarde
Siervo de su poder. Aparte vivo,
Pero soy grande.—Muchos ya me adoran ;
Otros me adorarán.—Sé tú el primero.
CAÍN.
Si de mi padre al Dios no me he humillado
Jamás, aunque mi hermano muchas veces
Me implora que comparta el sacrificio....
¿Me postraré ante ti?
LUCIFER.
¿ No te has postrado
Delante de él jamás?
CAÍN.
¿No te lo dije?
¿Es, acaso, preciso que lo diga?
¡Qué!.... ¿no puede tu ciencia poderosa
Hacértelo saber?
LUCIFER.
Quien no se humilla
Ante él, es que ante mí ya está humillado.
CAÍN.
Yo ante nadie jamás he de humillarme.
LUCIFER.
No pienses que con ello de ser dejas
CAÍN.—ACTO I. 23
LUCIFER. 1
[Qiié! ¿vacilas?
CAÍN.
Es mi hermana , nacida el día mismo
Que yo, del mismo vientre ; me ha arrancado
Llorando, tal promesa ; y yo, primero
Que mirarla llorar , pienso que á todo
Me humillara y á todo adoraría.
LUCIFER.
Sígueme.
CAÍN.
Voy. (Entra Adah.)
ADAH.
Hermano, por ti vengo ;
Ya de nuestro descanso y regocijo
Es hora ; ven; sin ti, menor sería.
No hiciste tu labor esta mañana,
Mas tus tareas hice ; ya maduros
Están los dulces frutos, y brillantes
Como la misma luz que los sazona.
Sígueme, pues.
CAÍN.
¿No ves?
ADAH.
Un ángel veo ;
Ya vimos muchos ; ¿la hora del descanso
Compartirá, sin duda, con nosotros?
Bien venido.
CAÍN.
Mas éste no es lo mismo
Que los otros que vimos.
CAÍN.—ACTO X. 25
ADAH,
¿Pues entonces
Hay otros?.... Pero bien venido sea,
Cual lo fueron también cuantos vinieron,
Y ser huéspedes nuestros se dignaron.
¿Lo será también él?
CAÍN. (A Lucifer.)
¿Lo serás?
LUCIFER.
Mío,
Yo soy quien te suplico que lo seas.
CAÍN.
Le tengo que seguir.
ADAH.
¿Y abandonarnos?
CAÍN,
Sí.
ADAH.
¡Qué! ¿también á itú?
CAÍN.
¡ Adah querida!
ADAH.
Contigo voy.
LUCIFER.
No puede ser.
ADAH.
¿Quién eres
Tú, que entre pecho y pecho te interpones?
CAÍN.
Este es un dios.
ADAH.
¿Cómo lo sabes?
26 POEMAS DRAMÁTICOS.
Habla
Como un dios.
ADAH.
Así hablaba la serpiente,
Y mintió.
LUCIFER.
¡Yerras, Adah! ¿De la Ciencia
El árbol no era aquél?
ADAH.
Sí; pero sólo
Para labrar nuestro dolor eterno.
LUCIFER.
Ese mismo dolor es ya la ciencia.
No mintió, pues ; y si engañaros pudo,
Con la misma verdad fué solamente;
Y la verdad no puede por su esencia
Ser sino sólo un bien.
ADAH.
Y, sin embargo,
Todo cuanto por ella conocemos
Mal sobre mal acumuló ; la triste
Expulsión del hogar, temor, trabajo ,
Y fatiga y sudor ; remordimiento
Por todo lo que fué; con esperanza
De lo que no llegó. ¡Caín! No trates
Con este audaz espíritu. Soporta
La propia condición en que nacimos,
Y adórame, Caín...., cual yo te adoro.
LUCIFER.
¿Más que á tu madre y tu señor le adoras
CAÍN.—ACTO I.
ADAH.
Sí. ¿Pecado es también?
LUCIFER.
No, todavía;
Mas lo será algún día en vuestros hijos.
ADAH.
¡Cómo!.... ¿La hija mía, tiernamente
No deberá adorar á Enoch, su hermano?
LUCIFER.
No, cual tú quieres á Caín.
ADAH.
¡ Dios mío !
¿No se amarán ni engendrarán á seres
Que se amen con su amor? ¿En este seno
Ambos la misma leche no han bebido?
¿Su padre no nació del propio vientre,
A igual hora que yo? ¿No nos amamos
El uno al otro? ¿Y nuestro ser y vida
Reproduciendo, no reproducimos
Seres que se amarán unos á otros
Cual los amamos.... y cual yo te amo,
Mi Caín?.... A este espíritu no sigas;
No le sigas, Caín ; no es de los nuestros.
LUCIFER.
Ese pecado de que hablé , no es obra
De mi poder, ni entre vosotros puede
Pecado ser , aunque por tal le miren
Más tarde los que deben sucederos
En la mortalidad.
ADAH.
¿Y qué pecado
No es pecado en sí mismo? ¿Determinan
28 POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
Mas se cuentan
Espíritus más altos todavía....
Los arcángeles.
LUCIFER.
Y otros aún más altos
Que los mismos arcángeles del cielo.
ADAH.
Sí_, pero no benditos.
LUCIFER.
Si consiste
La bendición en baja servidumbre,
Entonces, no.
ADAH.
Decir oí : más aman
Los serafines; saben más, en cambio,
Los querubines; querubín es éste,
Pues que no tiene amor.
LUCIFER.
Y si la ciencia
Suprema extingue del amor la llama,
¿Qué será aquél á quien amar no es dado
Luego que es de vosotros conocido?
Por esto, si el amor es menos grande
En los omnisapientes querubines,
Es en los serafines solamente
Ignorancia el amor; que tales cosas
Compatibles no son; ya la sentencia
De tus dementes padres, por su audacia,
Claramente lo prueba. Elegir debes
Entre la ciencia y el amor; no existe
Otra elección alguna : vuestro padre
CAÍN.—ACTO I. 3-1
- xlv - 3
34 POEMAS DRAMÁTICOS.
ADAH.
¡ Ay! ¡No lo está! Mas tú.... ¿tú eres del cíelo»
LUCIFER.
Si no lo soy, pregúntale la causa
Á ese dispensador de la ventura
(A quien proclames tal), al grande y bueno j
Hacedor de la vida y los vivientes:
Es su secreto, y para sí lo guarda.
Nosotros, aguantar sólo debemos,
Y algunos de nosotros afrontarle,
Ambos inútilmente, según dicen
Sus serafines; mas la prueba es digna,
Ya que mejor no hemos de estar sin ella.
Hay dentro del espíritu potente
Una sabiduría que encamina
A la verdad, lo mismo que en el vasto
Y azul espacio, jóvenes mortales,
Vuestra rauda mirada se dirige
En seguida al lucero que velando
Saluda á la mañana.
ADAH.
¡ Hermosa estrella!
La quiero por su espléndida - hermosura.
LUCIFER.
¿Y por qué no la adoras?
ADAH.
Nuestro padre
Da adoración al Invisible sólo.
LUCIFER.
Del Invisible símbolos perpetuos
Son las cosas más bellas y adorables
Délo visible aquí; y ese lejano
CAÍN.—ACTO I. 35
LUCIFER.
Por todos los espacios.
¿Dónde habré de habitar? Donde residen
Tu Dios ó Dioses.... allí estoy....: las cos^s
Todas parte conmigo: vida, muerte,
Tiempo y eternidad...., cielos y tierra....,
Y aquel lugar que no es tierra ni cielo,
Sólo poblado por lo que poblaron
O deberán poblar ambos un día....
¡ Estos mis reinos son 1 De esta manera
Su propio reino yo con él divido,
Y yo domino un reino que no es suyo.
¿Podría estar aquí, si tal no fuese?
Sus ángeles están de vuestra vista
Al limitado alcance.
ADAH.
Y ya lo estaban
Cuando habló seductora la serpiente
Por la primera vez á nuestra madre.
LUCIFER.
¡Caín! ¿Oiste? Si la ciencia ansias,
Saciar puedo tu sed: yo no te pido
Compartir fruto alguno que te prive
De uno solo siquiera de los bienes
Que el Vencedor dejarte se ha dignado.
Sígueme, pues.
CAÍN.
Espíritu , lo dije. (Vanse Caín y Lucifer.)
ADAH. (Siguiéndolos, exclama:)
¡Oye, Caín!.... ¡Caín!.... ¡Hermano mío!
ESCENA PRIMERA.
CAÍN;
Camino sobre el aire, y no me hundo ;
Mas temo hundirme.
LUCIFER.
Ten en mí fe ciega,
Y serás sostenido por el aire
De que príncipe soy.
CAÍN.
¿Y cómo puedo
Sin cometer una impiedad tenerla?
LUCIFER.
Cree...., ¡y no te hundirás! Duda...., ¡y pereces
Así diría el inflexible edicto
Del Dios que entre sus ángeles el nombre
De demonio me da ; repiten ellos
Tal voz á criaturas miserables,
Quienes, no conociendo cosa alguna
Fuera de sus torpísimos sentidos,
4° POEMAS DRAMÁTICOS.
1
46 POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
¡Aquél!.... ¡allí!....
LUCIFER.
Sí.
CAÍN.
¿Tú me lo aseguras?
Porque yo las luciérnagas he visto
Y gusanos de luz, las arboledas
Sombrías salpicar , y las verdosas
Márgenes, al crepúsculo , luciendo
Aún más brillantes que el lejano mundo
Que los soporta.
LUCIFER.
Ya que viste á entrambos,
A gusanos y mundos juntamente
Lucir y fulgurar...., ¿qué piensas de ellos?
CAÍN.
Que son hermosos en su propia esfera,
Y que en la noche, que á ambos hace hermosos,
A la ardiente luciérnaga en su vuelo
Y á la estrella inmortal en su carrera,
Deben de ser entrambos conducidos.
LUCIFER.
Mas ¿ por quién ó por qué?
CAÍN.
Mostrarlo debes.
LUCIFER.
¿Osaras contemplarlo?
CAÍN.
¿Y cómo puedo
Saber lo que oso contemplar? No obstante ,
No me enseñaste nada que no osara
CAÍN.—ACTO II. 47
LUCIFER.
Ahora, lejos de ti, menor parece
En el vasto universo que tú en ella;
Pero no te imagines que escaparte
De ella podrás, pues á la tierra presto
Has de volver, y todo será polvo,
Pues de tu eternidad y de la mía
Forma parte.
CAÍN.
¿Y adonde me conduces?
, LUCIFER.
¡ A lo que fué primero que tú fueses!
Al fantasma del mundo, del que sólo
Un náufrago es tu mundo.
CAÍN.
„ ¡Qué!¿no es nuevo?
LUCIFER.
No lo es más que la vida, y ésta era
Antes que tú y yo fuésemos, ó fuesen
Las cosas que aparecen á nosotros
Mayores que ambos : muchas cosas nunca
Concluirán, y algunas que pretenden
Qye fueron sin principio, le han tenido
De igual modo que tú; y algunas cosas
Mucho más poderosas se extinguieron,
Dejando su lugar á otras más bajas
Que aquello que pudiéramos nosotros
Imaginar. El tiempo y el espacio,
Sólo fueron y son inalterables.
Mas la muerte no cambia sino al frágil
Barro.y barro eres tú ; por eso puedes
Tan sólo comprender lo que fué barro.
CAÍN.—ACTO II. 49
Y eso no más contemplarán tus ojos.
CAÍN.
¡Barro!.... ¡Espíritu!: todo cuanto quieras,
Lo puedo examinar.
LUCIFER.
¡ Arriba entonces!
CAÍN.
Ya las luces extínguense remotas,
Y otras, al acercarnos, se dilatan
Y toman el aspecto de otros mundos.
LUCIFER.
Y son tales.
CAÍN.
¿Y Edenes hay en ellos?
LUCIFER.
Acaso.
CAÍN.
¿Y hombres?
LUCIFER.
Sí: tal vez hay cosas
Más elevadas.
CAÍN.
¿Sí?.... ¿También serpientes?
LUCIFER.
¿Y sin ellas hallar hombres podrías?
¡Qué! ¿respirar no deben más reptiles
Que los que van erguidos?
CAÍN.
¡Cuál se apartan
Las luces! ¿Do volamos?
LUCIFER.
Hacia el mundo
- XLV -
4
5o POEMAS DRAMÁTICOS.
ESCENA II.
Hades.
CAÍN.
¡ Cuán dilatados son, cuán silenciosos
Estos sombríos mundos!.... ; pues parecen
Más de uno, y más poblados todavía
Que los amplios, brillantes, luminosos
Orbes, que suspendidos oscilaban
Del aire en las alturas , tan compactos,
Que más bien los juzgué la luminosa
Población de algún cielo inconcebible,
Que cosas destinadas ellas mismas
Á ser pobladas; mas llegado cerca
Vi su condensación y crecimiento
En la infinita inmensidad palpable
De una materia, al parecer formada
Para en su seno contener la vida,
Más bien que viva en sí. Pero aquí todo
Tan lleno está de sombras y de vagos
CAÍN.—ACTO II. 53
CAÍN.
¿Qué son estos fantasmas formidables
Que contemplo flotar en torno mío?
Su forma no es igual á la de aquellos
Genios que vi rondar nuestro llorado
É impenetrable Edén; ni forma tienen
Igual á la del hombre que contemplo
En la de Adán , en la de Abel, la mía,
Ni cual la de mi hermana, esposa é hijos.
Y, sin embargo, tienen un aspecto
Que, sin ser el aspecto de los hombres
Ó los ángeles, á algo se parece
Que, si no de los últimos, se eleva
A altura superior á los primeros:
Arrogantes, altísimos, hermosos,
Llenos de fuerza, al parecer, no obstante .
De inexplicable forma; pues que nunca
Otros iguales vi. Ni tienen alas
De serafines, ni la faz del hombre ,
Ni la forma del más potente bruto,
Ni la de ser alguno que respira;
Pero son tan potentes, tan hermosos
Como los más hermosos y potentes
Que viven hoy, y, empero, tan distintos
De ellos, que apenas puedo apellidarlos
Seres vivientes.
LUCIFER.
Pues vivieron.
CAÍN.
¿Dónde?
LUCIFER.
En donde vives tú.
56 POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
¿Cuándo?
LUCIFER.
En aquello
Á que tú tierra llamas habitaron.
CAÍN.
Adán es el primero.
LUCIFER.
De los tuyos,
Te lo afirmo. .. ; mas harto ruin y pobre
Aun para ser el último de aquestos.
CAÍN.
¿Pues qué fueron entonces?
LUCIFER.
Seres vivos,
Adtos, inteligentes, buenos, grandes,
De hermosura sin par, tan superiores
Á cuanto en el Edén hubiera sido
Tu padre Adán, cuanto inferior un día
La sesenta milésima y remota
Generación será, si se compara
En su mezquina y triste decadencia,
Contigo y con tus hijos; y cuán pobres
Y cuán débiles son, ya por tu propia
Carne puedes juzgar.
CAÍN.
¡Ay de mí!.... ¿ Pero
Estos murieron ?
LUCIFER.
Sí, sobre su tierra,
Como tú pasarás sobre la tuya.
CAÍN.—ACTO XI. ^7
CAÍN.
¿La mía fue la suya?
LUCIFER.
Lo fué.
CAÍN.
Pero
No cual hoy ; es muy pobre y reducida
Para nutrir á tales criaturas.
LUCIFER.
Es verdad; era mucho más hermosa.
CAÍN.
¿Por qué cayó?
LUCIFER.
Pregúntale al caído.
CAÍN.
Mas, ¿cómo?
LUCIFER.
Por la más inexorable
Súbita destrucción; por el desorden
De elementos indómitos, que un mundo
Sumieron en un caos, cual de un caos
Hundido surgió un mundo: tales cosas,
Aunque en el tiempo raras, son frecuentes
Allá en la eternidad. — Sigue , y contempla
La imagen del pasado.
CAÍN.
I Es pavorosa!
LUCIFER.
Y verdadera. ¡Mira estos fantasmas!
Pues todos ellos fueron algún día
Materiales, cual eres.
58 POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
¿Y ser debo.
Igual á lo que son ?
LUCIFER.
Que te responda
Aquel que te formó; yo solamente
Te muestro lo que son tus primitivos
Predecesores: mas lo que ellos eran
En tí propio lo sientes, aunque en grado
Inferior, como son tus sentimientos
Y más corta porción de aquella parte
De inmortal, poderosa inteligencia
Y fuerza terrenal. Lo que vosotros
Hoy tenéis de común con lo que fueron
Es el vivir; lo que tendréis...., la muerte.
Vuestros demás mezquinos atributos
Son los que corresponden á reptiles
Engendrados del fango sumergido
De un potente universo, aniquilado,
Reducido á planeta sin contornos,
Y habitado por seres cuyo goce
Era vivir en ceguedad sumidos....
Grosero Paraíso de ignorancia,
Del cual la ciencia hallábase excluida
Cual veneno mortal. Pero contempla
Lo que estas superiores criaturas
Fueron ó son ; y si te causa enojo,
Vuelve hacia atrás, ve á cultivar la tierra.
Que es tu labor, y allí pondréte en salvo.
CAÍN.
No: quiero estar aquí.
CAÍN.—ACTO II. *9
lucifer.
¿Cuánto?
CAÍN.
j Por siempre
Puesto que aquí, desde la tierra , un día
Debo volver, permanecer quisiera.
Cuanto en el polvo vi me causa hastío....
Déjame, pues, morar con los espectros.
LUCIFER.
No puede ser. Como visión, ahora,
Lo que es la realidad vas contemplando.
Para hacerte capaz de esta morada,
Has de pasar lo que estos mismos seres
Que ahora contemplas, á su vez, pasaron....
Las puertas de la muerte.
CAÍN.
¿Por qué puerta
Hemos entrado entonces?
LUCIFER.
¡Por la mia!
Mas sólo á condición de que volvamos,
Mi espíritu sostiene aquí tu aliento
En las regiones donde nada tiene
Aliento sino tú. Contempla sólo;
Mas no pienses morar en este sitio
Hasta llegar tu hora.
CAÍN.
¿Y estos seres,
Tampoco pueden ellos á la tierra
Pasar segunda vez?
LUCIFER.
La tierra suya
6o POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
Nosotros ya sabíamos que hay muerte.
lucifer.
Mas no lo que tras ella se escondía.
CAÍN.
Ni ahora mismo lo sé.
LUCIFER.
No ; pero sabes
Que hay un estado, que hay muchos estados
Fuera del tuyo, y esto lo ignorabas
Esta mañana misma.
CAÍN.
Pero todo
Aquí parece nebuloso, obscuro.
LUCIFER.
Conténtate; parecerá más claro
A tu inmortalidad.
CAÍN.
Y aquella vasta
Inmensurable líquida llanura
De refulgente azul, que lejos flota
De nosotros; que al agua se asemeja,
Y que yo tomaría por el río
Cuyo raudal del Paraíso brota
Y por mi propio hogar corriendo pasa;
Pero no tiene orillas, y es su anchura
Ilimitada y su color etéreo....
¿Qué viene á ser?
LUCIFER.
Existe todavía
Algo muy semejante allá en la tierra,
Aunque inferior , y deberán tus hijos
<4 POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
Muchas vi de su especie (por lo menos
Las llamaban así); mas no vi nunca
La que precisamente la ofreciera
Aquel fruto fatal, ni que tuviese
El mismo aspecto.
LUCIFER.
¿No la vió tu padre?
CAÍN.
No: fué mi madre quien tentarle supo,
Ella tentada ya por la serpiente.
LUCIFER.
¡ Hombre inocentel Siempre que tu esposa,
O después las esposas de tus hijos,
Te tentare ó les tienten á hacer algo
Extraño ó nuevo, ten por bien seguro
Qpe antes has visto al tentador de aquellas.
CAÍN.
Tu precepto es tardío: ya no tienen
Las serpientes á qué inducir, astutas ,
A la mujer.
LUCIFER.
Mas quedan todavía
Algunas cosas á que puede al hombre
Inducir la mujer, y el hombre luego
A la mujer. [Medítenlo tus hijos!
