Manual Nutricion Dietetica CARBAJAL
Manual Nutricion Dietetica CARBAJAL
Manual Nutricion Dietetica CARBAJAL
Manual de Nutrición y
Dietética
Septiembre de
2013
Hoy se sabe que aproximadamente entre un tercio y la mitad de los factores relacionados con estas
enfermedades son factores dietéticos. Podría pensarse que esto es algo poco esperanzador pues hay
que comer todos los días; sin embargo, este aspecto negativo tiene la contrapartida de que, a
diferencia de otros factores como los genéticos, por ejemplo, tenemos la posibilidad de prevenir o,
más exactamente, retrasar la aparición de enfermedad modificando las características de nuestra
dieta.
Partimos de la base, por tanto, de que una gran proporción de las enfermedades que en la actualidad
pueden prevenirse están relacionadas con nuestros hábitos alimentarios. En este sentido, hoy hay un
total consenso en la comunidad científica sobre el hecho de que la elección más importante que la
población puede hacer para influir a medio y a largo plazo en su salud (aparte de dejar de fumar,
aumentar la actividad física y evitar los accidentes de tráfico) es la modificación de la dieta.
La Nutrición puede definirse (Grande Covián, 1984) como el conjunto de procesos mediante los
cuales el hombre ingiere, absorbe, transforma y utiliza las sustancias que se encuentran en los
alimentos y que tienen que cumplir cuatro importantes objetivos:
1. Suministrar energía para el mantenimiento de sus funciones y actividades, 2. Aportar materiales
para la formación, crecimiento y reparación de las estructuras corporales y para
la reproducción, 3. Suministrar las sustancias necesarias para regular los
procesos metabólicos, y 4. Reducir el riesgo de algunas enfermedades.
La Alimentación es, también en palabras del profesor Grande Covián (1984), "el proceso mediante el
cual tomamos del mundo exterior una serie de sustancias que, contenidas en los alimentos que
forman parte de nuestra dieta, son necesarias para la nutrición". El alimento es, por tanto, todo aquel
producto o sustancia que una vez consumido aporta materiales asimilables que cumplen una función
nutritiva en el organismo.
Otro término que se emplea habitualmente es el de dieta, que se define como el conjunto y
cantidades de los alimentos o mezclas de alimentos que se consumen habitualmente, aunque
también puede hacer referencia al régimen que, en determinadas circunstancias, realizan personas
sanas, enfermas o convalecientes en el comer y beber. Solemos decir: "estar a dieta" como sinónimo
de una privación parcial o casi total de comer. La Dietética estudia la forma de proporcionar a cada
persona o grupo de personas los alimentos necesarios para su adecuado desarrollo, según su estado
fisiológico y sus circunstancias. Es decir, interpreta y aplica los principios y conocimientos científicos
de la Nutrición elaborando una dieta adecuada para el hombre sano y enfermo.
Como dietas adecuadas, equilibradas o saludables -aquellas que contienen la energía y todos los
nutrientes en cantidad y calidad suficientes para mantener la salud- hay muchas, la elección de la
más correcta según todos los condicionantes del individuo se convierte en un arte. Por eso hablamos
de la
Los componentes de los alimentos que llevan a cabo las importantes funciones antes descritas se
conocen con el nombre de nutrientes. Así, un nutriente es toda sustancia, de estructura química
conocida, esencial para el mantenimiento de la salud que, sin embargo, a diferencia de otras, no
puede formarse o sintetizarse dentro de nuestro organismo, por lo que debe ser aportada desde el
exterior, a través de los alimentos y de la dieta. Además, si no se consume en cantidad y calidad
suficiente, puede dar lugar a desnutriciones (Beri-beri, pelagra, escorbuto, etc.) que sólo curarán
cuando se consuma de nuevo el nutriente implicado. Surge el concepto de esencialidad. La principal
evidencia de que un nutriente es esencial es precisamente su capacidad de curar una determinada
enfermedad.
De entre los múltiples y diversos componentes que forman el cuerpo humano, sólo unos 50 tienen el
carácter de nutriente. Es decir, el hombre para mantener la salud desde el punto de vista nutricional
necesita consumir aproximadamente 50 nutrientes. Junto con la energía o las calorías, obtenidas a
partir de grasas, hidratos de carbono y proteínas, el hombre necesita ingerir con los alimentos 2
ácidos grasos y 8 aminoácidos esenciales, unos 20 minerales y 13 vitaminas. Por tanto, para que la
dieta sea correcta y equilibrada tienen que estar presentes en ella la energía y todos los nutrientes en
las cantidades adecuadas y suficientes para cubrir las necesidades del hombre y mantener la salud.
El agua, el nutriente olvidado, es también vital para mantener la salud. Otro componente
nutricionalmente importante es la fibra alimentaria o fibra dietética.
Todos estos componentes o nutrientes están amplia y heterogéneamente repartidos en los alimentos,
de manera que la dieta ─es decir, los alimentos o mezclas de alimentos en las cantidades en que son
habitualmente consumidos─ tiene una importante función suministrando todas estas sustancias
esenciales. Así, podemos decir que existe una única manera de nutrirse aportando la energía y los
nutrientes necesarios pero numerosas, a veces ilimitadas, formas de combinar los alimentos y de
alimentarse para obtener dichos nutrientes. Es importante recordar que no hay ninguna dieta ideal ni
tampoco ningún alimento completo del que podamos alimentarnos exclusivamente, puesto que
ninguno aporta todos los
Los alimentos tienen también otros muchos componentes bioactivos, unos naturales ─que le
confieren sus características organolépticas, etc. ─ y otros añadidos, cuyo papel con respecto a la
salud tienen un gran interés en la actualidad.
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2. Composición
corporal
• Composición corporal
• Compartimentos corporales
• Antropometría
• Peso ideal
• Índice de masa corporal
• Índice de masa corporal adecuado
• Obesidad
• Composición corporal
Un análisis químico completo de la composición corporal del hombre indica que está formado por
materiales similares a los que se encuentran en los alimentos, pues no olvidemos que el hombre es
producto de su propia nutrición (Grande y Keys, 1987).
El cuerpo de un hombre joven sano de unos 65 kg de peso está formado por unos 11 kg de proteína,
9 kg de grasa, 1 kg de hidratos de carbono, 4 kg de diferentes minerales (principalmente depositados
en los huesos), 40 kg de agua y una cantidad muy pequeña de vitaminas.
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• Compartimentos corporales
Nuestro cuerpo está constituido por múltiples sustancias (agua, grasa, hueso, músculo, etc.) pero, de
todas ellas, el agua es el componente mayoritario. El agua constituye más de la mitad (50-65%) del
peso del cuerpo y en su mayor parte (80%) se encuentra en los tejidos metabólicamente activos. Por
tanto, su cantidad depende de la composición corporal y, en consecuencia, de la edad y del sexo:
disminuye con la edad y es menor en las mujeres.
• El tejido magro o masa libre de grasa (MLG) (80%) en el que quedan incluidos todos los
componentes funcionales del organismo implicados en los procesos metabólicamente activos. Por
ello, los requerimientos nutricionales están generalmente relacionados con el tamaño de este
compartimento; de ahí la importancia de conocerlo. El contenido de la MLG es muy heterogéneo e
incluye: huesos, músculos, agua extracelular, tejido nervioso y todas las demás células que no son
adipocitos o células grasas. La masa muscular o músculo esquelético (40% del peso total) es el
componente más importante de la MLG (50%) y es reflejo del estado nutricional de la proteína. La
masa ósea, la que forma los huesos, constituye un 14% peso total y 18% de la MLG.
• El compartimento graso, tejido adiposo o grasa de almacenamiento (20%) está formado por
adipocitos. La grasa, que a efectos prácticos se considera metabólicamente inactiva, tiene un
importante papel de reserva y en el metabolismo hormonal, entre otras funciones. Se diferencia, por
su localización, en grasa subcutánea (debajo de la piel, donde se encuentran los mayores almacenes)
y grasa interna o visceral. Según sus funciones en el organismo, puede también dividirse en grasa
esencial y de almacenamiento.
Hay también una clara diferencia en la distribución de la grasa. Los hombres tienden a depositarla en
las zonas centrales del organismo, en el abdomen y en la espalda, mientras que en las mujeres se
encuentra preferentemente en zonas periféricas (en caderas y muslos). Esta diferente distribución
permite distinguir dos somatotipos: el androide o en forma de manzana en el caso de los hombres y el
ginoide o en forma de pera en las mujeres. El primero puede representar un mayor riesgo para
desarrollar algunas enfermedades crónico-degenerativas. Con la edad se produce una internalización
de la grasa y un aumento del depósito
El ejercicio físico también condiciona la composición corporal. Los atletas tienen mayor cantidad de
MLG y agua y menor cantidad de grasa.
