La Trinidad y Errores
La Trinidad y Errores
La Trinidad y Errores
La fórmula trinitaria aparece en el bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo (Mateo 28:19)
El apóstol Pablo cerró una de sus epístolas diciendo: «La gracia del Señor Jesucristo, el
amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (2 Co 13:14).
La Primera epístola de Juan afirma: «Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el
Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno». (1 Juan 5:7).
Las iglesias evangélicas definen que dentro de la unidad de Dios existen tres distintas
personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Los tres comparten los mismos atributos y
la misma naturaleza; por lo tanto, estos tres constituyen el único Dios.
Pocos principios han sido tan debatidos como el dogma de la Santísima Trinidad. La
fijación de la doctrina trinitaria de la Iglesia ha sido un proceso arduo y laborioso. Por
Trinidad se entiende el dogma de la religión cristiana en virtud del cual existen en Dios
tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu santo. Así en el concilio de Letrán (1215) se
estableció que en Dios hay una sola esencia, una sola naturaleza en tres hipóstasis o
personas. Sin embargo en los orígenes de la Iglesia, hubo manifestaciones heréticas:
Sabelio en el siglo III negó la distinción de las tres personas y el misterio de la Trinidad, y
Pablo de Samosata, obispo de Antioquía en la segunda mitad del siglo III, rechazaba el
carácter divino de Jesucristo y consideraba la Trinidad como una sola sustancia y una
sola persona. Contemporáneo de Pablo de Samosata fue Arrio (280-336) nacido en
Cirenaica, que negaba al Hijo naturaleza divina por no ser consustancial (homousios) con
el Padre ni coeterno con Él, ni era igual en dignidad.
De los errores en la antigüedad sobre la trinidad está en la definición que dio el arrianismo
donde se afirma la superioridad ontológica de Dios Padre sobre el Verbo, criatura divina
pretemporal y permanente, pero subordinada a Dios y, por lo tanto, distinta de Él. Cristo,
encarnación del Verbo, no era Dios. Se condenó a Arrio, pero se reflexionó sobre el
misterio trinitario. La postura arriana (anomia, es decir, el Hijo diferente al Padre) se
enfrentaba a la ortodoxia o postura consustancialista (homoousiana) con
tres Hypostaseis (o Personas).
Otro error, fue que en Nicea –la actual Iznik, en Turquía– se declaró un símbolo ortodoxo
de fe a partir de la propuesta de Eusebio de Cesárea. Cristo era “Dios de Dios, luz de luz,
engendrado no creado de la misma naturaleza del Padre. La gran novedad era que la
fórmula “de la misma naturaleza” (homoousios, o consustantialis) no estaba tomada de la
Sagrada Escritura, sino elaborada por el pensamiento teológico a partir de ella.
Otra de las diferencias en Servet es que aunque admite que Cristo podía ser Dios sin
dejar de ser hombre –y por ello se diferencia de los arrianos–, lo que se denomina en la
escritura Verbo o Palabra (Logos), era Eterno, y se hizo carne en Jesús, el Hijo, que no
poseía la eternidad. La Palabra no es el Hijo, sino una disposición de Dios. La Palabra no
fue nunca el Hijo. La Palabra cesó y solo está el Hijo. En Dios hay dos disposiciones: un
oráculo –la Palabra– y un Espíritu, pero solo una visible hipóstasis en el oráculo. Solo
hubo una hipóstasis, la persona de la Palabra. En cuanto al Espíritu santo, para él es un
“Santo Espíritu”, es el “espíritu de Dios” que está en nosotros porque Dios dijo “moraré en
ellos”. Y nos señala: “aquel que miente al Santo Espíritu miente, no a los hombres, sino a
Dios. No hay cosa hecha sin su Palabra; no hay piedra, planta o casa sin el Espíritu de
Dios”. Siguiendo la obra Miguel lo denominará también “Espíritu de Santidad”.
“La Iglesia de Dios es el sostén y pilar de la verdad lo cual no es más que decir que la
palabra del Evangelio es verdadera y la palabra del Evangelio es esta, es decir, que
Jesucristo es Hijo de Dios (…) la verdad, sobre el que fue fundada la Iglesia, es creer que
Jesucristo es Hijo de Dios.”
El adopcionismo, que afirmaba que Jesús era un ser humano que en su bautismo
había sido "adoptado" por el Padre y que sólo recibió el espíritu divino una vez que
hubo ascendido a los cielos.
El Triteismo: Es término teológico de la herejía de los que han enseñado que en Dios no
solamente hay tres personas, sino tres esencias, tres sustancias divinas y por
consiguiente tres dioses. Cuando algunos disputadores han querido explicar el misterio de
la Santísima Trinidad sin consultar con las Escrituras, sino con la tradición denominacional
y dogmas doctrinales de iglesias que se manejan por filosofías de concilio, han dado casi
siempre en uno u otro extremo. Unos por no parecer que suponían tres dioses han caído
en el sabelianismo y han defendido que en Dios no hay más que una persona, el Padre, y
que las otras dos no son más que dos denominaciones o dos aspectos diferentes de la
divinidad. Otros por evitar este error han hablado de las tres personas como si fueran tres
esencias, tres sustancias o tres naturalezas distintas y así han venido a ser triteístas. Lo
singular es que esta herejía tuvo origen entre los eutiquianos o monofisitas, que no
admitían más que una sola naturaleza en Jesucristo.
- Elección condicional. Dios escogió para salvación, antes de la fundación del mundo, a
todas aquellas personas que, asistidas por su gracia habilitadora, creen en Cristo.
4. Los Testigos de Jehová (en inglés: Jehovah's Witnesses) son una denominación
cristiana milenarista y restauracionista con creencias antitrinitaristas distintas de las
vertientes principales del cristianismo. Se consideran a sí mismos
una restitución del cristianismo primitivo, creencia que se basa en su propio entendimiento
de la Biblia, preferentemente de su Traducción del Nuevo Mundo de las Santas
Escrituras, y que tiene, según ellos, como propósito santificar el nombre de Jehová. Los
Testigos de Jehová dicen basar sus creencias en la Biblia, libro que consideran como
fuente exclusiva de referencia en asuntos doctrinales. Creen en Jehová como el
único Dios, el cual no es omnipresente, y se identifican como seguidores de un único
líder, Jesucristo, a quien consideran hijo de Dios pero no Dios en sí mismo, y a quien
además identifican con el arcángel Miguel. Si bien aceptan a María como madre de Jesús
y de sus hermanos, no la veneran ni la consideran madre de Dios.