El Derecho Como Arma de Libaracion en America Latina
El Derecho Como Arma de Libaracion en America Latina
El Derecho Como Arma de Libaracion en America Latina
COMO ARMA
DE LIBERACIÓN EN
AMÉRICA LATINA
Sociología jurídica y uso alternativo del derecho
Jesús Antonio de la Torre Rangel
EL DERECHO
COMO ARMA
DE LIBERACIÓN EN
AMÉRICA LATINA
Sociología jurídica y uso alternativo del derecho
ISBN 968-9065-00-9
ÍNDICE
Prólogo 11
Presentación 17
Objetivo 19
Capítulo I
Cuestiones preliminares
Introducción. 23
1. Hipótesis de trabajo: preliminar de las cuestiones preliminares. 29
2. La Analogía y el ser del Derecho. 29
3. Filosofía del Derecho y Ciencias Jurídicas. 34
4. Filosofía Jurídica de la Sociología Militante. 38
4.1. Derecho, derechos humanos y justicia. 41
4.1.1. El Derecho natural como legitimador del sistema o
como arma de lucha. 42
4.1.2. Sobre la justicia. 45
4.1.3. Los derechos humanos y el criterio de lo justo, como
principios de una conciencia de lucha. 49
5. El pobre, también como categoría sociológica. 50
Capítulo II
Sobre la Sociología Jurídica
Introducción. 53
1. El ser y el quehacer de la Sociología Jurídica. 53
2. El problema de la neutralidad de la Sociología Jurídica; la cuestión
de los valores, y de las intenciones políticas. 55
3. La teorización del uso alternativo del Derecho y la crítica jurídica,
como Sociología Jurídica militante. 58
Capítulo III
La función del Derecho Moderno en América Latina
Capítulo IV
Posibilidad del uso del Derecho en servicio de los pobres
Introducción. 99
1. Lo estructural y lo superestructural. 100
2. Uso alternativo del Derecho: uso alternativo de toda la juridicidad. 104
3. De los puntos fundamentales para el uso del Derecho de una manera
alternativa. 107
3.1. La búsqueda de la normatividad utilizable. 107
3.2. La defensa de una función más amplia de parte del Poder Judicial. 108
3.3. Un cambio en la forma de pensar el Derecho. 112
3.4. El uso de los instrumentos jurídicos para agudizar las
contradicciones del ordenamiento jurídico en vigor. 113
3.5. La conciencia de a quién sirve el derecho o ley. 114
4. Facetas del rol de la juridicidad en apoyo de las clases dominadas y
una hipótesis utópica. 114
5. Espacios para el uso alternativo del derecho objetivo. 118
6. Uso alternativo de los derechos subjetivos: derechos humanos como
derecho insurgente. 122
6.1. Los derechos humanos como uso alternativo del Derecho. 123
6.2. La opinión de los Weyl sobre la importancia de los derechos. 126
El Derecho como arma de liberación en América Latina 9
6.3 Uso alternativo del Derecho y uso pedagógico
de los derechos subjetivos. 127
7. Alternatividad del discurso jurídico de los Derechos Humanos. 129
Capítulo V
Casos y cuestiones conexas al uso alternativo del Derecho
Introducción. 131
1. Casos. 133
1.1. Un caso real. 133
1.2. Otro caso, no menos real, de uso alternativo del Derecho. 135
1.3. Conciencia y uso alternativo del Derecho. (Un caso más). 137
1.4. Huayacocotla: un caso de distintas facetas de uso alternativo
del Derecho. 142
1.4.1. Huayacocotla. 142
1.4.2. La lucha por los Derechos Humanos. 144
1.4.3. La lucha jurídica. 146
A) El uso alternativo del Derecho. 146
B) Derecho que nace del pueblo. 148
C) La Justicia Reclamada. 148
1.5. Un caso de uso alternativo de los derechos subjetivos: un centro de
derechos humanos con base popular. 150
1.5.1. Con el Derecho topamos. 150
1.5.2. Un centro de derechos humanos distinto. 153
2. Cuestiones conexas con el uso alternativo del Derecho. 154
2.1. La Chicana. 154
2.2. La utopía de generar la juridicidad de Utopía. 155
Capítulo VI
Hermenéutica analógica, justicia y uso alternativo del Derecho.
Introducción. 159
1. Uso alternativo del derecho, movimiento ligado a la hermenéutica. 161
2. Hermenéutica analógica. 163
3. Interpretación y epiqueya. 165
4. Algunas notas sobre el garantismo. 167
5. Uso alternativo del derecho y garantismo. 170
6. Politización del Derecho y hermenéutica analógica. 174
10 Jesús Antonio de la Torre Rangel
7. Analéctica, hermenéutica analógica y necesidad del uso alternativo
del derecho. 177
Capítulo VII
Notas sobre el pluralismo jurídico: La reapropiación del poder normativo
Capítulo VIII
Necesidad de profesionales del Derecho con Ética Histórica
187
Anexo
Síntesis programática del grupo de trabajo Derecho y Emancipación Social,
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) 191
Bibliografía 196
El Derecho como arma de liberación en América Latina 11
PRÓLOGO
Arturo Paoli
“¡Ay de ustedes que transforman
las leyes en algo tan amargo...
y tiran por el suelo la justicia!
Ustedes odian al que defiende lo justo
y aborrecen al que dice la verdad...
ya que ustedes han pisoteado al pobre...”
Amós 5, 10-11
El Derecho como arma de liberación en América Latina 17
PRESENTACIÓN
1
Cfr. Jon Sobrino, Cristología desde América Latina, Ed. Centro de Reflexión
Teológica, México, 1976, p.118.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 19
OBJETIVO
2
Hacia una organización jurídica del Estado, Solidaria y Liberadora. Ed. Jus.
Estudios Jurídicos (14). México 1977. pág. 226.
20 Jesús Antonio de la Torre Rangel
Civil. Ese empleo fue clave para empezar a ver el mundo del Derecho desde
una óptica menos idealista, más real, más concreta. Además empecé también a
contemplar la juridicidad desde el mundo de los pobres, desde los marginados,
desde los sin-derecho, desde aquellos que sólo tienen derechos formales pero
no reales.
Ese trabajo de Defensor de Oficio me hizo, por lo pronto descubrir
dos cosas contradictorias y ambas ciertas acerca del Derecho: su verdadera
utilidad y su inutilidad.
A nivel todavía muy incipiente, más intuitivo que científico, descubría
la verdadera utilidad del Derecho y un sentido más auténtico de la profesión,
cuando sentía que era un factor importante, por el puesto que ocupaba, para
la resolución de un problema de carácter jurídico a una o varias personas, pues
pensaba que las cosas se estaban poniendo en su lugar de acuerdo al criterio de
la justicia. Esto, sobre todo, lo palpaba ahí, en un despacho (estudio o bufete)
en el cual no se trataba de arreglar asuntos de millones de pesos, sino de per-
sonas pobres, acostumbradas a perder siempre, sabedoras de que nunca se les
hace caso.
Sin embargo, esos mismos problemas de los pobres me llevaron a des-
cubrir, también todavía de una manera muy incipiente, la otra cara del Dere-
cho: su inutilidad para hacer justicia verdadera. Llegue a sentir la impotencia
de Derecho, pues con los instrumentos jurídicos que tenía al alcance no podía
hacer nada para remediar la situación de fondo de los pobres que solicitaban
mis servicios. Empecé a descubrir entonces, no sólo la inutilidad del Derecho,
sino también la injusticia de fondo de todo el aparato jurídico.
A partir de ahí mi planteamiento comenzó a ser distinto, mi inquietud
intelectual cambio. Ya no era el hecho de pensar en las bases antropológicas
que sostuvieran una sociedad solidaria y liberadora, sino el hecho de cómo
acceder a ella, es decir como llegar a construir esa sociedad y el papel que el
Derecho y la profesión de jurista tenían que desempeñar en ese camino contra
la opresión.
Este trabajo tiene precisamente ese objetivo: aportar pistas de reflexión
acerca del papel del Derecho y del jurista en un proceso de cambio social hacia
una sociedad en donde todos los hombres y mujeres puedan gozar de los bi-
enes de la tierra y tengan poder de decisión.
Como lo indica el título de este trabajo, me propongo hacer un esbozo
El Derecho como arma de liberación en América Latina 21
y dar algunos elementos de reflexión respecto de la posibilidad histórico-social
de que el Derecho sea una herramienta o instrumento de cambio social en
América Latina. En otras palabras, este ensayo pretende ser sólo un primer
acercamiento reflexivo sobre la posibilidad de que el Derecho pueda ser usado
en beneficio del pueblo, así como el sentido que tendría la aplicación del Dere-
cho en esa perspectiva en América Latina.
A partir de reflexiones filosóficas profundas y de la constatación de la
opresión, se ha concluido que vivimos –para decirlo en términos jurídicos– en
la “legalidad de la injusticia”3, lo que hace que la búsqueda de la justicia se con-
stituya en algo ilegal. Y asimismo, tomando para el análisis social el instrumento
marxista, se descubre el Derecho –dejando a salvo absolutismo y dogmatismo–
como la instancia normativa de la clase dominante en las relaciones de produc-
ción. Como manifiesta el jurista argentino Carlos María Vilas: “el tratamiento
del Derecho debe llevarse a cabo, en todo momento, refiriéndolo a la estructura
socio-económica de la que las normas son en última instancia expresión”4
Tanto el aspecto filosófico relativo a al íntima relación entre el Derecho
y la justicia, así como el hecho sociológico que nos muestra el Derecho como
expresión de la clase dominante, han sido tratados ya con cierta abundancia y
profundidad. Aquí volveré sobre ambos aspectos, pero sólo como punto de
partida que nos permita internarnos en la búsqueda de posibilidad y sentido del
uso del Derecho al servicio de pueblo y no de la clase dominante, para llegar,
en última instancia, a una sociedad latinoamericana con un Derecho justo, en
donde esté vigente la legalidad de la justicia.
Lo que en este trabajo trataría de aportar, sería simplemente una
proposición a los juristas de buena fe y a los intelectuales orgánicos al servicio
de los oprimidos, que consistiría en el hecho de que empezaran a reflexionar
e implementar el instrumental jurídico con el que se cuentan al servicio del
pueblo, en aras, a final de cuentas, de un cambio social en América Latina.
Ya se ha escrito mucho sobre el Derecho injusto y alcahuete de la ex-
plotación burguesa. Sin embargo, poco se ha reflexionado y mucho menos se
han puesto en práctica aspectos legales que mitigarían la explotación y que
3
Enrique Dussel, Para una ética de la liberación latinoamericana. T. II. Ed. Siglo
XXI. Buenos Aires, 1973. pág. 66.
4
Carlos María Vilas. Derecho y Estado en una economía dependiente. Ed. Guadalupe.
Buenos Aires, 1974. pág. 1.
22 Jesús Antonio de la Torre Rangel
servirían, coyunturalmente, para el cambio en las relaciones de producción.
Creo, e incipientemente empiezo a constatar por la práctica profesional y la
observación de movimientos populares, lo que escribe Vilas en el sentido de
que “puesto al servicio del pueblo, el Derecho puede llegar a ser una efectiva
herramienta de liberación”5.
5
Vilas, Op. Cit. pág. 5.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 23
CAPÍTULO I
CUESTIONES PRELIMINARES
Introducción.
6
La conversación tuvo lugar en Dolores Hidalgo el 22 de septiembre de 1990.
7
Jesús Antonio de la Torre Rangel. Los Pobres y el uso del Derecho, ponencia
presentada en el Panel “Direito Insurgente: o direito dos oprimidos”, en el Congreso
Internacional de LASA (Latin American Studies Asociation) celebrado en Miami en
diciembre de 1989. Fue Publicado, con el resto de las ponencias del Panel, por el Instituto
Apoio Jurídico Popular en su Colección Seminarios siendo el N° 14, Río de Janeiro,
septiembre de 1990. También lo publicó, con el resto de las ponencias, la revista El Otro
Derecho N° 6, Ed. Temis e Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos
(ILSA), Bogotá, agosto de 1990.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 25
nueva visión de lo jurídico. Se trata, como escribe Fernando Rojas, de “una
generación de abogados (que) han trabajado duramente por disipar el estereo-
tipo que se tiene sobre ellos. Ha intentado deshacer el ropaje que los hace ver
elitistas, defensores del Estado y del statu quo, y descorrer el velo que mitifica el
Derecho.”8
Estos juristas han puesto en práctica una serie de servicios legales nue-
vos en relación a las tradicionales de simple apoyo o ayuda legal, pues son,
como dice el propio Rojas, innovativos o participativos.9 Estos nuevos servicios le-
gales impulsados por estos abogados, se caracterizan por los siguientes rasgos
esenciales, según el jurista colombiano que venimos citando:
8
Fernando Rojas Hurtado. “Comparación entre las tendencias de los servicios legales
de Norteamérica, Europa y América Latina. (Primera Parte), en El Otro Derecho N° 1. Ed.
Temis y el Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos (ILSA) Bogotá,
agosto de 1988. p. 8.
9
Idem Supra.
10
Idem Supra. págs. 12 y 13.
11
Idem Supra. p. 13.
12
Idem Supra.
26 Jesús Antonio de la Torre Rangel
d) “De manera similar, los nuevos servicios legales apuntan a la creación
de un poder político en manos de las ‘minorías’, las comunidades de
base y los grupos discriminados. Estimulando la autoconfianza y la
autoconciencia , impulsando la participación activa de los usuarios
promoviendo la creación de asociaciones de trabajadores, se desar-
rollan las metas de mediano alcance. Los abogados y los usuarios,
trabajando conjuntamente en un mismo pie de igualdad, aprenden
mutuamente y ayudan a eliminar la imagen sacralizada del Derecho.
La desmitificación de lo jurídico como ciencia y la crítica al impacto
del Derecho en la sociedad, son medios que incitan a la movilización
popular y a la creación de propias reglas internas.”13
Hasta hace poco tiempo estas nuevas tendencias en el uso del Derecho
en América Latina, se ubicaban sólo en este movimiento dialéctico y de mar-
cha conjunta dado entre comunidades de pobres y abogados con una nueva
visión del Derecho. Sin embargo, en los últimos tiempos otro grupo pretende
incorporarse a estas nuevas tendencias del quehacer jurídico latinoamericano:
los jueces. Pues sí, aunque el término de uso alternativo del Derecho había
nacido en el seno de un grupo de jueces italianos, en América Latina había sido
readaptado por abogados litigantes ligados a grupos populares, y la judicatura
había sido hasta hace apenas unos años (1986) totalmente ajena a esta corriente
e incluso contraria.
A fines de 1990 un grupo de jueces de Rio Grande do Sul, ocuparon la
primera plana de los diarios brasileños más importantes dando origen a un de-
bate nacional sobre el modo en que los jueces deben usar la ley para administrar
justicia. Esto se originó porque este grupo de jueces “gauchos” han fundado
sus sentencias en criterios de justicia y no en la ley, siendo esto totalmente
contrario a las teorías jurídicas más aceptadas desde hace siglos. Todo esto, por
cierto, con rasgadura de toga de los juristas tradicionales.
Esta práctica jurídica heterodoxa de los jueces de Rio Grande do Sul,
comenzó a consolidarse y a constituirse como un movimiento, conocido como
Movimiento de Derecho Alternativo, en 1986 durante un Congreso de la Aso-
ciación de Jueces de Rio Grande do Sul.
13
Idem Supra.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 27
Los conceptos vertidos por algunos de estos jueces, nos dan una clara
idea de los criterios que sustentan para fundar sus resoluciones y sentencias. A
continuación algunos de ellos:
“La ley es importante porque es un parámetro genérico que sirve como
regla... En principio obedezco la ley. Solamente dejo de obedecerla cuando se
revela injusta”; “el Derecho es más amplio que la ley”; “la ley era claramente
injusta y la tuve que mandar a la puta que la parió”.
Y como dice Héctor Moncayo –que es quien cita los conceptos anteri-
ores de los jueces “gauchos”–, lo que es más decisivo es que para ellos “existe
la sospecha fundada de que la ley generalmente favorece a los poderosos, mien-
tras que para el movimiento alternativo, el Derecho debe usarse a favor de la
emancipación de la clase trabajadora.”14
Por un lado, entonces, tenemos que la experiencia de las comunidades
pobres latinoamericanas que hacen uso alternativo del Derecho se ha exten-
dido, constituyendo esto, sin duda, un fenómeno importante en nuestras so-
ciedades. Por otro lado, encontramos que estas comunidades casi siempre se
ven apoyadas, en cuanto al uso de la juridicidad, por abogados con una visión
distinta del quehacer profesional y del uso del instrumental jurídico. Y estamos
asistiendo al nacimiento de una experiencia jurídica alternativa de los jueces,
que como grupo con ciertos criterios unificados, comienza con los jueces de
Rio Grande do Sul. Toda esta experiencia es lo que se ha llamado uso alternativo
del Derecho o bien prácticas jurídicas alternativas.
Este uso alternativo del Derecho, ha surgido entonces en América La-
tina como una necesidad práctica de los abogados y de diversos promotores
sociales, que han puesto sus conocimientos y destrezas al servicio de diver-
sos grupos, con necesidades vitales sentidas, dentro del proceso popular de
nuestros países. Y es que, estas necesidades de los grupos populares, se topan,
de una u otra forma, con el complejo fenómeno de la juridicidad.
El uso alternativo del Derecho, antes de haberse teorizado sobre el
mismo, se ha dado como un requerimiento de la práctica del Derecho a favor
del pueblo. Sólo después, ha venido la búsqueda de una sistematización de la
acumulación de los conocimientos que van surgiendo del uso del Derecho y la
14
Héctor Moncayo. “El Derecho Alternativo en primera plana”, en Portavoz N° 27.
Boletín de los Programas de Servicios Legales en Latinoamérica y el Caribe. Ed. Instituto
Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos. Bogotá, febrero de 1991. p. 8.
28 Jesús Antonio de la Torre Rangel
práctica jurídica llevados a cabo de modo alternativo. Apenas de poco más de
veinticinco años para acá, si acaso, se ha iniciado la tarea teórica, en América
Latina, sobre esta temática de la juridicidad alternativa.15
Estos trabajos en búsqueda de una teoría del uso alternativo del Dere-
cho o que sistematizan las prácticas alternativas del Derecho, constituyen, en
nuestro concepto, parte del amplio objeto de conocimiento de la Sociología
del Derecho. La tarea científica reflexiva sobre el uso alternativo del Derecho,
está hoy en pleno auge; cada vez existen aportes más importantes que vienen
a enriquecer esta nueva visión de lo jurídico. Y además –y esto es lo más im-
portante–, constituyen un material invaluable para fortalecer la práctica del uso
alternativo del Derecho.
También creemos que gran parte de la crítica jurídica que se está dando
en América Latina, a veces ligada al uso alternativo del Derecho, otras veces no,
desarrolla parte del objeto de la Sociología Jurídica.
Y ambos movimientos teóricos constituyen, en nuestro concepto, una
sociología jurídica militante. Queremos decir que su quehacer teórico está preñado
de una clara intención política, y en el fondo, aunque muchas veces sólo im-
plícita y no manifiesta, conlleva una postura ética.
15
Para la divulgación de trabajos en esta línea es muy importante el esfuerzo de Temis
e ILSA (Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos) al editar la revista El
Otro Derecho, que de agosto de 1988 a la fecha ha sacado varios números con artículos
relevantes sobre este tema; está hecha en Bogotá. Por otro lado, los brasileños tienen una
larga e interesantísima trayectoria en el tratamiento del uso alternativo del Derecho; mucho
nos tienen que decir al respecto; existen una inmensa cantidad de libros y folletos sobre
el tema. En México, coordinada por Oscar Correas, se han editado varios números de la
revista Crítica Jurídica, en donde además de diversas posturas teóricas críticas, aparecieron
cuestiones de uso alternativo del Derecho. Por nuestra parte, en noviembre de 1978
publicamos en Christus, junto con José A. Bravo, un artículo titulado “Posibilidad y Sentido
del Uso del Derecho al Servicio del Pueblo”, impúdicamente plagiado en Guayaquil por un
profesor de la Universidad Católica de Santiago en 1984 en un folleto titulado “Posibilidad
Histórico-Social del Uso Alternativo del Derecho en Beneficio del Pueblo”. Hemos
publicado además con esa temática: El Derecho como Arma de la Liberación en América
Latina (Centro de Estudios Ecuménicos, 1984), El Derecho que nace del Pueblo (Centro
de Investigaciones Regionales de Aguascalientes, 1986, ILSA, 2004 y Porrúa, 2005);
Conflictos y Uso del Derecho (Centro de Estudios Jurídicos y Sociales P. Enrique Gutiérrez,
1988); El uso alternativo del Derecho por Bartolomé de Las Casas (Universidad Autónoma
de Aguascalientes, 1991); y Derecho Alternativo y Crítica Jurídica, Porrúa, 2002).
El Derecho como arma de liberación en América Latina 29
Precisamente de un análisis de esta sociología jurídica militante trata
este trabajo, en el cual ponemos énfasis precisamente en la teoría del uso alter-
nativo del Derecho.
Carlos Santiago Nino, en su Introducción al Análisis del Derecho afirma que aun
16
“muchos juristas son víctimas” de una confusión entre los distintos sentidos de la palabra
“Derecho”. Ed. Ariel. Barcelona, 1983, p. 14.
30 Jesús Antonio de la Torre Rangel
Efraín González Morfín nos propone 17 acceder al ser del Derecho por
medio del conocimiento análogo, es decir por la analogía. Y esto en virtud de
que el Derecho es un concepto análogo y no unívoco; de tal manera que se
abstrae la realidad Derecho por medio del conocimiento que proporciona la
analogía.
De acuerdo con su etimología, el conocimiento análogo se da “ana log-
on”, esto es, según la relación de un ser con otro.
La analogía supone el tránsito del ser más conocido al menos conocido,
mediante una combinación de conveniencia y discrepancia entre ellos. “Si no
se diera conveniencia entre los seres conocidos por analogía, no se podría pasar
del ser más conocido al menos conocido; por otra parte, si no se diera dis-
crepancia, sería inútil la analogía, ya que el tránsito de un ser a otro no añadiría
conocimiento nuevo y sería formalmente tautológico”.18
Así el Derecho es un término que se predica en forma análoga de varias
realidades: la norma o derecho objetivo, la facultad o derecho subjetivo, lo justo
objetivo y la ciencia del derecho.
Antes de adentrarnos en el conocimiento analógico del Derecho, debe-
mos distinguir entre analogía de atribución intrínseca y extrínseca, y en éstas
el analogado principal y los secundarios. La analogía de atribución, atribuye
determinada forma o cualidad a un ser, que la tiene de manera propia y sobre-
saliente, y a otros seres que la tienen con dependencia respecto al anterior. Es
intrínseca la analogía cuando tanto el analogado principal como los analogados
secundarios tienen realmente la forma o perfección atribuida. Por el contrario,
en la analogía de atribución extrínseca, la forma de perfección se da realmente
sólo en el analogado principal, pero no en los secundarios, que reciben la misma
denominación verbal porque tienen que ver o se relacionan de alguna manera
con el analogado principal.
Hemos dicho que la analogía en el orden del conocimiento es una
manera humana de conocer. Por lo tanto, la analogía en el orden del ser es
un descubriemiento subordinado a la analogía en el orden del ser un descu-
brimiento subordinado a la analogía en el orden del conocimiento humano.
17
Efraín González Morfín, “Analogía, ser del Derecho y ser de la Sociedad” en
Jurídica N° 6, Anuario del Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana,
México, julio de 1974.
18
Idem Supra. p. 283.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 31
Ahora bien, lo que es primero en el orden del ser no necesariamente es primero
para el conocer.
Estamos de acuerdo con González Morfín, que sostiene que el analogado prin-
cipal para el conocimiento humano, es el derecho subjetivo; es la realidad jurídi-
ca que descubre o conoce primeramente al ser humano. No conoce el hombre
primero la norma, ni lo justo objetivo, ni mucho menos la ciencia jurídica. Su
primer descubrimiento es en cuanto a sus derechos elementales, aunque sólo
los balbucee, los intuya, es decir, aunque no pueda bien decirlos y ni sistemáti-
camente explicarlos.
“... la vivencia del derecho del ser humano común, desde su infancia,
apunta hacia el derecho como facultad de cada quien sobre lo suyo, y
hacia la justicia como respeto recíproco de esa facultad...”20
25
Idem Supra. p. 293.
26
Idem Supra. p. 295.
27
Hemos querido dejar lo relativo al tema del analogado principal de Derecho
de acuerdo a como pensábamos cuando se redactó y se publicó en la primera edición.
Hoy creemos que el analogado principal es lo justo objetivo, porque sólo con la justicia
son factibles los derechos humanos. El ser humano es la raíz de todo Derecho, de toda
juridicidad, y esto es claro tanto optando por el derecho subjetivo como por lo justo objetivo
como analogado principal. El derecho objetivo, la normatividad, está al servicio del ser
humano y no al revés.
34 Jesús Antonio de la Torre Rangel
debo?”; y respondía: “Te debo todo, todo lo que eres como ser humano...”.28
Las normas, la objetividad del Derecho y la ciencia de los jurídico, como
analogados secundarios, se les atribuye lo relativo al Derecho en la medida que
se ordenan al servicio del ser humano que tiene la facultad de exigir lo suyo
como persona individual y social, como el otro.
Esta incursión en los terrenos propios de la Filosofía del Derecho la
consideramos necesaria a pesar de tratarse este de un trabajo de Sociología del
Derecho. Esto porque creemos importante distinguir dos niveles de comp-
rensión del Derecho: desde la Filosofía y desde la Sociología. Uno no excluye
al otro, sino que se entrecruzan frecuentemente, sin embargo, es importante
la distinción sobre todo cuando regularmente –como será el caso– se utilice
el verbo usar y más en concreto usar el Derecho (vrg. “uso alternativo del Dere-
cho”), porque en ese sentido pareciera que entendemos la realidad Derecho en
un sentido únicamente instrumental y por lo tanto, desde posturas relativistas
acerca de los jurídico, y esto sólo es exacto desde nuestro entender el Derecho
desde una postura sociológica, pero no cuando entendemos el Derecho desde
sus últimas causas, pues entonces nuestra visión deja de ser relativista, ya que
adoptamos acerca del Derecho una postura bien definida y en relación directa
con el ser humano.
Así el derecho objetivo –ley o conjunto de normas–, como analogado
secundario puede y debe usarse pero siempre en relación a la plena vigencia de
los derechos subjetivos, analogado principal, y a la realización de la justicia.
28
Conceptos vertidos por el Dr. Luciano Barp Fontana, en su intervención durante
el IV Encuentro Nacional de Investigadores de la Filosofía Novo Hispana, celebrado en la
Universidad Autónoma de Aguascalientes del 6 al 9 de noviembre de 1991.
29
Miguel Villoro Toranzo. Qué es la Teoría General del Derecho. Utilizó una versión
El Derecho como arma de liberación en América Latina 35
Se entiende por ciencia “un conjunto o sistema de verdades generales
demostradas sobre un objeto determinado”. Y la filosofía es definida como la
“ciencia suprema que conoce con la luz natural de la razón, la universalidad de
las cosas por sus primeros principios, por las razones más elevadas, y realiza así
una unificación total del conocimiento”.30
Los conceptos científicos no pretenden lo mismo que los filosóficos, no
se pronuncian sobre la esencia última de los seres. Todo conocimiento cientí-
fico es un conocimiento limitado de la realidad; verifica sólo sectores parciales
de la misma. Se construye un concepto científico para disponer de un instru-
mento para una investigación de un aspecto parcial de la realidad. Por lo tanto,
puede haber varios conceptos científicos sobre un objeto, sin que la aceptación
de uno implique rechazar los demás.
El conocimiento científico es esencialmente diferente del conocimien-
to a que aspiran las cosmovisiones y la filosofía. “El plano de aplicaciones
rigurosas sobre causalidades próximas es el que recibe nombre de científico
en sentido propio... La búsqueda de la causalidad última o filosofar plantea el
conocimiento de uno o varios seres en el marco de la totalidad de los mismos...
Al filosofar se buscan respuestas totalizadoras dentro de un cuadro de otras
respuestas totalizadoras que constituyen una visión integral del universo... Se
filosofa para alcanzar un saber pleno, integral, que pueda dirigir la vida”.31
La filosofía no se identifica con las ciencias especiales ni se limita a un
solo terreno. Es una ciencia universal. Se distingue de las otras ciencias por
su método y por su objeto formal o punto de vista. Por su método, porque la
filosofía no tiene limitado el método de su conocimiento; el que hace filosofía
no esta obligado a plegarse a un solo método del conocer. Distingue también
a la filosofía de otras ciencias, el punto de vista que adopta frente al objeto.
Cuando considera un objeto, lo mira siempre desde el punto de vista del límite
–conocimiento de frontera– de aspectos fundamentales.
La filosofía es la ciencia de los fundamentos. Como dice Bochenski,
“donde las otras ciencias se paran, donde ellas no preguntan y dan mil cosas
32
Bochenski, J.M. Introducción al Pensamiento Filosófico. Ed. Herder. Barcelona,
1971. p. 29.
33
Villoro Toranzo, Op. Cit.
34
Idem Supra.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 37
lo que hemos expresado en relación al objeto científico, podemos decir que el
Derecho puede ser abordado desde distintas perspectivas científicas que, cada
una con su propio método, no se excluyen una a otra. Así el Derecho es estudi-
ado en lo relativo a la estructuración lógica de sus normas, teniendo aplicación
en ello las diversas corrientes racionalistas jurídicas; o bien puede ser estudiado
su rol social, que es la perspectiva de las corrientes sociológicas; o también
puede estudiarse su lenguaje o sus símbolos, desde el punto de vista de la semi-
ótica, etc. Tanto los racionalistas normalógicos, como sociólogos y semiólogos
nos dirán con certeza científica diversos aspectos del fenómeno jurídico, nos
llevarán a conclusiones que nos permitan conocer mejor el Derecho. De tal
manera que con propiedad podemos hablar no de la ciencia del Derecho sino
de las ciencias del Derecho.
Así la Sociología Jurídica o Sociología del Derecho es una ciencia ju-
rídica. Nos permite conocer el fenómeno jurídico desde una cierta óptica. Se
trata de una ciencia que no tiene como objeto el análisis de las normas, sino de
una ciencia interesada en conocer conductas o relaciones sociales ligadas a las
normas que se les atribuye el carácter de jurídicas, esto de dos maneras: como
causa y como efecto de las mismas.
Por otro lado, nosotros creemos que, por lo menos en lo que se refiere
a la ciencias sociales, lleva razón Michel Foucault cuando escribe:
35
Michel Foucault, La Verdad y las Formas Jurídicas. Ed. Gedisa. Barcelona, 1980,
págs. 30 y 31.
38 Jesús Antonio de la Torre Rangel
Finalmente, por lo demás, los resultados de una ciencia social deben
juzgarse teniendo en cuenta los objetivos que se han planteado quienes
la practican. Y desde luego que los objetivos que se proponen los
científicos sociales al servicio del poder, no son los mismos objetivos
que se plantean quienes contestan ese poder. La práctica es en este
punto lo decisivo.36
36
Oscar Correas, “Teoría Sociológica del Derecho y Sociología Jurídica” I Parte, en
Crítica Jurídica N° 7, Ed. Universidad Autónoma de Puebla. México, 1987. p. 89.
37
Rojas Hurtado, Op. Cit. p. 12.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 39
una Filosofía del Derecho que valora el hecho de que las relaciones humanas
se ajusten de tal modo que lo derechos subjetivos de los interrelacionados se
respeten mutuamente.
Manuel Jacques es un jurista chileno que mucho ha recorrido en la prác-
tica del uso alternativo del Derecho y en su sistematización teórica, y mucho
nos tiene que enseñar al respecto. Jacques afirma lo siguiente: “Nosotros –y
esto constituye nuestro principal supuesto de trabajo– entendemos el derecho
como un medio, pero el cual debe necesariamente ordenarse a la satisfacción de
las necesidades fundamentales del hombre. Esto es, hacemos una valoración
al derecho tanto para el proyecto social al cual se ordena, como para su posi-
bilidad de ser un medio por sí transformador, y lo dejamos circunscrito a una
finalidad definida: el hombre y sus necesidades”.38
Para Jacques el Derecho es instrumental y está al servicio de los dere-
chos del hombre. Es decir, el mundo objetivo de la juridicidad debe ser puesto
en beneficio del ser humano, raíz de todo derecho.
Y por último un tercer ejemplo es el que nos proporciona esta afir-
mación de Germán Palacio: “Los fines de estas prácticas jurídicas alternativas
son la transformación social, aumentar el poder de las clases subordinadas y
de los grupos discriminados, y contribuir a la auto-organización y autonomía
de esos grupos; el propósito pues de estas prácticas jurídicas alternativas es en
cierta medida una liberalización del derecho ya que el propósito es lograr un
cambio social donde las mismas comunidades puedan organizarse y decidir su
destino.”39 Subyace en estos conceptos una Filosofía jurídica que apunta, sin
duda, a la búsqueda de la vigencia real de los derechos humanos y de una rel-
ación en justicia entre los hombres; esto aunque no se manifieste expresamente,
aparece implícito en los conceptos.
De manera implícita, pues, la teorización sobre el uso alternativo del
Derecho y la crítica jurídica tienen principios filosóficos que las sustentan. No
se trata de una filosofía desarrollada de manera completa, sino de una serie de
38
Manuel Jacques P.. “Una concepción metodológica del uso alternativo del
Derecho”, en El Otro Derecho N° 1. Op. Cit. p. 27.
39
Germán Palacio. “Prácticas Jurídicas Alternativas (P.J.A.)”. en Documentos N°
6 relativo al Primer Encuentro Nacional de Servicios Legales Populares del Paraguay,
celebrado en la Ciudad del Este en noviembre de 1989. Ed. Instituto Latinoamericano de
Servicios Legales Alternativos (ILSA) y Asociación Interamericana de Servicios Legales.
Bogotá, 1990. p. 32.
40 Jesús Antonio de la Torre Rangel
principios aceptados que requieren de más reflexión, profundización y desar-
rollo.
Por lo que se refiere a algunos principios filosóficos de la teorización
sobre el uso alternativo del Derecho quisiera aquí decir algo.
Ya vimos que aparece en esta corriente teórica una preocupación por
la justicia. Y es que, como dice Bloch, la pregunta de que sea lo justo no puede
esquivarse, por muy abstracto que parezca a veces el pensamiento iusnaturalista
que es el que la aborda, porque “allí donde todo se ha alienado, se destacan de
modo muy especial los derechos inalienables”.40
Creemos que la corriente teórica latinoamericana del uso alternativo del
Derecho recoge, como filosofía de fondo, una de las tradiciones teóricas so-
bre los derechos humanos, precisamente la latinoamericana. Esta, a diferencia
de la corriente individualista-liberal nacida de la Ilustración, se caracteriza por
concebir los derechos humanos a partir del pobre, y tiene su origen en la defensa que
hicieron varios de los primeros evangelizadores de los derechos de los indios,
de los empobrecidos de las Indias.
Ni el iuspositivismo voluntarista o racionalista , ni el marxismo tanto
dogmático como en sus diversas acepciones críticas, pueden sustentar filosófi-
camente el uso alternativo del Derecho.
El iuspositivismo voluntarista más conocido es el de la Escuela de la
Exégesis. Varias generaciones de abogados latinoamericanos hemos sido for-
mados en esta filosofía jurídica. Es, podríamos decir, todavía hoy, la filosofía
del Derecho dominante en nuestro medio jurídico, pues es la que practica la
mayoría de los abogados. Su presencia es implícita, no explícita. Esta corriente
tiene los siguientes rasgos: 1. Culto al texto de la ley; 2. predominio de la inten-
ción del legislador sobre el alcance literal del texto; 3, su doctrina estatista con-
sistente en la proclamación de la omnipotencia del legislador y en la creencia de
su infalibilidad. Es obvio, que un pensamiento jurídico con estas bases no sólo
es incapaz de fundar el uso alternativo del Derecho, sino que lo contradice.
En mi concepto, tampoco el iuspositivismo racionalista de Kelsen, pu-
ede dar las bases para las prácticas jurídicas alternativas, pues, como expresa
Jacques, en la visión kelsseniana, el Derecho es medio y fin: “Es medio, como
40
Ernest Bloch. Derecho Natural y Dignidad Humana. Ed. Biblioteca Jurídica
Aguilar. Madrid, 1980. p. IX.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 41
instrumento o técnica social, para regular cualquier ‘orden’ de proyecto socio-
político mayor. Es fin, para mantener dicha ordenación social.”41
El analogado principal en el iuspositivismo jurídico de cualquier signo,
es el derecho objetivo, la ley, la normatividad. Y, por lo tanto, el ser humano, sus
derechos es analogado secundario, consecuentemente, subordinado al derecho
objetivo. El derecho subjetivo aparece supeditado a la ley.
El marxismo dogmático no puede ser tampoco el fundamento del uso
alternativo del Derecho; como dice Muñoz Gómez este uso de la juridicidad
constituye “un punto de ruptura, o por lo menos un remezón a la teoría marx-
ista ortodoxa acerca del derecho”.42
Es indudable que el marxismo, en sus vertientes no dogmáticas, como
veremos más adelante, es un importante apoyo teórico para el uso alternativo
del Derecho. En nuestro concepto, la teoría marxista crítica del Derecho, es un
instrumental científico muy valioso, para las prácticas jurídicas alternativas. Sin
embargo, creo que es insuficiente, filosóficamente hablando, para fundamen-
tarlas. El marxismo es instrumental, como bagaje científico utilizable; como
un medio de conocimiento, entre otros, que debe ser puesto al servicio de los
derechos humanos, del ser humano mismo, raíz de todo Derecho.
41
Jacques, Manuel. Op. Cit. p. 27.
42
Jesús Antonio Muñoz Gómez. “Reflexiones sobre el uso alternativo del Derecho”,
en El Otro Derecho N° 1, Op. Cit. p. 57.
42 Jesús Antonio de la Torre Rangel
Para el positivismo la función de la ciencia del Derecho se reduce sim-
plemente a la determinación de cuáles son las reglas que previsiblemente apli-
caría el poder estatal en un momento y ante una situación determinada. Por este
camino se llegó, principalmente con Hans Kelsen, a hacer una identificación
entre el poder del Estado y el Derecho. Como expresan Tigar y Levy, con el
positivismo, “la filosofía del derecho se centraba, entonces, en los mecanismos
del ejercicio del poder”.43
La corriente iusnaturalista clásica, basada principalmente en las reflex-
iones de Santo Tomás de Aquino y Francisco Suárez, considera esencial en el
Derecho su relación con la justicia. Un principio jurídico debe aspirar siempre
a ser una norma justa. “Para lograr el Bien Común –escribe Miguel Villoro– la
Autoridad debe servirse de instrumentos adecuados. El más importante de to-
dos, porque regula los demás (que son todas las instituciones públicas) es el
Derecho, pero éste no será instrumento adecuado si no es justo. Por eso la jus-
ticia es el finis operis o fin intrínseco, inmediato y esencial del Derecho. En otras
palabras, así como una arma de fuego que no dispara no puede propiamente
ser llamada arma de fuego aunque tenga la apariencia de tal, el Derecho que no
tiene como fin la justicia no merece el nombre de Derecho. La justicia es, pues,
la piedra de toque que nos permite reconocer al Derecho”.44
Max Weber se dio cuenta del rol jugado en la historia por el Derecho
natural, y escribió:
43
Michael E. Tigar y Mandelaine R. Levy. El Derecho y el Ascenso del Capitalismo.
ED. Siglo XXI. México, 1978. p. 267.
44
Miguel Villoro Toranzo. Introducción al Estudio del Derecho. Ed. Porrúa. México,
1996. p. 223.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 43
helo de creación jurídica cuando no se apoyan sobre la tradición o
sobre normas religiosas positivas. En verdad que en todo derecho
natural es, de acuerdo con la significación que se le otorga, ‘revolu-
cionario’, en el sentido de que justifique la imposición, frente a un
orden jurídico existente, de ciertas normas, ya sea por medio de una
acción violenta o por resistencia pasiva. No sólo los más diversos ti-
pos de poderes autoritarios han pretendido también una legitimación
jusnaturalista...45
46
Michel Miaille. Une Introduction critique au Droit. Ed. François Maspero. París.
1976. p. 318.
47
Idem Supra. p. 319.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 45
erno está dotado de ciertas características que lo hace ser fácilmente expre-
sión normativa de la clase dominante, y lo han vaciado, de hecho, de su fin
de justicia. Vilas nos dice: “el vaciamiento del Derecho respecto de toda idea
de justicia no significa otra cosa que aceptar, sacralizándolo, el ordenamiento
jurídico-positivo de la clase dominante, y por lo tanto afirmar como legítimas
e inmutables las condiciones sociales sobre las cuales esa clase erige su domi-
nación: la explotación de las mayorías populares por las oligarquías internas y
extranjeras”48
Acepto, pues, que el Derecho tiene como fin la justicia. Y la reflexión
misma acerca de la justicia contrastándola con la realidad que nos muestra a la
sociedad caracterizada por la opresión respaldada por el mismo Derecho, nos
impide sacralizar al Derecho y nos invita a buscar la justicia. Como escribí en
otro lugar: “Dos principios jurídicos nos darán siempre la pauta para ver si la
organización jurídico-estatal es opresora o no: si no se realizan el Bien Común
y la Justicia, será opresora, pero realizándose estos valores, será liberadora. Para
hacer la apreciación téngase siempre en cuenta que estos dos principios jurídi-
cos no se estabilizan ni se realizan, sino que son dinámicos, y hay que estar en
pos de ellos siempre, nunca se agotan”49
El Derecho y la justicia deben marchar siempre juntos. Sin embargo, la
realidad social latinoamericana, marcada por el modo de producción capitalista
dependiente, nos muestra que no es así, sino que el Derecho, lejos de regular
relaciones de justicia, favorece la explotación de unos pocos sobre la mayoría.
Ante esto, debemos mantener ideas claras sobre el contenido de las misma. A
continuación haremos algunas reflexiones sobre la justicia, más que nada con el
propósito de desligarla del estatu quo en donde ha sido instalada, y que se le ha
querido casar con un Derecho que lejos de ser justo niega la auténtica justicia.
48
Vilas, Op. Cit., p. 3.
49
Jesús Antonio de la Torre Rangel. Hacia una organización..., Op. Cit., p. 226.
46 Jesús Antonio de la Torre Rangel
estas palabras: constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi50 (la constante
y perpetua voluntad de dar a cada quien lo suyo). Lo que importa resolver es el
núcleo de la cuestión: ¿qué es lo suyo de cada quién?
Para el maestro mexicano Rafael Preciado Hernández “lo suyo de cada
quien” es “lo que se le debe conforme a las exigencias ontológicas de su na-
turaleza, en orden a su subsistencia y perfeccionamiento individual y social”51;
el mismo Preciado explica que ese criterio de justicia no es “convencional sino
objetivo, pues se funda en los datos constitutivos de la dignidad personal, que
son esenciales al ser humano, y por este mismo excluye racionalmente toda dis-
criminación en el trato a nuestros semejantes sin razón objetiva suficiente”.52
Dicho en otras palabras, “lo suyo de cada quien” es todo lo que la per-
sona humana requiere para su desarrollo integral como tal.