• Antropometría
Una de las técnicas más ampliamente utilizadas para valorar la composición corporal es la
antropometría, pues su simplicidad la hace apropiada en grandes poblaciones aunque requiere
personal muy entrenado y una buena estandarización de las medidas. El objeto es cuantificar los
principales componentes del peso corporal e indirectamente valorar el estado nutricional mediante el
empleo de medidas muy sencillas como peso, talla, longitud de extremidades, perímetros o
circunferencias corporales, medida de espesores de pliegues cutáneos, etc. y, a partir de ellas,
calcular diferentes índices que permiten estimar la masa libre de grasa y la grasa corporal.
Dos de los índices más utilizados en la actualidad son el Índice de Masa Corporal y la relación
circunferencia de cintura/circunferencia de cadera.
• Peso ideal
El peso -la suma de todos los compartimentos- es un marcador indirecto de la masa proteica y de los
almacenes de energía. Para interpretar el peso y la talla se usan las tablas de referencia, específicas
para cada grupo de población. Pero, ¿Cuál es el peso corporal ideal? Establecer el peso ideal no es
fácil teniendo en cuenta todos los factores implicados. Además, ideal, ¿en términos de qué?: ¿de
salud, de estética, de belleza, de rendimiento, ...?. El peso deseable debería ser aquel que dé lugar a
una salud óptima y a un mínimo riesgo de enfermedades.
Un parámetro muy útil para juzgar la composición corporal es el índice de Masa Corporal (IMC) o
índice de Quetelet:
También es un índice de riesgo de hipo e hipernutrición y, por tanto, de las patologías asociadas a
ambas situaciones, especialmente de las enfermedades crónico-degenerativas (enfermedad
cardiovascular, diabetes, algunos tipos de cáncer, etc.). Se ha observado una relación en forma de
jota entre el IMC y la mortalidad total, de manera que tanto IMCs muy bajos como muy altos se
relacionan con un mayor riesgo para la salud.
Índice de masa corporal
adecuado
Se estima que los límites aceptables del IMC -aquellos que se asocian con un menor riesgo para la
salud y por tanto con una mayor expectativa de vida- están comprendidos entre 19-25 kg/m2.
Un IMC inferior a 15 en ausencia de cualquier desorden físico o psíquico se utiliza como diagnóstico
de anorexia nerviosa, un trastorno alimentario muy frecuente en la actualidad.
IMC Clasificación de la OMS Descripción popular < 18.5 Bajo peso Delgado
18.5 - 24.9 Adecuado Aceptable 25.0 - 29.9 Sobrepeso Sobrepeso
30.0 - 34.9 Obesidad grado 1 Obesidad 35.0 - 39.9 Obesidad grado 2
Obesidad > 40 Obesidad grado 2 Obesidad
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Hay que tener en cuenta que el IMC no refleja directamente composición corporal. Para mucha gente
sobrepeso significa exceso de grasa y, sin embargo, esto no siempre es así. Los atletas con huesos
densos y músculos bien desarrollados podrían tener sobrepeso de acuerdo con el índice que estamos
comentando. Sin embargo, tienen poca grasa. Un culturista puede ser clasificado con sobrepeso
aunque no tenga grasa y de la misma forma, una gimnasta china pequeñita quedaría incluida en el
rango de bajo peso aunque esté completamente sana. Por el contrario, la gente inactiva, muy
sedentaria, puede tener un IMC y un peso adecuados cuando, de hecho, seguramente, tienen
demasiada cantidad de grasa.
• Obesidad
El sobrepeso y la obesidad -importantes problemas de salud pública- pueden definirse como una
excesiva acumulación de grasa -general o localizada- en el cuerpo. Se considera que una persona
presenta sobrepeso cuando su IMC está comprendido entre 25.0 y 29.9 kg/m2 y son obesas aquellas
que tienen un IMC >30 kg/m2.
Un criterio adicional de obesidad relacionado con un mayor riesgo para la salud es la cantidad de
grasa abdominal. La distribución central de la grasa puede ser incluso más crítica que la grasa total
como factor de riesgo de enfermedades crónico-degenerativas. Está muy relacionada con una mayor
prevalencia de
La circunferencia de cintura se usa también como una medida indirecta de la grasa abdominal y se
recomienda su uso, junto con el IMC, para predecir el riesgo. Una circunferencia de cintura de más de
88 cm para mujeres y de más de 102 cm para hombres indica un elevado riesgo.
La obesidad puede considerase como una enfermedad crónica de complicada naturaleza, que afecta
a un porcentaje considerable de la población. Es un factor de riesgo en la enfermedad cardiovascular,
la resistencia a la insulina, la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial y en ciertos tipos de cáncer. De
hecho, la reducción de peso da lugar a una importante mejora en la diabetes, en los lípidos
sanguíneos y en la
sensación general de bienestar. Para muchas personas es además una cuestión estética que puede
dar lugar a problemas psíquicos y sociales.
Diabetes
• Reducción de los niveles de glucosa en ayunas aproximadamente a la
mitad
Lípidos
plasmáticos
• Reducción de un 10% en el colesterol total
• Reducción de un 15% en el colesterol-LDL
• Reducción de un 30% de los triglicéridos
• Aumento en un 8% en el colesterol-HDL
Mortalidad
• Disminución de más de un 20% en la mortalidad total
En la mayoría de los casos, es el resultado de un balance positivo de energía, es decir, de una mayor
ingesta calórica con respecto al gasto diario. La evidencia más fuerte indica que la prevalencia de
obesidad ha aumentado como consecuencia de una disminución del gasto energético (menor
actividad física) que no se ha compensado por una reducción equivalente en la ingesta de alimentos.
Variaciones pequeñas y a corto plazo de la ingesta calórica son compatibles con el mantenimiento del
peso.
Puesto que la ingesta dietética y la actividad física -dos de las causas modificables de la obesidad-
son los mayores contribuyentes, los principales objetivos del tratamiento irán encaminados a marcar
unas pautas dietéticas y de actividad física que permitan reducir y mantener el peso. El verdadero
éxito del tratamiento de la obesidad se logra cambiando definitivamente los hábitos alimentarios y de
vida y cuanto antes mejor. Como en muchas otras enfermedades, especialmente las relacionadas con
la dieta, en la obesidad es fundamental la prevención y ésta debe comenzar desde la primera
infancia. Un niño de más de 4 años con sobrepeso tiene muchas más probabilidades de ser obeso en
la edad adulta.
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Para que la dieta sea adecuada y nutricionalmente equilibrada tienen que estar presentes en ella la
energía y todos los nutrientes en cantidad y calidad adecuadas y suficientes para cubrir las
necesidades del hombre y conseguir un óptimo estado de salud.
Las necesidades de cada nutriente son cuantitativamente muy diferentes. Así, las proteínas, los
hidratos de carbono y las grasas, los únicos nutrientes que nos proporcionan energía o calorías,
deben consumirse diariamente en cantidades de varios gramos, por lo que se denominan
macronutrientes. El resto, vitaminas y minerales, se necesitan en cantidades mucho menores
(micronutrientes); por ejemplo, únicamente necesitamos unos pocos miligramos de vitamina C (60
mg/día) o de cinc y aún cantidades inferiores, del orden de microgramos, de otras vitaminas como B12,
folato o vitamina D (10 mcg/día). Sin embargo, todos los
nutrientes son igualmente importantes desde
el punto de vista nutricional y la falta o el consumo excesivo de cualquiera de ellos puede dar lugar a
enfermedad o desnutrición.
Según esto, el esquema general y teórico de la nutrición es muy sencillo: se trata, por un lado, de
conocer las necesidades de energía y nutrientes de un individuo y por otro su ingesta real (Varela,
1982). El enfrentamiento de ambos componentes puede servir de base para la planificación dietética
y para la valoración del estado nutricional juzgado por la dieta, tanto en individuos como en grupos.
Ingestas
recomendadas
Para evaluar el estado nutricional, desde el punto de vista de la dieta, es decir, para saber si los
alimentos que comemos contienen y aportan suficiente cantidad de nutrientes se usan como
estándares de referencia las denominadas ingestas recomendadas (IR) que se definen como la
cantidad de energía y nutrientes que debe contener la dieta diariamente para mantener la salud de
virtualmente todas las personas sanas de un grupo homogéneo (97.5% de la población). Existe un
procedimiento consensuado que consiste en tomar como IR una cifra equivalente al requerimiento
medio más dos veces la desviación estándar del requerimiento. Esto se hace así para todos los
nutrientes excepto para la energía.
En este caso, reflejan el nivel medio, ya que sobreestimar las IR de energía y recomendar un nivel de
energía alto para cubrir las variaciones entre individuos, podría dar lugar a obesidad en la mayor parte
de las personas. Las IR de energía se definen como aquel nivel de ingesta que se corresponde con el
gasto energético para un tamaño y composición corporal y un nivel de actividad física determinados.
Pueden estimarse a partir del gasto correspondiente a la tasa metabólica en reposo y a la actividad
física desarrollada a lo largo del día.
La cifra incluye una cantidad suficiente de cada nutriente para que queden cubiertas las necesidades,
tras descontar todas las posibles pérdidas que se producen desde que el nutriente está en el alimento
hasta que llega al organismo y también las pérdidas debidas a la incompleta utilización como
consecuencia de la variabilidad individual en los procesos de digestión, absorción y metabolismo. Por
ejemplo, la cantidad de hierro necesaria diariamente para que este nutriente realice
satisfactoriamente todas sus múltiples funciones es de aproximadamente 1 mg
(necesidad/requerimiento). Sin embargo, en la práctica es necesario ingerir 10 veces más (10 mg/IR),
debido principalmente a que la digestibilidad del hierro, es decir, el porcentaje absorbido con respecto
del ingerido, es muy baja (10-15%).
También son diferentes para cada individuo en función de su edad, sexo, actividad física (que
modifica principalmente las necesidades de energía) y en el caso de la mujer, según el posible estado
fisiológico de gestación o lactancia. Por ejemplo, las necesidades de calcio o proteína están muy
incrementadas durante la adolescencia, por ser ésta una etapa de intenso crecimiento o durante la
gestación.
La distinta composición corporal entre hombres y mujeres (éstas tienen mayor proporción de grasa,
metabólicamente menos activa) da lugar a diferencias en las necesidades de energía. También en las
mujeres, durante toda la vida fértil, las ingestas recomendadas de hierro son mayores debido a las
pérdidas que se producen durante la menstruación. Igualmente, las personas que fuman y beben
habitualmente, pueden tener aumentadas las necesidades de algunas vitaminas antioxidantes como
la C, E y los carotenos.
Las ingestas recomendadas vienen expresadas por persona y día. Esto, sin embargo, no quiere decir
que la dieta tenga que estar ajustada día a día a las recomendaciones. Habitualmente se juzga la
dieta media de 7- 15 días aproximadamente, pues una persona bien alimentada, con un adecuado
estado nutricional, tiene suficientes reservas corporales de nutrientes para cubrir las posibles
variaciones diarias en la ingesta de dichos nutrientes. Es decir, no es imprescindible que cada día
tomemos los 60 mg de vitamina C necesarios, si en el curso de una semana la cantidad media
consumida coincide con la recomendada. Esto simplifica enormemente la programación de dietas
para personas sanas, pues es difícil ajustar diariamente la ingesta de cada nutriente a las
necesidades.
Las ingestas recomendadas están recogidas en las tablas que los organismos competentes de cada
país han preparado para la población a la que van dirigidas.
Las Ingestas Dietéticas de Referencia [Dietary Reference Intakes (DRI) con ámbito de aplicación en
EEUU y Canadá que tienen patrones de consumo similares y Dietary Reference Values (DRVs) en el
Reino Unido y en la Unión Europea] son un nuevo concepto que hace referencia a la cantidad de un
nutriente que debe contener la dieta para prevenir las enfermedades deficitarias, reducir las
enfermedades crónicas y para conseguir una salud óptima, aprovechando el potencial máximo de
cada nutriente.
Se están desarrollando desde finales de 1997 para reemplazar al concepto clásico de IR/RDA que se
ha usado desde 1941 y que inicialmente fue desarrollado para prevenir las deficiencias clínicas que
por entonces eran un importante problema de salud pública.
Alemania, Austria y Suiza, conjuntamente, han realizado las correspondientes revisiones y diversos
países miembros de la Unión Europea han creado el grupo EURODIET con objeto de unificar las
recomendaciones para Europa. Las DRI incluyen 4 tipos de valores de referencia con aplicaciones
concretas:
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2. Las nuevas ingestas recomendadas [Recommended Dietary Allowances (RDA)]. Se definen
como la cantidad de un nutriente que se juzga apropiada para cubrir los requerimientos nutricionales
de casi todas las personas (97-98%) de un grupo homogéneo de población sana de igual edad, sexo
y con condiciones fisiológicas y de estilo de vida similares.
Las RDA representan un objetivo, una meta para planificar la ingesta dietética de individuos; sin
embargo, tienen un uso limitado en la valoración individual. Dado que se marcan con un amplio
margen de seguridad, una ingesta inferior a las RDA no necesariamente indica que el criterio de
adecuación no se haya cubierto en una determinada persona. Puesto que es prácticamente
imposible conocer con certeza los requerimientos de un individuo concreto, se considera que el
riesgo de deficiencia es bajo si la ingesta cubre las RDA y aumenta según la ingesta del individuo
se aleja de RDA. No se recomienda su uso en la valoración y programación de dietas de grupos
de población.
3. Ingesta adecuada [Adequate Intake (AI)]. Son estimaciones que se usan cuando no hay
suficiente evidencia científica para establecer el valor de EAR y calcular RDA. En el caso de muchos
nutrientes hay pocos datos científicos sobre los requerimientos por lo que no es posible identificar el
nivel de ingesta que es suficiente para el 50% de los individuos de un determinado grupo. En tales
casos se hace una estimación del nivel de consumo que parece ser suficiente para virtualmente toda
la población. Se basan en datos de ingestas medias de grupos de individuos sanos, determinadas por
observación, experimentalmente o por extrapolación.
4. Ingesta máxima tolerable [Tolerable upper intake levels (UL)]. UL se define como el nivel más
alto de ingesta diaria de un nutriente (a partir de alimentos, agua, alimentos fortificados y
suplementos) que incluso de forma crónica, a largo plazo, no entraña riesgo para la salud de la mayor
parte de los individuos de un grupo de población. Según aumente la ingesta sobre el nivel de UL, el
riesgo de efectos adversos aumentará. La cantidad aportada por una dieta variada muy difícilmente
puede superar los valores de UL.
UL se usa como guía para limitar la ingesta cuando se planifican dietas y para evaluar la
posibilidad de consumo excesivo en individuos y grupos. Aunque es difícil conocer con certeza la
ingesta que en un
determinado individuo tiene efectos adversos, si ésta es inferior a UL, puede decirse con
seguridad que no se producirá el efecto no deseado.
Valores de Ingesta Máxima Tolerable [Tolerable Upper Intake Levels (UL)] de algunos
nutrientes en adultos de 19 a 70 años (IOM, 2000)
(a) UL para vitamina E, niacina y folato se aplica a las formas sintéticas obtenidas a partir de
suplementos,
alimentos fortificados o a ambos. (b) Como alfa-tocoferol: se aplica a cualquier suplemento de
alfa-tocoferol. (c) UL para magnesio no incluye la ingesta procedente de alimentos y agua, sólo
representa la ingesta a
partir de preparados farmacológicos. - No hay información suficiente para establecer de
momento UL para estos nutrientes. En estos casos, la
ingesta de cantidades superiores a las recomendadas debe hacerse con mayor
precaución.
Para Europa: Tolerable upper intake levels for vitamins and minerals. Scientific Committee on Food.
Scientific Panel on Dietetic Products, Nutrition and Allergies. EFSA. Dietary reference values and
dietary guidelines, 2006. http://www.efsa.europa.eu/en/topics/topic/drv.htm
Los usos de las ingestas recomendadas (IR) son numerosos. Cabe destacar, entre
otros:
Las IR son los únicos valores de referencia disponibles para los profesionales de la salud para
planificar y valorar dietas de individuos y grupos.
Todos los métodos utilizados para evaluar la adecuación de la dieta hacen una estimación del
riesgo de inadecuación de la ingesta de energía y nutrientes en individuos o grupos de población.
