Derecho Internacional Americano (Unidad I)
Derecho Internacional Americano (Unidad I)
Derecho Internacional Americano (Unidad I)
Wascar Novas
100354311
Concepto
Derecho Internacional Americano significó, a veces, el conjunto de leyes escritas
internacionales que debían dictarse para que América desenvolviera sus relaciones en
paz y con justicia. Derecho Internacional Americano significó, en otras oportunidades,
ciertas instituciones jurídicas propias de América y distintas del sistema jurídico
europeo. Por ejemplo, el uti possidetis juris de 1810 para la resolución de los diferendos
por fronteras entre países hispanoamericanos, era comprendido como parte del Derecho
Internacional Americano. Intuición feliz y certera tuvo Lastarria en 1864 cuando declaró
que el establecimiento de una monarquía absolutista en América era contraria al
Derecho Internacional Americano. En todo caso, faltaba el sistema coherente, fundado
en bases positivas y claro sentido histórico.
Doctrinas
Cláusula Calvo
Tesis formulada por el canciller argentino Carlos Calvo en 1868, según la cual las cortes
nacionales serían las únicas vías de recurso contra actos del Estado practicados en
detrimento de los intereses de ciudadanos súbditos de países extranjeros. Básicamente el
instituto se vuelve contra el mecanismo de la protección diplomática, según el cual los
particulares (personas físicas y jurídicas) pueden, por medio de su relación de
hiposuficiencia frente los Estados, requiere que sus Estados, con quienes guardan
vínculo político-jurídico de nacionalidad, asuman su pretensión en el plano
internacional. En contraposición a esa tesis, acepta por la gran mayoría de la doctrina
internacionalista, la “Cláusula Calvo” preconizaba que los Estados, cuando de la
celebración de contratos con súbditos de otros países, podrían estipular su
comprometimiento sometiendo única y exclusivamente a los tribunales locales las
reclamaciones que por ventura tuvieran en decurso de alguna cuestión vinculada al
contrato, abdicando así del recurso al instituto de la protección diplomática.
A pesar de haber sido contestada por la doctrina extra continental que se recusó a
reconocer la posibilidad de su aplicación, la “Cláusula Calvo” tuvo realmente gran
aplicación en América Latina, constituyendo objeto de reconocimiento jurídico e
incluso habiendo sido positivada en el Pacto de Bogotá, resultante de la XI Conferencia
Interamericana, de 1948.
Doctrina Drago
La “Doctrina Drago” fue resultado del ministro de las Relaciones Exteriores de
Argentina, Luis Maria Drago, realizado en 1902, contra represalias de Gran-Bretaña, de
Alemania y de Italia, realizadas a través del bloqueo y el bombardeo de la costa
venezolana (La Guayra, Puerto Cabello y Maracaibo) en razón del incumplimiento del
pago de Venezuela a acreedores súbditos de los tres países. Indignado con la acción de
los Estados extra continentales, Drago proclamó que las deudas públicas de los Estados
jamás podrían servir de justificativa para la intervención armada, y mucho menos para
la invasión territorial del continente americano, por parte de países de Europa, porque
condenaría las naciones más flacas a la ruina y a la sumisión frente las naciones más
poderosas. Drago invocaba así legítimamente el principio de la no intervención, en un
contexto internacional diferente de la “Doctrina Monroe proclamada en 1823, pues no
se encontraba frente a una amenaza, pero si frente a una ofensa concreta y de una
retomada de poder por parte de las antiguas metrópolis europeas. Era oportuno, así, que
se impusiera una postura jurídicamente más agresiva por parte de los Estados
latinoamericanos frente a una agresión imperialista exterior. A otro lado, se destaca que
tal invocación ya era resultado de la idea desarrollada en el ambiente de las conferencias
hispanoamericanas lideradas por los ideales de Simón Bolívar, a partir de 1826.
