Asentamientos Humanos

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Asentamientos Humanos

Descripción
Un asentamiento humano es un sitio específico donde se establecen varias
viviendas o refugios habitados. Generalmente se compone de una comunidad,
ya que los seres humanos muy rara vez viven aislados entre sí. Todos los
habitantes comparten un territorio común pero cuentan con uno propio.
Los asentamientos humanos se forman con el tiempo. Normalmente se
localizan cerca o en medio de zonas con recursos naturales suficientes o
abundantes, como el agua dulce. Muchos también se ubican en sitios
con recursos naturales económicamente importantes debido a la conveniencia
de su comercio o desarrollo industrial.
Los asentamientos varían mucho en tamaño, tipo, ubicación, función,
disposición, historia y composición, pero por lo regular constan de varias
viviendas y otras estructuras como puentes, carreteras, calles y edificios.
También son muy diferentes de un país a otro, de una región a otra o de un
tiempo a otro.
Un asentamiento específico se reconoce básicamente por su sociedad, su
cultura y sus actividades económicas. Cada uno tiene una estructura social y
carácter económico propio. Algunos se componen básicamente de personas
dedicadas a la agricultura o actividades del campo, mientras que otras se
dedican primariamente a la actividad industrial. Esto puede modificarse a
medida que el asentamiento se hace más grande y llegan nuevas personas.
Las grandes ciudades, y particularmente las capitales de los países, tienden a
albergar una sociedad global compuesta por personas de muchas partes del
mundo, con idiomas, costumbres y otros aspectos culturales diversos.
Poblaciones urbanas
– Estructura urbana
Poblaciones rurales

Funciones
La función inmediata de cualquier asentamiento humano es el refugio. Como
seres vivos, los seres humanos tienen la necesidad de buscar protección
contra los elementos de la naturaleza que pueden afectarlo o producir
inconvenientes: la lluvia, los animales salvajes, otras personas, etcétera.
Conforme los asentamientos crecen, las funciones se amplían o cambian, y
comienzan a destacar por sus actividades económicas. Algunas otras se
fundan primero para servir como centros económicos determinados. Es lo que
sucedió con Norilsk, Rusia, que se fundó en una región al norte del Círculo
Polar Ártico, montañosa y de clima muy frío, pero rica en recursos minerales,
para ser un centro industrial de la minería y la fundición. En la actualidad, es
una de las ciudades más contaminadas del mundo, con escasez de árboles,
pero todavía poblada.
Antes del siglo XIX, la disposición de un asentamiento dependía, en gran parte,
de que estuviera en un sitio difícil de atacar, como la cima de una colina; que
tuviera un terreno plano, que se encontrara cerca de un bosque y de una fuente
de agua dulce, y que hubiera alguna red como vía de comunicación, como un
río. Posteriormente algunas de estas características se perdieron,
específicamente, la localización difícil de atacar, pero se añadieron otras. Hoy
en día también es importante que el ambiente sea bonito o agradable.
Tipos
Según su permanencia en el tiempo, los asentamientos humanos pueden ser
permanentes o temporales. Estos generalmente son propios de tribus o grupos
de personas nómadas, recolectoras o migratorias. Personas que forman
asentamientos temporales pueden regresar al asentamiento después de
haberlo abandonado. Los asentamientos permanentes, como el nombre
sugiere, no son abandonados.
1. Asentamientos desarrollados.
Son aquellos generalmente planificados y ordenados según las normas de
ordenación urbana.
Urbanos
– Ciudades. Hoy en día, las ciudades son los asentamientos más grandes y
más densamente poblados. Una ciudad es un área permanente más grande
que un pueblo y cuenta con sistemas complejos de servicios públicos,
saneamiento, transporte y vivienda. Posee una alta densidad de viviendas y
otras estructuras humanas, como carreteras, puentes, autopistas y vías de
transporte. La mayoría de los habitantes realiza actividades no agrícolas.
El hecho de que pertenezcan al grupo de asentamientos desarrollados no
significa que sean ciudades desarrolladas, pues algunas, como Calcuta o São
Paulo, pertenecen a países subdesarrollados o en vías de desarrollo. De
hecho, las ciudades de las regiones en desarrollo están creciendo a un ritmo
especialmente veloz.
– Metrópolis. Se conoce así a una ciudad muy grande que ejerce como centro
álgido de la economía, política y cultura, como Londres o Tokio. Un área
metropolitana consiste en varias áreas urbanas que comparten los mismos
servicios e infraestructura. Cuando dos o más áreas metropolitanas se unen, se
forma una megalópolis.
– Villas (Towns, en inglés). Se definen como asentamientos humanos más
grandes que los poblados pero menos grandes que las ciudades, con una
población de entre 2,500 y 20,000 personas. No son reconocidos por todos los
países, o tienen otros nombres.
Asentamiento suburbano.

