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Catecismo del Grado de Aprendiz

La mayoría de los comentarios están basados en “El Libro de Primer Grado”


editado por la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones el 10 de
Enero de 1962 por Decreto Nº 3081 con la firma del M∴R∴G∴M∴ José María
Fiorini y el R∴G∴S∴ Carlos Wilson

Para instrucción ritualística de los QQ∴ HH∴ Ap∴ y capacitación en el diálogo


masónico tanto en su Tall∴ como ante el Retejador de cualquier otra Log∴. El IIº
Vig∴ verificará que este tema sea debidamente tratado con la mayor profundidad
y comprensión por parte de los Aprendices.

1º Pregunta:
P: ¿Sois masón?.
R: Mis HH∴ me reconocen como tal.

Esta primera pregunta, común a casi todos los sistemas masónicos, muestra,
gracias a su forma particular, la marca típica de una pregunta de reconocimiento.
Al dar correctamente, palabra por palabra, la respuesta que reclama,
proporcionamos a quien nos interroga la primera prueba de nuestro conocimiento
de las costumbres masónicas. Sin embargo, cabe añadir que el simple hecho de
saber responder a esta primera pregunta no implica la adquisición legítima de este
conocimiento; no prejuzga, pues acerca de la regularidad.

Aparte de esto, la pregunta y su respuesta tienen un verdadero alcance iniciático.


El aprendiz concluida su recepción, se siente a menudo tentado a considerarse
como un masón perfecto. Ahora bien, la respuesta que da debe incitarlo a no
afirmar él mismo que ya ha comprendido toda la esencia de la masonería; es a
sus hermanos, especialmente los Maestros a quienes les corresponde juzgar si tal
es el caso. Por lo tanto, el Aprendiz deberá aplicarse para llegar a ser un masón
verdadero, ganar la confianza, la estima y el amor de sus hermanos más antiguos
en masonería.

La respuesta a esta primera pregunta invitará, por otra parte, a todos los
hermanos a no olvidar nunca que durante toda su vida siguen siendo Aprendices,
aún cuando adquieran los más altos grados, las más altas jerarquías o dignidades
o la mayor influencia que el tiempo transcurrido en la orden les permita llegar a
ostentar.

2º Pregunta:
P: ¿En que reconoceré que sois masón?.
R: En mi signo, palabra y toque, así como en la repetición de las
circunstancias de mi iniciación.

Aquí también estamos en presencia de una pregunta formal de retejamiento,


destinada a suministrar precisiones sobre la pertenencia efectiva a la Orden y
sobre las modalidades de la transmisión de dichos signos, palabra y toque.

En realidad los signos exteriores de reconocimiento ya no son un secreto absoluto;


han sido publicados en varias ocasiones en escritos que han pretendido traicionar
nuestros misterios. Cualquiera podría procurárselos con un poco de investigación;
no obstante, le sería en extremo difícil a un profano describir las modalidades
particulares de la transmisión de los signos y todavía más dificultoso le resultaría
expresar las circunstancias tan peculiares de la iniciación, donde cada masón
sabe, que aunque se hayan escrito tantas páginas sobre ella aquel que no la ha
vivido está completamente impedido de expresar sus extraordinarias
peculiaridades.

Con este aspecto se relacionan casi todas las preguntas siguientes. Sin embargo
ésta segunda pregunta adquiere igual que la anterior un profundo alcance
iniciático por los actos simbólicos a los que alude. El Aprendiz no debe solamente
probar su pertenencia a la Orden, sino también su calidad de francmasón; por
esto, con toda intención no se le ha preguntado simplemente: “En que reconoceré
que pertenecéis a la Orden? Sino con total precisión hacia un carácter
comprometidamente ontológico al decir: “En que reconoceré que SOIS masón?.
Por el signo, el Aprendiz debe suministrar la prueba de que, moralmente, es
masón; y como este signo hace alusión al castigo con que el antiguo juramento
amenazaba escarmentar al traidor, nos recuerda al mismo tiempo nuestros
deberes y en particular, los deberes que hemos asumido después de prestar
nuestro juramento. Por el signo de Aprendiz, el francmasón afirma que está
interiormente cubierto; se hace consciente de su deber de aprender a controlar
todas sus pasiones y de obrar sólo conforme a los principios masónicos. Por esta
razón el Aprendiz penetra en el templo haciendo el signo del grado.

La forma particular del signo le recuerda el simbolismo de la escuadra que debe


estar presente continuamente en su espíritu.

La significación de la palabra constituye el objeto de una pregunta muy especial


que trataremos más adelante “in extenso” y la significación del toque se encuadra
en el hecho que necesita de la mano firme y segura capaz de tomar cordial y
fraternalmente la del hermano; y su presión le dice “es un hermano el que te
saluda”. La fraternidad y la prontitud en la ayuda son dos cualidades sin las cuales
no hay verdadero francmasón. Por esto no debemos hacernos conocer a un
hermano sólo cuando deseamos obtener algún servicio sino ante todo cuando
estamos en condiciones de acudir en su ayuda.

3º Pregunta:
P: ¿Qué se debe ser para convertirse en masón?.
R: Ser un hombre libre y de buenas costumbres.

La pregunta relativa a las condiciones de admisión es la fraternidad masónica


parece ser muy simple; pero se comprueban, sin embargo, grandes divergencias
al respecto. La noción de “hombre libre” se interpreta de diversas maneras. En los
comienzos de la Francmasonería esta libertad exigida se entendía sin duda por
oposición a la esclavitud o a una dependencia cualquiera que afectase el estado
cívico de una persona. Hoy sin embargo, en una época en que en principio
parecería que la igualdad jurídica ha empezado a triunfar en el mundo, esta
libertad exigida se inclina progresivamente hacia un carácter cada vez más
espiritual, aunque ello no implica que el masón, quien juramenta no abdicar jamás
sus derechos imprescriptibles de hombre, de ciudadano y de masón, no deba
estar siempre dispuesto a defender la causa de la libertad en cualquiera de las
formas en que está pueda ser sojuzgada en cada tiempo de la historia.
El futuro masón debe aportar la prueba de que no ser esclavo de ninguna pasión
ni dogma, de que es virtual dueño de sus decisiones en la vida y que su
participación en la masonería no le reporta reserva moral, intelectual, familiar,
religiosa, política, social o personal alguna; es importante que las opiniones que
profese no le hayan sido impuestas por autoridad de ninguna especie, sino que
surjan de su propia convicción y de su capacidad de formarse juicios personales
sobre el mundo, los hombres y su circunstancia y por supuesto mostrar que su
forma de obrar responder directamente con esos juicios. Esta capacidad implica
en cierta medida la independencia espiritual y social de la persona con todas las
implicancias y particularidades que surgen de estos dos grandes aspectos
principales en que se divide la vida humana individual y colectiva.

En lo que se refiere a las “buenas costumbres”, la masonería no exige certificados


de buena conducta, semejantes a los que emiten las autoridades policiales; lo que
queremos es que los candidatos a la iniciación posean la estima de los hombres
cuyos juicios, por su valor espiritual y moral, consideramos importante. Se exige
del neófito que venga a nosotros libremente y obedeciendo a motivos dignos.
Sobre este punto, difícil en extremo de controlar, nos equivocamos con mucha
frecuencia; por eso es necesario obrar con circunspección y prudencia. Debemos
estar seguros de que nobles aspiraciones conducen al neófito a las puertas del
Templo y no a la búsqueda de ninguna ventaja material. El rango social, el título o
la situación económica del candidato no deben ejercer influencia sobre la decisión
de la Logia. Poco nos importa que posea un título académico o que sea de
condición modesta, con tal de que tenga el corazón valiente, que su moral sea sin
reproche y que su cultura y su inteligencia sean suficientes para que pueda
recoger los frutos de la enseñanza masónica.

4º Pregunta:
P: ¿Qué es la Francmasonería?.
R: Es un conjunto de enseñanzas relativas a la moral, presentadas y
explicadas bajo la forma de símbolos y de alegorías.

Cabe distinguir aquí entre francmasonería como idea y doctrina, y la


francmasonería como asociación de hermanos. La francmasonería no es una
religión, puesto que no impone dogmas ni artículos de fe; esta forma de tolerancia
la ubica precisamente en condiciones – y ello en mayor grado que cualquier otra
institución – de servir de vínculo entre los hombres. La ley moral de la masonería
es independiente de todo tipo de confesión.

Como doctrina moral, la francmasonería es muy estricta y consecuente; gracias a


sus métodos de enseñanza – basados en símbolos y alegorías – y a las
costumbres particulares que cultiva, es susceptible de ejercer una influencia
profunda sobre los hombres que se han entregado al arte real. El secreto del
poder de nuestros principios reside en gran parte en nuestro simbolismo, que no
sólo infunde ideas creadoras, sino que constituye además, un vínculo estrecho
entre los hermanos.

Sin embargo al sola observancia de la ley moral – expresada ya en las


Constituciones de Anderson (1723) – no hace al francmasón, algo más se exige
de él: es menester que posea un corazón valiente, abierto y sensible; que sienta la
imperioso llamado de hacer el bien y de saber mancomunar con los demás el
esfuerzo y el idea de perfección del ser humano. Aquel que, bastándose a sí
mismo atraviesa la vida observando fríamente los preceptos de la moral sin por
ello estar animado de amor a sus semejantes, no tiene derecho al título de
francmasón. Pues la francmasonería enseña a la vez el deber para consigo
mismo y el deber hacia los hombres, hacia la humanidad.

No exige solamente la observancia, en suma bastante negativa, de las reglas de la


moral, sino ante todo un trabajo moral positivo; exige de sus adeptos que piensen
y que trabajen sin cesar en su desarrollo espiritual y en su perfeccionamiento
moral. La luz que el neófito recibe cuando se inicia debe ponerlo en condiciones
de dar, a su vez, la luz a los demás.

5º Pregunta:
P: ¿Por qué os habéis hecho recibir francmasón?.
R Por que estaba en las tinieblas y deseaba la luz.

Luz y tinieblas, términos que expresan dos concepciones del mundo radicalmente
opuestas. ¿Que debemos entender desde el punto de vista del espíritu acerca de
esta palabra “tinieblas”?. Es el estado del alma humana antes que la verdadera luz
le sea develada; y esta luz representa la plena dignidad humana, la unidad
humana, es en definitiva, la humanidad en el sentido más amplio de la palabra.
Aquel que, pisoteando los derechos de los demás, no conociendo más que la ley
del egoísmo, corre brutalmente hacia la satisfacción de sus deseos; aquel a cuyos
ojos la riqueza, la gloria, los honores, la satisfacción de las tinieblas son las únicas
felicidades; ese ser camina en las tinieblas, vive en las tinieblas, es feliz con las
tinieblas y no desea la develación de la luz. Aquel que es esclavo de las
supersticiones o se muestra atado por prejuicios, ese ser está privado de la luz.
Aquel que, sin preocuparse del derecho o la equidad, no reconoce por ley
suprema más que las obligaciones a que le impone su propio egoísmo; ese ser es
una criatura de la noche. El hombre digno y noble, por el contrario, es un buscador
de la luz, un pionero de la luz, siempre camina sediento de verdad; vive su vida no
como un individuo aislado, sino consciente de los lazos que lo unen con los otros
hombres: Su vida es un esfuerzo constante de perfeccionamiento, que lo conduce
a la verdadera dignidad de Ser Humano.

6º Pregunta:
P: ¿En que un francmasón se distingue de otros hombres?.
R: En su sinceridad frente a los hombres, en su sentido fraternal con sus
hermanos, en la libertad e independencia de su pensamiento y en su conducta
irreprochable

El francmasón debe ser un hombre valiente por encima de todas las cosas, que no
tema hacer conocer su opinión; es el hombre comprometido con la verdad y con la
sinceridad. Debe desarrollar una fuerte personalidad y nunca ser el juguete de su
medio, de cualquier forma de poder que trate de sojuzgarlo, dominarlo o
esclavizarlo o de los demás en general, en una palabra, debe ser un hombre
pronto a defender, donde y cuando sea, sus convicciones. La fraternidad que
siente por sus hermanos debe ser para él algo sagrado – y nunca palabra sonora
o vacía – y esta fraternidad debe ser capaz de soportar duras pruebas sin
quebrarse en los primeros choques. La verdadera fraternidad está hecha a base
de servicio, de consejo, de ayuda, de consideraciones y aún de piedad y perdón.
La fraternidad representa el amor que todo masón debe sentir por los otros, el cual
nunca debe fallar en el peligro como en la miseria.
El francmasón debe distinguirse de los profanos por su manera de pensar.
Liberado de todo prejuicio, no debe perseguir más que un sólo fin: la verdad. En
toda circunstancia, debe tener el valor y la fuerza de obrar según los principios que
se le manifiesten verdaderos, justos, y bellos. Si sigue este precepto fundamental,
estará por sí mismo en la vía que conduce al perfeccionamiento humano.