Conforme describe Geraldo Eulálio do Nascimento e Silva, la defensa de Drago,
después de haber sido convertida en doctrina y de haber obtenido receptividad de la
gran mayoría de los países del continente, tuvo repercusión más amplia en el plano
internacional siendo sometida a la Segunda Conferencia de la Paz, realizada en Haya, en
1907, recibiendo la denominación de “Convención Porter” aunque en un sentido
diferente del inicialmente concebido264. Después de ello, en 1910, en la IV
Conferencia Internacional Americana, las partes reconocieron el arbitraje como vía de
recurso para las reclamaciones por daños y perjuicios pecuniarios, presentados por los
respectivos nacionales, y aún en la Conferencia Interamericana para la Consolidación de
la Paz, celebrada en Buenos Aires en 1936, en la cual se buscó, sin éxito, normalizar la
doctrina. La “Doctrina Drago” se caracterizó básicamente como un instituto de los
países latinoamericanos, no en función de su originalidad, pero por marcar una posición
vehemente, en el plano internacional, primeramente de Drago, como ministro de
Relaciones Exteriores, y después por el apoyo de la mayoría de los países, incluso de la
delegación brasileña, que terminó por reconocer en el plano internacional tal
posicionamiento regional, y a partir de ello pasó a orientar sus relaciones con otros
Estados, extra continentales, en una postura coincidente con la de los países de América
Latina. Contemporáneamente, la Carta de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) en su Art. 2º, § 4º, consagra en forma de principio la teoría de Drago firmando el
comprometimiento de los Estados miembros de las Naciones Unidas en no utilizar la
fuerza contra la integridad territorial de cualquier Estado. A otro lado, en el ámbito
regional, la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en sus arts. 16,
17, 18, también contempla el reconocimiento de la “Doctrina Drago” y orienta la acción
regional de los Estados americanos.
Doctrina Tobar
El estudio doctrinario de la “Doctrina Tobar” se encuadra en el estudio de las tesis
sobre las formas de reconocimiento de gobierno, bastante recurrentes entre los países de
América Latina en virtud de las sucesivas crisis políticas interiores y golpes ocurridos a
lo largo de su historia, transformándose, por esa razón, en una preocupación continental
por ser una realidad muy reciente y por envolver un tema delicado por el propio proceso
de emancipación porque pasaron las ex colonias y su reconocimiento por otros Estados.
Al centro de esa preocupación, el canciller ecuatoriano Carlos R. Tobar, en 1907,
formuló la tesis de que un gobierno revolucionario solo debería ser reconocido después
del sufragio popular. Estaría, así, su reconocimiento condicionado a sus orígenes,
debiendo firmarse sobre bases constitucionales. El procedimiento para reconocimiento
de gobiernos, derivados de mudanzas por consecuencia de acciones revolucionarias
muchas veces contaminadas de ambición que dificultaba el progreso de las naciones
latinoamericanas y que llevarían a conflictos civiles internos, solo ocurriría a medida
que hubiera la legitimidad popular en sus países. La “Doctrina Tobar” obtuvo su
reconocimiento por un conjunto de Repúblicas centroamericanas: Costa Rica,
Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador, que, en 1907, firmaron Tratado
adoptando el procedimiento para reconocimiento de gobiernos según las directrices
proclamadas por Tobar, exigiendo, así, para reconocimiento del gobierno, la
reorganización constitucional del país. Las mismas repúblicas firmaron más tarde, en
1923, el Tratado General de Paz y Amistad, en que reafirmaban los mismos
procedimientos para reconocimiento de gobierno.
De alguna manera, la Doctrina Tobar terminó por influenciar también el gobierno
norteamericano en la formulación de sus procedimientos para reconocimiento de
gobierno, ante la negativa de reconocerse gobiernos originados de revoluciones o
gobiernos inconstitucionales (Wilson-1913), o mismo en su exigencia de legitimidad
democrática amparada en las libertades de expresión, religión, liberación de la miseria y
del miedo para el reconocimiento del gobierno (ROOSEVELT, 1941).
Doctrina Estrada La “Doctrina Estrada” refleja una preocupación de la sociedad
mexicana con las cuestiones vinculadas a la intervención exterior cuanto al
procedimiento de reconocimiento de gobierno, por haber sufrido con actitudes
discriminatorias externas a lo largo de su historia274. En el día 27 de septiembre de
1930 el ministro de Relaciones Exteriores de México, Genaro Estrada, en una nota
circular, condenó el reconocimiento formal de gobiernos de un Estado, por considerarle
una forma de injerencia externa sobre el Estado que resultaría en la sumisión de su
soberanía, y por ser una forma de emisión de juicio sobre la legitimidad de un gobierno.
