Resolución de Vista de Divorcio Por Causal
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CORTE SUPERIOR
DE JUSTICIA CASO 09623-2019-60-1601-JR-FC-01
DE LA LIBERTAD
EXPEDIENTE : 09623-2019-60-1601-JR-FC-01
DEMANDANTE : KAREN GIULIANA TABOADA PESANTES
DEMANDADO : EDWIN OSWALDO MIRANDA GUEVARA
JUZGADO : PRIMER JUZGADO DE FAMILIA
MATERIA : DIVORCIO POR CAUSAL
RESOLUCIÓN DE VISTA
El artículo 339° del Código Civil que prevé el plazo de seis meses de “producida la causa” para que
opere la caducidad de la demanda de divorcio por causal de violencia psicológica, debe reinterpretarse
de manera amplia y a la luz de los estándares impuestos por el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos, que instituyen a las mujeres como sujetos de especial protección ante la violencia y la
discriminación; para ello, los/las jueces/zas deben hacer uso del enfoque de género, y los parámetros
que ella impone, como es el de el tener en cuenta situaciones de discriminación y desigualdad material y
real en la que se encuentra la cónyuge-accionante en el escenario personal y social en relación al
demandado, así como identificar los factores de vulnerabilidad presente en el caso mismo y la
fenomenológica propia que tiene la violencia psicológica; ya que permitirá materializar el derecho a la
igualdad en términos no solo formales sino reales. Consecuentemente, debe considerarse como inicio
del cómputo del plazo de caducidad del divorcio por la causal de violencia psicológica, a partir del
momento en que la cónyuge accionante haya superado las barreras de género, tanto personales, como
socio-culturales, y las impuestas por el propio fenómeno de la violencia psicológica contra la mujer,
entendiendo que la violencia psicológica no se ejerce en un único acto material, sino que éste
permanece en el tiempo, prolongándose sus efectos incluso más allá del último acto material; siendo
que dicha interpretación garantiza el derecho a la mujer a una vida sin violencia y a la tutela judicial
efectiva
I. ASUNTO.
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2.3. Con relación al caso concreto, refiere que el A Quo no debió tener en cuenta como
inició del cómputo de la caducidad del divorcio por la causal de adulterio las fechas
de la realización de las conversaciones que fueron ofrecidas como prueba por el
demandado, las que datan de agosto y setiembre del 2018; ya que de la lectura de las
mismas, se evidencia que no existía certeza por parte de la recurrente de la relación
extramatrimonial que sostenía su cónyuge con una tercera persona, tal es así que
incluso le manifestó que era necesario que se realicen la prueba de ADN.
2.4. Sostiene así, que el A Quo no tomo en cuenta el hecho que la recurrente recién tuvo
conocimiento del adulterio a partir del nacimiento del hijo extramatrimonial del
demandado, ocurrido del 17 de enero de 2019, en la medida que ello corroboraba la
infidelidad del demandado, siendo esta la fecha en que debió computarse como
inició del plazo de caducidad que fija el artículo 339° del Código Civil;
consecuentemente siguiendo dicha lógica, la demanda interpuesta se encuentra
dentro del plazo previsto en la norma citada, por lo que se debe brindar tutela
efectiva.
2.5. Con relación a la caducidad del divorcio por la causal de violencia psicológica,
tenemos que en los puntos 2.4.2, 2.4.3 y 2.5.4 del escrito de apelación, la apelante
señala que el A Quo no tomo en cuenta que la conducta adulterina del demandado le
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3.1. Determinar si, el A Quo debió tener como referencia de inicio del cómputo del plazo
de caducidad del divorcio por causal de adulterio, la fecha del nacimiento del hijo
extramatrimonial de iniciales E.S.M.M. ocurrida el 17 de enero de 2019, o si por el
contrario debió tener en cuenta la fecha de los mensajes de textos que datan de fecha
anterior al nacimiento del referido hijo extramatrimonial
3.2. Determinar si, el plazo de caducidad del divorcio por la causal de violencia
psicológica debe computarse a partir de los actos materiales consistentes en las
conversaciones sostenidas entre ambas partes a través de mensajes de texto, los
mismos que datan de agosto y setiembre del 2018; o por el contrario debe tenerse en
cuenta la fecha del nacimiento del hijo extramatrimonial.
