Guy Fussy Direccion Gritadero

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 43

Dirección Gritadero

De Guy Foissy
Traducción de Ilya Cazés S.

Mujer 1

Mujer 2

Mujer 3

ESPACIO

La calle… Una parada de autobús.

SEÑORA 1: Voy a gritar. ¡Siento que voy a gritar! Se me está


subiendo…

SEÑORA 2: Por favor, ¡aquí no! ¡Contrólese!

SEÑORA 1: ¡Se me está subiendo!


SEÑORA 2: Pues haga que se le baje.

SEÑORA 1: Es fácil decirlo. Difícil hacerlo.

SEÑORA 2: ¿Y cómo hago yo?

SEÑORA 1: Usted es más grande, es normal.

SEÑORA 2: La edad no tiene nada que ver con este asunto.

SEÑORA 1: Claro que sí. Entre más viejo se es, menos se grita.

SEÑORA 2: Falso. Absolutamente falso. Cuando yo era joven gritaba


menos. Entre más viejo se es, más se grita. Esa es la verdad. Puedo
aceptar que con el paso del tiempo se le va quebrando a una la voz; pero
eso no le impide a una gritar. Al contrario.

SEÑORA 1: ¿Entonces de qué le sirve gritar si no se le escucha?

SEÑORA 3: ¡Quiere callarse!

SEÑORA 2: La señora tiene razón. Debería usted callarse. (Se corrige).


Quiero decir ¡guardar silencio!

SEÑORA 1: Ya quisiera verla.

SEÑORA 2: ¡Pues en esas ando! ¡En esas andamos! (A la señora 3).


¿Verdad, señora, que en esas andamos? ¿Verdad que…? Ay… Ya no
está, está como ida, o sorda.

SEÑORA 1: La gente, entre más fuerte grita, más sorda está.

SEÑORA 2: Discúlpeme pero es al revés…Entre más sorda está, más


fuerte grita.

SEÑORA 1: Es como la masturbación, entre más sordos…

SEÑORA 2: No, ahí sí que es al revés. Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 1: Con usted, todo es siempre al revés.

SEÑORA 3: ¡Quiere callarse!

SEÑORA 2: (A la señora 1). ¡Quiere callarse!

SEÑORA 3: ¡Usted también!

SEÑORA 2: ¡Yo también! (Se corrige). ¡Ah, no! Si ahora encima nos
van a prohibir que hablemos, se va a poner bueno. 2
SEÑORA 1: De todas maneras, si no llega, yo grito. Esto es insoportable.
Hace horas que estamos esperando. Horas enteras.

SEÑORA 2: (A la señora 3.) Señora, usted estaba aquí antes que


nosotras. ¿Hace cuánto espera usted? ¿Antes que nosotras? (La señora 3
no contesta). Esto es escandaloso. ¿No le parece escandaloso? ¡Nada
funciona! ¡Nada funciona o todo funciona al revés! Una se pregunta para
qué sirve el progreso, si sólo sirve para que le den a una ganas de gritar.
¡Es la mierda! ¡En una palabra, la mierda! ¡Una mierdota! ¡Un montón de
mierda! El mundo se ha convertido en un Everest de mierda…

SEÑORA 3: Sí, sí, ya entendimos.

SEÑORA 2: Irrespirable

SEÑORA 1: Por eso se nos impide gritar. ¡Si no, sería un escándalo de
aquellos!

SEÑORA 2: ¿Llevaba mucho tiempo aquí, antes de que llegáramos


nosotras?... Yúju… ¿Llevaba mucho tiempo aquí, antes de nosotras?

SEÑORA 3: No tengo ni idea.

SEÑORA 2: Ah, caray… ¡Qué raro! Yo, cuando espero, siempre sé


cuánto tiempo llevo esperando. Es lo mejor. ¿Usted no? ¿Usted no?

SEÑORA 1: Tal vez se descompuso, o chocó. Normalmente no se tarda


tanto.

SEÑORA 2: ¡Normalmente, normalmente! Ya no hay nada normal, todo


está cambiando todo el tiempo, ya no hay tiempo para acostumbrarse.
Además, los autobuses nunca se descomponen ni chocan:
estadísticamente.

SEÑORA 3: ¡Y a usted que más le da saber cuánto tiempo llevamos aquí,


Dirección Gritadero Guy Foissy

puesto que estamos aquí, o cuánto tiempo llevamos esperando, puesto


que estamos esperando? ¿Para qué?

SEÑORA 2: ¡De veras!

SEÑORA 1: Si de algo sirve, yo sé que después de un rato reviento. Y si


no tengo idea de cuánto tiempo hace que espero, ¿cómo quieren que sepa
cuándo voy a reventar? Y cuando reviento, grito. ¡Chaz!
3
SEÑORA 2: A mí me pasa al revés. Cuando grito, reviento. ¡¡Cuarrrr!!

SEÑORA 3: Yo, cuando espero, cuando sé que estoy esperando, porque


cuando una no sabe que espera, entonces es distinto…

SEÑORA 2: ¿Ah sí?

SEÑORA 3: Sí. En ese caso, no grito, puesto que estoy esperando.

SEÑORA 2: A mí me pasa al revés…

SEÑORA 1: (Interrumpiendo). A mí también. Me desespera esperar.

SEÑORA 3: Cuando se espera, se está haciendo algo. Más bien dan


ganas de gritar cuando una no está haciendo nada.

SEÑORA 2: En eso no se está totalmente equivocada, yo misma me he


dado cuenta…

SEÑORA 3: (Continua, interrumpiéndola). Siempre y cuando una se


concentre en la espera, fundiéndose con ella, volviéndose cuerpo y alma
con la espera, entregándose a ella, sumergiéndose en ella. La espera por
sumersión total. Si una se distrae, se fregó. Por ejemplo, si se pone una a
chismorrear como cotorra, entonces sí dan ganas de gritar. Si se espera,
pues no.

SEÑORA 2: ¿Puedo hacerle una pregunta?

SEÑORA 3: No.

SEÑORA 2: Discúlpeme, señora, pero eso es falta de educación. Se


deben de escuchar las preguntas que la gente le hace a una, aunque no se
conteste.

SEÑORA 1: ¡Ya está! ¡Me vuelve esta cosa! Si este camión no pasa en
diez minutos, me voy a poner a gritar. ¿Tiene reloj? El mío se rompió. Es Dirección Gritadero Guy Foissy

para saber, por lo de los diez minutos.

SEÑORA 3: Lo que hay que hacer, cuando se espera, es esperar;


totalmente. Callarse. Convertirse una misma en un bloque de espera. Una
roca de espera. Inmóvil. Silenciosa. Majestuosa. Que nada distraiga al
espíritu de la espera. Y cuando llega el autobús, entonces una respira
hondo, hace como puede para entrar y sentarse, se concentra en la espera

4
del trayecto, luego vuelve a respirar profundo, se baja, y después libera
su grito. Justo en el momento adecuado. No antes.

SEÑORA 2: Ya me está dando también. Se me sube no sé qué cosa. Creo


que voy a gritar…

SEÑORA 1: Si usted grita, entonces yo también.

SEÑORA 3: ¡Se van a callar, o qué!

SEÑORA 1: ¿Y a usted? ¿No se le sube nada?

SEÑORA 3: A mí también se me sube algo, pero no pienso en eso,


pienso en la espera. ¡Bueno, lo intento! Con ustedes no es fácil, van a
acabar por contagiarme sus ganas de gritar. ¡Pero ya cállense! ¡Cállense
pues! No se salva una de éstas más que con el silencio y el vacío interior.

SEÑORA 2: Lo que yo le iba a preguntar…

SEÑORA 3: Ni una palabra. Ni un pensamiento siquiera. Nada más que


la espera y el vació. Entonces, cuando llega el grito, como una masa de
carne viva, el silencio lo impresiona, y el vacío le da vértigo, entonces el
grito retrocede. Inténtelo… Es como adoptarlo.

SEÑORA 2: Un punto de vista espiritual.

SEÑORA 1: Si es un punto de vista espiritual…

SEÑORA 3: Shhht…

Las tres quedan en silencio concentradas unos instantes, y…

SEÑORA 1: (A la señora 2 en voz baja). Señora… Señora… ¿Puedo


permitirme…?
Dirección Gritadero Guy Foissy
La señora 3 cierra los ojos y los puños aún más fuertes.

SEÑORA 2: (Ídem). Se lo ruego…

SEÑORA 1: (Id). Su grito…

SEÑORA 2: (Id). ¿Sí?, ¿Mí grito?

SEÑORA 1: (Id). ¿Cómo es, su grito?

SEÑORA 2: (Id). ¿Cómo qué como es mi grito?


5
SEÑORA 1: (Id). Sí, ¿qué intensidad?

SEÑORA 2: (Id). ¿Decibeles? No sé, nunca lo han medido.

SEÑORA 1: (Id). Quiero decir: agudo, grave, ronco, desgarrador. El mío


parece ser un grito de angustia. Terrible. Un grito terrible de angustia. Es
lo que me han dicho.

SEÑORA 2: (Id). Yo no sé. A mí simplemente me han dicho que es un


grito que pone los pelos de punta.

SEÑORA 1: (Id). Yo grabé el mío, y lo escuché y re escuché, y cada vez


me da escalofríos en la espalda. ¿Usted ya grabó el suyo?

SEÑORA 2: (Id). No.

SEÑORA 1: (Id). ¿No se atreve?

SEÑORA 2: (Id). Mi grabadora está descompuesta.

SEÑORA 1: ¿Y no la ha mandado a componer? Yo no podría vivir sin


escucharme.

SEÑORA 2: (Id). Quería hacerlo, pero usted sabe lo que es que haya
cosas que una quiere hacer, y luego pasa el tiempo, y no las hace, y luego
piensa una en otras cosas que hay que hacer, que se hacen o que no se
hacen.

SEÑORA 1: (Id). Igualito que yo, sólo que yo, además, muy seguido no
pienso en nada.

SEÑORA 3: ¡Voy gritar! ¡Cuidado, que voy a gritar! ¡Grito! ¡¡Grito!!

SEÑORA 2: ¡Cállese ya!

SEÑORA 1: ¡Aguántese!
Dirección Gritadero Guy Foissy
SEÑORA 2: ¡Cálmese!

SEÑORA 1: ¡Apriete los dientes! ¡Cierre los puños!

SEÑORA 2: ¡Contrólese!

SEÑORA 1: ¡Esto se va a poner mal!

SEÑORA 2: ¡Usted misma lo dijo!

La controlan.
6
SEÑORA 1: Yo tengo una amiga, bueno, digamos, conocida, nunca
hemos cruzado palabra, pero si nos habláramos nos hubiéramos hecho
grandes amigas, bueno, ella se iba a gritar en la cabina de larga distancia,
allá abajo.