La fiabilidad de la estimación del riesgo dependerá del método utilizado. Ninguno será capaz de
detectar aquellos individuos que realmente tengan una deficiencia nutricional. Esto sólo puede
confirmarse con la valoración bioquímica o clínica. Tradicionalmente se ha estimado el porcentaje
de individuos cuyas ingestas están por debajo de las RDA/IR, pero dado que éstas exceden los
requerimientos de prácticamente todas las personas del grupo considerado (excepto de un 2-3%),
cuando las IR se usan como punto de corte, la prevalencia de individuos con ingestas inferiores a
sus propios requerimientos siempre estará sobreestimada. Sin embargo, cuanto menor sea la
ingesta habitual con respecto a las IR y cuanto más tiempo dure esta ingesta deficitaria, mayor
será el riesgo de inadecuación para el individuo.
Se han empleado, muchas veces no adecuadamente, como referencia para programar y valorar
dietas de grupos de población; obviamente, la planificación dietética basada en las IR
suministrará mayor cantidad de nutrientes de los que la mayor parte del grupo necesite.
Igualmente, la evaluación de las ingestas dietéticas medias de un grupo comparando con las IR
sobreestimará el riesgo o prevalencia de ingestas inadecuadas.
Se han utilizado diferentes aproximaciones arbitrarias para definir un nivel de diagnóstico, por
ejemplo, un valor equivalente a 2/3 de las IR.
Las actuales directrices sobre el uso de estos estándares de referencia recomiendan no utilizar
directamente las IR para valorar la adecuación nutricional de dietas de grupos de población.
Aunque la mayoría de los individuos de un grupo presente una ingesta inferior a las IR, no se
puede concluir, como generalmente se hace, que el grupo está malnutrido, dado que, por
definición, el 97.5% de los individuos del grupo tienen requerimientos inferiores a las IR.
Las IR son útiles como guía, como meta, para la programación de dietas de individuos,
siempre que esta se realice junto con una adecuada educación nutricional, orientando a la gente
acerca de cómo realizar la mejor selección de los alimentos. Para juzgar la adecuación de la
dieta de individuos tienen, sin embargo, un uso limitado. Es una cifra que representa más de lo
que la mayoría de la gente necesita. No puede, por tanto, usarse directamente para evaluar cifras
de ingesta individual y si se hace puede dar una impresión equivocada de inadecuación. Partimos
de la base de que el requerimiento individual nunca se conoce con certeza. Si la ingesta de una
persona, como media, cubre o excede el valor de IR, se puede asegurar que la ingesta es
adecuada. Sin embargo, si una persona consume, por ejemplo, un 10% menos de vitamina C, no
podemos asegurar que la ingesta sea deficitaria. Los requerimientos de un individuo pueden estar
situados en cualquier punto de la curva de distribución. Es probable que esta persona
consumiendo un 10% menos de lo recomendado, ingiera suficiente o más que suficiente con
respecto a sus propias necesidades. Cuando la ingesta es inferior a las IR, sólo puede decirse
que hay riesgo de inadecuación y este riesgo aumentará según la ingesta se aleje de las IR.
17652. Real Decreto 1669/2009, de 6 de noviembre, por el que se modifica la norma de etiquetado
sobre propiedades nutritivas de los productos alimenticios, aprobada por el Real Decreto 930/1992,
de 17 de julio. BOE 269, sábado 7 de noviembre de 2009. Sección I. Pág. 92956
http://www.boe.es/boe/dias/2009/11/07/pdfs/BOE-A-2009-17652.pdf
Categoría
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Continuación
Categoría Edad
(años)
(4) (4)
(1) Las necesidades energéticas están calculadas para una actividad moderada. Para una actividad
ligera
(Tabla 1) reducir en un 10% y para actividad alta aumentarlas en un 20%. (2) No se señalan
ingestas recomendadas de grasa pero se aconseja que su aporte a la energía total no
sobrepase el 30-35%. El ácido linoleico debe suministrar entre 2-6% de la energía. (3) Las
ingestas recomendadas de proteína se calculan para la calidad media de la proteína de la dieta
española: NPU (coeficiente de utilización neta de la proteína) = 70, excepto para los lactantes que se
refieren a proteínas de la leche. Las personas que sigan una dieta vegetariana o que consuman
menor cantidad de proteínas de alta calidad (por ej. de carnes, pescados, huevos, lácteos, ..) deberán
aumentar las ingestas recomendadas o cuidar la complementación de aminoácidos esenciales. (4)
Por su papel en el metabolismo energético, las necesidades de Tiamina, Riboflavina y Niacina deben
incrementarse cuando la ingesta de energía sea alta, siendo como mínimo de 0,4 mg de
Tiamina/1.000 kcal; 0,6 mg de Riboflavina/1.000 kcal y 6,6 mg de Niacina por 1.000 kcal. (5) 1
equivalente de niacina = 1 mg de niacina = 60 mg de triptófano dietético.
(6) Por su importante papel en la prevención de malformaciones congénitas, se recomienda que las
mujeres en edad fértil consuman 400 microgramos de ácido fólico sintético de alimentos fortificados
y/o suplementos, además del folato procedente de una dieta variada. 1 μg de folato de los alimentos =
0.6 μg de ácido fólico (de alimentos fortificados y suplementos) consumidos con las comidas = 0.5 μg
de ácido fólico sintético (suplementos) consumido con el estómago vacío. (7) 1 equivalente de retinol
(μg) = 1 μg de retinol (vitamina A)= 6 μg de ß-caroteno. 0,3 μg de vitamina A =
1 UI. (8) Expresada como colecalciferol. 1 μg de colecalciferol = 40
UI de vitamina D. (9) Expresada como alfa-tocoferol. 1 mg de alfa-tocoferol
= 1,49 UI.
• Objetivos nutricionales
Para su establecimiento hay que conocer bien: - Los hábitos alimentarios de la población a la que van
destinados. - Los problemas nutricionales o de salud relacionados con la alimentación, así como los
factores de
riesgo y/o de protección que hay en la dieta que habitualmente se
consume.
• Energía
• Unidades de energía
• Perfil calórico
• Componentes del gasto energético
• Cálculo de las necesidades de energía
• Balance necesidades / ingesta de energía
• Calorías vacías
• Energía
La energía es la capacidad para realizar trabajo. El hombre, para vivir, para llevar a cabo todas sus
funciones, necesita un aporte continuo de energía: para el funcionamiento del corazón, del sistema
nervioso, para realizar el trabajo muscular, para desarrollar una actividad física, para los procesos
biosintéticos relacionados con el crecimiento, reproducción y reparación de tejidos y también para
mantener la temperatura corporal.
Esta energía es suministrada al cuerpo por los alimentos que comemos y se obtiene de la oxidación
de hidratos de carbono, grasas y proteínas. Se denomina valor energético o calórico de un alimento a
la cantidad de energía que se produce cuando es totalmente oxidado o metabolizado para producir
dióxido de carbono y agua (y también urea en el caso de las proteínas). En términos de kilocalorías,
la oxidación de los alimentos en el organismo tiene como valor medio el siguiente rendimiento:
1 g de grasa = 9 kcal 1 g de
proteína = 4 kcal 1 g de hidratos
de carbono = 4 kcal 1 g de fibra ≈
2 kcal
Todos los alimentos son potenciales fuentes de energía pero en cantidades variables según su
diferente contenido en macronutrientes (hidratos de carbono, grasas y proteínas). Por ejemplo, los
alimentos ricos en grasas son más calóricos que aquellos constituidos principalmente por hidratos de
carbono o proteínas.
El alcohol, que no es un nutriente, también produce energía metabólicamente utilizable -con un
rendimiento de 7 kcal/g- cuando se consume en cantidades moderadas (menos de 30 g de
etanol/día). Vitaminas, minerales y agua no suministran energía.
• Unidades de energía
Por otro lado, en la actualidad existe una creciente tendencia a utilizar la unidad kilojulio (kJ) en lugar
de la kilocaloría, con la siguiente equivalencia: 1 kcal = = 4,184 kJ. Recordemos que la unidad
internacional de energía es el Julio.
• Perfil calórico
En términos energéticos, uno de los índices de calidad de la dieta más utilizados es el denominado
perfil calórico que se define como el aporte energético de macronutrientes (proteínas, hidratos de
carbono y lípidos) y alcohol (cuando se consume) a la ingesta calórica total.
Perfil calórico recomendado. La dieta equilibrada, prudente o saludable será aquella en la que la
proteína total ingerida aporte entre un 10 y un 15% de la energía total consumida; la grasa no más del
30-35%, y el resto (>50%) proceda de los hidratos de carbono, principalmente complejos. Si existe
consumo de alcohol, su aporte calórico no debe superar el 10% de las Calorías totales.