7º Pregunta:
P: ¿Cual es el primer deber de todo francmasón en logia?.
R: Asegurarse si la logia está debidamente a cubierto interior y exteriormente.

P: ¿Cuando está a cubierto la logia?.


R: Cuando todos los profanos están alejados y la influencia de la vida profana
apartada.

A primera vista, algunos neófitos todavía algo distraídos de sus obligaciones


especiales en el trabajo masónico parecen creer que este deber no incumbe a
cada uno de los hermanos en logia, sino solamente a ciertos oficiales encargados
de la discreción del trabajo en el templo. Sin embargo el término “cubierta de la
logia” no se refiere solamente al templo material en el que se reúnen los hermanos
masones, sino más bien al espíritu de toda reunión de francmasones y
especialmente a la disposición interior de cada hermano masón en particular.

La palabra “cubierto” está tomada del vocabulario de las antiguas logias operativas
cuyas paredes protegían superficialmente contra los indiscretos, pero cuyo techo,
cubierto de tejas, podía a veces permitir a los curiosos ver u oír lo que pasaba en
el interior. A esta particularidad de construcción de las logias operativas se refiere
la expresión “tejador” o “retejador” en uso en ciertos sistemas masónicos, que
designa al oficial que vigila la seguridad de la logia y está encargado del examen
de los visitantes que se presenten.

Cada vez que los hermanos están reunidos para discutir cuestiones masónicas y
particularmente en las tenidas ritualísticas, se debe alejar estrictamente a los
profanos; cabe igualmente vigilar que todos los hermanos presentes sean
masones regulares, es decir, que formen parte de una logia regular y reconocida.
¿Por que, se preguntará tal vez el neófito, nos ponemos a cubierto cuando en
verdad nada tenemos que ocultar?. Obramos de esta suerte porque sólo el
iniciado puede comprender el sentido profundo de nuestras alegorías y de
nuestros actos simbólicos, puesto que lo que para un iniciado es motivo de estudio
y de trabajo, frecuentemente, para un profano es factor de temor, preocupación y
recelo. Y también para simbolizar que el masón se encuentra a cubierto de toda
pasión que provenga del mundo profano material y que sabe reconcentrarse
dentro de sí mismo en búsqueda de la verdad.

Tales son los motivos de la “cubierta” exterior. Pero al lado de esta hay una
cubierta “interior”, no menos importante, que incumbe a cada hermano realizar
individualmente. En la puerta del Templo o de la sala de reunión, el hermano
masón debe tratar de despojarse sinceramente de todo lo que, en la vida exterior,
forma parte de sus preocupaciones mundanas y cotidianas; y como francmasón
solamente penetrará en el recinto a cumplir con sus obligaciones masónicas.

Esto no significa que sólo debe actuar como francmasón cuando se encuentra
trabajando en la Logia, quien pensara así estaría equivocando principios
elementales de la doctrina masónica; muy por el contrario: más allá del trabajo tan
particular que se lleva a cabo el logia, en todos los aspectos y actos de la vida
profana cada hermano debe dar prueba de sus cualidades masónicas y, con
mayor razón, cuando se encuentra entre hermanos.

8º Pregunta:
P: ¿Qué edad tenéis?.
R: Tengo .... años, pues solo he ascendido las primeras .... gradas de la escala
que conduce al conocimiento.

En ciertos sistemas se dice que el Aprendiz tiene “menos de siete años”, o que
“todavía es menor” Esta es una pregunta principalmente de reconocimiento y muy
frecuentemente usada como tal. Por eso, cuando a la puerta de una logia extraña
se interroga sobre la edad, conviene no equivocarse; una respuesta incorrecta en
este sentido es siempre molesta y hasta puede ser causa de que se le niegue la
entrada.

Pero, aquí igualmente, el fin práctico de la pregunta tiene su equivalente en una


enseñanza esotérica. ¿Porque este número?. Porque es el primero de los
números sagrados de la masonería. Por otra parte se considera ordinariamente a
la iniciación como el nacimiento del francmasón; y los tres viajes que realiza en
esta ceremonia serán en consecuencia asimilados a los tres primeros años de
vida masónica.

El sentido profundo de la enseñanza se encuentra en el hecho que el Aprendiz


admite no haber ascendido más que las primeras tres gradas de la escala que
conduce al conocimiento, es decir, no está más que en los comienzos del camino,
para la vida masónica no es más que un niño todavía. Se comparan igualmente
los tres viajes con los tres períodos de la vida del masón: la infancia, la edad del
hombre maduro y la ancianidad y sólo al llegar a la edad de la madurez puede el
hombre llegar a ser un auténtico masón. En todo caso y de cualquier manera que
se la interprete, la edad del Aprendiz masón debe llamar siempre a la modestia de
quien detente activamente este grado y si no olvidamos que ningún masón
abandona jamás la condición simbólica de ser un Aprendiz, debe motivar a la
prudente humildad de todos los masones sin importar muchos el grado o la
jerarquía que suponga detentar.

9º Pregunta:
P: ¿Qué significa la palabra sagrada B....?.
R: Es el nombre de una columna de la entrada al templo de Salomón, junto al
cual los Ap cobran su salario.

La Biblia menciona la columna B∴ Estaba situada a izquierda del pórtico que


conducía al Templo del rey Salomón tomando el punto de vista desde Occidente y
a la derecha ubicando el punto de vista en Oriente, es decir, el punto de vista del
V∴M∴.

Es sorprendente comprobar que se han descubierto templos egipcios y sirios de


una época muy anterior a la construcción del Templo de Salomón que igualmente
estaban precedidos de dos columnas; lo que permite especular que
representaciones o intenciones parecidas, seguramente muy antiguas, han
presidido esta arquitectura particular. En general, el esoterismo de estas dos
columnas se identifica con la ley cósmica del binario, donde se expone que ellas
representan las relaciones de la dualidad de los opuestos, tesis y antítesis,
masculino y femenino, bien y mal, etc.

En ciertos rituales, particularmente en los de las logias inglesas, las columnas se


describen de una manera muy detallada en cuanto a su aspecto y dimensiones.
Tienen capiteles que simbolizan el amor y la unión. Según otros sistemas, las
columnas deben llevar globos – el de la tierra y el del cielo – que simbolizan la
universalidad de la masonería. En otras Logias por último, se encuentran en lugar
de los globos cuatro granadas, símbolo de los innumerables miembros de la
cadena fraternal. De hecho, las columnas presentan formas que varían de una
Logia a otra, lo que por otra parte no presenta grave inconveniente simbólico ni
ritualístico.

10º Pregunta:
P: ¿Recibís un salario como Ap∴?.
R: Si, en la consciencia de haber cumplido fielmente mis deberes.

Los aprendices en las logias de masones operativos recibían su salario al pie de la


columna B∴y este salario se daba bajo la forma de especies sonantes. El
aprendiz masón de las logias modernas, tiene derecho, igualmente, a una
recompensa; esta no consistirá en dinero, sino en la satisfacción que siente todo
hermano de haber cumplido fielmente los deberes que le imponen su calidad de
hombre, de ciudadano, de miembro de familia y de francmasón. En este sentido,
sólo el que ha cumplido buen trabajo tiene derecho al salario; por lo tanto, está en
el poder de cada uno aumentar, por un trabajo masónico siempre mejor, la
recompensa que, naturalmente, le corresponde. Pues el francmasón no tiene
derecho a exigir ni dinero, ni agradecimientos, ni honores por sus actos; sabe que
toda buena acción lleva en sí misma su recompensa. Del mismo modo, en el seno
de la fraternidad, el masón se considera que debe dar todo lo que es capaz, sin
preguntarse si ese esfuerzo y su trabajo serán apreciados por los demás. Es
indigno de un francmasón hacerse pagar todos sus actos, todos sus servicios, y
esto, incluso en la vida profana; con mucha mayor razón es indigno de él
enriquecerse a costa de sus hermanos.

En cualquier parte en donde no haya recompensa material que esperar,


encontrará el francmasón su verdadero campo de acción. Pagará de su peculio
cada vez que el profano preocupado por su exclusiva ventaja se desentienda de
las obras desinteresadas de la filantropía, de la beneficencia, en las actividades
sociales benéficas, el francmasón está en su lugar.

11º Pregunta:
P: ¿Que es una Log∴ justa y perfecta?.
R: Tres la dirigen, cinco la iluminan, 7 la hacen justa y perfecta.

Para que una logia tenga derecho de llamarse tal, es preciso que esté bajo el
beneficio de la regularidad, es decir: que haya sido constituida legalmente. El
principio fundamental en esta materia exige que sólo miembros de logias regulares
puedan constituir, con el asentimiento de una Gran Logia regular, un nuevo taller.
Se consideran regulares en cuanto a su constitución todas las Logias y Grandes
Logias que descienden en línea directa o indirecta de las tres Grandes Logias de
Inglaterra, Irlanda y Escocia; igualmente, las que descienden de los antiguos
organismos del rito escocés que, habiendo nacido y desarrollado fuera de la
francmasonería inglesa, han constituido más tarde el “Rito escocés Antiguo y
Aceptado”.

La masonería ha establecido una serie de condiciones muy precisas del


reconocimiento de la regularidad de las Grandes Logias extrajeras. Las
condiciones esenciales del reconocimiento son la creencia en un principio
regulador de todo el universo que llamamos G∴A∴D∴U∴, la presencia de un
libro sagrado abierto sobre el ara y el mantenimiento de los “Antiguos Cargos” (Old
Charges) y de los “Landmarks” de la masonería. Para ser regular, debe haber sido
creada por siete maestros, regulados por medio de una carta constitucional o
patente otorgada por una Gran Logia regular. Para constituir una gran Logia
regular, se exige la reunión de por lo menos tres logias regulares, tener carta
patente de una Gran Logia regular y que el territorio no esté ocupado
masónicamente.

Una logia pues no es justa y perfecta sino cuando ha sido constituida según las
reglas. El Venerable Maestro, asistido por los dos Vigilantes, puede en rigor dirigir
la logia; pero son necesarios otros dos oficiales, el Orador y el Secretario para que
ella pueda ser iluminada, es decir, pueda recibir vida y luz masónica; pero son
necesarios siete oficiales, sumando al Experto y al Guarda Templo – esto es así
en las prescripciones de nuestro rito aunque esta definición de oficiales puede
cambiar según el sistema masónico en que trabaje la logia – para que el taller
pueda proceder a una iniciación.

Según las prescripciones de la Gran Logia de Inglaterra y de muchas otras


Grandes logias, una asamblea de logia no es justa y perfecta sino cuando está
compuesta por lo menos por tres Maestros, dos Compañeros y dos Aprendices.
Para la fundación de un nuevo taller, La Gran Logia de la Argentina exige la
participación de por lo menos siete Maestros regulares.

El conocimiento de esta situación llevará al Aprendiz deseoso de visitar una logia


extranjera a asegurarse de que el taller en cuestión sea regular y reconocido como
tal por la Gran Logia de su jurisdicción, por que él sólo posee el derecho de visita
a estos talleres. En caso de duda, se le recomienda pedir informes al venerable de
su logia.

12º Pregunta:
P: ¿Donde habéis sido preparado antes de ser recibido francmasón?.
R: En mi fuero interior.

P: ¿Y después?.
R: En una cámara cerca de la logia

Esta pregunta nos introduce en los usos y costumbres masónicos propiamente


dichos relativos a la preparación y a la iniciación en el grado de Aprendiz. El
candidato deseoso de hacerse recibir como masón se informa, ante todo, acerca
de la naturaleza y de los fines de la Orden y, después de madura reflexión, toma la
decisión de presentar su solicitud de admisión a la Orden. Después se le dan
informaciones complementarias, se le formulan numerosas preguntas que le
permiten darse cuenta con mayor precisión de lo que es la sociedad a la que
desea entrar. Llega, finalmente, el día de la iniciación y el instante de la decisión
última. El hermano que lo prepara conversa con el candidato, en un lugar retirado,
y evocan ante sus ojos, con toda la exactitud requerida, sus futuros deberes; se
atrae su atención sobre todas las circunstancias que su paso puede acarrear. En
la mayoría de las logias, está obligado a responder por escrito a cierto número de
preguntas relativas a francmasonería.

En la Cámara de reflexiones es abandonado a sus pensamientos y percepciones;


a la luz de una simple candela, generalmente en presencia de símbolos que
evocan la muerte, debe cumplirse su preparación interior. Tiene ante sus ojos
preceptos sobre los cuales se lo invita a meditar y se le exige un testamento
moral.

Todas estas circunstancias, en este decorado particular, están destinadas a poner


al candidato en un estado de emotividad intensa y de seria meditación; y su
consciencia de la gravedad y de la solemnidad de la hora es un criterio que debe
llevarlo a un proceso de mayor comprensión acerca de los fines de la masonería
como formadora del carácter humano. Cada rito de la preparación debe todavía
aumentar este estado psíquico, hasta que el hermano preparador tenga la
convicción de que el candidato está en “disposición conveniente para la iniciación”.

La Cámara de Reflexiones, que, se dice, está “cerca de la logia”, esta en realidad


a veces bastante alejada del templo, pero siempre está destinado a este uso
exclusivo. Y como la iniciación masónica es precisamente el nacimiento del
hombre, como masón, como iniciado, a una vida nueva, la Cámara de Reflexiones
simboliza el seno maternal en el que se cumple la preparación del renacimiento
espiritual.

13º Pregunta:
P: ¿Cómo habéis sido preparado exteriormente?.
R: Despojado de todos mis metales y con los ojos vendados fui conducido ante
la puerta de la Log∴.

Una antigua tradición quiere que el neófito no sea preparado sólo interiormente
sino exteriormente. Su preparación exterior está en estrecha relación con la
iniciación y sus enseñanzas; debe contribuir, por su parte, a crear el estado de
alma particular de la iniciación.

Según la tradición antigua, el candidato sufre una preparación en su indumentaria.


Es despojado de una parte de sus vestimentas, para recordarle que la virtud no
tiene necesidad de ornamentos. El corazón es descubierto en señal de sinceridad
y de franqueza; la rodilla derecha es puesta a descubierto para recordar la
humildad con la que debe perseguirse la búsqueda de la verdad; el pie derecho es
descalzado a imitación de una costumbre oriental que, para simbolizar con este
gesto el respeto del lugar que se va a pisar. Es costumbre en muchas logias de
antigua tradición y en especial en las logias inglesas pasar una cuerda alrededor
del cuello del neófito para representar la esclavitud a que se encuentra sujeto un
individuo que no ha aprendido a vencerse a sí mismo y vive sometido y ahorcado
por sus propias imperfecciones. Sin embargo, numerosas logias han abandonado
lamentablemente esta preparación.

El simbolismo de esta preparación exterior varía de un sistema a otro. De manera


general, puede decirse que tiene por fin, infundir en el candidato que la
francmasonería no juzga a los hombres según su aspecto exterior, según su título
o su rango social. Es despojado de su dinero y de todos los metales se lo lleva a
que sienta de sí mismo la debilidad y la falta de defensa. En tal estado se
encuentra listo para penetrar en el Templo, puesto que ya está advertido que
todos los símbolos de la vanidad, los cuales le daban seguridad en el mundo
profano no le servirán de nada frente a los acontecimientos que vendrán durante
el proceso iniciático; con el brazo desnudo deberá expresar su voluntad y su
aptitud para el trabajo; privado de la vista como el más preciado don con una
venda se entrega sin saber lo que sucederá de él. Esta preparación constituye la
primera de las pruebas a las que será sometida su constancia y su valor.

14º Pregunta:
P: ¿Por qué os fueron vendados los ojos?.
R: Para que mi ojo interior perciba mejor las cosas.

Toda la preparación, y muy particularmente la venda colocada sobre los ojos, ha


puesto al candidato en un estado negativo, en un estado de anonadamiento.
Ignora donde está, no sabe lo que pasa a su alrededor, sólo puede presentir, pero
de hecho, no tiene ninguna conexión con la realidad. Nada puede distraer su
atención de la ceremonia de la que es el centro y de las apalabras que le son
dirigidas. Al perder el sentido de la vista debe agudizar los otros sentidos para
sostener su estado de ánimo y mantener fuerte su moral. Ya en las iniciaciones
más antiguas de que da testimonio la historia, vemos que los neófitos tenían los
ojos vendados, esto además permite que cuando se le de la luz al finalizar el
tránsito iniciático, esta brille con una viva intensidad llegando al punto de
encandilar al recipiendario debido a que sus ojos se habían adaptado a la
oscuridad que proporcionaba la venda y entonces el efecto de la luz resulte aún
más refulgente.

Es indudable también que esta costumbre constituía para los antiguos una medida
de precaución para el caso de que el candidato, presa de remordimientos o de
temor, quisiera retroceder antes de la última decisión de continuar con la
iniciación, así de esa forma se podría asegurar su discreción.

Actualmente, este temor no es por cierto la razón de la costumbre de vendar los


ojos del neófito; si esto continúa haciéndose, es para permitirle concentrare
enteramente en los actos que está llamado a cumplir, motivarlo al recogimiento de
meditar acerca de la noche en que se encuentra durante la iniciación representa
simbólicamente las tinieblas de que está rodeado el niño en el seno de la madre; y
la forma como el niño se enfrenta al proceso de la vida en la mayor oscuridad y sin
la menor consciencia hasta el momento de alcanzar la luz hacia la que lo conduce
su nacimiento. Así también el candidato, al nacer a una vida espiritual renovada,
debe salir de las tinieblas en el instante solemne de la iniciación.

15º Pregunta:
P: ¿Por qué habéis sido despojado de todos los metales?.
R: Por que son símbolo de vanidad.

El neófito que se presenta ante la asamblea de hermanos debe estar desprovisto


de su dinero y de sus joyas; así es la alegoría viviente de la igualdad de los
hombres. La situación ventajosa que proporcionan las riquezas no constituye en lo
absoluto el verdadero valor humano. El que se presenta a su iniciación masónica,
aunque fuese el más rico, aparece pobre durante el tiempo que dura la ceremonia;
porque debe volverse consciente en ese momento del sentimiento amargo de no
poseer nada. Esta experiencia debe incitarlo a combatir, en el futuro, con
renovado ardor, contra la miseria en todas sus formas y la estrechez de sus
semejantes. El verdadero masón no se entregará a la caza frenética de las
riquezas, pues debe tomar consciencia de que los tesoros materiales pueden
perderse de un día a otro. ¿Para que sirven honores y riquezas, si es desdichado,
si está descontento con su suerte, si los sinsabores de la vida y las perdidas más
insignificantes pueden abatirlo?. El masón, sin embargo, no vive fuera de la
realidad, ni se le pide que sea un asceta. Debe luchar por su supervivencia y tratar
de adquirir los medios necesarios para su existencia y la de los suyos, debe velar
por la educación de sus hijos y tratar de asegurarse su vejez de una manera
digna, placentera y honrada. Pero estas preocupaciones no pueden ser el único fin
de su existencia, como sucede muy a menudo con los hombres; pues el masón
sabe, porque debe tomar consciencia de ello, que si bien las riquezas materiales
son importantes para la existencia, las riquezas del espíritu son el fundamento de
la esencia misma de la naturaleza humana y por lo tanto debe sentirse inclinado a
ellas como hacia las del mundo en un verdadero y justo equilibrio. El masón debe
sembrar sus dos campos para ser auténticamente rico, por su beneficencia debe
sembrar el grano del amor; y naturalmente recogerá amor.

16º Pregunta:
P: ¿Cómo obtenéis el acceso a la Log∴?.
R: Por ... golpes que significan: Buscad y encontraréis. Pedid y se os dará.
Llamad y se os abrirá. Encontraréis la verdad, se os dará la luz, se os abrirá la
puerta del Templo.

Después de haber buscado en el interior, con paciente perseverancia, la fuente de


los verdaderos anhelos y de los más profundos ideales que cada uno alberga, el
hombre debe adquirir la plena confianza en sus posibilidades de realizarlo y la
convicción de ser fiel a sus propósitos, cuando esto se produce cualquier hombre
puede decir que ha dado plenamente con su vocación y sus aspiraciones, de
hecho, ha logrado encontrar lo que buscaba. “Buscad y encontraréis”.

Sin embargo, esta circunstancia crucial y extraordinaria en la vida de un ser


humano y que lamentablemente, son muy pocos aquellos que tienen el privilegio
de experimentarla, no es suficiente si no se tiene la convicción y la humildad de
comprender que la realización de cualquier meta no depende solamente de la
predisposición y el esfuerzo del individuo sino además de que primero haya
obtenido un completo consenso del medio. Nadie es autónomo y por ello, quien no
comprenda que el propio destino está inevitable e invariablemente ligado al
destino de los demás no ha comprendido uno de los fundamentos de la vida
humana, es decir, la naturaleza social del hombre, por lo tanto no sólo es
necesario buscar el destino, sino además convenir con el medio la oportunidad de
lograrlo y en ello se ve simbolizado el principio que reza el segundo golpe, es
decir, “Pedid y se os dará”.

Dice una vieja máxima que “el que busca con corazón sincero siempre encuentra
lo que desea”, pero para la naturaleza no es suficiente buscar para encontrar ni
pedir para obtener, sino además invertir todo el esfuerzo necesario para lograr.
Las buenas intenciones son agradables al alma, pero el alma se anquilosa si esas
buenas intenciones se marchitan en su interior por la impotencia de no saber, de
no querer o no poder realizarlas. No tiene sentido alguno para el masón aquel
hombre distinguido por sus ideales y el genio de sus proyectos, alimentado en su
vanidad por la lisonja del medio que espera ansioso obtener el beneficio de sus
producciones, pero que nunca se realizan por su propia incapacidad y la falta de
entusiasmo para llevarlas a buen fin y este es el principio en que se fundamenta el
tercer golpe, o sea, “Golpead y se os abrirá”.

Esto es lo que inconscientemente lleva al candidato hasta las puertas del Templo:
perseverancia, confianza y entusiasmo, he ahí lo que los tres golpes dicen a los
hermanos reunidos. Cuando se golpea a las puertas del Templo es necesario
primero poseer la completa confianza de que el camino de la francmasonería es el
camino elegido. Un camino que se ha buscado con perseverancia hasta lograr, por
la via activa de los hechos, la oportunidad de llegar ante las puertas del Templo
para golpear con una completa seguridad y plena convicción y de esa manera la
entrada nunca nos será negada tanto en el templo como en ningún aspecto de la
vida humana.

17º Pregunta:
P: ¿Qué os ha sucedido dentro de la Log∴?.
R: He cumplido ... viajes llevado por mi conductor y escuchado graves
palabras.
P: ¿Que significan esos viajes?.
R: Cada uno de ellos tiene su propia significación; en su conjunto, significan la
penosa ascensión que lleva desde las tinieblas hacia la luz

Existe una gran variedad de modalidades, en las diferentes logias, en cuanto se


refiere a estos viajes, sin embargo, en todos los casos el número es idéntico al
igual que su significado; representan la marcha a través de las tinieblas siguiendo
el dificultoso camino que lleva hacia la luz. El esoterismo de los rituales asocian
estos viajes a la purificación elemental por medio de la tierra (de manera implícita),
y a través de pruebas simbólicas que se ejecutan por medio del aire, el agua y el
fuego (de manera explícita). En otras logias estas pruebas son ignoradas y se
contentan con dar, por boca del Venerable Maestro y de los Vigilantes (o también
del Orador), sabias recomendaciones al recipiendario. Finalmente en algunas
logias se suele intercalar la prueba del “Cáliz de la Amargura”(esta es una prueba
muy difundida en las logias del “Rito Escocés Antiguo y Aceptado”). Música
apropiada o cantos acompañan al candidato en sus viajes y lo ponen en un estado
particularmente apropiado. La dirección en que se ejecutan los viajes no es en
todas partes la misma; ya sigue la marcha de las agujas del reloj: oeste–norte –
este –sur; ya sea a la inversa: oeste–sur–este–norte. Pero siempre el viaje
comienza por el oeste donde se encuentra la oscuridad y conduce al candidato
hacia el este donde se encuentra la luz.

Antes de comenzar estos viajes se llama la atención del recipiendario sobre los
obstáculos y peligros que se le presentarán y sobre las pruebas a que será
sometido y las pruebas representan simbólicamente las dificultades que se le
presentan al hombre en su tránsito por la vida y a las que debe superar para
alcanzar la realización sin rendirse ni quebrarse y sólo cuando ha conseguido esa
victoria será capaz de contemplar la luz de la verdadera humanidad, es decir, la
dignidad de llegar a comprender la esencia más elevada del SER HUMANO.
18º Pregunta:
P: ¿Qué se ha exigido de vos?.
R: Una promesa que he prestado de mi libre voluntad.

Los deberes formulados por este juramento son claros y no se prestan a confusión
alguna; están destinados a que no queden como vanas frases, sino que sean
efectivamente cumplidos. Es un juramento sagrado que pronuncia el futuro
francmasón y no una promesa accesoria cualquiera, que no es menester
mantener a cualquier precio. Sólo un hombre indigno viola deliberadamente una
promesa tan formal, pronunciada en un momento tan solemne. Toda esencia de la
francmasonería está contenida en estas palabras; y el que se conforma a los
preceptos que ellas formulan será un francmasón verdadero y un hombre digno de
este nombre.

Una fidelidad cada vez mayor al deber, tolerancia hacia los que piensan de otra
manera, la persecución de la verdad y el trabajo incansable en pro de nuestro
propio perfeccionamiento, tales son las virtudes que se exigen de todos los
masones. El masón debe someterse a las leyes y prescripciones de la Orden; uno
de sus deberes más evidentes –aún cuando con demasiada frecuencia
desconocido – consiste en la frecuentación regular a los trabajos de la logia, por
que es asiduidad es la condición sine qua non que evidencia la actividad del
masón en favor del taller y de su propio perfeccionamiento.

El francmasón debe, con sus consejos y sus actos, prestar socorro a sus
hermanos; no se trata aquí principalmente de ayuda especialmente financiera o de
ventajas económicas aunque esto no está excluido de ninguna manera debido a
que la ayuda material no entra en juego sino cuando un hermano está en
desgracia; y aún en tales casos la ayuda que se debe aportar no depende más
que de las posibilidades y del juicio del que va en ayuda. Por cierto, un
francmasón que deje a un hermano en la privación cuando cuenta con los medios
para socorrerlo es un hermano indigno; pero esta inclinación a la solidaridad debe
trascender el círculo estrecho de la familia masónica y extenderse igualmente a
todos los hombres en la necesidad. La parte del juramento que obliga a la ayuda
mutua entre los hermanos exime de toda responsabilidad a los masones cuando
esa ayuda implicaría caer en la inmoralidad o la ilegalidad y por el contrario obliga
a denunciar al hermano indigno que con su conducta pudiera poner en peligro la
imagen de honestidad y elevados principios de la masonería en cualquier forma y
circunstancia. Del mismo modo la ayuda fraternal no es un deber cuando va en
contra de los derechos del Estado Nacional al que se debe fidelidad o de la
familia. Se recomienda a los hermanos no acordar préstamos o garantías entre los
hermanos sino con asentimiento del Venerable Maestro.

Es de hecho, que los signos de reconocimiento deben mantenerse secretos,


puesto que son ellos los que preservan a la masonería y a los masones de la
alianza de los hombres malévolos y de los enemigos de la Orden que sólo aspiran
a su destrucción. Del mismo modo las ceremonias deben ser objeto de una gran
discreción; y sólo con madura reflexión el francmasón hablará de los asuntos
interiores de la logia. Igualmente es muy importante obligar a los nuevos masones
a comprometerse a conservar el secreto aun en el caso en que abandonasen, por
una razón u otra, la francmasonería. La dimisión o la radiación liberan al individuo
de los compromisos contraído.
19º Pregunta:
P: ¿Qué ha sucedido después?.
R: Fui consagrado y proclamado francmasón.

La consagración del francmasón es, sin duda, con excepción del momento en que
le es dada la luz, el instante más solemne de toda la ceremonia que debe dejar
una huella inalterable en el corazón del neófito.

Es el momento del abandono completo de sí mismo, de la mayor confianza, donde


ya el futuro masón no tiene ningún temor y se presta con emoción al rito de la
consagración y de la transformación de profano en iniciado.

La consagración debe ir directamente al corazón del iniciado y llegar a la parte


más sensible de su ser moral para ejercer sobre él una influencia perdurable. El
que ha sido consagrado francmasón debe seguir siéndolo cada día, en sus
pensamientos, en sus palabras y en sus actos, aun cuando abandone la logia o
incluso la Orden. La consagración le impone el único deber que nunca se extingue
y si es un hombre de honor jamás traicionará a la Masonería, sabrá conservar el
silencio, por que de otra manera se envilecería y se condenaría a sí mismo.

Por esto es necesario que el Aprendiz se compenetre del caracter solemne y


sagrado de su consagración y de la duración imprescindible de las obligaciones
que se ha impuesto, a fin de que durante toda su vida se muestre digno de ellas.

Por los golpes que el Venerable da con su mallete al momento de la consagración


el neófito es recibido e instituido a la vez como francmasón y como hermano de la
cadena fraternal. Este acto lo liga, desde ese momento, a todos los hermanos
esparcidos por toda la faz de la tierra y se confirma plenamente en el momento en
que es públicamente proclamado en las cuatro direcciones de la logia “De oriente
a occidente y de norte a sur” puesto que siendo la logia una imagen simbólica del
universo el acto de la proclamación es la evidencia simbólica de la aceptación del
neófito en el ámbito universal de la masonería.

20º Pregunta:
P: ¿Cuáles son las tres grandes luces de la Masonería?.
R: El Libro de la Ley Sagrada, La Escuadra y el Compás.

Estos tres símbolos del grado de Aprendiz son llamados “las grandes luces”,
debido a que por sí solos develan, a quien sabe comprenderlos, toda la esencia de
la masonería. Colocados sobre el ara, se imponen inmediatamente a la atención
del nuevo hermano que presiente la importancia que tienen en nuestro
simbolismo.

Todos los tratadistas masónicos están de acuerdo, y así debe comprenderse, que
el Libro de la Ley Sagrada tiene solamente un carácter simbólico y por lo tanto no
se lo debe confundir con una profesión de fe determinada. Como dice C. W.
Leadbeater “La palabra ciencia que compendia todas las escrituras sagradas nos
anima a encontrar en ella la sabiduría. Así es como en las tres herramientas
tenemos el volumen de la Ley sagrada para iluminar nuestra mente, la Escuadra
para regular nuestras acciones y el Compás para mantener en los debidos limites
nuestra relación con todos los hombres”.
El eminente autor masónico Albert Pyke escribe. “Cuando nuestros rituales nos
dicen que la Biblia es una de las tres luces de la Masonería y que como tal es
regla y guía de nuestra fe, sólo puede considerarse esta afirmación en sentido
simbólico, de la propia manera que se consideran simbólicamente las otras dos
grandes luces, la Escuadra y el Compás. Es la regla y guía de nuestra fe porque
simboliza la Verdad que debe guiarnos en nuestros pensamientos, palabras y
acciones”; y en otros considerándoos reafirma el concepto en los siguientes
términos “Cuando se dice que es una de las tres grandes luces de la masonería es
porque es un símbolo de Verdad dictado por el G∴A∴D∴U∴”.

¿Por que tiene que ser el Libro de la Ley Sagrada y no cualquier otro, como
Constituciones, Leyes morales, etc.?. En realidad la usanza en muchas logias es
que así sea, antes de colocar Libros Sagrados muchos utilizan bien las
Constituciones de la Masonería, bien la Constitución de la nación a que deben
obediencia. Sin embargo al respecto, es muy interesante lo expresado Albert
Mackey – para muchos el más erudito de los tratadistas masónicos – “Se entiende
por Libro de la Ley Sagrada aquel cuya creencia generalizada le atribuye la
develación del G∴A∴D∴U∴”. A esto podríamos agregar de un modo más preciso
que el Libro de la Ley Sagrada simboliza el imperio de la Verdad develada a través
de la intima relación que existe entre el hombre y el universo y por ello si la logia
es una imagen simbólica del universo, el Libro de la Ley Sagrada se encuentra
precisamente en el centro de la Logia.

El Libro de la Ley Sagrada simboliza también el imperio de las leyes que


organizan el universo y contienen los derechos y deberes inalienables e
imprescriptibles de todo lo que habita en su inconmensurable inmensidad y que en
consecuencia no pueden ser anulados ni modificados por doctrina alguna, por
ninguna escuela o religión, por ningún gobierno, ni por ningún hombre. Son los
deberes y derechos que influyen en su moral natural y que surgen de la vida
misma.

He aquí a título de ejemplo, como interpreta la Gran logia de Nueva York el


símbolo de la Ley Sagrada: “El Libro de la Ley Sagrada – dice como instrucción –
es una de las grandes luces. Es una de las fuentes principales de la historia de la
francmasonería. Es de esta fuente de donde ha sido sacado gran parte de nuestro
ritual. Cuando el Libro de la Ley Sagrada se encuentra abierto sobre el ara, es
lícito para cada quien interpretarlo según sus propias convicciones. Como símbolo
representa el magisterio de la Verdad, la expresión de la Fe, el testimonio de la
Voluntad creadora que ha sido transmitida y enseñada al hombre en el curso de
los siglos”.

La Escuadra es la segunda de las grandes luces, y regula las acciones del masón
según la severa ley del ángulo recto, es decir, de la justicia, del derecho y de la
humanidad. El Aprendiz es comparable a una Piedra Bruta, cubierta de
rugosidades y de aristas cortantes; es el producto inmediato de la naturaleza. Se
lo somete a la escuadra a fin de que pueda aplicarla a su propia personalidad y se
transforme en una piedra trabajada, lisa, pulida o cúbica.

El Compás, símbolo del amor fraternal que debemos tener por todos los seres
humanos, determina nuestra vida afectiva, nuestra actitud con respeto a la
fraternidad masónica y a la humanidad. Es, en su esencia, más irracional que la
escuadra cuya ley absoluta es la de la razón. Una de las puntas del compás está
sólidamente clavada en el corazón del francmasón, mientras que la otra traza un
círculo inmenso en el cual está incluido la totalidad de los hombres a los que,
semejante a un círculo al cual cuyo radio que debe representar nuestro amor al
hermano, al prójimo, a la humanidad, debe ser infinito.

Desde un punto de vista esotérico, ni el compás ni la escuadra deben ser


considerados separadamente, puesto que tomados aisladamente ni uno ni otro
nos acerca a la perfección, pues la naturaleza humana sólo puede templarse de la
oposición entre la razón y la emoción del mismo modo que el metal lo hace por la
constante exposición a las diferencias bruscas de temperatura entre frío y calor.
Sólo reunidas y asimiladas a la Ley Sagrada constituyen el punto de partida de
esa luz superior que surge del Oriente masónico para iluminar el mundo.

En algunas logias se considera también al mallete como una gran luz adicional y
goza del respeto que se otorga a la cualidad de simbolizar la fuerza, la energía, sin
la cual ninguna obra del universo podría ser realizada o acabada.

21º Pregunta:
P: ¿Cuáles son la tres pequeñas luces?.
R: La Sabiduría que inventa, La Fuerza que ejecuta y la Belleza que adorna.

Las tres columnas sobre las cuales descansa la logia representan al Venerable
Maestro que representa a la Sabiduría, El Primer Vigilante que representa la
Fuerza y el Segundo Vigilante que representa la Belleza. Existe alguna
divergencia entre los diferentes ritos ya que más allá de los que se refieren a las
pequeñas luces como columnas, están los que hablan de las llamas o se refieren
a ellas como pilares.

Designar a la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza con el término de “Pequeñas


Luces” puede ser motivo de confusión y de que se atribuya a estos atributos
esenciales de la masonería una significación secundaria. En realidad, llamas,
pilares, columnas o pequeñas luces son símbolos nuevos que representan los
mismos principios esenciales y superiores a los que se refieren en forma idéntica
las tres grandes luces, sólo que las primeras obran en un plano más universal y
absoluto en tanto que las segundas tienen una dimensión más humana y terrenal.