SEÑORA 2: ¿A quién?

SEÑORA 1: A nadie. La regresaron a la frontera.

SEÑORA 2: ¿Era extranjera?

SEÑORA 1: No precisamente.

SEÑORA 2: ¿Entonces, a qué frontera?

SEÑORA 1: La más cercana.

SEÑORA 2: Qué historia…

SEÑORA 1: ¿Verdad?

SEÑORA 2: (A la señora 3). ¿Cómo era el grito que iba usted a dar?

SEÑORA 3: ¿Conoce usted gritos que no sean de odio?

SEÑORA 2: Oh, sí, montonales… Gritos de dolor, Gritos de susto…

SEÑORA 3: Llamadas de auxilio. Lo mío son casi siempre llamadas de


auxilio.

SEÑORA 2: Gritos de placer… Claro… Pero… Hay que decir las cosas
como son, ya no son como antes. Cuando yo era joven, los hombres se la
pasaban brincándome encima, ¡¡Cruarrr!! Hoy: ¡mangos! Son todos unos
flojos.

SEÑORA 3: (Gritos de odio, gritos de hienas). ¿Los escuchan? Digo, a


veces, ¿Los escuchan? ¿Cómo creen ustedes que sea por allá? ¡Mil gritos Dirección Gritadero Guy Foissy
de odio que suben hasta el cielo!

SEÑORA 2: También gritos de desesperanza.

SEÑORA 3: ¿Cómo quieren que no se grite, que no se aúlle frente…


frente a todo esto… frente a toda esta… esta…?

SEÑORA 2: Toda esta mierda.

SEÑORA 1: ¡Gritar, sí, pero no donde sea! Aquí no. Está prohibido.
7
SEÑORA 2: Si la gente se pusiera a gritar en cualquier parte, sería
insoportable.

SEÑORA 3: ¿Y qué es soportable? ¿Qué es lo a usted le parece que


todavía sea soportable?

SEÑORA 2: ¿Qué no se da cuenta? En la calle, en el café, en la oficina,


en la casa, en la casa de usted, en mi casa, con el peligro de despertar a
todo el mundo, ¡hasta en el baño! ¡La gente se volvería loca!....

SEÑORA 3: Ya lo está. A ver, enséñeme sólo a una persona que no


parezca andar mal de la cabeza, y le doy la razón.

SEÑORA 2: Yo conozco algunos que andan mal de las patas.

SEÑORA 1: A mí me parece muy bien…

SEÑORA 3: Qué poco exigente…

SEÑORA 1: A mí me parece muy bien que se hayan inventado los


gritaderos. ¿Algo anda mal? ¿Tiene usted ganas de gritar? ¡Zaz! Toma
uno el autobús directo y ¡Zaz! Llega al gritadero, y ¡zaz!, las cosas se
componen un poco, puede una regresar a su casa.

SEÑORA 2: Una se da cuenta que no es la única con ganas de gritar. Eso


tranquiliza. Cuando no se está sola, en su caso, da tranquilidad. Ya lo
había notado. Si estuviera yo sola esperando, ahí sí… qué pánico, Dios
mío… esperando.

SEÑORA 1: Pero ¿Qué pasa con ese autobús? ¡No podemos seguir
aguantando! ¡Yo ya no puedo aguantar! ¡Voy a explotar! ¡Exploto!
¡Estoy apunto!...

SEÑORA 3: ¿Quiere callarse? No pensará empezar otra vez.


Dirección Gritadero Guy Foissy
SEÑORA 1: ¡Qué bien le queda el papel de moralina! ¡Hace rato, era
usted la que estaba punto de gritar!

SEÑORA 3: Cuando espero sola, nunca grito.

SEÑORA 1: De cualquier manera, si algo consuela, es gritar. Después, se


siente una mejor…

8
SEÑORA 3: Esa sensación de vergüenza, cuando sale una, cuando
regresa, con los nervios hechos… Después de haber jugado su juego,
después de haber aceptado todo esto… ¿Le pasa igual?

SEÑORA 1: ¿Pero cuál vergüenza? No hay por qué tener vergüenza si


todo el mundo hace lo mismo.

SEÑORA 2: Eso me tranquiliza.

SEÑORA 1: Debe dar vergüenza cuando no se hace lo que todo el


mundo hace.

SEÑORA 2: (Pegando un grito). ¡Ahí!

SEÑORA 1: (Gritando, sobresaltada). Ah, Dios mío…

SEÑORA 2: ¡Un autobús, Un autobús! ¡Ahí! ¡Ahí viene!

SEÑORA 1: ¿Dónde?

SEÑORA 2: ¡Pues ahí! ¿Está usted ciega, o qué?

SEÑORA 1: No lo veo.

SEÑORA 2: Pasó de largo. ¿Pero qué sucede hoy? ¿Qué es toda esta
mierda? ¡Esto es todavía más caótico que los demás días! Ahora resulta
que los autobuses se pasan de largo. ¿No podía ocurrírseles algo mejor?

SEÑORA 1: Yo no vi nada.

SEÑORA 3: No era un autobús, era una carroza fúnebre.

SEÑORA 1: ¡Qué bueno que no hizo la parada! ¿Qué hubiéramos hecho?

SEÑORA 3: Los autobuses son verde oscuro, las carrozas son negro
claro.

SEÑORA 2: Sí, se pueden confundir. Conozco a alguien que se Dirección Gritadero Guy Foissy

confundió. Y pensar que me pudo haber pasado a mí.

SEÑORA 1: Las carrozas van mucho más rápido que los autobuses, y no
se detienen en las paradas, para muestra basta un botón.

SEÑORA 3: (Violentamente). ¿Cómo puede estar segura de ser igual


que los demás? ¿Cómo sabe qué hace lo mismo que los demás, si ni
siquiera sabe lo que los demás hacen, si nos encierran en cuartitos
acolchonados, aislados? 9
SEÑORA 1: Pues sí. Cuando llegamos, estamos todos ahí, juntitos.
Todos nos formamos juntos, esperamos nuestro turno, juntos, nos
apretujamos, nos confinamos, juntos, ahogamos juntos el grito que quiere
salir de cada uno. Cuando uno revienta, lo sacan de la fila, le dan de
trancazos hasta dejarlo inconsciente, y se lo llevan. Se entiende, porque
está prohibido. Ya cuando salimos, nos reencontramos con los demás,
juntos, estamos relajados, platicamos, reímos, regresamos y esperamos a
que todo vuelva a empezar. Yo me siento como todo el mundo.

SEÑORA 3: ¿Y qué sabe usted de lo que hacen los demás en sus celdas?

SEÑORA 1: Lo mismo que una…

SEÑORA 2: Exactamente…

SEÑORA 3: ¿Y qué idea puede tener usted de lo que gritan aquellos en


su soledad acolchonada? ¿Qué sabe usted de lo que les pasa a ellos en su
necesidad imperativa de emerger, de estallar?

SEÑORA 2: La señora es una intelectual. Luego, luego me di cuenta de


que la señora era una intelectual. La señora se hace preguntas. Nunca hay
que preguntarse nada. Dan aún más ganas de gritar. Lo que es, como es.

SEÑORA 1: Siempre lo he dicho.

SEÑORA 2: ¿Mañana será otro día? Pues mañana será otro día. Vamos
el gritadero, y todo se pondrá mejor. Si encima tuviéramos que hacernos
preguntas, ¿Se imagina? ¡Qué mierda!

SEÑORA 1: Todos somos iguales. Todos. Si todo el mundo hace lo


mismo, es que está bien. Si no, no haríamos lo que hacemos.

SEÑORA 2: ¡Ah! ¿Y eso?

SEÑORA 1: ¿Eso, qué?


Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 2: No me diga que eso que viene allí es una carroza. Si no es


un autobús, yo ya no entiendo nada.

SEÑORA 1: ¡Al fin, al fin! Vamos a poder irnos. Gracias, Señora…

SEÑORA 3: No es ni una carroza ni un autobús. Es el camión de la


basura.

SEÑORA 2: ¡Qué desesperante es usted! 10


SEÑORA 1: No habrán reemplazado los autobuses por carrozas o por
camiones de basura, ¿o sí?

SEÑORA 2: Son capaces de todo. Pero les advierto que yo no me voy a


subir a un camión de basura, y menos atrás.

SEÑORA 1: Yo aceptaría lo que fuera, con tal de llegar allá.

SEÑORA 2: (A la señora 3). ¿Y usted?

SEÑORA 3: (Burlona). ¡Podríamos ir a pie! ¡Podríamos ponernos a


correr detrás del camión de la basura! ¡Haciendo Jogging!

SEÑORA 2: Esa sí que es buena idea. Cada una correría una tercera parte
del trayecto, para cansarnos menos, y… ¿Pero qué estoy diciendo?

SEÑORA 1: (Con enojo y angustia). ¿Y eso qué es? ¿Qué dice ahí? Ahí,
arriba, para que todo el mundo lo pueda ver. ¡Parada no obligatoria!
¿Parada de qué? Seguramente no de carrozas, ni de camiones de la
basura, sino parada de autobuses, ¡por supuesto!.... y allá, ¿Qué dice allá?
Haga la parada al chofer. ¿Al chofer de qué? Seguramente no de
carrozas, ni de camiones de basura, sino al chofer de autobuses, ¡por
supuesto! Cuando dice que se tiene que pedir la parada en una parada de
autobús, es que el autobús se detiene solo sí se le hacen señas, por
supuesto, ¡siempre ha sido así y siempre será así! Y acá, ¿qué dice acá?
¡Dirección Gritadero! ¿Y quién va al Gritadero? ¡No las carrozas, ni los
camiones de basura! ¡Los autobuses!

SEÑORA 3: ¿Quién podría prever…?

SEÑORA 1: No hay motivo para que todo eso cambie…

SEÑORA 3: Prever mañana…

SEÑORA 1: (Casi gritando). ¡Los autobuses se paran frente a las paradas


Dirección Gritadero Guy Foissy

de autobús! ¡Los camiones de basura frente a los basureros, y las carrozas


frente a los panteones! ¡Mientras no se suprima la parada, es que hay
parada! ¡Usted se la pasa enredándonos con sus historias, ya empieza a
colmarnos la paciencia!

SEÑORA 2: No hable tan fuerte, ¡van a pensar que está gritando!

11
SEÑORA 1: Yo soy como todo el mundo. Siempre he sido como todo el
mundo, y siempre seré como todo el mundo. Aunque el mundo cambie.

SEÑORA 2: ¡Qué gran descubrimiento! Todo el mundo es como todo el


mundo y viceversa. ¡Usted, en cambio, de veras que no es una
intelectual! ¡Titulada, si a acaso, pero de escuela primaria, con esa forma
de razonar!

SEÑORA 3: Nadie es como nadie.

SEÑORA 1: ¡Ya lo complicó todo! ¿No le parece que siempre complica


todo?

SEÑORA 2: Porque es una intelectual. Yo, que soy una mujer sencilla,
me he dado cuenta de que…

SEÑORA 3: (Interrumpiendo). Yo no complico nada. Una tiene derecho


a razonar, aunque sea poquito…

SEÑORA 1: Pues si cuando yo digo que soy como todo el mundo, y que
la señora dice que todo el mundo es como todo el mundo y que usted dice
que nadie es como nadie, si no le llama a eso complicar las cosas, a mí
me gustaría saber que entiende entonces por complicar las cosas.
Además, ¡Ya están bastante complicadas como están, las cosas! A esta
señora, si sigue jodiendo como hasta ahora, yo le propongo que le demos
un poco de gusto. ¡La mandamos, no por un tubo, sino a la chingada!
¡Pfut! ¡Y gritando!

SEÑORA 2: Ad patres.

SEÑORA 1: A donde usted quiera.

SEÑORA 3: ¡Esto sí que es increíble! No solo son ustedes las que con su
cotorreo me impiden esperar como un bloque de espera, no sólo son
Dirección Gritadero Guy Foissy

ustedes las que tiene una lengua retorcida y cochambrosa, ¡sino que
además se supone que es a mí a la que habría que castigar!

SEÑORA 1: Usted es la que dice cosas complicadas, no yo.

SEÑORA 3: Si no me estuviera usted hablando, no tendría por qué


contestarle.

12
SEÑORA 2: Se puede hablar civilizadamente, por lo menos, sin
propasarse.

SEÑORA 3: ¿Soy yo la que se propasa? ¡A ver, repítamelo, por favor!

SEÑORA 2: Sí, usted es la que se propasa, y la otra idiota también.

SEÑORA 3: ¡Já!

SEÑORA 1: ¿Cómo que la otra idiota? ¿Cuál otra idiota? ¿Dónde está la
otra idiota? ¿Yo soy la otra idiota?

SEÑORA 2: ¿Quién, si no?

SEÑORA 3: Yo no, en todo caso.

SEÑORA 1: Tenga cuidado, porque vengo armada. Y cuando se me


ponen los nervios de punta, no respondo. Y recuérdelo bien: un idiota
armado, ya no es precisamente un idiota. ¡A buen entendedor pocas
palabras!

SEÑORA 2: Yo también vengo armada, qué se creía…

SEÑORA 1: ¿Porta usted arma?

SEÑORA 2: Desde luego.

SEÑORA 1: Entonces de nada sirve enojarse.

SEÑORA 2: Iba yo a decírselo.

SEÑORA 1: (A la señora 3). ¿Y usted, trae arma?

SEÑORA 3: Jamás.

SEÑORA 2: Qué interesante…

SEÑORA 1: Nunca hace las cosas como los demás. Esa vieja está
pirada.
Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 3: Deje de decirme “esta vieja”. Son los hombres, los que les
dicen viejas a las viejas, ¡si las viejas se empiezan a llamar viejas entre sí,
imagínese a dónde vamos a parar!

SEÑORA 1: (A la señora 2). ¿Ya ve usted cómo dice cosas complicadas?


Conste que no soy la que inventa.

13
SEÑORA 2: ¿Por qué no trae usted un arma consigo? ¿No tiene dinero
para comprarla?

SEÑORA 3: Bien sabe usted que a las mujeres nos las dan gratis, a las
ancianas, a las jóvenes inocentes, a los jóvenes encantadores, a los
cobradores, a los guaruras, a los vendedores…

SEÑORA 2: Sí, ya sabemos. Los agresores son los únicos a los que no se
les dan armas gratis. Ellos tienen que comprarlas, ahí es donde se les
reconoce.

SEÑORA 1: No solo en eso, sino también porque agreden.

SEÑORA 2: ¿No me contesta? ¿Por qué no trae usted arma? Todo el


mundo tiene. En estos tiempos, es una locura no estar armada.

SEÑORA 1: Con tal de no hacer lo que los demás. Esta vieja me emputa.
Ahora entiendo por qué recomiendan tanto no hablar en público.

SEÑORA 3: Por dos razones…

SEÑORA 1: ¡Y va de nuez!... Siempre complicando… ¡No le basta con


las anteriores!

SEÑORA 3: Primero porque no tengo miedo…

SEÑORA 1 Y SEÑORA 2: (Consternadas). ¿Usted?...

SEÑORA 3: Segunda, porque me daría demasiado miedo…

SEÑORA 1 Y SEÑORA 2: (Reconfortadas.) Ah…

SEÑORA 3: (Prosiguiendo)… matar a alguien en un gesto de


impaciencia, descontrolado. Prefiero tener que ir más seguido al
Gritadero.

SEÑORA 2: ¿Qué tiene que ver?


Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 3: Entre más se grita, menos se mata.

SEÑORA 2: O al revés.

SEÑORA 1: ¿Quiere que le diga algo? No solamente nos topamos con


una vieja chinga quedito, sino además, con una vieja chinga quedito
filósofa.

14
SEÑORA 2: Normalmente va junto con pegado. Entonces, si entiendo
bien, ¿Se la pasa usted en el gritadero?

SEÑORA 3: Me basta con dos o tres veces al día…

SEÑORA 1: Ya decía yo… Yo sólo voy una vez al día, es lo más sano
para conservar el equilibrio. La señora quizás siga un tratamiento. A mí
me contaron de una vieja que bueno, para curarla, la encerraron durante
quince días en la celda acolchonada. Cuando salió, ya no podía gritar, ya
no tenía voz, tenía las cuerdas vocales como tripas de cabra.

SEÑORA 2: Dos veces al día… No sabía que se pudiera. Creía que las
mañanas estaban reservadas para los hombres.

SEÑORA 3: Depende de la hora.

SEÑORA 2: Pero, entonces, ¿a qué se dedica usted? ¡Dos veces al día!


¡Y yo que a duras penas alcanzo a ir, no me alcanza el tiempo, no puedo
dedicarme ni un minuto a mí misma!

SEÑORA 1: Igual que yo. Ni un segundo. Tanto acelere, ir y venir, el


tráfico, el bullicio, el vértigo de la vida, en fin, usted sabe a qué me
refiero.

SEÑORA 2: Díganos, díganos, cuando hablamos el tiempo se va más


rápido. Supongo que se levanta por las mañanas…

SEÑORA 3: Sí, y salgo. Como todo el mundo.

SEÑORA 1: ¡Vaya! ¡Al menos hace algo como todo el mundo! ¡Un
punto a su favor! Hay que ver de lo que una puede enterarse cuando se
retrasa el autobús. Increíble…

SEÑORA 3: Compro el periódico, leo los anuncios clasificados, presento


mi solicitud en aquellos que me parece que me van mejor. Después de
Dirección Gritadero Guy Foissy

hacer fila me reciben, o no, me dicen que estoy demasiado joven, o


demasiado vieja, o demasiado mujer, o no lo suficiente, o demasiado
sexy, o no lo suficiente, o demasiado educada, o no lo suficiente, o muy
grande, o muy pequeña o no lo suficiente, o muy gorda o muy flaca, o
muy aquello o muy lo otro, o muy lo de más allá, que deje mis datos y
que luego me escriben si se les pega la gana. Y me señalan la puerta
gritando ¡¡La que sigue!! Cuando me doy cuenta estoy otra vez en la 15
calle. Sola. Ya no hay nadie en ningún lado, sólo sombras que me
empujan aquí y allá. Me dan ganas de disparar, pero como no tengo
arma, entonces todo se convierte en unas ganas enloquecidas de gritar,
¡gritar tan fuerte como la explosión de una bomba! Entonces tomo el
autobús verde, voy para allá, hago fila, hasta que me abren la puerta de
una celda. Y ahí sí que me pongo a disparar ráfagas de palabras, como si
tuviera todas las armas de la Tierra…. Generalmente, para mediodía, ya
estoy de vuelta en casa.

SEÑORA 1: ¿Desempleada? No me extraña es desempleada…

SEÑORA 2: Pero por favor, si ya no hay desempleados, no hay más que


¡Ciudadanos en Cese Temporal de Actividades Remuneradas!, no quedan
más que CCTAR…

SEÑORA 1: Si hasta me acuerdo del chiste aquél: ¡Se-se tarda ta-ta-


tanto!

SEÑORA 2: (Reprobando el chiste). Sí, bueno, pues…

Señora 3: Por la tarde voy a la Agencia Nacional de Vida a presentar mi


tarjeta de vida. Les explico a dónde fui a entregar solicitudes por la
mañana, por lo menos a dos lugares, entonces hacen unos agujeritos en
mi tarjeta, me dan mi pensión, me sugieren que siga insistiendo, que no
me deje vencer si quiero salir adelante, que no hay peor lucha que la que
no se hace, que siempre ganan los mejores y siempre son los cobardes los
que pierden. Otra vez en la calle, sola, me encuentro en el desierto, las
grandes extensiones de arena, me dan ganas de disparar, vuelvo a tomar
el autobús…. Es cosa de todos los días… Luego regreso. Por las noches
viene lo más difícil, lo más trágico. Pero una termina siempre
durmiéndose, con esas pastillas, después de ver las imágenes donde una Dirección Gritadero Guy Foissy

sale gritando, disparando a diestra y siniestra.

SEÑORA 2: Qué vida, sin ton ni son. Yo no podría, qué horror. Vacía,
vacía como… como una casa sin muebles, o un coche sin volante.

SEÑORA 3: Puede hablar lo que quiera.

SEÑORA 2: ¡Claro que puedo! Para muestra basta un botón. No me


sucede muy seguido, pero de que puedo hablar, puedo hablar.
16
SEÑORA 3: Cuando la escucho, me pregunto a qué va usted allá, porque
va, ¿no? ¡Me gustaría saber a qué!

SEÑORA 1: (Interrumpiendo a la Señora 2, que iba a responder.)


Conmigo es distinto. Yo llevo una vida normal. Normal. Porque soy
normal. Mi esposo sale en la mañana, antes de que yo despierte. Cuando
vuelve, por la noche, llega y se duerme. El resto del tiempo, se la pasa
trabajando y viendo las imágenes con sus ojotes como globos, que se
inflan cada vez más y cada vez más parecen globos. Como si trajera
anteojos de fondo de botella. ¿Usted no es casada?

SEÑORA 3: No

SEÑORA 1: Ya decía yo. No hubiera vivido tantos años.

SEÑORA 2: ¿Y después de que se va? ¿Qué hace usted? Yo conozco


bien eso de las mañanas, se van todos, todas las mañanas. ¿Tiene usted
hijos?

SEÑORA 1: Dios me libre. Claro que no. Es más económico.

SEÑORA 2: ¿Y usted?

SEÑORA 3: Tampoco. Es por los hijos que las cosas se repiten.

SEÑORA 2: Yo tengo un marido, dos hijos y una suegra: (Señalando las


alturas respectivas). uno, dos tres. Les salgo más barata que una
sirvienta.

SEÑORA 1: Yo salgo por las mañanas, le saco provecho a la vida; por la


mañana hago el amor, todas las mañanas, excepto el domingo, en que lo
hago con mi esposo. Siempre me ha gustado hacer el amor por la
mañana, por la noche me dan calambres. Así que yo, por las mañanas,
con mi amante, con un amante, un nuevo amante… No tengo tiempo para
Dirección Gritadero Guy Foissy

aburrirme.

SEÑORA 2: ¿Amantes? No sé cómo le hace usted… Yo estoy busque y


busque y nada, pero de que los busco, los busco, ¿Dónde los encuentra?

SEÑORA 1: Por todos lados… Basta con andarse paseando muy


erguidita, como quien no quiere la cosa, dejando, eso sí, que se note que
una está disponible…
17
SEÑORA 2: Seguro que no frecuentamos los mismos sitios. ¿Dice usted
por todos lados? Y se los encuentra. Presiento que pronto voy a ser la
única sin amante. Es el colmo. Si se hiciera una encuesta, los resultados
dirían que de cada tres mujeres, una no tiene amante, porque no frecuenta
los sitios adecuados que están en todas partes. Usted de seguro sí tiene.

SEÑORA 3: No tengo tiempo. Ni ánimo. Entre los anuncios clasificados,


la Agencia para la Vida, los dos viajes ida y vuelta al Gritadero, ¿a qué
hora se le ocurre que tenga tiempo para amar?

SEÑORA 2: Pues si a esas vamos, si se hiciera una encuesta, saldría a


relucir que de cada tres mujeres, dos no hacen el amor nunca; cincuenta
por ciento porque no tiene tiempo, y cincuenta por ciento porque no tiene
suerte.

SEÑORA 1: ¿No será sólo por eso que va usted allá? ¿Qué le dan ganas
de gritar? A mí las encuestas, francamente, es lo que se dice, pero yo, no
sé… Puesto que todas las mañanas…

SEÑORA 3: ¡Ya sabemos!

SEÑORA 2: A mí me toma toda la tarde. Porque en las mañanas me


toma preparar el desayuno, después todos se van, mi marido y mi suegra
trabajan, los niños van a la escuela, y yo, yo tengo que preparar todo,
calculo todo, arreglo todo, guardo todo, limpio todo, lavo todo, compro
todo, compongo todo, cocino todo, enjuago todo, hago todo, y por la
tarde, me salgo al parque a que me de él sol en las manos, eso cuando
hay sol, si no, me quedo en casa a ver las imágenes. Cuando hay sol o
aunque no haya, llega un momento en que, no sé cómo ni sé porque, me
entran ganas irresistibles de dar un grito larguísimo que me sale de las
profundidades, entonces voy, y luego regreso, reconfortada. Por la noche Dirección Gritadero Guy Foissy

todos regresan y todo está listo, yo lo arreglé, comen, ven las imágenes y
se duermen. A veces, por cierto cada vez más seguido, salen de noche
para ir allá. Cuando vuelven yo ya estoy dormida. No me dirán que no
tengo el día ocupado.

SEÑORA 1: ¿Le da por platicar?

SEÑORA 2: ¿En casa?


18
SEÑORA 1: Si. Porque afuera está prohibido.

SEÑORA 2: ¿Con quién?

SEÑORA 1: Cuando están allí.

SEÑORA 2: Que estén o no estén, ¿Cuál es la diferencia? ¿Y a usted?

SEÑORA 1: ¿En casa?

SEÑORA 2: Si.

SEÑORA 1: No. Ya no tenemos tiempo. Podríamos, si quisiéramos, pero


ya no hay tiempo. Mi esposo se compró una conexión al internet, y por
las noches, después de ver las imágenes, se pone a teclear mensajes
anónimos, y por lo general, bastante puercos.

SEÑORA 2: ¿Y nunca va para allá?

SEÑORA 1: No, nunca.

SEÑORA 2: ¿Nunca le dan ganas de gritar?

SEÑORA 1: Mi esposo no es de naturaleza violenta. Es más bien


taciturno. Siempre da la impresión de estar en pleno viaje intersideral.
Cuando lo despiertan tiene una mirada sideral… Como si estuviera
saliendo de un hoyo negro, o de una nueva nova. No veo por qué le
darían ganas de gritar. Si lo sienta usted junto a una planta, al cabo de un
rato ya no se sabe cuál de los dos es la planta.

SEÑORA 2: ¿Y por eso le da a usted por gritar?

SEÑORA 1: ¿A mí? Claro que no, que ideas se hace usted… Sería
ridículo. Mi aventura es la aventura de todo el mundo.

SEÑORA 3: ¿Entonces?
Dirección Gritadero Guy Foissy
SEÑORA 1 Y SEÑORA 2: ¿Entonces, qué?

SEÑORA 3: ¿Por qué grita usted?

SEÑORA 2: ¡Qué pregunta tan estúpida!

SEÑORA 1: Cuando se grita, se grita. ¿De qué sirve saber porque se


grita? Usted va a acabar con un tumor en el cerebro.

19
SEÑORA 2: El secreto de la celda, cuando se grita, es el mismo secreto
que hay en la casilla cuando se vota. Lo que se grita, es asunto privado.

SEÑORA 3: ¡No le pregunto qué es lo que grita, sino por qué grita!

SEÑORA 1. Eso a usted no le importa.

SEÑORA 2: Porque así es.

SEÑORA 3: Como sus historias, nuestras historias, hay millones de


historias iguales, no veo la razón para tomar un altavoz.

SEÑORA 1: ¡Qué estresante es esta vieja! Nos quiere poner a discutir.


¿De qué sirve discutir? ¿Cree usted que la gente que discute es más feliz
que la demás?

SEÑORA 2: ¡Por supuesto que no!

SEÑORA 3: Todos somos iguales y no lo queremos aceptar. Eso es lo


que les da fuerza.

SEÑORA 2: Conozco muy bien sus mañas.

SEÑORA 1: Conoce muy bien sus mañas. ¿Y cuáles son sus mañas?

SEÑORA 2: Nos quiere obligar a decir ciertas cosas, no sé exactamente


cuáles…

SEÑORA 1: (Como horrorizada). ¡Cosas!....

SEÑORA 2: …Y cuando las hayamos dicho, nos va a hacer firmar algo,


o algo así, y ya no habrá vuelta de hoja. Quedaremos fichadas, y también
nos quedaremos sin fichas, valga la redundancia.

SEÑORA 1: Y después, si cierran los Gritaderos, si nos impiden el


acceso. ¡Nomás de pensarlo me dan ganas de gritar!
Dirección Gritadero Guy Foissy
SEÑORA 3: ¿Le parece normal?

SEÑORA 1: ¿Qué?

SEÑORA 3: Lo de los Gritaderos.

SEÑORA 1: Totalmente normal, puesto que existen.

SEÑORA 2: La está provocando, cuidadito.

20
SEÑORA 1: ¿Qué pasa con ese autobús? ¿Pero qué está pasando con ese
autobús? Nunca había hablado tanto de un jalón, seguro que va a llover.
Basta con que algo pase y… por eso nunca pasa nada.

SEÑORA 3: Por supuesto que es normal que existan.

SEÑORA 1: Ah, está de acuerdo.

SEÑORA 2: Es una trampa.

SEÑORA 3: Lo que no es normal, es que vayamos a ellos.

SEÑORA 1: ¡Ahora sí!.... ¡Esta vieja es infumable! ¡Me ahogo! ¿Hay


algo que exista para que no acudamos a él? Es como si… Es como si
hubiera un nuevo invento, y no lo usáramos.

SEÑORA 2: A menos, claro está, que no sirva para nada.

SEÑORA 3: ¡Lo que no es normal es que nos urja ir, sin saber por qué,
sin intentar nunca explicarnos por qué! No es normal que nos den estas
ganas irresistibles, implacables, de romperlo todo, quebrarlo todo,
destruir, tirar, quemar, saquear, volcar las montañas, ganas de erguirse,
como la estatua del Mandamás, y de aullar hasta perder las fuerzas, de
aullar: “¡Deténganse! ¡Deténganse! ¡Deténganse ya! ¡Ya no podemos
seguir así! ¡No es así como se debe vivir! ¡¡¡No es así como se debe
vivir!!! ¡Deténganse! Fundamentalmente, radicalmente, es en la base, en
el principio, en el punto cero que hay…” Y es ahí, frente a la impotencia
de las palabras, en la negra soledad de la multitud que nos ignora, que
pasa, se mueve, se derrama, ¡ahí es donde siente una que su grito
empieza a emerger, a convertirse en una bola de fuego y de sangre en la
garganta! ¡Deténganse! ¡Deténganse! ¡Y las lágrimas impiden que las
palabras cobren vida! ¡Deténganse! ¡No vayamos a los Gritaderos! ¡Ya Dirección Gritadero Guy Foissy
no vayamos!

SEÑORA 2: Está loca.

SEÑORA 1: ¡No tan fuerte!

SEÑORA 3: ¡Todos juntos! Toda esa multitud… si al fin se mirara, ¡si


dejara de ver al suelo como buscando las huellas de su propia sombra!
¡Gritemos todos juntos, pero aquí, aquí! ¡Deténganse!
21
SEÑORA 2: ¿Se da cuenta del numerito que está haciendo?

SEÑORA 3: (Se da por vencida). Pero en vez de eso, cada quien se traga
su grito, cada quien baja la mirada, cada quien sigue las flechas para
encerrarse en la celda acolchonada en donde nadie escucha su grito, en
donde nadie conocerá nada más que su propio grito, en donde nadie
sabrá jamás lo que gritan los otros gritos. ¿Les parece normal? ¿Eso es lo
que les parece normal?

SEÑORA 2: Debería tomarse un Valium, para relajarse.

SEÑORA 3: Tomo, como todo el mundo, puesto que los reparten a la


salida del Gritadero.

SEÑORA 2: Aumente la dosis.

SEÑORA 1: Todo eso suena muy bien, pero no sirve para hacer que
llegue el autobús. El autobús en que ésta vieja se va a subir, y del que va
a bajar para ir, como todo el mundo, a encerrarse. ¡No vale la pena andar
haciendo discursos! Al fin que va para allá. ¿De qué le sirve?

