Boletín Informativo 30
Boletín Informativo 30
Boletín Informativo 30
U n año que se nos va de nuestra vida y un año más que para Dios ha anotado
en el libro de la vida. Un año menos para vivir y un año más para respon-
der a Dios de él. Dios es Dios y no toma las cosas, mucho menos nuestra vida,
con la irreflexión que la tomamos nosotras. No. Él sabe las gracias que nos ha
dado durante todo este año, día tras día. Sabe cómo podíamos haber respondido
a ellas si hubiésemos dado a nuestra consagración monástica la dirección que ella
exige. Dios sabe con cuánto amor nos creó y que nos dio capacidad para que vi-
viéramos a su imagen y semejanza. Lo sabe. Sabe cuánto le costó a su Hijo redi-
mirnos. Sabe el amor con el que instituyó la Eucaristía como medio poderoso pa-
ra que en nosotras se cum-
pliese el designio del Padre
de ser conformes a la ima-
gen de su Hijo. Sabe que
derramó en nuestros cora-
zones al Espíritu Santo, no
sólo en el Bautismo, tam-
bién en la Confirmación, y
más abundantemente como
privilegiadas el día de nues-
tra consagración monástica.
Sabe las gracias que a cada
una nos ha dado día tras día
durante toda nuestra vida.
Y sabe las llamadas a la conversión que nos ha hecho, no sólo en tantos Ejerci-
cios espirituales que hemos practicado, sino también en los momentos de ora-
ción, en la que por una palabra él nos ha tocado el alma para que entendiésemos
como nunca su significado. Toques de atención hechos por Dios.
Y lo que es más grave es, que él sabe que todo lo que hemos enumerado, to-
do lo que él ha hecho por nosotras, tiene mucho más peso para que nos hubié-
ramos dejado llevar por ello, que lo que pesa el desorden que dejó en nuestra
vida el pecado original si le hubiéramos tomado a él en serio en nuestra vida.
“Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”, nos dice san Pablo.
Sí, tiene más peso y es más grande su humildad, que nuestra soberbia, para
que si la hubiéramos tomado en cuenta, sus ejemplos de humildad habrían ani-
quilado nuestra soberbia y orgullo.
Tiene más peso y es más grande su obediencia, que nuestra independencia o
tendencia a dominar, para que, si la hubiésemos reflexionado o tenido en cuenta,
ahora pudiéramos obedecer sin resistencia, es más sentiríamos la necesidad de
someternos a la obediencia como nuestro Modelo Cristo, que hacía de la volun-
tad de su Padre constantemente vivida, su gozo, su alimento, su vida.
Dios sabe que tiene más peso el despojo de su Hijo para aniquilar el placer
de poseer que todos tenemos, si hubiéramos tenido en cuenta sus ejemplos en
Belén, en Nazaret, en su vida pública, en la Cruz; ejemplos impresionantes que si
los tuviéramos en cuenta, no tendríamos gusto en nada más que en su despojo, en
vivir su despojo, nos estorbaría aun lo que hemos de tener o vivir por necesidad.
Y aún hay mucho más en Dios que debería atraernos hacia él y su santidad.
¿Que esto es difícil? Ejemplo lo tenemos en los santos, que son de nuestra mis-
ma naturaleza desordenada.
Pero ellos dieron la orienta-
ción a su vida que debieron
dar y debemos dar también
nosotras. La orientación
hacia Dios como fuerza su-
prema de la propia vida,
sabiendo qué es lo que vale,
no las baratijas del mundo y
de las criaturas. Sabiendo,
además, que es lo que Dios
quiere de nosotras, que para
esto nos creó, nos redimió,
se entrega como alimento de esta vida espiritual que tiene que nacer, si damos a
Dios toda la importancia que él tiene. ¡Y que él espera!… Entremos ya en el
mundo de Dios con valentía. Es menester reflexionar así, seriamente, el fin para
el que hemos nacido, que es Dios, a fin de quitar fuerza al desorden propio que
nos aleja de Dios, supremo Bien nuestro. Hagámoslo con hondura, dejando que
Dios cale hondo en nuestro corazón sin miedo, porque él es nuestro amado Pas-
tor que nos da fuerza y seguridad en el camino.
Seamos sinceras, yo os aseguro que ninguna de las que estamos aquí hemos
valorado al Señor como merece, ni nos hemos dejado llevar, arrastrar por su
peso divino. Todas tenemos que abrir nuestro corazón al Señor ahora que nos
llama, que nos da esta oportunidad para que empecemos un año nuevo con esta
orientación fundamental hacia él. ¡Dios, nuestro valor supremo! y esto demos-
trarlo con las obras, sobre todas las cosas, y a costa de nosotras mismas; ser más
contemplativas, almas de más íntima oración, almas más pacíficas, más mansas,
más llenas de amor a él y a las hermanas. Así sea.
TESTIMONIO
“Haber conocido a Madre Mercedes de Jesús, para mí ha sido una alegría,
honor y gracia muy grande. Porque en su rostro se veía la santidad y el amor de
Dios que tenía y me transmitía. Era muy atenta, porque llamaba muchas veces a
mi casa preguntando por mi hijo que estaba enfermo. Siempre que la oía por
teléfono me decía a mí misma. ‘Ay, me llama una voz del cielo’. Doy gracias al
Señor por haber conocido a esta gran monja en el convento que, con su mirada,
su sonrisa, su voz y su humildad me ayudaba en mis necesidades, porque veía
en ella una bendita de Dios en persona”.
A.L.P.B – Alcázar de San Juan, Ciudad Real
GRACIAS
“Quería agradecerles y dar testimonio de la mejoría de mi madre. Estaba
muy malita, con una neumonía muy fuerte y con un derrame que le paralizó su
pierna izquierda. Creíamos que ya Dios se la llevaba al cielo. Les pedí a ustedes
que la encomendaran a Madre Mercedes de Jesús. Yo le ponía una estampa de
ella en su cama todas las noches para que la cuidara. Pasados unos días la mejo-
ría llegó y se curó de su neumonía. Ahora ya después de dos meses sin poder
andar, empieza con ayuda a dar sus primeros pasos. Sé que es una gracia de la
Madre Mercedes. Gracias por su cariño y oraciones por ella”.
P.L.H
* * *
“Me gustaría compartir con ustedes algo que me sucedió hace tiempo. En
una revisión anual médica me diagnosticaron un cáncer de mama. Tuvieron
que intervenirme rápidamente. Lo primero que hice fue ponerme en contacto
con el monasterio de monjas concepcionistas de Alcázar de San Juan para pe-
dirles a las monjas oraciones por mí. Tenía trato con ellas desde hacía tiempo,
en concreto con la Madre Mercedes; todavía conservo las cartas que me envia-
ba de vez en cuando.
Mi tema se veía negro. Cuando todo estaba preparado para la intervención,
deciden que no podía ser hasta después del tratamiento con radioterapia. Volví a
llamar al monasterio para darles la última noticia y, con esa fe tan grande que
tienen las hermanas, me dicen que no me preocupe, que confíe en la fuerza de la
oración, ya que estaba la comunidad rezando por mí a la Madre Mercedes.
La sorpresa fue que a los veinte minutos de la llamada, me vuelve a llamar el
cirujano y me dice que acababa de reunir al equipo médico, que dentro de dos
días sería la intervención. Me quedé paralizada.
Todo salió bien. Una buena recuperación con tratamiento de radio, nada agresi-
vo y terminó la angustia. Cuando me despedí del equipo médico, uno de ellos me
dijo: ‘Acaba de nacer’. Me quedé callada, me miró fijamente a los ojos y no dijo
nada. Le pregunté: ‘¿Esto puede ser un milagro?’ Su respuesta fue el silencio.
Siento, en lo más profundo de mi corazón, que el Señor ha estado grande
conmigo. ¡Gracias, Madre Mercedes, por tu intercesión! Ojalá podamos verla
pronto en los altares”.
Anónimo
* * *
“Les escribo para contarles una gracia que le pedimos a la Sierva de Dios
Madre Mercedes de Jesús y nos ha sido concedida. Mi tío nació en una familia
católica; era el mayor de los hermanos de mi madre y mi abuela los crió y educó
cristianamente, sin embargo, mi tío, con el paso del tiempo se volvió casi ateo,
no creía casi nada. Después de una larga enfermedad, debido al alcohol que lo
dejó en cama, sin hablar prácticamente nada por más de un año, ante esta situa-
ción, les dije a mi tía y a mi abuela que rezasen a la Madre Mercedes de Jesús la
novena. Todos así lo hicimos. Mi madre les dio una estampa de la Sierva de
Dios y, no pedimos por su recuperación, pues no tenía cura, sino por su conver-
sión, para que volviera a creer. Ante la gravedad de la enfermedad y, viendo que
cada día se ponía peor y entraba en agonía, mi tía le preguntó si quería que rezá-
semos… Él, aunque no podía hablar, pudo pronunciar estas palabras: ‘Quiero
confesarme con un sacerdote’. ¡Toda la familia nos llenamos de alegría porque,
aunque estuvo muchos años alejado de la iglesia, volvió unos días antes de mo-
rir a su casa verdadera! ¡Gracias, Madre Mercedes!”
Nicaragua
A sí es Rey Jesús, porque es Rey
por la vía que Dios quiere que
lo sea el hombre, por la vía de la
paz, que es la vía de la liberación
del pecado, del mal. Hemos de
“arrepentirnos” y “convertirnos”.
Cambiar de modo de pensar y vivir.
Pedirle su gracia para “entenderle”
desde ahora y vivirle. Rendirle
nuestro corazón a sus pies, como a
Rey nuestro querido, “deseado”. Y
decirle que para nosotros desde aho-
ra ya es grande lo que fue grande a
sus ojos, la humildad, la sencillez, la
dulzura, la pobreza, la entrega, el
amor. Y que es ruin y mísera la so-
berbia, la prepotencia, la agresivi- “Los Reyes Magos”, icono pintado
dad, la comodidad, el egoísmo, la por una Monja del Monasterio
falta de amor. En esa Noche Santa de cielo se inauguró el reinado de Dios en la
tierra. El reinado de la no violencia, el reinado del amor, el reinado de la santidad
del Padre, el reinado de paz de los humildes de corazón…
Edita: Monasterio de Monjas Concepcionistas de Alcázar de San Juan, Ciudad Real - ESPAÑA