Delimitados los agravios, obliga a este Colegiado a dar respuesta a cada uno de ellos
de manera motivada, siendo necesario previamente, precisar los alcances de algunas
instituciones jurídicas vinculadas al presente caso como es el enfoque de género que
deben tener en cuenta los/las jueces(zas) al momento de interpretar normas
procesales como la caducidad del divorcio por la causal de violencia psicológica.
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ratificados por nuestro país como las decisiones emitidas por la Corte Interamericana
de Derechos Humanos-, como nuestro Sistema Constitucional -entiéndase las
normas constitucionales y las sentencias del Tribunal Constitucional- han
reconocido que existen desigualdades históricas y estructurales hacia la mujer en
referencia al hombre y la comunidad en general, generados por el desequilibro de
poder o dominio existente, lo cual limita su desarrollo integral y alcanzar una
igualdad real; ello se ve reflejado en prácticas sociales e incluso estructurales
estereotipadas, que discriminan a la mujer, colocándola en una situación de
vulnerabilidad y desigualdad. La violencia contra la mujer es una de las formas más
graves de discriminación y desigualdad existentes, ya que se genera en las relaciones
de género dominante de una sociedad, siendo considerada un problema de derechos
humanos, ya que invade y desconoce los derechos esenciales e inherentes que
ostenta toda mujer como son la igualdad, la dignidad, la integridad física y
psicológica, el libre de desarrollo de la personalidad, a la intimidad, entre otros.
4.3. Es en esa lógica de defensa y protección de los derechos de la mujer, que se exige al
sistema de administración de justicia garantizar el derecho fundamental a una vida
libre de violencia y a la igualdad, en tanto deben actuar con la debida diligencia y de
manera inmediata, a efectos de prevenir, sancionar y erradicar y sancionar la
violencia contra la mujer. Es por dicha exigencia constitucional y convencional, que
toda decisión judicial que asuma el/la juez/a en un caso concreto –y en su condición
de “garante de derechos”- debe tener en cuenta, el contexto de desigualdad y
desventaja fáctica existente entre hombres y mujeres (ya sea social o personal), así
como el grado de vulnerabilidad en la que se encuentra la mujer, así como el
contexto donde se desarrolla la violencia en sí, en tanto ello dificulta el ejercicio
pleno de su derecho de acceso a la justicia; y es a partir de dicho análisis que el
órgano jurisdiccional está obligado a romper dichas barreras de género para
brindarle una tutela judicial real. Surge así, el enfoque de género como una técnica
convencional y constitucional de carácter obligatorio que debe tenerse en cuenta
1
Los Tratados Internacionales de Derechos Humanos ratificados por el Perú, se integran a la norma constitución, por ende,
tienen rango constitucional, en mérito a lo establecido en el artículo 55° y cuarta disposición complementaria y final de la
Constitución.
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4.5. Lo señalado precedentemente, conlleva afirmar que el el/la juez/a “debe” introducir
la “la perspectiva de género en las decisiones judiciales” a efecto de disminuir y
erradicar la violencia contra la mujer, rompiendo los patrones socioculturales de
carácter machista en el ejercicio de los roles hombre-mujer y todas aquellas barreras
burocráticas irrazonables que impiden un real acceso a la justicia y un pleno
ejercicio de sus derechos fundamentales, recordando que entre dichas barreras se
encuentran los factores sociales y psicológicos que impiden que la mujer acuda en
busca de tutela. El mismo Tribunal Constitucional ha fijado en la STC No. 01479-
2018-PA/TC que la perspectiva de género es una herramienta metodológica
obligatoria que permite a los jueces lograr una verdadera igualdad del hombre y la
mujer, para lo cual reproducimos dicho criterio:
2
La falta de acceso a la justicia se refleja evidentemente, en la presencia de barreras causadas por aquellos estereotipos o
limitaciones impuestas por la desigualdad procesal en la que se encuentra, como son por ejemplo la invisibilidad de
violencia, o aquellas limitaciones existentes para la recopilación de las pruebas de la violencia ejercida contra las mujeres, ya
que en gran medida los actos de violencia se generan en la intimidad y son difíciles de recabar o en la ideas de que la mujer
tienes roles de subordinación respecto a los hombres, o etc.
