AMALEC

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Éxodo 17:8 

Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.


 
Amalec y su ejército vienen a hacerle la guerra a Israel, ¿para qué?
Para no dejarlo pasar. Sabían los de Amalec que el pueblo de Israel
venia, que había salido de la tierra de Egipto y que iba hacia una
tierra prometida, iba hacia un lugar que Dios le había dicho, en
donde era la tierra de bendición. Una tierra donde fluía leche y miel.
 
Y los amalecitas vienen y se les ponen enfrente y les hacen la
guerra. No solamente quería Amalec impedirles su marcha rumbo a
la tierra prometida, sino que quería destruirlos. Amalec quería
destruir al pueblo de Dios.
 
Nosotros podemos encontrar algo muy importante con esto: desde
el momento que una persona, desde el momento que tú recibes a
nuestro Señor Jesucristo en tu corazón como tu Señor y Salvador,
te arrepientes de tus pecados y empiezas a buscar el rostro de
Dios, entonces el creyente va a tener que enfrentar a tres enemigos
durante toda su vida. Tres enemigos que siempre van a estar ahí
creándole conflictos.
 
El primer enemigo es tu propia carne. Es el primer enemigo al
que te vas a tener que enfrentar, a ti mismo. Tú estás acostumbrado
y todos estamos acostumbrados a hacer las cosas de un
determinado modo, no dentro de la voluntad de Dios. Tal vez como
lo aprendimos en nuestra familia, como lo vemos en nuestra
sociedad, como creemos que son las cosas.

Y mucho de lo que nosotros hacemos no está basado en la Palabra


de Dios ni en el conocimiento de Dios; por lo tanto, mucho de lo que
nosotros hacemos está en contra de los propósitos y de la voluntad
de Dios.  Cambiar esto es difícil, no está fácil. Y ese es un enemigo
que nosotros teneos que vencer a diario.
 
Romanos 8:7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad
contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco
pueden.
 
Tu carne no se va a sujetar a lo que Dios establece. Tu carne va a
hacer conforme y lo que quiere hacer y esos designios de tu carne
van en contra de la voluntad de Dios. Tu carne no se puede sujetar
a lo que Dios establece, por lo tanto, tú necesitas hacer lo que es
necesario, tomar control de ti mismo y luchar contra tu propia carne
para dejar de hacer todo aquello que a Dios no le agrada. 
 
No va a ser de una manera milagrosa, no va a ser que de repente te
vas a despertar y resulta que Dios ya te quitó todos los deseos de la
carne, y que tú no tienes que luchar contra tu carne y sus deseos, y
que ya todo está bien y ahora empiezas a caminar de una manera
muy espiritual y ya eres un gran santo de la iglesia cristiana. ¡NO! Y
toda tu vida vas a luchar, y va a haber momentos que tú ya
superaste una serie de situaciones que antes vivías; pero hay un
momento en el que parece que las cosas volvieran a manifestarse,
volvieran a tu vida y dieras marcha atrás.
 
Es como cuando el apóstol Pablo le escribió a los Gálatas, y le dijo:
Gálatas insensatos, como después de haber estado ya en el
espíritu, regresaron de nuevo a la carne, ¿qué pasa? ¿Cómo es
posible? Si yo ya había dejado todo esto, ¿cómo es posible que otra
vez? Sí, porque te descuidaste y volviste a hacer lo que no debiste
haber hecho. Vivimos tanto tiempo con cosas fuera de lo que
establece la palabra de Dios, fuera de lo que agrada a Dios, que es
fácil volver a caer en ello.
 
El otro enemigo con el que vas a luchar toda la vida es contra
el enemigo, contra el diablo.
 
1 Pedro 5:8  Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el
diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien
devorar.
 
Imagínate a este ser que anda desesperado, él sabe que te perdió,
él sabe y por eso ahora eres su enemigo, que ya no andas con él,
que ya no haces lo que antes hacías y lo que él te hacía hacer.
Ahora, ya estás buscando hacer lo que Dios establece, y él se enoja
y quiere recuperarte, y quiere que vuelva a hacer lo de antes. Y
entonces anda como león rugiente, y anda al acecho, y anda
observándote. Viendo a ver en qué momento tú flaqueas, te
descuidas, dejas de orar, tú dejas como dice la Palabra de velar; y
en ese momento te va a atacar, así es el demonio.
 
Está al asecho, cualquiera pudiera decir que es muy paciente para
esperar el momento del ataque. Tú ve todos los felinos cómo son;
yo he visto cantidad de documentales de felinos como tigres,
leones, leopardos, todos ellos acechan, están observando y se
pasan tiempo observando, viendo, viendo para que en el momento
indicado caerle a presa y ganarle, devorársela.
 
