Matrimonio SACRAMENTO UNIDAD
Matrimonio SACRAMENTO UNIDAD
Matrimonio SACRAMENTO UNIDAD
Decir que el matrimonio es sacramento significa que es una realidad donde Dios
vive, donde Dios actúa y desde donde Dios da su gracia.
El matrimonio es un sacramento porque ahí llega a habitar el Espíritu, que renueva el corazón y la
persona del hombre y la mujer para hacerlos capaces de amarse como Cristo nos amó. FC 13.
El matrimonio es sacramento porque es una acción divina que sana, potencia y eleva el amor de
los esposos y les da todos los auxilios espirituales necesarios.
El matrimonio es sacramento por que Cristo sale al encuentro del amor de los
esposos para transformarlo en el amor que le tiene a la Iglesia.
El matrimonio es sacramento porque los esposos participa de la misión de la Iglesia: dar
testimonio del amor de Cristo, ser fuente de santificación para ellos, para sus hijos y para quienes
se encuentren con ellos.
La unidad matrimonial
En la escritura encontramos desde los orígenes esta propiedad de la unidad y su gran importancia:
Gn. 2, 24, Una sola carne.
Mc.10, 2-12
1 cor. 7, 2-10
Rm. 7, 1-3
Ef. 5, 1.
¿Cuáles son las situaciones que amenazan la unidad del
matrimonio?
¿Qué sucede si los que se casan no viven en la unidad?
La “unidad de los dos” tiene que construirse cada día: cuando se experimenta el gozo de verse
hechos el uno para el otro y también cuando surgen las dificultades, porque la “realidad” no
responde a lo que tal vez se esperaba. Vivir la unidad requiere no pocas veces recorrer un camino
de paciencia y de perdón. Eso es difícil y exige estar constantemente comenzando. Caminar
unidos, sin cansarse uno del otro, reconociendo el don de Dios, es siempre una gracia, que pide la
respuesta y la colaboración de los esposos. En este caso, el esfuerzo por mantener viva “la
voluntad de compartir todo su proyecto, lo que tienen y lo que son” (Familiaris Consortio 19).
Les pide el empeño de permanecer en aquella decisión inicial, libre y consciente, que los convirtió
en marido y mujer. De ahí la “necesidad” de renovar con frecuencia el momento primero de la
celebración matrimonial. Serán así conscientes también de que su matrimonio, si bien se inicia con
su recíproco “sí”, surge radicalmente del misterio, es decir, es un don de Dios.
En esa conciencia, están el optimismo y la seguridad que deben alentar siempre la vida
matrimonial que camina en la verdad y en el amor. Lo que, ciertamente, pedirá, en no pocas
ocasiones, un esfuerzo que puede llegar hasta el heroísmo, porque no hay otra forma de
responder a las exigencias propias del matrimonio como vocación a la santidad. El don del Espíritu
Santo, infundido en sus corazones con la celebración del sacramento, “es mandamiento de vida
para los esposos cristianos y al mismo tiempo impulso estimulante, a fin de que cada día
progresen hacia una unión cada vez más fuerte entre ellos en todos los niveles del cuerpo, del
carácter, del corazón, de la inteligencia, de la voluntad y del alma. (FC 19).
Para constituirse en un matrimonio válido, los contrayentes deben tener el grado de capacidad de
razonamiento suficiente para saber y comprender qué es el matrimonio y qué se está
constituyendo en el momento del matrimonio. Esto quiere decir que es necesario saber que el
matrimonio es una asociación permanente entre un hombre y una mujer y que por su naturaleza,
implica la apertura a los hijos mediante la cooperación sexual entre los cónyuges. Cada uno de los
contrayentes debe conocer a la persona con la que se está casando. El consentimiento
matrimonial se intercambia con un hombre o una mujer específicos y es esencial tener un
verdadero conocimiento de quién es esa persona.
El matrimonio cristiano como sacramento se realiza y queda formalmente constituido –es decir-
realizado en la celebración ritual que generalmente (salvo casos específicos) se lleva a cabo dentro
de la Eucaristía. Como sacramento ritual se realiza en el seno de la comunidad cristiana que junto
con el ministro son testigos de él. Como sacramento se realiza legítimamente en el rito formal
establecido por la Iglesia. Está constituido por varios signos que es necesario conocer. Entre ellos
el consentimiento es el rito central y esencial que en el que se realiza el matrimonio.
Es importante saber que el rito del matrimonio se adecua a las realidades culturales de nuestros
pueblos y que por eso existen otras formas de expresar su significado de muy variados modos. Los
usos y costumbres que la Iglesia ha retomado e incluido en la celebración son signo de la riqueza y
belleza de nuestras culturas.
Es importante que los contrayentes se tomen un tiempo previo a la celebración para meditar
juntos el valor y significado de estos signos para su vida.