SEÑORA 3: Para comprender.

SEÑORA 2: ¿Comprender? ¿Para qué sirve comprender? Para ser


todavía más infeliz en este mundo de mierda. Los más felices son los que
se emborrachan de imágenes; al menos mientras las ven, no piensan.

SEÑORA 3: ¿Nunca se hartan?

SEÑORA 2: Claro que sí, si no, no iríamos para allá.

SEÑORA 1: A mí me parece que las cosas están muy bien como están.
Cada quien su vida, y cuando algo anda mal, pues vamos para allá…

SEÑORA 3: ¿Cuándo algo anda mal? Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 1: Sí, cuando algo anda mal. A todo el mundo le pasa.

SEÑORA 3: ¿Todos los días?

SEÑORA 1: ¿Y usted de qué se burla, si va dos veces al día?

SEÑORA 3: No me burlo.

SEÑORA 2: Son las reglas de la sociedad. Las reglas de la vida en


sociedad.
22
SEÑORA 3: ¿Puede hablarse todavía de una sociedad cuando ya todo es
odio, o indiferencia, o agitación estúpida, culto a la velocidad, consumo
de imágenes estúpidas, fuga perpetua, siempre fuga? Sobre todo, pero
sobre todo, nunca mirarse vivir. Nunca nos miramos vivir. Y gritamos, en
nuestra celda, sin saber por… qué gritamos. Como si fueran los efectos
de una enfermedad que curamos callándola.

SEÑORA 2: ¡Ya estuvo! Poco importa saber por qué se grita. Lo


importante es poder gritar cuando dan ganas de gritar. Esa es la libertad.
Para eso se inventaron los Gritaderos. Para vivir en un mundo libre. Un
mundo de mierda, libre.

SEÑORA 3: ¿Y si hubieran cancelado la ruta?

SEÑORA 2: Iríamos a pie. Usted misma lo propuso.

SEÑORA 1: ¿A pie? Ni loca. Son por lo menos tres horas, y con los
zapatos adecuados.

SEÑORA 2: Es una hipótesis absurda.

SEÑORA 1: ¡Sería más bien una pendejada que hubieran dejado las
paradas de autobús después de haber cancelado la línea! ¡Es el colmo!

SEÑORA 2: No crean ustedes que es una idea descabellada…

SEÑORA 1: Ya empieza otra vez a complicar las cosas. Le repito, hay


que repetir para que a una la entiendan: cuando hay parada de autobús,
debe haber un autobús que se pare. Cuando no hay autobús que se pare,
entonces no hay parada de autobús. Y ya. Es todo. Eso es todo. Eso es lo
normal. Con eso es suficiente. De nada sirve estar hablando. De nada.
¡Ya lo han dicho bastante!

SEÑORA 3: Sería divertido… Imagínense que hubieran cancelado la


Dirección Gritadero Guy Foissy

ruta. ¿Qué pasaría?

SEÑORA 1: No cancelaron la ruta.

SEÑORA 3: Imagine.

SEÑORA 1: No me enseñaron a imaginar. Me enseñaron a repetir. Me


enseñaron algunas cosas sencillas, como está, por ejemplo: cuando hay
una parada de autobús, hay un autobús que se para, cuando no hay…
23
SEÑORA 2: No va a repetirlo usted cincuenta veces, está bien que una
no sea la mujer perfecta, pero cuando menos no estamos sordas.

SEÑORA 3: Imagínense…. ¿Qué sucedería? Que tendríamos que ir a


pie, porque hay que llegar, finalmente.

SEÑORA 1: ¡Ah! Por fin algo sensato. Hay que llegar.

SEÑORA 3: ¿Y por qué no a pie? Cuando caminamos, nos cansamos,


sobre todo si son tres horas.

SEÑORA 1: Y sin los zapatos adecuados.

SEÑORA 2: ¿Y se arriesgarían a permitir que todos camináramos,


juntos, codo a codo?

SEÑORA 3: No vamos todos a la misma hora. El riesgo sería mínimo,


puesto que seríamos muchos haciendo lo mismo, yendo al mismo sitio,
por la misma razón. Usted lo dijo: eso reconforta.

SEÑORA 2: ¿Con qué beneficio? Aparte del ahorro de gasolina.

SEÑORA 1: ¡Al contrario, serían pérdidas! El boleto de autobús sube


cada tres meses, en espiral, como dicen.

SEÑORA 3: Llegarían cansadas. Por lo tanto, con menos energía. Por lo


tanto, con menos fuerzas para gritar. Llegando a la puerta de la celda, ahí
estaría una pensando que todo está mejor, o al menos que las cosas no
andan tan mal. Poner un pie frente al otro ya nos tendría bastante
ocupadas. Los gritos serían como más ahogados, menos terribles. Con la
pastilla de Valium que nos reparten a la salida, casi daría la impresión de
que las cosas son tolerables, que son vivibles. En cambio, hoy por hoy,
clarito se siente que si no hubiera esas paredes sin eco de la celda
acolchonada, la tapa estallaría de un momento a otro.
Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 2: Qué ocurrente. ¡Hervidero de ideas en la olla exprés! Pero


no es tan posible.

SEÑORA 1: Se me ocurría también…

SEÑORA 2: No es posible porque no habrían cancelado la ruta sin avisar


antes. Se estarían exponiendo a un golpe de furia, a que nos pongamos a
gritar en las calles.
24
SEÑORA 3: Precisamente. Nos están observando.

SEÑORA 2: (Inquieta). ¿Cree usted?

SEÑORA 3: Tal vez seamos como ratas de laboratorio.

SEÑORA 1: ¿Quiere hacernos gritar de pánico, o qué?

SEÑORA 3: Vigilan nuestras reacciones, las valoran, las analizan.

SEÑORA 1: ¡Sí que tendrían trabajo con nosotras!

SEÑORA 3: Están esperando a ver qué es lo que hacemos juntas, o


separadas.

SEÑORA 2: (Con humor despreocupado). Un tercio de las mujeres


observadas vuelven a casa, un tercio se quedan como sea, esperando el
autobús que nunca llega, y un tercio se va a pie al Gritadero.

SEÑORA 3: ¿Por qué no? Deben pensar al escucharnos…

SEÑORA 1: No habrán escuchado todo lo que dije, ¿o sí? ¡Me horroriza


que me espíen! Normalmente, yo no hablo. Hablamos porque el autobús
no llega. ¿Verdad? ¿Verdad....?

SEÑORA 3: ¡No diga tonterías! Es bien sabido que hay cámaras y


micrófonos invisibles por todos lados. Y más en esta parada de autobús.

SEÑORA 1: ¿En los cuartos de hotel?

SEÑORA 2: Sobre todo en los cuartos de hotel.

SEÑORA 1: Como película policiaca de los años cuarenta.

SEÑORA 2: (Feroz). Seguramente son a color.

SEÑORA 3: Debe estar pensando: ya se están cuestionando. Buscan


diferentes soluciones. Tres exactamente, hasta el momento, tal vez surjan Dirección Gritadero Guy Foissy

otras.

SEÑORA 2: ¿Cómo cuáles?

SEÑORA 3: Por ejemplo: treparse al primer camión de basura que


pase…

SEÑORA 1: Hubieran avisado, para ponerme unos jeans usados.

25
SEÑORA 3: O si no, cada una por su lado, o dos por un lado y otra por
otro, o las tres por el mismo lado, o si no, se van a poner a gritar, o si no,
se van a dedicar a morir.

SEÑORA 1: ¡No veo por qué tendría que dedicarme a morir,


simplemente porque cancelaron una ruta de autobuses!

SEÑORA 3: ¿Pero si es esa ruta la que lleva al oasis, a la fuente de vida?

SEÑORA 1: ¡No se va a morir una de sed en una parada de autobús en


plena ciudad! ¡Ni que fuera novela de ciencia ficción!

SEÑORA 2: (Creyéndolo). ¿De verdad cree usted que…?

SEÑORA 3: ¿Y usted?

SEÑORA 2: No lo sé. Ya no sé.

SEÑORA 3: Yo tampoco. ¿Qué hay qué hacer? Qué complicado resulta,


¿eh? Cuando no nos indican qué hay qué hacer, cuando ya no hay
caminos señalados. Quizás sea ése el motivo de nuestros gritos.

SEÑORA 1: Pues para mí que es broma, ¡y me río! La ruta no pudo


haber sido cancelada, por la sencilla razón de que cuando hay una parada
de autobús, hay un autobús que se para, cuando no hay autobús que se
pare, entonces no hay parada de autobús.

SEÑORA 3: ¿Y si fuera de otro modo?

SEÑORA 1: ¿Qué está tratando de decir?

SEÑORA 3: Que hubiera una parada de autobús y no hubiera autobús


que parara. ¿Si eso fuera lo normal?

SEÑORA 1: Si nos avisan con anticipación, por mí no hay problema. Lo


que hay que conocer son las reglas, las instrucciones. ¿Y cómo sabríamos Dirección Gritadero Guy Foissy

dónde se paran los autobuses si no se paran en las paradas de autobús?


Esto se está volviendo una locura. Está discusión es de locos. Siempre
pasa igual cuando se discute con la gente, siempre llega un punto en que
todo se tambalea, pierde sentido. Se desquicia, grita.

SEÑORA 3: ¿Y si precisamente no se supiera? ¿Si hubiera paradas de


autobús en que hubiera autobuses que se pararan, y paradas de autobús

26
idénticas en que ningún autobús se parara? ¿Si ya no hubiera certeza
alguna?

SEÑORA 1: Ya no tomaríamos el autobús, así de simple. Cuando no se


sabe, no se hace. ¡Qué complicaciones!

SEÑORA 3: Iríamos a pie. ¡Lo que hay que explicar!

SEÑORA 2: De ahí la necesidad de reglas. No hay democracia sin reglas.


No hay democracia sin paradas de autobús. La regla es que en las paradas
de autobús, se paran autobuses. ¡Lo que hay que explicar! ¿Y ahora qué
hacemos? ¿Nos vamos?

SEÑORA 1: No podemos. Estamos esperando el autobús.

SEÑORA 3: Eso me recuerda algo, ¿pero qué?

SEÑORA 1: Si estamos esperando el autobús, es porque necesariamente


va a llegar un autobús. Es totalmente normal, puesto que hay aquí una
parada de autobús, en la que está escrito “parada de autobús”. Y no
cualquier autobús, no el autobús que le toque, sino el autobús verde que
va al Gritadero. ¿Para qué se habría construido un Gritadero si se iban a
cancelar las rutas que llevan al Gritadero? Lógico. El mundo es lógico.
Las cosas son lógicas. Cuando se ven las cosas con lógica, entonces todo
tiene sentido. ¡No como usted, que sólo especula!

