Lo Raro Es Vivir
Lo Raro Es Vivir
Lo Raro Es Vivir
Lo raro es vivir, publicada en 1992, fue una de las novelas más notables de la literatura
española del siglo XX, no sólo por el tema que Martín Gaite desarrolla y la época en la que
vivía al escribirla, sino porque, además, sirve como punto de partida y reflexión sobre el
interés que esta autora concebía sobre el rol de la mujer en el hogar, la cultura, la vida de un
hombre, pero mucho más importante: la idea del papel que tiene de sí misma. En otras
palabras: ¿hacia donde apunta su vida? Resulta aun más interesante los recursos que utiliza
para plasmar en el lector una imagen vívida de lo que sugiere como tesis. De este modo, el
presente trabajo propone analizar el papel de la mujer como heroína en una novela donde el
machismo impera en todos los ámbitos. ¿Es Águeda la antítesis del héroe tal y como lo
conocemos, y su lucha por atravesar la cultura, el hogar y las diferencias entre las mujeres
de su familia y con las que se rodea, la amistad con sus congéneres, el rechazo a la
maternidad una prueba notable de la lucha por el feminismo en un personaje cuya gran
subjetivo. Esta subjetividad es, desde luego, un gran recurso para el desarrollo del relato,
la vida de una mujer joven cuya vida, según lo cuenta, ha estado plagada de desaciertos y
peripecias, pero también de grandes hazañas y momentos que, como se mencionará más
adelante, hace que la vida se torne incomprensible, irónica, bella por donde se le vea, triste,
ruda, acérrima, y no por eso menos bella. Entonces sí, después de todo, lo raro es vivir.
música, fracasó; no obstante, este viaje, plagado de historias y recuerdos que evoca y
Águeda inicia, pues, una búsqueda entre su vida y el sinsentido, entre las cosas que
ocurren y dejan de ocurrir, entre lo que va y lo que viene, si puede llamársele así, entre lo
que existe aparentemente y lo que no, entre lo tangible y lo intangible, pero siempre
cuestionándose la rareza que esconde la simplicidad y que esto, por más raro e
incomprensible que sea, ata a todo humano y ser vivo. La heroína entra en un dilema
existencialista:
Es que todo es muy raro, en cuanto te fijas un poco. Lo raro es vivir. Que estemos
aquí sentados, que hablemos y se nos oiga, poner una frase detrás de otra sin mirar
ningún libro, que no nos duela nada, que lo que bebemos entre por el camino que es
y sepa cuando tiene que torcer, que nos alimente el aire y a otros ya no, que según el
antojo de las vísceras nos den ganas de hacer una cosa o la contraria y que de esas
ganas dependa a lo mejor el destino, es mucho a la vez, tú, no se abarca, y lo más
raro es que lo encontramos normal (Gaite 75).