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4.6. Resumiendo todo lo desarrollado hasta este momento, es que podemos afirmar que
los/as jueces/zas no solo aplicarán dicha perspectiva de género al momento de
analizar los hechos y las pruebas, sino también al momento de interpretar y aplicar
las normas jurídicas [tanto sustantivas como procesales] aplicables al caso concreto.
Toda norma debe interpretarse conforme a la Constitución y los Tratados
Internacionales, para lo cual deberán tener como marco hermenéutico el contexto
integral en que se generan la violencia y las desigualdades, y darle un sentido
dirigido a la protección de la víctima y a la erradicación de la violencia y garantizar
así, la igualdad (interpretación pro-mujer) y el acceso a la justicia. Sobre este
aspecto, cabe resaltar lo afirmado por la Corte Constitucional Colombiana en la
sentencia T-338/18, que señala:
“Por tanto, se debe ahondar en la construcción de marcos
interpretativos que ofrezcan a los operadores jurídicos visiones
más amplias y estructurales del problema, que les permitan
ofrecer soluciones judiciales integrales y que aporten, desde su
función, a la reconfiguración de los mencionados patrones
culturales discriminatorios” (el énfasis es nuestro)
4.7. En ese sentido, merecen una mayor consideración, aquellas normas jurídicas
relacionadas directamente con el acceso a la justicia de las mujeres en los distintos
ámbitos, cuando denuncian un hecho de violencia, ya sea en el ámbito civil, familiar,
laboral, penal, etc. Entre estas normas, tenemos la prevista en el artículo 339° del
Código Civil que regula la figura de la caducidad de la demanda de divorcio por la
causal de violencia psicológica, la cual analizaremos a continuación por estar
vinculada directamente con el pronunciamiento que debe emitir este colegiado, ya
que estamos ante el supuesto en que la demanda y el requerimiento de tutela familiar
(divorcio) ha sido promovida por una mujer que alega ser víctima de violencia
psicológica.
5.1. El divorcio es un mecanismo legal que permite disolver el vínculo jurídico existente
entre dos personas que se unieron voluntariamente en matrimonio y cuya finalidad
inicial era consolidar un proyecto de vida común, pero debido a ciertos supuestos
(causas) irreconciliables que han llevado al quiebre o fracaso matrimonial hacen
inviable la continuación del mismo3. La disolución tiene el efecto de extinguir, de
cesar, la relación jurídica matrimonial, consiguientemente, cesa la convivencia del
3
El artículo 348 de nuestro Código Civil establece que “El divorcio disuelve el vínculo del matrimonio”
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5.2. Entre las causas de divorcio previstas en nuestro Código Civil se encuentra la de
violencia psicológica, ejercida por el otro cónyuge, (artículo 333° inc. 2 del Código
Civil); sin embargo, resulta necesario aclarar que éste supuesto se da en un contexto
distinto, cuando el cónyuge agraviado con dicha forma de violencia es una mujer,
debido a la desigualdad y desequilibrio social en el que se origina, caracterizado por
una relación de dominio que suele darse por parte del cónyuge agresor sobre la
víctima, situación que abordaremos líneas más adelante.
5.3. De manera complementaria, tenemos que el artículo 339° del Código Civil, prevé el
plazo de caducidad que tiene el cónyuge agraviado para alegar las causales previstas
en el ordenamiento civil, estableciendo específicamente para la causal de violencia
psicológica el plazo es de seis meses, extracto de la norma que invocamos de manera
textual:
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5.6. Tenemos entonces que el problema interpretativo de la norma citada surge cuando la
demandante en un proceso de divorcio que alegue dicha causal de violencia
psicológica es una mujer, en tanto dicho fenómeno se da en gran medida en un
contexto de desigualdad socialmente impuesta y donde la violencia psicológica tiene
matices particulares y distintivos, parámetros que deben ser recogidos por el
intérprete de la norma citada al momento de fijar el punto de inicio del cómputo del
plazo de caducidad. Queda claro entonces, que a partir de dicho problema
hermenéutico, surge la necesidad y la obligación de los órganos jurisdiccionales de
emprender un abordaje reinterpretativo integral de dicha norma [artículo 339º del
Código Civil], a la luz de los Tratados Internacionales de Derechos Humanos que
instituyen a las mujeres como sujetos de especial protección ante la violencia,
debiendo aplicar un enfoque de género, para lo cual debemos tener en cuenta los
lineamientos (parámetros) trazados en los considerandos 4.3 a 4.5. de la presente
resolución de vista.