Suburbanos.
Son los asentamientos residenciales que se ubican en las afueras de una
ciudad. Están menos densamente poblados, y se componen, en su mayoría, de
viviendas que albergan una sola familia, así como de tiendas y otros servicios.
También suelen tener espacios más grandes que las ciudades, y menor
tránsito.
Periurbanos o exurbanos.
Son áreas que se encuentran después de los suburbios. Son básicamente
residenciales, y por lo general, muchos de sus ocupantes se desplazan a otras
zonas, ya sea la ciudad o los suburbios, para trabajar. Algunas veces se les
llama “ciudades dormitorio”.
Rurales
– Pueblos o poblados (Villages, en inglés). Son asentamientos más grandes
que las aldeas, pero menos que las ciudades. Tienen una baja densidad de
población y las personas se dedican muchas veces a la agricultura, la
ganadería, la minería o la pesca artesanal.
– Aldeas (Hamlets, en inglés). Son asentamientos muy pequeños, pero sus
características varían de país a país. En algunas zonas las aldeas pueden ser
del mismo tamaño de un pueblo, pero comparten la escasez de infraestructura
y la baja densidad de población. Su población ronda los 200 habitantes.
– Granjas. Se distinguen de otros asentamientos rurales por su tamaño  aún
más pequeño y porque sus moradores suelen albergar animales domésticos.
Generalmente se dedican a la agricultura o la ganadería.

Asentamiento informal.

2. Asentamientos informales/irregulares.
A diferencia de las anteriores, se erigen de forma improvisada y crecen sin
orden, en condiciones de saneamiento y servicios deficientes o nulos. Las
viviendas están hechas de materiales endebles como cartón y láminas, y sus
habitantes tienden a vivir hacinados.
Reciben varios nombres según el país: favelas, barrios marginales, barrios
bajos y arrabales, entre otros.

Asentamientos humanos y desarrollo

La evolución reciente de la urbanización y de las ciudades latinoamericanas


parece indicar que, a pesar de los serios problemas que aún enfrentan, los
asentamientos humanos tendrán próximamente gran relevancia como
escenario y motor del desarrollo económico de la región, en la medida en que
sean capaces de responder en forma simultánea y equilibrada a los grandes
desafíos que les plantea el panorama latinoamericano presente y futuro. Entre
estos desafíos figuran el logro de una mayor competitividad, la superación de
la pobreza urbana, el mejoramiento de la calidad ambiental en los
asentamientos, la consolidación de una gobernabilidad en democracia y el
aumento de la eficiencia en la gestión urbana y habitacional.

La competitividad y los asentamientos humanos

La importancia que hoy tienen las ciudades y territorios en el desarrollo


económico nacional, y la influencia que a su vez éste tiene sobre la
conformación de los asentamientos, hace necesaria una estrecha vinculación
entre las políticas de desarrollo económico y la gestión del hábitat. En
consecuencia, un objetivo importante de las políticas urbanas y de vivienda
será el aumento de la productividad y la competitividad de los asentamientos
humanos.

Las ciudades del mundo se disputan hoy las oportunidades de concentrar la


innovación y el poder de decisión, brindar los mejores y más avanzados
servicios, conexiones y comunicaciones, y ofrecer recursos humanos
calificados, a fin de atraer las actividades económicas. En ese contexto, los
centros urbanos de la región deberán esforzarse para desarrollar ventajas
comparativas de modo que las economías de aglomeración que puedan ofrecer
no se vean sobrepasadas por las deseconomías generadas por una gestión
urbana inadecuada. Algunas instancias regionales y subregionales que
promuevan una complementación y especialización de las ciudades
latinoamericanas desde una perspectiva de productividad podrían favorecer su
competitividad frente a otras ciudades o sistemas urbanos del mundo. La
región y los países deberían evaluar, en el corto plazo, la posibilidad de
establecer estrategias conjuntas que aumenten el potencial productivo de sus
ciudades.