Considero válido el desarrollo que de la definición de justicia nos apor-
ta el maestro Preciado Hernández, pero me parece que, aunque remite a datos
objetivos, se queda en un nivel netamente esencialista; creo que no escapa del
mundo de las esencias, con el consecuente peligro de ahistoricidad. Por esta
razón considero válido ligar el contenido que le da Preciado Hernández a “lo
suyo de cada quien” con el concepto antropológico da Paulo Freire quien al
manifestar que la vocación del hombre es “ser sujeto de la historia”53, dinamiza
la concepción del hombre haciéndola histórica, como un ser que vive en la
historia y construye su historia personal y la historia comunitaria junto con los
demás.
¿Qué necesita el ser humano para ser sujeto de la historia? Sólo puedo
responder que cada momento y situación histórica lo irán diciendo, teniendo
en cuenta los datos ontológicos que arroja el propio ser humano. Me atrevería
a apuntar, sin embargo, algunas cosas que creo necesita siempre el hombre para
ser sujeto de la historia, tales como: un cierto margen de libertad que le permita
realizar su historia personal, y poder participar en el proceso histórico comu-
nitario con todos los demás, tener acceso a las decisiones políticas y económi-
cas de su país, tener acceso, junto con todos los demás, a la propiedad de los
50
Digesto, I, 1.
51
Preciado Hernández. Op. Cit. p. 217.
52
Idem Supra.
53
Cfr. Paulo Freire. Concientización. Ed. Asociación de Publicaciones Educativas,
Bogotá, 1974.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 47
medios e instrumentos de producción, gozar de una buena alimentación y de
un espacio vital digno; posibilidades de estudio y cultura, así como de recreo y
diversión. Creo que mientras el ser humano no goce de estas condiciones so-
ciales no podrá ser sujeto de la historia. Será en todo caso objeto de la historia
de otros, de aquellos, precisamente, que mantienen las estructuras injustas que
oprimen al hombre; de aquellos que usurpan “lo suyo” de los otros.
Así como el Derecho prescribe facultades y obligaciones, el criterio
ético de la justicia, como fin del Derecho, hace ese mismo señalamiento, porque
frente a la exigencia de “lo suyo” por parte de una persona o grupo social, está
la correspondiente obligación de otra persona o grupo social de otorgarle lo
que “le corresponde”.
El jurista argentino Sampay hace una reflexión muy interesante acerca
de la justicia que resume todo lo que anteriormente se ha expresado y además
tiene la ventaja de poner el énfasis necesario en lo económico:
54
Arturo Enrique Sampay. “Constitución, Justicia y Revolución en el mundo
contemporáneo”, en Liberación y Derecho. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de
la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires. Buenos Aires, enero-abril de 1974. p.
16.
48 Jesús Antonio de la Torre Rangel
reconocer a cada quien lo suyo.
Las reflexiones anteriores acerca de la justicia confirman lo que ya se
apuntaba en el sentido de que el derecho objetivo vigente es más expresión de
injusticia y opresión que de justicia. Sin necesidad de profundizar mucho en
el análisis social, fácilmente nos damos cuenta de que la injusticia instalada en
nuestra sociedad latinoamericana no es tanto porque no se aplique el derecho
objetivo, sino por la aplicación del mismo.
Los usufructuarios de la injusticia, al aplicar el derecho objetivo, paradóji-
camente, apelan también a cierta concepción de la justicia. Sólo que el criterio
de lo justo para las clases hegemónicas es demasiado estrecho, pues sólo tiene
como objetivo el resguardo de sus “derechos adquiridos” o la reparación de
los mismos. En lo que Leibniz denomina “justicia conservadora”55. Haciendo
algunas salvedades respecto al uso que hace del término “occidente”, es cierto
lo que manifiesta Porfirio Miranda cuando dice que “toda la noción occidental
de justicia y de derecho se troquela sobre el contrato de compraventa, de inter-
cambio conmutativo. Lo cual significa que se acepta como ya no-revisable la
distribución vigente, y solamente se exige que las operaciones de intercambio
entre los sujetos sean tales que cada uno reciba el equivalente de lo que da. Es
decir, que la distribución ya vigente se mantenga como está.56
Es el criterio de la justicia del neoliberalismo, actualmente pensamiento
hegemónico en el mundo y, por lo tanto, aplicado en muchos de sus criterios a
las sociedades latinoamericanas. Hayek, el principal teórico del neoliberalismo,
tiene un criterio eminentemente formal de la justicia, que implica conservar la
distribución vigente. Escribe:
55
Citado por Sampay. Op. Cit. p. 17.
56
José Porfirio Miranda. Marx y la Biblia. Crítica a la Filosofía de la Opresión.
México, 1971. p. 39.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 49
algunos salarios más altos sólo puede lograrse por medios que hacen
imposible para otros el encontrar empleo... el resultado de una trans-
acción perfectamente justa puede ser que una de las partes obtenga
muy poco de ella y otra mucho.57
57
Friedrich A. Hayek. Derecho, legislación y libertad. Vol. I, Unión Editorial,
Madrid, 1978, págs. 217 y 218.
58
Sampay, Op. Cit. p. 17.
50 Jesús Antonio de la Torre Rangel
poseen de que se les respeten en justicia. Conocimiento y conciencia que se
adquieren, la más de las veces, por su experiencia e historia de oprimidos.
Esa juridicidad que fundamenta la exigencia de sus derechos está más
allá del derecho objetivo. Se funda en los derechos subjetivos, en una idea de
derechos humanos y en la concepción misma de la justicia que deviene del re-
speto de esos derechos. Es un concepto histórico de justicia, alternativo al de
“justicia conservadora” de la legalidad o derecho objetivo vigente.
¿Si no se apelara el respeto de los derechos subjetivos y a la justicia que
ello conlleva, como se puede apelar a un necesario cambio social?
Los derechos humanos y el criterio de lo justo constituyen, entonces,
principios de una conciencia de lucha, de búsqueda de mejores condiciones
para la plena satisfacción de las necesidades humanas.
Hemos dicho que el uso alternativo del Derecho tiene como principio
filosófico fundamental la defensa de los derechos del pobre, de los pobres.
Para los fines de nuestro trabajo nos importa además destacar a el pobre
o a los pobres como categoría sociológica, en cuanto sujetos usuarios de la juridicidad
alternativa.
Hemos optado, pues, por el término de pobre o pobres como categoría
sociológica, y no por otro como podría ser proletariado, clases subalternas o domi-
nadas, pueblo, u otros, en virtud de que creemos que es la que más se acerca a la
caracterización de estos nuevos sujetos del Derecho. Consideramos que el uso
del Derecho, como Derecho insurgente, en el sentido de que hemos hablado,
se da en ciertas comunidades ya sea urbanas, campesinas e incluso indígenas, de
pobres o empobrecidos, para las cuales, en cuanto a caracterización, el uso de
otros términos no resulta exacto.
Por eso creemos que lleva razón José de Souza Martins, cuando escribe
lo siguiente:
59
José De Souza Martins. A. Militarização da Questao Agraria no Brasil. Ed. Vozes.
Petrópolis, 1985. p. 106.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 53
CAPÍTULO II
SOBRE LA SOCIOLOGÍA JURÍDICA
Introducción.
60
Renato Treves. Introducción a la Sociología del Derecho. Ed. Taurus. Madrid,
1978. p. 21.
61
Manfred Rehbinder. Sociología del Derecho. Ed. Pirámide. Madrid, 1981. p. 21.
62
Idem Supra. págs. 21 y 22.
63
Cfr. Rafael Márquez Piñero. Sociología Jurídica. Ed. Trillas. México, 1992. p.
46.
64
Rehbinder. Op. Cit. p. 22.
65
Márquez Piñero. Op. Cit. p. 24.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 55
epistemológicos de esta ciencia, así como en las discusiones sobre el método,
nos darían un panorama mucho más amplio de la Sociología del Derecho, pero
esto rebasa ya el objeto de nuestro estudio.
Sólo para dar una idea de donde iría esa profundización, mencionamos
una cuestión estudiada por Treves “de cara al problema de la relación entre
derecho y sociedad, se perfila la alternativa entre la concepción que considera
al derecho como variable dependiente con respecto a la sociedad y a la con-
cepción que lo considera como variable independiente...”.66 o lo que, con gran
agudeza, desde la perspectiva de los presupuestos de una sociología jurídica
marxista, plantea Oscar Correas, cuando escribe: “no deja de ser curioso la
recurrencia con que los autores que tratan la cuestión del objeto de la Sociología
del Derecho, hablan de éste como de la ciencia que estudia las relaciones entre derecho
y sociedad. La expresión es desafortunada porque la palabra ‘relación’ –además
de su propia oscuridad parece implicar la existencia de dos cosas que, precisa-
mente, se ‘relacionan’. Y estas dos cosas sería ‘derecho’ y ‘sociedad’. Pero ¿no
resulta desafortunado excluir del concepto de ‘sociedad’ –tampoco muy claro
en sí mismo– la normatividad? ¿Cabe pensar algo que sea designado con la
palabra ‘sociedad’ donde no exista el Derecho? ¿Qué sería ‘sociedad’ que fuera
lo otro del derecho?”67
Con relación al objeto formal de la Sociología Jurídica, consideramos
que hemos dejado asentado lo necesario para los propósitos de nuestro trabajo.
Serán otro tipo de cuestiones debatidas con relación a la disciplina que nos
ocupa, lo que trataremos a continuación y que guardan relación con la hipótesis
de nuestra investigación.
66
Treves. Op. Cit. págs. 21 y 22.
67
Oscar Correas. Op. Cit. p. 92.
56 Jesús Antonio de la Torre Rangel
ceptualizaciones y construcciones teóricas son constatadas de modo continuo
con esa experiencia de los hechos, con una determinada realidad fáctica.”68 Y
agrega: “La Sociología no valora, no hace ‘juicios de valor’... el sociológico lo
que no debe permitir es que sus propios puntos de vista valorativos desfiguren
la realidad objetiva de los hechos.”69 Un autor clásico de la disciplina que nos
ocupa, Max Weber, lo había planteado así, afirmando el principio de la neutrali-
dad de la ciencia y distinguiendo la constatación que valora estos hechos.70
Sin embargo, esa neutralidad científica en general, y en especial en las
ciencias sociales, es bastante discutida. Con razón se pregunta Elías Díaz:
68
Elías Díaz. Sociología y Filosofía del Derecho. Ed. Taurus. Madrid, 1980. p. 208.
69
Idem Supra. p. 209.
70
Cfr. Treves. P. 82.
71
Díaz. Op. Cit. p. 211.
72
Idem Supra. p. 214.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 57
B) Selección de hechos y problemas concretos.
78
Idem Supra. págs. 228 y 229.
79
Cfr. de varios autores Direito Insurgente: o direito dos oprimidos. Ed. Apoio
Jurídico Popular. Rio de Janeiro, octubre de 1990.
80
Cfr. Antonio Carlos Wolkmer. “Pluralismo Jurídico, movimientos sociales y
prácticas alternativas”, en El Otro Derecho 7. Ed. Temis e ILSA. Bogotá, enero de 1991.
81
Cfr. Jesús Antonio de la Torre Rangel. El Derecho que nace del Pueblo. Ed. Centro
de Investigaciones Regionales de Aguascalientes (CIRA). Aguascalientes, 1986; Fundación
para la Investigación y la Cultura, ASONAL JUDICIAL e Instituto Latinoamericano de
Servicios Legales Alternativos (ILSA), Bogotá, 2004; Ed. Porrúa, México, 2005.
82
Díaz. Op. Cit. p. 229.
83
Idem Supra. p. 230.
62 Jesús Antonio de la Torre Rangel
hemos referido, se inscribe en el tratamiento de estos dos temas. Su principal
exponente de habla hispana es Oscar Correas84 y en lengua portuguesa desta-
can varios brasileños, de los que señalamos a dos en concreto Pressburger85 y
Wolkmer.86
Continuamos con Elías Díaz, que agrupa un segundo sector temático
en el rubro de B) Criterios valorativos en la interrelación valores jurídicos y realidad
social.
Respecto de este tema del propio Díaz previene con agudeza: “Otra
cosa es, por supuesto, la aplicación real de los valores aparentemente acogidos
por el legislador en sus declaraciones fundamentales pero luego ‘rebajados’ o
falseados sin más en las normas positivas correctas.”88
84
Cfr. Oscar Correas. La Ciencia Jurídica. Ed. Universidad Autónoma de Sinaloa.
Culiacán, 1980; Introducción a la Crítica del Derecho Moderno (esbozo). Ed. Universidad
Autónoma de Puebla y Universidad Autónoma de Guerrero. Puebla 1982; Crítica de la
Ideología Jurídica. Ed. Universidad Nacional Autónoma de México. México 1993.
85
Cfr. Miguel Pressburger. A Propiedade da Terra na Constituçiao. Ed. Apoio
Jurídico Popular. Rio de Janeiro, 1986.
86
Antonio Carlos Wolkmer. Introduçao ao Pensamento Jurídico Crítico. Editora
Académica. Sao Paulo, 1991; en castellano ha sido publicado con el título de Introducción
al Pensamiento Jurídico Crítico, Ed. Instituto Latinoamericano de Servicios Legales
Alternativos (ILSA), Bogotá, 2003, con Introducción y Notas de César A. Rodríguez.
En breve aparecerá una edición mexicana publicada por la Facultad de Derecho de la
Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
87
Díaz. Op. Cit. p. 230.
88
Idem Supra. p. 232.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 63
mos, que esa es otra cuestión.89
Todo este grupo de temas son abordados, cada uno desde su perspec-
tiva, tanto por la crítica jurídica como por la teoría que sistematiza el uso alter-
nativo del Derecho.
89
Idem Supra.
90
Idem Supra.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 65
CAPÍTULO III
LA FUNCIÓN DEL DERECHO MODERNO
EN AMÉRICA LATINA
1. Bases teóricas.
92
Villoro, Introducción... Op. Cit. p. 47.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 67
impiden la evolución del derecho positivo hasta su transformación en
el orden normativo ideal.93
93
Idem Supra. págs. 61 y 62.
94
Idem Supra. p. 67.
68 Jesús Antonio de la Torre Rangel
primordial de las nociones voluntaristas se dirigen a averiguar si tal disposición
es verdaderamente querida como Derecho por quien puede dar Derecho.95
Se glorifica al legislador y se le da culto al texto de la ley. Dará lugar en
el siglo XIX, al positivismo jurídico, cuya máxima expresión es la Escuela de la
Exégesis.
Constituye el positivismo jurídico un modo de obtener certeza y se-
guridad respecto de las normas y los intercambios sociales normados por el
Derecho. Para conseguir esa certeza y seguridad era necesario acceder a la “neu-
tralidad axiológica”, características del positivismo. “Ya que sobre las justicia
la discusión podía llegar a ser interminable, se hacía necesario entonces para
el poder social establecer son seguridad y certeza la distinción entre lo que es
derecho y lo que es legal.”96 Gustavo Radbrulh decía: “Si no puede fijarse lo que
es justo hay que establecer lo que es jurídico.”
95
Idem Supra. p. 99.
Antonio Luiz Machado Neto. Fundamentación Egológica de la Teoría General del
96
97
Vilas. Op. Cit. p. 44.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 71
e industrial después. 98
98
Idem Supra. págs. 44 y 45.
99
Foucault. Op. Cit. p. 75.
100
Idem Supra.
101
Idem Supra. p. 76.
102
Idem Supra.
103
Idem Supra. p. 77.
72 Jesús Antonio de la Torre Rangel
-(codificador del Derecho romano)- para convertirse en un Derecho
inmanente, fundado en la razón, con vocación de universalidad”104
104
Rene David. Los grandes sistemas jurídicos contemporáneos, Ed. Aguilar. Madrid,
1977. p. 32.
105
Cfr. Jesús Antonio de la Torre Rangel. Apuntes para una Introducción Filosófica
al Derecho.Ed. Jus. México, 1993.
106
John Marryman. La tradición jurídica romano-canónica. Ed. Fondo de Cultura
Económica. México, 1971. p. 40.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 73
realizando en las Universidades y otorga al soberano la calidad de legislador; a
partir de estas ideas los países del Continente Europeo se orientarán hacia la
nueva fórmula de la codificación, fórmula que conducirá a la etapa moderna de
la historia de los derechos de la familia romano-germánica.
Así, la Escuela del Derecho Natural obtiene tres resultados determi-
nantes que caracterizarán al Derecho moderno:
Primero: la igualdad de todos los hombres, al consagrar los derecho
subjetivos desconocidos para el Derecho romano.
Segundo: la codificación del Derecho en normas generales, abstractas e
impersonales, dictadas por el Estado legislador que llegará a identificar –con el
positivismo del siglo XIX– el Derecho con la Ley; vacía al Derecho, en conse-
cuencia, de toda idea de justicia.
Tercero: la creación del derecho público paralelo al derecho privado,
como garantizador de los derechos subjetivos y de igualdad formal, proclama-
dos por el “Derecho Natural”.
El sistema jurídico burgués se edifico sobre dos principios de “Derecho
Natural”: la propiedad privada libre y la libre contratación. Domat, uno de los
principales ideólogos juristas de la Revolución Francesa, considera a ambas
instituciones jurídicas como “leyes inmutables”, por ser “naturales y justas en
todo lugar”. “El dueño de una casa sigue siendo su dueño hasta que se deshace
de ella voluntariamente o le es incautada por medios justos y legítimos”107.
Domat, por otro lado, consideró el contrato como base de la sociedad, ya que
como legislación privada debía regir los derechos y deberes recíprocos entre los
particulares.
Ese derecho de propiedad sin restricciones se liga, para conformar jurí-
dicamente al nuevo régimen, con la libre contratación, y ésta, por su parte, con
la ley dictada por la Asamblea Nacional en 1791, que suprime todos los privile-
gios de las profesiones, aniquilando así a las corporaciones profesionales, pues
se decreta que todo ciudadano era libre de ejercer cualquier oficio u ocupación
con sólo pagar al Estado una autorización.
Esto por un lado fue beneficioso, pues se quitaban todos los odiosos
privilegios de los maestros, pero, al final de cuentas, como manifiestan Tigar y
Levy “lo que se había iniciado como la abolición de los privilegios de las cor-
poraciones y de los pequeños empresarios, acabó en su forma final siendo la
107
Citado por Tigar y Levy. Op. Cit. p. 221.
74 Jesús Antonio de la Torre Rangel
expresión pura de la teoría burguesa del contrato: que el empresario individual
negocie con el trabajador individualmente.”108 Revivió así el contrato locatio con-
ductio operarum, es decir el arriendo del tiempo de trabajo; y se puso así la base
jurídica para la explotación brutal del obrero por parte de la ahora nueva clase
dominante: la burguesía.
I.- Lo que hace humano a un hombre es ser libre de la dependencia de las voluntades de los
demás.109
II.- La libertad de la dependencia de los demás, significa libertad de cualquier relación con los
demás salvo aquellas relaciones en las que el individuo entra voluntariamente por su propio
interés.110
Según esto no existen vínculos naturales entre los hombres. Las relacio-
nes entre los individuos son voluntarias, pactadas, contratadas, libres. A nadie
se le puede obligar a relacionarse con los otros.
108
Idem Supra. p. 230.
109
C.B. Macpherson. La teoría política del individualismo posesivo. Ed. Fontanella.
Barcelona, 1979, p. 225.
110
Idem Supra.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 75
por las cuales nada debe a la sociedad.111
IV.- Aunque el individuo no pueda alienar toda su propiedad sobre su propia persona, puede
alienar su capacidad para trabajar.112
VI.- Dado que lo que hace humano a un hombre es la libertad de las voluntades ajenas, la
libertad de cada individuo solamente puede limitarse justamente por unas obligaciones y reglas
tales que sean necesarias para garantizar la misma libertad a los demás.114
VII.- La sociedad política es una invención humana para la protección de la propiedad que
el individuo tiene sobre su persona y sobre sus bienes, y (por tanto) para el mantenimiento
111
Idem Supra.
112
Idem Supra.
113
Idem Supra. p. 226.
114
Idem Supra.
76 Jesús Antonio de la Torre Rangel
de relaciones debidamente ordenadas entre individuos considerados como propietarios de sí
mismos.115
116
Cfr. Luis Weckmann. La sociedad feudal. Ed. Jus. México, 1944.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 79
a que ella rige en todas las sociedades organizadas conforme al mod-
elo capitalista, y se transforma en el factor determinante de múltiples
desigualdades sociales.117
117
Eduardo Novoa Monreal. El derecho de propiedad privada. Ed. Temis. Bogotá,
1979. p. 32.
118
Idem Supra. p. 101.
119
Citado por Novoa Monreal. Idem Supra.
80 Jesús Antonio de la Torre Rangel
no es lo mismo ser propietario de un automóvil que ser presidente del
directorio de la General Motors, ni es lo mismo ser propietario de una
refinería de petróleo que ser dueño de una lámpara de querosén.120
Libre contratación.
120
Vilas. Op. Cit. p. 59.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 81
o de trabajo y, curiosamente, los códigos civiles guardan un absoluto silencio
respecto de la reglamentación del mismo. De tal modo que, hasta el nacimiento
del derecho laboral, las relaciones contractuales entre propietarios de medios de
producción y propietarios de fuerza de trabajo, se rige por la libre estipulación
de las partes al establecer la relación contractual.
Marcel Planiol define el contrato de trabajo como “aquel por el cual
una persona se compromete a trabajar durante un lapso, mediante una remu-
neración proporcional al tiempo, llamada salario”. Y agrega que este contrato
ha sido desdeñado por la casi totalidad de los jurisconsultos a pesar de ser “uno
de los más importantes entre los que existen, pues mediante él viven la mayoría
de los hombres”.121
El Estado gendarme.
121
Marcel Planiol con la colaboración de George Ripert. Tratado elemental de
Derecho Civil, Tratado General de Contratos. Ed. Cajica. Puebla, 1947. p. 360.
122
Luis XIV. Memorias sobre el arte de gobernar. Ed. Espasa Calpe Col. Austral.
Buenos Aires, 1947. p. 48.
82 Jesús Antonio de la Torre Rangel
“gendarme”, “policía” o “sereno”. Sólo se le dejan los atributos de vigilar el or-
den interior y velar por la paz externa. Es un Estado no “intervencionista”; ca-
rece de facultades en el orden económico; debe dejar el libre juego de la oferta
y la demanda en los intercambios de los individuos en la sociedad civil.
Como enseña Jaime del Arenal, “la codificación nace del programa
ilustrado europeo que hunde a su vez sus raíces en el iusnaturalismo racionalista
que legitimó el apoderamiento del derecho por parte del Estado y su conse-
cuente monopolio en manos del mismo...”124
Por su parte Paolo Grossi dice que
123
André-Jean Arnaud, Les juristes face à la société du XIX siècle à nos jours, Ed.
Presses Universitaries de France, París, 1975, p. 10.
124
Jaime del Arenal Fenochio, “A 200 años de la codificación napoleónica”, en
Revista de Investigaciones Jurídicas N° 28, de la Escuela Libre de Derecho, México, 2004,
p. 774.
125
Paolo Grossi, Mitología Jurídica de la Modernidad, Ed. Trotta, Madrid, 2003, p.
36.
84 Jesús Antonio de la Torre Rangel
sidera como el absoluto. Como algo fuera de control del ser humano, al cual es
necesario obedecer y rendir culto. Jean Jacques Gleizal así lo hace notar: “Las
facultades del derecho están concebidas para celebrar al culto de la ley, gracias
a la cual la sociedad podrá funcionar”126. Y es el fetichismo de la norma jurídica
la condición de su eficacia ideológica como reguladora de la sociedad.
Es lo que Porfirio Miranda llama el mito del derecho que “consiste en creer
que una ley positiva es obligatoria a pesar de su contenido, i.e. independiente-
mente de si es moral o inmoral. Pero una cosa es que se le impongan penas a
quien las viole y otra cosa es que sea obligatoria. Constricción no es lo mismo
que obligación.”127
Michel Miaille distingue, pedagógicamente, dos tipos de fetichización
del Derecho: en su contenido y en su forma. Y explica por qué la “doctrina”
jurídica es bien aceptada socialmente: en razón, precisamente, de ser un fe-
tiche, ya que se trata de “una producción determinada por el contenido social
y político de la sociedad en la cual se realiza”. Y agrega, sentenciando “Quien
redescubre el fenómeno sociológico después de haber renunciado a de Dios o
a la Razón, o quien construye una arquitectura puramente formal del derecho,
el jurista se encuentra siempre en marcha de confortar la ideología dominante:
la correspondiente a las relaciones sociales dominantes”.128
Lo anterior en virtud de que todo el sistema tiende a absolutizarse, a
totalizarse, a fetichizarse. Y la carga ideológica de la juridicidad coadyuva a la
fetichización de la formación social en donde se genera, y ésta a su vez a la fe-
tichización del Derecho objetivo y su forma de aplicarse.
El Derecho moderno, con todas las características que tiene, es un fe-
tiche exigente del cual es difícil escapar de rendirle culto. Pues como afirman
Barcellona y Cotturri: “las relaciones sociales se producen en la conciencia,
pero a continuación la imagen de la conciencia se traduce en comportamiento
y por tanto en un medio de conservación de las relaciones sociales”.129
126
Jean-Jacques Gleizal. “L’ ensignement du droit”, en Por une critique du droit. Ed.
Maspero. París, 1978. p. 98.
127
Miranda. ¿Qué hacer ante la Modernidad? Op. Cit. p. 38.
128
Miaille. Op. Cit. págs. 376 y 377.
129
Pietro Barcellona y Giuseppe Cotturri. El Estado y los Juristas. Ed, Fontanella.
Barcelona, 1972. p. 82.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 85
3. El Derecho y el Estado en Latinoamérica.
130
Miranda. ¿Qué hacer ante la modernidad? Op. Cit. p. 35.
131
Idem Supra. p. 38.
132
Idem Supra. p. 39.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 87
general e impersonal de la ley. 133
133
Cfr. Felipe Tena Ramírez. Leyes Fundamentales de México. Ed. Porrúa. México;
y De la Torre Villar y García Laguardia. Desarrollo Histórico del Constitucionalismo
Hispanoamericano. Ed. UNAM. México, 1976.
134
Genaro Ma. González. Catolicismo y Revolución. Imprenta Murguía. México,
1960. p. 141.
88 Jesús Antonio de la Torre Rangel
propios, que consistían, desde antes del derecho hispano pero reconocidos por
éste, en parcelas cuyos productos se destinaban a cubrir determinados gastos
públicos. d) Las Tierras de Repartimiento; éstas las componían las tierras que
tenían las comunidades antes de su sometimiento y aquéllas que les fueron
otorgadas al ser reducidas; se respetó la manera de distribuir esta tierra entre
los miembros de la comunidad, las cuales eran dadas en usufructo a las familias
con obligación de utilizarlas siempre.
Ya desde la dominación española contrasta la gran propiedad de los
pueblos de indios que era mucho más pequeña. Y, poco a poco, la gran propie-
dad de los latifundistas hispanos se fue extendiendo a costa de las propiedades
de las comunidades.135
Esta absorción del latifundio privado hecha sobre la propiedad comu-
nal, durante la dominación española, se hizo en contravención a lo establecido
por el Derecho Indiano que protegía las propiedades comunales de los pueblos;
en este período el despojo es antijurídico. Pero a partir de la independencia, y
más concretamente desde el triunfo del liberalismo, el despojo es jurídico, es
decir, de acuerdo a normas de Derecho positivo.
El liberalismo jurídico produjo en México: las leyes de desamortización;
la Constitución de 1857; aparejada a ésta, una interpretación individualista del
Derecho por los tribunales; y las leyes sobre baldíos. Este Derecho privatizó
la propiedad agraria, fueron funestas las consecuencias para las comunidades
indígenas y los pequeños propietarios pobres.
El 25 de julio de 1856 se promulgó la llamada Ley de Desamortización,
cuyos principales fines, según sintetiza Genaro Ma. González son:
Todas las finas rústicas y urbanas que hoy tienen o administran como
propietarios las corporaciones civiles o eclesiásticas de la República,
se adjudicarán en propiedad a los que las tienen arrendadas, por el
valor correspondiente a la renta que en la actualidad pagan, calcu-
lando como rédito al seis por cierto anual... La misma adjudicación
se hará a los que hoy tienen censo enfitéutico finas rústicas o urbanas
de corporación... Bajo el nombre de corporaciones se comprenden
135
Cfr. Lucio Mendieta y Núñez. El Problema Agrario en México. Ed. Porrúa.
México, 1974.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 89
todas las comunidades religiosas de ambos sexos, cofradías y archi-
cofradías, congregaciones, hermandades, parroquias, ayuntamientos,
colegios, y en general todo establecimiento o fundación que tenga el
carácter de duración perpetua o indefinida... tanto las urbanas como
las rústicas que no estén arrendadas a la fecha de la publicación de
esta ley, se adjudicarán al mejor postor, en almoneda que se celebrará
ante la primera autoridad política del Partido... Desde ahora en adel-
ante, ninguna corporación civil o eclesiástica, cualquiera que sea su
carácter, denominación u objeto, tendrá capacidad legal para adquirir
en propiedad o administrar por sí bienes raíces, con la única excep-
ción que expresa el artículo 8º respecto de los edificios destinados
inmediata y directamente al servicio u objeto de la institución136.
136
Genaro Ma. González. Op. Cit. págs. 143 y 144.
137
Así lo sostiene el propio jurista liberal Vallarta, en su carácter de ministro de
la Suprema Corte de Justicia; Cfr. Ignacio Luis Vallarta Ogazón, Votos. Cuestiones
constitucionales, Vol. 4, Ed. Oxford, México, 2002; ver: Amparo pedido por el apoderado
de los indígenas de Chicontepec contra el acto del gobierno de Veracruz que mandó vender
parte de los terrenos de comunidad para pagar los gastos de repartimiento de los restantes,
págs. 1-25.
90 Jesús Antonio de la Torre Rangel
fue ésta una nueva causa del problema agrario en México, puesto que favoreció
el despojo en forma definitiva”138
La igualdad, la generalidad y la abstracción del Derecho moderno qued-
aban definitivamente consagrados en la juridicidad individualista liberal mexi-
cana.
Por último, las leyes de colonización y sobre baldíos de la época por-
firiana, entre 1883 y 1910, vendría a dar el paso final en la privatización de la
propiedad agraria y el consecuente despojo tanto de las comunidades de indios
como de los pequeños propietarios pobres. Constituyeron la expresión de la
aplicación más cruda del Derecho moderno y sus postulados.
Este último proceso lo explica Gutelman: “La introducción autoritaria
y brutal de la propiedad privada y del proceso de expropiación que siguió a ella,
desequilibraría totalmente el sistema de producción de la economía aldeana.
Esta empezó a declinar entonces; la aplicación de técnicas superiores, unidas a
la existencia de la propiedad privada, no se podía difundir con el conjunto del
campesinado si no sólo en un sector restringido de éste... En las comunidades
indígenas, despojados de sus tierras colectivas y sometidas a una privatización
autoritaria de la tierra, el nivel de vida descendió en el campo con mayor fuerza
que nunca”139. Y agrega respecto al deslinde de los baldíos: “Numerosísimas
superficies declaradas “baldías’ y que en realidad pertenecían a comunidades
indígenas fueron incorporadas a las zonas deslindadas. Los indios no lograban
hacer prevalecer sus derechos pues no tenían título jurídico de propiedad; y si
este título existía –lo cual sucedía con bastante frecuencia– de todos modos no
correspondía a las normas legales, mal conocidas o desconocidas del todo por
las poblaciones indígenas incultas: en consecuencia, se invalidaba”.140
Lo mismo sucedía con los campesinos pobres con propiedad privada
que, al no tener título o no poder defenderse, eran también despojados. Sólo
las viejas y nuevas grandes haciendas se hacían respetar por las compañías des-
lindadoras.
Este proceso de aplicación del Derecho moderno y sus consecuencias
en la tenencia de la tierra, que hemos visto aplicado a México, es similar en toda
138
Mendieta y Núñez. Op. Cit. p. 130.
139
Michel Gutelman. Capitalismo y Reforma Agraria en México. Ed. Era México,
1975. p. 32.
140
Idem Supra. p. 34.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 91
la América hispánica con la instalación del liberalismo individualista y el modo
de producción capitalista.
En cuanto al derecho privado, los códigos civiles y mercantiles son tam-
bién fieles representantes del liberalismo. “La base del derecho mercantil tradi-
cional –nos dice Ortiz Pincheti–, es la teoría de la autonomía de la voluntad; es
el corolario jurídico del dogma de la libertad individualista: ‘todo lo que no está
prohibido está permitido”, que es a su vez corolario del esquema político del
liberalismo individualista’.141
Es precisamente en el desarrollo del derecho privado en donde se
observa con más claridad las notas características del individualismo-liberal.
Nuestros códigos de derecho privado no niegan su filiación con el derecho
francés emanado de la Revolución burguesa de 1789. Son protectores de la
propiedad privada, individual y exclusiva, y tienen como base de las relaciones
jurídicas la libertad de contratación.
141
J. Agustín Ortiz Pincheti. “El poder discrecional en la transformación del Derecho
Mercantil Mexicano”, en Jurídica Anuario del Departamento de Derecho de la Universidad
Iberoamericana N° 9. México, julio de 1977. p. 449.
142
Ed. Centro de Estudios Ecuménicos. México, 1984.
143
Roberto Sánchez. “El carácter del Derecho en el Estado Liberal y Autoritario” en
Mensaje N° 262. Santiago de Chile, septiembre de 1977. p. 504.
92 Jesús Antonio de la Torre Rangel
se sustentaban, constituían los Estados de Compromiso. Y la mayoría de los
regímenes militares en el poder, a principio de la década de los ochenta, estaban
caracterizados como de Seguridad Nacional.
Entrando un poco en el análisis de la juridicidad del Estado de Com-
promiso, podemos decir con Roberto Sánchez, que “el acuerdo social entre las
fuerzas renovadoras y las conservadoras es mucho más un acuerdo de proced-
imiento que uno de contenido, y por lo tanto va dirigido más hacia la forma del
Estado, que hacia el contenido sustancial de las normas jurídicas”144
Lo más relevante de esto, sin embargo, es que las características de
abstracción, impersonalidad y generalidad de la Ley pasan a ser discutibles.
Desde un punto de vista social ya no basta considerar a todos los sujetos como
si fueran iguales: su posición y capacidad de negociación social es fundamen-
talmente distinta. La ley reconoce a los asalariados derechos que le compensan
su desigualdad real en la relación contractual laboral; éstos se concretan en las
determinaciones de la irrenunciabilidad de los derechos y el reconocimiento a
la huelga y a la sindicalización.
Ahora bien, este tratamiento desigual a los desiguales ya formalmente
establecido, lleva implícito el reemplazar la concepción formal de igualdad y
de justicia, por una concepción más sustantiva, lo que va a sobrepasar lo mera-
mente legislativo y administrativo para alcanzar lo judicial.
En efecto, este reconocimiento de desigualdades que implica tratamien-
to legal diferenciado, provoca tensiones importantes entre la visión liberal-for-
malista del juez y la que la democracia social exige de aquél. La ley no puede ser
aplicada con abstracción de los problemas de igualdad real y sustancial. “Esto
se traduce en pérdida de la legitimidad del sistema legal en su conjunto y de una
noción de los justo que a lo menos en teoría aparece como el mero resultado
de la negociación y articulación de mayorías”.145
La juridicidad de los regímenes de Seguridad Nacional juega un rol
doble y paralelo dentro de una misma estructura orgánica, dando distinto trata-
miento según esa relación jurídica de que se trate.
Respecto a la relación Estado-individuo, en lo meramente político, des-
parece el concepto de garantías individuales o derechos del hombre, que con-
stituía el sello más amplio de la democracia liberal.
144
Idem Supra. p. 504.
145
Idem Supra. p. 505.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 93
Pero en las relaciones patrimoniales conservan el más puro concepto
liberal, “regresando” a la más recalcitrante juridicidad sostenedora del “capital-
ismo manchesteriano”.
En la relación política de la dicotomía Estado-individuo es remplazada
por la identificación del individuo con el Estado. En el campo de las garantías
individuales, la existencia real de esas garantía depende en definitiva de los
gobernantes. Y en el campo de las relaciones patrimoniales retorna a las fór-
mulas jurídicas del liberalismo individual clásico.
El jurista Roberto Sánchez explica así el fenómeno de la doble juridici-
dad del Estado de Seguridad Nacional, que en última instancia permite el desar-
rollo del capitalismo monopolista al cual le sirve de alcahuete:
Así era, pues, hace más de veinte años, en términos generales, el func-
ionamiento de la juridicidad en América Latina. Hoy, sin embargo, el panorama
ha cambiado. Ya no existen más, jurídicamente hablando, los regímenes de Se-
146
Idem Supra. p. 507.
94 Jesús Antonio de la Torre Rangel
guridad Nacional; sin embargo, la política económica neoliberal se ha impuesto
en todos los Estados latinoamericanos y esto ha tenido una influencia directa
tanto en la normatividad como en las prácticas jurídicas.
El panorama político-jurídico latinoamericano está dominado hoy por
otra realidad. Las juridicidades no son las mismas que a principios de los años
ochenta. No existen ya ni los regímenes de Seguridad Nacional ni los Estados
de Compromiso propiamente dichos. Existen regímenes democráticos formal-
mente, que conservan ciertos rasgos de la juridicidad de compromiso pero que
contienen también algunos aspectos autoritarios y representativos de la Segu-
ridad Nacional. Y este aspecto jurídico-político está notoriamente influido por
los criterios económicos adoptados del neoliberalismo.
Dice Amanda Romero que el neoliberalismo económico “mantiene
una armonización entre los modelos políticos que buscan deslegitimar las lu-
chas populares, al tiempo que se impulsan los programas de ajuste estructural
en todo el continente”147. Por “ajuste estructural” debemos entender, según
Skogly, “un cambio de políticas económicas de una nación para rectificar prob-
lemas específicos”, sólo que, “el término programa de ajuste estructural indica
generalmente los programas específicos seguidos por el Banco Mundial y el
Fondo Monetario Internacional.”148
Los llamados ajustes estructurales se hacen basándose en las tesis
económicas neoliberales, que enfatizan el libre mercado y la teoría del Estado
débil, y ponen el acento en los siguientes factores: “abolición o liberación de los
controles de intercambio extranjeros; abolición o liberalización de controles de
importación; énfasis de la inversión extranjera; un programa anti-inflacionario
nacional que comprende: a) control del crédito bancario; b)reducción del gasto
gubernamental; c) aumento en los impuestos; d) abolición o reducción de los
subsidios a los consumidores; e) aumento en los precios fijados por las empre-
sas públicas y f) congelación o controles de salarios.”149 Estas recetas económi-
147
Amanda Romero. “El neoliberalismo, los derechos humanos y el ‘nuevo
paradigma’.” EL Otro Derecho N° 11. Ed. Instituto de Servicios Legales Alternativos
(ILSA). Bogotá, julio de 1992. p. 35.
148
Sigrun I Skogly. “Desarrollo económico, deuda y derechos humanos: ¿un
desarrollo sostenible para Africa?”. El Otro Derecho N° 9. Ed. Instituto de Servicios Legales
Alternativos (ILSA). Bogotá, diciembre de 1991. p. 11.
149
Idem Supra. p. 13.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 95
cas, en muchos aspectos, se traducen en Derecho objetivo, en normatividad del
Estado.
La compleja juridicidad latinoamericana de hoy conserva, pues, muchos
aspectos del Estado de Compromiso que reconoce derechos individuales y so-
ciales, pero tiene también en su funcionamiento, rasgos autoritarios propios
de regímenes de Seguridad Nacional; y esa complejidad de nuestra juridici-
dad se acentúa más, porque su funcionamiento está mediado por las políticas
económicas neoliberales.
4. Globalizaciones.
150
Cfr. Wilson Ramos Filho “Direito pós-moderno:caos criativo e neoliberalismo”,
en Direito e neoliberalismo. Elementos para uma leitura interinter-disciplinar, Ed. Instituto
Brasileiro de Estudos Juridicos, Curitiba, 1996, págs. 87-92.
96 Jesús Antonio de la Torre Rangel
“conjuntos diferenciados de relaciones sociales” que dan origen a “diferentes
fenómenos de globalización”; agrega que en tal virtud “no existe estrictamente
una entidad única llamada globalización, sino que existen globalizaciones; en
rigor, éste término sólo debería usarse en plural.”151 Y así el profesor de la Uni-
versidad de Coimbra propone la siguiente definición:
151
Boaventura de Sousa Santos, Por una concepción multicultural de los derechos
humanos, Ed. Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, Coordinación de Humanidades, México,
1998, págs. 12 y 13.
152
Idem supra. p. 13.
153
Idem Supra, p. 15.
154
Idem Supra
155
Idem Supra, p. 16.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 97
Así algunos dicen que la “globalización” es la “americanización del
mundo occidental y, cada vez más, de todo el planeta…”156
Los otros dos procesos de globalización, de Sousa Santos les llama
cosmopolitismo y patrimonio común de la humanidad; el primero está constituido por
la organización trasnacional en la defensa de sus intereses percibidos como
comunes de parte de Estados-nación, regiones, clases y grupos sociales subor-
dinados, y en el uso en su beneficio de las posibilidades de interacción trasna-
cional creados por el sistema mundial; y el segundo tiene que ver con temas que
tienen sentido si se relacionan con el mundo (globo) en su totalidad, como la
sustentabilidad de la vida humana en la tierra.157
Por lo tanto es necesario distinguir globalización de arriba hacia abajo
(hegemónica) y globalización de abajo hacia arriba (contrahegemónica).
A continuación vamos a analizar si el Derecho puede usarse de una
manera alternativa al rol que tiene asignado estructuralmente, teniendo en
cuenta las características de la dominación actual con el sello del neoliberalismo
y la globalización hegemónica. En principio afirmamos, desde ahora, que sí es
posible el uso alternativo del Derecho, formando parte, precisamente, de los
propios procesos de globalización contrahegemónica, y ligado a los movimien-
tos sociales de liberación o emancipatorios.
156
Pierre Bourdieu y Loïc Wacquant, Las argucias de la razón imperialista, Ed.
Paidós, Barcelona, 2001, p.30.
157
Cfr. Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho. Los nuevos
caminos de la regulación y la emancipación, Ed. Facultad de Derecho, Ciencias Políticas
y Sociales Universidad Nacional de Colombia e Instituto Latinoamericano de Servicios
Legales Alternativos (ILSA), Bogotá, 1999.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 99
CAPÍTULO IV
POSIBILIDAD DEL USO DEL DERECHO EN SER-
VICIO DE LOS POBRES
Introducción.
158
Cfr. Martins De Souza. A militarização... Op. Cit. Ver el punto 5 de las
CuestionesPreliminares de este trabajo.
159
Antonio Carlos Wolkmer. “Direito Comunitário Alternativo: Elementos para un
ordenamiento teórico práctico”, en Liçoes de Direito Alternativo 2. Editora Académica. São
Paulo, 1992. p. 129.
100 Jesús Antonio de la Torre Rangel
del Derecho para América Latina. Germán Palacio nos dice que “las prácticas
jurídicas alternativas se encuentran en un terreno relativamente pantanoso, un
terreno teórico, donde todavía no estamos en capacidad de definir con claridad
la denominación que corresponde a este tipo de práctica…; estamos frente a
una limitación teórica importante y es que tenemos un conjunto de experien-
cias, todas ellas muy ricas pero todas ellas más o menos parciales, no gener-
alizables, fragmentadas, no institucionalizadas…”160 Algunos autores incluso
cuestionan el que se siga usando para América Latina la expresión uso alternativo
del Derecho.161
El Diccionario Enciclopédico de Teoría y Sociología del Derecho, entre otras
definiciones de uso alternativo del Derecho, da esta: “corriente doctrinal de praxis ju-
rídico política, generalmente de inspiración marxista, que sostiene la naturaleza política del
Derecho, su carácter de clase y admite la posibilidad de su interpretación contra los intereses
de la clase dominante y al servicio de las clases oprimidas.”162
Nosotros, con las debidas reservas, y mientras no nos convenza una ex-
presión más feliz, seguiremos usando la de uso alternativo del Derecho, que referida
a nuestro medio latinoamericano constituye las diversas acciones encaminadas a que
toda juridicidad (normatividad, derechos subjetivos, ideas y concretizaciones de justicia) sea
usada al servicio de los pobres como sujeto histórico, tanto ante las instancias judiciales y
administrativas del Estado, como por ellos mismos en sus relaciones comunitarias creando y
recreando la solidaridad.
1. Lo estructural y lo superestructural.
160
Palacio. Op. Cit. p. 31.
161
Roberto Bargalli. “Usos y riesgos de categorías conceptuales: ¿conviene seguir
empleando la expresión ‘uso alternativo del derecho’?, en Revista de Direito Alternativo.
Amilton Bueno de Carvalho (organizador). Ed. Académica. São Paulo, 1992. p. 19 y sig.
162
Juristes-Solidarités, Prácticas del Derecho, producciones de Derecho: iniciativas
populares, Ed. Tricle y Juristes-Solidarités, Montevideo, 1998, p. 102.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 101
Ante esto, si nos atenemos a las clásicas tesis marxistas de que el Dere-
cho es parte de la superestructura, y por lo tanto, sólo reflejo de la estructura
–concibiendo superestructura y estructura como instancias separadas en la que
la primera es simple consecuencia necesaria de la segunda–, no existe entonces
espacio para que el Derecho pueda ser usado en beneficio del pueblo, esto es,
de una manera alternativa al proyecto estructural vigente.
Pero en cambio, si acercándonos un poco a las tesis de Antonio Gramsci
aceptamos que entre la estructura y la superestructura existe una interacción di-
aléctica, es decir, que ambas se retroalimentan y forman un “bloque histórico”,
una unidad históricamente orgánica, dejamos despejado un amplio espacio para
usar el Derecho de una manera distinta a como la clase dominante lo quiere,
pues como manifiestan Barcellona y Cotturri “la sobreestructura proporciona
las condiciones generales de la existencia de las estructuras, la práctica es un
efecto conjunto de ambas, y el derecho es fruto de la lucha de clase”.163
La relación dialéctica y orgánica entre estructura y superestructura, en
la concepción gramsciana, la explica Portelli así:
163
Barcellona y Coturri. Op. Cit. p. 261.
164
Hugues Portelli. Gramsci y el Bloque Histórico. Ed. Siglo XXI. México, 1977.
págs. 58 y sig.
102 Jesús Antonio de la Torre Rangel
erado dentro del “bloque histórico”, y no simplemente reflejo de las relaciones
de producción imperantes, tiene un espacio político que es necesario hacer val-
er dentro de la lucha política por el cambio cualitativo de las mismas relaciones
de producción en la sociedad. Barcellona y Cotturri manifiestan al respecto:
165
Barcellona y Cotturri. Op. Cit. p. 13.
166
Idem Supra. p. 111.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 103
camente, democracia y derechos humanos. Y bien señala Porfirio Miranda, que
el móvil del propio provecho del capitalismo “es obviamente incompatible con
el respeto de los derecho humanos del prójimo.”167 Existe, pues, contradicción,
entre el capitalismo que constituye lo social de la modernidad, y su propuesta
política de democracia y respeto de los derechos humanos.
Es falso suponer que la modernidad es un todo indivisible. “La soci-
ología sistemática –dice Miranda– ha hecho ver que, si bien entre las partes
(subsistemas) de la modernidad hay interrelaciones e influencias, la función
que cada subsistema desempeña respecto de los otros podría ser llenada de
otra manera; cada subsistema trata a los otros y al conjunto como entorno que
hay que manipular, no como fatalismos que determinísticamente le prescriban
como tiene que ser él.”168
El uso alternativo del Derecho por los pobres constituye un espacio de
lucha por la prevalencia histórica de los derechos humanos frente a los estragos
del capitalismo, causados, precisamente, a los portadores de esos derechos.
Lima de Arruda ha insistido en que las discusiones sobre la pertinencia
teórica y práctica del uso alternativo del Derecho, tiene como referencial inme-
diato el conjunto de “crisis” sociales que se presentan en el contexto histórico
preciso de las sociedades concretas 169. Estas “crisis” son tres, según el profesor
de la Universidad Federal de Santa Catarina, y que permiten las condiciones de
salida de ese uso alternativo, a saber: la crisis de la “órbita capitalista”, la crisis
en la periferia y la crisis en los agentes jurídicos (operadores e instituciones
jurídicas).170
El propio Lima de Arruda coloca cuestiones muy importantes con rel-
ación a la posibilidad del uso alternativo del Derecho por los pobres, en el
desarrollo que hace de lo que él llama “condiciones de (re) producción del uso
167
Miranda. “¿Qué hacer ante la modernidad?”, Op. Cit. p. 39.
168
Idem Supra. p. 36.
169
Edmundo Lima de Arruda Jr.. “Direito Alternativo –Notas sobre as condiçiões de
possibilidade”, en Liçoes de Direito Alternativo 1. Ed. Académica São Paulo, 1991. p. 83.
170
Para una visión del caso mexicano de estas crisis desde la óptica jurídica, vease:
Jaime del Arenal Fenochio. “Los fundamentos de una Sociedad Injusta” y los comentarios a
este trabajo Andrés de Lira González y el de Jesús Antonio de la Torre Rangel, éste titulado
“Cuestionamiento del Estado de Derecho en México”, en Las Realidades Regionales de la
Crisis Nacional, Memoria del XI Coloquio de Antropología e Historia Regionales, Jesús
Tapia Santamaría, Editor y Coordinador. El Colegio de Michoacán, 1993, págs. 713-742.
104 Jesús Antonio de la Torre Rangel
alternativo”. Las reflexiones teóricas de Arruda refuerzan y enriquecen lo que
hasta ahora hemos expresado. Lo cito.
171
Lima de Arruda. Op. Cit. p. 86.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 105
los alcances del uso alternativo del Derecho, pues en Europa todavía “se im-
pone un límite: no sobrepasar el sistema de su legalidad.”172
El propio profesor de Direito Alternativo en la Escola Superior da Magistra-
tura Gaúcha, dice con mucha razón.
172
Amilton Bueno de Carvalho. “Lei N° 8.009/90 e o Direito Alternativo”, En
Liçoes...1. Op. Cit. p. 57.
173
Idem Supra.
174
Este tema lo hemos desarrollado con amplitud en nuestras obras: Del Pensamiento
Jurídico Contemporáneo. Aportaciones Críticas. Ed. Escuela Libre de Derecho y Miguel
Ángel Porrúa. México, 1992; y El uso alternativo del Derecho por Bartolomé de Las
Casas. Ed. Universidad Autónoma de Aguascalientes. Aguascalientes, 1991.Ver también
de Alejandro Rosillo Martínez: Que fluya la justicia. Justicia y derechos humanos en los
textos bíblicos: una lectura jurídica, Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de
San Luis Potosí, Comisión Estatal de Derechos Humanos de San Luis Potosí, Centro de
Reflexión Teológica, A.C., San Luis Potosí, 2003; y “El ‘Derecho’ en la tradición bíblica, un
concepto análogo”, en Hermenéutica analógica, derecho y derechos humanos, Compilador
Jesús Antonio de la Torre Rangel, Ed. Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2004,
págs. 211-286.
106 Jesús Antonio de la Torre Rangel
struir unos principios generales del Derecho del pobre, que serían criterios jurídicos
fundamentales alternativos.
Por otro lado, la segunda cuestión en donde creemos que acierta Bueno
de Carvalho es en dejar sentado el principio, para el uso alternativo del Dere-
cho, de que la juridicidad no se agota en la legalidad. Es toda la juridicidad la
que debe usarse alternativamente. En efecto, como ya dejamos asentado al prin-
cipio de este trabajo, el Derecho, la juridicidad, es un fenómeno social complejo
que no se agota en la leyes o normas legales, que es el sentido más usual que
se le da a la palabra “Derecho”. El fenómeno jurídico está formado, también
por los derecho subjetivos o facultades de las personas o grupos sociales, que
constituyen propiamente los derechos humanos; por las ideas, aspiraciones y
concretizaciones de justicia; y por el conocimiento sistemático del propio fenó-
meno jurídico, que constituye el objeto de la ciencia del Derecho.
A su vez, cada una de estas facetas de los jurídico tiene su propia comple-
jidad, la cual debe ser desentrañada, para que pueda usarse alternativamente.
Lima de Arruda prefiere dejar el concepto “uso del Derecho” para la
práctica jurídica innovadora latinoamericana que implica el uso de toda la ju-
ridicidad, y no la acepción de “uso alternativo del Derecho” que considera
restringida al ámbito de la legalidad. Escribe:
Entre nosotros un principio básico, pues, para las prácticas jurídicas in-
novadoras y alternativas, lo constituye el que el uso alternativo del Derecho –o
el uso del Derecho si se quiere– implica el uso total de la juridicidad, en toda su
175
Lima de Arruda. Op. Cit. págs. 93 y 94.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 107
complejidad, a favor de los pobres.
A partir de este principio básico podemos decir ahora algunas palabras
sobre ciertos puntos fundamentales también del uso alternativo del Derecho.
Hemos considerado que al hacer uso alternativo del Derecho, éste jue-
ga un rol más político que el que normalmente se da al aplicar el Derecho. Sin
embargo, no pierde, de ningún modo, su juridicismo, esto es, sino que éste se
conserva, sólo que cambiando el sentido que se le ha asignado, orgánica e ide-
ológicamente, dentro de la formación social en donde es producido.
Inscrito en este modo de entender el uso del Derecho a favor de los
sectores populares, el jurista brasileño Luiz Edson Fachin, coloca, en un intere-
sante artículo,176 algunas cuestiones relevantes que el jurista de práctica alterna-
tiva debe tener en cuenta en su reflexión cotidiana.
Luiz Edson Fachin nos dice que aquellos abogados que ven en nuestra
profesión alguna función social, para llevar a cabo su misión, en primer lugar,
deben realizar un trabajo de búsqueda jurídica en el ordenamiento jurídico en
vigor; para decir búsqueda usa el término brasileño garimpagem de garimperio, que
significa buscador de metales y piedras preciosas. No se trata, pues, de cualquier
búsqueda, sino de aquello que sea valioso, precioso, para su objetivo.
“Esa garimpagem jurídica correspondería exactamente en procurar den-
tro del ordenamiento jurídico en vigor las posibilidades contradictorias en-
contradas en el propio ordenamiento hasta que éste no sea alterado, porque
lo que queremos efectivamente es un nuevo ordenamiento jurídico, y cuanto
menor, más diferenciado y más justo el ordenamiento, evidentemente será me-
jor, pero en cuanto no ocurra, realizaremos por tanto, en primer lugar, esa
176
Luiz Edson Fachin. “Da Representação Constitucional: Pequeno Remédio contra
abusos e Injustiças”, Direito Insurgente. Anais de Fundação, Insituto Apoio Jurídico Popular,
1987-1988. Río de Janeiro.
108 Jesús Antonio de la Torre Rangel
garimpagem”. 177
3.2. La defensa de una función más amplia de parte del Poder Judicial.
177
Idem Supra. p. 22.
178
Gambusino es un mexicanismo que significa el que busca yacimientos minerales u
oro: Cfr. José N. Moreno de Alba “Minucias del Lenguaje”, en Este País No. 112, México,
julio, 2000, p. 73.
179
Idem Supra. p. 23.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 109
imagen del juez está la concepción del derecho como sistema cerrado
y autosuficiente.
En el extremo opuesto está en cambio la concepción del juez que no
se limita a interpretar la norma, sino que añade algo a su contenido;
esto es: un juez que no se encuentra a punto y ya lista la norma a apli-
car, sino que la busca. Más que el intérprete de un derecho ya creado,
es el buscador de un derecho que se crea en la procesalidad y en la
experiencia. Esta concepción presupone a su vez un sistema norma-
tivo no autosuficiente, no cerrado sino abierto a las integraciones que
puedan surgir de las modificaciones de la sociedad.180
181
Quico Valls. “Justicia Democrática: el uso crítico de la Constitución” (Conversación
con perfecto Andrés Ibáñez, Carlos Jiménez Villarejo, José Ma. Mena, Claudio Movilla y
Doménico Pulitano), en El Viejo Topo N° 55. Barcelona, abril de 1981, págs. 7 y 8.
182
Tarso Fernando Genro. “Os juízes contra a lei”, en Liçoes... 1. Op. Cit. págs. 21
y 22.
183
Idem Supra. p. 26.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 111
A continuación comento unos artículos muy interesantes de los juristas
chilenos Jorge Correa Sutil y Lautaro Ríos.
Correa Sutil nos dice que aquellos que reducen la función de los tri-
bunales a la aplicación simple y llana de la ley, ponen un velo “tras el cual se
oculta la verdad de que toda decisión judicial es interpretativa y creativa”.184
No está de acuerdo con aquellos que postulan –como Edson Fachin– que los
jueces “fallen conforme a principios que les parezcan prioritarios”. Sin embar-
go, acota: “Decir que los jueces, en sus fallos, se encuentran limitados por la ley
formalmente vigente no implica, sin embargo, decir que las fallas se encuentran
determinadas por la ley vigente. La doctrina contemporánea... es prácticamente
unánime en reconocer que las sentencias son actos libres, aunque condiciona-
dos, dentro de ciertos marcos o límites fijados por el derecho preexistente (que
según muchos es más que la ley)”.185
Lautaro Ríos nos recuerda que, desde hace dos siglos, la aspiración
popular de la justicia se encuentra sumergida “bajo la doble marca del dog-
matismo legal... y del positivismo jurídico que pretendió condensar todo el
Derecho en el rígido molde de la ley”, 186 cayéndose en una concepción mítica
de la propia ley, que se considera como un conjunto de normas expresión de la
voluntad popular.
Se trata de la Escuela de la Exégesis, expresión del positivismo jurídico
voluntarista, que tanto ha influido en la legislación, la doctrina, la enseñanza y
la ideología jurídica de nuestra América Latina. Dos rasgos que caracterizan a
esta corriente, según Bonnecase, son: “I. El culto al texto de la ley... para ella el
Derecho positivo debe ser la preocupación dominante, es decir, exclusiva, del
jurisconsulto, y el Derecho positivo se identifica por completo con la ley”...; II.
El predominio de la intención del legislador en la interpretación del texto de la
ley.187 El papel del juzgador se reduce a ser, como se dice, “la boca de la ley”.
De tal modo que Lautaro Ríos se pronuncia por la vigencia de una
concepción amplia del Derecho que implique no sólo a la ley, sino que incluya
el resto de sus fuentes, a saber: la costumbre, los principios generales del Dere-
184
Jorge Correa Sutil. “Críticas a la labor judicial”, en Mensaje N° 362, Santiago de
Chile, septiembre de 1987, p. 371.
185
Idem Supra.
186
Lautaro Ríos A.. “Ley, derecho y justicia”, en Mensaje N° 366. Santiago de Chile,
enero-febrero de 1988, p. 22.
112 Jesús Antonio de la Torre Rangel
cho, la jurisprudencia, los pactos internacionales y la doctrina. “Por eso con-
viene poner énfasis en que, siendo la misión sustantiva e inexcusable del Poder
Judicial la de hacer justicia –esto es, la de atribuir a cada quien, la facultad, el
deber o la sanción que conforme al Derecho le corresponda–, la técnica para
lograr tan alto propósito consiste en aplicar éste en la rica variedad de sus fuen-
tes, en lugar de limitarlo a una sola de sus expresiones”.188
187
J. Bonnecase, La Escuela de la Exégesis en Derecho Civil. Ed. Cajica, Puebla,
1944. págs. 140-143.
188
Ríos. Op. Cit. p. 24.
189
Fachin. Op. Cit. p. 24.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 113
asesores y litigantes que hacen una práctica alternativa del Derecho en favor
del pueblo. Esa mudanza en la concepción del pensar jurídico se impone al
abogado comprometido con las causas populares, por la realidad misma de los
hechos concretizada en la experiencia de injusticia del pueblo, si pretende ser
eficaz, y por el mismo compromiso que adquiere con ese pueblo en la búsqueda
de la vigencia de sus derechos que muchas veces son negados en la ley o inefi-
caces en la práctica jurídica.
La experiencia en el campo jurídico popular brasileño le hace afirmar a
Vanderley Caixe lo siguiente: “Lo importante es que el derecho se produzca en
la realidad social, ya sea aprovechando o no una norma positiva... En este caso
el abogado que asume una práctica al lado del campesino, no puede negar la
validez de la afirmación del trabajador: “nosotros estamos haciendo el derecho,
después vamos a defenderlo delante del juez”.190
Muy bien dice Ramos Filho “siempre, los abogados procuran usar el
derecho estatal en el sentido de los intereses de sus clientes”, la “novedad” en
la corriente del uso alternativo del Derecho “está en el carácter clasista de la
opción: usar el derecho estatal en interés de las clases populares y valorizar el derecho
alternativo que es producido por las mismas, al margen del derecho estatal.”191
190
Vanderley Caixe. “Consideraciones del trabajo del abogado junto a los campesinos”,
Capítulo IX de mi obra El Derecho que nace del Pueblo. Ed. Centro de Investigaciones
Regionales de Aguascalientes. México, 1986, p. 154.
191
Wilson Ramos Filho. “direito alternativo e ciudadania operária”, en liços... 1. Op.
Cit. p. 157.
114 Jesús Antonio de la Torre Rangel
3.5. La conciencia de a quién sirve el derecho o ley.
192
Tigar y Levy. Op. Cit. p. 18.
193
Idem Supra. p. 19.
194
Idem Surpra.
116 Jesús Antonio de la Torre Rangel
De las misma manera, aquí y ahora, el Derecho puede ser utilizado de
una manera alternativa por los pobres, de manera que les sirva como herra-
mienta de liberación. Y poco a poco, al ir adquiriendo fuerza, esa misma clase
podrá apropiarse del poder normativo y crear sus propias leyes. Los pobres,
en la medida que como clase vayan en ascenso de conciencia y organización,
podrán primero acomodarse a la ideología jurídica del capitalismo de tal manera
que obtengan de ella beneficios como clase, después podrán afrontarla como lo
hizo la burguesía con la ideología jurídica feudal, y por fin desplazarla, cuando se
hayan apropiado totalmente del poder normativo.
195
Idem Supra. p. 293.
196
Antonio Gramsci. Obras de... 1. Cuadernos de la Cárcel: Notas sobre Maquiavelo,
El Derecho como arma de liberación en América Latina 117
Sin embargo es el mismo Gramsci el que trata de recuperar en la re-
flexión política la importancia que tiene la expresión jurídica de las clases sub-
alternas manifestada, fundamentalmente, en la costumbre, reconociendo que
“en las revoluciones contra los Estados absolutos existían ya como costumbres
y como aspiraciones una gran parte de lo que luego se transforma en derecho
obligatorio”. Y agrega:
sobre Política y sobre el Estado Moderno. Juan Pablo Editor, México, 1975. p. 169.
197
Idem Supra.
118 Jesús Antonio de la Torre Rangel
política, dentro y fuera de la instancia jurídica. Con reformismos-revoluciona-
rios y/o con revoluciones cotidianas que conduzcan a reformas institucionales
importantes.”198
Siguiendo la misma lógica y pensando, utópicamente, en la transfor-
mación a una sociedad más justa con la contribución del uso del Derecho alter-
nativamente, Alves Lima escribe:
Consideramos que existen dos espacios, dos zonas diversas en las cu-
ales puede hacerse uso del Derecho alternativamente:
1ª Haciendo efectivas muchas disposiciones jurídicas vigentes que ben-
efician a las clases dominadas y que no se hacen valer.
2ª Dándole a otras normas de suyo “neutras” un sentido político que ll-
eva a una aplicación de parcialidad en beneficio de los oprimidos, de los pobres.
Por lo que se refiere al primer espacio, debemos decir que si bien la
normatividad del Estado, en sus líneas fundamentales, es producida en ben-
eficio de las clases dominantes, sin embargo existen varias disposiciones ju-
rídicas que benefician a las otras clases sociales, como son la que se refieren al
reconocimiento de los derechos humanos individuales y aquellas producto de
lo que hemos denominado “Estado de Compromiso” y que no han sido del
todo derogadas a pesar del neoliberalismo imperante, como son, entre otras, las
relativas al derecho laboral, derecho agrario, seguridad social, etc.
Este primer espacio, implica, pues, la búsqueda de hacer efectivas estas
normas que benefician a los pobres.
Antonie Jeammaud –jurista perteneciente al movimiento Critique du
198
Lima de Arruda. Op. Cit. p. 96.
199
Miguel Alvez Lima. “O ‘direito alternativo’ e a dogmática jurídica”, en Liçoes...
2. Op. Cit. p. 53.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 119
Droit– ha hecho un estudio muy interesante “En torno al problema de la efec-
tividad del Derecho”200, refiriendo la temática a América Latina, que considera-
mos importante comentar en este lugar.
Jeammaud comienza diciéndonos que en América Latina existen una
gran cantidad de normas e instituciones de naturaleza jurídica, muy parecidas
a las que existen en sociedades altamente jurídicas como las de Europa Occi-
dental. Sin embargo, esa normatividad latinoamericana carece muchas veces de
efectividad, “al menos por lo que toca a las pautas e instituciones que tienden
a limitar tanto a poderes públicos como a los ‘poderes privados’ (empresarios,
propietarios, etcétera) y a proteger y asegurar derechos de los ciudadanos y tra-
bajadores urbanos o campesinos, esto es a la gente del pueblo”.201
Nuestro autor distingue entre validez y efectividad. La primera, siguiendo
a Kelsen, consiste en el valor que se debe reconocer a cada regla creada y
promulgada por un acto fijado conforme a las pautas del más alto nivel de la
jerarquía normativa. La segunda, consiste en la relación de conformidad de una
norma, con las situaciones o comportamientos que se hallan en un ámbito de
competencia. Se trata de la aplicación efectiva, real, de las reglas vigentes en los
casos concretos que regulan.
Es necesario distinguir, además, entre efectividad jurídica y efectividad ma-
terial. La primera “es la conformación de una situación jurídica concreta –la
condición ‘en derecho’ de un sujeto– al modelo que constituye la norma; es
decir, por ejemplo, el reconocimiento efectivo a tal persona del derecho que
se beneficia según la ley, por cumplirse los requisitos previos en la misma”; y
la efectividad material es “la conformidad de la situación de hecho a la situación
jurídica así otorgada o impuesta al sujeto por el ‘cumplimiento’ o la ‘aplicación’
de la norma”.202
Habiendo hecho esas distinciones necesarias, lleva razón el profesor de
la Universidad de Saint-Etienne, cuando afirma:
200
En Crítica Jurídica N° 1. Ed. Universidad Autónoma de Puebla y Universidad
Autónoma de Zacatecas. 1984.
201
Jeammaud. Idem Supra. P. 5.
202
Idem Supra. págs. 11 y 12.
120 Jesús Antonio de la Torre Rangel
de los intereses generales de las clases dominantes, limitan la explo-
tación de las masas obreras y campesinas, les otorgan derechos, u
obstaculizan el arbitrio de los poderes. Creo que, en todos los países,
las normas ostensiblemente protectoras dela gente humilde o de los
ciudadanos en cuanto tales, carecen más ampliamente de efectividad
que las demás, aunque esa inefectividad se muestre en muy desiguales
niveles según el tipo de Estado (incluido el tipo de ‘estado de dere-
cho’).203
203
Idem Supra. p. 12.
204
Idem Supra. p. 14.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 121
comprensión crítica del derecho, al mismo tiempo de que la búsqueda de los
medios para mejorar la efectividad de las normas que brindan alguna protección
y algunos derechos a los dominados siguen mereciendo esfuerzos, si pensamos
que el derecho constituye un ‘mal menor’ entre los modos de funcionamiento
de las sociedades clasistas”.205
Creemos que lleva razón Lédio Rosa de Andrade cuando afirma que,
aun refiriéndose a la realidad brasileña, puede hacerse extensa a toda América
Latina, en el sentido de que al ser denegados los mínimos derechos a la po-
blación, es fundamental para el desarrollo del proceso alternativo, como un
primer paso, “exigir el cumplimiento del Derecho positivo”, pues en tal circun-
stancia esto “se torna en avance”.206
Para que beneficie más a las clases subalternas esta aplicación del Dere-
cho, sobre todo si se piensa en un proyecto alternativo de sociedad cualitati-
vamente distinta, no basta con hacerlo valer sino que es necesario desideolo-
gizarlo, para hacerlo valer políticamente. De esta manera no sólo se aplicará y
aportará los beneficios reales que conlleva su aplicación, sino que se hace de
una manera crítica, en la que se descubre que se trata de concesiones que en el
fondo tienen el propósito de mantener las cosas como están. Así se aprovecha
en un doble aspecto: se reciben los beneficios de los que muchos no han go-
zado y tienen derecho a ellos, y por otro lado puede servir como herramienta
para un cambio cualitativo en las relaciones de producción.
Existe otro espacio en el cual el Derecho sigue, por así decirlo, mante-
niendo su “neutralidad”, y es todo lo relativo a la juridicidad que no entra pro-
piamente en lo que he llamado “concesiones”. Esta amplia zona del Derecho
puede aplicarse alternativamente, de una manera parcial, en beneficio de las
clases oprimidas.
Aquí, en este segundo espacio, es donde la labor de garimpagem que nos
dice Fachin, se hace más necesaria. Se debe hacer una labor de búsqueda de lo
valioso.
Tanto en una como en otra hipótesis, para hacer uso alternativo del
Derecho con verdadera eficiencia y teniendo como propósito un cambio social,
es necesario que se vaya formando también, a la par que con el uso, una “cul-
205
Idem Supra. p. 15.
206
Lédio Rosa de Andrade. “Processo Social Alternativo”, en Liçoes... 2. Op. Cit. p.
93.
122 Jesús Antonio de la Torre Rangel
tura jurídica alternativa” tanto por parte de los “intelectuales orgánicos” como
por el pueblo mismo. Así lo reconocen Barcellona y Cutturri: “no es posible
plantearse el problema del uso alternativo del derecho, entendido en el único
sentido posible de esta fórmula, como práctica jurídica en contradicción con
el designio de desarrollo social expresado (también jurídicamente) por la clase
dominante, sin plantearse igualmente el problema de una cultura jurídica alter-
nativa, en el sentido de un análisis del sistema y de una elaboración de técnicas y
categorías conceptuales divergentes de las que emplean los modelos culturales
dominantes... Cultura jurídica alternativa quiere decir simplemente formulación
de hipótesis y elaboración de categorías que permitan una explicación adecuada
de los vínculos genéticos y funcionales que hay entre las instituciones jurídicas
y las estructuras sociales”.207
208
Pablo Salvat B.. “una ética política para un nuevo orden cultural”, en Mensaje N°
414. Santiago de Chile, noviembre de 1992. p. 525.
209
Como ejemplo de esto puede verse las ediciones de los diarios nacionales del dos
al ocho de enero de 1994. En especial consultar las ediciones de La Jornada y El Financiero
del 6 de enero. México.
124 Jesús Antonio de la Torre Rangel
Diversos factores de orden económico, político y social han contri-
buido a modificar y enriquecer el concepto y la práctica que sobre
derechos humanos han tenido tanto el Estado como la sociedad civil
en México. Entre 1976 y 1990... los derechos humanos se convirti-
eron en terreno cada vez más estratégico de la lucha social. Tanto
el Estado como la sociedad civil han desarrollado todo un esfuerzo
por dotar al término de un significado específico y predominante, así
como por servirse de él para llevar adelante sus intereses específicos.
Una de las batallas más fuertes se ha dado en torno a la amplitud del
concepto de derechos humanos. Mientras que por parte del Estado
persiste la postura práctica de que por derechos humanos ha de en-
tenderse la no violación de algunos derechos civiles y políticos de los
ciudadanos –especialmente aquellos que se inscriben en al ámbito de
competencia de las instancias estatales responsables de la seguridad
pública y de la administración de justicia, como son el derecho a la
libertad, a no ser sometido a tortura o tratos crueles, a no ser arbitrar-
iamente deteniendo, a circular libremente, a no sufrir injerencias en
la vida privada, etcétera; por parte de la sociedad civil se ha sostenido
que derechos humanos quiere decir plena vigencia de los derechos
económicos, sociales, culturales, civiles y políticos de los ciudadanos
y de los grupos sociales.210
210
“Los Derechos Humanos: Nuevo Campo de la Lucha Social en México”, trabajo
colectivo auspiciado y publicado por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro
Juárez, A.C. México, sin fecha de publicación, p. 7.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 125
a la organización y a la movilización que pretende defenderlos. Todo ello ha
derivado en un hecho novedoso: los derechos humanos son hoy un campo
estratégico de la lucha social. La sociedad civil, convocada por la defensa y
promoción de los derechos humanos, está siendo capaz de actuar protagóni-
camente en los asuntos de la cosa pública; y lo está haciendo con fuerza, pues
consigue procesos de alianza y de unidad intersectoriales y pluralistas que antes
no se daban.211
En esta lucha social por los derechos humanos es también muy impor-
tante resaltar la confrontación respecto del alcance en la concepción misma de
derechos humanos. Para el Estado y los sectores dominantes de la sociedad,
los derechos humanos son sólo las libertades clásicas que únicamente abarcan
ciertos derechos civiles y políticos. En cambio, para los grupos sociales que
luchan por la vigencia plena de los derechos humanos, éstos tienen un alcance
mucho mayor, pues por derechos humanos se entiende además todos aquellos
que implican una mejora sustancial en la calidad de la vida, y que son derechos
sociales, económicos y culturales.
Ahora bien, esa lucha por los derechos humanos, concebidos éstos de
manera integral, tiene su base no sólo antropológica y social, sino también en
el propio derecho objetivo, pues nuestra legislación tiene un amplio catálogo de
derechos humanos reconocidos, los cuales no son sólo las libertades clásicas,
sino también los derechos sociales, económicos y culturales.212
Esta concepción integral de los derechos humanos, que rebasa con
mucho el limitado concepto que en la práctica tratan de sostener el Estado y
los sectores dominantes de la sociedad, no sólo ha aparecido en México, sino
en muchos otros lugares. Por ejemplo, con relación a Brasil, Miguel Pressburger
nos describe el fenómeno diciendo que los movimientos sociales han descu-
bierto que sobre el título Derechos Humanos se cobija un elenco infinitamente
mayor de derechos y necesidades de aquellos que impulsaban las prácticas de
los juristas durante la dictadura militar. Tan fundamental, por ejemplo, es el
derecho a un juicio ante el tribunal competente, como es el derecho a la habit-
ación digna, al salario justo, a la alimentación, a la salud, a la educación, etcétera,
211
Idem Supra. p. 50.
212
Cfr. Jesús Antonio de la Torre Rangel. “Derechos Humanos y Derecho
Constitucional Mexicano”, en Revista Jurídica Núm. 3, Ed. Poder Judicial del Estado de
Aguascalientes. Aguascalientes, septiembre de 1992, págs. 17-27.
126 Jesús Antonio de la Torre Rangel
derechos éstos sustraídos a más de 70 por ciento de la población, cuya miseria
contrasta violentamente con la abundancia de las riquezas generadas y por po-
cos apropiadas.213
El propio Pressburger, después de distinguir entre derechos humanos
negativos –aquellos que prohíben al Estado determinadas prácticas– y dere-
chos humanos positivos –aquellos que requieren la acción del Estado para su
implementación y ejecución–, señala la lucha social que también se da en Brasil
por la vigencia plena de los derechos humanos, ya que “adquieren una nueva
connotación y se incorporan, de forma militante, al elenco programático de las
entidades de apoyo y de los movimientos sociales”.214
Existe, pues, en las sociedades latinoamericanas un uso político estra-
tégico de los derechos humanos, un uso alternativo de la juridicidad subjetiva,
como alteridad, como lo otro, con relación a los proyectos del Estado y al uso
mismo que hace de lo relativo a los derechos humanos.
Monique y Roland Weyl tienen la misma concepción acerca del uso del
Derecho, y no aceptan un rechazo absoluto del mismo, a pesar de considerarlo
como un medio de opresión. Hacen una distinción entre el Derecho y los dere-
chos, o sea entre el orden normativo o conjunto de leyes y las facultades o atri-
buciones que derivan de ese orden normativo y que pertenecen al sujeto. Esto
es, manejan en sus consideraciones lo que la doctrina jurídica clásica denomina
Derecho objetivo y derechos subjetivos. Y es a partir de esta distinción que
hacen su proposición del uso del Derecho en contra del proyecto vigente.
Y así, con esa base, los profesores Weyl, tomando como base la lucha
de la clase obrera francesa, escriben:
213
T. Miguel Pressburger. “Direitos Humanos e Assesorias Jurídicas”, en el folleto
Discutindo a Assesoria Popular. Ed. Instituto Apoio Jurídico Popular, Río de Janeiro,
octubre de 1992. p. 45.
214
Idem Supra.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 127
quistados para realizar nuevas luchas.
Esta nueva etapa de madurez lograda (cautela ante las ilusiones del
derecho, pero cautela también ante el menosprecio de los derechos)
es la que posibilita obtener una mejor comprensión cuando se hace
sonar la alarma frente a la nueva e insidiosa ofensiva de disuasión que
lleva a cabo la ideología tecnocrática o simplemente tecnicista.
Nada de todo esto constituye sin embargo una rehabilitación del dere-
cho. De lo que se trata es solamente, considerado el derecho como
un arma de dominación, una máquina de opresión, de hacer con él
lo que Lenin aconsejaba con el fusil de la célebre ‘carta de una madre
a su hijo’: no rechazarlo, sino aprender a usarlo para volverlo contra el enemigo
de clase.
El derecho sigue siendo, en lo esencial, angañabobos que debe neu-
tralizarse, el instrumento de opresión que hay que impedir que opri-
ma. Los derechos que se conquistan no son sino un modo de atrapar
al adversario en su propio juego, devolviendo los golpes de ciertos
derechos contra el derecho mismo.
El derecho y los derechos siguen siendo instrumentos de una socie-
dad gravada por una contradicción fundamental y están en contradic-
ción entre sí: los derechos son libertades opuestas a la opresión impuesta por el
derecho, y carecerían de un sentido sin esa oposición. Que desaparezca la compul-
sión del derecho, y los derechos a las libertades perderán su razón de ser.215
6.3 Uso alternativo del Derecho y uso pedagógico de los derechos subjetivos.
218
Palacio, Germán. Op. Cit. p. 29.
219
Cfr. T. Miguel Pressburger. “Direito Isurgente: o Direito dos Oprimidos”, en el
folleto colectivo Direito Insurgente: O Direito dos Oprimidos. Ed. Apoio Jurídico Popular,
Río de Janeiro, octubre de 1990, p. 6.
220
Presburger, “Direitos Humanos e Assesorias Jurídicas”, Op. Cit. p. 47.
130 Jesús Antonio de la Torre Rangel
derechos, cuyo ejercicio tiene que ver con las condiciones materiales de vida
digna, de ahí la importancia de la alternatividad del discurso jurídico de los
derechos humanos.
Es este rescate de los derechos humanos considerados de forma inte-
gral por los grupos populares y sectores amplios de la sociedad civil, el que hace
posible una crítica radical a la juridicidad vigente.
Dice José de Souza Martins:
221
José de Souza Martins. “Ciudadania, Movimientos Sociais e Entidades de
Mediação”, el el folleto Discutindo a Assesoria Popular II. Op. Cit. p. 17.
222
Salvat. Op. Cit. p. 525.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 131
CAPÍTULO V
CASOS Y CUESTIONES CONEXAS
AL USO ALTERNATIVO DEL DERECHO
Introducción.
223
Jean Carbonnier. Derecho Flexible. Para una Sociología no rigurosa del Derecho.
Ed. Tecnos. Madrid, 1974. p. 28.
224
Idem Supra. p. 29.
132 Jesús Antonio de la Torre Rangel
La contienda, el litigio, el pleito, tampoco agota el Derecho, por eso
también, dice Carbonnier, lo jurídico rebasa la noción de lo contencioso, “el
derecho es infinitamente más extenso que lo contencioso.”225
El segundo teorema que establece Carbonnier no es de ningún modo
desdeñable, pues previene en contra la tentación del panjurismo: “El derecho es más
pequeño que el conjunto de relaciones entre los hombre.”226
El otro aporte importante de nuestro autor está en los conceptos que
vierte en lo que llama “teoría sociológica del derecho subjetivo”. Dice que las
sociología jurídica se ha ocupado del derecho objetivo y no de los derechos sub-
jetivos. “Sin embargo, el derecho subjetivo, si existe, sólo puede existir como
fenómeno jurídico y, por consiguiente, social... Aunque... tenga su sede en el
individuo, no por ello deja de estar producido por la presencia de los demás y
tomado a su cargo por la sociedad, razón por la cual una psicología puramente
individual no podría dar razón de él. La sociología o, más precisamente, la psi-
cología social del derecho no deben tener por ello escrúpulos para abordar esta
noción.”227
Cito a continuación los siguientes conceptos de Carbonnier que me
parecen fundamentales para poder sistematizar el uso alternativo de los derechos
subjetivos:
225
Idem Supra. p. 31.
226
Idem Supra.
227
Idem Supra. págs. 131 y 132.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 133
sidad...” Esta cuestión de la relación entre las necesidades y los
228
1. Casos.
228
Idem Supra. págs. 137 y 138.
134 Jesús Antonio de la Torre Rangel
Les resulta demasiado oneroso el costo de la pavimentación en razón
de que según las leyes de Ingresos y de Hacienda del Municipio de Aguascalien-
tes y de Planeación y Urbanización del Estado de Aguascalientes, el costo total
de la obra debía recaer sobre las deterioradas economías de los habitantes de las
colonias populares beneficiadas con ese servicio. Desde cinco a diez mil pesos
resultaba ser una cantidad demasiado fuerte para una familia obrera que en su
mayoría tiene su casa, hecha con muchos sacrificios, en esos barrios.
El hecho de pagar el costo total de la obra de pavimentación por parte
del dueño de la casa, era injusto. No iba a ser el único beneficiado. Toda la co-
munidad resultaba favorecida. Por ejemplo, tomemos en cuenta que en general
esta gente no tiene automóvil, pero sí en cambio el que lo tiene gozará de la
calle pavimentada para pasar por ahí, y no le habrá costado nada. Lo justo era,
como la propia gente del movimiento lo captaba y lo proponía, que el precio
del pavimento se dividiera en dos partes: una sería entre toda la colectividad.
Para apoyar de una mera jurídica la lucha de los colonos, se consideró
una buena opción el amparo contra leyes, teniendo en cuenta que eran in-
constitucionales las leyes mencionadas arriba. Se argumentó que violaban la
garantía establecida por la fracción IV del artículo 31 de la Constitución de la
República, que prescribe la obligación de los mexicanos de contribuir a los gas-
tos públicos de una manera proporcional y equitativa. En este caso las leyes no
son proporcionales por el hecho de que el servicio de pavimentación no sólo
beneficia al propietario de la casa, sino a todos los ciudadanos; la proporciona-
lidad estaría en distribuir las cargas que reporta la obra entre todos los que se
benefician de ella. Además, si entendemos que la equidad es la justicia aplicada
al caso concreto, nos encontramos que el cobro de pavimentación como se
pretendía hacer no era equitativo. ¿Por qué un pobre va a pagar lo mismo que
un rico? Tratar igual a los desiguales es inequitativo.
En esta lucha política de los colonos, se usó el amparo contra leyes
como instrumento jurídico. Y esa presión jurídica abrió las posibilidades de una
negociación política entre la autoridad municipal y los colonos. El pueblo tuvo
oportunidad de decir su palabra. Al final no hubo acuerdo, pero el trámite de
amparo frenó de hecho –no de derecho– los cobros excesivos que hacía el mu-
nicipio. En enero de 1978 la nueva administración municipal empezó a nego-
ciar con los afectados y a rebajar considerablemente el precio del pavimento.
Varias cosas interesantes encontramos en este caso:
El Derecho como arma de liberación en América Latina 135
1°.- El Derecho jugó un papel eminentemente político, y el pueblo así
lo entendió
2°.- El pueblo descubrió la injusticia del derecho positivo.
3°.- Resolvió con un binomio político-jurídico un problema concreto.
4°.- Al jugarse políticamente, el Derecho sirvió para fortalecer la orga-
nización popular.
En resumen: el Derecho se usó alternativamente.
En las cinco baladas o cantares del gran escritor peruano Manuel Scor-
za existe, a manera de intuición, una profunda crítica al Derecho y al mismo
tiempo una propuesta de su uso alternativo. Creo no equivocarme al afirmar
que su épica, cuyo personaje heroico es el campesino de los Andes Centrales
del Perú, permite reconstruir una crítica severa al Derecho y al mismo tiempo
proporciona las bases epistemológicas para elaborar una nueva teoría del Dere-
cho que abre espacios para usar la juridicidad de una manera alternativa.
Scorza reconstruye la historia de la lucha de los comuneros peruanos
por recuperar sus tierras arrebatadas por latifundistas y compañías trasnaciona-
les. En la quinta de las baladas La tumba del relámpago, Scorza narra el inicio de
la lucha, junto al pueblo, del abogado Genaro Ledesma, años después dirigente
del FOCEP (Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular) –la corriente
de la izquierda que más votos obtuvo en las elecciones para la Constituyente
de 1978–.
Lo que inicia la última etapa de esta lucha campesina narrada por Scor-
za en La tumba del relámpago, son consideraciones de tipo jurídico que hace el
propio Genaro Ledesma.