Sincero es mi consejo, pues á costa
De mí mismo le doy : mas, ciertamente,
Como no ha de seguirse , poco pierdo.
CAÍN.
No alcanzo á comprender eso que dices.
- xlv - 5
66 POEMAS DRAMÁTICOS.
LUCIFER.
¡ Pues más dichoso tú! ¡ Sois todavía
Tu mundo y tú muy jóvenes! Te tienes
Por el más criminal y desdichado ,
¿No es esto?
CAÍN.
No lo sé , respecto al crimen;
Mas, respecto al dolor, bien lo he sentido.
LUCIFER.
¡ Primogénito tú del primer hombre!
Tu estado actual de criminal pecado
(Pues eres malo), y de dolor (pues sufres),
Ambos son el Edén en su inocencia
Si se comparan sólo con aquello
Que tú pronto serás; y aquel estado ,
En su doble miseria, un paraíso,
a su vez, comparado con aquello
Que, en el curso de mil generaciones
Acumuladas como leve polvo
(Á que polvo no más ellas añaden),
Tus hijos y los hijos de tus hijos
Soportarán y harán... Ahora volvamos
A la tierra.
CAÍN.
¿Y aquí me condujiste
Para hacerme saber esto tan sólo?
LUCIFER.
¿No buscabas la ciencia?
CAÍN.
Sí, camino
De la dicha creyéndola.
CAÍN. - ACTO II. 67
LUCIFER.
Si guía
La verdad á la dicha, ya la tienes.
CAÍN.
Luego hizo bien el Dios del padre mío
Guando el árbol fatal le prohibiera.
LUCIFER.
Hubiera hecho mejor en no plantarle.
Pero del mal no salva ni la misma
Ignorancia del mal; él de igual modo
Tiene que arrebatar en su corriente
Aun de todas las cosas una parte.
CAÍN.
No de todas las cosas. Imposible ;
No lo puedo creer...., pues me devora
| La sed del bien.
LUCIFER.
¿Quién hay que no la tenga?
¿ Quién por su propio fin triste y amargo
Anhelaría el mal?.... ¡Ninguno...., nada!
Mas es la inevitable levadura
De cuanto tiene vida y de lo inerte.
CAÍN.
En los orbes magníficos que vimos
Remotos, infinitos, deslumbrantes,
Antes de penetrar en estos reinos
CAÍN.
¿Y qué importa?
La creciente distancia sólo puede
Su belleza mermar. Más inefables
Serán, sin duda, cuanto más cercanos.
LUCIFER,
Acércate á las cosas de la tierra
Más hermosas, y juzga su hermosura.
CAÍN.
Hícelo ya....: la más encantadora
De cuantas cosas vi, cuanto más cerca
Es más encantadora.
LUCIFER.
Pues entonces
Debe ser ilusión. ¿Cuál es la cosa
Que cuanto está más cerca de tus ojos
Más bella te aparece que las mismas
Cosas más bellas vistas desde lejos?
CAÍN.
Adah, mi hermana. Las estrellas todas
Del firmamento, de la noche obscura
El hondo azul, bañado por un astro
Que parece un espíritu, ó el mundo
De un espíritu ser; los arreboles
Dorados del crepúsculo ; radiante
La venida del sol, su indescriptible
Ocaso, que mis tristes ojos llena
De dulcísimas lágrimas al verle
Cómo desciende, y al sentir que flota
Mi propio corazón con él, cruzando
Su paraíso occidental de nubes;
El bosque umbrío, la verdosa rama ;
CAÍN.—ACTO II.
CAÍN.
¿Y por qué existo yo? ¿Por qué tú mismo
Eres desventurado? ¿Por qué causa
Lo son todas las cosas ? j Hasta el propio
Autor que nos formó tiene que serlo
Como Hacedor de cosas infelices!
El producir la destrucción no puede
De seguro ser obra de la dicha.
Mi padre omnipotente le proclama :
¿Pues cómo el mal existe si él es bueno?
Así á mi padre le pregunto, y dice:
Porque este mal tan sólo fué el camino
Del bien. Extraño bien, que sólo nace
De su mortal contrario. No hace mucho
Un corderillo vi, que fué picado
Por un reptil ; el pobre pequeñuelo
Yacía en tierra trémulo, espumante.
Bajo el balido vano y lastimoso
De la afanosa madre; algunas hierbas
Tomó mi padre y las posó en la herida ;
La abandonada vida poco á poco
Fué recobrando el pobre desvalido,
Y alzándose mamó la blanca leche
De la trémula madre, que lamía
Sus renacientes miembros ya gozosa.
¡Mira, hijo mió!, dijo Adán, y cómo
Brota del mal el bien!
LUCIFER.
¿Qué respondiste?
CAÍN.
Nada le respondí, porque es mi padre:
Pero pensé que fuera mejor suerte
CAÍN.—ACTO II. 71
Para aquel animal el no haber sido
Jamás picado, que comprar la inútil
Renovación de su pequeña vida
A costa de agonías indecibles,
Aunque por los antídotos curadas.
LUCIFER.
Pero como dijiste que entre cuantos
Seres adoras, sobre todos amas
A aquella que contigo ha compartido
La leche de tu madre, y dió la suya
A tus hijuelos....
CAÍN.
Cierto: ¿qué sería
Sin ella?
LUCIFER.
¿Qué soy yo?
CAÍN.
¿Por nada sientes
Amor?
LUCIFER.
¿Qué ama tu Dios?
CAÍN.
Todas las cosas.
Según dice mi padre; mas confieso
Que en su distribución no lo descubro.
LUCIFER.
Y, sin embargo, tú saber no puedes
Si tengo amor ó no ; pues no ves nada ,
Excepto un vasto y general designio,
Dentro del cual las cosas singulares
Se deben derretir como las nieves.
72 POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
¡Las nieves! ¿Y qué son?
LUCIFER.
Harto dichoso
Eres al ignorarlo que algún día
Habrá tu descendencia más remota
De padecer; caliéntate entre tanto
Bajo el clima que invierno no conoce.
CAÍN.
¿Y no tienes ámorá ser alguno
Que se asemeje á ti ?
LUCIFER.
¿Y amor tú sientes
Hacia ti propio ?
CAÍN.
Sí; pero más amo
A quien hace mis propios sentimientos
Más soportables, y es más que yo mismo,
Pues la adoro.
LUCIFER.
Lo adoras por hermoso,
Gomo hermosa á los ojos de tu madre
La manzana lo fué: mas cuando un día
Deje de serlo, cesará en tal punto
Tu amor, como cualquier otro apetito.
CAÍN.
¡ Dejar de ser hermosa! ¿ Cómo es eso ?
LUCIFER.
Con el tiempo.
CAÍN.
Pues tiempo ya ha pasado;
Y. sin embargo. Adán, mi propia madre.
CAÍN. - ACTO IX. 73
LUCIFER.
Nacido es el segundo
De la carne mortal; mas de su madre
El es el favorito.
CAÍN.
Que recoja
Su favor, ya que obtuvo la serpiente
De ella el primer favor.
LUCIFER.
¿Y el de su padre?
CAÍN.
¿Y qué me importa á mí? ¿Por qué motivo
Yo no he de amar á aquel que todos aman?
LUCIFER.
Y el Señor indulgente, el bondadoso
Jehová, plantador del Paraíso,
Á Abel también le mira sonriente.
CAÍN.
Nunca le he visto, é ignoro si sonríe.
LUCIFER.
Pero viste á sus ángeles.
CAÍN.
Muy poco.
LUCIFER.
Lo suficiente para ver que tienen
Hacia tu hermano amor, y que aceptados
Sus sacrificios son.
CAÍN.
¡Y que lo sean!....
¿Mas por qué me hablas de esto?
LUCIFER.
Porque en esto
CAÍN.—ACTO II. 75
LUCIFER.
Para reinar.
CAÍN.
¿No dices
Que sois eternos ambos?
lucifer .
i Sí!
CAÍN.
Y aquello
Oye vi, la azul inmensidad remota ,
¿No es sin límite?
LUCIFER.
Sí.
CAÍN.
¿Y ambos entonces
No pudierais reinar? ¿No es suficiente?
¿Por qué, pues, diferís?
LUCIFER.
Los dos reinamos.
CAÍN.
Mas uno crea el mal.
LUCIFER.
¿Quién?
CAÍN.
¡Tú! Si puedes
Hacer al hombre el bien, ¿por qué no le haces
LUCIFER.
¿Por qué no le hace quien os ha formado?
Yo no soy, ciertamente, quien os hizo.
Sus criaturas sois , y no las mías.
CAÍN.
Entonces déjanos á los que somos
78 POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
Entonces no la temo tanto ahora,
Puesto que sé que, al cabo, nos conduce
A algo que es definido.
LUCIFER.
Y á tu mundo
Ahora llevarte quiero , donde debes
Multiplicar de Adan la triste raza;
Comer, beber y trabajar temblando;
Reir, llorar, dormir y morir luego.
CAÍN.
¿Y con qué fin miré todas las cosas
Que aquí me has enseñado?
LUCIFER.
¿No pedías
La ciencia? ¿Y con aquello que á tus ojos
Mostré, no te he enseñado á conocerte?
CAÍN.
1 Ay! Yo parezco nada.
LUCIFER.
Y ser debía
Esta la suma de la ciencia humana;
Saber de la mortal naturaleza
La nulidad; enseña semejante
Ciencia á tus hijos, y evitarles debe
Torturas mil.
CAÍN.
‘¡Espíritu orgulloso!
Hablas con altivez; pero tú mismo ,
Aunque lleno de indómita arrogancia,
Tienes un superior.
«O POEMAS DRAMÁTICOS.
LUCIFER.
¡No!: por el cielo,
De que Señor es Él; por el abismo
Y por la inmensidad de inagotables
Mundos y vidas que con Él gobierno!....
¡No! Tengo un vencedor...., lo reconozco,
Pero no un superior. El homenaje
De todos recibió...., ninguno mío;
Lucho con él como luché en los cielos
Más elevados. ¡ Al través de toda
La eternidad y el insondable abismo
De la muerte, y los reinos del espacio
Interminables, y la nunca exhausta
Infinidad de siglos , todo, todo
Se lo disputaré! ¡Mundo por mundo,
Estrella por estrella , y universo
Por universo, oscilarán temblando
En la balanza hasta que el magno choque
Cese por fin, si es el cesar posible,
Pues nunca lo será mientras no fuera
Él ó yo aniquilados! ¿Y quién puede
Nuestra inmortalidad aniquilarla,
Ó el odio nuestro, mutuo, irrevocable ?
Él, como vencedor, á su vencido
Ha de llamarle ma/;¿pero qué cosa
Habrá de ser el bien que dé su mano?
Á ser yo el vencedor, sólo sus obras
Por malas se tuvieran. Y á vosotros,
A vosotros, novísimos mortales,
Aún apenas nacidos , ¿cuáles fueron
Sus dones ¡ay! en vuestro breve mundo?
CAÍN.—ACTO M. 8l
CAÍN.
Unos pocos, y algunos bien amargos.
LUCIFER.
Vuelve conmigo, pues , hacia la tierra.
Y prueba el resto allí de sus celestes
Dádivas para ti, para los tuyos.
El mal y el bien son reales en su esencia,
Y no son bien ó mal únicamente
Por quien los da; si el bien os da su mano,
Llamadle así; si de su mano sólo
Proviene el mal, no dadle el nombre mió ,
Hasta que conozcáis mejor de entrambos
La verdadera fuente, y juzguéis luego,
No por palabras, aunque fuesen éstas
De espíritus, mas sólo por los frutos
De vuestra vida, tal como ser debe.
La manzana fatal el don os hizo
De un bien: vuestra ra%ón; que nunca sea
Rendida por tiránica amenaza,
Ni á la fe competida contra todo
Sentido externo ó sentimiento interno :
Meditad y sufrid....; formad un mundo
Intimo, impenetrable, allá en el fondo
De vuestro corazón....: si el mundo externo
Os llegare á faltar por tal camino,
Habréis de conseguir aproximaros
A la espiritual naturaleza,
Y batallar triunfantes con la propia. (Desaparecen.)
FIN DEL ACTO SEGUNDO.
- XLV - 6
ACTO TERCERO.
ESCENA PRIMERA.
ADAH.
i Quedo’. Caín, anda despacio.
CAÍN.
Bueno.
| Pero ¿por qué?
ADAH.
Sobre mullidas hojas
j Nuestro pequeño Enoch tranquilo duerme
Bajo el ciprés.
CAÍN.
¡Ciprés! Árbol siniestro,
Que parece llorar sobre lo mismo
A que su sombra da ; ¿por qué elegiste
De nuestro niño para el dulce sueño
L
^4 POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
Sí.... La muerte también debe contarse
Entre los bienes que debemos á ella.
ADAH.
¡ Caín ! Aquel espíritu orgulloso
Que te arrancó de aquí, más hondamente
Sombrío te ha dejado. Yo esperaba
Que aquellas prometidas maravillas
Que has contemplado ; la visión , que dices.
De los pasados y presentes mundos,
Darían á tu espíritu la calma
De una lograda ciencia; pero veo
Que sólo mal tu guía te ha causado:
Pero gracias le doy y le perdono
Al’Ver que entre nosotros nuevamente
Tan pronto te volvió.
CAÍN.
¿Tan pronto?
ADAH.
Apenas
Dos horas , largas para mí; mas sólo
Dos horas por el sol.
CAÍN.
Y, sin embargo,
Me he acercado á ese Sol, y he visto mundos
A que un tiempo alumbró, y á los que nunca
Ya prestará su luz; mundos do rayos
Suyos nunca llegaron : me parece
Qiie transcurrieron años en mi ausencia.
ADAH.
Horas escasamente.
CAÍN.—ACTO III. 87
CAÍN.
Pues entonces
Tiene lá mente en sí noción del tiempo,
Y le mide según lo que contempla,
Grato ó penoso, ruin ú omnipotente.
He contemplado inmemoriales obras
De interminables seres ; recorrido
Los extinguidos mundos: contemplando
La eternidad , pensé que ella me había
Prestado un poco más por unas cuantas
Gotas de las edades que contiene
Su inmensidad: mas ya de nuevo siento
Sólo mi pequeñez. ; Bien me decía
El espíritu aquel, que no soy nada!
ADAH.
¿Por qué lo dijo? Jehová no dice
Eso.
CAÍN.
No: se contenta con hacernos
Esta nada que somos: y en seguida
Nuestro polvo adulando con vislumbres
De la Inmortalidad y el Paraíso,
Otra vez en el polvo le resuelve....
¿Y por qué?
ADAH.
Ya lo sabes....: por el triste
Error de nuestros padres.
CAÍN.
Y nosotros,
¿Qué tenemos con él? Ya que pecaron ,
i Mueran ellos!
POEMAS DRAMÁTICOS.
ADAH.
No es bueno lo que dices,
Ni es ese pensamiento tuyo propio ,
Sino del genio que contigo estaba.
¡ Que no pudiera yo morir por ellos ,
Con tai que ellos viviesen!
CAÍN.
Eso digo....
Mas siempre que una víctima lograse
Saciar al insaciable de la vida,
Y este durmiente y sonrosado niño
Nunca tuviera que probar la muerte
Ni el humano dolor, ni transmitirle
A los que de él vendrán.
ADAH.
¿Y qué sabemos
Si tal expiación podrá algún día
Redimir nuestra raza ?
CAÍN.
¿Al inocente
Sacrificando así por el culpado?
Pero.... ¿qué expiación esta sería?
Nósotros somos puros, inocentes:
¿Quéhicimos, pues , nosotros que debamos
Ser victimas de un acto cometido
Antes de nuestro propio nacimiento ,
Ó para que debamos, tristemente,
Engendrar nuevas víctimas, que expíen
El misterioso, anónimo pecado ,
Si es tal pecado el anhelar la ciencia?
ADAH.
I Ay, amado Caín! En este instante
CAÍN.—ACTO III. S9
CAÍN.
Yo he trabajado,
Yo sudé bajo el sol, labré la tierra ,
Con nuestra maldición así cumpliendo:
¿Puedo hacer más? ¿Por qué he de estar alegre?
Por la incesante guerra contra todos
Los elementos, antes que nos cedan
Ese pan que comemos? ¿Por qué tengo
Que estar agradecido? ¿Por ser polvo
Y arrastrarme en el polvo, hasta perderme
En el polvo otra vez? Si no soy nada....,
¿Iré por nada, hipócrita, á mostrarme
Contento del dolor? ¿Y por qué había
De esj^ar contrito yo?.... ¿Por el pecado
De mi padre, expiado ya de sobra
Por cuanto todos hasta aquí sufrimos,
Y que aún habrá de ser más que expiado
En la futura edad por nuestra raza?
¡ Ah! ¡ Cuán poco sospecha nuestro tierno
Y lozano durmiente que los tristes
Gérmenes de miserias eternales
Á millares de seres destinados
Lleva dentro de sí! Mejor sería
Qye en su inocente sueño le cogiese
Y contra duras rocas le estrellase,
Que dejarle vivir para....
ADAH.
¡ Dios mío!
¡Oh! ¡No toques al niño...., á mi pequeñot
j n. tu niño !.... ¡ Oh Caín!
CAÍN.
¡No temas nada!
CAÍN.—ACTO III. 9*
ABEL.
¿Con él entonces
Por qué comunicar? Un enemigo
Ha de ser del Altísimo, sin duda.
CAÍN.
Y un amigo del hombre. ¿Lo fué acaso
El Altísimo, ya que así le nombras?
ABEL.
¡Le nombren! Hoy, hermano, tus palabras
Son bien extrañas. Adah , hermana mía;
Déjanos un momento....: preparamos
Un sacrificio.
ADAH.
Adiós, Caín querido;
Pero primero abraza al hijo tuyo.
Puedan su dulce espíritu y piadoso
El consejo de Abel darte de nuevo
La paz y santidad. (Vase Adah con su niño.)
ABEL.
¿Dónde has estado?
94 POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
No lo sé.
ABEL.
¿Ni tampoco lo que has visto?
CAÍN.
Lo muerto, lo inmortal, lo omnipotente,
Lo que es ilimitado, los supremos
Prepotentes misterios del espacio....
La innumerable infinidad de mundos
Que fueron y que son....: ¡un torbellino
De cosas tan sin par y abrumadoras 1....
Tierras, soles y lunas en esferas
Altisonantes y con voz de trueno
Cantando á mi alredor, que para el trato
Mortal me hicieron incapaz é impropio :
Déjame, Abel.
ABEL.
Tus ojos resplandecen
Con desusada luz, y tu mejilla
Con extraño color está inflamada....
Las palabras que brotan de tu labio,
Preñadas van de innatural sonido.
Esto, ¿qué significa?
CAÍN.
Significa....;
Te lo suplico, déjame.
ABEL.
No quiero,
Hasta que hayamos ofrecido juntos
Nuestra santa oración y el sacrificio.
CAÍN.
Abel, te ruego, sacrifica sólo....
CAÍN.—ACTO III. 95
Jehová te ama.
ABEL.
Y á los dos , espero.
CAÍN.
Pero á ti más : la causa no me importa ;
Eres mucho más propio para darle
Adoración que yo ; por tanto , debes
Reverenciarle tú; mas hazlo sólo....,
O sin mí, por lo menos.
ABEL.
Oye, hermano :
Indigno fuera de llamarme el hijo
De nuestro noble padre, si respeto
Como á mayor que yo no te ofreciese,
Y á adorar á mi Dios no te llamase
Para que á mí te juntes y precedas
En este sacerdocio que te incumbe.
CAÍN.
Jamás le pretendí.
ABEL.
Mayor entonces
Mi pesar ; hazlo, pues, te lo suplico :
El alma tuya al parecer combate
Con alguna ilusión extraña y fuerte ;
Eso te calmará.
CAÍN.
No, nada logra
Calmarme ya. ¿Calmar he dicho? Nunca
He conocido la quietud del alma,
Aunque calmados vi los elementos.
IDéjame, Abel!, ó deja , por lo menos,
Que á tu piadoso intento te abandone.
96 POEMAS DRAMÁTICOS.
ABEL.
Ninguna de ambas cosas : es preciso
Que juntos hoy nuestro deber cumplamos :
No me rechaces.