Águeda vive cosas que para ella son raras. Le suceden cosas raras, ve la vida con
extrañeza, reflexiona sobre cosas nimias y soporíferas, utiliza su memoria para recordar
otros, mas no en la de ella. Sabe que al no poder quedarse en el mundo de la música debe
dedicarse a trabajar en un archivero, que, al no poder quedarse con Roque, pese a que no
puede llegar a amarlo, resulta raro que lo siga pensando y evocando asiduamente, tampoco
entiende por qué su relación con su madre se tornó asimétrica y cómo de un momento a
otro la indiferencia afloró en su vida. Reconoce que su madre tuvo el camino más fácil,
pero no lo cuestiona. Sabe que su madre se pudo dedicar al arte sin tanto esfuerzo, mientras
que a ella le costó el doble y unas cuantas rentas, mudarse de un lado a otro y tener que
más dramático el texto, sirven como punto de partida para el análisis del relato. Si bien es
cierto que la vida de Águeda no es para nada fácil, también lo es que sus constantes
esfuerzos y carácter la llevan a un lugar del que no quiere salir. El personaje de Águeda
muestra un carácter sólido y rudo a la par, un carácter que rechaza las ideas con las que ella
creció. Un ejemplo de ello es la maternidad, pues su madre, al no asumir el papel que como
madre que ella esperaba que tuviera, rotundamente niega que la maternidad tenga un papel
Por otra parte, Águeda no solo protesta ante esta idea de la maternidad como un
objetivo social y ley biológica, sino que también reafirma su desinterés a ser la compañera
que se marchó. Esto lo hace a través de la focalización que emplea la autora. Barrera García
menciona lo siguiente:
Águeda rechaza rotundamente este rol de papeles que se intercalan según la figura
femenina ausente, pero sabe que esto es un engaño del que debe escapar. “Contraponer la
verdad al engaño es el juego por excelencia, aunque difícil: o nos engañamos o nos
engañan”. (101). Lo mismo sucede cuando evoca a Roque, su antigua pareja, y recuerda la
hostil presencia que representaba para ella y el abominable pasado que sucumbe su
presente:
Y cuando por fin Roque (la primera persona que me arrancó la cáscara del pasado y
extrajo de mí la pulpa de un presente sin contrición) empezó a mirarme y a dejarse
mirar po mí, saboreé la certeza de que era él, el del sueño, y al cabo de los años lo
que brilla y permanece de mi relación con Roque es sobretodo la primera etapa de
silenciosa complicidad, los preparativos del viaje. Porque luego, cuando pasó lo que
tenía que pasar sin remedio, aquella cueva ideal donde depositar verbalmente mis
incertidumbres y sueños, fue convirtiéndose exclusivamente —si he de ser sincera
— en el temblor insoportable y ciego de mi cuerpo esclavo de los caprichos suyos
(143).
Mientras que todos los varones de la novela poseen libertades y facilidades para
conseguir lo que desean, son las mujeres quienes se deben abrir paso con rabia y osadía,
pero también con una impertinente convicción. Conforme avanza el relato, la protagonista
encuentra una vida paralela a la suya en Rosario de Tena, una mujer joven que aspira a ser
personaje entra en forma de espejo para que la protagonista comprenda que sus fracasos, al
igual que el de su amiga, tienen un común denominador: ser mujer. Rosario servirá, a su
vez, para que Águeda comprenda que no puede vivir en constante guerra o indiferencia con
su madre, y es donde inicia otros de sus dilemas existenciales con la maternidad,
Ya sé que no hay ningún caso igual que otro, pero que se te muera la madre es
siempre tremendo, ellas te han llevado nueve meses dentro de su cuerpo lo mires
por donde lo mires, y eso no se puede borrar de un plumazo. Se van y te dejan
mutilada, a partir de ahí es cuando empiezas a envejecer (153).
adversas— que la rodean. Resolver el conflicto que concibe ahora con una madre que ha
muerto y con un hombre, su abuelo, que no hace sino humillarla, solo reafirmará el sentido
de la historia y la dirección que toma. Por otra parte, las relaciones sociales de la época
confirman a la par las dificultades que tuvo la mujer para abrirse paso en el siglo XX. Para
que esto cobrara sentido, paralelamente la protagonista inicia una historia con La divina
comedia, que no solamente representa las dificultades a las que debe enfrentarse cuando se
desea encontrar el amor y el sentido de la existencia propia, sino algo aún más interesante:
las peripecias del viaje del héroe. Es Martín Gaite, jugando con la intertextualidad, quien
Para esto, evoca una conversación que tuvo en una de sus clases de arte en la que
analizaban con entusiasmo la pintura del trecento italiano, que catalogan como un himno al
Gaite. Esto se reafirma con la intervención de Rosario “Yo veo en este cuadro sobre todo
un himno a lo absurdo. […] Desde que el mundo es mundo, vivir y morir vienen siendo la
cada y la cruz de una misma moneda echad al aire, pero si sale cara, es todavía más
absurdo. Para mí, si quieren que les diga la verdad, lo raro es vivir”. (189) Este absurdo es
vivir’. […] Aquella misma tarde empecé a leer La divina comedia”. (189)
y de filósofos como Sartre y Kierkegaard en torno a las rarezas de la vida. De cierto modo,
puede inferirse que el viaje al inconsciente inicia a través de esta revelación: Águeda halla
en Dante una vida paralela a la suya basado en “lo raro” que es vivir y los propósitos o
a Beatriz, con Águeda sucede lo mismo: esta odisea comienza cuando viaja dentro de sí
misma para hallar a su madre y el sentido que tiene su vida. Es dentro de su inconsciente, a
ausencia. De este modo, la busca en todo lo que hace y lo que no hace, en lo que recuerda y
incapacidad para comprender la vida, la rareza que esconde el abandono gradual que la
Dado el viaje de Águeda, busca a su madre a través de los recuerdos y halla una
sentido de aquella renuncia “he entendido que mi rechazo surgió, casi como repugnancia
física, al darme cuenta,ante tanta luminosidad y limpieza, de que yo mis huellas familiares
las había perdido y allí no tenía que dejar” (293). Águeda insiste asiduamente en la
necesidad implícita que tuvo para reconciliarse con su madre. Al igual que Dante, el viaje
que ella emprende dentro de sí misma, la situa en un infierno —el que vive al no poder
Águeda a rencontrarse con su madre. Mientras que Rosario muestra sumo interés en la obra
guía. En el fondo, hay algo que aún reprocha: sabe que su animadversión hacia la
mujer que lleva su nombre y que es su madre, y que para distanciarse emocionalmente de
ella, al contar su historia, no es sino hasta el final cuando revela cómo se llama.
Su nombre, como una maldición que cargará el resto de sus días, parece encontrar
suficiente para anunciar el fin de su vida. No obstante, si hay algo que valga la pena para
este hombre es reencontrarse con su hija. Mientras que su memoria fragmentaria lo separa
cada vez más de la realidad, es la protagonista de esta historia quien decide tomar —ahora
convicción de hacerlo.
Águeda llega al hospital donde está su abuelo luego de hablar con Rosario, y es aquí
donde ella desaparece, al igual que Virgilio con Dante. Es Águeda sola contra las
Águeda le revela a su abuelo que está enamorada de Tomás. Resulta liberador para
ella confesarle que está enamorada después de llevar una vida entera huyendo de su pasado
absolución. “El abuelo guardaba silencio. Seguía acariciándome la cabeza, ahora más de
peripecias que ha vivido. Se convierte en el reverso del viaje del héroe que ha contado la
historia durante siglos. Es esta, una mujer común y corriente, sin grandes aspiraciones y
pocas convicciones quien, tan solo con un viaje a su inconsciente, consigue desentramar el
mundo que la rodea y el sentido, incluso, del sinsentido: lo raro que es vivir.
Por último, Águeda vuelve a casa y se da cuenta de que Tomás está en ella. “Tu
abuelo está muerto. Acaba de llamar el médico que lo atiende. Vienes de allí, ¿no?”. (232)
Sorprendida por lo que acaba de ocurrirle a su vida, Águeda experimenta la última pérdida
de su familia. Sabe, ahora, que solo queda ella y que de su familia solo se mantienen
recuerdos. Dado que el abuelo ha muerto, lo único que le queda es tomás. La heroína
pronto a romper con el sufrimento que había cargado durante toda su vida, revela su
“Menos mal que has venido, qué ganas tenía de verte, qué ganas, estoy harta de
muerte, harta de heedar historias ajenas, harta de mentiras, solo quiero verte a ti, ser
yo para tus ojos, para tu vida… me estorb todo el mundo, no aguanto sombras entre
tú y yo” (233).
esta heroína, la búsqueda insanciable del sentido de ser mujer, la maternidad y el rol como
madre-hija. Una novela que termina con el personaje en el lugar donde siempre quiso estar,
como lo hicieron Dante y Odiseo: un retorno al lugar donde hallaron el sentido de sus
batallas.
Bibliografía.
México, 2008.