El demonio así está, no porque no te está atacando significa que se
fue, que te tuvo miedo. ¡NO! No te tuvo miedo, simple y
sencillamente está esperando el momento que tú te descuides para
atacarte, para hacerte caer en lo que antes hacías. Está pendiente
para devorarte dice el apóstol Pedro, te quiere devorar, no te
descuides, mantente alerta, mantente velando.
 
Y el tercer enemigo contra el cual el cristiano tiene que luchar
es contra el mundo y sus deseos.  El mundo hace contrario a la
voluntad de Dios. El mundo hace conforme y quiere hacer.
 
Santiago 4:4  ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del
mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser
amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
 
El mundo tiene muchos placeres y muchos deseos que van en
contra de lo que el Señor establece, en contra de lo que a Dios le
agrada, y nosotros de acuerdo a la Palabra, al pertenecer hoy al
Señor no tenemos que andar buscando las cosas del mundo, no
tenemos que buscar lo que hace el mundo. Tenemos que buscar
las cosas de Dios. No tenemos que estar como dice la Escritura,
teniendo amistad con el mundo, teniendo amistad con aquellos que
son diferentes a nosotros, que tienen una diferente forma de
pensar.

Podemos tener relación con la gente, pero al Palabra no está


hablando de tener una relación. Podemos tener relación de trabajo,
relación de convivencia en un momento determinado, en fin.
Tampoco es como una persona decía: voy a tener a mi hijo y
entonces para que crezca bien en el Señor, no le voy a permitir
jugar con sus primitos, porque sus primitos son mundanos. A ver,
no puedes apartar a tus hijos del mundo, tienes que enseñarles
cuáles son las relaciones que debe fomentar y con quién debe
convivir.
 
Entonces la palabra de Dios establece que no se haga amistad, que
no se haga esa interrelación estrecha tú con el mundo. Porque
también dice la Palabra que no son de nuestro mismo yugo, y
nosotros no nos podemos unir en un yugo desigual, porque
finalmente nos jalarán a hacer lo que ellos hacen. Y si nosotros
estamos regresando, saliendo a penas de un mundo de pecado en
donde estábamos inmersos, ahora, si tenemos amistad con el
mundo vamos a caer de nuevo, es muy sencillo. Vas a volver a caer
y no vas a poder sostenerte en lo que Dios establece.

Entonces yo puedo advertir, como el enemigo y sus aliados vienen


de una manera constante a hacerle la guerra al creyente, vienen a
hacerte la guerra para que no sigas adelante. Amalec, regresando a
Éxodo 17, era el primer enemigo que realmente tenía que enfrentar
como nación el pueblo de Israel.
 
El propósito de Amalec nosotros lo vemos muy claro: su propósito
era detenerlos de su marcha espiritual. Y el propósito
de Amalec sigue siendo el mismo para contigo: ¡Detenerte en tu
marcha espiritual, apartarte de Dios! ¡Que tú no logres los
propósitos que Dios quiere y tiene para tu vida! ¡Quiere frenarte,
quiere detenerte, que no llegues a donde vas! Nosotros vamos
caminando hacia el cielo, nosotros sabemos que lo tenemos
ganado; y no es porque hagamos cosas especiales, pero vamos
caminando en nuestra vida diaria.

Qué bonito sería, aunque se oiga muy truculento, qué bonito sería
que yo aceptara a Jesucristo, bautizarme y en ese momento morir.
¡Qué padre, en verdad sería maravilloso, sería extraordinario! Y
vamos a seguir caminando, ¿hasta dónde vamos a caminar? Hasta
que el Señor lo determine, hasta que sea nuestro tiempo, nuestro
cumplimiento del propósito de Dios en esta tierra, o que Él venga
por nosotros. Una de dos. Mientras nosotros estamos en esta tierra
y seguimos caminando, vamos a avanzando hacia el día que venga
nuestro Señor Jesucristo y nosotros vayamos al cielo.
 
Dice la Palabra de Dios, precisamente que nosotros nos debemos
de gozar porque nos falta cada día menos para estar en el reino de
los cielos, ¡gloria a Dios! Entonces yo puedo advertir
como Amalec te quiere detener así como quiso detener a los
israelitas, para que no sigas avanzando. Hay oposición, hay
resistencia, te hace la guerra; por eso tienes muchos problemas.
Por eso luego dices: es que no sé ahora ya tengo problemas con
esto, ya me surgió otro detalle, ahora pasa esto, y ahora… ¿pues
qué sucede?
 