CAÍN.
Pues que así ser debe....
Bueno.... ¿Qué debo hacer?
ABEL.
De estas dos aras,
Para tu sacrificio elige una.
CAÍN.
Elígela por mí; para mí, sólo
Césped y piedra son.
" ABEL.
Elige.
CAÍN.
Elijo.
ABEL.
Es la más alta , y esa te conviene,
Pues eres el mayor : dispon ahora
Tus ofrendas.
CAÍN.
¿ En dónde están las tuyas ?
ABEL.
Contémplalas allí....: los primerizos
Del rebaño, y por tanto los más pingües....
Humilde ofrenda de un pastor.
CAÍN.
Rebaños
No tengo yo : soy labrador, y debo
Ofrecer lo que el campo ofreció solo
A mi trabajo y mi sudor : sus frutos.
• C Coge frutos.)
CAÍN.—ACTO III. 97
Míralos en sus varias florescencias ,
¡Oh rica madurez!
(Colocan sus aras y encienden en ellas una llama.)
ABEL.
Hermano mío,
Como mayor, ofrece tú el primero
Tu plegaria y la acción respetuosa
De gracias que acompaña al sacrificio.
CAÍN.
No....; soy novel en esto ; tú señala
La senda, y seguiréte...., como pueda.
- ABEL. (Arrodillándose.)
¡ Oh Dios, que nos creaste! Tú que el soplo
Vital en nuestras bocas infundiste,
Que nos has bendecido, que á despecho
Del paternal pecado te dignaste
Evitar que sus hijos se perdieran
Todos, cual lo pudieran haber sido
A no estar tu justicia atemperada
Por tu misericordia, que es tu goce,
Otorgando un perdón , que un Paraíso
Es con nuestros delitos comparado;—
Solo rey de la luz, del bien, la gloria
Y de la eternidad; sin el cual todo
Se convirtiera en mal; con el cual nada
Puede errar, á no ser por un designio
De tu benevolente omnipotencia
Inescrutable, y que cumplirse debe....
Acepta de tu humilde y el primero
De los pastores, las primer nacidas
Cándidas reses del primer rebaño....
Ofrenda, nada en sí.... ¿Qyé ofrenda puede
- xlv - 7
POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
De la tierra vinieron, que á la tierra
Se vuelvan otra vez; antes que llegue
El estío, aquí mismo sus semillas
Nuevo fruto darán; la ofrenda tuya
De carnes abrasadas es más útil:
¡ Mira de qué manera absorbe el cielo
Las llamas cuando espesas van con sangre!
ABEL.
No pienses de mi ofrenda en la acogida,
Y otra tuya prepara antes que sea
Ya demasiado tarde.
CAÍN.
Ni más aras
Levantaré, ni sufriré ninguna.
ABEL. (Levantándose.)
¡Caín! ¿Qué intentas?
CAÍN.
Derribar aqueste
Adulador indigno de las nubes,
Precursor humeante de tus tristes
Plegarias; derribar tu altar, teñido
En sangre de cabritos y corderos,
Con blanca leche alimentados sólo
Para ser entre sangre destrozados.
ABEL. ( Oponiéndose.)
¡ No lo harás: actos de impiedad no agregues
A palabras impías! En pie deja
El altar que ya está santificado
Por el placer de Jehová , infinito
Al aceptar las víctimas.
CAÍN.—ACTO III. IOI
CAÍN.
j El suyo!
j Su placer! ¿Y qué vale su supremo
Placer al ver la carne requemada
Y fumífera sangre, ante la angustia
Y los balidos de las tiernas madres
Qye acongojadas buscan todavía
Sus muertos corderinos? ¿Ante aquellos
Espantosos dolores de las tristes
Víctimas ignorantes que ha inmolado
Tu piadoso cuchillo? ¡ Abajol ¡Fuera!
i Este brutal, sangriento testimonio,
Ante la faz del sol no estará erguido
Ni de la creación será vergüenza!
ABEL.
¡ Atrás, hermano 1 ¡ Atrás 1 El ara mía
No tocarás violento : si la adoptas
Para otro sacrificio, será tuya.
CAÍN.
¡Yo nuevo sacrificio! ¡Aparta! ¡Quita!....
O será el sacrificio....
ABEL.
¿Qué pretendes?
CAÍN.
¡Quita , quita!.... ¡Tu Dios ama la sangre!
Míralo bien.... ¡Aparta, antes que tenga
Más!
ABEL.
En su santo nombre me interpongo
Entre ti y esta ofrenda que ya obtuvo
Su aceptación.
02 POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
Si te amas á ti mismo
Aparta, hasta que arroje por el suelo
Este césped; si no....
ABEL. (Oponiéndose.)
Más que á la vida
Amo á mi Dios.
CAÍN.
(Golpeándole en las sienes con un ligón que arrebata del ara.)
Para tu Dios entonces
Toma tu vida , pues las vidas ama.
ABEL. (Cae.)
¿/Qué has hecho, hermano?
CAÍN.
¡Hermano!
ABEL.
¡ Oh , Dios, recibe
A tu siervo, y perdona á su asesino;
Pues ignora lo que hizo.... Caín.... dame....
Dame tu mano, y á la pobre Zillah
Dile....
CAÍN. (Después de un momento de estupefacción.)
ADÁN.
¿Qiiién ó qué tal acción ha consumado?
Habla, Caín , pues que presente estabas.
¿Fué algún ángel hostil que no camina
Con Jehová? ¿Fué un bruto de los bosques
EVA.
¡ Ah! ¡ Cual la de un relámpago en la nube
Una pálida luz mi mente alumbra!
¡Aquel tizón enorme ensangrentado!
Arrancado del ara, con el humo
Ennegrecido, y rojo con...'.
ADÁN.
Responde,
Habla ,'liijo mió ; habla, y asegura,
Aunque infelices somos, que no somos
Mucho más infelices todavía.
ADAH.
¡ Habla, Caín, y di que tú no fuiste !
EVA.
Él fué. Lo estoy mirando....; su culpada
Cabeza inclina, y sus feroces ojos
Oculta con sus manos, por la sangre
Enrojecidas.
ADAH.
Madre , tú le ofendes.
¡ Caín! Defiéndete de esa terrible
Acusación que arranca á nuestros padres
El peso del dolor qne les abruma.
EVA.
¡ Escucha, Jehová 1 ¡Que sobre él caiga
La eterna maldición de la serpiente,
Pues fué más propio de la casta de ella
CAÍN.—ACTO III. IO7
ADÁN.
> Caín! Vete : ya juntos no habitamos.
¡Marcha! Déjame el muerto. Desde ahora
Estoy solo.... Ya nunca nos veremos.
, , adah.
i i • No así le abandones, padre mío ;
u ormidable maldición no añadas
a que Eva lanzó sobre su frente.
N adán.
o le maldigo yo ; no es necesario :
u propia maldición lleva en su alma.
¡Vente, Zillah!
ZILLAH.
^ , El cadáver de mi esposo
Debo velar.
ADÁN.
De nuevo tornaremos
Cuando se marche el que este horrible oficio
Nos procuró. Ven, Zillah.
ZILLAH.
Permitidme
Dar un beso á ese pálido despojo
V á esos labios ha poco tan ardientes,
i Oh, pobre corazón, corazón mío!
(léanse Adán y Zillah , llorando.)
ADAH.
¡ aín! ¿Oiste? Abandonar debemos
stos lugares. Pronta estoy, y prontos
s arán nuestros hijos. En mis brazos
evaré al tierno Enoch, y tú á su hermana,
archemos antes de que el sol decline
ara no caminar por el desierto
110 POEMAS DRAMÁTICOS.
CAÍN.
esPués de la caída, concebido
ui demasiado pronto; todavía
^ubsistía en la mente de mí madre
a serpiente; y mi padre, sin consuelo,
g0r Perdido Edén aún suspiraba.
(lue soy: la vida no he pedido,
1 me formé á mí propio; si pudiese,
£0 Con mi propia muerte le volviera
e polvo á redimir. ¿Por qué no es dado
pT f él retorne á la luz, y yo, caído,
a ido yazga? Así la vida suya
^vuelta le será por el Dios mismo
g. e e amaba, y á mí me arrancaría
ser, que nunca soportar me plugo.
. n ., ÁNGEL.
¿vanen el asesinato borrar puede?
,pC 0
lo hecho está.—¡Fuera, pues; marcha!
jumple tus días! ¡Y tus actos sean
frentes del último!
(El ángel desaparece.)
ADAH.
w Se ha ido ;
archémonos de aquí: oigo que grita
1 uestro pequeño Enoch desde su cuna.
¡Ah' caín.
1
Y ‘ * ^Uan poco él conoce por qué llora L
yo que vertí sangre, yo , no puedo
grimas derramar: los cuatro ríos 1
0
Podrían limpiar el alma mía.
tanto L1°S ”,CUatro nos» Que corrían en torno del Edén, y , por
’ as un*cas aguas que Caín conocía sobre la tierra.
- XLV - o
114 POEMAS DRAMÁTICOS.
DE LORD BYRON
PERSONAJES.
HOMBRES.
MUJERES.
Zarina, Reina.
Myrrha, esclava jonia, favorita de Sardanápalo.
Salón en Palacio.
escena primera.
SALEMENES , solo.
ESCENA II.
SARDANÁPALO.
No, pero tu mirar me lo decía;
Leí en cada mirada de esos claros
Ojos helenos, que quedarte ansiabas
A mi lado.
MYRRHA.
¡Señor! Mas vuestro hermano.
SALEMENES.
Hermano de su esposa , linda griega.
¿Cómo tú sin sonrojo me has nombrado?
SARDANÁPALO.
¡Sin sonrojo! No tienes más pupilas
Que corazón al encender el claro
Carmín de esa mejilla , parecido
Al moribundo día sobre el Cáucaso,
Cuando el poniente sol tiñe la nieve
De sombras y de tintes sonrosados,
Y al reprenderla así con esa fría
Ceguedad que te impide contemplarlo.
¡ Cómo! ¿ Lágrimas viertes, dulce Myrrha
SALEMENES.
Déjaselas verter : está llorando
Por otros más, y causa es ella misma
De lágrimas y duelos más amargos.
SARDANÁPALO.
¡Maldito sea quien la culpa tiene
De que estén esas lágrimas brotando !
SALEMENES.
No te maldigas: ya muchos millones
Lo hacen así.
SARDANÁPALO.
De ti te has olvidado.
SARDANÁPALO.—ACTO I. 1^5
SALEM ENES.
Lo eres ya. ¡Tú imaginas que no existe
Más tiranía que el terrible estrago
De cadenas y sangre ! El despotismo
Del vicio; la flaqueza de insensato
Lujo; la negligencia; la apatía,
De la sensual pereza los desmayos
Producen mil tiranos, que superan
Con delegada crueldad los actos
Peores de un enérgico monarca,
Por rígido que sea su mandato.
De tus locas lascivias los ejemplos
Imprudentes corrompen, casi tanto
Como oprimen, y van á un tiempo mismo
Tu poder fastuosísimo minando,
Y el de aquellos que deben sustentarle;
Tal, que si invade un enemigo extraño
O tumulto civil estalla dentro ,
Bien fatales pudieran ser entrambos.
Para poder luchar contra el primero
Les falta corazón á tus vasallos:
Contra el otro, más bien preferirían
Darle apoyo en lugar de sofocarlo.
SARDANÁPALO.
¿Quién te hace voz del pueblo?
SALEMENES.
De la Reina
La bondad; de mi hermana los agravios;
De mis tiernos sobrinos el afecto ,
Mi fe, mi lealtad al soberano,
Lealtad que muy pronto le hará falta
Más que discursos; mi respeto sacro
SARDANÁPALO.—ACTO I. 127
SARDANÁPALO.
Prosigue.
SALEMENES.
En este caso,
Oye: todos tus reinos, pues son muchos,
Que en herencia tu padre te ha legado,
Contra ti claman é indignados gritan.
SARDANÁPALO.
¡Contra mí! ¿Pues qué quieren los esclavos
SALEMENES.
Un Rey.
SARDANÁPALO.
'¿Pues qué soy yo?
SALEMENES.
Nada á sus ojos;
Pero á los míos, hombre que ser algo
Pudiera aún.
SARDANÁPALO.
¡Borrachos insolentes!
¿Qué quisieran tener? ¿No les he dado
La paz y la abundancia?
SALEMENES.
La primera,
Más de lo que la gloria exige acaso;
Y en cuanto á la segunda, mucho menos
De lo que se imagina el soberano.
SARDANÁPALO.
Pues, ¿y de quién entonces es el crimen?
De los sátrapas torpes y falsarios
Que mejor no proveen, cual debieran.
SALEMENES.
Y algo culpa también del soberano,
SARDANÁPALO.—ACTO I. 12
- XI.v -
9
l3o POEMAS DRAMÁTICOS.
SARDANÁPALO.
Muy exacto.
Pero ¿cómo volvió?
SALEMENES.
¿Cómo? Cual hombre,
Cual héroe: con duro desengaño,
Vencida no; con sólo veinte guardias
Se retiró de Bactria bien.
SARDANÁPALO.
¿Y cuántos
Dejóse atrás en las llanuras Indias
Para que fuesen de los buitres pasto?
SALEMENES.
Eso nuestros anales no lo dicen.
SARDANÁPALO.
Pues por ellos diré, ya que callaron,
Que le fuera mejor veinte vestidos
Haber tejido , quieta en su Palacio,
Que de la Bactria huir con veinte guardias
Precipitadamente, allí dejando
A cuervos, lobos y hombres aún más fieros,
Sus millones de estúpidos vasallos:
Si esto es la gloria , déjame que viva
En la ignominia siempre sepultado.
SALEMENES.
No todos los espíritus guerreros
Siempre iguales destinos alcanzaron.
Semíramis, gran padre de cien reyes,
Aunque en las Indias tuvo su fracaso,
Persia, Media, la Bactria unió á los grandes
Reinos que gobernó; que con tu mano
Pudieras gobernar.
SARDANAPALO.—ACTO I. ]
SARDANÁPALO.
Eli Yo los gobierno;
no SUP° más que sojuzgarlos.
QuiV - SALEMENES.
jS mas necesiten de su espada
de tu cetro.
SARDANÁPALO.
i No es Había un cierto Baco,
De ¿i u V,e.rdad? A mis griegas muchas veces
Que er3 ar les °*' ^ ellas contaron
Un íH«f Uí1,dios - es decir, un dios de Grecia,
DiCen ° 3 a fe de Asiria extraño;
De ec Concluistó los áureos reinos
Esa Inri-0^3 que td ce^bras tanto,
Sem(r¡.d~:-famosado vendda
llramis quedó.
SALEMENES.
De tal h k Cierto ; me hablaron
Por eso °mbre» Y ya ves que solamente
eso como un dios se ve mirado.
Y cual d' SARDANÁPALO.
i Eh! ¡ cope'r "T CU3* bombre» v°y a honrarle.
SALEMENES.
¿Qué intenta el soberano?
Adorar á t, saRdanápalo.
Conanict !, nuevo dios Y antiguo
3
or< Q-Ue traigan vino mando.
(Entra el copero.)
VadOTn HC?adeorocin“lada
a de piedras que llamamos
i32 POEMAS DRAMÁTICOS.
SALEMENES.
Sin embargo,
Esos trofeos son mucho más dignos
De un príncipe y su pueblo , que los cantos
Laudes, y festejos, y mancebas,
Y tesoros sin cuento derrochados,
Y virtudes holladas.
SARDANÁPALO.
Por trofeos
Fundé ciudades: ahí están Anchialo
Y Tarsis, fabricadas en un día
Ambas: de ellas, con gusto sanguinario,
¿Qyé hiciera el vejestorio de mi abuela,
Semíramis la casta, sino abajo
Echarlas ?
SALEMENES.
Es verdad; debo elogiarte
Por esas dos ciudades, que has fundado
Por capricho no más; conmemoradas
Con un verso que habrá de avergonzaros
A ellas y á ti mañana.
SARDANÁPALO.
¡ Avergonzarme!
¡ Por Baal 1 Bellas son, y sin embargo
Nunca serán más bellas que los versos
Di cuanto quieras contra mí, mis actos ,
Mi vida, mi conducta; pero nada
Contra aquella inscripción. En breves rasgos
Dice de todas las humanas cosas
La historia fiel; escucha: «Sardanápalo ,
Hijo de Anacyndáraxes, en solo
Un día construyó Tarsis y Anchialo:
SARDANAPALO.—ACTO X. x37
SARDANÁPALO.
En el polvo y la muerte : allí ni dioses
Ni hombres son. Tú me cuentas tales casos
Los gusanos son dioses, ó, á lo menos,
Hacen festín de vuestros dioses vanos,
Y se mueren después, cuando ellos mismos
De otro nuevo alimento se ven faltos.
Aquellos dioses eran meros hombres:
Mira si no la raza que dejaron.
Yo cien cosas mortales en mí siento ;
Nada propio de un dios, excepto, acaso,
Lo que en mí condenáis : una tendencia
A amar, a ser clemente, á otorgar, blando
Perdón á las locuras de mi especie,
Y á ser conmigo mismo (esto es humano)
Indulgente.
SALEMENES.
De Nínive famosa,
¡ Ay !, la dura sentencia has pronunciado.
Desdichada, mil veces desdichada,
La ciudad sin rival.
SARDANÁPALO.
¿Qué sobresalto,
Qué temor es el tuyo?
SALEMENES.
Por tus propios
Enemigos, señor, estás guardado.
En pocas horas la tormenta fiera
Puede estallar, que sobre ti su rayo
Cierne, sobre los tuyos y los míos ;
Y pronto lo que es hoy será el pasado
De la estirpe de Belo.
SARDANÁPALO.—ACTO I. i39
SARDANÁPALO.
¿ A quién tememos ?
SALEMENES.
La ambiciosa traición que con sus lazos
e C1ñe ; mas aún queda un recurso :
irgame tu sello y tu mandato
^ara romper las miserables tramas ,
de tus más potentes adversarios
raerte las cabezas.
SARDANÁPALO.
v Las cabezas;
¿* cuántas son ?
SALEMENES.
„ ¿Me pararé á contarlo
uando la tuya propia está en peligro?
ejame obrar ; tu sello, y á mi cargo
Confía el resto.
fSARDANÁPALO.
y. A nadie ilimitadas
1 as confiaré. Cuando tomamos
^as vidas de los otros, no sabemos
0 que quita ú otorga nuestra mano.
.x, SALEMENES.
r 0 quitarías vidas que amenazan
La tuya?
SARDANÁPALO.
o Atroz pregunta. Sin embargo,
spondo, sí. Mas ¿evitarse puede?
e e quiénes tú sospechas? Arrestarlos.
Q SALEMENES.
e no me lo preguntes deseara,
minuto se habrá ya divulgado
14° POEMAS DRAMÁTICOS.
Esclavo:
Dile á la jonia Myrrha que suplico*
Su presencia ante mí.
SERVIDOR.
Rey soberano,
Aquí está.
SARDANÁPALO. (/¡parte al servidor.)
Vete.
(Dirigiéndose á Myrrha.) ¡ Hermosa criatura !
Casi á mi corazón anticipado
El tuyo- está; por ti ya palpitaba,
Y aquí vienes; permíteme, al mirarlo,
Creer en un influjo misterioso,
Algún feliz dulcísimo presagio
Que en la ausencia, invisible, nos enlaza
Y nos atrae con su poder extraño.
MYRRHA.
Existe.
SARDANÁPALO.
Sé que existe; mas ignoro
Cómo se llama: ¿puedes tú nombrarlo?
MYRRHA.
En mi patria es un dios; aquí, en mi pecho,
Un sentimiento vivo y exaltado
Como el de un dios, aunque mortal es sólo,
Pues siento que es humilde, y sin embargo
Es dichoso, ó dichoso ser pudiera ;
Pero.... (Myrrha se detiene.)
SARDANÁPALO.
Sí; siempre vemos surgir algo
Que viene á interponerse entre nosotros
Y lo que nuestra dicha imaginamos :
SARDANAPALO.—ACTO I. 147
SAKDANÁPALO.