SEÑORA 3: ¡Especulo!

SEÑORA 1: ¡Especula! ¿Quiere que le diga el final? ¿Quiere que le


cuente en qué va a parar todo esto? ¡Muy bien, pues es muy sencillo,
porque siempre hay que irse por lo sencillo, soluciones sencillas, ideas
sencillas, historias sencillas con finales sencillos! ¡Happy ends!, para
que me entienda. Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 2: ¿Cree que la podamos parar?

SEÑORA 3: Déjela terminar.

SEÑORA 1: (Gritando). ¡Sí, déjenme terminar, déjenme acabar de decir


todo lo que tengo que decir, por una vez que se puede decirlo todo,
porque tenemos que elegir un final! ¡Todo tiene un final! ¡Nos van a
seguir subiendo las ganas de gritar, asfixiándonos, insoportables,
27
inhumanas! Si las tres apretamos nuestras manos en nuestras gargantas,
vamos a contenerlo, a comprimirlo, con terribles esfuerzos, hasta el
momento en que llegue el autobús, porque tiene que llegar,
¡Forzosamente tiene que llegar! ¡Se va a detener ahí! ¡El chofer nos va a
decir con una bella sonrisa, nótese, con una bella sonrisa: “disculpen la
tardanza, pero hay un tráfico pesadísimo”! El tráfico existe. ¡Es real! ¡Es
concreto! ¡Es lógico! Y vamos a llegar allá, y saldremos apaciguadas,
etéreas, ligeras, y la vida seguirá como antes, sin que nada cambie. ¡Las
cosas no tienen que cambiar porque un autobús se retrase ligeramente!
(Gritando). ¡¡¡No nos vamos a poner a gritar porque se retrasa un poquito
el autobús!!!

SEÑORA 2: Un poco retrasado, ¿ya vio la hora qué es?

SEÑORA 1: (Desquiciada). ¡No traigo reloj!

SEÑORA 2: ¡Pues yo le voy a decir qué hora es!

SEÑORA 1: (Gritando). ¡No! ¡No quiero saberlo! ¿Para qué sirve saber?
¿De qué sirve hacer hervir la sangre?, ¡la sangre hirviendo quema las
venas!

SEÑORA 2: Lo bueno es que no grita, porque si gritara…

SEÑORA 3: He aquí el principio de la sabiduría. ¡Nunca consultar su


reloj! ¡Nunca ver la hora! El tiempo no existe. Es una invención de
relojero. A la tercera, pfuitt, ya no habrá tercera, y nunca sabremos
exactamente qué había después de esa tercera de la que tanto se hablaba
en mis tiempos.

SEÑORA 1: (Gritando, desesperada). ¡No estoy hablando de la tercera!


¡Yo no estoy siempre revolviendo una cosa con otra! ¡Yo no ando Dirección Gritadero Guy Foissy
buscando cómo enredar las cosas! ¡Lo que yo quiero es que podamos ir
allá, como todos los días, que podamos liberarnos, vaciarnos, agotarnos,
revivir, como todos los días, sin eso no se puede aguantar, es como la
naturaleza, como las necesidades fisiológicas! ¡Gritar es una necesidad
fisiológica! ¡Y ahora se nos estás impidiendo gritar! ¡Nos lo impiden
porque está prohibido hacerlo en otra parte que no sea allá, y no podemos
ir allá!
28
SEÑORA 2: Pero por favor, amar es una necesidad fisiológica, reír,
comer, llorar, son necesidades fisiológicas, pero no gritar. Al gritar,
atentamos contra nuestra naturaleza.

SEÑORA 1: (Que ha perdido el control). ¿A usted le ha tocado amar, o


reírse, señora cerebrote? ¿Le ha tocado amar o vivir?

SEÑORA 3: No. Pero todavía me quedan ganas, a veces.

SEÑORA 1: Nunca. Ni siquiera en el amor. Los hombres no hacen el


amor como hacen una fiesta. Parecería como si sus vidas dependieran de
eso, su honor, su muerte dependiera de eso. Como si sus cuerpos se
aferraran a ese cuerpo enemigo, no como una exploración en busca de
una nueva fuerza, o de una nueva felicidad, sino como si con ello
agotaran cierta agonía colectiva. El amor considerado como un maratón.
Hay que llegar primero, aunque sea muerto.

SEÑORA 2: Hay agotamientos que encantan, me acuerdo muy bien.

SEÑORA 1: (Al borde del llanto). Ya ni siquiera tengo la fuerza


necesaria para llorar.

SEÑORA 3: Gritar no es un acto normal. ¿Por qué grito? ¿Por qué mi


grito?

SEÑORA 1: ¡Ya estuvo! ¡¡¡Ahí va de nuevo!!! ¿Qué gana con torturar a


la gente?

SEÑORA 3: ¡Mejor se hubiera usted callado! ¡Hubiera esperado! ¡Se


hubiera conformado con esperar! Usted no hace más que detonar este
proceso, y luego se niega a aceptar las consecuencias.

SEÑORA 1: Yo no detoné nada. Es culpa del autobús.

SEÑORA 3: El proceso de las palabras. Lo único que nos queda son las
Dirección Gritadero Guy Foissy

palabras, cada vez más pobres, cada vez más escasas, pero con nuestra
única libertad, nuestra única música propia. No esa que nos asesta golpes
de mazo en cada longitud de onda, a lo largo de las imágenes, sino la
nuestra, nuestra música interior, la música de las palabras. No la de
nuestros gritos.

29
SEÑORA 2: ¡Está delirando! ¡Delira completamente! ¿Cuándo las dice,
las palabras? ¿A quién se las dice, las palabras? ¿Con frecuencia tiene la
ocasión de lanzarlas como un S.O.S.? Usted juega ping-pong de
palabrazos con el espejo, como todo el mundo.

SEÑORA 3: Lo importante no es para quién… Lo importante es


decírselas a una misma. Para una misma. De modo que no mueran.
Decírselas a una misma, y volver a decírselas, repetírselas,
machacárselas, conservarlas como en un zoológico de palabras en el que
se conserva una palabra de cada especie, murmurárselas, en un susurro,
como haciéndose a una misma la respiración de boca a boca. No dejarlas
morir. Impedirles que desaparezcan. ¡Eso es lo que quieren también, la
muerte de las palabras, para que lo único que salga de nuestras gargantas
heridas ya no sean más que esos largos gritos interminables, en el
silencio de las celdas acolchonadas!

SEÑORA 1: ¡Y vuelta a lo mismo! ¡Ya empezó con otro de sus


discursos! Me tienen sin cuidado esas palabras. Yo lo que quiero es poder
gritar, ¡como lo hace todo el mundo!

SEÑORA 2: ¿Y usted? ¿Acaso usted no se echa sus discursitos, también?

SEÑORA 1: No. Lo mío no es igual. A mí me duele.

SEÑORA 2: La única que no se echa discursos aquí, soy yo. A mí


también me duele.

SEÑORA 3: Y lo más trágico es cuando se produce un milagro, cuando


por ejemplo un autobús llega retrasado, y por fin tenemos oportunidad de
decirnos… de… Y nos damos cuenta de que ya no sabemos decirlo. Que
ya no tenemos las palabras para decirlo. Que las palabras huyen, se
hunden, incapaces de expresar nuestros pensamientos… Que tal vez ya ni
Dirección Gritadero Guy Foissy

siquiera tenemos pensamientos. Que quizás ya no quedan más que


nuestros gritos… de los que sólo podemos librarnos en la soledad. Que
ya no sabemos tomar las palabras, que ya no sabemos nada. Nada…

SEÑORA 1: Yo sé cosas sencillas. Hay que quedarse con las cosas


sencillas. Las cosas que son así, en su sitio. Porque si no es así, entonces
sí, las montañas se derrumban y nosotras con ellas. Por ejemplo: en una
parada de autobús, hay… 30
SEÑORA 2: (Interrumpiéndola). Tiene razón… Es más sencillo creer en
las cosas simples. Las cosas simples tienen al menos el mérito de la
simpleza.

SEÑORA 3: Se robaron una manzana. Junto a la tienda de manzanas,


vieron a un extranjero. Por lo tanto, él es el ladrón. Eso sí que es algo
sencillo.

SEÑORA 2: ¿Y por qué no? Eso nos evita ir a buscarlo a otro lado. Nos
ahorra toda una investigación. Lo importante no es que el inculpado sea
culpable, lo importante es que sea visto como culpable. Lo importante no
es el motivo del grito. Sino que el grito esté allí, y que tenga un sitio para
salir.

SEÑORA 1: ¡Otra vez lo están revolviendo todo! ¡Yo estoy hablando de


autobuses y ellas, ellas se ponen a hablar de manzanas! ¡Y después se
dice que hay falta de comunicación! ¡Yo ya no lo soporto! En cinco
minutos me voy a dar por vencida. Pueden ustedes seguir, yo voy a
esperar más lejos.

SEÑORA 3: Mejor.

SEÑORA 2: Y no es que la rechacemos.

La Señora 1 queda inmóvil, observando algo sorprendente fuera de la


parada.

SEÑORA 3: No solamente no llega este autobús, sino que además nos


topamos con una histérica. ¡Qué día!...

SEÑORA 2: Al fin vamos a poder conversar tranquilamente.


Intercambiar ideas con sentido común. Dialogar. Intercambiar.

SEÑORA 3: En fin, no decir nada, esperar… Esperar solamente.


Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 2: Se requiere una mínima dosis de cortesía en las relaciones


sociales, aun en las más superficiales, las más elementales. Si no, ¿cómo
se supone que pueda haber diálogo?

SEÑORA 3: Nunca hay diálogo. No hay más que monólogos


entrecortados con otros monólogos, lo que puede, si no se escucha
atentamente, dar la ilusión de un diálogo, y como no nos escuchamos
31
más que a nosotros mismos, nos da la falsa impresión de que los demás
nos escuchan.

SEÑORA 2: Como sea. Pero permítame poner en evidencia, hacerle


notar una especie de contradicción en su comportamiento. Habla usted de
la liberación de las palabras, y ¡pop! Cuando surge la oportunidad de
sacarlas al aire, usted las encierra. Confiese al menos que resulta difícil
entenderla.

SEÑORA 3: Como era de esperarse, no entendió usted nada, puesto que


no me escuchó. Lo importante aquí, en este preciso instante, es reprimir
el grito que nos carcome. Sólo el silencio nos permite reprimir los
gritos… (Al ver que la Señora 1 sigue ahí, en el mismo sitio). ¿Y ésta?
¿Sigue aquí?