En la actualidad, en las sociedades más desarrolladas, la calidad de la dieta juzgada por este índice
no es muy satisfactoria pues, como consecuencia del excesivo consumo de alimentos de origen
animal, existe un alto aporte de proteína y grasa siendo, en consecuencia, muy bajo el de hidratos de
carbono, reduciendo, desde este punto de vista, la calidad de la dieta. Sin embargo, en las zonas en
vías de desarrollo y en los países pobres, la mayor parte de la energía -hasta un 80%- puede
proceder de los hidratos de carbono aportados principalmente por los cereales.
Al gasto energético diario -que lógicamente condiciona las necesidades calóricas- contribuyen tres
componentes importantes:
El gasto metabólico basal o tasa metabólica basal incluye la energía necesaria para mantener las
funciones vitales del organismo en condiciones de reposo (circulación sanguínea, respiración,
digestión, etc.). En los niños también incluye el coste energético del crecimiento. A menos que la
actividad física sea muy alta,
este es el mayor componente del gasto energético. Tasa metabólica basal y gasto metabólico en
reposo son términos que se usan indistintamente aunque existe una pequeña diferencia entre ellos.
La tasa metabólica en reposo representa la energía gastada por una persona en condiciones de
reposo y a una temperatura ambiente moderada. La tasa metabólica basal sería el gasto metabólico
en unas condiciones de reposo y ambientales muy concretas (condiciones basales: medida por la
mañana y al menos 12 horas después de haber comido). En la práctica, la tasa metabólica basal y el
gasto metabólico en reposo difieren menos de un 10%, por lo que ambos términos pueden ser
intercambiables.
No todas las personas tienen el mismo gasto metabólico basal, pues depende de la cantidad de
tejidos corporales metabólicamente activos. Recordemos que la masa muscular es metabólicamente
más activa que el tejido adiposo. Está condicionado, por tanto, por la composición corporal, por la
edad y el sexo. La mujer, con menor proporción de masa muscular y mayor de grasa, tiene un gasto
basal menor que el hombre (aproximadamente un 10% menos) expresado por unidad de peso. En un
hombre adulto de unos 70 kg de peso equivale a 1.1 kcal/minuto y 0.9 en una mujer de 55 kg. Esto
representa, en personas sedentarias, un 70% de las necesidades totales de energía. Existen diversas
fórmulas para calcular el gasto metabólico basal o en reposo (ver más abajo).
La termogénesis inducida por la dieta o postprandial es la energía necesaria para llevar a cabo los
procesos de digestión, absorción y metabolismo de los componentes de la dieta tras el consumo de
alimentos en una comida (secreción de enzimas digestivos, transporte activo de nutrientes, formación
de tejidos corporales, de reserva de grasa, glucógeno, proteína, etc.). Puede suponer entre un 10 y
un 15% de las necesidades de energía, dependiendo de las características de la dieta. También se
denomina efecto termogénico de la dieta o de los alimentos o acción dinámica específica.
Por último, un tercer factor, a veces el más importante en la modificación del gasto energético, es el
tipo, duración e intensidad de la actividad física desarrollada. La energía gastada a lo largo del día
para realizar el trabajo y la actividad física es, en algunos individuos, la que marca las mayores
diferencias. Evidentemente, no necesita la misma cantidad de energía un atleta que entrene varias
horas al día o un leñador trabajando en el monte, que aquella persona que tenga una vida sedentaria.
Por ejemplo, durante una hora de sueño sólo gastamos 76 kilocalorías; Si estamos sentados viendo
la televisión o charlando el gasto es también muy pequeño: tan sólo 118 kcal/hora; pasear sólo
quema 160 kcal/h y conducir durante una hora supone un gasto de 181 kcal. Sin embargo, hay otras
actividades que conllevan un mayor gasto energético. Por ejemplo, 1 hora jugando al tenis, quema
458 kcal; montando en bicicleta, 504 kcal/h; subiendo a la montaña, 617; nadando, 727 o cuidando el
jardín, 361 kcal/h. Una de las actividades que nos hace gastar más energía es subir escaleras: si
estuviéramos durante 1 hora subiendo escaleras podríamos llegar a gastar hasta 1000 kcal.
Las necesidades diarias de energía de una persona son aquellas que mantienen el peso corporal
adecuado constante. En niños en crecimiento y en las mujeres en periodo de gestación o de
lactación, las necesidades de energía incluyen también la cantidad asociada a la formación de tejidos
o a la secreción de leche a un ritmo adecuado.
Pueden estimarse de tres formas: 1- A partir de la tasa metabólica basal o en reposo (TMR)
y de factores medios de actividad física. 2- A partir de la TMR y de un factor individual de
actividad física.
Ángeles Carbajal Azcona. Departamento de Nutrición. Facultad de Farmacia. Universidad Complutense de
ttps://www.ucm.es/nutricioncarbajal/ 37
Madrid h
Manual de Nutrición y Dietética
3- Las necesidades energéticas puede estimarse con mayor precisión empleando las tablas que
recogen el gasto por actividad física expresado en kcal/kg de peso y tiempo empleado en realizar la
actividad.
-------
Edad (años) Hombres Mujeres 0-2 (60,9 x P) – 54 (61,0 x P) – 51 3-9 (22,7 x P) + 495 (22,5 x P) +
499 10-17 (17,5 x P) + 651 (12,2 x P) + 746 18-29 (15,3 x P) + 679 (14,7 x P) + 496 30-59 (11,6 x P) +
879 (8,7 x P) + 829 ≥ 60 (13,5 x P) + 487 (10,5 x P) + 596 Fuente: FAO/WHO-OMS/UNU Expert
Consultation Report. Energy and Protein Requirements. Technical Report Series 724. Ginebra:
WHO/OMS. 1985.
Otra fórmula muy utilizada para calcular la TMR es la de Harris-Benedict a partir del peso (P) (kg) y de
la talla (T) (cm): Hombres TMR = 66 + [13.7 x P (kg)] + [5 x T (cm)] - [6.8 x edad (años)]
Mujeres TMR = 655 + [9.6 x P (kg)] + [1.8 x T (cm)] - [4.7 x edad (años)]
Factores de actividad
física
El gasto energético total se calcula multiplicando la tasa metabólica en reposo (TMR) por los
coeficientes de actividad física de esta tabla, de acuerdo con el tipo de actividad desarrollada.
Clasificación de
actividades
Ligera Personas que pasan varias horas al día en actividades sedentarias, que no practican
regularmente deportes, que usan el coche para los desplazamientos, que pasan la mayor parte
del tiempo de ocio viendo la TV, leyendo, usando el ordenador o videojuegos. Ej.: Estar sentado o
de pie la mayor parte del tiempo, pasear en terreno llano, realizar trabajos ligeros del hogar, jugar
a las cartas, coser, cocinar, estudiar, conducir, escribir a máquina, empleados de oficina, etc.
Actividad ligera o moderada 2 o 3 veces por semana. Moderada Ej.: Pasear a 5 km/h, realizar
trabajos pesados de la casa (limpiar cristales, barrer, etc.),
carpinteros, obreros de la construcción (excepto trabajos duros), industria química, eléctrica, tareas
agrícolas mecanizadas, golf, cuidado de niños, etc. Aquellas actividades en las que se desplacen o se
manejen objetos de forma moderada. Más de 30 minutos/día de actividad moderada y 20
minutos/semana de actividad vigorosa. Alta Personas que diariamente andan largas distancias,
usan la bicicleta para desplazarse, desarrollan actividades vigorosas o practican deportes que
requieren un alto nivel de esfuerzo durante varias horas. Ej: Tareas agrícolas no mecanizadas,
mineros, forestales, cavar, cortar leña, segar a mano, escalar, montañismo, jugar al fútbol, tenis,
jogging, bailar, esquiar, etc. Actividad moderada o vigorosa todos los días. Fuente:
FAO/WHO-OMS/UNU Expert Consultation Report. Energy and Protein Requirements. Technical
Report Series 724. Ginebra: WHO/OMS. 1985.
Ejemplo:
Hombre: Edad = 29 años Peso (P) = 80 kg TMR (OMS) = (15.3 x
P) + 679 = 1903 kcal/día Factor de actividad (FA) moderada = 1.78
Necesidades energéticas = TMR x FA = 1903 kcal x 1.78 = 3387
kcal/día
1
Elaborados a partir de datos de Grande Covián 2 Calculados para el
¿Cómo calcular el gasto energético total conociendo con detalle la actividad física
realizada?