¿ Tú sientes eso ?
¿Por qué?
MYRRHA.
Porque sabrías, en tal caso,
Lo que nunca sabrás.
SARDANAPALO.
¿Qué?
MYRRHA.
Todo el precio
De un corazón, ó, por lo menos, cuánto
Vale el de una mujer.
SARDANAPALO.
A prueba puse
Mil y mil.
MYRRHA.
¿Corazones?
SARDANÁPALO.
Creo.
MYRRHA.
Falso:
¡Ni uno! Tiempos vendrán en que los pruebes'
SARDANÁPALO.
Vendrán. Escucha , Myrrha : ha declarado
Salemenes (porque, cómo lo supo,
Belo, gran fundador de nuestro vasto
Reino, lo sabe más que yo) ; mas oye :
Salemenes mi trono ha declarado
En peligro.
MYRRHA.
Bien hecho.
SARDANÁPALO.—ACTO I. 149
SARDANÁPALO.
¿Y tú lo dices?
1 U ’ ^Ue ^e él recibiste duro trato
ando arrojarte osó de mi presencia
n su salvaje mofa y su sarcasmo,
«auendote llorar y sonrojarte?
Amb myrrha.
£ ,.as c°sas con más frecuencia, acaso,
Á Jfra,^acer. y bien obró al llamarme
De 1 ,r.10 ^eber. Pero has hablado
Pehgro, y peligro que te asalta.
5' , SARDANÁPALO.
Del 6 COmP^ots y tenebrosos lazos
Desc°S medos y troPas y naciones
1 ‘°nte"tos,—y qUé sé yo:—un extraño
Laberinto de cosas, un tejido
Tú menazay misterios susurrados.
Per °n°Ces a^ hombre:—es su costumbre,
0 es honrado. Ven , y no ocuparnos
s Que de nuestra fiesta de la noche.
Ahora • myrrha.
es el tiempo de ocuparse de algo,
g n°s Plestas- Su prudente aviso
6ro ^ue no habrás menospreciado.
SARDANÁPALO.
'^-Ue- <Tienes miedo?
myrrha.
? Cóm . ¡ Miedo! Yo soy grieg
S0v e° Poc*ra muerte darme espanto?
SARDANÁPALO.
Entonces, demudado
Y pálido , ¿por qué miro tu rostro?
MYRRHA.
Amo.
SARDANÁPALO.
¿No lo hago yo? Yo te idolatro
Más, mucho más que esta existencia breve r
Más que ese reino esplendoroso y vasto
En peligro tal vez,—y no me inmuto.
MYRRHA.
Entonces eso es prueba de que, ingrato ,
No te quieres á ti, ni á mí; quien ama,
Se ama. Tu proceder es temerario:
No se pierden así reinos y vidas.
SARDANÁPALO.
¡Perder! ¿Por qué? ¿Qué pretendiente incauten
A aspirar á arrancármelos se atreve?
MYRRHA.
¿Y quién temiera el aspirar á tanto?
Cuando el que es su señor de sí se olvida,
¿Piensas que ellos habrán de recordarlo?
SARDANÁPALO.
¡ Myrrha!
MYRRHA.
No frunzas contra mí tu ceño:
Tu faz me ha sonreído demasiado
Para que tales ceños no me amarguen
Más que el castigo de que son presagios.
¡Rey, tu súbdito soy! ¡Amo, tu esclava 1
¡Hombre, te he amado! Sí; pero te he amado
.N.0 sé por qué fatal triste flaqueza,
SARDANAPALO.—ACTO I.
ai Me refiero
Hs jm?r P°Pular. al espontáneo;
r ec'r> Que los hombres se mantengan
g¡ n tenior á la ley, y sin embargo
51°. estar oprimidos, ó á lo menos ,
^ o están , sin siquiera imaginarlo;
len, si por acaso lo imaginan,
UnJRZÉ>Uen natural y necesario.
A testas, flores y banquetes,
or, vino, placeres y regalo,
as el Rey ha sido de la gloria.
.r, . SARDANÁPALO.
lGlor‘a!¿CLué es eso?
MYRRHA.
á , Puedes preguntarlo
A '<» dioses tus padres.
SARDANÁPALO.
Y No responden;
uando hablan por ellos los ancianos
Sumrd°teS’ es s*emPre alguna leve
a Para su templo reclamando.
i54 POEMAS DRAMÁTICOS.
MYRRHA.
De aquellos fundadores de tu imperio
Repasa los anales.
SARDANÁPALO.
Tan borrados
Con sangre están , que hacerlo es imposible.
¿Qué quieres? El imperio le fundaron ;
Yo no he de ir multiplicando imperios.
MYRRHA.
Salva el tuyo.
** SARDANÁPALO.
Mejor quiero gozarlo.
Ven, Myrrha, ven al Eufrates : la hora
Convida, la galera han aprestado,
Y el pabellón que nuestra vuelta aguarda
Enriquecido con profuso ornato
Por el regio banquete de esta noche,
Brillará de tal modo con los rayos
De la espléndida luz y la hermosura,
Que habrá de parecer, junto á los astros
Que encima de nosotros resplandecen,
Una estrella rival: allí sentados
La corona de flores ceñiremos
Como....
MYRRHA.
Víctimas.
SARDANÁPALO.
No; cual soberanos.
Los pastoriles reyes de los días
Patriarcales nunca se adornaron
De más brillantes joyas que guirnaldas
Tejidas con las mieses de verano,
SARDANÁPALO.—ACTO I. I 55
o . Me ha encargado
í, emenes su súplica reitere
- ey de no salir de su Palacio,
o menos por hoy; cuando retorne
general, aducirá en descargo
a es razones, que disculpen ellas
c atrevimiento, y el perdón acaso
U Presunción obtenga.
SARDANÁPALO.
q . ¡Cómo! ¿Entonces
■ c'er? decir que estoy encarcelado?
El d \ V'°- aun respirar ya puedo
Dil U ,C1S'710 alíento del espacio?
q 6 a Príncipe, el noble Salemenes,
De c’iaUnqUe t0da la Asiria’ ^bramando
C ° ®ra ’ ^os muros circundase
n millones sin fin amotinados,
Por eso temblar, fuera saldría.
56 POEMAS DRAMÁTICOS.
PANIA.
Os debo obedecer, y, sin embargo....
MYRRHA.
¡Oh monarca! Óyeme : ¡qué largas noches,
Cuántos días pasaste reclinado ,
En pueriles y blandos regocij os,
Dentro de las murallas del Palacio,
Sin mostrarte jamás á los clamores
De tu pueblo, jamás de tus vasallos
Satisfaciendo los amantes ojos,
Árbitros á'los sátrapas dejando
Y á los dioses sin culto, en la anarquía
De la indolencia todo, hasta que al cabo
Todo, menos el mal, quedó dormido
Á través del confín de tus estados !
Y ahora, ¿no esperarás un solo día,
Día que redimirte puede acaso?
¿Á los pocos aún fieles, unas pocas
Horas no otorgaras? Al menos hazlo
Por ellos y por ti, por tus abuelos
Y por la herencia de tus hijos caros.
PANIA.
¡ Es verdad! Y la urgencia, la premura,
Con que el príncipe me hizo su emisario
Ante vuestra presencia venerada,
Debe hacer que me atreva , ¡ oh soberano!,
Á unir mi débil voz á la que ahora
Os acaba de hablar.
SARDANÁPALO.
No; ni pensarlo.
MYRRHA.
Siquiera por tus reinos.
SARDANAPALO.—ACTO I. 157
SARDANÁPALO.
¡Imposible!
P PANIA.
or los súbditos fieles que agrupados
e ti en torno verás y de los tuyos,
o . SARDANÁPALO.
Kor°s meramente imaginarios.
ay peligro ninguno; es un pretexto
e el bravo Salemenes ha ideado
ra Probar su celo, y á mis ojos
Parecer así más necesario.
p MYRRHA.
odo lo que es bueno y es glorioso,
cePta , Rey, ese consejo sabio.
íu ~ SARDANÁPALO.
anana los negocios.
MYRRHA.
UY esta noche
muerte.
SARDANÁPALO.
Qye ,^'en > me tiene sin cuidado
venga inesperada á sorprenderme
Fl a a^egna y el encanto,
C acer y el amor ; que me derribe
¡p ,° rosa arrancada de su tallo.
an ° mejor es eso que agostarse!
¿Lúe MYRRHA.
S¡e entonces no quieres, ni por cuanto
RPn,Pre a la acción arrebató á un monarca,
nciar á un festín frívolo y vano?
R0 SARDANÁPALO.
158 POEMAS DRAMÁTICOS.
MYRRHA.
Renuncia por mí.
SARDANÁPALO.
¡Por ti, bien míoI
MYRRHA.
Es el primer favor que he demandado
Al rey de Asiria.
SARDANÁPALO.
Es cierto; y si'pidieses
Mi reino, mi deber es otorgarlo.
Bien; por ti me someto. Pania, vete :
Me oiste. ’
PANIA.
Y obedezco, (yase Pania.)
SARDANÁPALO.
¡ Cuán extraño
Es en ti! ¿Qué te mueveá suplicarme?
MYRRHA.
¡Tu salvación! Convencimiento claro
De que el príncipe tanto de ti exige
Sólo por ün peligro ya inmediato.
SARDANÁPALO.
Si no le temo yo, ¿por qué le temes?
MYRRHA.
Pues porque no le temes es el caso
De temer yo por ti.
SARDANÁPALO.
Quizás mañana
Sonreirás de tus delirios vanos.
MYRRHA.
Mejor que sonreír, si el trance llega,
Estaré donde no se vierte llanto.
SARDANAPALO.—ACTO ] i59
¿Y tú?
SARDANÁPALO.
Yo seré Rey como hasta ahora.
,D , myrrha.
dónde?
SARDANÁPALO.
Y Con Baal, Nemrod el Magno
Q 5emiramis; rey solo en Asiria ,
Me ell°S quizas en otro lado.
izo el destino lo que soy : pudiera
C, ?rrne nada¡ pero nada ó algo,
Viv.quiera de *os dos que ser debiese,
lr no podré nunca degradado.
S¡ . MYRRHA.
S1 Pensaras si.empre, nunca nadie
gradarte osaría temerario.
. SARDANÁPALO.
iQ-Uien lo pretende ahora?
myrrha.
SARDANÁPALO.
Ofiri a ¿Sospechar? Ese es el bajo
Mil d° ^ Un efP^a- Mas perdemos
C0j0^re,cl0sPf instantes con tan vanos
i Hola*í vS ^ *nclu*etudes aún más vanas.
El sai' jSotros> Preparad, esclavos,
Si cár^i ueNemrod Para el banquete.
Nuestr6 de Ser nuestro Palacio ,
Si no 3 Cjdena alegre llevaremos.
AlK S Vec^an Eufrates y el grato
ergue de verano en sus orillas,
l6o POEMAS DRAMÁTICOS.
XLV -
rr
ACTO SEGUNDO.
ESCENA PRIMERA.
BELESES (solo).
Del soldado.
ARBACES.
Quizás del sacerdote.
Pero si en realidad pensabas eso,
Si lo piensas aún, ¿por qué en su trono
Tu Rey de concubinas y festejos
No conservar? ¿Y para qué incitarme ,
Por qué aguijonearme con empeño
Hacia una empresa, que es la tuya propia
No menos que la mía?
BELESES,
j Mira al cielo!
ARBACES.
Miro.
SARDANÁPALO,—ACTO II. 167
BELESES.
' ¿Qué ves?
arbaces.
Un estival crepúsculo
T la legión de estrellas y luceros.
BELESES.
T en medio de ellas , ve la más brillante
^ temprana que tiembla en sus destellos,
Como si en el azul del éter puro
Se dispusiera á abandonar su puesto.
ARBACES.
¿Bien?....
BELESES.
Es tu natural dominadora
Tu planeta natal en ese cielo.
ARBACES. (Tocando al forro de su espada.)
Mi estrella guardo aquí: cuando reluce,
Eclipsa á los cometas. Mas pensemos
Eo que conviene hacer que justifique
A tus planetas mil y sus agüeros.
Cuando hayamos el triunfo conquistado,
Tendrán sus sacerdotes y sus templos,
Y serás gran pontífice tú mismo
De.... los dioses que quieras; pues observe
Q^e siempre justos son, y al más valiente
Por más devoto reconocen.
BELESES.
Cierto;
T al más devoto por valiente. Nunca
Me viste huir en el combate fiero.
ARBACES.
No: reconozco que eres tan pujante
i68 POEMAS DRAMÁTICOS.
BELESES.
¿Por qué no? Son soldados.
ARBACES.
Bien; por eso
Soldado necesitan que los mande.
p obLhSES.
bso es lo que hace Salemenes.
ARBACES.
Cierto;
ero no lo es su rey. Además, odia
^ ese incapaz afeminado objeto
Q-Ue gobierna, por causa de la Reina
u hermana. ¿No reparas cuán severo
■empre lejos está de sus festines?
BELESES.
ero nunca lo está de su consejo:
Siempre puntual.
ARBACES.
Y siempre contradicho.
¿Qué más pudiera hacer para con eso
L°grar que se convierta en un rebelde?
n imbécil reinando con el cetro,
u sangre deshonrada , él desdeñado,
s su propia venganza nuestro intento.
< BELESES.
¡Qh, si pensara así! Pero lo dudo.
ARBACES.
4 0r qué no sondearle?
BELESES.
Sí...., si hay tiempo.
(Entra Balea.)
[7o POEMAS DRAMÁTICOS.
BALEA.
¡ Sátrapas! Manda el Rey vuestra presencia
AI festín de esta noche.
BELESES.
Asistiremos.
Es escuchar obedecer. ¿Y dónde?
¿Es en el pabellón?
BALEA.
No ; será dentro
De su Palacio.
ARBACES.
¡ Cómo! ¿En el Palacio?
No estaba así dispuesto.
BALEA.
Así dispuesto
Está.
ARBACES.
¿Por qué?
BALEA.
Lo ignoro. ¿Me retiro?
ARBACES.
Aguarda.
BELESES. (Aparte á Arbaces.)
¡ Calla 1 Que se vaya. Bueno.
(Aparte á Balea.)
Balea, da las gracias al monarca;
Besa las orlas de su manto regio,
Y di que sus esclavos obedientes
Cogerán las migajas que su dueño
Desde su mesa real tirar se digne
Á las.... ¿dijiste á media noche?
SARDANAPALO.—ACTO II. 17]
BALEA.
Cierto ;
S‘tio, la sala de Nemrod. Señores,
Me humillo ante vosotros, y me ausento.
(Fase Balea.)
ARBACES.
Este súbito cambio no me place,
Y hay encerrado en él algún misterio.
¿Por qué cambiar así?
BELESES.
¡ Pues qué 1 ¿No cambian
Mh veces cada día sus proyectos ?
Siempre fué caprichosa la pereza,
M da para sus fines más rodeos
Oúe muchos generales en sus marchas
Para envolver al enemigo. ¿De esto
Qué piensas ?
ARBACES.
Ese pabellón alegre
Siempre le amó; su antojo y su recreo
^e los. veranos fué.
BELESES.
Y ama á su Reina
M á rameras tres mil al propio tiempo,
M Por turnos amó todas las cosas;
*°das, sabiduría y gloria excepto.
ARBACES.
* s¡n embargo de eso no me place.
P^ro pues él cambió , también cambiemos.
£,ac¡l fuera el ataque en su glorieta,
groado por sus guardias soñolientos
^ Por sus embriagados cortesanos ;
172 POEMAS DRAMÁTICOS.
SALEMENES.
Celebro
El encontraros; á los dos buscaba,
Aunque no en el Palacio.
ARBACES.
¿Cómo es eso?
SALEMENES.
es la hora.
ARBACES.
¿La hora? Mas ¿qué hora?....
SALEMENES.
Ea media noche.
BELESES.
¡Media noche!.... Pero....
SALEMENES.
¿Invitados no estáis?
BELESES. .
¡ Ah! Lo olvidamos.
SALEMENES.
¿oe olvida así de un soberano y dueño
*-a invitación ?
ARBACES.
La recibimos ahora.
SALEMENES.
Entonces, ¿cómo aquí?
ARBACES.
Por deber nuestro.
v SALEMENES.
¿cuál deber?
BELESES.
Por un deber de estado,
ues tenemos los dos el privilegio
174 POEMAS DRAMÁTICOS.
SALEMENES.
¡ Miserables 1
¿Hacer oficio de verdugo debo?
Ved cuál muere un traidor.
(Salemenes ataca á Arbaces.)
(Entra Sardanápalo y su séquito.)
SARDANAPALO.
¡ Alto las manos!
Alto, por vuestras vidas, os lo ordeno.
¡Cómo! ¿Sordos estáis, ó estáis beodos?
¡ Mi espada! ¡Oh, necio! Espada ñola llevo.
iy6 POEMAS DRAMÁTICOS.
¿Cómo?
SALEMENES.
¡Herid! De ese modo el golpe vuestro
Repetido caerá sobre la frente
De ese traidor, á quien por un momento
Reservaréis no más , según confío,
Para entregarle á la tortura luego.
Contento estoy.
SARDANÁPALO.
¿Quién? ¿Él? ¿Yquién á Arbaces
Se atreve á provocar?
SALEMENES.
¡Yo!
SARDANÁPALO.
¿Será cierto?
Príncipe, de vos mismo os olvidasteis.
¿Y con qué garantía vais á hacerlo ?
SALEMENES.
SALEMENES.
Sí; y el rey mismo
habrá de confirmar.
SARDANAPALO.
Con tal intento
Esto no abandoné.
SALEMENES.
Le abandonásteis
Por vuestra salvación: la usaba, creo,
E° niejor.
_ ____
Sentenciad vos en persona.
^luí soy vuestro esclavo: hace un momento
Muestro representante.
SARDANÁPALO.
Pues entonces
tnvainad al punto los aceros.
(Abaces y Sálemenos envainan sus espadas.)
SALEMENES.
ív nilo ya lo está; el vuestro, os pido
le envainéis, pues es el solo cetro
Que seguro tenéis.
SARDANÁPALO.
Y es bien pesado,
* su puño además hiere mis dedos.
*entu arma, muchacho. (Alguardia.)Bien, señores;
ecid, ¿qué significa todo eso?
n BELESES.
ebe el príncipe daros la respuesta.
p SALEMENES.
n mí, fidelidad; traición en ellos.
SARDANÁPALO.
L alción, Arbaces! ¿y traidor, Beleses?
So fuera traición en que no creo.
-xlv- 12
178 POEMAS DRAMÁTICOS.
BELESES.
¿Dónde la prueba está?
SALEMENES.
Daré respuesta
Cuando á vuestro traidor de compañero
Pida la espada el Rey.
ARBACES. (A Sálemenes.)
Es una espada
Ojie tantas veces, cual la tuya, vieron
Contra sus enemigos esgrimida.
SALEMENES.
Y ahora contra su hermano, y quizás dentro
De algunas breves horas contra él mismo.
sardanápai.0.
¡Imposible! No osara; no lo creo.
Tales cosas no quiero ni escucharlas.
Siempre en las cortes esos vanos cuentos
Nacen de intrigas bajas, y más bajos
Y viles mercenarios, cuyo empleo
Es vivir propalando mil mentiras
Sobre la vida de los hombres buenos.
Os habrán engañado, hermano mío.
SALEMENES.
Qye rinda el arma; que vasallo vuestro
Se proclame, cual debe, y luego á todo
Responderé.
SARDANÁPALO.
Si lo creyera, bueno;
Mas no; no puede ser; el Medo Arbaces ,
El soldado leal, rudo y sincero;
El mejor capitán de cuantos tienen
Bajo su disciplina nuestros reinos.
SARDANAPALO.—ACTO II.
¡Señor!
SARDANÁPALO.
¡ Á mí instruirme sobre el culto
SARDANÁPALO.—ACTO XX. iBl
BELESES.
Mas, si inocente soy....
SARDANÁPALO.
Guarda silencio.
El delito es locuaz. Si sois leales,
Injuriados os visteis, y por ello
Tristes debéis estar, no agradecidos.
BELESES.
Y estaríamos tales, en efecto,
Si la justicia la otorgase siempre
La omnipotencia del poder terreno ;
Mas á menudo la inocencia logra
Como mero favor lo que es derecho.
SARDANÁPALO.
Para homilía es buena tal sentencia,
No para esta ocasión; así, te ruego
La guardes en defensa de la causa
De tu Rey y señor ante su pueblo.
BELESES.
No hay, creo , causa alguna.
SARDANÁPALO.
Causa, puede;
Pero causantes, cien. Si das con ellos
Al ejercer tu indagación terrena,
O si de ellos leyeses en el cielo
Al fulgor misterioso de los astros
Qiie tus crónicas son, consigna aquesto :
Qye entre el cielo y la tierra existen cosas
De peor condición que el que con cetro
Rigiendo á muchos á ninguno mata,
Que el que su propio ser no aborreciendo
A sus prójimos ama lo bastante
SARDANÁPALO.—ACTO II. 185
ARBACES.
I Beleses!
BELESES.
Ahora bien: ¿qué pensáis de esto?
ARBACES.
Qi*e perdidos estamos.
BELESES.
Al contrario:
^e tenemos ganado nuestro reino.
ARBACES.
¿Lomo? Ya sospechados, con la espada
Ln nosotros pendiente de un cabello,
además ondulante para hundirse
Al imperioso soplo de su aliento
^e nos salvó...., no sé por qué motivo.
BELESES.
0 busques el por qué, y aprovechemos
l intervalo. La hora todavía
s nuestra, igual el poderío nuestro
, la noche la misma destinada,
no ha cambiado nada, nada , excepto
Ugstra ignorancia de sospecha alguna
i86 POEMAS DRAMÁTICOS.
BELESES.
Luego ¿preferirías ser tan presto
Sacrificado?
ARBACES.
No; más prefiriera ,
Á vivir como ingrato, el haber muerto.
BELESES.
¡Vaya un alma que tienen ciertos hombres
Tú eres capaz de digerir aquello
Á que traición algunos apellidan,
Y los tontos perfidia y.... ¡ miren esto!
De pronto, porque aquí, por algo ó nada,
Este aturdido amigo de festejos
Entre ti y Salemenes se interpone,
Hete aquí convertido en.... ¿qué diremos?.
¡Sardanápalo! Nombre no conozco
De ignominia mayor.
ARBACES.
Hace un momento,
Quien cosa tal apellidarme osara ,
Pendería su vida de un cabello;
Mas al presente debo perdonarte,
Cual él nos perdonó.—No hiciera esto
Semíramis.
BELESES.
La Reina no sufría
Partícipes ningunos de su reino,
Ni siquiera á su esposo.
ARBACES.
Desde ahora
Con toda lealtad servirle debo.
SARDANÁPALO.—ACTO II. ,89
¿Y humildemente?
ARBACES.
No, mas con orgullo
^ más cerca que tú del mismo cielo,
/o estaré cerca de su regio trono,
excelso que tú , no tan soberbio.
*u puedes, pues, obrar según tu juicio,
que códigos tienes y misterios,
^ corolarios de lo bueno y malo,
que para mis actos yo carezco.
Yo debo obedecer lo que me dicta
P Propio corazón sencillo y recto.
°nque ya me conoces.
BELESES.
i Acabaste ?
BELESES.
Pues que así ser debe,
Solo iré.
ARBACES.
¡Solo tú!
BELESES.
Los tronos regios
Uno solo soportan.
ARBACES.
Sí; mas éste
Ocupado se encuentra.
BELESES.
Sí, por cierto,
Mas por algo peor que estar vacante;
Por monarca sumido en el desprecio.
Míralo bien, Arbaces; te he ayudado.
Protegido y amado. y con empeño
Te incité, por servirte, en la esperanza
De á la Asiria servir. El mismo cielo
Pareció consentir; fueron propicios,
Aun al postrer instante , los sucesos ,
Hasta que al fin tu espíritu desmaya
Y cae en ese torpe abatimiento.
Mas hoy, antes que ver la patria mía
Languidecer, su salvador ser quiero,
O la víctima ser de su tirano.
O ser uno ó los dos; que á veces fueron
Uno solo los dos. Si venzo, Arbaces
Será mi servidor.
ARBACES.
¡Servidor vuestro!
SARDANÁPALO.—ACTO II.
PANIA.
Me retiro.
Guarda debida al noble rango vuestro
Voy á mandar, y vuestro tiempo aguardo ;
Mas no excedáis la hora; os lo prevengo.
( Vase Partía.)
BELESES.
¿Y hemos de obedecer?
ARBACES.
Sin duda alguna.
BELESES.
Sí; pero sólo hasta llegar al cerco
De las puertas que cierran el Palacio
Que es ahora nuestra cárcel....; no más lejos.
ARBACES.
Una verdad proclamas ciertamente.
Con su vasta extensión, el mismo reino
Nos abre á cada paso calabozos.
BELESES.
¡Tumbas!
ARBACES.
Si tal creyese , este mi acero
Otra más que la propia cavaría.
BELESES.
Ya tendría que hacer. Mas yo presiento
Mejor de lo que auguras; por de pronto ,
Cual podamos mejor, de aquí marchemos.
Tú convienes conmigo en que tal orden
Implica una sentencia.
ARBACES.
Así lo creo.
¿ Qué otra interpretación pudiera darse ?
SARDANÁPALO.—ACTO IX. m3
olítica imperial: perdón, veneno,
avores y una espada, un prolongado
enioto viaje y un eterno sueño,
uanto sátrapa, en tiempo de su padre....
u®s él, debo decirlo, es incruento,
á lo menos lo fue....
BELESES.
Mas serlo ahora,
1 querrá, ni podrá.
ARBACES.
Me lo sospecho.
‘ dantos sátrapas vi, cuando reinaba,
^er enviados á sus altos puestos,
encontrar su sepulcro en su camino!
0rno, no sé decir; más todos ellos
‘^fermaban durante la jornada:
' ^ra tan larga y dura !
' XLV- iS
194 POEMAS DRAMÁTICOS.
ARBACES.
Si siquiera supiese que no intenta
Nada contra mi vida....
BELESES.
¡Calla, necio!
¿Qué otra cosa intentar puede, alarmado,
El despotismo? Vamos al encuentro
De nuestras tropas, y marchemos hacia....
ARBACES.
¿Nuestras provincias?
BELESES.
No : hacia tu reino.
Hay tiempo y corazón; hay suficiente
Esperanza y poder, y propios medios
Que sus medidas incompletas dejan
Abiertos plenamente á nuestro intento.
¡ Marcha!
ARBACES.
¡Y yo, arrepentido, sin embargo,
Reincidir en el delito debo!
BELESES.
Una virtud es la defensa propia,
Único baluarte del derecho.
¡Marcha, digo! Dejemos este sitio;
El aire se hace sofocante, espeso,
Y á hierbamora las paredes huelen.
¡Fuera de aquí! No hay que dejarles tiempo
Á otro consejo. Nuestra pronta marcha
Muestra será de nuestro patrio celo.
La pronta marcha impedirá á la escolta
Y al noble Pania anticipar con celo
Las órdenes de algunos emisarios.
SARDANÁPALO.—ACTO II. I()b
SARDANÁPALO.
¿No te he escuchado
Imparcialmente á ti?.... ¿Porqué no á ellos?
SALEM EN ES.
Ya lo sabrás después ; mas, como sea,
Voy á ordenar las guardias, y te dejo.
SARDANÁPALO.
¿É irás á acompañarme en el banquete?
SALEMENES.
Dispensadme, señor, de tal obsequio ,
Pues no soy bebedor ; encomendadme
Cualquier servicio, el de bacante excepto.
SARDANÁPALO.
Pero es bueno gozar de cuando en cuando.
SALEMENES.
Y bueno que alguien vele por aquellos
Que gozan demasiado. ¿Retirarme
Me es permitido?
SARDANÁPALO.
Sí.... Mas un momento
Espérate, mi caro Salemenes,
Mi hermano, mi vasallo predilecto,
Mejor príncipe, sí, que yo monarca ;
El soberano tú debieras serlo.
Y yo...., yo no sé qué...., ni se me importa.
Mas no me juzgues insensible y ciego
Á tu sabia honradez, tus reprensiones
Y ásperos y al par dulces sufrimientos
Por mis locuras. Si salvé á esos hombres,
Quiero decir, sus vidas, tu consejo
Prudente desoyendo, no es que dude
Que era sano tu aviso. Mas dejemos
SARDANÁPALO.—ACTO II. I97
SARDANÁPALO.
Y si no llegan , ¡ mira bien !...., en salvo;
En salvo...., ¡óyelo bien!...., y sin tropiezo *
Mira por ti.
SALEMENES.
Permite que me marche.
De que queden en salvo cuidaremos.
SARDANÁPALO.
Ve, pues, y de tu hermano, te suplico,
Piensa mejor.
SALEMENES.
Señor, siempre, cual debo.
Yo serviré á mi Rey. ase Sálemenos.)
SARDANÁPALO. (Solo.)
Es este hombre
De fibra y temple por demás severo ;
Duro, pero tan alto, cual la roca,
Y libre de las manchas y defectos
De la tierra común. Yo, más ligera
Arcilla , en flores impregnada , tengo.
Mas, según es el molde, así el producto.
Si erré por esta vez, fué propendiendo
Hacia donde el error más levemente
Se apoya en un indefinible afecto,
Qye no sé cuál nombrar, y me ocasiona
Alguna vez placer, muchas tormento ;
Un espíritu oculto, que parece
De este mi corazón hallarse dentro
*Para contar sus férvidos latidos,
No para acelerarlos, y en secreto
Dirigirme preguntas que no osara
Jamás ningún mortal haberme hecho ,
SARDANA PALO.—ACTO XI. •99
Ni aun el mismo Baal, con ser, potente,
Una deidad profética,—y, empero,
su marmórea faz majestuosa
Parece dibujarse como un ceño
Cuando las sombras de la tarde anublan
^ cambian su expresión, hasta que pienso
Que en actitud de hablar mira la estatua.
Mas dejemos tan vanos pensamientos:
Alegre quiero estar.... De la alegría
AUí viene el heraldo verdadero. (Entra Myrrha.)
MYRRHA.
i Rey ! El ciei0 se nubla amenazante,
J ya congrega el resonante trueno
"n las nubes que rápidas se acercan,
Anunciando en quebrados centelleos
Próxima tempestad desoladora.
'Del Palacio salir es vuestro intento?
SARDANÁPALO.
¿Dijiste tempestad?
MYRRHA.
Sí.
SARDANÁPALO.
Por mi parte
No nie disgustaría, te confieso,
_;arnbiar la suave escena, y la batalla
'°ntemplar de los rudos elementos.
*las esto no se aviene con los suaves
edosos trajes y los rostros tersos
®nuestros convidados. Dime, Myrrha:
1tres de aquellos tú que tienen miedo
el fragor de las nubes?
200 POEMAS DRAMÁTICOS.
MYRRHA.
En mi patria
Escuchamos sus voces con respeto,
Como augurios de Jove.
SARDANÁPALO.
¿Quién es Jove?
¡Ah, sí! Vuestro Baal. También el nuestro
Manda en los truenos , y de vez en cuando
Algún rayo que cae prueba el secreto
De su divinidad. si bien á veces
Hiere su propio altar.
MYRRHA.
Terrible agüero
Es este....
SARDANÁPALO.
Sí, para los sacerdotes.
Está bien: esta noche no saldremos
Fuera de las murallas del Palacio ,
Mas el festín celebraremos dentro.
MYRRHA.
Loado sea el prepotente Jove,
Que escuchar se ha dignado el vivo ruego
Que no escuchabas tú. Más que tú mismo
Te son buenos los dioses, y encendieron
Entre tus enemigos y tú propio
La tempestad , para escudarte de ellos.
SARDANÁPALO.
Niña, si hay riesgo, pienso que es el mismo
# Entre estos muros que del río ameno
A la margen.
MYRRHA.
No tal, pues estos muros
SARDANAPALO.—ACTO IX. 201
SARDANÁPALO.
Pero no de reyes:
No la busco; si alguna vez la ejerzo ,
Será contra los reyes mis iguales.
MYRRHA.
Esos hombres, señor, pretenden serlo.
SARDANÁPALO.
Eso es de sobra femenil, y brota
Del miedo.
MYRRHA.
Sí; por vos.
SARDANÁPALO.
No importa; es miedo.
He observado tu sexo, sexo débil,
Que, una vez á la cólera despierto,
Se hace tímidamente vengativo
Y con perseverancia , hasta un extremo
Que yo no imitaré. Te juzgué exenta
De esto y el infantil desvalimiento
De las mujeres de Asia.
MYRRHA.
Señor mío,
Ni de mi amor ó calidades creo
Jactarme; compartí vuestra opulencia,
Y compartir vuestro destino quiero.
Podéis vivir y ver que hay una esclava
Más fiel que miles de vasallos vuestros.
¡No lo quieran los dioses! Más me place
Que fe tengáis en mi leal afecto,
Que demostrarlo en medio á vuestras penas.
Nunca mayores , ¡ ay !, que mis desvelos.
SARDANÁPALO —ACTO II. ¿o3
SARDANÁPALO.
¡ ^ena ! Sobrevenir no puede alguna
uonde existe un amor grande y perfecto
Jlno para elevarle, y se disipa
pudiendo arrancárnosle del pecho,
parchemos, pues; se acerca ya la hora;
Y Prepararnos, sin tardar, debemos
^ recibir los nobles convidados
Qpe favorecen el banquete nuestro.
(Vanse.)
ESCENA PRIMERA.
SARDANÁPALO.
‘ leñad las copas bien ! Así me gusta.
L sta es mi propia y verdadera patria,
y niedio de estos ojos refulgentes
estas hermosas y felices caras!
0 Hega aquí el dolor.
ZAMES.
p Ni á parte alguna ,
Ues donde el Rey está luce la llama
lv‘na del placer.
SARDANÁPALO.
q ¿No es mejor esto
De? aclUeHas cacerías sanguinarias
Sran Nemrod, ó mi salvaje abuela
Zando reinos, ¡ ah !, que conquistaba
n Poderlos guardar?
200 POEMAS DRAMÁTICOS.
ALTADA.
Muy poderosos
Fueron, cual fué tu estirpe soberana ;
Mas ninguno anterior llegó á la cima
Do llegó Sardanápalo , quien basa
Su alegría en la paz, única gloria
Veraz.
SARDANÁPALO.
Y en el placer, mi buen Altada,
Del cual la gloria no es sino la senda.
¿Qué buscamos? ¡ El goce! Menos larga
Hemos hecho la vía que á él conduce,
No buscando su huella señalada
Entre humanas cenizas y una tumba
Dejando á cada paso nuestra planta.
ZAMES.
Todos los corazones son dichosos,
Todas las voces bendiciones alzan
Al gran Rey de la paz, que hace del mundo
Una festividad.
SARDANÁPALO.
¿De esas palabras
Seguro estás? Oí otras cosas. Dicen
Que hay traidores.
ZAMES.
¡Traidores! Los que audacia
Tienen de hablar así son los traidores.
¡ Imposible! ¿Qué causa?
SARDANÁPALO.
Sí, ¿ qué causa
Puede haber, en verdad?.... Llenad la copa;
No quiero de ellos ocuparme; basta:
SARDANÁPALO.—ACTO III. 207
ZAMES.
¡ Oh, amigos !
1 0r qué os levantáis con esa alarma?
Se Potente estruendo es que los dioses
e sus padres se asocian....
MYRRHA.
.. Ó amenazan.
ey > ¿sufrirás esa impiedad demente?
SARDANÁPALO.
‘ ^piedad !.... Silos hombres que reinaran
^utes de yo reinar pueden ser dioses,
0 fio pretendo exhonerar su casta.
yas’ levantad, mis crédulos amigos ,
p VUestra devoción podéis guardarla
arfi el que truena allí; yo sólo busco
^fir» no adoración.
ALTADA.
pQ Pues ambas...., ambas
r siempre os deben los vasallos fieles.
208 POEMAS DRAMÁTICOS.
SARDANÁPALO.
Parece que los truenos se agigantan.
; Noche tremenda!
MYRRHA.
¡ Oh , sí, tremenda noche
Para cuantos no tienen las estancias
De un Palacio soberbio que proteja
a sus adoradores!
SARDANÁPALO.
Verdad hablas,
Myrrha gentil; y si tornar pudiese
Mi reino en un refugio á la desgracia,
Lo cumpliría.
MYRRHA.
Luego dios no eres,
Al no poder llenar mira tan alta,
Tan bondadoso y general deseo
Como ese mismo afán tuyo implicara.
SARDANÁPALO.
¿Y entonces vuestros dioses que lo pueden
Y no lo hacen ?
MYRRHA.
No hables de eso; calla ,
Y no los provoquemos.
SARDANÁPALO.
Razón tienes,
Pues la censura no les es más grata
Qiie á los mortales. Escuchad, amigos,
Un cierto .pensamiento que me asalta:
Si no existieran templos, ¿os parece
Que idólatras del aire se encontraran,
Sobre todo si ruge furibundo
SARDANAPALO.—ACTO III. 20g
Cual hoy ?
MYRRHA.
Le invoca el Persa en su montaña.
SARDANÁPALO.
^ ! cuando brilla el sol.
MYRRHA.
Y yo pregunto:
1 este Palacio, vuestra regia estancia,
uere asolado, y con fragor cayese
La pesantez de sus techumbres altas,
¿Cuántos aduladores lamerían
polvo en que su Rey se sepultara ?
ALTADA.
sarcástica está la hermosa jonia
^ 0n la nación que á conocer no alcanza.
L°s asirios no tienen otro goce
el de su Rey, y en su homenaje basan
bu orgullo....
SARDANÁPALO.
Perdonad, huéspedes míos,
Ue aquesta griega la vivaz palabra.
ALTADA.
‘Perdón! Señor, nosotros la honoramos
obre todas las cosas que cercanas
stán de ti. ¡Callad! ¿Qué ruido es ese?
^ ZAMES.
L,a; sólo el estruendo de portadas
atantes, por el viento sacudidas.
ALTADA.
^suenan como el choque de.... Mas ¡calla 1....
Escuchad; otra vez!....
- XLV - 14
210 POEMAS DRAMÁTICOS.
ZAMES.
Es la copiosa
Lluvia que cae sobre los techos.
SARDANAPALO.
Basta.
Myrrha , mi bien, ¿la lira preparaste?
Cántame una canción de Safo; canta
De aquélla, sabes, que en la patria tuya
Se arrojó....
(Entra Pania con la espada y sus vestiduras ensangrentadas y
desorden. Los convidados se levantan en confusión.)
PANIA. (Alos guardias.)
A las puertas sin tardanza
Acudid , y á los muros exteriores
Id pronto. ¡Vuestras armas! ¡Á las armas!
El Rey está en peligro. ¡ Soberano!
Esta prisa excusad....; es celo.
SARDANÁPALO.
Habla.
PANIA.
Es lo que sospechaba Salemenes.
Los desleales y atrevidos sátrapas....
SARDANÁPALO.
Herido estás. Al punto, dadle vino;
Cobra un poco de aliento, mi buen Pania.
PANIA.
No es nada; es un rasguño solamente.
Estoy más devorado por el ansia
De avisar á mi noble Soberano,
Que herido en la defensa de su causa.
MYRRHA.
Bien, señor, ¿los rebeldes?....
SAUDANAPALO.—ACTO III. 2 11
PANIA.
c Pues tan luego
°mo á su puesto, en la ciudad, llegaran
rbacesy Beleses, rehusaron
.ciertamente proseguir su marcha,
atentar usar de los poderes
en mis manos para ello delegaran,
Pelaron entonces á sus tropas,
se alzaron con fieras arrogancias,
MYRRHA.
<Todos?
PANIA.
Muchos.
SARDANÁPALO.
p No ahorres tu lenguaje
ara ahorrarme la verdad.
PANIA.
a Mi guardia,
Unque corta, era fiel, y es la que queda.
.y MYRRHA.
1. esa es toda la fuerza reservada
permanece fiel?
^ No ; los bactrianos,
cuyo frente Salemenes marcha
P Ues sospechoso de los jefes medos
su camino preparado estaba) ,
Q°n numerosos, y al rebelde afrontan
°nibatiendo pulgada por pulgada ,
formidable círculo formando
¿n torno del Palacio, donde tratan
e concentrar el grueso de sus fuerzas
212 POEMAS DRAMÁTICOS.
MYRRHA.
¡ Cuánto te adoro!
SARDANÁPALO.
Nunca lo he dudado.
MYRRHA.
as ahora te conozco.
SARDANÁPALO. (A su servidor.)
n, Trae mi lanza.
¿Uonde está- Salemenes?
PAÑI A.
Donde debe
Un soldado ; en la lid más empeñada.
y SARDANÁPALO.
Uela entonces con él. ¿Hay paso libre
ntre el Palacio y la falange ?
PANIA.
^ Estaba
uando vine, y no temo : nuestras tropas
lrmes están y la falange en guardia.
SARDANÁPALO.
y* e que su persona economice
que la mía yo no he de ahorrarla.
^ que al punto voy.
PANIA.
. Entonces llevo
a victoria, señor, en tu palabra.
(yase Pania.)
*. SARDANÁPALO.
Y lada, Zames, id: ¡ armaos pronto!
°do dispuesto en la armería se halla.
que pongan en salvo á las mujeres
n las habitaciones apartadas:
214 POEMAS DRAMÁTICOS.
SARDANÁPALO.
¡Tú! ¿Dónde?.... ¿Á la batallar
MYRRHA.
La primer joven griega, si lo hiciese,
No sería que allí se encaminara.
Aquí, señor, aguardaré tu vuelta.
SARDANÁPALO.
Sitio muy espacioso es esta estancia ,
Y la más anhelada, si ellos triunfan.
Si fuese así, si yo no retornara....
MYRRHA.
Nos volveremos á encontrar.
SARDANÁPALO.
¿En dónde?
MYRRHA.
En el sitio do al fin todos se hallan;
¡ En Hades !, si es verdad, como yo creo,
Que detrás del Stigio hay una playa ;
Y si no, en las cenizas.
SARDANÁPALO.
¿Y te atreves
A tanto?
MYRRHA.
Á todo; todo lo arrostrara ,
Menos sobrevivir á quien he amado,
Y ser botín de algún rebelde ; marcha,
Y prueba da de tu mayor bravura.
(Vuelve Sfero con el espejo.)
SARDANÁPALO. (Mirándose.)
Me va bien, me va bien esta coraza ,
Y el cinturón mejor; en cuanto al yelmo,
Ni pizca. Me parece , sin jactancia,
SARDANAPALO.—ACTO III.
PANIA.
¡Conmigo huid!
MYRRHA.
No : ¡ moriré aquí mismo !
Ve, y al Rey dile que hasta el fin le amaba.
( Entran S ardan ópalo y Salemenes con soldados. Pania deja
Myrrba y se coloca entre ellos.)
SARDANÁPALO.
Pues tal quiso la suerte, moriremos
Donde nacimos, en mis propias salas.
Las filas estrechad , resistid firmes.
A un sátrapa envié de confianza
Por la guardia de Zames, fiel y fresca ;
Pronto vendrá. No acabó todo. Pania ,
Vela por Myrrlia.
( Pania vuelve con Myrrba.)
SALEMENES.
Aliento recobremos:
Una vez más, amigos, á la carga.
Una vez más , ¡ siquiera, por la Asiria !
SARDANÁPALO.
¡ Casi puedes decir mejor por Bactria!
Mis leales bactrianos , desde ahora
De vuestra gran nación seré monarca,
Y regiré este reino cual provincia.
SALEMENES.
¡ Atención ! Aquí vienen; se adelantan.
(Entran Belesesy Arhaces con los rebeldes.)
ARBACES.
Cogedlos: los tenemos en las redes.
¡ Á la carga, soldados, á la carga!
SARDANÁPALO.—ACTO III. 2 ¿3
BELESES.
¡Sus, sus! Combate el cielo por nosotros
^ con nosotros.... ¡Sus!
(Atacan al Rey y á Salemenes con sus tropas, que se defienden
}asta la llegada de Zames con la guardia antes mencionada. Los
rebeldes entonces son rechazados y perseguidos por Salemenes, etc.
Cuando el Rey va á unirse con ellos en la persecución, Beleses
Se le interpone.)
BELESES.
¡ Tirano, aguarda !
acabaré esta guerra.
SARDANÁPALO.
Pues entonces,
^cerdote marcial, profeta, alhaja,
^ vasallo leal y agradecido ,
Ríndete. Reservarte deseara
n castigo más propio, que mojarme
A<luí mis manos en tu sangre santa.
, ( BELESES.
Llegó tu última hora.
SARDANÁPALO.
No , la tuya....
anqUe astrólogo joven, hace nada
ei ios astros, y encontré en el signo
Scorpión tu destino , que proclama
serás aplastado en este instante.
BELESES.
Mas oo será por ti.
(Combaten. Beleses es herido y desarmado.)
sARDANÁPALO. (Levantando su espada para concluirle,
exclama:)
^ Pues ahora llama
Us planetas. ¿Bajarán del cielo
224 POEMAS DRAMÁTICOS.
SARDANÁPALO.
Kin No’ como sitio de descanso,
Para el cuerpo lo es ni para el alma.
(Colocan una silla.)
Dg me algún lecho, el mísero banquillo
un labrador, no importa lo que traigan.
• Más líbre respiro.
SALEMENES.
De Fue esta hora
u vida la más gloriosa y alta.
Y J SARDANÁPALO.
a^urr,^a ciertamente.
de está mi copero? Tráeme agua.
SALEMENES. (Sonriendo.)
y ^ Primera vez que das tal orden.
AufíSta yo mismo, en esta circunstancia,
^iás^Ue tu mas adusto consejero,
Purpúrea bebida aconsejara.
San SARDANÁPALO.
^re, sin duda. Se vertió bastante.
228 POEMAS DRAMÁTICOS.
SARDANÁPALO.
y° ^ucho ; empero siento que la llaga
a? sle«do un poco rígida y penosa.
0ra siento más frío.
MYRRHA.
Está vendada
SARDANÁPALO.
MYRRHA.
P allora, señor, retírate ; tu herida
s preciso curar ; hazme la gracia
e aPoyarte en mi brazo.
SARDANÁPALO.
p ¡ Sí, amor mío
er° no es el dolor quien me lo manda.
(Fanse.)
ESCENA PRIMERA.
SARDANÁPALO.
hermano, y ¡ ojalá que no durmiera!
Pues de toda mi raza los abuelos
^nte mí aparecieron , imagino,
“ara arrastrarme á residir con ellos.
^' padre estaba entre ellos, pero ignoro
**0r qué razón de mí se tuvo lejos,
jándome entre el Rey cazador fuerte
De nuestra raza fundador primero,
^ entre ella , la homicida y mata-esposos
^ quien llamas gloriosa.
SALEMENES.
Y con respeto
1 °y te lo llamo á ti, pues demostraste
Un espíritu igual é igual denuedo.
^ alba te propongo que salgamos
^ a la rebelde turba cargaremos
"'uevamente; batida, no aplastada,
^Un conserva cabeza.
SARDANAPALO.
¿Cuánto tiempo
*esta de noche?
SALEMENES.
Algunas horas quedan
obscuridad: en descansar de nuevo
aprovéchalas, pues.
SARDANÁPALO.
p No, no esta noche.
er>sé qUe muchas horas transcurrieron
n aquellas visiones.
MYRRHA.
Una escasa;
246 POEMAS DRAMATICOS.
ZARINA.
Mas nunca temerario....
Mirad por vuestra vida, y por aquellos
Qye os tienen amor, vivid siquiera.
SARDANÁPALO.
iQue me tienen amor? ¿Quiénes son éstos?
Una esclava , que me ama solamente
Por pasión....; ambición decir no puedo,
Pues vió tronos temblar y sigue amando;
Unos cuantos amigos que bebieron
Pn el festín, hasta que iguales somos,
Pues que nada serán si á hundirme llego ;
Un hermano al que injurias he inferido;
Uijos que, al fin, abandonados tengo,
M una esposa....
ZARINA.
¡Que os ama!
SARDANÁPALO.
¿Y que perdona?
ZARINA.
Nunca en ello pensé; perdón no puedo
Otorgar hasta que haya condenado.
SARDANÁPALO.
‘Psposa mía!
ZARINA.
¡Te bendiga el cielo
°r tal palabra! No esperaba oirla
de ti.
SARDANÁPALO.
La oirás, tenlo ppr cierto,
e mis súbditos. Sí, que esos esclavos
^ quienes yo nutrí y harté comiendo,
¿54 POEMAS DRAMÁTICOS.
Hermana,
p^eme, cual mi hermana : ya dispuesto
p3ra tu salvación todo se encuentra;
ara salvar también tus pequeñuelos,
son nuestras postreras esperanzas;
o es ya cuestión de mero sentimiento
.sta» por más que fuera suficiente....;
as es razón de estado; los arteros
Yeldes más harían capturando
a prole de su Rey , por este medio
Alquilando....
ZARINA.
¡ Ah, no ! No lo pronuncies.
g. SALEMENES.
‘en; entonces, atiende: cuando, lejos,
alvos estén y fuera del alcance
.e la garra colérica del Medo,
^ l°s rebeldes les habrá fallido
e su furor el principal objeto:
xlv-
[7
258. TOEMAS DRAMÁTICOS.
¡Y tú la asesinaste!
SALEMENES.
Pasajero
Desmayo de pasión reconcentrada
Es esto nada más; el aire fresco
La hará volver en sí. Te lo suplico,
Vete.... (Aparte.) Me es necesario este momen*
Único aprovechar para llevarla
Donde á sus hijos embarcados tengo ,
En la regia galera sobre el río.
SARDANÁPALO. (Solo.)
¡ Y esto más, esto más sufrirlo debo!.... ¡
¡Yo, que jamás á humanos corazones
Voluntario pesar causé de intento!
Pero, no, no es verdad.... Ella me amaba
SARDANAPALO.—ACTO IV. 26l
MYRRHA.
Que lo sea....; mejor....; que entonces nunca
Me podréis separar del lado vuestro.
SARDANÁPALO.
Ni querré ; mas creí lo deseabais.
MYRRHA.
i Yo!
SARDANÁPALO.
De vuestro fatal rebajamiento
Oblabais.
MYRRHA.
Y le siento todavía
pondamente ( profundamente intenso
Más que todas las cosas , si exceptúo
amor.
SARDANÁPALO.
Pues por él huye al momento.
MYRRHA.
El no podrá anular todo el pasado,
N¡ podrá restaurar mi honor, ni menos
^lipropio corazón. ¡Huir! ¡Oh, nunca!....
Aquí quedar ó sucumbir deseo.
^1 vencéis, viviré para gozarme
^lendo la magnitud del triunfo vuestro ;
^ si diverso fuese vuestro sino,
No lloraré, mas compartirle quiero.
N° dudabais de mi hace unas horas.
SARDANAPALO.
Del
gl valor vuestro, nunca, y del afecto,
P^sta hoy, jamás, y de éste nadie puede
Más que vos despertar duda en mi pecho.
Apalabras que yo....
266 POEMAS DRAMÁTICOS.
MYRRHA.
Fueron palabras.
Buscad las pruebas de quien soy, os ruego ,
En mis pasados actos, que esta noche
Vuestro cordial elogio merecieron,
Y en mi ulterior conducta, donde quiera
Que os lleve el destino.
SARDANÁPALO.
Estoy contento.
Y confiando en mi azarosa causa,
Creo que vencedores aún seremos,
Y volveremos á la paz bendita,
Paz....; la sola victoria que apetezco.
Para mí ni la guerra es una gloria,
Ni á la conquista fama considero.
Verme forzado á sostener mi causa,
Para mi corazón es mayor peso
Que todos los agravios que esos hombres
Quisieran inferirme en su desprecio.
Jamás, jamás olvidaré esta noche,
Aunque tuviera que seguir viviendo
Para agregar su trágica memoria
De otras diversas noches al recuerdo.
Yo imaginé que había producido
Mi inofensiva regla de gobierno
Una era de paz y de dulzura
Entre anales estúpidos, sangrientos;
Un verde prado entre desiertos siglos,
Do los-futuros anhelaran luego
Volver, y sonreír y cultivarle,
O suspiraran tristes no pudiendo
Resucitar el gran reinado de oro
SARDANÁPALO.—ACTO IV. 267
SARDANÁPALO.
¿Y bien? Dímelo.
SALEMENES.
Sí. Su pasajero
Desmayo se alivió, y, al fin, trocóse,
Sin lágrimas, en rígido silencio:
Su faz descolorida, sus lucientes
Ojos, después de dar de angustia llenos
Una mirada á sus dormidos hijos,
Del Palacio á las torres se volvieron,
Fijos, en tanto la veloz galera
Se deslizaba con furtivo vuelo
A través de la rápida corriente,
Bajo del estrellado firmamento;
Pero no dijo nada.
SARDANÁPALO.
j Oh, que no fuera
Más grande mi sentir que su silencio!
SALEMENES.
¡Muy tarde es ya para sentir! No pueden
Ya borrar ni un dolor tus sentimientos:
Para cambiarlos, las noticias oye
Que ahora mis emisarios condujeron.
Diz, que, mandados por sus dos caudillos,
Ya los rebeldes Medos y Caldeos
En armas otra vez se levantaron,
Y estrechando sus filas, ya de nuevo
Se aprestan á atacar; también parece
Que otros sátrapas más se les unieron.
SARDANÁPALO.
¡Qué! ¿Más rebeldes todavía? Entonces
Seamos ya nosotros los primeros.
SARDANÁPALO.—ACTO IV. 269
SALEMENES.
Fuera poco prudente por ahora,
Por más que fué nuestro primer intento.
Si mañana á las fuerzas nos unimos
A que envié seguros mensajeros,
Contaremos con fuerza suficiente
Para un ataque aventurar de nuevo,
T aun para perseguirlos : hasta entonces,
Esperar la embestida es mi consejo.
SARDANÁPALO.
Detesto el esperar; aunque parece
Tan seguro luchar detrás de espesos
Y altos muros, de allí precipitando
A los profundos fosos los guerreros
Enemigos ó verlos retorcerse
En erizados pinchos allí puestos
A fin de recibirlos, no me place....
Mi alma se entibia y pierde su ardimiento;
Mas si sobre ellos ando, aunque montañas
Formen , so el pie, sus hacinados cuerpos,
Eos quisiera agarrar, ó entre la roja
Caliente sangre perecer revuelto.
Déjame, pues , cargar.
SALEMENES.
Estás hablando
Como un soldado joven é inexperto.
SARDANÁPALO.
Y° no soy un soldado , sino un hombre.
Jo hables de soldadesca ; yo aborrezco
Anejante palabra y los que en ella
_
-«*. ou vanidad y engreimiento;
Elévame donde pueda arremeterles.
270 POEMAS DRAMÁTICOS.
SALEMENES.
Poner tu vida en excesivo riesgo
Lo debes evitar; no es cual la mía
Ó de otro cualquier súbdito el aliento :
Toda la guerra ha de girar sobre ella
Y con ella; esto sólo es su pretexto,
Esto la enciende ó bien puede extinguirla,
Prolongar ó acabarla.
SARDANÁPALO.
Terminemos
Ambas; fuera mejor que prolongarlas;
De la una cansado ya me siento,
Y acaso de las dos. (Se oye fuera una trompeta.)
SALEMENES.
¡Oye!
SARDANÁPALO.
No oigamos,
Mas repliquemos.
SALEMENES.
¡ Y tu herida!
SARDANÁPALO.
De eso
Ya me había olvidado: está vendada
Y curada también. ¡Ea, marchemos!
La lanceta de un médico, de fijo
Más profundo arañazo hubiera hecho.
Debiera avergonzarse el pobre esclavo
Qye la infirió, de herir tan sin aliento.
SALEMENES.
¡ Ojalá que ninguno , en esta hora,
Herir consiga con mayor acierto!
SARDANÁPALO.—ACTO IV. 27I
SARDANÁPALO.
Sí, si hemos de vencer; de lo contrario,
Solo me dejarían con el peso
una dura tarea, que podrían
Evitar á su Rey. ¡Vamoscontra ellos!
(Suenan de nuevo trompetas.)
SALEMENES.
A tu lado ya estoy.
SARDANÁPALO.
¡Hola, mis armas!
¡Mis armas otra vez! ¡mis armas presto!
(léanse.)
ESCENA PRIMERA
El mismo salón del Palacio.
MYRRHA y BALEA.
BALEA.
i Puedan ambos triunfar I
MYRRHA.
Ese es él voto
De muchos y el temor de más : en tanto ,
Es una hora de ansiedad terrible,
Y de mi mente de borrarla trato ;
Mas ¡ay, cuán vanamente 1
BALEA.
Se asegura
Qué el audaz proceder del Soberano
En la pasada acción, difícilmente
Produjo á los rebeldes más espanto
Que á sus leales súbditos asombro.
MYRRHA.
Terror ó asombro es fácil inspirarlos
A la masa vulgar de que se forma
Una horda de tímidos esclavos ;
Mas, bravo estuvo.
BALEA.
¿No mató á Beleses?
Escuché referir á los soldados
Qye le arrojó por tierra.
MYRRHA.
Al miserable
Ee derribó; pero dejóle á salvo
Para triunfar , quizás , de quien valiente
Ee venció en el combate sanguinario
Cual le libró después en el peligro,
Por tan incauta compasión jugando
Una corona.
27S POEMAS DRAMÁTICOS.
BALEA.
¡Oíd!
MYRRHA.
¡ Ah!: razón tienes;
Pasos se acercan, sí, pero despacio.
(Entran soldados conduciendo á Sálemenos herido con una rota
jabalina en el costado. Le sientan sobre uno de los divanes que
adornan el salón.)
¡ Oh, Jove 1
BALEA.
Pues ya todo ha concluido.
SALEMENES.
Mentira: acuchillad al vil esclavo
Que dice tal, como soldado sea.
MYRRHA.
Perdonadle...., no es nadie...., un cortesano;
La mariposa que revuela en torno
Del brillo de un monarca.
SALEMENES.
En este caso,
Que viva.
MYRRHA.
Y tú también, así lo espero.
SALEMENES.
A este momento y este trance aciago
Sobrevivir quisiera, mas lo dudo.
¿Por qué aquí me trajisteis ?
SOLDADO.
Por mandato
Del Rey. Cuando la aguda jabalina
Os penetró, caísteis sobre el campo
Y el sentido perdisteis: conduciros
SARDANÁPALO.—ACTO V.
Sí llegó.
MYRRHA.
¿Dónde está Zames el bravo?
SARDANÁPALO.-
Muerto.
MYRRHA.
¿Y Altada?
SARDANÁPALO.
Moribundo.
MYRRHA.
¿Y Pania,
Y Sfero?
SARDANÁPALO.
A Pania vivo le he dejado;
Sfero, fugitivo ó prisionero.
Solo estoy.
MYRRHA.
¿Se perdió todo?
SARDANÁPALO.
Los altos
Muros aún , débilmente defendidos,
Todavía pudieran abrigarnos
Contra su fuerza actual y contra todo,
Excepto la traición; pero en el campo....
MYRRHA.
Creo fué la intención de Salemenes
Salida no arriesgar sino en el caso
De recibir vosotros el refuerzo
Del socorro pedido.
SARDANÁPALO.—ACTO V. 283
SARDANÁPALO.
Su mandato
Desoí.
MYRRHA.
Falta fué, más valerosa.
SARDANÁPALO.
pero fatal. ¡ Oh, mi valiente hermano!
Gustoso diera todos estos reinos,
De que fuiste ornamento más preciado,
Da firme espada, el protector escudo
^ el redentor de nuestro honor preclaro,
“or poderte volver á la existencia.
Mas no te lloraré; serás llorado
Gomo tú desearas que te lloren.
Do que pesar me causa más amargo,
Ds pensar que dejases esta vida,
paginando que pudiera, ingrato,
Sobrevivir á aquello porque hallaste
Gloriosa muerte tú...., los luengos años
r\e la realeza de mi noble estirpe.
¡r1 por fin la redimo y la restauro,
*e ofreceré la sangre de millares,
Dágrimas de millones, como pago
: expiación (las lágrimas de todos
p0s buenos, ya son tuyas). Y si caigo,
rc»nto nos hallaremos...., si allá vive
espíritu interno que llevamos.
^eyendo estás el mío en este instante,
^ haciéndome justicia estás acaso,
j^^ad, dejadme que otra vez estreche
ySa caliente aún y noble mano;
ese gran corazón que no palpita
284 POEMAS DRAMÁTICOS.
SARDANÁPALO.
¡Bien, Pania! ¿Colocaste ya los guardias,
Y las órdenes diste que dictamos?
PANIA.
Señor, obedecí.
SARDANÁPALO.
¿Sus corazones
Mantienen animosos los soldados?
PANIA.
¿Señor?....
SARDANÁPALO.
¡Estoy de sobra respondido!
Si dos veces pregunta un soberano
Y obtiene una pregunta por respuesta
A su pregunta, es un portento raro.
¡Qué! ¿Desmayan al fin?
PANIA.
De Salemenes
La muerte, el vocerío y entusiasmo
SARDANÁPALO.—ACTO V. 285
Puedo escuchar.
PANIA.
¿Oyes? Prosigue.
OFICIAL.
El alto
Muro, que cerca de la misma orilla
Del río se levanta, fué arrastrado
Por repentina inundación furiosa
Del Éufrates, que, indómito, rodándo
Desde aquellas montañas colosales
Do están sus manantiales, ahora, hinchado,
Por las últimas lluvias que de aquella
Tormentosa región se desgajaron,
Desbordó de su cauce, destruyendo
El baluarte aquel.
PANIA.
¡ Negro y nefasto
Augurio es este! Siempre en el transcurso
De ya largas edades, afirmaron
Que la ciudad jamás se rendiría
Á hombre ninguno hasta que el río airado
Se declarase su enemigo.
SARDANÁPALO.
Puedo
Perdonar el augurio, no el estrago.
¿Cuánto arrastró del muro?
OFICIAL.
Sobre veinte
Estadios.
SARDANÁPALO.
¿Y todo aquel espacio
Quedó á los sitiadores penetrable?
SARDANÁPALO,—ACTO V. 287
OFICIAL.
Por el momento impedirá el asalto
La misma furia del creciente río;
Mas cuando se contraiga á su ordinario
Cauce, y sus ondas las usuales barcas
Puedan cruzar, será suyo el Palacio.
SARDANÁPALO.
Lso, ja más! Aunque hombres, aunque dioses
Y elementos y augurios y presagios
Concitados y unidos se levanten
Contra quien nunca quiso provocarlos,
La casa de mis padres, nunca, nunca
De manada de lobos será el antro
Donde vengan á aullar.
PANIA.
Con vuestra venia
Voy á acudir al sitio designado
Y tomar las medidas conducentes
A asegurar el indefenso espacio
Hasta do el tiempo y medíoslo permitan.
SARDANÁPALO.
Hazlo pronto, y envíame tan raudo
Como una plena indagación consienta,
De la irrupción del agua fiel relato.
(Vanse Paniay el oficial.)
MYRRHA.
Hasta las olas contra vos se vuelven.
SARDANÁPALO.
Ho son las olas, niña, mis vasallos,
V debo perdonarles sus ultrajes,
que no me es posible castigarlos.
288 POEMAS DRAMÁTICOS.
MYRRHA.
Gozo al ver que el prodigio no os conmueve.
SARDANÁPALO.
Ningún prodig io ya me causa espanto :
Nada pueden decirme que yo propio
No me haya dicho en el fugaz espacio
Que transcurrió desde esta media noche.
Pues tales cosas con lenguaje claro
La desesperación nos las predice.
MYRRHA.
¡La desesperación!
SARDANÁPALO.
No ; no llamarlo
La desesperación precisamente:
Cuando ya conocemos todo cuanto
Puede venir y cómo resistirlo,
Nuestra resolución , si es firme, acaso
Pudiera merecer otra palabra
Más noble al pronunciarla nuestro labio.
Mas las palabras ya, ¿qué nos importan?
Ellas y todo concluyeron.
MYRRHA.
Salvo
Un hecho...., que es el último y más grande
De todos los mortales ; aquel acto
Afrontador de todo , cuanto ha sido
Es y debe de ser; lo único dado
En común á los hombres , tan diversos
En nacimientos, lenguas , sexos, rasgos ,
Color, facciones, épocas y climas ,
Inteligencia y sentimientos varios,
Sin un punto de unión , salvo este punto
SARDANÁPALO.—ACTO V. 289
SARDANÁPALO.
Lo sabréis pronto:
Lo que nunca la tierra ha de olvidarlo.
(Pania. , volviendo con un heraldo.)
PANIA.
Rey, al ir á cumplir con mis deberes,
Ante mí condujeron á este heraldo,
Solicitando vuestra audiencia.
SARDANÁPALO.
Que hable.
HERALDO.
El Rey Arbaces....
SARDANÁPALO.
Qué, ¿ya coronado?....
Mas prosigue....
HERALDO.
Beleses, el ungido
Pontífice....
SARDANÁPALO.
¿De qué Dios ó qué diablo?
Á nuevos reyes hay nuevos altares.
Mas prosigue, pues eres enviado,
No para replicar á mis deseos ,
Sino para charlar del de tus amos.
HERALDO.
Y el sátrapa Ofratanes....
SARDANÁPALO.
¿Qué me dices?
Si es de Jos nuestros.
HERALDO. (Mostrando un anillo.)
Mas que está en el campo
De los conquistadores, dad por cierto:
SARDANÁPALO.—ACTO V. 293
Mirad su anillo.
SARDANÁPALO.
El suyo, á no dudarlo,
i Digno triunvirato ! ¡ Oh Salemenes!
¡Cuán á tiempo moriste! Has presenciado
Una traición de menos ; ese hombre
Era tu fiel amigo y mi vasallo
De mayor confianza. Pero.... sigue.
HERALDO.
Te ofrecen vida y libertad, y plazo
Para escoger alguna residencia
En remota provincia, vigilado
Pero no confinado, en tu persona,
Donde podrás en paz pasar tus años;
Mas bajo condición de que en rehenes
Los tres jóvenes príncipes guardados
Queden.
SARDANÁPALO. (Con ironía.)
¡ Oh generosos vencedores 1
HERALDO.
Espero la respuesta.
SARDANÁPALO.
¡ Vil esclavo!
¿Desde cuándo la suerte de los reyes
Esclavos dictan?
HERALDO.
Desde que han logrado
Ser libres.
SARDANÁPALO.
¡ Ruin bocina del tumulto!
Al fin sabrás de la traición el pago,
Aunque su mero delegado seas.
294 POEMAS DRAMÁTICOS.
SARDANÁPALO.
Más alto, mis guerreros; más compacto,
SARDANÁPALO.— ACTO V. 297
PAN1A.
¡ Es muy extraño!
MYRRHA.
Mas no tan raro como tú imaginas,
¡Oh, mi querido Pania!.... Y entretanto
Tú vive. ¡Adiós! La hoguera ya está pronta.
PANIA.
Fuera oprobio dejar al Soberano
Con sólo una mujer hallar la muerte.
SARDANÁPALO.
Muchos por polvo ya me proclamaron.
Vete, pues, y enriquécete.
PANIA.
¡Viviendo
Miserable!
SARDANÁPALO.
Recuerda tu prestado
Juramento , sagrado, irrevocable.
PANIA.
Pues lo queréis , adiós.
SARDANÁPALO.
Ve sin reparo:
Con atención registra mi aposento,
Y que no te remuerda á llenas manos
De allí coger y arrebatar el oro;
Piensa que dejarás á los esclavos
Que me asesinan cuanto allí dejares.
Y cuando todo ya tengas á salvo
En botes, largo toque de trompeta
Darás cuando abandones el Palacio.
Del río está la margen harto lejos ;
De su corriente es el rumor muy alto,
SARDANÁPALO.—ACTO V. 299
MYRRHA.
Honrados, dignos fueron estos hombres;
Y por lo menos debe consolarnos
El fijar nuestras ultimas miradas
Sobre rostros amantes.
SARDANÁPALO.
Y simpáticos,
¡ Hermosa mía ! ¡Mas escucha ahora!
Si en este instante—pues al borde estamos—
Sientes un interior apocamiento
Al ir á dar el pavoroso salto,
Á través de la llama, á lo futuro,
Dilo, pues menos no he de amarte; acaso
Más, por verte ceder á los impulsos
De tu naturaleza: á tiempo estamos
De que te escapes de este sitio.
MYRRHA.
¿Enciendo
Una de las antorchas que hay debajo
De la lámpara que arde inextinguible
De Baal en el propio relicario
Del antiguo salón?
SARDANÁPALO.
Puedes hacerlo.
¿Es tu respuesta?
MYRRHA.
Lo verás. (Vase Myrra.)
SARDANÁPALO.—ACTO V.
SARDANÁPALO. (Solo.)
¡ Su ánimo
Firme está! ¡Padres míos! Á que pronto
Me juntaré, quizás purificado,
Por la muerte, de algunas grandes manchas
Propias de un ser de harto mezquino barro
Vuestra antigua morada no quisiera
Á la profanación de los esclavos
Usurpadores viles entregarla;
Si vuestra vasta herencia no he guardado
C.omo me la legasteis, por lo menos
Su parte más brillante , vuestros áureos
Tesoros , vuestra casa , las sagradas
Reliquias de armas y recuerdos magnos,
Monumentos, trofeos con que harían
Ellos festines , me los llevo y salvo
Para vosotros , en aquel divino
Absorbente elemento que más claro
Personifica el alma, pues que deja
De inconsunta materia el más escaso
Residuo de su acción abrasadora.
El fulgor de esta pira que levanto,
De las fúnebres piras la más regia,
No será mero túmulo formado
De nube y llamas , ó por breve día
En el negro horizonte un simple faro
Vluego un leve monte de cenizas,
Sino una luz de esplendorosos rayos,
Lección de las edades, de los pueblos
Rebeldes y los príncipes incautos.
El tiempo extinguirá muchas memorias
De una nación, de un héroe los actos,
302 POEMAS DRAMÁTICOS.
MYRRHA.
¡Ved!.... Encendí la lámpara que debe
En las altas estrellas alumbrarnos.
SARDANAPALO.
; Y la copa?
MYRRHA.
Costumbre es de mi patria
Ofrecer á los númenes sagrados
Solemnes libaciones.
SARDANÁPALO.
Y la mía,
Libar entre los hombres. No he olvidado
Costumbre semejante, y aunque solo,
He de apurar un deleitoso trago
Al recuerdo de tantos placenteros
Y dichosos festines ya pasados,
(Sardanápalo toma la copa, y después de beber y apurar la inver¬
tida copa, al caer una gota exclama:)
Y aquesta libación, al excelente,
A mi Beleses fiel, se la consagro.
MYRRHA.
¿Y por qué en el recuerdo de ese hombre
SARDANAPALO.—ACTO V. 3o3
XLV 20
MANFREDO
POEMA DRAMÁTICO
Manfredo.
Un cazador de gamuzas.
El Abad de San Mauricio.
Manuel.
Hermán.
Arimán.
Nemesis.
Los Destinos.
Espíritus , etc.
ACTO PRIMERO.
ESCENA PRIMERA.
MANFREDO. (Solo.)
La lámpara llenar es necesario,
Pero no arderá tanto como debo
Yo velar: mi reposo (si reposo)
No es un sueño tranquilo; solamente
Es la continuación del pensamiento
Siempre incesante, irresistible entonces:
Vela mi corazón; cierro estos ojos
Sólo para observar dentro; no obstante,
Vivo y tengo la forma de un viviente.
El dolor enseñar debiera al sabio:
La tristeza es la ciencia, y así aquellos
Que saben más son los que más lamentan
3lO POEMAS DRAMÁTICOS.
PRIMER ESPÍRITU.
¡Mortal! Por tu mandato subyugado,
Abandoné al instante mi mansión,
Que en las nubes ligeras ha formado
El soplo del crepúsculo veloz,
SEXTO ESPÍRITU.
La Tierra, el Océano, el Aire y las Montañas,
Los Vientos y la Noche, tu Estrella, están aquí;
Aguardan tu mandato y esperan tus señales,
¡ Hijo del polvo juntos se encuentran ante ti
Sus genios, que han venido oyendo tu llamada.
¿Qué quieres con nosotros, hijo de humanos? Di.
MANFREDO.
El olvido.
PRIMER ESPÍRITU.
¿De qué? ¿De quién? ¿Por qué?
MANFREDO.
De aquello que hay dentro de mí; leedlo ,
Lo sabéis; yo no puedo revelarlo.
ESPÍRITU.
Aquello que tenemos solamente
Te podemos prestar: súbditos pide,
Soberanía, imperio sobre toda
La tierra, ó sólo de una parte; un signo
Que te someterá los elementos
De que somos señores, uno ó todos ,
Tuyos serán.
MANFREDO.
Olvido , el propio olvido.
¿Y de aquesos dominios tan ocultos
Que con tal profusión vais ofreciendo,
No podéis arrancar lo que he pedido?
ESPÍRITU.
No está en nuestro poder ni en nuestra esencia;
Pero puedes morir.
MANFREDO.
¿Podrá la muerte
316 POEMAS DRAMÁTICOS.
Ofrecérmele?
espíritu.
Somos inmortales
Y no olvidamos; eternales somos,
Y el pasado nos es, cual el futuro,
Presente. ¿Estás ahora respondido?
MANFREDO.
Os burláis; mas la fuerza que os condujo
Míos os hace. ¡ Esclavos, mi deseo
No despreciéis! ¡ La mente y el espíritu,
La prometea luz y la centella
De mi ser es tan clara y penetrante,
Alcanza tanto cual la vuestra propia:
¡ Ni cederá á la vuestra aunque en arcilla
Sujeta! Responded , ó he de enseñaros
Quién soy.
ESPÍRITU.
Cual respondimos respondemos
Está nuestra respuesta en tus palabras.
MANFREDO.
¿Y por qué eso decís ?
ESPÍRITU.
Si, cual dijiste,
Tu esencia es cual la nuestra, respondimos
Diciéndote: la cosa que apellidan
La muerte los mortales, con nosotros
Nada tiene que ver.
MANFREDO.
En vano entonces
De vuestros reinos os llamé; ayudarme
No podéis ó queréis.
MANFREDO.—ACTO I. 3i7
ESPÍRITU.
Habla; pues damos
Cuanto tenemos, todo es tuyo: piensa
Antes de echarnos; pide otra vez reino,
Autoridad y fuerza , largos días....
MANFREDO.
¡ Malditos! ¿Qué he de hacer yo con los días?
Harto largos son ya. ¡Fuera, marchaos!
ESPÍRITU.
Espera; pues estando aquí servirte
Quisiéramos : medítalo : ¿no hay otro
Don que podamos darte y que no sea
A tus ojos indigno?
MANFREDO.
No, ninguno.
Mas venid: un momento, antes de iros,
Quisiera contemplaros cara á cara.
Escucho únicamente vuestras voces
Suaves y melancólicas , sonando
Cual música en las aguas, y contemplo
El inmóvil aspecto de una estrella.
Ancha, brillante; nada más. Cual fuereis,
Acercaos á mí uno, ó bien todos,
Eero con vuestra forma acostumbrada.
ESPÍRITU.
Nosotros no tenemos forma alguna
Más que del elemento de que somos
^1 principio y espíritu ; tú elige
Sorma , y en ella te apareceremos.
MANFREDO.
Vo no puedo escoger; no hay en la tierra
figura para mí bella ú horrible.
:si8 POEMAS DRAMÁTICOS.
Aunque no me percibieres
A tu lado atravesar,
Con tu vista has de sentirme
Y mirarme á tu pesar :
Me verás como una cosa
Que, invisible siendo en sí,
Debe estar donde estuvieres.
Y que ha estado junto á ti ;
Cuando luego con secreto,
Con un íntimo terror,
Hacia todas partes vuelvas
320 POEMAS DRAMÁTICOS.
Tu cabeza en derredor,
En aquel momento, absorto,
Asombrado has de quedar
De no verme cual tu sombra
En aquel mismo lugar,
Y el poder que pasar sientas,
Y que en ti mires nacer,
El poder será que debas
Siempre oculto mantener.
Ni morir, ni reposar:
Aunque juzgues en tu anhelo
Ver la muerte á tu alredor ,
Aunque ansioso la apetezcas,
Has de verla con terror.
¡ Mira! En torno tuyo ahora
El encanto obrando está,
Y cadena silenciosa
Te sujeta firme ya :
Ya cayó sobre tu frente,
Ya pasó á tu corazón
La sentencia.... Desde ahora
Te marchite la aflicción.
ESCENA II.
El monte Júngfrau.—Es de día.
CAZADOR.
Saltó por esta senda la gamuza,
Y con su pie ligero me ha burlado ;
Hoy mis ganancias no podrán apenas
Reparar mi trabajo peligroso.
1 El germen de este y otros pasajes del Manfredo se
cuentra en el diario de su viaje á Suiza (Journal of ihe S'
tour), que Byron envió á su hermana.
MANFREDO.—ACTO I. 325
CAZADOR.
¡ Para, insensato! Aunque odies la existencia,
No con tu sangre criminal vertida
Nuestros valles purísimos empañes.
Conmigo ven. No soltaré mi presa.
MANFREDO.
Mi corazón exánime palpita.
Suéltame : desfallecen mis sentidos.
En derredor de mí veloces giran
Los altos montes. Ciego estoy. ¿Quién eres?
CAZADOR.
Luego te lo diré. Vente conmigo.
Densas crecen las nubes allí lejos.
Firme agárrate á mí; tu pie coloca
Aquí; toma el cayado, y un instante
Cuélgate de ese arbusto; trae la mano;
Ase mi cinturón....; despacio....; bueno.
Á la casilla dentro de una hora
Arribaremos , y hallaremos pronto
Terreno más seguro, firme y algo
Parecido á sendero , que la furia
Del torrente bañó por el invierno.
Vamos. Lo hiciste intrépido. Debieras
Ser cazador. Siguiendo ve mis pasos.
(Siguen bajando con dificultad por las rocas.)
ESCENA PRIMERA.
MANFREDO.-EL CAZADOR.
CAZADOR.
No, no; quédate aún; salir no debes
Todavía; tu espíritu y tu cuerpo
Incapaces están de confiarse
El uno al otro por algunas horas.
Cuando mejor estés, seré tu guía:
Pero ¿dónde ?....
MANFREDO.
No importa: yo conozco
Mi camino harto bien; no necesito
Que me guíen.
CAZADOR.
Tu porte, cual tu traje,
Anuncian que eres de elevada alcurnia,
Un jefe de los muchos cuyos fuertes
Castillos sobre valles hondos miro.
33o POEMAS DRAMÁTICOS.
ESCENA II «.
Llega MANFREDO.
MANFREDO.
¡ Hija del aire!
Yo te lo juro: desde aquella hora....;
Mas aire son tan sólo las palabras.
¡ Contémplame dormido; mi desvelo
Observa ; ven y siéntate conmigo!
Mi soledad no es soledad; poblada
Por las Furias está; yo he rechinado
Mis dientes , de la noche entre las sombras,
Hasta el volver de la mañana; entonces
Hasta el anochecer me he maldecido;
Como un bien he pedido la locura ;
Me és negada. La muerte la he buscado;
Mas de los elementos en la guerra,
De mi lado las aguas se retiran
H inofensivos los peligros pasan.
La yerta mano de un demonio impío
Me detiene, por un cabello sólo
Sostenido , que no puede romperse.
En mi imaginación y fantasía,
Tesoro de mi alma, que otro tiempo
Fué un Creso en creación , me he sumergido ;
Mas cual ola menguante me rechaza
Al abismo sin fin del pensamiento.
Entre la humanidad me precipito;
Por todas partes el olvido busco ,
Salvo donde se encuentra lo que tengo
Aún que aprender. Mi ciencia, el arte mío,
Tan sobrenatural é investigado,
Todo es mortal aquí. Yo sigo en toda
Mi desesperación , y vivo , y vivo
342 POEMAS DRAMÁTICOS.
Por siempre.