Es Amalec que te está haciendo la guerra. Pero luego no estamos
conscientes de que tenemos una guerra espiritual. Y muchas
ocasiones creemos que como ahora creo en Jesucristo, ahora creo
en Dios simplemente le voy a decir: Dios que yo no tenga ningún
problema, y todos mis problemas se van a acabar. No, no pasa así.
Sería extraordinario que sucediera, pero no, no sucede así.
 
Ve lo que vivió el pueblo de Israel, y nuestra vida espiritual está
reflejada en lo que le pasó al pueblo de Israel. Nosotros salimos de
una cautivad de muchos años, de toda nuestra vida; algunos
recibieron al Señor muy jóvenes, otros nacieron en el evangelio,
¡gloria a Dios ya nacieron de este lado de la libertad! Nosotros no.
Tuvimos que dejar a Faraón, tuvimos que ser rescatados de la
manera que teníamos de vivir. Empezamos a ver milagro de parte
de Dios, milagros que nos sorprendieron y que vimos que
efectivamente tenemos un Dios vivo, un Dios que está presente en
nuestra vida.
 
Pero cada vez que nos aprieta el zapato, cada vez que tenemos un
conflicto fuerte; entonces pareciera que se nos olvida que tenemos
ese Dios vivo y le reclamamos. Así como el pueblo de Israel le
reclamaba a Moisés. Y le reclamamos a Dios y le decimos: ¿Qué
pasó? Tú me dijiste que iba a ser prosperado, y aquí dice tu Palabra
que voy a ser bendecido; y dice tu Palabra  que… Y no lo
veo.  ¡Tienes que luchar, tienes que entrar a la guerra!

El pueblo de Israel después de ver todos los milagros que vivió


dese antes de salir de Egipto, tuvo que enfrentar uno muy fuerte, y
fue a Amalec. Toda esa oposición y ahí tuvo que aprender porque
era la primera guerra que tenía, 430 años no había peleado el
pueblo de Israel, no peleó durante todos esos años. Los primeros
vivió codo a codo con los egipcios, eran amiguis, ay qué padre, qué
buena onda. ¿Y después? Fueron sus esclavos, y no se pudieron
levantar en contra de ellos, porque los egipcios los aplastaban.
 
Ve lo que vivió, y entonces tiene que enfrentar a un Amalec en una
guerra, cuando no sabía ni siquiera pelear. Cuántas ocasiones
nosotros nos dicen los líderes: es que ora, lucha por la bendición. Y
no sabemos ni de qué nos están hablando. No sabemos ni cómo
pelear, no sabemos qué estrategia seguir, no sabemos nada. No lo
hemos aprendido, nunca nos lo habían enseñado.
 
Tú crees que acaso el pueblo de Israel cuando estaba en Egipto,
Moisés y los líderes de los israelitas como Aarón, Josué, Hur,
escogieron a varios varones y les dijeron: los vamos a capacitar
para la guerra, para cuando salgamos de aquí. ¡No, no lo hicieron,
no lo aprendieron!
 
Nosotros no fuimos enseñados espiritualmente a entrar en una
guerra, a una lucha espiritual cuando no éramos cristianos, ¿por
qué? Porque no lo necesitábamos. Hoy día estamos aquí, hoy día
necesitamos aprender y necesitamos conocimiento, por eso son los
cursos, para que sepamos qué dice la Palabra de Dios y qué tengo
yo qué hacer.
 
Amalec va a venir de una manera constante a atacarte, siempre.
Así lo hará durante toda tu vida cristiana, Amalec te va a atacar
porque te quiere destruir, quiere ser una oposición para ti, para que
no logres los fines espirituales que Dios quiere. Para que tú te des
la vuelta y para que tú reniegues de Dios, para que tú te apartes de
Dios, ¡eso es lo que él quiere!
 
¿Qué fue lo que hizo Amalec? La oposición, ponle el nombre que tú
quieras, con nuestro Señor Jesucristo. Antes de nacer Herodes ya
lo estaba queriendo destruir. Porque sabía que iba a nacer, porque
ya le habían avisado los magos que iban a ver el nacimiento, y a
postrarse delante del rey de los judíos. Herodes dijo: ¡Cómo! A éste
lo tengo que destruir, cómo otro rey aparte de mí. Y lo trató de
destruir.
 