SEÑORA 2: ¿No se iba a ir a otra parte?

SEÑORA 3: Parece como si estuviera en otra parte, pero está aquí.

SEÑORA 2: Permítame…

SEÑORA 3: Déjela… Se ha encerrado en su silencio, hagamos lo mismo


que ella.

SEÑORA 2: ¿Se supone que eso es irse a esperar a otra parte? Si me


permite mi opinión, es otra parte que no está muy en otra parte que
digamos. Tal vez se ofendió porque no le rogamos que se quedara.

SEÑORA 1:(Como hipnotizada, señalando un gesto). ¡Ahí! ¡Ahí!

SEÑORA 2: ¡Vio el autobús que viene llegando y no nos lo decía, la


muy tonta!

SEÑORA 3: Yo no veo nada. A menos que haya confundido, allá a lo


lejos, esa bicicleta con un autobús. Hasta con alucinaciones estaría difícil
Dirección Gritadero Guy Foissy

confundirse.

SEÑORA 1: ¡Allá!.... ¡Allá!.... ¡Allá!

SEÑORA 2: Parece como si estuviera hipnotizada.

SEÑORA 3: Peor que una histérica a secas, estamos frente a una histérica
mística, una hipnótica, son las más peligrosas, esas que luego convierten
en santas. 32
SEÑORA 2: ¡Pues a ésta, con sus calores, deberían convertirla en Santa
Maroma!

SEÑORA 1: (Id). Allá… allá… allá allá allá… Allá…

SEÑORA 2 Y SEÑORA 3: Sí. Bueno. ¿Qué? ¿Y qué? (Etc.).

SEÑORA 1: Hay… Hay un…

SEÑORA 2: ¿Un autobús?

SEÑORA 1: Un… un… un…

SEÑORA 3: ¿Una carroza fúnebre?

SEÑORA 1: Un… un… un…

SEÑORA 2: ¿Un camión de basura?

SEÑORA 1: Un… un… un…

SEÑORA 3: ¿Una pipa?

SEÑORA 2: ¿Un helicóptero?

SEÑORA 3: ¿Otro ciclista?

SEÑORA 2: ¿Un extraterrestre?

SEÑORA 1: Un… un… un…

SEÑORA 3 Y SEÑORA 2: ¿Un qué?

SEÑORA 1: Un… un… ¡Un hombre!

SEÑORA 2 Y SEÑORA 3: ¿Un qué?

SEÑORA 1: Un hombre, allá, sentado sobre la banca. Viendo desde acá,


¡Se le ven las piernas!

SEÑORA 2: No veo nada. Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 3: No veo piernas.

SEÑORA 1: Allá… ¡Las piernas del pantalón!

SEÑORA 2: Pero no se ponga en ese estado por eso. También hay


mujeres que usan pantalón.

SEÑORA 1: ¡Es un hombre, lo vi!

33
SEÑORA 2: Sin escarbar demasiado en mis recuerdos, puedo decirle que
eso no se ve por los pantalones.

SEÑORA 3: Una histérica-mística, con fantasías sexuales de tipo


primario, además. Pobre patria…

SEÑORA 1: Yo lo vi. Se levantó. Dio un paso al frente, luego dos al


costado, luego uno al otro costado, luego dos hacia atrás, y se volvió a
sentar. Lo vi con estos mismos ojos.

SEÑORA 3: Es un espejismo. ¿Qué haría un hombre allí? No es la hora


de los gritos de los hombres.

SEÑORA 2: Habló la que nunca se fija en la hora…

SEÑORA 3: Son cosas que se perciben.

SEÑORA 2: Precisamente, yo también percibo cierto olor a hombre, ese


olor fuerte, característico, que embruja…

SEÑORA 3: ¡Alucinaciones! Se distingue muy bien cuándo es el


momento de las mujeres y cuándo el de los hombres. Es bien sabido que
cuando vamos nunca hay hombres, que en el autobús nunca hay
hombres; que en las filas de espera para la celda, nunca hay hombres.

SEÑORA 1: ¡Y sin embargo está esperando, allá!

SEÑORA 2: ¿Esto ya se habrá vuelto mixto?

SEÑORA 1: (Feliz). ¿Usted cree?

SEÑORA 2: ¿Y por qué no? Nunca he podido soportar esta separación,


esta segregación…

SEÑORA 3: ¿Y su moral? Se vale gritar, sí, pero según sus propias


reglas, no en la total anarquía. Les daría demasiado miedo que algo nos Dirección Gritadero Guy Foissy

distraiga de nuestro grito, una mirada, una silueta.

SEÑORA 1: Yo no le vería inconveniente a que gritáramos juntos.

SEÑORA 3: ¡Se grita solo! ¡Cuando son varios gritando, se grita en


contra!

SEÑORA 1: A mí me parece reconfortante, emocionante, tranquilizante,


el que los hombres también vayan a gritar, que hagan fila, como
34
nosotras… Todo el mundo grita por igual. A pesar de su caparazón, del
chaleco anti-sentimientos que se ponen tan seguido, a ellos también les
hace falta, tienen que ir…

SEÑORA 2: ¡No temerán aquellos que les saltemos encima como bestias
en celo en un gigantesco lupanar!

SEÑORA 3: No está mal. ¡Exijamos que las filas de espera se vuelvan


mixtas!

SEÑORA 2: Exigir… Exigir… Es un verbo demasiado fuerte. Podríamos


pedir. Sugerir…

SEÑORA 3: Implorar. Requerir. Suplicar.

SEÑORA 2: Es usted exasperante.

SEÑORA 1: Exigir… No veo por qué tendríamos que exigir. Ya que a


esas vamos, ¿por qué no una huelga de gritos? Las cosas son como son.
Y sin son así, es porque así son.

SEÑORA 3: Cuando hay una parada de autobús…

SEÑORA 1: No es correcto pedir algo distinto a lo que se tiene.

SEÑORA 3: Entonces deje usted de brincotear sobre la punta de sus pies


como una ratita, tratando de ver a aquel tipo.

SEÑORA 1: Hay un tipo que espera, solo, y nosotras esperamos aquí. Es


perfectamente normal que una trate de ver cómo es, lo que está
esperando… ¡Ja!... Se volvió a parar.

SEÑORA 2: Es cierto que es bien parecido. A mí siempre me han


gustado fornidos.

SEÑORA 1: A mí siempre me han gustado nerviosos. Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 3: A mí, siempre me han gustado llenos de ternura.

SEÑORA 1: Avanza dos pasos.

SEÑORA 2: Da dos pasos hacia un lado.

SEÑORA 1: Da un paso hacia el otro lado.

SEÑORA 2: Da un paso hacia atrás.


35
SEÑORA 1: Se volvió a sentar. Ya no se le ven más que las piernas.

SEÑORA 2: Qué rutina tan extraña, por cierto.

SEÑORA 1: Tal vez sea un maniático.

SEÑORA 3. O puede ser que tenga ganas de mear.

SEÑORA 1: ¡Nada que ver!

SEÑORA 3: O tiene pulgas.

SEÑORA 2: Yo conocí a un hombre, hace tiempo, que cada vez que


tenía que… satisfacer… satisfacer sus necesidades, tenía que bailar una
especie de danza ritual. Dos pasos tres pasos un paso atrás, dos pasos tres
pasos un paso para atrás, dos pasos tres pasos un paso y allá voy. Preciso.
Como un termómetro.

SEÑORA 1: ¿Por qué no vendrá con nosotras? No existe ninguna ley que
impida a las mujeres hablar con los hombres.

SEÑORA 2: O a la inversa.

SEÑORA 1: Lo único que no está permitido es hacer el amor o gritar en


público. Eso es todo. Es perfectamente normal. No van a decirme que no
les parece normal. Si no, seríamos como animales. Los animales se
acoplan donde sea. Los animales gritan donde sea. La gente no.

SEÑORA 2: ¿Lo llamamos? Me gustaría al menos verlo de cerca. Por


una vez que se ve a uno esperando afuera a estas horas.

SEÑORA 1: De acuerdo.

SEÑORA 2: (A la Señora 3). ¿Tiene algún inconveniente?

SEÑORA 1: ¿Ya no tienen ganas de gritar? Ahora comprenderán por qué


el Gritadero no es mixto.
Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 2: Eso no tienen nada que ver. Con tal que una salga de allí
serenada…

SEÑORA 1: (Vehemente). ¡Sí! ¡Tenemos ganas de gritar! ¡Pero también


tenemos derecho de distraernos! ¡Tenemos derecho a olvidar un poco!

SEÑORA 2: Puede ser que él también tenga ganas de gritar.

SEÑORA 1: ¿A estas horas? 36


SEÑORA 2: Se tienen ganas de gritar a todas horas. Lo único que está
reglamentado, es el momento en que se puede gritar.

SEÑORA 1: Podríamos gritar juntos…

SEÑORA 3: ¡Sabe muy bien que eso está prohibido!

SEÑORA 2: (Para no responder). Bueno. ¿Entonces lo llamamos?

SEÑORA 1: Lo llamamos.

SEÑORA 1 Y SEÑORA 2: (Gritando). ¡Hey! ¡Yúju! ¡Yúju! ¡Señor!


¡Hey, Señor! (Etc.).

SEÑORA 3: Están locas de gritar así, ¡no me interesa pasar el resto de la


semana en una celda!

SEÑORA 1: ¡No estamos gritando, lo estamos llamando!

SEÑORA 2: ¿Cómo quiere que lo llamemos si no alzamos la voz?

SEÑORA 1 Y SEÑORA 2: (Aullando). ¡Hey! ¡Hey! ¡Señor! ¡Señor!


¡Hey! ¡Yú-ju! ¡Yú-ju! ¡Señor! (Etc.).

SEÑORA 1: ¡No oye nada! ¡Este tipo está totalmente sordo! ¡Quizás sea
un anciano!

SEÑORA 2: ¿Así de fornido? Podríamos chiflarle. ¿Sabe usted chiflar?

SEÑORA 1: Por supuesto. (Le chifla). No más no capta. Llamémosle


más fuerte. (Gritando y aullando en forma estridente). ¡Señor! ¡Señor!
¡Venga para acá! ¡¡¡Señor!!!

SEÑORA 3: ¡Bueno, ya estuvo, ya sé en qué van a parar estas cosas!


¡Cuatro paredes acolchadas, y una semana entera para gritar!

SEÑORA 2: ¡Se movió! ¡Mírenlo, se movió! ¡Nos escuchó! Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 1: ¡Se levanta! ¡Esto es maravilloso!

SEÑORA 3: ¡Efectivamente, maravilloso! Parece como espantado.


¡Como que va a huir! ¡Tiene calambres del susto! ¡Miren, es el miedo!

SEÑORA 1: ¡Espere! ¡Espere!

SEÑORA 2: ¡No se vaya!

SEÑORA 1: ¡No somos peligrosas!


37
SEÑORA 3: ¡Nos mira como si estuviera del otro lado de la jaula!
Fueron sus gritos los que lo espantaron.

SEÑORA 2: ¡Venga! ¡Venga! ¡Venga a esperar con nosotras!

SEÑORA 3: ¿Y cómo sabe que está esperando? Tal vez no esté


esperando nada.

SEÑORA 1: ¡Venga para acá! ¡Venga acá! No se mueve. En el fondo, tal


vez no le corresponde a él desplazarse.

SEÑORA 2: Sí, porque es un hombre.

SEÑORA 3: Y porque está allá, en la banca, y nosotras aquí.

SEÑORA 2: Que buena razón.

SEÑORA 3: Si nos vamos para allá, y llega el autobús, al no ver a nadie


en la parada, no se va a detener. Si seguí bien sus razonamientos, en
donde hay una… ¿Cómo era?

SEÑORA 1: ¡Pero qué bien jode! ¡Qué bien jode!

SEÑORA 2: ¡Venga! ¡Venga! Chiquito, venga, venga… No entiendo por


qué nos mira con esa cara atontada.

SEÑORA 1: Tal vez sea tímido, voy a buscarlo. Tres mujeres de un solo
jalón, tal vez lo haga titubear. Si llega el autobús, cuento con ustedes para
que me espere.

SEÑORA 2: Por supuesto.

SEÑORA 3: Naturalmente…

SEÑORA 1: Entonces, ¡allá voy!

Sale la Señora 1. Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 2: ¡Sí que es de armas tomar esta mujer! No lo pensó dos


veces… Ni con la cabeza.

SEÑORA 3: ¿Y usted por qué no va?

SEÑORA 2: ¿Para qué me ganen el asiento en el autobús? Y además,


¿cómo me vería?

38
SEÑORA 3: Es la primera vez que se ve uno que no esté perdido en la
multitud con la mirada baja. La primera vez que se ve uno fuera de las
horas autorizadas.

SEÑORA 2: (Conmovida). Él también está esperando. Estoy segura de


que espera. No se está afuera a estas horas, si no es porque se espera
algo, sobretodo sentado en una banca. Las ganas lo vencieron. Un
impulso, una corriente, una violencia, un huracán, algo más allá de él,
algo que lo rebasó. Entonces huyó. Y ahora se tortura a sí mismo
pensando que lo meterán en una de esas celdas… Aunque sea pequeña…

SEÑORA 3: Están platicando. Ella con sus aspavientos.

SEÑORA 2: Parece como si estuvieran negociando.

SEÑORA 3: Peleando. Cuando se negocia no se hacen esos gestos.

SEÑORA 2: Tal vez él está temeroso. Está viviendo una aventura


excepcional. ¡Oh! ¿Ya vio? Se golpea la frente con la mano… ¡Él
también está gesticulando!

SEÑORA 3: ¡Que enfadoso! ¿Qué le estará diciendo ella? Debió usted


ir…

SEÑORA 2: ¿Quién quite y le esté proponiendo ir al hotel?

SEÑORA 3: Ya pasó la mañana.

SEÑORA 2: Precisamente. No es de eso de lo que ha de tener ganas el


pobre muchacho. Sino más bien de gritar. Está prohibido gritar en los
cuartos de hotel. A menos que se tape una la cabeza con la almohada.
Pero a la larga, una se asfixia.

SEÑORA 3: Lo está jalando del brazo. ¡Él se defiende! ¡Ella lo jala más
fuerte! ¡Él se resiste! ¡Ella lo sigue jalando! ¡Él se zafa!
Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 2: ¡Ella lo empuja! ¡Esa mujer es un demonio!

SEÑORA 3: ¡Él la rechaza con violencia!

SEÑORA 2: (Morbosa). Él va a acabar por acomodarle un par de


bofetadas…

SEÑORA 3: La sacude. ¡Ella lo agarra a patadas!


39
SEÑORA 2: ¡Ya la golpeó! ¡La rechaza! ¡La está corriendo y le indica
con un gesto perentorio nuestro sitio!.... Qué bueno que no fui. Entre
menos se enreda una en asuntos…

SEÑORA 3: Ella se voltea, le está indicando algo.

SEÑORA 2: Él la ahuyenta, le dice algo.

SEÑORA 3: Ella se voltea, le dice algo.

SEÑORA 2: Él la ahuyenta, le dice algo.

SEÑORA 3. Ella se voltea, le dice algo, ¡Oh…!

SEÑORA 2: Oh!…

SEÑORA 3: Oh!....

SEÑORA 2: Oh!…

SEÑORA 3: ¡Aparece otro hombre!

SEÑORA 2: ¡Éste también la ahuyenta diciéndole algo!

SEÑORA 3: ¡Ella se voltea y les dice algo!

SEÑORA 2: Oh!…

SEÑORA 3: Oh!…

SEÑORA 2: Oh!…

SEÑORA 3: ¡Aparece otro hombre!

SEÑORA 2: Y aparece otro hombre.

SEÑORA 3: ¡Y aparece otro hombre!

SEÑORA 2: ¡Y aparecen otros dos hombres!

SEÑORA 3: ¡Y aparece otro hombre! Dirección Gritadero Guy Foissy

SEÑORA 2: ¡La ahuyentan, le dicen algo!

SEÑORA 3: ¡Ella se voltea y les dice algo!

SEÑORA 2: ¡Ellos la corren indicándole con un gesto perentorio nuestro


sitio!

SEÑORA 3: ¡Ella se voltea!

SEÑORA 2: ¡Son diez! 40


SEÑORA 3: ¡Son once!

SEÑORA 2: ¡Son quince!

SEÑORA 3: ¡Son dieciséis!

SEÑORA 2: (Muy rápido). 1, 2, 3, 4, 5, 16… ¡la ahuyentan, le dicen


algo!

SEÑORA 3 Y SEÑORA 2: ¡Oh!.... ¡Oh!....

SEÑORA 2: Uno de ellos cae de rodillas....

SEÑORA 3: Se toma la cabeza entre las manos.

Se escucha un enorme grito masculino, desgarrador.

SEÑORA 2: ¡Grita! ¡Oh, Dios mío, cómo grita!

SEÑORA 3: ¡Los otros lo golpean! ¡Lo están golpeando! ¡Lo pisotean!


¡Le pegan! Tal vez lo matan…

SEÑORA 2: Él se calla.

SEÑORA 3: Ellos voltean hacia ella…

SEÑORA 2: ¡Y le indican con un gesto perentorio nuestro sitio! ¡Ella


huye! ¡Corre!

SEÑORA 3: ¡Le avientan piedras!

SEÑORA 2: ¡Ella se tropieza!

SEÑORA 3: Se repone… ¡Viene hacia acá!

SEÑORA 2: ¡Fracasó! ¡Necesariamente fracasó!

SEÑORA 3: ¿Y qué quería usted que hiciera ella contra dieciséis?

SEÑORA 2: Que muriera… Dirección Gritadero Guy Foissy

Entra la Señora 1.

SEÑORA 3: ¿Qué pasó? ¿Quiénes son? ¿De dónde salieron? ¿A dónde


van? ¿Qué dicen?

SEÑORA 1: ¡Me dijeron que tenían ganas de gritar! ¡Me dijeron que ya
no aguantaban, que les venían las ganas, y les subían, y les subían, y los
desbordaban! Que tenían que llegar lo más pronto posible al Gritadero,
41
que su autobús estaba retrasado, que ya no podían más, que no debía
hablarles porque les daban más ganas de gritar…

SEÑORA 2: Miren, llegó otro, y otro, y otro más, ¡suman diecinueve!....

SEÑORA 1: ¡Y uno de ellos se puso a gritar!

Se escucha otro grito masculino, terrible y desesperado.

SEÑORA 2: ¡Hay otro que está de rodillas! ¿Ya lo vieron?

SEÑORA 1: (Gritando). ¡Le pegan! ¡Lo golpean! ¡Lo pisotean! ¡Está


prohibido gritar en la vía pública!

SEÑORA 3: Se detienen. Todos voltean a ver hacia acá. No hay que


gritar tan fuerte, no hay que hacerse notar…

SEÑORA 1: Tengo miedo, señora, están como locos.

SEÑORA 2: A los hombres les cuesta más trabajo aguantar su grito…

SEÑORA 3: Hay uno que está gesticulando, indica hacia el otro lado,
hacia el otro lado de nosotras…

SEÑORA 1: (Feliz). ¡El autobús! ¡Miren, está llegando el autobús!

SEÑORA 2: ¡Esta vez sí es un autobús!

SEÑORA 1: ¡Ay gracias. Dios mío!....

SEÑORA 3: Vamos a poder gritar. ¡Al fin vamos a poder dar nuestro
grito! ¡Pegar nuestro grito! Los gritos de los seres vivos siempre suben
hacia el cielo.

SEÑORA 1: Vamos a gritar con ellos, es maravilloso, ellos estarán allá


también, con nosotras, para gritar… ¡Ya! ¡Aquí llega el autobús!....
frena… Yo ya no podía más. Ellos tampoco, ya no podían más. Lo que Dirección Gritadero Guy Foissy
bien empieza, bien acaba, normalmente, como yo lo había vaticinado…
El autobús se detiene…

SEÑORA 2: ¿Pero qué hace? ¿Ya no avanza?

SEÑORA 1: Se detuvo frente a ellos.

SEÑORA 2: Todos se suben, a empujones.

SEÑORA 1: Las puertas se cierran.


42
SEÑORA 2: Arranca…

SEÑORA 1: ¡Oiga! ¡oiga! ¡Párese! ¡Párese!

SEÑORA 2: ¡Aquí es la parada! ¡Aquí es la parada de autobús!

SEÑORA 1: Está escrito aquí.

El autobús pasa de largo. Ellas quedan petrificadas.

SEÑORA 3: Estaba lleno de hombres. Puros hombres que nos miraban


con ojos llenos de odio. Tenían miedo de que les quitáramos su lugar.

SEÑORA 2: Nuestro autobús… No pasó… ya no pasará… Es demasiado


tarde…

SEÑORA 1: Pero… pero… ay, Dios mío… Si ya no podemos gritar… Si


ya no tenemos un sitio para gritar… ¿Qué vamos a hacer?.... ¿Qué vamos
a hacer?

SEÑORA 3: (Con frialdad). Informarnos. Tal vez ahora los autobuses se


detienen frente a las bancas.

SEÑORA 1: (Llena de esperanza). ¿Usted cree?

Dirección Gritadero Guy Foissy

43

También podría gustarte