Ensayo Del Principe de Maquiavelo

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TRABAJO:

“ENSAYO DEL LIBRO: EL PRÍNCIPE”


AUTOR: NICOLÁS MAQUIAVELO”

CUERNAVACA, MORELOS, DICIEMBRE DEL 2012

INTRODUCCION.
El poder ha seducido a los hombres desde los tiempos más remotos. Su concepción y su practica
ha sido heterogénea a través de la historia de la civilización, pero nadie en muchos siglos se había
aproximado a develar la naturaleza del poder en forma tan realista y desnuda como Nicolás
Maquiavelo: fundador de la ciencia política, la idea que se tiene de Maquiavelo y su libro leído, es
la del cinismo como actitud indispensable en las tareas del gobierno y expresaba todo lo que había
recolectado durante su vida, observando los gobiernos, viendo en que fallaban y en que tenían
éxito.
El Príncipe es un tratado de doctrina política compuesto por Nicolás Maquiavelo en 1513 mientras
se encontraba en San Casciano confinado por la acusación de haber conspirado en contra de los
Médici. Maquiavelo dedicó la obra a Lorenzo II de Médici, hijo de Pedro II de Medici, con la
esperanza de reconquistar el encargo de Secretario de la República, y fue publicada
póstumamente en 1532. Se trata sin duda de su obra con más renombre.
A pesar del uso despectivo que se le da al término "maquiavélico" no es otra cosa sino una obra
con un gran conocimiento de la psicología humana, un gran sentido común y sobre todo muy
pragmático, inclusive muchos hombres de negocios y políticos han extrapolado algunas ideas de
él.
El libro trata de ilustrar la forma de adquirir, mantener y fortalecer un principado, esto es, el
gobierno de una ciudad o región, y distingue entre diferentes estrategias según una serie de
criterios, entre ellos:
La forma en que se haya conseguido su dominio (conquista militar, elección popular, intrigas
cortesanas), la forma anterior de gobierno (otro príncipe con o sin corte, una república),la relación
entre el principado y el príncipe (de la misma o de diferente cultura y lengua, o si el príncipe tiene
solamente un principado o varios),el ejército del que dispone (propio o de mercenarios).
El Príncipe, él debe extraer las premisas necesarias para desenvolverse en un mundo cambiante.
El éxito de un soberano radica en tomarle el pulso a las situaciones, valorarlas y armonizar su
conducta con la dinámica inherente a ellas. Son las necesidades las que impondrán una respuesta.
Y con ello Maquiavelo demuestra que los hombres se miden con el mundo y actúan sobre él.
Premisa infalible que había olvidado la Edad Media. Para Maquiavelo los fines políticos eran
inseparables del "bien común".
El bien del Estado no se subordina al bien del individuo o de la persona humana en ningún caso, y
su fin se sitúa absolutamente por encima de todos los fines particulares por más sublimes que se
consideren. El sentido de la vida y de la historia, no acaba para los hombres si ellos prosiguen en la
tarea de perfeccionar la sociedad sobre bases racionales que los trasciendan más allá del simple
plano individualista o de atomización social en el que viven dentro de las sociedades
contemporáneas de finales del siglo XX. La permanente transformación de la política, como la soñó
Maquiavelo, puede ser el camino para la humanización del poder y la sociedad.
Visión de política.
Se centra, a través de toda su obra, en la política como "arte de conquistar el poder".
La política es, por tanto, el arte del príncipe o gobernante en cuanto tal. Y el príncipe, en cuanto
conquistador y dueño del poder, en cuanto encarnación del Estado, está por principio (y no por
accidente) exento de toda norma moral. Lo importante es, que tenga las condiciones naturales
como para asegurar la conquista y posesión del poder, "que sea astuto como la zorra, fuerte como
el león"...
Maquiavelo ve a la política orientada a un fin y para lograrlo hablan diferentes caminos que no era
necesario que fueran de la mano de la moral. Independizó al Estado y a la política del problema de
la ética, la religión y el Derecho, pues tuvo una visión de una política laica, científica, ya que para él
la política es el arte de buscar o retomar el poder.