En razón de esa postura, el gobierno mexicano se limitaría a mantener o a retirar sus
agentes diplomáticos, así como continuar aceptando, cuando le parecieran convenientes,
los agentes diplomáticos de las naciones que eventualmente le acredita en tales agentes,
sin calificar a principio o posteriormente el derecho de otras naciones para aceptar,
mantener o substituir sus gobiernos o autoridades. La “Doctrina Estrada” guarda
estrecha relación con la “Doctrina Tobar”, puesto que ambas cuidan del tema sobre el
reconocimiento de gobierno, pero de ella se diferencia en razón de la forma de
procedimiento a ser adoptado por los Estados para tal275. A partir de la evolución de
los acontecimientos internacionales, se ha percibido un mayor reconocimiento de la
comunidad internacional a los presupuestos contenidos en la “Doctrina Estrada”,
aunque en reciente crisis en el gobierno de Ecuador la Organización de los Estados
Americanos (OEA), después de la deposición del presidente de la República por el
Congreso local, haya se reunido y cuestionado los procedimientos constitucionales
adoptados durante la crisis política para substitución del antiguo presidente.
Doctrina Blum
La “Doctrina Blum” guarda relación con el Principio de Solidaridad existente entre los
pueblos de América y también invoca los lazos de defensa común continental frente a
una amenaza, como continuidad a los preceptos bolivarianos. En 12.06.1917 el ministro
de Relaciones Exteriores de Uruguay, Baltasar Blum, frente a las repercusiones de la
Primera Guerra Mundial, emitió una nota ministerial invocando los lazos de amistad
entre los países latinoamericanos en el sentido de que todos los actos frontalmente
contrarios a los principios y reglas del derecho Internacional, realizado contra uno de los
países de América, constituyera una ofensa a todos, y, en función de eso, provocaría en
toda una reacción común. La importancia de la “Doctrina Blum” para el continente está
en el hecho de que ella inspiró la elaboración de un principio de defensa continental
común, inserido en 1947 en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR),
y en 1948, en la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Carta de
Bogotá, siendo adoptada como principio fundamental de las relaciones entre los Estados
de la región.
Doctrina Larreta
Aunque no haya sido llevada en serio y tenido cualquier tipo de repercusión académica,
es necesario recordar la defensa desastrada del también ministro de Relaciones
Exteriores de Uruguay, Eduardo Rodriguez Larreta, que en 1944 divulgó una nota
ministerial dirigida a los países de América Latina, en la cual defendía que los Estados,
intransigentemente, no solo no deberían reconocer los gobiernos que llegasen al poder
por procesos revolucionarios, pero también deberían promover una intervención
colectiva en esos gobiernos para el restablecimiento del orden constitucional280/281.
La propuesta era nítidamente intervencionista y totalmente contraria a las directrices
políticas y diplomáticas de los países de América Latina, que siempre repelieran
cualquier tipo de intervención, mismo aquellos que presentaban justificativas “nobles”.
El ejemplo sirve para demostrar que, de alguna manera, los países de América Latina
guardaron cierta coherencia doctrinaria en los presupuestos jurídicos que dirigían sus
relaciones internacionales.
Pacto Saavedra-Lamas
El “Pacto Saavedra Lamas” fue firmado en 1933, por el Tratado de No Agresión y
Conciliación, fuera de las conferencias panamericanas, y ofreció un nuevo mecanismo
de conciliación entre los Estados de la región, a pesar de todas las reservas a él
formuladas. Los Estados apuntaron otros mecanismos, como el que las partes decidieron
resolver por el entendimiento directo (mecanismo diplomático de solución de
controversias), o mismo por la solución jurídica, las cuestiones que son de competencia
del Derecho interno de los Estados, los asuntos que afectan preceptos constitucionales
de las partes en litigio, pero principalmente firmó un compromiso por los Estados en el
sentido de condenar la guerra de agresión.
El Pacto Saavedra-Lamas, nombre del canciller argentino que lo idealizó, se
consubstancia en un pacto antibélico, de no agresión, y fue subscrito por Argentina,
Brasil, Chile, México, Paraguay y Uruguay, contando con la adhesión de Bolivia, Costa
Rica, Honduras, Cuba, República Dominicana, Nicaragua, El Salvador, Estados Unidos,
Venezuela, Perú, Colombia, Haití, Guatemala y Panamá, entre otros Estados fuera del
continente.
En suma, la propuesta no logró éxito. El pacto proponía mantener la fraternidad que
había sido herida por disputas diplomáticas de los Estados y profundizar sus relaciones.