Resulta necesario articular explícitamente, a nivel de los instrumentos de


planificación y gestión, el rol económico o productivo de la ciudad con los de
tipo urbano y residencial. La ciudad será escenario de progreso efectivo si sus
partes, entre ellas los centros institucionales y de servicios, los sectores
industriales y las zonas residenciales, funcionan en niveles razonables de
complementariedad, relacionadas por sistemas de comunicación, transporte y
vialidad eficientes. Así, por ejemplo, la localización de zonas industriales y
residenciales debería facilitar una buena relación entre las viviendas y los
lugares de trabajo. Una gestión urbana que incluya los subcentros y áreas
rurales periféricos a la ciudad permitirá crear sistemas productivos integrados
en que sea posible la especialización y la difusión del progreso técnico.
La reposición y modernización de la infraestructura urbana y productiva será
un factor básico para aumentar la productividad de las ciudades. Dadas las
deficiencias acumuladas y los altos niveles exigibles hoy en día para competir
con otras ciudades, será necesario establecer nuevos esquemas de producción
y operación de la infraestructura, que combinen los recursos públicos con
aportes sustanciales del sector privado y el pago de los usuarios por los
servicios. Para aplicar y legitimar estas medidas se requerirá de acuerdos
políticos, adecuaciones normativas y una mejoría sustancial en la cobertura y
calidad de los servicios. A su vez, reponer, mantener y aumentar el parque de
viviendas a niveles acordes con las necesidades existentes hará necesaria la
captación de nuevos recursos provenientes sobre todo de inversionistas
institucionales, así como el logro de mayores niveles de ahorro y la
recuperación de las deudas hipotecarias incluso en el segmento social.

La lucha contra la pobreza urbana

Resulta necesario orientar en forma decidida las políticas de asentamientos


humanos a mejorar la calidad de vida preferentemente de las personas de
menores recursos que habitan en las ciudades. Aun cuando el aumento de la
productividad de la ciudad debería traducirse en mejorías sostenidas en este
aspecto, los planes de desarrollo urbano y de vivienda pueden contribuir a que
ello suceda en plazos más cercanos, sobre todo para los que más lo necesitan.

Desde esta perspectiva, una primera tarea consiste en aumentar en forma


importante la provisión de servicios urbanos, equipamientos y viviendas para
los sectores de menores recursos. Ante un déficit habitacional cercano a los 40
millones de viviendas, los países deberían por lo menos establecer metas de
atención habitacional que eviten que esa cifra aumente. Lograr una
productividad adecuada en el sector de la construcción habitacional constituye
un desafío tecnológico importante en los distintos países, a fin de permitir que
los costos de producción de las viviendas se ajusten a la capacidad de pago de
la población [1].

Junto con atender a la producción de viviendas para las familias que hoy
carecen de alojamiento y para las que se formarán en adelante, las políticas de
vivienda deben dar mayor importancia a programas especialmente adecuados
para atender a los sectores más pobres, tales como el mejoramiento y la
rehabilitación de viviendas precarias, la dotación de infraestructura sanitaria,
la atención de la emergencia habitacional causada por desastres ambientales o
sociales y la regularización de los derechos de propiedad. En muchos países
estas acciones no forman parte hoy de estrategias más globales de los
asentamientos humanos.
A fin de ampliar los recursos que requiere una acción decidida en el campo de
la vivienda y los servicios urbanos para los sectores de pobreza urbana, resulta
esencial, además de la incorporación de capitales y ahorro privados que
comentamos anteriormente, el concurso de la propia comunidad mediante
proyectos de financiamiento compartido, en la medida en que el crecimiento
económico y las mejoras en el ingreso lo hagan posible [Galilea , 1994]. Los
mayores esfuerzos de intervención directa de las políticas habitacionales
deberán orientarse a apoyar el financiamiento y la gestión de aquellos
programas para los cuales resulta más difícil el concurso del sector privado,
como la provisión de viviendas y servicios a grupos vulnerables (hogares en
extrema pobreza, hogares encabezados por mujeres, ancianos, discapacitados,
etc.), o a establecer líneas programáticas de prioridad urbana o social, como la
densificación, la recuperación de áreas centrales deterioradas o la vivienda
rural.