La Sabiduría inventa el plan de una obra que la Fuerza ejecuta y a la que la


Belleza aporta ornamento. Expresamente se habla aquí de sabiduría y no de
saber, demasiado a menudo vano y de pura forma. Es la sabiduría la que está en
la base de la infatigable búsqueda de la verdad y la que, utilizando los
conocimientos adquiridos en el curso de la investigación, nos lleva al
perfeccionamiento de nuestro o pensamiento y de nuestras acciones. La sabiduría
es el conocimiento de sí mismo que permite al masón trabajar útilmente. Antes de
saber lo que vamos a emprender, conviene que sepamos lo que somos y de lo
que somos capaces, la sabiduría es la fuente de la idea que proporciona el
conocimiento perfeccionada por el efecto de la acción que genera experiencia.

Pero, por sí sola, la sabiduría no basta, debe estar acompañada por la fuerza, es
decir, por la voluntad y la acción resuelta de actuar según la sabiduría. Esta es la
fuerza que barre con todos los obstáculos y triunfa sobre cualquier dificultad, por
que la fuerza aplicada desde la sabiduría impone el peso y el poder de la fe para
realizar cualquier obra que el individuo se proponga sin miedo ni temor. Su primer
campo de acción lo debe encontrar consecuente en la posesión de sí mismo,
dicho con mayor precisión en el dominio de sí mismo. No basta conocer los
defectos y debilidades para sentir que ya se tiene el toro de la vida por las astas,
la verdad es que hay que invertir una enorme cuota de energía para vencerlos y
eliminarlos. La Fuerza en el sentido más elevado en que puede comprenderse no
se manifiesta de una manera ciega; puesto que no ejecuta más que las obras
conformes con la ley moral; pero debe ser la sabiduría, que orienta el sentido de la
fuerza, la que nos de garantía absoluta de que así sea.

La Belleza coronará la obra común de la sabiduría, con el auxilio de la fuerza,


aportando a la construcción lo que le falta, es decir, armonía a la proporción,
unidad a la estructura y paz para aquietar todas las tensiones. El conocimiento de
sí mismo, obra de la Sabiduría; el dominio de sí mismo, obra de la Fuerza, se
coronan en el perfeccionamiento de sí mismo, obra de la Belleza. Porque la
belleza reside en la perfección y en el esfuerzo aplicado para lograrla. La
tolerancia, la benevolencia, el amor al hermano y al prójimo, en suma, el amor a la
humanidad, la piedad son, a nuestros ojos, expresiones manifiestas de la belleza.

De esto podemos concluir que si el triple concurso de la Sabiduría, de la Fuerza y


de la Belleza no puede ser creada obra alguna que pueda alcanzar la perfección.
Por ello estas tres pequeñas luces brillan en lo alto de las columnas sobre las
cuales reposa la logia, de tal modo que muy bien podemos hablar de la columna
de la sabiduría, la fuerza y la belleza, las que se corresponde con el Venerable
Maestro y los dos Vigilantes. Así es por que el Venerable Maestro debe dirigir la
logia desde su sabiduría, en tanto que el Primer Vigilante debe aplicar la fuerza y
la energía que ejecutan la obra proyectada en tanto debe velar que el trabajo se
cumpla, mantener la disciplina, el orden y pagar los salarios y el Segundo
Vigilante, por último, tiene la misión de vigilar a los hermanos fuera de las horas de
trabajo y asegurar el mantenimiento de la armonía, de la paz y la concordia. Está
justificado decir también que la logia descansa sobre estos tres pilares porque de
hecho sus tres primeros oficiales soportan casi todo el peso de las
responsabilidades esenciales del taller, además de las administrativas
debidamente delegadas. Por esto es obligación de todos los demás oficiales y, de
una manera general, de todo el conjunto de los hermanos de la logia, facilitarles la
tarea y sostenerlos por una colaboración fiel y una observancia estricta de sus
obligaciones.

22º Pregunta:
P: ¿Cual es la forma de la logia?.
R: La logia tiene la forma de un cuadrilongo o cuadrado oblongo que se
extiende de este a oeste y de norte a mediodía.

P: ¿Que significado simbólico tiene esta forma?.


R: Que la francmasonería es universal y que todos los hombres son nuestros
hermanos.

Estas preguntas dejan en claro que la forma de la logia está determinada en tanto
que sus dimensiones, debido a que se confunden con las magnitudes del
universo, no lo están.

Como doctrina, la Francmasonería es común a toda la humanidad; ninguna


nación, ningún pueblo podría hacer de ella un privilegio propio. La logia es una
imagen de la totalidad en todas sus dimensiones, del universo en su expansión
cósmica o de la sociedad humana en su conjunto, tal como aparecerá en los días
lejanos del triunfo decisivo de la humanidad consolidada en el amor y la
fraternidad.

Los principios masónicos, idénticos en todas las latitudes, la historia de la Orden,


la tradición, el simbolismo, estrechan la unión y emparientan íntimamente a todos
los masones de la tierra. Pero debemos comprobar, desgraciadamente, que esa
unidad es, todavía con demasiada frecuencia, rota por consideraciones políticas,
por las divergencias en la concepción del mundo y por las ambiciones malsanas
apenas disfrazadas por la hipocresía. De este modo se erigen barreras en el seno
mismo de la organización que, por definición y, en oposición al mundo profano
debería estar completamente liberada de ellas. Sin embargo debido a la
imperfección humana y si bien la masonería es perfecta la institución no lo es y la
búsqueda de la perfección termina siendo, en términos concretos, un ideal
penosamente lejano y decididamente cruento. La tarea constante del masón es
lidiar incansablemente, fuera y dentro de las mismas filas de la institución, contra
todos los vicios y los peores enemigos de la acosan con la finalidad obvia de
eliminarla, refundando a cada instante el compromiso iniciático de sostener una
lucha, que a las claras es en esta dimensión de la vida, una premisa interminable.

23º Pregunta:
P: ¿Cuáles son las joyas de la Log∴ de Ap∴?.
R: La Escuadra, el Nivel y la Plomada de donde provienen todos los signos
masónicos.

En el lenguaje profano, llamamos joyas a los objetos que poseen un valor real,
elevado, en general de metales raros y piedras preciosas. Las joyas de la logia
son de muy diferente naturaleza; no tienen valor más que para el francmasón,
pues a menudo están hechas de un metal de los más comunes. Su valor reside en
su significación simbólica; esta no puede ser apreciada más que por los que han
aprendido a descubrir los tesoros secretos de la enseñanza que nos dan.

Otras instrucciones distinguen entre “joyas móviles” y “joyas fijas o inmóviles”;


estas son la piedra bruta, la piedra cúbica y la plancha de labrar (estas dos últimas
no forman parte de los símbolos de la Logia de Aprendiz).

Las tres joyas móviles principales, las portan en la base de sus collarines el
Venerable Maestro, la Escuadra, el Primer Vigilante, el Nivel y el Segundo
Vigilante, la Plomada. Reciben el nombre de “móviles”, por que no pertenecen a
una persona o individuo en particular sino que van pasando de hermano a
hermano que pasa a ocupar los distintos cargos en cada momento. Todos los
signos masónicos provienen de estas tres joyas principales, pues estamos en
presencia de la horizontal y de la vertical cuyo punto de intersección constituye el
ángulo recto. Aquí también vemos una expresión de la gran ley moral a la que está
sometida la masonería; la ley de la rectitud en le pensamiento y los actos.

El Nivel es para el masón símbolo de la igualdad y de la constancia, mientras que


la Plomada, que determina la perpendicular, es símbolo de la sinceridad de la
consciencia, en tanto que la Escuadra representa el excelso símbolo de La
rectitud. Esto nos explica porque los tres primeros oficiales de la logia llevan estos
objetos en sus collarines: el Venerable Maestro dirige la logia con sabiduría según
los principios del derecho, la ley, y el deber; el Primer Vigilante, auxiliar principal
del Maestro, vela por el mantenimiento del orden en la fraternidad y por la
constancia en la ejecución de los trabajos y el Segundo Vigilante, por último, vela
por que la construcción se eleve perpendicularmente al suelo sobre el cual está
asentada y se adorne armoniosamente por la virtud de los trabajadores.

24º Pregunta:
P: ¿Cuáles son las herramientas del Ap∴?.
R: La Regla Graduada, el Mazo y el Cincel, la primera que me enseña a utilizar
inteligentemente mi tiempo, el Mazo y el Cincel para desbastar la Piedra Bruta de
mis imperfecciones.

Por medio de la Regla Graduada, el aprendiz determina las dimensiones de las


piedras que aporta al edificio y juzga si son aptas para ser adaptadas a la
construcción. Pero el Aprendiz prudente aplicará a sí mismo esta regla tomando
como punto de comparación al hombre más perfecto que conozca o también el
ideal que oculta en su corazón. Esto no dejará de llevarlo a la modestia, pues verá
así cuanta necesidad tiene de perfeccionarse. La regla está dividida en 24 partes
iguales, representativas de las 24 horas del día. De ello se desprende la lección de
que el francmasón consciente de la huida del tiempo está obligado a emplear
juiciosamente todas las horas del día, sea en su trabajo, sea en su descanso, sea
en sus ocupaciones masónicas. Dividirá su tiempo con sabiduría a fin de estar en
condiciones de cumplir todos sus deberes y nunca olvidará que su tiempo está
limitado, que mañana quizás sea el día en que una fuerza inevitable le arrancará
las herramientas de las manos.

El Mallete y el Cincel, representan las herramientas masónicas más


características; es con estas herramientas que el aprendiz desbasta la piedra
bruta. Sin descanso y sin compasión por nuestras debilidades, debemos blandir el
mazo a fin de que la piedra pierda sus asperezas y se vuelva utilizable; el mazo es
el símbolo elocuente de la energía, de la fuerza de carácter sin la cual ninguna
obra de valor puede cumplirse y el cincel representa a la inteligencia, al plan que
toda realización debe guardar en su seno, puesto que los hombres como seres
conscientes de sí y de sus propósitos sólo pueden realizar obras responsables. El
hombre no puede negar sus instintos como miembro de la jerarquía natural y
muchos aspectos esenciales de su vida dependen de ellos en todo momento,
pero para la naturaleza humana el instinto sólo no basta, puesto que el hombre es
un ser pensante, sus obras deben llevar implícito un propósito específico, una
razón y una utilidad consciente, esta es la inteligencia que debe dirigir su energía
siempre con un sentido provechoso; permitiéndole al hombre, al masón, la
resolución de todos los obstáculos que se le presenten en la vida que puedan
impedir o retrasar la realización de su obra de perfeccionamiento.

25º Pregunta:
P: ¿Cual es la batería del grado de Aprendiz?.
R: Tres Golpes.

La naturaleza se mueve según la ley del ritmo y de la armonía; la vida del masón,
ella también debe estar basada en la armonía de un ritmo. El masón no trabajará
siempre de acuerdo al mismo ritmo, mecánicamente y sin reflexión, porque un
trabajo mecánico fatiga y esclaviza al obrero. Por el contrario, el masón debe
saber adaptar su modo de trabajo a las circunstancias; y de ese modo evitar el
despilfarro de energías y permitirse la oportunidad consciente de realizar un
trabajo de valor.

Entregado a este concepto, el masón no emprende su obra con un celo


intempestivo para luego terminar abandonando la cantera. Ciertamente, el masón
cumple siempre su trabajo con verdadero celo y en especial con absoluta
constancia. Esto es precisamente lo que nos dice la batería del grado; los tres
golpes recuerdan el celo, el ardor en el trabajo, y el ritmo constante que conducirá
la obra emprendida hacia su definitiva, segura y perfecta realización.

26º Pregunta:
P: ¿Cuál es la palabra de vuestro grado?.
R: No se leer ni escribir; dadme la primera letra y yo os daré la segunda.

La palabra del grado, que nunca debe darse en forma completa, recuerda al
masón que nunca debe vanagloriarse por sus conocimientos ni volverse vanidoso
de ellos; puesto que a cada cosa que suponga conocer siempre se le opondrán
otras infinitas que permanecerán fuera de su entendimiento y comprensión.
Asimismo le recuerda al masón que conocer no implica saber, que el proceso
entre el conocimiento y la sabiduría requiere de la experiencia, sin la cual jamás
podrá llegar a ser un auténtico masón porque nunca se hará digno de poseer la
letra siguiente. Es por ello que el maestro sólo le entrega la primera letra del
conocimiento, para que aprenda ose y se anime a aplicarla a la propia experiencia
de su vida, pues que sólo así es como puede alcanzarse la sabiduría que permite
sostenerse en el camino de la búsqueda que llevará al aprendiz a encontrar por sí
mismo la segunda. Luego el maestro, advertido de la verdad, esperará
pacientemente que el Aprendiz pronuncie esta letra distintiva y perfecta, y sólo
entonces sabrá que éste es digno de recibir la tercera letra y así sucesivamente.
Este es el largo y penoso camino del masón que lleva a la búsqueda de la
sabiduría y su propio perfeccionamiento.