Una de sus frases célebres es “conviene al príncipe que cuando un hecho lo acuse, el resultado lo
excuse', o dicho en otras palabras “el fin justifica los medios”.
Aportes en referencia a un Estado.
Para Maquiavelo la razón suprema no es sino la razón de Estado. El Estado (que identifica con el
príncipe o gobernante), constituye un fin último, un fin en sí, no solo independiente sino también
opuesto al orden moral y a los valores éticos, y situado de hecho, por encima de ellos, como
instancia absoluta.
Fue el creador de la palabra Estado (“Stato”), que concebía como una categoría mental racional;
como la forma general o universal de convivencia humana que busca el bien común, con
ciudadanos libres en donde todos tienen deberes y derechos. Consideraba a Roma, durante la
República, como el ideal de Estado, con un gobierno mixto (gobierno de la mayoría con el de los
mejores) en donde el pueblo es quien pone la ley.
Maquiavelo Decía que “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”, y mientras más débil y
corrupto sea, más tendrá tiranía. Para él los fines del Estado son:
“Existir, coexistir, subsistir y engrandecerse”'; pues tiene vida propia, que está al margen de la de
los individuos de ese Estado, pero poseen un fin intrínseco autónomo.
CAPÍTULO I
DE LAS DISTINTAS CLASES DE PRINCIPADOS Y DE LA FORMA EN QUE SE OBTIENEN.
Los principados pueden ser hereditarios o nuevos; los nuevos o son nuevos o adquiridos y
agregados al Estado del príncipe. Éstos pueden ser adquiridos por las armas propias o ajenas, por
suerte o por virtud.
CAPÍTULO II
DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS.
Es más fácil conservar un Estado hereditario por que ya está acostumbrado a comparación de uno
nuevo, pero sólo basta con conservar lo establecido por el anterior príncipe porque es lógico que
con naturalidad la población quiera a los suyos. Si un príncipe es inteligente se quedará a vivir en
su nuevo principado.
CAPÍTULO III
DE LOS PRINCIPADOS MIXTOS.
Existen dificultades en un nuevo principado, algunas veces queriendo la población mejorar se
levantan contra el príncipe, pero luego resulta peor para ellos ya que el príncipe toma las riendas
los vuelve a conquistar y toma represalias contra los que comenzaron.
Los Estados que se agregan pueden ser de la misma provincia y la misma lengua o no; cuando no
lo son es difícil conservarlos y más cuando ya están acostumbrados a su anterior príncipe. Si el
príncipe nuevo quiere conservarlos debe tomar en cuenta dos situaciones: que la descendencia del
príncipe anterior desaparezca y que sus leyes ni tributos sean alterados.
Cuando se adquiere un principado nuevo es mejor que el príncipe que lo adquirió se fuese a vivir
en él. Esto haría más segura y duradera la posesión.
Lo que un príncipe prudente debe de hacer es preocuparse no solamente de los desórdenes
presentes sino de igual forma de los futuros y prevenir los primeros por qué así se puede remediar
la situación a tiempo, con anticipación.
CAPÍTULO IV
POR QUÉ EL REINO DE DARÍO, OCUPADO POR ALEJANDRO, NO SE SUBLEVÓ CONTRA
LOS SUCESORES DE ÉSTE DESPUÉS DE SU MUERTE.
Todos los principados han sido gobernados de dos modos: o por un príncipe que elige de entre
sus siervos a los ministros que lo ayudarán a gobernar, en éste el príncipe goza de mayor
autoridad o por un príncipe asistido por nobles que ocupan ese lugar por antigüedad.
Cuando se dan conflictos bélicos el que es vencido y derrotado en campo abierto de manera que
no pueda rehacer sus ejércitos, ya no debe temer de otra cosa sino a la familia y extinguida ésta,
no queda nadie que signifique peligro pues nadie goza del crédito en el pueblo y de la victoria del
vencedor no podía esperar nada de los ministros del príncipe, nada debe temer después de ella.
CAPÍTULO V
DE QUÉ MODO HAY QUE GOBERNAR LAS CIUDADES O PRINCIPADOS QUE, ANTES DE
SER OCUPADOS, SE REGIAN POR SUS PROPIAS LEYES.