Una adecuada complementación de las políticas habitacionales y urbanas con


otros programas sociales e iniciativas del sector privado puede aumentar la
eficacia de la lucha contra la pobreza. Dado el alto costo que en general tienen
las intervenciones en el campo de la vivienda o el mejoramiento urbano,
resultan cruciales las sinergias con el repertorio de políticas tendientes a lograr
el pleno empleo y a elevar las remuneraciones en un marco de creciente
productividad. Puede ser importante además establecer una articulación de las
políticas urbanas y de vivienda con las de educación, de modo que incidan
positivamente en el rendimiento y la deserción escolar, favoreciendo así la
formación de capital humano. Asimismo, los niveles de urbanización
alcanzados hacen necesario extender en el corto plazo los servicios de agua
potable y evacuación de excretas a los barrios que carecen de ellos, lo que
repercutirá positivamente en la salud. Es necesario también considerar las
graves deficiencias de saneamiento existentes en los sectores rurales a fin de
remontar la aguda pobreza que ellos presentan.

Las mejoras en materia de focalización podrían revertir la tendencia a la


regresividad que demuestra el gasto social en vivienda en la región. Para ello,
es necesario identificar claramente la población objetivo y desarrollar los
mecanismos que privilegien el acceso de los hogares de menores recursos a
los programas. Es importante recordar que los programas habitacionales para
la extrema pobreza deben combinarse con otros programas sociales e
integrarse en una política urbana coherente, de modo que la focalización no
lleve a una concentración espacial de las familias de menores recursos que
fomente la segregación y autorreproducción de la pobreza.

El enfoque facilitador emanado de Vancouver llama a abrir espacios para que


los diferentes sectores puedan hacer aportes en las políticas urbanas y
habitacionales. Aun cuando el escenario de una acentuada urbanización
dificulta _y de alguna manera desvaloriza_ la autoproducción informal de
alojamientos por parte de los sectores pobres, siguen vigentes las ventajas de
incluir procesos de autogestión, cogestión y cofinanciamiento en las políticas
de vivienda, ampliando así la capacidad de gestión en el campo habitacional.
Los programas participativos responden a la apertura de nuevos espacios para
la iniciativa privada en los asentamientos humanos, y deben lograr niveles de
eficiencia similares a los que prevalecen en otros ámbitos de las políticas de
asentamientos humanos.

Un mejor ambiente urbano

En los próximos años, las políticas de asentamientos humanos enfrentarán


fuertes presiones para que se incorporen consideraciones ambientales, a través
del reordenamiento de actividades en el espacio urbano y la absorción por
parte de los agentes privados de los costos ambientales que originan las
inversiones productivas.

El aumento de la productividad urbana exigirá poner freno a la contaminación


tanto del aire como del agua, presente sobre todo en las ciudades industriales,
y al derroche energético. Abastecer de agua potable al total de la población
urbana sigue siendo un desafío pendiente para la mayoría de las ciudades de la
región, que demanda un creciente esfuerzo financiero, tecnológico y
ambiental a medida que aumenta la población y se hacen exigibles mayores
niveles de bienestar y saneamiento por parte de los ciudadanos.

Para corregir la tendencia de las ciudades de la región a crecer explotando


irracionalmente los recursos naturales, ocupar valiosas tierras agrícolas o
destruir frágiles ecosistemas, es urgente actualizar las bases normativas y
legales que rigen la propiedad y el mercado de los suelos urbanos, concebidas
para una sociedad predominantemente rural, a fin de traspasar los costos
sociales, productivos y ambientales que origina la incorporación de nuevas
tierras a las ciudades a los agentes inmobiliarios que la ocasionan. Las
políticas de vivienda, que han contribuido en forma importante a la extensión
de las ciudades, deberán adoptar diseños que aumenten la densidad urbana
para reducir los costos ambientales.