Para conocer el gasto energético total o las necesidades calóricas diarias, basta multiplicar el peso
(en kg) por el factor correspondiente (que aparece en la primera columna) y por el número de minutos
empleados en realizar la actividad de que se trate (ver tabla).
Ejemplo:
Si se tratara de una mujer del mismo peso e igual actividad, las necesidades energéticas se verían
reducidas en un 10%, es decir, resultarían ser 2412 kcal.
El balance entre las necesidades de energía y la ingesta calórica es el principal determinante del peso
corporal. Cuando hay un balance positivo y la dieta aporta más energía de la necesaria, el exceso se
almacena en forma de grasa dando lugar a sobrepeso y obesidad. Por el contrario, cuando la ingesta
de energía es inferior al gasto, se hace uso de las reservas corporales de grasa y proteína,
produciéndose una disminución del peso y malnutrición.
En ambas situaciones puede existir un mayor riesgo para la salud por lo que se recomienda mantener
un peso adecuado, que es aquel que epidemiológicamente se correlaciona con una mayor esperanza
de vida. El peso adecuado puede estimarse a partir del índice de masa corporal (IMC) o índice de
Quetelet definido por la relación: [peso (kg) / talla x talla (m)]. Es un índice de adiposidad y obesidad.
Para una persona adulta se considera un IMC adecuado aquel comprendido entre 20 y 25; cuando
está entre 25 y 30 puede existir sobrepeso; si es mayor de 30, obesidad y si, por el contrario, es
menor de 20, se habla de bajo peso.
• Calorías vacías
Este término, actualmente poco usado, hace referencia a aquellos alimentos que por su composición
sólo suministran energía o calorías, no aportando ningún otro nutriente (proteínas, minerales o
vitaminas). En sentido estricto, este sería el caso de las bebidas alcohólicas que sólo contienen
alcohol. Recordemos que el alcohol sólo aporta calorías (7 kcal/gramo).
Alimentos muy refinados también podrían incluirse dentro de esta denominación, puesto que pueden
aportar gran cantidad de energía pero muy pocos nutrientes. Otro componente de la dieta que se
consideraba como suministrador de calorías vacías era la grasa, ya que siempre se ha pensado que
sólo aportaba energía. Sin embargo, además de calorías, las grasas son vehículo importante de todas
las vitaminas liposolubles (A, D, E y K) y aportan además una serie de ácidos grasos esenciales para
la salud. Tampoco hay que olvidar que las grasas son el agente palatable por excelencia de nuestra
dieta (uno de los componentes que hace apetecible los alimentos) y por tanto sin ellas, la comida no
sería aceptada.
A veces también el azúcar se califica como alimento que sólo aporta energía identificándose con
mucha frecuencia como calorías vacías. Sin embargo, también en este caso es necesario hacer
algunas consideraciones. Por ejemplo, muy pocas veces se come el azúcar a cucharadas.
Normalmente, el azúcar se
combina y emplea para edulcorar otros alimentos que sí llevan y aportan nutrientes como los lácteos,
la repostería, los flanes o los zumos de frutas, entre otros. De manera que, indirectamente, junto
con el azúcar, van otros nutrientes esenciales como se ve en este ejemplo:
Pero hay otro aspecto también muy importante. En el caso del azúcar, su sabor dulce y fácil digestión
puede hacer que algunas personas -ancianos con menor capacidad gustativa, enfermos o
inapetentes- incluyan en la dieta determinados alimentos que de no llevar azúcar quizá no se
hubieran consumido. Por tanto, el azúcar, gracias a su palatabilidad, es decir a su capacidad de
conferir sabor dulce y agradable a la dieta, favorece que la dieta sea más fácilmente aceptada y se
consuma. Hoy sabemos que no se come sólo para mantener la salud, aunque éste sea obviamente
el objetivo prioritario, sino también por placer y según una tradición alimentaria, en algunos casos,
bien arraigada. Si estos dos últimos requisitos no se cumplen, la dieta, por muy bien programada que
esté desde el punto de vista nutricional, no se consumirá y, en definitiva, habrá sido un fracaso.
5. Proteínas
• Proteínas
• Aminoácidos esenciales y no esenciales
• Calidad de la proteína
• Proteínas
Todos los tejidos vivos contienen proteínas. Se distinguen químicamente de los lípidos y de los
hidratos de carbono por contener nitrógeno. Son polímeros de aminoácidos (hay 20 distintos) unidos
por enlaces peptídicos. Una proteína puede contener varios cientos o miles de aminoácidos y la
disposición o secuencia de estos aminoácidos determina la estructura y la función de las diferentes
proteínas. Algunas son estructurales (como el colágeno del tejido conectivo o la queratina que se
encuentra en pelo y uñas), otras son enzimas, hormonas, etc.
Las proteínas son el constituyente principal de las células y son necesarias para el crecimiento, la
reparación y la continua renovación de los tejidos corporales y esto determina su continua necesidad.
Por ejemplo, el tejido epitelial del intestino es reemplazado cada 3 o 4 días. También proporcionan
energía (4 kcal/gramo) pero, por razones fisiológicas y económicas, es poco recomendable utilizarlas
para este fin. Sin embargo, si en la dieta no hay suficiente cantidad de grasas o hidratos de carbono,
la proteína se usará para proporcionar energía. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, en la inanición.
• Aminoácidos esenciales y no
esenciales
De los 20 aminoácidos que se combinan para formar las proteínas, algunos pueden ser sintetizados
por el organismo, por lo que se denominan no esenciales (alanina, arginina, ácido aspártico,
asparragina, cisteína, ácido glutámico, glutamina, glicina, prolina, serina y tirosina). Hay otros, los
denominados aminoácidos esenciales o indispensables que, sin embargo, no pueden ser
sintetizados por el hombre por lo que tienen que ser aportados por los alimentos, por la dieta,
condicionando su esencialidad. Estos son: histidina, isoleucina, leucina, lisina, metionina, fenilalanina,
treonina, triptófano y valina. La arginina puede ser esencial para los niños muy pequeños ya que sus
requerimientos son mayores que su capacidad para sintetizar este aminoácido. Hay también dos
aminoácidos no esenciales que se forman a partir de otros esenciales: cisteína (y cistina) a partir de
metionina y tirosina a partir de fenilalanina. Si la dieta no aporta suficiente cantidad de fenilalanina o si
el organismo no puede transformar la fenilalanina en tirosina por algún motivo -como sucede en la
enfermedad hereditaria denominada fenilcetonuria-, entonces la tirosina se convierte en esencial.
Para juzgar la utilidad de las proteínas de los alimentos para mantener y reparar los tejidos y para
llevar a cabo los procesos de crecimiento y formación de estructuras corporales se utiliza el término
de "calidad de la proteína", calidad que se estima utilizando diversas medidas experimentales. Por
ejemplo, el "valor biológico de la proteína" (VB) se define como la proporción de la proteína
absorbida que es retenida y, por tanto, utilizada por el organismo. Otro parámetro habitualmente
utilizado es el denominado "coeficiente de utilización neta de la proteína" (NPU) que, a diferencia
del anterior, sí tiene en cuenta la digestibilidad de la proteína, es decir, mide la proporción de la
proteína consumida que es utilizada.
Durante la síntesis proteica deben estar presentes en las células todos los aminoácidos necesarios, si
falta alguno, la síntesis puede fallar. Por ello, si la proteína ingerida contiene todos los aminoácidos
esenciales en las proporciones necesarias para el hombre, se dice que es de alto valor biológico, que
es completamente utilizable. Por el contrario, si sólo tiene pequeñas cantidades de uno de ellos (el
denominado aminoácido limitante), será de menor calidad. En general, las proteínas de los alimentos
de origen animal tienen mayor valor biológico que las de procedencia vegetal porque su composición
en aminoácidos es más parecida a las proteínas corporales. Las proteínas de los huevos y de la leche
humana tienen un valor biológico entre 0.9 y 1 (eficacia del 90-100%, por lo que se usan como
proteínas de referencia, un concepto teórico para designar a la "proteína perfecta"); el VB de la
proteína de carnes y pescados es de 0.75 y 0.8; en la proteína del trigo de 0.5 y en la de la gelatina
de 0.
De cualquier manera, la calidad individual de las proteínas es relativamente poco importante en dietas
mixtas debido al fenómeno de complementación/suplementación entre proteínas distintas. Cuando
dos alimentos que contienen proteínas con aminoácidos limitantes diferentes (lisina en la proteína del
trigo y del arroz -pero muy ricas en metionina- y metionina en la de leguminosas -ricas en lisina-) se
consumen en la misma comida (por ejemplo en un potaje de garbanzos y arroz), el aminoácido de una
proteína puede compensar la deficiencia de la otra, dando lugar a una proteína de alto valor biológico.
Por ello, los vegetarianos que consumen proteínas vegetales variadas pueden conseguir una proteína
de tan alta calidad como la de origen animal. Igualmente, si la cantidad consumida de proteína es
suficiente para cubrir las necesidades, como ocurre en todos los países desarrollados, la calidad tiene
menor importancia. La calidad media de la proteína ingerida en España, juzgada por el valor del NPU,
se ha estimado en un 70% (0.70) y considerando este valor se han calculado las ingestas
recomendadas.
Las necesidades de proteína varían a lo largo de la vida: los bebes, los niños y los adolescentes las
necesitan para crecer, las gestantes para el desarrollo del feto y las lactantes para la producción de
leche.
Las principales fuentes de proteína son: lácteos, carnes, pescados, huevos, cereales, leguminosas y
frutos secos. En España, las carnes, los cereales y los lácteos son los alimentos que aportan mayor
cantidad.
6. Grasas y lípidos
Los lípidos son un grupo de sustancias insolubles en agua, pero solubles en solventes orgánicos, que
incluyen los triglicéridos (comúnmente llamados grasas), fosfolípidos y esteroles.
1. Triglicéridos (grasas y
aceites):
• Glicerol
• Ácidos grasos:
o Saturados (AGS) o
Monoinsaturados (AGM) o
Poliinsaturados (AGP):
▪ AGP omega-3 (n-3)
▪ AGP omega-6
(n-6) 2. Fosfolípidos (ej. Lecitina) 3.
Esteroles (ej. Colesterol)
Las grasas incluyen no sólo las grasas visibles, como la mantequilla, el aceite de oliva o la grasa
visible de la carne, sino también las grasas invisibles que contienen la leche, los frutos secos o los
pescados. Las grasas son mezclas de triglicéridos, formados por 3 moléculas de ácidos grasos y una
de glicerol y las diferencias entre ellas dependen fundamentalmente de su diferente composición en
ácidos grasos que, a su vez, se diferencian por el número de átomos de carbono y de dobles enlaces.
Ácidos grasos
1. Ácidos grasos saturados (AGS). Sólo tienen enlaces sencillos entre átomos de carbono
adyacentes; no contienen dobles enlaces, lo que les confiere una gran estabilidad y la
característica de ser sólidos a temperatura ambiente. Los AGS predominan en los alimentos de
origen animal, aunque también se encuentran en grandes cantidades en algunos alimentos de
origen vegetal como los aceites de coco, palma y palmiste, también llamados aceites tropicales. El
ácido esteárico (C18:0) es un ejemplo de AGS.
2. Ácidos grasos poliinsaturados (AGP) con dos o más dobles enlaces que pueden reaccionar
con el oxígeno del aire aumentando la posibilidad de enranciamiento de la grasa. Los pescados y
algunos alimentos de origen vegetal, como los aceites vegetales, líquidos a temperatura ambiente,
son especialmente ricos en AGP. El ácido linoleico (C18:2) se encuentra en cantidades
apreciables en el aceite de girasol. Desde el punto de vista nutricional son importantes los AGP de
las familias
omega-3 (n-3) y omega-6 (n-6), en los que el primer doble enlace está situado junto al tercer
átomo de carbono (ácidos grasos omega-3) o junto al sexto átomo de carbono (ácidos grasos
omega-6) contando desde el metilo terminal de la cadena.
Los componentes de cada una de estas familias pueden tener diferente número de átomos de
carbono y diferente número de dobles enlaces, pero el primer doble enlace siempre está en el
carbono 3 o en el 6, respectivamente. Algunos son esenciales para el hombre: ácido linoleico
(C18:2 n-6) y alfa-linolénico (C18:3 n-3). Los ácidos grasos de la familia omega-3
(principalmente en los pescados) tienen también un papel destacado en la prevención de
algunas enfermedades degenerativas.
3. Ácidos grasos monoinsaturados (AGM) con un doble enlace en la molécula. Por ejemplo el
ácido
oleico (C18:1) principal componente del aceite de
oliva.
Aunque en todos los alimentos hay mezclas de las tres familias, en los de origen vegetal predominan
las grasas insaturadas y en los de origen animal las saturadas y unas y otras, según su grado de
saturación, se han relacionado -positiva y negativamente- con las enfermedades cardiovasculares,
algunos tipos de cáncer y otras enfermedades crónicas.
Los principales alimentos suministradores de lípidos son los aceites y grasas culinarias, mantequilla,
margarina, tocino, carnes grasas, embutidos y frutos secos. Aunque todos los alimentos tienen ácidos
grasos de distinto grado de saturación, es mayoritaria la composición de grasa saturada en los
siguientes: carnes y derivados y en la mayoría de los lácteos. Tienen mayor proporción de ácidos
grasos poliinsaturados: los pescados, los frutos secos y la mayoría de los aceites vegetales (maíz,
soja, girasol, etc.), y contienen principalmente ácidos grasos monoinsaturados el aceite de oliva y el
aguacate, entre otros.
Se recomienda que el aporte calórico de la ingesta total de grasa no supere el 30-35% de la energía
total consumida, que el de AGS, AGP y AGM sea <10%, <7% y >13% de la energía total,
respectivamente.
• Funciones de la grasa
La grasa, necesaria para la salud en pequeñas cantidades, se distingue de los otros dos
macronutrientes, hidratos de carbono y proteínas, por su mayor valor calórico: es una fuente
concentrada de energía que por término medio suministra, al ser oxidada en el organismo, 9 kcal/g
y es esta su característica principal y la que determina su papel en los procesos nutritivos. Los lípidos
son elementos de reserva y protección. Sin embargo, en el curso del tiempo, han ido descubriéndose
otras funciones:
o Transportan las vitaminas liposolubles (A, D, E y K) y son necesarios para que se absorban dichas
vitaminas.
o Contienen ciertos ácidos grasos esenciales, es decir aquellos que el hombre no puede sintetizar:
el ácido linoleico (C18:2 n-6) y el alfa-linolénico (C18:3 n-3) que juegan un papel especial en ciertas
estructuras, principalmente en el sistema nervioso. Si no se consume una pequeña cantidad de estos
ácidos grasos esenciales (aproximadamente un 2-3% de la energía total), pueden producirse diversos
trastornos. Los ácidos araquidónico (C20:4 n-6), eicosapentaenoico (EPA C20:5 n-3) y
docosahexaenoico (DHA C22:6 n-3) son también fisiológicamente importantes, aunque no son
esenciales pues pueden sintetizarse a partir de ácido linoleico y alfalinolénico. EPA y DHA se
encuentran en cantidades apreciables en los pescados (contienen aproximadamente 1 g de
ácidos grasos n-3 por 100 g de alimento).
o La grasa sirve de vehículo de muchos de los componentes de los alimentos que le confieren su
sabor, olor y textura. La grasa contribuye, por tanto, a la palatabilidad de la dieta -cualidad de un
alimento de ser grato al paladar- y, por tanto, a su aceptación. El placer de comer es también
importante, pues para que una dieta se consuma y, por tanto, cumpla su principal objetivo, además de
ser nutricionalmente correcta, debe ser palatable y coincidir con los hábitos alimentarios de la persona
a la que va destinada.
• Lipoproteínas
Los lípidos, como componentes insolubles en agua, tienen que ser transportados en el organismo
unidos a otras moléculas, las lipoproteínas, que solucionan el problema de transportar materiales
grasos en un medio acuoso como es la sangre. Hay cuatro tipos de lipoproteínas que se diferencian
por su tamaño y densidad. Cada una contiene diferentes proteínas y transporta distintas cantidades
de lípidos.
− Quilomicrones: son las de mayor tamaño y menor densidad. Transportan los lípidos de la dieta
(principalmente triglicéridos) desde el intestino al resto del organismo. − VLDL: lipoproteínas
de muy baja densidad, compuestas en un 50% por triglicéridos. Transportan los
lípidos sintetizados en el hígado a otras partes del cuerpo. − LDL: lipoproteínas de baja
densidad, cuyo principal componente es el colesterol (50%). Circulan por todo el organismo
transportando colesterol, triglicéridos y fosfolípidos y dejándolo disponible para las células. − HDL:
lipoproteínas de alta densidad, en cuya composición la parte más importante son las
proteínas. Transportan el colesterol desde las células al hígado para ser
eliminado.