HADA.
Yo ayudarte acaso pueda.
MANFREDO.
Para hacer esto , tu poder los muertos
Debe evocar , ó entre ellos enviarme.
Sea , pues, en cualquiera forma ú hora,
Ó con cualquier dolor , si es el postrero.
HADA.
No está en mis atributos ; mas si quieres
Obediencia jurar á mi mandato,
Mis órdenes cumplir , puedo ayudarte
En tus deseos.
MANFREDO.
No lo juro. ¡Cómo!....
¡Yo obedecer! ¿Y á quién? ¡ Á los espíritus
Cuya presencia ordeno , y son esclavos
De aquellos que me sirven!.... ¡Nunca!
HADA.
¿Es esto
Todo ? ¿ No tienes más cortés respuesta ?
Espera todavía ; reflexiona
Antes de rechazar....
MANFREDO.
He dicho.
HADA.
¡Basta!
¿Me puedo retirar?.... ¡Responde!
MANFREDO.
¡Vete!
(La Hada desaparece.)
MANFREDO.—ACTO II. 343
MANFREDO. (Solo.)
Juguetes somos del terror y el tiempo:
Callados se nos vienen ya los días,
Ya callados nos huyen , y vivimos
La vida odiando y el morir temiendo.
Los días todos de este odioso yugo,
De esta carga vital del agitado
Corazón , destrozado por las penas,
O rápido latiendo con dolores,
O con placer que acaba en agonía
O languidez : entre los días todos
Del pasado y futuro ( que en la vida
No hay presente), contar sólo podemos
Unos pocos , ó menos que unos pocos,
En que deje de ansiar la muerte el alma;
Y, sin embargo , el alma retrocede,
Como se retrocede en el invierno
De un arroyo , aunque el frío es de un instante.
Un recurso me queda aún en mi ciencia ;
Puedo evocar los muertos, preguntarles
Qué cosa es la que ser tanto tememos :
La respuesta peor que darme pueden
Sólo es la tumba. ¿Y qué es la tumba? Nada.
Si no responden.... Mas el sepultado
Profeta dió respuesta á la famosa
Hechicera de Endor *; y el Rey de Esparta,
Del espíritu siempre vigilante
De la doncella Bizantina , obtuvo
ESCENA III.
El cautivo usurpador,
De su trono derribado,
Solo estaba y olvidado,
Sumido en el estupor.
Yo rompí su sueño insano,
Su cadena destrocé,
A la turba le ligué,
Y otra vez es un tirano.
Con la sangre vertida de un millón
A mis cuidados él responderá;
Con la ruina de un pueblo que caerá,
Y con su fuga y desesperación.
(Segunda vo(, dentro.)
Lleno de horror
Que da su propia
Desolación.
Tal obra, en una noche consumada,
Esta ruina de un pueblo, empresa mía,
Fué por largas edades realizada
Y habrá de renovarse todavía.
(Entran el segundo y el tercer Destino.)
LOS TRES'DESTINOS.
El corazón de los hombres
En nuestras manos está,
Y sus sepulcros helados
Nos sirven de pedestal.
» ¡ Nosotros tan sólo damos,
Para volverle á quitar,
De los que son nuestros siervos,
El espíritu vital!
PRIMER DESTINO.
¡Bien venido seáis! ¿Do está Nemesis?
SEGUNDO DESTINO.
En alguna gran obra , aunque la ignoro,
Pues estaban mis manos ocupadas.
TERCER DESTINO.
Mirad , ya viene. (Entra Nemesis.)
PRIMER DESTINO.
Di , ¿ dónde has estado?
Tú y mis hermanos hoy andáis muy lentos.
NEMESIS.
Estaba detenida en este instante,
Solios deshechos reparando , locos
Casando , restaurando dinastías,
Á hombres vengando de sus enemigos,
MANFREDO.—ACTO II. 349
ESCENA IV.
PRIMER DESTINO.
1Gloria á Arimán! Sobre la tierra crece
Su poder ; mis hermanos han cumplido
Su orden ; yo mi deber no he descuidado.
SEGUNDO DESTINO.
j Gloria á Arimán! Nosotros , que del hombre
Abatimos la frente , humildemente
Nos postramos delante de su trono.
TERCER DESTINO.
¡Gloria á Arimán! Sus señas esperamos.
NEMESIS.
¡Monarca de monarcas! : somos tuyos;
Y todo cuanto vive , más ó menos,
Es nuestro , y lo demás todo lo mismo;
Mas porque se acreciente , sin embargo,
Nuestro poder , acrecentando el tuyo,
Nuestros cuidados pides , y nosotros
Estamos vigilantes. Se cumplieron
Tus últimos mandatos plenamente.
(Entra Manfredo.)
UN ESPÍRITU.
¿Quién es? ¡Es un mortal! Tú , el más osado
Y fatal miserable , al punto mismo
Póstrate. ¡Adora!
SEGUNDO ESPÍRITU.
Á ese mortal conozco;
Mago es, de gran poder y gran destreza.
TERCER ESPÍRITU.
¡Póstrate, adora , esclavo! ¿No conoces
i ti? ¡Tiembla, obedece!
MANFREDO.—ACTO II. 3 51
MANFREDO.
Sabéis vosotros lo que yo he sabido :
Sin poder no estuviera entre vosotros;
Pero existen poderes todavía
Más profundos, y vengo á preguntarles ,
Para obtener respuesta á lo que busco.
NEMESIS.
¿Qué quieres?
MANFREDO.
Tú no puedes responderme.
Evócame á los muertos de la tumba;
Mi pregunta es para ellos
NEMESIS.
Soberano,
Gran Arimán, ¿accedes al deseo
De este pobre mortal?
ARIMÁN.
Sí.
NEMESIS.
¿Qyién deseas
Que ya incarnal de su sepulcro evoque?
MANFREDO.
A una sin sepultura ; á Astarté llama.
NEMESIS.
¡ Espíritu ó fantasma ,
Cualquiera que tú seas,
Que todo ó parte alguna
Conserves aún de aquella
Hechura primitiva
Que tu nacer te diera,
Del molde de tu barro,
Que se volvió á la tierra:
- xlv - 23
354 POEMAS DRAMATICOS.
¡ Reaparece al día 1
Sufre lo que sufrieras;
Tu corazón , tu forma
Y aspecto recupera;
De los gusanos viles
Rescátate ligera.
¡Aparece! ¡Aparece! ¡Llega! ¡Llega!
¡ Quien te echó allí, venir aquí te ruega!
(Aparece la sombra de Astarté, y permanece en medio.)
MANFREDO.
¿Eso es la muerte? El colorido brilla
En su mejilla ; pero no : ya veo
Que no es vivo color . sino enfermizo,
Cual el rojo marchito que el Otoño
Pinta sobre las hojas moribundas.
¡Ella!.... ¡La misma! ¡Oh Dios! ¿Porqué así tiemblo
La misma al contemplar? ¡Astarté!.... Nada;
No puedo hablarle, no; mándale que hable;
Que me dé su perdón, ó me cpndene.
NEMESIS.
Por el poder que ha quebrado
La tumba que te oprimió,
Habla al punto á quien te ha hablado,
Ó si no á quien te llamó.
MANFREDO.
Guarda silencio , y más que respondido
Con su silencio estoy.
NEMESIS.
t\ más no alcanza
Mi poder. ¡Rey del aire , el tuyo queda!
Mándale hablar.
MANFREDO.—ACTO II. 355
arimán.
i Espíritu , este cetro
Obedece!
NEMESIS.
¡ Callada todavía!
No es de la esfera nuestra ; pertenece
A otros poderes. ¡Tu pregunta es vana,
Mortal! También quedamos confundidos.
MANFREDO.
¡ Oye ; óyeme , Astarté! ¡ Tú, amada mía ,
Háblame! ¡Padecí, padezco tanto!....
¡ Mírame ; mírame! La tumba helada,
Más que yo para ti, no te ha cambiado.
Cual te amé , tú me amaste con exceso:
Para así atormentarnos uno al otro
No fuimos hechos ; aunque fué el pecado
Más mortal el amar como lo hicimos.
Di que no me aborreces ; que yo sufro
Por ambos el castigo ; que por siempre
Tú serás una bienaventurada,
Y que yo moriré ; pues hasta ahora ,
Todo cuanto hay odioso tiende sólo
A atarme á la existencia , y á una vida
Que me hace estremecer ante el aspecto
De la inmortalidad , y de un futuro
Semejante al pasado. No reposo.
Lo que pido no sé , ni lo que busco :
Sólo siento lo que eres y yo mismo
Soy : antes de morir , la voz quisiera
Oir que fué mi música otro tiempo.
¡Háblame! Te he llamado de la noche
En el silencio ; desperté á las aves,
356 POEMAS DRAMÁTICOS.
• Adiós!
MANFREDO.—ACTO II.
MANFREDO.
Di : ¿ nos veremos nuevamente?
SOMBRA.
i Adiós!
MANFREDO.
¡Oh , por piedad, una palabra !
Di que me amas.
SOMBRA.
¡ Manfredo!
(La Sombra desaparece.)
NEMESIS.
Ya ha partido;
Llamarla no es posible ; mas cumplidas
Sus palabras serán. Vuelve á la tierra.
UN ESPÍRITU.
Está convulso. Aquesto es ser humano,
É inquirir lo que el límite traspasa
De la mortalidad.
OTRO ESPÍRITU.
Vedle , no obstante,
Dominarse á sí propio , y su tormento
Hacer que dé tributo , sometido
A su gran voluntad. Si él de nosotros
Sido hubiera un espíritu , sería
Terrible.
NEMESIS.
¿Otra pregunta acaso tienes
Quehacer á nuestro grande Soberano,
Ó á sus adoradores mil?
MANFREDO.
Ninguna.
358 POEMAS DRAMÁTICOS.
NEMESIS.
Pues, entonces , adiós por algún tiempo.
MANFREDO.
¿Nos hemos de encontrar?¿Dónde? ¿En la tierra?
Como quieras. Por esta gracia tuya ,
Tu deudor ahora parto. ¡Yo os saludo!
(Sale Manfredo.)
ESCENA PRIMERA.
MANFREDO.—HERMÁN.
MANFREDO.
¿Qiié hora es?
HERMÁN.
Una hora falta sólo
Para ponerse el sol, y nos promete
Hermosa tarde.
MANFREDO.
Di , ¿ todo dispuesto ,
Cual he mandado . está en la torre?
HERMÁN.
Todo
Ya está , señor ; aquí traigo la llave
Y el cofrecillo.
MANFREDO.
Bien ; marcharte puedes.
(Vase Hermán.)
36o POEMAS dramáticos.
MANFREDO. (Solo.)
Siento una dulce calma; inexplicable
Tranquilidad , ajena á la existencia
Que conocí hasta hoy. Si no supiese
Que la filosofía es , entre todas
Las vanidades nuestras, la más fútil,
La palabra más vana , con que siempre
Nuestro oído engañó la jerigonza
Del escolar, creyera ya el divino
Secreto de oro, el Kalon ' rebuscado,
Descubiertos y puestos en mi alma.
No durará; mas bueno es el haberle
Probado , aunque una vez ; mis pensamientos
<(Con un nuevo sentido ha dilatado.
Anotaré en mi libro de memorias
Que existe semejante sentimiento.
¿Quién está ahí?
HERMÁN. (Entrando.)
Señor , de San Mauricio
El Abad solicita saludaros.
(Entra el Abad.)
ABAD.
¡Contigo esté la paz , conde Manfredo!
MANFREDO.
Gracias , buen Padre : bien venido entre estas
Paredes , pues las honra y las bendice
Tu presencia , y también á los que habitan
Dentro de ellas.
ABAD.
¡ Oh , Conde , si así fuera!
• Palabra griega, que en el sentido recto es lo bello, y
el figurado lo bueno.
MANFREDO.—ACTO Ilt. 36 I
ABAD.
Mis piadosos hermanos , los labriegos ,
De espanto llenos , y también tus mismos
Vasallos , que con ojos recelosos
Te miran. En peligro está tu vida.
MANFREDO.
Tomadla.
ABAD.
Yo aquí vengo solamente
Para salvar, no á destruir ; en tu alma
Secreta entrar no puedo ; mas si ciertas
Son tales cosas, tiempo es todavía
De penitencia y compasión : por tanto ,
Reconciliarte debes con la santa
Iglesia , y por la Iglesia con el cielo.
MANFREDO.
Te oí, y esto respondo : lo que ahora
Soy, ó haya sido , entre los cielos debe
Y yo quedar. No elegiré un humano
Como mi intercesor : si contra vuestras
Órdenes yo pequé , prueba y castiga.
ABAD.
Hijo mío , yo no hablo de castigo,
Mas de perdón y penitencia ; tuya
Es la elección de estas dos cosas : nuestras
Instituciones , nuestra fe ferviente,
Me dieron el poder para el camino
Del pecado allanar hacia esperanzas
Más altas y mejores pensamientos:
El primero á los cielos le abandono.
«Es mía sólo la venganza», dijo
Así el Señor , y humilde el siervo suyo,
MANFREDO.—ACTO III. 363
MANFREDO.
Porque mi ser era á la humana vida
Adverso , mas no cruel , pues sólo ansiaba
No hacer , sino encontrar un despoblado,
Como el caliginoso resoplido
Del Simón solitario , del desierto
Habitador que sopla sobre arenas
Estériles y secas , sin arbustos
Que pueda derribar, que del desierto
Juguetea frenético en las olas
Aridas y selvajes , y no busca
Si no le buscan , mas su encuentro sólo
Es mortal; así fué de mi existencia
El curso ; en mi camino encontré cosas
Que ya no están.
ABAD.
¡ Ay 1 A temer empiezo
Que para ti ha pasado toda ayuda ,
O mía , ó de mi oficio : sin embargo,
Tan joven todavía, yo quisiera....
MANFREDO.
¡Contémplame! Mortales de una especie
Hay en la tierra , que se vuelven viejos
Aun en la juventud , y de la vida
A la mitad, perecen sin la muerte
Violenta del soldado. Unos sucumben
Por el placer ; por el estudio algunos;
Otros por el trabajo consumidos;
Otros de mero hastío; otros enfermos ;
Otros dementes , y agostados otros
Por el dolor , enfermedad que mata
Muchos más que en el libro del Destino
MANFRED0.—ACTO HI. 3 67
ESCENA II.
Otra habitación.
MANFREDO.—HERMÁN.
HERMÁN.
Señor, me disteis orden que viniera
Á la puesta del sol á preveniros;
Detrás de la montaña ya se oculta.
MANFREDO.
¿Es como dices? Voy á contemplarle.
(Manfredo se adelanta hacia la ventana del salón.)
¡ Astro deslumbrador! ídolo hermoso
De la naturaleza primitiva,
De aquella joven vigorosa raza
De hombres robustos, los gigantes, hijos
De los abrazos de ángeles y un sexo
Aún más hermoso que ellos y que hiciera
Bajar á los espíritus errantes
Que á la altura jamás volver pudieron '.
' Viendo los hijos de Dios las hijas de los hombres que eran
hermosas, tomáronse mujeres , las que escogieron entre todas.
MANFREDO.—ACTO XII. 3 69
- xlv - 24
370 POEMAS DRAMATICOS.
ESCENA III.
HERMÁN.
¡Es muy extraño! Noche tras de noche,
Durante muchos años , ha seguido
Sus veladas en esa torre misma,
Sin testigo. Yo he estado dentro, y todos
También hemos entrado varias veces;
Mas de su contenido fue imposible
Sacar la consecuencia de la clase
Á que su estudio tiende. Para verse
Seguro , existe un cuarto do ninguno
Entra : diera mi paga de tres años
Por poder penetrar estos misterios.
MANUEL.
Sería peligroso , y así, sólo
Bástete con saber lo que ya sabes.
HERMÁN.
j Manuel, tú eres mayor , eres discreto,
Y pudieras contarnos muchas cosas!
Viviste en el castillo...., ¿cuántos años?
MANUEL.
Ya del conde Manfredo al nacimiento,
A su padre servía, el cual en nada
Á éste se asemejaba.
HERMÁN.
En igual caso
Hay muchos hijos ; pero , di, ¿en qué cosa
MANFREDO.—ACTO XII. 37i
Tanto se diferencian?
MANUEL.
No hablo nada
De la forma y facciones ; solamente
Os hablo del carácter y costumbres.
El conde Segismu ndo era orgulloso,
Pero franco y alegre ; era un soldado,
Y un amigo de fiestas ; no vivía
Solitario entre libros ; de la noche
No hizo velada lúgubre ; al contrario,
Un rato de placer , mejor que el día.
No andaba por las breñas y los bosques
A un lobo semejante , ni evitaba
Los hombres ni sus goces.
HERMÁN.
1 Voto á Sanes 1....
¡Y qué alegres aquellos tiempos eran!
¡ Ojalá que de nuevo visitaran
Estos antiguos techos , que parece
Que ya los olvidaron !
MANUEL.
Estos techos,
De amo cambiar primero deberían.
¡Oh ! Yo vi en ellos muy extrañas cosas,
Hermán.
HERMÁN.
Vamos; pues sé buen camarada;
Para pasar el rato cuenta alguna.
De un suceso que en esta misma torre
Hubo , con gran misterio hablar te he oído.
MANUEL.
Fué una noche, en verdad, ¡bien la recuerdo
372 POEMAS DRAMÁTICOS.
ESCENA IV.
Interior de la torre.
MANFREDO, solo.
ABAD.
Un ser que debería estremecerme;
Mas no le temo. Miro una sombría
Y terrible figura levantarse
De la tierra : infernal deidad parece ;
Su rostro está cubierto con un manto;
Visten su cuerpo borrascosas nubes;
De pie está entre los dos ; mas no le temo.
MANFREDO.
Tú no tienes razón para temerle,
Pues no te dañará ; mas su presencia
Puede paralizar tus viejos miembros.
Yo te lo ruego : ¡ vete!
ABAD.
Y yo respondo:
Nunca , hasta haber luchado con aqueste
Demonio. ¿Qué hace aquí?
MANFREDO.
¡ Verdad! ¿ Qué hace?
Yo no mandé por él ; él solo vino.
ABAD.
¡Ay , perdido mortal! ¿Qué es lo que tienes
Con huéspedes así ? Por tu fin tiemblo.
¿Por qué te mira así , y así le miras?
¡ Ah! Descubre su rostro , y en su frente
La cicatriz del rayo está grabada,
Y en su mirada lúgubre se ostenta
Toda la eternidad de los infiernos.
¡ Aparta!
MANFREDO.
Di , ¿qué buscas?
378 POEMAS DRAMATICOS.
ESPÍRITU.
¡ Ven!
ABAD.
¿Quién eres,
Desconocido ser? ¡Habla!.... ¡ Responde!
ESPÍRITU.
De este mortal el genio. ¡Ven!.... Ya es hora.
MANFREDO.
Para todo me encuentro preparado;
Pero el poder rechazo que me llama.
¿ Quién te ha enviado aquí?
ESPÍRITU.
Lo sabrás luego.
¡Ven! ¡ven!
MANFREDO.
Yo he sometido muchos seres
De una esencia más grande que la tuya,
Y con tus mismos dueños he luchado.
¡ Márchate , pues !
ESPÍRITU.
¡ Mortal, llegó tu hora !
¡ Adelante, te digo!
MANFREDO.
Sé y sabía
Que ha llegado mi hora ; pero nunca
A seres como tú daré mi alma.
¡Fuera! Yo moriré cual viví, solo.
ESPÍRITU.
Entonces , llamar debo á mis hermanos.
¡ Salid ! (Aparecen otros espíritus.)
ABAD.
¡ Atrás , malditos! ¡ Atrás, digo!
MANFREDO.—ACTO lít. 379
MANFREDO.
¡Anciano! Morir no es tan difícil.
(Muere.)
ABAD.
Partió.... Su alma tendió su etéreo vuelo....
¿Dónde?Tiemblo al pensar....; pero ha partido.
<
ERRATAS
ESCRITORES CASTELLANOS