Dialnet LaTeoriaDelReconocimientoDeAxelHonneth 8037500
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Citar como:
Espiter Villa, V.M. (2021). La teoría del reconocimiento de Axel Honneth: un
bosquejo moral de las formas de menosprecio social. Cuadernos de Filosofía
Latinoamericana, 42(125). https://doi.org/10.15332/25005375.xxxx
Introducción
En esta reflexión, se establecerá la forma en que Honneth, estudiando la
concepción moderna de la realidad y destacando el bosquejo social
desarrollado por Lukács, observa los errores conceptuales en los que se ha
incurrido frente a la necesidad de explicar los procesos de reificación
social, puesto que se restringe el análisis de la cosificación al resultado de
la comprensión fenoménica del entorno y a las condiciones de objetivación
sufridas por los individuos, dejando de lado que el maltrato, la humillación
y la desvalorización de lo humano se deben a un olvido del reconocimiento
debe señalar que en Descartes el sujeto cognoscente es la sustancia del yo que tiene
como esencia al pensamiento. Las cualidades cognitivas del cogito cartesiano le
permiten tener cierta preeminencia sobre las condiciones mecánicas de la sustancia
del mudo, develando que el mundo es susceptible de ser conocido por las facultades
intelectivas del sujeto. En el caso de Hume, el sujeto representa la naturaleza humana
En este orden de ideas, se puede inferir que, más allá del formalismo de los
procesos cognoscentes, son las connotaciones ateoréticas del ser lo que le
permiten tener un involucramiento existencial y una participación
auténtica en la vida cotidiana. En esta perspectiva, desde la interpretación
honnethiana del pensamiento de Heidegger, puede inferirse que “la
ejecución de la vida cotidiana está abierta para la existencia, y nos
enfrentamos a esta no como sujetos cognoscentes, sino que la existencia es
un campo de significación práctica en el cual estamos involucrados”
(Chuca, 2011, p. 10).
En ese orden de ideas, las falencias que pueda tener un sujeto en sus
facultades cognitivas simplemente ponen en evidencia su desconocimiento
de algo, su ignorancia o su limitación a la hora de asumir determinada
información. No obstante, cuando se produce un error de reconocimiento
es la presencia de algo la que se encuentra mirada con desdén, con desidia
o con indiferencia (cfr. Cavell, 1969, p. 263-264). Así, la brecha que hay
entre un fallo en el conocimiento y un fallo en el reconocimiento, entre lo
teórico y lo práctico, consiste en que en el primero de los casos se sufre por
la ausencia de información que enriquece al intelecto, en cambio, en el
segundo de los casos se sufre porque la presencia de alguien resulta siendo
invisibilizada o tratada con menosprecio.
En segundo lugar, Honneth señala que otra fuente del olvido, que por
cierto es más bien una especie de negación o de resistencia, tiene que ver
con “esquemas de pensamientos que influyen en nuestra praxis
llevándonos a realizar una interpretación selectiva de los hechos sociales”
(Honneth, 2007, p. 97). Esta fuente de reificación se relaciona con la
animadversión que se manifiesta frente a estereotipos físicos, psicológicos,
sociales o culturales que no se encuentran inmersos en los parámetros de
“normalidad” construidos e impuestos por las corrientes ideológicas
imperantes7.
7 Honneth se refiere aquí a las ideologías que imperan sobre una cultura
tradicionalmente constituida. Sin embargo, no ahonda en este problema porque, por
un lado, considera que este se desprende de toda fuente de reificación, y allí se
plantean un sin número de conclusiones que engloban todo el constructo teórico del
tema multicultural y pluriétnico. Por otro lado, Honneth tampoco profundiza en este
asunto porque la razón de ser de su investigación no se fundamente en la manera
como está determinado el ethos cultural de las comunidades minoritariamente
constituidas, sino que su análisis busca identificar la manera en que los esquemas de
pensamiento y ciertos perjuicios conllevan la negación, resistencia, olvido e
invisibilización de quien asume la vida desde una perspectiva diferente (cfr. Honneth,
2007, p. 97-98).
[…] aquello que podemos englobar genéricamente bajo la idea del amor,
afecto o empatía hacia el prójimo es lo que constituye el sustrato y el
elemento sustancial a partir del cual desarrollar el resto de actitudes y
experiencias de reconocimiento, lo cual nos revela, precisamente, la
importancia axial de la dimensión afectiva del ser humano. (Gil, 2015, p.
72)
En ese orden de ideas, podría decirse que “la moral individual, que busca
la universalidad, sólo puede realizarse quedando encarnada en
instituciones y costumbres porque éstas son la vida misma del Estado ético
en los individuos” (Dri, 1991, p. 33). En esta medida, la reciprocidad entre
particulares propicia la institucionalidad universal con el fin de
salvaguardar los principios que garantizan la satisfacción y la valoración
mutua. En tal condición, la persona particular está esencialmente en
relación con otra particularidad, de manera tal que solo se hace valer y se
satisface por medio de la otra y a la vez solo por la mediación de la forma
de la universalidad que es el otro principio (cfr. Hegel, 1968 [1837], p. 172,
[N° 182]).
De acuerdo con lo dicho, cabe señalar que cuando el derecho trasciende los
sentimientos, la simpatía o las inclinaciones individuales, no propugna
una retracción de la función autónoma y las concepciones específicas del
Tal exigencia moral que salvaguarda la función del singular implica que se
establezcan relaciones de derecho en el sentido jurídico, sin restar
importancia a los procesos de valoración subjetiva. Lo cual permite
establecer formas de respeto que se manifiestan por derecho y por
comunidad de valor (cfr. Parada y Castellanos, 2015, p. 66).
Frente a esta concepción del derecho, Honneth (1997) toma los postulados
de Ihering (1905) para señalar que
Cabe decir que, según Honneth, los esfuerzos de la burguesía por ponderar
el derecho moderno10 no puede quedarse en el atomismo social que
desestima el horizonte cultural y comunitario, sino que, sin desatender la
valoración subjetiva, debe garantizarse “un tipo de relación de interacción
en el que los sujetos recíprocamente participan en sus vidas diferenciables,
porque se valoran entre sí en forma simétrica” (Honneth, 1997, p. 157). En
ese orden de ideas, la valoración del singular, manifestado en el desarrollo
de la autoestima, trasciende hacia la apreciación de las capacidades de los
congéneres, toda vez que al “considerarse recíprocamente a la luz de los
valores que hace aparecer las capacidades y cualidades de cualquier otro
como significativas para la praxis común” (Honneth, 1997, p. 158), de una
forma u otra, establecen relaciones de empatía en la que, indistintamente
de la cercanía afectiva con determinado sujeto, se estiman las propiedades
individuales de quienes participan en los procesos de interacción para
construir el horizonte social.
Conclusión
De acuerdo con lo señalado en el transcurso de esta reflexión, se puede
concluir que, comprendido el problema de la reificación social, no desde
categorías racionales cognitivas sino a partir de connotaciones ateoréticas
que definen la praxis humana, el olvido sufrido se constituye en la
experiencia de menosprecio que socaba el sentido de la existencia. Ello se
explica porque, al desatender la presencia del otro como un sujeto que
espera ser reconocido, la pérdida de la propia confianza, la ausencia del
autorrespeto y el sometimiento a la indignidad, hacen que la vida humana
Referencias
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Contribuciones al pensamiento relacional. A. Painceira (trad.). Madrid, España:
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Barcelona: Crítica.