Las Cartas de San Juan
Las Cartas de San Juan
Las Cartas de San Juan
Llegando al estudio de los últimos libros de N.T., que llevan la firma del apóstol "que
Jesús amaba" (1, 2, 3 Juan y Apocalipsis), hemos de resaltar primero algunas
observaciones, que nos ayuden a comprender mejor su contenido y mensaje:
En todo caso, admitían que Jesús hombre había sido el instrumento, como un
"recipiente", en el que el Hijo de Dios había bajado para dar su mensaje. Quien había
muerto en la cruz no había sido el Hijo de Dios, sino sólo el Jesús hombre.
Por lo tanto no se podía hablar de una encarnación verdadera, ni de verdadera muerte
del Hijo de Dios.
En Cristo Jesús, según la doctrina gnóstica, habían dos naturalezas (la divina y la
humana) y dos personas Jesús hombre y Cristo divino).
Esta tesis está en contra de la verdad de Cristo, quien es UNA sola persona con dos
naturalezas (humana y divina).
Esta concepcciones erróneas sobre Cristo y sobre "el conocimiento de Dios" motivaron
en especial manera la primera carta de Juan, nacida en el seno de la comunidad joanica.
Los escritos de Juan, nacidos como expresión de fe y de vida cristiana, al interior de la
comunidad joanica, tienen, pues, unas características y unos temas muy propios:
Hablan mucho del conocimiento de Dios, de "revelación" (1Jn. 2, 4; 4,8; Ap 1,1).
Tratan de los temas característicos del dualismo gnóstico: luz-tiniebla (1Jn. 1,5-2,7; 1Jn.
1,7ss; Jn 8,12; Jn 3,17; 12, 35.46;...), vida-muerte (Jn 14,6; 11,1-4; 1, 4; lJn. 1,2;...),
verdad-mentira (Jn 8, 30-32; 1Jn. 4, 1-6; 1, 6.8; 2, 4.21.22.27; 2Jn. 1-3; 3Jn. 3, 4.8).
Para nosotros basta establecer que el Evangelio y la Primera carta de Juan tienen el
sello del Apóstol predilecto de Jesús. Mientras que la segunda y tercera carta de Juan,
escritas por una misma persona, perteneciente a la comunidad joánica y bien conocido
por los destinatarios.
Por lo que concierne el autor del Apocalipsis, también excluimos que sea Juan el
apóstol. El autor - redactor del último libro bíblico se ampara a la autoridad del apóstol
Juan (Ap 1, 10) y seguramente es un discípulo que escribió bajo la guía espiritual de su
maestro.
Acerquémonos ahora a la lectura y estudio de este libro bíblico, que, más que una carta
en sentido estricto, es una "encíclica" de caracter homilético y teológico.
Como hemos explicado anteriormente, este escrito nace en confrontación directa con los
problemas suscitados dentro de las "comunidades Joánicas” quienes, estaban en peligro
de caer en las falsas doctrinas gnosticas.
Juan, con este escrito, aclara las ideas sobre el verdadero conocimiento de Dios y sobre
Cristo, verdadero hombre, que abre el camino a la Luz, a la Verdad y al Amor.
Sostiene la humanidad de Cristo (1,1-3; 4,1-3) y pone de relieve que Jesús de Nazareth,
el hombre, es Cristo, el Hijo de Dios (1,3-7; 2,22-23; 4,15; 5,1-20).
La carta, si bien nace de una circunstancia histórica, es un precioso documento, para la
Iglesia de siempre, sobre Dios, Cristo Jesús y la vida Cristiana.
Su AUTOR es al Apóstol San Juan, o un discípulo muy cercano a él; en todo caso, es el
mismo que escribió el Evangelio.
ESTRUCTURA Y CONTENIOO.
Nota: Si todavía no lo has hecho, lee ahora enteramente la carta que estamos
estuqiando, confrontando su contenido con esta división que hemos expuesto.
Después de haber leído esta carta, estamos en dificultad: ¿Cómo resumir tanta riqueza
de doctrina y de exhortaciones a la vida cristiana?
No estamos en error, cuando afirmamos que nos encontramos frente a uno de los
escritos más profundos del N.T. En su brevedad, tenemos que volver varias veces a leer
y re-leer para captar y saborear su contenido doctrinal y moral.
Vamos a recoger la ideas fundamentales, para ayudarte en la reflexión:
Esta afirmación, ya recalcada en el Evangelio Jn. 3,19; 8,12; 12, 35; 12,46) no es para
contemplarla así no más.
Hay quienes piensan que están en comunión con Dios y viven en las tinieblas, es decir,
en un pecado que no reconocen (1, 6)
Juan les dice: "Dios es Luz, vivan, pues, y caminen en la Luz”. Esta revelación lleva a la
exigencia de exponernos a la Luz de Dios para reconocer nuestro pecado y romper con
él (1, 7-10), acercarnos a Cristo (2, 1-2); observar el mandamiento del Amor (2,3-14), y
guardarse de la mentalidad del mundo, fundada sobre la codicia, el poder y el placer
(2,15-17)
Significa "el adversario de Cristo'', eso es toda persona o doctrina que va en contra de la
luz, que es Cristo Jesús. Para estar seguros de andar en la Luz, debemos rechazar el
anticristo; es decir, guardar firme la fe y lo que la fe enseña.
Juan escribe por todos aquellos que ''saliendo de nosotros" (2,19), se han desviado y
enseñan docrinas diferentes a las "del principio" (2,24).
Directamente, va en contra de la herejía de los que no creen que Jesús Hombre era Hijo
de Dios, niegan la presencia de la Divinidad en la persona de Jesús (los gnósticos, y la
herejía llamada "Docetismo"). La fe consiste en confesar que "Jesús vino en la carne"
(4, 2; lee 2,23-25) y que "el Hijo de Diosse hizo víctima por nuestros pecados” (4, 10)
Son tres entonces los que señalan a Jesucristo: el Espfritu, el agua y la sangre" (5,5-7).
Si somos hijos de Dios (3, 1-2; 2,29; 4, 2) es por un don de amor del Padre, quien nos
da la vida en Cristo (3, 1-5).
Como en la primera sección, asumir este don compromete a vivir la dignidad de Hijos.
Hay quienes alardean su condición de hijos de Dios pero viven en la esclavitud del
pecado. Juan advierte que él que no praectica la justicia y el que no ama a su hermano,
no es de Dios (3,10)
Nuestra dignidad de Hijos nos compromete al amor con los hermanos (3,13-24).
Para comprender el desarrollo de esta idea es preciso tener en cuentaa el dualismo que
presenta Juan: hijos de Dios=hijos del diablo; justicia=injusticia; amor=odio. El hombre
pertenece a uno de estos dos mundos, según su conducta y opción personal
Y, por último, el ser de Dios también nos compromete a discernir los espíritus (4,1-6).
No todo espíritu es bueno, nos dice San Juan, y el criterio para conocer al Espíritu de
Dios es ''Todo espíritu que confiesa a Jesucristo encarnado, es de Dios; y, todo espíritu
que divide a Jesús, no es de Dios" (4,2). ·
Una vez más notamos la polémica con lo gnósticos que no aceptaban la encarnación del
Hijo de Dios.
El A.T. nos había enseñado que Dios era creador, todopoderoso, justo, misericordioso;
había hablado muchas veces del amor de Dios, como el de un Padre, de una madre, y
aún de un esposo.
El N.T. había repetido estas imágenes, invitándonos a llamar a Dios: "Abbá" (papá).
Pero nunca, ningún texto de la escritura se había atrevido a decir: "¡Dios es Amor!"
(4,8.16). Esta definición de Dios, que Juan repite dos veces, es la más completa y la más
revolucionaria de la Revelación. "El amor consiste en que Dios, primero, nos ha
amado" (4,10).
Al empezar el Cap. 5, Juan cambia el tono. Habla todavía de amor, pero aparece una
nueva palabra: “La Fe en Jesús" (5, 6.7.9.10.11.12).
Del amor de Dio brota la fe en Jesús Hijo de Dios; cuyo testimonio viene directamente
de Dios.
Notemos como en las 3 secciones; a cada afirmación sobre Dios, correspoden, como
círculos concéntricos, las mismas actitudes cristianas: rechazar el pecado; amar a los
hermanos; y mantenerse firmes en la fe en Cristo Jesús hombre-Dios, contra los falsos
maestros.
2 y 3 CARTAS DE JUAN.
Esto nos hace concluir que el AUTOR de la 2 y 3 Juan no es Juan el apóstol, sino un
discípulo de la comunidad, muy conocido por los destinatarios.
Las dos cartas, escritas alrededor del año 100, tardaron en ser aceptadas dentro del
Cánon de los libros inspirado.
Está dirigida a una comunidad cristiana llamada "Dama Elegida". Esta Iglesia es
amenazada por "seductores" que no confiesan a Jesucristo venido en la carne (v.7); no
es dificil identificar a estos seductores con los gnósticos.
Juan recomienda la pureza de la fe (vv.4.9.10), el amor fraterno (vv.5-6) y ruptura con
esos falsos maestros (vv. 10-11).
Juan el Presbítero alaba a Gayo porque se mantiene en la verdadera fe, y ha acogido con
hospitalidad a los misioneros itinerantes.
El valor de esta pequeña carta estriba en que, nos abre una ventana para conocer algo de
la organización y los problemas de las primeras comunidades cristianas.
Del escrito sabemos que la comunidad había jefes que la dirigían (Diotrefes); que habia
una organización de misioneros itinerantes, supervisados por el Presbítero".
La relación entre los jefes de la comunidad y los misioneros itinerantes era a veces
conflictiva: Diótrefes pretendía tener el control de la comunidad rechazando a los
misioneros.
Esta situación la notamos también en la Iglesia de Hoy, con los conflictos en sacerdotes
y laicos, entre los párrocos y los misioneros itinerantes….Las cartas son un buen
estímulo para discernir y superar los conflictos presentes en las relaciones pastorales.