Respeto al conjunto de reservas opuestas por los Estados y su inaplicabilidad, su mérito
reside en el intento de propuesta de solución pacífica de conflictos y el compromiso de
no agresión, además de sugerir la creación de un sistema inusitado a través de la
sumisión de las controversias internas a tribunales internacionales, estableciendo un
sistema híbrido entre el Derecho interno y el externo para la solución de controversias
entre los Estados de América Latina. Sucintamente, el discurso de Monroe de 1823 se
puede exponer en tres puntos: “1. Ningún país europeo puede contradecir el derecho
adquirido por las naciones del Nuevo Mundo a su independencia y soberanía. 2. Se
reconoce el derecho de estas mismas naciones americanas a organizar las formas de
gobierno que mejor se adapten a sus intereses sin la intervención de ningún país europeo
en los asuntos relacionados con la regulación interna, y 3. Las naciones europeas tienen
prohibido adquirir por ocupación cualquier parte del continente americano”.
Lo que destaca Álvarez del contenido de esta doctrina, es que sería en gran medida bien
recibida por los países americanos, pero no porque fuera dictada por Monroe en un año
específico, sino porque estos principios ya formaban parte de los movimientos políticos
emancipatorios en América Latina, principalmente por “Bolívar (Colombia), Egaña
(Chile), del Valle (América Central), etc”. (Álvarez, A. El Nuevo Derecho Internacional
en sus relaciones con la vida actual de los pueblos. Santiago de Chile: Editorial Jurídica
de Chile, 1962, p. 72). Los fines que persiguen los Estados americanos son los mismos
expuestos en esta doctrina: asegurar su independencia y lograr una unidad política, para
ello el principio de solidaridad tendría una salida política en la idea de una
confederación de Estados, defendida incluso desde antes de las Independencias. Por
tanto, como sostiene Vicente Cruchaga (1968, pp. 73-75), siguiendo la idea de la
defensa conjunta del continente a las condiciones ganadas luego de las Independencias,
para Álvarez habría existido la Doctrina Monroe aunque no hubiera existido
propiamente el presidente Monroe, por tanto, la defensa a esta doctrina en absoluto va
de la mano a un apoyo a las pretensiones imperialistas de EE. UU. sobre América, sino
al contenido mismo de ella. Por lo mismo, en el texto de 1911, y en otros textos
anteriores, Álvarez defiende la doctrina Monroe, pero critica la hegemonía posible y
real de EE.UU. El segundo período se habría dado desde el último tercio del siglo XIX
hasta la primera Conferencia Panamericana en 1889, momento en que las soberanías se
consolidan, diluyéndose la idea de la Confederación de Estados una vez que el miedo a
una nueva conquista española se hubo perdido. El tercer período, que va desde la última
etapa señalada, hasta el momento que Álvarez habría escrito su libro (véase Álvarez,
1910), se caracteriza por la consolidación del orden interno de cada país, y “por el amor
a la paz y el deseo de fortalecer un triple vínculo de interés: con Europa, con los Estados
Unidos y entre ellos mismos” (Álvarez, 1910, p. 20) realizándose en este período un
gran número de conferencias y reuniones continentales. Algunas de ellas fueron la 2ª, 3ª
y 4ª Conferencia Panamericana, celebradas entre 1901 y 1910; la Conferencia
Centroamericana de la Paz, celebrada en Washington en 1910 y el Congreso Científico
Panamericano, celebrado en Chile entre 1908 y 1909.
Doctrina de Monroe
Pimer momento estuvo determinado por la conformación y estabilización de la vida
política y, en materia internacional, por la creciente preocupación de la defensa de su
autonomía, con el fin de no permitir otra dominación externa. Este período estaría
determinado por aquello que es conocido como la Doctrina Monroe.
