Tierra Nueva-Patria Nueva

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PLAN DE DESARROLLO HUMANO INTEGRAL

CAPÍTULO TIERRA

Plan Estratégico de Redistribución Poblacional Voluntaria y Creación de


Comunidades Rurales Organizadas:

Tierra Nueva, Patria Nueva

Argentina, Mayo de 2020


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RESUMEN EJECUTIVO

El presente Plan propone la Redistribución Poblacional Voluntaria de un sector de la


población urbana del país hacia zonas rurales, por medio de un proceso de
“recuperación del campo” que tenga como principal estrategia la creación de
Comunidades Rurales Organizadas, productoras de alimentos sanos y abocadas al
cuidado de la Casa Común, tal como plantea el Papa Francisco. Se trata de un
verdadero hito en una necesaria y urgente refundación de la Patria.

Se parte del hecho de que la estructura territorial y demográfica de la República


Argentina es un caso atípico dentro de la estadística mundial: es el 7mo territorio
nacional de mayor superficie del mundo, pero el 32vo país en términos de su cantidad
población; configurándose como uno de los países menos densamente poblado y con
una de las tasas de urbanización más altas (92%). La contracara de estas
características es una estrategia de inserción internacional centrada en la agronegocio
y la explotación minera e hidrocarburifera.

De allí que este Plan afirme la plena vigencia de la consigna alberdiana “Gobernar es
Poblar”, pero ahora repensada desde una política de fomento de la migración interna y
la redistribución poblacional, tendiente a la desconcentración de las grandes ciudades
y el repoblamiento de las zonas rurales. Como tal, es un proceso que debe ser
impulsado con un fuerte protagonismo estatal, en una dinámica sinérgica con las
organizaciones populares urbanas y rurales del país, cooperativas agrícolas, los
movimientos campesinos y las comunidades originarias.

Es fundamental aclarar que para un desarrollo exitoso es necesario trabajar


firmemente en la mejora de las condiciones actualmente existentes en la ruralidad, las
comunidades originarias y la vida de los pequeños pueblos de nuestro país, ya que es
esta la piedra angular sobre la que puede edificarse un proceso de “recuperación del
campo”. En este sentido, el presente Plan presenta algunas alternativas para el
desarrollo de otros tipos de políticas de redistribución y arraigo, algunos ligados a
situaciones que ya existen y necesitan ser identificadas, reconocidas, planificadas y
dignificadas (como lo que sucede en los cinturones verdes de las ciudades, las áreas
comunes campesinas, los territorios comunitarios indígenas), y otras que tomando
experiencias de loteamientos similares (mutuales, sindicatos, etcéteras) pongan el
énfasis en el desarrollo de la agro-ecología y el cuidado de la tierra, como lo que aquí
denominamos: asociaciones de vecinos.

Para toda esta batería de medidas y propuestas concretas, es necesario el desarrollo


de otra acción estratégica que hemos denominado “Plan Arraigarnos” (que se
concentre en lograr detener la migración actualmente existente desde las zonas
rurales hacia los centros urbanos), la cual en conjunto con el “Proyecto de Integración
Urbana” de los barrios populares de todo el país -que impulsan el ReNaBaP y la
UTEP-, constituyen tres columnas complementarias necesarias para pensar un país
distinto que constituyan un proyecto de reforma territorial integral de la República
Argentina.
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Para la implementación y desarrollo del conjunto del Plan, entendemos necesario la


creación de un Instituto de carácter autárquico, centralizado, democrático con
protagonismo popular, que tenga un fondo fiduciario propio, que sea el
responsable de la coordinación con otros institutos y ministerios, de la correcta y
trasparente ejecución presupuestaria, y de dar cuenta políticamente de la
implementación, ejecución y seguimiento en tiempo y forma del mismo.

También será necesario una batería de legislación que además de delinear los
contornos generales de aplicación y ejecución del Plan en su integridad, sirva también
a modo de regulación de cada una de las actividades laborales, planes de fomento e
impulso específicas que hacen parte de la presente propuesta.

Situación de la tierra y modalidades de acceso

Respecto de la tierra, el criterio que se propone, para una primera etapa, corresponde
a utilizar y recuperar los antiguos trazados de los ferrocarriles, dando utilidad a la tierra
(en muchos casos apropiada indebidamente por grandes terratenientes o productores
privados), edificios, materiales hoy abandonados y en desuso. En segundo lugar, se
propone recuperar la muy numerosa cantidad de tierra correspondiente a Unidades
Productivas de propiedad fiscal existente, la que se según datos de INDEC-CNA,
corresponde a un total de 5.797.440 hectáreas en todo el país.

El acceso a esa tierra rural fiscal en la actualidad adquiere una enorme complejidad,
dada la diversidad de situaciones y regímenes jurídicos existentes. Por un lado, la
misma puede estar en administración federal, provincial o local. El Gobierno Nacional
tiene como entidad encargada a la Agencia de Administración de Bienes del Estado
(AABE), existiendo en las Provincias entidades de similar tenor, bajo normativas y
prácticas de gestión propias.

En los últimos años han aparecido, sobre todo en los ámbitos locales, pero también en
algunas provincias, experiencias de “bancos de tierra”, como modalidad de registro
único unificado que procura asegurar la disponibilidad y transparencia en las
concesiones. Por otra parte, existen entidades públicas descentralizadas que
administran tierra rural fiscal bajo regímenes particulares, siendo los casos más
paradigmáticos en el ámbito nacional la Administración de Infraestructuras Ferroviarias
(ADIF), el Instituto Nacional de Tecnologías Agropecuarias (INTA) y la Administración
de Parques Nacionales (APN). Nuevamente, existen situaciones similares en las
escalas provincial y local.

Como característica general se puede decir que las experiencias presentadas como
ejemplos en el presente Plan, se han desarrollado en tierras fiscales ociosas,
propiciando una política de re-funcionalización de las mismas hacia la producción
agrícola-ganadera y el asentamiento habitacional de baja densidad. Esta estrategia de
acceso a la tierra puede ser replicada en diversos territorios, para lo cual es preciso
que se aseguren algunas condiciones. En un primer momento, se considera
provechoso utilizar y recuperar los antiguos trazados de los ferrocarriles, donde se
dispone de modo regular y continuo de importantes cantidades de tierra fiscal en
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desuso en diversos territorios del país; las cuales poseen diversas instalaciones
(edificios, galpones, rieles y durmientes), infraestructuras eléctricas y materiales
varios, muchos en desuso o abandonados, y que podrían ser re-utilizados.

Ahora bien, si bien el acceso a las tierras ferroviarias en desuso y sus linderas puede
ser relevante para las experiencias piloto presentadas, y tal vez una buena estrategia
en el corto plazo, entendemos que para asegurar un real impacto transformador en el
marco de este plan, la tierra fiscal ociosa es limitada y precaria. En ese sentido,
consideramos muy importante acceder a tierra pública rural en actividad agrícola.

En el corto plazo, y continuando con las estrategias ya en marcha, se propone la


concreción de acuerdos de comodato y/o concesión de tierras fiscales nacionales
agrícolas y/o rurales en desuso a las Comunidades Rurales Organizadas. Para ello, la
UTEP solicita acceso a los registros de la ADIF y al sistema SIENA (registro de la
AABE). En torno a los mismos, se realizarán proyectos concretos de intervención,
basados en la disponibilidad de recursos, requerimientos y capacidades locales.
También en este corto plazo, debería poder utilizarse las banquinas para sumar tierras
a las experiencias de las Comunidades Rurales Organizadas. Asimismo, sería
importante la creación de modalidades de acceso a crédito y el acompañamiento
estatal a Cooperativas de productores y/o Asociaciones de vecinos/as, para la compra
colectiva de tierras rurales privadas, destinadas al desarrollo de proyectos
habitacionales, productivos y de cuidado del medio ambiente.

En el mediano plazo, se considera prioritaria la creación de un banco nacional de


tierras rurales públicas, en el cual se unifiquen registros nacionales, provinciales y
locales, y se asegure una gestión transparente y con participación popular local para el
acceso a tierra productiva. El mismo debe ser una entidad autárquica descentralizada
a escala regional, con presencia de las distintas instancias gubernamentales y de los
productores, trabajadores y comunidades.

En el largo plazo, este proyecto prevé la creación de una ley nacional que otorgue a la
redistribución poblacional voluntaria y a la creación de Comunidades Rurales
Organizadas el carácter de interés y utilidad pública. Esto generaría la capacidad de
poder declarar sujetas a expropiación tierras rurales privadas bajo las finalidades de
este plan estratégico; creándose así un instrumento jurídico muy relevante para las
organizaciones populares y, en general, para la soberanía política, la independencia
económica y la justicia social.

Las nuevas Comunidades Rurales Organizadas, al menos en las experiencias


iniciales, deben ser una especie de satélites de localidades preexistentes, de modo
que se aproveche la infraestructura previa, readecuándola y mejorándola para recibir a
los/as nuevos/as pobladores/as; apostando y construyendo activamente una
interculturalidad rica y respetuosa, que sea origen y fuente de una nueva visión de la
Argentina del Futuro. El crecimiento posterior, puede tomar la forma de una extensión
en red de las diversas comunidades. Se cree aquí que el único modo de que el Plan
presente un relativo éxito, es respetando siempre y en todo momento la cosmovisión
de los pueblos preexistentes, y generando espacios de diálogo permanente entre
quienes llegan y quienes ya habitan dichos territorios.
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Comunidades Rurales Organizadas: regresar a la tierra, habitar y producir


alimentos sanos

Podríamos definir a las Comunidades Rurales Organizadas como espacios


territoriales y sociales comunitarios de vida y trabajo, dedicados principalmente a
actividades primarias de producción, compuesto idealmente por un porcentaje similar
de pobladores locales y otros venidos de centros urbanos, que se construye en zonas
rurales cercanos a pueblos pequeños ya existentes a modo de una extensión en red
del mismo.

Este proceso debe comenzar (como parte integral y fundamental del proceso) por
garantizar la construcción de la infraestructura necesaria para que las familias se
muden hacia las comunidades como condición sine qua non. Este periodo servirá
también para comenzar el proceso de generación de comunidad, vinculación afectiva,
conocimiento entre comunidad pre-existente y nuevos pobladores, etcétera.

El Plan en concreto posee una faceta socio-comunitaria, que a su vez, está dividida en
dos grandes áreas que aquí proponemos llamar: “necesidades básicas satisfechas” e
“ideas-fuerza para una dinámica social de encuentro y Común-Unidad”; y una faceta
productiva, que se sugiere conste de tres niveles o dimensiones: 1. La seguridad
alimentaria familiar; 2. La soberanía alimentaria comunitaria; y 3. El abastecimiento de
mercados extra comunitarios. La focalización en la producción agropecuaria no
desdeña (sólo la prioriza) otras actividades productivas o laborales no primarias que
pueden desplegarse desde y en las comunidades (desde turismo, hasta las diversas
actividades profesionales o los trabajos de servicios necesarios).

Dentro de la esfera correspondiente a lo socio-comunitario, el área que dimos en


llamar “necesidades básicas satisfechas” requiere como piso para una exitosa política
de “recuperación del campo”, realizar acciones concretas para garantizar las
siguientes dimensiones: 1. Seguridad alimentaria; 2. Acceso a la Salud; 3. Acceso a la
Educación; 4. Trabajo y Economía Popular; 5. Acceso a servicios básicos, agua
potable y energía; 6. Mantenimiento de Caminos y acceso de los transportes; 7.
Acceso a la Conectividad, Comunicación e Internet; 8. Acceso a la Cultura
Comunitaria, Deporte, Arte y Recreación; 9. Equidad de género y cuidado frente a la
violencia; 10. Acceso a un ambiente sano. Todos y cada uno de ellos fundamentales, y
sobre los que brindamos propuestas concretas para garantizarlos.

Respecto a las “ideas-fuerza para una dinámica social de encuentro y Común-Unidad”,


creemos fundamental: 1. Crear Juntas Vecinales Rurales; 2. Partir de las experiencias
previas de vinculación entre los Movimientos Populares Urbanos y Rurales; 3.
Procurar un tiempo de discernimiento y proceso de decisión/selección de las familias;
4. Observar la composición aproximativa de las nuevas comunidades; 5. Garantizar el
acompañamiento técnico y profesional; 6. Respetar la organización comunitaria y el
ordenamiento/planificación territorial participativa amigable con el medio ambiente; 7.
Prever mecanismos comunitarios para la mediación, resolución pacífica y con Justicia
Social de los conflictos, así como Centros de Acceso a la Justicia Rurales; 8.
Promover dispositivos y procesos de sanación en casos de consumos problemáticos
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de estupefacientes; 9. Innovar en dispositivos de cuidado comunitario y no policíaco.


Todos procesos sobre los que también se desarrollan propuestas concretas basadas
en experiencias acumuladas.

A su vez, entendemos fundamental la creación de un Salario Social por Arraigo, que


acompañe a las familias que decidan mudarse desde la Ciudad hacia la Ruralidad
(ruralidad dispersa o poblaciones de menos de 2.500 habitantes), por un periodo de al
menos 6 años (se estima que se requiere un mínimo de 3 años para estabilizar una
producción, más 2 años mínimo que llevará generar las condiciones infraestructurales
necesarias para una Vida Digna), el que entendemos debe estar como regla general
en cabeza de las mujeres de cada familia. Empero, entendemos que esta política de
incentivo monetario (como todas las que otorgan derechos) deberían idealmente ser
pensado de manera universal, es decir, que tengan acceso todas las familias que
vivieran en zonas rurales (dispersas o poblados de menos de 2.500 habitantes).
Incentivos o reconocimientos similares existieron para bonificar por “zona
desfavorable” a los trabajadores argentinos que habitaban zonas sumamente
despobladas durante muchos años. El mismo, entendemos, que debe ser al menos
igual al costo de la canasta familiar en la zona en que la Comunidad Rural Organizada
se desarrolle.

Si bien cada uno de los puntos detallados arriba son fundamentales y


complementarios, queremos remarcar el énfasis que se necesita poner en el sistema
educativo. Las experiencias propuestas lejos están de recrear una ruralidad ligada a
esa idea de atraso y el aislamiento, sino que por el contrario buscan ser la semilla del
futuro de esta nación; por lo que se vuelve central el sistema educativo en todos sus
niveles, desde el pre-escolar hasta el acceso a los niveles superior y universitario.

Además, será necesario extender, fortalecer y/o crear redes, servicios y medios de
comunicación para garantizar los derechos a la comunicación y la conectividad
digital. Lo que incluye tanto medios de comunicación popular al estilo radios
comunitarias, como la construcción de redes libres comunitarias y descentralizadas de
Internet, ya sea por aire o aprovechando el tendido de la fibra óptica en los casos en
los que exista. Respecto de ello, existen experiencias antecedentes exitosas que
merecen ser replicadas y ampliadas, como la Red Quintana Libre (José de la
Quintana, provincia de Córdoba), promovida por la organización AlterMundi, que es la
red libre de internet más extensa de América Latina.

En la esfera de lo productivo, si bien va a ser necesario en cada experiencia concreta


desarrollar un plan económico y de producción, acorde a las condiciones geográficas,
económicas, sociales y culturales del territorio; proponemos un modelo estándar
centrado en la producción de alimentos y productos manufacturados, que sirva a fines
orientativos. Respecto a la seguridad alimentaria familiar, proponemos retomar la
lógica de producción diversificada para la auto sustentación doméstica, donde el eje
está puesto en la producción de alimentos de alta calidad nutricional y posible de
intensificar: 1. horticultura orgánica familiar y 2. cría de animales de granja de
producción de baja escala. Para este desarrollo va a ser necesario el acompañamiento
para la incorporación de saberes productivos que puede realizarse de dos modos
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complementarios: a) compartición de campesino a neo-campesino; b)


acompañamiento técnico-profesional.

En lo que refiere a garantizar la soberanía alimentaria comunitaria, se requiere de


equipamiento y recursos de uso colectivo, generando economías de escala que
vuelvan pertinentes las inversiones comunitarias y permitan avanzar en otros ámbitos
de la producción como los sistemas de producción de cereales, legumbres y
oleaginosas; la producción de lácteos; el engorde a corral de bovinos y ovinos; la
elaboración de procesados de excedentes hortícolas, lácteos, cárnicos, etc.; la
extracción y procesamiento de productos apícolas; los sistemas de faena: todos ellos
procesos que requieren de inversiones que solo pueden garantizarse si se genera
escala comunitaria.

En cuanto al abastecimiento de mercados extra comunitarios, se toma en cuenta:


1. La comercialización con organizaciones urbanas de la UTEP, para el fortalecimiento
de la seguridad alimentaria de las mismas; 2. El abastecimiento a comedores
escolares, hogares de ancianos, cárceles, hogares de día y otras instituciones
públicas; 3. La comercialización a la población en general, contando con sistemas de
variación de precios en función del poder adquisitivo del sector de la población al que
se llegue con los productos.

Módulos diferenciados para la ejecución del Plan

Además de las Comunidades Rurales Organizadas, el presente Plan contempla


otros 5 módulos diferenciados para una ejecución efectiva e inteligente del mismo.
Éstos buscan atender la situación de sectores sociales que ya se encuentran
habitando áreas periurbanas o rurales, pero requieren acompañamiento estatal para
mejorar su situación habitacional, laboral y productiva; o bien, el caso de familias que
tengan la voluntad de asociarse para la adquisición de tierras rurales, sin que ello
implique la integración productiva. Se trata de propuestas estándar o prototipo que
podrán ser modificadas o readecuadas para una mejor adaptación a cada caso
concreto.

“Cooperativas de Quinteros Periurbanos – COQUIP”

La evidencia reciente ha demostrado que los cinturones agrícolas de las ciudades


generan beneficios en diversos planos. En primer término, los mismos proveen de
alimentos, fibras, maderas y medicinas a mercados de cercanía, asegurando cortas
cadenas comerciales y alta flexibilización de producto a la demanda. Asimismo, la
producción agrícola de cercanía provee de servicios ecosistémicos de regulación,
entre los cuales se encuentran la preservación de agua de superficie, subterránea y
gaseosa, erosión, absorción de nutrientes, polinización y control climático y de plagas.

En la actualidad, esos cinturones agrícolas se ven afectados tanto por la presión del
agronegocio como por la presión del desarrollismo inmobiliario, por lo que requieren de
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políticas y legislaciones específicas tendientes a su protección y fomento. Además,


los/as trabajadores/as rurales que allí habitan y producen son hoy en su mayoría
migrantes de origen boliviano, o nuevas familias descendientes de aquellos/as, que
atraviesan enormes dificultades en cuanto a precariedad habitacional y laboral.

Por todas estas razones, una política de arraigo y fomento a la pequeña producción
periurbana aparece como estratégica y debe ser tenida en cuenta en un proyecto de
reforma territorial de la Patria. La misma podría no solo consolidar a los/as
trabajadores/as de un rubro central de la soberanía alimentaria nacional, sino
incentivar el ingreso de población popular urbana a la actividad agrícola. Aquí se
proponen dos estrategias posibles para el desarrollo de Cooperativas de Quinteros/as
Periurbanos: a) la creación de comunidades de quinteros/as sobre tierras públicas
agrícolas y/o en desuso en contexto periurbano, que incluyan un plan de construcción
de viviendas dignas y la posibilidad de acceso a créditos productivos; y b) el acceso a
crédito para la compra colectiva (organizada por las cooperativas) de tierras privadas
agrícolas en los periurbanos del país, para el desarrollo de pequeñas unidades
habitacionales-productivas, con proyectos de producción intensiva bajo cubierta (que
requieren menor extensión de tierra).

“Áreas Campesinas para la Soberanía Alimentaria”

Se trata de una iniciativa del Movimiento Campesino de Córdoba, que busca


establecerse como una herramienta legal que permita reconocer situaciones que
existen de hecho a lo largo y ancho del país; y frente a las cuales la legislación actual
es poco receptiva. Un Área Campesina se define como un espacio geográfico con
características socioambientales específicas, donde se pueda proteger y reproducir la
forma de vida de las familias campesinas. En este territorio se puede vivir y producir
como histórica y ancestralmente se ha hecho, procurando mejorar siempre la
producción, practicar los saberes y culturas propias de los pueblos, y resguardar la
biodiversidad.

Para que exista un Área Campesina se debe: 1) Declarar la utilidad pública del toda el
área, reconociéndosele el uso y goce a las personas y familias campesinas relevadas;
2) Incorporar a la misma como categoría al Sistema de Protección de las Áreas
Protegidas del Estado Nacional; 3) Realizar un Relevamiento Territorial Campesino –
RTC de las personas y familias campesinas ocupantes del territorio; 4) La tierra puede
ser pública -inembargable, imprescriptible, intransferible y no sujeta a concesión- o
privada -sometiendo el dominio a un uso social, ambiental y culturalmente sustentable-
; 5) Procurar el co-manejo y co-gestión del Área Campesina entre el Estado (Nacional,
Provincial y/o Municipal) y la/s organización/es campesina/s.

“Asociaciones de vecinos: nueva ruralidad”

Contemplan el acompañamiento y apoyo estatal a Asociaciones Civiles que nucleen a


grupos de vecinos/as y compradores/as de tierra rural, los cuales para ingresar no
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deben necesariamente participar de la elaboración de un proyecto productivo


colectivo, pero sí comprometerse a desarrollar individual o familiarmente -en 2
hectáreas- la producción agroecológica y/o el cuidado del medio ambiente, los bienes
comunes y el territorio.

En Europa se han desarrollado diversas políticas de fomento al asentamiento rural de


familias jóvenes de perfil profesional que quisieran desarrollar proyectos agro-
productivos, con el objetivo de repoblar zonas rurales y de generar “usinas” de
proyectos agropecuarios, como las propuestas agroecológicas, de permacultura, etc.
En nuestro país existen muchísimos antecedentes de loteamientos populares
desarrollados por organizaciones civiles, cooperativas y sindicatos. En ellas, la
asociación es la encargada del cobro de cuotas, selección del lote, tramitación
catastral, presentación del proyecto inmobiliario y las obras de instalación de servicios
e infraestructuras colectivas. El Estado debe acompañar y fortalecer la iniciativa de
estas asociaciones, desarrollando políticas de acceso a créditos.

“Pueblos Originarios”

En lo que respecta a los pueblos y comunidades indígenas, proyectamos que:

Por un lado, todo proyecto de repoblamiento, migración y fortalecimiento construido en


el marco de este proyecto-marco en espacios que estén localizadas en cercanías a
territorios de comunidades indígenas, debe respetar las formas de habitar el territorio
de dicha comunidad, consensuando previamente todo proyecto con aquella. Esto
incluye, por ejemplo, y sobre todo, proyectos de urbanización, infraestructura, acceso
a servicios básicos, etc. que puedan tener un impacto fuerte en el territorio y ser
contrarias a la realidad de la comunidad en cuestión.

Por otro lado, y en este mismo sentido, todo proyecto de defensa, protección y
recuperación de territorio indígena para la producción/reproducción de la vida debe
partir del cumplimiento de todos los acuerdos internacionales sobre el “Consentimiento
Libre, Previo e Informado” (CLPI) de los colectivos indígenas en torno a las políticas
públicas que los atañen particularmente. En este proyecto se hace especial hincapié
en el respeto por las prácticas y saberes culturales de los pueblos y comunidades, y
por tanto, es importante tener presente la diversidad desplegada en la ruralidad (tal y
como la venimos caracterizando) y avanzar hacia la construcción de vínculos
respetuosos y constructivos.

Por último, este proyecto y las acciones concretas que de aquí se deriven, tiene que
respetar y no contradecir la legislación internacional, nacional y/o provincial en materia
indígena existente al momento de la ejecución.

“Comunidades Costeras y Ribereñas”

La pesca artesanal apuntala la seguridad alimentaria nacional como resultado de su


contribución a la nutrición balanceada de la población, reducción de la pobreza,
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desarrollo rural y obviamente al permitir avanzar en una redistribución poblacional


equilibrada y federal de nuestro país.

En el año 2019 las capturas pesqueras marítimas declaradas en Argentina


ascendieron a 0,78 millones de toneladas (la captura “real” estimada superaría el
millón de toneladas), empleando a 13.764 trabajadores embarcados. Por lo tanto,
manteniendo la proporción que se da en América Latina entre mano de obra utilizada
en la pesca industrial respecto a la pesca artesanal, esta actividad podría dar trabajo
en nuestro país a más de 125 mil pescadores artesanales, incluso sin tomar en
consideración el desarrollo de la pesca artesanal en ríos y lagos.

Respecto de la Pesca Artesanal Marítima, en la actualidad los pescadores


artesanales bonaerenses (que son aproximadamente 1.200) se encuentran
principalmente en el Partido de la Costa, donde más de 500 familias viven de la pesca
artesanal -aunque suelen alternar esta actividad con otras, pescando preferentemente
en verano-. Por su parte, en las costas Patagónicas la población representa un 3% del
total del país, mientras que su litoral marítimo el 75% del litoral nacional con 17
puertos. Ambos datos impactantes, muestran la posibilidad de desarrollo de la
actividad en la medida en que exista un acompañamiento de políticas estatales para el
sector.

La pesca continental es modesta: está en continuo crecimiento desde inicios de la


década del 90. Prácticamente la totalidad de la producción corresponde a la actividad
desarrollada en la zona argentina de la Cuenca del Plata (subcuencas del Río de la
Plata, Uruguay, Paraná y Paraguay), donde se encuentra pesca artesanal. En total, en
la Argentina existen más de 400 cuerpos de agua con una superficie de
aproximadamente 25.000 km que incluyen lagos, lagunas y embalses superiores a los
5 km.

Los pescadores venden su producción a frigoríficos exportadores o a empresarios –


acopiadores que revenden el pescado en comercios de los centros urbanos cercanos
y de otras provincias, cuyo nivel de compra es tan fuerte como para imponer el precio,
incluso a valores irrisorios. Los agentes de comercialización se desentienden de la
reproducción de las unidades de pesca y por lo tanto toda la responsabilidad recae en
el grupo doméstico del pescador.

Debe sumarse a lo dicho que la acuicultura tiene un escaso desarrollo en Argentina.


Hay varios centros de desarrollo tecnológico e instituciones trabajando en el área.

Dado que la pesquería a pequeña escala en Argentina tiene el potencial de ser


económicamente factible y una contribución invaluable en la lucha contra la pobreza y
la desnutrición, el éxito de la misma depende del apoyo administrativo y técnico del
Estado, para lo cual debe establecerse un programa integrado, participativo e
interdisciplinario que permita mejorar la organización, eficiencia y productividad de las
comunidades pesqueras artesanales con propuestas realizables y la voluntad política
necesaria para alentar su consecución. Además, constituiría no solamente un
desarrollo económico y social sino también a un manejo sostenible de los recursos
pesqueros.
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Tales políticas deben socializarse antes de ejecutarse para garantizar que cubren las
necesidades de los pescadores, considerando tanto los aspectos técnicos como las
carencias socio-económicas de estas comunidades, balanceando adecuadamente los
aspectos biológicos, tecnológicos y productivos. Esto requiere de un diagnóstico
participativo para su efectiva ejecución, que defina estrategias asertivas
mancomunadas en el marco de un plan federal, que estandarice las normas e
iniciativas de diversos entes tanto nacionales como provinciales en pos de
emprendimientos comunitarios territoriales en nuestros ríos, espejos de agua, lagos y
mares, contribuyendo integralmente a una Soberanía Alimentaria Nacional protectora
de los recursos naturales.

Viviendas en territorios rurales y periurbanos

La creación de nuevas comunidades o cooperativas en territorios rurales o


periurbanos, además de la infraestructura básica ya señalada, requiere la construcción
de viviendas. Tal como se insiste a lo largo del proyecto esto deberá evaluarse en
cada caso concreto, sí pueden recuperarse construcciones anteriores abandonadas o
en desuso, así como poner la mirada en los usos y costumbres de cada lugar respecto
de los mejores modos, alternativas y materiales de construcción. No obstante ello,
presentamos en este proyecto un modelo de construcción tradicional de un módulo de
10 viviendas, que permite comprender el impacto en la esfera de creación de empleo y
reactivación económica que podría tener un Plan como el propuesto.

Respecto de ello, y siendo el objetivo principal que se propone en este punto la auto-
construcción por parte de las familias que se radicarán en distintas zonas rurales o
periurbanas, los cálculos y proyección de tiempos de trabajo nos dan que, a ritmo de
construcción constante y simultáneo, habría 20/22 personas trabajando durante un
lapso mínimo de 6 meses en cada módulo de 10 viviendas.

Cuidado de la Casa-Común y Soberanía Nacional

Una consecuencia sumamente importante del presente Plan se encuentra en el


cuidado de la Casa-Común y defensa de la Soberanía Nacional: hoy reactualizadas al
necesario resguardo de los bienes comunes, el problemático despliegue de
estructuras criminales para-estatales y el desmembramiento territorial.

Este horizonte de conflictos obliga a tomar nota sobre: a) la instauración de la guerra


de quinta generación que se despliega por parte de los centros de poder imperialista,
la cual incluye como un punto central el ataque a infraestructuras que dañan en mayor
grado la vida urbana; b) la incalculable disparidad armamentística respecto de
cualquiera de los ejércitos de los países centrales1; c) elementos novedosos de las

1 Otorgando especial atención a quienes fueron hace algunas décadas aliados en contra de la
Argentina en la Guerra de Malvinas, a saber Inglaterra, Estados Unidos y la OTAN en su conjunto.
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guerras modernas como los crecientes y poderosos ejércitos privados, y el despliegue


de la guerra en el cuerpo de las mujeres como territorio de la guerra de quinta
generación.

Todas estas situaciones de riesgo se ven favorecidas tanto por la escasa densidad
poblacional en vastas extensiones, como por la concentración poblacional urbana
desmedida y no controlable en limitada superficie. Ante este panorama consideramos
que una estrategia defensiva de la soberanía nacional exige con urgencia un
programa serio y sostenido de redistribución poblacional, mediante el cual se
descompriman los grandes centros urbanos, se creen condiciones
habitacionales en áreas de baja densidad poblacional y se promueva el
asentamiento estratégico de población concientizada del valor patriótico de la
presencia en cada rincón de nuestro territorio.

Experiencias que ya caminan

Sin desconocer y dejar de valorar el variado universo de experiencias organizativas y


comunitarias existentes, que llevan años en el proceso de recuperar y habitar la tierra
a lo largo y ancho del país; el presente Plan presenta algunas pocas experiencias de
arraigo y repoblamiento rural en curso, que lamentablemente ni están enmarcadas en
un plan general que las cobije, ni cuentan con apoyo estatal para su consolidación,
expansión y reproducción con la intensidad, velocidad y alcance que deberían ser
necesarias. No obstante ello, su riqueza y trayectoria ha sido fundamental para
pensar, elaborar y proyectar en concreto, con realismo y desde la propia periferia, las
dimensiones imprescindibles para que un Plan como el propuesto tenga relativo éxito.

Se comparten las experiencias detalladas, y relatadas por sus propios protagonistas,


del Barrio Intercultural de San Martín de los Andes (Neuquén), del Refugio Libertad y
de Villa Albertina (Córdoba), diversas experiencias de los Departamentos de Ayacucho
y Rivadavia (Buenos Aires), y otra experiencia en provincia de La Pampa. Todas ellas
podrían servir de experiencias pilotos ya en desarrollo, que se potenciarían con un
marco que las contenga y un decidido apoyo estatal para el despliegue de dichas las
mismas.

Entendiendo que todo el Plan tendría un fuerte impacto en la vida política federal de
nuestro país, como en lo que refiere a la Soberanía y Defensa Nacional, y obviamente
en lo relativo a los aspectos económico, social, ambiental y sanitario, es que
entendemos que este Plan Estratégico es fundamental para una refundación urgente y
necesaria de la Patria. Razón que nos impulsa a proyectar, organizarnos e insistir en
caminar en este sentido.

¡Tierra Nueva, Patria Nueva!

¡Tierra Para la Vida Digna!


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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN15
FUNDAMENTACIÓN16
ANTECEDENTES25
PLAN40
a. Factibilidad: proyectar desde lo existente. La importancia de procesos
organizativos en movimiento40
b. Política de acceso a tierra rural para el desarrollo del Plan41
c. Comunidades Rurales Organizadas para una Vida Digna y Libre de Violencias42
d. Modelo productivo sustentable e integrado al mercado interno y la seguridad
alimentaria50
e. Módulos diferenciados para la ejecución del Plan52
Módulo “Cooperativas de quinteros periurbanos – COQUIP”53
Módulo “Áreas Campesinas para la Soberanía Alimentaria”56
Módulo “Asociaciones de vecinos: nueva ruralidad”59
Módulo “Pueblos Originarios”59
Módulo “de comunidades costeras y ribereñas”62
BIBLIOGRAFÍA72
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INTRODUCCIÓN
Martínez Estrada (1968) expresó que la ciudad de Buenos Aires fue conformada por
un movimiento centrípeto y no de expansión. Desde la Unión de Trabajadoras y
Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) creemos que las condiciones sociales,
económicas y políticas de la Argentina nos dicen que ha llegado el inexorable
momento de apostar por la construcción del movimiento inverso. Una expansión
centrífuga, del centro hacia la periferia, es el único modo en que este país pueda
proyectar un futuro (y un presente) con vida digna para sus habitantes: con salud,
trabajo, tierra y alimentos para todes; una soberanía nacional estable en todo su
territorio y un federalismo que supere las buenas intenciones. Es el momento de
repensarnos y actuar para la Independencia Económica, Soberanía Política y Justicia
Social del siglo XXI.

En el plano político e histórico, es necesario comprender que cuestiones básicas de la


supervivencia de cualquier comunidad y/o Estado, son las que refieren a su integridad
territorial y a la posibilidad del ejercicio de la soberanía nacional sobre su territorio y
bienes comunes, las que se encuentran fuertemente socavadas en las condiciones
actuales de concentración poblacional y dependencia económico-financiera. El país
necesita pensarse hacia dentro, mirando hacia el interior, y ya no más en la búsqueda
frenética de cómo ensanchar y acelerar el flujo de las venas (ayer vías ferroviarias,
hoy rutas y fibras ópticas) que conducen el esfuerzo del pueblo desde el interior hacia
las ciudades y desde éstas hacia la red global de valorización y expropiación de
riquezas del capital transnacionalizado.

Es necesario pensar en la dignidad de su población, de sus condiciones de existencia,


de los grandes problemas estructurales que azotan a este nuevo tiempo: las violencias
urbanas, les sin techo, les despojades, las hambrunas, los virus, la enorme cantidad
de población que ya no es -ni va a ser- parte del mercado formal industrial al estilo del
siglo XX. Esos enormes contingentes de “población excedente”, que lo son sólo en los
planes del poder concentrado, pero deben ser una prioridad política, económica y
ética de una refundación necesaria y urgente de la Patria.

Creemos que el mejor camino para lograrlo es un necesario e inevitable Plan


Estratégico de Redistribución Poblacional Voluntario y Creación de
Comunidades Rurales Organizadas: Tierra Nueva, Patria Nueva. Esta es la nueva
patriada que nos exige el tiempo histórico que confluye en este punto desde múltiples
vectores y coordenadas en un llamado urgente.

Entendemos que este Plan debe realizar el movimiento inverso al centrípeto


fundacional, siguiendo justamente el trazado de las antiguas venas que nos
desangraron: desandar la historia en concreto será seguir el esqueleto de todas
las vías férreas del antiguo país abandonado, utilizar sus tierras, estaciones,
galpones y materiales hoy en desuso. Entendemos que esas tierras y esos
espacios deben ser puestos a disposición del desarrollo del presente Plan
Estratégico de manera urgente y prioritaria. Eso sólo como una de los grandes
trazos del Plan.
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Desplegamos a continuación algunos fundamentos y razones técnicas, productivas,


demográficas, históricas, organizativas y políticas en este sentido. Las mismas
provienen de nuestra humilde experiencia, donde se encuentran diversos recorridos y
años de paciente construcción política popular en ámbitos tanto rurales como urbanos.

FUNDAMENTACIÓN
a. Coyuntura actual

No es ni capricho ni romanticismo el plantearse seriamente transformar los planetas de


ciudades miseria a las aldeas de la vida digna. Por el contrario, hoy más que nunca
existen fundamentos sanitarios para una necesaria y urgente reconversión
agroecológica como paradigma eco-social, donde el protagonismo popular de los
sectores más empobrecidos y organizados, debe ser fundamental. En ello, el Estado
debe tomar un rol impulsor y promotor de una organización a escala nacional de esta
nueva gran patriada, en un marco de capitalismo global financiarizado.

Debemos comenzar por marcar que las grandes ciudades modernas se han
presentado ante la pandemia como territorios eminentemente problemáticos en
términos sanitarios. Verdaderas “trampas mortales”. No es casual que paradigmas de
la urbanidad capitalista como Nueva York se conviertan en focos de contagio masivo,
o que aquellas que pudieron contener la expansión del virus debieran extremar al tope
el aislamiento físico.

Decimos que no es casual porque las megalópolis nos ofrecen a diario causas
estructurales para esperar diversos colapsos sanitarios: hacinamiento, sedentarismo,
enfermedades preexistentes asociadas a la mala calidad alimentaria, escasez o
contaminación del agua, y altos niveles de polución ambiental2; entre otros factores
que bien aplican a las grandes capitales de provincias argentinas. Específicamente
sobre la contaminación del aire urbano, algunos análisis ya esbozan la relación entre
zonas de mayor polución atmosférica y mayor incidencia de mortalidad por
coronavirus3.

Asimismo hemos visto cómo los “parates económicos” han reflejado de forma
elocuente la toxicidad de la “vida normal” de las urbes. En el caso argentino se reportó

2 Fuente: nota de El País de fecha 21/08/2019: Un macroestudio alerta de las muertes


provocadas por la contaminación urbana. Disponible en
https://elpais.com/elpais/2019/08/21/ciencia/1566408243_584360.html

3 Fuente: nota de El Mundo de fecha 21/04/2020: Un estudio vincula la mortalidad del coronavirus
con la contaminación en Madrid y el norte de Italia. Disponible en: https://www.elmundo.es/ciencia-y-
salud/ciencia/2020/04/21/5e9de6f1fdddffb19a8b4668.html
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mayor gravedad allí donde existe mayor tamaño de la ciudad4. Ignorar estos datos
como parte de los sistemas sanitarios, sus implicancias directas en la vida de millones
de personas, la drástica afección que implica en la infancia5, es cuanto menos
negligente.

Estos cuadros se agravan al extremo en el contexto de sociedades empobrecidas, con


deficientes sistemas de salud pública, y masivos sectores de la población malnutridos,
expuestos a contaminación fuera y dentro de su hogar. Lo acontecido en Guayaquil o
Manaos merecerían atención en esta línea. Pero incluso al interior de las ciudades, la
afectación causada por la pandemia tiene, como todo problema sanitario, distinto
impacto según la estratificación social.

En esta dinámica, organismos internacionales marcan que tres cuartas partes del peso
del futuro crecimiento de la población mundial recaerá sobre áreas urbanas con
escasa o nula planificación para acomodar y brindar servicios básicos. Esta es una
tendencia que ya conocemos bien en los conurbanos argentinos, no sólo de las
grandes capitales sino de varias ciudades intermedias.

Este es el mundo donde el mercado ha regulado el uso y ocupación de la tierra rural y


urbana, y esa es la razón por la que queda claro que justicia social y justicia ecológica
no pueden seguir escindidas. Los barrios más pobres de nuestros territorios
representan muchas veces verdaderas cloacas colapsadas de este planeta de
ciudades miseria de un lado, y desiertos verdes de otro. (Lo que ciertamente vuelve
también impostergable el proceso de integración urbana de todos los barrios populares
del país que vienen impulsando el Registro Nacional de Barrios Populares-ReNaBaP y
las organizaciones sociales nucleadas en la UTEP).

En definitiva, estos modelos de urbanidad se constituyen sobre la negación


permanente de las condiciones biofísicas, por lo tanto sanitarias, que necesita un
territorio para poder ser habitable por comunidades humanas. No se puede seguir
pensando la salud como una abstracción desligada de nuestra condición de especie, y
nuestros requerimientos vitales (aire, agua y alimento sano). En ese sentido, la
medida profiláctica de extensión de las cuarentenas con mayor restricción a
conglomerados de más de 500 mil habitantes nos debiera permitir hacer un análisis
más profundo sobre las bases ecológicas y sociales de largo alcance que subyacen a
esa acción de coyuntura, con las especificidades vividas en los asentamientos y
barrios hacinados. Asimismo esto debe movilizar de forma urgente y sin excusas, las
alternativas para desarticular estas cartografías.

4 Fuente: nota de Diario Perfil de fecha 17/04/2020: Disminuyó la contaminación atmosférica por
la cuarentena. Disponible en: https://www.perfil.com/noticias/ciencia/disminuyo-la-contaminacion-
atmosferica-por-la-cuarentena.phtml

5 Fuente: comunicado de prensa de OMS: Más del 90% de los niños del mundo respiran aire
tóxico a diario. Disponible en: https://www.who.int/es/news-room/detail/29-10-2018-more-than-90-of-the-
world%E2%80%99s-children-breathe-toxic-air-every-day
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No se trata de hacer una reivindicación ingenua de la ruralidad, porque justamente el


tipo de patrón rural que ha ido acompañando al crecimiento de estas megalópolis es el
agro de grandes extensiones de monocultivos, con saturación de tóxicos en tierra y
agua6 7, con erosión y voladura de suelos, sequías extremas e inundaciones,
deforestación, zoonosis asociadas (Wallace, 2020), producción de alimentos cargados
de pesticidas para el consumo masivo (Cabaleiro, s/f), y desnutrición y muerte de
niños como recientemente hemos padecido en Salta.

En ese proceso se intensificó la desposesión de las prácticas agroculturales que


brindaban autonomía alimentaria, diversidad en la producción y en las dietas ajustadas
a las diversas eco-regiones, con sus implicancias en la conformación de sistemas
inmunológicos adecuados al territorio habitado (Rossi, 2019). Como correlato, se
coadyuvó al hacinamiento en los márgenes urbanos, por un lado, y se estructuró un
sistema agroalimentario cada vez más deslocalizado, altamente contaminante e
insostenible en términos energéticos, potenciando las tasas de contaminación y el
calentamiento global (Grain, 2009), como así también la conformación de dietas
estandarizadas hechas para el mercado y no para nutrir.

Sobre este punto, el país presenta un panorama realmente dramático en términos de


exceso de peso –incluye las categorías de sobrepeso y de obesidad- tanto en niñas y
niños (13,6%), adolescentes (41,1%) como adultos (67,9%): “La epidemia de
sobrepeso y obesidad es la forma más frecuente de malnutrición y se confirma que
continúa aumentando sostenidamente en Argentina” (Ministerio de Salud y Desarrollo
Social de la Nación, 2019: 11). Además, los sectores con menos ingresos son los más
afectados. Por ejemplo, la prevalencia de obesidad en adultos fue un 21% mayor en el
quintil de ingresos más bajos respecto del más alto.

En el paroxismo de este modelo urbano hallamos hoy pequeñas comunidades en


zonas eminentemente rurales, que replican todos los vicios de las grandes ciudades,
como la cementación y estructuración en función del automóvil, creación de basurales,
y consumo masivo de alimentos ultraprocesados, y la importación extra-regional de
alimentos de fácil producción como buena parte de frutas y verduras.

Es justamente esta relación la que debe comenzar a invertirse como parte de una
política sanitaria de fondo. Todo ese camino hay que desandar para efectivamente
“elegir la salud” más allá del corto plazo. Las medidas profilácticas podrán correr el
problema hacia adelante pero un sistema sanitario de calidad y socialmente justo sólo
podrá empezar a construirse desde bases ecológicas y comunitarias saludables,
donde el sistema agroalimentario basado en principios agroecológicos es la primera
barrera inmunológica que debemos sostener.

6 Fuente: nota de Investiga de fecha 10/06/2019: Científicos de la UNLP advierten que el glifosato
está en todos lados. Disponible en:https://investiga.unlp.edu.ar/cienciaenaccion/cientificos-de-la-unlp-
advierten-que-el-glifosato-esta-en-todos-lados-10058

7 Fuente: nota de La Voz con fecha de 4/07/2018: Alertan por el fósforo que generan los feedlots:
podrían contaminar las napas http://agrovoz.lavoz.com.ar/ganaderia/alertan-por-el-fosforo-que-generan-
los-feedlots-podrian-contaminar-las-napas
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El alimento, el agua y el aire son la principal vía de salubridad de nuestros organismos.


Lo que hagamos con el modelo de planificación territorial en torno a estos ejes será
crucial para configurar un sistema de salud acorde al tiempo histórico que nos toca
vivir, que es el de un planeta ecológicamente devastado, listo para las próximas
pandemias y con el cambio climático como principal problemática sanitaria debido a
las múltiples derivas de mortalidad que acarrea, tal como advirtió hace algunas
semanas la OMS8.

El modo de vida urbano-céntrico y su contraparte del agronegocio son los motores


básicos de este problema que deben empezar a desarmarse, si al menos queremos
mitigar los daños que ya están en marcha. En el mismo sentido, un colectivo científico
internacional publicó un artículo de gran impacto donde se definió como “sindemia
global”9 al modelo agroalimentario actual, que deriva en tasas de desnutrición y
obesidad sin precedentes que conviven con el calentamiento climático creciente
provocado por este mismo sistema productivo. Lo que decanta en un proceso de
emanación constante de enfermedades a escala planetaria.

No se puede seguir pensando la salud desde la atención de la enfermedad, como si


habitar sociedades crónicamente enfermas fuese la normalidad. La pandemia nos
muestra que no se puede seguir escondiendo esta estructural injusticia social,
sanitaria y ecológica bajo el „capitalismo sustentable‟, „las buenas prácticas agrícolas
del agronegocios‟ y „sellos de ciudades eco‟.

Para la construcción de sociedades saludables, indefectiblemente se deben habitar


territorios que garanticen esas condiciones. Esto implica una distribución territorial
adecuada, la reconversión y salida de ramas productivas de alto impacto ambiental, la
definición de “actividades esenciales” para esas transiciones, y la construcción de
masivos programas de educación y cultura tendientes a desalentar el consumismo,
una educación eco-social con cultura agroalimentaria de enfoque agroecológico,
revalorización de formas de vida centradas en el „cuidado común‟, que den cuenta de
la innegable inviabilidad ecológica del actual modelo de producción-consumo.

Se trata de reconstruir una forma de habitación territorial donde el horizonte deseable


sea una nueva rur-urbanidad acoplada al territorio, a la bio-región, donde el objetivo
sea “producir vida digna” para muchas generaciones humanas, y “no producir
mercancías” para un presente de insatisfacción e insalubridad permanente. En este
sentido, y como recomendara la Relatora de Derecho a la Alimentación en una

8 Fuente: nota de Noticias ONU de fecha de 10/03/2020: El cambio climático es más mortal que el
coronavirus. Disponible en:
https://news.un.org/es/story/2020/03/1470901?fbclid=IwAR2Z4tYNpRzV7_bD6_lS8DjG_SAh75tYktgsyfs0j
6XM7m176Xdd4ncpa0k

9 Fuente: nota de El Diario de fecha 28/01/2019: Obesidad, desnutrición y cambio climático: una
"sindemia global" impulsada por los intereses de las industrias insalubres. Disponible en:
https://www.eldiario.es/sociedad/obesidad-desnutricion-cambio_climatico-ciencia_0_860564210.html
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reciente visita a Argentina (Consejo de Derechos Humanos AG-ONU, 2019), promover


la agroecología y su multi-dimensión alimentaria, ecológica, sanitaria, social y política,
se torna un desafío fundamental.

b. Características demográficas de Argentina

La estructura demográfica de la República Argentina es un caso atípico dentro de la


estadística mundial. Con sus 3.761.274 km2 es el 7mo territorio nacional de mayor
superficie del mundo (8vo si solo se cuenta su plataforma continental), mientras que
sus 45.195.777 habitantes lo convierten en el 32vo país más poblado. Como obvia
resultante, con una composición de 16,52 habitantes por km2 la Argentina es uno de
los países menos densamente poblado del mundo (casi cuatro veces por debajo del
promedio mundial) y el segundo del continente americano (casi la mitad del promedio
de América Latina y el Caribe)10.

Esta baja densidad poblacional se vincula con una altísima concentración poblacional
en sus centros urbanos11 y con una economía nacional cuya principal estrategia de
inserción internacional es el agronegocio y la explotacion minero-hidrocarburifera.

10 La existencia de grandes accidentes geográficos y biomas poco propicios para la actividad


agrícola y para el asentamiento humano (cadenas montañosas, volcanes en actividad, archipiélagos,
desiertos, sabanas tropicales, etc.) son el principal factor explicativo de la baja densidad poblacional de la
gran mayoría de los países (Rusia, Canadá, Omán, Mongolia, Australia). La Argentina tiene en sus
archipiélagos australes, en su territorio antártico y en las áreas cercanas a la cordillera de los andes esta
situación, pero en términos generales el área continental americana nacional se encuentra con actividad y
poblamiento casi su totalidad.

11 Si bien la concentración poblacional en ciudades es una tendencia mundial, a partir de la


década del 50 esta se profundiza por las políticas industrialistas y, posteriormente, con la recesión
mundial y la internacionalización del capital. Asimismo, la concentración urbana Argentina ha sido alta
durante todo el siglo XX, incluso más que duplicando la media mundial hacia mediados de la década del
60.
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Argentina es un país cuya principal actividad económica es la agricultura12, pero donde


las personas que viven en áreas rurales no llegan a ser el 9% de su población. De
estas poco más de 3 millones y medio de personas la gran mayoría viven en áreas
rurales dispersas (2.256.000), mientras que tan solo 1.271.000 viven en pueblos
rurales de hasta 2.000 habitantes.

En oposición, el 91,2% de la población argentina vive centros urbanos de diversas


dimensiones13, mientras que el 63,4% habita las ciudades de más de 100 mil
habitantes. El dato más extremo de esto es que el 40,6% de la población argentina
vive en alguno de los tres centros urbanos de más de 1 millón de personas (Gran
Buenos Aires, Gran Córdoba y Gran Rosario).

12 Si observamos los datos preliminares recientemente publicados del censo agropecuario de


2018 se destaca el registro de un área rural ocupada total de 2.066.909,06 km2, lo que hace al 74,03%
del territorio continental nacional. De ese total “508.676 terrenos son de uso agropecuario y forestal con
una superficie de 168.837.695,4 hectáreas; 77.702 son de uso no agropecuario con una superficie de
35.254.112,8 hectáreas; y 7.686 son terrenos sin determinar cuya superficie es de 2.599.097,7 hectáreas”
(INDEC, 2019: 69). Si a esto le sumamos los pueblos, poblaciones y parajes, se puede aseverar que tres
cuartas partes del territorio nacional continental puede denominarse como rural.

13 Compartiendo con más del 90% de población urbana con tan solo con estados-islas (San
Marino, Guam, Islandia, Islas Vírgenes, Puerto Rico, Mariana, Islas Turcas) y países de población
considerable y limitada superficie (Uruguay, Israel, Japón, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo). En ambos
casos realidades muy alejadas de las de nuestro país.
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Fuente: Instituto Geográfico Nacional

Analizando esta situación en términos desagregados por provincia, se observa que tan
solo 6 provincias tienen una densidad poblacional superior al 16,52 nacional, y que la
gran mayoría de la superficie nacional se encuentra una densidad inferior a los 10
puntos. Por otro lado, en el conglomerado de Gran Buenos Aires viven casi 10
millones de personas en un territorio de 3.600 km2, mientras que más de 14 provincias
tienen una población inferior al millón de personas.

c. Redistribución poblacional: una necesidad para la defensa de la


soberanía nacional

Partiendo de los datos expuestos, las dimensiones del territorio nacional (3.761.274
Km2) y la alta concentración urbana (92% de la población habita en ciudades de 2.000
o más habitantes) plantean una manifiesta dificultad para la posibilidad real y material
de cuidar y defender el territorio nacional en su extensión e integralidad. Las hipótesis
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de conflicto que amenazan la soberanía nacional han ido mutando con los años14. En
las últimas décadas el conflicto territorial con países limítrofes ha ido cediendo frente a
la necesaria defensa de los bienes comunes, el problemático despliegue de
estructuras criminales para-estatales y el desmembramiento territorial.

Este horizonte de conflictos obliga a tomar nota sobre: a) la instauración de la guerra


de quinta generación que se despliega por parte de los centros de poder imperialista,
la cual incluye como un punto central el ataque a infraestructuras que dañan en mayor
grado la vida urbana; b) la incalculable disparidad armamentística respecto de
cualquiera de los ejércitos de los países centrales15; c) elementos novedosos de las
guerras modernas como los crecientes y poderosos ejércitos privados, y el despliegue
de la guerra en el cuerpo de las mujeres como territorio de la guerra de quinta
generación.

Todas estas situaciones de riesgo se ven favorecidas tanto por la escasa densidad
poblacional en vastas extensiones, como por la concentración poblacional urbana
desmedida y no controlable en limitada superficie. Ante este panorama consideramos
que una estrategia defensiva de la soberanía nacional16 exige con urgencia un
programa serio y sostenido de redistribución poblacional, mediante el cual se
descompriman los grandes centros urbanos, se creen condiciones
habitacionales en áreas de baja densidad poblacional y se promueva el
asentamiento estratégico de población concientizada del valor patriótico de la
presencia en cada rincón de nuestro territorio. La situación resultante haría mucho
más complejo el accionar libre de fuerzas para-estatales (especialmente en lo que
refiere a su política de reclutamiento entre la hacinada población urbana), el
desembarco de fuerzas de ocupación, eventuales disputas de fronteras y los intentos
de apropiación de bienes comunes de cada rincón de la Patria.

d. Repensar las estructuras de comercialización y la cuestión impositiva

En el camino de regreso al campo, muchas son las personas que acceden sin
necesidad de llevar a cabo una actividad primaria. Profesionales que pueden trabajar
gracias al acceso a nuevas tecnologías, que viven de rentas, cuentan con capital para
instalar un comercio, o prestan servicios en estos nuevos espacios neorrurales donde
ciudad y campo se mestizan. Por otra parte, mucho de las clases populares
campesinas no organizadas ante el crecimiento económico que esta migración urbana

14 Persistiendo tan solo la agresión imperialista inglesa bajo la ocupación de nuestras Islas
Malvinas

15 Otorgando especial atención a quienes fueron hace algunas décadas aliados en contra de la
Argentina en la Guerra de Malvinas, a saber Inglaterra, Estados Unidos y la OTAN en su conjunto.

16 La nación defensiva fue instalada como política de seguridad nacional para el siglo XX por el
General Perón en “Nación en Armas”. Entendemos que, salvando las distancias expresadas, en términos
generales estos lineamientos estratégicos siguen siendo correctos.
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conlleva (incluyendo la actividad turística), como así también las restricciones en el


armado legal y burocrático en la comercialización de la producción campesina, han
optado por emplearse en actividades no primarias, de comercio y servicios. Esta
situación ha generado un déficit en la población dedicada a la producción primaria.

Este déficit se ve incrementado también por el aumento en el consumo de productos


“campesinos” por parte de habitantes de las clases medias o altas de las grandes
urbes que sin realizar esta migración neorrural, consumen sus valores (turismo
sustentable, alimentos naturales, medicina alternativa, arte y cultura campesina e
indígena, etc.).

Con una demanda en aumento, numerosas organizaciones sociales han comenzado a


tejer redes de distribución o locales cooperativos que saltean intermediarios
abaratando costos y sumando la externalidad del “consumo responsable” o el “trabajo
digno” al “consumo campesino”. Estos intercambios se hacen dentro de esquemas de
lo que el economista chileno Manfred Max Neef llamó un “desarrollo a escala
humana”, con un entramado de pequeñas células productivas, de transporte y
comercialización, que permiten salvar no solo las ineficiencias, sino también el efecto
contaminante de la industria alimentaria a gran escala.

Según el estudio “Alimentos y cambio climático: el eslabón olvidado” de la Fundación


Grain en el año 2011, el sistema agroalimentario industrial descarta cerca de la mitad
de toda la comida que produce en su viaje de los establecimientos agrícolas a las
tiendas y supermercados. El transporte de alimentos da cuenta de por lo menos 6% de
las emisiones globales de gas del efecto invernadero, 8-10% se deben al
procesamiento de los alimentos y el empacado de los mismos y cerca de 2% se deben
a la refrigeración.

Si a esto se suma el actual carácter “oligopólico” de la industria alimentaria nacional17,


urge la necesidad de descentralizar la industria alimenticia en pequeñas unidades
productivas que puedan abastecer no solo los centros urbanos cercanos, sino también
a las mismas zona rurales. Estamos hablando precisamente de estas zonas donde se
verifica un crecimiento de la población neorrural, abaratando los costos de los
alimentos en un proceso mundial donde, tras la pandemia del Covid-19, la
“soberanía alimentaria” pasa a ser una prioridad de las políticas públicas y de
seguridad nacional.

17 Según la “Radiografía de las corporaciones” de Halliburton, apenas el 1,5% del total de firmas
que operan en el mercado concentran el 80% de la facturación del sector y el 93% de las exportaciones y
menos del 1% del total de compañías representan el 63% de la facturación de las ventas minoristas.
Según OXFAM, en nuestro país, el 83% de las Unidades Productivas Agropecuarias, detentan solo al
13,3% del total de tierras productivas. Son estas pequeñas unidades productivas las que suministran el
60% de las verduras, supera el 85% en el sector caprino, más del 50% de porcinos, pollos parrilleros y
explotaciones de tambo, y genera el 64% del trabajo permanente en el campo.
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Por otro lado, la pandemia del Covid-19, no solo ha demostrado la falta de calidad de
vida en las ciudades, sino que también disminuirá drásticamente los beneficios del
“progreso” urbano, aumentando la migración neorrural e incrementando el déficit entre
actividades primarias y secundarias o terciarias en el campo. Este déficit es el que
puede ser cubierto por la migración de sectores de la economía popular asistida por el
Estado y las organizaciones sociales (que ya cuentan con pequeñas redes de
producción, transporte y comercialización, que también pueden ser fomentadas desde
la estatalidad). Para esto es necesario una formalización de estas actividades a través
de la figura legal de “cooperativas” con exenciones impositivas que permitan en
un principio generar un capital social y económico, para poder establecer estructuras
de desarrollo “a escala humana”.

Como complemento, la diferenciación entre estos pequeños nodos de alimento y


la gran industria alimentaria nacional, permitiría solucionar una dificultad
histórica de la economía Argentina, que es el arrastre de los precios de los
alimentos para el consumo soberano y nacional por el precio internacional de la
exportaciones en este rubro18.

ANTECEDENTES
a. Breve recorrido histórico por las políticas económicas de la ruralidad en
Argentina

El mal llamado “descubrimiento de América” fue en términos históricos un proceso


extenso de invasiones, conquistas y genocidios perpetrados en nuestro continente por
parte de una monarquía mercantil europea en crisis. En estas tierras se llevó a cabo
uno de los genocidios más abismales de la historia, perdiendo en el camino miles de
años de historia de pueblos y comunidades originarias. Las sociedades e imperios de
base agrícola19 fueron sometidos a un sistema productivo de extracción de metales
preciosos para la entrega en las metrópolis. En estas últimas los recursos coloniales
fueron utilizados como motor para el desarrollo mercantil e industrial.

Es en este contexto donde las nociones actualmente preconcebidas sobre ruralidad y


urbanidad fueron forjadas. La ruralidad y su consecuente economía centrada en el
auto-consumo, la producción alimentaria y de materias primas fue vista como
expresión de atraso, pobreza e inseguridad20. La posición que las ciudades portuarias,

18 Según el Indec para noviembre de 2019, el 26,8% de nuestras exportaciones son de origen
primario y 33,3% más manufacturas de origen agropecuario.

19 Algunos de muy grandes dimensiones como manifiesta Mariátegui en su ensayo “La cuestión de
la tierra”.

20 La resultante fue el proceso histórico que Karl Polanyi denominó de “molino satánico”, el cual
consistió en la violenta dislocación de la gran mayoría de la población inglesa de las zonas rurales hacia
la ciudad y, sobre todo, hacia los puertos y de allí a otros continentes.
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en cuanto grandes aglomerados comerciales y manufactureros, adquirieron en el


imaginario social y político ha perdurado hasta la actualidad, al igual que la idea de
una ruralidad como una dificultad o un problema a resolver.

Por su parte, los procesos independentistas y la construcción de los Estados-nación


en América Latina sentaron las bases para la configuración de los entramados
territoriales y la organización social y productiva de las poblaciones. Las élites
porteñas que consiguieron concentrar el poder político tras la unificación del Estado
argentino a fines del siglo XIX se plantearon el problema agrario; pero su solución,
lejos de responder a los imperativos de una burguesía capitalista, consistió en asumir
el lugar de proveedor de bienes salarios (alimentos) y materias primas a Inglaterra,
asegurándose una sociedad pseudo-colonial en base a la inversión extranjera directa y
el endeudamiento.

Esto supuso una actualización de nuevos procesos de violencias y despojos de tierras,


cuya máxima expresión fueron las campañas genocidas contra las comunidades
originarias de la región pampeana, primero, y de la Patagonia, después. En este
esquema los principales beneficiarios fueron los grandes comerciales de Buenos Aires
y las clases terratenientes de la región pampeana, en torno a la cual se realizaron
obras de gran envergadura y se fomentó la migración de ultramar. En paralelo, los
territorios del interior promovieron, mediante el latifundio y la migración de pequeños
productores europeos, la agricultura alimentaria y el desarrollo del comercio regional,
provincial y local.

Hacia mediados del siglo XX, adquirieron relevancia en este suelo los discursos
desarrollistas, promovidos por Estados Unidos durante la posguerra. Según los
mismos, el principal objetivo de los Estados debía ser el pasaje de la sociedad
rural/natural/atrasada a la sociedad urbana/industrial/capitalista21. Desde este
paradigma, en los países del sur global se promovieron las estrategias de
industrialización sustitutivas, donde los Estados procuraron controlar una parte
significativa de los excedentes agrícolas -por medio del control del comercio en
algunos casos, y en otro por la estatización de la producción- para utilizarlos en
políticas de industrialización selectiva en las ciudades.

Fue primero el peronismo y luego el desarrollismo quienes implementaron este tipo de


políticas. En el primer caso, el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI)
tenía por finalidad el control del excedente comercial agrícola de exportación (siendo el
trigo la variedad principal en ese momento). Durante el primer plan quinquenal (1947-
1951) el enfrentamiento entre Perón y la oligarquía pampeana llevó la apuesta de
industrializar sectores estratégicos de la agricultura del interior, particularmente el
sector lácteo y azucarero, con el objetivo de generar contrapesos entre las fuerzas
agrarias. Estas políticas estuvieron acompañadas por la creación masiva de
cooperativas de diverso tipo, planes de vivienda y obras de infraestructura

21 Como bien destacan Moyo, Jha y Yeros, la máxima expresión de este mito de la urbanización se
encuentra en la consolidación disciplinaria de los “estudios del desarrollo” en la década del 50, cuya
expresión más acabada y relevante ha sido el modelo de las etapas del desarrollo económico del
economista y político norteamericano W. W. Rostow.
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productiva y de acceso a servicios básicos.

Luego de derrocado el peronismo, la dictadura primero y el frondizismo después


implementaron políticas de cuño desarrollistas, concentrando los esfuerzos en la
promoción y tecnificación de la agricultura exportadora pampeana. Tanto el primer
como el segundo Plan de Transformación Agraria se centraron en la propiedad de la
tierra, con planes de arraigo para los productores arrendatarios, la subdivisión y
persecución de la función social de la propiedad rural.

En ambos casos, la gran mayoría del capital captado por el Estado a la actividad
agrícola-ganadera iría directamente a inversiones en los sectores industriales urbanos
de vanguardia (principalmente el automotriz). El proceso masivo de urbanización de la
población argentina (y del mundo en general) se da en este contexto, consolidándose
como elemento novedoso una importante clase obrera urbana propia de la periferia del
capitalismo mundial.

Ya en el contexto neoliberal, a partir de la década del 80, se configura una nueva


mirada sobre la agricultura en el sur global, que podemos caracterizar como
fragmentaria o dual. Por un lado se habla de la globalización, la desregulación de los
mercados y la emergencia de un sector financiero mundializado; lo cual ha hecho
retornar a los países no centrales a su rol histórico de proveedores de materias primas
para los países centrales22. Enmarcado en la denominada revolución verde, la
ruralidad globalizada se volverá fuertemente dependiente de insumos químicos y
maquinaria especializada, convirtiéndose (junto con el sector financiero) en un el
principal foco de captación de la inversión extranjera directa. Por otro lado, las
agencias internacionales y las ONGs centran su mirada en la pobreza rural, en cuanto
objeto de intervención y asistencia social. Este sector no es ya visto como un elemento
del proceso del desarrollo de los países, sino -nuevamente- como un problema a
resolver, en este caso por medio de la solidaridad y la cooperación internacional23.

Esta doble interpretación reactualiza las tensiones entre la región pampeana, centro
dinámico de la agricultura globalizada y de exportación, y las regiones extra-
pampeanas, o lo que se suele denominar de “economías regionales”. La república
Argentina se ha transformado en las tres últimas décadas en el tercer país exportador
de soja del mundo, superando las más de 50 millones de toneladas anuales desde el
año 2014 (Ybran y Lacelli, s/f). Quienes lo superan en ese ranking son Estados Unidos
y Brasil, dos países con mejores condiciones agrícolas y cuya superficie es más de
tres veces la nacional. En las últimas décadas la producción sojera se ha extendido
más allá de los territorios caracterizados como “región pampeana”, generando
transformaciones y tensiones territoriales de diverso tipo.

22 Con excepción del sudeste asiático, donde la industrialización sería muy relevante y se crearía
un nuevo polo de contra-poder de gran relevancia en la actualidad.

23 Este paternalismo mundialista, de carácter tecnocrático y fuertemente financiado por Estados


Unidos, será particularmente relevante en África en el contexto donde los estados títeres independentistas
se encontraban en una dura encrucijada con las fuerzas populares.
P á g i n a | 28

Por su parte, las políticas neoliberales afectaron fuertemente la vida de las


poblaciones rurales en general, pero de las extra-pampeanas en particular. La
privatización de servicios básicos, el deterioro de la red vial, la falta de inversión y
apoyo público a las comunidades rurales, entre otros factores, contribuyeron al
deterioro de los campesinos y otros pobladores rurales pobres, propiciando una
continuidad en el ciclo de éxodo rural hasta niveles de excepción mundial.

b. La agricultura subsidiada y el futuro de la alimentación mundial

Mientras las agendas de reforma estructural tuvieron a la reducción del gasto y


prestaciones públicas como la supuesta única solución a los problemas
macroeconómicos de las economías nacionales, los subsidios públicos a la agricultura
se han transformado en moneda corriente en los países del capitalismo central24, y en
las últimas décadas han adquirido relevancia entre las economías emergentes25. La
Argentina se ha mostrado ausente de esta moda.

Los objetivos por detrás de las políticas de subsidio a la agricultura son variados, pero
el principal es la seguridad alimentaria de la población, ante la inminente volatilidad de
los mercados internacionales. En particular Europa ha tenido un histórico déficit en su

24 Según el último informe de la Agencia de Monitoreo y Evaluación de la Política Agropecuaria de


la OCDE (2019), entre los años 2016 y 2018 el promedio anual de apoyos públicos a la agricultura entre
los países miembros fue de 325 billones de dólares anuales, siendo éste su máximo histórico. En 2018 en
Corea del Sur las ayudas agrícolas llegaron a ser el 55,1% de los ingresos agrícolas anuales y en
Estados Unidos el 12,2%. Ver informe 2019 en: https://www.oecd-ilibrary.org/agriculture-and-
food/data/oecd-agriculture-statistics/agricultural-support-estimates-edition-2019_dfc70665-en

25 Entre los países de la región, Colombia subsidia (principalmente a base de fondos


internacionales de asistencia sociales y endeudamiento externo) el 13,8% de sus ingresos agrícolas,
México el 8,1% y Brasil el 2,4%, todos porcentajes en aumento en los últimos años. Fuente: nota de
Clarín disponible en: https://www.clarin.com/rural/aumentan-subsidios-agro-mundo-
avanzado_0_HkSzCkBaG.html
P á g i n a | 29

balanza alimentaria con los países tropicales, situación en la coyuntura actual se


observa como una debilidad. Por otro lado la agricultura es, junto con el sector
inmobiliario, las dos actividades económicas que en la actualidad generan mayores
requerimientos de mano de obra por unidad de inversión, lo cual hace que la inversión
agropecuaria redunde directamente en reducción del desempleo y de la pobreza. Por
último, las demandas medioambientalistas y los nuevos patrones de consumo
alimentario han expuesto la necesidad del desarrollo de innovaciones en los procesos
e insumos de uso agrícola. En ese sentido, el desarrollo tecnológico y las expectativas
de patentamiento han convertido a la inversión científico-técnica en la agricultura no
contaminante o sin uso de agroquímicos en una verdadera carrera por el desarrollo de
patentes que prometen tener gran relevancia en los próximos años.

