Monasterio Santa Clara de Asís y Mirador Millenium
Monasterio Santa Clara de Asís y Mirador Millenium
Monasterio Santa Clara de Asís y Mirador Millenium
Púan – Argentina
por Horacio Espinosa
Más allá del diccionario, un monasterio para nosotros es una fuente de paz.
Siempre que necesitamos buscar paz, silencio, interioridad, y sobre todo hablar
con el Señor, no encontramos mejor lugar que visitar uno.
El Santuario se fue construyendo paso a paso. «En 1989 se terminó la primera etapa de
la construcción. Las bases de la cúpula se finalizaron en el 2000. La obra siempre fue al
ritmo de las donaciones, no recibiendo grandes dádivas, reflejando así los dichos de
monseñor Castagna: “El único padrino del Santuario es el pueblo”. Nadie hizo grandes
aportaciones, solo las pequeñas de la gente sencilla, que pone de manifiesto su amor a la
Virgen»
En una de las estaciones está representado el Santo Sepulcro, creado con una realidad
tal que uno siente el sufrimiento que nuestro Señor pasó por nosotros. Es un lugar de
reflexión y silencio, donde uno puede entrar en el Santo Sepulcro y reflexionar sobre las
estaciones ya pasadas y, sobre todo, agradecer al Señor por su sacrificio.
Otro punto de inmensa interioridad es esta pequeña capilla. Aun no conozco la pequeña
capilla de Asís, pero realmente en esta de Púan, se siente una conexión inmensa con la
Madre del Señor.
En una pared lateral hay una imagen de Mamá María que reduce en muy pocas palabras
su grandeza: “Bendita porque has creído”.
Es posible participar con las hermanas en algunas de sus oraciones y en la Santa Misa.
Saliendo de la capilla hay una puerta desde donde se puede conversar con las hermanas
(algo que recomiendo).
El Monasterio también incluye una “Casa de Retiros Espirituales”, que se puede reservar
para grupos.
La Casa de Retiro cuenta con 72 camas distribuidas en: 10 habitaciones dobles y 4 triples
con baño; 2 grandes habitaciones con baño, con capacidad para diez personas en camas
cuchetas, más otras cinco en compartimientos individuales; 4 habitaciones con lugar para
diez camas en total. Hay un amplio salón de charlas, un gran comedor, una pequeña
cocina para los huéspedes, y la cocina grande a disposición de los grupos que deseen
traer su propio equipo de cocina. Existe también un quincho donde se pueden realizar
asados y fogones.
Además de todo lo mencionado, maravilla el excelente panorama hacia todos los puntos
cardinales.
Bajo el lema “signo visible de amor y gratitud de la Comunidad de Púan a Nuestro Señor
Jesucristo en los dos mil años de su nacimiento”, la comunidad decide encarar una
construcción de tales características. Por la cantidad de gastos que requería y de mano
de obra, implicaba pensar en una suma de dinero, solo para iniciar, que parecía imposible
de ser generada en una comunidad chica del sudoeste bonaerense.
Sin embargo, siguiendo una sugerencia del Papa Juan Pablo II, de los obispos y del
arzobispo de entonces, Rómulo García, quienes anhelaban erigir este signo visible en la
tierra por el Jubileo de la era cristiana, marcada por el nacimiento de Jesús, la empresa
se puso en marcha.
Así fue como, con este impulso, se formó una comisión ad hoc que tuvo el desafío de
generar los fondos para encarar la obra.
Con entusiasmo un reducido grupo generó la adhesión de unos 500 socios benefactores
que colaboraron mensualmente durante los 12 años que duró la obra. Al principio, la
cuota era de 10 pesos mensuales para pagar a los albañiles que trabajaban allí. A cambio
participaban de sorteos mensuales y anuales tan destacados como un chalet a estrenar o
7 mil dólares, por citar los últimos.
La Comisión Pro Millennium sigue funcionando aunque con menos miembros ya que
muchos ya han fallecido. Actualmente su función principal, sugerida por el padre Pascual,
es seguir acompañando espiritualmente, en las relaciones públicas y agradecimientos.
Al terminar una leve pendiente se llega al pie del monumento, donde nos recibe la gruta
de la Virgen de Lourdes.
Por un costado, antes de comenzar la subida al monumento, hay una castada artificial
que se asemeja a la fuente desde donde santa Bernardita alimentó su fe en Lourdes.
El monumento es de libre acceso todo el año y los fines de semana la iglesia está abierta.
La gente puede visitarlo, quedarse allí a pasar la tarde, tomar unos mates o hacer un
picnic, disfrutar de las vistas y de sus distintos atractivos.
La visita
Este día lo habíamos destinado a visitas religiosas pues era domingo, día del Señor.
Un poco decepcionados por el comiendo de nuestro día con la visita fallida, nos dirigimos
a nuestro segundo destino, Púan, donde de a poco nuestro encuentro con el Señor se iría
dando.
Nuestro primer destino fue el Monasterio de Santa Clara, que está a pocos kilómetros del
centro de la ciudad. Como dije era domingo, avanzada la mañana, y al acceder al predio
nos reciben las estaciones del calvario.
Fuimos recorriendo el calvario, rezando en cada estación y analizando cada frase que
“bajaba a tierra” aquello que nuestro Señor vivió en cada estación.
Allí nos quedamos un buen rato, solo en silencio, cada uno en conversación con Jesús.
Sin mirar el reloj, nos dirigimos a la capilla interna de las Hnas. Clarisas de clausura. Al
llegar, en un silencio absoluto, nos sentamos a orar, y como de la nada, comenzamos a
escuchar voces y un órgano. Estas voces celestiales oraban y alababan al Señor con una
suavidad casi angelical. Entonces nos quedamos allí un largo rato, hasta que esas voces
cesaron y nos miramos llenos de paz interior, algo indescriptible. Esas voces que
escuchamos eran las Hnas., que desde su claustro estaban rezando Sexta (oración que
se reza después del Ángelus en tiempo ordinario).
Con una paz grande en el corazón, salimos de la capilla y vimos una puerta que decía
algo similar a esto “Toque timbre y pase para hablar con una hermana”.
Esto mismo hicimos, y nos encontramos con una hermana que nos habló un buen rato y
nos dejó una frase que quiero compartirles, quizás a alguien le sirva en este momento
como nos ayudó a nosotros:
“La fe puede ayudar a aliviar el dolor, pero el dolor duele, y la fe no lo hace desaparecer,
solo ayuda a sobrellevarlo”.
Al salir nos encontramos con un hermano que nos saludó desde su vehículo, el cual,
como verán en las fotos, tenía una particularidad: estaba ploteado con frases como “Paz
y Bien” – “Vengan a mí todos” – “Hablen de míi a todos”.
No nos quedamos hasta la hora de la Santa Misa. Ese día teníamos planeado presenciar
la Santa Misa en otro templo muy especial. Sera la próxima bitácora.
Tips de Viajero