Y salió huyendo José con María y Jesús; salieron huyendo de ahí. Y
la Biblia nos habla cuando nuestro Señor Jesucristo inicia su
ministerio, se bautiza, sube de las aguas, viene el Espíritu Santo, es
llevado por el Espíritu al desierto, y ahí ¿quién viene? Amalec, con
otro nombre. Viene el diablo a tentarle tres ocasiones para que
cayera. ¿Qué tuvo qué hacer nuestro Señor Jesucristo? Resistirle.
Y le resistió con la Palabra de Dios.

Le decía algo y Jesucristo le contestaba con la Palabra. A tal grado


que llegó el momento en que el demonio le dijo: ah es que también
dice la Palabra. ¡Aguas, también el demonio se sabe la Palabra,
pero la utiliza a su conveniencia! Es por ello hermano que te exhorto
a que aprendas bien la Palabra. Se apartó y dice la Escritura: Se
apartó Satanás por un tiempo, pero siguió acechando, para en el
momento indicado volver a atacar.
 
¿Dónde dice la Escritura que el demonio atacó de nuevo a Jesús?
Cuando tomó control de Judas, y fue y vendió al Señor. Estuvo en
toda la vida de Jesús; ¿por qué va a ser diferente con nosotros?
Siempre le resistió, siempre luchó; nosotros tenemos que hacer lo
mismo. Cuando Amalec viene y te hace la guerra, en
realidad Amalec lo que está haciendo es levantarse en contra de
Dios y de su soberanía, lo dice la Palabra.
 
Éxodo 17:16  Y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó
contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de
generación en generación.
 
 A ver, se supone que Amalec se levantó en contra del pueblo de
Israel para impedirle que avanzara. Sí, pero en realidad ¿qué es lo
que sucede? Se levantó Amalec en contra del pueblo de Dios, de
los hijos de Dios. Es decir, en otras palabras, se levantó en contra
del propio Dios. Por eso dice: se levantó contra el trono de
Jehová. ¿Qué significa esto? Que entonces Dios se va a levantar
para hacerle la guerra a tu opositor.

Se va a levantar y te va a proteger, y se va a levantar a tu favor.


Dios no quiso destruir a Amalec, lo pudo haber hecho y lo puede
hacer; sin embargo no es el tiempo de hacerlo. Pero tomó una
decisión: de hacerle la guerra de generación en
generación.  Amalec podía vivir en la tierra prometida, pero no
podía reinar en ella. Amalec puede venir y estar cerca de ti y tratar
de vencerte, pero si tú quieres no va a reinar sobre ti. Esa es una
decisión que tú tomas.

El apóstol Pablo nos dice cómo el creyente puede obtener la victoria


sobre el pecado.
 
Romanos 6:12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal,
de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias.
 
Es decir, que no te gobierne el pecado. Ahí anda el pecado y mucha
gente lo hace y la mayor parte de la población lo lleva a cabo, ahí
está. Si, pero que reine en ti, que no te gobierne. Que el que
gobierne tu vida sea Dios, que te gobierne de acuerdo a lo que Él
establece. No tienes porqué caer en el pecado, no tiene porqué el
pecado gobernarte a ti. No puedes si tú no quieres hacer lo que él
quiere.
 
Tal vez venga y te sople al oído y te diga: échate unas copas. Si el
pecado te gobierna mira, hasta te vas a alborotar. Sí va, órale, con
quién y a quién le hablo. Y rápidamente: Hola brother, ¿dónde
andas? Y lo vas a encontrar, y vas a encontrar el pecado. Ahí está
el pecado, y está a tu alrededor. El punto es que no te gobierne, y e
lo que nos enseña la Palabra: que no te gobierne y Dios le va a ser
la guerra y Dios  te va a fortalecer y te va a llevar de victoria en
victoria.

Muchas ocasiones decimos: es que no puedo en contra del pecado.


Sí puedes porque Dios lo prometió, Dios le va a hacer la guerra,
Dios se va a levantar en ti. Dice la Escritura que Dios nos dio el
Espíritu Santo que es un Espíritu de poder, de amor y de dominio
propio. Un espíritu de poder para luchar en contra de las huestes
del mal y vencerlo. Y dominio propio para no caer en el pecado.
Dios todo lo preparó, Dios lo puso de tal modo para que seamos
fortalecidos y podemos caminar en su voluntad y sus propósitos.
 
Romanos 6:14  Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros;
pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
 
Por su gracia somos salvos y por gracia de Dios tenemos el Espíritu
Santo, por gracia de Dios tenemos el poder en nosotros. Tenemos
el poder para rechazar, para luchar en contra del enemigo, para
vencerlo. Yo tengo esa autoridad. ¿Con qué autoridad Moisés abrió
el mar? Con la autoridad de Dios, Dios le había dado la autoridad,
por eso Dios le dijo: ¿por qué clamas a mí? Te di una vara, la vara
de la autoridad.
 
Dios nos ha dado a nosotros la autoridad para hacer lo que
queramos hacer en su nombre, y en el nombre de Jesús echarás
fuera demonios. En el nombre de Jesús echarás fuera espíritus
inmundos. En el nombre de Jesús echarás fuera el pecado. En el
nombre de Jesús tienes la autoridad para luchar. 
 
¿Qué es lo que sucede? Que no la usamos. Viene una persona nos
agrede, y entonces nos enojamos contra la persona y no
entendemos que las cosas se están moviendo a nivel espiritual y
que el demonio está usando a esa persona para causarme una
agresión. El apóstol Pablo lo dijo cuando nos enseña como
vestirnos para entrar a la guerra. Lo pueden leer en Efesios 6:10-18;
y van a ver cómo tenemos que estar preparados. Y vamos a vencer,
lo dice la Palabra.
 
Cuando la palabra de Dios aquí nos dice: el pecado no se
enseñoreará, y cuando dice en Romanos 6:12, No reine, pues, el
pecado en vuestro cuerpo mortal, en tu vida; esto es tan sencillo
como el hecho de que: mira, el pecado existe pero no te gobierna,
fácil. Y no te va a gobernar porque tú tienes autoridad sobre el
pecado. En el momento en que nosotros tomamos la autoridad, esa
autoridad que tomó Moisés, hay bendición, vas a ganar.
 
Ya vimos que está ahí Amalec, que viene a hacerle la guerra a
Israel y dice en:
 
Éxodo 17:9 Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a
pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del
collado, y la vara de Dios en mi mano.

Fíjate qué importante, insisto, Josué escógete unos varones para ir


a pelear. A ver, perdón, ¿y  a quiénes? Ninguno sabe pelear.
Tenemos a algunos broncudos peleoneros, pero eso es muy
diferente de ir a hacerle la guerra a un ejército. Por más peleonero
que tú seas, no te le vas a poner a un soldado de un ejército. En
definitiva, necesitarías ser muy inconsciente, demasiado, no lo vas
a hacer de otro modo.
 
Dice la Escritura, imagina a Josué: escógete a algunos. Y Josué me
fascina, bien obediente. Si Moi, ahorita yo lo hago. Y mira, vas a
hacer otra cosa: vas a ir a pelear contra ellos. No le dice Josué: ¿Y
por qué no vas tú? Yo mejor me voy a la cumbre del collado ahí a
clamar a Dios.  Le dice: Sí Moisés está bien. Y va. Y dice: mañana
yo estaré sobre la cumbre del collado, en la parte alta, ahí en la
presencia de Dios, ahí voy a estar yo.  Y además, en mi mano va a
estar la vara de Dios.
 
Es decir, voy a tener la autoridad, en mi mano va a estar la
autoridad para decidir el destino de esta guerra. La autoridad que tú
tienes va a definir tu destino: si vences o pierdes la guerra
contra Amalec, no hay más. La autoridad que tú tengas en
Jesucristo y en lo que tú la ejerzas, es lo que va a determinar si tú
vas a ser victorioso o no. Si la oposición va a ser mayor o vas a
vencer a la oposición.
 
Versículo 10  E hizo Josué como le dijo Moisés (fue obediente y
buscó a varones para hacer la guerra y pelear
contra Amalec), peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón
y Hur subieron a la cumbre del collado.
 
Ahí se subieron en la parte alta, ahí en el monte, ahí en la cumbre
estaba Moisés, estaba Aarón y Hur, ahí los tres. Abajo estaba el
ejército de Amalec, y el ejército que ya tenía el pueblo de Israel.
Iban a empezar a pelear y dice:
 
Éxodo 17:11 Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel
prevalecía (es decir, ganaba); mas cuando él bajaba su mano,
prevalecía Amalec.
 
Aquí nosotros podemos ver algo importante. Mientras tú estés
tomado de la mano de Dios vas a tener la victoria en todas las
batallas que tú enfrentes. Todas las batallas que tú tengas en contra
del enemigo, las vas a ganar si tú estás de la mano de Dios, si tú
estás clamando a Dios, mientras tú no te sueltes vas a ganar.
 
El problema es que cuando empiezan los problemas nosotros nos
damos la vuelta. Cuando las cosas nos salen como nosotros las
teníamos planeadas, como nosotros las queríamos, entonces entra
aun le llaman los cristianos: un resfrío en el cristiano por lo cual
empieza a dejar de venir a la iglesia, se empieza a apartar, no
participa de las actividades, se va alejando y va regresando poco a
poco a su vida anterior. Cuando te sueltas de la mano de Dios, el
enemigo te va a apartar; ese es su propósito, así es Amalec.
 
Por lo tanto, fortalécete en el Señor.  Entre más problemas haya,
más adversidad, más oposición, mira, que tu comunión con Dios
sea mayor. Son tiempos en los cuales tienes que orar más, tienes
que alabar más, tienes que adorar más, tienes que estar más en
relación con el Señor, porque esto permitirá que tu comunión con Él
se fortalezca, crezca, que seas más lleno del Espíritu Santo y que tú
puedas ejercer la autoridad sobre todo enemigo y puedas vencer
a Amalec, no hay más.
 
Versículo 12 Y las manos de Moisés se cansaban. Claro, y lo
podemos entender, Moisés tenía las manos levantadas clamando al
Señor, orando, se casaba y bajaba las manos y entonces
empezaba a perder el pueblo de Israel. Y yo creo que Josué allá
abajo en la guerra, volteaba a ver a Moisés y decía: ¡Levanta las
manos! Y Moisés las subía, y empezaba poco a poco a ganar
Josué. Las volvía a bajar, y otra vez empezaba a perder.
¡Qué situación tan difícil! Josué dependía de ganar esa guerra, de la
comunión, de la relación de Moisés con Dios. Tú vas a ganar tu
guerra dependiendo de tu comunión, de tu relación con Dios. Y no
importa qué tan grave sean los conflictos y los problemas, lo vas a
ganar si tienes una buena comunión con Dios. Te insisto, el pueblo
de Israel no estaba preparado para la guerra, era esclavo. Amalaec,
estaba preparado para la guerra, estaba esperando a los israelitas.
Y estaba seguro que les iba a ganar, la ley de las probabilidades así
se lo decía, fácil.  
 
Y continúa diciendo el versículo 12  Por lo que tomaron una piedra,
y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella.
 
Fíjate qué maravilla. Nosotros cuando estamos en una guerra nos
cansamos, es normal. Y puedes estar clamando a Dios, y puedes
estar orando y sin embargo, te vas a cansar. No somos súper
héroes, no somos esas personas que puedan mantener todo el
tiempo levantadas, y una comunión bien estrecha con Dios. No,
vamos a ser honestos, nos cansamos, nos debilitamos, y hay
momentos en los cuales decimos: No, ahora si ya estoy
desgastado, estoy cansado, siento que no puedo más, ya me cansé
demasiado. Y dejas de luchar.

Pero entonces cuando vieron Aarón y Hur que esto pasaba, y que


se cansaba Moisés, hicieron algo: le trajeron una piedra para que se
sentara. ¡Me maravilla! ¿Por qué? Porque esa piedra simboliza a
Jesucristo. Jesucristo es la Roca de la Salvación. Le traen la Roca
para que él se siente sobre la roca, para que él descanse sobre la
roca. Con tus propias fuerzas no vas a ganar ninguna batalla;
necesitas las fuerzas de Dios, necesitas estar cimentado en Dios
para poder vencer.
 
Ahora sí, necesitas descansar en Dios, saber que Dios está
actuando en tu vida a tu favor, que está tomando control e todas las
circunstancias, de todos los problemas, de todas las crisis y que vas
a ver la victoria, no hay más. Y necesitas tú mantenerte sentado,
fortalecido, descansando ahí precisamente sobre la Roca para que
veas la victoria, y la vas a ver. Dos líderes que estaban junto a
Moisés lo entendieron y lo sentaron y le dijeron: Siéntate en la Roca
Moisés. No lo sentaron porque estuviera viejito.
 
Ay pobrecito de nuestro pastor ya está viejito, tráiganle una silla.
No, mira, siéntate bien sobre la Roca, sobre Jesucristo y descansa
en él. Porque ahí descansando en el Señor vas a ser fortalecido. Tu
comunión con Dios te va a dar fortaleza. Y continúa diciendo: 
 
Y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de
otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.
 
Amados hermanos en las batalla espirituales no podemos estar
solos, necesitamos que nuestros hermanos estén batallando,
luchando con nosotros. Muchas ocasiones nosotros nos sentimos
autosuficientes y no lo somos. Ah, es que yo tengo a Jesucristo y
con él basta,  no tengo porqué decirle a nadie nada. No tengo ni por
qué decirle a mi líder que necesito de su apoyo de oración. Sí, sí
necesitas.

Cuando nosotros somos apoyados y somos sostenidos por los


demás, nosotros vamos a tener firmeza, nosotros nos vamos a
sostener. Y nos vamos a sostener de acuerdo a lo que dice la
Palabra. Y puedo estar debilitado, pero si yo sé que están orando
conmigo, que me están apoyando, que están guerreando conmigo
yo voy a ser fortalecido. Nuestro problema es que creemos que
podemos ser autosuficientes e independientes, ¡y no lo somos!
 
Necesitamos de los demás. Necesito que ustedes oren por mí,
necesito yo orar por ustedes, necesitamos interrelacionarnos y
apoyarnos en oración. Yo luego le pregunto a los varones, ¿cómo
estás? Bien. ¿Algún motivo de oración, algo por lo cual debamos
orar? No, todo bien. Bueno, ¿ningún problema, ningún conflicto ni
nada? No, nada. Yo me maravillo y digo: ¡qué varones hay en la
iglesia, wow, nunca a nadie le pasa nada, siempre todos están bien!
 
Y luego le digo a la esposa, ¿qué tal, cómo están? Ahí con muchos
problemas. ¿Cómo? Sí, mi esposo está enfermo, ya le estaba
dando un paro cardiaco. ¿Cómo crees? Si le pregunté que cómo
estaba y me dijo que bien. Siempre dice eso pastor, se quiere hacer
el fuerte. Y así son los varones, queremos aparentar lo que no
somos. Por qué no eres sincero y dices: sí hermano vamos a orar,
tengo estos problemas en el trabajo, vamos a orar para que se
terminen. Vamos a orar para que las cosas cambien.
 
¿Por qué no nos reunimos y por qué no movemos a oración a que
nos acompañen a la guerra los varones? Llego a la casa después
de las reuniones de varones, o cuando me reúno con algunos
varones, y siempre me pregunta mi esposa ¿cómo están? Bien.
¿Algún problema? Ninguno. Tengo unos mega varones ahí en la
iglesia, ya los quisiera cualquier congregación. Es más, muchos ni
van porque no tienen ningún problema. Ya se saben todo el curso,
ya saben todo, maravillosos, estoy sorprendido.
 
Y nosotros vemos aquí en la Palabra, como dos varones sostienen
a otro y lo apoyan, y lo fortalecen, lo impulsan, lo sostienen; y esto
los lleva a la victoria, los lleva a ganar. Nuestro Señor Jesucristo,
dice el Evangelio, que él siempre envió a sus discípulos de dos en
dos. Nunca le dijo: ve tú solo al fin yo voy contigo. ¡NO! No te
preocupes ve tú solo el Espíritu Santo te acompaña. ¡NO! Les dijo:
vayan dos y apóyense y fortalézcanse; y la Palabra nos lo enseña.
 
Sí dependo del Señor, sí descanso en el Señor, sí en el reposo se
fortalece mi fe; pero también debo entender que humanamente
hablando necesito quién me apoye en oración, quién esté conmigo
fortaleciéndome y levantándome. Lo necesitamos varones, lo
necesitamos. No podemos, insisto, ser independientes o
autónomos, porque vamos a fracasar, no va a funcionar esto.

Hay varones en la Biblia que pretendieron ser autónomos,


fracasaron. Saúl, Sansón, Salomón; quisieron hacer las cosas ellos
solitos, ellos podían. Sansón, él podía solito. ¡Sí, seguro, y ve lo que
le pasó! Siempre debes estar atento a Amalec porque te va a
atacar, no te confíes, no te duermas. Cuando menos lo esperas, te
va a atacar, y lo hace como todo enemigo cobarde: lo hace por la
espalda, lo hace por la retaguardia.
 
Así es el enemigo, es cobarde, no te va a enfrentar de frente; lo va
a ser por la espalda. Así como Judas traicionó a nuestro Señor
Jesucristo, así lo va a hacer.
 
Deuteronomio 25:17-18 Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo
en el camino, cuando salías de Egipto; 18 de cómo te salió al
encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los
débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y
trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios.  
 
Fíjate la condición en la que se encontraba el pueblo de Israel en
esos momentos cuando Amalec lo atacó. Esperó el momento
indicado para atacarlo, el momento de mayor debilidad, y ahí lo
atacó. Estaba el pueblo casado, estaba trabajado y le llegó por
detrás y empezó a acabar con los de la retaguardia, con los más
débiles. ¡Qué fuerte!
 
¿Qué tenemos nosotros qué hacer? Porque sabemos que esto va a
ocurrir. Y sabemos que entre nosotros, en general hombres y
mujeres, hay hermanos, hay cristianos que están débiles, y que si el
enemigo viene los va a destruir. Fíjate que el apóstol Pablo habló
sobre esto, sobre lo que tenemos qué hacer. Cuando el apóstol
Pablo habla sobre la guerra espiritual, habla precisamente sobre la
armadura que debemos ponernos para entrar a la guerra, habló
sobre este punto.

Después de decir en Efesios 6:10 -13, casi toda la armadura de


Dios, cómo está compuesta; llega a este punto el apóstol Pablo y
dice:
 
Efesios 6:18 Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en
el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por
todos los santos.
 
¿Qué hace la oración? Tu oración va a fortalecer y va a guardar las
espaldas de los hermanos en la congregación. Si yo oro por un
hermano, si yo oro específicamente por el hermano Miguel, yo voy a
cubrir su espalda y esto va a impedir que el enemigo lo ataque por
la retaguardia. Miguel se puede poner la armadura y va enfrentar al
enemigo de frente, pero su espalda va a estar desprotegida. Lo que
yo tengo qué hacer es proteger su espalda con mi oración para que
el enemigo no lo destruya.

Y yo tengo que proteger la espalda de todos ustedes, y ustedes


entre ustedes. Y tú tienes que orar, en tus tiempos de oración
dedicar un tiempo, un espacio para orar por los que vengan a tu
mente, para que sea fortalecido, guardado y para que tú estés en su
espalda protegiéndolo. ¡Eso es lo que tenemos qué hacer! Si
nosotros oramos unos por otros, entonces el enemigo no podrá
venir y atacarnos en la retaguardia, no podrá hacerlo.
 
Va a tacar por la espalda Satanás, así es, y si yo lo sé, mira, yo me
pongo a orar por la congregación, y yo confío e que la congregación
tiene esta conciencia y está orando unos por otros, y aun están
orando por mí, para que no venga y me ataque el enemigo la
retaguardia. Así es la oración.
 
Para continuar en nuestro caminar en el Señor, para afirmarnos en
nuestro caminar espiritual y ver la bendición de Dios, para vencer
a Amalec en todo momento, vencer toda oposición que se levanta
en nuestra contra, necesitamos dos cosas, resumiendo todo esto:
 
Primero: Afirmarnos sobre la roca que es Jesús.
 
1 Pedro 2:6-7 Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí,
pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;  Y
el que creyere en él, no será avergonzado. 7Para vosotros, pues, los
que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,  La piedra
que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del
ángulo.
 
Nuestro Señor Jesucristo. Afírmate en Jesucristo, vela en todo
momento, en todo tiempo para que el Señor te fortalezca. Y
 
Segundo: Necesitamos apoyarnos unos a otros.
 
Colosenses 3:13 Soportándoos (es decir, apoyándoos) unos a
otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra
otro (Mira si tienes queja contra algún hermano, no vayas a
reclamarle, perdónale es lo mejor que puedes hacer). Si alguno
tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así
también hacedlo vosotros.
 
Apoyémonos unos a otros, y apoyémonos en amor. Sin conflicto en
nuestro corazón, habiéndonos perdonado, habiendo yo perdonado
a quien me ha ofendido, o a quien me está aun ofendiendo. Yo lo
perdono y decido caminar conforme y los propósitos de Dios y ser
bendecido, y no abrirle puertas a Amalec por donde me pueda
atacar. No mostrarle puntos débiles. Esto es lo que dice la Palabra y
esto es lo que tenemos qué hacer.
 
Bendito Dios y Padre eterno en el nombre de Jesús, Señor es
necesario que entremos a una guerra espiritual, a una lucha; es
necesario, pero que hagamos las cosas como tú las estableces
para podernos sostener en nuestro caminar, porque el enemigo
está al acecho, porque anda buscando a quién devorar. Señor está
al pendiente de cada uno de nosotros, y anda tratando de
devorarnos.
Pero nosotros como dice tu Palabra, teniendo tu autoridad, estando
cimentados en ti, fortalecidos en ti, afirmados en la Roca que es
Jesucristo; tenemos la victoria. Te alabo y te bendigo y te do gracias
porque tú nos das lo que nosotros necesitamos para no solamente
rechazar al enemigo, sino para que tus promesas y tus bendiciones
lleguen a nuestra vida, gracias Señor por tu amor. Y en el nombre
de Cristo Jesús a ti sea la honra y la gloria por siempre, amén.

Dios los bendiga.


 

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