La prevención y el manejo de problemas del medio ambiente urbano será


especialmente relevante en las áreas metropolitanas. La gestión de las grandes
ciudades deberá enfrentar en forma urgente el tema de la congestión vial
generado por el aumento sostenido del parque automotor, que afecta tanto a la
productividad como a la calidad de vida de sus habitantes. La promoción de
sistemas eficientes de transporte público resultará decisiva para ello. El
mejoramiento de la calidad del aire, el tratamiento de las aguas servidas, la
optimización del consumo de energía y una gestión eficiente de los desechos
industriales y urbanos [2] deberán incorporarse como asuntos prioritarios a la
gestión de las grandes ciudades.

Los problemas ambientales urbanos no deben tratarse sólo a nivel general,


sino vinculados directamente a la vida cotidiana de los ciudadanos. A nivel
local cobran importancia proyectos relacionados con la recolección y el
tratamiento de residuos domiciliarios sólidos, la escasez de espacios verdes o
la prevención de inundaciones o deslizamientos. Las políticas de vivienda
deberían encarar con mayor decisión la meta de proporcionar agua potable en
volumen y calidad aceptables e instalaciones adecuadas para la evacuación y
tratamiento de excretas de acuerdo con los tiempos actuales. Una
diversificación de diseños y tecnologías habitacionales según la realidad
climática y cultural es parte de una respuesta ambientalmente adecuada a las
necesidades de alojamiento. La gestión de programas ambientales a nivel local
puede requerir de ajustes en los territorios jurisdiccionales de los municipios,
cuyos límites suelen obedecer a razones políticas y administrativas, a fin de
constituir unidades manejables desde un punto de vista ambiental.

La gran magnitud de los problemas de las áreas metropolitanas no debe ser


impedimento para la prevención de los problemas propios de las ciudades
intermedias o menores y de las áreas rurales. Éstos suelen ser semejantes a los
de las grandes aglomeraciones y pueden controlarse con menores costos si se
encaran oportunamente.

Participación y democracia

Los considerables desafíos que enfrentarán en los próximos años los


asentamientos humanos en materia de competitividad, equidad y
sustentabilidad requieren el perfeccionamiento de la administración territorial,
en especial a nivel de los gobiernos urbanos y vecinales. La ciudad es una
producción social, que debe gobernarse de modo que sus habitantes tengan la
oportunidad de hacer pesar sus intereses y puntos de vista a través de canales
claros, estables y consensuados.

Una preocupación importante relacionada con la gobernabilidad de la ciudad


se refiere al logro de una auténtica integración social. Las acciones tendientes
a superar la fragmentación social del territorio urbano, y a revalorizar los
espacios y símbolos urbanos que son compartidos por la mayoría de los
habitantes, pueden facilitar una concertación de voluntades y esfuerzos en el
nivel local. Las políticas habitacionales ayudan a la integración, en la medida
que posibilitan o mejoran la inserción de los hogares pobres en la ciudad, y
facilitan el acceso al empleo y los servicios urbanos. El acceso a una vivienda
permite a la familia contar con un activo importante, que abre las puertas a
recursos y oportunidades que no están disponibles para los que carecen de
alojamiento.

Una gestión urbana democrática privilegia la participación de los propios


habitantes en las decisiones respecto de ciudad, barrio o vivienda, respetando
la diversidad de culturas, intereses e identidades presentes en las ciudades y
los barrios latinoamericanos. Para ello se requiere de gobiernos territoriales
capaces de conjugar los esfuerzos y recursos de los grupos, el sector público y
el sector privado. El desafío para las próximas décadas es dotar a los canales
institucionales, que en gran medida ya han sido creados en las ciudades
latinoamericanas, de las atribuciones y los recursos adecuados para atender las
demandas de distintos grupos en relación con sus alojamientos y
asentamientos, más allá de las tradicionales respuestas uniformes.

La información clara y de buena calidad es un elemento básico para ampliar la


participación de la ciudadanía y mejorar la integración social, ya que
contribuye a producir iniciativa social y democratizar la capacidad
emprendedora. Al disponer de información sobre los programas
habitacionales y urbanos, las familias y los grupos pueden acceder a ellos
conociendo lo que ofrecen y demandan, y escoger entre distintas alternativas
para resolver sus problemas. De esta manera, se transfiere a la población
poder para participar efectivamente en los procesos de gestión y se logra la
responsabilidad (accountability) en las políticas de vivienda y desarrollo
urbano. La información y el debate sobre los problemas relevantes de los
asentamientos y la vivienda no debe incluir sólo a los directamente afectados,
sino involucrar a amplios sectores de opinión pública a fin de construir una
base de consenso acerca de los caminos para mejorar los asentamientos.