Ledesma busca darle una fundamentación jurídica alternativa a la lucha
por la recuperación de las tierras. Del Derecho vigente injusto y protector de
los terratenientes, saca una fórmula alternativa que fundamenta, usándose en
contrasentido, la propia recuperación de las tierras. Y el mismo título del capí-
tulo en donde Scorza narra ese hecho sugiere el uso alternativo del Derecho:
“Genaro Ledesma descubre que el Código Civil puede servir también para
hacer justicia”.
Voy a transcribir algunos párrafos de ese capítulo de 16 de La tumba
136 Jesús Antonio de la Torre Rangel
del relámpago, los que explican por sí mismos la cuestión del uso alternativo del
Derecho:
230
Freire. Op. Cit. p. 66.
142 Jesús Antonio de la Torre Rangel
1.4. Huayacocotla: un caso de distintas facetas de uso alternativo del
Derecho.
1.4.1. Huayacocotla.
231
Concepción Hernández; Rosario Huerta, y Luisa Paré. “Tenencia de la tierra y
derechos humanos”, México Indígena. Revista del Instituto Nacional Indigenista No. 27.
Año V, México, marzo-abril de 1989. p. 43.
232
Idem Supra. p. 44.
144 Jesús Antonio de la Torre Rangel
1.4.2. La lucha por los Derechos Humanos.
234
Comunicación dirigida al gobernador de Veracruz, firmada por el Provincial y el
Viceprovincial de la Compañía de Jesús, en Excélsior, 4 de junio de 1987. p. 14.
235
Cfr. Miguel Concha. “Obispos y Párrocos”, en La Jornada de México, 6 de
octubre de 1984.
146 Jesús Antonio de la Torre Rangel
que impere la justicia. Existe gente del Instituto Nacional Indigenista que, de
manera honesta y valiente, apoya a los campesinos pobres.
Este equipo de trabajo es respaldado, en el aspecto de la asesoría ju-
rídica y el litigio, por las abogadas Concepción Hernández y Rosario Huerta.
Con valentía, con trabajo tesonero, con imaginación, ha hecho una muy valiosa
labor entre los campesinos pobres de Huayacocotla: han defendido sus dere-
chos, haciendo uso alternativo de las leyes, buscando todo aquello que es apr-
ovechable en la normatividad jurídica.
Uno de los problemas jurídicos, dicho de otro modo, una de las nece-
sidades más sentidas en la región, es o era el de encontrar formas jurídicas
adecuadas para sus diversas agrupaciones o asociaciones, que fueran las más
convenientes de acuerdo a su objetivo.
Después de un largo trabajo de concientización y organización, se da
como fruto maduro una unión de ejidos con el objeto de explotar y procesar la
madera. Había entonces que buscar la forma jurídica más adecuada a sus pre-
tensiones, que los hiciera sujetos de crédito y que no dependieran directamente
de la Secretaría de la Reforma Agraria, siempre entorpecedora de los trámites
de los ejidos y coludida con los caciques.
Se optó por crear una Unidad de Producción de acuerdo a las disposi-
ciones normativas de la Ley de Fomento Agropecuario. Con esto de logró el
objetivo de darle una forma jurídica a la unión de ejidos, que, además, tuviera
El Derecho como arma de liberación en América Latina 147
capacidad en Derecho para realizar los actos y contratos necesarios para alcan-
zar sus propósitos; y sin afectar su régimen jurídico de ejidos en lo particular,
como unidad de producción pasaban a depender, no ya de la SRA, sino de
la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Así nació la “Unión de
Productores Forestales Adalberto Tejeda”, que tan buenos resultados ha dado,
siendo “un ejemplo para todo el país del manejo integral y racional de los
bosques.”236
En la fundación de esta unidad de producción, hay, claramente, uso
alternativo del Derecho. En primer lugar existe la búsqueda de la normatividad
utilizable. Pues como nos dice Luiz Edson Fachin es cuestión fundamental para
el uso alternativo del Derecho, un trabajo de búsqueda jurídica en el ordenamien-
to legal en vigor; y para decir búsqueda usa el término brasileño garimpagem; y de
garimpeiro, que significa buscador de metales y piedras preciosas.237
En segundo término, se trata de un uso alternativo del Derecho en el
sentido más exacto de la expresión, pues se hizo uso de una ley, como es la del
Fomento Agropecuario, tan cuestionada por abrir de lleno la posibilidad de la
inversión de capital privado en los ejidos y comunidades, constituyendo el peli-
gro de que de hecho los ejidatarios y comuneros se conviertan en asalariados
en sus propias tierras. En una ley así, tan criticada por expertos que analizan la
situación agraria desde los campesinos pobres, es donde, gracias a las contra-
dicciones aprovechables del sistema legal, se encuentra la forma jurídica más
beneficiosa para la unión de ejidos madereros de Huayacocotla. Dice otro autor
brasileño, Roberto Lyra Filho: “en la hipocresía de hacer lo contrario de lo que
dicen (esto es, decir que van a realizar la justicia, en las normas, en cuanto res-
guardan sus privilegios) los dominantes se contradicen, dejando agujeros, por
donde los juristas de vanguardia pueden enfilar la palanca del progreso.”238
La “Unión de Productores Forestales Adalberto Tejeda”, es una unidad
de producción que integra sólo ejidos, sin participación de pequeños propi-
etarios ni capital privado.
236
Hernández, Huerta y Paré. Op. Cit. p. 46.
237
Cfr. Fachin. Op. Cit. págs. 21 y 22.
238
Citado por Neviton de Oliveira Batista Guedes en “Hermenéutica : fontes,
interpretação do direito. O “Uso alternativo do direito”, O Direito Achado na Rua. Curso de
Extensão Universitária á Distancia 1. Universidade de Brasilia.
148 Jesús Antonio de la Torre Rangel
B) Derecho que nace del pueblo.
C) La Justicia Reclamada.
239
Cfr. Hernández, Huerta y Paré. Op. Cit. p. 46.
240
Comunicado a la Comunidad Parroquial de Huayacocotla y Texcatepec, Veracruz,
suscrito por el obispo de Tulancingo, Pedro Aranda Díaz, el párroco Hilario Ponce López y
la Comunidad de jesuitas de Huayacocotla, 23 de diciembre de 1986.
241
Hernández, Huerta y Paré. Op. Cit. p. 46.
150 Jesús Antonio de la Torre Rangel
cotla. Dice David Velasco “descubrimos una dimensión diversa de la capacidad
organizativa del pueblo: en la sierra, los más pobres, los que considerábamos
que no tenían capacidad, se están organizando alrededor de una demanda muy
simple: en defensa de la vida y contra el despojo de la tierra.”242
La justicia reclamada en Huayacocotla, se sintetiza en los esfuerzos de
los campesinos pobres por el respeto a dos derechos humanos fundamentales
–en el sentido de que fundan, que sirven de base a los demás–: el derecho a la
vida y el derecho a la tierra (que se traduce en el derecho a los medios para una
vida digna).
Debido al gran impulso que desde hace más de veinte años el P. Rogelio
Segundo ha dado al fomento de Comunidades Eclesiales de Base en el centro
242
David Velasco Yánez. Autobiografía desde la óptica de la Opción por los
Pobres. Inédito. Presentado en un Seminario, en enero de 1988, en el Centro de Reflexión
Teológica.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 151
del País, se constituyo Acción Social Educativa de Celaya, A.C., hace algunos
años, con el fin de dar apoyo integral a esos núcleos de inspiración cristiana. La
labor de esta asociación civil se ha centrado en promover y apoyar la educación
y organización de las comunidades más pobres y carentes de servicios de la
región norte del estado de Guanajuato, lo que ha venido haciendo a través de
diversas acciones y esfuerzos, de acuerdo a sus posibilidades y a las necesidades
que se van presentando.
Esas comunidades, apenas en el inicio de su caminar en la búsqueda de
resolver sus más apremiantes necesidades vitales, se topan, por un lado, con el
complejo mundo de lo jurídico y por otro, con aquellos encargados de aplicar
la normatividad positiva. En otras palabras, pronto aparece en el horizonte de
comprensión de los miembros de las comunidades y en sus acciones concretas,
la cuestión del Derecho. Esto va, primero, con simples trámites burocráticos
que deben realizarse, hasta con problemas de enfrentamientos con autoridades
que actúan arbitrariamente, llegando algunos asuntos a la competencia de los
juzgados tanto civiles como penales y de Distrito en caso de materia de am-
paro. Y segundo, esa cuestión del Derecho, empieza a hacerse consciente como
derechos humanos que se tienen y que es necesario exigir para obtener el pleno
respeto y goce de los mismos.
Al juridizarse, en el sentido arriba anotado, el caminar de las comuni-
dades, se ve la necesidad que éstas tengan conocimientos básicos de las leyes
y de asesorías jurídicas para los problemas concretos. Comienzan, entonces,
con solicitarnos asesoría jurídica para casos específicos y de ahí surge la idea de
comenzar con cursos o reuniones de estudio de algunas materias de Derecho
para promotores. Estas se celebran en cinco ocasiones, ocupando cada una tres
días, en abril y noviembre de 1988, abril y noviembre de 1989 y abril de 1990.
En estas sesiones de estudio se enfatizó lo relativo a los derechos humanos
relacionándolos con sus necesidades concretas.
Como frutos de estas reuniones de estudio, de acuerdo a la evaluación
de los propios promotores participantes, tenemos los siguientes: “luces de lo
que es el Derecho”, “inquietud sobre lo jurídico”, “mayor interés en los prob-
lemas de la comunidad”, “nuevo camino para afrontar los problemas” y la for-
mación de una Comisión Jurídica.
La Comisión jurídica se integró con promotores miembros de las co-
munidades, y empezó a funcionar en junio de 1989. Se comenzó con una re-
152 Jesús Antonio de la Torre Rangel
unión mensual dedicada al estudio sistemático de diversas materias de Derecho;
se inició con una Introducción al Derecho y al Estado, después se analizaron
las “garantías individuales” y algunas nociones de amparo, para pasar después al
estudio del Derecho y al Estado, después se analizaron las “garantías individu-
ales” y algunas nociones de amparo, para pasar después al estudio del Derecho
penal y el procedimiento en esta materia. Además, de manera simultánea al
estudio teórico señalado, las sesiones se ocupaban del análisis de problemas
jurídicos concretos de las comunidades a los que había que darles solución ur-
gente con trámites administrativos y judiciales. Parte del tiempo de esa reunión
mensual se dedica a la consulta de casos particulares de los miembros de las
comunidades.
En lo que se refiere a la resolución administrativa y judicial de los prob-
lemas concretos de los grupos, los miembros de la Comisión Jurídica juegan un
papel muy importante en su tramitación, asesorados en esto, por los abogados
del CEJYS.
En una evaluación hecha por los miembros de la Comisión Jurídica jun-
to con otros promotores, a fines de octubre de 1991, se refirieron a los frutos
que la propia Comisión había dado. Dijeron, entre otras cosas, lo siguiente: “Es
ya más fácil redactar algún escrito, pues se fundamenta con la ley”; “tenemos
más seguridad en el exigir”; “ya no hay tanto miedo ante las autoridades”; “el
trabajo de la C.J. ha ayudado a debilitar a los caciques”; “las autoridades de las
comunidades ya no hacen lo que quieren”; “la C.J. complementa el trabajo de
pastoral”; “la C.J. nos ha dado la seguridad de que juntos podemos resolver un
problema”. También se hizo mención, en la evaluación, de los litigios plantea-
dos, de algunas defensas asumidas y del conflicto que motivó que campesinos y
colonos se organizaran en San Luis de la Paz y culminaran en plantón exigiendo
justicia para sus compañeros ante las autoridades.
Este trabajo de la C.J., difundiendo el conocimiento de los derechos
humanos, haciendo conciencia de la existencia de los mismos y la importancia
de hacerlos valer, y asumiendo su defensa en la medida de sus posibilidades, dio
origen a la idea de crear un centro de derechos humanos invitando a colaborar
en el mismo a personas con cierta presencia social y que en su área de trabajo
estuvieran dando “aportes para la construcción de una sociedad más justa”; se
dice en la convocatoria.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 153
1.5.2. Un centro de derechos humanos distinto.
243
Citado por Pressburger. “Direitos Humanos e assessorias jurídicas”. Op. Cit. p.
49.
154 Jesús Antonio de la Torre Rangel
2. Cuestiones conexas con el uso alternativo del Derecho.
2.1. La Chicana.
244
Cfr. Ángel Osorio. El Alma de la Toga. Ediciones Jurídicas Europa-América.
Buenos Aires, 1975.
245
Eduardo J. Couture. “Los Mandamientos del Abogado”, en El Foro, Órgano de
la Barra Mexicana Colegio de Abogados. N° 34. México, julio-septiembre de 1961. (Es el
Cuarto Mandamiento).
El Derecho como arma de liberación en América Latina 155
social a la que le han sido negados sus derechos elementales por la juridicidad
vigente solapadora de una injusticia estructural.
La chicana a favor de las clases dominadas, de los pobres, en un medio
de usar alternativamente el Derecho.
Por ejemplo: nos encontramos con un terrateniente urbano que tiene
todo el “derecho” para echar a cuarenta familias de una vecindad; es muy po-
sible que en este caso, además de la organización de la gente, el único medio
que puede ser efectivo, para la defensa de los inquilinos, es hacer uso de la
chicana ante los tribunales, entreteniendo o entorpeciendo la secuencia del pro-
cedimiento.
Oscar Correas señala dos grandes espacios, en América Latina, para las
tareas de los abogados que tengan “espíritu democrático y la vocación de servi-
cio a los sectores oprimidos”: el ejercicio mismo de la profesión y la crítica ju-
rídica. Dentro del primer rubro incluye: la asesoría jurídica de sindicatos y otras
corporaciones (campesinos, comuneros, movimientos vecinales, de profesion-
ales, etcétera); las defensas penales y la defensa del ciudadano frente al autori-
tarismo del Estado; y la participación hacia dentro del propio aparato adminis-
trativo del Estado y en tareas legislativas. Respecto del segundo aspecto, esto es
la crítica jurídica, como actividad teórico-académica, sería una labor de defensa
del Estado de Derecho frente a las normas autoritarias, como un control de la
práctica jurídica en búsqueda de nuevas formas democráticas, esto como un
primer aspecto; y el otro campo de la actividad de la crítica jurídica, sería la elab-
oración de una teoría crítica del Derecho.246 Nosotros agregamos a las tareas de
ese abogado comprometido con las causas populares un tercer campo, el de la
educación jurídica-popular. Este constituye un espacio de enorme importancia
en defensa de los derechos humanos y la búsqueda de la justicia.
Ya lo manifestamos reiteradamente, el uso del Derecho al servicio del
pueblo debe ir acompañado de una cultura jurídica alternativa tanto del intelec-
tual orgánico como del pueblo mismo.
246
Oscar Correas. “La democracia y las tareas de los abogados en América Latina”,
Crítica Jurídica Núm. 1 Ed. Universidad Autónoma de Puebla y Universidad Autónoma de
Zacatecas, 1984, págs. 55 y sig.
156 Jesús Antonio de la Torre Rangel
El uso del Derecho, de toda juridicidad, al servicio del pueblo debe ir
acompañado de una educación jurídica al propio pueblo.
La experiencia nos ha enseñado que el pueblo latinoamericano es muy
legalista. Exige sus derechos si lleva la seguridad de actuar dentro de la legalidad
y con la idea de que es justo lo que se pide.
Por lo tanto, es muy importante que el pueblo conozca las leyes y ten-
ga una conciencia crítica de las mismas. Esto se puede lograr con los grupos
organizados, o bien organizando grupos con este fin, impartiéndoles clases
de Derecho, de un amanera sencilla y en términos comprensibles al pueblo, y
además ayudados con folletos que expliquen lo jurídico-positivo y que desideo-
logicen la juridicidad vigente.
Además de que el pueblo conozca sus derechos y sepa hacerlos valer
críticamente, es necesario que llegue prescindir de los profesionales del Dere-
cho, generando en sus mismas organizaciones personas preparadas que ejerzan
la abogacía. Los abogados que estén con el pueblo, además de asesorar jurí-
dicamente sus luchas, debían echarse a cuestas la tarea de preparar gente del
propio pueblo que ejerza la abogacía. Es necesario que el abogado deje de ser
imprescindible.
En este sentido hablamos de lograr la juridicidad de Utopía, pues Tomás
Moro explica: “No admiten que haya abogados, porque quieren que ante los
Tribunales cada quien exponga su razón... Así ocurre en Utopía todos son ju-
risconsultos...”247
En nuestros países abunda, desgraciadamente, la experiencia de la in-
justicia, de la violación sistemática de los Derechos. Es la experiencia concreta
que del Derecho tienen los pobres. Creemos, entonces, como indica el maestro
Efraín González Morfín, que es un buen método pedagógico para exponer y
desarrollar el Derecho, la insistencia y acentuación de los derechos subjetivos,
es decir en aquellos derechos que tienen las personas y los grupos de los sec-
tores pobres y que les son sistemáticamente negados. De tal modo que la edu-
cación jurídica popular se encamina a dar a conocer sus derechos a los pobres,
para que, organizándose, luche por hacerlos valer.
En los últimos años, a todo lo largo y lo ancho de América Latina,
felizmente, han proliferando las asociaciones e instituciones dedicadas a la edu-
cación jurídica-popular.
247
Tomás Moro. Utopía. Ed. Zaro. Madrid, 1971. p. 57.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 157
Manuel Jacques que tan bien dice acerca de la educación para el uso al-
ternativo del Derecho, habla de cuatro dimensiones educativas en este sentido:
“la referida a la socialización del conocimiento jurídico, a la educación para el
conflicto jurídico, una tercera dirigida a la educación en el uso de estrategias de
defensa de derechos fundamentales y una última dirigida a la educación para la
creación de normas jurídicas.”248
Es importante lo que escriben Durán e Iglesias, desde su experiencia
salvadoreña, en relación al binomio del uso alternativo del Derecho y la edu-
cación de los derechos humanos:
248
Jacques. Op. Cit. p. 1.
249
Durán Martínez, Walter Eduardo e Iglesias Herrera, Ricardo Alberto. “La teoría
del uso alternativo del derecho y su aplicación en la educación de los derechos humanos”,
en El Otro Derecho 4. Ed. Temis e ILSA. Bogotá, noviembre de 1989. p. 141.
250
Fred Rodell. ¡Ay de vosotros, abogados! Ed. Depalma. Buenos Aires, 1966. p.
38.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 159
CAPÍTULO VI
HERMENÉUTICA ANALÓGICA, JUSTICIA Y USO
ALTERNATIVO DEL DERECHO
Introducción.
253
Nicolás Ma. López Calera, “Sobre el alcance teórico de uso alternativo del
derecho”, en Sobre el Uso Alternativo del Derecho, del propio López Calera, Modesto
Saavedra López y Perfecto Andrés Ibáñez, Ed. Fernando Torres, Valencia, 1978, p.12.
254
López Calera, Op. cit. p.40.
255
Saavedra López, “Interpretación Jurídica y Uso Alternativo del Derecho”, en
Sobre el Uso Alternativo del Derecho. Op. cit. p.40.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 161
los abogados y de los diversos promotores sociales que han puesto sus cono-
cimientos y destrezas al servicio de grupos, con necesidades vitales sentidas,
dentro del proceso popular de nuestros países. Y es que, estas necesidades de
los grupos populares, se topan, de una u otra forma, con el complejo fenómeno
de la juridicidad.
261
Rosa de Andrade, O que é... Op. cit. p.47.
262
Cfr. Rosa de Andrade, O que é... Op. cit. p.47.
263
Pierre Bourdieu, Poder, Derecho y Clases Sociales, Ed. Descleé de Brouwer, Col.
Palimpsesto, Bilbao, 2000, p.184.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 163
el tema, comienza su estudio sobre el uso alternativo del derecho, tratando cues-
tiones teóricas básicas sobre lo jurídico en especial referidas a la hermenéutica
y sosteniendo que esta actividad teórico-práctica del uso alternativo del derecho
encuentra sus fundamentos en una postura hermenéutica antiformalista y en el
neomarxismo como “praxis revolucionaria y/o trasformadora de las realidades
jurídica, social y política.”264
2. Hermenéutica analógica.
264
Lourdes de Souza, Op. Cit., p.29.
265
Mauricio Beuchot, Perfiles esenciales de la hermenéutica, Ed. Universidad
Autónoma de México, México, 2002. p.37.
266
Beuchot, Tratado de Hermenéutica Analógica, México, Facultad de Filosoía y
Letras, Dirección General de Asuntos del Personal Académico, UNAM, 1997, p.27.
164 Jesús Antonio de la Torre Rangel
ser valida o verdadera. El primer extremo es el relativismo o equivocismo y el
segundo es univocismo.
También puede verse de otro modo. La hermenéutica que llama Beuchot
“positivista”, que sostiene que sólo hay una única interpretación valedera, las
otras son incorrectas; y la hermenéutica “romántica”, en la que predomina
la subjetividad. “En su aspecto rudimentario, el positivismo adoptó la forma
cientificista del siglo XIX, en la que sólo valía la integración reduccionista
científica de cualquier texto o acción o evento; siempre una sola y única inter-
pretación.”267 La hermenéutica “romántica” es lo opuesto al positivismo; daba
predominio a la subjetividad; “el romanticismo estuvo emparentado con esa
subjetividad absoluta del idealismo… reaccionaba contra las ciencias formales
y naturales que le presentaba el positivismo, pero no contra las ciencias sociales
que nacían…”268
En las direcciones metodológicas de la ciencia jurídica con su propuesta
interpretativa, ha dominado con clara hegemonía la hermenéutica positivista en
dos vertientes: la Escuela de la Exégesis269 y el dogmatismo o Jurisprudencia de
Conceptos270. Este dominio de la hermenéutica positivista tuvo su reacción en
una cierta hermenéutica romántica como la de algunos cultivadores del Mov-
imiento del Derecho Libre271 y la de los sociologismos jurídicos.