27º Pregunta:
P: ¿Cómo estáis vestido en Log∴?.
R: Con el mandil, símbolo del trabajo que el masón debe realizar en la
búsqueda de la verdad.

Todo trabajo presenta riesgos propios que el obrero debe tratar de evitar a través
de un conocimiento eficaz del oficio, de su experiencia efectiva, el buen uso de
sus herramientas y por supuesto de utilizar una indumentaria adecuada. De esta
última surge el uso del mandil como parte esencial del trabajo del masón, siendo
éste además, uno de los símbolos más significativos del trabajo en general, puesto
que desde tiempos inmemoriales el hombre lo ha utilizado, si bien en diferentes
formas y texturas, pero de manera común; con el único objetivo de proteger su
cuerpo de los riesgos eventuales de ejercer su oficio.

El mandil es la indumentaria obligatoria y fundamental del trabajo del masón y sin


ella ningún hermano no puede permanecer en la logia en tanto los trabajos estén
abiertos. Albert Mackey dice al respecto “No hay uno de los símbolos de la
Masonería Especulativa más importante en sus enseñanzas o más interesante en
su historia, que la piel de cordero, o mandil de piel blanca. Al comenzar sus
lecciones en el primer período de sus progresos, el masón, lo imprime en su
memoria como el primer presente que recibe, es además el primer símbolo que se
le explica y la primer evidencia tangible que posee de su admisión en la
Francmasonería”.

El mandil de aprendiz es blanco puro, preferentemente de piel de cordero,


cuadrado en el fondo y coronado con una babeta triangular (triángulo isósceles)
donde la longitud de la base corresponda a la longitud de un lado del cuadrado y
su altura a la mitad de dicha longitud, de modo tal que volcado el vértice superior
del triángulo coincida perfectamente con el centro del cuadrado. Las dimensiones
aproximadas del cuadrado deben ser de 40 cm. de ancho por 45 cm. de alto, sin
ningún tipo de adornos y con cordones blancos para atarlo a la cintura.

Por su color el mandil del Aprendiz debe ser blanco puro y sin mancha, que es el
emblema de la inocencia y la pureza. Así nace el neófito a la vida masónica el cual
irá manchando progresivamente el mandil en razón del oficio y por causa del
trabajo, sin embargo esta perdida de pureza e inocencia no significa la pérdida de
su dignidad sino el sacrificio que debe realizar cono el justo precio que todo
hombre debe pagar, en el camino de la vida, por alcanzar la sabiduría.

Por su material el mandil del masón debe ser de piel de cordero. El cordero
además de ser símbolo de inocencia representa principalmente la mansedumbre,
el masón debe ser siempre un hombre de paz y esto es lo que representa
fundamentalmente el uso de esta textura. Pero el hecho de ser manso en esencia
no significa de ningún modo que por ello se suponga que el masón es sumiso o
entregado obedientemente y con alguna obsecuencia al despotismo del poder. El
masón es un guerrero implacable que acomete sin piedad contra el vicio en
defensa del bien, de la justicia, de la libertad y de la verdad en todas sus formas.

En la confección del mandil se ven implicadas tres figuras geométricas


fundamentales que conforman la base de su simbolismo positivo, estas figuras
son: el círculo, el triángulo y el cuadrado.

El círculo representa al Gran Arquitecto del Universo que lo impregna todo de su


misma esencia y por lo tanto implica directamente al poder del espíritu. El triángulo
representado en la babeta del mandil, representa a la diferenciación o
individualización de la manifestación espiritual, es decir el alma, que se traduce
como la develación de la trinidad divina dentro mismo de la naturaleza humana y
el cuadrado representa la manifestación concreta de la creación, la cristalización
de la verdad hecha materia en esencia así como el conjunto de las cosas creadas
por la materia como sustancia.

28º Pregunta:
P: ¿Por qué la bóveda celeste cubre el Templo?.
R: Por que siendo la Log una imagen del Universo, manifiesta así la
grandiosidad del G∴A∴D∴U∴

Se dice que la Logia es una imagen del Universo porque en ella se ve


representada la expansión de todas las direcciones y sentidos que alberga la
realidad y el tiempo en que transcurre, es decir, las dos direcciones horizontales,
con sus cuatro sentidos cardinales: Oriente, Occidente, Norte y Sur y la dirección
vertical, con sus dos sentidos axiales, hacia arriba el Zenit y hacia abajo el Nadir.
Esto define la estructura tridimensional de la creación y dentro de este espacio se
halla contenido todo lo existente y la majestuosidad del cosmos en que subsisten.
Asimismo, los movimientos que los masones efectúan y el tiempo empleado en la
realización de sus rituales representan simbólicamente, tanto la mecánica como el
proceso en que transcurre ese cosmos indescifrable para la pequeñez de la mente
humana. Creación, ciclo, permanencia y evolución, todo forma parte del ámbito de
la logia en el cual se efectúa el misterio de la vida, la cual indefectiblemente deja
claro la existencia de un orden superior y una magnífica voluntad que lo sostiene
todo en una constante armonía y ello es lo que representa el símbolo de la bóveda
celeste que cubre el templo, como una reverente expresión del reconocimiento de
los masones ante la grandiosidad del G∴A∴D∴U∴.

Asimismo, la visión de la bóveda celeste durante la permanencia de los hermanos


dentro del recinto cerrado de la logia, les recuerda a los masones que el trabajo
que efectúan no ocurre dentro de una habitación fría y aislada, sino que mientras
están realizando su trabajo dentro de la logia el universo está allí, evolucionando
sin pausa y con un ciclo constante. Es decir, que cuando los masones trabajan en
logia no deben hacerlo de manera abstracta y al margen de la realidad en que
transcurren en todo momento, sino todo lo contrario, cada aspecto del trabajo del
masón debe estar orientado a afirmar esa realidad a sus ideales en la búsqueda
de la verdad y que una cosa no debe ser nunca incompatible con la otra. Lo
contrario haría del trabajo masónico algo improductivo y estéril. No se debe olvidar
que antes que filósofo abstracto el masón es, en efecto, un obrero de la verdad.

29º Pregunta:
P: ¿Por qué vienes a este sitio?.
R: Para dominar mis pasiones y someter mi voluntad en busca de mi propio
perfeccionamiento.

Se traduce a la pasión como una inclinación vehemente del ánimo, acompañado


de estados afectivos e intelectuales controvertidos cuya potencia domina la vida
espiritual del individuo. La masonería es una sociedad de hombres y el hombre no
está exento de pasión. La pasión es parte indispensable de su vida positiva pues a
través de ella encuentra la fuerza interior suficiente para alimentar la constancia
que dirige la energía que posibilita la realización de sus ideales. Las maravillas de
la humanidad en el mundo realizadas a lo largo de la historia, son una
consecuencia directa de estado pasional en que transcurre la vida humana.

Sin embargo la pasión sin control se vuelve negativa, puesto que provoca de tal
manera la sensibilidad y excitabilidad afectiva que el hombre inadvertido o
entregado a la debilidad de la carne termina siempre por someterse simplemente a
los placeres de exacerbar esas sensaciones que ha dirigirla con fines productivos
y elevados.

Los filósofos, místicos y religiosos de todas las épocas han reconocido muy
especialmente la peligrosidad de esta fuerza que envuelve la naturaleza
energética del hombre y desde tiempos inmemoriales han arengado en su contra.
Se le ha dicho al hombre ignorante “debes matar tus pasiones por que ellas son
malas”, mostrándolas asimismo como la directa representación del vicio, la
promiscuidad y la indecencia y el mal en todas sus formas. Ha sido representada
como la serpiente de todas las mitologías y leyendas, sin embargo, a pesar de las
arengas en su contra no han logrado jamás vencerla, la fuerza de su tentación es
tan poderosa que el hombre no evolucionado siempre ha sucumbido a la tentación
sin encontrar dominio ni control.

La masonería enseña al iniciado que la pasión no es mala, es simplemente la


manifestación y expresión concreta y sensible de la energía que anima la vida. Es
en sí, la serpiente simbolizada en la manifestación de la kundalini o la energía vital
comprendida por la filosofía budista, es la serpiente que tienta a Adán y Eva a
reconocer la fuerza de vida que llevan en su interior y que si bien los arranca de la
pasividad en que transcurren en el paraíso los coloca en el mundo de la actividad
donde las realizaciones no dependen ya de la magnanimidad filantrópica del
Creador sino del esfuerzo y del sudor de esa pasión incontenible que se sustancia
en la fuerza de la vida que se abre paso ante cualquier obstáculo y que se
manifiesta en el fenómeno activo de la energía vital que refleja el caduceo, como
símbolo de la medicina. Es aquello que hizo decir al viejo maestro “no hay que
matar a la serpiente sino enseñarle a que trabaje para uno”.

La masonería busca enseñar a sus miembros a saber “controlar” antes que


“matar” sus pasiones y con ello, que aprenda a valerse “sin prejuicios absurdos”
de los beneficios que proporciona el atinado uso de sus pasiones, orientadas a la
realización de los más elevados ideales de perfección y a fines de elevación moral
y espiritual.

30º Pregunta:
P: ¿Qué traéis para ofrecernos?.
R: Amor, Tolerancia y Fraternidad.

Esta pregunta se refiere especialmente a las cualidades particulares del individuo,


es decir, que el hecho de ser hombre libre y de buenas costumbres no es
suficiente y si bien resultan indispensables para llegar a las puertas del templo, se
requiere de algo más para producir la integración del individuo como eslabón de la
cadena universal de la masonería. Esto es Amor para Brindar, Tolerancia para
Aceptar y Fraternidad para Compartir.

El amor, en su forma más amplia, es la viva inclinación de la afectividad que un


individuo puede profesar por las cosas o por los demás seres que le rodean. En
definitiva y en términos de la vida humana colectiva, podría traducirse como la
predisposición afectiva a interesarse silenciosa, decidida y unilateralmente por el
bienestar de los demás, ofreciendo para ello una buena cuota de energía personal
sin esperar por esto recompensa o retribución alguna. Esta forma tan amplia de
amor es reconocida bajo la expresión filantropía que proviene del griego (filos –
amor; anthropos – hombre) y que se traduce como amor al genero humano o a la
humanidad. El masón es de manera natural un filántropo y dentro de la Institución
masónica esta cualidad debe llegar a transformarse en un hábito constante. Para
consigo mismo en primer lugar, para con sus hermanos de manera excluyente,
para con su prójimo en la vida profana y finalmente, respecto de la humanidad en
general, en sus permanentes ideales de perfeccionamiento.

Asimismo, la tolerancia, tiene para el masón una importancia capital en el


sostenimiento de sus principios más elevados. El conflicto es el estado natural del
hombre no evolucionado, incapaz de controlar sus pasiones y entregado a los
vicios de la ambición, el fanatismo y la ignorancia. En cambio la armonía sólo está
disponible a los hombres realizados y capaces de comprender la pluralidad de las
ideas y en especial los errores ajenos, de quienes en la vía de la evolución, se
encuentran por debajo de su nivel de consciencia y a partir del humilde
reconocimiento de la propia imperfección. En este sentido es muy claro el Código
de Moral Masónico cuando dice “estima a los buenos, ama a los débiles, huye de
los malos, pero no odies a nadie”; o cuando expresa con indeclinable claridad
“habla moderadamente con los grandes, prudentemente con tus iguales,
sinceramente con tus amigos, dulcemente con los pequeños y bondadosamente
con los pobres”.

La tolerancia no implica de ninguna manera la ausencia del disenso. El hombre


que discierne libremente y posee a partir de ello, pensamientos y conclusiones
propias acerca de su percepción y concepción intelectual del mundo que le rodea,
de las cosas y las circunstancias, tiene derecho a disentir y a hacer conocer sus
puntos de vista. De ninguna manera debe ser censurado por ello y menos aún,
censurar a otros que no piensen de igual forma. Tiene derecho también a hacer
valer sus ideas, abriéndose camino para realizarlas de la manera que más
convenga a la satisfacción de sus aspiraciones; sin embargo, por causa de la
prosecución egoísta de cualquier ideal, por más elevado y provechoso que
pudiera resultar en general para la especie humana, no justifica causar dolor o
perjuicio a ningún individuo. Finalmente, todo hombre tiene derecho a esperar
inclinar la razón de su parte, pero es indispensable que esto ocurra por la justa vía
de la “búsqueda de la verdad” y no por la fuerza o cualquier forma de
sojuzgamiento, que le permita a un individuo manipular la realidad de las
circunstancias en procura de hacer prevalecer injustamente sus ideas en
detrimento de los demás.