Uno de los procesos industriales a los que se someten los aceites vegetales insaturados y marinos
(líquidos) para modificar sus características físicas y sensoriales y así hacerlos más apropiados para
usos industriales como sustitutos de AGS, es el denominado proceso de hidrogenación, mediante el
cual se incorpora hidrógeno al doble enlace de los ácidos grasos insaturados de los aceites líquidos
(se saturan y por tanto se solidifican) para obtener margarinas y grasas emulsionables
("shortenings"), grasas sólidas que al estar más saturadas quedan parcialmente protegidas de la
oxidación prolongando su vida útil. Generalmente la grasa no se hidrogena totalmente y siempre
quedan parcialmente hidrogenadas.
Ángeles Carbajal Azcona. Departamento de Nutrición. Facultad de Farmacia. Universidad Complutense de
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Madrid h 2
Manual de Nutrición y Dietética
El interés por los ácidos grasos trans ha surgido como consecuencia de los resultados de diversos
estudios epidemiológicos en los que se ha encontrado una relación entre la ingesta de alimentos
considerados como mayor fuente de estos isómeros (margarinas, galletas, pastelería y pan de molde)
y un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. Los ácidos grasos trans parecen incrementan los
niveles de colesterol sanguíneo y de la fracción LDL-colesterol, disminuyendo, por el contrario,
ligeramente la HDL-colesterol.
• Colesterol
Además de triglicéridos y fosfolípidos, los lípidos contienen también esteroles, uno de los cuales es el
colesterol, que es esencial para nuestro organismo. Es un componente importante de las
membranas celulares, es el precursor en la síntesis de sustancias como la vitamina D y las hormonas
sexuales, entre otras, e interviene en numerosos procesos metabólicos.
Una parte importante de la cantidad necesaria puede ser sintetizada en nuestro cuerpo (colesterol
endógeno; el hígado fabrica unos 800 a 1500 mg de colesterol al día) y el resto, generalmente una
cantidad pequeña, procede de los alimentos (colesterol exógeno; exclusivamente de los de origen
animal, pues no existe en los productos vegetales).
En una persona sana existe una regulación perfecta, de manera que, cuando el consumo a partir de
los alimentos aumenta, la formación dentro de nuestro cuerpo disminuye. Esta regulación hace que
los niveles de colesterol se mantengan constantes.
Otras lipoproteínas, las llamadas LDL (lipoproteínas de baja densidad, compuestas principalmente de
colesterol), se encargan de llevarlo a las células y depositarlo en los tejidos y cuando están en exceso
también lo depositan en las paredes de las arterias contribuyendo a formar la placa de ateroma. Se
dice que las LDL transportan el colesterol "malo" (colesterol-LDL) y su exceso supone un riesgo
para la salud. Por ello es importante que exista un adecuado equilibrio entre ambas fracciones HDL y
LDL, a favor de las primeras.
Perfil lipídico sanguíneo
recomendado
La concentración de cada una de las lipoproteínas depende de muchos factores y entre ellos de la
cantidad y, especialmente, de la calidad de la grasa de la dieta. Aunque con importantes variaciones
individuales, las grasas saturadas aumentan la síntesis de las lipoproteínas que transportan el
colesterol malo, por eso se dice que son más aterogénicas y su consumo puede suponer un mayor
riesgo. Pero no todos los AGS influyen de esta manera. Parece que son más aterogénicos los ácidos
grasos mirístico (C14:0) y palmítico (C16:0) y menos el esteárico (C18:0).
Los AGP (de alimentos de origen vegetal y de pescados, principalmente) y los AGM (oleico del aceite
de oliva, por ejemplo), tienen un efecto beneficioso, reduciendo los niveles de colesterol-LDL y
aumentando los de colesterol-HDL. El colesterol de la dieta no parece tener una influencia
importante elevando los niveles de colesterol en sangre.
Últimamente se ha relacionado un consumo alto de los productos que contienen ácidos grasos trans
con un aumento del colesterol sanguíneo y de la fracción de colesterol transportada en las LDL,
disminuyendo, por el contrario las HDL.
La relación entre las grasas y los niveles de colesterol en sangre, y en definitiva con el riesgo
cardiovascular, es compleja y no totalmente comprendida, especialmente con respecto a algunos
tipos de ácidos grasos. Por otra parte, un consumo adecuado de fibra puede ayudar a rebajar los
niveles de colesterol favoreciendo su excreción fecal. Igualmente, las LDL oxidadas son más
aterogénicas por lo que la presencia de antioxidantes en la dieta puede reducir el riesgo.
De cualquier manera, aparte de los factores dietéticos, existe la certeza de que factores genéticos y
ambientales, entre los que destacan el tabaquismo, una vida sedentaria, el consumo de determinados
medicamentos, etc., pueden también ser factores de riesgo y elevar los niveles de colesterol.
Rango aceptable de distribución de macronutrientes: Proteínas 10 – 15 % VCT Grasa total < 30% o
< 35% VCT (si se consumen aceites monoinsaturados en alta proporción
(aceite de oliva)) AGS < 7-8% VCT AGP 5% VCT AGM
20% (La diferencia) Hidratos de carbono 50 – 60% VCT, principalmente complejos de bajo
índice glucémico Calidad de la grasa: AGP/AGS ≥ 0,5 (AGP+AGM)/AGS ≥ 2 n-3 AGP
Ácido α-Linolénico 2 g/día // 0,5-1% VCT n-6 AGP Ácido Linoleico 10 g/día // 2,5-9% VCT
EPA + DHA 250 mg/día Relación n-6/n-3 4/1 - 5/1 Colesterol < 300 mg/día // < 100
mg/1.000 kcal (en dietas de unas 2.500 kcal) Ácidos grasos trans < 1% VCT // < 3 g/día
7. Hidratos de carbono
• Hidratos de carbono
• Recomendaciones dietéticas
• Sustancias edulcorantes
• Hidratos de carbono
Los hidratos de carbono, carbohidratos (CHO), glúcidos (Glícidos: anglicismo) o azúcares tienen
también como función primordial aportar energía, aunque con un rendimiento 2.5 veces menor que el
de la grasa.
Químicamente, están compuestos por carbono, hidrógeno y oxígeno (Cn:H2n:On). La unidad básica
son los monosacáridos (o azúcares simples) de los que glucosa, fructosa y galactosa son
nutricionalmente los más importantes. Entre los disacáridos -formados por dos monosacáridos-
destacan sacarosa (glucosa + fructosa), lactosa (el azúcar de la leche: glucosa + galactosa) y maltosa
(glucosa + glucosa). Los polisacáridos o hidratos de carbono complejos son moléculas largas
compuestas por un número variable de unidades de glucosa unidas entre sí. Nutricionalmente hay
que distinguir dos grandes grupos:
La glucosa tiene una gran importancia nutricional. Es uno de los dos azúcares de los disacáridos y es
la unidad básica de los polisacáridos. Uno de éstos, el almidón, es la principal fuente de energía en la
dieta; otro, el glucógeno, es una importante forma de almacenamiento de energía en el organismo.
La fructosa es el principal azúcar de las frutas, pero también se encuentra en verduras y hortalizas y,
especialmente, en la miel. Es el azúcar más dulce.
La lactosa es el azúcar de la leche, es menos dulce y está formada por glucosa y galactosa. El
almidón se encuentra principalmente en cereales, patatas y legumbres.
• Recomendaciones dietéticas
Uno de los aspectos menos satisfactorios de las dietas de las sociedades desarrolladas es la
importante disminución producida en la ingesta de hidratos de carbono, consecuencia del menor
consumo de algunos alimentos de origen vegetal (pan, patatas y leguminosas, principalmente). Se
recomienda que la dieta equilibrada y prudente incluya más de un 55% de la energía total
consumida en forma de hidratos de carbono, principalmente complejos, pues está claro su papel
en el control del peso corporal y, junto con otros componentes de los alimentos de origen vegetal, en
la prevención de la enfermedad cardiovascular, de la diabetes, de algunos tipos de cáncer y de
algunos trastornos gastrointestinales.
Ángeles Carbajal Azcona. Departamento de Nutrición. Facultad de Farmacia. Universidad Complutense de
ttps://www.ucm.es/nutricioncarbajal/ 5
Madrid h 9
Manual de Nutrición y Dietética