Hay tres modos de conservar un Estado que antes de ser adquirido se regía por sus propias leyes
y a vivir en libertad: primero
destruirlo; después radicarse en él y por último dejarlo por sus leyes, obligarlo a pagar un tributo y
establecer apersonas que se encarguen de velar la conquista.`
Un pueblo nunca debe tomar armas contra el nuevo príncipe conquistador porque puede
fácilmente conquistarlas y detenerlas.
CAPÍTULO VI
DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON LAS ARMAS PROPIAS Y EL
TALENTO PERSONAL.
Los principados de nueva creación con príncipe nuevo son más o menos difíciles de conservar
según la habilidad del príncipe y dado que de la nada un hombre se convierta en príncipe se debe
a suerte o a su talento. También facilita mucho las cosas de que en príncipe no posea otros
Estados y así se establece en el que ha adquirido.
Un príncipe innovador se convierte en enemigo de todos los que se beneficiaban de las leyes
antiguas, y no se granjea sino de la amistad tibia de los que se beneficiarán de las nuevas. Los
innovadores en primer lugar fracasan y nada queda se sus intenciones; pero cuando sólo
dependen de sí mismos y pueden actuar con la ayuda de la fuerza, rara vez dejan de conseguir sus
propósitos.
CAPÍTULO VII
DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON ARMAS Y FORTUNA DE
OTROS.
Los que sólo por suerte se convierten en príncipes poco esfuerzo necesitan para llegar a serlo,
pero no se mantienen sino con muchos esfuerzo, es decir los príncipes que compran un Estado o a
los que lo obtienen como regalo. Estos príncipes no se sostienen sino por la voluntad y la fortuna
de quienes los elevaron; si dichos príncipes no son hombres de talento y virtudes superiores, no
conocen el arte del mando ya que han vivido siempre como simples ciudadanos.
Los Estados que nacen de pronto, que brotan y crecen precozmente, no pueden tener raíces ni
sostenes que los defiendan del tiempo adverso; salvo que el príncipe se ponga a la altura de lo que
se ha depositado en sus manos y sepan prepararse inmediatamente para conservarlo y echen
cimientos.
El príncipe puede hacer distintas cosas con el fin de defenderse a él y a su principado, sólo se le
puede criticar en la elección del nuevo pontífice.
CAPÍTULO VIII
DE LOS QUE LLEGARON AL PRINCIPADO MEDIANTE CRÍMENES.
Hay otros dos modos de llegar a ser príncipe: el caso en que se asciende al principado por un
camino de perversidades y delitos (antiguo) en donde se adquiere poder pero no gloria y el otro
caso en que se llega a ser príncipe por el favor de los conciudadanos (contemporáneo).
En el primer caso depende de que uso se le haga a la crueldad, Nicolás piensa que es un buen
uso si a lo malo se le puede llamar bueno; mal empleadas son las que aunque poco graves al
principio, con el tiempo antes crecen y se extinguen.
Al apoderarse de un Estado todo usurpador debe reflexionar sobre los crímenes que le es preciso
cometer para conquistar a los hombres a fuerza de beneficios. Quien procede de otra manera por
timidez o mal aconsejado se ve obligado a estar con el cuchillo en la mano.
CAPÍTULO IX
DEL PRINCIPADO CIVIL.
Se llama principado civil cuando el que gobierna llegó a ser príncipe gracias a los favores de sus
compatriotas, cuando llega ahí depende de una cierta habilidad propiciada por los nobles y el
apoyo del pueblo y se debe esforzar para conservarlo.
El principado puede implantarlo tanto, los nobles como el pueblo. Los nobles cuando ven que no
pueden controlar al pueblo otorgan todo el poder sobre uno de ellos y lo hacen príncipe. El pueblo
cuando ve que no puede hacer frente, cede su autoridad a uno y lo hace príncipe para que lo
defienda. Pero el que llega al principado con la ayuda de los nobles se mantiene con más dificultad
que el que ha llegado con la ayuda del pueblo. Un príncipe jamás podrá dominar un pueblo cuando
lo tenga por enemigo, que no lo ame, es lo peor. De los nobles que no los tenga por enemigos, que
no lo apoyen o q se revelen en su contra.
CAPÍTULO X
CÓMO DEBEN MEDIRSE LAS FUERZAS DE TODOS LOS PRINCIPADOS.
El autor considera capaces a los príncipes que pueden sostener el poder por sí mismos, levantan
el ejército y presentan batalla a quien se atreve a atacarlos.
Un príncipe que gobierne una plaza, y a quien el pueblo no odie, no puede ser atacado; pero si lo
fuese el atacante se vería obligado a retirarse sin gloria.
CAPÍTULO XI
DE LOS PRINCIPADOS ECLESIÁSTICOS.
Los principados eclesiásticos se adquieren por valor a por suerte. Éstos son los únicos que tienen
Estados y no los defienden y no los gobiernan pero a pesar de hallarse indefensos no les son
arrebatados; son los únicos principados seguros y felices.
CAPÍTULO XII
DE LAS DISTINTAS CLASES DE MILICIAS Y DE LOS SOLDADOS MERCENARIOS.
Las tropas con las que un príncipe defiende su Estado pueden ser: propias, mercenarias,
auxiliares o mixtas. El príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios nunca estará
seguro ni tranquilo porque son todo lo contrario a un buen ejército.
En conclusión es necesario para un príncipe que defienda a su pueblo con ejército propio para
evitarse de problemas de distinta índole. Es lo mejor.
CAPÍTULO XIII
DE LOS SOLDADOS AUXILIARES, MIXTOS Y PROPIOS.
Las tropas auxiliares (inútiles) son aquellas que piden a un príncipe poderoso que las socorra y
defienda. Pueden ser útiles y buenas para sus amos, pero para quien las llama casi siempre son
funestas; pues si pierden queda derrotado y si gana se convierte en su prisionero. Aquí hay que
temer de los triunfos.
Los mercenarios para someter al príncipe, una vez que han triunfado, necesitan esperar tiempo y
ocasión, pues no constituyen un cuerpo unido, están a sueldo del príncipe. Aquí hay que temer de
las derrotas.
Todo príncipe prudente rechaza esas tropas y prefiere las propias, y ha preferido perder con las
suyas que ganar con las otras pues no es victoria verdadera la que se obtiene con las otras. Sin
milicias no hay principado propio. Las propias son las formadas por los ciudadanos, súbditos o
servidores del príncipe.
CAPÍTULO XIV
DE LOS DEBERES DE UN PRÍNCIPE PARA CON LA MILICIA.
Un príncipe no debe de tener otro fin que preocuparse del arte de la guerra pues la razón principal
de la pérdida de un principado es el olvido de este arte. Condición primera para adquirirlo es la de
ser experto es él.
Un príncipe jamás debe de olvidarse del arte militar y durante los tiempos de paz debe ejercitarse
más que en los de guerra; lo cual puede hacer de dos modos: con la acción y con el estudio.
CAPÍTULO XV
DE AQUELLAS COSAS POR LAS CUALES LOS HOMBRES Y ESPECIALMENTE LOS
PRÍNCIPES, SON ALABADOS Y CENSURADOS.
Los príncipes por ocupar posiciones más elevadas, son juzgados por algunas de estas cualidades
que les valen a censuran o elogio.
Es preciso ser tan cuerdo que sepa evitar la venganza de aquellas que le significarían la pérdida
del Estado, y si se puede, aún las que no debe preocuparse, y mucho menos de incurrir en la
infamia de vicios sin los cuales difícilmente podría salvar el Estado.
CAPÍTULO XVI
DE LA PRODIGALIDAD DE LA AVARICIA.
Un príncipe acostumbrado a toda clase de lujos cuando proceda consumirá en sus obras todas las
riquezas y se verá obligado a conservar su reputación, a imponer excesivos tributos, a ser riguroso
en el cobro, lo cual lo empezará a tornarse odioso a los ojos de los súbditos y nadie lo estimará. En
consecuencia un príncipe debe reparar poco con tal de que ello le permita defenderse; no robar a
los súbditos.
Con la práctica de la prodigalidad convierte al príncipe en pobre y despreciable.
CAPÍTULO XVII
DE LA CRUELDAD Y LA CLEMENCIA; Y SI ES MEJOR SER AMADO QUE TEMIDO, O SER
TEMIDO QUE AMADO.