Por último, el sentido fraternal no es algo que pueda generarse en forma


espontánea, ni declamarse demagógicamente o a través de la adulación hipócrita.
Esto debe residir en la profundidad de los sentimientos y por lo tanto, aquel
individuo cuyo corazón esté tan cerrado que no sea capaz de experimentar la
sensación de amar al prójimo, no puede comprender de ninguna manera la
dimensión espiritual hacia donde se elevan los seres humanos unidos por lazos
profundamente fraternales.

El solícito sostenimiento de una vida social civilizada, que se traduce en la simple


fórmula de “no hacer a los demás lo que uno no quisiera que otros le hicieren”, no
alcanza para poder definir la existencia de verdaderos lazos fraternales entre los
individuos y ello, muy a menudo, constituye un error muy evidente en el criterio
social que se concibe como concepto de civilización. Esa formula antes
mencionada, fundamental para garantizar la convivencia social y que, de hecho,
es el fundamento esencial en que se basa el espíritu democrático y que de hecho
constituye uno de los pilares en que se sustenta la conducta social y particular de
los masones, no llega, de todos modos, a traducir el simple hecho que el sentido
fraternal no sólo se establece en virtud de una convivencia formal civilizada sino,
tal como ya se expresara, por un sentido especial de amor a la humanidad que
debe embargar el corazón de los masones en todos los momentos de la vida. Es
decir que no es posible que pueda lograrse un verdadero sentido fraternal si no ha
logrado primero elaborar en su propio interior un sincero y decidido sentimiento de
filantropía.

Por este motivo no debe confundirse, como lamentablemente hacen muchos,


filantropía con beneficencia, puesto que se trata de conceptos completamente
diferentes. La beneficencia es literalmente “hacer un bien generalmente
cuantitativo a alguien que necesita de ello”, es decir, parte de una búsqueda de
equilibrio que impone cierta obligación moral entre aquellos que más tienen,
motivándolos a dar un poco de lo que poseen a aquellos que tienen menos o no
tienen nada,. En cambio la filantropía no se basa en cubrir solamente una
necesidad ajena sino alegrar la propia alma a través de una vocación de servicio
que siempre parte de una manifestación de amor y no de una obligación
estrictamente moral.

31º Pregunta:
P: ¿Por qué os introdujeron en el Cuarto de Reflexiones?.
R: Para dejarme entregado a mis meditaciones y pensamientos, consultar mi
corazón en silencio y reflexionar con madurez sobre las obligaciones que iba a
contraer.

¿Que es lo que nos induce a ingresar en la Masonería?. Esta es una pregunta que
difícilmente pueda responder con éxito el candidato. Por más que haya leído libros
o le hayan contado lo que la Orden es por dentro, muy poco sabe de ella. Muy
poco se sabe de ella si no se la ha experimentado. Difícilmente entienda las
razones porque lo han vendado y lo han introducido en esa habitación tan lúgubre
y negra donde, para una mente profana, todo inspira terror y desasosiego. ¿Como
podría alguien, entonces, pensar y meditar coherentemente en esas condiciones?.
Del mismo modo, el estado emocional del candidato, ya se encuentra en ese
momento fuertemente impresionado, ¿como sería posible pensar que se pueda
consultar en silencio un corazón que virtualmente galopa dentro suyo?. Además
es irrazonable sugerirle que reflexione con madurez acerca de responsabilidades
que aún no le han sido informadas.

Sin embargo el Cuarto o Cámara de Reflexiones representa un proceso y


acontecimiento únicos para poder aquilatar el interior de cada candidato. De
hecho, es incapaz de entender conscientemente acerca de sus motivos y razones
interiores para pertenecer a una institución de la que hasta ese momento nada
conoce. Todas sus motivaciones son en su mayoría inconscientes, es presa de la
curiosidad, el instinto aventurero, la emoción de pertenecer a un grupo que parece
ser selecto, la búsqueda de poder, la seducción de lo esotérico como supuesto
sinónimo de lo oculto. Muchas seguramente son las sensaciones que posee
acerca de la Masonería, pero de hecho, es improbable que realmente haya en su
interior en ese momento fundamentos para poder reflexionar adecuadamente
acerca de sus verdaderas razones para estar alli. Las inscripciones a su alrededor
son lapidarias y precisas:

Si sólo la curiosidad es lo que te ha traído, vete, pues nada encontrarás


entre nosotros.
Si eres hipócrita, reflexiona, pues aquí serás descubierto.
Si buscas las vanidades humanas, vete, por que nosotros las
desconocemos.
Si tienes la intención de ser perjuro, aléjate, pues aquí serás descubierto,

Estas expresiones tan duras e imperativas deberían resultar y significar al menos,


para alguien que se encuentra en un estado emocional tan especial y en una
situación tan precaria, suficiente factor de intimidación si no es capaz de justificar
en su interior una verdadera motivación para ingresar a la Orden o no tuviera la
suficiente fortaleza de carácter o la templanza natural necesaria para continuar
adelante con el ritual iniciático. En definitiva se refiere a las obligaciones consigo
mismo y a quedar comprometido con algo para lo cual no se tiene ninguna
convicción, lo que provocaría llevar en las espaldas el peso del fracaso, de la
hipocresía, del abandono y de la frustración. No sería en absoluto apropiado para
el individuo asumir un compromiso en esas condiciones y no sería justo para la
Orden debilitar sus columnas ingresando individuos de esa naturaleza.

32º Pregunta:
P: ¿Qué visteis cuando se os dió la luz?.
R: Espadas cuyas puntas se dirigían a mi pecho, para mostrarme que estarían
prontas a defenderme si era fiel a mis promesas, como a castigarme si fuese
perjuro.

La espada es un símbolo particular que representa en general, la fiereza, la fuerza


y la autoridad, pero también la agresión y la ambición. Es un símbolo de completa
actividad, progreso y realizaciones positivas, pero como toda arma, también puede
ser usada para todo lo negativo, a veces atrae la fortuna pero igualmente puede
atraer la ruina. Sólo pueden blandirla los líderes y los guerreros.

Este elemento, que es lo primero que ve el recipiendario cuando se le otorga el


beneficio de la luz, es una visión clara de que no ha sido devuelto a un mundo de
fantasía ni exclusivamente simbólico, sino al mundo real. El camino iniciático no es
un paraíso sino todo lo contrario, es un camino de sacrificios, no excento de
traiciones, hipocresías y maldad. Duro y lleno de desencantos. Transitarlo significa
enfrentar la constante dualidad agridulce que combina los placeres de la vida con
la desesperación de las tragedias. Al fín y al cabo, nada diferente a la vida misma
por cierto. Sin embargo tiene la enorme singularidad de que la mente del iniciado
elige por su propia voluntad, a diferencia de la mente profana, exigirse a si misma
la crudeza de vivir sin vendas.

Este es un mundo blandido por las pasiones y los afectos, los cuales nos brinda
protección cuando provienen de quienes nos aman pero también nos pueden herir
gravemente cuando provienen de aquellos que nos odian o hemos ofendido. Una
palabra mal dicha, una actitud equívoca puede despertar en los demás las peores
reacciones en contra nuestra, así como el acto más simple de amistad, de honor,
de solidaridad, de fraternidad, puede producir en los demás la más noble de las
lealtades. Por ello se dice que la espada sólo puede ser blandida por los líderes y
los guerreros, es decir por quienes han aprendido a manipularla. Pues entre
ignorantes, nadie puede asegurar que un acto de justicia no oculte, en verdad, el
oprobio de un obscuro crimen. Meditad pues acerca de vuestro afectos y pensad
muy bien antes de dar la estocada fatal, si vuestra espada es blandida con justicia
o simplemente conlleva la fuerza de vuestras propias indignidades, esa es la
responsabilidad duramente consciente del iniciado a cada hora, a cada instante de
su vida, si es que efectivamente, es capaz de sostener en su mente y e la
convicción de vivir una existencia sin vendas.

33º Pregunta:
P: ¿Por qué llamáis profano al mundo exterior?.
R: Por que están fuera del Templo: Pro – delante, Fanum – Templo.

El trabajo en el Templo, debe establecer por fuerza en la mente del iniciado, la


naturaleza peculiar de su actividad. Este hecho evidente se observa en la
expresión del cuando dice: “... convendría preguntarse que puede perseguir una
Institución que se vale del Simbolismo para enseñar sus conocimientos, que tiene
un Templo misterioso para reunir a sus adeptos, que tiene una Palabra Sagrada
para develar el secreto de sus grados y si es razonable siquiera, que para la
enseñanza de la moral y de la filosofía, se haya creado un ceremonial extraño,
complejo y emblemático; que haya hombres que dedicaron su vida entera al
estudio de sus doctrinas ocultas y que exista en el mundo una sociedad milenaria,
para el exclusivo objeto de difundir principios morales y filosóficos, que son
patrimonio de la civilización.

Si el objeto de la Francmasonería es solamente la de difundir por el mundo


doctrinas y principios que casi todos los hombres aceptan, no vale la pena
desencadenar tanto odio sobre ella, acumular en su seno tanto esfuerzo generoso,
reunir en sus columnas tanta gente de buena voluntad, porque para realizar estos
propósitos no es necesario congregarse en un Templo misterioso, tener un
complicado simbolismo y practicar un ceremonial saturado de fórmulas
emblemáticas. Bastaría organizar una sociedad profana de carácter humanitario;
una academia literaria para escuchar bellos discursos o una Institución cultural,
donde los hombres se congregaran para hacer estudios de sociología, de física,
de matemáticas, aboliendo como inútil, caduco y absurdo, un simbolismo
envejecido por los siglos, un ceremonial secreto que sólo sirve para atraer el odio
de los sectarios, de los envidioso o de los ignorantes.

Sin embargo, nada de eso puede ocurrir, porque Instituciones como la


Francmasonería están organizadas a prueba de sacudimientos, de torpezas, de
incomprensiones y pasan a través de los años, de los siglos, con la fuerza
inextinguible de la primavera, iluminando la Consciencia de la Humanidad con su
antorcha radiante de Sabiduría, de salud y de amor, transmitiendo a las
generaciones el Testamento del pasado, el mensaje divino de la Esperanza y la
Palabra Sagrada imperecedera...” (ver texto completo en la Cuarta Parte –
“Elementos de Filosofía y esoterismo del Grado”, texto referido a los
“Fundamentos de la Doctrina Filosófica de la Masonería”).

El trabajo en un Templo determina que los pensamientos como las actitudes que
se forjan en él no responden a una naturaleza corriente, puesto que en la actividad
que se lleva a cabo en un Templo existe una trascendentalidad y amplitud de
miras que el pensamiento vulgar tiende a inadvertir; el iniciado aprende a respetar,
honrar y comprender aquello que considera Sagrado, de hecho, no solamente
desde el mero punto de vista de un culto, sino con una mayor profundidad, desde
la visión de aquello que representa la búsqueda interminable de la verdadera
naturaleza humana; la Verdad esencial y espiritual del Ser Humano; seguramente
desconocida y quizás inalcanzable para nuestra forma material y de consciencia,
pero concebida como ideal se vuelve potencialmente realizable y a través de una
expansión de la vida iniciática es posible transformar esto en el centro mismo
hacia el cual tienda indefectiblemente la forma existencial de la vida en nuestro
Universo.

Estar dentro del Templo es responder a este principio, es aceptar la verdad de una
naturaleza trascendente más allá de la realidad material y racional, es aceptar que
la Verdad es velada continuamente por nuestra forma imperfecta de creer el
mundo, por la influencia del error con que percibimos lo que nos rodea, por el
modo prejuicioso como establecemos los criterios de nuestra vida en general y las
actitudes que de ello se desprende, por la debilidad implícita de nuestros puntos
de vista y la confusión a que nos arrastra la falta de dominio sobre nuestras
pasiones, es aceptar la existencia de una alma imperecedera que evoluciona A
L∴G∴D∴G∴A∴D∴U∴ en un Cosmos en constante expansión y revolución, en
procura de alcanzar su propio destino.