A la hora de hablar de política de subsidios agrícolas, por dimensiones, diversidad y


envergadura, la máxima expresión se encuentra en la Política Agrícola Común de la
Unión Europea (PAC-UE). Este espacio institucional administra los fondos para el
Desarrollo Rural y de Garantía Agrícola, los cuales representan más del 40% del
presupuesto común de una UE. Los subsidios otorgados en el marco de la PAC varían
entre ingresos monetarios directos a productores, adquisición de insumos,
construcción de infraestructuras prediales y préstamos a tasa cero, hasta grandes
obras agrícolas y de vivienda y financiamiento de equipos técnicos nacionales. En
términos generales, los subsidios de la PAC representan el 20% del total la actividad
agropecuaria de la Unión Europea, en España explican el 60% de los ingresos de los
productores agrícolas y en Francia el 60% del total de los ingresos agrícolas
nacionales. En sus fundamentos y práctica la PAC procura la preservación y desarrollo
de la producción agro-alimentaria y la innovación y mejora de las condiciones
medioambientales de las áreas rurales. Si bien las políticas de apoyo al arraigo y
preservación de las comunidades y producciones tradicionales han sido muy
relevantes, el factor principal de destaque de la PAC ha sido el fomento a lo que
algunos autores han denominado de “neo- ruralidad” o “vuelta al campo”, materializado
en la llegada masiva de nuevos pobladores a las áreas rurales, especialmente de
clase media y de perfil profesional. En término demográficos la PAC (entre otras
iniciativas) ha conseguido que en el siglo XXI se aminore la importante tendencia a la
concentración poblacional en los países de Europa, conteniendo la migración urbana y
generando millones de nuevas fuentes de trabajo y condiciones de vida digna en los
territorios rurales.

c. Situación de la Tierra en Argentina. Modalidades de Acceso.

Como bien muestran las experiencias piloto presentadas hacia el final de este
documento, el acceso a tierra rural para el desarrollo del presente plan es, en principio,
un elemento de alta complejidad. Las estrategias que se han dado las organizaciones
en este plano provienen de características locales concretas, tanto en lo que respecta
a la conformación de las comunidades (composición de los hogares, características
socio-habitacionales, estrategias productivas existentes y trayectorias personales y
colecticas) como a la disponibilidad de tierra en cuanto a cantidad, acceso a recursos
productivos (agua, infraestructuras, servicios, conectividad) y situación legal.
P á g i n a | 30

Tierra fiscal rural

El acceso a esa tierra rural fiscal en la actualidad adquiere una enorme complejidad,
dada la diversidad de situaciones y regímenes jurídicos existentes. Por un lado, la
misma puede estar en administración federal, provincial o local. El gobierno nacional
tiene como entidad encargada a la Agencia de Administración de Bienes del Estado
(AABE), existiendo en las provincias entidades de similar tenor, bajo normativas y
prácticas de gestión propias.

En los últimos años han aparecido, sobre todo en los ámbitos locales, pero también en
algunas provincias, experiencias de “bancos de tierra”, como modalidad de registro
único unificado que procura asegurar la disponibilidad y transparencia en las
concesiones. Por otra parte, existen entidades públicas descentralizadas que
administran tierra rural fiscal bajo regímenes particulares, siendo los casos más
paradigmáticos en el ámbito nacional la Administración de Infraestructuras Ferroviarias
(ADIF), el Instituto Nacional de Tecnologías Agropecuarias (INTA) y la Administración
de Parques Nacionales (APN). Nuevamente, existen situaciones similares en las
escalas provincial y local.

Como característica general se puede decir que las experiencias presentadas como
ejemplos en el presente Plan, se han desarrollado en tierras fiscales ociosas,
propiciando una política de re-funcionalización de las mismas hacia la producción
agrícola-ganadera y el asentamiento habitacional de baja densidad. Esta estrategia de
acceso a la tierra puede ser replicada en diversos territorios, para lo cual es preciso
que se aseguren algunas condiciones. En un primer momento, se considera
provechoso utilizar y recuperar los antiguos trazados de los ferrocarriles, donde se
dispone de modo regular y continuo de importantes cantidades de tierra fiscal en
desuso en diversos territorios del país; las cuales poseen diversas instalaciones
(edificios, galpones), infraestructuras eléctricas y materiales varios, muchos en desuso
o abandonados, y que podrían ser re-utilizados.

Ahora bien, si bien el acceso a las tierras ferroviarias en desuso y sus linderas puede
ser relevante para las experiencias piloto presentadas, y tal vez una buena estrategia
en el corto plazo, entendemos que para asegurar un real impacto transformador en el
marco de este plan, la tierra fiscal ociosa es limitada y precaria. En ese sentido,
consideramos muy importante acceder a tierra pública rural en actividad agrícola.

Como se observa en la siguiente tabla, existen dispersas por todo el territorio nacional
unas 18.635 unidades productivas agrícolas emplazadas en tierra fiscal rural, las
cuales suman una superficie total 5.797.440 hectáreas. De las mismas los estados
ejercen explotación directa en tan solo el 4% (229.627 hectáreas).
P á g i n a | 31

Tierras fiscales agrícolas: Superficie y unidades productivas agropecuarias, según


forma jurídica de uso de la tierra
Ocupación
Arriendo y Ocupación
Total Comodato Concesión con Usufructo Otros
aparcería de hecho
permiso*
Total del EAP 16.535 864 270 231 8.581 4.235 411 1.943
país Hectáreas 5.797.440 186.343 38.120 134.012 3.105.799 1.739.674 229.627 363.866
EAP 365 90 28 17 61 47 19 103
Buenos Aires
Hectáreas 80.091 9.553 3.857 5.828 21.202 5.714 3.559 30.378
EAP 83 11 3 - 22 35 1 11
Catamarca
Hectáreas 3.496 75 166 - 2.191 690 30 345
EAP 908 46 4 81 602 134 11 30
Chaco
Hectáreas 298.062 5.731 181 86.969 154.161 43.096 1.252 6.673
EAP 723 31 3 29 535 62 52 11
Chubut
Hectáreas 1.031.955 74.177 7.451 19.786 716.589 87.426 118.544 7.983
EAP 62 24 8 - 11 9 4 6
Córdoba
Hectáreas 22.636 12.288 2.845 - 3.746 1.165 1.939 654
EAP 176 8 10 1 23 113 1 20
Corrientes
Hectáreas 37.394 6.113 1.903 33 8.859 9.183 15 11.288
EAP 64 12 17 10 13 4 - 8
Entre Ríos
Hectáreas 8.210 2.187 147 275 2.411 2.990 - 201
EAP 2.312 98 31 28 1.348 415 209 183
Formosa
Hectáreas 866.529 20.798 3.529 2.506 619.379 108.831 44.525 66.961
EAP 1.472 272 2 6 59 352 33 748
Jujuy
Hectáreas 231.168 3.996 362 744 12.744 147.200 5.266 60.857
EAP 49 22 1 - 22 - 1 3
La Pampa
Hectáreas 68.835 7.832 1 - 58.260 - 500 2.242
EAP 38 4 8 1 4 1 4 16
La Rioja
Hectáreas 4.490 148 1.331 0 227 174 110 2.500
EAP 127 11 6 5 35 45 12 13
Mendoza
Hectáreas 120.824 485 29 8.496 12.946 96.118 2.243 508
EAP 5.856 135 102 29 4.694 743 37 116
Misiones
Hectáreas 132.426 3.333 3.376 551 104.416 15.905 962 3.883
EAP 734 6 17 13 592 67 1 38
Neuquén
Hectáreas 916.955 5.885 6.968 3.175 735.003 124.910 4.936 36.078
EAP 350 8 2 4 276 28 10 22
Río Negro
Hectáreas 577.973 10.667 40 3.213 512.697 11.708 14.018 25.630
EAP 764 19 4 - 76 564 2 99
Salta
Hectáreas 84.818 520 76 - 16.638 23.271 3 44.311
EAP 72 2 3 1 1 2 2 61
San Juan
Hectáreas 10.737 289 57 65 890 130 206 9.100
EAP 13 1 - 2 2 3 - 5
San Luis
Hectáreas 1.454 130 - 123 182 456 - 563
EAP 10 1 2 - 3 - 2 2
Santa Cruz
Hectáreas 46.458 16.000 2 - 6.011 - 20.026 4.419
Santa Fe EAP 92 23 13 2 30 7 - 17
P á g i n a | 32

Hectáreas 26.548 3.252 5.318 1.227 12.576 2.553 - 1.622


Santiago del EAP 2.154 34 5 - 152 1.537 5 421
Estero
Hectáreas 1.156.403 2.800 212 - 47.014 1.058.069 1.192 47.116
Tierra del EAP 79 - - - 15 59 2 3
Fuego
Hectáreas 67.649 - - - 57.614 22 10.010 2
EAP 32 6 1 2 5 8 3 7
Tucumán
Hectáreas 2.331 87 270 1.023 44 63 292 553
* Incluye modalidad de “Contrato accidental”.
Fuente: elaboración propia en base a Resultados Preliminares del Censo Nacional Agropecuario 2018 (INDEC)
P á g i n a | 33

Las tierras fiscales concedidas en arrendamiento, arriendo, comodato y/o concesión


agrícola son el 6% (358.475 hectáreas), siendo las provincias patagónicas de Chubut y
Santa Cruz y Río Negro, seguidas por Formosa, Córdoba y Buenos Aires, las que
mayor incidencia tienen sobre esta modalidad. Sería muy importante que la presente
política sea asumida como una prioridad al momento de estas asignaciones.

Por otro lado, el 77% de estas EAP (Establecimientos Agropecuarios Productivos) y el


83,6% de la tierra se encuentran en situación de ocupación. En contextos rurales
dispersos es muy común la apropiadas de tierras fiscales por parte de grandes
productores agropecuarios con cultivos lindantes. En menor proporción estas tierras
son ocupadas por pequeños productores, pobladores y trabajadores, en cuanto
estrategia de acceso a la tierra y a la vivienda rural. Un abordaje comprometido con la
situación de las comunidades rurales requiere poder diferenciar estos casos y actuar
en beneficio público y de quienes más lo necesitan

Tierra rural privada: finalidad pública y expropiación

Las dificultades de dimensiones y dispersión de la tierra rural fiscal son una fuerte
limitante para su uso, sin contar que se desconoce la disponibilidad de agua y
servicios productivos y de conectividad. Estas advertencias adquieren mayor
relevancia cuando se dilucida que la tierra fiscal es tan solo el 3,7% del total de la
tierra rural.

Tierra agrícola privada: superficie


Hectáreas %
Total tierra agrícola privada 149.561.388,3 95,01%
Propiedad 107.850.287,0 68,51%
Sucesión indivisa 5.375.148,4 3,41%
Arrendamiento 29.115.888,3 18,50%
Aparcería 1.224.953,1 0,78%
Ocupación con permiso 1.702.697,0 1,08%
Comodato 779.516,2 0,50%
Ocupación de hecho 730.911,9 0,46%
Concesión 318.332,0 0,20%
Contrato accidental 367.171,6 0,23%
Usufructo 766.956,0 0,49%
Otros 1.329.526,8 0,84%
Total tierra agrícola pública 5.797.440,1 3,68%
Sin discriminar 2.065.103,5 1,31%
Total tierra agrícola 157.423.932,1
Fuente: elaboración propia en base a Resultados Preliminares del Censo Nacional Agropecuario 2018 (INDEC)

La estructura agraria de la República Argentina se caracterizada por una alta


privatización y concentración de la tierra rural, estando el 95% de la misma bajo
régimen de propiedad privada. En el siguiente gráfico se puede hacer dilucidar mejor
esta situación:
P á g i n a | 34

En relación a la tierra privada, el 68,5% de la superficie rural es explotada por sus


propietarios, mientras que existen más de 5 mil hectáreas en situación de sucesión
indivisa. El arriendo es la segunda forma más relevante de acceso a la tierra
productiva, con el 18,5% situación que se da en el 68,5% de la superficie. Si a éste se
le suman los contratos de aparcería, existen más de 30 mil hectáreas agrícolas cuyos
productores tienen un acceso precario a la tierra y que pagan renta agropecuaria, el
cual es – desde la perspectiva de la macro-economía - un puesto que paga toda la
sociedad a la clase propietaria.
P á g i n a | 35

Asimismo, los últimos datos del censo nacional agropecuario han planteado un
panorama por demás desolador en lo que respecta a concentración de la tierra. En
primer lugar, la cantidad de unidades productivas se ha reducido de 297.425 en 2002 y
a 228.375 en 2018, es decir que han desaparecido casi una de cada cuatro unidades
productivas en lo que va del siglo XXI.

Distribución de la tierra agrícola por decil


Decil* Hectareas Promedio de hectáreas % de hectareas % acumulado de hectáreas
1 53.995,89 2,36 0,03% 0,03%
2 131.360,98 5,75 0,08% 0,12%
3 398.021,79 17,43 0,25% 0,37%
4 731.950,90 32,05 0,46% 0,84%
5 1.424.704,98 62,38 0,90% 1,74%
6 2.632.128,76 115,25 1,67% 3,41%
7 5.061.382,62 221,63 3,21% 6,63%
8 7.520.436,73 329,30 4,78% 11,40%
9 18.521.267,45 811,00 11,76% 23,17%
10 120.957.682,10 5.296,45 76,83% 100,00%
* Total de EAP 228.375; cada decil refiere a 22.837,5
Fuente: elaboración propia en base a Resultados Preliminares del Censo Nacional Agropecuario 2018 (INDEC)

En la actualidad 80% de las unidades productivas dispone de solo el 11,4% del total
de tierra agrícola, mientras que el 10% más concentrado tiene el 76,8%. Asimismo, el
decil inferior tiene un promedio de 2,36 hectáreas por unidad productiva, mientras que
el decil superior tiene un promedio de 5.396,44 hectáreas por unidad productiva. Esto
último quiere decir que los productores agropecuarios más mayor escala tienen más
de 2.000 veces la cantidad de tierra que disponen los productores más pequeños.

Asimismo, en los últimos años ha adquirido fuerza la tendencia a la concentración de


la tierra en grandes empresas, en detrimento de los productores y de las cooperativas
(las cuales fueron muy relevantes durante el ciclo de industrialización de las
economías del interior a mediados del siglo XX).
P á g i n a | 36

Tipo jurídico de productor agropecuario: superficie y unidades agropecuarias


EAP Hectáreas
Frecuencia % Frecuencia %
Personas humanas 211.928 84,5% 86.319.990 54,8%
Entidades sin fines de lucro* 637 0,3% 652.790 0,4%
Entidades públicas** 217 0,1% 282.423 0,2%
Entidades financieras*** 221 0,1% 282.778 0,2%
Entidades empersariales**** 25.781 10,3% 54.957.367 34,9%
Otras 6.988 2,8% 10.048.375 6,4%
Sin Discriminar 5.109 2,0% 4.880.210 3,1%
Total 250.881 100,0% 157.423.932 100,0%
* Incluye asociaciones civiles, cooperadoras, cooperativas y fundaciones
** Incluye empresas del estado y organismos públicos
*** Incluye fideicomisos y fondos de inversión
**** Incluye sociedades anónimas, de hecho, responsabilidad limitada, accionarias en unión transitoria.
Fuente: elaboración propia en base a Resultados Preliminares del Censo Nacional Agropecuario 2018 (INDEC)

Si analizamos los datos de la tabla anterior observamos que mientras el 84,5% de las
unidades productivas son explotadas por personas físicas, las mismas utilizan el
54,8% de la tierra agrícola. En el otro extremo el 10,3% de las unidades productivas
son empresas agrícolas de diverso tipo, pero las mismas concentran el 34,9% de la
tierra. Las entidades sin fines de lucro - entre las que se encuentran las asociaciones
civiles, cooperadoras gremiales, cooperativas y fundaciones - solo ocupan el 0,4% de
la tierra rural, mientras que el estado en sus distantes escalas y entidades produce en
solo el 0,2%.
P á g i n a | 37

La pregunta resultante es: ¿existen condiciones de acceso a la tierra agraria privada


para una política nacional de redistribución poblacional voluntaria y creación de
comunidades rurales? Está claro que si los mecanismos existentes son los del
mercado la respuesta es negativa. Con ello ingresamos al histórico debate sobre la
redistribución de la tierra y el rol del Estado.

En la legislación argentina existe la posibilidad de expropiación de tierras, pero solo


bajo dos condiciones centrales: (1) el pago de una compensación o indemnización a
su propietario y (2) la existencia de una finalidad de interés público que justifique el
accionar del Estado. Mientras en la historia larga de la Argentina han sido poco
frecuentes los casos de expropiación de tierras, las luchas sociales del siglo XXI han
sido particularmente prolíficas en este punto. En la actualidad existen tierras rurales y
comunales creadas a partir de leyes nacionales -bajo administración y con regímenes
propios– que han declarado de interés público y sujetas a expropiación tanto los
territorios de las comunidades indígenas (Ley 26.160/2006) como las tierras de los
barrios populares (Ley 27.453/2018). Es por ello que consideramos como un muy
transcendental objetivo político el reconocimiento como objeto de interés público de
una política de creación, apoyo y desarrollo de Comunidades Rurales Organizadas.

d. Repensar la ruralidad

En diversos países de Latinoamérica y Europa, el progresivo desplazamiento de


clases medias urbanas hacia pequeñas localidades rurales del “interior”, ha pasado a
constituir en las últimas dos décadas una modalidad de migración interna denominada
“neorruralismo”. En Argentina, si bien en un principio (décadas de los setentas y
ochentas), este tipo de desplazamiento se hizo bajo el contexto cultural del “jipismo” (o
a veces incluso como exilio interno durante la dictadura), hoy en día es diversa la
población urbana que emprende este camino.
P á g i n a | 38

Dice la antropóloga e investigadora del Conicet, Quirós (2019: 275):

El neorrural no busca progreso (se saturó de sus secuelas o de buscarlo sin éxito),
sino más bien regreso (regresar a las formas “de antes”, a los modos en que sus
abuelos o bisabuelos supieron vivir). El neorrural no migra buscando mejores
oportunidades económicas, ni arrastrado por ofertas o demandas del tejido
productivo, sino que lo hace buscando un tipo de calidad de vida que la ciudad no
ofrece o dejó de ofrecerle: una vida más simple, más tranquila y con más
naturaleza”. Lo que la especialista llama un “neo aluvión zoológico”.

En efecto, y como dijimos anteriormente se trata de experiencias muy diversas que se


van materializando y construyendo en el hacer. Pero la particularidad que asumen es
que son muy diferentes a la oleada “hippie” neorrural europea o nortemaricana: en
primer lugar, porque en Argentina no hay una política de fomento, de recuperación y
sostenimiento de pequeños pueblos y parajes rurales; en segundo lugar, porque en
esa diversidad de experiencias y sujetos, hay una fuerte influencia de lo campesino-
indígena en estos proyectos, que no tienen que ver con la realidad europea; en tercer
lugar, porque cada experiencia asume las particularidades de las realidades locales,
es decir, se construyen o generan nuevos lazos y nuevas formas de organizarse y
vincularse entre “les locales” y “les que llegan”; y en cuarto y último lugar, porque en la
actualidad existe una constelación de experiencias vinculadas a los movimientos
sociales y populares, urbanos y rurales, que le otorgan una dinámica y características
únicas tanto en términos organizativos como de clase, que difieren de las experiencias
europeas.

Más adelante en este Plan, narramos con mayor detenimiento 5 experiencias que
podrían funcionar como “proyectos piloto” de la propuesta. No obstante, mencionamos
brevemente aquí otros ejemplos de experiencias concretas en este sentido:

 Proyecto Pulpería: es una organización no gubernamental que se creó en el


2007 con el objetivo de ayudar a detener el éxodo y desaparición de los
pequeños pueblos rurales de la provincia de Buenos Aires. En su presentación
dicen, entre otras cosas, que:

La vida rural que crece en las pequeñas localidades conserva el


sentido del tiempo a escala humana, el respeto por las leyes y los
procesos naturales, la conservación de la tierra con hábitos
agroecológicos, la comunicación verbal y el trabajo familiar. También la
importancia por la continuidad de ceremonias de alto valor comunitario
y cultural, como compartir un aperitivo en una pulpería. Creemos que
en los pueblos no ha llegado la contaminación de la urbanidad,
apoyamos la vuelta al campo como vehículo para refundar pueblos y
modificar vidas alrededor del silencio (Proyecto Pulpería, 2019).

 Los movimientos migratorios hacia las sierras y traslasierras cordobesas:


también encontramos en los últimos 20 años una variada cantidad de
desplazamientos de sectores medios (muchas veces profesionales) hacia el
interior de la provincia, pero también desde otras (principalmente Buenos
Aires). A diferencia también del movimiento hippie de los 60‟/70‟ en los países
del Norte, aunque en muchos casos el horizonte es la construcción de
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comunidad “su modalidad típica de radicación no es la “comunidad” sino la


unidad doméstica de núcleo familiar” (Quirós, 2019: 275). Sin embargo, en los
últimos años, este fenómeno incorporó algunas varias experiencias vinculadas
a los movimientos sociales, donde lo comunitario, la soberanía alimentaria y la
organización popular desempeñan un papel central como rectora de estas
nuevas experiencias.
 Pueblo Mampa (Villa Nueva, Córdoba): Pueblo Mampa es un proyecto que
se enmarca en la propuesta de “Vuelta al campo” que inició en septiembre de
2013 con el objetivo de construir una comunidad autosustentable basada en
una relación de equilibro con la naturaleza mediante prácticas de agroecología
y permacultura (Ferrero, Villegas Guzmán y Reinoso, 2017). En esa búsqueda
de tierra para la construcción del pueblo-aldea, un par de familias (en su
mayoría de clase media-profesional) provenientes de la ciudad de Villa María
logran la firma de un convenio con la administración de la Estancia Yucat
(donde está localizada) que pertenece a la congregación católica Orden de la
Merced. A través de ese convenio, la iglesia cede en comodato las tierras para
el desarrollo del proyecto. Desde entonces han avanzado en la construcción de
una comunidad autosustentable.

 Colonia Agrícola de Abastecimiento Urbano 20 de Abril, Darío Santillán


(Luján, Buenos Aires): en el año 2015 la Unión de Trabajadores de la Tierra
consigue, a través de la Secretaría de Agricultura Familiar, la firma de un
comodato por cinco años del edificio del Ramayón (un viejo instituto que estaba
desocupado) en Luján, provincia de Buenos Aires, junto con unas 15
hectáreas. El comodato se firma con el objetivo de establecer allí una colonia
agroecológica. A partir de ese logro, empiezan a instalarse de manera
progresiva personas provenientes de La Plata hasta llegar el día de hoy a 20
familias. En ese proceso empiezan a articular con profesionales y técnicos de
las universidades y se generan proyectos en relación a asesoramiento técnico,
circulación y sistematización de conocimientos, recuperación de la historia y
memoria de la colonia, entre otros. La mayoría de los productores que habitan
la colonia son hijes de bolivianes (segunda generación nacides en Argentina), y
a partir de que tienen la posibilidad de acceso a esta tierra es que empiezan a
producir agroecológicamente (siendo que siempre sus familias lo han hecho de
forma convencional); por lo tanto fue un proceso largo, de ensayo y error, de
aprendizajes y desaprendizajes. Actualmente están produciendo bolsones de
verdura agroecológica que distribuyen en la zona: por ejemplo hay una feria los
sábados donde les productores comercializan de manera directa; también hay
diferentes “nodos barriales” distribuidos por diferentes zonas de Luján
administrados por gente cercana a la organización (militantes, vecinos, etc.); y
en el contexto de la pandemia están distribuyendo los bolsones a pedido a los
hogares. Por último, les productores cuentan con un asesoramiento técnico
permanente de un miembro de la organización.

 Colectivo Orilleros (Open Door, Luján, Buenos Aires). El colectivo es una


organización que surge en el 2008 particularmente en Open Door y luego se
empieza a expandir por otros pueblos rurales de la zona (Carlos Keen y San
Andrés de Giles, por ejemplo). El proyecto se enmarca en una idea de “vuelta a
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la tierra” que un grupo de personas que trayectorias disímiles, pero


provenientes de centros urbanos, emprenden para la producción de alimentos
sanos y la generación de condiciones de vida mejores. El proceso se inicia a
partir de una ocupación de terrenos para la construcción de viviendas en un
barrio de Open Door que luego fue llevando a la realización de “rondas de
autoconstrucción de viviendas” de manera colectiva para resolver las
necesidades de habitación. A raíz de ello, se presentó la idea de realizar de
manera conjunta un centro cultural y otras actividades productivas que
denominaron “la placita”, y es donde actualmente se encuentra la huerta
agroecológica y donde realizan las actividades recreativas en su cotidianeidad:
es decir, constituye el espacio de encuentro. La proyección de la organización
ha estado basada siempre en la producción para el autoconsumo y la
generación de excedentes para la provisión de alimentos sanos a les vecines
de la zona desde una perspectiva agroecológica (De Mingo y Di Matteo, 2019).

 Experiencia de familias banquineras en Gral. San Martín (Chaco). También


hay alrededor del país variados procesos de ocupación de las banquinas a
orillas de las rutas, ya sea para vivir, producir o para comercializar sus
productos (panes, frutas, verduras, conservas, etc.). Se trata de porciones de
tierras fiscales entre alambrados de las propiedades y las rutas municipales,
provinciales o nacionales. Un ejemplo de ello es el del departamento Gral. San
Martín de Chaco, donde en los años 80‟ se dio un proceso de expulsión de los
pequeños productores rurales que, desplazados de sus propios campos o de
otras tierras en las que trabajaban, tuvieron que darse estrategias para el
autosustento. En ese sentido, decidieron ocupar las banquinas de las rutas
para la producción de alimento que, aun de forma precaria, y en el marco de
una problemática de regularización dominial de la tierra o de reubicación, fue
parte de las estrategias que se dieron para garantizar la vida (Domínguez,
2009). En este sentido, si bien no se tratan de procesos de migración urbano-
rural específicamente, si dan cuenta de experiencias de recuperación de tierras
fiscales para la producción y la subsistencia.

PLAN
a. Factibilidad: proyectar desde lo existente. La importancia de procesos
organizativos en movimiento

Uno de los problemas centrales de las políticas de desarrollo rural implementadas en


el país desde el siglo XX ha sido que las mismas fueron pensadas y dirigidas desde la
centralidad urbana y partiendo de una mirada tecnocrática y de “especialistas”.
Consideramos que un Plan Estratégico de Redistribución Poblacional Voluntaria
necesita ser pensado y ejecutado desde y por las periferias, tanto geográficas
como sociales. Los Movimiento Populares Rurales, Campesinos e Indígenas nos
hemos organizado desde el abajo y el afuera, en el abajo y el afuera. Esta perspectiva
permite pensar lejos de la idea de “vacío”, “desierto”, “la nada”, “el atraso” o diversas
miradas desde las que muchas veces el centro piensa las periferias.
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Es importante remarcar aquí que el presente Plan busca retomar el camino y el


proyecto de país construido por el primer peronismo, obviamente tomando en cuenta
las profundas transformaciones económicas, sociales y políticas acaecidas desde
entonces; pero partiendo de considerar a aquel como el último gran proyecto
coherente de un país soberano y con Justicia Social.

No guardamos ninguna duda que para desplegar una política poblacional de


ruralización exitosa, esta se debe montar sobre lo ya existente. Con esto referimos
tanto al recorrido y procesos organizativos ya existentes en la ruralidad y su
vinculación con sectores de la población que de diversos modos ya vengan
organizados; como también a los entramados sociales, productivos,
habitacionales, institucionales e infraestructura ya presentes en la ruralidad
argentina.

Cualquier política de “recuperación del campo” que pretenda ser exitosa debe
necesariamente tener en cuenta, respetar y estructurarse a partir y desde una
cosmovisión de las poblaciones existentes en los lugares que van a ir recibiendo
gradualmente a la población, hasta ese momento urbana. Además, debe ponerse en
valor la acumulación tecnológica productiva que acumulan los pueblos y la que vienen
desarrollando con gran empuje los movimientos rurales, campesinos e indígenas;
como así también pequeños y medianos productores.

Son todas estas razones las que nos obligan a pensar este Plan teniendo como brújula
orientadora los siguientes elementos:

a) los pueblos o localidades ya existentes, generando nuevas comunidades a modo de


un apéndice de los mismos, y que la posterior extensión vaya sucediendo con cierta
lógica de red, sobre las experiencias o pueblos ya existentes;

b) la infraestructura e instituciones ya existentes;

c) como una ampliación y profundización, en la medida que sea posible, de los


procesos y saberes construidos por las organizaciones populares de la zona;

d) los vínculos con sectores poblaciones que ya vengan de algún recorrido


organizativo urbano;

e) el respetar y priorizar siempre los saberes y cosmovisiones propias de cada lugar;

f) tomando y desarrollando la tecnología para la producción desarrollada por pueblos y


organizaciones sociales, pequeños y medianos productores.

b. Política de acceso a tierra rural para el desarrollo del Plan

Partiendo del recorrido ofrecido en la sección Antecedentes, sobre la situación de la


tierra en nuestro país, a continuación se presentan las líneas directrices para una
política de acceso a tierra rural en el marco del Plan.
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En el corto plazo, y continuando con las estrategias en marcha, se propone la


concreción de acuerdos de comodato y/o concesión de tierras fiscales nacionales
agrícola y/o rurales en desuso a las Comunidades Rurales Organizadas. Para ello, la
UTEP solicita acceso a los registros de la ADIF y al sistema SIENA (registro de la
AABE). En torno a los mismos, se realizarán proyectos concretos de intervención,
basados en la disponibilidad de recursos, requerimientos y capacidades locales.
También en este corto plazo, deberían poder utilizarse las banquinas para sumar
tierras para la producción de alimentos a las experiencias de las Comunidades Rurales
Organizadas.

Asimismo, tal como se indica más adelante en este Plan, sería importante la creación
de modalidades de acceso a crédito y el acompañamiento estatal a Cooperativas de
productores y/o Asociaciones de vecinos/as, para la compra colectiva de tierras rurales
privadas, destinadas al desarrollo de proyectos habitacionales, productivos y de
cuidado del medio ambiente.

En el mediano plazo, se considera prioritaria la creación de un banco nacional de


tierras rurales públicas, en el cual se unifiquen registros nacionales, provinciales y
locales, y se asegure una gestión transparente y con participación popular local para el
acceso a tierra productiva. El mismo debe ser una entidad autárquica descentralizada
a escala regional, con presencia de las distintas instancias gubernamentales y de los
productores, trabajadores y comunidades.

En el largo plazo, este proyecto prevé la creación de una ley nacional que otorgue a la
redistribución poblacional voluntaria y a la creación de Comunidades Rurales
Organizadas el carácter de interés y utilidad pública. Esto generaría la capacidad de
poder declarar sujetas a expropiación tierras rurales privadas bajo las finalidades de
este plan estratégico; creándose así un instrumento jurídico muy relevante para las
organizaciones populares y, en general, para la soberanía política, la independencia
económica y la justicia social.

c. Comunidades Rurales Organizadas para una Vida Digna y Libre de Violencias

El Plan Estratégico de Redistribución Poblacional debe tener como uno de sus


objetivos fundamentales la creación y/o promoción de Comunidades Rurales
Organizadas, con condiciones materiales y dinámicas sociales de convivencia que
garanticen una Vida Digna y Libre de Violencias para todos/as sus miembros. Es
importante tener en cuenta que dichas comunidades serán el espacio de vida y
contención social para las familias que decidan voluntariamente el traslado desde los
centros urbanos, pero como hemos dicho anteriormente también transformarán
profundamente el entorno de los pueblos rurales preexistentes -en aquellos casos en
que la experiencia tenga dicha característica-.

En ese sentido, insistimos en que cualquier intervención que se realice debe tener
siempre en cuenta estos dos aspectos, procurando que los cambios conduzcan
siempre a procesos de sostenimiento del tejido social, promoción de relaciones de
convivencia sanas y mutuo enriquecimiento entre los dos grupos poblacionales
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(población local y “neorrurales”). Ningún plan será efectivo sino prevé un trabajo
comunitario y territorial, respetuoso y permanente, para generar sinergias sociales
positivas.

A continuación enumeramos algunos lineamientos generales a tener en cuenta. Para


su mejor comprensión, las agrupamos en dos subtítulos: “necesidades básicas
satisfechas” e “ideas-fuerza para una dinámica social de encuentro y común-unidad”.

En el primero, presentamos un breve listado de los derechos básicos cuya garantía


debe preverse para todos/as los/as habitantes de las nuevas comunidades. Muchos de
esos derechos se encuentran hoy vulnerados en la mayor parte de los territorios
rurales de nuestro país, profundizando el ya mencionado proceso de “vaciamiento del
campo”. En este marco, transformar esta situación es imperioso a los fines de
fomentar el necesario arraigo rural entre las poblaciones originarias de dichos
espacios y, a la par, generar condiciones dignas de acogida para las familias que
opten por el traslado voluntario.

En relación a esto, es importante remarcar que en algunas provincias de nuestro país


la decisión de la “huida al campo” es un fenómeno social vigente y de mayor
envergadura del que a primera vista aparenta. En ello, la mayor parte de las veces se
repite un mismo patrón de desigualdad: sólo son “exitosas” las huidas de quienes
cuentan con los recursos económicos necesarios para resolver de modo individual las
necesidades básicas; de allí la importancia que otorgamos a este punto desde una
mirada de Justicia Social y Territorial.

En el segundo subtítulo, desarrollamos pautas orientadoras para la construcción de


una sana y positiva convivencia en las nuevas comunidades.

Necesidades básicas satisfechas

- Seguridad alimentaria: las necesidades alimentarias y nutricionales acordes a la


edad y el desarrollo de cada uno/a de los/as miembros de la comunidad deben estar
garantizadas. Desde el comienzo tendrá que preverse en un plan de producción de
alimentos sanos por parte de la misma comunidad y de relaciones de intercambio con
otros procesos productivos de la economía popular y solidaria en la región. Con el
correr del tiempo y el avance del proyecto, ese mismo plan podrá garantizar de
manera autogestionada y sustentable esta necesidad básica. Pero, al menos durante
el primer y segundo año y hasta tanto se estabilice la producción, deberá tenerse en
cuenta el requerimiento de asistencia alimentaria por parte del Estado.

- Acceso a la salud: las comunidades deberán contar con espacios donde se


garantice la Atención Primaria de Salud, con acceso a consultas, cuidados, vacunas,
medicamentos y tratamientos; todo ello desde una perspectiva amplia, comunitaria y
respetuosa de los saberes en torno al cuidado del cuerpo y la salud mental que ya
existen en las comunidades. Pero además, estos centros de salud tendrán que estar
en conexión permanente con hospitales u otros espacios de atención con mayor
complejidad y brindar el acompañamiento necesario para que los/as habitantes de las
nuevas comunidades accedan a dichos espacios. Como es sabido, el acceso nulo o
muy precario a la atención de la salud es una de las dificultades más acuciantes que
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atraviesan los pueblos rurales, por la distancia a centros de atención y las dificultades
de acceso tanto a nivel de transporte como de requerimientos burocráticos (por ej:
obtener un turno por vía telefónica, cuando en el pueblo no hay señal de celular). Será
por ello necesario prever un vehículo con disponibilidad específica para traslados
vinculados a la atención de salud y mecanismos específicos de vinculación con los
hospitales públicos más cercanos a cada pueblo. Todo ello, amén de que cada
comunidad podrá generar sus propias respuestas y herramientas de Salud
Comunitaria, en paralelo o -mejor aún- en articulación con la salud pública.

- Acceso a la Educación: refiriendo en primer lugar a la educación escolar obligatoria


primaria y secundaria, pero también a las gestiones necesarias para garantizar el
acceso a otros niveles de formación (terciario y/o universitario) y a la capacitación en
oficios. En el primer caso, la misma podrá brindarse a partir del fortalecimiento de las
instituciones preexistentes en los casos en que existan y que tengan capacidad edilicia
y pedagógica de contener a la nueva población; o bien a partir de la creación de
Escuelas Rurales Populares con propuestas pedagógicas adaptadas a las condiciones
del territorio (puede evaluarse, por ejemplo, la creación de Escuelas de Alternancia).
En el segundo caso, deberá tenerse en cuenta la elaboración de convenios con
instituciones de educación superior para el acceso a las mismas por vías
semipresenciales o virtuales, y la creación de Escuelas Populares de Oficios,
Organización Comunitaria y Economía Popular como lugares de capacitación y estudio
para jóvenes y adultos/as de las comunidades.

En este punto es importante mencionar que las escuelas rurales, a lo largo del
proceso de transformación territorial y frente a la ausencia de proyectos y programas
de desarrollo territorial rural, cumplieron una función de sostenimiento e integración del
tejido social rural. Partiendo de ello, se reconoce que la escuela es la institución
pública más extendida territorialmente, y es un espacio en curso de resignificación que
promueve diversos proyectos comunitarios con la finalidad de enfrentar las
restricciones estructurales. En este sentido, se trata ciertamente de un actor
susceptible de contribuir a las propuestas contenidas en este Plan; dado que articula,
potencia y genera recursos colectivos que crean capacidades endógenas para la
sustentabilidad de los territorios.

- Trabajo y Economía Popular: los pueblos y zonas rurales tienen un problema


estructural de desempleo y precarización laboral, llegando en algunos casos a existir
aún hoy relaciones semifeudales y semiesclavistas en algunos territorios. Además,
como es sabido, el despliegue del agronegocio, las megamineras y las empresas
forestales, continúan expulsando a los/as trabajadores/as rurales del campo,
eliminando progresivamente fuentes de empleo. Por ello, el Plan de Redistribución
Poblacional deberá planificar y desarrollar -en el marco de la Economía Popular Rural,
la Agroecología y la Infraestructura Social- la inserción laboral tanto de los/as
nuevos/as habitantes de estas comunidades como de los/as pobladores/as
originarios/as del territorio. A grandes rasgos, la misma podría diseñarse desde:

 Cooperativas de Producción de Alimentos Sanos y Agroecológicos (que


incluyan tanto producción primaria como Pequeñas Unidades de Producción de
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Alimentos elaborados y un programa progresivo de industrialización


sustentable);

 Cooperativas de Vivienda e Infraestructura Social (que encaren todas las


labores de construcción, despliegue de los servicios públicos e infraestructuras
básicas, mantenimiento de caminos rurales, etc., en relaciones de contratación
con los Estados locales y nacional);

 Cooperativas de Reciclado, Tratamiento Residuos y Manejo Sustentable de los


Bienes Comunes; Cooperativas Textiles; Cooperativas de Servicios
SocioComunitarios y Cuidados.

En relación a este punto, es importante que las experiencias piloto de relocalización


sean protagonizadas en buena medida por familias que ya vengan con experiencias
previas y una práctica de trabajo cooperativo en el marco de la Economía Popular; lo
que podría facilitar el desarrollo y/o fortalecimiento de la misma en los nuevos
territorios.

A su vez, entendemos fundamental la creación de un Salario Social por por Arraigo,


que acompañe a las familias que decidan mudarse desde la Ciudad hacia la Ruralidad,
por un periodo de al menos 6 años (se estima que se requiere un mínimo de 3 años
para estabilizar una producción, más 2 años mínimo que llevará generar las
condiciones infraestruturales necesarias para una vida digna). Extipendios similares
existieron para bonificar por “zona desfavorable” a los trabajadores argentinos que
habitaban zonas sumamente despobladas durante muchos años. El mismo
entendemos que debe ser al menos, igual al costo de la canasta familiar en la zona en
que la Comunidad Rural Organizada se asiente.

- Acceso a servicios básicos, agua potable y energía: será necesario extender y/o
construir nuevas redes e infraestructuras para servicios de agua potable y energía, o
bien prever la adquisición o innovación en soluciones tecnológicas (ej: energía solar o
eólica, sistemas de almacenamiento y potabilización de agua, etc.) acorde a las
condiciones de cada territorio.

- Mantenimiento de caminos y acceso al transporte: la opción por la vida rural no


debe bajo ningún punto de vista significar vida en condiciones de aislamiento o
confinamiento. Por lo tanto, además de un plan de diseño y mantenimiento de caminos
rurales y rutas de acceso a las comunidades, es necesario mejorar o crear -en los
casos en que se requiera- sistemas de transporte público y/o Cooperativas de Servicio
de Transporte Comunitario. Las situaciones de partida serán ciertamente diferentes:
en algunos casos, probablemente la alternativa más económica y
medioambientalmente sustentable sea la rehabilitación de transporte de ferrocarril
para cargas y pasajeros; en otros, seguramente haya sistemas de transporte público
preexistentes brindados por empresas privadas de colectivos, con las cuales deberán
hacerse las gestiones pertinentes para mejorar y regularizar las frecuencias acorde a
las necesidades de la comunidad; en otros, será necesario dotar a los pueblos con
colectivos, traffics y/o camiones para que la misma comunidad pueda organizar de
manera cooperativa un sistema de transporte autogestionado.
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- Acceso a la Conectividad, Comunicación y Internet: en consonancia con el punto


anterior, será necesario extender, fortalecer y/o crear redes, servicios y medios de
comunicación para garantizar los derechos a la comunicación y la conectividad digital.
Esto incluye tanto a medios de comunicación popular al estilo radios comunitarias (que
cumplen un rol muy relevante para la información, conectividad e incluso recreación de
los/as habitantes de las zonas rurales más alejadas) como la construcción de redes
libres comunitarias y descentralizadas de Internet, ya sea por aire o aprovechando el
tendido de la fibra óptica en los casos en los que exista (respecto de ello, existen
experiencias antecedentes exitosas que merecen ser replicadas y ampliadas, como la
Red Quintana Libre organizada por la comunidad local de José de la Quintana-
provincia de Córdoba y la organización AlterMundi, que es la red libre de internet más
extensa de América Latina).

- Acceso a la Cultura Comunitaria, Deporte, Arte y Recreación: para un desarrollo


humano integral de las personas y comunidades y, particularmente, como forma de
acompañamiento social, psíquico, físico y espiritual del proceso de transformación de
los espacios de vida, es importante desplegar y acompañar estrategias de acceso a la
cultura y el deporte en los nuevos territorios. En ese marco, será necesario fortalecer
y/o construir Centros Culturales Comunitarios y/o Clubes Sociales y Deportivos,
gestionados por las propias comunidades; y con ofertas diversas de talleres,
actividades, entrenamientos, canchas, disposición de elementos para la actividad
física, etc. Es particularmente significativo en este aspecto lo fértil que puede resultar
el intercambio intercultural, a partir del encuentro de trayectorias de vida del campo y
la ciudad; con sus potencialidades para fortalecer la memoria histórica y las
identidades nacional y plurinacional en nuestro país, promover la tolerancia y el
respeto por la diversidad, etc.

- Equidad de género y cuidado frente a la violencia: el objetivo de erradicar la


violencia de género en todas sus expresiones -física, sexual, económica, psicológica,
laboral- y promover relaciones de género equitativas, debe formar parte de todo
proyecto que apunte a la consecución de una Vida Digna. Ello requiere, en simultáneo,
de la incorporación transversal de la perspectiva de género en toda iniciativa
social/política/económica y de una atención específica de las problemáticas de la
desigualdad y la violencia.

De un modo particular, y a sabiendas que se trata al mismo tiempo de un objetivo


urgente pero irrealizable al corto plazo -dado que depende de una transformación
social profunda-, el Plan de Redistribución Poblacional deberá prever dispositivos
específicos para el cuidado de las mujeres, niños/as y jóvenes que habiten estos
territorios: evitando, en primer lugar y por todos los medios posibles, que se repitan
hacia el interior de las comunidades las expresiones más graves de la violencia de
género. Pero también debe contar con capacidad para accionar con urgencia y acorde
a las particularidades del territorio (por ej: distancias físicas, falta de señal de celular,
etc.) en aquellas situaciones en las que lamentablemente exista riesgo vital o de
atentado contra la integridad sexual.

Deberán promoverse protocolos de acción y acompañamiento comunitario en casos


de violencia de género y, a su vez, poner en marcha acciones de prevención y
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promoción de relaciones sanas y equitativas entre varones, mujeres y otres en todas


las comunidades; disponiéndose recursos para ambas líneas de acción. Se trata de un
aspecto ciertamente delicado y difícil, dado que en los medios rurales persisten de
manera silenciada y fuertemente arraigadas a nivel poblacional relaciones de género
tradicionales, muy desiguales. Fortalecer la autonomía económica y personal de las
mujeres en las nuevas comunidades es sin dudas un puntapié para la transformación
de aquellas, aunque habrá que prever también formas de promoción de
masculinidades menos violentas, más sanas.