Refiriéndose a la interpretación en general, Beuchot escribe:
267
Idem Supra. p.34.
268
Idem Supra. p.35 y 36.
269
Cfr. J. Bonnecase, Op.Cit.
270
Cfr. Antonio Hernández Gil, Metodología de la Ciencia del Derecho, Obras
Completas, Tomo 5. Ed. Espasa Calpe, Madrid, 1988.
271
Cfr. Nicolás María López Calera, Teoría del Derecho, Ed. Comares, Granada,
2000, págs. 141-143.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 165
medida la particularidad del intérprete. 272
3. Interpretación y epiqueya.
272
Beuchot. Tratado de Hermenéutica, Op. cit. págas. 37 y 38.
273
Francisco Suárez, S.I. Tratado de las leyes y de Dios Legislador. Versión bilingüe
de De Legibus. Trad. José Ramón Enguillor Muniozguren, S.I. Ed. Instituto de Estudios
Políticos, Madrid, 1967. Lib. I, Cap. II, Nº 10, (Tomo I, pág. 13).
166 Jesús Antonio de la Torre Rangel
pretaciones constituyen epiqueya, “sino solamente por las cuales interpretamos
que una ley falla en un caso particular por razón de su universalidad, es decir,
porque la ley se dio en términos generales y en algún caso particular falla de tal
manera que en él no puede observarse justamente”.274
Gadamer, siguiendo las enseñanzas de Aristóteles, dice que un una situ-
ación concreta, el que aplica el Derecho, no será obligado a hacer concesiones
respecto “a la ley en sentido estricto, pero no porque no sea posible hacer las
cosas mejor, sino porque de otro modo no sería justo. Haciendo concesiones
frente a la ley no elimina aspectos de la justicia, sino que por el contrario, en-
cuentra un derecho mejor.”275 Y agrega que la hermenéutica jurídica tiene aquí
su verdadero lugar:
Al aplicarse la ley debe ligarse ésta con la razón, con la razón jurídica.
La razón jurídica no es sólo de la ley, sino razón del Derecho –ley ciertamente,
pero también derechos subjetivos y justicia–; y prioritariamente justicia, que al
aplicarse al caso concreto viene a ser equidad o epiqueya. Así que la ley precisa de
aplicarse con razón de equidad.
Beuchot recuerda que la jurisprudencia tiene mucho que ver con la
interpretación. Nos muestra como su nombre mismo de jurisprudencia acude
a la prudencia o frónesis para determinar lo que es justo; y agrega que también
interviene, en la jurisprudencia, la equidad o epiqueya para hacer ver cómo se
aplica una ley a un caso concreto. “Todo esto tiene ya mucho que ver con la
hermenéutica analógica, pues tanto la prudencia como la equidad son virtudes
eminentemente analógicas o proporcionales, son la analogía misma puesta en
práctica.”277
274
Idem Supra, Libro II, Cao. XVI, Nº 4, (Tomo I, p. 174).
275
Hans-Georg Gadamer. Verdad y Método I. Ed. Sígueme, Salamanca, 1996.
p.389.
276
Idem Supra. p.390.
277
Beuchot, Perfiles… Op. cit. p.97.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 167
4. Algunas notas sobre el garantismo.
278
Cfr. Luigi Ferrajoli, Derecho y Razón. Teoría del garantismo penal, Ed. Trotta,
Madrid, 1998, págs.851-853.
279
Ferrajoli, Derecho y Razón… Op. cit. p.853.
168 Jesús Antonio de la Torre Rangel
tenidos.” En el primer sentido, cualquier Estado es Estado de Derecho, en
280
“Para que una norma exista o esté en vigor es suficiente que satisfaga
las condiciones de validez formal, condiciones que hacen referencia a
las formas y los procedimientos del acto normativo, así como de la com-
petencia del órgano que emana. Para que sea válida se necesita por el
contrario que satisfaga también las condiciones de validez sustancial,
que se refieren a su contenido, o sea, a su significado. Tanto las condi-
ciones formales suficientes para que una norma sea vigente como las
sustanciales necesarias para que sea válida se encuentran establecidas
por las normas jurídicas que disciplinan su producción en el nivel
normativo superior.”285
Es bien cierto que la invalidez de una ley debe ser reconocida y de-
clarada por una autoridad, normalmente distinta del juez llamado a
aplicarla, como es por ejemplo, en nuestro ordenamiento, el Tribunal
Constitucional. Esto equivale a una presunción de validez que por
razones obvias de certeza y de funcionalidad asiste a cada ley vigente,
285
Idem Supra, p.874.
286
Idem Supra, p.872.
287
Cfr. Ferrajoli, Derecho y Razón… Op. cit. p.874.
170 Jesús Antonio de la Torre Rangel
permitiendo que sea aplicada válidamente; pero esta presunción es
sólo relativa y basta, para superarla, la valoración crítica de juez mis-
mo que, en vez de aplicarla, objeta su invalidez.288
Las teorías del uso alternativo del derecho y del garantismo tienen, como
hemos dejado ver ya, los mismos progenitores, pero son sin duda dos teorías
distintas. Lourdes Souza se pregunta: “¿hay un nexo de sentido que une las dos
teorías? O, por el contrario ¿son teorías antitéticas e incompatibles?”290 Para
responder a esos cuestionamientos, lo primero que pone a consideración es la
distinta fuente doctrinal de uno y otro proyecto; así el uso alternativo del derecho
basa su teoría en el neomarxismo, y el garantismo, por su parte, en la teoría liberal
del iluminismo. Esto implica diversos objetivos y estrategias, que Lourdes de
Souza explica: “El uso alternativo del derecho auto-justifica su proyecto sobre
la instrumentalización política del derecho; en tanto que el garantismo se auto-
propone como objetivo la instrumentalización de la política por el derecho.”291
Lourdes de Souza, a continuación, hace consideraciones sobre los mo-
tivos y las causas que determinaron el giro de las tesis alternativistas hacia el ga-
rantismo. Ese cambio de rumbo comienza a darse a partir del tercer Congreso
de Magistratura Democrática en 1977, cuando los jueces alternativistas italianos
comienzan a adoptar actitudes autocríticas con su programa jurisprudencial
de uso alternativo; explícitamente hacen crítica de la exagerada politización de
las decisiones judiciales. Esto implicaba unos usos instrumentales políticos del
288
Idem Supra, p.873.
289
Idem Supra, p.877.
290
María de Lourdes Souza, “Del uso alternativo del derecho al garantismo: una
evolución paradójica”, en Anuario de Filosofía del Derecho, Tomo XV, Madrid, 1998,
p.234.
291
Idem Supra.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 171
sistema legal que atentaban contra las garantías básicas establecidas en la Con-
stitución; esto aunado a debilidades teóricas de las tesis alternativistas.292
Vamos ahora a considerar los puntos paradigmáticos de coincidencia y
de divergencia entre una y otra teoría y práctica del Derecho. Souza nos recuer-
da el principal alegato alternativista: “el derecho es ante todo una forma política
que condensa la voluntad de los sectores dominantes en una sociedad”293; agre-
gan los alternativistas que el ordenamiento jurídico es incompleto, abierto, con
muchas lagunas, fisuras y grietas.
292
Cfr. Souza, “Del uso alternativo…”, Op. cit. págs.235.243.
293
Souza, “Del uso alternativo…”, Op. cit. p.243. En apoyo de eta afirmación la
autora a pie de página hace una larga cita de un texto de Accattatis, Senese y el mismísimo
Ferrajoli.
294
Idem Supra.
172 Jesús Antonio de la Torre Rangel
El garantismo trata de resignificar los mecanismos de garantías idea-
dos por la cultura legal-positivista, transformándolos en el principal
vector de garantía y realización de las normas constitucionales, es-
pecialmente en lo que se refiere a los derechos fundamentales. Esta
postura, tiene ciertas afinidades con la teoría alternativista, que ha
sido pionera en la defensa de la Constitución como punto de partida
y como punto de confluencia de toda y cualquier interpretación de
las normas jurídicas. Incluso se puede decir que la valorización de los
principios constitucionales como valor operativo y condicionante de
la legalidad es patrimonio de los alternativistas.295
Souza, sin embargo, considera esta similitud más virtual que real, por el
distinto modo en que una y otra teoría valoran los derechos constitucionales. El
uso alternativo del derecho toma los derechos constitucionales como instrumento
de desestabilización del orden vigente, y el garantismo, por el contrario, como
mecanismo de defensa, estabilización e integración del orden jurídico. Ese dis-
tinto modo de encarar los derechos fundamentales constitucionales se explica
por los contextos socio-jurídicos diversos en que se desarrolla una y otra teoría;
conflictivo, desigualitario y con prácticas autoritarias en el caso de los alterna-
tivistas (América Latina); en un contexto democrático más o menos igualitario
y justo, pero con tendencias regresivas, en el caso de los garantistas (Europa).
297
Cfr. Souza, Del uso alternativo… Op. cit. págs.249-250.
174 Jesús Antonio de la Torre Rangel
ca con una línea político-institucional representada por el socialismo.
Mientras el garantismo trata de desvincular y preservar la función
jurisdiccional de cualquier influencia politizante, incluso contra las
fuerzas democráticas mayoritarias, con el objetivo de frenar y corregir
los márgenes de desviación e ilegitimidad jurídicas que pueden incur-
rir tanto los sujetos políticos como sociales.298
El “juez gaucho” considera que los principios generales del derecho son la
reserva de la civilización “en la perspectiva de la utópica vida digna para to-
dos”304
Lo que propone Amilton Bueno de Carvalho para la interpretación que
se hace desde el uso alternativo del Derecho, en la que deriva de la aplicación de
una hermenéutica analógica. Lo que significa que la crítica de la radicalización
política hecha al uso alternativo del Derecho, puede ser salvada con la aplicación
de la hermenéutica analógica y teniendo en cuenta los principios básicos de
lo jurídico fundados en la plena dignidad humana de todos, base de todos los
derechos y criterio de justicia.
La interpretación jurídica no es sólo interpretación de normas, sino
también de hechos y actos humanos concretos que se relacionan con las nor-
mas; y de condiciones sociales, económicas, políticas y culturales, contexto de
esas normas, y de esos hechos y de esos actos. “Para el derecho ninguna reali-
dad es extraña porque todos los aspectos de la realidad tienen o pueden tener
relación con las personas humanas, que son el origen, la causa eficiente y los
destinatarios de las normas jurídicas”305 Además, esa realidad se nos presenta
con datos constantes, invariables, permanentes y con datos cambiantes, mu-
tables; en la realidad se da identidad en el cambio306; por lo que su conocimiento
requiere de una racionalidad analógica que dé razón de lo permanente y lo vari-
able.
A los hechos y actos concretos que se juzgan, sobre los cuales se va a
pronunciar el juez, se le va a aplicar el Derecho. No sólo la ley, sino integral-
303
Idem Supra.
304
Idem Supra.
305
Efraín González Morfín, Temas de Filosofía del Derecho, Ed. Universidad
Iberoamericana y Oxford, México, 1999, pág. 75.
306
Idem Supra, p. 78.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 177
mente el Derecho en toda su riqueza analógica, como ley, ciertamente, pero
también como derechos subjetivos y como justicia. Por lo que, si la norma es
hecha a un lado por preferir la justicia salvaguardando los derechos básicos, no
hay una sustitución del Derecho por la política, no se diluye el Derecho por la
aplicación de principios políticos, sino que se prefiere un derecho mejor, esto es el
principio de justicia a la norma. El derecho no se hace a un lado, sino que se le aplica;
no hay vacío al desplazar la ley, sino que aparece el propio Derecho, como derechos humanos
salvaguardados y como justicia.
Y, por último, la apelación a los principios generales del Derecho, es en buena
medida la convocación a la equidad que es el principio jurídico básico en cuanto
que aplicación de la justicia al caso concreto. Y, como hemos visto, junto con la
prudencia, se trata de dos virtudes analógicas en íntima relación con lo jurídico.
Pensamos, entonces, que la hermenéutica analógica, tanto como interpre-
tación del Derecho en un sentido integral; como visión de la realidad social con
sus datos fijos y cambiantes; con la aplicación del Derecho como ley, derechos
subjetivos y justicia; y con la equidad y la prudencia al juzgar; al aplicarse esa
hermenéutica analógica al uso alternativo del Derecho, evita los excesos de un uso
político indiscriminado.
¿Ha sido superado el uso alternativo del derecho por el garantismo? El garan-
tismo, con su “cambio de estrategia”, sustituye al uso alternativo del derecho?
O como cuestiona López Calera:
“¿Tiene sentido el uso alternativo del derecho a finales del siglo XX?”307
mejor ¿A principios del XXI?
Algunos consideran, como el propio López Calera que un “alternativis-
mo fuerte” sólo tiene sentido “cuando los derechos y libertades fundamentales
de amplias masas de población están seriamente cuestionadas”, en lugares “con
conflictos y desigualdades sociales muy graves”; pues de no ser así lo que cabe
es sólo un “uso alternativo razonable”, “que no cuestiona el principio de legalidad”
Nicolás López Calera “¿Ha muerto el uso alternativo del derecho?, en Claves de
307
308
Cfr. López Calera, “¿Ha muerto el uso alternativo del derecho?”, Op. cit. págs.32-
35.
309
Souza, “Del uso alternativo…”, Op. cit. p.252.
310
Idem Supra, p.249.
311
Jon Sobrino, Terremoto, terrorismo, barbarie y utopía, Ed. Trotta, Madrid, 2002,
p.176.
Gustavo Gutiérrez, “Una óptica teocéntrica”, en Páginas N° 177, Lima, octubre
312
de 2002, pág.7.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 179
Y agrega el teólogo peruano que esto configura un “campo hermenéu-
tico”; que él lo propone para la relectura del mensaje bíblico y seguimiento de
Jesús, y nosotros nos atrevemos a llevarlo al mundo del Derecho, a la juridici-
dad. Lo que significa que estamos proponiendo como clave de interpretación
del Derecho visto integralmente, de la juridicidad toda, “la muerte injusta y
prematura” de los pobres.
La propuesta de este “campo hermenéutico” —la muerte injusta y prema-
tura de los pobres—, está fundada en la provocación del otro y radicalmente del
inequívocamente otro, el prójimo por la justicia, por la eficacia histórica de sus
derechos. Del conocimiento de la realidad sabemos, que no existen las posibi-
lidades y condiciones de vida digna para todos, lo que origina esa muerte injusta
y prematura para muchos.
Al incorporarse este “campo hermenéutico” a la interpretación del
Derecho, lo jurídico adquiere otra dimensión, se ve distinto. Se trata de una
hermenéutica analéctica313, esto es la hermenéutica analógica llevada a la dimensión
del inequívocamente otro, del prójimo como víctima concreto de la injusticia,
como necesitado. Aquí está la racionalidad del uso alternativo del derecho.
El uso alternativo del derecho, en cuando que haga uso de la hermenéu-
tica analógica, su interpretación jurídica no será la de la univocidad de la ley
por la ley misma, pero tampoco interpretará equívocamente, en el todo se vale.
Hará uso de las dos virtudes analógicas ligadas al derecho, la equidad y la pru-
dencia, considerando siempre el criterio analéctico de que el Derecho no puede
permitir e incluso debe poner remedio a la muerte injusta y prematura de los
pobres.
313
Cfr. Dussel, Filosofía de la Liberación. Ed. Edicol. México, 1977.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 181
CAPÍTULO VII
NOTAS SOBRE EL PLURALISMO JURÍDICO: LA
REAPROPIACIÓN DEL PODER NORMATIVO
314
Dussel. Para una Ética de la Liberación Latinoamericana. Op. Cit. p. 66.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 183
1.2. Organización alternativa: propiedad comunitaria.
316
Barcellona y Cotturri. Op. Cit. p. 46.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 185
3. Por un paradigma del Derecho que de cuenta del plural-
ismo jurídico.
317
Antonio Carlos Wolkmer. “Pluralismo jurídico, movimientos sociales y prácticas
alternativas”, en El Otro Derecho 7. Ed. Temis e ILSA. Bogotá, enero de 1991. p. 33.
318
Idem Supra. p. 39.
319
Idem Supra. p. 32.
320
Wolkmer. “Direito Comunitario...” Op. Cit. p. 129.
186 Jesús Antonio de la Torre Rangel
múltiple y heterogéneo.
Tenemos pues, que el uso alternativo del Derecho, dentro de las mis-
mas organizaciones populares, puede generar un derecho nuevo, alternativo del
vigente, que apunte a una reorganización de la misma sociedad política.
Un derecho plural, distinto del Derecho del Estado, que no sea justo,
estrictamente no es Derecho. Sólo reconocemos el pluralismo jurídico en cu-
anto que busca la justicia.
Ese derecho que nace del pueblo debe ser el Derecho del futuro. Como
explican Tigar y Levy “las normas de hoy se generaron en luchas sociales rev-
olucionarias de una clase cuyos intereses sirven”322; de esa misma manera el
pueblo explotado, hoy, va generando el Derecho que regirá en el advenimiento
de una nueva sociedad que será parida por la lucha organizada de ese mismo
pueblo. Será el momento en que se pueda hablar de legalidad de la justicia.
321
Idem Supra. p. 128.
322
Tigar y Levy. Op. Cit. p. 11.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 187
CAPÍTULO VIII
NECESIDAD DE PROFESIONALES
DEL DERECHO CON ÉTICA HISTÓRICA
323
Manuel Scorza, Historia de Garabombo el Invisible Ed. Planeta. Barcelona, 1972,
pág. 224.
188 Jesús Antonio de la Torre Rangel
oportunidades para todos los hombres”.324
El “mea culpa” de los juristas reunidos en Dakart es muy sintomático.
Deja fuera de toda duda el hecho de que los abogados estamos aliados al poder-
oso. Fuera defensas y pretextos, hemos quedado confesos con las declaraciones
de Dakart.
Pero dejemos el extremo que constituye el “derramar sangre” y las de-
claraciones de los congresos internacionales. Veamos el reclamo concreto que
un grupo de obreros le hacían a una compañera: “Los estudiantes hablan muy
bonito, pero al terminar la carrera sólo se dedican a hacer dinero... no com-
parten sus conocimientos ni luchan con nosotros los pobres”.
La profesión se ha entendido como un privilegio exclusivo que otorga
derechos especiales. Algo así como una patente. Como una serie de conocimien-
tos adquiridos “quemándose las pestañas”; que deben dar para vivir “bien” y
gozar de prestigio social.
Pues bien, todo lo que he expresado sobre la necesidad y el sentido del
uso del Derecho al servicio de las clases dominadas requiere de profesionales
que hagan a un lado el individualismo de la educación profesional y se hagan
solidarios con las luchas y la causa de los oprimidos.
En otras palabras, se requiere de profesionales con una ética histórica.
No de una moral que se quede dentro de los planteamientos clásicos, es decir
ser “honrados”, porque ese simple hecho nos hace ser “buenos” cómplices
del sistema. Debe ser una ética que, después de una reflexión sobre la realidad
histórico-social que vivimos, nos comprometa a transformarla buscando la au-
téntica justicia. Como escribe Dussel, la conciencia ética es “la capacidad que
se tiene de escuchar la voz del otro, palabra transontológica que irrumpe desde
más allá del sistema vigente”325
Las circunstancias histórico-concretas obligan a acciones éticas concre-
tas de acuerdo con esas circunstancias, y desde la perspectiva del oprimido que
interpela con su llamado. Juan Carlos Scannone escribe: “¿Desde dónde surge
esa interpretación y ese llamado? Ya lo dijimos: surgen desde los pobres. Ellos
cuestionan éticamente con su pobreza y opresión al mundo de la dominación
y lucro del que son la excrescencia marginal y marginada, y convocan a trabajar
324
Varios Autores: Progreso Técnico y Liberación. Encuentro Latinoamericano de
Profesionistas. Ed. Jus. México, 1974. pág. 357.
325
Enrique Dussel, Filosofía de la Liberación. Op.Cit., pág. 68.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 189
por un mundo más justo y más humano” 326
326
Juan Carlos Scannone, Teología de la Liberación y Praxis Popular. Ed. Sígueme.
Salamanca, 1976. pág. 241.
327
Barcellona y Cotturri. Op. Cit.. pág. 209.
El Derecho como arma de liberación en América Latina 191
ANEXO
Grupo de Trabajo Derecho y Emancipación Social
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
(CLACSO)
Síntesis Programática*
*
Basado en el encuentro fundacional del grupo, celebrado en la Universidad de
Guadalajara, diciembre 1-3, 2005.
192 Jesús Antonio de la Torre Rangel
ñales alentadoras para esta tarea de lucha jurídica por los derechos a la igualdad,
las diferencias y la participación democrática. Contra la visión hegemónica del
derecho, este pensamiento y esta práctica parten de la convicción de la primacía
de la dignidad humana sobre el mercado, el respeto a las diferencias culturales
y la defensa de una visión económica y política capaz de promover nexos inter-
culturales y solidarios entre los pueblos de América Latina y del mundo.
Métodos y estrategias
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Rodríguez
EL DERECHO COMO ARMA DE LIBERACIÓN
EN AMÉRICA LATINA. SOCIOLOGÍA JURÍDICA
Y USO ALTERNATIVO DEL DERECHO, de Jesús
Antonio de la Torre Rangel, se terminó de imprimir en
San Luis Potosí, el mes de mayo de 2006. Se imprimió
en los talleres de TGráfico, y consta de 1,000 ejemplares
más sobrantes de reposición.