La gestión eficiente de los asentamientos

Una gestión eficiente de los asentamientos humanos debe considerar


simultáneamente los diferentes niveles del hábitat _el territorio con sus
sistemas urbanos, las ciudades, los barrios y las viviendas_ para lograr
eficiencia en el manejo global de los asentamientos.

Así, por ejemplo, las alternativas de consolidación de los sistemas urbanos


que adopten en el futuro los países de la región de acuerdo con sus grados de
urbanización y concentración urbana implicarán costos y beneficios que
influirán en la eficiencia de gestión de las ciudades. A su vez, el contexto
urbano en que se localizan las viviendas resulta determinante para una política
de vivienda eficiente.

Hemos visto que los recursos y capacidades para dar respuesta oportuna y
eficaz a los desafíos de competitividad, equidad, sustentabilidad y democracia
por medio de la gestión de los asentamientos ya no están concentrados en la
región en el sector público, sino que deben captarse también en el
sector privado, para lo cual es necesario un marco institucional y normativo
estable que concierte los intereses de ambos sectores. La creación de
mercados y de competencia para la producción y operación de servicios
urbanos y viviendas requiere de una preparación cuidadosa, a fin de asegurar
una transición adecuada desde un esquema de provisión estatal a otro de
provisión privada. La consolidación de un aporte decidido del sector privado a
la inversión habitacional, por ejemplo, puede requerir el reemplazo de
sistemas financieros especializados por sistemas abiertos, la creación de
nuevos instrumentos financieros y un clima de confianza para que el sector
privado oriente inversiones y ahorros a la vivienda.

Con miras a integrar a los ciudadanos en los procesos de desarrollo y


democratización y apoyar los cambios económicos y sociales en las ciudades,
es importante fortalecer la capacidad de los gobiernos locales para desarrollar
programas participativos en niveles de eficiencia adecuados. Para hacerlo, el
proceso de descentralización debe avanzar efectivamente en la región, más
allá de la definición legal de los gobiernos urbanos. Es urgente especificar
funciones claras y definidas para los gobiernos locales, distinguir entre sus
atribuciones y las de la autoridad central, y asegurar los recursos humanos,
financieros y administrativos para que puedan hacerse cargo de estas
funciones. Ello es importante tanto para la administración de las áreas
metropolitanas, cuya complejidad hasta ahora no ha podido ser manejada
satisfactoriamente por las instituciones locales de la región, como para los
gobiernos de las ciudades intermedias, cuyo dinámico crecimiento merece
también una atención prioritaria [3].

Comentario final

Cuando la región concurra a Estambul a discutir los temas más importantes en


relación con los asentamientos humanos, su aporte se basará en el gran
volumen de conocimientos y experiencias generados y compartidos por los
propios actores de los procesos urbanos y habitacionales que han tenido lugar
en las últimas décadas. En las sucesivas reuniones regionales de ministros y
autoridades máximas del sector de la vivienda y urbanismo de América Latina
y el Caribe en los años noventa se han analizado los avances logrados, los
retos pendientes para las políticas públicas en los diferentes países y el
esfuerzo desplegado para abordarlos conjuntamente [4]. El sector privado,
cuya presencia se ha incrementado en las diversas áreas de gestión e inversión
en los últimos años, también aporta un bagaje de experiencia sobre todo en
materia de producción de viviendas, financiamiento habitacional o provisión
de infraestructura urbana. Por medio de foros y documentos, los centros
académicos latinoamericanos mantienen una constante reflexión acerca del
camino recorrido y los rumbos que se deben enmendar a la luz de los nuevos
desafíos en el campo del hábitat. Tanto los gobiernos locales como los
organismos no gubernamentales de la región se han reunido para exponer sus
puntos de vista frente a los cambios que han ocurrido o que son necesarios en
los asentamientos humanos [5]. Por último, están las experiencias que aportan
las organizaciones comunitarias y los habitantes de esta región para potenciar,
en la medida de lo posible, los exiguos recursos a veces disponibles para
construir y mantener sus asentamientos y alojamientos.

La CEPAL estima que los grandes desafíos para los asentamientos humanos
esbozados en el presente documento justifican un esfuerzo amplio de
concertación para lograr el progreso en el campo del desarrollo urbano y la
vivienda. Reconociendo las especificidades que presentan los asentamientos
humanos en los diferentes países, así como la particular visión que pueden
tener los diferentes actores acerca de las formas de enfrentarlas, debería ser
posible aunar esfuerzos y determinar el rumbo que se ha de seguir para que los
asentamientos humanos lleguen a ser capaces de alojar un desarrollo que los
habitantes de América Latina y el Caribe requieren con urgencia.

Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)

Acerca de Asentamientos Humanos


Crecimiento económico y urbanización son dos procesos estrechamente
ligados. La urbanización, con sus implicaciones económicas, sociales, y
ambientales derivadas de lo que es en realidad una profunda
transformación de los patrones de producción, distribución y consumo,
da cuenta de un tránsito desde un sistema económico y social agrícola
basado en las actividades primarias a uno industrial sustentado en
actividades secundarias, y que finalmente deriva en un sistema que, en
sus fases avanzadas, se fundamenta en el capital financiero y los
servicios en un contexto económico global.

Si bien la consolidación de los asentamientos humanos, y en particular


las grandes ciudades, como plataformas de equipamiento e
infraestructura que dan soporte a las actividades económicas y
productivas, permitiendo grados crecientes de especialización y
rentabilidad, ayudando a superar la pobreza y a alcanzar los objetivos de
desarrollo, la experiencia internacional ha demostrado que si no se
aborda de manera adecuada, este mismo proceso puede dar origen a
serios problemas ambientales, sociales y económicos, como son la
pobreza, la inequidad, la inseguridad, la informalidad y el hábitat precario,
la fragmentación socio-espacial y la desigualdad entre sus habitantes. De
este modo, las dificultades que puede traer consigo la urbanización
pueden constituir a largo plazo una amenaza directa al desarrollo
sostenible.

América Latina y el Caribe se sitúa hoy en una fase tardía de urbanización


caracterizada por una gradual consolidación de los asentamientos
humanos a la vez que las tazas de urbanización comienzan a disminuir.
En este contexto se deben tener en consideración las heterogeneidades
que existen entre los diferentes países y, lo que es más importante aún,
las que se dan al interior de cada país.

Entre los principales desafíos que actualmente enfrenta la gestión urbana


en América Latina y el Caribe se cuentan los profundos cambios que ha
experimentado su composición demográfica, el impacto de la
urbanización sobre la salud de sus habitantes y su entorno, las relaciones
entre los espacios urbanos y rurales y el cada vez más importante rol que
cumplen las ciudades en la creación de riqueza a nivel nacional.

En el contexto del programa de trabajo de la CEPAL, Asentamientos


Humanos tiene como misión asistir a los países de la región en el diseño
y análisis de políticas públicas dirigidas al desarrollo sostenible en los
ámbitos urbano y territorial, mejorando de esta forma la calidad de vida
de sus habitantes. El trabajo de la Unidad está centrado en las áreas de
planificación urbana y territorial; la vivienda, la edificación y los mercados
inmobiliarios, y en análisis de los patrones de producción, distribución y
consumo de bienes y servicios públicos como educación, salud, empleo,
infraestructura, transporte, etc., entre otros gravitantes de la gestión
urbana.

La definición de la agenda de desarrollo post-2015 por la vía del


establecimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODSs), entre
los cuales se cuenta uno específico para los asentamientos humanos
(ODS 11), representa una oportunidad de abordar los temas del desarrollo
desde una perspectiva urbana que es a la vez integral y de alcance local,
nacional y regional a la vez.

La tercera Conferencia de Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo


Urbano Sostenible (Habitat III), la cual se desarrollará en octubre de 2016
en Quito, Ecuador, representa otra gran oportunidad para América Latina
y el Caribe de sentar las bases de una nueva agenda urbana para la
región que permita avanzar hacia una concepción de la ciudad como
macro-bien público que integre y aumente los niveles de igualdad en los
países de la región. Para esto se requieren políticas, programas y
proyectos liderados desde el Estado que permitan promover un
desarrollo sostenible e inclusivo, situando a la política urbana como
instrumento de gestión pública que resulta fundamental para alcanzar el
desarrollo económico y social de los países de la región y cerrar así la
brecha de la desigualdad en los países de la región.

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