- Acceso a un ambiente sano: las nuevas comunidades deberán ser espacios


ambientalmente sanos y aptos para la vida, libres de fumigaciones y envenenamiento,
con cuidado del monte nativo y de las aguas, con un manejo cuidadoso de los bienes
comunes y formas de producción sanas y agroecológicas. Para ello será necesario no
solamente la promoción de una conciencia de respeto y cuidado de la naturaleza,
tanto entre los/as nuevos/as habitantes como entre los/as originarios/as, sino también
y sobre todo, el establecimiento y cumplimiento de normativas de resguardo ambiental
y de la salud en estos territorios, que sirvan para poner límites concretos a las
acciones destructivas de la Madre Tierra o como dice el Papa Francisco, la Casa
Común, que llevan a cabo terratenientes y empresarios en las zonas rurales.

Ideas-fuerza para una dinámica social de encuentro y común-unidad

- Crear Juntas Vecinales Rurales: estos espacios serán quienes coordinarán el


proceso de preparación, asentamiento y despliegue de cada nueva Comunidad Rural
Organizada, y quienes tendrán a su cargo la administración y ejecución de los
recursos financieros necesarios para la construcción de la infraestructura necesaria.
La composición de los mismos, además de ser colectiva, deberá respetar criterios de
paridad de género. Las mismas serán fiscalizadas y supervisadas tanto en la
utilización de recursos como en el desarrollo del proyecto por un ente estatal creado a
tal fin.

- Partir de las experiencias previas de vinculación entre los Movimientos


Populares Urbanos y Rurales: los antecedentes de trabajo articulado de las distintas
organizaciones sociales y, en particular, el encuentro de los y las humildes de la Patria
lograda a partir de la conformación de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la
Economía Popular, representan sin duda alguna una oportunidad histórica para servir
de plataforma social en el despliegue de un plan de la envergadura del que aquí se
propone. En la UTEP se condensan muchas décadas de un trabajo silencioso que ha
ido retejiendo vínculos “invisibles” entre el campo y la ciudad, con instancias de
intercambio solidario, redes de Comercio Justo, encuentros, etc. Ese tejido social y
ese aprendizaje organizativo que hoy expresan los Movimientos Populares es un
capital invaluable para encarar de manera articulada con instituciones estatales una
transformación profunda y necesaria de la estructura demográfica del país. En este
sentido, cada experiencia de creación de una nueva comunidad debería iniciarse en
un trabajo colaborativo y de consulta permanente con los Movimientos Populares
Urbanos y Rurales de cada territorio, quienes poseen la infraestructura organizativa y
los saberes necesaria para el acompañamiento de las familias que se trasladen y las
que las “reciban”. Por ello, la recomendación es que -al menos las experiencias piloto
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del presente Plan- se lleven a cabo en territorios donde existan trayectorias previas de
trabajo de los Movimientos Populares; para luego de tener esa experiencia acumulada,
se pueda extender la iniciativa a otros lugares.

- Procurar un tiempo de discernimiento y proceso de decisión/selección de las


familias: en línea con lo indicado en el punto anterior, se sugiere que la difusión del
Plan entre las familias de los barrios populares esté a cargo de las organizaciones, de
modo que sean ellas las que acompañen a los/as interesados/as en un prudente
tiempo de reflexión e involucramiento con el proyecto, previo a su radicación definitiva.
Ello debiera ser así idealmente, porque, tal como veremos más adelante, habrá
situaciones que pueden requerir salir con urgencia de la ciudad (por ej: en casos de
consumo problemático de drogas), necesitando un tratamiento especial. En ese tiempo
de discernimiento, podrán visitar los territorios de acogida y compartir actividades
culturales o productivas con las familias de los Movimientos Populares de dicho lugar.
También de modo ideal, este proceso debería atravesarse de manera colectiva entre
las familias interesadas, para poder ir construyendo lazos y vínculos de
acompañamiento y solidaridad desde el inicio, división de tareas y roles, etc.

- Observar la composición aproximativa de las nuevas comunidades: en la


medida de lo posible es recomendable que las experiencias que se inicien tengan una
composición social diversa, en donde estén presentes personas con experiencia en
trabajo rural y producción de alimentos; en acompañamiento comunitario, cuidado de
personas (niños/as, ancianos/as, etc.), cuidado de la salud; en construcción e
infraestructuras; en tareas de gestión, administración y contabilidad; y otros. Es
fundamental que en cada grupo existan coordinadores con cierta experiencia
organizativa, que permitan llevar cierto termómetro del proceso desde el territorio.

- Garantizar el acompañamiento técnico y profesional: sin desmedro de lo anterior,


las comunidades que formen parte de este desafío necesitarán acompañamiento en
las áreas de salud: médicos/as, enfermeros/as, promotores/as, odontólogos/as,
psicólogos/as, etc.; educación: maestros/as, profesores/as, educadores/as,
capacitadores/as; producción de alimentos: agrónomos/as, apicultores/as, técnicos/as
en alimentos; construcción: albañiles, ingenieros/as, agrimensores/as, arquitectos/as;
gestión y legales: abogados/as, administradores/as, contadores/as; y otros. Dichos/as
técnicos/as y profesionales podrán o no habitar las comunidades, pero en cada una de
ellas deberán evaluarse las necesidades y prioridades de acompañamiento, para
formular un plan específico para las mismas, todas ellas decididas y construidas junto
a las comunidades.

- Respetar la organización comunitaria y el ordenamiento/planificación territorial


participativa: las nuevas comunidades deberán crearse sobre la base de una
dinámica democrática y participativa para la toma de decisiones. El Plan de
Relocalización no podrá ser impuesto a nadie, al contrario, deberá trabajarse con las
poblaciones de acogida para que las mismas adquieran conciencia de la importancia
histórica del desafío que se propone con esta iniciativa, y den ellas mismas el
“consentimiento social” al Plan. Allí será fundamental la experiencia organizativa previa
de las comunidades acogida, la realización de mapeos colectivos para el
ordenamiento territorial y la planificación conjunta con los/as nuevos/as habitantes de
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las áreas de vivienda, productivas, etc. Además, luego de la creación de las nuevas
comunidades, el respeto y reconocimiento de la organización comunitaria y los
instrumentos de democracia participativa y directa, deberán mantenerse como formas
de gestión del territorio, ya que serán importantísimas para lograr la “apropiación”
colectiva del proceso y garantizar de ese modo su “éxito” económico-productivo, social
y político.

- Prever mecanismos comunitarios para la mediación, resolución pacífica y con


Justicia Social de los conflictos, y Centros de Acceso a la Justicia Rurales: más
allá de todos los recaudos ya mencionados, los mismos podrán ser necesarios para la
resolución en y desde el territorio de las controversias simples que podrían llegar a
surgir entre vecinos/as como consecuencia del proceso de redistribución poblaciona.
En cada lugar se podrá asumir modalidades asamblearias o bien de un Consejo de
Convivencia con miembros representantes de ambos grupos poblacionales y
democráticamente elegidos/as.

- Promover dispositivos y procesos de sanación en casos de consumos


problemáticos de estupefacientes: se trata de un punto que ciertamente requiere de
un desarrollo en profundidad. En nuestro país existen incontables experiencias de
“granjas de rehabilitación” y otras similares que comparten una falencia: aíslan
temporalmente a las personas que atraviesan situaciones de adicción o consumo
problemático, sin ofrecerles un proyecto de vida alternativo a futuro; lo que deriva
frecuentemente en “recaídas” o “reincidencias” en el consumo problemático y
ciertamente no soluciona la inclusión social y laboral de esas personas. La propuesta
de que las nuevas comunidades puedan acoger a personas con consumo
problemático -obviamente contando con el acompañamiento de profesionales de la
Salud Mental-, busca resolver esa falencia con un dispositivo integral que desde el
primer momento contenga comunitaria, social y laboralmente a las personas; como
dice el Papa Francisco, recibiendo “la vida como viene” y ofreciéndoles un ambiente
agradable, de contacto con la tierra y la naturaleza, de relaciones solidarias y vínculos
de cuidado como ámbito propicio para que puedan hacer su propio camino de
sanación. Por otra parte, no se tratará de un aislamiento temporal, sino que estas
personas podrán optar por continuar viviendo en la comunidad si así lo desearan.

- Innovar en dispositivos de cuidado comunitario y no policíaco: para que ni la


inseguridad ni la violencia institucional sean un problema y una amenaza en los
nuevos entornos de vida. Es importante remarcar que muchas de las familias que
habitan en los barrios populares urbanos acarrean trayectorias de vida signadas por la
violencia policial y del despliegue de las redes de narcotráfico; y que no sería oportuno
para la generación de un espacio Libre de Violencias reincidir en posibles relaciones
conflictivas con las fuerzas de seguridad. A diferencia de ello, estas comunidades
podrían ser espacios propicios para generar otras experiencias y redes de cuidado, sin
violencias, con perspectiva de género y de Justicia Social.
P á g i n a | 50

d. Modelo productivo sustentable e integrado al mercado interno y la seguridad


alimentaria

Si bien va a ser necesario en cada experiencia concreta desarrollar un plan económico


y de producción, acorde a las condiciones geográficas, económicas, sociales y
culturales del territorio; proponemos aquí un modelo estándar centrado en la
producción de alimentos y productos manufacturados, que sirve a fines orientativos. El
mismo está organizado en base circuitos productivos integrados, contemplando la
seguridad alimentaria familiar, la soberanía alimentaria comunitaria y el abastecimiento
de mercados extra comunitarios. Se basa en las experiencias históricas que existen en
este sentido, buscando corregir las falencias que las llevaron a un fracaso en su
función social.

Seguridad alimentaria familiar

En este plano proponemos retomar la lógica de producción diversificada para la auto


sustentación doméstica, donde el eje está puesto en la producción de alimentos de
alta calidad nutricional y posible de intensificar. Se trata de un piso básico para
garantizar la seguridad alimentaria mencionada más arriba como una de las
principales necesidades básicas a satisfacer, que busca que los/as integrantes de la
comunidad sean protagonistas y decisores de su alimentación. Proponernos
centrarnos en:

Horticultura orgánica familiar con módulos de 100 metros cuadrados, cercados y


dotados de sistemas de labranza y riego eficiente a baja escala, que optimice la
producción de manera diversificada para el consumo en fresco. Aquí contemplamos el
suministro permanente de verduras de estación para cada familia, lo que ciertamente
requiere un cambio profundo de la cultura alimentaria de los sectores populares
urbanos involucrados en el proyecto. Es además, un primer paso para el “encuentro”
con el trabajo de la tierra.

Animales de granja de producción de baja escala, aves de corral, cunicultura,


porcicultura y piscicultura. Lo que permite contar con distintas carnes y huevos para
garantizar las proteínas necesarias en la dieta familiar.

Algunas experiencias previas, como por ejemplo la desarrollada en el vecino país de


Chile en en 1973, sugieren que con 1 hectárea de tierra bien aprovechada puede
desarrollarse este piso de seguridad alimentaria. Desde nuestra trayectoria, y teniendo
en cuenta las diversidades geográficas que pueden estar contenidas en el presente
Plan sostenemos que lo óptimo sería contar con 2 hectáreas por familia para el
desarrollo de este punto.

Soberanía alimentaria comunitaria

Este eje organiza la producción de alimentos que requieren de equipamiento y


recursos de uso colectivo, utilizando la posibilidad de generar economía de escala,
que vuelva pertinentes las inversiones comunitarias y permitan avanzar en otros
ámbitos de a producción. Un ejemplo de ello son los sistemas de producción de
cereales, legumbres y oleaginosas, donde sumar unidades productivas familiares y
P á g i n a | 51

comunitarias justifica la compra y utilización de maquinaria pesada. Algo similar


sucede con la producción de lácteos, el engorde a corral de bovinos y ovinos, la
elaboración de procesados de excedentes hortícolas, lácteos, cárnicos, etc., la
extracción y procesamiento de productos apícolas, el sistema de faena; todos ellos
procesos que requieren de inversiones que solo pueden garantizarse si se genera
escala comunitaria.

En este plano de organización del sistema de producción se garantiza ya otro nivel de


acceso a alimentos para el conjunto de la comunidad, pero además se sientan las
bases para un sistema productivo comunitario que pueda desarrollar la actividad
agropecuaria productora de alimentos como una alternativa económica, que permita
generar ingresos familiares suficientes para hacer frente a las demás necesidades
básicas y para la concreción de los proyectos de Vida Digna para todos/as los/as
integrantes de la comunidad. Aquí, se ordenan los excedentes familiares para ponerlos
a disposición del intercambio, y se define también el excedente comunitario, factible de
ser comercializado.

Respecto de este punto, el cálculo habitual para una Unidad Económica Familiar (lo
que requiere un grupo familiar para producir y tener una vida próspera) en la región
centro del país es de 200 hectáreas por familia. En nuestra propuesta, por el hecho de
formar parte de una comunidad productiva, aprovechando la integración de los
diferentes sistemas, las economías de escala, el desarrollo de tecnologías necesarias
y los saberes compartidos, la actividad económica se vuelve más eficiente. Es por ello
que proponemos un modelo de 50 hectáreas por familia, cuya explotación se
organizará de manera colectiva.

Abastecimiento de mercados extra comunitarios

Partiendo de los excedentes de producción generados en los 2 niveles anteriores, en


este plano contemplamos la infraestructura colectiva necesaria para su procesamiento.
Se contempla la creación de un pequeño “parque de agregado de valor” comunitario
con excelentes condiciones sanitarias -en aproximadamente 3 hectáreas-, que incluya
el montaje de una sala de faena, un lavadero de verduras y una cocina de uso
múltiple, entre otros requerimientos. Se trata de infraestructura que habitualmente es
precaria en las unidades productivas de la Agricultura Familiar y Comunitaria, lo que
dificulta su comercialización.

Es importante mencionar aquí también que, más allá de garantizar buenas condiciones
sanitarias, se requiere una adecuación de los distintos niveles normativos que regulan
la producción y comercialización de alimentos en nuestro país; cuyas actuales
características son sumamente excluyentes y funcionales al sector concentrado de la
industria alimentaria transnacional.

En esta propuesta, el sistema de abastecimiento de alimentos a mercados extra


comunitarios, funciona en distintos ámbitos:

- La comercialización con organizaciones urbanas de la UTEP, para el fortalecimiento


de la seguridad alimentaria de las mismas; promoviendo un cambio en la cultura
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alimentaria de los sectores populares urbanos y una significativa mejora en la calidad


nutricional de las redes de comedores de los barrios populares.

- El abastecimiento a comedores escolares, hogares de ancianos, cárceles, hogares


de día y otras instituciones públicas.

- La comercialización a la población en general, contando con sistemas de variación


de precios en función del poder adquisitivo del sector de la población al que se llegue
con los productos.

Estimación de recursos necesarios en cada plano de producción y organización


comunitaria

A continuación se presenta un análisis preliminar, tomando como base un grupo de 10


familias:

Capital estimado a invertir


(Incluye equipamiento,
Plano de producción- Tierra capitalización y estabilización,
organización necesaria hasta la comercialización de
excedentes)
En pesos argentinos26.
1. La seguridad alimentaria 20 has 3.458.500
familiar
2. La soberanía alimentaria 500 has 17.292.500
comunitaria
3. El abastecimiento de 3 has 3.458.500
mercados extra comunitarios
TOTAL 523 has. 24.209.500

e. Módulos diferenciados para la ejecución del Plan

A continuación se proponen 4 módulos diferenciados para una ejecución efectiva e


inteligente del presente Plan, atendiendo la situación de sectores sociales que ya se
encuentran habitando áreas periurbanas o rurales, pero requieren acompañamiento
estatal para mejorar su situación habitacional, laboral y productiva; o bien, el caso de
familias que tengan la voluntad de asociarse para la adquisición de tierras rurales, sin
que ello implique la integración productiva. Se trata de propuestas estándar o prototipo
que podrán ser modificadas o readecuadas para una mejor adaptación a cada caso
concreto.

26 Cotización hecha tomando como referencia el tipo de cambio oficial del 09/06/2020. U$S1 = $69,17
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Módulo “Cooperativas de quinteros periurbanos – COQUIP”

La agricultura en contexto periurbano ha adquirido creciente interés en los últimos


años por diversos motivos, tanto negativos como positivos.

Entre los factores a solucionar ha emergido con fuerza una creciente conflictividad
medioambiental en pueblos del interior y en barrios y zonas de frontera urbana de
diversas ciudades, vinculadas principalmente a fumigaciones y contaminaciones de
agua y suelo debido al uso de insumos químicos en las actividades agropecuarias. La
intervención de los estados locales y provinciales no se ha hecho esperar, y han
emergido diversos regímenes normativos que condicionan este tipo de prácticas en
tierras de cercanía urbana. Las dificultades que se han observado en los últimos años
es en la falta de proyectos alternativos a la agricultura con uso de agroquímicos en
cantidad y escala en estos territorios, lo cual ha propiciado el abandono de la actividad
agro-alimentaria en muchas de estas zonas.

Por otro lado, el fomento al capital inmobiliario –derivado del capital financiero- en las
últimas décadas ha ejercido una fuerte presión por el valor del suelo periurbano,
aumentando los emprendimientos privados de alta y media gama en estos territorios.
La pérdida de tierras agrícolas en áreas metropolitanas como las de Córdoba,
Tucumán y Santa Fe ha sido muy significativa. En este sentido, datos recientes
demuestran que el mercado de tierras rurales en estos territorios se encuentra
estancado desde hace cierto tiempo, propiciando la emergencia de una clase de
pequeños rentistas que especulan con la tierra. A esto se suma el hecho de que el
avance de la agricultura de exportación (tanto en región pampeana como extra-
pampeana) reduce las áreas agrícolas destinadas al consumo interno, siendo los
periurbanos del país uno de los principales reductos de estas últimas.

Pero ante estas dificultades, la evidencia reciente ha demostrado que los cinturones
agrícolas de las ciudades generan beneficios en diversos planos. En primer término,
los mismos proveen de alimenticios, fibras, maderas y medicinas a mercados de
cercanía, asegurando cortas cadenas comerciales y alta flexibilización de producto a la
demanda. Asimismo, la producción agrícola de cercanía provee de servicios
ecosistémicos de regulación, entre los cuales se encuentran la preservación de agua
de superficie, subterránea y gaseosa, erosión, absorción de nutrientes, polinización y
control climático y de plagas.

La actividad agrícola de cercanía se ha encontrado en un proceso intenso de


transición desde la década del 80 hasta la actualidad. Por un lado, se ha dado una
especialización en la producción de alimentos frescos para consumo local, en
particular verduras y frutas. Por otro, la convertibilidad primero y la devaluación
después han propiciado el abandono de la actividad de las familias históricas de las
zonas, pasando en importante medida la producción (y en algunos casos la
comercialización) a manos de familias migrantes en su mayoría de origen boliviano.
Ambos procesos han configurado un nuevo panorama de producción agrícola de
cercanía caracterizado por el uso intensivo de mano de obra, lo que ha dinamizado un
mercado de trabajo local en áreas con población socio-habitacionalmente marginada.
P á g i n a | 54

Una cuestión estructurante del sector es el acceso a la vivienda. Los planes públicos
de vivienda no han tenido a los hogares de productores periurbanos como
beneficiarios. En estos territorios las edificaciones tienen un promedio de antigüedad
superior a los 50 años, encontrándose muchas veces en situación de deterioro
estructural grave. Asimismo, el acceso a la misma suele ser solo una solución
habitacional parcial para los arrendadores de tierra, pero no para las familias y
trabajadores/as medieros/as y apareceros/as. Estos/as últimos/as viven o en barrios
alejados (lo cual es una dificultad constante que pone en riesgo su fuente de trabajo),
o en viviendas instaladas en áreas degradadas, como a la veda de los ríos, canales de
riego, rutas nacionales, vías de tren, etc. En aquellos casos donde los patrones
acceden a que estas familias se instalen en las unidades productivas, estas
edificaciones adquieren un manifiesto carácter precario tanto en cuanto a dimensiones
(y por consiguiente hacinamiento), acceso a agua y electricidad y sistema de desagüe
cloacal. Asimismo, al estar su solución habitacional atada a la actividad productiva y a
una relación de patronazgo, la misma es de carácter inestable y condicionada a
factores para nada vinculados al aseguro del acceso a los derechos a la vivienda.

En este sentido, una política de arraigo y fomento a la pequeña producción periurbana


requiere ser pensada tanto en su matriz productiva como habitacional. Este aspecto
asume un valor también relevante si consideramos que la aplicación de este plan en
estos territorios podría no solo consolidar a los/as trabajadores/as de un rubro central
de la soberanía alimentaria nacional, sino incentivar el ingreso de población popular
urbana a la actividad agrícola.

Las dificultades que encuentran las y los productores/as hortícolas del periurbano son
el alto precio de la tierra (tanto de compra como de arriendo), la inexistencia de crédito
para la actividad (en cantidades suficientes para compra de maquinaria e insumos y a
tasas accesibles) y el acceso a la vivienda digna y a los servicios públicos. En ese
sentido se propone el desarrollo de una política que combine acceso a vivienda y a
tierra agrícola en contexto periurbano. En todos los casos se requerirá la realización
de obras de beneficios colectivos, entre la cuales se encontrarían viviendas, caminos,
galpones, invernaderos, lavaderos y obras de acceso a agua (pozos, cisternas para
recolección, conexión a red o canal, etc.).

Asimismo, es central acompañar esta política con creación de una línea de crédito
específica para el sector, la cual fundamente prestaciones no en montos totales (como
los micro-créditos) sino en proyectos de quinta y territoriales, para la compra de
infraestructuras productivas, maquinaria, herramientas de labranza e insumos que
aseguren hasta dos ciclos de siembra.

Se proponen dos estrategias posibles:

Estrategia A: Para ello se asume como primer paso la identificación de tierra pública
agrícola y/o en desuso en contexto periurbano, según la estrategia de corto plazo
expresada en el presente proyecto. En las mismas se procedería al trazado de una
comunidad de quintas hortícolas con viviendas incluidas. Se propone trabajar con una
dimensión de entre 3 y 4 hectáreas por grupo familiar, trabajando con grupos de entre
5 y 10 familias, que se constituyan como Cooperativa de Trabajo (siendo esta la titular
de la tierra). A esto se sumaría una hectárea para la realización de obras comunitarias,
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entre las cuales se debe contar con pozo de agua. Más una serie de obras públicas
entre las cuales se incluye: sistema eléctrico, trazado de caminos, espacios verdes,
cortinas forestales y salones y galpones comunitarios. Es decir: se precisaría del
acceso a tierra pública agrícolas y/o en desuso periurbana de dimensiones de entre 16
y 41 hectáreas, con acceso a crédito y plan de obras públicas y habitacionales.

MODELO DE ESTRATEGIA A: módulo para 10 familias a escala superior de los


rangos planteados.