Lo que destaca Álvarez del contenido de esta doctrina, es que sería en gran medida bien
recibida por los países americanos, pero no porque fuera dictada por Monroe en un año
específico, sino porque estos principios ya formaban parte de los movimientos políticos
emancipatorios en América Latina, principalmente por “Bolívar (Colombia), Egaña
(Chile), del Valle (América Central), etc”. (Álvarez, A. El Nuevo Derecho Internacional
en sus relaciones con la vida actual de los pueblos. Santiago de Chile: Editorial Jurídica
de Chile, 1962, p. 72). Los fines que persiguen los Estados americanos son los mismos
expuestos en esta doctrina: asegurar su independencia y lograr una unidad política, para
ello el principio de solidaridad tendría una salida política en la idea de una
confederación de Estados, defendida incluso desde antes de las Independencias. Por
tanto, como sostiene Vicente Cruchaga (1968, pp. 73-75), siguiendo la idea de la
defensa conjunta del continente a las condiciones ganadas luego de las Independencias,
para Álvarez habría existido la Doctrina Monroe aunque no hubiera existido
propiamente el presidente Monroe, por tanto, la defensa a esta doctrina en absoluto va
de la mano a un apoyo a las pretensiones imperialistas de EE. UU. sobre América, sino
al contenido mismo de ella. Por lo mismo, en el texto de 1911, y en otros textos
anteriores, Álvarez defiende la doctrina Monroe, pero critica la hegemonía posible y
real de EE.UU. El segundo período se habría dado desde el último tercio del siglo XIX
hasta la primera Conferencia Panamericana en 1889, momento en que las soberanías se
consolidan, diluyéndose la idea de la Confederación de Estados una vez que el miedo a
una nueva conquista española se hubo perdido. El tercer período, que va desde la última
etapa señalada, hasta el momento que Álvarez habría escrito su libro (véase Álvarez,
1910), se caracteriza por la consolidación del orden interno de cada país, y “por el amor
a la paz y el deseo de fortalecer un triple vínculo de interés: con Europa, con los Estados
Unidos y entre ellos mismos” (Álvarez, 1910, p. 20) realizándose en este período un
gran número de conferencias y reuniones continentales. Algunas de ellas fueron la 2ª, 3ª
y 4ª Conferencia Panamericana, celebradas entre 1901 y 1910; la Conferencia
Centroamericana de la Paz, celebrada en Washington en 1910 y el Congreso Científico
Panamericano, celebrado en Chile entre 1908 y 1909.
Principios
Los principales principios que han justificado la presencia de un derecho
internacional americano
Estos principios han sido adoptados por los Estados Americanos en
Congresos y Conferencias Interamericanas y son producto de la evolución
histórico-política del continente y son de interés especial para América, siendo los
más importantes los siguientes:
1º) El “Principio de Solidaridad Americana”, surgido en el Congreso de
Panamá de 1826, donde también se derivaron otros principios como el de celebrar
Tratados de Unión o Confederación, la prohibición de declarar la guerra antes deque
intervenga la acción conciliadora de la Asamblea General de Estados, el de
nacionalidad continental y el de Solución Pacífica de los Conflictos entre Estados
Americanos.
2º) El Principio del "Uti Possidetis Juris" ("tal como poseías así poseerás"),
como regla de delimitación de las fronteras entre los países Hispanoamericanos.
Por este principio los Estados Americanos reconocen como límites de sus
respectivos territorios, las delimitaciones establecidas por España tal como
existían al tiempo de producirse los movimientos de emancipación, la
delimitación administrativa de la colonia se admitió como frontera política y
como posesión de derecho y ha servido para delimitar los territorios de los nuevas
Repúblicas de origen español. Esta doctrina no ha sido aceptada por algunos
Estados de América, que adoptan el Principio del "Uti possidetis de Facto", por el
cual se respeta la soberanía del Estado sobre las tierras por él ocupadas, es decir,
hasta donde se extiende la ocupación efectiva en el momento.2
3º) El Principio de que la “Victoria no da Derechos”, por este principio no
pueden ser válidas las adquisiciones basadas en el triunfo de las armas. El derecho
de conquista queda eliminado del Derecho Público Americano por lo que las
cesiones territoriales serán nulas si son hechas bajo amenaza de guerra, la victoria
no da derechos al vencedor para determinar por sí sólo los nuevos límites
territoriales. Este Principio posteriormente se recogió en el artículo 21 de la Carta
de la Organización de los Estados Americanos, OEA, y en los ordinales 4 y 5 del
artículo 2º de la Carta de Naciones Unidas.
4º) El Principio que niega la existencia de territorios "Res Nullies" en
América, lo que implica que no pueden existir territorios sin dueño.
5º) El Principio del respeto al “Asilo Diplomático y Territorial”, constituye
un principio de derecho americano por la uniformidad, constancia y permanencia
en que ambos han sido aplicados por los Estados Americanos. El Asilo
Diplomático ha sido regulado en el Tratado de Derecho Penal Internacional de
Montevideo de 1889, y en las Convenciones Interamericanas de la Habana de
1928, Montevideo de 1933 y Caracas de 1954 y el Asilo territorial en la
Convención de Caracas de 1954 y ambos han sido recogidos en la Declaración
Americana de Derechos del Hombre de 1948 y en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos de 1969.
6º) El Principio de la “No Intervención” en su forma más amplia y absoluta,
fue consagrado en la Séptima Conferencia Interamericana de Montevideo de
1933, por el cual es inadmisible la intervención directa o indirecta de un Estado
en asuntos internos o externos de otros Estados cualquiera que sea el motivo, y es
recogido en la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA), como
culminación de la lucha de los Estados Americanos para evitar intervenciones
extranjeras en su territorio.
7º) El Principio acerca del “Reconocimiento de los Gobiernos de Facto”,
sobre este tema se han establecido dos posiciones al respecto, la "Doctrina
Estrada" (México) que suprime el reconocimiento expreso de los Gobiernos de
Facto, porque es inmiscuirse en los asuntos internos de los Estados, quedándole la
facultad de mantener o retirar sus Agentes Diplomáticos y la "Doctrina Tobar"
(Ecuador) que niega el reconocimiento de los Gobiernos de Facto.
8º) El Principio de la “Solución pacífica de las Controversias
Internacionales”, a través de la Mediación, Conciliación, el Arbitraje y los
Tribunales de Justicia Internacional.
El Arbitraje se ha adoptado como un medio de solución pacífica de las
controversias de una forma general y obligatoria, a través de un conjunto de reglas
que los Estados Americanos deben observar.
En relación a la Justicia Internacional, hay que tomar en cuenta además que el
Primer Tribunal de la historia moderna fue la Corte de Justicia Centroamericana,
creada en los Pactos de Washington de 1907, que operó incluso antes de la Corte
Permanente de Justicia Internacional creada en 1920 con el Tratado de Versalles
al crearse la Sociedad o Liga de las Naciones, con esta Corte de Justicia
Centroamericana no solamente se contribuyó al ideal de Justicia Internacional
sino que además sirve dignamente a los más altos intereses de los pueblos de la
región.
De igual manera, una valiosa contribución de América al ideal de justicia
internacional en cuanto al Derecho internacional de los derechos humanos ha sido
la creación de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
9º) El Principio de “Seguridad Colectiva”, en el marco de la Solidaridad
Americana, por este principio la agresión de un Estado a otro Estado Americano
se considera agresión a los demás Estados, lo que significa la Seguridad Colectiva
en defensa del agredido.
Este Principio se consolida en el Acta de Chapultepec de 1945, que al
respecto expresa: "Todo atentado contra la integridad o inviolabilidad de un
territorio o contra la soberanía e independencia de un Estado Americano, será
considerado como un acto de agresión contra los demás Estados Americanos".
10º) El Principio de la “Codificación del Derecho internacional”, ha
contribuido al desarrollo progresivo del Derecho internacional tanto público como
privado.
Esta labor se ha realizado especialmente en las Conferencias Internacionales
Americanas, en los Congresos de Derecho internacional Privado, en las
Conferencias Especializadas Interamericanas sobre Derecho internacional Privado
(CIDIP) y de manera especial por el Comité Jurídico Interamericano (CJI) ya que
una de sus principales funciones es promover el desarrollo progresivo y la
codificación del derecho internacional.
11º) El Principio de la “Igualdad Jurídica de los Estados”, por el cual todos
los Estados Americanos están en igualdad de condición en el goce de sus deberes
y derechos, en el Sistema Interamericano no existe el derecho de veto que tiene el
Sistema Universal.
12º) El Principio que adopta el “Procedimiento o Sistema de la Consulta”,
por este principio se convoca a una reunión de Ministros de Relaciones
Exteriores de los Estados Americanos, cada vez que surja un conflicto que pueda
amenazar la seguridad o la integridad territorial de cualquiera de las naciones del
Hemisferio.
Por este Principio los Estados Americanos proceden de común acuerdo en
casos graves y urgentes de interés continental, que puedan poner en peligro la paz
y estabilidad del continente.
13º) El Principio “del Mar patrimonial”, que en el moderno derecho del mar
ha contribuido en el origen de la doctrina de las 200 millas marinas, tesis que en
la Tercera Conferencia sobre Derecho del Mar dio lugar a la creación de la zona
económica exclusiva, reconocida como espacio marítimo en la Convención de las
Naciones Unidas sobre Derecho del Mar de 1982.
14º) El Principio que “repudia el uso de la fuerza” para obligar a un Estado a
pagar sus deudas públicas o bien al cobro compulsivo de las obligaciones
contractuales regulados respectivamente en las Doctrinas Drago y Calvo
(Argentina).