5.7. Que en primer orden, debe tenerse en cuenta, que la violencia psicológica contra la
mujer, es la forma de violencia más sutil e invisibilizada que existe, entendida ésta
como acciones u omisiones dirigidas intencionalmente a producir en ella
sentimientos de inferioridad, dependencia, desvaloración y baja o nula autoestima; la
cual encierra un sinfín de supuestos que comprenden toda conducta que tienda a
humillarlas y menoscabar su valía, en tanto afecte directamente derechos
fundamentales como la dignidad, la integridad psicológica de la persona, a la
intimidad personal, al honor y buena reputación, a la libertad personal, a los
derechos sexuales y reproductivos, entre otros.
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5.9. Por consiguiente, el artículo 339º del Código Civil debe ser reinterpretado cuando la
mujer demande divorcio por la causal de violencia psicológica, no pudiendo el/la
juez/a basarse en criterios restrictivos cuando la mujer postula el acceso a la tutela
familiar (divorcio), como es el fijar como inicio del plazo de caducidad el último
acto material de violencia psicológica, entendiendo a la violencia psicológica, como
una conducta instantánea y concreta, lo cual es una apreciación totalmente errada, ya
que desconocería las particularidades y dificultades propias de la violencia
psicológica, ya que por el contrario y tal como lo hemos desarrollado supra, se
caracteriza por ser un acto continuado y cuyos efectos perduran en el tiempo.
Aceptar esta tesis restrictiva, sería más bien imponer desde el ámbito de la
administración de justicia una barrera irrazonable de desigualdad y por ende una
discriminación estructural por parte del propio Estado, que se materializaría en una
trasgresión al derecho al acceso a la justicia de la mujer, revelando indiferencia y
negación al derecho a la mujer a una vida sin violencia, desconociendo así los
parámetros o estándares impuestos por los derechos humanos, específicamente los
fijados en el artículo 7º de la Convención de Belén do Pará4.
4
No olvidemos que las barreras burocráticas de acceso a la justicia constituyen traba u obstáculos irrazonables, impertinentes
y/o carentes de utilidad que impiden acceder a instancias judiciales a las personas para hacer valer sus derechos (STC N°
02703-2016-PA/TC). La Comisión Internacional de Justicia afirma que, entre las formas existentes de barrera burocrática, se
encuentran propias normas procesales e incluso las “interpretaciones que de ellas hacen los jueces competentes”, al
establecer e imponer criterios interpretativos restrictivos e irrazonables. Ver Comisión Internacional de Jurista. Acceso a la
Justicia Casos de abusos de Derechos Humanos por parte de las empresas-Colombia, Ginebra; 2010; pág. 32.
5
La Corte IDH ha fijado como criterio vinculante, la obligatoriedad de utilizar la herramienta de la interseccionalidad
cuando se aborde la violencia contra la mujer, en razón que ello permite analizar de manera integral y muldimensional, la
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5.11. En suma, los/as jueces/zas, deben aplicar el criterio de razonabilidad para determinar
la fecha del inicio del cómputo del plazo de seis meses al que se refiere el artículo en
mención [sobre la caducidad de la causal de violencia psicológica], en la medida que
debe tener como referente que el inicio está determinado por el momento en el que
la mujer ha superado las barreras tanto personales (temor, indecisión, falta de
autoestima; dependencia económica, etc.), como socio-culturales (estereotipos,
presión del entorno familiar, etc.) y las impuestas por el propio fenómeno de la
violencia psicológica contra la mujer (como son su efectos), ya que ello nos permite
establecer en términos reales, desde que momento la víctima rompe dichas barreras
y pueda decidir libremente acudir a la vía judicial en busca de tutela jurisdiccional
efectiva. Como ejemplo tenemos; si la demanda de divorcio fue interpuesta por la
victima (mujer) luego de diez meses de realizado el último acto material de violencia
(humillación), pero existe un grado de dependencia emocional y económica de ella
respecto al hombre, es evidente en términos razonables que los efectos del último
acto material se han extendido en el tiempo debido a la situación de sometimiento
existente, por tanto no puede contabilizarse y aplicarse como un ritualismo formal la
fecha del último acto de humillación, siendo que en dicho supuesto no habría
caducado la presente acción.