Un príncipe no debe preocuparse porque lo acusen de cruel, siempre y cuando su crueldad tenga
por objeto el mantener unidos y fieles a los súbditos.
En general es más fácil que un príncipe sea temido que amado.
El príncipe debe hacerse temer, evitar el odio, pues no es posible ser a la vez temido y no odiado.
El amar depende de la voluntad de los hombres y el temer de la voluntad del príncipe, un príncipe
prudente debe de apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno, tratando siempre de evadir el odio.
CAPÍTULO XVIII
DE QUÉ MODO LOS PRÍNCIPES DEBEN CUMPLIR SUS PROMESAS.
Hay dos maneras de combatir: leyes y fuerza, la primera es distintiva del hombre, la segunda de la
bestia, pero como a menudo la primera no basta se debe recurrir a la segunda. Un príncipe debe
comportarse entonces como bestia y como hombre. Un príncipe debe saber emplear cualidades de
ambas naturalezas, una no puede durar mucho sin la otra. Cuando se ve obligado a comportarse
como bestia es conveniente que se transforme en zorro y en león; hay que ser zorro para conocer
las trampas y león para espantar a los lobos.
No es preciso que un príncipe posea todas las virtudes, pero es indispensable que aparente
poseerlas, porque tenerlas y practicarlas es perjudicial pero aparentarlas en útil.
CAPÍTULO XIX
DE QUÉ MODO DEBE EVITARSE SER DESPRECIADO Y ODIADO.
Hace despreciable el ser considerado voluble, frívolo, afeminado, pusilánime e irresoluto, defectos
de los cuales debe alejarse e ingeniarse para que en sus actos se reconozca grandeza, valentía,
seriedad y fuerza.
El príncipe que conquiste semejante autoridad es siempre respetado, pues difícilmente se conspira
contra él. Debe de temer de dos cosas: que se subleven los súbditos y de que lo ataquen las
potencias extranjeras. Cuando un príncipe no puede evitar ser odiado por alguna de las dos partes,
debe inclinarse hacia el grupo más numeroso o hacia el más fuerte. El odio se gana tanto con las
buenas como las perversas acciones.
CAPÍTULO XX
SI LAS FORTALEZAS, Y MUCHAS OTRAS COSAS QUE LOS PRÍNCIPES HACEN CON
FRECUENCIA SON ÚTILES O NO.
Hubo príncipes que, para conservar sin inquietudes el Estado, desarmaron a sus súbditos;
príncipes que dividieron a los territorios, esto nunca sucedió con los nuevos príncipes al contrario
nunca dejaron de organizar a sus ejércitos.
Es conveniente que se desarme cuando se añade un principado a otro que ya se tenía. Un
príncipe fuerte jamás tolerará esas divisiones, que podrán ser útiles en tiempos de paz para
manejar a los súbditos, pero demostrarán su eficacia cuando venga la guerra. Los príncipes son
grandes cuando superan dificultades y la oposición que se les hace.
No hoy mejor fortaleza que el no ser odiado por el pueblo porque si el pueblo aborrece al príncipe
no lo salvarán todas las fortalezas que posea.
CAPÍTULO XXI
CÓMO DEBE COMPORTARSE UN PRÍNCIPE PARA SER ESTIMADO.
Nada hace tan estimable a un príncipe como las grandes empresas y el ejemplo de raras virtudes.
En caso de guerra y tener que decidir a quién apoyar le será útil decidirse por algunas de las dos
partes entre las que esté. Los príncipes irresolutos para evitar los peligros presentes, siguen el
camino de la neutralidad pero fracasan. Pero cuando el príncipe se declara de un lado, si triunfa
aquella a la que se le une estarán unidos por un vínculo de reconocimiento y afecto. Un príncipe
nunca debe de aliarse con otro más poderoso para atacar a terceros.`
El príncipe se mostrará amante de la virtud y honrará a los que se distinguen en las artes, dará
seguridades a sus súbditos para que puedan dedicarse tranquilamente a sus profesiones, dará
premios a quienes traten de engrandecer al Estado y le conviene que se reúna con los gremios
dando pruebas de sencillez sin olvidarse de la dignidad.