15º) El Principio de que las “Reservas en los tratados multilaterales no
obligan a los Estados que rehúsan aceptarlas pero si a los que las admitan”, de
manera que habrá Estados que queden obligados por las reservas y otros que no lo
estarán.
16º) El Principio del Derecho de cada Estado a disponer de sus recursos
naturales como lo desee y a escoger el sistema político, económico y social que
tenga a bien desarrollar. El Sistema Interamericano se fundamenta además en el
respeto de la Democracia Representativa y en el pluralismo político dentro del
marco de la No-intervención.
En materia de Derechos Humanos el Sistema Interamericano se encuentra a la
vanguardia consagrando por primera vez los órganos de promoción y protección
de los mismos, así en abril de 1948 se adopta la "Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre" y en 1969 se suscribe la “Convención
Americana sobre Derechos Humanos”, se cuenta con dos órganos
institucionalizados para el reconocimiento, defensa y protección de los Derechos
Humanos que son: La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
El Sistema Americano cuenta con jurisprudencia propia que ha creado
Principios de Derecho internacional, como los de: "El daño emergente y Lucro
Cesante" de 1861; el de "Denegación de Justicia" de 1861; el de "Condominio o
Mancomunidad en las Aguas del Golfo de Fonseca" de 1917.
Todos estos Principios que constituyen reglas generales para los Estados
Americanos en sus relaciones recíprocas nos vienen a confirmar la existencia de
un Derecho internacional Americano que se coordina y complementa con el
Derecho internacional Universal, el que a su vez ha tomado en cuenta los
Principios Internacionales del Sistema Regional.
Características
El autor constató la existencia de un conjunto de características
desarrolladas a partir del Derecho Internacional Americano indicando,
entre otras, las siguientes: el optimismo, el idealismo, la devoción a los
principios, el espíritu liberal e igualitario, el espíritu de fraternidad y
solidaridad continental, la conciencia de una individualidad continental, el
deseo de manutención de la paz regional, el deseo de mantener relaciones
recíprocas y de crear reglas jurídicas en ese sentido, y las relaciones
basadas en reglas jurídicas.
El Derecho Internacional Público en el contexto americano
No existe ningún impedimento lógico para clasificar el Derecho
Internacional Público del punto de vista de su aplicación regional.
Existen tratados internacionales y normas usuales de alcance universal y
también aquellas que poseen un mero alcance bilateral y existen normas
jurídicas internacionales convencionales y usuales que tienen vigencia en
un continente. Así es que las normas jurídicas internacionales de carácter
convencional y usual que rigen con especialidad el continente americano
forman el Derecho Internacional Americano.
Los pueblos americanos constituyen una comunidad bastante homogénea, por
el carácter de sus Instituciones jurídico-políticas y si bien es cierto forman parte
integrante de la sociedad universal, tienen necesidad de una solidaridad más
íntima, desde el punto de vista moral, jurídico y económico, es decir necesitan de
un regionalismo. El regionalismo se entenderá entonces como la acción
internacional homóloga de un grupo de Estados con vecindad geográfica, que
poseen un interés internacional común y que además tienen determinadas
características de afinidad. Cuando estos Estados se unen por un Pacto, surge lo
que se llama un Acuerdo Regional.
Este sistema de carácter regional está destinado a que toda América pueda
solidariamente participar en la Comunidad Internacional, y a la vez, resolver
dentro del mismo todos sus problemas peculiares. Este sistema tiene su razón de
ser en las propias condiciones económicas, políticas y sociales de las naciones
americanas que han sido la base de su solidaridad y de la formación de una
conciencia jurídica particular, que además ha generado normas especiales para
regular las relaciones interamericanas.
Actualmente ya no puede negarse que las comunidades regionales producen
un Derecho internacional de características típicas que le son propias. En América
la existencia de este derecho proviene de las condiciones geográficas, económicas
y políticas del continente americano, de la manera como estos Estados se
incorporaron a la Comunidad Jurídica Internacional y sobre todo a la solidaridad
existente entre ellos.
Lo anterior viene a constituir el Sistema Interamericano que se ha definido
como: "El Conjunto de Instituciones, Principios, Reglas, Convenciones,
Doctrinas, Costumbres y Prácticas que en el dominio de las relaciones
internacionales son peculiares a los Estados del nuevo mundo".
El continente americano siempre ha sido un ejemplo de la adhesión a los
principios de Derecho internacional y de su incorporación tanto en sus textos
constitucionales como en su legislación secundaria. De igual manera han
reconocido su sujeción a tales principios en sus Conferencias Internacionales
Americanas. Lo que sucede es que además de los principios aceptados
universalmente, existen otros de aplicación en determinado Continente o región
geográfica que dan origen a normas jurídicas de carácter regional.
En este sentido, es que el Jurista Chileno Don Alejandro Álvarez, ha
expresado: "ha habido en este Continente problemas sui-generis o de un carácter
netamente americano y que los Estados de este hemisferio han reglado en las
Conferencias Interamericanas, en materias que no interesan sino a esos Estados".1
Esto implica la existencia de un Derecho Internacional Americano que cuenta
con principios y reglas propias que regula problemas y situaciones de carácter
netamente americano o regional, respetando al mismo tiempo los principios de
carácter universal.
La práctica internacional en todos estos años ha dejado ver claramente que no
existe un antagonismo entre el Universalismo y el Regionalismo sino por el
contrario un complemento entre los mismos. Esto ha sido reconocido por la
Organización de las Naciones Unidas, ONU, en su Carta de Creación, al recoger
el Principio de la Acción Regional, producto de los acuerdos tomados en la
Conferencia de San Francisco de 1945, concediendo así un lugar para el
regionalismo dentro del nuevo Sistema Universal.
El Capítulo VIII de la Carta de la ONU regula los Acuerdos Regionales en
sus Artículos 52, 53 y 54, con la finalidad de mantener la paz y la seguridad y
teniendo al mismo tiempo una estrecha coordinación con la Organización
Universal, y así lo expresa el numeral 1º del Artículo 52 de dicha Carta que dice:
"Ninguna disposición de esta carta se opone a la existencia de Acuerdos u
Organismos regionales cuyo fin sea atender en los asuntos relativos al
mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales y susceptibles de acción
regional, siempre que dichos Acuerdos u Organismos, y sus actividades sean
compatibles con los Propósitos y Principios de las Naciones Unidas".
Por su parte la Carta de la Organización de los Estados Americanos, OEA, en
su Artículo 1, primero, define su vinculación con el sistema de Naciones Unidas
al constituirse en uno de los Acuerdos u Organismos regionales previstos en la
1 Derecho Internacional Público, César Díaz Cisneros,
entidad universal, cuando expresa: "Dentro de las Naciones Unidas, la
Organización de los Estados Americanos constituye un Organismo Regional".
Lo que significa, que el Derecho internacional Americano no es
esencialmente distinto al Derecho internacional Universal, y en ningún momento
pretende crear un antagonismo con las normas universales, sino por el contrario
mantener una relación de coordinación por lo que el Derecho internacional
Americano tiene un carácter complementario en relación con el Derecho
internacional Universal.
La existencia de organizaciones regionales no implica por lo tanto el
abandono a los principios básicos de Derecho internacional Universal, sino que
éstas aparecen como una respuesta a la dificultad que se presenta en muchas
ocasiones de encontrar soluciones adecuadas en el marco de la estructura
universal. De hecho, en la práctica podemos constatar que las Organizaciones
Universales y Regionales coexisten y se interrelacionan y que los enfoques de
ambos en las relaciones internacionales son complementarios.
La Organización Internacional de América tuvo como origen la iniciativa de
los Estados Hispanoamericanos, especialmente en los Congresos de Panamá de
1826 y de Lima de 1847 y de 1864, en ellos se determina que la concepción de
Solidaridad Continental nació en las Repúblicas de América, así como también la
celebración de Congresos Internacionales periódicos, la instalación de Tribunales
Interamericanos de Justicia y de Arbitraje, la formulación de Principios de
Derecho internacional Común, la instalación de Tratados de Defensa Colectiva
frente a la agresión foránea.
La idea de una Confederación Continental nace también en América, como
una liga para la defensa común, es decir, una unión para objetivos internos y
externos. El Congreso de Panamá de 1826 es el precedente innegable de la
“solidaridad americana” y fue convocado por el ilustre libertador Don Simón
Bolívar, con la idea de crear una Asociación de Estados del Hemisferio y de
exponer al mundo los principios que integran las doctrinas del Derecho
internacional Americano. La solidaridad entre las repúblicas independientes de
América fue y ha sido uno de los grandes fines y propósitos de la mayoría de los
libertadores y de los gobernantes de las nuevas naciones.