Capital estimado a invertir


(Incluye equipamiento,
capitalización y
Plano de producción- Tierra
estabilización, hasta la
organización necesaria
comercialización de
excedentes)
En pesos argentinos27.
1. Desarrollo de unidades
40 hectáreas 3.458.500
productivas familiares
2. Salón de uso múltiple y
galpones de procesamiento.
Perforación de abastecimiento 1 hectárea 10.375.500
de agua para producción y
consumo doméstico
3. Parque de Maquinaria
- 10.375.500
comunitario
TOTAL 41 hectáreas 24.209.500

Estrategia B: Las dificultades que este proceder encuentra en los territorios agrícolas
periurbanos son tanto la saturación del suelo debido a su uso intensivo, como el alto
precio de la tierra agrícola, el cual adquiere precios de compra más cercano a usos
inmobiliarios que rurales. En ese sentido se planea la necesidad de pensar en la
necesidad de compras colectivas de tierras privadas para el aseguro de la producción
alimentaria y del arraigo de las familias fruti-horticultoras. En este último sentido nos
hemos remitido a la literatura reciente, la cual plantea que la estrategia exitosa que
han desarrollado los pequeños productores para su consolidación en el sector ha sido
la reducción de los requerimientos de tierra agrícola por medio de la implementación
de infraestructuras de producción bajo cubierta.

Este último implica menor escala por unidad productiva, con los cual los costos de
acceso a la tierra son también menores. Por otro lado, la producción tiende a una
mayor estandarización (consiguiendo evitar en gran medida la estacionalidad) y
mayores requerimientos de insumos y agua por hectárea. Por último, en cuando a
inversión productiva el módulo agrícola intensivo bajo cubierta compensa gastos en
maquinaria motora (tractores y sembradoras) por infraestructuras de invernaderos y
lavaderos.

27 Cotización hecha tomando como referencia el tipo de cambio oficial del 09/06/2020. U$S1 =
$69,17
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En casos donde no haya tierra fiscal, se propone una política de acceso a la tierra
privada agrícola periurbana mediante la creación de comunidades de pequeñas
unidades productivo-habitacionales, de pequeña escala con infraestructura bajo
cubierta integrada. En este caso, se propone trabajar en la creación de módulos de ½
(media) hectárea por grupo familiar, en grupos familiares de 15 hogares. Cada unidad
productivo-habitacional se encontrará integrada por un invernadero de ¼ (un cuarto)
de hectárea y una vivienda de 3 (tres) habitaciones. Nuevamente se asume el
agregado de una hectárea para obras de acceso a agua e infraestructura comunitaria.
Es decir: se precisaría de compra de tierra agrícolas privada en contexto periurbano de
dimensiones de 8,5 hectáreas, con acceso a crédito y plan de obras públicas. La
propuesta es el acceso a créditos a 50 años, con una tasa de interés subsidiada del
2% anual.

MODELO DE ESTRATEGIA B: Módulo para 15 familias a escala superior de los


rangos planteados.

Capital estimado a invertir


(Incluye equipamiento,
Plano de producción- Tierra capitalización y estabilización,
organización necesaria hasta la comercialización de
excedentes)
En pesos argentinos28.
1. Crédito para la compra de
8,5 hectáreas
tierra
2. Desarrollo de unidades
7,5 hectáreas 8.646.250
productivas familiares
3. Salón de uso múltiple y
galpones de procesamiento.
Perforación de abastecimiento 1 hectárea 10.375.500
de agua para producción y
consumo domestico
4. Parque de Maquinaria
- 10.375.500
comunitario
TOTAL 8,5 hectáreas 29.397.250

Módulo “Áreas Campesinas para la Soberanía Alimentaria”

Como insistimos a lo largo de todo el Plan, para poder proyectar estratégicamente la


redistribución poblacional del país en favor de las periferias y ruralidades, es esencial
generar las condiciones que detengan la actual mudanza de pobladores rurales hacia
los centros urbanos. En ese sentido, es fundamental generar mecanismos de acceso a
la tierra o consolidación de las tenencias actuales, para las poblaciones campesinas,
indígenas y rurales existentes.

28 Cotización hecha tomando como referencia el tipo de cambio oficial del 09/06/2020. U$S1 =
$69,17
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En ese marco, el Movimiento Campesino de Córdoba viene promoviendo la creación


de Áreas Campesinas para la Soberanía Alimentaria, la que busca establecerse como
una herramienta legal que permita reconocer situaciones que existen de hecho a lo
largo y ancho del país; realidades frente a las cuales la legislación actual es poco
receptiva. Creemos necesario compartir e impulsar el desarrollo realizado, sumando a
la propuesta del Plan Estratégico propuesto.

Definimos un Área Campesina como un espacio geográfico con características


socioambientales específicas, donde se pueda proteger y reproducir la forma de vida
de las familias campesinas. En este territorio se puede vivir y producir como histórica y
ancestralmente se ha hecho, procurando mejorar siempre la producción. Aquí también
se practican los saberes y culturas propias de estos pueblos. Por ello, la misma es
espacio de protección de la biodiversidad en sus dos dimensiones: la biológica y la
cultural. El valor de la biodiversidad en estos territorios se encuentra estrecha e
indisolublemente ligado al valor de los servicios ecológicos proporcionados por la
interacción entre la naturaleza y las comunidades, con prácticas tradicionales de
producción que tienen como objetivo principal la subsistencia, reproducción y arraigo
de las familias campesinas.

En cuanto al uso y la tenencia de la tierra, cada territorio tiene características


diferentes y por ello dentro de cada Área Campesina pueden coexistir usos colectivos
o usos familiares (o individuales); pero la regulación en el uso, control y gestión de los
bienes naturales siempre será colectiva.

Para que exista un Área Campesina debe:

1) Por la importancia territorial (social, ambiental y cultural) ser declarada la utilidad


pública del toda el área, reconociéndosele el uso y goce a las personas y familias
campesinas relevadas.

2) Un Área Campesina es una categoría que se incorpora al Sistema de Protección de


las Áreas Protegidas del Estado Nacional, la que podrá ser declarada por el Estado
Nacional -Reserva Nacional Campesina-, por el Estado Provincial -Área Provincial
Campesina-, o Municipalmente -Área Municipal Campesina-.

3) Realizarse un Relevamiento Territorial Campesino – RTC de las personas y familias


campesinas ocupantes del territorio. Es una herramienta a los fines de registrar cada
unidad productiva y a las familias que usan un territorio determinado, sea cual sea la
forma de uso y tenencia de la tierra.

4) La tierra: puede ser pública o privada.

 Cuando la tierra sea pública será inembargable, imprescriptible,


intransferible y no sujeta a concesión, correspondiéndoles a los
productores relevados, su uso y tenencia en forma vitalicia para él y
sus descendientes sin límite de tiempo.
 La tierra privada puede ser de uso individual/familiar o de uso colectivo,
pero sometiendo el dominio a un uso social, ambiental y culturalmente
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sustentable de acuerdo a las características de cada territorio. Las


tierras privadas donde no se realice un uso ambientalmente acorde a la
protección del área serán declaradas sujetas a expropiación. Una vez
expropiadas formarán parte de las tierras públicas de uso y goce de las
familias en RTC.

5) Co-manejo y co-gestión del Área Campesina entre el Estado (Nacional, Provincial


y/o Municipal) y la/s organización/es campesina/s. La planificación, el manejo y el
control del Área Campesina será realizado en forma conjunta; a tal fin se creará un
organismo de participación representativa el que dictará su reglamentación. En cada
resolución de creación del área se definirá si se incorpora más de un estamento del
Estado y las organizaciones campesinas con representación local.

Finalidad de las áreas campesinas:

En las distintas instancias de encuentro, las Áreas Campesinas han surgido como una
herramienta jurídica valiosa y con potencial para constituirse en una reivindicación
política y jurídica frente a distintas instancias del Estado. El MNCI ha venido
desarrollando conceptualmente la figura de Área Campesina para la Soberanía
Alimentaria como una herramienta jurídica y política que permita asegurar el modo de
vida campesina. En particular, esta figura busca atender:

a. Afianzar la seguridad en la posesión: muchos de los conflictos están centrados en


que las familias campesinas tienen la posesión de las tierras pero hay un otro (muchas
veces un empresario del agronegocio) que dice tener un título de “propiedad” sobre
ellas, inscripto en el registro inmueble y con ello inicia una causa judicial para que el
Juez dicte una orden de desalojo.

b. Posesión colectiva de las tierras productivas y porción familiar con destino


habitacional: las tierras suelen ser usadas colectivamente por varias familias y,
simultáneamente, hay pequeñas porciones de tierra individuales de cada familia. Así,
coexisten pequeñas parcelas familiares con destino “habitacional” y una extensión de
tierra mayor que es usada colectivamente por las distintas familias.

c. Regular el uso del suelo para asegurar una producción acorde a los usos de la
agricultura familiar y comunitaria: este tipo de figura permite calificar a una
determinada porción de tierra, al asignarle un determinado modo de uso o tipo de
producción (campesina). Al permitirse un uso específico se excluye a esa tierra del
mercado porque allí no se podrían llevar adelante otro tipo de producción, como por
ejemplo la agricultura extensiva.

d. La visibilización del sujeto político campesino: el reconocimiento de la presencia de


los y las campesinas en un territorio determinado por vía legislativa trae aparejado la
posibilidad de que se activen los marcos normativos ya vigentes sin necesidad de
crear nuevas estructuras burocráticas.
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Módulo “Asociaciones de vecinos: nueva ruralidad”

En Europa se han desarrollado diversas políticas de fomento al asentamiento rural de


familias jóvenes de perfil profesional que quisieran desarrollar proyectos agro-
productivos. El objetivo por detrás de esto es, no solo generar una vía para repoblar
las zonas rurales, sino también ser una usina de proyectos agropecuarios que tengan
en el centro las trasformaciones socio-productivas del sector, principalmente en torno
a la reducción de insumos químicos y la reutilización de los residuos urbanos y rurales.
También la aplicación de las nuevas técnicas de ahorro de energía, autoconstrucción
natural y diseño de espacios propios de la ciencia conocida como en el mundo como
“permacultura” (nacida en los setentas, en Australia, a raíz de la crisis del petróleo).

Experiencias como la de la Asociación Argentina de Permacultura en la ecoaldea


Gaia, en Navarro, provincia de Buenos Aires, han comenzado a proliferar desde
mediados de los ochentas en diversos puntos de nuestro país, demostrando nuevas
formas de habitar y vivir la ruralidad.

Lo que proyectamos para este sector, parte de la experiencia de loteamientos


populares desarrollados por organizaciones civiles, cooperativas y sindicatos. Se
requiere de la conformación de asociaciones civiles que nucleen a grupos de
compradores de tierra rural, los cuales para ingresar no deben necesariamente
participar de la elaboración de un proyecto productivo colectivo, pero sí deben
comprometerse a desarrollar individual o familiarmente la producción agroecológica
y/o al cuidado del medio ambiente, los bienes comunes y el territorio.

Como en experiencias similares, la asociación civil será la encargada del cobro de las
cuotas, la selección del lote, la tramitación catastral, la presentación del proyecto
inmobiliario y las obras de instalación de servicios e infraestructuras colectivas. Las
asociaciones de vecinos estarán conformadas por grupos de entre 30 y 40 familias, a
las cuales será asignada una superficie de 2 hectáreas; por ello, los lotes sobre los
cuales se efectivice este proyecto deberán ser de entre 60 y 80 hectáreas. Se propone
que el Estado, desarrolle una política de acceso a créditos para la adquisición de la
tierra, a tasa subsidiada, acompañando y fortaleciendo la iniciativa de estas
asociaciones.

Módulo “Pueblos Originarios”

A quinientos años de la invasión, el siglo XXI ha traído consigo la revalorización de los


pueblos originarios de nuestra América. Desde los movimientos populares la
referencia al zapatismo o el primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales y su
movimiento el MAS, es inevitable. En este marco, también se observa en sectores
altos y medios la adopción de todo tipo de prácticas culturales indígenas: desde los
alimentos (como la quinua) y las prácticas alimentarias a rituales como el temazcal o el
Inti Raymi. La cosmovisión de los pueblos originarias y su respeto a la Madre Tierra
(Pachamama) también se ha vuelto vital en términos de soluciones a la crisis
“civilizatoria” y en particular los desbalances ecológicos que ha provocado el sistema
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capitalista y su afán de lucro (que se expresa en el extractivismo de recursos


naturales, en particular en los territorios donde residen estos pueblos originarios). Los
Pueblos Indígenas del mundo protegen con sus vidas, el 80% de la biodiversidad
del planeta. A pesar de eso, son propietarios legales de menos del 11% de dichas
tierras. Y aunque constituyen aproximadamente el 4,5% de la población mundial,
representan cerca del 10% de los habitantes con menos renta del planeta
Según el Censo de 2010 hay en Argentina 955.032 personas (2,38 por ciento de la
población) que se auto-reconocen pertenecientes y/o descendientes en primera
generación de pueblos indígenas. Por su parte, el Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas (INAI) tiene identificadas 1.687 comunidades indígenas con personería
jurídica en el último listado publicado del año 2019. Por otro lado, la Encuesta
Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) de 2004 realizada por el INDEC estima
que un cuarto de los hogares indígenas (23.5%) se encuentran con las necesidades
básicas insatisfechas (NBI)29. Esta proporción es muy alta en comparación con los
hogares no indígenas (13.8%) y el total nacional (14.3%).
Si bien en Argentina la reforma constitucional de 1994 o leyes como la 26.160 (de
Emergencia en Materia de Posesión y Propiedad de Tierras) o 26.522 (de Servicios de
Comunicación Audiovisual) han valorizado y ampliado los derechos de los pueblos
originarios, la realidad es que muchos de estos derechos o iniciativas no se hacen
efectivos, ya sea por deficiencias materiales o incluso culturales o ideológicas en su
implementación. Por dar un ejemplo, si bien la Ley Nacional 26.160 (aprobada en
2006) ordenaba relevar en tres años todos los territorios indígenas del país. Sin
embargo, en 2013 un informe del Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (Endepa)
precisó (en base a información oficial) que sólo se habían finalizado los trámites
administrativos del 13% de las comunidades originarias y se había gastado el 76 % del
presupuesto.
En 2017, el Informe “Pobreza y derechos humanos”, de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) detalló que los pueblos indígenas padecen severos
obstáculos para acceder servicios básicos como agua potable, saneamiento,
electricidad y viviendas. La Comisión reitera que existe “una íntima y documentada
relación entre la situación precaria de los pueblos indígenas, y violaciones
estructurales de sus derechos a la libre determinación, la tierra, y los recursos
presentes en sus territorios” (127).
En varios países del hemisferio, muchos pueblos indígenas han sido expulsados de
sus tierras, viéndose obligados a vivir en situación de pobreza a los costados de las
carreteras o en las ciudades, donde carecen de las condiciones mínimas para una vida

29 Por otra parte, la ECPI registra como “pobreza” las viviendas hechas de barro de los pueblos
originarios, siendo que esta forma de construcción es parte de su cultura ancestral. También mide el
analfabetismo definido como imposibilidad de la lectoescritura en idioma castellano, siendo que la
Constitución Nacional, e incluso la Ley de Educación Nacional Nº 26.206 del año 2006, reconocen sus
lenguas originarias. Esta contradicción se ve claramente cuando uno discrimina entre las estadísticas a
nivel nacional y las de CABA y Gran Buenos Aires, donde la brecha entre alfabetización entre población
indígena y no indígena se reduce a apenas medio punto
P á g i n a | 61

digna. Debe destacarse que el acceso y control de los pueblos indígenas sobre sus
territorios está íntimamente relacionado con la realización de su derecho a la
alimentación. Cultivar alimentos en sus territorios ancestrales no es un simple acto de
supervivencia, sino una reafirmación moral y cultural. En lo que es “acceso a la salud”
no se registran sus métodos de medicina tradicional, ni el hecho de que muchas veces
la falta de acceso a centros de salud se debe a situaciones de discriminación o
desconocimiento de su cultura.
Por todas estas circunstancias resumidas de forma muy breve, se hace vital para
construir en la Argentina una realidad de justicia social, fomentar el acceso de la
población de los pueblos originarios a tierra, techo y trabajo, en el marco siempre de
respeto por sus formas de vida y reivindicaciones. Todo ello, siempre teniendo en
cuenta que no debe desarrollarse desde una visión indígena anacŕonica y muerta en el
tiempo (tal y como dice la socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui), sino en el
marco de una revalorización de la cultura indígena que en su relación con realidades
urbanas o capitalistas, ha vivido un profunda modernización “plebeya” o “cheje”, que
también les ha permitido crear poderosas redes de intercambio comercial entre el
campo y la ciudades30
Con todo ello, en lo que respecta a las comunidades indígenas rurales o periurbanas31,
proyectamos que:
 Por un lado, TODO PROYECTO DE REPOBLAMIENTO, MIGRACIÓN y
FORTALECIMIENTO construido en el marco de este proyecto-marco en
espacios que estén localizadas en cercanías a territorios de comunidades
indígenas, debe respetar las formas de habitar el territorio de dicha comunidad,
consensuando previamente todo proyecto con aquella. Esto incluye, por
ejemplo, y sobre todo, proyectos de urbanización, infraestructura, acceso a
servicios básicos, etc. que puedan tener un impacto fuerte en el territorio y ser
contrarias a la realidad de la comunidad en cuestión.
 Por otro lado, y en este mismo sentido, TODO PROYECTO DE DEFENSA,
PROTECCIÓN y RECUPERACIÓN de territorio indígena para la
producción/reproducción de la vida debe partir del cumplimiento de todos los
acuerdos internacionales sobre el “Consentimiento Libre, Previo e Informado”
(CLPI) de los colectivos indígenas en torno a las políticas públicas que los
atañen particularmente. En este proyecto se hace especial hincapié en el
respeto por las prácticas y saberes culturales de los pueblos y comunidades, y

30 Como en Argentina bien demuestra el empoderamiento de sectores mestizos quechua-aymaras


en las cadenas de valor frutihortícola y en Bolivia las estructuras comerciales de importación de productos
tecnológicos de China).

31 Vale aclarar que según datos del INAI, las comunidades indígenas con personería jurídica hasta
el 2019 se distribuyen de la siguiente manera según tipo de zona: 118 urbanas, 151 periurbanas, 732
rural, 32 ambas (rural y urbana) y el resto (654) sin datos. Con esto queremos dar cuenta de la amplia y
compleja situación de la distribución poblacional indígena en el país que, si bien gran parte se encuentra
en zonas rurales o periurbanas (o semi-rurales), no obstante es importante señalar que hay varias
comunidades urbanas o que están distribuidas entre ambos tipos de zonas y que es importante tener en
cuenta a los fines del presente proyecto (por ejemplo, la importancia de los vínculos
comunitarios/familiares que se sostienen entre los núcleos urbanos y los rurales o semi-rurales)
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por tanto, es importante tener presente la diversidad desplegada en la ruralidad


(tal y como la venimos caracterizando) y avanzar hacia la construcción de
vínculos respetuosos y constructivos.
 Por último, este proyecto y las acciones concretas que de aquí se deriven
tienen que respetar y no contradecir la legislación internacional, nacional y/o
provincial en materia indígena, anteriormente mencionadas.

Módulo “de comunidades costeras y ribereñas”


“Potencial de la pesca artesanal y la acuicultura en argentina”
(DE CLERCK, Gabriela – LUGARINI, Fabián)

Introducción

Nuestro país lidera el ranking de malnutrición en la región según UNICEF. Entre los
niños de 11 a 17 años de los hogares más pobres, tienen 31% más de probabilidad de
ser obesos que los de hogares más pudientes y las consecuencias pueden ser
enfermedades crónicas graves y discapacidad.

Se deterioró la salud en función de la edad, alcanzando a 3 de cada 10 personas de


75 años y más, así como entre quienes se hallan en condición de pobreza, tanto en
2017 como en 2018.

No menos preocupante es la malnutrición en hogares argentinos en todos los estratos


sociales. Las familias que no tienen escasez tampoco se alimentan bien. En los
hogares de bajos recursos no se accede a los macronutrientes esenciales como leche,
carne, huevos, verduras y frutas y se comen alimentos de baja calidad porque son
más económicos, que sólo generan saciedad.

Tampoco cumplen con las necesidades básicas los menús de los comedores
escolares, lo que resulta en retraso del crecimiento, que no se desarrollen y por ende,
no logren el mismo rendimiento escolar que los que sí tienen una dieta nutrida,
balanceada y sana.

Por lo tanto, es urgente implementar políticas de nutrición saludable y concientización


debidamente articuladas en todo el país, tal como claramente establecido en la
Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria Mundial dictando como objetivo
la necesidad de fomentar la solidaridad nacional y ofrecer igualdad de oportunidades a
todos los niveles, en la vida social, económica y política, especialmente en lo que
respecta a los grupos de personas vulnerables y desfavorecidos.

Pesca Artesanal

La pesca artesanal apuntala la seguridad alimentaria nacional como resultado de su


contribución a la nutrición balanceada de la población, reducción de la pobreza y
desarrollo rural así como por el hecho de ser un medio de sustento para aquellas
comunidades que la practican.

Asimismo, es una actividad ambientalmente sustentable debido al uso de artes de


pesca con mínimo o nulo descarte pesquero, reducido volumen de capturas así como
el bajo consumo energético promedio por embarcación.
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Los beneficios de comer pescado para la salud son tales como su riqueza en Omega 3
y 6 (recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización
Panamericana para la Salud (OPS) y la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO).

El pescado contiene bajo nivel de colesterol al contener menos grasas saturadas que
la carne y es rico en ácidos grasos poliinsaturados, sobre todo en el embarazo por la
transferencia de la madre al feto y durante la infancia al ser un componente esencial
de la estructura del cerebro, ayudando a mejorar la atención y el aprendizaje, la salud
cognitiva, el soporte de la memoria.

Además, proporciona proteínas de alto valor biológico al contener aminoácidos


esenciales para la vida, (imprescindible para el crecimiento de los niños) y triptofano
(necesario para la formación de la sangre), así como una amplia variedad de
vitaminas, incluyendo A, D, E, B1, B2, B3 y B12 según el tipo de pescado; y minerales
tales como fósforo, magnesio, selenio y yodo en el caso del pescado de mar.

La anemia infantil es uno de los trastornos nutricionales más extendidos en el mundo.


Unos 2.000 millones de personas la padecen por deficiencia de hierro y es más notoria
en las poblaciones vulnerables. La carencia de hierro durante la niñez afecta
profundamente al desarrollo neuronal y cognitivo. En efecto, se ha validado
científicamente que el alto contenido en hierro de los diferentes tipos de charqui (una
técnica de secado que conserva los alimentos de origen animal que se remonta a las
culturas andinas prehispánicas).

La Argentina consume sólo un 5% de lo que se pesca, ya que llega solamente a 6 kg.


por año por habitante, muy por debajo de la media mundial que es de 19 kg.

Sin embargo, en nuestro país, las comunidades pesqueras de pequeña escala


afrontan dificultades por la falta de regulación a nivel nacional de la actividad, ausencia
de políticas de apoyo social y de programas de capacitación y seguridad de las
personas en el mar.

La pesca artesanal en América Latina alcanza una producción superior a los 2,5
millones de toneladas anuales (15% de la producción pesquera latinoamericana), con
un valor de mercado de 3.000 millones de dólares estadounidenses, empleando al
90% de los pescadores de la región.

En el año 2019, las capturas pesqueras marítimas declaradas en Argentina


ascendieron a 0,78 millones de toneladas (la captura “real” estimada superaría el
millón de toneladas), empleando a 13.764 trabajadores embarcados; por lo tanto,
manteniendo la proporción que se da en América Latina entre mano de obra utilizada
en la pesca industrial respecto a la pesca artesanal, esta actividad podría dar trabajo
en nuestro país a más de 125 mil pescadores artesanales, incluso sin tomar en
consideración el desarrollo de la pesca artesanal en ríos y lagos

América Latina

En Ecuador la pesca artesanal aporta más del 50% de las exportaciones pesqueras de
esta nación (USD 540 millones), empleando a 169 mil trabajadores. Cuenta con
programas de extensión y entrenamiento pesquero que apuntan a planificar, coordinar,
difundir y controlar la actividad pesquera en sus fases de captura, procesamiento,
comercialización y afines, a fin de propiciar el desarrollo sustentable de la actividad,
fomentar la capacitación de pescadores, modernizar la flota pesquera y mejorar el
nivel nutricional de la población.
P á g i n a | 64

Los criterios considerados para la elaboración de estos programas son las


necesidades de los pescadores artesanales y productores acuícolas, la actualización a
nuevas técnicas y normas, así como la mejora del nivel socioeconómico.

Perú, con una costa de 3 mil km, ha registrado un crecimiento significativo en la pesca
artesanal en las últimas décadas producto del ingreso de mano de obra campesina a
la actividad, alcanzando actualmente a 80 mil pescadores artesanales activos, los
cuales utilizan 10 mil embarcaciones, incluyendo botes, canoas y lanchas.

Así, los programas de servicios de extensión y entrenamiento pesquero son impartidos


tanto por instituciones gubernamentales como ONGs. Consisten en formación básica,
especialización, seguridad e higiene, navegación (manejo de GPS, sonda y radio),
confección de artes de pesca, manipulación de productos pesqueros, etc.

En tal sentido apuntan al establecimiento de canales de comunicación entre


instituciones y comunidades pesqueras tanto para apoyar y solucionar problemáticas
como para mejorar su capacidad de gestión.

Asimismo, en Perú y la República Bolivariana de Venezuela se brindan talleres


teóricos y prácticos sobre el procesamiento de pescados, específicamente salado y
ahumado, para su preservación, utilizando métodos diferentes al congelamiento, con
el objetivo de incrementar la productividad de las comunidades pesqueras rurales
mediante actividades que no requieran una alta inversión inicial como es el caso del
procesamiento del pescado congelado.

En México, pequeñas embarcaciones artesanales llamadas “pangas” son las más


numerosas en la pesca de este país. La pesca artesanal abarca tanto especies
pelágicas como atún, sardina y anchoa, y demersales como lisa, mero, caballa, pargo
y cazón. Otras pesquerías significativas son las de camarón, langosta, calamar, abulón
y pulpo.

Los programas de servicios de extensión y entrenamiento pesquero están enfocados


en regulaciones y operaciones de pesca así como responsabilidades de la actividad.
Uno de los temas más importantes en la capacitación es el de “Seguridad de la vida
humana en el mar”.

En Costa Rica, los programas de servicios de extensión y entrenamiento pesquero son


implementados tanto por organismos estatales como regionales, estos últimos en
cooperación con el Instituto Nacional Costarricense de Pesca y Acuicultura, cuya tarea
principal es la formación y capacitación en las especialidades de mecánica y
construcción naval, navegación, tecnología de la pesca, pesca deportiva y
submarinismo además de manipulación y procesamiento de productos pesqueros.

Recursos ictícolas y pesca artesanal marítima

El Atlántico Sur es un ecosistema templado-frío con baja diversidad biológica pero alta
biomasa en muchas de sus especies. Nuestra costa marítima tiene una longitud
cercana a los 5.000 km., sin contar las islas oceánicas. La superficie de la plataforma
continental (hasta los 200 metros de profundidad) es de 769.400 km con un fondo
terrígeno-arenoso y de fango.

Debido a las diferencias ambientales que condicionan el tipo de explotación costera, la


misma puede dividirse en dos áreas: bonaerense y patagónica.
P á g i n a | 65

En el área bonaerense la especie costera dominante es la familia de la corvina


compuesta por pescadilla de red, pescadilla real, pargo y corvina negra. A otras
especies presentes se las conoce como el “variado”, el cual incluye lenguado, gatuzo,
besugo, palometa, pez palo, brótola, mero, salmón del Atlántico, tiburones y rayas.

Los pescadores artesanales bonaerenses, aproximadamente 1.200, se encuentran


principalmente en el Partido de la Costa, donde más de 500 familias viven de la pesca
artesanal, aunque suelen alternar esta actividad con otras, pescando preferentemente
en verano. Para la captura utilizan embarcaciones menores, botes de goma o semi-
rígidos con motores fuera de borda, en tanto que las artes de pesca consisten en
redes de enmalle, colocadas a no más de una o dos millas de la costa. Las especies
capturadas son principalmente corvina, palometa y, en menor medida, pescadilla de
red, brótola y gatuzo.

Por otra parte, en la zona de la ría de Bahía Blanca los pescadores artesanales
capturan principalmente camarón y langostino (utilizando redes de fondeo), cazón (con
redes de enmalle) así como corvina y pescadilla de red (con líneas de mano).

Los recursos costeros del área patagónica por provincia incluyen:

 Río Negro: merluza común y de cola, pez gallo, lenguado, raya, savorín,
salmón del Atlántico y gatuzo.
 Chubut: langostino, pez gallo, mero, salmón del Atlántico, palometa y camarón.
 Santa Cruz: pejerrey, róbalo, bacalao austral, merluza común y de cola.
 Tierra del Fuego: centolla, centollón, pulpo, abadejo, bacalao austral, róbalo,
merluza de cola, sardina fueguina, raya y tiburón.

La población de esta región representa un 3% del total del país y su litoral marítimo, el
75% del litoral nacional con 17 puertos.

Recursos ictícolas y pesca artesanal continental

La pesca continental es modesta, está en continuo crecimiento desde inicios de la


década del 90. Prácticamente la totalidad de la producción corresponde a la actividad
desarrollada en la zona argentina de la Cuenca del Plata (subcuencas del Río de la
Plata, Uruguay, Paraná y Paraguay), donde se encuentra pesca artesanal.

En total, en la Argentina existen más de 400 cuerpos de agua con una superficie de
aproximadamente 25.000 km que incluyen lagos, lagunas y embalses superiores a los
5 km .

Los recursos hídricos en la Argentina continental pueden ser divididos en dos


subregiones: al norte del Río Colorado la subregión Brasílica, la cual abarca buena
parte de Sudamérica, encontrándose la porción sur de esta subregión en territorio
argentino, y al sur del Río Colorado la subregión Patagónica con 11.799,5 km de
superficie de agua.

En la región al norte del Río Colorado pueden distinguirse tres zonas principales:
Cuyo, Centro y Mesopotámica. Cuyo se caracteriza por una gran cantidad de
embalses, la zona Centro presenta un importante desarrollo de lagunas en tanto que
en la Mesopotámica se encuentran los grandes ríos con sus llanuras de inundación.
Estos cuerpos de agua poseen una gran diversidad íctica como surubí, patí, bagre,
sábalo, dorado, boga, carpa, tararira, pacú, pira pitá o salmón de río y pejerrey.
P á g i n a | 66

Por su dimensión, la cuenca del Río de la Plata reviste la mayor importancia en la


pesca artesanal al abarcar sectores de 12 provincias y más de 4.000 km de cauces,
incluyendo solo los grandes ríos. Más del 90% de la producción pesquera continental
proviene de esta cuenca donde desarrollan su actividad 7.500 pescadores artesanales
con canoas de entre 4 y 7 metros de eslora, propulsadas a remo o con motores de
baja potencia.

En el año 2018, las capturas en esta cuenca ascendieron a más de 24 mil toneladas,
de las cuales se exportaron 20.202 toneladas a un valor FOB de 26 millones de
dólares estadounidenses.

La región Patagónica cuenta con 15 ríos que se nutren principalmente de los deshielos
de la cordillera, con lagos, lagunas y embalses permanentes intercalados en sus
cursos, los cuales presentan un importante potencial de producción debido a la
excelente calidad de sus aguas con alto contenido de oxígeno. Esta región cuenta con
especies nativas como puyens y perca así como salmónidos exóticos tales como la
trucha arco iris, trucha de arroyo, trucha marrón y salmón del Atlántico.

En el país profundo, la pesca artesanal se organiza en base al grupo doméstico, sobre


una complementariedad de tareas por sexo y por edad entre sus integrantes. A su vez,
la actividad también se organiza a nivel de la comunidad de pescadores, donde
comparten los mismos espacios productivos y un mismo conjunto de reglas que
ordena la actividad extractiva, que localmente se denomina “sistema de turnos”. Los
espacios donde se realiza este tipo de pesca están muy bien determinados y se
llaman “canchas”, que se encuentran en el lecho del río. Para reconocer su ubicación y
extensión, los pescadores utilizan “marcas” que se encuentran en tierra firme, que son
lo que permite practicar la pesca de arrastre.

Los pescadores venden su producción a frigoríficos exportadores o a empresarios –


acopiadores que revenden el pescado en comercios de los centros urbanos cercanos
y de otras provincias, cuyo nivel de compra es tan fuerte como para imponer el precio,
incluso a valores irrisorios. Los agentes de comercialización se desentienden de la
reproducción de las unidades de pesca y por lo tanto toda la responsabilidad recae en
el grupo doméstico del pescador.

Las pesquerías tienen distinto desarrollo en las distintas subcuencas y tramos de los
ríos principales. La explotación de los recursos en general es moderada excepto
alrededor de las ciudades, donde disminuye la cantidad de especímenes de mayor
tamaño y valor comercial o deportivo y por la construcción de las represas
hidroeléctricas (Itaipú, Salto Grande). La contaminación urbana tiene un impacto
particularmente negativo en las poblaciones de peces migratorios (los de mayor
importancia pesquera).

Acuicultura

Comprende las actividades de producción, cultivo y mantenimiento de organismos


acuáticos vivos con fines de repoblación de ambientes acuáticos naturales, cultivo en
ambientes artificiales destinados a la pesca recreativa y cultivo y producción de
organismos acuáticos normalmente con especies nativas o exóticas existentes en los
cuerpos de agua destinados al consumo humano.

La acuicultura tiene un escaso desarrollo en Argentina. Hay varios centros de


desarrollo tecnológico e instituciones trabajando en el área.

Se distinguen cuatro cuencas geográficas, según condiciones climáticas:


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 Subtropical y cálida templada en el noreste del país, apta para la acuicultura en


estanque y jaulas flotantes en cuerpos de agua naturales. Especies que se
están cultivando: pacú, tilapia, rana toro; potenciales: camarón malayo, bagre
sudamericano o randia, surubí rollizo, pirapitai, yacaré invertebrados, peces
ornamentales.

 Cordillerana y fría templada: desde la Puna hasta el Sur, en una amplia franja
paralela a la Cordillera de los Andes, incluyendo regiones montañosas y
patagónicas, con grandes lagos y embalses, donde se pueden cultivar
salmones y puyén.

 Cuenca continental templada: pampa húmeda y adyacencias, con muchos


cuerpos de agua no muy profundos. Apta para: pejerrey, bagre sudamericano o
randia, esturión, carpa, langosta australiana, ranas y especies ornamentales.

 Templada a templada fría: toda la costa marítima, apta para: moluscos bivalvos
(mejillones y ostras), lenguado, besugo, salmones en la fase marina, almejas,
vieira, caracol y abalón, algas.

Para propulsar esta actividad, debe difundirse su potencial e impulsar planes de


capacitación sobre su implementación así como el control de enfermedades, la
creación de fórmulas alimentarias de calidad y menor costo y el uso de nuevas
tecnologías. Esto demanda una legislación acorde y aplicable a nivel federal y
provincial.

Protección eco-sustentable de los recursos

De acuerdo al Primer Informe de Impacto Ambiental del Ministerio de Ambiente y


Desarrollo Sustentable, los humedales que son fuente de suministro de agua dulce,
alimentos y materiales para la construcción, que preservan la biodiversidad y ayudan a
controlar crecidas, recargar aguas subterráneas y a mitigar el cambio climático, están
entre los ecosistemas más degradados y amenazados en la Argentina.

Asimismo, la introducción de especies foráneas en los ríos ha alterado la dieta de los


ecosistemas originarios, cuestión que debe ser objeto de estudio y cuidado.

Las toneladas de materia orgánica volcados al mar en los descartes de capturas de


especies no buscadas en la pesca industrial por tener precio inferior al de los
objetivos, ocasionan severos cambios en la estructura y en la diversidad de especies
de las comunidades marinas, favoreciendo el avance de especies carroñeras y
detritívoras y la proliferación de algunas especies de aves marinas. También genera
cambios tróficos en las comunidades marinas en términos de su composición y en el
ambiente, perturbando las oscilaciones naturales con efecto cascada.

Según la FAO - Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU, a


febrero de 2016, las Pérdidas y Desperdicios de Pescado (PDA) en América Latina
fueron del 33% siendo que la vida submarina es uno de los objetivos ligados a la
sostenibilidad del sistema alimentario mundial.

En este análisis debe mencionarse la vulnerabilidad de las comunidades costeras ante


las amenazas inminentes del cambio climático, tales como inundaciones o migración
de especies.

Factibilidad de un Plan Federal de Pesca Artesanal y Acuicultura Federal


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Nuestros pueblos originarios entendían el valor de la pesca y el respeto por la


naturaleza. Una parte significativa –localizada predominantemente en áreas rurales–
convive en forma comunitaria y conserva hábitos de vida ancestrales y sus tradiciones.

Muchas de las provincias con alto potencial de pesca artesanal tienen poblaciones
indígenas, tales como Chubut, Neuquén, Río Negro, Jujuy (38% de la población es
originaria), Salta y Formosa (Wichí, Tobas Qom, Pilagá y Nivaclé), con porcentajes
que van desde 8,7% a 6,1% de acuerdo al último Censo Nacional. La
occidentalización de sus costumbres, los alejó de su cultura de cacería y pesca.
Recapitalizar ese saber en pos de proyectos participativos de desarrollo comunitario
es una de las misiones del Instituto de Asuntos Indígenas INAI.

El sector pesquero industrial enfrenta una situación crítica ante el cierre de plantas de
procesamiento, y rebajas de salarios, resultando en comunidades urbanas y semi-
urbanas desocupadas. Esto ha ocasionado cordones de miseria y exclusión en la
mayoría de los grandes puertos argentinos.

A pesar de la importancia económica de la pesca, el país se ha ocupado muy


pobremente de las comunidades pesqueras. En este marco de desconocimiento
formal, la mujer del sector pesquero no ha sido, objeto de ningún tipo de análisis. Esto
es alarmante si tomamos en cuenta que según el CIPPEC, el 55% de los hogares más
vulnerables tiene una mujer como sostén principal.

Las recolectoras costeras constituyen un sector marginal y desprotegido a nivel de


instrucción, condición sanitaria y ocupación. Este sector es el que más claramente se
liga a la pesca por tradición familiar. Por tanto, es ideal un plan comunitario que
garantice el derecho de las personas a cuidar, ser cuidadas y poder desarrollarse.

Dado que la pesquería a pequeña escala en Argentina tiene el potencial de ser


económicamente factible y una contribución invaluable en la lucha contra la pobreza y
la desnutrición, el éxito de la misma depende del apoyo administrativo y técnico del
Estado, para lo cual debe establecerse un programa integrado, participativo e
interdisciplinario que permita mejorar la organización, eficiencia y productividad de las
comunidades pesqueras artesanales con propuestas realizables y la voluntad política
necesaria para alentar su consecución. Además constituiría no solamente un
desarrollo económico y social sino también a un manejo sostenible de los recursos
pesqueros.

Tales políticas deben socializarse antes de ejecutarse para garantizar que cubren las
necesidades de los pescadores, considerando tanto los aspectos técnicos como las
carencias socio-económicas de estas comunidades, balanceando adecuadamente los
aspectos biológicos, tecnológicos y productivos. Esto requiere de un diagnóstico
participativo para su efectiva ejecución, que defina estrategias asertivas
mancomunadas en el marco de un plan federal, que estandarice las normas e
iniciativas de diversos entes tanto nacionales como provinciales en pos de
emprendimientos comunitarios territoriales en nuestros ríos, espejos de agua, lagos y
mares, contribuyendo integralmente a una Soberanía Alimentaria Nacional protectora
de los recursos naturales.

f. Proyecto de construcción de 10 viviendas dentro del ámbito rural y/o


periurbano

La creación de nuevas comunidades y cooperativas en territorio rural o periurbano va


a requerir la construcción de viviendas. Si bien, tal como se insiste a lo largo del
proyecto, también en esto deberá evaluarse en cada caso concreto si pueden
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recuperarse construcciones anteriores abandonadas o en desuso, así como poner la


mirada en los usos y costumbres de cada lugar respecto de los mejores modos,
alternativas y materiales de construcción; presentamos en ese proyecto un modelo de
construcción tradicional de un módulo de 10 viviendas, que permite comprender el
impacto en la esfera de creación de empleo y reactivación económica que podría tener
un Plan como el propuesto.

El objetivo principal es la auto-construcción por parte de las familias que se radicarán


en distintas zonas rurales o periurbanas; y los cálculos y proyección de tiempos de
trabajo, están realizados pensando en conjuntos de 10 viviendas. Probablemente,
muchas de las personas que comenzarán a trabajar, no contarán con las habilidades
suficientes para iniciar la construcción sin una guía y con la ayuda mutua por parte de
sus pares. Esto lleva a considerar que además de poder llegar a conseguir su vivienda
también van a tener un nuevo oficio para desempeñarse en la vida diaria.

Se propone que la auto-construcción comience con la fabricación de los bloques de


hormigón de 20 x 20 x 40 cm. Solo de esta medida, para agilizar la construcción al no
tener espesores de muros distintos y abaratar costos en cuanto a la adquisición de la
bloquera y sus respectivos moldes.

Con una bloquera manual, con vibrador, con un molde de 3 bloques y 2 personas
operandola durante 8 horas, se puede lograr una producción de 300 a 350 bloques. Si
tenemos en cuenta que la vivienda propuesta de 55 m2, cuenta con una cantidad de
1.900 bloques, el total necesario para las 10 viviendas estaría alrededor de los 20.000
bloques considerando el desperdicio por rotura y traslado. Estos valores nos llevan a
considerar que en la producción de bloques se logra trabajo continuo para 2 personas
durante 3,5 a 4 meses aproximadamente.

Hablando de la construcción propiamente dicha de las 10 viviendas se considera un


promedio de 4 personas con conocimientos previos, llámese albañiles y ayudantes,
carpinteros techistas, electricistas, sanitaristas, gasistas, por vivienda durante 6
meses. Si tenemos en cuenta lo dicho en los primeros párrafos con respecto a que
varias de las personas no cuentan con los conocimientos y habilidades, se podrían
considerar 6 trabajadores/as por vivienda. Respecto de esto mismo, y en caso de que
las viviendas estén dentro de un radio asequible, se pueden organizar cuadrillas
mixtas, de albañiles y ayudantes, que roten por las viviendas en construcción y vayan
colaborando y guiando a aquellos que desconocen el oficio. Si el ritmo de construcción
fuera constante y simultáneo, podríamos lograr que -en este esquema rotativo- 20
personas tengan trabajo durante 6 meses.

El ante-proyecto de la vivienda

a. La misma cuenta con dos dormitorios, un baño completo, y una cocina-comedor


integrada y un pequeño porch de entrada; que totalizan 55 m2.

b. El sistema constructivo es el tradicional con muros de bloques de hormigón de


20x20x40 en su totalidad para uniformar y agilizar la construcción.
P á g i n a | 70

c. Los cimientos serán de hormigón ciclópeo, y la mampostería de cimientos serán


realizadas con dos hiladas, las cuales a posteriori contendrán las respectivas capas
aisladoras horizontal y vertical.

d. Los muros exteriores irán a la vista con la junta tomada y en su interior con revoque
fino a la cal de terminación.

e. El piso serán de cerámicos comunes al igual que los zócalos.

f. El baño llevará revestimiento hasta los 2,10 m.

g. La mesada de la cocina llevará tres hiladas de revestimientos hasta los 60 cm.

h. El techo será con pendiente de 20º para una buena y ligera evacuación del agua de
lluvia y su parte estructural será realizada con caño estructural rectangular tomado con
las vigas de encadenado. La cubierta se realizará con chapa acanalada galvanizada
C-27. Debajo de la misma llevará en tanto un aislante térmico como hidrófugo
asentados sobre el cielorraso a la vista de tableros de madera OSB fenólicos de 11/15
mm.

i. La cañería de electricidad se realizará con caños corrugados o flexibles con las


respectivas cajas. El diámetro de los cables en general será de 2,5 mm para la línea
general y tomas y de 1,5 para los retornos.

j. Las instalaciones de agua fría y caliente, por una cuestión de practicidad serán de
polipropileno con uniones a rosca para así facilitar la autoconstrucción.

k. Las cañerías de desagües cloacales serán de PVC. El tanque de reserva de agua


potable será de polietileno bi-capa.

l. Se construirá una cámara séptica y el respectivo pozo absorbente.

m. Las instalaciones de gas serán realizadas con material normalizado y supervisadas


por un Técnico matriculado.

n. La carpintería tanto metálica como la de madera será la normalizada.

ñ. La pintura será látex al agua para interior.

Los valores por m2 de construcción de una vivienda social de este tipo, en Córdoba,
para el mes de Febrero de 2020 fue de $32.711,86 y considerando que el porcentaje
de la Mano de Obra es del 31% aproximadamente, podríamos afirmar que el metro
cuadrado, considerando solo el Material y Gastos Generales, es de $22.571,18. Si
redondeamos tenemos: 23.000 $/m2 x 55 m2: $ 1.265.000/vivienda.

Pero además, hay que considerar dentro de los gastos generales la compra de
herramientas manuales, herramientas eléctricas, hormigoneras, andamios, la
bloquera, etcétera. Por otra parte, al no contar con transporte propio, debe sumarse la
incidencia de los fletes del cemento, los áridos, de los mismos bloques fabricados en
un centro de producción general, y de los materiales en general.
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En síntesis, el proyecto de construcción del módulo de 10 viviendas tendría un costo


de 1.265.000 $/vivienda y un costo total de $ 12.650.000, generando alrededor de
20/22 puestos de trabajo durante 6 meses.
P á g i n a | 72

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