5.12. Este criterio amplio respecto a la determinación del inicio del cómputo de caducidad
se sustenta en el principio convencional pro homine y en la obligación de reducir y
eliminar los obstáculos y deficiencia que impidan la defensa eficaz de los derechos
de la mujer; y más bien, dicha tesis interpretativa, maximiza el derecho de acceso a
la justicia de la mujer víctima de violencia6. Los/las jueces/zas de familia no
podemos aplicar formalmente o taxativamente el plazo de seis meses de caducidad
previsto en el artículo 339º del Código Civil cuando la mujer demande divorcio por
causal de violencia psicológica, por el contrario debe hacer prevalecer los derechos
fundamentales de la mujer, como son el derecho a vivir sin violencia y el derecho al
acceso a la justicia, para ello deberá examinar con flexibilidad y razonabilidad el
inicio de dicho plazo de caducidad (ajuste razonable al plazo de caducidad),
debiendo tener en cuenta los factores desarrollados en el considerando anterior;
máxime si se toma en consideración que el plazo de seis meses fijado por el
legislador para que la cónyuge interponga una demanda por dicha causal en nuestro
Código Civil que data de 1984, a la luz de lo avanzado en el estudio
multidisciplinario y normativa del fenómeno de la violencia contra la mujer, resulta
un plazo muy breve e irrazonable.
realidad que vive las mujeres en el ejercicio de sus derechos. Dicha metodología identifica si existen factores concurrentes en
la mujer que determinan la intensidad de vulnerabilidad en la que se encuentra. En la sentencia del caso Fernández Ortega y
otras vs México de fecha 30.08.2011, la Corte IDH señaló: “es indispensable que los Estados otorguen una protección
efectiva que tome en cuenta sus particularidades propias, sus características económicas y sociales, así como su situación de
especial vulnerabilidad, su derecho consuetudinario, valores, usos y costumbres,..”
6
La Corte IDH ha señalado en la sentencia del caso Baldeón García Vs Perú de fecha 6 de abril del 2006, que “La
presencia de condiciones de desigualdad real obliga a adoptar medidas de compensación que contribuyan a reducir o eliminar
los obstáculos y deficiencias que impidan o reduzcan la defensa eficaz de los propios intereses. Si no existiera esos medios de
compensación, ampliamente reconocidos en diversas vertientes del procedimiento, difícilmente se podría decir que quienes
se encuentran en condiciones de desventaja disfrutan de un verdadero acceso a la justicia y se benefician de un debido
proceso legal en condiciones de igualdad con quienes afrontan esas desventajas”
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6.1. Desarrollados supra los criterios jurisdiccionales asumidos por este colegiado
respecto de la norma jurídica aplicable al caso concreto y su interpretación,
procedemos a analizar los agravios expuestos en el recurso de apelación y
precisados en el epígrafe IV (Delimitación de la controversia en sede revisora). En
lo que respecta al primer agravio expuesto por la parte apelante, que se sustenta en
que el A Quo debió tener como referencia de inicio del cómputo del plazo de
caducidad del divorcio por causal de adulterio, la fecha del nacimiento del hijo
extramatrimonial de iniciales E.S.M.M. ocurrida el 17 de enero de 2019, y no los
mensajes de textos que datan de fecha anterior al nacimiento del referido hijo
extramatrimonial, el cual debe ser analizado a la luz de lo actuado.
6.2. Que, mediante escrito de fecha 28 de agosto de 2019 (fs. 59/68), el demandado
Edwin Oswaldo Miranda Guevara contesta demanda e interpone excepción de
caducidad contra el extremo de la demanda que pretende el divorcio por la causal de
adulterio y violencia psicológica; señalando como fundamento del primero, que fue
él quien de manera directa le comunicó a la ahora accionante que “mantenía una
relación extramatrimonial”, hecho ocurrido en el mes de julio del año 2018,
corroborando aquello con las conversaciones sostenidas con la demandante de fecha
07 de agosto de 2018 vía WhatsApp. Asimismo, señaló que la propia demandante
con fecha 11 de agosto del 2018 interpuso denuncia en su contra por motivo de
abandono de hogar, donde además refirió que éste se produjo por una infidelidad.
6.3.- Dicha excepción fue resuelta por el A Quo, mediante resolución número 3 de fecha
18 de febrero de 2021 (fs. 102/103), declarando fundada la excepción de caducidad
interpuesta por el demandado y con ello improcedente la acción interpuesta por la
demandante sobre divorcio por las causales de adulterio y violencia psicológica
argumentando respecto a la excepción por adulterio lo siguiente:
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6.4. Que, este Colegiado comparte en este extremo, el criterio asumido por el A Quo al
declarar fundada la excepción de caducidad de la pretensión de divorcio por
adulterio, ya que de la valoración conjunta de los medios probatorios obrante en
autos y expuestos por las partes, prueban que la ahora demandante tomó
conocimiento de dichas relaciones extramatrimoniales desde el 12 de agosto del
2018, fecha en que la misma interpuso una denuncia policial por abandono de hogar
del ahora demandado (fs. 44), indicando que el motivo era por “infidelidad” y
además obran en autos las conversaciones a través de las redes sociales sostenidas
entre ambas partes, las que datan del mes de setiembre del 2018, en que la propia
demandante acepta la separación y que incluso, manifestaba tener pleno
conocimiento, de que la pareja extramatrimonial se encontraba gestando (fs. 45/47).
Consecuentemente, en aplicación del artículo 339° del Código Civil que señala que
debe tenerse en cuenta el momento en que se produce la causa [entiéndase para el
caso de adulterio desde que tomó conocimiento, ya que el divorcio es un acto
concreto], es que en el presente caso se inició el cómputo el 11 de agosto del 2018,
en que la accionante tomó conocimiento de la infidelidad del demandado, por lo que
hasta la fecha de interposición de la demanda, ocurrida el 10 de julio de 2019, han
transcurrido más de 6 meses de conocido el hecho, debiendo desestimar los
argumentos expuestos por la apelante en dicho extremo, confirmando la
fundabilidad de la excepción de caducidad declarada de la pretensión de divorcio
por causal de adulterio.
6.6. Que dicho agravio y cuestionamiento se debe a la decisión del A-Quo de declarar
fundada la excepción de caducidad planteada a la demanda de divorcio por la causal
de violencia psicológica, y es qué, de la revisión de dicha resolución impugnada, se
aprecia que el fundamento central esbozado por el juez (considerando quinto) es que
toma como fecha de inicio del plazo de caducidad aquella en la que la demandante
envió mensajes al demandado en donde reconoce la afectación psicológica que
sufre a raíz de la infidelidad, los mismos que datan de fecha de agosto a septiembre
del dos mil dieciocho, como si se tratara de un acto material en sí mismo.
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6.9. Que, debemos tener en cuenta que todo embarazo genera en la mujer cambios tanto
biológicos como psicológicos, causados por diversos factores como la
transformación metabólica y hormonal que experimenta, así como por la situación
personal y social en la que se encuentra toda gestante durante dicha etapa. Los
cambios psicológicos que experimenta toda mujer embarazada se deben a la nueva
condición en la que se encuentra y la necesidad de adaptación que la maternidad
conlleva, siendo que estos cambios se manifiestan de diversas formas: miedo, estrés,
depresión, ansiedad, entre otras manifestaciones, los cuales se intensifican o
disminuyen según el contexto en general en la que se encuentra la madre gestante.
No debemos olvidar que el embarazo coloca a la mujer en una situación de alta
vulnerabilidad, tanto en lo físico como en lo emocional, mostrando una mayor
sensibilidad y dependencia respecto del entorno que la rodea, jugando un rol
importante de soporte, el padre del niño por nacer; así, lo establece el estudio
realizado por los psiquiatras Martín Maldonado-Durán y Teresa Lartigue, al señalar:
7
Se deja en claro que no se analizará si los hechos denunciados constituyen o no actos de violencia psicológica, ya que ello
es una cuestión de fondo que debe ser analizado en el estadio correspondiente, tan sólo nos referiremos al contexto en el que
se encuentra la demandante y como ello permite interpretar el artículo 339° del Código Civil
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6.11. A ello debe sumarse otro factor de vulnerabilidad como es la falta de recursos
económicos debido a la dependencia económica que tenía la accionante respecto al
demandado, siendo este último, quién asumía los gastos de su manutención, tal
como consta en las constancias de depósitos que obran en autos (fs. 48/55), lo que lo
coloca también en un estado de asimetría y contribuyó, sin duda, a incrementar
dicho estado de zozobra e inestabilidad que tenía la accionante durante dicho
período de gestación.
(i).- Que, las discusiones con su cónyuge eran constantes, su actitud hosca con ella
era irritable, irascible, llegando el demandado al extremo de agredirla
8
Ver Martín Maldonado-Durán y Teresa Lartigue. “Cambios fisiológicos y emocionales durante el embarazo normal y la
conducta del feto” en AA.VV. MARTIN MALDONADO-DURAN, J. Martín (Coordinador). Salud Mental Perinatal Edit.
por la Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS); 2011; pág. 8.
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Sin entrar al análisis de si los hechos denunciados por la accionante son o no hechos
de violencia psicológica, podemos inferir que ella denuncia actos de humillación,
abandono, indiferencia, maltratos verbales por parte de su cónyuge, hoy demandado,
durante toda la relación convivencia y con posterioridad a la separación de hecho
ocurrida el 11 de agosto del 2018, el cual se ha extendido hasta la finalización de la
etapa de gestación.
6.13. En resumidas cuentas, del contexto social y personal por la que estaba viviendo la
accionante, podemos concluir que se encontraba experimentando una perturbación
psicológica, originada por la baja autoestima y por el “sentimiento de culpabilidad
que tenía debido a la ruptura matrimonial”, que se extendía más allá de las
comunicaciones sostenidas entre ambas partes en agosto y septiembre del 2018 y
que se prolongaron hasta después del nacimiento de su menor hijo, ocurrido el día 4
de febrero de 2019 conforme es de verse de fs. 3.
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6.15. Este Colegiado deja en claro, que no está pronunciándose sobre si los hechos
alegados por la accionante son o no actos de violencia psicológica, ya que ello se
verá en el pronunciamiento de fondo, tan sólo hemos aplicado el enfoque de género
para interpretar en términos razonables el inicio del plazo de caducidad que contrae
el artículo 339º del Código Civil.
VII.- COLOFÓN
7.1. Que, los/las jueces/zas debemos entender que la perspectiva de género es un tema
transversal a los derechos humanos, que tiene un nivel de obligatoriedad para los
Estados, y en consecuencia, constituye un compromiso central para garantizar el
pleno acceso a la justicia, el cual se aplica al momento de interpretar y aplicar las
normas jurídicas en un caso concreto, donde estén en juego los derechos
fundamentales de las mujeres; debiendo romper las barreras de género que
experimenta toda mujer cuando su acceso a la tutela jurisdiccional efectiva se ve
imposibilitada. Es por tanto una prioridad para el Poder Judicial generar no sólo
espacios de debates y de buenas prácticas en cuanto a la aplicación de la perspectiva
de género en decisiones jurisdiccionales, sino también surge la necesidad que se
promueva la elaboración y aprobación de guías metodológicas o protocolos para
juzgar con perspectiva de género.
VIII.- DECISIÓN:
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8.3. Intervienen en el presente proceso el Juez Superior Titular Carlos Cruz Lezcano y
los señores Jueces Superiores Provisionales Félix Enrique Ramírez Sánchez y
Marco Antonio Celis Vásquez por disposición Superior. - PONENTE Señor Juez
Superior Provisional Doctor Félix Ramírez Sánchez.
S. S.
CRUZ LEZCANO, C.
RAMÍREZ SÁNCHEZ, F.
CELIS VÁSQUEZ, M
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