Síntesis Teológica Trinidad
Síntesis Teológica Trinidad
Síntesis Teológica Trinidad
El Dios cristiano presentado por Jesucristo. Desarrollo trinitario del dogma hasta la proclamación
del Símbolo niceno-constantinopolitano del 381. Elementos de la teología trinitaria agustiniana:
la noción de relación, la doctrina psicológica, etc. Rasgos centrales de la elaboración sistemática
trinitaria de Santo Tomás de Aquino. La cuestión del Filioque en el pasado y en la actualidad. La
teología trinitaria contemporánea. La enseñanza del Concilio Vaticano II. La cuestión teológica de
la relación entre Trinidad «inmanente» y Trinidad «económica». Reflexión trinitaria y teología de
la cruz. Misterio trinitario y espiritualidad cristiana
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18, etc.) y del Espíritu Santo (cf. 1 Cor 2,10-12; 2 Cor 3,17, etc.), al tiempo que se revela
reiteradamente el ser de Dios como Padre (cf. Mt 11,25; Mc 14,36; Rom 8,14; Gál 4,6,
etc.). Es más, los autores del NT tenían clara conciencia de la acción conjunta de las
tres divinas personas en la historia de la salvación, tal como queda recogido en las
conocidas como «fórmulas triádicas» (cf. Mt 28,19; 2 Cor 13,13; 1 Cor 12,4-7).
El mayor peligro al que hubo de hacer frente el dogma trinitario durante los
primeros siglos fue, sin lugar a dudas, el monarquianismo. Empeñados en defender a
toda costa el monoteísmo judío, los monarquianos negaban la pluralidad de personas
en Dios. Para ello, adoptaban dos posturas cristológicas: Cristo era un hombre dotado
de una fuerza divina (monarquianismo adopcionista, defendido por Teodoto), o bien
un modo de manifestación del único Dios (monarquianismo modalista, defendido por
Sabelio).
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apologetas, y no expresa con claridad su eternidad. En cuanto al Espíritu Santo, afirma
que viene del Padre por el Hijo, pero se centra en su acción en la economía salvífica.
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Cf. DH 125-126.
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habló por los profetas (cf. Mc 12,36; 1 Pe 1,1) 3. Por tanto, con la conclusión de
Constantinopla queda fijado el dogma trinitario.
Habrá que esperar hasta el siglo IV para encontrar la primera síntesis y exposición
unitaria del misterio de la Trinidad con san Agustín de Hipona. Con su tratado De
Trinitate comienza la teología trinitaria en sentido eminente. Tiene un claro interés por
destacar la unidad de Dios en el ser, en la cualidad y en las acciones, de tal manera que
llegará a afirmar que existe una cooperación común de las tres personas divinas
cuando actúan ad extra. El primer gran logro de Agustín en el campo de la doctrina
trinitaria especulativa es el concepto de «relación» como expresión de la
diferenciación personal del Dios único. De este modo, en Dios todo es uno excepto lo
que indica relación: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por otra parte, para explicar la
Trinidad en la unidad establecerá una analogía con la vida anímica humana (memoria,
intelligentia, voluntas), apoyado en la afirmación escriturística según la cual el hombre
es imagen de la Trinidad (cf. Gén 1,26). Con todo, las analogías psicológicas no
pretenden ser pruebas racionales de la existencia de la Trinidad.
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Cf. DH 150.
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Pero, más que las procesiones, para santo Tomás son las «relaciones» las que
ayudan a profundizar en el misterio de la Trinidad. En la vida intradivina surgen cuatro
relaciones: la del Padre al Hijo (generación activa o paternidad), la del Hijo al Padre
(generación pasiva o filiación), la del Padre y el Hijo al Espíritu Santo (espiración activa)
y la del Espíritu Santo al Padre y al Hijo (espiración pasiva). De estas cuatro, tres se
distinguen realmente entre sí y son constitutivas de las personas: paternidad, filiación
y espiración pasiva. La espiración activa, por la que es originado el Espíritu Santo, es
común al Padre y al Hijo y no puede, por tanto, en sentido estricto, ser constitutiva de
una persona.
Andando el tiempo, ya en el siglo XX, Karl Rahner intentará superar esta situación
con la formulación de su axioma fundamental, según el cual «la Trinidad “económica”
es la Trinidad “inmanente”, y a la inversa». Ciertamente existe una identidad entre lo
que Dios revela (Trinidad económica) y lo que Dios es (Trinidad inmanente), de tal
modo que la actuación de Dios en la historia de la salvación es el único camino para
acceder al conocimiento de la vida inmanente de Dios.
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sería mejor decir que la «Trinidad inmanente es el fundamento trascendente de la
economía de la salvación»4.
Así, al Padre se le atribuye el designio creador y salvador, así como las misiones del
Hijo y del Espíritu Santo. En segundo lugar, el Hijo tiene como cometido propio la
revelación del Padre, la redención del género humano y la efusión del Espíritu sobre la
Iglesia. Por último, al Espíritu Santo le corresponde la santificación de la Iglesia y de los
creyentes, la distribución de los dones y carismas, y la configuración del bautizado con
Cristo.
De este modo, la cruz revela, junto con el amor del Padre a los hombres, la
obediencia filial de Jesús, que se entrega a la muerte. La respuesta del Padre a la
entrega de Cristo es la resurrección, en la que recibe la glorificación que le constituye
como Kyrios. Y en cuanto Señor, Cristo envía el Espíritu Santo a los hombres, por
medio del cual los hace participar de la vida misma de Dios en los tiempos
escatológicos.
4
L. F. Ladaria, El Dios vivo y verdadero. El misterio de la Trinidad, 59.
5
Cf. CEC 260.
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BIBLIOGRAFÍA: