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El biólogo alemán Karl Ludwig von Bertalanffy (1901-1972) propuso en 1928 su teoría general de sistemas
como una herramienta amplia que podría ser compartida por muchas ciencias distintas.
Esta teoría contribuyó a la aparición de nuevo paradigma científico basado en la interrelación entre los
elementos que forman los sistemas. Previamente se consideraba que los sistemas en su conjunto eran
iguales a la suma de sus partes, y que podían ser estudiados a partir del análisis individual de sus
componentes; Bertalanffy puso en duda tales creencias.
Desde que fue creada, la teoría general de sistemas ha sido aplicada a la biología, a la psicología, a las
matemáticas, a las ciencias computacionales, a la economía, a la sociología, a la política y a otras ciencias
exactas y sociales, especialmente en el marco del análisis de las interacciones.
Definiendo los sistemas Para este autor el concepto de “sistema” se puede definir como un conjunto de
elementos que interactúan entre ellos. Estos no necesariamente son humanos, ni siquiera animales, sino que
también pueden ser ordenadores, neuronas o células, entre muchas otras posibilidades. Los sistemas se
definen por sus características estructurales, como la relación entre los componentes, y funcionales; por
ejemplo, en los sistemas humanos los elementos del sistema persiguen un fin común. El aspecto clave de
diferenciación entre los sistemas es si estos están abiertos o cerrados a la influencia del entorno en que se
sitúan.
Tipos de sistema
Bertalanffy y otros autores posteriores han definido distintos tipos de sistema en función de características
estructurales y funcionales. Veamos cuáles son las clasificaciones más importantes.
Los sistemas se pueden dividir en función de su nivel de complejidad. Los distintos niveles de un sistema
interactúan entre ellos, de modo que no son independientes unos de otros. Si entendemos por sistema un
conjunto de elementos, hablamos de “subsistemas” para referirnos a tales componentes; por ejemplo, una
familia es un sistema y cada individuo en ella es un subsistema diferenciado. El suprasistema es el medio
externo al sistema, en el que éste se encuentra inmerso; en los sistemas humanos es identificable con la
sociedad.
2. Reales, ideales y modelos En función de su entitividad los sistemas se pueden clasificar en reales, ideales y
modelos. Los sistemas reales son aquellos que existen físicamente y que pueden ser observados, mientras
que los sistemas ideales son construcciones simbólicas derivadas del pensamiento y del lenguaje. Los
modelos pretenden representar características reales e ideales.
Cuando un sistema depende exclusivamente de la naturaleza, como el cuerpo humano o las galaxias, nos
referimos a ellos como “sistema natural”. Por contra, los sistemas artificiales son aquellos que surgen como
consecuencia de la acción humana; dentro de este tipo de sistema podemos encontrar los vehículos y las
empresas, entre muchos otros. Los sistemas compuestos combinan elementos naturales y artificiales.
Cualquier entorno físico modificado por las personas, como los pueblos y las ciudades, es considerado un
sistema compuesto; por supuesto, la proporción de elementos naturales y artificiales varía en cada caso
concreto.
4. Cerrados y abiertos
Para Bertalanffy el criterio básico que define a un sistema es el grado de interacción con el suprasistema y
otros sistemas. Los sistemas abiertos intercambian materia, energía y/o información con el entorno que los
rodea, adaptándose a éste e influyendo en él. En cambio, los sistemas cerrados se encuentran teóricamente
aislados de las influencias ambientales; en la práctica se habla de sistemas cerrados cuando están altamente
estructurados y la retroalimentación es mínima, puesto que ningún sistema es completamente independiente
de su suprasistema.
Propiedades de los sistemas abiertos Aunque también se han descrito las propiedades de los sistemas
cerrados, las de los abiertos resultan más relevantes para las ciencias sociales porque los grupos humanos
forman sistemas abiertos. Así sucede, por ejemplo, en las familias, en las organizaciones y en las naciones.
1. Totalidad o sinergia Según el principio de sinergia, el funcionamiento del sistema no puede entenderse sólo
a partir de la suma de los elementos que lo componen, sino que la interacción entre estos genera un resultado
cualitativamente distinto.
2. Causalidad circular o codeterminación recíproca La acción de los distintos miembros de un sistema influye
en la del resto, de modo que la conducta de ninguno de ellos es independiente del sistema en su conjunto.
Además se da una tendencia a la repetición (o redundancia) de los patrones de funcionamiento.
3. Equifinalidad El término “equifinalidad” se refiere al hecho de que varios sistemas pueden alcanzar el
mismo estadio final aunque inicialmente sus condiciones sean diferentes. En consecuencia es inadecuado
buscar una causa única para explicar este desarrollo.
6. Regla de relación Las reglas de relación determinan cuáles son las interacciones prioritarias entre los
componentes del sistema y cuáles deben ser evitadas. En los grupos humanos las reglas de relación son
normalmente implícitas.
7. Ordenación jerárquica El principio de ordenación jerárquica se aplica tanto a los miembros del sistema
como a las conductas determinadas. Consiste en que algunos elementos y funcionamientos tienen más peso
que otros, siguiendo una lógica vertical.