Esta comprensión, la expansión y altura que ello produce sobre los puntos de vista
y la profundidad y constancia del estudio – para el iniciado, la fuente principal de
su estudio reside en todo aquello que para el profano es tabú, es decir, aquello de
lo que no se habla, de lo que no se piensa y mucho menos: se siente; por que su
sola ideación constituye, para la debilidad de su mente y de su espíritu, la causa
fundamental de donde proviene la angustia, el prejuicio y el miedo más recóndito
y mortal – establece la principal diferencia entre la condición propia de la vida
iniciática respecto la que, naturalmente, se vive fuera o al margen del Templo, es
decir, la vida profana.

34º Pregunta:
P: ¿Qué sitio se os señaló en Log∴?.
R: La Col∴del N∴, por que aún mis ojos solo pueden soportar los reflejos de
la luz de Mediodía.

Siendo el Templo la viva imagen del Universo, es lógico suponer que todo el
simbolismo alusivo esté directamente relacionado con este precepto, en tal sentido
y dado que la antigua tradición, desde donde proviene la enseñanza masónica,
responde a los puntos de vista del hemisferio norte, esta pregunta en especial del
catecismo del primer grado, deriva directamente de ese criterio.

Si nos ubicamos en el hemisferio norte, podremos observar que al progresar en


latitud (es decir, si viajamos hacia el norte – desde el ecuador hacia el polo –) el
efecto de la radiación se traduce en que los rayos solares caen hacia el Norte en
forma mas oblicua; produciendo una luz cada vez más tenue y provocando que el
frío, la penumbra y la oscuridad vayan ganando paulatinamente una mayor
rigurosidad. Cabe destacar que en los países nórdicos como en el norte de
Finlandia, la estepa siberiana, es decir, el norte de Rusia, el norte de Canadá o
Alaska, por ejemplo, es posible experimentar noches obscuras que duran hasta 6
meses completos y un clima polar durante todo el año debido a la débil influencia
de los rayos solares. También es importante hacer notar el modo como los centros
productivos se encuentran hacia el Sur mientras que los grandes desiertos
helados hacia el Norte. en Canadá, por ejemplo, a pesar de su vasta geografía,
solo es productiva como centro de actividad social y económica una pequeña
franja de 100 Km. a lo largo de la frontera con los EEUU, el resto de la geografía
que se extiende hacia el Norte, es auténtico desierto, nevado y estéril.

Esto se puede comprender con mayor amplitud si entendemos que el Sol, en el


tránsito que realiza por su órbita aparente en la esfera celeste, la Eclíptica, nunca
alcanza una distancia angular mayor a los 23º 27’ al norte del ecuador, en su
aspecto verdadero esto es debido a que ese es el ángulo de inclinación del eje
polar terrestre. Si experimentamos acerca del efecto que esto produce en el
hemisferio norte, podemos darnos cuenta que a la hora del mediodía, también
llamada meridiana, que es cuando los rayos solares caen a plomo sobre la tierra –
es decir, en forma perpendicular y con su mayor intensidad, para todo observador
a esa hora, en cualquier longitud – la tierra recibe una mayor influencia de los
rayos del Sol en Sur – es decir, hacia el ecuador – mientras que paulatinamente
hacia el Norte – hacia el polo – se producirá, cada vez, una mayor penumbra y
oscuridad a medida que se progrese en latitud.

El uso del Norte como símbolo de oscuridad proviene ya de los rituales primitivos,
siendo una parte principal de los antiguos mitos y religiones solares, así como de
las antiguas filosofías, como por ejemplo la hermética y gnóstica;. En definitiva, el
lugar que ocupan los Ap∴ dentro del Universo Simbólico que es el Templo,
representa la necesidad del Neófito de desarrollar sus estudios masónicos
acostumbrando lentamente la vista a la acción de la Luz – como símbolo de la
consciencia – cuya intensidad podría cegar su inteligencia si no se encuentra
completamente preparado todavía para recibirla. Dicho de otro modo, para no herir
la susceptibilidad de su sentido de la vista con el lado obscuro de todo
conocimiento que siempre lleva a la desilusión y desintegración como así también
para evitar que se deslumbre apasionadamente con su luminosa belleza, que
siempre conduce por el camino de la soberbia y la aniquilación.

Esto representa al camino del conocimiento que implica en el Ap∴, la necesidad


de moverse inicialmente hacia el Sur para escapar de lo frío y húmedo hacia lo
más cálido y seco, guiado por la ubicación del IIº VIG∴, quien desde esa posición
puede ver el Sol en su Meridiano (ecuador), que es donde posee su total poder y
resplandor y desde allí “...llamar a los hermanos del descanso al trabajo y del
trabajo al descanso a fin de alcanzar provecho y placer...”, de este modo, les está
marcando el lugar y la meta inicial de ese camino de la búsqueda que todo Neófito
debe proponerse como el primer paso que lleva hacia la perfección, es decir su
largo y difícil camino a Oriente.

35º Pregunta:
P: ¿Por que llamáis neófito al que acaba de iniciarse?.
R: Por que es un hombre renovado, recién nacido. Neo –nuevo, fito – luz.

Decimos en una instrucción posterior acerca de la Luz que “Es indudable y todos
los masones lo reconocemos así, que la Luz es el símbolo augusto fundamental
de la Masonería, puesto que es el primer símbolo que el iniciado ve al ingresar a la
Orden.

Antes de ello, cuando todavía la venda cubría sus ojos, las circunstancias se le
mostraban inciertas, obscuras y ocultas y por esta razón, debemos tener por
evidencia que la verdadera vida masónica está inscripta dentro los límites de la
Luz, es decir, estrictamente dentro de los límites de la Consciencia; por esa razón
es que el masón, como primera impronta de su crecimiento humano y espiritual,
trabaja en nuestros talleres simbólicos A L∴G∴D∴G∴A∴D∴U∴, de mediodía a
medianoche, siendo el ciclo de la Luz la fuente misma y origen del trabajo
productivo del Ap∴- en el arte de pulir la piedra y de volverla apta para los fines de
la masonería.

Podríamos decir que la luz, representa, en la simbólica masónica, a la


consciencia, al SER. Por su parte, la ausencia de la luz representaría al reino de lo
inconsciente, del NO-SER. Es por eso que trabajar sobre nuestra propia
CONSCIENCIA es un hecho masónico puro, por que siendo Obreros de la Luz,
somos también trabajadores en el arte de expandir y mejorar los límites de nuestra
consciencia en pos de nuestro propio perfeccionamiento.”.
En tal sentido obsérvese que el Recipiendario, al momento de dejar caer sus
vendas y transformarlo en Neófito, lo primero que experimenta es el
deslumbramiento, no puede realizar una observación franca de lo que le rodea por
que sus ojos no están preparados todavía para soportar al reflejo de la Luz desde
las cosas. Con el tiempo, la vista se irá volviendo más eficiente para regular, a
través de las pupilas, la intensidad de la luz que permita afectar la retina, pero
mientras tanto deberá mantener una forma prudente de mirar y un lento
acostumbramiento. Con el tiempo, el ojo se va adaptando a la luz ambiente y cada
vez es capaz de captar las cosas con mayor nivel de nitidez. Del mismo modo el
iniciado se va adaptando a la vida del Templo, a medir la verdadera distancia que
lo acerca o lo separa de sus hermanos, las circunstancias de la instrucción, las
peculiaridades del ritual, las obligaciones, los derechos y su propia búsqueda
interior. Este es un proceso, como en el caso de la adaptación a la Luz, para el
que cada uno necesita de un tiempo diferente – su propio tiempo – el cual es sabio
respetar. Mientras tanto la analogía es la misma de la de aquel que todavía se
encuentra deslumbrado y no puede avanzar con comodidad y decisión, sino con
paso prudente y metódico, para no llevarse las cosas por delante o lo que sería
aún peor y efectivamente reprensible para la actitud de un iniciado: “adoptar la
actitud infantil de no animarse a caminar por temor a la caída”, es por ello que el
camino iniciático no puede prescindir del Maestro, el cual siempre debe
encontrarse cerca del Ap para servirle de guía, motivación, estímulo y fortaleza.
El Maestro nunca caminará el sendero por el – porque de hecho, sigue su propio
camino – sin embargo, el simbolismo del Experto, en la iniciación, es claro al
recordarle al Ap∴ que ante la oscuridad siempre tendrá a su lado la mano fraternal
del Maestro que lo sostendrá sin importar el obstáculo, pero también encontrará
en ellas la rigurosidad del quien lo conduce, no por un campo de algodón, sino por
el camino escarpado, penoso y difícil del cual la realización del ser exige la
templanza de la vida iniciática.

36º Pregunta:
P: ¿Quién os ha instruido para darme esas contestaciones?
R: El Ritual y el Libro del Ap∴ que he recibido bajo promesa de conservarlo en
reserva y lejos de los ojos profanos. Las lecciones de mi IIº Vig∴, la atenta
observación de los MM∴ y Ccomp∴, los trabajos en Log∴ y mi voluntad de
aprender e instruirme.

La respuesta a esta pregunta debe dejar en claro, ante la visión del Neófito, que la
enseñanza masónica no reviste el nivel de organicidad de la enseñanza
académica. Sin embargo, si bien se juzga su método educativo, formativo e
instructivo como no formal, no por ello, deja de ser un modo sistemático de
enseñanza.

Las vías del aprendizaje se fomentan desde cuerpos de conocimiento


debidamente diferenciados: ellos son de orden teórico, práctico y tradicional. En el
orden teórico, el Ap∴ recibe conocimiento del Libro o Manual del Ap∴ que
contiene en forma detallada la fuente y los elementos de la doctrina y simbólica
masónica de su grado; los conocimientos de orden práctico los recibe de los
Rituales que contienen la liturgia del trabajo en el Templo y el modo como se
ejecutan y los conocimientos de orden tradicional los obtiene de las lecciones de
su Seg∴ Vig∴ y la atenta observación de los MM y Ccomp∴, se llama a esta
forma de conocimiento tradicional por que se transmite en la forma antigua, es
decir de boca a oído, prescindiendo de cualquier otro instrumento más que la
transmisión verbal.

Sin embargo no existe forma de conocimiento o técnica de enseñanza que sea


efectiva, ni el Maestro alguno o la mayor tecnología educativa que pueda resultar
eficaz, si no existe por parte del Ap∴, la voluntad de aprender e instruirse. De allí
la famosa frase que se atribuye a Pitágoras que dice: “no todas las maderas sirven
para hacer mercurio”. La palabra cae en saco roto cuando el oído no quiere
escuchar como es inútil que en paja húmeda se pueda encender fuego, de hecho,
primero es la disposición de aprender y luego recién adquiere valor el método de
enseñanza. La Masonería es un camino, pero la responsabilidad de transitarlo
depende de cada individuo, de cada masón, de cada iniciado y el compromiso con
su pretendida búsqueda de perfeccionamiento.

Asimismo, dicho compromiso involucra también la obligación de conservar ese


conocimiento en reserva y lejos de los ojos profanos, ¿es acaso este conocimiento
tan exclusivo?. Definitivamente, si. Decíamos anteriormente que la fuente de
estudios del iniciado constituye todo aquello que para la mente profana es tabú,
irrepetible, inconcebible e impensable. El sólo hecho de remover los prejuicios y
los miedos que asolan al mundo profano sólo atraería la desconfianza, la
hipocresía, el descrédito y hasta la violencia de los ignorantes, los temerosos y los
débiles sin aspiraciones trascendentes. No se trata de conocimientos de los cuales
el hombre pueda ufanarse como erudito, ni permiten conquistar por ellos jerarquía
académica alguna. Son conocimientos de la vida y el hombre que ni siquiera son
transmisibles por aquel, como ya se ha dicho, que no tenga oídos para oír, ni ojos
para ver. Darse cuenta no es una tarea sencilla y las más de las veces ni siquiera
representa una circunstancia feliz. Por ello: ¡Tiembla del deposito que se te confía
antes que regocijaros!, porque el conocimiento subyacente en la enseñanza
masónica no es un bien suntuario del que puedas hacer gala, sino un pesado
legado que transportarlo requiere de una espalda fuerte, de una fuerza de
voluntad determinada, de un espíritu de sacrificio probado y de un alma noble,
decidida y resuelta a cumplir con su destino.

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