CAPÍTULO XXII
DE LOS SECRETARIOS DEL PRÍNCIPE.
No es punto de carente importancia la elección de los ministros, que será buena o mala según la
cordura del príncipe.
Para conocer a un ministro hay un modo que no falla nunca, cuando se ve que un ministro piensa
más en él que en uno y que busca su provecho, estamos en presencia de un ministro que nunca
será bueno ni se puede confiar.
CAPÍTULO XXIII
CÓMO HUIR DE LOS ADULADORES.
No hay otra manera de evitar la adulación que el hacer comprender a los hombres que no ofenden
al decir la verdad. Un príncipe prudente debe preferir un tercer modo: rodearse de los hombres de
buen juicio en su Estado, únicos a los que dará la libertad para decirle la verdad. `
Un príncipe debe pedir consejo siempre y cuando él lo considere conveniente y no cuando lo
consideren los demás y debe aprender reconocer a quien le preguntará. Debe preguntar a menudo,
escuchar con paciencia la verdad y ofenderse cuando se entera que alguien no le ha dicho la
verdad por temor.`
CAPÍTULO XXIV
POR QUÉ LOS PRÍNCIPES DE ITALIA PERDIERON SUS ESTADOS.
Como ya se mencionó una de las razones de que se pierdan principados es porque el príncipe
tuvo de enemigo al pueblo, y el que lo tuvo por amigo no supo asegurarse de los nobles. Cuando
se presentan tiempos adversos, los príncipes huyeron en lugar de defenderse, y esperaron que el
pueblo, cansado de los ultrajes de los vencedores, volviera a llamarlos.
CAPÍTULO XXV
DEL PODER DE LA FORTUNA EN LAS COSAS HUMANAS Y DE LOS MEDIOS PARA
OPONERSE.
El príncipe que confía ciegamente en la fortuna perece en cuanto ella cambia, el autor hace una
comparación con la mujer y dice que la fortuna es mujer; si se le quiere tener sumisa, golpearla y
herirla, entonces actuarán con tibieza. En cuanto un príncipe es paciente y cauto se ve favorecido,
su gobierno será bueno y será feliz.
CAPÍTULO XXVI
EXHORTACIÓN A LIBERAR A ITALIA DE LOS BÁRBAROS.
El autor dice que sólo hace falta que su casa se inspire en los ejemplos de los hombres que ha
propuesto por modelos a lo largo del libro. Es necesario organizar bien las propias tropas para
defenderse, con el valor italiano, de los extranjeros.
CONCLUSIÓN.
Maquiavelo fue un gran escritor y más que nada fue en visionario en su tiempo que observaba más
allá del poder de gobernar, él deseaba la unión de su país.
La obra representa una interesante perspectiva para comprender la evolución social y política del
mundo moderno surgida en el Renacimiento.
Desde el año 1513, fecha de su publicación hasta hoy, el impacto de ese tratado de política, El
Príncipe ha suscitado las más complejas y atrevidas interpretaciones en los estudios sobre el
fenómeno del poder y en los gobernantes mismos.
Ha sido una buena experiencia leer este libro ya que aprendí mucho con él sobre la política y la
forma de gobernar y de organizarse en aquellos tiempos.
Estoy de acuerdo con la forma de pensar del autor, ya que todo es cierto en cuanto a sus puntos
de vista y opiniones que da sobre el gobierno. `
Con todo esto puedo analizar que los gobiernos que menciona en el libro son diferentes al
gobierno que estamos viviendo en la actualidad, como por ejemplo que ya no hay conflictos bélicos
de esa índole, que ahora es la democracia nuestra forma de gobierno; pero en algo que se parecen
es; que en alguien recae el poder que muchas veces no es el indicado para gobernarnos, creo que
hasta ahora no he visto a ningún gobernante hacer algo verdadero por su pueblo, actualmente los
gobernantes aún deben actuar como zorros y leones para sobrevivir.
“El príncipe “es un buen libro que recomiendo leer.
BIBLIOGRAFIA.
MAQUIAVELO Nicolás, el príncipe, EMU editores mexicanos unidos, S. A., 1 ra edición, México D.F
2006, 150 pág.

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