Un acto administrativo puede clasificarse de varias maneras: por la exteriorización de la voluntad de la Administración (expreso o presunto), por sus efectos sobre los ciudadanos (favorable u desfavorable), según su destinatario (singular o general), en función de sus consecuencias (resolutivo o de trámite), si puede ser recurrido o no, y en función de la discrecionalidad del órgano para dictarlo (reglado o discrecional). Además, la Administración puede revisar sus propios actos con el objetivo de corregir
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Un acto administrativo puede clasificarse de varias maneras: por la exteriorización de la voluntad de la Administración (expreso o presunto), por sus efectos sobre los ciudadanos (favorable u desfavorable), según su destinatario (singular o general), en función de sus consecuencias (resolutivo o de trámite), si puede ser recurrido o no, y en función de la discrecionalidad del órgano para dictarlo (reglado o discrecional). Además, la Administración puede revisar sus propios actos con el objetivo de corregir
Un acto administrativo puede clasificarse de varias maneras: por la exteriorización de la voluntad de la Administración (expreso o presunto), por sus efectos sobre los ciudadanos (favorable u desfavorable), según su destinatario (singular o general), en función de sus consecuencias (resolutivo o de trámite), si puede ser recurrido o no, y en función de la discrecionalidad del órgano para dictarlo (reglado o discrecional). Además, la Administración puede revisar sus propios actos con el objetivo de corregir
Un acto administrativo puede clasificarse de varias maneras: por la exteriorización de la voluntad de la Administración (expreso o presunto), por sus efectos sobre los ciudadanos (favorable u desfavorable), según su destinatario (singular o general), en función de sus consecuencias (resolutivo o de trámite), si puede ser recurrido o no, y en función de la discrecionalidad del órgano para dictarlo (reglado o discrecional). Además, la Administración puede revisar sus propios actos con el objetivo de corregir
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Un acto administrativo puede clasificarse en mú ltiples categorías segú n
diferentes criterios:
Exteriorización de la voluntad de la Administración: Aquí podríamos
hablar de actos expresos cuando existe una declaració n de la Administració n y, también, de actos presuntos (silencio administrativo) cuando no manifiesta su voluntad. Efectos sobre los ciudadanos: Se puede diferenciar entre actos favorables que otorgan un derecho (por ejemplo, la concesió n de una licencia de obras) y actos desfavorables que imponen una obligació n (o privan de un derecho, como una sanció n de trá fico). Según el destinatario: Podríamos clasificarlos en actos singulares si se trata de un destinatario concreto (la notificació n de una resolució n de una solicitud de un interesado específico, por ejemplo) y en actos generales si se refiere a un grupo de personas. En función de las consecuencias: Se podría hablar de actos resolutivos cuando deciden y ponen fin a un procedimiento administrativo y, también, de actos de trámite cuando son acciones que se realizan a lo largo de un procedimiento administrativo y que permiten llegar a la resolució n de la Administració n. Según si se puede interponer o no un recurso por la vía administrativa: Aquí se puede diferenciar entre aquellos actos que agotan la vía administrativa (no pueden ser recurridos ante la Administració n, só lo se pueden impugnar a través de la jurisdicció n contenciosa – administrativa) y los actos que no agotan esta vía (se pueden recurrir). En función de la discrecionalidad del órgano para dictar actos: Tendríamos actos reglados donde su contenido está predeterminado por ley y actos discrecionales en los cuales la Administració n tiene cierta libertad para dictarlos.
Ademá s, debes tener en cuenta que la Administració n se considera
una persona jurídica con una serie de poderes ú nicos que le facilitan velar y proteger los intereses generales, entre ellos, la revisión de oficio. Esta prerrogativa le permite revisar sus propios actos con el objetivo de corregir decisiones. Cuando se detecta algo incorrecto, pueden darse dos situaciones: se invalida el acto administrativo o se considera una irregularidad que no lo invalida.
¿Y qué es un procedimiento administrativo?
¿Sabes cuál es la diferencia entre un acto y un procedimiento
administrativo? Lo cierto es que es frecuente confundir estos dos conceptos que, a pesar de su aparente semejanza, se refieren a distintas cuestiones. Para ayudarte a entenderlo, te proponemos echarle un vistazo a este vídeo: